—14— sacion y negociación por y para la Sociedad, y cada mes so formará un estrado de sns operaciones, para la inspección y conocimiento de los accionistas. 8. ° Los Directores podrán en cualquier tiempo convocar una m Junta General de Accionistas, con el objeto de someter á su consideración y decisión, cualquiera cuestión ó asunto, con tal que se anuncien especialmente. 9. o Los accionistas con derecho de votar, en número cuando menos de veinte, y que cada uno representase una sola ó mas acción, ó de un número de accionistas que colectiva- mente tuviese derecho á veinte y cinco votos, y cuyo núme- ro asi lo notificase, no siendo alguno de ellos Director, po- drán pedir una Junta General al Directorio, esponiendo al mismo tiempo el objeto de aquella, la cual deberá anunciar- se públicamente, con quince dias de anticipación, á no ser que los Directores consideren el asunto de tal importancia, que pueda omitirse este requisito. 10. Se faculta á los Directores para establecer todas aquellas re- glas que consideren convenientes para su régimen interior, siempre que no sean contrarias directa ó indirectamente al espíritu del presente reglamento. 11. £1 presente Estatuto y Reglamento, no podrá ser alterado por ninguna resolución en Junta General, que no sea toma- da por una mayoría de accionistas, que represente tres cuar- tas partes de votos, con tres cuartas partes del capital de la Sociedad. 12. Las estipulaciones y reglas precedentes habiendo sido per- fectamente entendidas y aprobadas porcada uno de noso- tros, nos obligamos por el presente articulo, á cumplir con ellas; con todos nuestros medios, prometiendo todos noso- tros y cada uno en particular, ayudar á promover los inte- reses de esta Sociedad, en fé de la cual firmamos en Monte- video á trece de Diciembre de mil ochocientos cuarenta y cinco. Siguen las firmas de los SS. Accionistas. REFUTACION sobre derlas apreciaciones á la obra publicada en Chille por el Sr. Jflackenna: EL OSTRACISMO DE LOS CARBKBA§, por el Coronel D. MANUEL DE OLAZABAL. K. Uiialcguaychú." 185S. IMPRENTA DEL COMERCIO.Gualeguaychú Julio 20 de 1858. Sr. D. BENJAMIN VICUÑA MACKENNA. (Chile.) SEÑOR: La lectura del libro que ha publicado V., en Santiago de Chile titulado "El Ostracismo de los Cañeras," y que he leído debido á la bondud de un amigo, me mueven á dirigir á V. esta carta, porque en esa publicación se halla algo que me toca de ccrcn, y que no puedo dejar pasar en silencio so- pena de aprobar lo que fe dice referente á mi. Su libro, Señor Mackenna, es la historia de los desgra- ciados Carreras, de esos bravos soldados de la Libertad Chi- lena; y todo lo que en ella aparezca debe sufrir el fallo de la opinión pública, porque la historia, que forma la concien- cia de los Pueblos, hace vivir eternamente (os nombres de aquellos que bien d mal, serán juzgados por sus contempo- ráneos y por la posteridad. Educado en ejércitos cuya base han sido el honor y or- den, debo conservar ilesu la reputación que en ella adquirí; y aun cuando V. me hace justicia al hablar de una Biografía del General Carrera escrita por un Señor 'Benavente.— 4 — Dice V. : "El Señor Benavente en su Biografía del Gene- ral Carrera atribuye esta visita (¡a iriia), á una diabólica su- gestión dirigida á anodadar el ánimo de Carrera eon lo sú- bito de estas alternativas.—Otro tanto dice el teniente Yates en su memoria, y el Señor Amurrateguí ha aceptado tam- bién el hecho en su Dictadura de O'Hoiggins; pero nosotros, atendiendo al rango y a los servicios de aquel oficial, á la re- pugnante, ignoble y aun pueril de esta fursa, y por último á la verdad do los acontecimientos que ocurrían en aquel ins- tante y que terminaron con el indulto del Coronel Benaven- to, creemos que el oficial Olazabal dio en esta ocasión solo un paso de honrosa y aun benévola cortesía:"—quiero justi- ficar el buen concepto que V. ha formado de mí, refutando ni mismo tiempo ese escrito que como tantos