&4 uor. c.^i. LA I>E M PROVINCIA DE BUENOS AIRES, A EOS GOBIERNOS Y CIUDADANOS . 1>E LA3 DE Ut CONFEDEKACION ABGENTINA. «MBM ¡Mi i IMPREMA DEL ESTAD», Calle Santa Rosa íío. !)/.• 18 5?.K&H2FISST6. — NUBMO La Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Ai- res á los Gobiernos y ciudadanos de las Provincias hermanas de la Confederación Argentina, La Provincia de Buenos Aires, se presenta nov- ante el mundo y sus hermanas en la actitud guerrera y decidida que asumió el 25 dé Mayo de 18LO—cuando inauguró el imperio de Ja democracia y la justicia, y proclamó la reabilitación de la dignidad del hombre vilipendiada. Una gran revolución política y social, que mas bien puede llamarse reviudieacion de los derechos del pueblo, acaba de tener lugar en Buenos Aires. Ksta revolución, legítima por sus causas, gloriosa por sus medios, grande por sus fines, vasta por sus re- sultados é invencible por los poderosos elementos do que dispone, no es sino la continuación de la inmortal revolución de 1810, que anuda el hilo roto de las tra- diciones de la libertad, levantando del sueío sus prin- cipios caidos. Rsta revolución hecha por el pueblo 3' para el pueblo, viene á realizar las promesas de todas las re- soluciones pasadas que, se han esterilizado ó por la sangre derramada por los tiranos, ó por la sangre der- ramada por la anarquía. Pura, de toda influencia de caudillage, agena a todo interés de partido, exenta de toda pasión egoista, y sin mas exigencias que el triun- fo de la ley 3' la gloriJirneion de la paz, ella promete á todos los que la .«aluden con amistad, las garantías ma*sólidas» v positivas que haya presentado jamas revolu- ción alíruna entre nosotros; siendo ademas, por una com- binación de circunstancias, la primera revolución que habla á los pueblos, no con la voz de los soldados amo- tinados, no con la voz de los generales vencedores, no con la voz del pueblo sublevado en la plaza pública, ni con la do los gobiernos de hecho, levantados en U pun- ta do las bayonetas, sino con la voz tranquila y mages- tuosa de los Representantes, legalmente elegidos por el pueblo y desde lo alto de la tribuna parlamentaria. La Sala de Representantes de Rueños Aires, en nombro de la Provincia que-representa, y en el interés de la gloria de la patria, dirige hoy la palabra á las Provincias hermanas por medio de este Manifiesto, pa- ra hacerles conocer la justicia que la asiste en la causa que sostiene, v los principios que han de guiar su polí- tica ulterior, luego que la tranquilidad se haya restable- cido. Ra revolución de Buenos Aires no es hija do la có- lera, ni será nunca madre de la venganza. Si el pueblo de Buenos Aires en masa ha echado mano de la espada, lo ha hecho con el vigor y la serenidad del apóstol, pa- ra revindirar sus derechos conculcados, y para incrus- trarlos después del triunfo en la diadema republicana, que ha de eofíir las sienes de la República Argentina, en los benditos dias de la paz. Los hechos palpitantes hablan con la elocuente voz de la evidencia; y todos, y cada uno de ios hijos de la gran familia Argentina, pueden comprobarlos poniendo la mano sobre su con- ciencia, para que la Sala de Representantes de Buenos Aires necesite, al justificar su actitud, hacer otra cosa que evocar los recuerdos que viven en la memoria de todos, de actos de incontestable notoriedad, y de docu- mentos que son del dominio público. La Provincia de Buenos Aires, libertada do la ti- ranía tic Rosas por las armas altadas que triunfaren en ía batalla de Caseros, debió croe* y creyó que la liber- tad que se le proinetsa era un hecho, que la federación que se proclamaba era una verdad, y que loa pactos so- lemnes, ajustado* entre, los altados par í dejar al pueblo en perfecta libertad para organizarse, tendrían ai fin su leal y debido cumplimiento; porque no oran solo las ar- mas aUadas las que derrivaban la dictadura de Rosas, sino también la opinión de! pueblo que lo había aban- donado. Las primeras palabras del General Urquiza al dia siguiente de la batalla confirmaron esta creencia, puos al tiempo de encomendar provisionalmente el go- bierno de la Provincia al Dr. D. Vicente López, le decia en una nota fecha del 4 de Febrero :—"En este encargo "doy al magnánimo pueblo de Buenos Aires unn garan- "tía positiva de que sus instituciones serán respetadas.... "porque el General en Gefe del Ejército Aliado Liber- tador, habiendo hecho desaparecer de la escena públi- "ca á I). Juan Manuel de Rosas, quiere dejaral pueblo "que oprimía en completa libertad para disponer de "¿us destinos.'' El pueblo ávido de esperanzas alzó al cielo sus ma- nos laceradas por las cadenas en acción de gracias, v dió al General vencedor el título de Libertador. Pocos dias después doscientos de los prisioneros tomados en el campo de batalla eran fusilados sin forma alguna de juicio en torno de Ja morada del libertador, y sus cadáveres Kangríeníos arrojados en las zanjas de Palermo ó pendientes de los sauces, permanecen insepultos por varios dias para servir de espectáculo al pueblo libertado.