72 das,) sumamente difícil conseguir ol número comparativas diminuto de remeros para 60 o 70 canoas, será por cierto ¡mi sible conseguir los necesarios al desarrollo futuro del comal Por esta razón ul mejoramiento de la via actual se j indispensable, pues de otro modo, ni el Gomercio ni la iudail podrán progresar. Por medio de la construcción do planos inclinados se ■ den emplear buques de capacidad de 30 toneladas, mit-ntrasi por el actual sistema, difícilmente cargan las canoas Si neladi La apertura de un oaual pata la navegación en i¡uadel márjenes y la construcción de compuertas en los puntos man propiados ofrecería sin duda el medio mas perfecto de coiuaajj cion; pero el diminuto comercio actual y su porvenir poco he güeno, a menos que el Uobiemo boliviano facilite a! luismotM po las comunicaciones en el interior del país, no guardan dea gun modo proporción con los euormes gastos proveniente Je construcción de semejante canal. No podemos pues aconsejar por ahora la ejecución de empresa tan grandiosa. Entre todos los proyectos, el que se refiere al establ miento de la navegación a vapor en el bajo-Madera y en el 1 moré, ligando estas dos líneas por medio de una navegacium barcos pequeños y superando las cachuelas por medio de pía. inclinados, os el que ofrece mayores ventajas. Siendo la tripulación de los barcos apenas de 175 h bren, la población indíjena del Beni que hoi se destruyera moralmente en una navegación infructífera, podrá volvtfl ocupaciones acostumbradas de la agricultura e industria. A pesar de que tanto los gastos de construcción, conw flete, en una via férrea, sean mayores que los qua se harían un camino macadamizado, aún así preferimos la primera, I dida la mayor facilidad para conservarla. En todocasO; pero principalmente si la nueva via /■ Iierra firme y hallaron el gran rio y el Brasil. Por allí, pues, sobre la tierra que los descubrido- ros llamaron con el nombre del palo de tinte que produce, entre el gran rio, cuyo nombre omitimos por no ofender al lector, y el cabo mas oriental de nuestro continente, por allí, leguas mas ó menos, iba la raya c demarcación y se encontraba la punta de la gran provincia de Castilla del Oro. La verificación que hemos hecho con los docu- mentos, de la parte por donde pasaba la línea de demarcación, se encuentra corroborada por los cro- nistas Oviedo, Gomara y Herrera; lo que parece demostrar que el hecho estaba bien averiguado y que era público y notorio en el siglo XVI.— 12 — Tratando del cabo de San Agustin, Gomara dice : u Unos ponen quinientas leguas, y otros mas desde el rio Marañon al cabo de San Agustin. Es- tán en este estrecho de costa la tierra é punta de Humos, por do es la rapa de la repartición de Indias entre Castilla y Portugal; la cual cae grado y me- dio tras la equinoccial. Lo mismo, poco mas ó menos, dicen Oviedo y Herrera, con diferentes palabras. Ese era también el término probable de lo des- cubierto hasta entonces por los españoles en Tierra- firme, y desde allí debían partir los descubrimientos de Solis en 1515, empezando por averiguar si Cas- tilla del Oro era una isla, pues todo permanecía desconocido á sus espaldas. II Vamos á ocuparnos ahora de los errores y con- tradicciones que han cometido los cronistas, y que lian repetido, con variantes mas ó menos sustancia- les en los detalles, todos los escritores que los han tomado por guia en el particular; y para que nues- tros lectores puedan fácilmente apreciar la crónica, sin ocuparse de hojear libros que no todos tendrán á la mano, transcribiremos testualmente lo que cada uno dijo, y lo comentaremos en seguida á la luz de los documentos. Oviedo, en el cap. I, lib. XXIII de la primera parte de su historia general de las Indias, dice lo siguiente: «E aqueste Johan Diaz de Solis, siendo piloto mayor y pareciéndole que en la villa de Lebrija, de donde era natural, no cabían sus pensamientos, volviólos al otro emisferio ó partes australes, don- de se ofreció á mostrar por su industria é navega- ción, aquellas partes que de los antiguos fueron ignoradas en el antartico polo. X con licencia del Católico y Serenísimo rey, don Fernando, de in- mortal memoria, dió efecto á la obra y descubrió Ww gran rio ( el de la Plata) «/7o de mil y quinten-— 14 — tos c doce anos, y trujo la relación que por entonces pudo ver de aquella ribera.?? Este primer cronista mayor de las Indias, que comunicó á Solis, según él mismo lo dice, y pudo, por consiguiente, formar el juicio que emite sobre la competencia del piloto mayor, en materia de na- vegaciones, clasificándolo, como lo clasificó, de buen piloto, no espresa, si con motivo de comunicar á Solis, este le participó haber descubierto el Rio de J la Plata en 1512, ni manifiesta tampoco nada que justifique su aserción. Se limita á espresar que trujo la relación que por entonces piulo ver de aquella ribera; cuya relación debió ser sumamente insigni- ficante para Oviedo, ya la oyese de labios de Solis, ó la conociese de cualquier otra manera, cuando no mereció del cronista ni siquiera ser condensada en un párrafo de su obra, que tantas otras relacio- nes de poquísimo ó de ningún interés contiene. Cuando no hubiese otros motivos, esto bastaría para deducir que Oviedo dió por verificado el via- ge de 1512, con solo la noticia de que en ese año se trató de emprenderlo. A lo trascrito se reduce lo que espresó Oviedo sobre el supuesto viaje y descubrimiento de Solis en 1512, y dice luego : ce Y para mejor y con mas posibilidad é gente salir en tierra, el mismo rey le hizo capitán suyo ¿le concedió la población de arpiel gran rio. E volvió allá con tres naos mui bien armadas y provistas de — 15 — gente y vituallas, para descubrir é saber los secre- tos de la tierra, el año de mil c qnidimtos é quince años; y llegado donde él tanto deseaba fué ami- j gablemente recibido de los Indios é convidado de ellos con mucho halago y semblante de dulce y riAe^Á*^-^*-^ , amoroso acogimiento, y mostraron mucho placer / ,4 ^ con é) y con los cristianos. E salido en tierra con /* una barca y parte de la gente que llevaba, salieron ^ ^ . y*« de una celada grande multitud de indios que esta- ban puestos en asechanza con mano armada é ma- taron á Juan Diaz de Solis é á todos los que esta- ban en tierra de los españoles, sin que alguno quedase con la vida, á vista de los cristianos que estaban en las naos, é no sin mucha vergüenza de todos ellos, demás del notorio daño; y tomaron la barca y quebráronla é quemáronla luego. Viendo esto los restantes cristianos é que así sin se enten- der, les habían muerto su capitán é principa] piloto é guia, con mas de cincuenta hombres de los me- jores de la armada, alzaron velas é no osaron que- dar allí, pareciéndoles que era mui poco número de gente para contra tanta multitud de indios; é fueron á la tierra del Brasil, donde cargaron los navios de aquella madera, é se tornaron á España para dar color á los paños é á otras pinturas con aquella mercadería; pero no á tan señalada igno- rancia y mal gobierno del capitán, con esta mala nueva é fin del piloto y de la gente que con él murieron, corno hombres gobernados de caudillos— 16 — sin esperiencia en las cosas de la guerra. Porque como dice Salustio, « el que la guerra ha de ejer- citar, en la adolescencia lo ha de aprender.Buen piloto era Johan Diaz de Solis, é yo k comuniqué, y en las cosas de la mar por diestro era tenido para crohernar un timón é mudar las velas é derroteros: pero en las cosas de la guei'ra terrestre