w &WtMM "iA-* *Jf fcM w "■-i* "JW* "JW" "\¿L'~ * jy "jv- - "vjy* %£V* ^ft* *S^^" %(V* %fi** *NAr" DECRETO DEL 0 o tí t rv n o ifl g non ai» Paraná, 9 de Mayo do 1.S51. Eli VICE-I»RESI OESTE DE LA Considerando quo las oraciones pronunciadas en la Tglesia Matriz do Cafninar- ca por el Reverendo Padre Lector Frai Mamerto Fsquiú del órdon de San Francisco, con motivo de la jura do la Constitución el O di- Julio del año próximo pasado, y de la inauguración do las autoridades constitucionales el 08 do tuno de esto aíio ; están marcadas por la magreetad del leiifrunge y la gravedad del pensamiento do llossuet, y la filosofía y los encantos oratorios do Lacordaire — Considerando que el orador do la Constitución de Mayo ha bebido abundante- mente en la santidad de las escrituras, y en el estudio profundo de la historia, el cono- cimiento de los destinos de la humanidad y do los arcanos sociales; y que las revela- ciones tomadas en tan altas fuentes por la vasta inteligencia del orador, han sido pues- tas al servicio de la organización nacional con felicidad y unción— Considerando que importa al crédito moral v literario de las Provincias Argen- tinas que las revelaciones de la doctrina del Padre ÍSsquiú alcancen una grande circula- ción con el objeto de uniformar las creencias políticas y religiosas de un país que debe tantas desgracias al orror ; Ha acordado y decreta. 1. * — Hágase con esmerada corrección y limpieza'una impresión separada do los dos prt dichos discursos y remítanse en número suficiente al autor y é. todas las autori- dades civiles y eclesiásticas de la Confederación. 2. "—Pídanse al orador Fsquiú un ejemplar autógrafo de los dos discursos y deposítense en el archivo Nacional. 3. *—Solicítese igualmente del Gobierno de Catamarca una noticia autobiográ- fica del 11. P. Fr. Mamerto Fsquiú, y felicíteselo por el venero do purísimo oro des- cubierto en la potente inteligencia de un miembro ignorado del humilde claustro de San Francisco en aquella Provincia ; porque el Gobierno como la Confederación pueden decir también con este motivo Zjtxtantiur de {/loria oestra. 4. °—Comuniqúese, publíquese y dése al Registro Nacional. CARRIL. Josk Benjamín Gokostiaoa.Imíi ctamur de gloria vesí7-a. (I M»< h c. 13 v. 12) El carácter prominente del Universo es revelar su Autor y sus perfecciones. A la primera ojeada se siente la presencia ra, «pie so pone «Jo pié, para entrar dignamente en el gran cuadro «lo las Naciones, la R<-lígi«.>ii os felicita, y como su Ministro os rengo á saludar en el día mas grande y célebre con «>l doble grandor «le lo pasado y de lo presente, en el dia en que se reúne la mapestad del tiempo ron el albuco «le las esperanzas. Con sus felicitaciones, os traigo también sus verdades: cuando cesáis de ser vaporosos y fugitivos, todo es grave y solemne : cuando entráis en un camine) de ver- dad, t de Julio, y enunciar aquellas verdades que di- cen relación al bien do ella : ni seria lo que debo ser como Sacerdote y como patriota, si solo me ocupara en perorar sobro la justicia de la independencia, sobre el heroísmo de sus defensores, en contemplar eternamente el sol de Mayo, y lanzarme; fascinado en ese idealismo poético: basta do palabras «pie no lian salvado á la Patria--A plaudo, feli- cito, me postro ante los héroes tic la independencia, cantare vuestras glorias, tributo mi admiración ;i la nobleza tle los Argentinos ; pero también señalaré sus llagas, apar- tarólos ricos envoltorios que encubren vuestra degradación : se trata SeaOres de edifi- car la República .Argentina, y la Religión os envía el don de sus verdades. Al considerar esta República de mi eterno amor—su principio, su carácter, su gloria, su felicidad, sus desgracias, sus bienes, y sus males, todo se cifra, todo se concre- ta y se esplica en la palabra independencia ! í Jamo vuestra atención sobre esto obge- to, que yo así como lo acepto con el mas ardiente entusiasmo, la califico como el origen de nuestros males, acaso de nuestra, ruina final, L.:i independencia tle la antigua metrópoli, el sacudimiento de ese yugo que era por desgracia el cimiento del orden, y el hierro do los tiranos, esa libertad que ha re - sonado