a Escuela SIN LA Religión de mi mujer POR DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO BUENOS AIRES j .tlleres Gráficos de L. J. llosso y Ofa., Belgrano 475 19 18BUENOS AIRES Talleres Gráficos de L. J. Rosso y Cía., Belgrano 476 19 18 Ii ADVERTENCIA PRELIMINAR El parlamento argentino, después de un memorable debate, iliabía sancionado la gran ley Id-e educación común de 1884, en la que se introdujo con el artículo 8.0 algo así como una transacción con los reacciona- rios: "La enseñanza religiosa sólo podrá ser dada en las escuelas públicas por los ministros autorizados de los diferentes cultos; a los niños de su respectiva comunión, y antes o después de las horas, de clase". El entonces senador nacional Nicolás Avellaneda, copa más brillo que solidez en la argumentación, pu- blicó en 1883^ un panfleto titulado: "La escuela sjn religión", en el que levantaba la voz de protesta por los peligros y graves consecuencias que>, ¡segün su criterio, produciría a la nación dicha ley. Sarmiento, que desde la prensa diaria con su pluma acerada y su estilo • propio, defendía con el entusias- mo de un joven la escuela laica, publicó urna serie de artícuílos con el título de: "La escuela' sin la reli- gión de mi mujer", replicando al panfleto de Ave- llaneda . ¡Estos artículos aparecieron en los diarios de la ca- pital en español, inglés, francés, alemán e 1 italiano. El diario "La Nación", cuyas columnas fueron pues- tas por el general Mitre al servicio de esta causa, se encargó diariamente de componer los escritos de Sali- miento y mandar las pruebas a los demás diarios, bastante temprano para que pudieran traducirlos los de lengua extranjera. Consideramos de interés y del actualidad reeditaren esta biblioteca el interesante trabajo de Sarmien- to, en el que bajo las apariencias de un místico pro- testante, al recordar baber sido el autor de un libro religioso: "?La conciencia de un niño", que contiene una serie de oraciones, y de otro :"Vida y obras de Jesús", afirma sus convicciones ,© interpreta el espí- ritu de la constitución do acuerdo con los que la sancionaron el 53 y la reformaron el ¡60', que en lo que respecta a la religión católica, desecharon la pre- tensión de darle el carácter de institución pública, d'e que el Estado le dispensase protección alguna y que los habitantes' le debiesen otro respeto y otra veneración que el que se debe a -todas las religiones y cultos, y luego desmenuza la frágil argumentación de Avellaneda. Podrán los espíritus retrógrados, en la lectura frag- mentaria, encontrar algún argumento que pretenderán utilizarlo a sus fines, pero Sarmiento, en estos artícu- los, como en todos sus escritos y 'discursos, en sus actividades de ciudadano y de hombre público, toda su vida, fué un apostolado en defensa -de la libertad de pemsamiento y del espíritu laico. Y allá en el ¡Paraguay, lejos de su patria, en sus últimos días, achacoso y enfermo, dejaba como pos- trer recomendación a los suyos, estas palabras que son toda una enseñanza: Yo he respetado sus creencias sin violarlas jamás. Devuélvanme ahora ese respeto. Que no haya sacer- dote junto a mi lecho de mUerte. No quiero que una debilidad pueda comprometer la integridad de mi vida. Treinta? y cinco años han pasado desde la sanción 3|de la ley de educación común, cuyos frutos incalcu- 67 labios han debido reconocer hasta sus más encarni- P zados enemigos. Sin embargo, las mismas fuerzas que la combatie- ron el 83, han continuado su obra de conspiración, buscando el concurso de fuerzas mercenarias, las es- cuelas congregacionistas, formadas por ese conjuntoque Sarmiento las llamaba' "abejas machorras que &6 quieren comer la miel de la educación". , Corresponde a los hombres del parlamento argenti- no completar la obra de los reformadores del 83, su- primiendo de la ley el anacrónico artículo 8.°, para que la escuela del Estado sea la que corresponda a las ideas de los tiempos presentes y dé la inmensa mayoría de los habitantes de la república, que sea en su amplio sentido, gratuita y obligatoria, pero ante todo y sobre todo LAICA. A. M. G. NOTA:—Listo para entrar en prensa este folleto, nos satisface gratamente la iniciativa del diputado doctor Di'ckmann, que con sus compañeros de la representación socialista, son los que mantienen bien alta la bandera de la libertad de pensamiento y la laicisidad de la en- señanza. El proyecto presentado en la sesión del 1.° de julio es ei siguiente: El senado y la cámara de diputados, etc. Artículo 1.° — Derógase el artículo S.o de la ley 1420. Art. 2.° — Comuniqúese ni poder ejecutivo. — ENRI- QUE DICKMAJfTV.La escuela sin la religión de mi mujer por D. F. SARMIENTO Antiguo maestro - Autor de todos los textos religiosos adoptados para las escuelas, por la Universidad de los Diocesanos de Chile. de mujeres) presentadas a la Cámara ¡al.................-........... 23.384 viaron al Senado .......'.____ 88.184 uto once mil y pico. (LA UNIÓN). La cuestión lia' sido bien planteada y me propon- go resolverla sobre los términos de "La Unión", v De un lado: "Ei significado que tiene en cuestión de enseñan- za,, la solicitud de las respetabilísimas y distingui- das damas de la Capital." ("La Unión"). Del otro: Los que tendrán que declararse esposos "de muje- res y padres de hijas bárbaras e ignorantes," puesto que se han permitido poner en duda lo que valen y cuanto respeto merecen las damas de la capital." — (Id). Yo me propongo demostrar que en la grande cues- tión de la educación a que he consagrado sesenta años de práctica y de estudio, "no vale un comino la opinión" de todas las damas que firmaron la peti- ción al Senado, la cual fué uná farsa, según lo con- firma la misma "Unión" (diciendo que "no se cono- ce en los anales del Congreso) (Argentino, ni en la— 8 — historia patria, un hecho ni siquiera parecido". Ha- bría dicho la verdad por entero/, diciendo que "en el mundo." Las mujeres que presentaron; en Was- hington una petición al Senado, era (solicitando sus derechos políticos, es idlecir, el derecho de peticionar y de votar en los comisión, que no tienen hoy. Creo te- ner el «derecho /de usar este/ lienguaje, aunque 'sea denunciado como el "energúmeno" D. F. S., sin ser el diario de los folicularios ni el diario presupuestí- voro, ni diario augustano, ni inmigrante francés, ni comunero, ni' antónimos que recapenta fiíamhresi, ni "La Nación" que no perdona desatino contra la reli- gión católica. (Id.). En una serie de artículos trataré de poner la cues- tión en su verdadero terreno, y como nuestra pren- sa tiene el don de lenguas, que no siempre tienen loa lectores, pido a los diarios, a algunos de ellos, escri- tos en francés, inglés, italiano, alemán, etc., repro- duzcan en sus columnas lo que en favor de la causa comum tengo que esponer. No se rían de ¡las afirmaciones de "La Unión" cien mil firmas han colectado, efectivamente, en 15 días, agencias activas, disciplinadas, que han obrado por to- dos los extremos de la República. Con la consigna, va la calumnia, y con "La Unión" el ultraje y la deshon- ra para los que no se persuaden que las firmas así co- lectadas, sobre materias que las firmantes ignoran o les presentan desfiguradas, no son dignas de tenerlas en cuenta. Si las mujeres de los doce senadores que apoyaron el desusado movimiento mujeril son respétateles, no merecer por eso ser tratadas "de bárbaras e ignoran- tes" ("La Unión") las esposas y las hijas (siemp're "La Unión") de los diez senadores que resistieron al embeleso; las de ios cuarenta y tres Diputados que, tras larga discusión, dieron su voto en contra; las ma- dres y hermanas de los estudiantes de las escuelas científicas, en cuyo número cuenta la flor y nata de todas las familias del país; y las de ocho mil ciu- dadanos argentinos, franceses, alemanes, españoles e italianos que se han reunido a la clara luz del día, pa- seando por las calles de Buenos Aires, en uso de su derecho, para protestar contra los manejos tenebrosos que producen a hora dada, una reunión de señoras que creen que el dinero., o la posición social, o la mo-da, son autoridades que deben consultarse cuando se trata de lo que menos entienden, que es educación es- colar, (¡a mí no me vengan con zonzeras: las conoz- co a todas!) prescindiendo de las 88 mil y pico, que en cualquier otro país sería asunto de policía. ¿Qué han firmado? ¿Quién las solicitó? Extranjeros que no tienen derecho de ciudadanía. Regulares que tam- poco lo tienen porque la Constitución se los niega. Concluyo con pedir a los diarios, que quieran aunar sus esfuerzos en pro de la educación laica, común, tal como debe ser entre cristianos; y una vez convenidos quienes son los folicolarios que ofrecen sus colum- nas, que entren en materia, poniendo cada uno lo que le itoca de abnegación y de sacrificio. Yo doy mi tiempo y mi estudio. La cuestión no está decidida en él Congreso y ha de ser fácil llevarla a término, si, como toda cuestión de educación, logramos sacar esta, de las intrigas y maniobras de los aspirantes en política. Trátase de ha- cer un partido clerical, cosa excelente en sí, con tal que no pervierta la educación para hacer capital po- lítico. Los diarios que me hagan el honor de reproducir en la lengua que usan esta mi solicitud^ se darán con ello por asociados en la empresa de hacer oír a sus lectores las observaciones que empezaré, si soy apo- yado, a hacer luego. La educación sin ley y la escuela sin religión El doctor Avellaneda ha creído deber dar'al público en un folleto las razones que el Senador escusó expo- ner en el debate parlamentario, por no ser necesario tener razón cuando se han contado bien los votos de antemano. •Las escuelas no han recibido 'lo que necesitaban, que es una ley y una autoridad directiva; pero el panfleto dá la calificación de ''Escuelas sin Religión" a unas escuelas imaginarias. Fortuna es que las haya así calificado, alegando de nulidad de todo lo obrado, por la Cámara y por el Senado. ¡Pobre país donde, "con la medida de la elevación "que alcanza entre nosotros el nivel de las delibera-"ciones públicas, donde se oyen voces altísimas ascen- ."der hasta la elocuencia," para no arribar a nada, dos ministerios, dos órdenes de decretos, dos períodos le- gislativos, y dos Cámaras del actual Congreso, no han podido remendar una ley de educación, acabando por enredarse y encerrarse cada Qámoira en situaciones mezquinas y solo posibles entre niños porfiados! Dos Cámaras disputándose la pr|mogenitura! Un Padre Conscripto, terciándose el manteo del es- colástico, o arremangándose la toga del Senador des- ciende lleno de suficiencia las escalas del Capitolio, ¿para ofrecer un nuevo (camino a su país y al decoro parlamentario?