otros, solo sir- ven para mancillar los nombres de ciudadanos que han te- nido la desgracia de ser actores en el largo drama de las re- voluciones de nuestros países. Y aun cuando tocaré otros puntos de la historia que V. ha publicado, no es mi intención provocar una polémica, si- tió rectificar errores que solo los atribuyo á la dificultad con que V. ha podido conseguir los datos para escribir , y quien sabe si ellos han sido dados por personas tan imparciales co- mo V. y como lo seré yo en el discurso de esta carta. A mi pesar tendré yo mismo que hacer públicas las in- merecidas pruebas de distinción que recibí siempre de mis superiores; pero ellas están enlazadas con mi vida militar, y no puedo omitirlas al hablar de los hechos de armas en que tuve una parte, porque son las pruebas incontestables de la dignidad con que ceñí unu espada en servicio de mí Patria y de la América, y no para ser el órgano de hombres que pu- dieron emplear diabólicas sugestiones dirigidas á anonadar al hombre en desgracia. — 5 — Mi trabajo no puede ser reducido, y por lo tanto pido á V. disculpa por lo estenso de él: Cmpezaré pues: "Dice V. que él General Carrera destaco al capitán Al. dao ( D. Francisco) con ciento cincuenta hombres para sor- prender las avanzadas de la división, de Mendoza, ocultando asi su verdadero rumbo, lo que en efecto, consigno aquel oficial, desbaratando el 20 de Agosto á cuarenta leguas de Mendoza en la Posta de Coro-Corto (hoy Villa de la Paz), la vanguardia de trescientos Mendozinos que mandaba el comandante Olazabal." Como esta narración sea absolutamente incierta, cumpla, me decir á V. (apelando al fallo del heroico pueblo MenS~p,~- '« en que, pisando yo la "Punta del Medaño," que adquirid ese dia tan justa fama para el ejército mendozino, mis esplora- dores que caminaban á vanguardia descubrieron á los ene- migos que estaban campados. — 7 — Allí hice alto; trasmití parte al General, y mandé enci- llar los caballos de reserva que llevaba de tiro. Cerca de una hora habría pasado, cuando llego el general con el ejército. En ese ¡ntérvalo, los enemigos se disponían á decampar, según me lo indicaba el movimiento de su Tteal, que yo observaba con una partida con que me había adelantado. Cuando el General Gutiérrez llego á mi división , me retiré de la posición avanzada en que me hallaba, y fui ú instruirle, del reconocimiento que había practicado, tanto en los enemigos, cuanto en el terreno que nos circuía, diciéndo- le á mas: General, la posición para dar la batalla, no puede encontrarse mas ventajosa que la que estamos pitando, el'a por si sola, nos da una inmensa superoridad tendida aquí la línea (señalándole el sitio que tomamos), nuestros ñancos es- tán bien guardados, al frente tenemos un gran "Arenal" que para llegar los enemgos, lo harán con sus caballos fa- tigados, y si los vencemos, con dificultad esrapará uno mien- tras que nosotros, tenemos tí retaguardia un suelo duro, y sin escollos. No obstante esto, es necesario tener presente, que los enemigos con quienes vamos á combatir, son soldados llenos de orgullo por sus glorias. Que, el general Carrera que los manda, es una capacidad inmensa, y un valiente ú toda prueba. Lo acompañan también, algunos gefes imper- térritos. Conozco no obstante, el valor denodado de los sol- dados mendozinos. — Putaendo, Chacabuco, Maypo, can- cha Vallada, Asalto de Talcahuuno, la Laja, Nuble, Chillan, Bio-Bio, los Angeles Nacimiento etc., en que he combatido con ellos me garanten sus esfuerzos. Pero nuestro ejército está falto de una regular organiza- ción. Nesecitamos pues, de hechar mano de una estrategia que llena con parte aquella falta. 