itíti *B EL MINERAL DEL ORO LA mu Por el Ingtnitro ¡t linsi SANTIAGO RAMIREZ, Antigua tilmuno del >' >:■.. . • do Minería, EDICION DK «El- EXPLORADOR MlNBRO.w MÉXICO IMPRENTA POLIGLOTA DE CARLOS RAMIRO Callo da Santa Ciar», esqutua al callejón J2003 A constitución geológica del suelo considerada en general, ó más particularmente la estructu- rageognóstica de una extensión determinada, es, sin duda alguna, el estudio que tiene en su apoyo uno de los conocimientos más útiles de los que forman las maravillosas conquistas que ha hecho en su marcha progresiva la infatigable humanidad, y uno de los datos mas preciosos que la continua observación ha logrado arrancar á la fecunda naturaleza. La comparación entre los resultados obtenidos en el estudio constante de sus numerosos detalles, ha venido á darnos una idea exacta de la naturaleza del globo que habitamos, de la constitución y edad rela- tiva de los elementos que lo forman, de las relacio- nes que éstos tienen entre sí, de las causas de los fe- nómenos aparentemente más caprichosos y disímbo- los, y nos conducen á teorías geogénicas fundadas en principios seguros, que, á la vez que alejan de nues- tro espíritu antiguas precupaciones creadas por la imaginación, confirman de la manera más incontes- table los brillantes relatos consignados en las sublimes páginas del Génesis. 4 La maravillosa cadena que liga todos los objetos naturales que forman en su conjunto los diversos ra- mos de la historia natural, y los lazos de unión que los relacionan entre sí, no sufren interrupción alguna en sus multiplicadas manifestaciones; y las solucio- nes de continuidad que frecuentemente encontramos en nuestro estudio, son más bien aparentes que reales, como nos dan derecho á creerlo las armonías que pre- sentan todos los objetos de la creación, y que vemos confirmadas en los principios conquistados por la cien- cia, en los cuales podemos cerciorarnos de que nada hay en la naturaleza de caprichoso é irregular, sino que por el contrario, todo está sujeto á leyes sabias, perfectas, inmutables y divinas. La regularidad con que se agrupan las ramas al rededor del tallo de un vegetal; la uniformidad con que extienden las nervaciones en las hojas; la relación que existe entre los estambres de la flor y los pétalos de su corola; las armonías orgánicas que permiten al zoólogo venir en conocimiento del organismo de un animal por la simple inspección de un órgano domi- nante encontrado entre las capas terrestres, en sus investigaciones paleontológicas; el corto número de minerales que entran en la constitución de la corteza del globo; el muy corto de cuerpos simples que se combinan entre sí para formar los compuestos; la ley de las combinaciones definidas y la de las proporcio- nes múltiplas que presiden las combinaciones; los po- cos tipos á que se pueden reducir las numerosísimas formas que afectan los minerales cristalizados; las le-5 yes generales de la cristalización; la relación que exis- te entre la forma cristalina de una sustancia y su com- posición química, y hasta la naturaleza de las sustan- cias acompañantes de un mineral que casi se emplean como caracteres empíricos para determinarlo: todo es- te conjunto asombroso, ni siquiera sospechado antes de ser conocido, hace suponer con fundamento, que deben existir leyes de relación bastante fijas entre la constitución geológica de una localidad, ó á la menos de una formación, y los minerales que en ella se en- cuentran; ó lo que es lo mismo, que las sustancias inorgánicas al mineralizar, deben obedecer ciertas le- yes que pudiéramos llamar leyes de la mineralizacion. La observación atenta, el estudio constante y los adelantos que se lleguen á obtener por uno y otra, vendrán á confirmar, á destruir 6 ti modificar esta hipótesis; á cualquiera de cuyos resultados no se lle- gará sino por un camino de mejoras ó importantes descubrimientos. No solamente bajo el punto de vista científico se presenta interesante el estudio geológico do una loca- lidad, y sobre todo, de un distrito minero; pues pres- cindiendo de las inmensas ventajas que proporciona- ría el poder determinar la naturaleza de los criaderos desconocidos, por la simple inspección de las porcio- nes de terrenos estudiadas, basta tenor presente que las rocas que forman las diferentes capas terrestres constituyen la materia prima en la mayor parte de las industrias, y que son otras tantas fuentes de rique- za en sus variadas y numerosas aplicaciones.6 En nuestro país, que por la extensión de su ter- ritorio, por la variedad de su temperatura, por la abun- dancia de sus criaderos, la grande escala en que éstos se han explotado, la diferencia de sus alturas y las ir- regularidades de su aspecto, debe presentar un cam- po más vasto para la observación, un número de fe- nómenos más alto para las comparaciones, y una va- riedad más grande de objetos para el estudio, muy pocos son los trabajos que se han hecho en este senti- do: las descripciones geológicas aisladas de distritos lejanos emprendidas sin un plan determinado, y he- chas algunas de ellas por extranjeros, son como el material desparramado en diferentes puntos del ter- reno en que se va á levantar el edificio, que mientras éste no se emprenda, aquel no presentará todo el atractivo de que es susceptible, y éste no puede em- prenderse, porque aquel no basta ni siquiera para los cimientos. La carta geológica de nuestro país debe contener nuevos é importantes principios, que acaso harán va- riar de aspecto la ciencia de la tierra; y mientras se realiza un trabajo tan fecundo en resultados prácticos y que está reclamando el estado de civilización á que felizmente hemos llegado, es necesario ir agrupando el material, aunque el que cada uno pueda proporcio- nar, esté solamente reducido á un puñado de arena." * Por decreto, núm, 53 de la Legislatura del Estado de México fecha 15 de Obtubre de 1874, se dispuso formar la carta geológica del Estado; mas apenas comenzaron los trabajos, fueron suspendidos, y solo se con" cluyó la parte relativa del Distrito de Zumpango.7 Con este motivo he ensayado el trabajo que ten- go ahora el honor de presentar á la Sociedad, * el que si es pequeño considerado de una manera abso- luta, considerado con relación á su objeto, es insigni- ficante ; y si carece de utilidad positiva por la falta de suficiencia de que se resiente, puede tener la utilidad negativa que resulte de la manifestación de los erro- res de que adolece, hecha por las personas competen- tes que desciendan á examinarlo con el escalpelo de la crítica. Sí me es lícito pronunciar una palabra en mi abo- no, á lo menos para que pueda tener lugar la indul- gencia de la Sociedad, diré que este ensayo esta he- cho con suma festinación, y que he carecido de colec- ciones clasificadas de comparación para rectificar mis apreciaciones. Se lo ofrezco, no obstante, no como un trabajo digno de pertenecerle, sino como una prueba de mi gratitud, por el honor con que se sirvió distinguir- me admitiéndome en su seno, y como un testimonio de mis vehementes deseos de contribuir al útil, bené- fico y patriótico objeto que esta ilustrada Sociedad se propuso al establecerse. Las esbeltas montañas que se elevan magestuo- samente en la parte occidental del Valle de México, y que extendiéndose hacia al Sur forman la cadena que separa las aguas que por el rio de Moctezuma van á perderse en el Golfo de México, de las que por el * Esta memoria fué leida en la Sociedad de Geografía y Estadística en la sesión de] 30 del Mavo de 1872.8 rio de