f3 un i NEMI) FUNDADOR SE I*A NACIONALIDAD ORIENTAL. ESCRITA Por D. Isidero de María. = lo GUALEGUAYCHÜ. Alio de 1860..1»/ ■ ^utafB i» jo c INTRODUCCION. * - , . . ]t. » La vida de los hombres públicos, que han influido en el des- Iído de los Pueblos, pertenece á la historia, á cuyo juicio imparcial debe librarse la apreciación de aró3 méritos, de sus flaquezas y de bus virtudes. A ella deben los coBteiaporanroa la deposición sincéra de cu- unto conocieron de aquellos personajes, de aquellos génios que jugaron un rol sobresaliente en el gran teatro de los sucesos po- líticos, de las glorias mas altas, á que ligaron su nombre. A ella se debe el conocimiento de 6us antecedentes, de sus servicios, de sus actos, de sus debilidades y virtudes, para que exenta de toda pasión, pueda juzgarlos, presentándolos al aprecio ó al reproche de las generaciones presentes y venideras. El Jeneral Artigas ha sido la primera y la mas prominente figura histórica de nuestra revolución. Su vida pública, y aun su vida íntima, debe ser un objeto de interés para sus conciudadanos, de estudio para el político y el filósofo, para el historiador y para el biógrafe, ora se le contemple en el pináculo de su grandeza ora en el pedestal de la adversidad. Iniciador, apóstol, soldado y mártir de una creencia fervorosa y noble, que vino á ser nuestra religión política como la de todos los pueblos Hispáno-americanos, tiene derecho al homenaje de nuestro respeto y reconocimiento. Cualquiera que fuesen los errores atribuidos á su época, ec que se operaba una transición violenta, talvez prematura, pasan* do del obscurantismo y vasallage de tres siglos, á la luz de la liber- tad y al ser propio independiente, hay mucha gloria en ella, mu-* chos rasgos heroicos, muchas virtudes cívicas y mucha enseñanza saludable, que dignifica al hombre y enaltecen al Pueblo Oriental, señalando los escollos que debe evitar en su camino, para llegar al apogeo de su prosperidad, complemento grandioso de la obra magna que empezaron los héroes de nuestra independencia, en aquella época vaga y confusa todavía de la historia moderna. Sin pretericiones de biógrafos, trazaremos apenas algunos rasgos de la vida política y militar de cea gran figura histórica de la tierra de Solís, que refleja la gloria .y los dolorett de la primera época de nuestra revolución, y que peregrinando 30 afios en las soledades del Paraguay, envuelto en el sudario del olvido, rindió su espirito, para parecer ante la pokteridad y decirla—Jczgakmk!JSX. JENERAT, X» JOS £3 OERVA^/O ABliCAg. fundador de la Nacionalidad Oriental. Don Josó Gervacio Artigas, nació en el año 1,758 en Monte- video. Fueron sus padres D. Martin José Artigas y Da. Francisca Alzaybar, naturales ambos del Estado Oriental y descendientes de los primeros pobladores. Su padre D. Martin era uno de los mas ricos propietarios del país, fué el primer capitán do Milicias, desempeñó el cargo do Oficial Real y ocupó siempre una posición social aventajada. D. Josó Gervacio Artigas, puos, debía su origen A una fami- lia noble, de las principales de Montevideo, recibiendo en su ni- ñóz una educación tan esmerada, como era posible en aquel tiempo, en que la instrucción estab 1 limitada á los rudimentos de Ja enseñanza primaria y á una Aula de latinidad,| que dirijían los Padres Franciscanos, después de la espulsion de los Jesuítas. El joven Artigas desde su temprana edad, manifestaba despe- jo, suma vivacidad, ánimo varonil y un espíritu emprendedor y per- severante. Tenía mucho ascendiente entre sus compañeros de infan cia, quería saber y gustaba instruirse. Sus padres notando su de- senvoltura y buena disposición, procuraron cultivar su inteligencia proporcionándole algunas obras instructivas que leía con interés. Después de algún tiempo, su padre D. Martin, hacendado del departamento de Maldonado, que poseí 1 dos grandes establecimi- entos de pastoreo en el Sauce y Casupá, donde se hacían bajo su dirección inmensas cementoras, lollevóásu lado encargándolo de sus establecimientos, en cuyos trabajos no desdeñaba el joven Ar-' tigas tomar una parte bien activa. AUi tuvo ocasión de formarse en el trabajo, fomentando las propiedades rurales de sus padres: tomó apego al egercicio de campo y se familiarizó con sus costumbres. Separado mas tarde de sus padres, ó inclinado á la vida independiente, se dedicó ála faena de los ganados y acopio de corambre, no sin afrontar serios peligros en medio de los malhechores é indios indómitos que in- festaban la campaña, con cuyo motivo adquirió un conocimiento, practico de ella. A ésto debió sin duda, D. José Artigas en aquella época, qné un Señor Chatre que tenía grandes tropas en los Queguayces y numerosa peonada ocupada en bis volteadas de hacienda, lo aso- ciase con interés á 9u empresa, en la que se le presentó un nuevo íarapo para desplegar su actividad, poniendóse en contacto y re- lación cou sus hombres, cuya amistad y confianza se captaba por la franqueza de 6U carácter, la sencilléz de sus maneras y su des- prendimiento generoso. Bien pronto la fama de su nombre prestigioso entre Ja gente tle! campo, y de su coraje y baquía, llamó la atención de los Man- datarios, que creyeron hallar en Artiga?, el hombre mas apropo- sito para perseguir y estirpar las cuadrillas de contrabandistas y malhechores que pingaban la campaña, y contra las cuales habían Bido inefícacez hasta entonces todas las medidas adoptadas. Era preciso un hombre del temple y de las condiciones de D. Josó Artigas, para confiarle la parte principal de esta importante y ar- riesgada comisión, en cuyo éxito se interesaba el Fisco, el comer- cio lejítimo, la seguridad de las propiedades particulares, el órden y la tranquilidad en permanente perturbación por las correrías de bandoleros y por las depredaciones de los infieles. Queriendo utilizarse los buenos servicios que podía prestar, fué distinguido en 1,797 por el Gobierno Español con el grado de Ayu- dante Mayor del Regimiento real de Blandenguez creado en aque- lla época, y en cuyo cuerpo empezó D. José Artigas su carrera miiitar, siendo Jefe del rejimieDto D. Cayetano Rodriguez Ardíanos. El Ayudante Mayor de Blandenguez fué destiuado con una partida á campaña con la órden espresa de perseguir y aprehender á los ladrot-es cuatreros y contrabandistas que abundaban, siendo estos Ültimo9,^poxiug^e8es_en su mayor parte, que como mas dies- tros en el inárejo Je las íiuifs?e fu«go, resistían vigorosos á las partidas celadoras con que solían encontrarse en el tránsito desde la frontera basta los Cerros de San Juan, ya parapetandÓ3C con las cargas de tabaco que traían en Cangallas, si se les tomaba en campo rato, y ya desde las orillas de los montes ó serranías donde lograban refugiarse. Artigas, el Ayudante mayor de Blandengue», á favor desu^ arrojo,,perseverancia y baquín, logió en breve tiempo imponer de tal niódo 'á les contj«batelibtíts y anonadar á los malhechores, qu<- ya no se atrevían los primeree á caminar de día. sino* á favor delas sombras do la noche, buscando por lo común, la costa dal Río Negro para ocultarse. Ñi estas precauciones Jos libraba de la persecución tenáz do Artigas, que era como la sombra que los se- guía á todas partes, ora cayendo de improviso en sus guaridas, ora sorprendiéndolos y capturándolos en sus march.is nocturnas. Así ponía coto al contrabando y refrenaba á los malévolos. En 1,801 y 2, en la guerra con los Portugueses, el capitán Artigas, soldado valeroso ó infatigable, siempre en campaña, prestó al país de su nacimiento servicios de importancia. Sostuvo con bizarría diferentes combates parciales con los portugueses, puso machas veces á raya sn poder en nuestros campos, les hizo varias sorpresas, arrebatando á los intrusos en distintos lances porsion de ganado vacuno y caballar que se llevaban para el territorio limí- trofe. En 1,805 hallándose en la capital, contrajo matrimonio con la Señora Da. Rafaela Villagran [aa prima hermann] perteneciente á una de las principales familias de Montevideo, y del cual no dejó ma9 sucesión que su hijo D. José María, que falleció en 1,847 en Montevideo siendo teniente coronel de la República. El capitán de Blandenguez de la frontera que contaba ya sobra siete años de servicios en campaña, y cuya providad había acre- ditado cumplidamente en el celo del contrabando, no tenía enton- ces mas riqueza propia que su espada y su sueldo de 43 pesos al tomar estado. Careciendo de dote para sa consorte, tuvo su padre IX Martín que darlo á su prometida, adjudicándole uno de los terrenos que poseía en la ciudad de Montevideo, inmediato al Hospital del Rey en la antigua calle de San Benito y san Luis, comprendiendo media manzana edificada en parte de teja, (que era de uso en aquel tiempo) y cercada el resto de pared, dándole también dos criados para su servicio. Por ese tiempo fué destinado con su compañía al servicio de los estratnuros de la ciudad, y con este motivo alquiló la casa de Santurio, cita al lado de la antigua y estinguida Capilla del Car- men inmediata á la quinta de las Albacas, donde vivía modesta- mente sa esposa.. La aparición y desembarco de los ingleses en Maldonado en 1,806, hizo necesario .el destacamento de alguna fuerza de caba- llería regalar en aqnel paraje para observarlos y hostilizarlos, y el capitán Artigas fué ano de los oficiales destinados á aquella ope^ ración, en que acreditó nuevamente sa denuedo. En i< febrero del año 7, cuando batida en brecha la plaza de Montevideo por la Escuadra inglesa y las tropas de desembarco que simando del Jeneral Whitelock la asediaban por tierra, el capitán Artigas se hallaba fuera do sus muros, librándose por eso de perder una vida que había de ser un día preciosa para sa patria, ó de caer prisionero como tantos otros de los bravos que lucharon con admirable heroicidad dentro de los muros de Mon- tevideo en aquel lance desgraciado, en que corrió mezclada la sangre de Españoles y Americanos en defensa del suelo que des- cubrió Solis. Apoderados los ingleses de Montevideo, permaneció en la campaña, hasta que evacuaron la plaza, en virtud de la capitu- lación del general Whitelock hecha en Buenos Aires. Hallándose en Montevideo, ocurrió . un incidente particular, que honra sobremanera los sentimientos del hombre ilustre, que estaba predestinado para fundar la Nacionalidad Oriental, y en cuya fama se cebó tanto la calumnia y la animosidad de sus ene- migos, como lo hicieron los émulos ó adversarios de San Martin y de Bolívar. D. Juan Fernandez, español, conocido vulgarmente por Juan Soldado, uno de los vecinos mas antiguos y benéficos de Mon- tevideo, victima de una falsa imputación, próximo á perder su bienestar y á sufrir una gran desgracia personal, recorre á D. José Artigas, su amigo, le espone su situasion, y cierto de su valimiento, como de la nobleza de su alma, le pide interponga su influjo en su favor para salvarle de la ruina que le amenazaba. Artigas, sen- sible á al desgracia ajena, poniendo en ejercicio su influencia y sus relaciones, obtiene la libertad del amigo salvándole del infortu- nio. Este quiere significarle su reconocimiento con obsequios va- liosos, pero la delicadeza de Artigas lo rehusa. Artigas parte de la capital, por asuntos de servicio en el año 8, j Fernandez que no desiste del propósito de demostrarle sa gratitud, aprovecha ^ausencia para hacer una casa en terreno de propiedad de sa esposa Da. Rafael1, en calidad deregalo á la misma señora. Tal fue el origen de la adquisición de esa única propiedad que tuvo en Montevideo el primer Jefe de los Orientales, en cuyas ma- nos estuvieron los tesoros del país y las fortunas de sus.enemi- gos !....La revolución de Mayo de 1,810 Jo encontró como á Alvear, San Martin, Rondeau, Marti tur/,. Las-Henis, P'aez, Santa Cfnz y tantos otros Americanos ilustres en la condición de Vasallos ó al servicio del Gobierno áti la Metrópoli, y un rayo de luz y de espe- ranza vino sin duda á despertar, á. encender en aquello? corr zones generosos un amor puro, ardiente, por la independencia Ameri- cana, dibujada con tintes seductores, en el orizonte del porve-' nir.... La voz mágica de la libertad, no tardó en hallar eco en el noble corazón de Artigas. Se bailaba entonces en campaña por el norte del Rio Negro, cuando llega confusamente á sus oídos la mutación que había te- nido lugar en el gobierno de la capital del vireiuato; pero como sü verdadera tendencia no era conocida, no le dió mayor valor.