1 / y^ue- 9?f Formemos el ejército de esta manera. La Infantería en el centro en batalla, cubierta por una fila de Caballería que al llegar los enemigos á nuestra línea á una (serial convenida) se corra por derecha é izquierda a retaguardia, y despeján- dola para romper el fuego. Yo con mí división, me colocaré ú derecha, y Aycardo con la que está á sus ordenes, formará la extrema izquierda. Teniendo presente no abandonar la línea de batalla para evitar el entrevero en que los de Carrera están tan amaestra- dos. A no ser que, la sorpresa del fuego de la Infantería, los pusiese en completa derrota. Aceptada mi indicación, y formada la línea con las de- mas disposiciones que eran consiguientes, esperamos que los enemigos se aproximasen, é iniciasen el combate. Ellos no se hicieron esperar mas tiempo que aquel que les fué indispensable para salvar el espacio que nos separa- ba, desde donde habían vivaqueado. Llegados como á cuatrocientas varas de nuestra posición, hicieron alto. En seguida, formaron una Jila como de dos- cientos hombres escogidos, y puestos al frente de ellos el gran "Sableador" chileno Coronel D. José María Benaven- te, Mayor General del ejército (en su caballo tordillo, que montaba el General D. Bruno Morón cuando fué muerto en 'a acción del rio 4. ° ) los hizo marchar de frente en direc- ción á nuestra izquierda, que se presentaba mas débil para el choque. La carga, fué la mas impetuosa que pudieron dar los mejores soldados del mundo, y desorganizaron á Aycar- do, pero la Infantería mandada por el intrépido sargento ma- yor D. Jorge Velazco, y despejada con la celeridad del rayo de la fila de Caballería que la ocultaba, rompió un viro y nutrido fuego oblicuo, que puso en derrota á los enemigos, y — 0 — permitid la reorganización instantánea de la división Aycardo que ocupo nuevamente su puesto. Los esfuerzos del impávido Benavente para no dejar es- capar su triunfo, fueron inauditos. Es una equivocación decir que, "yo pasé con mi división por retaguardia del ejército en protección de Aycardo, y per- síguír con esta á Benavente." Yo no me moví de mi puesto, por el contrario, en aquel momento crítico para nosotros, fué cuando al frente de mi tropa, y en alta voz dije : Soldados, ^ ^ Ja^¿ /e desde este momento estáis autorizados para hechar por tierra 4?t^M wfi^m 0 toda cabeza cuya cara notéis que muda de semblante. El / ,. valiente Comandante (Alférez entonces) D. N. Clarero que ^fcxaÁ^t, fJ>*de'/v%? actualmente recide en Mendoza, creo estaba á mis ordenes ese dia, y puede decir si es, ó no , cierto lo que acabo de in- dicar. Así como, las demás personas que sirvan aun. ___ He dicho que no me moví de mi puesto; y no debió ser de otra manera, porque al haberlo hecho, habría acreditado poca pericia como soldado. Cuando Benavente inicio la Batalla marchando hácia nos- otros, quedo en observación al mando de Carrera, una co- lumna de caballería fuerte de mas de cuatrocientos hombres. Por consecuencia, yo debí creer que el ataque de Benavente no tenia otro objeto que buscar el desorganizar un tanto nues- tra línea para ser cargada seriamente por Carrera. Si yo hubiese ido en apoyo de Aycardo, ciertamente que todo se habria perdido, porque la confusión de la fuerza de aquel, se habria apoderado de la mía. Puesto en fuga Benavente, reorganizó su tropa, como á tres cuadras de nuestro ejército, la que reforzada por una parte de las de la columna, se puso en marcha nuevamente sobre nuestra izquierda dando la voz de á "Degüello" El choque fué furioso; pero los soldados de Aycardo visónos en— 10 — la pelea y sin gefes ni oficiales aguerridos , se dieron en tu- multo, pero sin desvendarse, buscando el apoyo de la infan- tería, que el intrépido Velazco, hizo formar cuadro, rompien- do sus fuegos con la mayor serenidad, y poniendo por segunda vez en fuga á los enerrigos. Cierto es, como dice V. que el General y Aycardo, ganaron el cuadro en aquel momento. Un esta peripecia, la fuerza á mis ordenes, era la gran pa- lanca que nos dio la victoria! Eos enemigos escuadronados segunda vez, y con el todo de su poder, se movieron para dar la tercera carga. Cuando noté alguna confusión en sus filas. Fué entonces, que acer- cándome al General se lo liizc notar, y