"4 ' oí I c J?s. AJ- VEK'ITUA ESSCRIT* £*' Al,"Mi ttíÁ PóD 9. f. WÍ.SÍI2HTC J BKBIQIJJKC'UJA OO* ITOTAS sOTtUK KL- aTHAuO I )LOB T-AISJW AJ0TACtÍrTt3AfcOS 'UOM IXTAhlOttOS !>£> fcA AU£í<70a. £»B¿, S*J'I>, POR ^Apraeoit n» a^Aj&amo*. i jt w<¡ ixaí'i a s« i.a tmtVsftéiBAn Traducida del Alonan $er *0, lémUtsrmo §iiÜ£n, ARJlltOPOI.IS, SANTIAGO: EMIGRACION ALEMANA AL RIO DE LA PLATA, MEMORIA ESCRITA EN ALEMANIA POR D. 7. SAR1K81TT0 - R . I ENRIQUECIDA CON NOTAS SOBRE EL CHACO 1 LOS PAISES ADYACENTES A LOS RIOS INTERIORES DE LA AMERICA DEL SUD, POR EL DR. YAPPAÜS, Profesor de estadística i jeografia en la universidad- de GOTINGA. Traducido del Alemán |3or 9. (SuUlcrmo i^tUttjcr, 1 SEGUIDA DE ARJIR0P0L1S. SANTIAGO. IMPKEWTA SE JULIO ESLII* X Z A. = 1661. =PKEFACIO. -«saej»- El Araucano publica en estos dias una obra escrita en Alemán, i publicada en Stutgard con el objeto de promover, ilustrar i dirijir la emigra- ción alemana hácia las fértiles provincias del Sur de Cbile, Valdivia i Chiloé, al mismo tiempo que el Progreso transcribe el informe sobre emigra- ción pasado al Gobierno de Venezuela por el célebre jeografo Codazi, antiguo promotor de ella hácia aquellos países que tantos servicios le deben. El trabajo que hace traducir el gobierno de Chile, es de una alta importancia para este pais, 1II aunque aqui no aparezca sino como una des- cripción de partes del territorio chileno, que nos son conocidas. Pero puesto el orijinal en Ale- mania donde fué escrito, leido por un público que se apasiona por los países que mas ventajas le presentan en perspectiva, para ir a ellos a es- tablecerse, esta clase de publicaciones se con- vierten en armas poderosas, en estimulantes ac- tivos, i en ajentes de emigración mas efectivos que el dinero que a este fin pudieran gastar los gobiernos americanos, mas intelijentes i laborio- sos que los ajentes que accidentalmente podrian encargar de reclutar emigrantes. El libro des- criptivo de un pais nuevo para la emigración europea, cae en manos de todos, oes buscado por aquellos que se interesan en emigrar, i com- paran las ventajas que les traeria hacerlo hacia este o el otro punto del globo según las noticias que adquieren. Chile se hace hoi evidente , vi- sible en Alemania, i sus consecuencias las nota- mos en la afluencia de colonos que empiezan a llegar a las provincias del Sur. ¿Quién podrá decir el número de inmigrantes que deberá Chi- le a los trabajos de Wappaüs i otros patriotas alemanes que llaman todos los dias la atención del publico sobre este pais, pintando las venta- in jas que ofrece, sobre otros mas conocidos por el pueblo emigrante, i a donde se dirijen todos como por una especie de rutina? Por esto es que hemos aconsejado al gobierno de Chile hacer que en Alemania, Francia, Italia i demás países, se hiciesen publicaciones descriptivas de Chile, a fin de popularizar las ventajas que ofrece pa- ra el establecimiento de familias europeas. Durante nuestra residencia en Alemania no descuidamos ponernos en contacto con aquellos promotores celosos de la emigración a la Amé- rica del Sur, subministrándoles datos que sir- viesen de aliciente a los emigrantes para venir a Chile, donde el Congreso acababa de autorizar al ejecutivo para disponer de terrenos baldíos en beneficio de la emigración europea. Con respecto a la República Arjentina, la ta- rea era mas difícil, pues aunque esté a mitad de camino , i no ceda a pais ninguno ni en facilida- des para la vida, clima saludable , i abundancia de tierras baldías, existe por todas partes tal preocupación sobre su terrible gobierno i odio a los estranjeros, efecto de tantas desavenencias i tan indiscreta exajeracion del sentimiento na- cional, que en Italia i en Alemania, no se nom- braba aquel pais sin manifiestos síntomas deÍV aversion i de horror. Instábame con este motivo el Dr. Wappaüs a que hiciese un folleto des- criptivo de los países que baña el Rio de la Plata i sus afluentes; pero la urjencia del tiem- po hacia imposible confeccionar