— Mas puesto en transparencia su objeto y sabedor de lo ocurrido en Montevideo con Murgiondo, se apercibió de su importancia, conci- biendo la idea de apoyarla, empezando a predisponer el ánimo de tus paisanos en favor de la causa de la emancipación política, de que había desurjir una Patria independiente páralos Orien- tales. En este intervalo vino hasta la Colonia, donde hacia parte de la guarnición m la clase de capitán del Regimiento de Blanden- gues Un incidente ocurrido en alli entre ól y el brigadier D. José María Muesas gobernador del punto, le presentó la ocasión de romper los lazos que como vasallo y soldado lo retenían al ser- vicio del antiguo réjimen. Una falta cometida por un soldado perteneciente á la compa- fiía del capitán Aitigas, da lugar a que Muesas mande llamar el capitán á su presencia. Muesas, que era de un carácter violento y de ceño adusto, le dirije agrias leconvenciones. El pundonoroso oficial con la conciencia de no merecerlas, quiere dar sus descargos. El gobernador acostumbrado á mandar y maltratar sin réplica, se irrita, desciende al insulto, le amenaza con ponerle una barra de grillos, apurando hasta el estremo la paciencia de su subordinado. El capitán Artigas al veise ajado así como militar en su dig- nidad personal, herido su amor propio, sin bajar .'a frente le contes- ta con entereza—"¿e engaña el Señor Gobernador si cree que he de dejarme poner una barra de grilloéf y se retira. Acto continuo, monta á caballo Artigas y Be dirije en busefr ■le-fiu carnerada el Teniente de su compañía D. Rafael Ortigaera> con quien esa misma noche parte en una embarcación coi* dos hombres de confianza para Buenos Aires. Esto acontecía el día de la Candelaria (2 de Febrero) de 1,811 Allí fué perfectamente recibido por todos y con especialidad por los miembros-de la Junta Provisional de gobierno, qne presi- dia D. Cornelio Saavedra, á quien manifestó el noble propósito que lo conducía de tomar parte activa en la revolución, secun- dándola en la Banda Oriental, para cuyo fin se pondría en inte- ligencia con hombres de acción, que coadyuvarían al movimiento un toda la campaña. La Junta gubernativa aceptó con marcado interés los serví- oíos del patriota Artigas, que acababa de abandonar posición y fa- milia, para alistarse en las filas de los que batallaban por la iude- pandencia; precisamente en los momentos mas críticos, cuando la suerte de las armas acababa de arrebatar el lauro á las huestes pa- tricias en la retirada del Tacuarí, donde sufrió ua contrasto la é9- pedicion de Belgrano, dando como era consiguiente, nuevos bríos al enemigo común, y haciendo mns difícil la arriesgada empresa de Artigas. El gobierno Provisional de Huenos Aires, le ofrece á Arti- gas su cooperación y éste lo transmite con fé á sus deudos mas cercanos y amigos de la Banda Oriental para que de concierto tra- bajasen en el sentido de la revolncion, preparando los elementos para emprenderla. Sabedor el Virey Elío de la acojída harto significativa que acababa de hacerse A. D. José Artigas en Buenos Aires, y alenta- do sin duda por el reciente contraste de Belgrano en el Para- guay, declara la guerra á la Junta de (íobierno provisional de Bue- nos Aires como rebelde, el 12 de Febrero del mismo año 11. Mientras tanto, la Junta de gobierno de Buenos Aires que confiere el grado de Teniente coronel á Don José Arti- gas, lo autoriza para ponerse á la cabeza de las fuerzas que se reu - niesen en la Banda Oriental, prometiéndole su apoyo y auxilián- dolo con armamento y algún dinero. Artigas no dilata hacerlo saber á sus amigos, previuiendóles ei"3 llegado el momento de moverse. En consecuencia, Viera y Benavidez con un puñado de patrio-» tas en que figuraban los Gradeas, Haedo, Escalada, Gallegos, Cha-» ves, Almiron y otros vecinos, levantan pendones en Ascencio, prtMclaman la libertad en armas el 28 de Febrero de 1,811 y se apode- ran de la Villa de Mercedes. La chispa eléctrica de la revolación cundo y se propaga al momento en la campaña, brotando de su seno varones entusiastas y decididos á secundarla. Viera y Benavidez marchan ácia la Colonia, con el objeto de esperar y protejer la venida del caudillo prestijioso, que debín po- nerse al frente de la cruzada inmortal, que iva á decidir entre dos principios opuestos—la República ó la Monarquía,—la indepen- dencia ó la perpetuación del-coloniaje. Dispuestas así las cosas, los primeros albores del día 7 de Abril, presenciaron al caudillo insigne poniendo el pié en la ribera del suelo de su Patria nativa, sobre el Uruguay, resuelto á morir ó redimirla del cautiverio de tres siglos, para levantarse al rango de duefia y soberana de sus destinos. Artigas desembarca entre las Vacas y la Calera de las Hu- érfanas, saludado y aclamado por sus compatriotas como el primer Jefe de los Orientales. Su presencia y su voz infunde ánimo ú todos los patriotas, y es la señal de la insurrección general. En pocos días se hallaban su hermano D. Manuel Francisco, D. Pablo Pérez, D.Francisco Bnstamante y D. Paulino Pimienta con una fuerte reunión en armas en Minas y Maldonado. D. Bal tazar Ojeda en Tacuarembó,—D. Bartolo y D. Mannel Quinteros en el Arroyo Grande,—D. José Culta y D. Baltasar Vázquez en San José,—D. Feliz Rivera (hermano del general D. Fructuoso) en el Yf,—Laguna, Rebollo y Pintos en Belén,— D. Jorge Pacheco y D. José Arvide en Paysandn,—D. Manuel Artigas (primo hermano del general) en Santa Lucía,—Delgado en Cerro Largo,—D. Ramón Márquez y D. Tomas García de Zuñi- fa en Canelones,—D. Blas Basualdo en Lunarejo y Otorgues en el antanoso. Con estos elementos que reúne y organiza D. José Artigas, empieza la lucha titánica, que á despecho de las contrariedades y embarazos opuestos por la rivalidad, la desgracia, la intriga y la ambición estranjera, sostiene ocho años consecutivos con admirable constancia contra el poder de dos coronas y el torrente de la guerra civil, que al quebrar la unidad de los esfuerzos de los de- fensores de una misma causa, preparó el camino á lo dominación asirán*. —9— •El 2C de Abril una parte de las milicias de Artigas se batían brearramente en San José con una fuerza Realista al mando del Jefe Bustamante y defendida por una pieza de artillería, obligan- dóla á rendirse á discreción. La Patria obtenía el primer lauro, registrando en sus anales la primera pajina gloriosa, escrita con sangre de sus hijos, como ei bautismo de la libertad, en cuyo holocausto la prodigaban. A principios de Mayo destinaba á Benavidtezcon una columna de 700 hombres al asedio de Ja Colonia del Sacramento, y el 12 del mismo mes tenía sobre el Canelón un Cuerpo de Ejército de mas de mil hombres, habiendósele reunido el Cuerpo de Patricios de Buenos Aires con dos piezas de campafia al mando del teniente & coronel Gabrain, con qne le anxiliára aquel gobierno. Seis dias después medía sus armas el caudillo Oriental con las cy/ del enemigo en la acción de las Piedras, cubriéndose de gloria.— La columna Realista fuerte de 1,230 hombres [la mayor parte ve- teranos] con cinco piezas de artillería, mandada por el capitán de fragata JD. José Posadas, habí» salido de Montevideo con el desig- nio de interponerse entre las fuerzas patricias y cruzar el plan de operaciones de Artigas. Este lo prevee, marcha y la bate en las Piedras. En esa jornada memorable y de importancia inmensa parala causa de los independientes, se ponía á prueba el valor de solda- dos visónos, y la capacidad de su esforzado Jefe, que i van á dis- putar la victoria á tropas aguerridas y valientes. La fortuna co- ronó sus esfuerzos, el éxito correspondió á su fé patriótica y á su valor marcial. El combate fué reñido y prolongado, sosteniéndose con encara nizamiento por ámbas partes desde las once de la mañana hasta que el Sol descendía á su ocaso. En lo mas récio de la pelea el casco de una metralla postró el caballo del intrépido Artigas, en circunstancias que recorría la línea victoreando á la Patria é infundiendo ánimo á sus soldados.— Pero él con serenidad imperturbable, ajitando la espada en su dies- tra, sufre á pié firme por algunos momentos los fuegos de la infan- tería enemiga. Monta en nuevo corcél, se lanza como el rayo destructor con sus lejiones sobre el enemigo ; lo deshace, consuma su derrota, presentando á la Patria por trofeos de esta jornacla, 500 prisioneros, ineluso el Jefe Posadas, su oriflama, su artillería, armamento y municiones.