le indiqué que habia llegado el momento de vencer. Gutiérrez en consecuencia me ordenó la carga, y lo mismo á Aycardo, que ya ocupaba su posición en la línea. Puesto al frente de mí división, la hice mover dando un medio cuarto de conversión hácia la izquierda, y cargué los enemigos acuchillando cuanto encontré por delante, no obs- tante la resistencia tenaz de aquellos que nunca habian sido vencidos, Aycardo con su fuerza, desbarato también cuanto halló á su frente. La derrota del enemigo se hizo general, aunque dispu- tando en pequeños grupos, el renombre que habian adqui- rido. Yo perseguía muy de cerca al General Carrera, que con un trozo como de cien hombres se dirigía hácia la posta de la cañada "Honda" en cuya casa, se paró él y otros cuantos mas, y pidieron unos jarros de agua que tomaron de á caba- llo y continuaron su marcha hácia el oud. En ese momento, hice alto como á cien varas de distan- cia porque, apenas me acompañaban veinte hombres hiendo — 11 — el resto de mi división ocupada en hacer prisioneros en dis- tintas direcciones. Allí fué que tomé á Doña. Pascuala Gu- tiérrez, que pertenecía á un personage de los que allí iban. Durante los instantes que estuve parado, me dirijieron va- rios "Retos" para que los atropellase. Después de puesto el Sol, emprendí mi retirada al campo de batalla, á donde llegué á medía noche, y entregué porsion de prisioneros que llevaba. A la mañana siguiente (1. • de Setiembre) habiendo ¡do á saludar y recibir órdenes de Gutiérrez, me dijo este "que es- taba resuelto á fusilar en el acto, á un estrangero "C/ego" que estaba prisionero y que Carrera hacía pasar por su "¿Idioino'' (este era Guillermo Kennedy ) Así como tumbien entresacar de los prisioneros á aquellos, que ellos misinos indicasen co- mo mas criminales." Mí asombro al oír aquella determina- ción fué espantosa; y entré ha hacerle observaciones cuantas piule á fin de librar á quellos desgraciados de la muerte. Con- seguí pues, que el "ciego" no fuese fusilado. Mas no así, respecto de los demás, que luego fueron mandados formar, en línea, y se les ordenó digesen "Cuales habían sido mas criminales, durante habian andado con Carrera" Allí fueron indicados unos quince que en el acto fueron pasados por las armas. En ese momento, me llamó de la fila habiendo yo pasado, uno de los prisioneros. Este era, un capitán Rivera de arti- llería que de tránsito de Córdova á Buenos Ayres, habia sido "capturado." Lo salvé también hablando á Gutiérrez que se prestó gustoso para (pie se suspendiese la ejecución de ese oficial. Siguiendo los mismos trámites que dejo indicados, fueron fusilados en los dias siguientes de nuestra marcha para la ciudad de Mendoza, como cuarenta hombres mas ó menos.As-*** /. r: el decir que, Así come que, uno de los — 12 — Pero carece, absolutamente de fundamento fueron "Degollados por la mano de Gutiérrez' ''Hubiese pasado con su espada el cuerpo de fusilados." El General Gutiérrez, era incapaz de cometer semejante infamia! Por lo expuesto, no comprendo como es que V. puede de- cir que, "¿1 señor D. Agustín Bardel, que babia servido en las guerras del imperio," haciendo las funciones de cuar- tel maestro general, eligid el campo de batalla, y dio las disposiciones para ella, siendo en realidad el único gefe que llevaba Gutiérrez. El capitán Bardel, persona muy distin- guida y apreciable, no tenia en el ejército mas carácter mi- litar que el de simplemente. Mayor del detall. Esto es, dis- tribuir el santo, nombrar el servicio, señalar el número de reses para el consumo de cada división, y servir de órgano á las ór- denes del General. Si el señor Bardel, había servido en Francia, su capacidad militar, ni su valor, eran conocidos entre nosotros. Y tanto yo, como Velazco, sin haber estado en las guerras del Gran capitán, éramos de los libertadores de Montevideo en 1814, de la dominación española (en cuya pinza fui el primer oficial de la patria que entro en