eos bel ra arme 10 ©rgoxio í*e tas ¿saciarlonas dlarxacÜtanas guante májB favorece^ Nám. 66—Burgos 15 de Jonio de 1923-Aflo VIIIVr>ULGErSCIvVRIO CARMELITANO I^os Terciartos del Carmen pueden gai-ar indulgencia plenaria confesando, comul- gando, rogando por las inten< iones del Papa, y visitando la iglesia rn que está estableci- da la i ongregación, o en su defecto la ÍRlesia parroquial, ios días de San. Elias (20), (además, este día Abs. Oen.)y Santa Ana (26). F.l día 16 festividad de la V . del t-nrmeB, folies quolies. l,o> cojrades del Carmen pueden cañar indulgencia pletariii. confesando comulgan- do, y robando por as intenciones de> Papa el día 16 de Julio, festividad de ■« V. del Car- men y así éstcs como todos los demds fieles pueden ganarla con las co 'dtcíones expresa- das, visitando una iglesia de . aran litas, los díns d la VJdel < srmen, (esit día toties¡ quoties;) San KU:is . 20), B-atas Teresa y compañeras marties (24) y MOt« Ana (-'6,'. Poc$ia$ í»e $or Ccrcsa deí Riño Je$u$> Encuadernado, 4 pesetas; en rústica, 2 id. Episodios rimados de la Historia de oa films Un tomo en rústica, 3 pesetas. CKMENTOS Joaquín Madrazc Imprenta f Librería moderna mercado. .120.—LOGROÑO ELEUTERIO MARTINEZ ■ Esta casa recibe todas las publica ■■ u a ».*.-, o o. ♦ clones que se editan de sa na lectura -pp ♦ —Incienso y cera de la acreditada mar' XMMO^U* ■ .a de Albaida —Se facilita toda dast es. Suscripciones a todas las revistas» acienso y cera de la aci de Albaida—Se faciiii ornamentos de Iglesia. CURSUS i PHILOSOPHIAE SCHOLASTICAEI ad cirntem Angelici Dnctoris S. hm-iv Aquinatis 2 «oíore P. Marccllo a Pacro Jesa, OnL Ca;mel. Disc. alumno ■ Tres volúmenes de 350 a 500 páginas, tamaño 25 por 16 centí- metros; 15 pesetas en rústica y 20 encuadernados. J SANTIFiCACION D.1L DIA La oración de la noche. uñante el día se ha dedicado el I/.jubre el trabajo con actividad febril; en los negocios de diversa índole lia vaciado todas sus ener<<> 15< fysicas e in- telectuales. I legada la noche, el . ¡o y el re- poso lo llena todo. Apáganse las brillantes lia'.",.eras del cie- lo y con ello cesa el canto de las bulliciosas a'es y el ruido y contiendas, y un silencio absoluto reina .n la naturaleza en- tera. Dios, como madre amorosa, nos cerca de estos cuidados exquisitos, para que con más facilidad concilieiMo - el ..ueño reparador de nuestras agotadas fuerzas, \ este r< > • / tran- quilidad absoluta de la naturaleza convida tam* - en gran manera a la oración y al recogimiento. La bendición del cielo ha de preceder, acompa.av y seguir a todas nuestras acciones, para que sean perfecta? y cabales y provechosas a nuestras almas. Empezaste el día KI. CARMELO V PRAGA cumpliendo así con tus deberes religiosos. Encomiéndate a D!os de todo tu corazón, a la Virgen, al ángel de la guarda, a los santos de m devoción. Echa una mirada retrospectiva al curso del día y allí en- contraras tantísimos beneficios que de la bondadosa mano del Señor habrás recibido: salud, sinceros amigos, sucesos próspe- ros en los negocios, alegrías, hasta las mismas contrariedades que te habrán hecho reconcentrar un poco dentro de tí mismo^ aparte de otros favores, no menos reales y verdaderos, por ser invisibles; por todas estas cosas estás obligado, carísimo lec- tor, a dar gracias muy rendidas al Señor. Somos viajeros que caminamos con apresurada carrera por el desierto de esta vi- da, y ¿qué de extraño tiene que en nuestras rudas jornadas dianas se nos pegue polvo de imperfecciones y de pecados? Nada más natural, pues, que pidamos perdón a Dios por es- tas deficiencias. Somos soldados siempre en activo mientras dure nuestra existencia, y en nuestras constantes luchas con ene- migos irreconciliables que nos hostilizan sin descanso, sin duda que habremos recibido algunas heridas, y por esto hemos de procurar que el médico celestial tome a su cuenta la cura de estas heridas. >E1 sueño es semejante a la muerte: ¡cuántos que se acos- tarán sanos, amanecerán en la eternidad! Y he aquí otra ra- zón de la oración de la noche y por qué hemos de procurar no entregarnos al sueño, sin ponernos antes en relaciones amis- tosas con Dios nufc'stro Señor. La oración de la noche tiene, pues, un triple objeto: dar gracias r Dios por los beneficios recibidos durante el día; 2.° pedirle perdí' *ipr las deficiencias en que hayamos incurrido, y 3.a, pedirle ti vor para pasar feliz noche y en la amistad de Dios. Para licuar este deber sagrado de la oración de la noche, puedes servirte de cualquiera de las infinitas fórmulas que hallarás en los libros de devoción, y a falta de libros y fórmulas, o por mejor decir, con preferencia a todo libro y f'.mula, ahí tienes el Padre nuestro, la Salve, el Ave- Mana, el Aítw de contrición, que son fórmulas por excelencia para ponamos en comunicación con el cielo, dar gracias a Dios por lo~ beneficios recibidos y pedirle perdón por nuestras culpas y ob'tgarle a que nos conceda nuevos favores. Reza, pues, con fervor estas oraciones, acordándote de la Virgen, del Angel de la Guarda, del bendito San José; es- tampa un : >eso efusivo en el Crucifijo y en el santo Escapulario de la Vir¿ 2ti del Carmen, asperja con agua bendita el aposento y el lech i donde vas a descansar, y, hecha con reverencia la señal de la cruz,, puedes contar con la bendición de Dios y entregarte con conciencia a un sueño tranquilo y reparador. Fr. Placido. C. D. ft\ f)¡\?¡no Hiño Jesús de Praga ----—-- Quería, Niño Divino, Adornar tu altar bendito Con algo grande, inaudito De hermosura singular. Pedfle al prado sus flores De delicados matices, Sus perfumados tapices Como esmeraldas sin par. Sus colores a la aurora, A la brisa sus caricias, A la fuente las delicias De un murmullo soñador. Del crepúsculo el misterio Cuando en la selva aparece, Y suavemente adormece A! arbusto y a la flor. Al ruiseñor siis canciones, Al cielo azul sus estrellas, Y, en fin, cuantas cosas bellas Pude en el mundo encontrar. Ante ti, Niño de Praga, Llevé mi ofrenda con gozo. Creyendo era don precioso Con que poderte obsequiar. Mas mi ilusión se dos.1, ¿.o Al contemplar la belleza De tu divina grandeza, Que mi mente iluminó; Mostrándome que en la tierra Solo buscas corazones Libres de humanas pasiones Cual tu amor los redimió. Y el mío, desde aquel día. Con amor quise ofrecerte, Para aprender a quererte Cuanto el mundo te olvidó. M. Marcf.t.EL COPÓN DE ORO ...Y sucedió que sobre aquella graciosa aldehuela, que siempre se había creído a salvo, escondida como estaba en el fondo de un valle, lejos de caminos trillados, una tarde funesta, cayó, cual bandada de buitres, un turbión de herejes hugonotes. Con ellos iban gentes que, sin ser hugonotes, gustaban de acudir a donde sabían que podía haber pillaje y robo. Y todas las puertas y ventanas de la aldea se cerraron en señal de pavor; y los arados quedaron abandonados en medio de los campos; y las risueñas praderas se mustiaron al sen- tirse holladas por la pezuña de los malsines; y los corderillos, encerrados deprisa en los rediles, balaban medrosos, presin- tiendo la tempestad. Y a poco de entrar en el poblado los herejes, y de hen- chir la triste soledad de las calles con sus gritos de amenaza y de insulto, la campana de la iglesia comenzó a tañer... Mas su tañido no era el tañido dulce* de la oración, ni el grave de las fiestas solemnes, ni el tintineo alegre de los mejores días de la Patria; era un sonar aturdido y loco, incesante y furioso a la vez. Y entonces la a'dehuela, espantada, pudo saber que la banda de herejes hugonotes había hecho presa en la casa de Dios. —Abre, hermana... Corre...—Y ' sonaron recios golpes a la puerta. —¿Lo traes?