—El pueblo quiso ofus- car su \ isl a con el polvo del campo de batalla para no ver en esta hecatombe humana la r esurrección de i terrorismo que afilaba el hacha gastada de la caduca dictadura en la piedra misma del ara de la libertad. Mientras tanto, como cuatro mi! prisioneros toma- dos en el campo de batalla, siu disparar un tiro, per- manecian detenidos en el campamento del libertador, y selcciento:; de ellos, ciudadanos todos de Buenos Aires, pertenecientes á las clases desheredadas de nuestra sociedad, son remitidos cautivos á la í'rovin- cia. de Entre RÍOS, donde aun gimen como esclavos en la horfandad y en la miseria. El pueblo libertado sin- tió aquel pedazo de su carne que se le arrancaba en nombre del triunfo, pero aun no quiso dudar de que po- día ser libre. Al misino tiempo eran declarados botín del vence-—G — dor todos loa parques y depósito» de guerra de la Pro- vincia de Buonoa Aires, cuyas armas y pertrechos eran remitidos á gran prisa á Entro Rios, como si se hubie- se premeditado do antemano el plan cobarde de de- sarmarnos. El pueblo miraba con manifiesto descon- tento estos actos de verdadero despojo, pero aun tre- pidaba en poner en duda la rectitud de intenciones del Genera! Urquiza, porque creía que con esto le pagaba una parto del precio de su libertad, y lo mismo creia cuando veia las rentas de la Provincia pasará sus ma- nos casi on su totalidad para que él las emplease á su antojo sin obligación de dar cuenta á nadie, lo mismo queí\abia hecho con Jas crecidas sumas que el Brasil le babia suministrado en calidad de préstamo nacional. La noble y generosa conducta de los aliados hacia resaltar mas este proceder, indigno do nuestra civili- zación. Mientras el libertador argentino se bañaba en nuestra sangre, esclavizaba nuestros ciudadanos, nos despojaba como á coaquistados y disponía á su antojo de nuestros tesoros, los brasileros y orientales se reti- raban dejando sus muertos en el campo, llevando so- bre sus hombros las armas que trajeron, laureadas pol- la victoria, y sobre s-us cabezas las bendiciones de un pueblo agradecido. Atrepellada la justicia con las ejecuciones arbitra- rias de Pulermo, ultrajada la humanidad por el envió de nuestros ciudadanos cautivos, desconocidas las leyes de la civilización por el despojo de nuestra propiedad legíti- ma, y violadas nuestras instituciones provinciales por el modo irregular con que se disponía de nuestras rentas, el General Urquiza atento al DO contra la dignidad hu- mana, que aun permanecía de pié, dirigiendo al pueblo de Buenos Aires la proclama de 21 de Febrero de esto año, que ha escandalizado al mundo. Esa proclama, i roturación feroz del caudillo, evocando recuerdos de odio y QStcu*minio, impuso á los ciudadanos en nombre de uaa mentida fusión, una librea d -. infamia, al obligar- les por la fuerza á llevar en su frente el cintillo punzó que habían pisoteado el día 4 de Febrero, cuando se creyeron libros y restituidos al goce do su dignidad. Fré cintillo, bonro.-o para los soldados libertadores como divisa da guerra, simbolizaba para el pueblo d* Buenos Aires veinte anos de esclavitud, de luto y de agonía. Desde entonces se desvanecieron las esperan- zas que por un momento so habían reunido en torno del nombre del vencedor de Rosas : ya ei pueblo no esperó nada sino de sí mismo. Vio que se Je trataba sin consideración alguna como k pueblo conquistado, y no como á pueblo libertado, y se preparó en silencio para emanciparse de su funesta influencia, que ya pesaba sobre todos como un yugo. Fas elecciones para representantes de la Asamblea Provincial fueron la ocasión de que se mostrase abier- tamente por Ja primera vez Ja impopularidad del Gene- ral Urquiza en Buenos Aires. Las listas del pueblo triunfaron en los comicios públicos por una gran ma- yoría de sufragios, haciendo oposición valiente á las candidaturas apoyadas por el General Urquiza, apesar de haber este enviado todo su ejército á votar, violan- do sin pudor nuestra ley de elecciones. La Sala de Representantes de la Provincia se inau- guró bajó los auspicios drd triunfo del pueblo, v rodea- da con la aureola do la simpatía universal, sirviendo así de núcleo il descontento y de blanco al General Ur- quiza, quien guardándole el rencor de su derrota electo- ral, veia levantarse con ella el muro de bronce de la opi- nión pública. El General Urquiza, acostumbrado á mandar dictato rialniente á la Provincia de Entre-Rios, completamente ageno á los trámites de un órden regular que miraba funcionar por la primera vez de su vida, sin comprender que el pueblo puede gobernarse por sí, y sin sospechar que el hombre puede tener otra volun- tad que la de aquel que tenga en su mano la fuerza bru- ta, creyó ver una hostilidad directa y manifiesta en ca- da uno de los actos normales de esta Sala. Talos fueron los primeros pasos de la política del General Urquiza, respecto de la Provincia de Buenos Aires. Fas Provincia^ hermanas saben bien cual ha sido 3U política para con ellas. Las primeras palabras de simpatía del General Urquiza al dirigirse á la* provincias del interior fueronen favor de los Gobiernos vitalicios, no en favor de los pueblos redimidos; en favor de los mandónos irres- ponsables, no de los oprimidos por su bárbara tiranía. Asi fué como los pueblos de ta Confederación Argenti- im pudieron ver con dolor y asombro al arbitro supre- mo de la situación estender la mano de amigo a los ver- dugos de las provincias, que habían hecho estremecer !