— 22 — mase sí las naciones de la tierra para pedirlas cuenta del uso que hicieron de los dones que les deparó, y del libre albedrío y la inte igencia con quu dotó á sus criaturas, nuestra Bandera, blanca y celeste, pueda ser todavía discernida entre el polvo de los pueblos en marcha, acaudi- llando cien millones de argentinos, hijos de nues- tros hijos hasta la última generación, y depo- niéndola sin mancha ante el solio del Altísimo, puedan mostrar todos los que la siguieren que en civilización, moral y cultura intelectual, aspi- raron sus padres á evidenciar, que en efecto fue creado el hombre á imagen y semejanza de Dios. D. F. SARMIENTO. C--< EL ASESINATO 1)K MI ni JO FELIPE f M ALON. IMI.'KKNTA l>iv "bA PATRIA'' ZAUA.TK 175. rOK miNiNGNO AMTEK&KA _4EL ASESINATO DK MI HIJO FELIPE CUC ALON. V [MPBKKXá DE "LaTaTIHA" ZARATE 175. l'Oli BEWNUNO ANTKZAHA 1874Sobreponiéndome hasta donde m hnmanamontri posible al intenso dolor que hoy desgarra nii alma y que ha do ut-ibarar los postrero» anos de mi vida, me presento ante la sociedad de cuyo tallo espero oon confianza la única reparación que no admite es- peilta, ni consiente hurlas, á reivindicar toda entera la verdad de cuanto se refiere al horrible sacrificio de mi hijo Felipe, consuma- da «-1 20 del pasado mes de diciembre, en uno de los campos cer- canos á la dudad de Ayaeucho. Con una intención que por respeto á mi dolor profundo de pa- dre yo no quiera ni debo calificar ahora, se ha dado públicamente por eierto, que mi hijo ha bailado la muerte en una obra de revo- lución confia las autoridades del gobierno constituido, y que su presencia en el territorio que fué teatro de su martirio, no tuvo otro objeto que el de poner allí manos á semejante; obra, como (pie con tal tin partid da esta ciudad llevando de ella los elemento* mas indispensables al electo. Tal ha sido la versión expresa ó tácitamente aceptada y repro- ducida por cuantos en la prensa periódica, en los círculos particu- lares y aun en los texf iinoiiios de pesar con que lian sido consola- dos los miembros do mi familia, se han ocupado en juzgar la dea gracia que me ha herido, ó eu condolerse piadosamente de su ter- rible naturaleza. Pues bien: yo padre de la víctima, yo que snpe inspirarle mien- tras vivió, la ' onfianza mas absoluta en la lealtad, previnion y justicia tío mi cariño, de manera que siempre fui conocedor al pur— 4 — la verdad es secadora, lo que ya queda dicho, est«> es, que Felipe no Alé voluiitariaiiient»'á Ayacuch»),que no tu/' mido revolueionari«», que allí no hizo armas contra nadie, y mncho'inénos contra la au- toridad, y «mi pocas palabras, pues que esto dilacera mi alma, qne en «-se teatro «l«i su sacrificio, en donde era totalmente descornad - do hasta «-I punto «h> ne«-esiiar intérprete para guiarse en los «-a- miiKvs, «''I no opuso á sus verdugos sino la débil retústencia «!«• una insultación y Alga atribuladas por la ciitcrnicdud y el cansancio. Para probar qne esta es la verdad, n<» necesito hacer grandes es* (bersos de ningnn género. Bástame narrar los (techos, con la in- genuidad y |airosa qnien reeonc el último itinerario (terrestre «le un hijo adorado, cuyos ojos se han cerrado para siempre h'j«»s n. " Aquí empiezan natnraluiente las cavilaciones «1«- mi dolor. Si mi hijo «>ra efectivamente acreedor á esa resohMtioii qne in- terrunipia su \ ¡aje y lo privaba «le su libertad ¿ p«»r qué no s<- le (1< iu\ «» y apresé al embarcarse no mas en el ( allao ; Qué elsse