nunca ejer- citó escuadrón de gente á pié ni á caballo.» No pudiendo persuadirse Oviedo, quelaespedi- cion de 1515 tuviese por objeto descubrir lo que en su concepto ya estaba descubierto, su primer error lo indujo á cometer otros. Por eso dice que el rey, para que Solis pudiese con mas posibilidad i gente salir en tierra, le hizo capitán sayo c le concedió la población (le aquel gran rio. Conociendo, como conocemos, los documentos relativos al viage de 1515, por los cuales consta que su objeto era descubrir, y que nada contienen sobre conquistar ni poblar; constando también la cortedad del equipage y armamento, en relación con la pequenez de la armada, que debia limitar sus esploraciones á espacio y tiempo determinados, las cuales, una vez realizadas con felicidad, serian mo- tivo para que se tratase de las mercedes á que se hubiese hecho digno el descubridor, se vé que Ovie- do estendió sus aseveraciones sin documentos ni conocimiento exacto de los hechos. Gomara, al tratar del Rio de la Plata, en su Historia General de las Indias, dice: a Del cabo de Sant Agustín, que cae á ocho orados, ponen setecientas leguas de costa hasta el Rio de la Plata. Américo dice que las anduvo el ,iíío de 1501 yendo á buscar estrecho para las Ma- lucas y Especería por mandado del rey don Manuel de Portugal. Juan Diaz de Solis, natural de Li- brija, las costeó legua por legua el año de 12, á su propia costa. Era piloto mayor del rey; fué con licencia, siguió la derrota de Pinzón, llegó al cabo de Sant Agustin, y de allí tomó la vía de medio dia; y costeando la tierra, anduvo hasta ponerse casi en cuarenta grados. Puso cruces en árboles, que los hay por allí muy grandes ; topó con un gran- dísimo lio que los naturales llaman Paranaguazú; que quiere decir rio como mar ó agua grande. Vido en él muestra de plata, y nombrólo della. Pare- cióle bien la tierra y gente, cargó de brasil y vol- vióse á España. Dió cuenta de su descubrimien- to al rey, pidió la conquista y gobernación de aquel rio; y como le fué otorgada, armó tres navios en Lepe, metió en ellos mucho bastimento, armas, hombres para pelear y poblar. Tornó allápor capitán (/eiwral en setiembre del ano de 15, por el camino que primero. Salió á tierra en un batel con cincuenta españoles, pensando que los indios lo recibirían de paz como la otra vez, y según entonces mostraban; pero en saliendo de la barra, dieron sobre él mu- dios indios que estaban en celada, y los mataron y comieron todos los españoles que sacó, y aun— 18 — quebraron el batel. Los otros que de los navios miraban, alzaron anclas y velas, sin osar tomar venganza de la muerte de su capitán. Cargaron luego de brasil y animé blanco, y volviéronse á España corridos y gastados.» Sin necesidad de que se lo digamos, el lector ha advertido que Gomara escribid lo que dejamos co- piado, teniendo presente lo que sobre el particular babia escrito Oviedo, haciendo solamente las alte- raciones y correcciones de detalle y estilo que fá- cilmente se notan. Son, pues, aplicables á Gomara las observaciones que hemos hecho respecto de lo que dijo Oviedo. Le toca ahora el turno al cronista Antonio de Herrera. Procuraremos ser lo mas metódicos posible, al ocuparnos del enredo de descubrimientos, de des- cubridores y de datas que nos legó en diferentes pasages de su obra, tratando de Solis y de sus viages. En el penúltimo párrafo del cap. XIII, lib. IX. déc. I, incidental mente dice : ce Tenia el rey particular cuidado, en que se des- cubriese el Estrecho, de que había dado intención el almirante don Cristóval Colon, porque parecia que se podría navegar á las islas de la Especería sin tocar en las navegaciones del rey de Portugal, y con ese fin envió á Juan Días de Solis y á Vi- cente Yañez Pinzón, para que descubriesen todo — 19 — lo que pudiesen al Sur: y entonces hallaron aquel qran rio, que dijeron de Solis, y ahora llaman de la pinta ; y aunque es verdad que en este año (1512) mandó el rey que se aparejase un navio, para que Juan Diaz volviese á navegar, con deseo de hallar este estrecho, pareció al rey de suspenderlo, por atender á las cosas de Tierra-firme, y ponerlas como convenia, por donde tenia esperanza, conforme á loque el almirante don Cristóval había dicho que se había de hallar también Estrecho; y porque asi mismo quería comunicar con el rey de Portugal lo que tocaba á aquella navegación del Sur, porque aquella corona, que pretendia tocarle todo aquello, por haber descubierto lo que ahora se dice del Bra- sil, no recibiese agravio ; por lo que yo creo, que se engañan los que escriben que Juan Diaz de Solis na- vegó el año de 1512, porque no fué sino el de 1515.;; En este pasage, Herrera, al rechazar el supuesto viage de Solis en 1512, asegura, sin embargo, que antes había descubierto el Rio de la Plata en com- pañía de Vicente Yañez Pinzón. Busquemos, entonces, la data de ese descubri- miento anterior, en la obra del mismo cronista. En el cap. IX, lib. II, déc. I, se lee:—u Partie- ron de Sevilla el año pasado, (1508) Juan Díaz de Solis, natural de Lebrija y Vicente Yañez Pin- carabelas armadas por el rey, y eron á dar á la Tíer- desde la isla de Cabo Verde fu ra-firme, al cabo de San Agustín; y pasando ade-— 20 — lante, llevando la via del Sur, costeando la Tierra- firme, fueron á ponerse casi en cuarenta grados de h otra parte de la Línea Equinocial, y siempre que sa- lían ií tierra, ponían cruces y hacían todos los autos profesionales que eran necesarios; y parecicndoles que ei-a bien dar la vuelta, se tornaron á Castilla, habiendo tenido poca conformidad en este via- ge ; por* lo cual se mandó en Sevilla recibir in- formación, y hallando culpado á Juan Diaz de So- lis, los oficiales de la Casa de la Contratación le prendieron, y enviaron á la Cárcel Real de la Corte, i y á Vicente Yañez hizo el rey merced, y en par- V ticular en algunas cosas en la isla de San Juan, que no tuvieron efecto, v - I Parece, pues, que á este viage de 1508, se refirió Herrera al dar por descubierto el Rio de la Plata antes de 1512 ; porque al de 1506, que el cronista atribuye á los mismos pilotos acompañados, no es probable que se refiriese, por atribuirle diferente dirección, esto es, hacia el golfo de Honduras y Yucatán. ( Cap. XVII, lib. VI, déc. 1) De lo manifestado en el presente capítulo, re- sulta: 1.°—Que Oviedo y Gomara datan el descu- brimiento del Rio de la Plata por el piloto mayor Juan Diaz de Solis en 1512, sin apoyarse en nin- gún documento, ni mas razón ostensible que la de haberse pensado en hacer un viage de descubri- miento en dicho año, cuyo error les indujo á in- — 21 — ferir, contra lo que manifiestan los documentos, que el viage de Solis en 1515, tenia por objeto poblar* la región descubierta. 2. "—Que la suposición del viage en 1512, la contradice el cronista Herrera, que dá por des- cubierto antes el Rio de la Plata por Solis acom- pañado de Pinzón, sin espresar en que viage, pero siendo probable que se refiera al de 1508, en el cual se cree que esos pilotos navegaron hasta casi cuarenta grados al sud de la equinoxial. 3. °—Que Herrera relaciona dos viages de des- ^ - cubrimiento llevados á cabo por Solis y Pinzón conjuntamente, uno en 1506, hacia Yucatán, y el otro en 1508, al sud de la equinoxial, hasta cerca y, de los cuarenta grados, en el cual cree descubrie- ron el Rio de la Plata. 