—10— Seis días después da esto suceso evacuaba el Virey EIío la Colonia del Sacramento, á cuya piara entraba triunfante la Divi- sión de Benavidez. Al siguiente día de la acción marchaba Artigas á Montevideo fijando el 21 de Mayo su cuartel general en las Tres Crucez y dan- do principio al primor sitio de la plaza, qua hizo suspender en Octubre de ese a&o el Gobierno de Buenos Airas, en virtud de armisticio celebrado con los Españoles, habiéndose injerido los Portugueses. Dos contrastes sucesivos habían sufrido los Egórcitos patrio- tas de Buenos Aires, cuando Artigas ganaba la acción de las Pie- dras y esto dá la medida de la gran importancia de su triunfo. Al mal resultado de la esp edición do Belgrano al Paraguay había su- cedido la derrota del Desaguadero. La victoria de las Piedras neutralizaba su efecto. Así fué que se celebró con vivo entusiasmo en Buenos Aires, cnyo Gobierno en su mérito confirió el grado de Coronel á D. José Artigas, decretándole una espada de honor que le fué presentada en su nombre por el comandante D. Martin Tompson "an reconocimiento de la principal parte qu» tuvo en la acción de las Piedras." El Egórcito de Artigas engrosaba de día en día sus filas con los voluntarios que se le presentaban de todas partes, incorpo- rándose á ellas ta compaüía de Blandenguez á que había perte- necido, sirviéndole de plantel para organizar el Rej i miento de Blandenguez de la Patria de que fué eoronel. Hasta Junio dirijió el sitio de la plaza, en cuyo tiempo vino el coronel de dragones de la Patria D. José Ronaeau mandado per el gobierno de Buenos Aires á tomar el mando en Jefe del Ejército, reforzando el sitio con algunas tropas. El coronel Artigas gozaba de mayor prestijio en el país, de 2os era nativo y que había sublevado contra el antiguo réjimen. io rodeaba una población crecida y un Ejército entusiasta y vic- torioso, que triunfando en San José, Piedras y Colonia, se había abierto paso hasta Montevideo. Sla embargo, postergado en el man- do por la Junta gubernativa de Baeno3 Aires, ahogando dentro del corazón su natural sentimiento, se resignó con patriótica abne- gación á continuar concurriendo al sitio con las fuerzas de su man- do» Desaven encías desgraci amenté suscitadas entre los gober* antes de Buenos Aires y el Jefe de los Orientales, introdujeron. ej jérmen de la división entre los sostenedores de una propia cansa. Aprovechándose de ella la Corte de Portugal que acariciábala idea de erijir un trono en Buenos Aires ¿la Princesa Da. Carlota Joaquina de Borbon, y cuyas aspiraciones se al bagaban se llevaron las cosas al punto de pactar el abandono del sitio de Montevideo, dejando el paso franco á las tropas de Portugal, que á presto de seguridad de sus fronteras, se internaron en el territorio Oriental á las órdenes del Jeneral D. Diego de Sonsa. En virtud de ese pacto ó armisticio celebrado en 23 de Octu- bre de 1,811 entre la Junta de Gobierno de Buenos Aires j el Gobernador Elío, levantó el coronel Rcndeausus reales del sitio de Montevideo, emprendiendo por tierra su retirada parala ca- pital tradicional del antiguo vireinato. donde se les declaró bene- méritos'^ e la Patria. El coronel Artigas después de conferenciar con el coronel Hondean en el Arroyo Grande, se negó á abandonar su país cuan» do las armas de Portugal golpeaban eus puertas, salvaban el dintél de sus fronteras, internándose por la costa del Uruguay, asaltando Paysandü, y derramando sangre patricia en los encuentros tenidos con fuerzas Orientales en Yapeyú, Arapey y PaisandtL El gobierno de Buenos Aires le exijía el licénciamiento de las milicias Orientales y que le mandase el Regimiento de Blanden- dez, conservando el título de su coronel que le había conferido aquel gobierno. D. José Artigas lo resiste, devolviéndole con oficio los galones que se arranca, y le niega la obedieneia. Artigan sin amilanarse ante la magnitud de los peligros que iva a afrontar en la nueva lucha, reducido á sus propios recursos, no desiste de su propósito y seguido de un inmenso pueblo qne abandona hogar y fortuna antes de vivir bajo estra&a dominación, marcha á sitnarse en la márjen occidental del Uruguay, campando ' en el Ayui é interponiendo el famoso Río entre los qne se acojen á su protección y á su bandera, y las huestes Portuguesas que en numero de cuatro mil hombres oprimen con su planta la campa- na oriental que presenta la imágen del desierto, habiéndose apo- derado de los Pueblos de Misiones. Desde allí D. José Artigas, mantiene en hostilidad constan- te al enemigo, desprende fuerzas en tu obiervaaion, le hace la fuerra de recursos, destina á Otorgues con una división de 80* embree cobre los pueblos occidentales de Misiones, donde tiene varios encuentros cen los portugueses, hasta que los abandonan.Falto de armas y municiones, el Jefe de los Orientales luchaba s5n desmayar contra al cúmulo de dificultades que detenía el vigor de su acción-y las inspiraciones de su genio. En su acampamento al decir del general Vedia, se hallaba allí toda la Banda Orientaly constando de mas de catorce mii personas las que estaban con Arti- gas, soportando trabajos, enfermedades y miserias de todo género^ por el espacio de once meses. En esa época de prueba escribía el general Artigas desdé Mandisoví á su madre política,—"son imponderables los trabajos "qué pasamos, pero los sebrellevamos con gusto por la patria, para "enseñar al portuguéz que los libres saben morir primero si es- "preciso, antes que doblar el cuello al yugo estranjero. Tengo que "luchar contra tres enemigos;........ pero tengo un hijo y algún "día él gozará de mi trabajo. Hemos perdido á <¿osé Antonio "(su primo-hermano) que murió de enfermedad."' /*~*~ • • Oasí al mismo tiempo, se le manda por médio de D. Luís Lárrbbla el indulto del Rey de EspaDa, ofreciéndosele á nombre del virey Elío el grado de coronel de los egércitos reales y el cargo de comandante general de campaña, si presta obediencia al gobi- no Metropolitano. D. José Artigas devuelve lo uno y desdeña lo otro con virtud repúblicana. Prefiere la modesta casaca del cau- dillo délos independientes, y un puñado del polvo de las Piedras, á todos los honores y rangos que pudiera brindarle la mano de los monarcas. Dispuesto el gobierno de Buenos Aires á recomenzar la guerra en la Banda oriental contra los Españole», terminada la tregua del armisticio, toando esplorar la disposición del general Artigas que permanecía en el Ayuí, por médio del coronel Vedia, quien lo halló perfectamente dispuesto a la nueva campaña Vedia infor- mó favorablemente, pero observó, refiere en su memoria, "que no "gustaban los hombres del gobierno que hablase en elojio del cau- dillo oriental." En consecuencia marchó D. Manuel Sarratea, Presidente de la Junta dé Gobierno con trópas para abrir la nueva cámpaüa. Arti- gas lo recibe con todos loa honores, formalidades y consideracio- nes debidas aí carácter que investía de general' eñ gefe del Egército del Este dé las Provincias Unidas, y establece su cu- artel general en el Salto, donde huvo que esperar la retirada di los Portugueses del territorio, que la evadían, no habiéndola efeo tundo hasta Octubre del afio 12, después de repetidos requirimiefr —18— tos, en virtud de Convección ajustada eo Mayo del mismo año para el efecto. Desgraciaren te no tardó en asomar su ominosa cabeza la dis- cordia entre los patriotas,—ese vértiga funesto que aquejó siempre, desde la aurora de la emancipación á los hispano-amerieanos. . La intriga y Ja seducción puesta en juego, despertaron prévensiones. Surjieron desavenencias entre Artigas y Sarratea. Esté último, según refiere uno de sus contemporáneos, el general Vedia, fué instado á apoderarse de la persona del general Artigas por varias comunicaciones reservadas que se le dirijfan ; pero lo rehusó, añade el mismo Vedia, "temeroso de que recayese sobre el "Ja responsabilidad de un atentado contra un sujeto que ya gozaba; A4de un renombre grande entre todos los pueblos de la Union." Otorgués'y algún otro, asi qne se apercibieron de que so conspiraba contra Artigas, lé instaron que prendiese á Sarratea y se apoderase del parque. D.José Artigas lo rechazó abiertamente. La intriga y la seducción de los desafectos al caudillo oriental, logran ganar algunos gefes Orientales, defeccionando algunas mi- licias y el regimiento de' Blandengaez, quedando reducido por este incidente, á poco mas de mil hombres las tropas de Artigas. El coronel Rondeau.¡marchó eon la vanguardia del Ejercito al segundo sitio de Montevideo y ganó la batalla del Cerrito á los Realistas el 31 de- Diciembre de 1812. Después de este triunfo de las armas de la Patria, se movió Sarratea del Salto y vino á estable- cer su cuartel general en el Miguelete. El general Artigas repasa el Uruguay el 3 de Enero y sedi- rije con sus fuerzas y un buen numero de familias que le siguen al paso de la Arena en Santa Lucía. De allí manda prevenir al vencedor del Cerrito, que no con- curriría á las operaciones del sitio, inter Sarratea con algunos gafes no se retirase á Buenos Aires. Espuso sus razones y hallándola» fundadas el coronel Rondeau, entrn á concertar con el teniente co- ronel Vedia, el modo de realizarlo. Un movimiento encabezado el diez de Enero por los drago- nes de Ja Patria y-el Cuerpo de Artillería de Rondeau, apoyndo por las fuerzas de Artigas, produce la separación de Sarratea del mando y su inmediata retirada para Buenos Aires, con los gefe* que lo indicaban, delegando el mando en el general Rondeau basta Ja resolución de la Junta gubernativa. £1 gobierno de Buenos Aires confirmó el nombramiento del ge-—14— neral Rondeau, ó inmediatamente el general Artigas se incorporó con las faenas de iw mando al Ejército unido sitiador, reconocien- do poco despacs el primer Congreso Constituyente da la Union, qae acababa de establecerse en Buenos Aires. Artigas continuó por todo el año 13 unificando sos esfuerzos al de las tropas Argentinas en pró déla causa común, apesar de algunos incidentes desagradables que le daban derecho a ereer que no ee había renunciado al próposito de anulársele para llevar acabo siniestras miras de la política militante. Cuando á su juicio, consideró infabilible y cercana la rendi- ción de la plaza, su primer pensamiento, su mayor deseo fne tratar de la organización de la Provincia Oriental bajo el sistema Repre- senta tiro Eepüblicano, dotándola de nn Gobierno propiamente su- yo, análogo á sus necesidades, y como el complemento de los votos hechos al tomar las armas para emanciparse de la Metrópoli. Propuso al general Rondeau la convocación del primer Con— freso de la Provincia, y se interesó lo consultase al Ejecutivo de Jas Provincias Unidas, mientras él se dirijía también por su parte al mismo gobierno solicitando su aprobación. Su iniciativa noble y patriótica fae aprobada, pero el Director Supremo cometió al general Rondeau la convocatoria y dirección de las elecciones. Llevaba en esto su fin: conoció Artigas la ten- dencia y calló. El 8 de Diciembre del alio 13, se instala el Con- greso en la Capilla de Maciel [Paso del Molino], presidido por el general Rondeau, acuerda la forma de gobierno, nombra tres di- putados á la Asamblea general de la Union y las personas que debían componer el Junta Gubernativa. La gloria de la iniciativa fué del general Artigas. Frecuentes mutaciones mas ó menos violentas habían tenido lugar desde el año 11 en el gobierno de Buenos Aires, creándose en Enero de 1,814 un Supremo Director. No tardó en surjir desavenencias entre él y el Jefe dalos Ori- entales, Ae^e, acabando por la retirada del general Artigas del sitio, JCn poces días tuvo reunidos mil hombres en campaña, que aban- donaban el asedio para ir á buscar A su antiguo Jefe. Artigas se retiró á Belén sobre el Uruguay, donde se le reunieron las divi- ses de Basualdo y Ojeda, que tenia sobre la frontera» Poco tiempo después vino el geperal Alvear A tomar el