—interrogó ella, acudiendo ansiosa a la llamada. —Sí,— exclamó el muchacho, cerrando con brío la puerta tras sí. Su hermana cayó de rodillas. Luego se levantó, encendió una candela y dijo: —Ven, hermano. Llegaron a la mejor pieza de la humilde casa; y la jov.. temblorosa de pasmo, iba repitiendo: —¿Dónde os pondré, Señor, dónde os pondré?... Y el muchacho, en pie, en medio de la estancia, temblaba también.EL COPÓN DE ORO ...Y sucedió que sobre aquella graciosa aldehuela, que siempre se había creído a salvo, escondida como estaba en el fondo de un valle, lejos de caminos trillados, una tarde funesta, cayó, cual bandada de buitres, un turbión de herejes hugonotes. Con ellos iban gentes que, sin ser hugonotes, gustaban de acudir a donde sabían que podía haber pillaje y robo. Y todas las puertas y ventanas de la aldea se cerraron en señal de pavor; y los arados quedaron abandonados en medio de los campos; y ¡as risueñas praderas se mustiaron al sen- tirse holladas por la pezuña de los malsines; y los corderinos, encerrados deprisa en los rediles, balaban medrosos, presin- tiendo la tempestad. Y a poco de entrar tn el poblado los herejes, y de hen- chir la triste soledad de las calles con sus gritos de amenaza y de insulto, la campana de la iglesia comenzó a tañer... Mas su tañido no era el tañido dulce* de la oración, ni el grave de las fiestas solemnes, ni el tintineo alegre j3e los mejores días de la Patria; era un sonar aturdido y loco, incesante y furioso a la vez. Y entonces la a'dehuela, espantada, pudo saber que la banda de herejes hugonotes había hecho presa en la casa de Dios. * * I —Abre, hermana... Corre...—Y ' sonaron recios golpes a la puerta. —¿Lo traes?— interrogó ella, acudiendo ansiosa a la llamada. —-Sí, — exclamó el muchacho, cerrando con brío la puerta tras sí. Su hermana cayó de rodillas. Luego se levantó, encendió una candela y dijo: —Ven, hermano. Llegaron a la mejor pieza de la humilde casa; y la jov>...- temblorosa de pasmo, iba repitiendo: —¿Dónde os pondré, Señor, dónde os pondré?... Y el muchacho, en pie, en medio de la estancia, temblaba también.166 KCOS DEL CAHMKI.O Y l'KAOA — Pero, cuéntame, hermano... ¿Es qué no encontraste en su casa al señor cura? —¡El cura está muerto de una cuchillada en medio de la plaza!... Esos perros le han asesinado junto al altar y luego lo han arrastrado hasta la calle... Han arrojado a los Santo* de sus capillas, y a la estatua de la Madre de Dios le han apuñalado los ojos.. Se vestían con las casullas tan hermosas... Y de un hachazo han abierto el tabernáculo... Habían acudido todos a él, como las avispas a la flor más brillante... Pero yo estaba en medio de ellos, me había metido en medio del grupo; me sentía valiente y decidido a' todo... Cien zarpas se echaron sobre el Copón... Pero mi mano, aunque pequeña y débil, logró apoderarse de lo que aquellos demonios buscaban rabiosos y sacrilegos... ¡Es mía, es para mí—gritaba yo—me la he gana- do!... Buscad más por ahí... Y logré escabullirme... Estaban borrachos de blasfemias... Mas El ya estaba a salvo... ¡Míralo!... Y desabrochándose el juboncillo y desenvolviendo un pañuelo que llevaba en el seno, mostró a los ojos atónitos de su her- mana una grande y blanqufsima Hostia. —¿Dónde os guardaré, Señor, dónde os guardaré?—exclamó la joven. Hubiera querido tener una preciosa copa de oro y perlas donde depositarla, y finos paños de encaje en que envolverla, y una sala vestida d' tapices para habitación suya... ¡Nada de eso tenia!... Para capilla le daría aquella pieza santificada con las últi- mas comuniones de sus padres; para sagrario aquella recia arca de madera olorosa en que. su madre guardaba siempre lo me- jor de casa; para copón... Sí, en la cocina hübía un bonito vaso de cristal, ancho y tallado, tan bonito que nadie se atre- vió jamás a usarlo. Y cuando su hermano^ depositó en el vaso la Hostia consa- grada, exclamó la joven radiante de alegría: —Aquí, Señor, en este pobre asilo, permaneced en paz... * * * A la mañana siguiente, libre ya la aldea de hugonotes, acudió mucha gente a la casa en que Dios se había refugiado; y los ojos asombrados de todos contemplaron el raro prodigio: la Hostia permanecía blanca y pura, y el copón de cristal... er»> de oro. Y decían las gentes que tal vieron: -Así se tornarán de bellos nuestros corazones al contacto del Santísimo Sacramento, si para recibirlo se los ofrecemos limpios y transparentes como el cristal. LE BRUN*. BOOS l>i:i QARMRI.il Y l'KAOA —Pero, cuéntame, hermano... ¿Es qué no encontraste en su casa al señor cura? —¡El cura está muerto de una cuchillada en medio de la plaza!... Esos perros le han asesinado junto al altar y luego lo han arrastrado hasta la calle... Han arrojado a los Santos de sus capillas, y a la estatua de la Madre de Dios le han apuñalado los ojos.. Se vestían con las casullas tan hermosas... Y de un hachazo han abierto el tabernáculo... Habían acudido todos a él, como las avispas a la flor más brillante... Pero yo estaba en medio de ellos, me había metido en medio del grupo; me sentía valiente y decidido a' todo... Cien zarpas se echaron sobre el Copón... Pero mi mano, aunque pequeña y débil, logró apoderarse de lo que aquellos demonios buscaban rabiosos y sacrilegos... ¡Es mía, es para mí—gritaba yo—me la he gana- do!... Buscad más por ahí... Y logré escjbullirme... Estaban borrachos de blasfemias... Mas El ya estaba a salvo... ¡Míralo!... Y desabrochándose el juboncillo y desenvolviendo un pañuelo que llevaba en el seno, mostró a los ojos atónitos de su her- mana una grande y blanquísima Hostia. —¿Dónde os guardaré, Señor, dónde os guardaré?—exclamó la joven. Hubiera querido tener una preciosa copa de oro y perlas donde depositarla, y finos paños de encaje en que envolverla, y una sala vestida d' tapices para habitación suya... ¡Nada de eso tenia!... Para capilla le daría aquella pieza santificada con las últi- mas comuniones de sus padres; para sagrario aquella recia arca de madera olorosa en que. su madre guardaba siempre lo me- jor de casa; para copón... Sí. en la cocina había un bonito vaso de cristal, ancho y tallado, tan bonito que nadie se atre- vió jamás a usarlo. Y cuando su hermano^ depositó en el vaso la Hostia consa- grada, exclamó la joven radiante de alegría: —Aquí, Señor, en este pobre asilo, permaneced en paz... * * A la mañana siguiente, libre ya la aldea de hugonotes, acudió mucha gente a la casa en que Dios se había refugiado; y los ojos asombrados de todos contemplaron el raro prodigio: la Hostia permanecía blanca y pura, y el copón de cristal... erp de oro. Y decían las gentes que tal vieron: -Así se lomarán de bellos nuestros corazones al contacto del Santísimo Sacramento, si para recibirlo se los ofrecemos limpios y transparentes como el cristal. LE BRUN. > Verdadero retrato de Sor Teresita del Niño Jesús con su hermana Celina.Sor Teresita, modelo de amor al Niño Jesús ii ue diréis que fué la «Reinecita» cuando, libre ya de las prisiones del mundo, entró a velas desple- gadas en el mar anchuroso del Carmelo? Lo que sería una gotita de agua al sumergirse en el océa- no. He aquí la imagen de la vida y de la muerte de Teresita; fué una gotita de agua en el piélago insondable del Amor de Jesús. En él se sumerge, en él se pierde volunta- riamente, en sus profundidades quiere verse anegada, vivir, mo- rir y perpetuarse más allá de la tumba. Pura como un ángel, sensible como las almas privilegiadas, sintiendo en su alma, henchida de ternuras, el anhelo infinito del que se ve desterra- do de su patria y lejos del Dueño amoroso de su existencia, Teresita se lanza con ímpetu en su busca y, una vez hallado el que es embeleso de los ángeles y Amor de los Amoresj, en El hace su morada, a El sólo quiere entregarse, a El sólo amar y deleitar. Por eso veremos que la cuerda del amor a Jesús es la que con más intensidad vibra en su lira y que el Amor es su canto favorito, el que canta con más íntimas, apa- sionadas y maravillosas notas. Pero8 ¿no será más acertado que, eñ vez de poner yo mis manos pecadoras en relatar la historia de amor celeste de es- ta alma casi ideal, casi impalpable, transcriba solaméhte sus efusiones amorosas, dulces y tranquilas, ardientes e impetuo- sas?... La dejamos en el artículo anterior a las puertas del mo- nasterio de Lisieux. Abiertas éstas, «desde el momento, dice, que -use el pie en la clausura, mi primera mirada fué para mi .icantador Niño Jesús, que me sonreía, rodeado de luces y d_ flores». Con tan feliz encuentro y entrada tan halagüeña,, sintiendo aún en su alma la impresión celeste de la mirada y sonrisa de Jesús, exclamó, al verse sola ya en su celdita: MODELO DK AMOR AL NIÑO JESUS 169 «Ya soy dulce prisionera del Amor de mis amores, ya no quiero yo más flores que escuchar su amante voz; ya, por fin, dejé la tierra, las ansias, goces y anhelo, y habitó este lindo cielo para en él morir de amor». A esta misma imagen del Niño Jesús, que para ella guar- daba recuerdos encantadores, Teresita amaba