4. °—Que Gomara atribuye el viage hasta cerca de los cuarenta grados, solo al piloto Solis, siendo este otro punto de disconformidad con Her- rera. Tócanos ahora manifestar nuestro modo de ver sobre este embrollo de descubrimientos, de descu- bridores y datas. Creemos que principalmente proviene de un error cometido respecto de la altura al sud de la equinoxial á que pudieron llegar Pinzón y Solis, en el viage á Tierra-firme de 1508, en el cual, ha- biendo descubierto el gran rio Marañon, pudieron navegar en él hasta casi cuatro grados, espresándo-— 22 — lo así en la relación que darían de su viage, y que ^-^■v- ^ "alguien, tal vez Gomara, convirtió esos casi cuatro grados, en casi cuarenta grados, por error de lectu- ra ó* de pluma. Ese error, agregado á la circunstancia de figurar el nombre de Solis en el descubrimiento de los dos grandes rios de la América meridional, inmediatos á los grados en cuestión, el Amazonas y el Plata, debia naturalmente dar por resultado la confusión que se nota sobre el particular. En apoyo de nuestra creencia tenemos el docu- mento manifestado en el capítulo primero, por el cual, en 24 de noviembre de 1514, el rey declara desconocida toda la tierra que pudiera encontrarse 9-c ?¿r* ^C<^¿ ^/vu< á espaldas de Castilla del Oro. Tenemos además los pareceres de varios pilotos al servicio de Castilla, emitidos en el mismo sentido en 13 de noviembre de 1515, los que pueden con- sultarse en la página 319 del tomo tercero de la colección de Navarrete. III. Si admitiésemos los dos viages hecbos por Pin- zón y Solis conjtintamente, con el derrotero y es- tension que atribuye Herrera al de 1503, es evi- dente que dejaríamos en blanco el descubrimiento en Tierra-Firme, que, según el documento que liemos hecho valer, verificaron Solis y Pinzón dentro de los límites de la gran provincia de Cas- tilla del Oro, lo que importaría tanto como negar la autenticidad del documento á que nos refe- rimos. Pero no hay motivo para llegar á tal estremo. Por el contrario los cronistas han desfigurado de tal manera ciertos sucesos, ó la tradición hizo llegar á ellos noticias tan desfiguradas ó falsas, que mucho es que quede algo subsistente de algu- nas de sus narraciones, cuando es permitido some- terlas á examen, á la luz de documentos feha- cientes. No puede ponerse en duda que pertenecen á esta clase, los que hemos manifestado para demostrar sus errores en el punto que nos ocupa. A tantas consideraciones dan lugar esos docu- mentos, en el sentido de restablecer la verdad, que — 24 — podrían llenarse muchas páginas, sin que por esto quedase agotada la materia. Pero, después de haber probado hasta donde lle- gaban en la América meridional los descubrimien- tos de los españoles, conocidos por el monarca v sus pilotos hasta fines de 1515 ; después de haber demostrado, con los mismos documentos, que, el rio de la Plata, no constaba hasta entonces que hu- biese sido descubierto, vamos á tomar en conside- ración otro documento auténtico, conocido por Herrera, por Muñoz, por Navarrete, por Varnha- gen, por Barros-Arana, por Mitre, por Domínguez, por Lamas, por Fregeiro y por todos los que co- nocen la Revista del Instituto Hist, Geo. del Brasil en cuyo tomo XV fué publicado por el historiador brasilero Sr. Varnhagen, sin que ninguno de los mencionados escritores le haya dado toda la im- portancia que tiene. Es la carta de Diego García, capitán general de una espedicion española hacia el mediodía de Amé- rica en 1526, en la cual hace al rey relación de aquel viage, consignando al fin una referencia a otro viage que habia verificado quince años antes, descubriendo el Rio de la Plata. a Y esta señal de plata que yo he traido, dice, wi Jiombre de los mios que, //o dejé la otra ves que descubrí este rio habia quince años de una carabela que se nos perdió', fué por tierra deste rio de Paraguay é tru- jo dos ó tres arrobas de plata é la did á los Indios — 25 — y cristianos que estaban en aquella tierra, é dellas ove esta plata, y esta relacian é descubrimiento é cuenta doy á V. M. é no hay otra cosa en contra- rio.—Diego García—Capitán general, n Eu este pasage final de su relación, Diego Gar- cía, en 1527, afirma que, quince años antes, habia descubierto este rio. No dice que lo descubriese Solis, ni que con So- lis viniese al descubrimiento. No dice que el hombre aquel de quien obtuvo la plata que presentaba por muestra, hubiese quedado en esta región, procedente de algún viage de Solis, ni que hubiese quedado por pérdida de alguna ca- rabela de Solis. Dice, terminantemente, que él, Diego García, lo había dejado la otra vez que descubrid este rio, habia quince años, esto es, en 1512, efe una carabela que se nos perdió', agrega; y esto prueba que García en el viage de dicho año, venia al mando de mas de una carabela, lo que no habría sucedido si hu- biese sido subalterno entonces de otro gefe de es- pedicion, de Solis por ejemplo. El viage de Diego García, de 1512, nada tiene, pues, de común con el supuesto viage de Solis en el mismo año, si hemos de dar crédito á la palabra de aquel, como debemos dárselo á quien, dirigién- dose á su soberano, no podía pretender engañarlo con un viage de descubrimiento supuesto, pues por el mero hecho de mencionarlo ante el rey, se com- — 26 — prende que este era ya sabedor de la verdad del viaje como del descubrimiento del Rio de la Plata hecho por Diego García. Por consiguiente, mientras no se demuestre, con documentos, que Garcia se atribuyó, sin objeto, un descubrimiento que no habia hecho, es Garcia y no Solis, quien debe ser considerado como verdadero descubridor del Rio de la Plata en 1512, tres años antes que Solis viniese á morir en él, y á darle su nombre, por razón de su fin trágico y no por ser _jj t, j . • su primer descubridor. Esto, sin embargo, no importa decir que Solis conociese el descubrimiento hecho antes por Diego Garcia, siendo mas probable que lo 'ignorase basta entonces, como parece que lo ignoraban el rey y sus pilotos hasta fines de 1515. A nuestro juicio, fácilmente se esplica la falta de noticias en España sobre este descubrimiento. Diego Garcia era un navegante portugués que pudo emprender esa espedicion por su cuenta, como se emprendieron otras de la misma naturaleza en aquella época. Hecho el descubrimiento, daria noticia de él al gobierno de su patria, que, en vista de caer el no descubierto en los dominios de Castilla, no presta- ria atención al descubridor. Desesperado este de su gobierno, pasaría des- pués al servicio del monarca español, dándole no- ticia de su viage y comprobando su descubrimiento de este gran rio, en cuyas aguas lo encontramos como capitán general de una espedicion española en 1526, haciendo incidentalmente mención, en su memoria al rey, del hallazgo del mismo rio en 1512. Después de la publicación de esta memoria del capitán general Diego Garcia, es á su respecto que deben dirigirse nuestras investigaciones y estudios para llenar la primera página de nuestra historia, sin desatender por eso á Juan Diaz de Solis, y sin preocuparnos de la alcurnia del uno ni del otro, hasta el estremo de descuidar lo principal. Cualquiera que sea la gerarquia del descubridor del Rio de la Plata, una vez comprobado, es á él, llámese Solis ó Garcia, á quien debe discernírsele el honor que merezca el descubrimiento. El historiador no busca nombres para ensalzar, ni oropelas con que deslumhrarse. Lo que busca es la verdad de los hechos, y lo que tiene que discernir, en todos los casos, es la justicia, llámese como se llame, y tenga ó no an- tecedentes, ó méritos, aquel en cuyo favor hable el derecho. Diego Garcia, apenas es conocido