Lerma se van á precipitar en el Pacífico, se dividen en la región meridional de Toluca, en dos ra- males que se distinguen por su extraordinaria eleva- ción, y porque uno de ellos contiene, como el eslabón principal de esa cadena gigantesca, el antiguo volcan llamado el Nevado de Toluca, cuya altura sobre el mar, según -el célebre Barón de Humboldt, es de 4,621 metros, cuya cúspide está cubierta por una eter- na corona de nieve, y cuyo cráter está en parte con- vertido en un hermoso lago. En la parte occidental de los cerros que continúan esta ma'gnífica serranía, entre los cuales es digno de mencionarse el cerro de la Somera, de 2,600 metros, extienden éstos sus faldas, disminuyendo insensible- mente su declive y formando diversas cañadas, que expulsan sus aguas por vertientes naturales á los rios del Oro, Tlalpujahua, Tepetongo y Tarimangacho, que las van á depositar en el de Lerma. Las principales de estas cañadas somlade la Bor- da, al S. O.; 1 la del Oro, al S. E. de la anterior, y la de Cucha, al N. O. del Oro. La más extensa de estas cañadas sirve de asiento á uno de nuestros principales distritos mineros, que parecía estar destinado al mismo tiempo á ser la man- sión de una sociedad industriosa, culta y civilizada. Este distrito, conocido antiguamente con el nom- bre de Guadalupe del Oro, y designado en la actua- lidad simplemente con el nombre de Mineral del 1 He adoptado las iniciales N. O. S. E. para designar los puntos cardinales, Norte, Sur, Este y Oeste.9 Oro, es llamado así á causa del codiciado metal que guardan sus entrañas. Sus coordenadas geográficas son 19°—46' 30", latitud Ñ.; y 0o 53' 24", longitud O. del meridiano de México. El Mineral del Oro es una municipalidad cuya cabecera es Ixtlahuaca, distante quince leguas; sirve do límite al Estado de México, y está lindando con el de Michoacan. Su aspecto físico es tan interesante como agrada- ble, pues ademas de hallarse rodeada de cerros, y presentar los accidentes del suelo que caracterizan á los Minerales, está cubierta de una capa de tierra ve- getal bastante fértil, que año por año se oculta bajo el matizado manto de una riquísima vegetación. Como la propiedad está muy dividida, pues cada familia, y aún se puede decir cada individuo, posee una pequeña porción de terreno, el cultivo es comple- to y uniforme; y la agricultura, aunque no se sostie- ne en grande escala por no permitirlo las circunstan- cias generales de la población, y las particulares de sus habitantes, constituye sin embargo un elemento de trabajo, de subsistencia y de comercio, y contri- buye notablemente á sostener la Minería, que es la industria por excelencia. El maiz, la cebada y el trigo son casi los únicos productos á cuya siembra se dedican sus tierras, con- sumiéndose los dos primeros en el lugar mismo de su producción, casi en su totalidad, y remitiéndose el úl- timo á los molinos de la capital.10 También el cultivo del maguey se encuentra bas- tante extendido, y se elabora un pulque de mala ca- lidad, la mayor parte del cual es llamado tlachique. Su clima es frió, su altura considerable; los vien- tos dominantes, del N. E. y las lluvias en la estación de las aguas, son en extremo abundantes; la evapo- ración es muy rápida, y las heladas son tan fuertes, que en las mañanas de invierno es común el espectá- culo que presentan los cerros cubiertos de nieve, el agua congelada y las gotas en el mismo estado, for- mando estalactitas hasta de treinta centímetros de longitud. La población asciende á 3,000 almas, compren- diendo los Pueblos do Tapasco, San Nicolás, Santiago, Santa llosa y hacienda Tultenango, cuyos habitantes, en su mayor parte indígenas de la raza matzahuatl, se ocupan, además de la agricultura, en el corte de ma- deras, labrando por sí mismos las escaleras, vigas, pun- tales y demás piezas empleadas en las minas; corte de leña, fabricación de carbón, tejamanil, clavazón y objetos de barro: algunos se ocupan en la hacienda de beneficio, y aún en la mina; pero solamente en los trabajos exteriores, como cajón, malacate y tras- porte, pues por los interiores, aún la simple bajada á la mina, tienen una invencible repugnancia. El estado de civilización en estos indios es el de toda su desgraciada raza; y aunque en cada uno de es- tos pueblos hay una capilla consagrada al culto ca- tólico, muchos de los habitantes de algunos de ellos son idólatras, y conservan cuidadosamente debajo del11 altar las deformes figuras que constituyen sus ídolos. La instrucción pública es rudimentaria, necesita una verdadera reforma, ó por lo menos alguna aten- ción. Confiada la dirección de las escuelas municipales á personas de la clase indígena en unos pueblos, y en otros á gentes de razón, pero de muy poca cultura, la enseñanza se resiente del atraso de los maestros; y poco penetrados los padres de las ventajas de la educación, no procuran que la reciban sus hijos, í quienes frecuentemente mantienen lejos de la escuela, para servirse de ellos en sus trabajos, separándolos definitivamente cuando están en disposición de ganar un jornal mezquino que disminuya su gravamen, n- íluyendo, como es natural, en contra del aprovecha- miento, esta irregularidad en la asistencia. Sus rocas principales no presentan una composi- ción rigurosamente determinada, pues su masa pare- ce haber sido formada por el endurecimiento repen- tino de partículas impalpables de diferentes sustancias que dan al conjunto un aspecto homogéneo, variable sin embargo en el color, que en su generalidad es amarillo pajizo, presentando de trecho en trecho tin- tes de un color verde pistacho muy opaco, ó rojo de ladrillo, tirando ti rojo de sangre. La textura de esta roca es pizarreña, sus hojas en lo general son planas, presentándose en algunas partes de tal manera curvas, que llegan á constituir grandes fragmentos esferoidales, formados por capas concéntricas, notándose con más claridad esta modi-12 ficacion en las partes que parecen haber sido altera- das en el fenómeno del levantamiento. Bajo el aspec- to de sus caracteres mineralógicos considerada esta roca, es blanda, untuosa al tacto, centelleante y opa- ca, y los elementos mineralógicos que entran en su composición, son la mica, la arcilla, el talco, la clori- ta y el cuarzo en pequeña parte. La presencia del talco y la clorita parece estar confirmada por el color verdoso que se distingue en su masa. Es, pues, esta roca la pizarra arcillosa de transi- ción (thonschiefer), y su estratificación se nota fácil- mente en los arroyos, cuyo lecho está formado por lajas de magnitud considerable, en las partes someti- das á la acción de las aguas, cuyas corrientes, desa- gregando y arrastrando consigo la tierra vegetal so- brepuesta á la roca, han descubierto ésta, y en los trabajos de explotación, algunos de los cuales han si- do perpendiculares á la estratificación, y otros han se- guido la dirección de ella. Esta roca, cuya extensión es tan considerable, pues se distingue á diversas profundidades y distan- cias, sirve, por decirlo así, de asiento á la población, de base á la formación geológica y de armadura á las vetas del distrito. El aspecto general que presentan estas lajas es tan regular como uniforme, pues la estratificación es horizontal, menos en la falda de los cerros, en que se inclina en el sentido de la pendiente, y cerca de las vetas en que suele ser paralela á los respaldos. En todas las obras muertas que se han seguido13 y se siguen en las minas de San Rafael, San Anto- nio y el Carmen, se descubre esta roca con los carac- teres