—No—para ostentar como trofeo de su triunfo, la Escuela sin Religión, a guisa de el es- calpo que el indio enseña para probar su victoria so- bre las caras pálidas! Pero con religión o sin ella, debió mostrarnos una ley, y no un epíteto injurioso que a muchos ofende (y que a mi me alcanza porque lo recojo,) y a na- die satisface, por no ser verdad, no habiendo calificati- vo sin sustancia. No hay ley, luego el epíteto "sin re- ligión", es una hoja desprendida del árbol de la ora- toria que nada produjo en el debate, y sale a la calle a darse tumbos siguiendo el soplo del cefirillo. El que esto escribe se propone abrir opinión sobre tan triste debate, ya que durante la discusión no leyó siquiera los proyectos. Tuvo una vez el encargo le- gal afecto a un título de capacidad profesional, de presentar al Congreso un proyecto de ley de Educa- ción. No dándole tiempo para expedirse, tres proyec- tos en lugar del suyo han presentado los que se dan prisa, y el único resultado ha sido deshonrar la cien- cia, inútil zar el Parlamento, alborotar a las mujeres con frases huecas, y mostrar la guerra civil o la anar- quía en perspect va. Y todavía uno de los paladines desciende a la arena, quoerens quem devoret, excla- mando: ¿quien quiere habérselas conmigo?... quien se declara el sostenedor de la Escuela sin Religión? Yo, mi honorable Senador, con tal que me permita completar su pensamiento: "la escuela . sin religión de mi mujer...' la mía o la de cualquiera otro". . S no acepta así el debate, aceptólo yo,> como lo proponen, la Escuela, sin Religión, puesto que no acer- tando a hacer leyes, podemos hacer silojismos hueros. Cuando he leído algunos capítulos de aquel opúscu-lo con caireles, he creído sin ei brillo de los ornatos reconocermie a mí mismo en el debate. El mantenedor de la escuela religiosa ha escrito be- llísimas cosas; pero había llegado a la edad de cin- cuenta años sin haber estampado ant'es de Jesús, con que hoy se presenta armado: Dejad que los niños se acerquen a mi. Reclamo mi propiedad. Era aquella frase y es el emblema de mi enseñanza. Cuarenta veces la repetí en cuarenta años de enseñar, y escribir enseñando! Sobre lo más alto idel esciritorio donde confío al pa- pel estas palabras, se levanta el bellísimo grabado de Henry L. Jenue de aquella grande escena, que por el marco con la corona de espinas que /lo rodea, se- muestra que íes. el Dios Pénate que he traído a mi hogar de largos viajes, con la advocación del Evan- gelio que cuadra a mis Instintos. El grabado que hacia ei par representaba la 'pará- bola dg los lirios de los campos, a quienes Dios viste sin que ¡ellos se afanen trabajando y lo devolví en si- lencio. Sobre m¡i mesa está en yeso' el boceto del grupo que corona' la escuela de Chivilcoy los llamase a bendecir las escuelas que fundaba y pe- dirles que enseñasen en ellas la palabra divina. Eso es (profano, contestaban obispos y curas. Ahora tenemos que la Escuela Común que en común pagan los padres de familia, es de Jesús y no de Cé- sar. César es aquí el pueblo, el pater familias, el ciuda- dano. Edmond Abtoiut,) fué enviado a| Italia por Luis Na- poleón para estudiar el espíritu público. Un adolescente haoía remontar pesadamente su ve- turino las faldas del Monte Gandolfo y acompañaba con una andanada de blasfemias el látigo que hacía jugar sobre la cabeza y ojos del fatigado caballo. "Bár- baro! exclamó el francés, ¿qué no creéis en Dios?"... El cochero mirándolo sorprendido, le pregunta a su vez:—¿Y Vd. cree?... Sí hay uno,- debe ser algún fraile icomo estes!" sefiallando a Roma y volviendo de muevo a su cruel tarea. ¿Es éste el Jesús que reclaman laé escuelas? Al menos así lo entiende el pueblo italiano, por la práctica de Ñapóles, donde pocos en mil leían hasta ahora poco, cuando Jesús estaba encargado de ense- ñar a leer. Ni el bendito sabían.LA ESCUELA SIN RELIGION Invención gloriosa de! catolicismo Cuando se trata de sucesos y de instituciones simi- lares en pueblos y épocas dadas, suele ser el mejor procedimiento del espíritu investigador, agruparlos, compararlos y buscar si tienen afinidad entre si, a fin de encontrarles su filiación. Si los franceses hicieron ayer, lo que los belgas ha- bían hecho el día 'anterior, lo que los Estados Unidos hicieron hace un siglo, lo que los cat61ieosy cuákeros y puritanos hitíieron espontáneamente hace tres siglos al establecerse en este nuevo mundo, siendo cristia- nos todos estos pueblos, con unos mismos principios morales, (religiosos y políticos, hay lugar a creer, o sospechar al menos, de que obraron impulsados por ciertas tendencias, siguiendo ciertos progresos u obe- deciendo a necesidades sociales comunes. La ley belga ha sido discutida en largos Parlamen- tos, donde se oyó la voz de los grandes hombres de aquella sesuda «nación; y puesto que un cierto orden de ideas triunfó en el debate, y .se sostiene como ley hace años, siendo la Bélgica nación -muy adelantada, y compuesta de doble número de habitantes que la nuestra,, es -poco reverencióse echarla desde aquí de Juez Supremo de Naciones, fallando en causa no so>- metida-a nuestro tribunal, la ley belga, la ley france- sa, la moral de Bert, etc., etc. Sea de ella lo que fuere¿ detrás de la ley belga o francesa están grandes naciones, con una larga his- toria, con sus pensadores profundos, y si bien tuvieron sus hombres que en otras épocas dieron o propusie- ron leyes de educación conformes a 'las ideas de en- tonces, y si estas no fueron aceptadas o se corrijen hoy, es prueba de que hoy se piensa de distinto modo,' a efecto del mayor desarrrollo de las ideas, acaso de errores prevalentes en el siglo, y que no hemos de enderezar nosotros desde aquí. ¿Presentaremos a la Bélgica su antigüe ¿ey de edu- cación de 1843 que sus cámaras enmendaron en 1879, o bien prevendremos al Parlamento francés que se ha olvidado de lo que la ley de 1850 ponía por primera base de la enseñanza moral y reiigiiosa? Nos' sería indiferente que el belga o el francés sediesen tal o cual ley de educación prima ría,, si no se encontrasen rasgos de familia en los proyectos que- han dado a/1 traste con la sabduría de nuestro Congreso, que tanto sabe de lo que pasó en Francia desde prin- bre lo que a nosotros nos tiene parados; una Ley de Educación Común. ■ Buscaremos, por nuestra parte, la filiación de aque- llas legislaciones al parecer progenitoras de la nuestra, y acaso encontraremos un simple error de óptica que altera la visión de los objetos, como aquellos gruesos pellos que rodean al ojo del caballo, y que interponién- dose, parten en dos el objeto reflejado por la retina y los convierten en un monsitruo a juicio del caballo. Estamos en América, país en vía próspera de po- blación, y ya saturada la antigua raza indígena por un aumento considerable de europeos, venidos de todas las naciones con las ideas que allá las preocupan, con los derechos ya adquiridos por el hombre, y por for- tuna para ellos como para nosotros, garantidos aquí por nuestra constitución. Si en otro punto de América, en circunstancias de población parecidas, se ha legislado de alguna mane- ra; si esa. legislación ha producido resuiltados que to- dos aquí aceptamos icomo envidiables, apetecibles, y sobre todo laudables, en tal caso nuestra tarea se sim- plifica enormemente, y podemos dar por terminado el debate, haciendo mejor que belgas y franceses allende líos mares. En la escuela Hn religión, un capítulo entero está consagrado a probar con Tocqueville, Domínguez, el censo de las iglesias, las propiedades eclesiásticas, Lin- eoün y Wáshington,} que en los Estados Unidos "el sentimiento religioso está esparcido en todas sus cla- ses." Sentimos de veras que no esté nuestro nombre en la Esta de los eonfesores; tanto lo hemos repetido en todos los tonos y con mayores y más recientes prue- bas! Lo que no encontramos en el largo catálogo es que haya en ¡Las 'escuelas una religión dogmática, cu- yos dogmas se enseñen autoritativamente, aunque se lea la Biblia como entre nosotros se reza la oración dominical. La regla para fijar las ideas a este respecto, la he- mos de encontrar en la Constitución norte-aimeriicana que prohibe al Congreso declarar preferencia o supre- macía a una religión, o prohibir alguna otra. poco ha podido resolver so-— 16 — Ya hemos citado el caso en que quejándose el obis- po 'de Cinema ti de admitirse en las escuelas los Evan- gelios sin notas, lo que repugnaba a das creencias ca- tólicas, se mandaron retirar los evangelios. Estos he- chos parciales explicarían poco, p1rr ser del orden provincial, si la antorcha de la-Constitución no es- tuviera como un faro sotare toda^JpKs cabezas para ilu- minar los puntos oscuros. Ahora iba venido la filosofía de la historia a poner de mayor relieve un hecho antes conocido, pero ipo- co estimado y que importa traer a este debate, por cuanto le quita toda la pasión religiosa icón que se quiere revestir a la escuela llamada "sin religión." Lejos de ser su antagonista, el 'catolicismo tiene que reivindicar para sí «orno una de sus glorias, haber si- do eü primero en echar las bases de la igualdad de todos los cristianos ante los beneficios de la ley,¡. y por tanto, ei que en América creó ¿a escuela sin reli- gión dogmática., dominante o denomdnacional, como le llaman, poniendo gobernantes, obispos, prelados cató- licos, ¿a enseñanza de la religión católica fuera de la escuela, como su observancia fuera del dominio de la Importa hacer conlocer en, toda su grandeza el hecho que hace en América la gloria del catolicismo. Aca- ba de hacerlo brillar a los ojos de los protestantes mis- inos M. Scott, en su reciente explicación del DeveJop- vient of the Constitutional liberly of the English Colo- ries, que él de la" "escuela con religión" no leyó: ''Según la ley, Calver.t, dice, convirtiéndose al cato- licismo, tuvo que renunciar a su empleo, que con sus grandes emolumentos, fué alegremente abandonado por Otro al cual ofrecía mayor riqueza el libre ejercicio de sus convicciones; pero Jacobo I, siempre bondadoso para los que sostenían las reales prerrogativas, lo man- tuvo en el consejo privado, y con una muestra de su estimación y de sus léales servicios, lo hizo Par de Ir- landa bajo el título de Lord Baltimore. "Por muchos años la atención de Baltimore se. ha- bía dirigido hacia la América* — había sido miembro de la compañía de