como descu- bridor por dos documentos ; pero consta por ellos que era capitán general de una espedicion española al mediodía de América en 1526, es decir, se en- contraba entonces á la misma altura que Gaboto, cuyos méritos anteriores conocemos, dándonos su- ficiente motivo para presumir que los de DiegoGarcía eran mui semejantes, cuando obtenía el mismo cargo de capitán general, en el mismo año y de parte del mismo soberano de quien lo obtenía Sebastian Gaboto. Con el objeto de difundir el conocimiento de los únicos documentos auténticos que se refieren á los viages de Diego Garcia, los reproducimos á con- tinuación. Ambos son de grande interés histórico y dignos del mas detenido estudio. Manuel Ricardo Trelles. íemoria de la navegación que hice este viage en la parte del mar océano dende que salí de la ciudad de la Coruña, que allí me fué entregada la armada por los oficiales de Su Magestad, que fué en el año de 1526. A quince de Enero del dicho año partí del cabo / O . de Finisterra, haciendo mi navegación, y en el di- cho cabo están cuarenta y tres grados, é de allí tomé mi derrota para las islas de Canaria y corrí por el susudueste que deste cabo á las islas se corre en esta derrota, y del cabo de Finisterra hasta las islas de Canaria trescientas leguas, y en este cami- no pasamos por la isla de la Madera que es del rey de Portugal, está en treinta y dos grados y medio, é de la otra parte, de la banda del Nordeste, está Puerto Santo, propio en el altura de la isla é diez leguas de la isla de la Madera; é á la vanda del Sueste de la isla de la Madera, está una isla que se llama la Desierta, que está seis leguas en la mar, Je la isla; y andando por mi derrota allegué á la Palma, que es isla de las islas de Canaria; esta isla Je la Palma con la isla de Tenerife é la isla de Fuerte Ventura y el cabo de Quilo, está veinte y nueve grados á la isla de Gran Canaria, con la isla de la Gomera están veinte y ocho grados y medio é la isla del Hierro en veinte y siete, todas estas se— 30 — llaman las islas de Grant Canaria, y en estas islas hacen azúcares para cargar para acá en España é son cristianos, é de aqui tomamos lo que habíamos menester para nuestro viage, porque de acá de la tierra íbamos desprovidos, é por un poder que Ue- *mw«*a> vamos del conde don Fernando, nos partimos en primero de Setiembre del dicho año porque en- tonces está el sol en la línea, á trece de Setiembre porque vá á hacer verano en la parte que nos íba- mos á descubrir: por cualquier navegante 6 piloto que ha de navegar en aquellas partes, ha de cono- cer navegar en el tiempo que el sol haga verano en aquella parte, é á trece de diciembre está el sol en el trópico del Sur que está sobre el Cabo Frió, que está en veinte y tres grados é medio que aqui hace el mayor dia de aquella parte de la banda del Sur ó del rio donde venimos ; y esta navegación no su- po tomar Sebastian Gaboto con toda su cstrulugia, tomó la contraria, como hombre que no sabia nada, é tomamos la derrota de las islas del cabo Verde, que son el sursudueste ; y destas islas de Canaria á estas islas del Cabo Verde hay doscientas é cin- cuenta leguas é córrese por esta vía que tengo dicho, allegamos á una isla que se llama Buena Vista y allí tomamos mucho refresco de carne é pescado y agua é sebo, é de todas las cosas que ovimos menester, que nos los dió un factor portu- gués que estaba allí, por nuestros dineros, y estas islas de Cabo Verde, la isla de Santo Antonio que — 31 — está mas al norte está en diez é ocho grados, é la isla de Santa Lucía, é la de Santo Nicolás, é la isla Je la Sal están en diez é siete grados, Buena Vista en diez y seis grados, Santiago con la isla de Mayo con el rio de Senaga quince grados; la isla del Fuego con el Cabo Verde, en catorce grados : estas se llaman las islas de Cabo Verde, en todas estas islas salvo Santiago é la isla del Fuego, (pie estas dos tienen el trato de Guinea, los portugueses que viven en ellas, que cargan ciertos algodones para el rio de las Palmas y el rio Santo Domingo, é allí viven unos negros de los propios rios que son her- reros é de allí sacan propio el hierro, y estos por- tugueses trocan con los negros aquel algodón con el hierro, é cargan aquel hierro é lo llevan á la Sien a Leona é al Rio Grande é á otros rios que hay en la costa de la Guinea que está en doce gra- dos, é la Sierra Leona en seis grados; toda la dista se corre hasta la Mina, y estotras islas son sal vagos, que no viven en ellas nadie, é críanse ga- nados. Desta isla de Buena Vista hicimos vela en la vuelta y demanda del Cabo de San Agustín, que este cabo está en ocho gradóse un sesmo de grado de la banda del sur de la línea equinoccial, y este camino se ha de navegar con grande resguardo y saber de navermenia, porque hay grandes corrientes que salen de los rios de Guinea que abaten los na- vios á la banda del norueste que están estas cor-— 32 — r i entes á las Indias de Castilla; estas comentes no supo tomar Sebastian Gaboto porque no era niari- % ñero ni sabia navegar; estas islas con este cabo se corre al susudeste, mas para doblar el cabo nave- gamos por el Sud, ó á las veces tomamos la qnarta del sueste, porque aun con todo esto resguardo tenemos que bacer en doblar el cabo por las gran- des corrientes que bay en él, y en este golfo liav desde las islas de Cabo Vei'de hasta el Cabo de San Agustín, quinientas leguas de travesía, é todas las mas dellas se navegan con muchas gurpades é agua del cielo, que esto causa la gran calma que dá la línea equinoccial, por ser la casa del sol principal la tiene el sol mui cubierta de continuo, y esta es la causa porque de continuo hay gurpados en ella. De aquí fuimos adelante y llegamos al cabo de San Agustín, é tomé mi navegación la vuelta del v ^ Cabo Frió, que está en veinte y tres grados e medio de la vanda del Sur donde el sol hace el mayor día á trece de Diciembre, y de allí torna la vuelta de la línea equinocial; y esta costa desde el cabo de San Agustín hasta el cabo Frió, se corre en el Sud-sudoeste, y hay desde el cabo de San Agustín hasta el cabo Frío, trescientas cincuenta leguas/1 íasta los diez y siete grados; está en bahía que se llama de Todos Santos, en ella y en toda esta costa hasta el cabo Frío muy mala gente per- f era, y comen carne humana y andan desnudos; y c esta bahía está en diez y siete grados, y desde — 33 — / \ estos diez y siete grados hasta veinte y dos grados, que está un cabo que se llama cabo Hermoso, están muv muchos arrecifes y muchos placeres y arena, v salen en la mar veinte y cinco leguas, y duran ggtofl bajos de luengo de costa noventa leguas, y llámanse los bajos de Abre el Ojo; é en este mi descubrimiento, á la venida sobre esta bahía de Todos Santos, están diez y siete grados, hallé una isla en la mar, bien treinta y cinco leguas en la mar, que había muchos bajos é peñas é arreci- fes al rededor de ella tres ó cuatro leguas de la banda del Norte, porque ningún cristiano las ha hallado hasta hoy, porque no está puesta en nin- guna carta hasta hoy, y porque no miramos ni probamos por la banda del Sur á entrar en ella, porque traimos un navio solo é no queríamos po- nernos en riesgo hasta otro viage que tornando allí se sabrá el secreto della, porque no parece una isla muy verde, é terná tres leguas de derredor é una de largadura, porque habia en ella agua é leña é mucha pesquería, é no tenían los navios tanto pe- ligro por temor á la gente salvage é la costa mala. 1527—E de aquí fuimos á tomar refresco en San Vicente que está en veinte y cuatro grados, é allí vive un bachiller é unos yernos suyos mucho tiempo há, que há bien treinta años, é allí estuvi- mos basta quince de Enero del año siguiente de veinte y siete, é aquí tomamos mucho refresco de <-'ame é pescado é de las vituallas de la tierra para -Id-» vnJ *y A Á.