que presenta en la superficie, sin otras modifi- caciones que las que corresponden á las circunstancias climatológicas y estratigráficas peculiares á ciertas re- giones. En los ejemplares marcados con los números 1, ^> 3 y 19, en la pequeña colección que acompaño, se ven distintamente estos caracteres, que poco á poco se van modificando en los términos antes indicados; y estas modificaciones, insignificantes en su esencia, afectan en su forma considerables masas de terreno. En la región á que pertenecen estos ejemplares (que se extienden al S. E. de la veta de San Rafael basta el alto do la veta descubridora, en cuyos respal- dos se observa otra roca, la que vuelve aparecer en la veta de Ohibuabua, y al E. do ésta en el lecho del rio del Oro, siguiendo hacia Tultenango), se nota una doble textura, que es en parte pizarreña, y en parte compacta, que entre las lajas de la primera, con que alterna, se presenta perfectamente lisa, más dura y ménos untuosa. Relacionando estos caracteres con los elementos mineralógicos de formación, pueden explicarse estas modificaciones por la ausencia del talco y la clorita, cuyas sustancias parecen estar localizadas en las ca- pas que conservan la textura pizarreña. Algunas veces se notan lajas de esta nueva textu- ra (ejemplares número 3), atravesando la estratifica- ción en varios sentidos, y como estos vienen á cons-14 tituir otras tantas • caras de crucero, resulta que los fragmentos separados por el choque, afectan una for- ma poliédrica, que es una verdadera pseudomórfosis. Otras veces esta pizarra, separándose en fragmen- tos arrendondados, afecta una textura concoidea, co- mo se ve en los ejemplares marcados con los núme- ros 4 y 5, en los cuales las estrías que se observan en la superficie, indican que la textura primitiva es la pizarreña, simplemente modificada por las circunstan- cias que acompañaron al fenómeno de la formación En la zona á que pertenecen estos dos últimos, ejemplares, la caliza se encuentra subordinada á la pizarra, formando aquella masas que por su extraor- dinario desarrollo rivalizan con la pizarra, como en el número 4; otras veces está simplemente adherida á esta última con el número 5, y otras, que es lo más común, la atraviesa en zonas cristalinas como en el número 6, y en este caso la caliza da lugar en la pi- zarra, á una nueva cara de crucero. En el cañón colado en el plan del tiro de San An- tonio, al bajo de la veta de San llafael, para cortar esta veta, se notan los mismos caracteres estratigráfi- cos de la pizarra, y la misma subordinación de la ca- liza, entre la cual es común encontrar cristales de cuar- zo. Ejemplar número 19. En largos tramos de la veta, y siguiendo su direc- ción, se encuentra caballetes formados por la misma roca, cuya superficie está ligeramente metamorfoseada por el contacto de las matrices, y en las grietas que probablemente resultaron en el momento de la for-15 macion, se han depositado sin duda, posteriormente, sedimentos compuestos do los mismos elementos de formación de la roca, sobre todo, de la arcilla y la clorita, que ligeramente endurecidos, presentan una masa compacta, cuyo color, amarillo de ocre, es de- bido al fierro; lustrosa, de lustre de cera; textura; concoidea perfecta; superficie lisa; quebradiza; frag- mentos agudos; se pega fuertemente á la lengua, ejemplar número 7, y sometida á la acción del calor de la muña, presenta un color rojo de ladrillo, pierde su lustre y aumenta de peso, ejemplar número 7, bis. Estos cambios pueden, en mi concepto, explicarse de la manera siguiente: el fierro, á cuya presencia es de- bido el color, como ya se dijo, al calentarse en una corriente de aire, pasa á un grado mayor de oxida- ción, presentando el color rojo del peróxido y el lus- tre mate que le corresponde; el agua contenida se evapora por la elevación de temperatura; y la arcilla, por la acción del calor, se contrae, aumentando su ma- sa en el mismo volumen, y por consiguiente su peso. Estos cambios se operan también naturalmente; y en el camino del Oro á Borda, arriba del punto lla- mado ''Agua fria," se observan las sinuosidades del suelo en forma de conos, cuya masa es el conglome- rado rojo, que presenta los colores amarillo, do ocre y rojo de cochinilla. La presencia del manganeso se descubre también en el color violado, característico de uno de sus óxidos. Esta sustancia accidental, designada por los bar- reteros con el nombre genérico de "jaboncillo,"se des-1« agrega por su contracción, formando relices más ó menos grandes, por los cuales los fragmentos quedan abandonados á su propia pensatez, causando derrum- bes en extremo peligrosos. Más fáciles de explicarse que de preverse estos accidentes, son debidos á las acciones que resultan de las circunstancias particulares en que tienen lugar. La presencia de los trabajos en las labores largo tiempo despobladas, establecen un foco de calor debi- do á la combustión de las luces, la ignición de la pól- vora y la presencia de los trabajadores; merced á es- te calor, el agua se evapora, la arcilla se contrae, au- mentando el número y la magnitud de los intersticios, que son ocupados por el aire; éste se baila en conti- nuo movimiento en toda la secuela del trabajo, des- de la entrada del pueble hasta la inflamación del bar- reno, y aumenta poco á poco la desagregación de los relices por el movimiento ejercido sobre ellos (á esto llaman los barreteros "ventearse"), determinando al fin su caida. El cemento arcilloso queda descubierto, for- mando grandes pegaduras que se desprenden también sin anunciar su caida por carácter alguno. Un accidente de esta clase causó una desgracia en la mina de San Rafael, el 17 de Febrero, de 1869. Una pegadura de 600 á 800 arrobas se des- prendió de una altura de 10 metros, rompiendo la cama que resguardaba aquel punto, y llevándose con- sigo un tarango, en el que trabajaban dos paradas de barreteros; estos cayeron recibiendo fuertes contusio- nes, y uno de ellos quedó aprisionado entre las pie-17 dras, que caian como lluvia, resultó gravemente heri- do y murió después de pocas horas. Al SF. E. de la mina de San Rafael, y con una pen- diente de 0.2 por metro, la pizarra va endureciendo poco á poco sin sufrir alteraciones notables en sus ca- racteres dominantes, y á 90 metros comienza á alter- nar con otra roca muy frecuente en esta formación. Esta roca se presenta de dos maneras diferentes: en láminas muy delgadas, que suelen estar atravesa- das por cintas de carbonato de cal, y en laminas más gruesas é irregulares, que en algunos puntos hacen desaparecer la textura pizarreña que es común al con- junto. En uno y otro caso, la dureza es más considerable; el color más uniforme; es un gris azulado muy oscuro que en algunas partes es gris negruzco, ó más bien negro agrisado; la textura es pizarreña en el primer caso, y concoidea en el segundo; siendo de tal mane- ra dura en algunos tramos, que es susceptible de pu- limento, y sirve de piedra de amolar. El paso de una roca á otra se observa en los ejem- plares marcados con los números 8 y 9, teniendo la textura pizarreña los dos marcados con el primero, y la concoidea los marcados con el último. Esta roca, que pertenece á la formación de la vacia gris, se ex- tiende al N. E., se descubre en la mina de Providen- cia, abierta sobre la veta Descubridora, y se presenta en el socavón de San Juan más clara, más untuosa, más blanda, y conteniendo en mayor cantidad á la ca- liza y al cuarzo.18 En el cañón da "La Providencia," que actualmen- te se está colando pava