mando del Ejército sitiador, substituyendo en él al general Róndese, y A poco andar capituló el gobernador Vigodet, ocupando la plaza —15— de Montevideo las tropas de Alvear el 28 de Junio de coa que terminó en la Banda Oriental la guerra con los Españoles. El Directorio nombra al coronel D. Nicolás R. Pena de Go- bernador de Montevideo, y Artigas reclama para la Provincia Oriental el derecho de elegir sus gobernantes y la entrega de la Plaaa á los Orientales. Se rehusa, se le disputa el derecho, y la guerra civil con todo su cortejo de males, se enciende entre Ar- gentinos y Uruguayos. El general Alvear y el coronel Dorrego salen A campana en persecución de Artigas, con mas de cuatro mil hombres. La lucha civil toma cuerpo, el Jefe de los Orientales con 800 ó 1,000 hombres mal armados y faltos de municiones se retira á los potrero» de Arerunguá donde reúne todas las fuerzas que puede, destinando al comandante Rivera en observación de las divisiones de Alvear que obraban en distintas direcciones, y á la división Basualdo al Entre-Ríos á oponerse á la de Balde negro que había desembarcado en la Concepción del Uruguay para amagar la retaguardia de las fuerzas orientales. Rivera aloanza un triunfo ea la azotea de D. Diego Gonzalos en setiembre, mientras la división de Basualdo sufre un revés en la capilla del Pilar. Alvear se retira 6 Buenos Aires, dejando el mando del eger- cito al general Soler, y después de varios otros sucesos adversos ó favorables, Artigas se retiró al Corral de Piedra, y Rivera ba- te á Dorrego en el Guayaba el 10 de Eaero de 1,815 cuyo suceso dió lugar a\ que Soler evacuase la plaza de Montevideo ocapan- dóla los Orientales. Sobre seis mil hombres habían estado en pugna contra el ge- neral Artigas en la Banda Oriental, y A pesar de la carencia de sos recursos y de tener que atender á la guerra que ya se habia encendido en San ta Fé con Buenos Aires, triunfa de la sitaasion y se organiza el primer gobierno de los Orrientales. Retira sns tropas al Hervidero y forma el Pueblo de la Pu- rificación, nombre inventado por el padre Monterroso su Secreta- rio, donde se destinaron los Españoles y otros que no lo I eran, que con motivo ó sin él, se remitían en calidad de presos al gene- ral Artigas, pero viviendo en soltura los mas en aquella población ó campamento. ■ Bajo la protección del Jeneral Artigas {empezaron los Orién- tale» á formar su Gobierno sin dependencia de Buenos Aires. '—16— El Cabildo de Montevideo confiere a] Jeneral D. José Artí gas el título de Protector (le los Pueblos libres, y le asigna una pensión á su señora para la educación de su hijo. A solicitud del Cabildo, nombra de Gobernador de la Plaza á D., Fernando Otorgues, el cual comete ó patrocina todo genero de licencias coutra los Godos; nombre que se daba a los Españo- lea. El cabildo no podía, contenerlas: lo hizo saber al Jeneral Artigas que se hallaba en Entre-Ríos, ocupado con la guerra de las Provincias del litoral con quienes se había aliado coDtra Buenos Aires, y mandó inmediatamente relevar á Otorgues del mando de Montevideo, destinándolo á cubrir la frontera de Ya- guaron. Envió de Delegado á D. Miguel Barreiro que tomó pose- sión del gobierno, destinando al comandante D. Fructuoso Ri- vera con una división de 600 hombres á guarnecer la plaza. Con este cambio de personas se restableció el orden y la seguridad en Montevideo. El Jeneral Artigas luchaba con la falta de hombres compe^ ten tes que comprendiendo 6us miras, le ayudasen á organizar el país y restablecer el órden en toda su estension, después de cua- tro afios consecutivos de guerra, en que todo se había desquiciado, creando hábitos y elementos perniciosos, que no era dado correjir ni estirpar de improviso, sin esponerse á que fuesen esplotados por los enemigos estemos. A donde alcanzaba la vista ó la acción del Jeneral Artigas^ no se notaban los exesos que dieron triste celebridad á caudi- llejos como Gay, Blasito y Encarnación, que destinados lejos de Artigas á la persecución de gente mala que abundaba en la cam- pafia, se convirtieron en facinerosos, aprovechandoel alejamiento de Artigas, que tenia que luchar contra un cümulo de contrariedades Las órdenes espedidas por el general Artigas, respecto á la conservación del órden eran severas, y mas de un bandido fue ejecutado, para contener el pillaje.—"Siempre hará honor al ge- neral Artigas, aquella órden espedida en el Arroyo Grande, im- poniendo la última pena, á todo el que atentase contra la vida ó la propiedad de los veeinos ó asaltase á los transeúntes pacifi- cos de la campaña, con motivo del salteamiento de tres carretas de carga y asesinato de sus conductores por un tal Paivay otros, qne fneron ejecutados, en el Arroyo Grande al frente del Ejército para escarmiento, y á cuyo acto asistió el mismo general Artigas de gran uniforme. —17— Estaban en pugna dos principios ó sistemas de gobierno. El general Artigas, seducido por el egeraplo de la Union Nort-Ame- ricana, quería su aplicación en las Provincias. Esta idea tenía< pro- selitismo en ellas. De aquí había provenido una especie de alian- za entre Artigas y los Jefes de Entre Ríos y Corrientes desde los primeros sucesos, mancomunando sus esfuerzos para resistir las tendencias centralistas y dominantes del gobierno de Buenos Aires. Los acontecimientos del 14, habían hecho mas palpitante la ne- sidad de estrechar aquella alianza, y las Provincias del litoral so pronunciaron sucesivamente por la federación bajo la, protección del general Artigas. Para sofocar ese jérmen que aparecía y someter á sus sostene- dores, marchó sobre Santa-Fó la división Diaz-Velez y sobre el Entre-Ríos la de Viaraont, mandadas por el Directorio de Buenos Aires. En consecuencia, destinó el general Artigas al comandante D. Andrés Latorre con una fuerza á la Bajada del Paraná en pro- tección de Santa Fé, logrando derrotar á la Bonarense y haciendo prisionero á su gefe. Igual suerte cupo á la que invadió el Entre Ríos. ■Buenos Aires pretende llevar las hostilidades adelante, y Ar- tigas con este motivo marcha en persona á Santa Fó y avanzan las*fuerzas aliadas hasta el Arroyo del Medio y San Nicolás de los Arroyos, en óbservacion de las Bonarenses. Corrientes proclama el Protectorado de Artigas, ocupando el gobierno de aquella Provincia D. Juan Bautista Méndez gefe de la fuerza veterana. Artigas envía á aquella provincia á D Genaro Perugorria en representación de su persona, y procede á la insta- lación del primer Congreso Provincial de Corrientes. D. Gervacio Posadas ocupaba á la sazón como Director el go- bierno de Buenos Aires, y fulmina un decreto poniendo fuera de la ley y de la patriad D. José Artigas, deshonorándolo y ofre- ciendo un premio de seis mil pesos al que lo tomase y entregase -vivo ó muerto. Una disposición tan inusitada y atióz en que se ponía á precio la cabeza del Jefe de los Orientales, revelando el reboso del odio y de la venganza, no podía dejar de embrabecer las pasiones y su- blevar el ánimo mas templado. Sigúese á esto la sublevación de Perugoiria en Corrientes con- tra el Protectorado de Artigas. Bf.sualdo, gefe de éste, que se hallaba en aquella Provincia, bate á Perugorria en la costa del—18 — Río Batól, lo derrota, toma prisionero y lo remite al Jeueral Arti gas. Perugorria fué arcabuceado. El teniente coronel Silva es nombrado gobernador de Corri- entes y confirmado por Artigas. Se trabaja por inducir á Silva íi defeccionar, son descubiertos los que lo intentan, so remiten á dis- posición de Artigas, este les libra la vida, y Méndez vuelve a ocupar el gobierno de Corrientes. Córdoba se pronuncia por el Protectorado de Artigas y el poder de la alianza Oriental-EutreRiana-Correntina se robustece, i j Baldeuegro defecciona del Directorio con su fuerza y obedece. } las órde*es de Artigas. Esto irrita á los hombres del Poder en Buenos Aires : se lanza un brulote contra Artigas en un documento que lleva la fecha de 5 de Abril. Estalla por último diez dias después una revolución en Bueno3 Aires contra el gobierno que había sucedido al-Director, y es derrocado. El Cabildo se hace cargo del gobierno, y su primer pa9o fué mandar quemar en la plaza pública por mano del verdugo, los- decretos infamantes que había espedido el Directorio contra el general Artigas. • Y para sincerarse de la parte qne hubiera podido caberle en aquellas difamaciones, y en justo desagravio del Jeneral Artigas, dirijíó al pueblo de Buenos Aires la siguiente Proclama. PROCLAMA DEL CABILDO DE BUENOS AIRES. El Jucmo. Ayuntamiento de la ciudad de Buenos Aires, á sus Habitantes. "Ciudadanos/—Libre3 vuestros Representantes del duro des- potismo que tan gloriosamente acabáis de destronar, contemplan un deber suyo, reparar los exesos a que le arrastró su escandalosa opresión. Empeñado el tirano en alarmar el pueblo contra el que inicuamente suponía inví^sor injusto de nuestra Provincia, precisó con amenazas á esta Corporación a autorizar con su firma la infa- me Proclama del 5 del corriente. Ella no es mas que un tejido de imputaciones las mas execrables contra el ilustre y benemérito Jefe de los Orientales D. José Artigas. Solo vuestros Represen- tantes saben con cuanto pesar dieron un paso, que tanto ultraja el mérito de aquel héroe, y la pureza de sus iuteuciones. El Acuerdo secreto que celebró el Ayuntamiento, es un mo- —19— aumento que hará la apolojía de su conducta ; y aunque la con=- fianza con que empezó y continuó sus relaciones con aquel Jefe la sinceran suficientemente para con vosotros, no obstante cree deberás protestar la violencia con que le arrancó la tiranía aquella declaración atráz. El Cabildo espera de Ja confianza que os merece, que esta so- lemne Declaratoria desvanecerá Jas funestas impresiones que pudo ocasionar en vosotros un proeedjmicnto forzado. "Ciudadanos: Deponed vuestros recelos: vuestros verdaderos intereses son el objeto de los desvelos de vuestro Ayuntamiento, y para afianzarlos procede de acuerdo con el Jefe Oriental: la rectitud de intensiones de este invicto Jeneral es tan notoria, y la ha acreditado de uu modo tan plausible, que no podéis dudar de ella siu agraviar su decoro. Olvidad las atroces imposturas, con que hasta aquí os lo ha presentado odioso la tiranía : destruid ese fermento de rivalidad, que diestramente mantenía el despotis- mo á costa de calumnias que dilac.erabau la conducta de aquel Jefe, para haceros jemir bajo sus cadenas, y alarmaros contra el bienhechor generoso que se apresuraba á quebrantarlas en nuestro favor. Sea uno el interés, uno el principio que anime vuestros pro- cedimientos ; las comunes ventajas afianzadas sobre Ja base in- contrastable de la equidad. Esta confianza reciproca, esta unifor- midad de sentimientos proporcionará á vuestros Representantes Ja mayor recompensa á que aspiran sus desvelos,—esto es, haceros disfrutar los bellos días de la abundancia y de la tranquilidad. Buenos Aires Abril 80 de 1816. (Siguen las firmas del Ayuntamiento.) Doctor Frias.