• humanidad de espanto. El aplaudió públicamente los fusilamientos de Tucuman y procuró robustecer el funesto poder del Gobernador Gutiérrez. El sostuvo por mucho tiempo la espantosa administración del Gober- nador López en Córdoba, cuya legítima revolución quiso sofocar á balazos, cuando ella estallo muy á pe- sar suyo. El prestó eficaz apoyo al General Jlcnavi- des, autorizándolo de este modo para oprimir á la Pro- vincia de San Juan, cuya emancipación próxima ¡í con- sumarse detuvo con su influencia y con las amenazas escritas de que fue portador su primer comisionado cerca de los Gobiernos del interior. El movimiento popular de Mendoza que restabU" ó el Gobierno legal en aquella provincia, fué aceptado pof él con manifiesto descontento y solo por la impotencia absoluta en que se hallaba pura reprimirlo. Salta, Jujuí y las otras Provincias que siguieron su ejemplo, Se vieron libres de Bttfl caudillos á pesar de la voluntad del libertador, y si las ie\ es recobraron su imperio en esos pueblos dignos de mejor suerte, tan hondamente trabajados por el in- fortunio, este beneficio no fué debido ciertamente al Genera] Urquiza, sino al valar y al patriotismo de sus nobles hijos. En una palabra en su política para con las provincias hermanas él ha demostrado en todos sus actos, en todos sus documentos, en todas sus palabras que había triunfado para los Gobernantes y no para ios Gorbernados, para los opresores y no páralos opri- midos, para los sacrilieadores y no para las víctimas. Desde entonces todos pudieron presentir que el General Urquiza marchaba á reemplazar la tiranía cai- da, organizando á su antojo la República Argentina, no según lo. voluntad del pueblo sino según su capri- cho, no según la conveniencia de todas y cada una de las provincias, sino según su interés individual, sostilu- —»— yendo así la tirania constitucional á la tiranía irrespon- sable, la hipocresía al c inismo, las farsas tle una men- tida libertad á las violencias de un poder francamente brutal. Sin embargo se veía aun en el General Urqui- za al hombre que reunía en torno suyo el prestigio do la victoria y los elementos nacionales, y aunque se le negaba la inteligencia de la situación y las recta3 in- tenciones del patriotismo, se esperaba todavía algo de un congreso libremente elegido por los pueblos y de una constitución apoyada en el asentimiento general que, satisfaciendo su ambición legítima le pusiera al mismo tiempo límites, determinando sus deberes y ga- rantiendo nuestros derechos» En estas circunstancias tuvo lugar la reunión de Gobernado rea en San Nicolás, la que según la opinión general y i;\ naturaleza misma de la reunión, r.o podia tener otro objeto que el preparar una Convención pre- liminar que arreglase el modo y forma en que debiera hacerse la elección de Diputados y la reunión del Con- greso General Constituyente, que había de organizar la República, levantando en alto las tablas de la ley sancionadas de común acuerdo. El Gobernador de Buenos Aires fué invitado á esa reunión y partió para San Nicolás sin pedir instrucciones á la Sala para tra- tar, ni hacer siquiera presentir el objeto que lo llevaba. El General Urquiza sin consultar para nada la vo- luntad general, así como no habia consultado la nues- tra, invistiendo por si y ante ;;í á la reunión de Gober- nadores de todas las facultades de un poder ejecutivo nacional que pudiese delegar su poder j que ademas tuviera la facultad de legislar para todas y cada una de las Provincias, estatuyó por el Acuerdo de San Ni- colás una verdadera constitución provisional que lo ar- maba de un poder inmenso, mayor que el que en nin- gún caso podría tener el presidente que se crease. Tal poder, falso por sus bases, ilegítimo por su origen, fu- nesto por la desmoralización que debia introducir en la constitución futura y por los peligros de que rodea- ba á la libertad renaciente, era ademas inadmisible como despótico y atentatorio á la dignidad humana, porque constituia una verdadera dictadura irresponsa--—.10— ,uíe> sin "limites, sin contrapeso y de duración indefinida No satisfecho con la inmensa «urna de poder ron que Be hacia investir el General Urquiza, se hizo decretar por esa misma reunión de gobernadores título», pre- mios, medallas, premios y recompensas nacionales que solo al Congreso correspondía decretar. Sin embargo de todo esto y de que veía malogrado por el momento el gran pensamiento de la Organiza- ción nacional por la ambición vulgar de un hombre, aue rio había sabido colocarse á la altura ek» la situa- ción, sin embargo de todo, la Sala de Representantes de