Virginia — y había llegado hasta asegurar una patente para ia parte de Newfoundland. La pobreza del suelo, sin embargo, y los rigores del clima no ofrecían compensación, entonces que se había declarado la libertad de las pesquerías, y abandonó la esperanza de fundar una población en aquellos para-jes, hasta que al cabo abandonó el territorio mismo, y volvió los ojos hacia Virginia. "Si los puritanos que eran simplemente molestados por e¡l gobierno, trataron de huir, no es extraño que los católicos romanos, que nacían criminales por man- dato de la ley, y por cuya devoción tenían por heren- cia y por recompensa la cárcel durante toda la vida, o por lo menos la proscripción como dase, volvieran ansiosamente los ojos hacia el Oeste en busca de una ciudad donde refugiarse. "El primero ehtre los que trataron de librar a su pueblo de la servidumbre de esta muerte, fué Lord Baltimore, que íué en persona a Virginia con el pro- pósito de efectuar allí el establecimiento de sus se- cuaces. ''Pero Virginia era él foco y sostén de la creencia oficial, que declaraba especialmente excluidos de su te- rritorio a los católicos, y como una ardiente expresión de* su protesta, propuso a Baltimore un juramento que ninguno de su fe hubiera prestado, y que tampoco se esperaba que él aceptase. El en cambio propuso, por vía de transación, una fórmula suya original, que felizmente para nuestro país, fué obstinadamente des- echada, por cuya razón se vió obigado a buscar un suelo donde no tropezase en la piedra de escándalo de la intolerancia. Hízolo así, y en gratitud por el real favor, que l>e concedió una carfra o céduira concebida en los términos en que 61 mismo la propuso, lo llamó con el nombre de Maryland. "Hay una diferencia entre las cartas de la Nueva Inglaterra y la de Maryland, y" les que las primeras se daban a compañías; no eran otra cosa que fran- quicias concedidas para fines comerciales, mediante las cuales los colonos adquirían de tiempo en tiempo, y con sus ^propios esfuerzos 'las Libertades que no les pertenecían por el mero hechó de ser subditos britá- nicos. Pero las Cédulas como la de Lord Baltimore, eran asunto muy diferente. En ellas las reales fran- quicias eran deliberada y solemnemente separadas del trono, e investidas en el concesionario, que de esta suerte se convertía en él propietario o Lord Palatine, y a su vez en Gobernador y quedaba constituido en guardián de las libertades) de los colonos. "Estas libertades las traían consigo los colonos pro- pietarios; aquellas, las compañías colonas. tenían que adquirirlas como mejor lo entendieran. En donde, co-mo sucedía comunmente, el concesionario era un fa- vorito del rey,. la corona no se mostraba tacaña en cnanto a las condiciones de la concesión, y para honor de los ¡propietarios, debe decirse que nunca omitieron proponer las mejores condiciones posibles para el por- venir de los colonos. Ninguno bizo mejor nso de la disposición favorable de la corona, ni sacó mayor ven- taja para su pueblo, que Lord Baltimore. Su ojo pe- netrante descubría al punto la oportunidad de servir los intereses de sus secuaces, y de ¡hacer un gran bien a la humanidad, y su espíritu generoso y juicio sagaz volaba a aprovecharla; porque too hay duda que él mismo escribió la Cédula que fué honor de la Ingla- terra dar y bendición de la América recibir. "En esta Cédula el príncipe no reservó nada abso- lutamente, sino la prueba de tenencia feudal; y dió * todo lo demás que un pueblo libre se cree digno de poseer. La tenencia de lealtad reservaba de suyo la autoridad final a la corona; pero esta Cédula la pri- mera de su género que se sabe se haya dado, conce- día a los colonos una legislación Independiente, un go- bierno representativo de su propia creación, excepción de impuestos por nadie que no fuesen ellos mismos, una limitación a la autoridad del propietario, la cual no se extendía a la vida, al derecho absoluto de pro- piedad o a los bienes del ciudadano', y sobre todo. NO SOLO FUÉ GARANTIDA LA IGUALDAD DE DERECHOS RELI- GIOSOS» SINO prohibida toda preferencia por cualquiek secta y asegurada una protección igual a todos los que creyeran en Jesucristo. - "No hubo, en efecto, limitación alguna de ningún género a la libertad de la conciencia, excepto que la calidad de cristiano Jué adoptada como1 ley de la no ción; limitación que no implicando en manera alguna el derecho de perseguir por opiniones, era enteramente inocua. "Tales fueron las cláusulas de la carta que originó un gran progreso en la civilización, y que atenúa el ominoso recuerdo de la casa de los Estuardos (católi- cos), por ci honor de haber sido la primera que inscri- bió el principio de da tolerancia en religión. No es este el único ejemplo en que un tirano en un hemisferio ha sido un libertador en el otro, un déspota arroja in- dolentemente a un favorito lo que no quiere dar a su.¡pueblo, y las generaciones sie¡ ^suceden y 'le bendi- cen." (1) Tal es, mi señor retórico el origen de. la escuela sin religión que produce la religiosidad de aquel pue- blo. La calidad de cristiano basta,- como ley de la nación, para ir a la escuela común. Nuestra constitución, hecha por católicos como Lord Baltimore. estipuló lo» (mismos derechos, p>ronublen- do cualquier secta, y secta es el catolicismo para Lord Baltimore, católico. Así lo dice la cédula en latín. He aquí, pues, que fué el catolicismo y no la filoso- fía, al emigrar a América, el que plantó denodadamen- te el estandarte de la libertad de ^las creencias cristia- nas, en los bosques del Maryland bajo cuyas viejas encinas, testigos vivos aun dei gran hecho, me he re- posado en casa de mi amigo Hipkins, hijo del grande obispo de este nombre. Consta del texto de la Cédula' otorgada por el rey ca- tólico de Inglaterra, el mártir Estuardo; aceptáronla obispos, diáconos, presbíteros y curas católicos, al es- tablecer sus iglesias en Baltimore, porque los cató- licos tienen siempre pastores y prelados. Plan conser- vado hasita hoy la escuela sin religión oficial^ cató- lica, y la adoptaron puritanos, metodistas y hoy la sos- tienen doce obispos y.doce mil curas y sacerdotes cató- licos en los Estados Unidos. Esa es la escuela sin la religión de mi mujer; y pues- to que se supone que no haya otra entre los hom- bres, esa es la esuela sin. religión en todos los paí- ses. Nuestra santa madre la iglesia se precia de católica, por cuanto fuera universal si tantas y tan robustas ra- mas no le hubiera desgajado la tempestad. Pero eso no obstantei en su propio aunque reducido seno, es universal do que ©s católico; de tal manera que lo que la iglesia consiente en un punto de la tierra es cató- lico por eso, o universal; y lo que hacen los gobiernos y ilos pueblos sin dejar de ser católicos, no puede ser taohado de contrario a la inmutabilidad católica. Así, pues, la escuela sin religión que instituyó Cal. vert, en un Estado sin religión católica; siendo cató- lico al pueblo de Maryland, es católica, mas que si la tuviera exclusiva, porque nías se conforma con el es- (1) Scott.—Development of co— 20 — píritu de caridad; y ai doce o más obispos hoy, y ha- ce siglos en Norte América, admiten la escuela sin religión que la Constitución prescribe; y seis millones de catódicos mandan sin reparo sus hijos a escuelas donde Jesús1 está representado por figuras de yeso, como estaba e¡n Francia, puede muy bien y sin peli- gro alguno iei "mantenedor" licenciar el ejército de las ciento y once mil, por no ser pecado la escuela Bin religión, sino creación de da caridad cristiana da- da en santa paz por reyes católicos como los Estuardos, para hacer que viviesen sus subditos en América, ya que otro rey cristianísimo, de acuerdo con el Papa, no hallándole más salida al aprieto que matar a todos los hugonotes en la San Bartolomé, y educarles los hijos en la religión católica romana! INTERPRETACIONES Quédanos poco que hacer para reconciliar las apa- rentes sSntradiciones de la erudita argumentación que se propone probar con las escuelas sin religión de los Estados Unidos, pueblo "cuyo rasgo distintivo es el sentimiento religioso" (según Tocqueville y Sar- miento), que las escuelas deben tener religión para crear el sentimiento religioso. Vaya un ejemplo. En los Estados Unidos circulan cinco a seis mil periódicos semanales; quincenales, o mensuales ocupados exclusivamente fcde materia religio- sa, apologética, dogmática o de controversia, mientras que no hay uai libro de escuela que enseñe religión; mientras que aquí sólo hay un boletín de difamación católica que se llama la voz, por ser la escupidera de la iglesia, y no enseña materia dogmática, Pero en toda :1a sabia disertación sobre escuela sin religión, porque hay por allá religión sin escuela, se nota una intencional o desapercibida confusión de ideas distintas, tomadas las unas por las otras, o lo que es peor, precisamente citando lo uno para probar lo ntrario^te~}o--que se pretende. Acaso se usan las palabras según la acepción católica o casera a fin de que las mujeres poco habituadas al diccionario tomen lo uno por lo otro. Vamos a indicar algunos ejemplos. Téngase presente que 65 páginas del texto están des„ tinadas a probar que se debe enseñar en las escuelasla doctrina católica por ser esta la religión nacional; *y entonces se dice: —"La iglesia cristiana es por su naturaleza docente". Respuesta—Todas las sectas en. que hoy se divide el cristianismo son iglesias cristianas, y entonces todas las iglesias cristianas deben enseñar en ILa escuela su doctrina respectiva. Orígenes era maestro cristiane^ y Lutero también. Y ambos heresiarcas. —"La religión y la filosofía nacieron en un mismo día". Resp.—Bello juego de palabras que no niega a nin- guna secta cristiana su derecho de enseñar, pero que nada tiene que ver con la iglesia católica exclusiva- mente . r —"La instrucción primaria comprende necesariamen- te, según G-uizot, la enseñanza moral y religiosa". Resp.—Pero siendo protestante Guizot no había de decirlo para que los catódicos solos aprendiesen moral y religión en las escuelas que él fomentaba como Mi- nistro de Instrucción Pública. —"'Washington es encontrado orando de rodillas". Resp.—Pero no lo aprendió en la escuela sino en, la familia. No tuvo escuela Washington. ■—'"El lenguaje de Lincoln parece a veces el de un visionario a fuerza de ser místico". Resp.—No aprendió en la escuela nada,, pues en ella no se enseñan dogmas, ni creencias. El. pulpito o la madre lo hicieron místico. Lincoln-no era católico, luego no tenía religión., —"Todos los hombres eminentes de los Estados Uni- dos son religiosos". Resp.