JORGANIZACION OEL CREDITO MARIANO FRAGÜEIRO. ICn estos tiempos en qu<: las ¡deas di- OFÓcUto, aunque mozcla'lai co'u las antipatía?, del espíritu do partido, han ocupado nuowtr.i prensa, el li- li r<~» del —flor Kragueiro su recomienda }»or *u titulo 1" suficb-nte para llamarla nfencíon do todos. lluono ó mul«> «urviria para rr-movnr las* idean, nünquo no tuviese ademan las bilMUM cualidades I« hacon imjpor tanto. Cnanto inaj no lo nerá,- cuando roOQnnwnotlJfrsji qun e! au- tor trata, sin queror dejar (¡o sor eomprendidos por todos, su asunta* cien tilicamente y sin curarle de QQtlftipQ.il sus ideas con las n**piraeio- nes do ninfrtm partido. Su asunto mismo tan vasto, pues toca de corea á todos y á cada uno, requería esa imparcialidad frto que so nota en todos los capítulos do la obra. N i'ia mas poderoso, y al mismo tiempo, nada DJMU necesario, para un pueblo nuevo que no quiere quedar atrás on la carrera del progreso . que el establecimiento y oí uso del crédito. * • jfl N"ada. mas importante que su regula i i x.aoiou, de tal suerte, que puo da producir todos sus buenos resultados, sí:* que estemos continuomon — te Binogados de trastornos causados, en otros países, por el uso desar» reblado de 61; pero at mismo tiempo nada mas (tono de dificultades y «5 * ' estorbos, porque el crédito toca á todos los intereses d»^ la sociedad, _y las preocupaciones y las terjiversaciones de ttltOrOslOB bastardos no 00* den fácilmente el campo en que dominan desde hace tiempo. .Esto mismo haoe, aunque mas difícil, mas útil su oetudio, y por 4*011 - 37— 290 — • siguiente mas diguo de elojios al hombre, que libre de preooupacío»es matrera», aspira, organizando el crédito, I dar nuevas fuerznx, casi nue- va forma á la» sociedades aetuulcs. Pero no nos. anticipemos á consi- derar las aspiraciones del nutor antas que hayamos* hecho una exposi- ción del sistema que se ha propuesto desarrollar para couse.gxtir osa organización del crédito que tantos bienes ha de producir. Ocede luego provendremos que la organización del crédito expuesta en el libro del señor Eragneiro, no solamente, según el autor, es apli- cable a tal ó tal pueblo, sino 11 cualquiera. Su libro es no solo para Chile ó la Iíepública Arjentiun sino también para la Europa- Su or- ganización del crédito no solo tiene por objeto, aumentar las fuerzas» productivas de una nación haeiendo obrar como existentes capitales futuros, sino que ella os al mismo tiempo una organización de la indus- tria; ó> la cual (1seremos alguna vez deudores do la paz perpetua y uni- versal." Reinando entonces, «sobro la tierra el socialismo, la justicia y la verdad.» (1) El autor es pues socialista, y aunque terina muchos puntos do con- tacto con hombres do que se lian hecho espantajos |>ara todos los pue- blos, como Luis lllnne, Proudhon etc. etc. sin contar a Soint-Simon y Eourior con sus escuelas, aseguramos á nuestros lectores que no in- funde pavor la lectura do su libro, ni da pesadillas horrenda* en las que nos sintamos chapaleando en sangre ' y fuego, como afirman que sucedo con muchos otros socialistas no mas espantosos ni terrillos que nuestro autor. Pasemos uhora ú. hacer un prolijo exámen del libro que nos ocupa; reservando para dpspues las criticas que nos"fcujiora. ir. En la fórmula, Wuturalextt, l/owhre, ¿f-jcieilaci, vé el autor reasumida toda la vida humana; y la completa armonía entre estos tres términos r produce la civilización por la cual «no debe en tenderse-otra cosa «nie- la relación mejor organizada entre el individuo y la sociedad bajo de las leyes de lu naturaleza." * El hombre adelanta en el conocimiento Je estos tros términos y si — ~, guo marchando húeia la solueion del «~ran problema social,* por me- dio de su industria, artes y cienoias, y tendiendo todo «á construir nuevos fundamentos sociales sobre los que debe levantarle una oiviliva- ' cion nueva tnmbien." (1) r.jliiK 23'.!. — 291 — Tod.* la dilioultad está en separar la propiedad pública de la priva—' da, que os «la obra capital de los gobiernos.» De aquí la necesidad de indagar lo que es la propiedad. l~>cfinida así - «Lu propiedad es una cosa material, cuyo uso os útil á alguno ó muchos hombres, poseída por alguno ó algunos de ellos con esclusíon de los otros, cu armonía con las relaciones con sus semejantes Ella es el objeto de toda lejislaeion mediata ó iumediuvomen i • _ Toda propiedad pi i vacia, desde que entrando en circulación so socia- liza, es pública.-La administración pública, el poder de rejir, lejislar etc. son también propiedad pública. El hombro quiere siempre producir para aumentar su propiedad: pero la produc ion supone la anticipación de un capital; y de aquí, si ol capital monetario, que sirve do intermediario para proporcionarle los productos, por estar oonc.ent.rado cu pocas mauos, exijo un Ínteres que absorba todas lus ganancias, será imposible que se oreen nuevos capitalistas porque el medio do que se tienen que valer para la repro- ducción les quita todas las ganancias de ella, y trababa asi ol desarrollo de la sociedad misma pues impide la creación de nuevos productos. Para aumentar ostos no hay mas que sociulizur los capitales pontón-, dolos al alcanze del mayor número de capacidades. Solamente centralizándolos en el crédito público so puede conseguir esto. Por eso pretende ol autor «que !a propiedad sea libremente po- seída y usufructuada por el poseedor; pero que el gobierno la adminis- tre durunto la circulación con el mismo derecho, dominio y libertad con que administrn la propiedad pública.w Siendo el impuesto pága lo ul Estado solo una. anticipación para ln reproducción; y el Estado el que puedo ofrecer mas garantías, porquo prestando al Estado la sociedad se presta ú si misma, los espítalos monetarios, si no están empleados en la iudusti ia, deben estar cen- tralizados en el crédito público cuyas atribuciones son las siguientes. ,(I*as operaciones do crédito, "¡uo implican fó pública, como estampar moneda, emitir billetes pagaderos á la vista y al portador, recibir de- . pósitos ala órdon ó á plazo en moneda ó en especies metálicas, y dar y recibir dinero & ínteres, ó A censo por lieuipo, ó en perpetuo, son ope- raciones do propiedad pública, y por lotanto son eselusivas do la ad- ministración de crédito público que la iey establezca. 1 por la misma razón ln realización de empresas y trabajos públicos, como caaos de sotjuro de todo jénoro, cujas de ahorro - y do socorro y todos aquellos de cuyo uso so saca unu renta pagada por el pueblo, como puertos, muellos, forro-carriles, canales, navegación interior, etc., •on propiedad pública y esclusiva del crédito público."