Buenos Aires, sin entrar al fondo del negocio recla- mó el imprescriptible derecho que tenia de tomar par- te á nombre de sus comitentes en la discusión de un asunto que afectaba la suerte de la Provincia, el desti- no de sus instituciones y el porvenir de sus mas vitales intereses. Viendo amenazada esa suerte'y ese porve- nir por un acto tpie, á ser tolerado, nos entregaba ma- niatados al capricho de ttn ambicioso que «pieria pres- cindir dé la voluntad del pueblo, la Sala de. Represen- tantes levantándose á la altura de sus deberes acudió con decisión y valentía al punto amenazado, y a unanimidad de votos declaro por la ley de LO de Junio del presente año, que él Acuerdo de San Nicolás no tendría efecto, ni seria obedecido por ninguna autoridad de la Provin- cia, mientras él no fuese votado con arreglo á nuestras leyes Tal era la justicia de nuestra exigencia, que el Go- bierno de la Provincia, coligado con el General Urqui- za contra la Sala, no pudo- menos de reconocer que elia obraba perfectamente en el círculo dé sus atri- buciones, y los efectos del Acuerdo de San Nicolás fueron suspendidos, y «1 Acuerdo fué sometido á la con- sideración de la Sala. Desde esté momento, el pacto de San Nicolás dejó de ser Acuerdo v pasó á ser Tratado ; porque la menté del (/eneraI Urquiza, como lo indica el titulo mismo de ese documento, liabia sido estatuir definitivamente, sin dejar á los pueblos la libertad para aceptar, rechazar ó modificar lo acordado por los gobernadores. Sin embar- go, retrocedió un momento, intimidado ante la actitud — li — imponente de esta corporación, apoj ada. en su incontes- table derecho, y en ta tuerza moral de la opinión públi- ca, que acababa de manifestarse de una manera esplén- dida en una petición espontánea, elevada á la represen- tación por millares dn ciudadano», que pedían lo mismo que elia hacía en aquel momento supremo y decisivo. Ua Sala entró á considerar el Acuerdo*-) abriendo «obre él una discusión solemne el dia 21 de Junio del presente año, buscó de buena fé un remedio a |a situa- ción, procurando reparar el mal que la ambición impa- ciente del General Urquiza había hecho á la grande obra de la organización nacional. Ulla quería que la organización fuese el resultado de la voluntad general, libremente expresada, y que consultados los intereses recíprocos de todas las Provincias se hiciese una obra sólida y duradera, que aceptada por todos v convinien- do igualmente fi todo-, flüj ese d< gu fuente natural para que asi resistiese mejor á las exageraciones de los par- tidos, á los peligros di !,i -.u ación \ á las tempestades de los tiempos. Úl grito destemplado de la pasión se al-, zó en medio del debate por los M¡nitros que sostenían la conveniencia del Acuerdo de San Nicolás, y sobre- vino á consecuencia de esto una crisis ministerial que trajo consigo una crisis gubernativa. ¡ Ul Gobernador propietario de la Provincia hizo di- misión del mando al mismo tiempo que su ministerio, prefiriendo caer con él envuelto en su impopularidad, untes que cooperar de acuerdo con la Saja á resolver el difícil problema de la situación. Desde este momento las dificultades aumentaron, y la Sala de Representan- tes, teniendo trazado fatalmente su camino, vió que lo que se pretendía era aislarla para perderla, suprimiendo usi el único obstáculo que geoponía al establecimiento \íel poder irresponsable y personal, creado por el Acuer- .lo de San Nicolás. La Sala, obedeciendo, pues, á la lógica inflexible de la situación, aceptó la renuncia del Gobernador, viendo que ella era irremisible, y con arre- glo a la ley tic la Provincia, encargó del Gobierno interi- no de ella a su Presidente, General Don -Manuel Gui- llermo Pinto. Kl día 24 de Jumo destinada para que el Preside»'-— ja- te de. ta Safa so recibiese del mando que iba á desem - peñar, uo por elección, sino por ministerio de la ley, la le3' fué desconocida y su ejecución suspendida, la Sala de Representantes fué disuelta por la fuerza, el lugar de sus sesiones fué cerrado por la mano de la violencia, y proscriptos los diputados que habían toma- do la palabra para cornbalir t-egun BU conciencia las ba- ses del acuerdo. Perpetrados estos atentados inauditos, el General Urquiza, no respetando ya nada, violando el mismo acuerdo que invocaba, movió sobre una ciu- dad pacífica, que hacia uso de su derecho, al ejército que nos habia»rest;luido al goce de nuestras institucio- nes. Suprimiendo con su espada la voluntad general, única base de todo poder legal, fundó sobre las bayo- netas un poder ilegal, creado por la voluntad capricho- sa del vencedor, erigiéndose de este-modo en árbitro y dueño de todo lo que la divinidad ha dado al hombre para ennoblecerlo, de todo lo que la civilización ha conquistado para hacer la felicidad del género huma- no, de todo cuanto la revolución había proclamado y fundado, consultando el mejor gobierno de la sociedad. Buenos Aires fué real y efectivamente tratado como pueblo conquistado. Destruida su independencia pro- vincia!, despojada de los atributos de