con cariño espe- cial y cuidó todos los días de su vida de adornarla con flores. Así le pagaba ella sus caricias, devolviéndole amor por amor; y como el amor era el tesoro más precia/do de su alma, se lo ofreció todo entero. ¿Quieres mi cariño? aquí lo tienes... Te lo entrego a Ti solo sin reservas... ¡Cuántas veces, de rodillas ante su adorable Jesús, le hi- zo total entrega de sí misma y suspiró: «A ti toda me entrego, Sólo un tesoro en esta vida guardo amarte siempre...!» Le place repetir este ofrecimiento de mil graciosas maneras hasta el día, en que, celebrados sus místicos desposorios, pue- de ser realmente de Jesús. «No quiero, continúa, que las cria- turas posean un átomo de mi amor, quiero dárselo todo a Je- sús, puesto que me hace comprender que sólo El es la felicidad perfecta. ¡Todo mí, paréceme la perfección muy fácil de practicar, poraue he comprendido que sólo se nece- sita ganar a Jesús por el corazón». Jesús se encarga entonces de subirnos a la cumbre de la santidad en sus divinos brazos, como una madre cariñosa. Es esta la más gráfica manera, el camino nuevo, originalísimo suyo, de que se vale, para escalar el monte donde habitan las almas perfectas. «El Ascensor que ha de elevarme hasta el cielo, son vuestros brazos, ¡oh Jesús!» Como fina amante, llama enseguida, en apoyo del amor, el padecer, que, aunque duro y costoso, es medio necesario y, a la postre, deleitable. «Jesús, dice, es un Esposo de sangre; para Sí toda 1 a sangre de nuestro corazón. Mucho cuesta darle cuanto pide, pero, qué gozo que esto cueste tanto! ¡ Qué fe- licidad poder llevar nuestras cruces, aunque sea débilmente...! Sólo una cosa debe hacerse acá abajo: obsequiar a Jesús con las flores de los pequeños sacrificios, ganarle con caricias!...». Dos cosas que deben ir siempre unidas en la tierra: sufrir y amar; porque Vivir de amor jamás será en la tierra fijar en el Tabor nuestra morada, es más bien con Jesús ir al Calvario, y la cruz, cual tesoro, contemplarla. Con esto, Teresita había realizado su sueño, su ideal, su cielo en la tierra: amar a Jesús, hacerle amar y padecer por El. Pequeñita, pura, amante ¿quién ha derramado tanto perfu- me y poesía en sus castos amores a Jesús? ¿quién jamás ha presentado el camino espinoso que conduce a la íntima fami- liaridad de Jesús tan atractivo, tan deleitable, tan encantador? ¿dónde encontrar en esta tierra de pecado un alma que más se asemeje a Jesús y que le haya amado en su adorable in- fancia tan acabada y deliciosamente? Teresita ceñirá en el cie- lo una corona de flores y llevará en sus manos la palma victoriosa de haber amado y hecho amar a Jesús como nin- guna otra alma. ¡Que el perfume de sus amores y el eco de sus palabras sea lo último que se oiga y se aspire al terminar este articulito dedicado a su amor al Niño Jesús: Tu corazón se ha dignado hacer de mí su morada; en mi pecho está grabada tu dulce y sangrienta Faz; sentí el beso de tu boca; por tu dardo estoy herida... ¡Mi Jesús, tuya es mi vida... sólo sé morir y amar!... Fr. Lázaro de la Asunción, C. D.La Orden Carmelitana en el Perú IV ntraba en su último tercio el siglo XVII. La Pro- vincia Carmelitana de San Alberto en Méjico ce- lebraba alborozada el primer centenario de su fun- dado?, exhibiendo con justo orgullo las listas in- terminables de sus preclaros religiosos y los anales edificantes y prestigiosos de su historia. Queriendo extender su radio de acción por sudamérica, enviaron en viaje de exploración espiri- tual al Rdo. P. Fr. Martín de la Cruz y tan grata impresión recibió en su acelerado paso por estas fértiles regiones que en su viaje a España, se presentó ante el P. General, Fr. Juan de la Concepción y sus Definidores y «les informó del grande aparato que había visto en la reinos de Quito y Santa Fe, para una gloriosa propagación de la Orden; de la amenidad de sus países, de la abundancia de sus frutos, de la riqueza, de sus minas de oro, de la liberalidad de sus habitadores, de la docilidad y robustez de sus criollos españoles para la vida austera y penitente; mostróles demarcadas de su mano las principales poblaciones capaces de fundación...». (Ms. del Ar- chivo de los Carmelitas Descalzos de Toledo). Ya desde algún tiempo anterior a estos sucesos, los devo- tos de nuéstra Madre Santísima la Virgen del Carmen a una con nuestras Madres Carmelitas recién establecidas en la ciudad de Lima, trabajaban lo indecible por la venida de nuestros Pa- dres al Perú. Con este fin habían colectado algunas limosnas hasta la cantidad de ochocientos tres pesos. También en el Ecuador, D. José de la Mata ofreció, por escritura pública quinientos pesos a condición de que se fundara en Latacunga. Vistas estas favorables disposiciones, los Superiores resol- vieron que la Provincia del Espíritu Santo en Castilla la Nueva, se encargara de mandar una expedición de religiosos en tenta- tiva de establecer una provincia carmelitana en el Perú, como la había en Méjico. El 3 de setiembre de 1687, se embarcaban en Cádiz, con rumbo al virreinato del Perú, que comprendía las actuales re- públicas de sudamérica bañadas por el mar Pacífico, cuatro LA ORDEN CARMELITANA EN EL PERÚ 175 Padres y un hermano lego. Después de cuarenta y cinco días de navegación, llegaron a Puerto Rico y escalando y detenién- dose en varios puertos, vinieron caleteando por el mar de Las Antillas hasta dar en la bahía de Honduras. Atravesaron en cabalgaduras el istmo formado por las actuales repúblicas de Honduras, Guatemala y San Salvador, y volvieron a embar- carse en Sonsonate. (Pueden verse las peripecias y episodios de este viaje en la relación cuya copia viene publicando El Mon- te Carmelo desde 1919). Entre tanto habían dispuesto los Superiores de España que vinieran de Méjico cuatro Religiosos para agregarse a la expe- dición. Se encontraron en Realejo, puerto de Nicaragua, y pro- siguieron juntos el viaje ambas expediciones hasta llegar al término de su peregrinación marítima en la bahía de Santa Elena, límite norte del Golfo de Guayaquil. Desembarcaron el 23 de Octubre de 1678,, habiendo empleado en el trayecto que hoy se hace en catorce días, cerca de catorce meses. Desde aquí prosiguieron su viaje, parte por vía fluvial, parte por bosques y montañas escarpadas, hasta llegar a Latacunga el 18 de Noviembre^ Está situado Latacunga a dos jornadas de Quito y lo po- blaban en aquel tiempo unos cinco mil habitantes, entre indios, mestizos, y algunos españoles. Pueblo tranquilo y agricultor, estaba rodeado de vallecillos que le proporcionaban todo lo necesario para una vida sin etiquetas ni boatos. Ya los PP. Dominicos, Franciscanos, Agustinos y Jesuítas, tenían establecidas, desde algún tiempo, sus respectivas residen- cias y las Madres Carmelitas poseían también un regular con- vento. Nuestros Padres se instalaron provisionalmente en unas casuchas llamadas de Vergara, entretanto se levantaba el ver- dadero convento. Pronto se les agregaron, venidos de España, otros siete religiosos. Constituida en forma la nueva Comunidad bajo la dirección del P. Fr. Diego de San Elias, emprendieron con empeño las obras del futuro convento ayudados por nuestras Madres, don José de la Mata y otras personas piadosas. Mas, con todo el entusiasmo y buen celo que los animaba, no pudieron dejar de comprender que su estancia en aquella región no podría prolongarse mucho tiempo. La escasez de alimentos llamados cuaresmales les hacia imposible la observancia de la perpetua y rigurosa vigilia, punto tan trascendental de nuestra santa Regla. A esto se agregtaron tantas otras dificultades de carácter espiritual y material, que se vieron obligados a elevar una de- tallada información a los Superiores de España. Un suceso inesperado vino a resolver por sí mismo el es- tado crítico de la reciente fundación. El 20 de Junio de 1698hubo un terremoto que arruinó casi por completo la ciudad jun- to con las incipientes obras del Convento. Nuestros religiosos hubieron de refugiarse bajo chozas de paja y de totora hasta que las órdenes de nuestros Superiores de España y la cédula real del 22 de enero de 1704 les obligaron a abandonar la fun- dación y salir del Ecuador para ir a Méjico. Por este mismo tiempo se fundaron dos conventillos, uno en Popayán, de Colombia, y otro en Lima. Frustradas estas tentativas de establecer una nueva Provin- cia