un trabajo se- rio sobre la materia. Hubimos de convenirnos para remediar a este inconveniente en que yo in- dicaría algunas nociones jenerales, populares, prácticas, las cuales le servirían de base para ilustrarlas con notas de los autores que de aquel país hablan, i de que habia buena colección en la biblioteca de Gotinga; dejándole yo ademas la obra de Arenales sobre el Chaco, i varios opúsculos recientes, i anotaciones de que pudie- se sacar partido. La vasta erudición del sabio profesor de jeografía i de estadística, en la U- niversidad de Gotinga, ofreció al público ale- mán algunos meses después de nuestra separa- ción un hermoso libro, en el cuál las notas suyas hacían el verdadero fondo déla obra, quedan- do mi apresurado opúsculo, como la única man- cha que disminuye los quilates del todo; o bien como la tela grosera i descolorida sobre la cual el artista estiende los colores de su paleta. Las notas de Wappaüs, porque así debe lla- marse esta obrita, son un estudio completo del v territorio de la República Arjentina, de sus ríos i territorios despoblados, con tal copia de luces i hechos, i tal erudición, que para estudio de aquel pais, bastaría consultar sus pajinas. Los ame- ricanos conocemos todo, entendemos de todo un poco, menos de las cosas americanas. Conoce- mos persona que sabe nombrar de memoria los ochenta i seis departamentos de Francia i los treinta i nueve estados de Alemania, i que no sabe en cuantas provincias está dividido el Ecua- dor, o la República Arjentina. Escribiríamos cúrrente cálamo un libro sobre ideolojía, o retó- rica, sin que nos sea posible dar una plumada sobre la dirección, volumen, i pais adyacente de un rio de nuestro propio pais. El nosce te ip~ sum del sabio, lo entendemos, conocer a france- ses o españoles, en Europa, sus guerras, sus reyes i sus discusiones. Así es como la Améri- ca no dá un paso decisivo en su mejora sino vie- ne un jeólogo, un jeográfo o un viajero euro- peo a revelarnos lo que tenemos a la vista i no exáminamos ni conocemos; aunque debe ser este un defecto jeneral a nuestra especie, por que re- cuerdo que hablando a un parisiense de ir a vi- sitar el Hotel délos Inválidos, me dijo :Lo acom-VI pañaré con tanto mayor placer que yo solo he visto la cúpula de lejos. Podria hacerse una instructiva colección, en que pudiesen reproducirse todos esos trabajos contemporáneos, que tienen por laudable ob- jeto, hacer conocer la jeografía americana, sus rutas de comercio, sus rios, i sus producciones. Llenando en cuanto es posible este fin, dare- mos a continuación las notas del Dr. Wap- paLis sobre el Rio déla Plata, i por fuerza el opúsculo que les sirve de base, el cual poco de nuevo contiene, sino son aquellos detalles lo- cales que no siempre se hallan en los libros, i que pueden servir de aliciente sin embargo a los emigrantes. INTKODUCCIOÍT. El siguiente opúsculo sobre las Provincias del Rio de la Plata, es una amplificación hecha por el señor D. F. Sarmiento a las observaciones publicadas por mi en 1846, en un libro sobre Colonización i Emigración Alemana, del cual, según su contenido i objeto, forma parte esta continuación, por lo que no añadiré nada a lo que dije en la introducción del referido escrito. Espero que la grande importancia que tienen las Repúblicas Arjentina i Boliviana, tan poco conocidas entre nosotros, i a que se contraen las observaciones hechas por el señor Sarmiento,VIII justificará la estension que he dado a las notas i observaciones sobre el estado social i la jeogra- fía de aquellos países, siendo esta adición parte integrante de la primera. Gotinga, 28 de Enero de 1848. Dr. Wappaüs. EMIGRACION ALEMANA EN EL RIO DE LA PLATA. Deseoso de procurar a los pueblos de la Amé- rica del Sud situados en la zona templada, Jos beneficios que les resultarían del aumento de población intelijente e industriosa, me propongo en este lijero opúsculo hacer conocer en Alema- nia la situación actual de algunos de aquellos paises, a fin de que los emigrantes alemanes que van por millares todos los años a buscar tierras de cultivo en Norte-América, cambien de derro- tero, i se dirijan a donde les aguardan ventajas tanto mayores, cuanto menor es la concurren- cia de emigrados. 