la soberanía, pi- soteada-; sus instituciones, sin el derecho de tener una representación y un gobierno propio como las domas provincias, sometida á la censura prévia y á la intimi- dación, sin el derecho de hablar ni aun siquiera de quejarse, quedó cautiva dolorida á los pies del irritado vencedor, que poniendo la planta sobre su cuello, anunció á los pueblos de la República que: estaba abierta la era de la organización nacional. Asi fué como se inauguró el directorio que iba á velar por el mantenimiento del sistema federal y presi- dir á la organización constitucional «leí país; así fué- como "se dejó al magnánimo pueblo de Buenos Aires "en completa libertad para disponer do sus destinos." Adoptado el principio d<; que Buenos Aires no tenia derecho para gobernarse á SÍ misma como pro- vincia federal, este principio no tardó en ser llevado & sus ultimas consecuencias, y el gobierno de hecho de — 13 — ia Provincia, creado por la voluntad de un dictador, dejo de existir por la misma voluntad, siendo reemplazado por otro poder igualmente de hecho, que se refundió en la persona de! Gobernador ele fintre-Kios, director provisorio de la Confederación, mandatario de Buenos Aires, en virtud del titulo de la batalla de Caseros, có- mo si el triunfo de Caseros no fuese la propiedad de la nación entera y de sus generosos aliados, y como s. ella solo hubiera dado derechos al vencedor y obliga- ciones de obediencia ciega á los que, en su desprecio por la dignidad humana y en la embriaguez de su or- gullo, tuvo la insolencia de llamar vencidos. Rolo el pacto social, holladas nuestras leyes, des- truidas nuestras garantías y aplicado el derecho del mas fucrJe al gobierno de la sociedad, las usurpaciones f y humillaciones se sucedieron con rapidez para este pueblo infortunado y generoso, que ni con el sacrificio -sublime de la vida, ni con la mansa resignación del abatido, ni con la digna moderación del valor civil, lia podido comprar el derecho de vivir en paz, y de pen- sar con libertad. El General Urquiza, con-tituyéndoso por sí y ante sí en legislador absoluto de la Confedera- ción, marchó á paso de carrera hacia la organización nacional, que para él no era otra cosa que la consoli- dación definitiva de su poder, y la última sanción de I03 títulos de propiedad que iban á hacerlo dueño legí- timo del Gobierno de la República, v Sin embargo de tantas violencias y desaciertos aun hubiese podido el General Urquiza hacer algo por la felicidad del país, si poniendo la fuerza al servicio de los principios hubiera impulsado á los pueblos con mano vigorosa en el ancho camino de la salvación. Pero no, lejos de eso, echando mano de la represión y de la corrupción, acabó por manchar la corona de su triunfo, disipándose tristemente las últimas esperanzas que permanecían agrupadas en torno de su persona, que aun era considerada como necesaria por algunos. Las rentas de la Provincia fueron en gran parte dilapi- dadas, tentando vanamente con ellas la corrupción, como si la opinión pública pudiera ser comprada, como si el corazón pudiese tasarse, 3- como si la libertad pu-• ■ * üiose cambiarse por uu puñado de oro. Ea constitu- ción futura que debía regir al pais fué escrita y san- cionada de antemano en el gabinete del Director para ser impuesta ni Congreso y á ios pueblos $n nombre del derecho de conquista, que se arrogaba el vence- dor de Caseros, y que aplicado á Unenos Aires ya, iba i ensayarse en escala mayor, aplicándolo á la Re- pública toda. Se dispuso de la suerte de todos sin con- sultar á'nadie, v para poner el sello á tan anómalo é inmoral órden "de cosas, las elecciones de diputados para el Congreso se hicieron sin que la ciudad ui la campaña d(T Buenos Aires tuviese participación en ellas depositando libremente cu sufragio en la urna electoral, resultando electos por unos cuantos indivi- duos que se presentaron á las mesas «/ .«cru(.adoras dos personas, que con aquel título fueron invertidas de tan elevado carácter, para ser los diputados, no de la na- ción, sino los diputados de las voluntades supremas y absolutas del General Urquiza. Todo se violaba, todo estaba falseado, todo era mentido. Mentida libertad, y mentido libertador. Mentida fusión y mentida federación. Mentida organización nacional, mentidas eleccio- nes, mentido Congreso nacional, mentida Constitución, mentida regeneración. Solo era verdad la humillación presente y la tira- nía futura; la caída de un poder irresponsable que iba á ser reemplazado por otro poder que marchaba atrevidamente sobre las mismas huellas. En tal situación la revolución era no solo un derecho, sino también una necesidad vital. Habíamos 'legado á ese momento estremo para los pueblos en que, cerradas todas las puertas de salvación, los males que trae consigo una revolución son mil veces menores qiie los que puede causar ol orden de cosas estableci- do.