ella, como comandante «le los 30 granaderos á caballo que formaban la escolla del Ilustre General Alvear) y en 1817 derramando mi sangre en obsequio de la patiia de V. en la memorable batalla de "Chacabuco" en que recibí dos heridas de bala, siendo se- gundo en el mando de los ochenta granaderos á caballo que- formaban la escolta del inmortal General San Martin, al to- mar la batería que mandaba el intrépido "Apdstota Sam- bruno.:' Estos antecedentes fueron los que se tuvieron seguramente — 13 — en vista para confiarme el mando en gefe de la vanguardia del ejército; y para que el General Gutiérrez prestase deci- dida deferencia antes, y en los momentos de la batalla á to- das mis opiniones. Sin que esa deferencia menoscaba en nada, la gloria que alcanzo Gutiérrez y el ejército, vencien- do en buena "Lid" al que se paseó triunfante en la República Argentina, quebrando la reputación militar de muchos de nuf stros mas afamados guereros. f<¿-/ S¿r¿'^ Ya por el mes de Abril (1821,) me habia pedido el Go- y_>/ * ' "*~ bernador de San Juan D. N. Sánchez al de Mendoza, para y ¿*-o**~ — y entrando á la capilla, manifestó á Carrera lo que yo le mandaba decia. "Entonces marchamos'' contesto In víctima poniéndose en pié, con el arrojo con que siempre había bus- cado la victoria d la muerte! (Esto me lo refirió Corvalan ese mismo din.) ¡El destino se cumplid! y aquella vida que debió ser para su patria un poco de poder y de gloria, dejó de existir ! ; Pero no su nombre, que pasará á la mas remota posteridad!!! Como debe estrañarse (y con razón) el lenguaje desco- medido é impetuoso para con el Sr. Gobernador Godoy Cruz, debo declarar que siempre creí que aquel Señor me toleró en fuerza de la estrecha amistad con que me honraba, de su carácter benévolo, y educación. Por mi parte, en esa época, ( Setiembre de 1821) apenas iba á cumplir veinte y un aíius de edad. Tenia mi cabeza calcinada de orgullo con la certeza, de que entre los oficiales de caballería del ejército de los Andes, jamás hubo quien me enseñase el camino del peligro (apelo al fallo de los Señores Brigadieres generales D. Budecindo Al varado, y D. Juan Estovan Pedernera, este Señor ha sido mi subalterno ) y los coroneles mayores D. José Matías Zapiola, D. Angel Pa- checo, y D. Manuel Escalada. Estos tres últimos no pueden ser mas competentes, pues en la actualidad, son mis enemi- gos políticos, habiendo sido también, así como el primero mis gefes, en el regimiento de granaderos á caballo del general — 21 — (San Martin.) De mi pecho pendían ya varias decoraciones de honor y rcnot/t7>rcs ganadas en la gran lucha de la libertad é independencia , mi cuerpo mostraba honrosas cicatrices; poco hacia, (jnc me había casado con una señorita de las pri- meras familias de Mendoza, que por la pingüe fortuna de su padre, estaba en primera posición sociul. Amas, mis servicios en la batalla de la Punta del Medaño, me habian hecho mas espectable ante la consideración pública, y esto me había fascinado de tal modo, que me creía con derecho á todo. El mismo dia de la ejecución del general Carrera, solicité saber del general Gutiérrez, el motivo porque Godoy Cruz se había retractado do su promesa de indultar á aquel. Lo tínico que entonces, asi como después pude recabar fué que; cuando yo salí con la noticia del perdón, Godoy Cruz le ha- bia hecho reflexiones tan poderosas , que no habia podido dejar de adherirse, y que por eso suspendió la contra or- den. La verdad de lo que hubo en esto, es hasta hoy, un miste- rio para mí. Pero presumo que tuvo una gran fuerza' en el animo de Godoy Cruz y Gutiérrez, el "papel" que ya he di- cho me entregó aquel Señor, y que ignoro, si cuando estuvi- mos con Gutiérrez á ver á Godoy Cruz, ya lo tenia este Se- ñor, ó lo llevó Gutiérrez sin decirme nuda, ó se lo dieron cuando yo salí. Ese "papel" autógrafo é inédito del general Carrera (y que me quedé con él) lo conservo en mi poder, para si algún dia tengo el honor de dar la mano á su ilustre hijo el Sr. ü. José Miguel Carrera entregárselo en comprobante también, de mi decisión, por salvar de la muerte á su Señor Padre. Ahora, para patentizar mas mis esfuerzos, hasta conseguí el indulto del mas valiente Chileno Coronel D. José María Benavente, copio á continuación la carta autógrafa (é inédita— 22 — Cambien) que me dirigió aquel Señor al marchar de Mendo- za á Chile, y que remitiré á su Señor hermano el caballero D. Diego Benavente, desde que tenga á bien pedírmela.