—Secretario. Quizo hacerse mas para alhagar al general Artigas. Se le remitieron seis gefes de los mas comprometidos con él, con un proceso y engrillados. Venía entre ellos uno de los que el aCo 12 de- feccionando de Artigas se había pasado á Sarratea con el Rejimi- ento de Blandenguez. Pero el general Artigas que no aspiraba á ejercer una venganza innoble con sus enemigos, devuelve los pre- sos al gobierno de Buenos Aires, contestándole—"-que d general Artigáis no era ¿u verdugo." Este rasgo de nobleza, le capta sino el afecto, al menos el respeto de sus adversarios.—20— El cambio de hombres en el gobierno de Buenos Airea, lo operaba también en la política, y Artigas en este concepto había regresado de Santa Fó á su cuartel general del Hervidero. Bajo estos auspicios, Córdoba le acuerda una espada de honor al Jeneral Artigas, en mérito de loa servicios que había prestado á aquella Provincia. [1] El general Alvarez Tomas ocupa el gobierno de Buenos Aires como Director interino del Estado, y envía una Comisión cerca del Jeneral Artigas á negociar la paz bajo la basa de la independen-, cia de la Provincia Oriental. D. José Artigas la recibe caballe- rosamente. Después de algunas conferencias, el Jefe de los Ori- entales le propuso un proyecto de Tratado de concordia que com- prendía trece artículos, y de los cuales copiamos los siguientes.— datado de Concordia entre el ciudadano Jefe de los Orientales y el Mamo. Gobierno de Buenos Aires. "Art. 1.° Será reconocida la Convención de la Províuoia Oriental del Uruguay establecida en Acta del Congreso del 5 de Abril de 1,813 del tenor siguiente.—La Banda Oriental del Uru- guay entra en el rol para formar el Estado denominado Provin- cias Unidas del Rio de la Plata. Su pacto coalas demás. Provin-. cias es el de una alianza ofensiva y defensiva. Toda provincia- tiene, igual dignidad é iguales privilejios y derechos y cada una renunciará el proyecto de subyugar á otra.... "8.° Será reconocido; como perteneciente á la provincia Ori- ental del Uruguay cuanto estrajo de ella el gobierno anterior. "6. ? Reconocerá la caja de Buenos Aires, la deuda de dos- cientos mil peso3 en favor de la Provincia Oriental del Uruguay, por las cantidades estraídas de ella pertenecientes á propiedades (1) Hoaqui la insoripcioa que lleva la Espada de Honor que dedicó al Jeneral Don José Artigas la Provincia de Oórdoba, (ana de las principales de la República Argentina) en el aflo 1,815, en reconocimiento de sus servicios; y la cual se halla depositada en _ el Museo Nacioual en Montevideo, por especial disposición del Gobierno Oriental, á quien la presentó el ciudadano D. Leandro Gómez. En la baina se lee lo siguiente— La espada del Jeneral Artigas. Córdoba en sus primeras ensayos, a su Protector el in- mortal Jeneral D. José Artigas.—Año 1815. En el anverso' de la hoja se lee— •órdoba independiente á su Protector. , En el reverso dice— General D. José Artigas.—Año 1,815, —21 — de Españoles en Europa • cuya suma debe ser satisfecha en el preciso término de dos años, admitiendo para ayudar la facilita- ción do este pago la mitad délos derechos que los buques de los puertos de la provincia Oriental del Uruguay deben pagar en Buenos Aires. "7.*° Se auxiliará con instrumentos de labranza á los labra- dores de la provincia Oriental del Uruguay en la forma bastante á resarcir al menos en una 5, 65 parte los grandes perjuicios que han sufrido. "12 Se admitirá por el gobierno de Bueuos Aire3 un sistema equitativo para indemnizar á Montevideo de la contribución enor- me que se Je hizo sufrir después de haber sido ocupado por el ejército auxiliador* "13. Las provincias y pueblos comprendidos desde la márjen oriental del Paraná hasta la occidental, quedan en la forma inclu- sa en el primer articulo de este Tratado, como igualmente la3 provincias de Santa Fé y Oórdobá, hasta que voluntariamente no quieran separarse de la protección de la provincia Oriental del Uruguay >y dirección del Jefe de los Orientales. Cuartel general) Junio 16 do 1815. José Artigas. Los Comisionados dé Buenos Aires no lo aceptaron. A su vez propusieron otro proyecto, que aun cuando reconocía la indepen- dencia de la Provincia Oriental, prescindía de otros puntos esen- ciales de las proposiciones de Artigas, como de lo estatuido en la Convención del año 13; se proponía la demolición de las murallas de Montevideo, "por convenir así á los intereses jenerales de la "Nación," sin aclararse bastantemente loj derechos y posición en que quedaban las Provincias y pueblos comprendidos desde la márjen oriental del Paraná hasta la occidental, como así mismo San- ta Fé y Córdoba, con quienes estaba ligado por sérios compromi- sos el Jeneral Artigas, cumpliendo á su lealtad no quebrantarlos. Estas consideraciones influyeron sin duda en el ánimo de Ar- tigas, para no asentir á las proposiciones de los Comisionados, en cuya consecuencia se retiraron sin arribarse á nada definitivo, pero en buena armonía. En este estado de cosas, procede el general Artigas á convocar un Congreso Provincial en Paysandú, coa la noble mira de proveer á la necesidad palpitante de organizar la Provincia y darle institu- ciones, v—22— El Congreso nombra cuatro Diputados de su seno para ir en Comisión á Buenos Aires, a tratar nuevamente de arreglos pacífi- cos» con aquel gobierno, y el 3 de Agosto proponen la paz bajo esta única base:^"Habrá paz entre los territorios que se hallan "bajo el mando y protección del Jefe de los Orientales y el Exmo. "Gobierno de Buenos Aires." El comisionado por parte de Buenos Aires exijio que esta proposición se esplanase en varios artículos qse propuso. Los comisionados Orientales no los aceptaron y regresaron á Paysandú. Cuando los Diputados fueron al Cuartel general de Artigas, tuvo lugar un episodio que revela la sencillez de la vida del Jene- ral, que lejos de ostentar lujo, ni boato, no se diferenciaba mucho en su mesa, de la mas pobre de sus inferiores. Bastará decir, que en la comida con que obsequió a-los Dipu- tados, los vasos y las cucharas de su mesa eran de aspa, trabaja- das por sus soldados. Tan modesto era el servicio del hombre insigne que había fundado una Nacionalidad- Si Sau Martin,—el genio del Ejército que escaló los Andes,—andaba en Mendoza, al decir de un contemporáneo, con pantalones rotos y zapatos re- mendados, Artigas, no tenia en su mesa siuo cucharas de aspa, vis- tiendo una modesta casaca, un pantalón raído, y usando en su ca bailo un modesto apero, con unas simples copas de plata. Con este motivo D. Manuel Macho su apoderado, que lo había presenciado, mandó de regalo al Jeneral una docena cucharas de plata con las iniciales de su nombre. La influencia del general Artigas prevakcía á despecho de las maquinaciones de sus enemigos. Independiente y altivo por carácter no se plegaba á nada que en su sentir menoscabase la independen- cia de su país, que amaba con fanatismo, ni el pundonor do sus paisanos. En pugna con toda dominación que á su juicio remedase el coloniaje de que los Puebles se habían substraído, nada podía reducirlo á tolerarla. Era idólatra de sus fueros, aun cuando equivocase I09 medios de sostenerlos. Para sofocar pues, el jérmen de estas ideas que se se propa- gaban, y la resistencia que se sentía á unas tendencias mal ó bien comprendidas, laudables ó siniestras, "se concibió el sublime "proposito [dice un ilustrado contemporáneo] de entregar la Pro- vincia Oriental al yugo de una Potencia estranjera, mandando "para el efecto noticias, planos é informes cstadíeticoe á la corte del Janeiro.'" —23— Mientras se fraguaban en el secreto de los gabinetes estranje- rOf Ihs nuevas cadenas'que debían imponerse, como médio de apa- gar la anarquía de la ép«ei, se erijía en Montevideo bajo el gobi- erno de Artigas un monumento á Ja civilización, fundándose Ja Biblioteca pública. Se fundaba el templo de Canelones, se proveía al del Carmelo, se restablecía la imprenta, se propendía á con- tener las depredaciones de los charrúas en la campaña, y se daban los primeros pasos en la senda de la organización política, que había de conducir al establecimiento de gobiernos regulares. Mientras esto acontecía en la Banda Ofiental, el gobierno de Buenos Aires mantenía en San Nicolás un Ejército de observación sobre Santa Fé, en virtud de las desavenencias subsistentes. El general Artigas había destinado fuerzas en protección del gobierno do Santa Fó al mando del comandante en gefe dé ellas D. José Fraucisco Kodricuez. El gobierno de Buenos Aires trata de promover oberturas pacíficas con las Provincias separadas. Manda en efecto en Abril de 1,816 una comisión cerca de D. Mariano Vera gobernador de Santa Fé con este objeto. Vera la acepta, pero pone por condi- ción que "para tratar de paz es indispensable que concurran á ello los Diputados del general Artigas, y que mientras tanto se retirase la Comisión á San Nicolás." El gobernador de Córdoba D. José M. Díaz envía cerca del general Artigas a D, José Izara en comisión, por cuyo intermedio le hace algunas consultas y le ofrece un continjente si fuese ne- cesario reforzar a Santa Fó* Por fin se arriba á un acuerdo, celebrando el Tratado de Santo Tomé, á que concurrió D. Cosme Maciel como Diputado del general Artigas, y parecía que iva á restablecerse la buena in- teligencia entre los gobiernos disidentes. Pero por desgracia el de Buenos Aires no ratifica el Tratado, y su Comisión avisa su retiro al gobernador áe Santa Fó D. Mariano Vera. Fracasada la negociación, el general Díaz Veloz se mueve sobre la provincia de Santa Fó. El comandante en gefe de los au- xiliares Orientales D. José Francisco Rodríguez que está en obser- vación, manda interrogarle sobre el objeto de su marcha no estando rotas las hostilidades, y le contesta que se retire. Iustantaneameute oficia Díaz Velez á Espeleta, dicieudole "que anunciaba al Cabildo de estos pueblos las justas razones que motivan su marcha, y ame- nazando con el rigor de las armas." Las hostilidades se renuevan.