2Sabido es ya por los alemanes que en Norte- América con el exceso de población , i la multi- tud de emigrados que de todas partes acuden, la vida empieza a hacerse tan difícil como en Europa mismo, por el subido precio de los terre- nos , la larga distancia de las costas a que se en- cuentran las partes colonizables, i la dificultad cada dia en aumento de colocación lucrativa pa- ra los inmigrantes. Los enjambres de pobladores que llegan todos los años permanecen en los puertos largo tiempo, espuestos a todas las mise- rias que trae consigo la falta de ocupación inme- diata, teniendo que aceptar convenios desven- tajosos, i comprometer su libertad misma para salir de su angustiada posición. En la América del Sud por el contrario , la población nacional es escasa, los alimentos abun- dantes i baratísimos , el trabajo de los europeos bien retribuido, i los terrenos de una estension sin límites, están casi por todas partes aguar- dando la mano del hombre para cubrirse de mie- ses i de población feliz en medio de la abun- dancia. A fin de hacer conocer, pues, a los ale- manes emigrantes estaparte del mundo, voi a reunir ciertos datos que parecerán fabulosos a las personas que no han oido hablar de aque- llos paises. La parte de la América del Sud llamada Pro- vincias Unidas del Rio de la Plata en las cartas de jeografía, o la Repuhlica o Confederación — 3 — Arjentina, se estiende de Sur a Norte desde el trópico de Capricornio, abrazando toda la zona templada del Sur, hasta la Patagonia i el es- trecho de Magallanes , por una distancia de mas de ochocientas leguas, i desde la Cordillera de los Andes que la separa de Chile i el Océano Pacífico, hasta el Atlántico i el Brasil, sus lí- mites al Naciente, una distancia de cuatrocien- tas leguas en su mayor anchura. Reduciendo el territorio arjentino comprendido entre el Rio Negro i el Chaco a una forma rectilínea da ciento sesenta i dos grados cuadrados, o novecientas mil millas cuadradas de terreno. Tan inmensa esten- sion de pais igual en superficie a la Europa está hoi ocupada por menos de un millón de almas, tocando mas de una milla cuadrada por habitante. Este pais está pues despoblado aun i admite millones de pobladores que lo cultiven i enriquezcan con su trabajo. El clima es saludable en toda la estension de la palabra, no conociéndose ni de nombre las enfermedades endémicas que reinan en otros puntos de América situados entre los trópicos^ I). (1) Esta observación no está doma-, desdé que en las obra? mas modernas de emigración, la América del Sud. en nn todo aparece opuesta, con respecto a su clima, a la América del Norte, o mas bien a los Estados-Unidos. Pero en realidad es la diferencia del clima de los paises «leí Rio de la Plata, del de la mayor parte tic la América Tropical, tan grande como la del clima de la Sicilia i el de la costa de Guinea. La ciudad de Buenos-Aires—(34° 3(5* S. i (30° 44' O. de Paris) tiene por e- jemplo la mi«ma temperatura de Barcelona, pero los inviernosLas familias en las ciudades duermen en el verano al aire libre, i los caminantes en todo mas templados i los veranos mas frescos i por consiguiente un clima mas igual, mas agradable que aquel de la mencionada ciudad en Cataluña. El verano de Buenos-Aires es tan tem- perado como el de Nizza (22° 8') i su invierno tan templado como el de Palermo (15° 4). La provincia de Córdova en el interior del pnis (31° 15' S. i (55° 25' O. de Paris) tiene un verano como Ñapóles (23° 7'). Mendoza, provincia situada al pié de los Andes, a donde se cultiva la uva en abundancia, tiene fama por la salubridad i hermosura de su clima, recomendado, como en la Europa el Sur déla Francia a los que adolecen del pulmón (Sir Wood- binc Parish, Jiucnos-Aires i las provincias del Rio de la Pla- ta. Londres, 1838. Páj. 314). La igualdad del clima temperado de Buenos-Aires se mani- fiesta también por las medianas siguientes de los meses de los años 1822 i 1805. 