en los campos de batalla, y BW ha metido sobre las reuniones populares, que ha ■ido hasta aquí el eterno y Etnico emblema tle nuestra vida social, os preciso reconocer- la como al árbol del bien y del mal, como una aureola, pero aureola tle fuego que ha secado, calcinado la cabeza que orlaba. ¿ Por qué nosotros, que ahora cuarenta años teníamos la bondad y sencillez tle un niño, con el valor de un adulto, hemos sido por casi medio siglo la presa tle todas Isa pasiones politicas, el campo tle todos loa partidos, un teatro vasto tJe guerra y desolación 't Por que hemos mirado los tiranos que se han enseñoreado tle nosotros provincial y nacionalmente í Kutratl con toda la luz de vues- tra inteligencia en los laberintos tle este problema, y no hallareis mas causa que la in- dependencia : ella ha engendrado la desunión, v la desunión el vínculo que nos ataba al usurpador, V lo rompimos entre nosotros mismos ; á esa disolución la consagramos es- tallo normal, y la ensalzamos sobre la Patria misma, sobre todo Gobierno y buenas costumbres, y nos lanzamos con el ardor de las fieras al combate del egoísmo indivi- dual: la libertad seca > descarnada como un esqueleto, ha sido nuestro ídolo, en sus aras hemos hecho hecatombes humanos—la paz, la riqueza, el progreso v casi toda es- peranza le hemos llevado en don: el espectro lo pulverizó todo. . . .Monstruo! en va- lió pretendo arrancarte tle un memoria ! en vano quiero reemplazar tu horrible imagen con la aparición alhagúeña y dulce do la esperanza ! Oigo el gemido tle tus víctima.-.! el humo tic la sangre enrogece el horizonte ! Veo los niños, los ancianos, las mugerea con los guerreros caer hacinados bajo tu hacha desoladora, bajo tu espantosa podadera ! desesperado, y lleno tle corage pretendes conservar el ultimo altar, que no cubre el au- gusto Templo de la I*ay( de la noblo dependencia ! Maldición eterna sobre tí !! Que la Patria reclame sus propiedades usurpadas, espióte i L*a vi«la y conservación del Pueblo Argentino dependen deque su Constitución sea fija, que no ceda al empuje «le los hombres, rjue s«;a una ancla pesadísima á «pie os» té asida esta nava, «pie ha tropezado cu todos los csirollos «pie s«; ha estrellado en todas las costas, y «pie todos los vit;ntos y to las las corrientes la han lanzado. Renunciamos con justicia á nuestra primera metrópoli: «lesea besamos después la República, y todos los Pueblos se precipitan á apoderarse de la presa: conquistamos la (Soberanía Nacio- nal, después «le la Soberanía Provincial, y sino es la debilidad «le nuestras campañas, habíanse erigido en nuestro suelo desierto cie n estados soberanost «lestruimos la mo- narquía, fuimos republicanos, ora unitarios, ora federales—reacción anarquice, gobier- nos de un ano—de dos anos-triunviratos—dictaduras—oligarquías. . . .Válgame Dios.' astro apagado que sale de su Orbita y lo traspasa todo, tan pronto se lanza en abismos de oscuridad y «le hielo como caé «m los incendios vonc.es il«j una estrella ! Como los Pueblos, hemos ido los individuos reclamando soberanía para nuestro yo, y ved aquí «pie ca«la uno se hace enemigo esto social mente, no necesitamos ninguna importación, sino contener 3' ordenar las (ítems, trazar al rededor ¡de los Pueblos como <1<; los individuos una línea insalvable : si la ley cade un punto ú nuestros embates, síimj es un baluarte inmoble, la sociedad pierde terreno, el interés individual adelanta, y ya sabéis que pasancbándoee hasta cierto gratlo, entramos en nuestra primera liza, ya es nuestro campo «le anarquía v «l«* sangre. Ble «lireis: nosotros c¡al «^s como los axiomas en «d arden científico : la ley es el resorte del progreso, y los medios no deban confundirse «;<¡n los fines. Libertad ! no hay mas libertad, que la «pie «-xisto s«ígun la ley: queréis libertad para el deSOrdew i la buscáis para los vicios, para la anarquía? maldigo esa libertad. Somos Soberanos ; me replicareis} esa lev no es mas que el capital «le una compañía: nosotros socios disolveremos á placar nuestro lüs («invenios, los pacto*, lijaremos otra base. Hubo en al siglo pasado la ticurrencta eres no existen ningunos. No lechaza modificaciones en leyes por sus