— 292 — 1 por consiguiente debe oacluirao de catas operaciones a loa parti- culares. Haciendo que las operaciones de dar dinero ú. intereses fuesen solo del crédito público se conseguirá la ventaja de hacer que los capitales monetarios no quedason iriproduct! vos pues tendrían que ser útilmente empleados en la industria ó que ir al ■,,,(*., público para gozsr una renta y sirviendo ontónces, por medio de ói, para alimentar la produc- ción.— Li usura seria do hecho regularizada y con uus abuso?» oeaarian de golpe muchas trabas de la industria (1). Los censos, hispotecas etc. trasladadas al crédito público harían posible y benéfica la liquidación poniendo mas en libertad la propie- dad territorial. 1 'oro para esto seria necesario un rejistro jenurul de la propiedad territorial, que seria ventajoso, para los poseedores por que su» dere- chos no so oscurecerían, y para el gobierno porque sirviéndose do ti podría imponer la contribución directa sobre el valor declarado por loa propietaiios al hacerla inscripción {«?). Kespecto ú todos los trabajos públicos, no hay duda que como el listado es el represe ntante de todos tiene el derecho y loa medios de hacerlo, ni mismo tiempo que mas interés en la satisfacción da las necesidades públicas, y aunque tenga quo recurrir á la deuda para eje- cutarlos, no furia un inconveniente, pues siendo útiles los trabajos, se- ria cubierta con los rosultado* de ellos. listando constituido ol crédito con todas las atribuciones expuesta* tendría, pura hacer sus operaciones, necesidad do una moñuda, la cual, teniendo por fundamento la renta pública, seria un « sollo del gobier- no estampado sobro papel ú otra materia, cuyo oríjen, cantidad y ser- vicio ostn.ii autorizados por la loi, sobro la base del trabajo social. » I>o suerte quo ella tendría por garantía el monto do 1» renta pública ; ga- rantida esta por todo lo que poseen los contribuyentes puos endn uno está obligado al impuesto; do suerte que la sociedad .-¿iisma la garan- tiza; y como cada billete es una parte do loe productos obligados ni im- puesto, lleva en si mismo su garantía, todos estaritm seguros de bu in- versión, y de él se servirían para sus cambios. O) Aquí se hace el ñutir rms onjecetotic*.— Falto «le nn'flaiBU en el KOblernu. I>tfl cuitad de la traslación al crédito publico de todo el dinero cireuutute sin previa liquida eion de deudores y acreedora*. - I trastorno* que cansaría la ceutraliaacion, en las per «oiías que viven .1* industria. —- A la primera dice que el gobierno es «1 que ofrece mu «ai.tnlms y los acebos lo [tnu-ltan. A la secunda que el crédito publico hacíala liquidación, pues la mayor parte do los que depositasen sus documentos serian acreedores y deudores al mismo tioiui'O; y que no s >lo cato se ria U! i jíkui servicio, sino que solo el crédito publico puede bacer esta liquidación. — A lo terebro que habría uUrnn mal pero que no seria dura- . doro porque desde el principio tendría que servirse do osa ciase de personas, y al pura tiempo ocuparía mny-ir numero de ellas. <2) Un la pajina LM y *o i»uo.! -n verse les .u -lo* que el autor propone para disminuir os trastos e impedir loe fraudes y errores. — 293 — .Pero como nata monona represoatii los productos, es decir el 'rulm jo existente, y que esto no puede ex:yerarse ; el erudito publico, (mra baV pedir los abusos, pondría límite» a la emisión de la moneda, pues que exajeraria, seria querer hacer existir un trabajo que no existe : y esta limitación hecha por la sociedad misma, seria mas cx.-teta, que la que. tienen el oro y la plata que no dependen sino do su abnndancÍA, mien- tra» que la moneda del crédito público suris, proporcionada a los pro- ductos en jenc*ra!. I-.-» moneda del crédito público es distinta del papel monedas porque el valor de o8ta, está, en ! i promesa del gobierno y la confianza que en él se tiene; mientras que aquella representa productos quo la garantizan y no tiene necesidad do «amblarse por oro ni plata sino directamente por los productos que el poseedor necesita ; y no es por consiguiente tampoco un billete do banco que suca su valor de ta conf ian-vi que se tiene en los que lo lirman y que prometen dar valor en diaero. Organizado el crédito con su administrac ión independiente : « El crédito no será otra cosa que o! movimiento do los valores por « entre las manos de administradores intelijentes y próbidos, respon- « sables de su conducta ante la lei y garantidos en todo caso por el « Estado. Sera entonces administrado el crédito como se administra « hoi la jusncií». E; t_i declara un derecho existente anterior 3 toda con- « vención S aquel reconocerá un valor existente en las cosas mismas ó * independientes del poseedor..... « S.5 conocerá que el <5rden do la reproducción do los valores es tan * estable, tan permanente en la naturaleza, como las demás leyes jeno- * rales : que por consiguiente el producto de la industria no os con-* « tinjentc sino cierto v seguro ; y que do quiera que exista una socie — « dad, ya so lo ha conferido por la Providencia el poder y los medios « de producir en sentido de mejorar su condición ; y que e->tos medio» ■ son tan ciertos y seguros como la existencia do ella ' que en este ■ orden,'en la humanidad no hai futuro, en la aocepcion de lo que « puede ser o no, que no" hai mas que lejano y distante: y que en úl— * timo análisis el crédito no es mas que actiMiitxctr los productos dia- « tantea con la fé de que lo venidero será tan ciertamente como lo * presente es. Haciendo el crédito las veces de un banco depositario de todos los capitales sin empleo, á los qne daría por su tramisión A la industria alguna renta, y ejerciendo su acción en todos y por medio de todos en las distintas partes de un estado se le daría entonces. „. - . .El ensanche y ostensión que le corresponde. Kl hombre oblí— —-294 — garia bus producto» futuro» para tener un capital presente; y si la individualidad no asseguru la realización do la promesa, se formarían M comunidades que se solidarizarían mútnaniente par.-* hacer ciertos y t« seguros sus productos. No habría cíase de )i» sociedad quo no pu- m diera usar del crédito, porque no habría clase que no fuese produo- ,« tora. TTasta los niños desvalidos en la Inclusa tendrían un crédito «< proporcionado al tiempo en quo pueden ser productores. Entonce*' M loa capitales seMtti bien comprendidos, y la riqueza se compondrá 4, do lo que hace el bienestar de los pueblos, c^nochntetitos y projirie— <, dad. El hombre será también un capital, como es hoi lo quo posee. . (( Por otra parte, las rentas riscales serán acrecentadas con loa pro- ,f ductos do los multiplicados Uancos: crecerán como crece la indus- «c tria; y no seria es^rafio que todo» los impuestos públicos so redu — M jesen á los productos de la administración del crédito. Kl HUtor concluye su estudio sobro la «« Organización del Crédito " haciendo un paralelo entro los efectos del crédito, constituido como está actualomcnte y que él llama privado, y los quo producirá el crédito jjüblico. Yodos los efectos del primero se reasumen 011 individualismo» los del segundo en Socialismo. j Y concluye su libro con cinco capítulos sobro Lábortad de Impron- ta, Diezmo, ¿Atanco, Tolerancia do culto», Matrimonios mixto», Pri- v¡on por deudas, para mostrar « que la organización del crédito público dará solución á todas las cuestiones sociales, porque todas son cuestiones de propiedad. » TIe aquí las ideas contenidas, dejando á un lado los pormenores, on el libro del señor Fragueiro. Pasaremos ahora ú su uxáiaen. 