—Lo que prueba que debe prohibirse en las es- cuelas la enseñanza de una religión especial; pues eran de religiones diversas aquellos grandes hombres y poquísimos o ninguno católico. En cuanto a Jefferson, de diversa ortodoxia, puede poi* el contrario servirnos a ilustrar con hechos aná- logos, la actual controversia. Sábese que era virginia.no y cuenta en su autobio. grafía lo que sucedía en su tiempo, que era idéntico a lo que era el nuestro ail comenzar a darse a la ins- trucción primaria el carácter de institución pública. La Virginia fué poblada por nobles ingleses que aca- baron por ser ricos estancieros, 'dueños de grandes ex- tensiones de tierra, y en lugar de ganados poseían re- cuas de esclavos negros. Había plebe blanca y pobrecorno entre nosotros y como entre nosotros sin educa- ción. Empezaron a llegar inmigrantes. "Los nuevos arribantes, dice Jefferson, no venían muy dispuestos a reconocer la supremacía de una iglesia dominante, la que si se mantenía, en pie en Inglaterra era a despe- cho de ellos; y si se jactaba, de que en este nuevo suelo su bandera no había sido jamás arriada, suble- vábalos el solo pensar que estarían sujetos a la misma intolerancia contra la. cual había protestado. Pero rio había remedio. El país, mucho antes de su llegada, había sido dividido en curatos, donde los ministros de * la iglesia cobraban impuestos, y se cobraban sus sala- rios con diezmos. "El sistema estaba fuertemente establecido; el pue- blo habituado a él, y los ricos hacendados (plantara) lo apoyaban, como la obra-de sus propias» manos, poco dispuestos además a perturbar un sistema ya estable- cido, por aquel temor que inspiran las innovaciones, y que pesa sobre las sociedades retardatarias. Un siste- ma que obliga a un hombre (es Jefferson quien lo^ di- ce) a pagar para el goce de otro, es por su naturaleza injusto; y si la injusticia es agravada por la circuns- tancia de ejercerse el goce, a costa de aquellos para quienes es repulsivo, es mucho más chocante si los que lo gozan son una minoría, y los que sufren hacen la mayoría. Pero la libertad de conciencia era la más brillante cualidad de Virginia; los miembros de la iglesia, aunque era la minoría de la población, consti- tuían la mayoría de la Legislatura, y como eran hom- bres obraban según las reglas que es de uso sigan los que tienen el poder; y por otra parte no estaban dis- puestos a conceder a los disidentes de América la li- bertad religiosa de que ellos habían abusado en Eu- ropa. Así, pues, se mostraban sordos a las quejas, y la iglesia del Estado, con sus embarazosos curatos, continuó hasta 1776, en que la primer Legislatura re- publicana fué abrumada de peticiones para abolir esita "tiranía espiritual". ' "Estas peticiones, decía—Tomás Jefferson,, produje- ron las más ardientes contiendas, en las cuales me vi siempre complicado. La lucha terminó con la destruc- ción de la Iglesia del Estado, y al fin la libertad de conciencia (aunque con limitaciones) mantuvo su do- minio en Virginia". (Autolqo grafía de jefferson). He aquí, pues, un hecho ilustrativo del espíritu re- ligioso de aquel eminente hombre de Estado, citadopara sostener con la autoridad de su nombre, lo mis- mo que él asegura en sus propias memorias que fué el constante trabajo de su vida destruir una iglesia oficial, la iglesia católica anglicana, para que las es- cuelas no tuvieran religión. ¿A donde vamos a parar con este sistema de argumentos, de una retórica sin conciencia, y que sólo usa los nombres por el brillo histórico o acaso por lo armonioso de los sonidos? Washington, Lincoln, Jefferson y Franklin, Humbug. i La cita viene de perillas a nuestro intento. Paso por paso, rasgo por rasgo es nuestra propia historia; la religión de la madre patria en Virginia y aquí—una iglesia dominante allá y aquí—un clero con diezmos allá y aquí—un pueblo indiferente al principio allá y aquí—das emigrantes que llegan y protestan allá y aquí—los estancieros ricos (eran Mg Ufe más que estíos nuestros remados) apoyando allá y aquí—los recién llegados peticionando allá y aquí—los senado- res clericales ¡nio haciendo lugar allá y aquí hasta que en 1776 con la Independencia como aquí en 1810, se abolió la iglesia de Estado allá -y aquí las escuelas quedaron libres del Prayer book y del catecismo aillá y aquí. Todo el debate esM, pues, fundado en aserciones contra la verdad histórica o «n satstituciión de la escuela sin religión, no es negación del catolicismo, puesto que el catolicismo al pasar die Inglaterra a la ¡América del Norte fué el inventor del Estado sin re- liigión, aunque todos los habitantes que poblaban la Marilandia fuesen católicos, sin. excepción de uno. No habiendo una iglesia dominante, un credo legal, no hay enseñanza religiosa que enseñar en las escuelas. Otra sustitución de palabras, otro astuto juego de manos va a traer nuevas fascinaciones, nuevos espe- jismos para mentes femeniles. Alsiombra la habilidad infinita para ocultar una men- tira audaz, 'entre cien verdades vulgares. Se nos revelan ahora, en la ¡Constitución, dos prin- cipios igualmente fundamentales: lo Profesión libre para todos: los cultog. 2o. Un culto especialmente sostenido por el Estado. Nada más natural. ¿Qué prueba esto? ¿Qué culto y religión son sinóni- mos? ¿Con esto se prueba que un culto peculiarmente enseñado en una escuela pública, no es un culto fa- vorecido y que el favor no excluye de igualdad cuan-do todos los cultos no gozan a Idénticas ventajas 0 prerrogativas? Veamos en qué está la trampa. ¡En qué culto ha sí- do sustituido a la palabra religión! En las escuelas comunes de la República no se enseña a tañer las campanas, a encender los cirios, a mojar el hisopo en agua bendita, y cuantas jenuflexiones ha de. hacer el oficiante. Se enseña una religión, una serie de dogmas afir- mados por unas creencias, negados por otras. Un culto la constituyen los ritos de un sistema de creencias o de adoración. La religón la constituye el objeto mismo de Ja adoración, la creencia. La Constitución_ Argent na, hecha como todas las constituciones modernas, suprimió la cláusula que da- ba al Estado una religión. Nos adm..ra la veneración que ya tienen nuestros hi- jos por los Padres de la Patria que la constituyeron en nación en 1853, pues ya tenemos los honores de la leyenda y del mato popular. Se nos atribuye una cien- cia, una previs.ón, una sagacidad que nosotros mismos no sospechábamos poseer; y aunque ' sea irreverente 'a comparación ahora que no hay que chancearse con esús y sus Santos, nos recuerda la admiración del unén Dios, cuando sabe que en el mundo le llaman el Dios de los Ejércjtos; "que me lleve el Diablo, ex- clama, si jamás mandé-una compañía siquiera de mi- licia!" Sucédenos lo mismo cuando ahora nos dicen que quisimos mantener la unidad de legislación, en los có? digos, y la unidad religiosa, en el culto católico profe- sado por los argentinos; y sería sostenido por el Es- tado^ "'en respeto de lo pasado... a fin de que fuera nservado el culto católico, como un elemento de ion, de nacionalidad, y hasta de fuerza!" Qué sabios éramos, en efecto! Pero sospecho de nues- tros hijos si no lo son más, son más diablos! Alberdi propuso en sus bases escritas en Valparaíso poner en el Congreso la facultad de hacer códigos; y como la cosa era buena en sí, se aceptó, reformándose en la Convención lo de ser nacionales, aunque los códigos— 25 - durante los Borbones tuvo la religión católica ,por re. ligión del Estado; como nosotros, que en 1830 se de- claró si'niplemente ser la' religión de la mayoría de los franceses, pero no del Estado, hasta que en 1848 con la República se pronunció en términos expresos la agualdad y la libertad de los cultos, y sn derecho co- mún a ser reconocidos y asalariados (sostenidos). Todo esto lo sabíamos los hombres de entonces, por- que seguíamos los movimientos políticos de la Euro- pa; esta misma histórica fué hecha por el Convencio- nal Sarmiento en 1859, antes de Larousse, para re- chazar la moción del Convencional Frías, que quería restablecer el antiguo artículo Borbón: la religión ca- tólica es religión del Estado. Cuando se reunió el Congreso Constituyente en 1853, todos sabían que ha- cía cuatro años se había declarado en Francia, país católico; qiie el' Estado sostendría tres cultos;, todos 'los cultos franceses en respeto a lo pasado, "por consi- deración a lo presente, y como un elemento de unión, de nacionalidad y hasta de fuerza!" ¡Habráse visto bellacos! Los gobiernos modernos reconociendo la ili- mitada libertad de conciencias, y un culto oficial pa- ra establecer la un "dad católica que mantuvo con las hogueras la Inquisición Católica, con las matanzas de la San Barthelemy, la Francia con la revocación del edicto de N antes! Se nos imputa a los Constituyentes haber estado haciendo prosa como M. Jourdain. ¡Oh sapiencia! No éramos ni tan sabios hi tan pér- fidos como so nos supone. Obrábamos siguiendo la marcha del siglo, incorporando en nuestra constitu- ción los principios conquistados. La Francia en 1S48, slenño en su mayoría católica, pero habiendo gran número de protestantes y de israelitas declaró soste- ner los gastos materiales de estos tres cultos france- ses, al paso que antes, cuando había religión del Es- tado, no sostenía sino a los sacerdotes católicos. En 1853 cuando hubimos de constituir nuestra nación, hi- cimos lo mismo; pero no habiendo israelitas, y siendo poquísimos los protestantes, e insuficientes para for- mar iglesia, la Nación declaró que sostendría los gas- tos del culto católico, y sin darle ventaja alguna a, la religión, que es cosa distinta del culto, Pero como pa- ra mi mujer lo mismo es culto que religión, y para mí, Chana que Juana y el culto a las imágenes es la religión de casi todas ellas, se les pondera toda nues- tra habilidad de estarnos chupando los dedos, cuandohicimos constitución, "combinando oon acierto lo pa- sado y lo porvenir, lo negro y lo blanco, el fuego y el agua, es decir, los derechos del hombre reconocidos en las garantías,, y negados en el culto preferido:—los hechos presentes y las más altas esperanzas".