—Uniformada la opinión pública h este respecto, la revolución debía brotar indispensablemente del seno fecundo del pueblo, que asi en la prosperidad como en "1 •infortunio obedece siempre a una voz secreta qué .le manda seguir adelante en prosecución de la mayor suma de felicidad posible. La revolución, que como se ha dicho, debe 11a- ,marse mas bien la revindicacion de los derechos del pueblo, tuvo lugar el día 11 de Septiembre, sin dispa- rar un solo tiro, tomando parte en ella el pueblo todo, Jas fuerzas del Ejército de Buenos Aires, las tropas de la Provincia de Corrientes y parte de las de Entre- Rios que se hallaban en esta ciudad, capitaneando este .movimiento los Sres. Generales D. José Maria Piran y D. Juan Madnriaga y el Coronel D. Manuel Hornos, unidos á otros bépeméritos gefes militares y ciudada- nos distinguidos, cuyos nombres bendecidos hoy por sus conciudadanos, vivirán eternamente en el corazón del pueblo. Los gefes del movimiento, intérpretes do la opinión pública, dando un ejemplo nuevo en nuestro pais, declararon que habían triunfado con el pueblo y para el pueblo, y en consecuencia restablecieron el ór- den legal de la Provincia, deponiendo su espada en el altar de la ley. Ea Sala de liepresentantes fué reins- talada eu el puesto de que había sido arrojada violenta- mente por la fuerza de las bayonetas. De la Sala na- ció el Gobierno legal, y el orden nació naturalmente do la revolución, siendo este uno de aquellos raros casos en la historia de los pueblos, en que del trastorno ha nacido la armonía de Jos elementos sociales, lo que prueba el desquicio y la incapacidad de la administra- ción ilegal del General Urquiza. La revolución se ha'e'stendido por todos los ám- bitos de ja Provincia, sin esfuerzos ni resistencia, sa- ludada con intenso júbilo y entusiasmo por todos los corazones patriotas que se estremecen ú los nombres de patria y libertad, y que desean de veras la unión y .felicidad de los Argentinos. La Provincia en masa se ha pronunciado por la causa del orden legal. Ea ciudad, el Sud y Norte de la Campaña, se haila en armas con lo mas distinguido que tiene el pais á su cabeza. Ya no hay partidos para loe hijos de Buenos Aires, ya no hay rencores enve- nenados, no hay intereses opuestos: en presencia de las grandor cosas que tenemos por delante, todo taque queda atrás son paja» que so lleva el viento. Hoy la fusión es una verdad : ella nace de su fuente natura/ que es la voluntad del pueblo, el único que puede olvi- dar y perdonar los errores recíprocos de los partidos, y el único que puede decretar el abrazo de la fraterni- dad ; no cuino en otro tiempo en que, ella era solo un medio de dividir y dominar, empleado por la represión. Los bellos días de la patria han vuelto á lucir para no- sotros y para no oscurecerse ya. Esta unión de volun- tades es lo que constituye la fuerza de la revolución de Buenos Aires que, grande, gloriosa, invencible y gene- rosa será fecunda en resultados, contribuyendo eficaz- mente á sentará la libertad sobre su trono de gloria coronada de luz y magestad. Reinstalada en cí goce de su soberanía provincial, v revindicados sus derechos conculcados, la Provincia de Buenos Aires se ha puesto de pié, con espada en mano, dispuesta á repeler toda agresión, á sostener to- do movimiento en favor de la libertad, á combatir toda tiranía, á aceptar toda cooperación, y á concurrir con todas sus fuerzas después del triunfo á la grande obra de la Oriranizacion Nacional, sin que sea violentada la voluntad de la última aldea, del último ciudadano, por- que entonces no habrá caudillos sino pueblos, no habrá ligas de gobiernos sino asociación de provincias, no habrá r>-presión despótica sino unión de voluntades, no habrá intereses egoístas sino altos intereses geno- rales de la gran comunión Argentina. ¡'ara conseguir tan grandioso resultado, la Provin- cia de Buenos Aires tomará una actitud imponente é in- contrastable, no para atacará las provincias hermanas, Fino para defender los derechos de todas si es preciso, para hacer imposible de este modo la guerra civil, para disipar hasta la última esperanza de una resistencia estéril é impotente contra la causa soberana del pue- blo. La Provincia de Buenos Aires, que cuenta boj' sobre las armas mas de quince mil ciudadanos, pon- drá en pié si es necesario un ejército de veinte y cúneo mil hombres, y cuando todas las Provincias se hallen libres y tranquilas, cuando sea la espresa voluntad de todas ellas constituirse definitivamente con arreglo á los eternos principios de Ja conveniencia, de la moral y la justicia, ella repetirá á la p.'ir de sus herma- nas, que la era de la organización nacional está abierta. Mientras liega ese feliz momento, la Provincia de Buenos Aire.-; declara por ej órgano de sus Represen- tantes, que ella anhela de todo corazón la organiza- ción nacional, en igualdad perfecta de derechos. 