111. 1£1 punto de partida del señor Fragueiro es el derecho que tiene el Estado á ciertas funciones y ciertas cosas quo constituyen la propie- dad de él y á que el autor dá el nombre de ¡propiedad f>úblic€i, Esta no es mas que ei conjunto de las propiedades privada» que por su acción pasan de manos de un posessor á otro, quo circulan entre t" los, poniéndole asi cu relación con los demás miembros déla sociedad. De aquí el derecho del gobierno para organizar y ser él mismo la palanca de la organización dol crédito. lista idea os el quicio del sistema. El gobierno tiene \\<> solamente derecho ¡»ino que puede, y él os ol único capaz de ello, organizar el crédito. A primera vista, ou países como ol nuestro on que gobierno y so-» — 295 — ciedad parecen representar principios enteramente opuestos, esta idea previene mucho en contra. Pero miróse fríamente y quizá no aparezca tan terrible. Obsói veso que cuando les duiXchos de cada uno y do todos pueden ejercerse libremente y que consiguientemente por BU ejercicio mismo todos tienen una parte en <»1 gobierno, no haí lugar á recolar de facultades concedida?* á este para recular operaciones que influyen en los inte» eses de todot» y en las quo todos pueden ejercer la impeocion mas prolija. — Solo gobiernos bien constituidos pueden hacerse cargo de tan grandes funciones, y los nuc seun capuces de tenerlos, no cree- rán nunca sus libertades en peligro, cuando saben reconocer sua de— rechos y deberes y mrnifestar dignamente su voluntad, porque el po- der, quo á todos los debo representar, tenga esta facultad do interve- nir en la dirección industrial do la sociedad. Bueno es no esperarlo todo ni entregarlo todo ú las manos dol poder como hacían los HairttsitnnniaTias^ j>cro tampoco se le deben escatimar facultades que bien ejerciJai, ( en seguridad de lo cual todo lo tenemos nuestros derechos ) han de producir buenos-resultados para el mejora miento de toda la sociedad, fin al cual individuos y gobierno* deben aspirar, so pena do convulsiones, ridiculeces y retroceso. I..O quo en esta partea reprocharemos al autor e*, mas bien que la m_ jerencia del gobiern**, el abuso do la pulabra propiedad y al mismo tiempo la vaguedad de lo qu*> él llama propiedad pública. * En ciertas partos del libro la propiedad parece ser todo lo quo existo en la sociedad —todo i los derochos se resumen en ella, todas las leyes, casi todos los actos, vun á parar á ella. Esto produce una rontuHion quo dá mucha flojedad al desarrollo del sistema — una apa- riencia coii*ínua de contradicciones que quita á tais pensamientos mu- cha do la claridad y fuerza que parecen tener en la ¡Ilustrada intolíjen- cía del autor. fjft latitud que el autor dá ú la palabra propiedad es tanta que croe que las cuestiones de libertad do ¡mprenta, tolerancia do cultos, ma- trimonios mixtos, son cuestiones de propiedad y que su solución será dada por la organización dol crédito. ?ío, mil veces iu», estas cuestio- nes no son depropiíedad y qualcsquicra que sean las forma* que la ley dé á esta, jamas alcanzará á resolver estas cuestiones que dependen del individuo, poique todas-ellas no son mus quo la libertad de pensar, ó como otros dicen, la libertad de conciencia bajo diferentes formas- su solución pende del derecho reconocido por la leí, de que nadie está forzado á pensar de otra manera que la que él piensa - su solución está en la naturaleza misma dei hombro, y tarde ó temprano la lei ha de ¡nscribiila, porque miéntras no lo haga asi, estará contra él derecho V por boca de Boss»ct. saberme '|\ie NO hui derecho cmitru el derecha.»— -f No ha i duda I* propriedod es uno de lo» hecho* mas importantes en que reposa la sociedad: su influencia se vé en la historin; sus resultados se palpan diariamente; pero *.« importancia no puede constituirla en esa especio de moldo de todos loa derechos, como aparece en la obra que examinamos. A fuerza do estirar, estondor esa idea por todo el libro se desvanece como una nube que no ha servido mas que p:ira ocultar- nos horizontes mas lejanos. Ea definioiou misma que el autor dá do ella, debía haberlo precavido del ensanche exajerado, que ha tomado en su obra. La mejor definición, porque es I* qua mejor la caracteriza, es la que daban los ronuinoa: el derecho do propiedad on una cosa, es el que se tiene de usar y abusar de ella,- y por esto el autor que trata de mejorarla transformándola, dá otra definición que entra mejor en su sistema. Para ver ¡os absurdos que resultan do osa exageración del de- recho de propriodad; bastaría al autor aehar uno ojeada en el libro que Mr. Thiers ha oscrito sobre ella y que DO parece mas que una rapso.i; , de las ¡deas mas triviales, falsas y contradictorios que vienen á dar por resultado, como ántes las ideas de los Ji.ii,>cratus que hocian de Oíos el único productor, que Dios os ol único proprietorio. Pero volvamos s> los ideas de nuestro autor. La organización dol crédito es derecho del estado — este es quien puede constituirlo mejor, porque tiene mas medios de obrar y porque es el único que ofrece Ia,K garantios do seguridad; pues, representando á la sociedad que no puede perecer, ni puede quebrar porque acreencia y deuda vienen á ser para ella la misma cosa, el estado se encuentra el único apto para llenar una obligación que exijo la seguridad del porvenir. El crédito organizado por el gobierno residiría naturalmente en una administración especial y con todas las garantías de independencia y tendría su moreda propia, signo do popel, os c ierto, pero representan- do una fracción de la renta pública, una cantidad dada de capital exis. tente, es decir de trabajo ejecutado. Láauso loi capítulos en que el autor espone la seguridad, que por su naturaleza misma lleva en sí esto moneda, y croemos que pocos se- rán los que, como 41, no piensen que tiene todas las garantías suficien- tes, supuestos las condiciones morales que producen la confianza, siempre recesaría para la acción del crédito: y por esto habríamos querido en la obra algunas indicaciones