de delincn*»iKsis podis s««r la suya, «'» de qué uaturalesa las sospe- ehas qne solm? su oonducta recalan, que libre en «'l Calla»» y res- petadosu derecho <1«> viajar libremente, ya no HUeedis lo misino en Pisco, mediando sismas entre estos «l«»s hechos, el trascurso «le unas pocas horas y la «listaneia «1«L unas tantas legua* marítimas í No habría si«l«> mucho mas humana y aun iligua ile agradeei- miento la arbitrariedad «le su prisión, WMtSUMtanls en el Callao, «pie no verificada en IMs*-») f Yo n«> acierto, por mas que l<> quiero, á disipar estas contradi- ciones y anomalías. Lo único «pie yo sé «le ellas, es «pie he perdi- do:! un hijo adorado. Interrumpido su viaje, y constituido en prisión ó arresto en la ciudad de Pisco, mi hijo eltldc fasil y lo qne es mas notable aun, casi inmediatamente su arresto, por OMMlhi de la Alga. Quien 1<* ayudé en esta, eonao s«- llev«'> á cabo, «le que manera las ordenes de un gobierno tan eficazmente obedecido y seeamla- do «-orno el actual, pueden sor burladas en la persona «le Felipe, qué derrotero tomó el escapa*lo......... Nada «1<í «'sto piule sa- ber Erectamente «mi su oportuidda«l, natía tampoeo he sabido luey;<»; n«> obstante contaren a volví á tener noticia cierta. Amigos «pie lo fueron mies hasta ayer «'» «pie tales st; nombraron al menos, figuran cu «'I gobierno, que pudtorou consolar al aflíjalo padre, dándole no solo razón del paradero de su hij«». sino medios eficaces de salvarlo «!«' los peligros «le su peregriiiatson, sin daño aljrnno de la causa pública. Faltáronme sin embargo «-sos consuekis, seguramente porque ya no es aceptable en la moda <1«* estos tristes tiempos, el que los debieres de la amistad se coucilien con l«»s deberes públicos, evi-_ r. — fundo en la *oeH*Índ <*n «pie Se vive ja desgracia de familias oon quien estamos ligados por buena* y antiguas relaciones. Informes, que mas me saldan á burla que á piadoso interés d« amistad, hacia n llegar hasta mí diversas noticias, vagas, incoho- MntM y algunas de ellas malévolas hasta la crueldad. Como que había estudio y complacencia en «lar ii mi hijo por buscador de conflictos sangrientos, en muchos de los cuales se le suponía pis- tola en mano victimando autoridades. Ya se le suponía en Tea, encabezando la revuelta y dando muer- te al Prefecto, ya en Juniu, ya finalmente en Ayacucho, procla- mado Prefecto y al frente de una revolución. Pero todo esto sin certidumbre, sin coherencia, y sin que jamás ocurriera á las auto- ridades de donde tales informes emanaban, dirijirse al padre de familia, antiguo amigo de los que tal autoridad descaí peñan, en htwon del natural concierto para desarmar al revolucionario pre- sunto y dar las necesarias y posibles garantías al joven por quien se debía considerar ansiosa y angustiada á la familia. Asi las cosas, desciende Aje repente el rayo «pie me hiere y apa- rece mi hijo, ya cadáver en la ciudad de A\-acuello, muerto en una empresa revolucionaria por él acometida! V;i he dicho cual fué el único itinerario con voluntad del viaje que lo alejó de la casa paterna. E*OS que oven mis anejas, con la sinceridad y el respeto que ellas y la verdad que encierran se me- rt-ceii, deducirán sencillamente, que si Felipe, respetado al embar- carse en el Callao, preso en Pisco sin razón alguna, siquiera Os- tensible, fugado Inegro con una facilidad que pasma y un misterio que desconcierta, resulta al fin en Ayacucho, no fué, no pudo; ser en realización de un plan preconcebido, con