1822 1805 TEMl'ERATrHA MEDIANA. Cent. Verano i Enero22° 12'22° W vtRANO) Febrero..........22" 78'........23° 0!)' ( Marzo...........21* 55'........20° 50' Oto.\o......1 Abril............15° 80'........18° 00' (Mayo............14" 61'........15° 25' C.Junio............12° 40'........12° 03' Invierno.. . . < Julio............14° 41'........13° 40' (Agosto...........11° 01'........11° 81' í Setiembre.........12° 58'........13° 73' Primavera.. < Octubre..........14° 05'........17° 70' (Noviembre........20° 24'........22° 20' Verano.......Diciembre........21° 01'........21° 40' La temperatura mediana de 1822 eran 10° 85' cent.; la ma- yor temperatura en aquel año era 32° 785 el 11 de enero i la menor 22." 25 el 10 de agosto. La temperatura mediana del a- ño de 1805 eran 17.° 70. S. La mayor temperatura de aquel año, 30° el 14 de febrero, la menor, 15° el 11 de junio.—Véase (J. Nuñez) Noticias históricas de las provincias unidas del Rio de la Plata, páj. 187—204. El Editor. tiempo, sin esperimentar acción ninguna nociva del roció ni del sereno, no conociéndose otras enfermedades que las que se conocen en Euro- pa , i aun estas son raras a causa del pasable i bienestar, común a todas las clases de la socie- j dad; pues el hambre, la desnudez i el exceso de trabajo que tantas víctimas devoran en Europa son allí desconocidos. Sobre este punto de en- fermedades, veo que domina en Europa una preocupación popular que confunde en un solo } pais a la América del Sur, atribuyendo a los i climas templados, en todo iguales a los de Eu- ! ropa, las condiciones de los países tropicales. El ; clima de Chile i el de la República Arjenlina es ' análogo al de la Andalucía en España, i al del mediodía de la Francia. Los emigrantes alemanes son ademas muí par- j ticularmente deseados por los nacionales, por su honradez proverbial, sus costumbres laboriosas i su carácter pacífico i tranquilo. La República Arjentina está dividida en ca- torce provincias distribuidas de este modo. Jujui, Salta, Tucuman, Catamarea, la Rioja, San Juan i Mendoza, en el límite occidental de la República, tocando las faldas de los Andes; San- tiago del Estero, Córdova i San Luis , en el cen- tro; i Santa Fé, Corrientes, Entre Rios i Bue- nos-Aires a orillas de los grandes rios que for- man la embocadura conocida con el nombre de Rio de la Plata. El Paraguai está en el fondo deLas familias en las ciudades duermen en el verano al aire libre, i los caminantes en todo mas templados i los veranos mas frescos i por consiguiente un clima mas igual, mas agradable que aquel de la mencionada ciudad en Cataluña. El verano de Buenos-Aires es tan tem- perado como el de Nizza (22° 8') i su invierno tan templado como el de Palermo (15° 4'). La provincia de Córdova en el interior del pais (31° 15' S. i (55° 25' O. de Paris) tiene un verano como Ñapóles (23° 7'). Mendoza, provincia situada al pié do los Andes, a donde se cultiva la uva en abundancia, tiene fama por la salubridad i hermosura de su clima, recomendado, como en la Europa el Sur de la Francia a los que adolecen del pulmón (Sir Wood- bine Parish, Jiucnos-Aires i las provinciás del Rio de la Pla- ta. Londres, 1838. Páj. 314). La igualdad del clima temperado de Buenos-Aires se mani- fiesta también por las medianas siguientes de los meses de los años 1822 i 1805. 1822 1805 TEMPERATURA MEDIANA. Cent. Verano i Enoro22° 12'22° r>0' VERANO\ Febrero..........22" 78'........23° 09' (Marzo...........21" 55'........20° 50' Oto.vo......I Abril............15° 89'........18° 00' (Mayo............14" 01'........15° 25' (Junio............12° 40'........12° 03' Invierno____(Julio............14" 41'........13° 40' (Agosto...........11° 01'........11- 81' i Setiembre.........12° 58'........13° 73' Primavera.. < Octubre..........14° 05'........17° 70' (Noviembre........20° 24'........22° 20' Verano.......Diciembre........21° 01'........21° 40' La temperatura mediana de 1822 eran 10°85' cent.; la ma- yor temperatura en aquel año era 32° 785 el 11 de enero i la menor 22." 