3 sin violentar voluntades; y si para conseguir tan grande obj«to es necesario adherir á un acuerdo como el de San Nicolás, ella lo adoptaría como ley de la Confede- ración, pero sin reconocer ninguna autoridad nacio- nal, que no fuese creada por eí soberano Congreso. Ella quiere la organización del gobierno de todos v para todos, sin que ningún hombre ni provincia alguna pretenda imponerse á las demás por la coacción ó por la fuerza. Ella quiere la reunión de un Congreso gene- ral constituyente, que siendo la verdadera espn sion de la voluntad nacional, arregle los intereses comunes, distribuya sus rentas, reglamentando la libre navega- ción de Jos rios, declarando el libre tránsito terrestre y marítimo, garantiendo los derechos civiles y políticos y desarrollando por medio de la libertad, que dignifica y enriquece al hombre, ios intereses morales y materia- les de la Confederación. Quiere la libertad del sufra- gio, la libertad de la prensa, la libertad de. la tribuna, la libertad del comercio, la rectitud administrativa, el fomento do la instrucción pública, la pureza en el naa- ■ nejo de las rentas, la inmigración extrangera, la confra- ternidad de todos los partidos, el debate de todas las opiniones, la tolerancia política, la difusión de la mo- ral pública, la aceptación de todas las buenas ideas, la admisión de, todas las ambiciones legítimas, el prémio á todos los grandes servicios, la reprobación de todas aspiraciones innobles, la verdad del pacto federativo, la paz con toda3 las naciones del mundo, la cesación del régimen arbitrario; en una palabra, ella quiere la realización de la democracia, bajo el solo imperio de la ley, de ia equidad y la justicia : solo rechaza la tiranía, y protestará contra ella con las armas en la mano, ven- ga de donde viniere, y cualesquiera que sean las formas que adopte. Para cuando llegue el caso de reunir Ja gran fa* 3— 1.8— mi lia Argentina, con las manos ligadas como M \ oiv; en el escudo de nuestras armas, simbolizando ia tuerza en la unión, la provincia de Buenos Aires promete so* lenmemente á suel hermana? ante la taz del inundo que, pondrá su influencia 3 todos los elementos de quepue- da disponer al servicio de la orgaiii/.acion naciona!. propendiendo á que ninguna voluntad f ea violentada Cederá todas las atribuciones nacionales que mantiene en BU poder. Se reservará sin embargo ese depósito sa- grado hasta tanto que se reúna el Congreso Naciona! Constituyente, único poder al cual pueden confiarse le- Raímente intereses de tul magnitud. Buenos Aires guar- d irá su -oberariia interior y esterior, sin salir del orden que actualmente siguí-, hasta tanto que deposite la ¡mer- lo de que deba desprenderse OH manos de sus diputados :il Congreso, para que ellos, en concurrencia con ios demás diputados de ¡as provincia», la guardtn 6 deposi- ten en manos de quien juzguen convenient". Mientras tal sucede, no reconocerá, á la par de las demás pro- vincias, otra autoridad que la provincial. Hasta tanto que no exista una autoridad nacional, ó mientras no naya un ejército costeado por el tesoro federal, el ejér- cito de esta provincia, lo mismo que el de todas las demás, estará bajo las inmediatas órdenes de su Gober- nador y Capitán General, salvo el caso en que las ope- raciones militares que se emprendiesen para hacer triunfar nuestra causa, exigiesen la reunión de fuerzas de varias provim ias. Este es el manifiesto que la Provincia de Buenos Aires dirige á sus nobles y desgraciadas hermanas. En é! están consignadas las causas que legitiman su glo- riosa revolución, los altos fines que ella se propone, y los compromisos solenniHS (pie contrae á la faz de! mundo, leal y voluntariamente, con la firme decisión fie cumplirlos. Ea Provincia, de Buenos Aires se ha puesto di' fué y ha desnudado la espada con t i alíenlo varonil del •iierte, dispuesta íi ser libre ó á ser mártir. Ea unáni- me decisión de sus hijos la acompaña en esta resolu- ción sublima. Si la Providencia ha decretado que la Provincia de Buenos Aires sucumba, sucumbirá, pera legando antes4 pus hermanas el ejemplo de la abttega- — lo- ción y del heroísmo, y sepultándose bajo sus escombros •inte- que transigir con la tiranía, antes que traicionar ;.i «ansa de los pueblos, y antes que dejar caer al polvo el glorioso estandarte de Mayo que ha etiarbolado con valentía, para no permitir que sea pisoteado por los caudillos liberticidas. Ella mienta que ese estandarte no «e abatirá jamas sino ante los principios que simbo- liza, cuenta que á su sombra será libre y feliz, y á la par de ella todas las provincias hermanas de la Confe- deración Argentina, á las cuales hoy se dirige en nom- bre de lo nías sagrado que tiene el hombre v en el so- lo interés y «loria de la patria. La Provincia do Buenos Aires, apoyada en las simpatías de la opinión universal, tranquila por el éxito «le la lucha, firme en sus propósitos, fuerte en su justi- cia, confiada en la rectitud y en la pureza de sus institu- ciones, y elevando sus votos á la Providencia consagra al sacrificio la cabeza de sus hijos. Ella no reconoce en nadie el derecho de imponerle por Ja fuerza, y pro- tosía á sus hermanas ante la faz del mundo que, será iiel á la causa que ha proclamado y que llenará sus compromisos y sus deberos cualesquiera que sea la Suerte, que el destino le prepare. ¡Ineuos.A ir. s, Sepliombn- 19 dv lujZ. FELIPE LLAVALLOL, Y ice-Presidente. DoaiHfOO Olivera—Pastor Oblígalo— Bartulóme Mitre— SCiodel Esncvn Sauci—A \drks ¡Somellera—Ma.mki, María Escalada—Santiago At.haeracin—Hilario Al- meir v—MiGUur. Azccevaüa—Francisco Balbín—Josa l.i.oN Banei.a- — Valentín (.'ardoso—Vicente Cazón— Lun 1 IüMinodez—Pedro Dcvai.