Carmelitana en el Perú, parece que no se volvió a tantear de nuevo en los dos siglos Siguientes, llenos de trastornos po- lítico-religiosos que dieron bastante en qué entender a nuestros Superiores, sin darles tiempo ni humor para probar fortuna con nuevas expediciones. Sólo se tiene noticia de alguno que otro religioso carmelita, que ya expulsado de Méjico, ya con el fin de colectar limosnas, recorrieron estos pueblos. Ya en 1683, el P. Fr. Francisco de la Natividad había he- cho una jira en postulación para la Beatificación de Nuestro Padre San Juan de la Cruz, recogiendo, sólo en el Perú, la respetable suma de catorce mil pesos. A fines del siglo XVIII, aparece en Ayacucho el P. Antonio de San Pedro de Alcántara que, huyendo de la persecución re- ligiosa de Méjico, se refugió al amparo de nuestras Madres, siendo su confesor por varios años hasta su muerte plácida y edificante en 11 de abril de 1797. Fr. Juan de la Cruz. C. D. En unos exámenes. El presidente. — ¿Que le daría V. a una persona que hubiese tomado una gran dosis de arsénico? El examinado, después de reflexionar un poco: — La extremaunción! — ¿Cuántas son las siete Partidas? — Las siete... ¿partidas? Pues catorce. Buena venganza El Tasso, uno de los mejores poetas de Italia del siglo XVI, tenia muchos envidio- sos de su gloria. Las insinuaciones pérfidas de un calumniador dieron por resultado poner al gran hombre en la prisión. Los amigos del Tass.0 se apresuraron entonces a revelarle una vergonzosa acción de su enemigo y le instaron a que la publicase como medio de desacreditar al que le había calumniado. — No,, respondió el Tasso, no quiero quitarle ni el honor ni la vida; quisiera solo quitarle la voluntad de hacer mal; esta sería mi única venganza. — ¡Qué respuesta más hermosa! Grabadla en vuestro corazón. He blasfemado de Dios, y ¿qué mal me ha venido? ¡| si se lo creía el feroz agitador de la época de la Revolución francesa, Mr. Robespierre. Había apos- ¡ tatado de 1 a fe de sus mayores, negaba, a Dios, se U mofaba de Dios, le blasfemaba. Creía que de esto no sólo no le había de venir ningún mal, sino que, al contra- rio, estaba an la persuasión de que, arrancando del alma del pueblo la idea de Dios, de la otra vida; ahogando la concien- cia cristiana, el pueblo se embrutecía; y un pueblo embrute- cido se presta a toda clase de explotaciones, y a ese pueblo embrutecido pueden utilizarle como pedestal de su encumbra- miento hombres como Robespierre. Aquella orgía de sangre y de pillaje por la que tuvo que pasar su país, le enseñó a Ro- bespierre que había ido demasiado lejos; llegó una hora en que hubiera querido encadenar la fiera. Vino un día en que Barras y sus soldados resolvieron acabar con aquello, precipi- tándose sobre la Cámara de Diputados que desalojaran todos apresuradamente el salón. Después de muchas pesquisas, dieron con Robespierre, que se había metido en una ratonera. Sorprendiéronle en un rin- cón oscuro, temblando como un azogado aquel hombre que ha- bía hecho temblar a Francia, y que decía no temer ni al mis- mo Dios. Un gendarme, de quien se había servido para pren- der a gentes que no habían cometido otro delito que el de creer en Dios, le disparó dos pistoletazos. Robespierre cayó bañado en sangre, destrozada la mandíbula. Los demás compa- ñeros de Robespierre, Saint-Just, Lebon, Couton, etc., fueron presos o muertos. A las dos de la madrugada, el Terror, que había echado 178 KCOS DKL CARMKLO Y PRAGA sobre Francia un velo sombrío, a pesar del color de sangre de que estaba impregnado, había caído aplastado bajo el des- precio de la nación que despertaba de aquel horrible letargo. Se trasladó al herido a un lugar que había de evocarle férricos recuerdos, al Comité de Salud Pública, y allí, en la sala de audiencias, fué puesto su cuerpo sobre unas tablas. Un cubo de hojalata, colocado bajo su cabeza, recogía la sangre que manaba de la mandíbula. Allí estuvo inmóvil, como un muer- to, por espacio de más de una hora. Hubo algo que torturó su alma aun más que la dolorosa herida. Sin poder hablar, inmóvil sobre aquellas tablas, tenía que oír los insultos de padres, madres, esposas, hermanos, hi- jos de aquellos que habían sido víctimas de su ferocidad. Acercóse al herido un hombre del pueblo, ya de alguna edad, contempló a Robespierre con un mirar de ira concen- trad, y le tomó el brazo, diciendo: — ¡ Robespierre, Robespierre! ¿Me oyes?—. El herido no contestó, y el hombre aquel soltó su brazo exclamando: — ¡Tengo que decirte que hay un Dios!. L O. Entre pintores —He pintado — dice nno de ellos una tabla de made- ra imitando mármol y me ha salido tan bien, que la eché al rio e inmediatamente se fué a fondo — ¡Bah! exclama otro —. Días atrás coloqué un termómetro junto a mi paisa- je, que representa las regiones polares, y en el acto se puso a 30 grados bajo cero. - Pues eso no es nada concluye el tercero comparado con lo que a mí me ocurre. El retrato que pinté de Felipe II está hecho tan al vivo, que hay que afei- tarle dos veces por semana LITERARIA NOCTURNO DIALOGO Silencio!... En la arboleda canta ya el ruiseñor que allí se esconde. ¡Silenciol... Dulce y queda la voz del alma a su cantar responde. —Al mundo obscurecido descubre sus tesoros el espacio.» — En sombras y en olvido abre el Amor su místico palacio.» —Las vírgenes estrellas besan el suelo con su luz de oro.» — Más puras son y bellas, más hondas las miradas del que adoro — Suave es el roclo sobre las hojas de sedientas flores.» — SUave al pecho mío el llanto del Amor de loa amores.» — ¡Oh noche! ¡Oh poesía! ¡Oh sueño encantador de lo creado!» — ¡Oh mares de ambrosía! ¡Oh sombra dulce de mi dulce Amado!» —Grande es la voz que labra con su poder el universo mundo.» — ¡Más grande es la palabra de mi Amor densangrado y moribundo!» Sus cantos a porfía asceta y ruiseñor asi alternaron; y hasta rayar el día bosques, ondas y cielos escucharon. M. COSTA Y LLOBEBA Un chiquillo hace grandes esfuerzos para llegar a la campanilla de una- puerta. Compadecido un transeúnte, le levanta para- que pueda tocar, y el chico tira on fuer- za del cordón. Luego volviéndose al compasivo'transeúnte, le dice con gesto mali- cioso: —Ahora ya podemos echar a correr, porque va a salir el portero.La moda a las puertas del cielo >nesita llegó a su casa cansadísima; tomó una taza de té y se acostó. Apenas había pescado el sueño, se le apareció una mujer escuálida de rostro lívido y vestida de negro. —¿Qué busca V. aquí? le preguntó asustada Inésita. —Te busco a ti. —¿A mí? ¡Pero si yo no la conoco a V. señora! —No importa; estoy acostumbrada a que me desconozcan mucha gente, y eso que todo el mundo debiera esperarme. —¿Quien es V.? —La muerte. Inés se estremeció y sintió que se le helaba la sangre en el cuerpo, pero tuvo ánimo para decir: —¿No puede V. volvet otro día...dentro de cien años, por ejemplo? —Imposible; con que vístete y vamos. La joven, porque Inés era muy joven, echó una ojeada a su propia conciencia y, como no vió en ella nada que la causara temor, se confor- mó... a la fuerza, como se conforma aquel a quien ahorcan, y se dispu- so a obedecer. Después de todo no le vendría mal ponerse el traje, por- que al lado de la dama enlutada hacía un frió glacial. Se colocó, pues, el vestido ajustado, que parecía la manguilla de una parroquia y, mientras se abrochaba corchetes y botones, pensó: —Esto es nuevo completamente para mí. Yo creía que para ir al otro mundo no hacía falta ropa alguna ... pero cuando la muerte me di- ce que me vista, será la costumbre. Terminó de vestirse y dijo: Ya estoy. LA MODA A LAS PUEHTAS DEL CIELO 181 Todavía no. Te falta el sombrero. ¿Sombrero también? —No es justo que una señorita a la moda camine por esos mundos destocada. Tomó Inés su sombrero, que parer.