25 el 10 de agosto. La temperatura mediana del a- ño de 1805 eran 17.° 70. S. La mayor temperatura de aquel año, 30° el 14 de febrero, la menor, 15° el 11 de junio.—Véase (J. Nuñez) Noticias históricas de las provincias unidas del Rio de la Plata, páj. 187—204. El Editor. — 5 — tiempo, sin esperimentar acción ninguna nociva del roció ni del sereno, no conociéndose otras enfermedades que las que se conocen en Euro- pa , i aun estas son raras a causa del pasable bienestar, común a todas las clases de la socie- dad ; pues el hambre, la desnudez i el exceso de trabajo que tantas víctimas devoran en Europa son allí desconocidos. Sobre este punto de en- fermedades, veo que domina en Europa una preocupación popular que confunde en un solo pais a la América del Sur, atribuyendo a los climas templados, en todo iguales a los de Eu- ropa, las condiciones de los países tropicales. El clima de Chile i el déla República Arjenlina es análogo al de la Audalucia en España, i al del mediodía de la Francia. Los emigrantes alemanes son ademas muí par- ticularmente deseados por los nacionales, por su honradez proverbial, sus costumbres laboriosas i su carácter pacífico i tranquilo. La liepública Arjentina está dividida en ca- torce provincias distribuidas de este modo. Jujui, Salta, Tucuman, Catamarca, la Rioja, San Juan i Mendoza, en el límite occidental de la República, tocando las faldas de los Andes; San- tiago del listero, Córdova i San Luis, en el cen- tro; i Santa Fé, Corrientes, Entre Ríos i Bue- nos-Aires a orillas de los grandes ríos (píe for- man la embocadura conocida con el nombre de Rio de la Plata. El Paraguai está en el fondo de— 6 — este sistema de rh.s, i el Uruguai forma la Ban- da Oriental del Rio de la Plata. Una suscinta relación de las producciones di- versas de aquellas provincias dará a los Alema- nes idea de las ventajas que encontrarán esta- bleciéndose en ellas. Buenos-Aires» es la ciudad mas populosa, rica i civilizada de aquel pais. Es puerto de mar, pues que el rio de la Plata , a cuyas orillas está situada, es un verdadero mar, midiendo cuaren- ta leguas de ancho en su embocadura. El clima es benignísimo, i tan saludable i plácido, que los españoles que conquistaron el pais, encantados al respirar aquellos aires tan puros llamaron a la nueva ciudad i puerto Santa Maria de buenos aires. Se hace allí un inmenso comercio que dá ocu- pación a millares de brazos, i los italianos, fran- ceses, españoles e ingleses son los que hacen la navegación de los rios, por ser los hijos del pais poco dados ala marina. La mitad sino los dos tercios de los artesanos de la ciudad son euro- peos, ganando en sus respectivos oficios sumas enormes. La principal riqueza de la provincia consiste en los numerosos rebaños de ganados que apa- centan los habitantes, i sobre esto conviene dar algunos detalles interesantes. La provincia de Buenos-Aires se estiende desde las orillas del Rio de la Plata i el Atlántico, unas sesenta leguas — 7 — Imcia el Occidente i de Sur a Norte mas de dos- cientas. Esta estension de pais es lo que se lla- ma la Pampa, la cual se compone en toda su estension de un terreno llano, sin árboles, i tan igual i unido que en todas direcciones ruedan carruajes, sin caminos trabajados, i sin encon- trar obstáculo de consideración. Pero si la naturaleza se ha mostrado avara de vejetacion mayor, no por eso el terreno es esté- ril ni improductivo, como sucede por lo jeneral en las sabanas de Norte-América. Aquella in- mensa llanura, semejante a un prado artificial, está cubierta de trébol, gramilla, i diversas es- pecies de pastos naturales, tan abundantes, tu- pidos i frescos, que durante la estación de prima- vera presenta el aspecto de un mar de verdura, o una ilimitada alfombra que va a perderse en el horizonte, variada i matizada tan solo por los millones