comunicar el tiro de Providen- cia con el de San Rafael, cuya dirección corta la es- tratificación bajo un ángulo muy agudo, encontré á 110 metros del primero un hilo metálico formado por pequeñísimos cristales de pirita, el cual se extendía trasversalmente en el cañón; sospechó desde luego que pudiera ser un ramal de la vetilla de la Descubri- dora, ó de alguna otra vetilla; pero avanzando el cue- le se presentaron otros hilos idénticos, alternando con las lajas de la pizarra y con la caliza, sin dar el me- nor indicio de existencia de veta alguna. Un ejemplar de esta naturaleza se ve en la colec- ción, marcado con el núm. 12. También en el socavón de Han Juan so encuentran cristales de pirita, tan pequeños, que á primera vista parecen pegaduras adheridas á la pizarra, ejemplar número 13. En el mismo socavón, cerca dol tiro de Providen- cia, la pizarra alterna con la caliza que le está subor- dinada presentándose en largos tramos tapizada de cuarzo cristalizado, ejemplar número 14, y en algunos puntos la caliza está dominando de tal manera, que apunas se distingue la pizarra, como en el ejemplar marcado con el número 15. Aquí se ve confirmado el hecho que han mencio- nado algunos geólogos, de que el cuarzo, más ó me- nos puro, que comienza á ser visible en la mica pizar- ra se muestra en mayor cantidad en la pizarra arci- llosa, donde adquiere dimensiones considerables.19 A medida que se avanza hacia el N. O. de la ve- ta descubridora, se va endureciendo la pizarra, reem- plazando su textura pizarreña por la concoidea, pre- sentando una superficie rayada con las estrías diver- gentes, y encontrándose atravesada en diferentes di- recciones por la pizarra arcillosa de color rojo, según se ve en los ejemplares marcados con el número 16, estando á veces tapizada por cristales muy pequeños de cuarzo, como en el número 17, y pasando á la for- ma esferoidal como en el número 18. Esta pizarra so distingue con bastante claridad en el socavón de la mina del Carmen; pero desaparece hacia el O. á 50 metros de la veta de San Rafael, donde reaparece la pizarra de transición bastante en- durecida. En el cañón que, partiendo del plan del tiro de Han Antonio, va á cortar cá dicha veta en el bajo, es- te endurecimiento es tal, que á pesar de la textura pi- zarreña no ha habido necesidad de fortificación algu- na: lo contrario sucede en la región del alto, en que la desagregación de las lajas permite separar los fragmentos por la simple presión de los dedos; y es- tas diferencias se pueden observar en los ejemplares marcados con los números 19 y 20; el primero reco- gido en el cañón que corta la veta en el bajo, y los otros cerca del alto. Sobre estas rocas hay una gruesa capa de tierra vegetal, la que en su contacto con aquellas está im- pregnada de óxido de fierro é íntimamente mezclada á la arcilla descompuesta, resultando de aquí un ce-20 mentó plástico, que retiene fragmentos de pizarra, vacia gris, caliza y cuarzo, formando un conglomera- do rojo que ocupa una grande extensión de terreno, aunque frecuentemente se ve interrumpido. En la in- tersección de los caminos de San Antonio y San Ra- fael, se ve este conglomerado en toda la barranca y siguo descubierto hasta el pueblo, donde desaparece en la pizarra, y vuelve á aparecer en el camino á la hacienda de Tultenango, y hacia el S. O. se distingue en varios tramos en el camino á Tlapujahua y á Borda. Cerca del puente del rio, en el primero de estos dos caminos, no se distingue ya el conglomerado ro- jo, que parece haberse localizado en el segundo; pero se deja ver con toda claridad una caliza compacta de color gris-ceniciento oscuro formando capas; entre las lajas de esta caliza hay otras de pizarra más delga- das. Aquí vuelve á presentarse el caso que se indicó antes, de estar la pizarra subordinada á la caliza, in- fluyendo esta roca en los caracteres de aquella, cuya textura se identifica con la textura hojosa de la cali- za. Esta alteración en la estructura no tiene nada de absoluto; no es sino relativa, y se observa también el caso inverso, en que la caliza perdiendo su textura ho- josa, ha tomado la textura pizarreña. Ademas del cuarzo cristalizado, que extendiéndo- se en el sentido de la estratificación, forma una espe- cie de lajas que alternan con las de la pizarra, y se han visto en largos tramos tapizando el socavón de21 San Juan, se encuentran masas de cuarzo intripula- das en la pizarra, diferenciándose del primero por la mayor parte de sus caracteres; so encuentra en masas de color blanco amarillento, y en algunos ejemplares blanco de leche, lustroso, de lustre de nácar, textura concoidea imperfecta, fragmentos romos, caras de cru- cero bien determinadas, untuoso; puode clasificarse como cuarzo graso, y so ve un ejemplar marcado con el número 21. En la pizarra arcillosa de transición, suelen encon- trarse fragmentos amigdaloides de pedernal, que cuan- do están muy unidos le clan al conjunto un aspecto brechiforme, lo cual es raro, encontrándose general- mente estos fragmentos aislados y á distancias consi- derables; un ejemplar do esta especie se ve marcado °on el número 22, cuyo ejemplar fué recogido en el lecho del rio del Oro, frente á la hacienda de bene- ficio. Los caracteres que distinguen la pizarra arcillosa y el gran desarrollo con que esta roca se presenta, ca- racterizan, por decirlo así, los terrenos de transición, y por lo mismo solo se observan en la parte superior de los terrenos primitivos; y en la generalidad de los casos es difícil decidir si las rocas que establecen el paso terminan los terrenos primitivos, ó dan principio á los de transición. Estas rocas cuya descripción he ensayado, cuyas muestras he reunido y cuyos tipos esenciales están á la vista, después de ocupar una extensión que alcanza desde el puente de Tlalpujahua hasta la hacienda de■22 Tultenango, donde se oculta por la tierra vegetal y vuelve á aparecer en el pueblo de Tapasco, y desde el pueblo de Cucha hasta las faldas de los cerros de San Nicolás y Santa Eosa, van á perderse en estos límites en la formación traquítica que se presenta con los caracteres que distinguen á las rocas feldespáti- cas entre las demás rocas eruptivas. Al N. E. del pueblo de Tapasco, latraquita susti- tuyo completamente á la pizarra, distinguiéndose en- tre aquella una verdadera veta de pórfido feldespáti- co, que se explota por cuenta de la compañía minera del Oro, para la extracción de las piedras voladoras y de los tacos con que se construye el fondo de los ar- restres, en cuyos aparatos se efectúa la porfirizacion del cuarzo aurífero y la amalgamación del oro. La base del pórfido qne constituye esta cantera es el feldespato compacto, íntimamente mezclado á la hornblenda cuyos indicios de cristalización han desa- parecido, y ligeramente teñido por óxidos metálicos) sobre todo por el de manganeso. Sobre esta pasta, cuyo color en los dos ejemplares marcados con el número 23 es el azul violado oscuro, se distinguen cristales pequeños de feldespato vidrio- so, de hornblenda y cuarzo, cuya última sustancia se encuentra también en pedazos esquinados, menos pe- queños y distintos en color y lustre de los cristalitos de cristal de roca. Esto pórfido ocupa el centro de la cantera, forman- do grandes masas prismatoides, justapuestas lateral y verticalmente, presentando relices que tienen una in-23 clinacion de 12° á 20° hácia el N. E. Cada uno de estos prismas presenta una superficie igual, de grano muy fino y de textura compacta, concoidea, cerca de las aristas ó de las esquinas. En