objeto especial e in- tención deliberada, sino simplemente como fugitivo que huye á la injusta privación de su libertad, que busca en dónde ampararse contra las persecuciones de que es objeto. A buen seguro que, si criminal 6 justamente sospechado, se le hubiera detenido en el vecino puerto, é> inocente se le hubiera respetado en Pisco, mi pobre hijo no habría aparecido en Ayacu- cho, dando su cadáver ensangrentado como trofeo á las mentidas victorias de la autoridad. Paro podrán modificarse la* mentirosas versiones ya publicadas, cambiándolas de manera «pie: se entienda, «pie si Felipe no llevó de aquí la resolución de ir á revolucionar en Ayacucho y los ele- mentos indispensables para ello, tomó aquella y adquirió estos, una vez fugado de Pisco. Nada sera, sin embargo, mas fácil que hacer prevalecer la ver- dad contra tan indignas argucias. Bu primer lugar, mi hijo Felipe, no pudo obtener en Pisco, ni proporcionarse después «le su fuga, los elemento* mas indispon-* sables para la empresa «pie se l«- supone. Tampoco en aquella ciu- dad ni en lo;; «le su perigrínaeion de fugitivo pudo recibir igual- mente las instrucciones, los pormenores, las cartas de reconi« n«la- ejon, en fin todos aquellos auxilios de qae ha menester quien en nombre de una causa política, va á encabezar ó á promover el armamento de un pueblo contra la autoridad «leí gobierno «pie existe constituido. Luego, él no era conocido en Ayacucho: allí no tenia ni amigos, reía, iones, ni conexión especial «!«' ningún género con l«>s pasólo* «le ese departamento. Principiando suenas su vida, y extraño á la nombradla y resonancia «le los sucesos políticos, él «-ra bastante orgulloso y bastante sensato para incurrir en la fatuidad de erase «pie los «pie no lo conocían, ni de nombre, lo iban á seguir en em- presas consigo abundantes recaraoa de dinero, especialmeate destinados á Ayacucho. Pero el dinero no hasta para hacer una revolución: es menester ademas el pres- tigio. Los b mbres, aun los mas abyectos, no venden su villa pac una ración «le oro. Y por otra pane, no es cierto «pie mi hijo llevara eonsigro, y aunque en la croa tea tlel "Comercio'' se alteran, no se si casualmente, las ci- fras del inventario, aun datada per ofertas las «le esa cr«>u ica, re- sultaría «pie el desgraciadojovenibaá levantará Ayacncho cou menos de m il soles qne llevaba en sn cintarca. Se agrega, y aun se pone en boca «le mi hijo expirante, la con- testón «le «pie tenia abundante* fondos sitiuulos en la ciudad «le Ayacucho, contra los «pie jhaba durante sus peregrinaciones y t ra bajos r«;volucionarios. Mal pnede aceptarse como verosímil siquiera semejante dechv ración y el hecho á «pie se refiere, desde «pie, como lo he probado^ mi hijo jamas pensó, al salir de Lima, ir á Ayacncho; ni piulo re- bacer luego el objeto «le su v iaje, fugando precipitadamente «le Pisco; ni depositar fondos en una «•iinlad en donde nadie lo eono- ein, y en la qne si recibió hospitalidad, fué en virtud del solo re- cuerdo «le antiguas relaciones con su padre, por parte de los qne se la dieron geiuirosn. Loa f«>n«los «píese suponen en santidad bastante para fomentar un» revolución, tuvo «pie llevarlos necesa- riamente é» en metálico, «'> en letras, ó en billetes «l«* banco. Si estaban < n metálico, ya se supone que un fujitivo apena.-* pnede llevar sobre su cuerpo «los <"> tres mil soles en oro. iBasta esta soasa para fomentar una revolución' Si consistían «mí letras ¿«ai donde las hubo t—Xo piulo lle- varlas «le Lima , porque aquí el «lerrotero de su viaje era & Iquiqne.