órganos competentes, los tiempos, las circunstancias, el interés común tal vez lo reclaman; pero si es para ensanchar la órbita de nuestra libertad, por conteniporiznr intereses particulares cualesquiera, fácil c ■ proveer la eterna dominación de dos monstruos en nuestro suelo—anarquía y des- potismo. Aun mas necesaria es a la vitla «le la República la sumisión á la ley—una sumi- fcion pronta y universal—sumisión que abraze dcstle cst»; momento nuestra vitla. Sumisión pronta. L.a acción de la carta Constitucional es vastísima y se halla en oposición casi á tuda la actualidad «le la República ; es una savia que lien»? que pe- netrar enmarañailas y mult iplicadas fibras, «pie necesita mucho tiempo para verificar to- talmente el sistema : ella es un» inmensa máquina, cuyos últimos resultados presupo- nen innumerables combinaciones y grande y posada como es, y compuesta en vez «le ruedas «le voluntades, necesita cooperación universal, simultánea y armónica: un mo- mento después de su promulgación importa su ruina, como un momento que no viva el homlire, til instante sigui«Mi que es elernti i cómo hemos de obedecer á los hombres primeramente que ó, Dios t Sosegaos Católicos. Yo confieso Señores, que sería para nosotros, de indecible satisfacción, si la Re- ligión, tal cual es en la CoufeJeraciou Argentina, hubiera sido considera«la con los r«Tspetos que merece. Si solo las «loradas í>óve r« sué- na «1 canto «le nuestros himnos, ha tl«- resonar á nuestras puertas el furibundo eco de la blasfemia/ Porqué ha de presentarse al pueblo que carece de discernimiento como un problema nuestra augusta y eterna Religión f Cómo Señores se entregan nuestras ma-— « — «ns á todo viento de doctrina ? Por qué la generación presente no ha de tener esc tusi- vamente el derecho de iniciar á la generación que viene en sus principios, en sus creen- cias, en sus dogmas—enseñanza sublime que liga á lo pasado con lo venidero, y que concreta en un punto todos los siglos ? Ali ! yo junté mi corazón con el vuestro para lanzar esos gemidos, y con vosotros estrecho en mis brazos mi Religión, la Keligion de mis padres ! la Religión de caridad, de mansedumbre, de castidad, de todas las virtudes / la Religión que cortejan todos los siglos y las mas evidentes demostraciones ! que nos buscó en nuestros desiertos y nos trajo á la civilización ! y a nombre de esta Religión su- blime y eterna, os digo católicos, obedeced—someteos : dad al C«'*sar lo que es del César, v á Dios lo que es de Dios. 1£1 poder civil protegía la Religión, impedia la enseñanza del error, dejaba con su vibrante- espada el incircunciso profanador........... niega ahora su decidida protección, deja al descubierto las avenidas del error, guarda su espa- da ? dejadle, someteos—(Jntnis anima subdita sioi riblimioribtta potastatiótás, non soltttn jnopter iraní, sed ctium pé"opter vanscu'titam. liorna era pagana, era cruel : mataba á Jos cristianos sin mas delito que ser discípulos de Jesús........y aun el Apóstol San Pablo decia RbflMmtM «tora ego—y los cristianos eran los soldados mas valientes, mas fieles al imperio : los cristianos obedecían, respetaban y defendían Ins leyes de esa pa- tria, y su corazón eternamente ligado con Dios era un perpet no juramento de cumplir « sos deberes, J.a Religión quiere que obedezcáis—jamas ha explotado en favor suyo ni la rebelión ni la anaquia ; cuando la arrojaban de la taz de la tierra, se entraba silen- ciosa en lóbregas cavernas, en las escuras Gatatumbas, y allí era mas sublime, que cuan- do los Reyes la cubren con su manto de púrpura. Obedeced, Sres., sin sumisión no hay ley ; sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad; existen solo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males ds que Dios libre eternamente á la República Argentina, y concediéndonos rivir en paz, y en or- den sobre la tierra, nos dé á todos gozar en eJ Cielo do la Bienaventuranza en el Padre, en el Hijo, y en el Espíritu Santo por quien, y para quien viven todas las cosas. A M E N. Ni las grandes calamidades, ni los grandes bienes son jamas apreciados bastan- temente por la mirada tan red acida de naestre entendimiento: solo es una