la fricción continua de la voladora contra el taco, la cabeza de éste y el asiento de aquella adquieren la tersura que da el pu- limento, quedando las superficies completamente lisas y los cristales tan fuertemente empotrados en la pas- ta, como lo estaban antes, sin presentar otra modifi- cación que la diminución del lustre' Como en la explotación de este pórfido so procu- ra extraer solamente el de mejor calidad, por lo cual no se toca la parte inferior, (pié del banco) no me ha sido posible examinar el plano de sobreposicion de estas dos formaciones, cuyo dato induciría á la de- terminación de la edad relativa de cada una. Más al centro de esta veta, intripulado con el pórfido anterior, y subordinado á él, se encuentra otro pórfido cuya base presenta otro color menos subido, y en cuyos cristales abundan los de hornblenda, dis- minuyen los de cuarzo y entre los de feldespato vi- drioso se notan algunos de oligoclasia. De este pórfi- do se ven en la colección cuatro ejemplares,marcados con el núm. 25. Variando el color y la compacidad de la pasta, así como la proporción relativa y la naturaleza de los cristales retenidos por ella, dentro de los límites seña- lados en los ejemplares adjuntos, se extiende la veta bácia el 8. E., sin otra modificación que la presencia de ríñones de pedernal como el que está marcado con24 el número 26 y frecuentes interrupciones deterimna- das por capas pizarreñas de la roca intripulada. También se distingue entre los espacios que de- jan entre sí los fragmentos prismáticos citados antes, una sustancia arcillosa, semejante á la observada en la veta de San llafael, cuyos ejemplares estím mar- cados con el número 7; y esta sustancia presenta un color verdoso debido á la clorita: es más blanda y muy desmoronadiza. Cerca de la barranca que atraviesa la cañada, á la falda de la loma en que está explotada esta veta y que corre de N. 0. á S. E. casi paralelamente, se encuentran fragmentos de obsidiana, que por su figura roma, las sustancias estrañas adheridas á la superficie, la irregularidad en la dirección de las rayas que la cubren, la total desaparición de las aristas y esquinas, y en general por su aspecto de piedra rodada, creo no pertenece á este terreno, aunque no es extraña á esta formación, pues se distingue en algunas otras partes de las rocas traquíticas, como por ejemplo, en el cerro de Somera, en cuya falda se encuentra so- brepuesta á la pizarra donde se distingue unas veces en fragmentos aislados, otras formando parte de una brecha cuya masa es el feldespato vidrioso, fragmen- tos irregulares de cuarzo, lajas de pizarra y vacia gris, y forma capas que se extienden paralelamente á la pizarra. El número 27 marca esta sustancia, y el número 27 bis, la misma, sometida al calor de la mufla. A la salida de Tapasco, por el rumbo K O., es-26 ta veta de pórfiido se divide en dos ramales, uno que pasa por San Nicolás, Santa Rosa y la hacienda de la Estaiizuela, y otro que aparece en la cuesta de Te- petongo. Este segundo ramal fué explotado por la an- tigua compañía restauradora del Mineral del Oro, en el fondo de la cañada de donde se extraían las piedras voladoras por medio de un malacate; y desde enton- ces esta cuesta es conocida con el nombre de "Cues- ta del Malacate." Este pórfido, muy semejante, y aun se puede de- cía, idéntico al anterior, no presenta diferencias sen- sibles en sus caracteres litológicos; pues aunque no he encontrado cristales de olivino, no puedo asegurar la ausencia de esta sustancia. Se presenta sin embargo la pasta feldespática en una escala de compacidad mucho más extensa que en la cantera de Tapasco. Colocadas las labores que se pueden reconocer, en la barranca que se extiende en el fondo de la cañada, la ausencia del sol y la pre- sencia del agua pueden influir en estas diferencias. El ejemplar que acompaño marcado con el nú- mero 28 da una idea del pórfido más compacto de esta formación. Los caracteres mineralógicos de la pasta son los siguientes: de color azul violado oscuro, muy pronun- ciado; lustroso, de lustre de cera; textura: la princi- pal, desigual, de grano pequeño; la trasversal concoi- dea; superficie áspera, fragmentos agudos con un olor arcilloso muy marcado y un ligero apegamien- to á la lengua; los cristales están más diseminados,2C y los constituyen la hornblenda y el feldespato vi- drioso. El cuarzo suele presentarse con más desarrollo, y es frecuente encontrarlo en capas de cacholonga, de forma esferoidal, cuyo lustre, en la textura recien- te, es de nácar, revistiendo este pórfido.—Ejemplar número 29. Algunos fragmentos esferoidales están completa- mente cubiertos de pedernal, de manera que á prime- ra vista se toman por riñones de esta sustancia; pero partidos, dejan ver en su interior los caracteres del pórfido, como se observa en los fragmentos del ejem- plar marcado con el número 30. El cuarzo en sus diferentes variedades, se presen- ta bastante desarrollado; unas veces formando parte del pórfido, en una especie de brecha, otras indepen- diente; y así he visto el cuarzo compacto marcado con el número 31, el pedernal marcado con el núme- ro 32 y el ópalo común marcado con el número 33. Variando el color de la pasta, su compacidad y dureza, y la cantidad relativa de los cristales, según se ve en los ejemplares marcados con los números comprendidos entre el 35 y el 42, los caracteres ge- nerales del pórfido son los mismos que los descritos antes, y solamente se observan algunos tramos, en los cuales la pasta está notablemente descompuesta, siendo un carácter de esta descomposición, el que es- tá de tal manera deleznable, que basta la simple pre- sión de las dedos para pulverizarla, separando de ella y aislando los cristales.—Ejemplar número 34.27 Esta descomposición parece debida á la acción de las aguas, pues las partes en que se observa están constantemente bañadas por ellas durante 1 a estación de las lluvias; debiendo influir ademas la presencia de otro agente, oculto quizá en la composición mis- ma de la sustancia descompuesta; pues si el agua fue- ra el único, produciría el mismo efecto en todas las sustancias sometidas á su acción. Otra descomposición que se observa en esta for- mación, y que parece ser posterior á la del pórfido descrito, sin que yo me atreva á asegurarlo, es la re- presentada por una roca traquítica sobrepuesta á la pizarra, y aun al pórfido mismo, cuyo aspecto osco- noso lo hace considerar como una lava volcánica: no cabe duda en que el fuego le ha impreso este carác- ter; y las muchas oquedades que preseuta, pueden ser debidas á ampollas reventadas por el contacto del ai- re, y su penetración al través de la materia pastosa, ó por la brusca salida de los gases que la produje- ran, ó bien por el espacio ocupado por sustancias cuar- zosas de forma esferoidal, desprendidas después por las aguas y arrastradas por sus corriontes: autoriza á lapri- mera hipótesis, el modo de producirse las lavas y las escorias de fundición; y hace sospechar la segunda, la presencia de fragmentos pequeños esferoidales, entre los sedimentos depositados á grandes distancias.