— Tampoco en Piaoo, pacato «pie allí apenas tuvo tiempo para es- capat de su arresto y ponerse en viaje hacia cualquier panto en donde se viese Ubre «l«v perseeiMMones. Si estaban en billetes, «>«. clan» ana pmUcudo Per acias consigo.habría preferido *»sto medio como «*1 mas npnqiósite para la hura de revolucionario . li- supone en Ayacucho, directamente procedente — Preciso es, «pie redoblando de mi parto el extraordinario, «'asi sobrehumano enfuerao que el lance requiere, me acerque eon el p«'usamiento y el exámen á la eseeua en «pie aparece tendido el nadÜTCir de mi pobr«" hi.jo; esc«-na que se dios es la de un combatí', la «l«% un encuentro militar, contra los Atenas del gobierno diriji- «las por «'se prefecto cuyo noinbiv se resiste ií escribir mi mano, y las «pie. se agrega, acaudillaban mi liijt> y su cotupafieru de iufor- tunió, «Ion Adolfo Vargas Machuca. Tengo en mi poder «'> lie visto mas «le diez cartas escritas en la eiadad de Ayaenoho, jior diferentes individuos, «le diferentes opi- iiiones, nacionalidad*-* y aun sexos, y dirijidas ií esta ciudad no so- lo á mí, siud á personas une yo ¡nxlia llamar i i id iteren tes, si ello fuera posible en una sociedad cristiana «pie se honra con deplorar el erimetl y lanzar su anatema contra los verdugos. Todas esas cartas están son testes en los siguientes hechos, sisa- ba», qne mi lujo Peüpe, transitaba por .Vyaruclio en calidad «le simple ftirtivo pasajero: «pie mientras podía continuar con seguri- dad su camino, aquel que se le impuso persiguiéndolo, contrajo una terciana persistente y de mal carácter qne al traste eon su salud y postró notablemente las fuerzas «le su cuerpo y aun las «lo su espíritu: que buscado con empeño para ser aprehendido, aban- donó la ciudad «le A vacuclio y la hospitalidad «pie «mi ella le brin- daron almas generosas enyo recuerdo templa en estos momentos mi «lolor y oonsiu'la la desesperación ocnltó en su compañía: que ahuyentados por la tenaz persecución «le «pie eran objeto y refiijiados en el monte, se les sorprendió allí tendidos al pié cido apenas en esa tierra que recibió su sangre y «pie luego se ha cerrado para siempre sobre sus cuerpos! Pero yo no quiero hacer de tales documentos otro uso que el que es menester para consolar mi «lolor, renovándolo Incesante- mente* ... Para Convencer de asesinos á los asesinos de mi hijo, nu' basta tan solo apelar á sus propias palabras, citarlos á ellos como test i- ,',,s desn obra, obligarlos á < ara» mi ro.) El campo «le esta nueva excursión, en busca de los facciosos ya en mayor número, era para la noche del 19, la misma hacienda de donde «dios habían fugado armados en la víspera, esto es, el .18. Los de la segunda expedición, llevaban órdenes para oerear la hocu-oda, intima n KKNMOTO» A" LOS CONSI'IKADOKEH, aprehender- los v tomarles las armas. Basta aquí la carta del Prefecto. Paso sí, los pormenores «lela ejecución «1«> las órdenes que ella contiene. Ochenta hombres eran los de la fuerza «leí Gobierno, bien arma- 3— io — y dos, descansados, muy conocedores del terreno en que iban á ma- niobrar. Al ocupar el fundo, supieron que los facciosos del 18, ya en ma- yor número el 19 y 90, se hablan corrido 6 fugado [scgiui el Prefec- to] yendo á ocupar [palabra del misino funcionario] un lugar muy elevado y montuoso denominado (Jhorro. l">e los ochenta hombres, onarenta gendarme* quedaron en el fundo, y