características sobre la clase de gobierno que ejercería, osta dirección do la industria. No podernos mónoa que recomendar las buenas aspiraciones qua el autor manifiesta cuando examínala influencia que tendrá en la sociedad la organización del crédito; pero mucho tenemos que ella sola no sea suficiente para producir los magníficos resultados, que sin duda exis- tirán pero en virtud de síntesis mas completas que abrazen la sociedad en todas sus partes, para transformarla, operación nada imposible, pues que á cada gran pajina de la historia la vemos repetida y que sin duda seguirá repitiéndose hasta dar completamente satisfacción & los derechos y gran parto de necesidades físicas y inórales do loa hombres. Al mismo tiempo no podemos dejar de elojiar las buena» pincelados paro mostrar los efectos del crédito irregular y en jeneral toda la parte critica de 1» obro. Tanto en esta parte como en la que el autor predice los resultados de su sistemo, aunque no portioipomos de ciertas opi- niones, sus pajinas revolan en el autor una intelíjencía pensadora y abastecida de buenos conoi imienlos; y lo quo es aun mas grato elojior, un corazón lleno de sentimientos fil intrópioos quo dan á algunos par- tes de su obra cierto carácter frío pero dulce y agradable. Su libro, como el autor mismo lo dice, es socialista, y aunque tenga muchas relaciones con algunos de lo» sistemas a quo se trota do dar un renombre do ferocidad y quien sabe cuantas cosas mas, es socialista, repetimos, pero muí restríojido, aunque esto solo, para cierta clase do jentes, es ya comprometerse demasiado. Felicitamos al autor por que- rer también contribuir a la solución del gran problema de la organiza- ción de la sociedad ; problema que todos a sabiendas o no, on pro on contra, tocan i que nadie en particular, como dice Luis Ulanc, podría re solver : pero, todos combinando sus ofúerzos lo pueden : porque, no hai duda, Inicia allá va el rumbo de las sociedades humana», quo no para- ran hasta no cimentarse cu una organización que dando el menos lugar posible al mal, satisfaga los pensamientos i aspiraciones de todas las ...rrondes intelijencías para quienes las sociedades humanas no son reunio- nes de hombres sin significación, sino que creen que están destinadas a realizar los suefios que han estado haciendo desde hsoe sei* mil afios. liste libro tendrá al menos la ventaja de ajitar un mundo de ideas, hacia el cual aunque se crea intempestivo en nuestra patria niori hornos todos, poco mas o menos, cuando hablamos do tontas clases de reformas políticas i finoncieras que nuestro estado reclama. Cuanto mas lo tengamos conocido oslaremos menos sujetos a emba- razarnos con leyes que oreen situaciones análogas a la» que tanto mol producen en Europa, i tanto mas aptos para adoptar muchos de la^ ideas que vagan en el mundo de la inteligencia, esperando un momento apropiado para, su realización. Ea obra del señor Fragueiro al mismo tiempo que tiene partes bien pensadas i bien escritas es la espresion de un gran deseo que nadie, por egoísta que paresca, ha ahogado completamente en su pocho ; el mayor bienestar de todos los hombres para que paedo reinar entre ellos, la mayor justicia i libertad posibles. M. A. Matta.( KraííMENTO I.ITER/iRlO.) I. < Kn ln c-Ui«ln«l de CTIC'A ) lili SEIS*«»<»n ROMANO. Ya es la noche. Catón; la última noche do la Kepúhlica Ro- mana. Es quizás una venganza de la mudable i>iosa. Roma su- cumbe en tierra africana, bajo las sombras de las minas de Cartago. Los senadores levantan el ancla ; los fugitivos de la batalla se ahuyentan hácia el interior sin esperanza. Huyamos. Calón. Ya oigo las pasos de las legiones de César victo- riosas. Catón. Yo también escucho los pasos de los.libres, allá en los Cam- pos-Elíseos, mansiones de liLertad', conquistadas y guardadas por la espada del Estóico, adonde no llegan los esclavos ven- cedores de la tierra. Allá no llegará César, el mas grande es- clavo de sí mismo. Adiós. El mundo mancillado por la esclavitud, no es digno d<* sus- tentar mi planta. El aliento del opresor envenena el aire que respiro.-—Calón morirá con la República. El mundo sin la CUI- DAD es la barbarie. Voj á habitar esas regiones en donde no batirá mas César que el deber, ni otra patria que la que el Estoico sabe crearse á despecho del universo. Mi conciencia vale mas que la Fortuna; mi ley domina al Destino-, mi volun- tad será invencible. <■ Causa victrix Lúis pi.acuit, sed vict» Catoisi » (a) (la causa vencedora agradó ti tos Dioses, mas fo vencida á Calón.) Cesar (delante del cadáver de Caion.) « He visto marchitarse los laureles de Pompeyo ante los c — 20f> — • míos, y la elocuencia superior de Cicerón no ha producido • olio efecto que el de realzar mis triunfos : Catón solo, el • inflexible Calón, balanceará nal gloria en la posteridad. . - . « Tal vencido arroja una sombra funesta sobre los laureles «leí - vencedor : este es el sentimiento ojete turba mi felicidad. No « me hablen mas do este Republicano cuyas feroces virtudes ' han dañado mas á la Libertad que la ambición de Pompeyo • y la mia. Entrar á Roma y llevando á mi lado á Catón ven- • cido, me habria sido mas lisonjero que lodos mis triunfos : « nunca le perdonaré que se sustrajese á mi clemencia. » (6) Hace años que paso sobre campos sembrados de cadáveres, y solo este cadáver me impone. He pisado pueblos, he holla- do naciones, y este cadáver me impone mas que los pueblos y las leyes. Había en tí. Catón, algo que desaliaba á los inmorta- les en su Olimpo ; algo de mas santo que las le\cs, y de mas respetable que las naciones ; era tu indómita conciencia de lo justo. Siento ante tí la mano invisible que señala los limites al humano poder. Ea espada de Earsalia no hace mella cu la es- pada de t alón. César, vencedor de vencedores, yo que he es- tampado mi nombre en la frente de la humanidad vencida : émulo ile Alejandro, que cual otro .laño me presento en ln his- toria coronando el pasado con mi gloria, y audaz cual un J>ios pendro cu el porvenir, provocando dias desconocidos por su grandeza;—yo que convocó á los Galos y Rrelones, á los Iberos y Germanos, á los- Egipcios y Orientales, á los plebeyos de Italia para los comicios de la humanidad. que palpita espe- rando un revelador de su unidad; yo el triunfador, al imtperutor proclamado en la victoria, á Catón, no vencí. Espíritu del mun- do inclina mi frente ante lu tuerza No seré vo el que haga la entrada triunfal en la ciudad de Róinulo vencida : Será la inmensa plebe bárbara del género bu- mano. Abrí la brecha en las murallas do la ciudad. La inun- dación de las razas me envuelve entre sus ondas. Los laureles de Earsalia coronarán las orgías de la demagogia universal. Vi» R*»m«t. 1 I| PIFJIEvn. Hoy es el dia de la entrada triunfal iniciante, ni i i ahajo, ni hambre, ni deuda.