base, cer- rada por el tiempo y el espacio, la que descubrimos, quedando el ibudo de la cosa, y sus efectos, y su encadenamiento con los domas séres abismados en la elevada cima, que encierra los misterios de la naturaleza, y en que se preparan las realidades del porve- nir ¿ quién jamas ha abarcado, ha podido valuar la grandeza y el número de? los males «pie trae una guerra t ¿quién conocerá los desastres que produce en todo sentido, y ten- drá bastante fuerza para seguir los horribles y prolongadísimos canales por donde vierte hasta un dilatada y remotísima porvenir sus horrores y sus calamidades, y esa fuerza «le destrucción y de muerte ? Por esa misma ley de impotencia es. Señores, que no podemos tampoco apreciar debidamente la grandeza do ciertos beneficios, que concede á los hombres la Providencia conservadora y reparadora del humano orden : á mas de los bienes que en semejantes casos se derraman en los individuos do la muchedumbre, y que se trasmiten á los «le la posteridad, debian tenerse en cuenta los males de que ellos \ ios présenles se libran, los males, Señores, en «pie es tan horriblemente fecundo el género humano. Yo considero, que estamos en posesión de uno de esos beneficios in- calculable* en su profundidad y en su extensión: si nosotros cpie hemos pasado por las mas grandes angustias, que hemos vivido nocidos ai carro délos tiranos, que no hemos sentido mas que alegrías frenéticas, ni mas placer que los placeres feroces de la vengan- za y de la ira, nosotros estamos bajo la influencia de ano de esos acontecimientos de grandor inmenso, do inapreciable beneficencia-Mi vista recorre los tres siglos de nuestra vida de civilización, y desde (pie aparecíamos encadenados al Ibérico, cuando rompimos sus cadenas, y cantábamos nobles y heroicos triunfos, y el mundo entero re- zonaba del grito que daban los libres de América, destrozando innobles cetros y que- brando la dura lanza de nuestros opresores, sacudiendo sucesivamente la doble igno- minia de colonos y de siervos, ¡amas hemos sido tan grandes, jamas nos rodeará un hecho que reuní; tantos bienes, que arroge una gloria mas positiva, y nos prometa mas dichas, que el que hoy motiva, nuestra alegría, y nos hace postrar agradecidos ante el Dios de las Naciones. Un Gobierno, que en vez do cetro, tiene en la mano la carta de nuestros derechos y cuya persona se anonada ante la ley y sus deberes, cuya única base es la justicia. líe aquí, Señores, este inmenso beneficio de que hablo, y que. me pro- pongo explanarlo en la manera que pueda. I-o haré Señores, para que lo apreciéis y apreciándolo se conserve : estad me atentos. I^a existencia do los Gobiernos, de la autoridad «pie anuda como quiera que sea los lazos sociales, es un hecho inevitable, que. ni los sacudimientos mas récios, ni la fuer- za disolvente de la demagogia, en la altura de la civilización, y en la abyección del es- tado salvaje, nada lo destruye, ni puede alejarlo siquiera, en el hombre hay sumisión, y hay autoridad, porque es esencialmente social : y como quieta que al hombre le sea concedida la tremenda facultad de estraviarse, pero no le ha sido dada la do aniquilarse en su nobilísima naturaleza de un ser con amor y con conocimiento, su libertad ticno términos en el órden moral, y también en el órdeti físieo : si se quiero en la historia de la humanidad no se ofrecí? un fenómeno mas constante, que el de una fuerza que tiende á la destrucción de ese poder, como hay en lo subterráneo, esa pujanza que conmueve nuestros continentes: por los embates del orgullo individuad contra la liga nacional en un solo poder, cuantos afectos no ofrece la vida de la humanidad en la extensión del globo y cu la prolongación de los tiempos ! Dividida en un millón tic fracciones que va- rían bástalo infinito, por el temperamento, por su situación, por el predominio del espí-- 8 — ritu 6 de lii materia en una escala inmensa, por la explosión múltiple de variadísimas combinaciones, circunstancias, necesidades, variedad de latitudes, de civilizaciones, de formas en todos los aspectos, un abismo Señores de variedades. . . .y sin embargo, no bny situación, no bay estado, jamás están juntos, tres