ía una palangana, y se colocó el enorme artefacto sobre la mollera. Apenas estuvo lista la joven, la tomó en sus brazos la mujer enlu- tada y, de un vuelo, la colocó al pie de una cuesta estrecha y em- pinada. —No tienes más que subir, le dijo. Al fin de la cuesta se halla la puerta del Cielo. — Yo me figuré que iría sobre alguna nube; si hubiera sabido que tendría que subir esa pendiente tan áspera, hubiera avisado un coche. — ¡Qué coche ni que automóvil! Por ese camino no transitan los ca- rruajes; por aquí todo el mundo va a pie, el pobre y el rico. Este es el terreno de la igualdad. Ea, anda para arriba y adiós; ya no nos vere- mos más. —¿Pero me va V. a dejar sola? — ¡Vaya una necesidad la que tienes de ir acompañada! Sigue so- lita la senda, que yo hago falta en otra parte. Y, diciendo esto, desa- pareció. Inés comenzó a caminar-haciendo examen de conciencia, a ver si en- contraba algo que le impidiera entrar en el cielo; pero, con alegría su- ya, hallaba sólo faltas leve . La senda se veía bastante concurrida. Subían y bajaban hombres, mujeres y niños. Los que subían llevaban en los rostros pintada la es- peranza. Los que descendían, unos reflejaban en sus senblantes el do- lor resignado; otros el terror y el espanto, muchos de ellos blasfe- maban. — ¡Ave María Purísima!, exclamaba Inés, santiguándose, cada vez rué llegaba a sus oídos alguna barbaridad de algún condenado, y se- guía el camino áspero con grandes dificultades, porque... ¡mire usted qué demonios de enaguas trabadas, que no le permitían echar el paso con entera libertad!... De repente, en medio de la senda, se presentó un charco cenagoso que le atravesaba de un lado a otro. ¡Buena dificultad estaba! ¡Culquiera pasaba aquello sin mancharse los zapatos! ¡Como no se diera un salto! Y un salto daban las demás personas que iban por la senda. Inés se dispuso a hacer lo mismo, pero al doblar las piernas para saltar, se lo impidió la endiablada falda. Lo peor era que no había que pensar en rodear el charco, porque el camino subía entre dos acantilados. — ¡Tendría que ver el que tuviera que quedarme aqui! ¡Malditas enaguas!...182 ECOS l)KL CARMELO Y PKAOA Pensó quitárselas, pero le dio vergüenza. ¡Era tanta la gente que pasaba!... Por fin, se decidió a saltar como pudiera, y... ¡paf! en medio del cie- no cayó. ¡Y que cieno más pegajoso! ¡Apenas le costó trabajo salir de él! ¡Y como salió! Los zapatos sucísimos, el traje salpicado de lodo... ¡un horror!.., —¡Decente voy para presentarme a San Pedro! pensó afligida. Y ya a san Pedro lo divisaba desde allí. Habia en lo alto una puertecilla estrecha, y, detrás, una especie de antesala donde se distinguía un estante lleno de libros, una mesa y al Santo Apóstol, que, con las gafas puestas y sentado en amplio sillón, despachaba gente; unas para adentro y otras para afuera. De pronto, San Pedro se levantó, y en su venerable rostro se di- bujó el asombro. Puso su diestra mano sobre los ojos, a guisa de pan- talla, y miró hacia la cuesta. Una mujer con traje de percal y mantón de Manila, que había su- bido ligera Id cuesta, murmuró. —Señor San Pedro, despácheme ya, que tengo prisa, pero el San- to Apóstol no la oyó. Fijos sus ojos en la senda, pareció cada vez más asombrado. Se qui- tó las gafas, limpió los cristales, se las volvió a poner y volvió a mirar. — ¡Madre mia del Carmen! exclamó. ¿Qué estoy mirando? ¿Es un velador, un paraguas abierto que anda solo? — Es una señorita a la moda, dijo la mujer del traje de percal. Pero ¡por Dios y por todos los Santos! despácheme ya. — ¡Vaya! ¡no tanta prisa; refunfuñó San Pedro. Bastante ha espe- rado el Señor tu conversión; de modo que bien puedes esperarle tú a El unos añitos. Anda al Purgatorio y Dios te bendiga. La mujer dio gracias al Santo y comenzó a bajar la cuesta entonan- do alabanzas al Redentor del género humano. San Pedro no apartaba su vista de la cuesta. Cuando Inés llegó, murmuró el anciano: — ¡Vaya un mamarracho!... ¡Y no viene ceñidita, que digamos, la muy puercat... —¿Se puede pasar?, pregunto Inés.—Haga V. la prueba. La joven avanzó y metió un pie dentro de la ante sala de la Gloria, pero ¡ay! que la puerta era estrecha para su sombrero, y por más es- fuerzos que hacia, no lograba meter la cabeza. San Pedro sonreía con cara chusca, y al fin dijo: —¿A quién se le ocurre venirse con ese armatoste sobre la coroni- lla? —No se incomode V., señor San Pedro... esta era la moda, y por presentarme dignamente... replicó, muy apurada Inés, I„A MODA A I.AS PUERTAS DEl. CIELO 183 —¿Dignamente?, refunfuñó el santo portero frunciendo el entre- cejo. Ya te lo diré yo clarito. —Verá V. en cuanto me quite las agujetas... —No hace falta. Estése V. ahí fuera que desde ahí puede contestar a mis preguntas. Quedóse resignadamente Inés fuera de la puerta, con su traje es- currido y estrecho y salpicado de lodo, y su sombrero del tamaño de un capacho de aceitunas, cuando le preguntó San Pedro: Vamos a ver, ¿como se llama V.? — Inesita... Inesita Rebollo... —Rebollo... Rebollo... repetía el Apóstol, hojeando un libróte que tomó del estante. Aqui está. Y leyó. «Inés Rebollo y Villalonga, hija legitima de Cándido y de Torcuata. Edad diecinueve años. Hizo su primera Comunión a los diez...» —Perfectamente. ¿Y qué desea? —¿Qué he de desear, señor? Entrar en la Gloria. —Me parece que va a ser difícil con ese sombrero y con ese traje. ¡Pero, señor, considere que yo he llevado una vida piadosa! Así, así... —No, señor; nada de así, así, créame V. Oía Misa casi todos los días. —¿Con ese traje? Inés hizo como que no le oía. —Comulgaba con frecuencia. —¿Con ese traje? repitió San Pedro. —¿Pues cómo quería V. que fuera, si así era la moda. — ¡Con la moda del recato! dijo enérgicamente el bendito portero. Inés se echó a llorar, pero no consiguió que San Pedro desarrugara el ceño, y eso que su alma grande era muy propensa a la compasión. Sin duda, algo muy malo vela en la joven, cuando su indignación no se calmaba. —La muchachita sollozando dijo: — ¡Dios mió; yo que soy Hija de María, verme tratada asi por un Santo! El ¡mortal Apóstol no pudo contener su enojo, y dando un golpe so- bre el libro que tenia delante, exclamó: -¿Usted Hija de María?... ¡Ni prima lejana!... —¡Señor! —¡Hija de María! ¿Y se atreve a decirlo delante de mí? IDe Ma- ría!... es decir, del mismo pudor, del recato personificado, dé la hones- tidad purísima... ¿Y me lo dice con ese traje que le ciñe el cuerpo; que descubre o deja entrever lo que la pureza y el honor ocultan? ¡Hija de María, una mujer que se ha presentado así luciendo por calles y plazas.184 ECOS DEL CARMELO Y PRAGA por teatros y paseos, por templos y por salones, cosas que la ver- güenza me obliga a callar! — ¡Dios mío! ¡Dios mío! repetía Inés, llena de dolor y confusión. —Escuche, atienda a lo que dice este libro en la página que a V. se refiere. Y ei Apóstol leyó: «Malos pensamientos. Malos deseos. Todo en enormes cantidades.» — !Oh no! ¡eso no! replicó con viveza Inés. Mis deseos fueron siem- pre honrados; mis pensamientos puros. —Los de V. sí, pero ¿y los que ocasionaba a los demás? ¿Se figuró que las gentes andaban por el mundo con vendas en los ojos? ¿Creyó que Dios la había dotado a V. de gracia y de belleza para que sirviera de acicate del pecado?... ¿Se imaginó que los hombres eran de cor- cho?... Oiga, oiga lo que sigue diciendo el libro. Y San Pedro volvió a leer: «Desacatos a Su Divina Magestad, innumerables.» —Yo siempre he estado con recogimiento y piedad en la iglesia. —Pero dígame, insensata, ¿es ese el traje decoroso con que debe presentarse la criatura ante su Redentor? Pero infeliz, ¿no había es- pejos en su casa? ¿Es que no veia lo indecente que iba? —Si lo hubiera visto, señor, no hubiera vestido así. — ¡Oh ceguera de la vanidad humana! ¡Que una virgen llena de candor sea piedra de escándalo, sin conocerlo! ¡que se mire y no se vea ¡que vaya como desnuda, y crea que va vestida!... ¡Oh estupidez de cabezas frivolas, que convierte a personas honradas en imitadoras de meretrices francesas, que sacan las modas a la medida de sus gus- tos y aficiones! ¡No puede pasar eso por las puertas del cielo!... — Bien pasó, se permitió decir Inés, la mujer que llegó aquí antes que yo y que fué al Purgatorio. — ¿Y que?, preguntó San Pedro, algo picado, por parecerle que la joven dudaba de la justicia de su fallo. —Que cuando al subir pasó por mí lado, iba diciendo: «¡Piedad, Dios mío, soy una mala mujer!» —Pero V. ignora que esa mujer no conocía a Dios, y cuando le co- noció le amó. Usted no sabe que ella no vió en su casa sino malos ejemplos desde que nació a la vida; que fue lanzada al precipicio por sus propios padres y que la desgraciada murió en un hospital entre agudos dolores, resignada con su enfermedad, pidiendo a Dios perdón y misericordia, y con el corazón lleno de profundo arrpentimiento. Ella no tuvo padres tan piadosos como