-.. Cosdespojos de los pueblos, los trofeos patricios, serán nnesli a riqueza. Bwohé, el triunfador!—F.l pueblo acude, llena las calles, y se encamina á la via-sacrn para aplaudir .i César. Lo coronaremos para des- cansar y para tener juegos de noche y de dia. El vigilar á los mares para que lleguen los convoyes li<• ttl L,~*tLlr*wl y t/t fa f-'ntt: rlr i'ji». A pesar del horror que vulgarmente se tiene á las especula- ciones metafísicas, ya liemos visto con cuanta sencillez, un poco de. filosofía nos ha hecho llegar á la planteacion del problema. Y un problema bien sentado está en camino de solución. Eas diferencias de opiniones, los errores, vienen comun- mente «le la visión incompleta de las cosas. Esto nos recuerda aquella tremenda palabra de Goethe : « Para saber algo es nc- emtfrio saberlo todo. » — En efecto : Examinan cualquier error y veréis en él una visión incompleta, la acentuación de un ele- mento, la consideración de una parte y no del todo. Si solo se atiende á la sensación en «I hombre, tendréis la escuela sen- 4 - -JOS — analista, cuya lógica la precipita al egoísmo de los epicúreos, á la negación da la libertad, de l>ios, al fatalismo, en una pala- bra. Si solo se. atiende al sentimiento, corremos el peligro «le caer en el sentimentalismo, en el misticismo, y por un camino diferente llegaremos también á la negación de la libertad, ab- sorvu-nrio en liios la personalidad «leí hombre como succíh- en el panteísmo. En los sistemas idealistas , si solo se atiende al o, pnede resultar «>l idealismo subjetivo, sistema «le Píente, que todo lo hace nacer. Dios, naturaleza, historia, «le la antino- mia del yo y ;— si solo se. atiende á la idea del ser. difícilmente poilremos libertarnos de la noción espantosa de la substancia «le Spinosa. I.o «pie se vé en lilosolía se vd también en casi lodaa las ciencias. En economía política, si solo se atiende al ii «leí Estado, caeremos en lo- dos los errores «leí sistema protector. Cuando solo se considera la idea y el derecho «leí trabajo, corre riesgo la ¡«lea «leí capi- tal;-y por la inversa, si solo se prol«?ge s ricos, y no podremos abolir la miseria, ni emancipar al proletario, D«-l mismo modo en la zoología. Esta ciencia presenta «los grandes escuelas. Una «le ellas (la «-sembla de Ciivici , sostiene la variedad distinta é irreductible de todo animal, la permanencia » v la innMMabilidad «le los tip *J de to«lo ser organizado. I a otra (de Geoffroy-Naiiit-Ililaire Sostiene la unidad de tipo. itN solo animal, «pie varia sea;un las influencias exteriores, segun los medios en «pie viv<>. Así el pez ea el mismo tipo que H ave. pero el medio del agua. «í «leí aire, en que vive», determina las variaciones que reviste. Cuestiones todas «pie corresponden bajo distintos nombres á la Variedad sin unidad es el caos. Pero la libertad y el otilen, la unidad y la \riedad coexisten «■i» la mente de l>ios y deben coexistir en la mente social. La nación debe salir armada de la mente organizad»! a, con la li- • — Arito — hurlad > el «irden, con la unidad y la variedad, inns el vinculo de unión é identidad que une esos elementos. II. % »l * -■ .» ptolirre lo* callflcnrlonc* de* unllnrln y rcilcrnl. \ntcs de pasar inas adelante y ele alejarnos en apareucia de la c.icslion, queremos hacer presente que lo que se llama par- tido unitario en la fkepdbliea Argentina, partido de la afirmación centraliz.adoia como organización, no representa para nosotros la teoría de la solidaridad y de la síntesis.- Del mismo modo. el partido redera!, que ha pretenlido representar la afirmación de la variedad, de la descentralización. Uel elemento provincial, no representa tampoco para nosotros la armonio. Ambos re- presentan la antítesis, el momento unliHurai< <> de la organi- zación . Por otra parle, exisie en el lenguaje político de ambos parti- dos, en los hechos históricos, en las instituciones ensayadas, una contusión y contradicción notables. La prensa, los debate* parlamentarios, tas aeusiones reciprocas de los partidos han manifestado, que ha habido instituciones federales iniciadas por los Unitarios: y por la inversa, que ha habido hechos, pralica.». historia unitaria realizada por los Federales. Para ees-roborar la contusión que reina a este respecto, vamos ;i hacer algunas citas : « I'ero por qué fíctat. que sostiene que no ennviene 'lur tina « constitución d la República .que liice que ya la tiene fie hecho, « por qué si eran tan Lítenos los cabiltlos, no los lia retablecitlo ■ en catorce años, que cotí ju i/ucños /atérralos t/obiernu. tlespo- « pulirá ¡i arbitrariamente la provincia tic Hítenos Afires, • i/ ti reces como Iioij, toda la República .1 ri/rntina'.' ¿fot « qué el que se hace titular B|l l i l m lililí tic las leyes, no l,a « restaurado los rabiltlos' ¿l'or qw pros/que en la iuismv huk- « i.i.a del *ciior Rivadavia, si ella es falsa y perniciosa'! ■ /?/- vera Indartc. (/fc»MM y sus opositot-es.' \ case ahora otra cita que contiadice á la anterior. « Rivadavia ensayó la organización provincial, el sistema re- « presentivo aplicado á la localidad : tal es el origen de la fe, M- 3ÍM5 - • iloracion argentina : l.as provincias imitaron A Buenos Avíos: • cada una do ellas creó su junta representativa, su sistema «!«• « impuestos, su constitución <>n una palabra : Dosde entonces « las provincias tuvieron una vida propia, testa es ta ¡/loria del *< ¡inrlifio 11 Hilario..... » Kl partido que con Rivadavia a la oa- « beza ■ • rganiz.ó la verdadera federación, sobre la base del sis- « representativo provincial...:. » B. Mitrk. t s:;r,. Véase otra citación que contradice á la anterior. c Kl partido unitario, nunca pensó en dejar la independen- «< cia fraccionaria y divisible del federalismo, sino que al oon- • trario, si bien hacia independiente á la nación, colocaba bajo « una dependencia positiva del gobierno unitario central, cada « unade sus provincias, las presidia y administraba con una lo- « gislacion uniforme. Calvo.—Í8.S7. « Ningún documento público emanado del consentimiento • real ó asumido de las Provincias Argc.ntiiias establece una « Confederación; pues el pacto de Santa Kc de 1B51 . es solo « provisorio, y mientras se reúne el Congreso que debe enns- « tituir la República bajo la forma federal- » S AUMIENTO.-1S, .- > . « Las cosas lian hecho prevalecer el federalismo, como re- « gla de gobierno federal. »---- Kstando á la ley de los autece- « denles y al imperio de la actualidad, la República Argentina « será y no podra menos de ser un testado fe.tleralii'O....» « Kl ■ señor Itívailavia. jefe del partido unitario en esa época, trajo « de Francia y de Inglaterra el entusiasmo y la admiración del « sistema de gobierno {la unidad) que babia visto en ejercicio « con tanto éxito en esos viejos Estado*• Pero ni él ni sus so- « cuaecs se daban cuenta de las condiciones ¡i que debía su ex- « islencia el centralismo en Kuropa, y de los obstáculos para mi « aplicación en el Plata. » Al.iie.riu.