hombres, en cualquiera punto de la tierra, que no descuelle entre cllo.s c) poder, la autoridad que manda; toca el hombre degradándose los términos que lo separan del bruto....ni ciencia*, ni costumbres, ni habitación que lo defienda de las destempladas estaciones, sus pocas necesidades satis- fechas por un puro instinto animal, y no obstan'e allí veréis gobiernos: las hordas del desierto, ora vaguen por los bosques, ora estén de asecho en nuestros caminos, Jas pre- side su cacique, que manda y que gobierna como cualquiera otra autoridad: el asiático se diferencia del demócrata Europeo, como n opone una afirmación 6 la negación, y ambos engendran por rumbos opuestos ese poder público que los conserva — Si en un momento de ¡nesplicable frenesí se aunan los hombres para conculcar t odo gobierno, y se premien tan las masas, sin mis guía, ni cabeza que su fuior indis (dual, en el momento mismo saltan como un rayo las convenciones, las dictaduras, que con la irresponsabili- dad del mas fiero déspota, guillotina, despedaza, impone un yugo que u lerroriza con horrible espanto, y consultando nuestra historia contemporánea, el momento de las agonías de nuestros gobiernos, DO ers sino el síntoma de un cambia en que por una hor- rible: transformación. el poder sería la dictadura de un hombre sin conciencia y astuto «pie nos chupa la sangre y nuestros derechos sin piedad. t*Ls decir, Señorea, que Inexis- tencia del poder público es un bocho inevitable, que se destaca de lodos los puntos en que se coloque el hombre, que vá con él á todas las latitudes, y que sube y se perfecciona con la virtud y la civilización, y va á buscar en sus abismos al salvaje degradado—es la sombra de la sociedad que la sigue en todas partes. Ahora bien, si es esto una ley irrecusable, un hecho invencible, qué hay de nuevo, Señores, en quo el 5 de Marzo se inaugure un Presidente en la República Argentina? y que este hecho lo califiquemos como el mas venturoso, que registraremos en nuestra historia de colonos y de libres, para que lo reputemos un beneficio de valor y trascen- dencia incalculables' f Oíd, cuando erais colonos, erais sociale s, y por lo tanto bahía sobre vosotros el poder público ; pero un poder público, que había absorto al nacional, y que en vez de ser un sosten, un protector, el fundamento de vuestros bienes, era el esplotador de toda nuestra nacionalidad en beneficio propio—Debiendo surgir y estar «•ii el seno de vosotros, como que erais verdadera y cumplida sociedad, fuisteis arrebata- dos de vuestras propiedades mas caras, llevado de tristísima trasmigración a formar los escalones de un trono á quien no sirvieron nuestros padres, y cuyos netos gubernativos en la travesía de todo el Océano, so convertían en resortes de provecho individual, erais la presa de la ambición y de la codic ¡a, que esplotaban vuestro territorio, vuestras riquezas, vuestras personas, mientras que vuestros derechos yacían aherrojados y con- denados á eterno silencio: es decir, Señores, que el Gobierno español era para nosotros una verdadera calamidad, y tan tremenda, que solo por una calamidad mayor podía destruirse—tal es la que comenzamos á ariostrar con pecho de bronce el año de 18 IO— De qué horrores no ha sido testigo el sol de Mayo !! Cuánta sangre, y cuántos críme- nes no han brotado nuestros corazones!! L.a patria quedó tendida en el suelo, plegada de hondas heridas, que maleficiadas con el calor de la anarquía y de la rebelión se han convertido en un cáncer pestilente, que hacía caer á pedazos el cuerpo de la sociedad argentina; nos quedó por único resultado la feroz manía de destruir, sin mas politice, que la de pulverizar toda entidad política, y crearnos con nuestras mismas manos, un poder horrible, á mas de déspota, un tirano que había socabado todo nuestro republica- nismo: cuarenta años después de trescientos mas se han dividido cntre la anarquía y el despotismo, entre la acción contra los gobiernos, y la reacción de un abuso de poder. . Un justo medio, Señores, una transacion equitativa y honrosa entre las grandes necesi- dades y los grandes derechos, y los intereses mas vitales, he aquí el hecho por el que nos cumple hoy