Á— 34 — provisión de nuestra nave, é agua é leña é todo lo que ovimos menester, é compré de un yerno deste bachiller un bergantín que mucho servicio nos hizo, é mas el propio se acordó con nosotros de ir por lengua al rio, y este bachiller con sus yernos, y hicieron conmigo una carta de fletamiento ptn que les trugese en España con la nao grande ocho- cientos esclavos, é yo la hice con acuerdo de todos mis oficiales é contadores é tesoreros que allegando en el rio mandásemos la nao, porque la nao no po- día entrar en el rio, porque muchas veces les dije al conde don Fernando é á los factores que hicie- ron el armada, que aquella nao no podia entrar en el rio, que era muy grande, y ellos no quisieron sino hacérmela llevar cargada con esclavos é asilo hice, que así la mandé cargada de esclavos, porque ellos no hicieron ni me dieron la armada que su magostad mandó que me diesen, é lo que con ellos yo tenia capitulado, concertado é asentado é firma- do de su magestad, mas antes hicieron lo contrario (pie me dieron la nao grande é no conforme á lo que S. M. mandaba, é no me la dieron en tiempo que les fué mandado por S. M. que me la diesen en entrando setiembre, y ellos me la dieron media- do enero, que no me podia yo aprovechar della, porque aqui V. M. lo verá por esta navegación; V está una gente allí con el bachiller que comen car- ne humana y es mui buena gente, amigos mucho de los cristianos, que se llaman Topies. 1 4r • 35 — 4 S h De aqui partimos, mediado el mes de enero del Jicho año, que en aquella parte es verano, que lo tienen allí este mes de enero, como acá en España ,í Julio; fuimos en demanda del cabo de Santa Ma- ría, que está en treinta y cuatro grados y medio, é allí es la salida y entrada deste rio donde descubri- mos, é córrese la costa en el Sudueste, é hay desde este rio á San Vicente, hasta allá el cabo de Santa María, doscientas sesenta y tres leguas, é andando en el camino allegamos á un rio que se llama el rio de los Patos que está á 27 grados, que hay una huena generación que hacen mui buena obra á los cristianos, e llámanse los Carríoces, que allí nos dieron muchas vituallas que se llama millo é hari- na de mandioca, é muchas calabazas é muchos pa- tos, é otros muchos bastimentos, porque eran bue- nos indios; é aqui llegó Sebastian Gaboto muerto de hambre en este tiempo que yo estaba allí, é los indios le dieron de comer é todo lo que había me- nester á él é á su gente para su viage, y él cuando sequizo ir, ó se iba, tomó cuatro hijos de los prin- cipales de allí é los trajo en España, é los tres dellos los tiene el asistente de Sevilla, el cual danificó aquel puerto que era el mejor y mas buena gente 'jue en aquellas partes había, por causa de tomar los l'ijos de los principales de la isla. Andando por nuestra navegación allegamos al cabo de Santa María que está en los dichos 34 gra- dos y medio, é del, fuera del cabo, está una isla que / ÍM 7— 36 — se llama la isla de los Pargos, que es gran pesque- ría en ella, é estovimos en esta isla ocho dias espe- rando el bergantín que traíamos, que venia atrás, é tras de dentro del cabo hacia el rio, está una isla que se llama la isla de las Palmas, é de fuera de- 11a que la toma una legua á la mar, y esta isla de las Palmas es mui buen puerto para algunas naos que quieran parar, vayan en el estrecho ó vengan en el rio Aos, porque de allí adentro es la tierra baxa, é no hay lugar para que nao entre dentro sin mucho riesgo, y en toda esta costa no parece indio ni al derredor del cabo, mas de luego hay adelante hay una generación que se llaman los Chaurmm, questos no comen carne humana, mantienense de pescado é caza, de otra cosa no comen, é de aquí vino nuestro bergantín é tomamos la derrota hasta las islas de las Piedras, que habia de aquí del cabo á ellas 70 leguas, y están del este fuerte la derrota, y en la mitad de camino está una isla que hace se- ñal de tres mogotos y en el hay muchos lobos mari- nos, en que á la salida que salimos nos dieron la vida que con ellos fuimos á buscar de comer hasta el rio de los Patos, é allegando á estas islas de las Piedras, surgimos nuestras naos alli é pusimos un bergantín que llevábamos en piezas de acá en Es- paña alli en la Isla é empezárnoslo á hacer, é de alli luego me partí me vergantin armado por el no arriba, porque hallamos rastro de cristianos, e an- dando por el rio arriba, en cual rio se corre en el — 37 — norte y el nordeste, é este rio grande se llama Ou- nav ques donde se juntan todos los ríos que tiene este rio dende el cabo de Santa María hasta el cabo blanco treinta leguas de boca é andando con mi vergantin veinte y cinco leguas por este rio arriba hallé dos naos de Sebastian Gaboto, é estaba por teniente dellas Antón Grajeda, é salió a nosotros con cientas as canoas de Indios, y el con vatel arma- do diciendo que eramos rroseis, e Miguel de Ro- sas é Martin Méndez que venían contra el que los avia dexado en una Isla desterrados entre los Indios é ovieramos de pelear pensando que nos venia á hacer mal, mas conocí Antón de Gra- geda, é luego conocimos que era la armada de Sevastian Gaboto é fuemos con él á su nao éínos hizo mucha honra é dionos nuevas de su Capitán General; é como aquel día avia visto una carta suya en la qual le avisava como avia muerto mas de quinientos indios, é que iba con gran victoria, por el rio arriba, haciendo guerra á los indios, é tornamos á nuestro navio adonde se quedava hacien- do el otro vergantin, é luego acordamos todos mis oficiales de la mandar fuera del rio la nao questava en grant peligro de las gurcu¡3adas que en aquel tiempo ay en aquel rio,é mas que fuese á cargar los esclavos del dicho bachiller que tenia fletados para España, é daría nuevas como Sevastian Gaboto es- lava en el rio, é luego la nao hizo vela é fuese para el no S.\ ícente, á esperar mi respuesta en aquel puerto +> ■ / >- ;7 A— 38 — de S., Vicente é luego mande á los otros navios que luego se fuesen adonde estaban los navios de Sevastian Gaboto, por que no avia por allí otra estancia para questuviesen en salvo, é luego boté mi bergantín 6 carne los ambos é dos, todo hecho en termino de quince dias, é llevaba sesenta hom- bres los mejores que tenia, é de alli tome el camino del rio Paraná quea un brazo deste rio del Vruguav. é va la vuelta del noreste é del norte, basta dentro á una casa que está desde á qui donde hicimos el vergantin hasta ochenta leguas por el rio arriva, é es esta casa una casa que tenia hecha do paja Se- vastian Gaboto, áque la tenia por fortaleza, é llama- vale la fortaleza de Santi Spiritus, y en ella estava un sobrino del Obispo de Canaria que se decía Gregorio Caro por alcayde desta fortaleza, é hasta alli nunca vimos ningund indio, porque no ivamos por donde ellos estaban, é alli en aquella casi havitaban indios que tenían cabe la fortaleza sus casas é al derredor en algunas islas que se lla- maba esta generación G-iuiranics, é estos mantenían á los cristianos de la fortaleza, é hablamos alli con Gregorio Caro, é le requerimos que se fuese de aquella conquista porque no hera suya, é él nos respondió : mui bien, é dixo que todo lo ovedecia, e questaba en aquella