—-Bases-—pág. 7-4—7Í¿. « La centralización, la unidad era entonces como lo es boy, « como lo será siempre, la mas franca necesidad de los pne- — 3G7 — • Idos, si se atiende á su origen, á sus hábitos, y sobre todo á Ai.dkhdi. —Idem. « Kl mensage pase do á la legislatura por el Gobierne <\iu: « restiluyíí á Buenos Aires su antigua forma provincial es un « doenmento cuya keotnrs desconsuela..... Kl pensamiento na- « firmal era calificaib» en aquel niensa«c como « ('/( ñútanle « desgraciado de delirio. » Suplantóse!»; un pensamiento agem» « que aceptailo por regla del tiobierno de la provincia princi- •< pal, «lejaba á las «lemas en una situación que «o podía con- « «lucirlas sino á la anarquía «i á las manos de gefes irrespon- « sables y vitalicios. <« ha concentración >j la desunión se lian € hecho igualmen c itnpr.i. ticables, » tal era la doctrina ,falaz « «le aquel pensamiento. Kl tiempo se embargó de completarlo: « pero no se lian hecho imposibles el aislamiento y el atraso. • J. M. Cr nrcum-z.—Kl Orden, 1857. « Nosotros somos incapaces do federación y «lo unidad per- « fectas, por«jue somos pobres, incultos y pocos. > AjLBKHM. Creemos que esas citas bastee para probar la anar>|iua inteli- gente no sido respecto «lo. la cuestión de fondo éntrela fodera- ccion ó la unidad, sino lo que revelan un sistema de política corroborado por la prensa cu general. Esc sistema, es LA adoiiacion' DHL. ui.r.uo. Ks la invasión de la escuela histórica en la política, y la re- ligación de la escuela filosófica para tiempos mat felices. Se cree « la 0MIMMN0MI i nada comercian. Si se halda de la nacionalidad argentina, so nos alegan los hechos de) sitio, los caciques «le llosas aun el poder, las hostilidades provinciales y el hecho capital de Urqui- za en el poder. Fisto es . lo que llamamos la a donación MEX. .IIKCIIO. Al frente de esa escuela, levantamos nosotros la bandera del culto de lo que debe ser y no de lo que es, en una palabra : i-.v auokacion naa. nrinrao. No queremos por esto decir «pie nuestro amigo el señor Mitre sea un fatalista, pues lo hemos visto y lo vemos revindicac la causa de la moralidad aun contra los mismos pueblos, como puede verse por su bello artículo sobre la muerte de Oribe. pero hay inconsecuencias de bijie.a á veces involuntarias,--y creemos que. ha caído en una de ellas al hablar sohre la causa americana y argentina. Si los pueblos no se conocen, es nece- sario hacer que se conozcan; — si no se quieren, debemos hacer que se amen;—si no comercian lo bastante, debemos fa- cilitar las vias de comunicación y abolir las trabas aduaneras, inóralos y materiales que ¡o impidan.-Y para ello, el pensa- miento de la Confederación americana, los tratados precurso- res, que ya ligan á alguna? repúblicas con el objeto de unlver- salizar la ciudadanía americana, «le estrechar los vínculos mo- rales, «le hacer desaparecer los derechos tttferenciales entre los pueblos, de imposibilitar la guerra y «le resistir ú la invasión, no de la democracia sino del lilihusterismo «leí Norte, son me- dios que si no completan el gran pensamiento, lo preparan. En esta cuestión vindico pues al gobierno «le Chile por la inicia- tiva que ha tomado. ¿Cual es pues el desacierto yado en los hacho* de aistamiiitto «pie es necesario combatir , asi como la oposición que hace, oposición momentánea, es verdad, á la obra inme«liata «le la nacionalidad arg«;ntina, es también un pensamiento de aislamiento provisorio. • Si ■ piteásemos ■> Isa provincias Argentinas, «?l argumento que aa hace contra la Confederación Americana, ;qué se diría"—l.n llepúhhca Argentina es ionposible.—Poco s«> conocen las pro- vincias;— han batallado datante largos años;—odios profundos dormitan; tradiciones frati icid.is se alzan «mi las las fronteras, lio tibí los hechos, pasiones, tradiciones.. ¿Ochemos inclinarnos ante loe osarios como ante los ídolos del porvenir?-No. Cas pirámides fnnebrés, > los cementerios, no son la trípoda «le las profecías, ni la tribuna «le: los pueblos libres. /-o« hechos han si«lo anarquía y candillaflfO, SO pal toclon y odio. Kl derecho es organi/.aciou y l'iaternidail. Cuamlo se habla de h nenas es necesario hacer una distinción. Hay hechos naturales Ó divinos \ hay hechos anli-uaturales y arbitrarios. Son hechos naturales ó divinos : l.as diferencias l. el aislamiento. Loe hachea cu algún lugar de la conciencia para disputar al Imperto del bien su predominio. Asi pues cuando se 'nuble de hechos, sepamos de «pie he- chos. Si es de. las diferencias naturales, ellas son condiciones ile la armonía. TCs la Tul alad necesaria, sin la cual la vida se totalizaría en la unidad «le la muerte Si se habla «le los hechos «pie son puramente obra «le la voluntad, de la pasión, inacción hlt>.i no están f>reparados, es otra «le las fa«;es del ar- gumento histórico. Y para prepararlos se les educa en le con- trario de lo rc¡>ura» están unidos, aish'moslos. .Se odian, pues «pie se aborrezcan. Tal es, liil lia sido y será la escuela histórica, el doctrinaria - mo moderno. Ksa escuela lia gobernado y gobierna á la Italia, á la Kspaña, ni Portugal. Le escuela contraria ba gobernallo y gobierna á la Suiza, á la Snecia, á la Holanda, á la Inglaterra y i los ICslados Unidos. Alejemos esas sombras de la frente «leí Nuevo .Mundo. Sin relerirnie á los Debates, esas sombras, como nubes de las ho- gueras inquisitoriales y «le los incensarios de San Pedro, eclip- san aun l«>s resolSBdoreS del astro que debemos adorar. líl evito de los hechos, si en alguna paite del mjindo es extempo- ráneo, es en América. Nuestro tiempo, nuestros hechos, nues- tros cimientos, nuestra historia, nuestra vocación, no está en el pasado, sino en las visiones del porvenir, en la contempla- ción «leí deber, en la evocación de las regiones futuras, en la profecía científica «le la libertail. llic est labor. H. Pairo feos enere en la cuestión nacional. Antes de todo consigarciuos para honor de la prensa y de los pueblos, «pie liemos llegado á un gran r«?snllado. Y ese re- sultado es «'I reconocimiento qu«> hacen los Deba!?*, «le «pie — 313 — • Urquiiti es al principal obstáculo. pero no rs el UfMCO que se apone ti /ti unión nacional.___ » Kse es el resultado «pie nos complacíamos en consignar; eso es lo que llamarnos el progreso «le la polémica. Pero combina. « porque la aceptac ión tic I 'i qniza, importa al vencimiento que Hílenos Aires representa^ según los />«• - bates? Ea organización sin caudillos, le fuerza de la opinión, la in- fluencia de ¡os principios. Aceptamos también esa rcproaCBlaciou como un hecho c«»u- «piislado».