—Qué hijos tenemos! Le quitan al diablo en lo sagaces y embusteros! Buenos Aires, octubre 3 de 1883 Exmo. señor Ministro de Instrucción Pública doctor- don Eduardo Wilde. Señor Ministro: Tengo el honor de remitir a V. E. varios ejemplares de la edición de La conciencia de un niño, que se-dignó pedirme, y de que se están encua- dernando los tres mal ejemplares solicitados. La tapa de cartón que lo íoubre es suficiente para su objeto, se- giin el deseo V. E. de remitirlos a los párrocos y otras personas a fin de que en las familias de lugares apar- tados de la República, tengan las madres un prontua- rio de moral y religión, y la colección completa de las oraciones y rezos católicos, de que, por falta de libros en lugares lejanos, carecen ias que tienen el encargo de enseñar a sus cbicuelos. Una tradición constante «ha hecho que las madres, de generación en generación y a medida que el niño crece, trasmitan las oraciones católicas enseñando a rezar a los párvulos antes de acostarse, hincados, y re- pitiendo con veneración las palabras, hasta atesorar- las en la memoria. Ei comercio de libros, a fin de producirlos baratos, ha dado ien las ediciones anteriores de este prontuario, mayor ancho a la página que el que puede recorrer sin esfuerzo el aprendiz siguiendo el renglón, y menos separación o los renglones entre sí que la que convie- ne para no fatigar la vista, sobre todo con tipos pe- queños. La presente edición consulta las condiciones higiénicas que preservan "de la (miopía la vista de los niños, consideración que ha de tenerse presente, en la impresión le los libros de texto, a fin de que los tipos sean claramente perceptibles y los renglones separados para evitar confusión. La corrección deja poco que desear, en todas las ediciones que conozco. Tengo igualmente el honor de adjuntarle - un ejem-— 27 — piar de la edición chilena de La vida, doctrina y mO', ral de Jesu-Cristo, ¡precedida de una breve noticia so- . bre la Palestina que fué el teatro de la predicación. Contiene todo ^cuanto contiene la doctrina de Jesu- Cristo, casi siempre con sus mismas palabras, y aun las parábolas de que tan feliz y frecuente uso hacía. A todas las sectas en que se subdivide lo que nos- otros llamamos el protestantismo, la Biblia, es el víncu- lo general que las liga. La iglesia anglicana tiene su Prayer book, que es su catecismo de que son disiden- tes todas las otras; pero la Biblia les es común a an- glicanos y disidentes. Leerla es el culto,, como la misa lo es para los católicos, que no admiten la lectura vulgar de la Biblia. En el oficio de la misa católica se hace lo mismo que en la escuela cristiana; se lee un fragmento de una epístola, un fragmento de un evangelio1, que es el evangelio del día, y muchos fragmentos de salmos y otros libros del antiguo Testamento; desgracia- damente, esto se dice en latín y en voz baja, de manera que los fieles se quedan en ayunas. Esto mis- mo se hace en, la esówela norteamericana, leyendo quin- ce minutos algún fragmento de la Biblia, pero sin co- mentarios del Maestro. Faltándonos este libro en las Escuelas Comunes es preciso proveer para enseñar la religión a los que pa- gan contribuciones, un libro aceptado por católicos y disidentes y ese es ila Vida de Jesw-Cristo y la moral evangélica que traduje hace cuarenta años porque en castellano no había uno escrito especialmente para escuelas. Este libro debe adoptarse aquí porque contiene la fiel exposición de la moral cristiana y Ja de la . doctri- na religiosa de Jesu-Cristo. Es de asombrarse, señor Ministrot que en medio del ^siglo no hayan los que tantos se ocupan ahora de re- ligión en las escuelas públicas, producido un solo tex- to comparable a aquel; ni ninguno otro conocido a los libreros en América; y que mientras se alarman las • conciencias y se encienden pasiones rencorosas por sa- ber quién y en dónde debe enseñarse la religión, sólo aquellos dos Mbritos hayan penetrado en los lugares más apartados de Chile, República Argentina y aún Bolivia, difundiendo nociones cristianas entre las gen- tes que carecen de ellas, porque también falta el pá- rroco y el púlpito y conservando todos los rezos cató-— 28 lieos, que acaso sin auxilio se olvidarían en la cam- paña,, como lia sucedido ya más de lo que se cree. Ayer no más recordaba La Nación incidentalmente el curioso hecho conservado por el historiador Lozano, que dice: "Pasaron (los P. P. Dario y Boroa) a Andalgalá, donde había unos indios cristianos, pero totalmente ignorantes de sus obligaciones, pues se admiraban de oir hablar del Sacramento de la Penitencia, que nun- ca habían oído, y por consiguiente no gozado de sus utilidades. Diéronles la noticia necesaria, y por ser gente de buenos entendimientos se hicieron en breve capaces, y era tierno espectáculo ver la devoción y compunción con que se llegaban al Tribunal de la Pe- nitencia". ' Los que han vivido en campañas pastoras y lugares apartados saben, como lo he visto yo, que llegaban por centenares a hombres los hombres sin haber sido bau- tizados, por la negligencia o la falta de párrocos. Rue- go al señor Ministro de Instrucción Pública se fije en la iparte segunda de la Conciencia de un niño, en la que en lugar de sostener el diálogo un maestro,; el II- íbrito trae desde su original francés un cura. "El cura —Es preciso, hijo mío, llenar todos los deberes que os prescribe la religión. El niño—Qué es la religión? El cura—Es una ley que Diós mismo ha dado a los hombres para enseñarles la manera de adorarle, etc. La doctrina popular principia lo mismo. Dime, hijo: ¿hay Dios? S'í, padre, Dios hay ("y no maestro"). Por donde se ve y se reputa siempre incumbencia del cura y no del maestro de escuela enseñar la doc- trina cristiana, como lo es hoy de la madre enseñar los rezos a les párvulos, pues sería acabar con todo sentimiento religioso hacerlos aprender de memoria con el libro paseándose, como cuando estudian la con- jugación de los/ verbos, o la tabla de multiplicar. De la aceptación y propagación de estos preciosos tratadillos que llevan mi nombre, hay tres ediciones " distintas en Buenos Aires, declarando los libreros * Igon Hnos., que han hecho'varias otras para proveer a los pedidos de las Provincias, y la última para Co- rrientes. Todas las de las faldas de la cordillera se los pro- veen de las imprentas de Chile donde se han hecho numerosas para sus escuelas y el comercio; y de lalibrería Jaeobsen he tomado otra que se emplea' en varios colegios y escuelas de Buenos Aires. Libros co- mo estos, que tienen la aprobación de la Universidad tie Chile,i la aceptación de la iglesia y la adopción y uso exclusivo de cuarenta años en varias - repúblicas, han hecho y hacen más por la religión cristiana en ge- neral y la católica en particular que las vanas y no siempre sinceras declaraciones de la tribuna o de la sacristía; quedando subsistente el adagio: obras son Así hace ya cuarenta años que en las más aparta- das aldeas de Chile y las provincias de San Juan, Mendoza, Salta, Tucumán, 'La Rioja, Corrientes, etc., los niños y las madres estabanfc con La vida de Jesu- cristo- informados de que Jesús (28) era el divino am)!.go de los niñas; pues que en ella leen desde en- tonces que: "Según lo tenía de costumbre había pasado Jesús el 'día entero rodeado de una' muchedumbre de gentes, predicando el Evangelio, y curando los enfermos que le traían. Sobrevenía la noche y todo el concurso se iba retirando poco a poco, y Jesús se disponía tam- bién a partir, cuando vió acercarse .muchas madres, que, penetradas de •confianza y amor le traían sus ni- ños para que les impusiese sus manos, y les diese su bendición. "Los discípulos que esto veían los rechazaban con aspereza y no querían que le detuvieran más tiempo. Pero Jesús desaprobó su conducta porque amaba mu- cho a los niños. Con una bondad celestial los allegó así, diciéndoles a los discípulos: "dejad venir a mí a los niñitos y no los estorbéis, porque el reino de los cielos es para los que se Ies! asemejan. La verdad os digo que si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños en la sencillez e inocencia, no entrareis en el reino de los cielos". Y, abrazándolos, los bendijo, Im- poniéndoles las manos. "Después volviéndose a las otras personas que lo rodeaban les dijo en tono severo: "Todo el que reciba a uno de estos pequeñitos en mi nombre me recibe a mí, etc., etc.". Hay, pues, millares de personas de toda edad en es- tas Repúblicas, a quienes,, gracias a los libros religio- sos que llevan mi nombre y son los únicos que están encastellano al alcance de todos, no ha tomado de nuevo ver insertas en creaciones parlamentarias aquellas pa- labras de Jesucristo, con respecto a los niños, como si fueran una novedad para los oradores, acaso por no serles familiares estos tratados. No quiero perder la ocasión de recomendar a su ilus- trada consideración el Por qué o la física populariza- da de que se han hecho tres ediciones en Chile y una en Buenos Aires, no obstante no estar adoptado aquí para la» enseñanza. La rutina se opone al uso de estos libros, que ponen al alcance del n'fio de doce años to. da la ciencia práctica que puede reducirse a fórmulas. Con las trescientas respuestas a otros tantos por qué, el niño tiene atesorado un caudal de noc'ones que son ccimtf si sus ojos se agrandaran o si sus oídos perci- bieran otros sonidos. En Alemania han restringido recientemente el pro- grama de la enseñanza para aprovechar tiempo y re- concentrar la instrucción. El por qué suple a mucha instrucción difusa. UNA ENIGMA CONSTITUCIONAL ¡E. e. F. s. E. c. c! --1__ Hace treinta años justos a que se puso por delante de los pueblos argentinos en el artículo 2o. de la Cons- titución Nacional, el enigma misterioso que contienen aquellas fatídicas iniciales. No es que estemos por sa- ber qué dicen esas mayúsculas cuando se conocen las palabras a que sirven de iniciales, el Estado Fede- ral Sostiene El Culto Católico, Apostólico Romano. La dificultad mío está ahí sino en entender lo que dice, por más que parezca a los indoctas claro como la Luz del día que dice lo que dice, y nada más. ¡Pero ahí está el error! La ciencia moderna sirviéndose de los ¡progresos de la lingüística, de la arquelogía, de la epigrafía, ha rectificado la historia. Moimmsen mismo ha negado la existencia de la Boina quadrata, la pri- mitiva y legendaria Roma, sobre el Palatino, si bien pocos años después, el pico dió' con la muralla de Travertino, que la cuadraba, y probaba su existencia. La sagacidad de nuestros sabios modernos se há consagrado a averiguar, no lo que dice el artículo 2°. de la Constitución argentina, que eso lo sabe todo elmundo, sino lo que pudo haber dicha, si hubieran si- do los jesuítas los que concibieron aquel artículo, lle- no de recámaras, de reticencias, d¡e reservas mentales y otras invenciones de la mágica parda para derrotar al buen