casa por S. M. é por Sevastian Gaboto, é questava á mi servicio é diónos nuevas de su Capitán, que le habían dicho los indios como el Capitán Sevastian Gaboto era arriva desvaiu- — 39 — tado é muerto mucha gente, é que me rogaba que si algunos hallase por aquella parte donde yo iba descuhriendo, que los rescatase, que el me pagaría el resgate, é que se encomendaba mi merced que si fuese su Capitán muerto que no los dejase en el rio, que los sacase, porque le baria servicio á Dios é i Y. M. é yo dixe que me placía, que nolos dexaria, é de alli me parti Viernes Santo por la mañana execu- tando my descubrimiento por el rio arriva, y en wiute 6 siete dias andube yo en mis vergantines por el rioarriva á descubrir tanto cuanto anduvo Sevas- tian Gahoto en cinco meses que el avia partido desta casa suya que llamava fortaleza, y este rio lo na- vegamos hasta dentro de Santa Ana y al Paraguay, que es otro rio que entra en el Paraná é viene de las syerras, y este rio Paraguay ay muchas gene- raciones, ay de la casa que se llama fortaleza hasta este rio ay cient leguas, é córrese el rio al nordeste é al este hasta el Paraguy; i este rio, este puerto esta en veinte y ocho grados de Santa Ana, que hasta aquí descubrimos i descubrió Sevastian Ga- hoto ó hasta nueve leguas por el Paraguay arriva, é de aqui en estos dos lugares le mataron la pri- mera gente que traía, en que Je mataron por su causa veinte é cinco ó treinta hombres, y esto fué antes que allegásemos á ellos ni les viésemos ni hablásemos, y esta es la verdad que llegamos has- ta aqui él é nosotros é lo que descubrimos, é otra cosa no se descubrid por este rio é no hay otra cosa A.. € /— 40 — en ello, y en todo este descubrimiento que descubri- mos vimos muchas islas é arboledas e muchas gene- raciones, las cuales generaciones son estas. La primera generación á la entrada del rio á la vanda del norte se llama los Charruases, estos co- men pescado é cosa de caza é no tienen otro mante- nimiento ninguno, habitan en las islas. Otra gene- ración que se llama los Guaraníes, estos comen carne humana como arriva digo, tienen é matan mucho pescado é é abatíes siembran é cogen abatir é calabazas. Hay otra generación andando el rio arriva que se llama los Yunaes, 6 otros que están cabe ellos que se llaman Yunaes atembares; estos todos comen abatir é carne é pescado: é de la otra ¡Darte del rio está otra generación que se llaman los Carcaracs, é mas atrás dellos está otra generación muy grande que se llaman los Carandies, é otros mas adelante hay otros que se llaman los Atamhim, Todas estas generaciones son amigos é están juntos é hácense buena compañía, é estos comen abatir é carne é pescado; é luego mas adelante, de la vanda del norte hay otra generación que se llama Mecolae-s. que comen pescado é carne; é hay otra mas adelante que se llama Mepenes que comen carne é pescado é alguiid arroz é otras cosas; é mas adelante hay otra generación que se llama Conamecuas estos comen carne é pescado; é otra generación que esta cabe estos el rio arriva del Paraguay que se llama los Layaces, y estos comen pescado y carne, é luego — 41 — mas adelante está otra generación de Chandules que comen abajir, carne é pescado é otras vituaualles que tienen: todas estas generaciones que no comen carne umana no hacen mal alos cristianos, que son antes amigos suyos, y estas generaciones dan nuevas des- te Paraguay que en él hay mucho oro é plata é grandes riquezas é piedras preciosas, y esto es lo que sabemos deste descubrimiento; y esta señal de plata que yo he traído, un hombre de los niios que dexé k otra bes que descubrí este rio, avia quince años, de una carabela que se nos perdió, fue por tierra deste rio de Paraguay, c truxo dos ó tres arrobas de plata é la dio á los indios y cristianos questavan en aquella tierra, é deUas ove esta plata, y esta relación é descubrimiento é cuenta doy d V. M. é no ay otra cosa en contrario. DIEGO GAKCIA, Capitán General.Carta de Luiz Kamirez—Del Eio de la Plata, á 10 de Julio de 1528. Señor,—Si conforme á mi voluntad las cosas de acá la mano alargase, por muy mas prolixo de lo que soi de vuestra merced seria tenido, según la voluntad que tengo de dar entera y particular quenta de todo: pero no por eso dexaré, como quiera que supiere, de dar alguna relación, ansi de alguna parte de los muchos trabajos que hemos padecido, por ser ya muy hechos á ellos no digo padecemos, como de la mucha alegría que con el mui buen fin dellos placiendo á Dios nuestro Señor esperamos; y suplico á vuestra merced que confor- me al amor que me siempre tuvo vea esta carta y lo que en cada cosa puede sentir, y no mire vuestra merced á la mala orden del escribir, que como há tanto que no lo hago, estando en esta tierra he per- dido el estilo. Yo gracias a nuestro Señor al cabo de tantas fatigas y trabajos, como vuestra merced verá por esta por mi han pasado, estoi mui bueno de salud, mejor que nunca estube, lo cual tengo por mui cierto ser la causa las continuas oraciones de vuestra merced, juntamente con las de mi Señora, a la cual suplico no cesen, por que agora son mas me- nester que nunca, para que Dios nuestro Señor nos— 44 — dé gracia de acavar esto que tenemos entre ma- nos empezado, que sean vuestras mercedes ciertos, si Dios allá me vuelve, volveré de arte con que pueda servir las muchas mercedes que siempre he recibido, y al pi'esente espero recibir, y esto pue- den vuestras mercedes tener por cierto según lo que esperamos será ansi como digo, y a todo lo que vuestras mercedes oyeren de la bondad de la tierra, pueden dar entero crédito, porque yo les certifico no pueden decir tanto como es, y por nuestros mismos ojos habernos visto. Señor.—Partidos que fuimos de la Babia de Sant Lucar y salidos de la dicha barra á tres dias del mes de Abril de 1526 años para seguir nuestro viage llevando nuestra intención y derrotas á la isla de la Palma, una de las islas de Canaria, para alli proveer las naos de aguaje y leña e todo lo que obie- sen menester, é proveymos la gente del armada de otros refrescos para proseguir nuestro viage, a la cual dentro en 7 dias siguientes llevando muy prospero viento legamos á 10 dias de dicho mes, y luego el Señor Capitán General mandó sacar los bateles de las naos y dio licencia para que toda la gente po- diese saltar en tierra: estubo el Sr. Capitán General en esta isla 17 dias, dentro de los quales las naos recibieron su aguaje y leña, la gente de la armada se proveyó de mucho refresco, ansi de carne é vino como de (meso , é azucare é otras cosas muchas que lleváramos necesidad, á causa de ser todo muy bueno é barato. Aqui la gente desta tierra nos hizo mucha cortesía, que por Dios el que no llevaba uno de nosotros asu casa no se tenia por honrado. De alli escrivi á vuestra merced todo lo que me había sucedido fasta entonces, é bien crea las cosas fueron ciertas por ser persona conoscida, que era un hermano de Cristoval de la Pena; pues fecho alli todo lo necesario el Sr. Capitán General hizo embarcar toda la gente, y viernes que fueron 28 dias del mes, hizimos vela con mui buen tiempo. Navegamos todo el mes de Mayo, a las veces con tiempo é otras veces con contrario, é otras con mu- chos aguazeros que sobre la costa Guinea ovimos, a las vezes venian con tiempo é otras con calmerías, que nos detubieron algunos dias , donde pasamos mucho trabajo de sed a causa de ser la ración muy pequeña, é plugo á Dios de nos dar buen tiempo con que pasamos la linea equinocial caminando por