— "Cárcel de Mendoza 9 de Enero de 1822..—Sr. D. Manuel Oluzabal.—Amigo apreciable : — No puedo recordar los sor- vicios de V. sino con gratitud, no me lisonjea la esperanza de manifestarme de otro modo, pero si en mi patria, para donde salgo hoy, no soy tan desgraciado, tendré el mayor placer en recibir sus ordenes, y acreditarle la que ha podido en mí su generosidad y decisión.—Tengo el honor de ofrecerme con la mayor consideración y reconocimiento S. S. y Amigo Q.. S. M. H.—José Maria Benavente."—En el sobre: — Sr. Mayor 1). Manuel Olazabal.—Mendoza. He dicho mas arriba que, m/'s servicios en la batalla del Medaño, me hablan hecho mas espectable ante la opinión jríi- bhen. Para patentizurlo, copio á continuación las tres comu- nicaciones oficiales que me fueron dirigidas (y tengo en* mi poder) el año de 1822. Mendoza Junio 4 de 1822. El Consejo de la Legión de mérito de Chile ha que- rido premiar sus distinguidos servicios contra lu anar- quía, que afligiendo á estos pueblos, amenazaba también la suerte de aquella República y le ha nombrado Legio- nario de dicha Orden dedicándole la adjunta medalla. Se espera en breve el Diploma que debe acompañar- ía ; pero entre tanto puede V. usarla prendida al ojal de la casaca con una cinta ancha azul celeste, prévio el ju- ramento que deberá prestar por escrito en los términos siguientes : "Juro por mi honor defender la Patria , sostener su "Libertad é Independencia, y no olvidar los deberes que "me impone la gloriosa distinción con que me ha con- — 23 — ''decorado. Salvando en todo la observancia que debo "al Gobierno de mi Estado, y los derechos de éste sobro "mi persona y operaciones." Pedro Molina. Sr. Sarjento Mayor, D. Manuel Olazabal. Sírvase V. devolverme la medalla de plata, premio de su valor en la Punta del Medaño; recibiendo esa de oro con que la Patria lo distingue. Dios guarde á V. muchos años.—Mendoza Junio 4 de 1822. José Aloino Gutiérrez. Sr. Sarjento Mayor, D. Manuel Olazabal. El Cabildo distingue el mérito de V. por su decidido patriotismo con la adjunta medalla, sírvase admitirla en obsequio del Señor Protector del Perú D. José de San Martin, quien la remite en comprobante de la Indepen- dencia de Lima. Dios guarde é V. muchos años.—Mendoza y Mayo 23 de 1822. José Aloino Gutierres. Sr. D. Manuel Olazabal.— 24 — En atención al informe, que por decreto fecha hoy se me ordena dar por el Sr. Gobernador á cerca de los ser- vicios que el Sarjento Mayor X). Manuel Olazabal presto á la Provincia contra el invasor .D.José Miguel Carrera digo : Que habiéndosele confiado la Comandancia de vanguardia del ejército de mi mando, por su conocido patriotismo, y conocimientos militares no desmintió en lo mas pequeño de la confianza que se le hizo; que su empeño, y vigilancia en la disciplina fue excesivo, y su valor en la batalla de la Punta del Medaño el mas reco- mendable. Siendo uno de los que se distinguieron en ella. Es cuanto puedo informar, evidenciando el mérito de este oficial para los fines que solicita. Mendoza Agosto 22 de 1822. José Aloino Gutiérrez. La primera, es del Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Mendoza. La segunda, del General en Jefe vencedor en la batalla del Medaño. Y la tercera, del Alcalde de primer voto del Cabildo de aquella ciudad. Copio igualmente, el informe (está en mi poder) dado por el General en Jefe á una solicitud que elevé al Gobierno. En este informe se encuentra