los de usted,—por supuesto ya és- tos verán los linternazos que les pegan en el infierno por haber permi- tido que fuera V. por esas calles... así... tan a la intemperie... Inés, avergonzada, se acuitó el rostro con las manos —La mujer que V. dice, prosiguió implacable San Pedro, no sabía LA MODA A LAS PUERTAS DEL CIELO 185 como V., la doctrina cristiana, ni confesaba, ni comulgaba, y, por lo tanto, no recibía la gracia que V., que lo hacía con frecuencia. Ella es cierto que no iba a la iglesia, pero tampoco profanaba los templos con trajes deshonestos; ni se llamaba, como V., Hija de María. Era una ignorante, una pervertida por la mala educación que le habían dado y los malos ejemplos que había visto, y sin embargo, cuando volvió sus ojos a Dios, reconoció sus faltas, se confesó y lloró sus pecados. Díga- me, ¿que hubiera sido esa mujer, de recibir la gracia de Dios que V. recibía? Una santa ¿no es eso? Pues eso será cuando salga del Purga- torio. PeroV..., ¡usted! fuente de los malos deseos de muchas perso- nas; V., escultura de carne que se mostró impúdica a la mirada del mundo, desperdiciando los raudales de la gracia divina que diariamen- te descendían sobre su alma; V., y ¡váyase de aquí al momento! ¡váya- se, que yo no la vea con ese traje salpicado de lodo! —Inés, con el corazón encogido, pudo apenas replicar. —¡No me despida V. así!... este lodo fué de un charco que había en el camino... —Ese lodo lo forman los pecados de los demás, que salpicaron a V. por su propia causa. Aquí cada uno trae sus pecados encima, y V. los trae en esa forma. ¡Váyase, le digo! La joven, sollozando amargísimamente, exclamó uniendo sus ma- nos: — ¡Y, sin enbargo, Dios mío, yo no estoy condenada, porque yo te amo, y los condenados no aman!... Con su mano blanca como la cera, se rasgó la chaquetilla del traje y aprisionó entre sus dedos el escapulario de la Virgen del Carmen que llevaba pendiente al pecho. — ¡Madre mía del Carmen, dijo, ven en mi socorro! Ver San Pedro el escapulario y desarrugársele el entrecejo, todo fué uno. — ¡Diantre! ¡diantre! exclamó. Ese el escapulario de mi madre... A ver a ver; espera un poco. Tocó un timbre y se presentó un Angel. Ve y dile a la Reina, le dijo San Pedro, que aquí hay una devota suya que trae el escapularió del Carmen, pero que se ha venido con un trajecito y con un sombrero, que no hay quien lo mire con pa- ciencia Y mientras el Angel se fue a llenar su cometido, el celestial portero murmuró: —¡Mire V. la moda que inventó el diablo para cazar tontasl Con que le quitarán tela al sombrero y se la añadieran al traje, todo irfa bien... A poco volvió el Angel y dijo:186 KCOS DKL CARMELO Y PRAGA —La Reina Inmaculada ha conseguido de su Santísimo Hijo que esa devota suya vuelva a la vida, ya que es imposible que éntre con ese lodo en el Paraíso; pero tenga entendido: Primero, que ha de refe- rir cuanto ha visto, procurando así evitar el escándalo que está dando en el mundo con esa moda maldita; y segundo, que si vuelve a usar modas que atenten al pudor y al recato, no entrará jamás en el cielo. —Ya lo oyes, Inesita Rebollo, le dijo San Pedro. La palabra de Dios no falta nunca. Vete, pues, y si quieres salvarte, guarda los Man- damientos, lo mismo el primero que el sexto, que el octavo; y si de- seas pasar por elegante, pon de moda el ropaje que usó la Santísima Virgen cuando andaba por el mundo, que ese sí que era honesto y de- cente... Sobresaltada se despertó Inesita Rebollo. Era día claro, y por las rendijas del balcón se filtraba la luz. Lo primero que vieron sus ojos sobre una silla, fué el vestido trabado que usó el día anterior. Saltar de la cama, tomarlo de la silla y hacerlo jirones con sus ma- nos fué cuestión de un momento. Luego se fijó en el enorme sombrero que cubría toda la mesa en que se hallaba. Lo arrojó al suelo y lo pisoteó. Después se vistió con la ropa más decente y honesta que pudo en- contrar, y llamo a su madre. —Mire V., mamá, le dijo en cuanto la vió, que venga enseguida la costurera y me haga un vestido. —ÍPero hija, si tienes una porción! — ¡Hablo de vestido decoroso! —Me parece que los que tienes... — ¡Son atroces, atroces! Y tenga entendido, que esta noche he es- tado a las puertas del cielo. —¿Estás loca, hija mía? —No, señora, muy cuerda. Y allí no hay quien éntre con esos trajes del demonio. Sepa V. que si no visto con decencia, me condenaré, y que si V. no hace lo mismo, se la llevarán los demonios. — ¡Inés! —Usted perdone, pero es la verdad. Esta moda modernista no en- tra en la Gloria. Además, a mí me da ya vergüenza presentarme en público tan ceñida, porque con esos trajes parecemos las mujeres... —¿El qué? —Algo malo, mamá, créame V., algo malo... M. Alvarez TARRAGONA.- Triduo aol»m ne en honor de la B. Tercsita. Los días 18, 19 y 80 de mayo se celebró el triduo con toda solemni- dad y explendor. La víspera se bendijo solemnemente y ante mime roso público la hermosa imagen de la Sautita, obra del lamoso escul- tor D. Tomás Marqués ('Barcelona). Ha sido graude el entusiasmo que ha demostrado Tarragona por la «Florecíta de Jesús» llenando com- pletamente la iglesia los tres dial. Sobre todo el último dia se hacía pequeñísima la iglesia para dar ca- bida a la aglomeración de gente que se enracimaba en el templo. La comunión general del último dia fué lucidísima. Tuvo la plática el R. P. José de S. Juan de la Crns. Ofició a las diez el R. P. Proviu cial. Concluyó el triduo con un so- lemne tedeum con asistencia del Emmo. Cardenal y Autoridades. Los sermones estuvieron a cargo del elocuente orador Padre Serafín del Carmelo. Que la Beata Teresita bendiga a Tarragona por lo bien que ha respondido a su llamamien- to. —El corresponsal. SEGO VI A.—Solemne i riel no en honor del Niño Jesús de Praga.— Va en progresión creciente la de- voción al Milagroso Ni DO Jesús de Praga y buena prueba de lo que decimos es el constante y progresi- vo aumento que tieueu la Arcuico- fradia y la Visita Domiciliaria, así como el fausto y esplendor que han revestido las fiestas celebradas du- rante los dias 27, 28 y 2'J del pa- sado mes de abril, en que tuvo lu- gar el grandioso triduo organizado por la Asociación del Divino lnfan te y que se celebró en la iglesia de los PP. Carmelitas de San Juan de la Cruz. Todas las tardes del triduo ha sido la concurrencia realmente extraordinaria, llevada al templo carmelitano en alas de la devoción al N. J. que, se destacaba en su lin- do altar como queriendo bendecir al pueblo segoviano que con tanto en- tusiasmo le honra y le venera. Ade- más, este aflo concurría la circuns- tancia singular de estarlos sermo- nes a cargo del renombrado orador Muy Ilustre Sr. D. Enrique Váz- quez ''amaras», Magistral de ¡a Catedral de Madrid. El cual esco- gió temas a cual más atrayentes y doctrinales, mantuvo peudiente de su palabra al numeroso auditorio de todas las clases sociales que llena- ba el templo y el coro hasta reba- sar. El último día fué verdadera- mente extraordinario. A la misa de Comunión, que se celebró a las ocho de la mañana, que ofició el referido Sr. Camarasa. acudió uu crecido contingente de fieles e innumera- bles niüos de ambos sexos. Por la tarde, dos horas antes de dar co- ndezo la fiesta, era ya material- mente imposible encontrar un sitio libre en el anchuroso templo car- melitano, viéndose, también nume- roso público en las alamedas que circundan el convento de San Juan de la Cruz. La procesión resultó grandiosa; figuraban en la misma ía inmensa mayoría de los niños y niñas de las escuelas públicas, la Semana Devota, V. O. T. del Car- /188 ECOS DEL CAHMKLO V PRAGA men y Comunidad de PP. Carme litas. Sobre artísticas andas, escol- tadas por los típicos guardias sua- vos pontificios, el Niño Jesús de Praga era conducido por varios pi- ños. También iban en la procesión tres bandas de música y cerraba la comitiva, presidiendo el alcalde de la Capital D. Fernando Rivas. Bien satisfechos pueden estar to- dos cuantos han intervenido en la organización de estas fiestas en ho- nor del Milagroso Niño de Praga, Asociación, la Comunidad de Car- melitas, cou el infatigable director de la Cofradía, P. Rodrigo.