los «lemas, subdlvididos, fueron á ('horro en bn.sea de los facciosos cuyo número se habla alimentado del 18 al 20. Conforme el primer parte, firmado Leandro La-Torre, los fac- ciosos estaban oca/los en el enmarañado cerro denominado Chor- ro, y la fuerza destacada en su persecución y cuyo Jefe obraba por precaucionen del lugar en que ellos debían estar, recibió orden de ir desplegada en guerrilla [eran 10 hombres, según se diee, los que verificaban tal despliegue] buscando cada nao, árbol por árbol. Si los facciosos (pie lograron fugar todos armados el 18, hablan aumentado su número el 20.—Por qué f ugaban ? Por qn«s se ocultaban Por qué se llevaba la temeridad «le sus perseguidores hasta el extremo de destacar contra ellos, á solos diez soldados con orden de ir cada uno, buscando árbol por árbol f Qué clase de facción y «le facción numerosa j lnwmrarfa*igMf< rejúntente era esa, que-hacia preciso buscarla árbol por árbol, como busca la fiera á la res que ha sorprendido lejos «I«ri rebano f Aquellos á quienes buscaban árbol por árbol, «liez hombres des- plegados en guerrilla "ocupando un trayecto de dos cuadras" [parte La—Torre] hacen uno» cualro Nros [parte del Prefecto] <> al- éjunos tiro» fparte La-Torre] y uno de los proyectiles le vuela el morrión al Sarjentb La-Oroz de las fuerzas del Gobierno. Pero si esos hombre* fugitivos, se ocultaban hasta 'nacerse preci- so buscarlos "árbol por árbol"—¡ cómo se denuncian con el aviso de sus fuegos? La tropa llevaba la Orden de ''intimarles rendición." I Por qué, ya que cometieron la torpeza «le denunciarse, no se les intimó tal rendición, antes «le hacer fuego sobre ellos? El fuego con que se contestó al de los facciosos,fué de diez sol- dados desplegados en guetrilla, en un espacio de "«los cuadras'', y se dirijió sobre "el centro del bosque*, en el que no pudieron pene- trar en el acto todos los dichos soldados [parte La-Torre.] I Gomo es que ese fuego de diez fusiles repartidos en ana dis- tancia de dos cuadras, y dirijido al "centro «leí bosque", están certero que da la muerte á los dos únicos individuos «pie caen en manos de la tropa del Gobierno ? Una vez "superado con gran dificultad todo embarazo" pudo el Jefe de la partida del Gobierno, "penetrar al lugar del choque y encontró solamente, y ya heridos á Cucalón y á Vargas." Los demás facciosos habían "fugado vergonzosamente"! Fugados todos, como el 18, uo obstante que el 20 eran ya en mayor número! — 11 — IIu1k> "unos cuatro tiros" ó "algunos tiros'' «lisparados contra la ropa desplegada en guerrilla por La-Torre, y fueron tan certeros, que uno «l«í ellos hizo volar el morrión «l«d Sarjento La—Cruz. Pero las armas que arrojaron esos tiros p3n donde están! ¡cuáles tenían en su poder <> á su lado, los dos facciosos, únicos que apa- recen en el campo, bañados «'u su sangro y mortahnente heridos f a En el sitio donde tuvieron lugar los acontecimientos expresa- dos, se han encontrado un musqm ton, ana pistola grande de fulmi- nante y una bayoneta de rifle, cuyas especies tengo la honra de j,rescatarlas á V......" dice al terminar el parte del Señor La- Torre. Un mosqueton, y una pistola, como prueba los olios tiros | en dónde están las armas «pie sirvieron para disparar- los ? Seguramente las llevaron los facciosos en SU vergonzosa fuga! Kilos pudieron disparar sus tiros, y fugaren el acto y escapar felizmente del choque! Mi hijo y Vargas no fueron tan afortuna- dos así! "Cuyas especies tengo la honra «le