sentido y sacarse la polla. Recuérdanos el caso presente, la famosa controver- sia que en la Academia die las Inscripciones de Fran- cia, suscitó el hallazgo una preciosa e integra ins*- cripeáón sobre la vía pública a poco de remover la superficie para macadamizarla. He aquí sus letras iniciales: P. I. L. Ch. D. A. Dividiéronse los pareceres de los epigrafistas, y se agotó el ingenio en atribuáir a aquellas iniciales sú le»- yenda. Quien sostenía que era inscripción druídica, quien por la forma de los caracteres la bailaba galo romana; otros sostenían que era carlovingiana y cual otro merovingianai. Púsolos al fin de acuerdo un ha- bitante de los lugares donde ise había hecho el hallaz- go, escaso de saber pero sobrado de memoria^ el cual ¡ya avanzado en años, dijo haber conocido en su niñez el letrero puesto sobre un poste a la encrucijada de dios caminos indicando el uno el de las arrías; de- cía el aviso: Par Iei Le Chemin Des Anes, interpre- tación que satisfizo a todo el mundo, menos a los sabios cuando necesitan para su uso particular una Escuela sin religión, u otro juego de palabras. "Por Aquí el Camino De tíos Asnos". Como también alcancé yo a los tiempos en que se puso en un poste la Constitución argentina puedo< decir por donde iba entonces el camino de los a$?ios, según lo indica el artículo segundo, puesto que hablé con los constituyentes de 1853, fui parte de los cons-' tituyentes en dos convenciones separadas, en 1860 y conocí y traté a los constituyentes de, 1873, que refor- maron la Constitución de Buenos Aires y se andan paseando por las calles sin que la policía les eche la garra. „ Voy a revelar bajo secreto como se hizo el artícu- lo 2o. Desgraciadamete para nuestra imperecedera fama de profundos hipócritas, de ¡maquiavelos y de jesuítas, no fuimos nosotros los inventores de la ma- raña, sino los franceses que en 1849 reformaron la conistituclión antigua, y pusieron en ella la cláusula, que nosotros trasportamos a nuestra 'Constitución e¡n 1853. Hagamos un poco de historia. Cuando se restableció en Francia la dinastía de losBorbones, la constitución otorgada dijo: "la religión catóUca, apostólica romana, es la religión cíe la Fran- cia"; etc, Eso ¡mismo decían nuestros proyectos de Constitucio- nes hasta 1826, y continuó diciendo la de Buenos Aires hasta 1853. Cuando reinaron los de Orleaíjs, ya no se dijo que la religión del Estado fuese la católica^ sino: que era la de la mayoría de los franceses, un hecho que hoy se dice entre nosotros, sugiriendo para lectores femeniles que eso equivale a1 religión nacional. En 1848, después de la caída de los Orleans, se suprimió de la Cons- titución francesa toda declaración de religiones y sólo ee puso él hecho económico: (iEl Estado ¡sostiene con salarios todas los cultos reconocidos, a saber: el cató- lico, el protestante, el israelita." Judíos y protestantes son numerosos en Francia, a punto de costear el gobierno .profesores especiales en los colegios, para aquellas profesiones. Alberdi, que propuso las bases de la Constitución, tomó, pues, y todos aprobaron, el expediente suminis- trado por la Constitución francesa; pero como no ha— bía israelitas, y las cuatro sectas protestantes tenían aquí pocos sectarios, se simplificó la redacción, di- ciendo: el Estaditre, Riestra, ni Elizalde y otros que sos- tenían la redacción de la Constitución federal, por evi- tar repeticiones; y puesta a votación, la enmienda fué desechada por una inmensa mayoría. Esta era, pues, la opinión del país. Con ella se) desechó toda pretensión de dar a la re- ligión católica:—lo. el carácter de institución públi- ca,—2o. se negó que el gobierno le dispensase protec- ción alguna (encargarse de la enseñanza obligatoria en las escuelas); — 3o. se negó que los habitantes le debiesen otro respeto y otra veneración que el que se se debe a todas las religiones y cultos. Los que no son católicos, no le deben profunda veneración, pues que lo que*se niega en un sentido, se afirma en el otro. Esta es la regla de interpretación legal. Para eso sirven las actas. Por eso se pide a veces hacer constar en el acta un hecho o una indicación. 1873- Como lo hemos visto, la opinión de los argentinos^ es unánime sobre estos puntos en 1853, en el Congreso de Santa Fe, en 1860 ,en las Convenciones de Buenos Aires y de Santa Fe; en todas expresadas por hom- bres y pueblos distintos. Quedaba, sin embargo, en Buenos Aires la enmien- da Frías subsistente en la antigua Constitución, y en 1873 es convocada una Constitución para reformar la provincial, y a causa de demoras inevitables, renun. cías y no admisiones, casi todo el Buenos Aires gober- nante pasa por la Convención. ¿Cuál es la opinión'do- minante veinte años después de la Constitución dada en 1853? Es ya más avanzada que antes. El doctor D. Juan María ,Gutiérrez niega a la Cáma- ra la facultad de tornar juramento; y a diferencia del Parlamento ingles diez años después la Cámara no lo expulsa de su seno, y acepta la afirmación simple. Los convencionales Estrada y otros sancionan el artículo de la Constitución, que impone pechos a las donacio- nes país, en favor de las escuelas laicas; y últimamen-te e¡ artículo 2o. de la Constitución* Nacional es adop- tado, ampliándolo en sentido más liberal todavía que el original. Coopera al sostén del culto católico; además es inviolable el derecho que todo hombre tiene para rendir culto a Dios, según los dictados de su con- ciencia; y- a la declaración constitucional que los ha- bitantes de la Provincia son iguales ante la ley, aña- de, y esta debe ser una-misma para todos, y tener una acción y fuerza uniforme. ¡Y vayase a enseñar en las escuelas comunes, cos- teadas por contribuciones iguales y uniformes, una doc- trina que no es una misma para todos, y no tiene una occión y fuerza uniforme! Pero léanse las cartas provinciales de Pascal, y se encontrará como no se viola la Constitución, haciendo lo contrario de lo que, ella prescribe expresamente. Pocas veces se presentará la historia de la legisla- ción hecho mas constante, más claro, más evidente que esta persistencia de los argentinos en conformar sus instituciones con las de todo el mundo, subordinando las predilecciones tradicionales de raza y de historia a los deberes sagrados de las naciones con respecto a los Derechos del hombre que deben ser proclamados, y son anteriores y superiores a las constituciones humanas. Así fueron las enmiendas a la Constitución norteame- ricana, impuestas por los pueblos de las trece colonias especificando lo que el Congreso no tendría facultad de hacer, porque ni a voluntad de un pueblo puede des- pojar a la humanidad de un derecho adquirido: y la libertad de la conciencia es un derecho humano ad- quirido en tres siglos de luchas, leyes, hogueras, cas- tigos, suplicios, guerras, por negarla o adquirirla. Estas verdades prevalecieron en el Congreso Consti- tuyente reunido en Santa Fe, después de largos debates y tomaron la forma,del artículo 2o. y fueron confir- madas por la Convención de Buenos Aires que solo re- conoce al Gobierno la obligación de sostener el culto reconocido antes, asalariándolo como dice la Constitu- ción francesa que asalaria los tres cultos que venían de antemano reconocidos y practicados por franceses, a saber: ei católico, el reformado y el israelita. La teoría jesuítica que hace decir a la Constitución lo que ahora se busca, es simplemente una calumnia inventada a pla sir, contra hombres ilustres, una falsi- ficación histórica como quien adultera las escrituras1, y además un delito contra la Constitución.LA ESTADISTICA Y LOS DISIDENTES •También a la estadística se le enseña a mentir pia- dosamente. Está declarado delito de lesa humanidad y fuera del palio del Derecho de Gentes, en la guerra envenenar las fuentes; tengamos, pues, cuidado al manosear las ci- fras de la Estadística. Luego para interrogar a los niños,, es preciso andar- se con mucho tiento. Como antes de castigarlos la ma- má les pregunta: ¿quién hizo esto, quién dijo aquello? los chilenos si no entienden bien, temiendo que sea cosa mala, tienen pronta la negativa. Preguntábale un examinador, de buenas a prime- ras, a un travieso: ¿Quién ha hecho el mundo?—No fui yo, señor, el que lo hizo, contestó sin turbarse.— Vamos, piénsalo bien, ¿quién hizo el mundo?—Y co- mo muchas veces se había salvado día la azotaina, confesando de plano, el muchacho contestó refregán- dose el ojo, para arrancar una lágrima ausente: "Ya no lo volveré a hacer más, señor. Otro tanto le ha sucedido al doctor .de la religión -sin escuela. En sus visitas frecuentes a las escuelas, pues si nadie le estorbaba qué los niños se lleguen a él co- mo a Cristo, él va como Mahoma a la montaña, cuan- do la montaña no viene hacia él, ha preguntado sin du- da a los niños de golpe y zumbido: ¿quiénes de uste- des son disidentes? —Pa los pavos! se han 'dicho los niños, no sabiendo qué sea ser disidente y nadie ha contestado, lo. que autoriza a decir ''la verdad por entero", otra prueba de que es sospechoso el aserto. ''Según la estadística no hay niños disidentes en nuestras escuelas públicas... Las sectas disidentes tie- nen sus escuelas y a ellas envían los padres sus hi- jos, sin -queja-.