—Ma.vuklEgüia—Mak- CKLO (xAMBOA-AGUSTIN IbaÑEZ DeLi'CA-—JüAN AjflUjMO Eezica—Patricio Linch—Jian Madaruíía—José Ma ría Mai.doxado—Domingo Marín—Víctor Martínez— NlOANOR MlOUENZ--JuAN JoSB MoNTKái>!:oC A-JlAN . Blrnabe Molina—Vícente Ortega—Pjcdbo Orna Vm- LBS—JuA>fc Bautista Pi na—Antonio María Piran— luEUK) Pórtela—Nomi ki > RtastSA—Mantel Pojas— BERNABE S.M BtB*V ALIEN R---RAXOH SOLIÍEIRA-llAl.MA- rj.) VJEUS SaRSFIELXJ. \'-. sataatK) Velez Quuaaaaa, finí u ntarla Jian Pico, ¡Secretario.ruilia Argentina, con las manos ligadas como se TCTi en el escudo de nuestras armas, simbolizando ia tuerza en la unión, la provincia de Buenos Aires promete so- lemnemente á sus hermanas ante la faz del uiuiido que, pondrá su influencia y todos los elemento* de que pue- da disponer al servicio de la organización nacional, propendiendo á que ninguna voluntad sea violenmd: Cederá todas las atribuciones nacionales que mantiene en su poder. Se reservará sin embargo ese depósito sa- grado hasta tanto que se reúna el Congreso Nacional Constituyente, único poder al cual pueden confiarse l<> talmente interese s de tal magnitud. Buenos Aires guar- dará su soberanía interior y esterior, sin salir del orden que actualmente sigue, hasta tanto que deposito la pai - te de que deba desprenderse en manos de sus diputad» :d Congreso, pava que ellos, en coneurreneia con los demás diputados de las provincia», la guarden ¿.deposi- ten en manos de quien juzguen conveniente. Mientras tal sucede, no reconocerá, á la par de las demás pro- vincias, otra autoridad que la provincial. Hasta tanto que no exisla una autoridad nacional, ó mientras no haya un ejército costeado por el tesoro federal, el ejér- cito de esta provincia, lo mismo que el de todas las demás, estará bajo Jas inmediatas ordenes de su Gober- nador y Capitan^Cenera!, salvo el caso en que las ope- raciones militares que se emprendiesen para hacer triunfar nuestra causa, exigiesen la reunión de tuerzas de varias provincias. Este es el manifiesto que la Provincia de Bueno* Aires dirige á sus nobles y desgraciadas hermains. En é! están consignadas las causas que legitiman su glo- riosa revolución, los altos fines que ella se propon*-. \ los compromisos solemnes que contrae á la faz del mundo, leal y voluntariamente, con la firme decisión de cumplirlos. La Provincia de Buenos Aires se ha puesto de pié y ha desnudado la espada con el atiento varonil del raerte, dispuesta á ser libre 6 íx ser mártir. La unáni- me decisión de sus hijos la acompaíía en esta resolu- ción : ublime. Si la Providencia ha decretado une la Provincia de Buenos Aires sucumba, sucumbirá, pon > legando ante1' á sus hermanas el ejemplo de la abnega- • — íí>— «ion y del heroísmo, y sepultándose bajo sus escombros antes que transigir con la tiranía, antes que traicionar la «ansa de los pueblos, y antes que dejar caer al polvo el glorioso estandarte de Mayo que ha enarbolado con valentía, para no permitir que sea pisoteado por los caudillos liberticidas. Ella cuenta que ese estandarte no se abatirá jamas sino ante los principios que simbo- liza, cuenta que á su sombra será libre y feliz, y á la par de ella todas las provincias hermanas de la Confe- deración Argentina, á las cuales hoy se dirige en nom- bre de lo mas sagrado que tiene el hombre y en el so- lo ínteres y gloria do la patria. La Provincia de Buenos Aires, apoyada en las simpatías de la opinión universal, tranquila por el éxito de la lucha, firme en sus propósitos, fuerte en su justi- cia, confiada en la rectitud y en la pureza de sus institu- ciones, y elevando sus votos á la Providencia consagra al sacrificio la cabeza de sus hijos. Ella no reconoce en nadie el derecho de imponerle por la fuerza, y pro- testa á sus hermanas ante la faz del mundo que, será iiel á la causa que ha proclamado y que llenará sus compromisos y sus deberes cualesquiera que sea la anorte que el destino le prepare. Jlneuos-A iri-s. septiembre I» de 1NJ2. FELIPE LLA VALLOL, V ice-Presidente. DoMINOO Ol-IVKRA-1'aSTOK OllUOAlKj- BARTOLOME MlTKE— Migckl Estkvks Sauhi—Andrkb Somellkka—Ma.mel Makia Escalada—Santiago Amiaukacib—Hilario Ai.- spn v—Migijkl A/cu^.vaga—Francisco Balbín—Jase León Hanbcas—Valentín (.'ahuom—Vicente Cazón— Lrt.s 1 >ominouez—Pedro Duval—ManuelEcuia—Mak- cei.o (Iamboa—AwnmM íuañkz de Leo a—Juan Antonio .Lezic a—-Patricio Lnrou—Jt an Madariaga—José Ma ría Maldoxauo—Domingo Marín—Víctor Martínez— Xií'anor Migitinz—Juan Jobs Montksdeoca—Jt w , Beknaue Molina—Vigente Ortega—Pedro Obtix Ve- LU—Jua> Bautista Peña—Antonio María Piran— Jí:::nk<> Pórtela-—Noi.iíekto Jíiiwi : .—Manuel Pojas— PersaBB Saenz-Valiente—Kamon Solueira—Dai.ma- eio Velez n s inai n IttvKNAKi'O Velez GniEUEnz, ¿secretario. Juan Pico, ¡Secretario.