felicitarnos cordia lisimamciite. Un Gobierno que se establece sobre el establecimiento inconcuso de nuestros derechos en la Constitución fundamental del país y un gobierno que recae en la persona de nuestras mayores obligaciones, tul es lo sin- gularmente plausible de este hecho. Para los argentinos que hemos probado en tan horrible manera el amargor del absolutismo, nada difícil debe sernos presentir las ventajas de un gobierno, que no es meramente un hecho necesario, sino una emanación de la ley y de la justicia—pero se- mejante maravilla, reduciéndome á nuestra actualidad, no podría verificarse sino bajo la influencia de un héroe de virtud y patriotismo. Cuando la Divina Providencia concede este beneficio á los pueblos, ved el aspecto que ellos ofrecen en su política; mas para que lo percibáis, contrastémoslo con el de un pueblo que soporta su gobierno con antela- ción á la Constitución y garantías de sus derechos—en este caso la persona en quien se expresa el poder público, tiene tan vasto campo al poder de su autoridad, cuanto él mis- mo se quiere señalar en el horizonte de sus dominios, y esto lo hace ó con perpetua ar- bitrariedad ó dictaminando á la vez leyes estables, pero que siempre asientan sobre una palanca que las vuelca á discreción del príncipe—en el primer caso tenemos un déspota en todo el rigor de la palabra—en el segundo está, él mismo en embrión que paulatina- mente vá desarrollándose, engrandeciéndose hasta tanto que desaparece todo su aspec- to de autoridad social, y queda nada mas, que un grandísimo personage, en cuyo alre- dedor viene á condensarse para bien de él y de sus hijos todos los bienes que brotan de la sociedad : el labrador suda para los reyes, el militar sirve á su ambición y conquis- tas, el literato se afana en mantener siempre embalsamada su atmósfera, y á una seña de ojos van gratuitamente á la muerte los malhadados ciudadanos, que en vida no salie- ran de la área que ocupaban sus cuerpos. La historia Señores, y la revelación nos avi- san de consuno, quo los reyes son una calamidad de los pueblos-—Como un castigo de su dureza de corazón concedió el Señor un rey ul Pueblo de Israel que se lo pedía con impía tenacidad—"Haz lo que ellos dicen, ordenaba Dios á Samuel pero díles primero el derecho del rey que los ha de mandar—tomará vuestros hijos, y los pondrá para que gobiernen sus carros, los hará labradores de sus campos, y segadores de sus mieses—se apropiará lo mejor de vuestras viñas y olivares, y diezmará el producto de vuestras mie- ses, vosotros seréis sus siervos, y clamareis aquel día á causa de vuestro rey." Consul- tad ahora lo que enseña la historia, y vuestro corazón gemirá á la contemplación de las ruinas que hacen en la humanidad esos gobiernos absolutos—aquí levantan pirámides que en su mole imitan la naturaleza, allá inmensos palacios, que hacen ventajas 6 las ciudades, sin mas trabajo «le su parte, que el querer—aquellos llevan la guerra á todo lo conocido, emprendientlo conquistas, riue cuestan millones de vidas sin mas fruto, que el conquistador sentado en un altísimo trono vea de hinojos á los hombres allá hasta donde el horizonte los oculta—los otros pueblan «Itisiertos horrorosísimos de millares de fami- lias sacrificadas á su política suspicaz—Y «pié queréis Señores ? si el pueblo cayó en un letnrgt» «le muerte por efecto de su disolución, y este atlvenedizo llena cruelmente esa ley do la existencia de los gobiernos—el pueblo ha venido á ser una propiedad suya— sin mas recurso para esto que la paciencia—nada mas que el tlur«> recurso del sufri- miento : porque si se me señula la rebelión como un remedio «le ese mal, ved que esta es una calamidad mayor que todos los tiranos y que con ella no se haría mas que tocar someramente la desgracia, quedando íntegra cuando no aumentada para que la ponga en juego un sucesor cualquiera ; á mas de «pie si los pueblos han de caminar por la no- ble senda de lo justo y de lo recto jamas podrán tocar esa persona que abusa de su po- der, sin pmier manos sacrilegas á la autoridad que se funda en el derecho natural, y que importa romper el nudo quo liga en un manojo toda la socieilad—sería un crimen de lesa