-—24— En esta situasion manda Puirredon á Ca$tes y al Dr. Funes . comisión para hacer cesar las hostilidades. Y en fecha 10 de Se- tiembre previene al gobernador de Santa -Fé, que había librado órdenes para que el Ejército de observación se retirase á Buenos Aires. Surje una nueva tentativa de tranaacion, pero como seesclu' yese de ella al general Artigas, Vera manifiesta á Puirredon "que "el plan de esas trnnsaciones exije que no se desagrade á D. José "Artigas, que tiene á Santa Fó bajo su protección." Puirredon no admite otra intervension que la del Congreso, a que no habían concurrido con sus Diputados las Provincias del litoral, y a nada puede arribarse. Mientras esto tenía lugar en la Banda occidental, las armas do Portugal forzaban las fronteras de la Provincia Oriental y su escuadra se posesionaba del puerto de Maldonado. Un ejército de 10,000 hombres invado el territorio en Setiembre de 1816 á las órdenes del Janeral Lecor, y empieza una nueva série de trabajos, fatigas, sacrificios y vicisitudes para el Fundador de la Nacionali- dad Oriental, que no puede consentir en que su. Patria doble la cerviz al yugo estranjero. Entregado el país á su sólo recursos para defenderse, á ellos se apela. Organiza en la Purificación un Ejército de tres mil hombres. Ordena al comandante Rivera que marche á la frontera de Santa Teresa con las milicias de Estramuros de la capital y Maldonado. Manda á Otorguós que reforzado con las milicias de San José y Cerro Largo, marche al encuentro del general Silveira que se ha- llaba en Yaguaron. Hace que el - coronel Berdun que estaba en Entre-Kíos, repase el Uruguay por Belén y se sitiíe entre el Cua- rein é Ibicui. Ordena que el coronel Andrés Artigas (índijena que había criado desde la niñez) invádalos siete pueblos deMisio- siones Orientales que ocupaban los portugueses desde 1,811, don- de forma nna División de tres mil hombres; y finalmente, marcha en persona el mismo general Artigas á situarse con una columna en la frontera de Santa Ana. El país se levanta como un solo hombre á la voz de la Patria. El entusiasmo es general ; se lleva hasta el fanatismo. Artigas es como el ídolo que rodean los guerreros mas esforzados que han ilus- trado la epopeya de la joven República, en las guerras de su in- dependencia. Su nombre famoso resuena en los cánticos populare* y en el himno marcial que entonan los patriotas.— —2e— La guerra contra el invasor se sostenía con perseverancia y desicion, no ó"bstante la deficiencia de. recursos de los patriota*, que carecían de armamento y municiones. La suerte de las armas les fué adversa en San Borja, Arapey, Carumbé y Belén, pero los contrastes solo sirven para enardecerlos ante la nacionalidad ofendida y para iuspirar á Artigas los medio»de la resistencia. Hace retirar todas las caballadas, y privando a} enemig^ de este niédio de movilidad tan necesario, le dificulta sus marceas. Fuerzas de Artigas se interponen entre las tropas del gene - ral Curado y del general Lecor que marchaban divididas, cor- tándoles la comunicación y capturándoles chasques y partidas enteras. El 19 de Noviembre tiene lugar la acción déla ludia Muerta con la vanguardia de Voluntarios Reales mandada por el marqués de Alégrete, que obtuvo la victoria sobre la fuerte división que combatió á las órdenes del comandante Rivera, Este contraste de las armas nacionales permite al general Lecor avanzar sobre Maldonado y ponerse en contacto con la Escuadra. El enemigo poco después sigue sus marchas á Montevideo y la plaza estaba amenazada. En esta emerjencia, resuelve el Cabildo de Montevideo de concierto con el Delegado, mandar en Comisión dos miembros del cabildo cerca del gobierno de Buenos Aires á recabar algunos auxilios. Para obtenerlos, no se presentó otro arbitrio que asen- tir á la incorporación del territorio. Oriental al Estado de las Pro- vincias Unidas, enarbolando su bandera y jurando obediencia al Supremo Director y al Congreso. Solo á este precio podía obtenerse la protección del gobierno de Buenos Aires. Se consideraba in- minente el peligro de la plaza y se suscribió ála ley de la necesidad. Celebróse la Acta de incorporación y antes de ser ratificada se mandó publicar en Buenos Aires. El general Artigas cree vel- en este hecho la ostentación de un triunfo del Directorio, menos- cabada la justicia y derechos de la Provincia Oriental ó inconsul- tos los intereses de los demás Pueblos que estaban bajo su pro- tecciou. Dominado por estos, sentimientos, desaprueba lo pactado y escribe desde su campo en Santa Ana á I03 Comisionados en 26 de Diciembre, entre otras cosas lo que sigue:-—"El Jefe de los "Orientales ha manifestado en todos tiempos que ama demasiado "6U Patria, para sacrificar este rico patrimonio de los, Orientales! "al bajo precio de la necesidad. Por fortuna la presante no efi—26— "tan estrema que pueda ligarnos á un tal compromiso. Tenga "V. S. la bondad de repetirlo en mi nombre á ese gobierno y ase- gurarle mi poca satisfacción en la liberalidad desús ideas con la "mezquindad de sus sentimientos." Artigas miraba con disgusto que á pesar de las protestas que había recibido del Supremo Director ' 'del interés que tomaba por '•la suerte de las armas del Jefe de los Orientales, y do los votos •'que hacia por la prosperidad de so campaña, como que sus resul- "tados tendían al bien ó al mal de las provincias de la Union que "presidía," se permitiese el comercio con los Portugueses en Bue- nos Aires, donde mandaban frutos do la Banda Oriental, con la que se favorecía al invasor de ésta. Como continuase aquel trá- fico, recurrió el general Artigas al establecimiento de corsarios^ á cuyo efecto espidió algunas patentes de corso como méd¿0 de hostilizar al enemigo. Sacando, por decirlo asi, recursos de la nada, Artigas continúa la guerra en campaña con buen suceso. A favor de su propia baquía (que era tal, que cuando su ba- queano Perú perdía el rumbo, lo guiaba el Jeneral) sorprende en el Catalán al ejército del general Curado, haciéndole un des- trozo considerable. Sin embargo, rehecho el enemigo y restablecido de su prime- ra sorpresa á favor de algunos cuerpos que se organizan y acuden en protección de los suyos, logran empeñar con éxito un combate encarnizado con las fuerzas, patriotas, que á pesar de la inferioridad de su número y de su falta de armamento, disputan al enemigo con heroicidad la victoria, llegando hasta pelear con loa cuchillos.— Artigas pelea & la par de sus soldados con bravura, es el primero en afrontar la muerto y su lanza le abre paso por entre los escuadro- nes enemigos á cuyas hileras lleva el pavor y el destrozo. Des- graciadamente flaquea uno de sus costados y la fortuna ingrata ma- logra tanto heroísmo, arrebatando á las armas de la libertad el me- recido lauro de una victoria espléndida. El enemigo qusda dueño del campo, logra apoderarse del ba- gaje del Ejército de Artigas, hace bastantes prisioneros, pero queda tan postrado que no puede evitar que á su vista se retire bizarramente el general Artigas, salvando porsion de heridos y desplegando la Tricolor que ostentan los restos del ejército salvado. Solo en herido», refiere el general Rivera en su Memoria, tuvo sobre dos mil el Ejército de Artigas que constaba de siete mil hom* —27— bres, salvando á muchos de ellos de caer en poder del enemigo. El Ejército del general Carado era superior en número, en disciplina y elementos de guerra al del mando del general Artigas, formado de milicianos. El ejército enemigo se componía de tro- pas disciplinadas y aguerridas, que se habían batido con los gene- rales mas famosos de Napoleón. El de los patriotas puramente de milicias sin la práctica de las evoluciones, y solamente ricos en ese valor y entusiasmo que infunde la santidad de la causa que se defiende, cuando se lucha por sus dioses lares, por sus dioses penates, que sabe obrar prodijios. Después de éste contraste acaecido el 4 de Enero de 1,817, el general Artigas se retiró á la Purificación, ocupando Curado la rnárjen izquierda del Coarein. Diez y seis dias después del revóz del Catalán, ocupa la plaza de Montevideo el general Lecor, evacuándola los patriotas. Las vistas del euemigo se dirijen entonces a ambas márjenes del Uruguay,—á Artigas y á sus aliados,—y desembarazado de la atención de la plaza de Montevideo, cree poder contraer todas sus fuerzas á dominar la resistencia de la campaña y anonadar á Ar- tigas. El general Lecor ensaya primero el médio de un sometimiento voldutario. Manda proponer al general Artigas, reconocérsele en el grado de coronel y asignársele el sueldo correspondiente á su clase mientras viviese, siempre que consintiera en retirarse á resi- dir en el Janeiro ó en otro punto que se le designase en el Reino de Portugal. El patriota general Artigas deshecha con altura tal proposición, y coatesta que mientras tenga un hombre hará la guerra al invasor de su Patria. Artigas se rehabilita de las pérdidas sufridas, y emprende la guerra de recursos. Las fuerzas del comandante Rivera hostilizan de cerca á las de Lecor y las de Artigas á las de Curado que quedan separadas por 80 ó 100 leguas- Cortan la comunicación entre ámbos ejércitos, les quitan las caballadas y los reducen á la impotencia. Todo el resto del afio 17 se mantuvo Curado en el Cuarein incomunicado con Lecor, sin dominar mas que el terreno que pi- saba, acosado por las partidas de los patriotas, mientras qne en el centro de la campaña batían los mismos en todas direccio- nes á las tropas de los generales Pintos y Silveira hasta obligar- los tres y cuatro veces 4 encerrarse dentr svideo. El - r-'enemigo estaba tan desmoralizado, que desertaban en grupos hasts de á 50 cou sus armas los continentales, para volverse á so pro- vincia y los europeos quedaban con los patriotas. Un incidente inesperado viene á complicar la situasion. El '^Directorio de Buenos Aires, lanza una espedicion al Entre-Ríos al mando del coronel Montesdeoca y de Viera. Desembarca en los Toldos y -asi. que toma caballos se interna en el departamento de Gnaleguaycnú y amaga al pueblo, escopeteándose sus partidas con las de Samaniego. El comandante general D. Francisco Ramírez marcha con .sus fuerzas á repelerla y Artigas tiene que distraer una parte de ías suyas en protección de Ramírez y en observación de la costa. Destina al comandante Aguiar y,al capitán D. Faustino Tejera en persecución.del enemigo en sus correrías. Baten y derro- tan en Averías á una parte de las fuerzas invasoras, y luego derrota Ramírez á Montesdeoca en Santa Barbara, obligándolo a retirarse á los Toldos. Tejera lo persigue hasta obligarle á reembarcarse en Landa, evacuar el territorio y retirarse á Buenos Aires. En este estado de cosas había ordenado Artigas á Méndez go- bernador de Corrientes, que procediera á un enrolamiento general en aquella capital y que marchase la fuerza á campana para re- forzar á Ramírez. Méndez en efecto hace marchar el continjente a campaña al mando de D. Francisco Vedoya- Este se pronuncia contra Méndez, contramarcha á la capital y lo depone. El coronel Andrés Artigas invade la capital de Corrientes, Vedoya y sus partidarios la abandonan emigrando á Buenos Airea, y Méndez es repue.ato en el gobierno.. Éste suceso desconcierta el plan-de los invasores del Entre-Ríos, que lo abandonan, hostilizados por las fuerzas de Artigas y Ramírez. El general Artigas en previsión de otra cualquier tentativa y consultando la seguridad de las costas, manda establecer una bate- ría en el Paso.de, Vera y otra en Perucho Verna, arma dos ó tres lanchónos y hace r,que Ramírez se, sitúe con sus fuerzas sobre la costa del Uruguay, con un corto continjente que pide de auxilio á Santa Fé. , j En esta situasipn trata el general Lécor dé organizar una Es- cuadrilla para tentar por el Uruguay abrir comunicación con el ejército de Corado de quien nada sabía. Curado abre su segunda campaña moviéndose del Cuarein, y logra tomar prisionero aj bravo capitán Lavalleja que mandaba la vanguardia de Artigas, batierfdo al comandante Castro. Artigas tiene que abandonar la Purificación y retirarse ni paso del Sanee «ii el Qifégwy. Rivera deja una fuerza sobre la línea de Monte- video y marcha á ponerse en contacto eon el general Artigas. Lecor manda á Barrozo en comisión á Bnenos Aires cerca del Director Pueiredon, con la idea al parecer de recabar so consen* timíento para que la Escuadrilla portuguesa pasase Martin García y subiese el Uruguay. Al principio ee le negó el pasaje, pero después se le permitió penetrando en el Uruguay cuatro buques de guerra el dos de Mayo, y ostentándose por primera vez las quinas de Portugal en medio de aquel santuario de grandeza. Dejemos al mismo general Artigas que esplique la situasion del enemigo en aquellos días, la opinión que tenía de su poder, l'o que se prometía antes de saber la entrada de la Escuadrilla en el Uruguay y cuales eran sus sentimientos. Con data siete de Mayo de 1,818 escribía el general Artigas desde su cuartel ge- neral al gobernador de Santa Fó D. Mariano Vera, entre otras cosas, lo siguiente.