— Pero «pié resulta de ahí?— «pié consecuencia se «le- tluce?—i;i aislamjtentof—Veo al contrario la necesidad de la iniciativa. Sí Buenos Aires representa l«>s principios, cuáles son ?—Son los principios «le la organización provincial, los principios «le libertad provincial, la Opinión provincial, etc.— En una palabra y suponiendo que represente lo mas libre y lo mas adelantado, («pie está muy lejos «le mi asi; u«> veo ¿¡no » la elaboración de un fragmento nacional, que se aisla y se se- para» caila dia. I,a lógica de los Debates s«-ria terminante, si se declaraae partidario dts la nacionalización «le Buenos Aires, pero «iesde «pie « que los pílenlos Argentinos serán siempre una na- ción, > proposición que «Iestruje una mimda sobre todo lo que antes se llamaba vireynalo de Buenoa Aires y Hepública Argen- tina, entonces la fórmula de lo'que representa Unenos Aires no resuelve la cuestión de la integridad futura. no tiene que ver en la cuestión qu«; nos ocupa de unir á las partes discordantes, y viene á ser tan solo el reconocimiento «le un /techo. Buenos Aires organizándose sin caudillo y rechazándolo «-s otro lieeJie eonqiñatedo segitu los Debates. 40« Al ejemplo «le Bueno» Aires los pueblos ilílcríorefi Ib croo < sacudiendo los caudillos, y poco á poco se van organizando « interiormente bajo los mismos principios que liemos procla- « rnado. demostrando con hechos lo aptitud de los pueblos paro « gobernarse. » Y termina diciendo que solo cinco provincias. « son las únicas que no lian entrado aun en ese camino. > ' F.os Debates. < No esperábamos tal corroboración de lo que habíamos sos- tenido v sostenemos contra el Nacional , de la aptitud de los pueblos para gobernarle. Y si los pueblos del inte- rior se lian libertado en gran ma>oria. aun presididos por l!r- quiza, ,: qué es entonces lo que impide npregar á la acción de la mayoría de los pujidos interiores, la acción lie Buenos Aires ? Si hay va identidad do organización y libertad entre la mayo- ría de los pueblos argentinos y el Otado de Buenos Aires, de que modo Urquiza ha de ser el principal obstáculo á la unión 1 —Si Urquiza, gracias á Buenos \ires según los Debates, no ha podido sit « el sucesor ele la tiranía de fíÓMMM // esto lo recono- cen, textos,* los pueblos son libre», están libres, el gran caudillo ya no existe, los pueblos han triunfado aisladamente, ¿en dón- de pues el temor, cual la causa que impida á esos pueblos en aptitud «le gobernarse, lie acercarse los unos á los olios para proclamar una organización superior y hacer desaparecer id ar- misticio presente que en la espada de Damocles.' De que modo, volviendo á la segunda proposición del dilema. « las ideas_, intereses y tradiciones nacionales une Hítenos Alt ea « representa, no deben ser sacrificadas a un resultado transí- « torio. ■ ¿Cuáles son las ¡«leas na ionales que represnta hoy día Muc- hos Aires?—¿Se entiende por ideas nacionales, su consliiucion . sus leyes orgánicas, sus códigos, sus decretos?—Solo veo en eso, la leudendencia á nacwnalixar ;i Hítenos Aires, es decir á separarlo radicalmente «le la Confederación.—¿Se entiende por ideas nacionales, la aplicación que hará «lo sus instituciones á todas las provincias, obligándolas á regirse por la institución que se lia dado? Esta seria una tentativa unitaria altamente despótica. Seria volver a los ensayos de 1826. Seria imponer la constitución <1«^ Rivadavia, constitución provincial que Rivadavia quiso conver- tir en Nacio«ial. liso es despótico, es lo pasado, lo funesto, lo que no se debe repetir.-—¿Se enliemle por i iea- nacionales la organización del Estado de Buenos Aires, que se presenta co- mo modelo, esperamlo que las provincias se constituyan de un inoilo semejante?—Esto seria idealizar la Constitución de Rue- — 315 - no* Aires, y seria tina prelcncion que no atribuimos a la dis linguiila inteligencia del S. Mitre, porque no pue«le ocultársele. cuan distante está esa constitución de merecer el calificativo de ideal.-—Por otra parle ya casi todas las provincias han he- cho lo misino, y en est» solo veo .fortalecerse el aislamiento, las ideas' provinciales y de ningún modo las ideas nacionales. Veo repro«lucirse la época local, organizaila por Bivadavia * que produjo tan funestos resultados. Lpnca local en institucio- nes, que vino á fortificar las pretensiones de los caudillos «fue desaparecieron.—¿Cuáles son pues.» las ideas nacionales !nrK:>. el gobierno que mas lia durado en estos países: usurpando lo» poderes nacionales, como gobernador de Buenos Ayres, es la tradición nacional do Buenos Avres. — Pero rechazamos seme- jante pretensión y no queremos atribuirla ni en el pensamiento á los Debales. ¿Cuál es pues esa tradición local, exclusiva, que represento Bueno* Avres. y que se llama nacional! ¿Esef ejemplo de la libertad en el pasado?- No! ¿I*>s el ejemplo del orden'.'— No! IZs el ejemplo de la protesta victoriosa contra Rosas?— Aqui la balanza se. inclina á favor de las provincias y especialmente á favor de la provincia ile Corrientes. ¿Ks el ejemplo de la protesta contra EJrquiza vencedor, invo- cando la f usi o n «le los antiguos partidos?—Aqui si que Buenos Ayres es ejemplo. Ya vé el señor Mitre que liemos analizado punto por punto su dHema y qne llegamos con la lógica y la historia ;'t la época tle la revolución de septiembre» ijue lecono/.- ro como tradición exclusiva después de lB."ii para gloria de Buenos A y rea. liemos llegado á un punto común.-—En -el ambos estamos acordes. Examinemos el hecho, y el derecho que impone ese berilio después s pueblos han. mostrado su aptitud para tjobernar&ef —■ l/r- quiza no es, ni lia podido ser el « .sucesor de la Urania de lio- nas, » — « l'riptiza no <:s el único obstáculo, » y entre tanto, se pretende i n moni liza r el sol en el lirmamento desde el tiempo del sirio;— y entre tanto la separación se fortifica, el abismo pasado 3 presente abre sus entrañas infernales qne amenazan 317 — sumerjo- las conquistas de la libertad, par.» dejar aparecer en medio de los escombros de la nacionalidad, los restos mutila- dos y dispersos de la integralidad de la República. Alina grande, amigo mió! Los Debates se complace y se detiene en la contemplación de la victoria de la revobicion de septiembre. Consigna el hecho conquistado y nada mas. No. Ese es el rol riel historiador, no es el del político militante. Ks tan solo el clavo colocado por la mano de ios cónsules para consignar los fastos de la Repú- blica; pero no es eso la vida, que pide mi perpetuo movimiento, porque la estagnación es la muerte. Detenernos en la contem- plación «le los