Patria. Ved ahí, señores la tremenda situación «le un pueblo prevenido por el he- cho—Gobierno—-la horrible expiación de sus desórdenes anárquicos, el tluro y prolon- gado martirio á que se halla condenado; pero que en justo homenaje á la Divina Pro- videncia, se soporta con valor su padecimiento bajo la influencia de la religión, es cier- to á la luz filosófica é histórica, que ese pueblo mejorana, y poco á poco entraría en el deseadísimo punto, en que se conciban los grandes derechos y las grantles imcesidades, combinando en la mejor proporción posible la balanza del pt»der, y la inviolabilidad de otros «ierechos igualmente sagrarlos—Cuando un pueblo se coloca en esa situación, es entonces que yo he dicho, que sus legítimos intereses, y su noble libertad han prevenido ul gobierno—y ya la sociedad comienza á irradiar en todo sentido las clarísimas precio-—ÍO— sidades con que la dotara la Providencia—So asemeja al sol que atraviesa los cielos con rápida y ordenada carrera, derramando la luz, la fecundidad, el bienestar por todas partes, y disolviendo de paso las nnbecillus que levantan desquiciados vapores. Argentinos ! Veis esa luz léntic pero tranquila, que se levanta sobre vuestro magnífico Plata, y que vá á reflectarse en las nieves de los Ancles ! .Ois ese rumor que viene desde el Santuario de vuestros legisladores, suave, melodioso, como los gorjeos do los pajarillos en la madrugada I Os anuncio, que eso es la aurora del bellísimo dia, que os preparó la Providencia en galardón de vuestros inefables padecimientos! Dios ba- bía verificado en el fondo de la II epúblic.-i Argentina un solemne reposo, como quiera; que su fas baya conservado las huellas de \n turbación, asi como algunas olas rugen en la superficie de las aguas después de pasada la tempestad, y al favor de esa calma dicho- sa, protegida por un héroe de patriotismo se lian consagrado en el augusto templo de I.i razón, nuestras leyes y nuestros derecbos—Removidos los escombros de la tiranía, .-<; han puesto los fundamentos inmobles de nuestra sociedad regenerada—esta es la ley, esto es lo justo hemos dicho, y lian venido las cosas y las personas á amoldarse en eso molde sagrado. Las bases del gobierno no son el apiñamiento de todas las personas, de todas las vidas, de todos los intereses, que baria el trono de un Dictador, sino las mismas garantías del ejercicio de nuestras facultades, el uso libre y cumplido de todos nuestros derecbos eso es el único camino de llegar al recinto de la autoridad—este derecho existe, porque existen los nuestros-aquel se desenvolverá en una vasta órbita, cual necesite, pero sin menoscabarla en que se desarrollan los nuestros, y del movimiento libre de aquel y de los nuestros, resulta esc todo regular y armonioso, que bace la magnifica ilu- sión de los pueblos modernos, que contienen mas bellezas y encantos que cuanto hay en la nat uraleza—c.-ta es la gran realidad, es la que con valor incontrastable buscaban los héroes de la Independencia, el que habla en nombre de ella, habla en nombre de la Patria y de la única verdadera liberta»!, por quien suspirábamos tantos años, y en cuyos «altares inmolaban sus vidas nuestros mayores: cuando esta existe, apareee todo lo bueno tío que es capaz el hombre en la tierra, cuando ella desaparece, se desquicia, se rompe y cae con espantoso ruido el edificio social. Ved ahí la grandiosa perspectiva de vuestra organización, que esencialmente consta de sus leyes y del poder público, que las bace egecutar, respetad uno y otro, so- focando pasiones mezquinas de antipatías personales, y espíritu de partido—Sed justos, y Dios que es la vida de todas las cosas la dará muy larga y gloriosa á nuestra amada Patria— Dios bexdiua la Rbpdbuoa Aroeututa v a si- dignísimo Presidente \ Vice—Presioente Constituc ional. 0^ .\> 0 -Vj^W DEL VENERABLE SENADO DEL CLERO SOBRE UJYA COIVSULTA düfi SE HA SERVIDO HACERLE EL ILUSTRÍSIMO Sr. OBISPO VICARIO APOSTÓLICO SOBRE SI TIEIYE Ó NO FACULTAD PARA DISPEN- SAR EN EL IMPEDIMENTO DE DISPARIDAD DE RELIGION; Y EN CASO DE TENERLA, EN VIRTUD DE QUE CAUS AS, Y BAJO QUE CIRCUNSTANCIAS DEBA HACERLO. IMPRESO BN LA IMPRENTA DE LA G ACETA MERCANTIL. 1833T