-^ "........Los Portugueses por sí'no son capaces de llevar "adelante su conquista. Sin embargo de habernos acometido en "los momentos mas críticos nada han adelantado. Sus empresas "son muy tristes. Hasta lo presente solo ocupan el terreno que "pisan, no obstante de habernos encontrado tan distantes 'y divi- didas nuestras fuerzas ; pero actualmente me hallo en ñn estado "respetable y- capáz de obrar eficazmente sobre ello3. V. S. nada "tema; aun en un momento desgraciado ellos no tienen como ade- lantar. Algo hemos 8ufrido por la omisión y descuido de los "paisanos, pero estos tocan ya los males de su dominación y- cor- derías, donde nada perdonan........ .... "V. S. sosténgame esa Provincia con la enerjía que debo es~ "perar, para que los Porteños no introduzcan el gérmen de la. "división y sizaña; que por lo demás mientras viva Artigas la "Patria ha de ser libre de tiranos." ".. ..Hasta el- presente no hemos !echo mas, qué- burlar los "esfuerzos del enemigo y apurarlos- con privarles los recuHos: en "adelante será otra cosa.". ... Contra todos los cálculos delJéheral se interna la escuadrilla al Uruguay, sin que en Mártin García se le disputase el paso y cuando menos se esperaba remonta á mediados de Mayo hasta el Paso de Vera, donde se bate con la batería por tres cuartos de hora-, logrando pasar no sin haber sufrido pérdidas y averías.—30- Continuando su viaje hasta dar con las fuerzas de Curado, bate las otras baterías sobre Payeandú y asciende hasta San José del Uruguay donde estaba Curado, y por este médio Lecor se pu- intelipucia con aquel Jefe después de mas de siete meses de inco- municación, poniéndolo en actitud de emprender operaciones. A favor de la escuadrilla badea Bentos Manuel el Uruguay con 600 hombres ó invade el Entre-Ríos. Logrando sorprender en el arroyo del Pospos al comandante D. Gregorio Aguiar que tenía 200 libertos, dispersa al comandante Tejera y marcha sobre la Concepción del Uruguay [Arroyo de la China) á donde se había adelantado la Escuadrilla. El comandante general Ramírez que se hallaba á alguna distancia con 300 hombres y el parque, y que se disponía á venir sobre el enemigo, se vió en la necesidad de reti- rarse. Bentos Manuel arrebata algunas caballadas y repasa el Uru- guay para reunirse á Curado. De este lado, el 24 de Mayo sorprenden los patriotas los pues- tos avanzados del ejército enemigo, le hacen porsion de prisione- ros, le arrebatan mas de tres mil caballos de reserva, y lo baten en varios eucuentros. El coronel Artigas [Andrés] con los índijenas hostiliza al ene- migo en su mismo territorio, y si por un lado reporta alguna ventaja el lusitano, por otra sufre descalabro. "Hemos marchado, describía el general Artigas el 3 de Junio "al gobernador de Santa Fe) el presente año llenos de contradiccio- "nes por Buenos Aires, amenazados por el Paraguay y atacados "fuertemente por el Portugués.... Sin embargo. Tos sucesos se han "alternado, y el Portugués ha tenido que esperimentar no pocos "contrastes en su territorio y el nuestro desde que ha empezado sus "marchas.... Ya estaríamos mucho mas avanzados en la empresa, "sino logran el favorable proyecto de repasar al otro lado del Uru- "guay, sorprender las tropas y dispersarlas.... "Yo evitaba los lances hasta reforzarme. Mis fuerzas divididas 'con las varias ocurrencias no pude reunirías á tiempo oportuno. "Sin embargo de haberme cortado la comunicación con las del "Uruguay, he podido rcunirme'con D. Frutos y andamos sobre ellos. "El orizonte se vá aclarando mucho para que dejemos de con- seguir ver libre nuestro país de tiranos. Todo vá cambiando de "aspecto. Buenos Aires ha desistido de 6u proyecto de renovar la "nueva espedicion fomentada por Pueiredon para el Entre-Rios. "Los ingleses empeñados en formar corsarios para desterrar los 81— "Portugueses del Rio de la Plata. Todos estos incidentes son de- ' bidos á la presencia del portugués invasor y ellos deben consi- derarse como el pronóstico de una serenidad inalterable/' Once días después de esta comunicación sorprendían los solda- dos de Artigas las grandes guardias del general Curado en la Pu- rificación, arrebatándole carretas, ganados y caballadas, después de haberle batido en el Chapicuy una división de 700 hombres, obligando á Curado á abandonar la Purificación, y repasando el Daiman retirarse al Salto donde estableció su campamento. El general Artigas oon 1,200 hombres ocupaba la raárjen iz- quierda del Queguay Chico, de donde desprendía fuerzas á hostili- zar al enemigo. Bentos Manuel consigue una madrugada caer sobre el campo de la infantería, la cual se dispersa y gana el monte. Horas después aparece Rivera con caballería, carga á Bentos Ma- nuel, lo pone eu fuga, le quita la caballada y lo persigue hasta el Daiman salvando favorecido por los montes. La lucha continuaba en la campaña, cuando un suceso de gra- vedad viene á hacer necesaria la presencia del general Artigas en otro teatro. Un nuevo peligro le amenazaba, obligándole á sepa- rarse del territorio Oriental y distraer una parte de sus fuerzas en otra parte. Ramirez acababa de pronunciarse en Entre-Ríos contra Arti- gas. Artigas pasa á Misiones, se pone en contacto con el goberna- dor de Corrientes. Reúnen fuerzas y marcha al Entre-Ríos, viniendo en su compaña Méndez el gobernador de Corrientes.— Ramirez reconcentra sus fuerzas en la Bajada donde se atrinchera. Artigas se dirije á aquel punto. Ramirez con alguna intantería al -¡ mando del coronel Mansilla, con dos ó tres piezas al mando de D. Francisco Pereira y su caballería, se bate con la caballería de Ar- /¿"V tigas el 27 de Marzo de 1,819 en el Saucesito, y es derrotada. Ramirez marcha en su persecusion con 800 hombres, dirijien- dose Artigas para Corrientes. Ramirez la invade poco después; hay lucha, pero al fin se apodera de la capital, que se plega a Ra- mirez, habiendo quedado en poder de este como prisioneros el ex-gobernador Méndez y el padre Monteroso secretario de Artigas. El general Artigas se retira a las Misiones y desde allí auu que falto absolutamente de recursos, hostiliza al portugués por mas de seis meses consecutivos. No pudieudo humanamente sostenerse allí por mas tiempo, perse-guido por la fatalidad del destino, amargado por la defección, en tristecido por la- saerte de su Patria que la mirab'a uncida al car- ro del- cáuttverio, desengañado de la inutilidad de sus esfuerzos heroicos, acongojado por la ingratitud, no quiso presenciar la coDsumaciofi del sojuzgamiento de su país por el' estraujero, ni rendir eu espada á los que había combatida t intos años como ene- migos. ' Una -noche rodeado de sus mas leales y constantes com- pañeras, les revela su última y heróioa resolución,—pedir al Pa- raguay ün asilo, dando un adiós a la Patria. Ansína. su buen An- sipa, es el primero que puesto en pió le responde—"rni Jeneral, yo-lo seguiré aunque sea hasta el fin del mundo.'' Y una lágrima se vé desligarse, por aquel rostro que reflejaba la nobleza del alma, contestándole "todos como tu, pero yo no "quiero violentar la voluntad de nadie ; me seguirá el que quiera.' — Y todos se manifestaron resueltos .á seguir la suerte de su Je- neral. Al día siguiente marcharon, haciendo saber su resolución á la tropa. Algunos quisieron permanecer en las Misiones, sigui- endo los mas al Jeneral á su ostracismo voluntario. El 20 de Enero de 1,820 se presenta Artigas con su fuerza frente á Itapuá en la márjen izquierda del Paraná, donde había una guardia Paraguaya, y manda pedir hospitalidad para él y su tro}|a al Dictador del Paraguay. Este se la concede, enviando al siguiente día un escuadrón con orden de hacer pasar el Río á los emigrados, debiendo deponer sus Armas. El general Artigas pasó el primero el Río pisando la tierra hos- pitalaria, para no volver á ver jamás levantarse el Sol sobre el ho- rizonte de su Patria !. . .. De aquella patria que había acariciado en su imajinacion con bellísimos colores y formas colosales, pero de cuyo regazo le alejaba el vendabal de la guerra civil y el rigortdel infortunio. Al pasaje del Jeneral siguieron porsion de sus companeros, habiendo preferido algunos indíjenas volverse á las Misiones. El Jeneral entregó 6u espada y su bastón al comandante de la fuerza y se le condujo escoltado á la capital, tratándosele con toda consideración. Aun cuando anteriormente habían surjido algunas desinteli- jencias entre el Dictador y Artigas, que produjeron la interdicción dél comercio, las hostilidades no se habí an roto nunca entre ambos, mirando el Dictador en Artigas una guardia avanzada contra Bne- —33— nos-- Aires, y este en aquel, sino un amigo decidido, por.lo menos un vecino inofensivo, por lo cual había dejado libre la comunica- ei<«i>.'.':.! --o,' •■• ;.; > ¡ »poo ¿¿;" o¡ oJ-r/stj To-^cfrt ni; «íüt'itfteiC El Dictador Francia le dió por albergue al principio el Con- vente/ de► la Merced, donde lo mantuvo tres meses. Todos los dias mandaba el Dictador uno de sus empleados á saludar al Jeneral y preguntarle como iva, hasta que un día cansado Artigas de per- manecer en aquel encierro, contestó a la-pregunta de su visitante é interlocutor^—Como quiere Vd qm me vaya.... soldado entre Jfrailó-s. Esta reapuesta le fué transmitida al Dictador, y com- prendiendo por ella, que Artigas no estaba contento allí, dispuso fuese trasladado á Curuguaty, pueblito distante de la Asunciou 85 leguas donde fué confinado. El general Artigas nada tenía cuando emigió al Paraguay.