nuestra derrota fasta tres dias del mes de Juno que desque vimos tierra, é vistas por los que sa- bian, reconocieron estar en la costa del Brasil al cabo de Sant Agustín tierra de Portugal. En este pasage estobimos dos dias, al cabo de los cuales tornamos hacer vela para salimos a la mar y apartarnos mas de la costa y seguir nuestro viage. Quando otro dia pensamos haber nabegado ade- lante , nos hallamos atrás mas de 12 leguas en que por el altura nos hallamos en el parage de Pernam-— 46 — Luco en la misma costa junto a tierra y esto lo causó sernos el viento algo escaso, y la corrien- te mucha; y el Sr. Capitán General viéndose en la costa, y el viento contrario, acordó de proveer la armada de agua, que tenia mucha necesidad para pasar adelante, y para esto le fué forzado enviar la carabela y con ella al piloto de la nao ca- pitana y un batel, y que fuesen á buscar por la costa algún rio dulce ; y estando en esto vino á la nao ca- pitana de esta armada una canoa de indios en la cual venia un christiano, y el Sr. Capitán General fue informado del que tierra era donde estábamos, e dixo como se llamaba Paranabiico, é quel Rey de Portugal tenia alli una fatoria para el trato del brasil, en la qual habia fasta trece christianos portugueses de nación, de los quales fué bien ser- vido ul Sr. Capitán General en las cosas que para la armada tovimos necesidad , que sin que a causa de los tiempos contrarios que siempre tovimos, estovimos en la dicha costa sin tener una hora de tium'po para poder salir; y en el tiempo que aqui estubimos tomamos algo de la manera de la gente y tierra de ella. H ly en la tierra muchos manteni- mentos de maiz, mandioca, que son unas raizes de que se hace mucha harina blanca, comenla como pan hecha harina tostada. Hay otras raizes que se dicen patacaon, comense cocidas y asadas, son muy bue- nas : muchas calabazas , frisóles, ha vas, gallinas, papagayos muy buenos: de todo esto llevó la gente — 47 — mucha cantidad. La gente de esta tierra es muy buena y de muy buenos gestos, ansi los hombres como las mugeres son todos de mediana estatura, nnii bien proporcionados, de color de cáñamos algo mas oscuros,-de todos ellos y ellas se de raer de los pelos del cuerpo todo, salvo los cabellos, que dicen que los que tal no hacen son bestias salvages, ellos son muí lijeros é mui buenos nadadores, sus armas son arcos é frechas, lo qual tienen en mu- cho; é si cuando van a la guerra toman alguno de sus contrarios, traenlo por esclavo y átanlo muy bien, y engórdanlo y danle una hija suya para que se sirva y aproveche della, y de questá mui gordo é se les antoja que esta mui bueno para comer, llaman sus parientes é amigos aun questén la tierra a dentro, empluman al dicho esclavo mui bien de muchas colores de plumas de papagaios, y traenlo con sus cuerdas atado en medio de la plaza, y en todo aquel dia y noche no hacen sino baylar y cantar, ansi hombres como mugeres, con muchas danzas que ellos usan, y después desto hecho levántase y le dice la causa porque le quiere matar, diciendo que también sus parientes hicieron otro tanto á los suyos, y alzase otro por detras con una maza que tienen ellos de madera mui aguda y daide en la cabeza hasta que lo matan, y en ma- tándole le hacen piezas é se le comen; é si la hija queda preñada del, hacen otro tanto de la criatura, porque dicen que la tal criatura también es su ene-migo como su Padre , y a la muger danle a comer la natura y compañones del esclavo que ha tenido por marido é no otra cosa: todos estos indios desta tierra no tienen ningún Señor, salvos algunos in- dios que los tienen por sus capitanes, por ser muy diestros é mañosos en la guerra. Uno destos vino a la nao capitana a ver al Sr. Capitán General, el qual vino muy emplumado como en la tierra se usa quando vienen algunas fiestas quellos hazen : el Sr. Capitán General, le dio cierto rescate, el qual fué mui contento. Estos indios desta tierra se llaman Tu- pisnanibo, tienen guerra con otros comarcanos ; lo mejor que tienen es nunca tener cuestión unos con otros : su dormir dellos es en una red quellos llaman amaca, ques longa quanto se puede echar un hombre e ancha cuanto se puede bien revolver en ella y cubrirse el cuero; tienenlas colgadas en el aire, y ansi se echan; son de hilo de algodón que en esta tierra hai mucho; y no pongo otra cosa par- ticular porque seria cosa prolija, sino que hombres y mugeres todos andan en cueros sin ninguna cu- bertura. El Sr. Capitán General viendo ya el tiempo en- derezado y favorable para seguir nuestro viage mandó alzar anclas dia del Sñr. San Miguel que fueron á 29 dias del mes de Setiembre de dicho año, y caminando á las veses con buen tiempo, a las veses con contrario hasta sábado 13 dias del mes de Octubre, questando en la mar nos comenzó — 49 — á calmar el viento que llevábamos, y comiénzase á levantar por proa un tan gran nubla lo que era gran espanto de ver, muy oscuro, y con tanto vien- que casi no nos dejó tomar las velas á que las hubi- mos de tomar á gran trabajo, é tras esto vino una aguatan grande que era maravilla, que parecía que todo el mundo se venia abajo, lo cual nos puso gran espanto, principalmente después que las naos co- menzaron á jugar por las grandes olas que la mar hacia con el gran viento, á que ponia gran espanto á los que la miraban, por que Ja nao andaba de tal manera ¡í una parte y á otra, que hacia dentrar en las dichas naos mucha abundancia de agua, que á lo menos para nosotros, las personas que nunca había- mos navegado, nos puso en tanto aprieto é congo- ja como jamas pensamos ver, y aun los diestros marineros esperimentados en las tales tormentas, pensai"on ser esta la postrera que los atormentara, por las naos venir mui embarazadas, y á las naos desicieron algunas obras muertas por darles mas alivio: la nao capitana perdió el batel que traia por popa: esta tormenta de la manera que dicho tengo, y mucho peor, nos duró toda la noche hasta Do- mingo que amaneció el dia mui claro con mui buen sol, como si no hubiera pasado nada, y asi anduvi- mos hasta viernes siguiente 19 del dicho mes que llegamos á surgir en una isla tras á una gran mon- taña, á causa de parecer al Sñr. Capitán General ser aparejada de madera para hacer batel para laj¿ ^ k — 50 — nao capitana, porque, como digo, en la tormenta pasada había perdido el suyo. Y estando en esto vimos venir una canoa de indios, la cual vino á la nao capitana, y por señas nos dio a entender que habia allí cristianos, lo qual aun no acabamos de entender: el Sñr. Capitán G meral les dio á estos in- dios algún rescate, los cuales fueron muy contentos en que estos indios según parece fueron por la tierra adentro y dieron nuevas de nuestra venida, de mane- ra que otro día de mañana vimos venir otra canoa de indios y un cristiano de ella, el cual dio nuevas al Sñr. Capitán General como estaban en aquella tierra algunos cristianos que eran basta 15, los quales babian quedado de una nao de las que iban a la Especería de que iba por Capitán General el Co- mendador Loaysa, y que ellos iban en una nao de que iba por Capitán D. Rodrigo de Acuña, y porqu la dicba armada se babia desbaratado en el estre cho, y ellos no quisieron volver a España, Capitán los babia dejado allí, y también dijo de otros dos cristianos, que se decían Melcbor Ra- mírez, vecino de Lepe y Henrique Montes, los quales dijo babian quedado de una armada de Juan Diez Solis, que en este rio donde agora nosotros estamos los indios babian muerto y