presentarlas á TJ^ continúa el parte, junto con ei. morrión banokaDO Á hala del sak<_¡es- to LA—emuz; para los fines correspondientes.' Justicia eterna! Justicia divina psómo puede haber quien se atreva á dudar que existes y cómo hay hombrea «pie lie van su in- sensatez y sn osadía hasta tratar «le burlarte? Que el choque que se supone para oohonestar el asesinato «le mi pobre hijo y «le su compañero hubiera existido realmente; «pie los tiros de los soldados de La-Torre hubieran sido «lispara«los contestando otros tiros, y ese morrión bandeado á bala «leí sar- gento La-Cruz no habría sido absolutamente recordado en el par- te. La conciencia tranquila s. Permítaseme agregar solo, que según los respetables Informes que la amistad me ha proporcionado directamente «le Iji ciudad de A.yacncho, nti hijo no solo sufrió los dolores «h; la herida «pie lo llevó si la tumba, sinó los accesorios de ni» tratamiento «•niel, que ninguna circunstancia puede disculpar siquiera. 101 sitio en que fué victimado, apenas «lista «los leguas de la eiu- dad y serian las cuatro de la tarde cuando rué herido. Sin embar- go, solo hasta las «Ioíh' d<> la QOdlC llegó, empapado «mi sangre y agua y aterido de trio, al hospital en que exaló «-1 último aliento. Allí ro<¿«'> con instancia que s«* le. llevara á casa «le un amigo «le su padre, y h* fué negado este triste consuelo, como si no s<- trata- se de un oautivo, que antes que de los hombres, óralo ya y sin re- medio «le la muerte! Bópanlo pues, la sociedad de Lima y «•! Perú entero, ante quien hablo tratando en vano «le contener las lágrimas que el dolor ar- ranca del fondo «le mi alma. .Mi hijo no lia buscado, no. en el «-a- iriiiu» que se señala como «le su elección, esta horrible muerte que ha puesto lin á sus breves «lias, y acibarado los «me me quedan de vida. Empujólo por 61, hacia tan cruel destino, la mano «le una arbi- trariedad que ya destila mucha, mucha sangre. Siguiéronlo « ii su peregrinación á la aventura y eomo «le quien huye á injustas per- secue-iones, el «alio y tal vez el cálenlo de los «pus nos han herido tan cruelmente, hasta que al fin, al lin se logró el poder decir con engañosas apariencias de alguna certidumbre, que empeñado en temeraria \ criminal empresa, habia hallado en ella dbolorosa pero Inevitable expiación] Tenga Dios piedad «le sus crueles Bacriflcadores, en tanto que su anciano padre y sus hermanos, sumidos hoy en el dolor y en la amargura, aprenden por el llanto la sublime lección «leí per- don individual ú su alcance. I'ero «pie no perdone también la sociedad. Que no consienta «•lia, «-1 «pie en presencia acusar recibo de la noticia del asesinato perpetra- do, se desvirtué igualmente la tremenda verdad de los hechos, pa- ra «pie l«>s sacrifleadores, impunes y tal ve/, hasta galardonados ante la ley escarnecida, escapen también al fallo la concien- cia pública. Bste tallo es hoy la única garantía que queda á la sociedad, la única salvaguardia que aun tienen sus mas sagrados fundamen- tales principios. Que no se relaje, pues, porque de lo contrario t'al- ♦ ,'m armas y sobraran pretextos para dar expansión ú los odios taMn n mas y ensaña.lamente nos traen divídalos. y^nicTdere^ueyopuedo reivindicar de la sociedad en '.vivo es el «le que haga justicia, slnó por mi, por ella misma, 11 . l i terrible página de 20 del pasado Diciembre, nada ¡naTqne to íue^caScSres dicen: la horrible historia de un ase. ■insto horrendo. Lima, Exhro í DB 1875. Antonia (Tutalon.