anales, es estancar la historia, paralizar la cres- cencia, tributar al pasado un homeiiage que puede llegar á ser una barrera del porvenir, l.as trincheras «leí sitio, si fueron el limite al camlillo, temed que al perpetuarla», se conviertan en barreras insuperables de provincia. El argumento mas fuerte «le nuestro amigo, es que la ctntsá de Dueños Ayrc.s es la causa de tus provincias. Hasta hoy, si esa cansa es la misma 'llamo la atención á esta consideración), solo lo es en cuanto :i individualidad-provin- cial, no en cuanto á personalidad-nacional. Si las provincias se constituyen á la par «pie Buenos Ayres. solo veo, elementos fragmentarios, gérmenes aislados, instituciones parciales que fortificándose á medida que el tiempo corre, solo fortifican la separación, engrandecen las individualidades provinciales á des- pecho de la unión. Veo organismos incompletos en vez de or- ganismo total; siempre la provincia en vez tle la nación; - la localidad, en vez de la integralidad;—individualismo, en vez «le la personalidad social. Desarrolla»!, impulsad esa marcha, y veréis con el tiempo, aislarse catla vez á las provinciaa, a manera de a«piellos feudos de la edad-media que guardaban en su periferia territorial la soberanía fragmentada, f.a ley, la justicia, el poder, de tal cas- tillo, de tal localidad; y reíegado para el porvenir, la unidad indivisible de la h^y, «le "la justicia y del poder d«s una nación unificada Otra consideración ; « Ees pueblos estaban desacreditados como organizado- « res..... Buenos Ayres se organizó y acreditó la aptitud de los ■ pueblos > Kstá bien. Pero no veo en esa afirmación sino la organiza- ción provincial. ¿Y no teme nuestro amigo, que se desacredi- ten los pueblos y especialmente Buenos Ayres en su aptitud como organizadores nacionales? — He aqui mi insistencia.— 318 — Si se lia probado que son apios para organizar la provincia, queda ahora que se pruebe esa aptitud para organizarse corno nación. Es esto lo que llamo política de iniciativa. Ks esto lo que repito. ¿O se quiere dejar ni general Lrquiza la gloria de organizar una nación, á despecho «le Hncnos-Ayrps, cuando boy mas quü nunca podía oaher esa gloria á ese Halado, manifes- tando que Tos pueblos pueden reemplazar en todo á los cau- dillos." « Esa urbanización das provincias] ea lo <¡ue tifíenos Agre* r-presenta, » dice el señor Mitre. Esa organización (m.\ kacioxali es lo que jo pido qu<; Híle- nos Ayres represente. fié ahí la diferencia. L.os Debutes se contenta con la provincia salvada, /.a Revista exige que la nación se salve. Este es el nuevo punto de vista á que llega la polémica. Vea nuestro amigo, en cual de los dos puntos de vista hay mas universalidad, mas verdad, mas grandeza. y decida por si mismo. INo olvide, que después de la halaba fie Caceras, el general t'rquiza. reuniendo todo el prestigio do la gloria, los aplausos de toda la nación Argentina y aun de la America, teniendo bajo sus órdenes un ejército numeroso y victorioso, el general Ur- quiza no venció á Rueños Ayres. Y hoy, después que todas las provincias han entrado en la órbita constitucional y provincial, después que los pueblos han mostrado su aptitud' para gobernarse sin caudillos, ¿de qué modo podría ser vencido Rueños \yres, comando con la simi- litud de las provincias para mostrar la aptitud de los pueblos para organizarse como nación? — ¿De qué modo ha de ser mas poderoso hoy dia, cualquier caudillo contra las provincias y líuenos Ayres, cuando no lo fué durante el sitio y contra las circunstancias de aquel año, contra Buenos Ayres solo? Iniciativa, iniciativa!—El tiempo pasa, l.as ocaciones se pier- den y no vuelven. La política del gobierno de Hítenos Ayres concentrándose.es la abdicación. I • política de Rueños Ayres. iniciando, levantando el estandarte nacional y convocando á los Argentinos á la grande t amisiad, » eu el seno de la pa- tria, es la gloria, la vida, el porvenir. — Los pueblos están li- bres. A ellos la responsabilidad. Yo creo haber cumplido mi deber. l'iiA»:tsco Rii.bao. BOLETIN 2>l L\ ItKYISTA. GEOLOGIA. Llamará la atención de los sabios, el importantísimo trabajo que registro la Prensa, sohre aiíereate.s terretios de transporte en ta lioya del I'laia. por el señor Augusto RraVard. miembro de la sociedad geológica de Francia. — Hoy que los estudios históricos empiezan A apasionar la juventud, esc estudio «le lar tierra, viene á ser Ir. base natural y necesaria de consideracio- nes ulteriores para lijar las iniluencias del clima y producciones. —El Sr. Hravard viene á aumentar la falange gloriosa de los Mohnas, liuiuboldt, Clavigero. Gay, d'Orbignv. manchan!. I'issis, que se han dividido los tres reinos de la naturaleza en la América del Sud. í.i» Inglatcr™ y la linlia Ksl.i L'iiorra, conmuevo el universo. Es la Jucha entre 1» sociedai mas antigua que registran lus anales de la historia y fa nación tria; poderosa de los tiempos modernos. No podemos preveer el resultado, pero si debemos inquietarnos por la justicia. I>e que parte esta 1« jus- ticia ? A juicio nuestro la solución está patente. I.a India combate por su autonomía, por su nacionalidad, por su independencia. La Inglaterra por la perpetuidad do la conquista. Ks la misma causa de la indepen- dencia americana, bo.-* Americanos no pueden aplaudir al triunfo de la Inglaterra, sin renegar su propiaoavi^;). Algunos se inquietan á favor de la Inglaterra, por representar esa nación á la libertad en Europa. Esto es eii-rto. ¡Pero hemos do croer que la libertad tenga nrosstdari do la conquista orí Asia, es decir que lo justo necesita do lo injusto, como la Kepública do Esparta, de la iiumillacion de los Ilotas? Antes de reconocer tal consecuencia, repetiremos las celebras pala- bras: « Perezcan lascoloniasanteii <]tie un ni-lncijpio. No creemos nosotros que perdida la India para la Inglaterra, ¡a libertad sucumba. La libertad será inmortal en la inmortal Jiritannia. No confundamos las atrocidades de. la venganza, oon la legitimidad de la causa. Los hijos de Brahina han manchado su revolución, pero eso no destruye ol derecho que tienen para conquistar su independen — oia. Por otra parte, quien no vé en esss horribles represalias, la soli- daridad del bien y del mal al través de las generaciones que se han apoyado en loscrímenes de sus antepasados! Tarde ó temprano, fortuna mal adquirida, redunda en mal de sus poseedores. ¿E«a Oompañia de la India ostá tan pura do maldades, y la Inglaterra es tan poco rea ponsable do la autoritad que le ha prestado, que no llegue para la t'ompaflia que es ol agente y para la nación qne la sostiene, el día del tremendo juicio? _ Lea el que dude las siguientes palabras de SIip— 3±0 — rídan en el juicio de! gobernador Waron I(*sts, pobre