—J. Perei del Berrín. MONZON t>B CAMPOS. — Por primera vez se ha celebrado en esta villa función religiosa en honor y gloria de la Santísima Virgen del Carmen. Debido a la magnificencia y generosidad de un matrimonio de Yalladolid, D. Kicardo Iglesias y D." Manuela Vicente, que tuvieron el acierto de donar una magnífica imagen de nuestra madre María del Carmen, a esta Parroquia, en 20 de abril de 1!>22, por iniciación del Párroco se trabajó cou fervor para formar una cofradía al objeto de homar a tan gran Señora. He- chos los preliminares procedimien- tos, se obtuvo autorización del Or dinario y Padre General, quedando constituida canónicamente la Her- mandad el día 16 de julio del mis- mo año con misa cantada. De acuer- do con el Director se convino cele- brar su función el tercer domingo de Pascua de Resurrrección. Con inusitada religiosidad se efectuó en dicho día con solemne procesión, celebrándose a continuación la San- ta misa por el digno Párroco, Don José Mérida, ocupando la sagrada cátedra Fr. Eustaquio Hoyos, que pronunció un panegírico de la Vir- gen del Carmen exponiendo los fa- vores que dispensa a sus cofrades por el Santo Escapulario. Muy grande fué la satisfacción del Se- ñor Párroco por acercarse a tomar a Jesús Sacramentado no solo los cofrades sino también muchísimos, cosa nunca vista en esta localidad. Que quiera Dios y su Santa Madre se repita ese día todos los aíios en honor y gloria de Dios y la Santí- sima Virgen del Carmen.—E. O., suscritor. CALAHORRA. — Solemnísimo triduo.—Así puede llamarse bajo todos conceptos el qne se ha verifi- cado en la iglesia del Carmen de esta ciudad para la erección canó- nica de la Archicofradía del Mila- groso Niño Jesús de Praga los días 18-20 de mayo. Imposible des- cribir el grandioso entusiasmo con que el pueblo de Calahorra ha res- pondido al amoroso llamamiento que el Divino Niño Jesús de Praga les ha hecho. Mucho nos prometía- mos, al considerar los entusiasmos carmelitanos de los hijos de Cala- horra; sin embargo, superó en mu- cho todas nuestras esperanzas. El triduo resultó solemnísimo y la Ar- chicofrodía cuenta ya, además de los niños de varios colegio, con nu- merosas personas mayores que to- dos estos días continúan alistándo- se en las filas del Infantito de Praga, y sobre todo, cou una po- pularidad y entusiasmo que, sin duda, son para ella la prueba más fundada de vida abundante y du- radera. Los dos primeros días del triduo, a las siete de la mañana, hubo misa rezada con acompaña- miento de órgano, acercándose ya desde el primer dia a ia Sagrada Mesa numerosas niñas de los cole- gios. El primer dia, por la tarde, se dió principio a la función con la solemne bendición de la preciosa estatua. La espectación que había para oír a aquellas masas de peque- ñuelos y jovencitas era grande, y en efecto, comenzó lo que bien pu- diéramos llamar el concierto angé- lico, cantándose v\*A tus plantas». El santo rosario, el ejercicio del NOTICIAS 189 triduo, eoronita., sermón y escogi- dos cánticos, ejecutados todos elíos con verdadero primor, integraron la función de los dos primeros días terminándose con la imposición de medallas. Huelga decir que hubo una concurrencia asombrosa. El tercer día del triduo, Pascua de Pentecostés, a la maüaua, misa de Comunión general. Este fué el acto más emocionante de todo el triduo. Largas filas de niños, niñas y jo- vencitas acercáronse a la Sagrada Mesa. Luego misa solemne. Bajo la dirección del H," Laureano de las Escuelas Cristianas, el colegio que estos Hermanos dirigen, reforzado por el Coro de la Comunidad, eje- \ cutó magistralmente la «Misa coral de Pío X». Por la tarde, horas an- tes de la función, ya no era posible la entrada en la iglesia. Una vez que los colegios con sus estandartes y banderas pudieron a duras penas colocarse en los bancos guardados para ellos, comenzó la función. La iglesia y el coro estaban completa- mente llenos, y uua multitud se ex- tendía en la plazuela de enfrente de la Iglesia. Después de numerosas plegarias y cánticos al N. J. de Praga cantados entre diversos ac- tos, del santo rosario, de la Coro- nita del Niño Jesús, del sermón y del conmovedor acto de la Consa- gración de la infancia de Calahorra al Milagroso N. Jesús de Praga hecha desde el púlpito por un niño, organizóse la procesión grandiosa yante todo simpática por los cientos y cientos de voces argentinas que durante todo el trayecto no cesaron de aclamar al pequeño Rey, llevado en amias por cuatro niños. Después de ella, el predicador del triduo en cálidas frases dió las gracias e im- ploró del Divino Infante de Pra- ga numerosas bendiciones. Cou el triunfal Aurrera del Niño y el Adiós final dióse por terminado el triduo, quedando la santa Imagen recibiendo los afectos de piadosos devotos que no acertaban a sepa- rarse de aquel Dios pequeñito que les había robado los corazones. Los sermoues del Triduo han estado a cargo del entusiasta devoto del Niño y eminente orador sagrado, R. P. Redeuto del Niño Jesús. No queremos terminar esta reseña sin testimoniar nuestro más sincero agradecimiento a las MM. Teresia- nas, Hnos. de las Escuelas Cris- tianas, Hijas de S. Vicente de Paúl, profesora Srta. H. García, por el celo y desinterés con que han con- tribuido al esplendor de estas fies- tas, sin olvidar al Director de la Archicofradía del Niño Jesús, por su gran actividad. Como nota sim- pática y delicada recordaremos la venida para el último día de una representación de la Junta de la Archicofradía del N. J. de Praga de Logroño con la Presidenta y Vice-presidenta y varias cantoras. Estas entonaron artísticamente un motete al N. J. de Praga durante el ofertorio de la misa solemne.— El Corresponsal. Santesteban. Muv agradecida al Mí lagroso N. J. de Praga por varios favo- res recibidos envío el estipendio de una misa en su honor, tres ptas para pagar una niscridón a una persona pobre y una pta. para las santas Misiones Car- melitanas.-- Una suscritora muy amnri- te del N. J. de Praga.!•:<•< >S l>KI. ( AUMKI.O Y PRAGA — Con mucha confianza le pedí un favor al N. Jesús de Praga, y habiéndo- me concedido envío muy gustoso tres ptas. para una misa en su honor. - Mar- ro.~. Agerza. Envío dos ptas. para el culto del M. N. J. de Praga, esperando conse- guir un favor que le he pedido. — Cas- tora Retcgtii. — ¡Dulcísimo N. J. de Praga! Vos que con sólo vuestro querer creasteis los Cielos y la tierra, si queréis podéis con- cederme las dos gracias que os pido, una espiritual y la temporal,si me conviene: aceptad esta pequeñísima ofrenda que os hago de seis ptas. para pago de 2 suscriciones a vuestra Revista, paiecién- dome ser la mejor manera de extender vuestra devoción; mi deseo sería pagar muchas suscriciones para que en todas las familias cristianas se recibiera esta Revista tan religiosa e instructiva.-- Teresa Faulin. Narrarte. - Por un favor que espero recibir, envfo tres ptas. para una misa en honor del D. N. Jesús de Praga, el 25 de julio. Una derota del NT. Jesús. Poderoso N. .1 de Praga. Por va- rios favores que me habéis concedido, agradecidísima, envío cinco ptas. para vuestro culto. Justa Frmiaga. — Por un favor recibido del N. Jesús de Praga.en acción de gracias envío una pta. para su Caito. —Escolástica As- tibia. Flgorriaga. l'or habeiine concedido el favor que os pedí, muy agradecido envío tres ptas., Divino Niño, para tina misa en vuestro honor. W Miguel Gra- cvnea. ¡Milagroso ST, J. de. Praga! Para que tuviéramos suerte en los panados, nos suscribimos a vuestra Revista y como nos habéis concedido, mando tres ptas para una misa en acción de gracias. Una suscritora. --/turen. - Por un favor alcanzado, en acción de gracias, envfo tres pesetas para el N. J. de Praga, V. de] Carmen y Sor Teresita. — Una suscritora. Zubieta. Habiendo conseguido de Milagroso N. J. de Praga el favor que pedí, que volviera bien de la guerra, en agradecimiento doy cinco ptas. Eus taguio Echeverría. Saldias.—Le pido al Niño Jesús de Praga le conceda un favor a mi ñifla Remigia Erasun; para ello le suscribo a la Revista «Ecos <(el Carmelo y Praga». —Su madre. Urros. Esperando que el Divino Ni- ño Jesús de Praga me conceda un favor que le pido, envío 2,50 ptas. para su culto.— J. A I. Burgos. - Agradecido al Niüo Jesús de Praga da una peseta de limosna, — Manuel (¡alerón Marquina. Estando mi madre en- ferma de gravedad, hice uua oferta al N. J. de Praga si la curaba y, obtenida la petición, cumplo con él.