-TT24-- Siempre tratando, las más altas cuestiones sociales, sin consultar el diccionario, usando el lenguaje casero propio de mujeres! DiHdcntes de qué? En Inglaterra donde hay una reli- gión nacional obligatoria, la de la iglesia anglicana, única que reconoce la Constitución, son disidentes los papistas, los presbiterianos, anabaptistas> metodistas, etc. No habiendo en la República' Argentina, como en los Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, reli-gión nacional legal para el Estado, nadie es disidente de nada. No hay Prayer Brook. Aquí pueden ser reputados disidentes las escuelas y colegios de los jesuítas y otras sectas en que se divide la cristiandad cuando niegan la potestad civil. . En nuestras escuelas púbhcas no hay disidentes, es pues una frase sin sentido. No hay. nosotras, y los otros o aquellos, sino que todos son unos los niños, hU jos de padres de familia que costean con sus rentas la escuela y el maestro. "Las sectas d isidentes tienen sus escuelas." ¿No somos nosotros los disidentes? Pues en Inglaterra son ingleses los disidentes, y aun los Ir- landeses católicos qué tienen entrada al Parlamento y aun los judíos, secta como la de los papistas donde hay una religión de Estado; pero aquí, somos ciudada- nos, vecinos,, contr buyentes a la escuela y no sectarios. - ¿Cuáles son las sectas d.sidentes? No es la sonrisa sardónica de Voltaire la que excitan estos gu d pro guo que hacen toda la fuerza de la ar- gumentación. , Hace cincuenta y se.s años que levan- tan al cielo sus agujas o sus gót cas almenas seis tem- plos de diversas denominaciones en Buenos A.res, y a cuya prédica evangélica acudían centenares de fami- lias que, por lo visto, o no tienen hijos en dos genera- ciones, para ser nosotros o se mantienen los otros, sin queja, siendo siempre extraños los niños!; y un hom- bre de Estado contempla este espectáculo, este aceité y aquella agua que aunque en el mismo vaso, la patria común, no se mezclan ni, amalgaman, y no habrá niños disidentes en nuestras escuelas por muchos años, aun- que vengan y se establezcan por centenares de miles los alemanes, ingleses, holandeses, que procuramos se esta- blezcan, en el país. El arreglo se ha hecho por sí mismo, se nos dice, como cuando los ríos abandonan ante algún accidente del terreno su cauce natural, y se abren va- .r'os canales destruyendo el terreno, o esterilizando su fuerza colectiva. El Convento de San Lorenzo' va,a des- aparecer así, arreglado por el Paraná. El arreglo se ha hecho de sí mismo y responde al pensamiento secreto atribuido a los contribuyentes, al sostener con las rentas del culto católico profesado por los argentinos de «antaño, "a fin de que fuera conserva- do como un elemento de unión—de nacionalidad—y hasta de fuerza". Así se servía el objeto supremo de constituir- la unióh nacional. Esta aserción es impaga- ble. Rien dans les poches!La perversidad de estas monstruosas doctrinas no está en profesarlas, si hubiera quien las profesara hoy en el mundo (civilizado, sino en que se las presenta co- mo el pensamiento reflexionado de los que constituye- ron la República, reconocieron la necesidad de costear los gastos de un culto. ¿Puede hablarse en el siglo XIX de constituir la nacionalidad, la unión de un pueblo sobre la unidad de creencia? Este fué/el error del orgullo y del fanatismo igno- rante del papado y de los reyes durante quince siglos por lo menos, y que ha costado a la humanidad derra- mar sangre hasta llegarte al hombre al tobillo, por la unidad de creencia católica, obteniendo sólo al fin la desagregación de las iglesias, y la libertad de creencia para felicidad del género humano. Permítasenos no dejar pasar estas pérfidas insinua- ciones, que son la condenación de todo ese juguete lite- rario, que se ha propuesto quebrantar la razón a fuer- za de paradojas y contrasentidos. Ningún Estado del mundo ha logrado asentar sus bases sobre la unidad de creencias religiosas si no son los que dominó el mahometismo con la cimitarra, la conquista, el incen- dio y el exterminio. Intentáronlo los primitivos pueblos cristianos; y San Hipólito, sí es suyo el manuscrito que Bunsen le atri- buye, cuenta ciento treinta años después de Jesucristo, treinta y dos de herejías en Roma, que él combate. A los tres siglos se bañó en sangre la tierra por aho- gar la heregía de Amo y se separaron los reyes bár- baros del Norte. A los ocho se fundó el papado, y por su causa se se- paró de la unidad católica la iglesia griega con sus sabios doctores, y hoy la Rusia y la Rumania, Vala- qu a, Moldavia, etc., cuentan cien millones de disidentes. En el siglo quince es asolado, a fuego y sangre el rpaís valdense y albigense para llevarles la unidad ca- tólica a pobres montañeses. En el mismo siglo so rompe la unidad católica y que- da reducida a la Italia fTla: España y Austria, gra^ cías a ia tajante espada de Carlos V., que .las salva. La"inquisición es fundada para mantener la unión, la nacionalidad, por el culto católico profesado. El edicto de Nantes es revocado para restablecer, co- mo se pretende subrepticiamente, para recuperar launidad de creencia a que aspiremos nosotros, los anti- guos indígenas. No se ¡ha fundado hasta hoy una nacionalidad con culto alguno, ni con creencias religiosas. Al contrario las más fuertes y poderosas naciones son las que más creencias diversas admiten en su seno. Lia Italia, la España, el Austria, no son naciones fuertes. Eslo la Alemania, compuesta de Estados protestantes, católicos, y de ciudadanos israelitas, libre pensadores, creyentes o no. Es la más fuerte de todas la Inglaterra con sus diez o veinte sectas, papistas,, episcopales, etc., etc., in- dios, etc. La Suiza, la- nación sin fuerza, es la com- puesta por tres religiones distintas y tres razas diversas, y es el modelo de la paz y de las virtudes! Dónde - quedan los Estados Unidos cuyas escuelas no tienen religión, donde en cada ciudad, villa, aldea, se levantan doce, y a veces ciento ochenta agujas de otras tantas casas de reunión (meetings), tan divididas y subdivididas están las creencias; pues sólo los meto- distas cuentan seis iglesias y credos distintos entre si! La fuerza de vegetación de esta soberbia planta le viene de la falta de unidad de creencias, de la diferen- cia de ellas, de la supremacía negada a todas. Su po- blación dobla cada treinta años, y ya ha adquirido ca- torce millones de ciudadanos de los que de todo el mundo le vienen con creencias extrañas y aun con las que nacen en su seno, como los mormones, los shakers, los espiritistas, los adamitas, sin que nadie se preocu- pe de ello, si nos.turban la tranquilidad pública. Ni es común la relig.ón, ni la lengua,, pues se habla y enseña el alemán, ni siquiera la raza la que constitu- ye el vínculo de unión de aquella Babel de pueblos, si- no la Escuela común s n religión especial, la urna elec- toral para el hombre; pero es la escuela, el caldero en que se elabora el alma del pueblo norteamericano, a condición de no torturar el alma del individuo para imponerle una creencia común, o hacerle observar un culto, como se blasfema aquí s n respeto por la verdad. Qué ha producido este sistema, mientras la Francia, la Bélgica y tantas otras naciones, la Inglaterra, entre ellas, se conmueven por librarse de las ataduras que edades bárbaras les conservan,, para retenerlas en la desastrosa unidad de creenc as? , Para proclamar ante las pobres mujeres nuestras, los efectos de la libertad absoluta y la ventaja de la muí-titud de creencias, nuestros asertos como los del señor Domínguez, como los de Tocqueville, pueden parecer- Ies sospechosos. Buscaremos un pregón cuya voz le sea conocida y simpática, que les pondere los pasmosos re- sultados que en tres sglos ha dado el no tener reli- gión de Estado ni permitir que se enseñe religión algu- na en las Escuelas. Tiene la palabra el senador Avellaneda: "Estudiemos rasgos de este gran pueblo. "Según el Censo de 187Ó, los Estados Unidos, con una población de 38 y medio millones de habitantes, tenían sesenta y tres mil iglesias de diversos cultos, lo que da una iglesia para cada 611 habitantes. "Estos hechos no son accidentales. Marcan el des- envolvimiento gradual de cada creencia libre. En 1860 las cifras respectivas habían sido—31 millones y 400 mil habitantes—54 mil iglesias—19 millones de asien- tos!—171 millones en propiedades de las iglesias de dis- tintos cultos. En 1850, 19 millones de habitantes—38 mil iglesias—14 millones de asientos—87 millones de propiedades de los diversos cultos. "Consta del último Censo que asistían a las escuelas (sin religión) 9 millones 200.000 niños y tenemos pol- lo tanto que los Estados Unidos de la América nos dan el espectáculo singular de una Nación que cuenta 28 millones de sillas en los templos, de veinte o más cul- tos diferentes para recibir cada domingo un número igual de creyentes,—al mismo tiempo que nos presenta nueve millones de niños que oyen quince minutos en cada día de la semana una lectura de la Biblia, o que entonan un himno religioso antes de comenzar las ta- reas escolares";... pero a cuyos maestros les es prohi- bido darles instrucción dogmática de ningún género, ni la católica en el estado de Maryland, ni la cuákera en Filadelña, ni la presbiteriana en Bostón no obstante ser éstas las sectas dominantes." Hasta aquí Avellaneda.—Veamos ahora lo que ha pro- ducido la unidad de culto entre nosotros en América. Hasta 1872 en que empezó a funcionar libremente la Constitución que ha separado del Estado toda creencia religiosa, en la ciudad-católica de Córdoba Sede del Obispado, enjambre de monasterios, frailes, estudian- tes de mayores y de menores, de teología y de religión, había en la única escuela pública sólo treinta y dos niños aprendiendo a leer! —En Buenos Aires hay 50.000, en Córdoba hay 17.000desdo que Ja educación no es religiosa ni católica. En Italia había 936 mujeres y 850 hombres por mil que no sabían leer, bajo la influencia de *una religión de Esta- do, y la educación dada por obispos, jesuítas y con- ventos. Ahora preguntamos quiénes somos nosotros y quiénes los disidentes al autor de estas confesiones. Cree que los disidentes son los hijos de alemanes e ingleses, bastantes ricos para despreciar la educación que domos nosotros y educar sus hijos en escuelas par- ticulares? Si la Escuela sin religión fuera una alma viviente^ no siendo más como el autor mismo lo apunta, que la Frase Oratoria, que habiendo triunfado por la astucia se salió a la calle creyéndose "militante y por lo tanto intrépida"; con ánimo "de correr y salir al asalto, he- rir y deslumhrar"; si la Frase Oratoria hubiese tenido soplo de vidai y corazón y realidad, pues no es más que una sombra rana, se habría quedado helada de horror el veinte de septiembre, encontrando al anunciarse por las empavesadas calles la Escuela sin religión, se habría quedado lela en presencia de otra sombra airada, la Ita- lia abrazando convulsivamente el pabellón de la Pa- tria, ausente, pero siempre querida, gritando Roma o morte, y teniendo a sus pies y pisoteado los emblemas del Papado. ¡Escuelas con religión—Roma o morte! Este es el protestantismo italiano, más irreconciablo que el de las disputas de los teólogos. Los hijos de trescientos mil italianos en ambas már- genes del Plata son los disidentes argentinos a quienes políticos miopes dicen que pongan escuelas aparte para sus hijos, quedando con ello vacías las nuestras, pues los trescientos de sus niños son de los otros! Hay diez y seis mil disidentes en las escuelas públicas que no ven los ciegos de nacimiento. i BEWARE OF PICKPOKETS Suele ser la regla general seguida en todas las obras humanas, principiar por el principio, y si de materias científicas se trata o de asuntos que alarmen la coa- ciencia, conviene fijar claramente los puntos en discu- sión por