esta terminante frase : Por su conocido patriotismo y conocimientos militares. Hé aquí pues, Sr. Mackenna, esplícitamentc probado, que cuando el Gobierno, y el General en Jefe me confiaron el mando de la vanguardia del ejército, no obstante no haber servido en Francia, fue, porque mis largos años de servicios me habían formado una reputación, que no tenia el Sr. Bar- — 25 — del, que apenas poco mas de un año hacia estaba en Men - doza, sin ocupación militar. Siguen los documentos deque he hecho referencia. Sr. D. Manuel de Olazabal. Buenos Aires y Diciembre 23 de 1823. Mi compadre y querido amigo : el 4 de este llegué fe- lizmente, y creo de mi deber comunicárselo, no por cum- plimiento, si no por si quiere ocuparme en algo lo haga •con toda confianza. Nuestra separación durará un par de años, pues me propongo llevar á mi niña á un colegio de Inglaterra, dejarla y regresar,—si se le ofrece algo en aquel des- tino tendré un placer en servirlo. Haga V. presente á mi comadre estos mismos senti- mientos.— Abrace á mi ahijado y crea V. que en cual- quier punto en que se halle es y será su mejor amigo: José de San Martin. Sr. D. Manuel .Olazabal. Buenos Aires Octubre 30 de 1824. Estimado amigo: He recibido la de V. de 5 del corriente, por la que me instruye de la elección que ha recaido en su persona para Comandante general de armas de esa Provincia. Al mis- mo tiempo que me he complacido de la distinción parti- cular que justamente ha merecido V. de ella, es de mi— 26 — deber agradecerle sus ofertas, presentándole las seguri- dades de iguales sentimientos con que me repito de V. Seguro servidor Q. B. S. M. : Jiian Gregorio de las lleras. Paraná 17 de Junio de 1854. Sr. Coronel D. Manuel Olazabal. Mi estimado amigo: Contesto con mucho gusto su estimable del 9 del cor- riente, lleno de reconocimiento por las espresiones afec- tuosas con que V. me felicita. Nunca se pueden olvidar las relaciones contraidas, en la clase de carrera que nos ha cabido en la vida : consi- guientemente el nombre de V. los recuerdos que me ha hecho de nuestro antiguo Regimiento de Granaderos de los Andes, me han excitado memorias de mi grata ve- neración y complacencia. Parece que no me corresponde decir á V. otra cosa, para que contándome en el número de sus antiguos com- pañeros, ahora quiera V. ocuparme como amigo si en el algo puede serle útil, su atento S. S. Q. S. M. B.: Rudecindo Alvarado. Como V. Sr. Mackenna, (seré franco) haya herido mi sus- ceptibilidad militar , apropiando á un estranjero sin antece- dentes de ninguna especie, conceptos que defraudan mis ser- vicios antes y después de la batalla del Medaño. No estrañe V. que me empeñe en probarle auténticamente que en ambas — 27 — épocas siempre fui honrado por mis compatriotas con marca- da eUimacíon. Y, es por esta razón «pie he copiado á conti- nuación también, la carta autógrafa del primer Capitán de la Independencia «le la América del Sud, el Ilustre Libertador de Chile y el Perú, Generalísimo Don José de San Maitin. Por ella verá V. que cuando este inmortal héroe, me col- maba de alta honra con su comunicación epistolar, era por- que siempre me habia hecho acreedora ella por mis servicios á sus> ordenes, como mi Coronel primeramente y después como mi General. Con el mismo objeto, y para evidenciar mas la estimación que hizo de mí el heroico y magnánimo pueblo Mendozino después de los acontecimientos que acabo de narrar, copio la carta autdgra del valiente y benemérito gran Mariscal del Perú D. Juan Gregorio de las Heras. Por ella se ve que fui nombrado Comandante general de armas de Mendoza, cuyo destino ocupé, no habiendo querido aceptar, el de Gobernador y Capitán general de la Provincia no obstante los empeños de los ciudadanos mas influyentes. Juzgo también oportuno transcribir la carta nutdgrafa del ínclito benemérito general D. liudecindo Alvarado, para que se cerciore V. en cuanta estima estaba mi nombre para aquel veterano desde