— Ejemplar número 43. Entre estos depósitos son los principales los que se encuentran formando lajas más ó menos endureci- das, colocados en capas cuya inclinación es de 68° al28 8. O. Los caracteres estratigráficos están bien marca- dos, y se distinguen claramente en los ejemplares marcados con el número 44. A pesar de la uniformidad que se nota en la co- locación del pórfido, tal como so acaba de considerar, y por lo que su criadero es referido á las votas, las ro- cas ¿raquíticas constituyen parte esencial de esta for- mación, y por su desarrollo puede decirse que rivali- zan con las de transición examinadas al principio. En la falda oriental del cerro de Somera se dis- tingue aún la pizarra, participando del declive; pero á muy corta altura se notan las rocas traquíticas, que forman casi toda su masa. Los pórfidos feldespáticos, cuya pasta es muy com- pacta, y contiene cristales de feldespato vidrioso y hornblenda, forman la mesa, y aún se distinguen en la cima entre las brechas que abundan en ella, obser- vándose sin embargo distintamente las rocas pertene- cientes ó la pizarra de la vacia gris, en pequeñas ex- tensiones, que desaparecen entre las traquitas. Lo mismo se observa en la cañada de Cucha, al N. O. del Oro, si bien en este punto la pasta del pór- fido es ampollosa, y los cristales de hornblenda son más abundantes. El pórfido que forma la masa del cerro de Some- ra se extiende por la parte oriental en toda la exten- sión de su falda, formando una especie de capa, que con la inclinación de 30° al Oriente, pasa sobre la ve- ta de San llafael, cuya inclinación es de 30° al Po- niente, y se descubre en el tiro de San Antonio, abier-•2',) to al bajo de esta veta, en una extensión do 20 á 25 metros, desapareciendo después en la caliza subordi- nada á la pizarra, cuyas rocas, según se ha indicado, se observan en toda la longitud del cañón, que par- tiendo del plan del tiro, va á cortar la veta en el res- paldo bajo, donde comienzan las obras de disfrute. Hacia el E. del Mineral del Oro, entre las hacien- das de labor de Tultenango y la Jordana, en terre- nos pertenecientes á la primera, so descubre el mismo pórfido traquítico, oculto en su mayor parte bajo las gruesas capas de tierra vegetal. Al fijar la atención sobre la obsidiana encontrada en la barranca de Tapasco, cerca del pórfido, y al mencionar esta roca en su yacimiento en el cerro de Somera, indiqué la existencia de las brechas que le están sobrepuestas. Estas brechas traquíticas, que en la parte oriental se encuentran en pequeña cantidad relativa, en la par- te occidental puede decirse que predominan; y aun- que en su contacto con el pórfido parecen á primera vista confundirse con él, en las cimas de los cerros que generalmente los forman, se distinguen sin confu- sión alguna. A pesar del endurecimiento que suele adquirir la pasta, que la asemeja á la pasta feldespática del por. fido traquítico, son fáciles de distinguir por el tama- ño de los cristales que contienen, por la forma gra- nuda del cuarzo, por la presencia de la obsidiana, y en general por el aspecto que estos cuerpos heterogé- nos del compuesto hacen tomar á la superficie.30 A medida qué la pasta va disminuyendo su com- pacidad, el estado de agregación va siendo más im- perfecto, pasando al fin la roca del estado sólido pro- piamente dicho, al desmoronadizo, constituyendo así una verdadera toba traquítica. Entre estos dos estados extremos hay un estado medio, quo es el general, pues la pasta se presenta esponjosa, conteniendo ademas de los granos de cuar- zo, feldespato y obsidiana, otra roca de aspecto esco- rioso, presentando así el aspecto do una brecha doble, por servirme de esta expresión. La presencia de la obsidiana afecta dos modos de ser inversos: el más general es el que acaba de des- cribirse, esto es, en fragmentos más ó menos peque- ños, reunidos ó adheridos á una argamasa feldespá- tica; el segando consiste en que por la abundancia de obsidiana, ésta parece constituir la argamasa, y á ella están aparentamente adheridos los cristales de fel- despato vidrioso, los fragmentos de cuarzo y las otras rocas metamórficas: este modo de ser, más bien apa- rente que real, pues se descubre en él la argamasa feldespática, se distingue en el cerro de Somera, des- cansando entre la pizarra y la otra brecha. Este desarrollo extraordinario de la obsidiana es verdaderamente anormal, pues solamente lo he visto en una extensión de 3 á 4 metros, no obstante de ha- berlo buscado en una grande extensión del cerro, cui- dadosamente examinada. También en el cerro de Cucha se sobreponen las brechas al pórfido; pero en ellas no he encontrado ob- sidiana.31 Sobre la capa traquítica que sobrepuesta á la pi- zarra se ve en la falda oriental del cerro de Somera, que está descubierta y atravesada por el tiro de San Antonio al bajo de la veta de San Rafael, se ve una brecha cuya argamasa, sin dejar de ser traquítica, contiene arcilla en exceso; y si á esto se agrega que la pasta traquítica es por sí misma deleznable, resul- ta semejante por su aspecto general, no ya á una to- ba, sino á un conglomerado traquítico. Esta masa arcillosa se encuentra endurecida en las abras naturales, formando grandes fragmentos sef - mojantes en todos sus caracteres, con excepción del color, á la misma sustancia depositada en las abras de ^Rf0y la veta de SanRafael, y cuyos ejemplares están mar- cados con el número 7. El ejemplar correspondiente á la sustancia descrita lo está con el número 46. En esta toba ó conglomerado se ven fragmentos arrendodados de traquita, en los que se distinguen el olor y el apegamiento á la lengua, de la arcilla, y con- tiene en su'interior cristales de augita. En toda la extensión ocupada por esta brecha, el tiro ha tenido quo ademarse. Al N. O. del Mineral del Oro, en los caminos pa- ra Cucha y Tepetongo, se notan las brechas de pasta endurecida y esponjosa, presentando el aspecto gene- ral de lavas volcánicas; cerca do la hacienda de este nombre se vuelvo á encontrar la brocha en el estado de toba. De lo expuesto resulta que las rocas del distrito de minas del Mineral del Oro pertenecen á la forma-32 cion devoniana, y'se pueden reducir á las siguien- tes: Io Pizarra arcillosa de transición, con sus varie- dades de estructura, color y dureza. 2° Pizarra de la vacia gris, alternando con la pi- zarra de transición. 3? Caliza subordinada á las dos anteriores. 4" Conglomerado rojo con fragmentos de pizarra, vacia gris, caliza y cuarzo. 5? Pórfidos traquíticos de base feldespática, más ó menos compacta dominando los pórfidos dioríticos. 6? Brechas traquíticas, que difieren en la natura- leza de su pasta y en la de los elementos adheridos á ella. 7? Tobas traquíticas procedentes de las brechas. 8" Conglomerado traquítico formado por las to- bas. Las vetas del Mineral del Oro, arman en las ro- cas correspondientes á las tres primeras clases; cor- ren de N. O. á S. E. paralelamente entre sí, con un rumbo que varia entre 10 y 20°, y su inclinación de 25 á 30° al 0. El rumbo de esta vetas es el mismo do las del distrito minero de Tlalpujahua; pero éstas tienen su echado hácia el E. variando la inclinación entre los mismos límites. Estas vetas enumeradas en la dirección de Orien- te á Poniente, son: V La veta de Chihuahua. 2* La veta de San Acacio.33 3? La veta de la Descubridora. 4? La veta de San Rafael. Se conocen ademas varias vetillas, siendo las prin- cipales de ellas: 1* La vetilla de los Mondragones al alto de la veta de Chihuahua. 2? La de la Calera, al bajo de la Descubridora. 3? La de los Maromeros al alto de la Descubri- dora. 4? La vetilla de San Eafael, al alto de la veta del del mismo nombre. Daré una ligera idea de estas vetas y vetillas, considerándolas sin esta distinción, siguiendo el orden de sus posiciones relativas. Veta de Chihuahua.