desbaratado,)' que babia mas de trece años ó catorce que estaban en aquella tierra, y que estaban 12 leguas de allí, los quales dichos cristianos, como de los indios supieron estar alli armada de cristianos, y luego te BU — 51 — el Henrique Montes vino á la nao capitana y ha- Mando en muchas cosas con el señor Capitán Ge- neral, de como habia quedado en aquella tierra, vinieron á decir lo que diclio tengo, y también la riqueza que en aquel rio donde mataron á su Ca- pitán habia, de lo qual por estar mui informados ¡í causa de su lengua de los indios de la tierra de muchas cosas, las quales diré aqui algunas dellas ; v era que si le queríamos seguir, que nos carga- ría las naos de oro y plata, porque estaba cierto que entrando por el rio de Solís iríamos á dar en un rio que llaman Paraná, el cual es mui cau- dalosísimo y entra dentro en este de Solis con 22 l>ocas, y que entrando por este dicho rio arriba no tenia en mucho cargar las naos de oro y plata, aunque fuesen mayores, por que dicho rio de Pa- raná, y otros que á él vienen á dar, iban á confi- nar con una sierra adonde muchos indios acos- tumbraban ir y venir, y que en esta sierra habia mucha manera de metal, y que en ella habia mucho oro y plata, y otro genero de metal que aquello no alcanzaba que metal era, mas de cuan- to ello no era cobre, é que de todos estos géneros de metal habia mucha cantidad, y questa sierra atravesaba por la tierra mas de doscientas le- guas, y en la alda della habia así mismo mu- chas minas de oro y plata y de los otros metales. Y este dicho dia sobre tarde, vino á la misma nao capitana el dicho Melchor Ramírez, su com-— 52 — pañero, porque al tiempo que supieron nuestra venida no estaban juntos, y como cada uno lo supo puso por obra la venida. Este también dijo , c- ''• <*V .'■ mucho bien de la riqueza de la tierra, el qoal dijo haber estado en el rio de Solis por lengua de un armada de Portugal: y el Sñr. Capitán Gene- ral por mas se certificar de la verdad desto, le pre- guntó si tenían alguna muestra de aquel oro y pla- ta que decían ú otro metal que decían, los codee dijeron quellos quedaron allí siete hombres de su armada sin otros que por otra parte se habían apar- tado, y que destos ellos dos solos habían quedado allí estantes en la tierra, y los demás vista la gran riqueza de la tierra é como junto á la dicha sierra había un Bey blanco que traía buenos vestidos como nosotros, se determinaron de ir allá, por ver lo que era, los cuales fueron y le enviaron cartas; y que aun no habían llegado á las minas, mas, que habían tenido platica con unos indios comarcanos á la sierra é que traían en las cabezas unas coronas de plata é unas planchas de oro colgadas de los pecuezos é orejas, y ceñidas por cintos, y le envia- ron dos esclavos y las muestras del metal que ten- go dicho, y que le hacían saber como en aquella tierra había mucha riqueza; y que tenían mucho metal recogido para que fuesen allá con ellos, los cuales no se quisieron ir á causa que los otros habían pasado por mucho peligro, á causa de las muchas generaciones que por los caminos que — 53 — habían de pasar había, é que después habían ha- bido nuevas que estos sus compañeros volviéndose á dó ellos estaban, una generación de indios que se dicen los Guárante los habían muerto por tomar- les los esclavos que traían cargados de metal, lo qual nosotros hallamos agora por cierto en lo que descubrimos por el Paraná arriba, como adelante diré á vuestra merced; y luego el Sñr. Capitán General le dijo le enseñasen lo que decían le ha- bían enviado sus compañeros: los cuales dijeron que cuatro meses, poco mas ó menos, antes que alie- ¿/ n . ..... gasemos á este puerto de los Patos, que asi se lla- maba dd ellos estaban, llegó al dicho puerto una nao en la qual venia por Capitán el dicho D. Rodri- go que á vuestra merce digo, al cual dieron hasta dos arrobas de oro y plata y de otro metal muí bueno, con una relación de la tierra para que lo llevase á S. M. y fuese informado de tierra tan rica, y que al tiempo que se lo entregó en el batel para llevarlo á la nao, el batel se anegó con la mucha mar que babia, de manera que se perdió todo, y que entonces se habían ahogado en el dicho batel quince hombres, y que él escapó á nado y con ayuda de los indios que entraron por él, y que á la causa no tenia metal ninguno, salvo unas cuentas de oro y plata y que por ser la primera cosa que en aquella tierra ha- bían habido lo tenían guardado para dar á nuestra •Señora Guadalupe, las quales dieron al Sñr. Capi- tán General, y las de oro eran muy finas de mas— 54 — de 20 quilates, según pareció, y que si el Sñr. Capitán General, quería tocar en el dicho rio de Solis, que ellos irian con sus casas é lujos y nos mostrarían la gran riqueza que había en él, y el Sñr. Capitán General les respondió que era otro su camino. E por la mucha necesidad que de batel había para la dicha nao capitana, se les preguntó si había por ahí cerca alguna montaña en que hubiese buena madera para donde el dicho batel, y respon- dieron que allí junto adó estábamos surtos tras aque- lla montaña alta bahía muy buen lugar, y luego el Sñr. Capitán General mandó ir á sondar la entrada y puerto á un piloto y un maestre, las dos personas en tal caso mas sabias y de quien mas crédito en este caso se hubiese de dar: los cuales vieron la di- cha canal y la sondaron, y vuelto dijeron al Sñr. Capitán General como lo habían todo sondado, y que podían entrar las naos muí bien y sin ningún peligro; lo cual pareció al contrario, porque como la nao capitana se hizo á la vela de adonde estaba surta, en domingo día de San Simón y Judas que fueron 28 de Octubre del dicho año, al pasar que quiso para entrar tras la montaña, la dicha nao ca- pitana tocó en un bajo, y luego se trastornó á launa banda, de manera que no pudo mas ir atrás ni adelante, á que nos vimos todos los que en la dicha cha nao veniamos en mucho peligro de las vidas a causa de andar la mar algo levantada, mas plugo á nuestra Señora de nos salvar de manera que nin- — 55 — cuna persona pereció: todavía se salvó alguna parte de lo que en ella venia, aquí perdí yo mi caja con algunas cosas dentro en ella que me han hecho harta falta por haberse alargado el viage mas de lo que pensábamos; y luego el Sñr. Capitán viendo la nao perdida se pasó á otra nao, y de alli como digo, se puso mucha diligencia por salvar lo que en ella venia, mas como á vuestra merced digo no fue tanto cuanto quisiéramos. E luego el Sr. Capitán General determinó de entrarse en el rio con las otras naos que le quedaban antes que las tomase algún temporal que las hiciese daño, y después de entradas en dicho puerto y armadas las naos como con venia, y luego el Sr. Capitán Gjneral procuró de saltar en tierra é poner por obra lo que había acorda- do de hacer: luego fizo facer ciertas cosas en tierra •>? para que la gente que de la dicha nao se habia salvado se recojiese. El Sñr. Capitán General viendo la mejor nao perdida y mucha paite del / n mantenimiento, y que la gente no se podría reco- ger en las otras dos naos por ser mucha, .acordó ^ de la hacer una galeota (pie pascase poca agua, é que fuésemos en descubrimiento del dicho rio de Solis, pues éramos informados de la mucha rique- queza que en él habia, porque en esto se hacía mas servicio á S. M. que en el viage que llevába- mos de la manera que esperábamos ir. Esta isla era muy alta de arboleda, habia en ella cinco ó seis casas de indios y después que á ella llegamos hi-— 56 — 3 • —