de vacas, caballos, i ovejas que pacen libremente en ella. Son tan abundantes los ganados de toda es- pecie, que para dar una idea de ellos, basta decir que una familia (la de los Anchorenas) po- see medio millón de vacas, e ignora el número .de ovejas que le pertenecen. Muchos estancieros (farmers) hai que poseen cien mil cabezas de ga- ;nado ; centenares que cuentan cincuenta mil; de veinte i treinta mil son las estancias del común de los ricos, i se considera como una mediocre fortuna poseer cuatro o cinco mil vacas El precio— 8 — tleuna oveja con su lana es de un franco i medio, rara vez de dos , i la arroba de carne de vaca se vende en el mercado por menos de un franco. Una vaca vale ocho francos; una yegua cinco; un caballo manso de diez francos a veinte, i mui hermoso ha de ser el que se pague a cincuenta (10 pesos). Hubo un tiempo en que estas cam- pañas estuvieron infestadas de caballos salvajes, llamados baguales, los que en tropas de cuatro o cinco mil reunidos, recorrían la Pampa, atra- yendo a su rebaño los caballos mansos que en- contraban a su paso, i que desde este momento eran perdidos para sus dueños; pero hoi no exis- ten, habiéndolos perseguido los estancieros hasta esterminarlos. En esos tiempos se mataba una vaca para sacarle el cuero i comerle la lengua, abandonando el resto de la carne a las aves mor- tecinas. Cuando han habido guerras, los soldados de las montoneras, o partidarios, acostumbraban matar bueyes para amarrar su caballo en las hastas, mientras dormían; i éntrelas leyes de Indias hai una pragmática de Cárlos III, prohi- biendo que se maten ovejas para encender con sus cuerpos los hornos de ladrillo ; pues a falta de leña solia recurrirse a este bárbaro espe- diente. Pero , con los progresos del comercio todo es- to ha desaparecido : hoi felizmente no hai aque- llos desperdicios que harían la felicidad de millo- nes de hombres en Europa, matándose el gana- — 9 — do superfluo, salando sus carnes para espor- tarlas, juntamente con los cueros, hastas, cri- nes , i la lana de las ovejas. No hace diez años a que los carneros merinos eran rarísimos; pero desde que la demanda de lanas se ha hecho sentir^ los propietarios se han consagrado a pro- pagarlos, i en 1845 se han exportado ya mas de 150,000 quintales, cantidad que debe ir en au- mento cada año. El valor del terreno es casi nulo; pues a algu- na distancia de la ciudad de Buenos-Aires la legua española cuadrada vale solo de 4 a 5000 francos, pudiendo alimentarse en esta estension de terreno millares de cabezas de ganado, sin o- tro trabajo que un pastoreo poco afanoso. Hé aquí la manera de proceder. Un propietario de terreno que quiere fundar una estancia, compra el ganado correspondiente Presentáse para ello en una estancia a comprar ganado, i el estanciero reúne una masa de cuatro o seis mil cabezas según el numero de la com- pra, compuesta aquella de bueyes, vacas, toros i terneros indistintamente. Se convienen en un precio por cada cabeza, cualquiera que sea el tamaño del animal, i para apartar el compra- do, se le hace desfilar uno a uno a fin de poder contarlo, por el centro de una calle formada de jinetes. Con este plantel se funda la nueva estan- cia confiándola a un mayordomo ; el cual tiene a mas de su sueldo, dos bueyes de dotación men- 3— 10 — sual para alimento i un tanto por ciento sobre el número de terneros que se hierran anualmente; de manera que a la vuelta de pocos años, se ha- lla, si es económico, con un número suficiente de cabezas de ganado, con las que puede fundar u- na estancia i enriquecerse a su vez. El pastoreo se reduce a reunir el ganado una vez al dia, operación que se hace a caballo i sin molestia alguna. Los rebaños de ovejas, de a dos mil cabezas por lo menos, se dan jeneralmente a los que las cuidan, interesándolos en la mitad o el tercio del producto anual, que suele ser el doble del nú- mero de hembras que el rebaño contiene. La agricultura era punto menos que desco- nocida en la Provincia de Buenos-Aires