—- En Santa Fe había quedado en poder de D. Luis Aldao la mayor parte de su ropa, algunas prendas, muebles y una espada regalada por Pueirredon, que se le había remitido de Montevideo. En Cor- rientes había dejado en el pueblo de la Cruz al retirarse á las Mi- siones destruidas, un carguero con ropa y dinero, de manera que al asilarse en el Paraguay, se hallaba absolutamente falto de re- cursos para la vida». La generosidad del Doctor Francia, se encargó de reparar esta necesidad en su ostracismo. El Dictador le señaló una casa, tierras y treinta y dos pesos, mensuales de sueldo para su manuteusiou en Curuguaty, ordenan_§ al comandante del partido que le suministrase cuanto pudiera ne- cesitar y le tratase con toda consideración. Independiente de esto, le envió el Dictador un carguero de ropa para su uso, y anualmen- te le pasaba un vestuario. . El.Div Francia decía, que al admitir al general Artigas en el Paraguay asegurándole una decente existencia, quería respetar los derechos de la hospitalidad, que tanto veneran los habitantea do aquel país. ,: , Allí el que había hechado los fundamentos de la Nacionalidad Oriental, el guerrero indómito que había llevado la influencia de su nombre hasta mas allá del Uruguay, y cuya espada inclinó mas de una vez la balanza del destino de los Pueblos, se dedicó eu su emigración, cual otro Cincinato á labrar la tierra á la edad de sesenta años. Habituado al trabajo desde la juventud, y go- zaado.de mi temperamento robusto, pronto se familiarizó.' córt—34 aquella nueva vida, llegando á ser el padre de los pobres del dis- tr1f&.'rf >>o «' '.>vr:r obííftrJfiW í/?n;i o! ovifciiytom oiiíoív nxi Distribuía la mayor parte de sus cosechas entre l Pero el comandante Albín regresó sin lograrse el objeto de su misión, por cuanto el noble Jeneral carecía de loa recursos ne- cesarios para poder restituirse á su país coalla dignidad iqae cor--'36— respondía ai elevado CafaetéW que había investido en su jmíi'm ■ En 1,846, cuando la espedicion Anglo-francesa subió hasta la Asunción,- fué en; el 'ffult&k el hijo del Jeneral Artigas, con animo do- tfder á su anciauo y respetable padre, -aprovechando la genero- sía oferta del comandante del "Fnlton," de transportarlo con toda 0»m,(*ehx¿*dV' No pudo realizarlo, si bien le proporcionó el inesperado gozo de ver al que había dejado niño, depositando en su sunu sus pensamientos y dolores. El general conservaba tan vivo en el corazón el amor á la Patria, como el recuerdo de sus hombres y de los acontecimientos de su época. Recordaba con entusiasmo sus campañas, el valor y los sufrimientos heroicos de sus-paisanos. Parecía rejuvene- cer cuando hablaba de su Patria, de Ios-elementos inmensos de po- der y de grandeza que poseía, y del destino grandioso que se había imajinado al querer hacer de ella algo mas que una Provincia tributaria del autiguo Vireiuato,— «na República, nna Nación. i Recordaba con marcado placer- loa dias en que abandonando hogar, familia, comodidades é intereses, acorrí.in los Orientales uni- dos en un mismo pensamiento ú la voz de su Jefe, á combatir por su libertad, soportando la desnudez y la miseria, y aun presentan- do sus capitanes compañías enteras equipadas á su costa. Pero su semblante tomaba un aire de profunda tristeza, cuando recorrien- do la serie de acontecimientos que habían inutilizado sus primeros esfuerzos, y los que habían conducido el país á la actualidad des~ .consolante en que se hallaba, descendía á algunas reflecciones. El Jeneral conservaba como una reliquia sagrada una copia impresa de la Constitución de la República que le había regalado el celebre naturalista Bompland, que tenía particular placer en vi- sitarlo. . .< Hablando de su regreso á la Patria decia :—Quisiera hijo mió, volver á ver mi país antes de cerrar los ojos para siempre, y ben- decir a los que han tenido la fortuna de dar cima á la obra que yo empezó y cnyo complemento miro aquí,—en la Constitución;— pero no me siento con fuerzas bastantes para/resolverme á hacerlo en médio de la borrasca que lo ajíta, y ademas, yo no debo salir de aquí sino con dignidad, ni restituirme á la Patria sin ser llama- do y conducido por el Gobierno con la decencia que corresponde -á mis antecedentes? y al propio honor de la Nación Oriental*-' Tal fué la resolución del anciano Jeneral, manifestada en el — 37— •se;;o de esa co¡ fianza íntima que se tiene en un hijo ; el primero coa qv.¡en se desahogaba espansivamente después de 26 aflvs de ol.^cui ¡dad y de silencio. Aeooipañ.ba al Jeneral su,antiguo y leal Ansínn, habitando en su misma ( stancia. Avnque agoviado por el peso de''los'afioS, se cor erv..ba rúe» te y robusto, montando diariamente tónfe'áftlo para ir al baño, ¿ue el m-'dico le mandaba tomar á causa dé títíá erupción de que empezaba a padecer en las piernas. E'i es: a situación se hallaba el Jeneral Artigas en el ;últhrfó tércio del año 46, cuando le visitó su hijo en la Asunción. | A instancias de este y del Sr. Bompland, se;había conseguido que consintiese en pasar siquiera a Corrientes, ya que resistía pót entonces trasladarse á su país. # Para el efecto se había beblado al Jenreal Ferró que estaba dispuesto á no perdonar esfuerzo alguno de su parte para proporcionar ni Jeneral Artigas, una máús|ó'n se- guía y agradable en la Provincia de Corrientes; ' Pero'lo&'secesos políticos que sobrevinieron en aquella época, le hicieron d^sís^ir de su pensamiento y permaneció residiendo en Ja Asunción. Posteriormente el geueral D. Manuel Oribe tentó la résjtjtúcióu. del general Artigas al regazo de su'Patria, pero tampoco' pudo conseguirse. '." U1"? Entretanto el Fundador ilustre de la nacionalidad '^ffenttf!, en la seuectud de la vida, miraba de dia en día marchitarse el árbol de la existencia. La vista y partida del hijo había 1 lát/rá^b su corazón : la tristeza se apoderó del alma del noble peregrinó-,y el 23 de Setiembre de 1,850, á los 92 añoa de edad, rendía su espíritu al Creador y entregaba su cuerpo lívido y yerto á la tierra estranjera que le había dado hospitalidad generosa en el transcurso de treinta años! El Jeneral D. Carlos M. López Presidente del Paraguay dis- puso se le hiciese un entierro lo mejor posible, asistiendo a él los empleados públicos y lo mas selecto de la ciudad de la Asun- ción, haciendo que se sepultasen sus restos mortales en lugar 3k« tinguido en el cementerio de la Recoleta. La tierra estranjera guardó desde entonces en un modesto se- pulcro los manes del general Artigas, esperando sin duda el día en que Ja justicia y la gratitud nacional fuesen á íeoojeilos para darles descanzo eterno bajo el cielo de su Patrio, ai pié de su Bandera ven el panteón de los varones roas jlnstrea de í tt' / ' -v obiX:-¿HM Qi.-it íildt'd 9»p o(fl<í fíissbí4fc=r ten 1,858 con ocasión de tratarse en las Cámaras de los habe- rea deveugados del finado general Artigas, surjió la idea de traer sus rcetoá á la Patria; pero este pensamiento no pudo realizarse hasta el año 55, en qué aprovechando el envío del Doctor D. Es- tanislao Vega dócano del Tribunal de Justicia en misión especial del gobierno de la República al Paragaay, se le cometió el hon- roso encargo de conducir los restos mortales del general Artigas £ la República, previa las formalidades de estilo. •' El 19 ¿te Setiembre de 1,855 regresaba el Dr. Vega de su mi- sión al 'Paraguay en el vapor nacional Uruguay, trayendo a su bordo la urna cineraria que contenía los restos mortales del Jene- ral Artigas. Llegado á la rada de Buenos Aires, los trasbordó al vapor Menay, en el cual pasó a Montevideo, trayendo aquellas reliquias queridas del que fué, para recibir el último homenaje de dolor y de respeto del Pueblo Oriental á cuya independencia consagró, su brazo, su sangre, su vida. Los documentos que varaos á transcribir, forman la mejor co- rona cívica del personaje histórico que nos ocupa. Al áar cuenta el Comisionado Especial de su misión al Gobi- erno, decía al Ministró de Relaciones Esteriores en nota fecha 29 de Setiembre de 1,855 lo siguiente. •'Como Y- E. verá por la Acta y partidas que orijinal y en testimonio acompaño, el ilustrado y sensato Gobierno de la Re- pública amiga del Paraguay, había previsto el paso de justicia que algún día daría nuestro país, para rendir a la memoria y a los res- tos del Jeneral Artigas, los honores á que le hacían acreedor su celebridad y sus hechos esclarecidos." "Y si bien honra al gobierno dé la República para con un hombre que fué el primero sin disputa, "en cuyo corazón se alzó poderoso é indomable el sentimiento de nuestra independencia nacional, no honra menos al Gobierno del Paraguay la precaución que había tomado para que nuestra Patria encontrase ese legado histórico el día que lo fuese a recojer ; pues en eso mismo se halla la prueba de que hasta el estranjero abona ' lo justo de la deuda que debíamos pagar alguna vez á nuestro ilustre conciudadano.— Los restos del mencionado Jeneral se hallan, como lo habrá visto V. K, encerrados en una urna bajo do3 llaves que acompaño mpa posible las exéquias competentes al ilustre Jenéral. XX. También serán invitadas por el mismo Ministerio las Autoridades civiles para asistir á esa ceremonia relijio3a y á la que concurrirá el Gobierno en cuerpo. (Firmado.) Pebeira.— Carlos de San Vicente. En el dia designado tuvieron lugar las exéquias del ilustre finado, en la forma dispuesta por e3te Decreto. Sentidos discur- sos se pronunciaron por vários ciudadanos, en el momento de de-, positar la Urna cineraria en el panteón provisorio que se le había destinad o. El estampido del cañón durante el día anunció el duelo na-» cionnl, y Ja consumación del gran acto de justicia y gratitud que la República debía al primer campeón de.su Independencia, y que. tarde ó temprano rinden los Pueblos liberados á la memoria de, sus ilustres varones. Ante su turaba la dolorida Patria esparce flores, y se inclinaron las banderas contra que había combatido, en homenaje de respe- to y veneración á sus cenizas. Acallóse el espíritu estrecho de. partido para digni- ficarla, "porque I03 grandes hombres que un país produce, así como "aquellos que han hecho grandes servicios á la causa de la Patria, "son considerados en toda Nación civilizada como una propiedad* "Nacional, que dá lustre y crédito al país á que pertenecen."(a)■ Isidoro de Makia. •Mr. el- mataba Iña^i «ne.t laTon ftgTñdwB tuiíjjj. ni •• u >¿óy us& &f> AMÍfliio) al ioq /¡obfibnugee afe'jos ©trp (uo2A3 ->.í \ •■ (aj Palabras del Jeneral Alvear. ojul jtiibasíaam aóihiircg >íl -ti yb sobasiqraíj gol 09&O i -.8 it\a«u>biO ab'oíül [3 lattlim pnafll «f r earoíí <3t 'ioq ox/nd íe a$ —43— Fh DE ERRATAS. Paji a. línea. dond© dic©. a 5, 27, "al desgracia", O --- 7 la desgracia. 31, delieadeza, delicadeza. 34, ausencia, su ausencia. 9, 13, Galvain, Qalain. 24, visoSos, José Antonio, bisoftOS. 12, 14, Juan Antonio. 15, primo hermano, tio carnal^ 39, requirimiento, requerimiento, infalible. 14, 10, infabilíble, 33, que acabando, snprimido el que. 15, 1, de 1823, de 1814. 24, 8, trnnsaciones, transaciones. 33, 25, ordenan^, [ordenando. 35, 33 año 40, año 41. 37, 14, Jenreal, Jeneral.