—7. Daralde. T.erin. - Habiendo curado mi hijo de uua rotura del brazo, agradecida al Ni- ño Jesús de Praga, doy una pta. para su Revista -Jtel/ina Solano, suscritora. Monlblauch. P. Director de la Re- vista del Niño Jesús: En cumplimiento de mi promesa envío estipendio para Ce- lebrar una misa al N. J. de Praga y otra ■ la V. del Carmen, y les pido su protección. M C. B. Staryaina. — Dos veces curada por el N J. de Praga. Estando mi hija, grave- gravemente enferma, desahuciada, hice celebrar una misa al Niño Jesús y en la misma hora, empezó la mejoría curando muy pronto. A los rnalro meses, cayó nuevamente enferma y se repitió el pro- digio, que publicamos para honra del Niño Jesús de Praga. - A. Arriela. SigUetUtm. Envío seis pesetas para el Niño Jesús de Praga por favores reci- bidos.— Josefina Rodrigues. S. Carlos de la Rápita. - Agradecida a los favores del Santo Niño de Praga mando !í,50 ptas. para que en honor suyo se celebre una misa - Una derota. — En acción de gracias por un favor alcanzado, mando al Divino Niüo de Praga cinco pesetas Una devota . — Habiendo solicitado y obtenido del milagroso N. J. de Praga la curación de una hija mía afecta de reuma, cumplo la promesa que hice mandándole dos pe- setas, quedando por ello altamente re- conocida. A. F. — Por un favor recibido del Niño Je- sús de Praga mando cinco pesetas que prometí, rogándole asimismo que siga favoreciéndonos en nuestras apremian- te» necesidades. - R. Ronse. NOTICIAS Bilbao, — Confiada en la protección eficaz del Milagroso Niño Jesús de Pra- ga ofrezco cinco ptas. para alcanzar la ..alud en una enfermedad grave. — Una derota. — Ofrecí al N. J. de Praga cinco pese- tas de limosna y publicar el favor en la Revista, si me concedía la gracia que lo pedía, y cumplo mi promesa — Gre- gorio . Madrid.- Doy cinco ptas. al Niño Jesús de Praga por haber concedido la salud a mi hermana, como se lo prome- tí . — Francisca Herrero. Vetilla de. Ebro—Para una misa al N J. de Praga, por una gracia, dos pe- setas— ./. Pallar i!s. LequeiUo. — Gracias. Divino Niño, por tus favores. Lo publico para tu ma- yor gloria,— Sor Vicenta. Villafranea (Guipúzcoa). - Para ce- lebrar una misa en honor del N. J. de Praga, en acción de gracias por varios favores recibidos, envío estipendio de cinco ptas.—Joaquina Olariaga. Pamplona. — En acción de gracias al Niño Jesús de Praga por haber salido de una ei fermedad grave, doy cinco pe- setas para una misa y cinco pesetas para su culto. — Una derota. Zaragoza..—Habiendo sanado un ni- ño, por la protección del N. J. de Praga, de un tumor en la garganta, envío cinco ptas. para una misa. - ./. M. Roe Morelta. — En acción de gracias por un favor alcanzado, y otro que espero, mando cinco ptas. al Milagroso Niño de Praga. — Una suscriptora. Baldal/ur. — Envío cinco ptas para celebrar dos misas al N. Jesús, pidién- dole un favor. Una deiota. Epila. - Mando una. pta. para la Ro- vista del Niño Jesús, suplicándole una gracia.— Una decota. — Envfo tres ptas. para una misa al N. Jesús de Praga. — Una suscriptora. — En acción de gracias, remito cinco ptas. para dos mi-as al N Jesús de Praga y a la Virgen del Carmen. Una suscriptora. Villaf'ranca (Navarra). Por una gra- cia recibida del N. J. de Praga doy dos ptas. para su Revista. — Clarencia Ca- talán 191 Santesteban. - Muy agradecida por haber conseguido un favor que le pedí a la Sma. Virgen del Carmen le envío tres ptas. para una misa.—J. A /¿chalar---Envío tres ptas. para que se celebre una misa en honor de la San- tísima V. del Carmen esperando me con- ceda, si me conviene, el favor que pido— Josefa Berraeta. Narrarte. — Por un favor que espero recibir, envío tres ptas. para una misa en honor de la Sma. Virgen del Carmen el 16 de julio —Una decota. Santesteban — Habiendo recibido de la seráfica Doctora Santa Teresa de Je- sús varios favores, agradecidísima, en- vío tres ptas para que se celebre una misa ou su honor esperando me siga protegiendo.— Una derota.1 Hi- leros DEL, CARMELO V PRAGA Urroj.—Knvio 2.50 para el culto nV Sauta Ter<;sa dr Jesús y espero alcanzar de esta poderosa Santa el favor que le pido.--./. A. I. Barcelona. Prometí cinco ptas pa- ra una misa si conseguía restablecerme en un percance grave que sufrí en un ojo. Hoy. relativamente m<- encuentro bien, y no lie tenido necesidad de ser operada. Entrego las cinco pesetas y doy mi nombre para que sea publicado el favor en «Ecos del Carmelo y Praga», agradecida al Divino Infante.—Concha Quintana (Terciaria Carmelita). Beata Teresa del Niño Jesús Barcelona. Por haber obtenido por intercesión de la Beata Teresa del Niño Jesús, la gracia especial de haber libra- do a mi hija de una operación, ofrezco la limo-na de cinco péselas para los gas los de su beatificación y lo publico en esta Kevi»ta. como prometí. — E. S. O. Carneara. —Agradecidísima a Sor Te- resita por varios favores recibidos, dieci siete p«>setas. Orosia fiómes. — Una devota manda una pta. por un favor que espera recibir de la simpática Santa. —T. T. en agradecimiento a la Santa por haberle concedido un grandísimo fa- vor, manda veinte ptas Sanlucar ¡a Mayor. - Reconocida a una gracia de Sor Teresita. envío de li- mosna dos ptas. — Una derota tuyo Tyualada.--Hallándome en una en- fermedad que me hacía sufrir muí lio, y no encontrando alivio humano, acudí a Sor Teresita, y prometí cinco pesetas para su beatificación y publicarlo en su Revista. A. A. Recomendamos a las oraciones de nues- tros lectores los socios > i,r_ ni en tea de nues- tras Asociaciones y suscriptores do nue.stra Kevista que han descansado en la paz del Seflor. En BUbao.- D.1* Dominga ÍTnamun7»fja, L>* Manuela Aja, D.* Adelfa Qutftérraa, Do fia Nemesia Otnoia, D.* Justa Cendagrorta, Do- fia Luisa Arrien, D. f-Vaneisco ' Hadiola.- b.tf S* Garfea > K'íjritíi —0.* Aurelia JJa- nes. — En Voitmeia. P.* Teresa S. Nuvella. — En Orduñn. {».* Dolores Larrea, bene- mérita suscriptora de ticos del Carmelo y Vraga. En Dttrúom D.* Kulalia Aurora Rodríguez, ]>.** María CanIII11la. D.* María Die/., !>.'* Julia Pérez Moral, I > ■ Bruna Rojo, D * Mau- ra Martínez. 1>. Antonio Pérez 1>. Antonio Mu ¡Virgen San tí sima del Carmon! llevad sus alrn;is *-i detenidas están on ol Purgato- rio, al monte santo de ia gloria. - R. I. P. A. SUMARIO DE ESTE NÚMERO Santificación del dia. - Al Divino Niño Jesús de Praga. — MI Copón de oro. Sor Teresi ta, modelo da amor al Niño Jesús. —La Orden Carmelitana en ei Perú. — He blas- femado de Dtat, y ¿qu£ mal me lia veni- do? Nocturno.- La moda a las pn» rt,t-> del cielo. -Noticias. PA SATIEMPOS CHARADA Consonante es la //rimero y la quinta una vocal; cuatro do.i tiempo de verbo: cuatro cinco llega al mar; la tercera es consonante; dan el nombre de un metal la primera marta y quinta , tiempo de verbo hallarás en tres cinco cuatro prima. y otro en tresdós. El total es nombre de un lugar triste y...basta: no digo más. Soluciones a los uasatiompos del número anterior A la Charada: Teoitotritro Al Jeroglifico comprimido: Obvdecer es amar Al JeroK'iHco numérico: Pontevedra. 1RURETAGOYENA Y PELLON ALMACENISTAS DE BACALAO, SANTANDER tofortaeién diretía. Enciclopedia Espasa DICCIONARIO UNIVERSAL ILUSTRADO - EUROPEO AMERICANO - Fruto esta obra de una mágica compenetración de ne- tusiasmos y firmes voluntades, constituye el arsenal de cultura necesario en las luchas del actual vivir. Integrando su colabo- ~~ ración con centenares EDITORES: de nombres eminentes y UfíO^ HP T P^PA^A procediendo a una mi- lIlJvJO UL^ J. L>vJi 1\i»ix>-Bur«roa.NOVENA Y TRIDUO A. "CA. Beata Teresa del Niño Jesús POR EL P. Sabino de Jesús Precio O*:*O pts. Pídasa a la A-draiiaistracion de £¡1 IMionte Carmelo I FLORILEGIO CARMLEITANO : ♦ Üfc£"»0 poNAius encuadernado » *♦♦♦*♦♦♦ V ♦♦♦♦♦♦♦♦ DEVOCIONARIO CARMELITANO ♦ Precios do esta nueva edición: 3'50 encuadernado en tela; ♦ ^ 6 pesetas en tela y canto dorado y 8 en piel y canto dorado. PRECIOS DC SUSCRIPCION EL MONTE CARMELO B3PAÑA........... 6 pías, a! alio. «XTRANJBUO..... 8 Id. id. DC NUESTRAS RCVISTAS ÍCOS OíL CARMELO Y PRfliül ESPAÑA....... EXTRANJERO. 3 ptas. al alt ♦ id. id. 2L.su» dos revi» ta.* oombinadM ESPAÑA........... 8 pta». al ano. • EXTRANJERO.....ÍO Id. id. Colecciones da «El Monte Carmelo» desde iÜOl inclusive. 6 pesetas en rústica y 8 encuadernabas; y de «Ecos del Carmelo y Praga» desde 1918 u 3 y 4'50 pts. 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