miedo de que el debate se extravíe en digre- siones inútiles, y cambie el asunto como de sujeto la oración, y acaben por no entenderse los/contendientes.Hemos seguido esta vez el sistema contrario, princi- piando la pirámide por. .La cúspide. Graves razones nos aconsejaban este procedimiento.. La cosa no tiene prin- cipio ni fin; principa en cada página: y si queríamos saber de qué se trata en la Escuela sin religión, no| ha- bríamos tenido ocasión de escribir los sesudos, profun- dos y doctrinales artículos que preceden a este, que es el más contundente de todos. Y si no, veamos un poco: Contenía el 'proyecto de ley sancionado por la Cámara y desechado, ¡por el Sena- do, prohibición absoluta de ensoñar las cosas de la re- ligión,, como' parece abominarlo el título de guerra de Escuela sin religión. Para decir la verdad por entero diremos que el autor no hace tan fea imputación a la mayoría de ila Cáma- ra, nd pudiera hacérsela aunque quisiera, pues el texto literal del proyecto lo desmentirá, y él mismo lo con- fiesa. Lo que tacha al proyecto! no es falta de religión sino las horas destinadas a enseñar, disponiendo que la instrucción se dará ''fuera de clase"; pero como fuera de las horas de clase debe suponerse que; la Escuela es- tará cerrada, es piadoso y cristiano, y sobre todo cató- lico, creer que tal designación de hora es una burla hecha a ila religión de mi mujer. Luego la Escuela sin religión, mo combate al difunto proyecto de la Cámara, puesto que allí había religión, ni sostiene la Escuela de mi mujer, como en mala hora se nos antojó, sino que combate la Escuela con reli- gión antes o después de ¡las horas de clase.j lo que equi- vale para él la Escuela sin religión. Necesitamos consignar en el acta esta famosa argu- cia,vbase de toda aquella fantasía en do mayor escrita a la ligera y sólo' para salvar al país de un cataclismo, coordinando períodos, amenizados de fiorituras y fra- ses sonoras, que no han logrado convencer al autor mismo, nd obstante la fuerza 'que se le ve hacer, di- ciendo a veces la verdad por entero, y casi siempre dándonos verdades truncas, raspadas o de baja ley. EK artículo 8o del malhadado 'proyecto, dice: que la enseñanza religiosa "sóle-ijodrá ser dada j,por los minis- tros de los diferentes cultos fuera de las Jioras de clase", lo que (Constituiría escuelas con religión fuera de clase pero al fin con religión. Pero aquí viene el comentario del teólogo casuista, sutil como Juan Scot. "Nótese dice, que esta religiónfacultativamente enseñada queda siempre fuera de la Escuela" (!); y para probarlo cita entre comillas el artículo. ''La enseñana religiosa, dice textualmente la cláusula^ sólo podrá ser dada antes o después de las ho- ras de clase, o en mejores términosi (es la cláusula quien lo dice) cuando los niños ya se fueron o no han venido". "Las comillas aquí son simplemente .atroces. En todos tíos pasadizos y galerías de los hoteles en los Estados Unidos.- está repetida esta prevención. 'Beware of iñclcpockets. Tendremos que hacer la misma pre- vención en la república de las letras. Es fortuna que no se haya pronunciado esta arenga en el Senado; pues,habría parecido en la historia, que se había deja- do convencer por esta clase de argumentos. La avería no era tan grande como se ve. Entre es- cuelas sin religión, y escuelas con religión antes o desi- pués jde .las horas de clase, todavía 'hay ilugar a com- postura. La ley vigente y aprobada dice: "La religión se en- señará en el local .de la Escuela, por los párrocos o los sacerdotes". El 'nuevo proyecto decía: "La enseñanza religiosa sólo podrá ser dada antes o después ¡de las horas de clase dentro de la Escuela y no-en lia plaza, ni en la casa de enfrente". La diferencia/no es como para degollar a los hijos, antes de mandarlos a escuelas donde sólo se enseñará antes o después de las horas de clases-, como lo vocife- ró La XJrvión. Acaso la falta está en decir que sel enseñará facul- tativamente, suponiendo que es por los facultativos los sacerdotes que saben enseñar cosas religiosas, con au- toridad. Las maestras serían mejores catequistas. Acaso será porque confía a los ministros de los di- versos cultos la enseñanza de los de su persuación, de- biendo ser el Párraco sólo quien deba y pueda enseñar. Todavía no hay motivo para degollarse. Los niños de otras sectas que la dominante han de aprender en alguna parte, en su casa, en una capilla protestante, y tanto vale sí al fin han de aprender que aprendan en la escuela misma con sus hermanos, parientes y campa-- triotas los otros. Los 'destinados a la gloria. Pero en este caso el pan- fletín debió llamarse. "La escuela con demasiada reli- gión".La escuela con la religión de Washington, Franklfn, Avellaneda, Lincoln y tantos otros Presidentes: "Sar- miento queda fuera de .todas las escuelas". De manera que si dice el ¡proyecto que la religión y la moral se ensebarán en las clases ordinarias, Fran- klín, Washington, Guizot, Jefferson, Lincoln, Orígenes, Bert y todos los patriarcas citados, aunque todos here- jes, sea dicho de paso, aunque muy religiosos habrían brincado de gusto en sus tumbas, al saber que se en- señaba religión en las clases, y no antes ni después como lo pretendía desacordadamente la Cámara, a ries- go de encender la guerra civil. El texto está ahí y el Reglamento actual vigente vie- ne citado al fin, mostrando que salvo el fraude atribuí- do a la Cámara de designar horas imposibles oi no existentes para enseñar religión, el Senado habría acep- tado el proyecto. El Reglamento dice: Art. 35. La re- ligión se enseñará en el local de la¡ escuela, por los pá- rrocos o los sacerdotes que la Curia Eclesiástica desig- ne, ¡cilátísula que no trae la ley. Fácil era acordar ley, proyecto y reglamento, pero todo podrá decirse del proyecto menos que fuese sin re- ligión, sino con religión fuera de clases^ o con demasia- das religiones. Estamos de acuerdo ,en que era mala la redacción del artículo, puesto que ha dado lugar a tales suspica- cias; pero, francamente hablando,, pocas personas ha- brá que atribuyan al diputado doctor Leguizamóh7~éx Juez de la Corte Suprema, ex ,Ministro de Instrucción Pública del Gobierno del ex Presidente Avellaneda, la intención deliberada de, poner en una ley de educación, cuando de religión y de moral se trata, el sarcasmo y la burla que se atribuye a aquella mala redacción que pudo corregirse, o suprimiendo la frase, o completán- dola, o designando día como es la práctica. Cuarenta diputados sancionaron el proyecto sin parar mientes en aquel defecto de redacción, acaso por la misma causa que lo hizo cometer, y es que tanto el doc- tor Leguizamón y los cuarenta, y me.atrevería a decir el mismo que hace el reparto, conocen poco o nada ei mecanismo de las escuelas, y se persuadieron que fue- ra de ias horas de clase b abría tiempo disponible para que sacerdotes o maestros enseñasen materia religiosa. Pero de ahí, a atribuirle intención dañada y dolosa al doctor Leguizamón y a cuarenta diputados, hay o debiera haber un insondable abismo.¿Qué queda para la política, para las complacencias de partido, si eu cuestión de moral y religión la Cámara de Diputados se permite La chanza de designar los días o las horas en que no habrá niños en las escuelas, para destinarlos, deliberadamente a la enseñanza religiosa? Como lo notará el malévolo (lector, si hago esta ob- servación al principio de la discusión, no escribo los sendos capítulos que precedía, puesto que la escuela sin religión es una tesis de estudiante, aspirando al grado de bachiller, premiándose en ella la audacia, la parado- ja, la hipótesis, la hipérbole y la antítesis. La escuela sin religión en das horas ordinarias de clases, no se presta- ba en efecto a las amplificaciones y teorías (muy ba- rajadas) de que salvó el Senado; y hemos estado a punto de ser víctimas, nosotros oprimidos y anonadados por los dichos de Guizot, las genuflexiones de Washing- ton y todos los hombres y los pueblos y las escuelas con religión, Jos cuales no hubieran sido traídos a cuento si la religión se hubiese enseñado en medio y no antes, ni después de las clases. ¿Qué horror, querer enseñar religión en ayunas, antes de principiar la cla- se de lectura^ o bien enseñar religión después de la cla- se de aritmética o geografía en que suele terminar el día escolar? Todo esto viene de .meterse a hacer proyectos de edu- cación improvisada, sin tener por delante ios anteceden- tes1 legislativos de la materia. La última de nuestras ayudantas de escuela habría reparado a la primera lectura del proyecto la incon- gruencia pero merced a esta omisión ej ojo perspicaz y el espíritu fútil del formidable antagonista, que se había suscitado el señor Leguizamón en materia de educación, encontró una brecha abierta por donde co- larse en la plaza con diez valientes senadores, y ensan- chándola con trabajo de zapa y dinamita, hizo desapa- recer toda traza de religión;'piidiendo subir a lo alto de» un panfleto y a guisa de proclama ipregonar que no había religión en . las escuelas del ex Ministro Leguiza- món, y que la República-, estaba perdida desde que se la enseñase moral antes o después de las horas de clase. ' Restablecida así la cuestión a un incidente (suponien- do hipotéticamente que cuarenta diputados no se hayan querido burlar del país con la hora de enseñanza de- signada), no hay _ de que hablar pues el autor y nos- otros y la Cámara y el Senado estamos de acuerdo, en que no había escuela sin religión, como para ilamar alos lectores se puso de epígrafe, de la misma manera, que nosotros lá llamamos la escuela de mi mujer, no tratándose ni de mujeres ni de religión, ni de cosa que lo valga, pues en >el fondo todos estábamos de acuerdo, no disintiendo sino en la hora, que irnos querían que fuese antes, y los otros después de las clases, debiendo de ser» ¿como la moral que es el término medio entre la virtud y el vicio de una clase y no antes ni después. Digamos pues, que nada hemos dicho y doblemos la hoja.Biblioteca Francisco Bilbao PUBLICACIÓN MENSUAL I. Angel M. Giménez—De la época de Rosas— La restauración de la Compañía de Jesús. (1836). II. Domingo F. Sarmiento —La escuela sin la religión de mi mujer. II. Manuel L. Amunategui—Encíclica del Papa León XII contra la independencia de la América española (en prensa). Precio: 0.20 el ejemplar En venta en todas lás librerías.LA VANGUA DIARIO DEL PARTIDO SOCIALISTA Redacción y Administración Reconquista 675, Buenos ñires SUSCRIPCIÓN POR MES: $ 1.70 NUMERO SUELTO: 0.05 centavos.