—Los trabajos practicados en esta veta son muy antiguos, y parecen estar reduci- dos á un socavón que, partiendo del bajo, la atravie- sa en todo su espesor; y aunque no se conservan da- tos sobre el resultado de los trabajos de explotación, es de suponerse que la veta fué atravesada en borras- ca, ó cortando solamente hilos de poca consideración: y otro en cuyo trazo no presidieron sin duda el estu- dio ni la inteligencia, pues corre al alto de la veta, formando con ella un ángulo muy agudo, y cambia de dirección después del corte, siguiendo el rumbo de la veta, que es de 15° de N. 0. á S. E. Hay además tres tiros llenos de agua y de escombros. Vetilla de los Mondragones.—Llamada así á cau- sa del nombre de los descubridores, puesto en plural por una corrupción muy frecuente en el lenguaje vul-3-1 gar, se extiende al alto de la veta de Chihuahua, pa- ralelamente á ella. Una cabiente de agua producida por .un fuerte aguacero, deslavó la tierra vegetal que cubría la roca, arrancando algunas lajas de la pizarra que: constituye el panino, arrastrándolas .consigo y de- positándolas á diferentes distancian jsioÍSüI chiquillo que apacentaba un pequeño rebaño, vio brillar algunas piedras, y habiéndole llamado por esto la atención, las recogió y guardó cuidadosamen- te para mostrarlas á sus parientes los.Mandragon (Mondragones); éstos, que por su ejercicio de barre- teros conocían la pinta, reconocieron desde luego el cuarzo aurífero intrjpulado en la pizarra; y habiendo hecho una tentadura, que salió bastante alta,, empren- dieron los trabajos de explotación por el sistema de buscones, obteniendo una ganancia que los narrado- res hacen subir á 14 ó 16 mil pesos. Descuidada la seguridad de la mina, pronto que- dó inaccesible y arruinada, tanto por los:grandps hun- didos,: como por los sedimentos depositados por las aguas; y aunque posteriormente se han emprendido trabajos de limpia y disfrute, éstos,, en..lo. general muy pequeños y dirigidos al azar, no han dado resulr tado alguno. Más que como una veta, este criadero puede considerarse como un manto en posición con- cordante con las vetas. Vetilla de la Calera.—De 0.50 á 0.75 metros de espesor, corre al O. de la vetilla de los Mondragones, de K. 0. á | E. La matriz, que es el cuarzo con algo, do espatocallizo, no está bien clara, pues la borrasca estaba in- Mpulada en ella; sin embargo, es una veta bien de- finida. Ultimamente emprendieron los buscones &\- gunos trabajos en ella, pero con tan marcado des- acierto, que para llegar á un punto doscubierto por el socavón de San Juan, de cuya obra bablaré después, abrieron un tiro de 4.25 metros, y en seguida un socavón de 70.25 metros, al ñn del cual se barrena- ron con el do San Juan antes citado. VA gasto de esta obra, bajo todos aspectos inútil, pudo haberse evitado con un poco de estudio y po- quísimos conocimientos de los que en general care- cen los que por saber reconocer las pintas, se creen con derecho para llamarse mineros. Veta de la Descubridora.—Llamada así por sel- la primeva que se reconoció en el Mineral, y en la que so emprendieron los primeros trabajos. Un socavón llamado de San Juan, que córta la veta á 193,20 metros de la boca, conduce al laborío de la mina de San Juan, de la cual, hasta el año de 1853, so extraían semanariamente de 800 á 1,000 cargas de mineral, cuya ley media de plata ora de 6 á 7 on- zas por carga, y de 4 á 6 adarmes de oro. Ademas del socavón está el tiro do Providencia, que tiene 288,50 metros de profundidad, y consta la veta á 167,60 metros abajo del manteo llamado de "Muestro amo.'" Este era el tiro general, y en el estaba estable- cida una máquina de vapor aplicada al desagüe. Ksta máquina do simple efecto, media presión y fuer-36 za nominal de 150 caballos, mantenía secos los pla- nes, no solo de esta mina y la de San Rafael, con la que comunica por medio de un cañón abierto entre ambos tiros, sino también las demás minas, cuyas aguas, filtrándose por los relices de las vetas y lajas de las rocas en que éstas arman, pasaban á la caja de agua del tiro, de donde elevadas por la máquina, eran expulsadas por el socavón de San Juan, perdién- dose parte en el rio y aprovechándose parte en la ha- cienda en las diversas operaciones metalúrgicas, lle- vándose allá por un acueducto de 638 metros. Los efectos del desagüe eran tan marcados, que cuando la máquina funcionaba, hasta los depósitos más altos y los arroyos inmediatos se secaban, según las reseñas de los antiguos mineros. Por el establecimiento de esta obra, y con fun- damento de los artículos 6 del título VI, 17 del tí- tulo X y 2 del título XI, denunció la compañía ingle- sa el 2 de Marzo de 1847, seis pertenencias sobre las vetas de Chihuahua y San Rafael, que le fueron ad- judicadas en 5 y 6 del mismo, y en las que quedó amparada en posesión el 26 de Junio del mismo año. Uno de los actos más censurables de la antigua compañía, que originó quizás la pérdida de la nego- ciación, y que influyó poderosamente en la decaden- cia del Mineral, fué la traslación de esta máquina á la mina de Borda, lo que se hizo á costa de crecidos gastos; é interrumpido el desagüe, el agua como era natural, comenzó á invadir los planes, restringien-37 do poco á poco el laborío, y localizándolo por último * las labores altas, donde pronto se agotó el metal; resultando, como consecuecia inmediata, la paraliza- ción en los trabajos de casi todas las minas. El socavón de San Juan, de que se hizo ya men- tón, cuya boca está en el patio de quebradero de la mina del mismo nombre, comunica con el tiro de Pro- videncia y servia para la extracción. El malacate es- tablecido afuera, sacaba el metal de los despachos in- feriores al que comunica con el socavón, y- por éste era llevado al patio por unos peones, que eran desii^- nacos con el nombre de "arroberos" y á los cuales se pagaba á razón de cinco centavos por carga. Que- brado y pepenado el metal, era trasportado en car- ros y bestias de carga á la hacienda del €uadro, á la distancia de 570 metros, donde con el granceo y la porfirizacion terminaba la preparación mecánica, y era beneficiado según su clase. * Al Norte del tiro de Providencia se encuentran las minas de San Miguel, cuyo tiro so llama también de "La Descubridora," El Socorro, Santa Rita, S. José del Tránsito y la Esperanza; y al Sur las del Ho- zarlo, San José Coronado, el Buen Suceso, el Con- suelo, la Piedad, San Juan Nepumoceno y los Do- lores; el mayor ancho de esta veta es de 6 metros. Veta de San Rafael.—Sin detenerme á conside- rar las vetillas intermedias, que no presentan interés al- * El oro so recogía directamente en los arrastres por amalgamación di- recta, y la plata por ol método do patio, no obstante qno entro los minerales platosos habia algunos bromuros y cloruros, que se benefician por cazo.38 gimo,-pasaré á la vota de San Rafael, que es sin du- da alguna la más interesante del distrito; su anchura máxima reconocida, alcanza á 28,75 metros, medidos en el crucero de Santa Inés, 191,52 metros al Sur del tiro, que se dio partiendo del bajo para explotar el alto de la veta. Casi en toda su extensión contiene metal, aunque no en toda tiene la ley necesaria para que resulte costeable su beneficio. El cuarzo compacto, celular y cristalizado, es la matriz esencial del oro, que se encuentra en el estado nativo, ligado con la plata en la proporción de 25 á 40 pOT ciento. Este cuarzo, en la región Norte y en el respaldo alto, está teñido por los óxidos de fierro y mangane- so, cuyo segundo metal se encuentra también forman- do hermosas arborizaciones: al Sur está mezclado con el carbonato de cal y acompañado indistintamente de la pizarra arcillosa; roca en que arma la veta, intri- pulada formando caballetes. Este oro se beneficia por amalgamación directa en los arrastres, bastando para que costee su benefi- cio una ley de 3 adarmes por carga de doce arrobas ó sea cerca de 0.004 por ciento.