tiempo inmemorial. He sido bastante minucioso en mi narración ; pero me han obligado á ello los hechos de que me he ocupado, y la cir- cunstancia de que lo que escribo serán apuntes para la his- toria que esclarezcan puntos que quedarían oscuros, si una persona competente no ilustrase las citas que se han hecho y las presentase como son en sí. JLos hombres imparcialcs juzgarán si han podido decir la verdad el Sr. Benavente y otros que han dado un carácter que no tuvo mi visita al infortunado Carrera, al valiente chi-— 28 — lono, por quien hice todo lo posible para arrancarlo del ban- quillo. Las últimas palabras que escribió á su Señora Esposa, ese desgraciado llamándome un ángel tutelar, y que V. transcribe íntegras, prueban bien que el intelijente Carrera haliia com _ prendido mi sentimiento al verlo en ese trance solemne y que aun cuando solo la casualidad hizo estrechar mi mano á la suya, un interés por su vida me hacia prometerle, como lie dicho antes, emplear toda mi influencia en su favor. Si la fatalidad quizo que el hilo de su vida se cortara : Si el intrépido Carrera era una de las víctimas que la revolu- ción tenia señalada, nada podía influir para su salvación, por - que el fallo inexorable de esa Ley inmutable de la naturaleza habia recaído en el hombre, que podia ser la esperanza de su Patria, la que solo tuvo tiempo para mostrarse "agradecida á sus servicios, y compadecida de sus desgracias.'' Justo es, Señor, tributar un recuerdo á la memoria de los héroes ; y yo mismo que combatí al infortunado Carrera, re- conozco el mérito de sus hazañas, pero sin menoscabar la dignidad de otros hombres, que mas o menos son espectables en la historia de América. Concluyo, pues, presentando ú V. el homenaje de la con- sideración distinguida con que tengo el honor de ser de V* atento servidor : Q. B. S. M. Manuel de Olanabal. Ve «le erra* a*. 38 U1CC ilint lew** : Bio-ttio. 0 28 D. N. Clárelo I>. N. Chívelo > 13 sirvan, vivan. i;¡ i menoscaba, menoscabare > 22 cernió. cornos. » 28 mandaba, hiha. lo \V> siguiendo, seguro. » 26 citano val, chamal. 19 9 lodo, lado. » 10 Cobalan, Corvalan. > 31 reproximada, reprimida. 2<> • decia. decir. > 1 1 poco. foco. 27 12 Aloino, A lo vi no. .» 22 Id i'di , Ideni. lono, por quien hice todo lo posible para arrancarlo del ban- quillo. Las últimas palabras que escribió á su Señora Esposa, ese desgraciado llamándome un ángel tutelar, y que V. transcribe íntegras, prueban bien que el intelijente Carrera halda com _ prendido mi sentimiento al verlo en ese trance solemne y que aun cuando solo la casualidad hizo estrechar mi mano á la suya, un interés por su vida me hacia prometerle, como he dicho antes, emplear toda mi influencia en su fuvor. Si la fatalidad quizo que el hilo de su vida se cortara : Si el intrépido Carrera era una de las víctimas que la revolu- ción tenia señalada, nada podía influir para su salvación, por- que el fallo inexorable de esa Ley inmutable de la naturaleza había recaído en el hombre, que podía ser la esperanza de su Patria, la que solo tuvo tiempo para mostrarse "agradecida á sus servicios, y compadecida de sus desgracias." Justo es, Señor, tributar un recuerdo á la memoria de los héroes ; y yo mismo que combatí al infortunado Carrera, re- conozco el mérito de sus hazañas, pero sin menoscabar la dignidad de otros hombres, que mas ó menos son espectables en la historia de América. Concluyo, pues, presentando á V. el homenaje de la con- sideración distinguida con que tengo el honor de ser de V- atento servidor : Q. B. S. M. Manuel de Olazabal. W«s «le crralas. 7 línea 28 dice líio-LSio, léase : Bio-ltio. 9 28 D. N. Clárelo D. N. Claven». > 15 sirvan, vivan. 13 4 menoscaba, menoscabare. • 22 cerme, cornos. p 28 mandaba, Iiilia. 15 lo siguiendo. seguro. i 26 chanoval. chamal. 19 9 todo, lado. » 10 C'obalau, Corvulan. » 31 reproximada, reprimida. 9 decia. decir. i 11 poco. foco. 27 12 Aloino, Alovino. ■ 22 ídem, Idem.