* Las minas labradas en esta veta son: la do San Rafael, la de San Antonio, al Sur de la primera, y la del Oárnien al Sur de esta última. El laborío es ac- cesible hasta los 120 metros del brocal del tiro de » Véaso mi Memoria «obre el beneficio del cuarzo aurífero en Mineral del Oro, remitida a la Sociedad mexicana de Historia natural, publicada en "La Naturaleza" en los números 16 y 17 del tomo 1¡Mb'Mi ohiuuin.h •, Reconocidos aquellos antes de que ol desagüe se hubiera suspendido, se han podido conocer las rique- zas en ellos ocultas, y en una de las primeras obras que di al encargarme de los trabajos en la mina de Swa Rafael el año de 1868, pude extraer en-el cuele de mi pozo, un metal de Í5 adarmes de oro por car- ga de i2 arrobas; el agua, que ya ocupaba el plan de oste poro, entorpeció los trabajos de disfrute que alternaban con los de desagüe, y al fin aquella desa- lojó los obreros, cuyos últimos trabajos los hicieron casi totalmente sumergidos. Los minerales que se encuentran en el Mineral del Oro son: i'-' El oro nativo. 2? La plata nativa. 82 La plata sulfúrea. 4? La plata gris. Í5? La polvorilla de plata. G- El bromuro y el cloruro do plata. 7- Los óxidos de fierro y manganeso. 8'.1 El manganeso en arborizaciones. 90 La pirita cúbica, implantada en la pizarra de la vacia gris. Esta última no tieno ley de plata, distinguiéndo- se en esto de la que se encuentra en Tlalpujahua, y que los prácticos designan con el nombre de metal azurronado. El porvenir de este distrito está en sus minas; y4U la Minería en este punto, como en todo el país, está reclamando medidas prontas, sabias y eficaces que la sostengan. en.su marcha, la favorezcan en su desarro- yo y contribuyan á sus adelantos, . Es del resorte del gobierno tomar estas medidas, y á nosotros toca el iniciarlas, llamar sobre este pun- to su atención, ministrarle todos los datos necesarios, hacerle todas las observaciones convenientes, presen- tarle, como en un cuadro sinóptico, los medios al la- do de las dificultades, las ventajas al lado de los in- convenientes, los remedios al lado de los males. Las sociedades científicas tienen este sagrado de- ber, y la nuestra tiene sobrados elementos para cum- plirlo: sq le presenta en espectativa un trabajo lleno de dificultades; pero es bastante fuerte para empren- derlo: existen en este particular muchos vacíos; pero ella tiene el material que se necesita para llenarlos. Al llenar estos vacíos, al emprender ese traba- jo, al cumplir aquel deber, agregará un nuevo ser- vicio á nuestro país, un nuevo blasón á sus glorias y un nuevo diamante á su corona. De la manera más satisfactoria, de la más noble, de la más digna de su objeto, cumplirá una vez más su delicada 6 importante misión, emprendiendo este útilísimo trabajo: la formación déla estadís- tica MINERA DE LA REPUBLICA MEXICANA. X ,í)iiíI/i"mqh:íT w mi mi ■ ^ ; afcoiaa ü • oh oKÍufou la rica um oh ñfomq tul m ,CATALOGO DE LAS EOCAS Á QUE ESTA MEMORIA SE EEEIEEE. Núm. 1. Pizarra arcillosa do transición (thonschiefer) domi- nante en la formación, tomada en la región del bajo de la veta de Chihuahua. Textura pizarreña plana. „ 2. Pizarra arcillosa de transición. Modificación en la textura, que determina en las partes separadas una especie de Pseudoinórfosis. Ejemplar tomado hacia el alto de la veta do Chihuahua. „ 3. Pizarra arcillosa do transición. Combinación do la textura compacta con la pizarreña. Ejemplar re- cogido hácia el bajo de la veta de S. Eafael. Princi- pio do Pseudomórfosis en las partes separadas. „ 4. Caliza subordinada á la pizarra con que alterna. Com- binación de la textura pizarreña con la concoidea Al bajo de la veta de Chihuahua. „ 5. Caliza imperfectamente cristalizada, subordinada á la pizarra concoidea. Ejemplar recogido en la re. gion del bajo de la veta de Chihuahua. „ 6. Pizarra arcillosa de transición atravesada por cintas de espato calizo cristalizado. Textura principal pi- zarreña, accidental concoidea. Bajo de la veta do Chihuahua.42 Núin. 7. Depósito formado en las grietas de la veta de San Rafael y de la roca en que arma. „ 7 bis. Depósito formado en las grietas de la veta de S. Rafael y de la roca en que arma, sometida al calor de la mufla. „ 8. Paso de la pizarra arcillosa á la vacia gris. Textura pizarreña. Cañón de Providencia al alto de la veta Descubridora. „ 9. Paso de la pizarra de transición á la vacia gris. Tex- tura concoidea, cañón de Providencia. „ 10 Mantos de pizarra de la formación de la vacia gris, sobrepuestos á la de transición endurecida. „ 11. Pizarra de la vácia gris, de textura pizarreña pasan- do á concoidea, alternando con la de transición, por el carbonato de cal. „ 12. Formación de la vacia gris. Pizarra alternando con la pirita. Cañón de comunicación entre las vetas de "San Rafael" y "La Descubridora". „ : 13. Cristales muy pequeños de pirita sobre la pizarra, en el socavón de San Juan. „ 14 Caliza subordinada á la pizarra, y cuarzo que alter- na en pequeños cristales.—Socavón de San Juan „ 15. Caliza alternando con lá pizarra y dominando á* ésta. „ 1G. Pizarra de la vacia gris endurecida, atravesada por la pizarra arcillosa. „ 17. Pizarra de la vácia gris tapizada por cristales de cuarzo, fo „ 18. Pizarra do la vácia gris esferoidal. „ 19. Pizarra arcillosa de transición del cañón que corta la veta de San Rafael en la miña dé San Antonio. ,, 20. Pizarra del alto de la veta de San Rafael en la mina de San Antonio. „ 21. Cuarzo graso intrip.ulado en la pizarra. „ 22. Pedernal formando cuerpo on la pizarra de transición. 23. Pórfido de base de feldespato muy compacto, con cristales do feldespato vidrioso y hornblenda.— Cantera de Tapasco. ,, 24. Pórfido do base de feldespato con cristales de oligo- clasia.—Cantera de Tapasco.43 Núm. 25. Pórfido de base de feldespato poco compacto con cris- tales de olivino.—-Cantera de Tapasco. » 26. Pedernal que acompaña al pórfido.—Tapasco. » 27. Obsidiana de la barranca de Tapasco. » 27 bis. Obsidiana sometida al calor de la mufla, » 28. Pórfido de la barranca del Malacate en Tepetongo. »• 29. Pórfido cubierto de cacliolonga. i) 30. Almendra de pórfido cubierta de pedernal, •i 31. Cuarzo compacto entre el pórfido do la barranca del Malacate. » 32. Pedernal acompañado del pórfido del malacate, i. 3¡5. Opalo común junto al pórfido. » 34. Pórfido descompuesto de la Barranca del Malacate. » 35 á 42. "Variedades del pórfido en la Barranca dol Ma- lacate. , f i » 43. Traquita descompuesta junto al pórfido. » 44. Vacia gris descompuesta entre el pórfido de la Bar- ranca del Malacate. j. 45. Pórfido de la mesa del cerro de Somera. )> 46. Arcilla de la brecha sobrepuesta al pórfido traquíti- co en el tiro de San Antonio.Maso ooc FE DE ERRATAS. . ■ : jL. . . ' ..•r.miÍjiadO .«d Ti* n tí 7 r .... . w ..-.'. 11 Sí r „t f,, ' (T cf* -*Urf*~ - - ít Si 8 29 & 0. S. E. K 8. E. 0. 9 17 aún aun 10 3 es llamado es el llamado. 10 15 hacienda de Tul- i 'Jim hacienda de Tu tengo. tenango. 10 22 aun aun. 11 14 y 15 afluyendo i influyendo. 13 23 Relacionado Relacionando. 14 11 últimos. últimos 14 27 encuentre encuentren. 24 ly 2 determinados determinados. 25 1 pórfiido pórfido. 35 25 conste la veta corte la veta. 37 3 consecuencia consecuencias. 38 28 en Mineral en el Mineral. 40 3y 4 desarroyo desarrollo. 10 4 adelantos, adelantos.