ahora treinta años. La reunión de europeos ha hecho que se cultiven terrenos en las inmediaciones de la ciudad, i que los estancieros se dediquen a sembrar trigo, maiz, papas i algunas otras le- gumbres i cereales. También se hacen en las estancias reducidos plantíos de duraznos, cuya madera cortan cada tres años para proveerse de leña; pues, aunque por un misterio que nadie se ha propuesto sondear, la tierra no está en la Pampa cubierta de árboles, como por todo el resto del globo, la mayor parte de los que se siembran, nacen i crecen perfectamente. Algunas pepineras se han establecido en los alrededores de Buenos-Aires, i aunque mui — 11 — reducidas, producen a los cultivadores injentes provechos; porque en aquel pais tan abundante en ganados para alimentarse tiene un valor excesivo todo lo que proviene del trabajo per- sonal i de la industria del hombre. Hace unos pocos años que han empezado a llegar a Buenos-Aires emigrados de Italia, de Kspaña, de los países vascongados franceses i del resto de la Francia. Todos estos en número de algunos miles entre hombres i mujeres, no siendo labradores de profesión, se dedican a la navegación de los rios, al trabajo de cargar i descargar los buques i al servicio doméstico. Los salarios que ganan darán una muestra de las ventajas que aquel pais ofrece. Los que tra- bajan en los saladeros de carne ganan diez fran- cos por dia; los cargadores doce francos por dia; los domésticos cien francos mensuales; las mujeres ochenta, siendo preferidas a las del pais por su aseo i buen servicio; las no- drizas suelen ser pagadas hasta cien francos. Pero el porvenir que aguarda a los alemanes acostumbrados a los trabajos de la campaña es mas ventajoso aun del que pueden prome- terse los demás emigrados que de otros pun- tos de Europa empiezan a reunirse en ambas márjenes del rio de la Plata, atraídos por la facilidad que encuentran para enriquecerse a po- ca costa. Las estancias en que está dividida la provin-— 12 — cia de Buenos-Aires, si bien están pobladas de ganado, yacen desiertas de seres humanos, salvo el reducido número de hombres que el pastoreo actual requiere, i la limitada población de algunas villas de campaña. Una familia alemana establecida en una estancia puede esplotar tres jéneros de industria que la condu- cirían infaliblemente a la riqueza. El primero es la agricultura, fuente de riqueza i bienestar, i allí por la limitación en que hoi se hace , mayor i mas ventajosa. Plantando arboles, sembran- do trigo, papas i todas las plantas productivas de Europa pueden en corto tiempo proporcio- narse medios de subsistencia i aun de riqueza. Los propietarios actuales de las estancias les facilitarían para ello todos los medios, a fin de mejorar el estado actual de estos establecimien- tos, casi desiertos hoi i poco frecuentados de ellos, a causa de las privaciones a que se ven reducidos, por la escasez de todas aquellas comodidades que la agricultura proporciona. Pero hai a mas de este un jénero de industria que hasta hoi no ha sido tocado en aquellas campañas sino en una escala muí redimida. En este país que posee millones de vacas, no se fabrican quesos ni mantequilla sino en los alrededores de Buenos-Aires , i en cantidades apenas suficientes para un limitado consumo; pues aun no se hace uso de la mantequilla para sazonar los alimentos , sirviéndose en su lugar de — 13 — la gordura de las vacas, i los quesos de Holanda i de Suiza forman uno de los artículos de im- portación estranjera en este pais que pudiera abastecer de quesos a la tierra entera. Algunas familias alemanas establecidas de mucho tiempo atrás en la campaña de Buenos- Aires han hecho fortunas colosales con esta in- dustria, i hoi residen en la ciudad, poseyendo casas magníficas, estancias de ganados i todas 1 las comodidades que dá la opulencia. Ved aquí 1 el sencillo medio como se han enriquecido. Una 1 de estas pobres familias pedia prestadas a un ' propietario doscientas vacas con cria, de las que a millares pacen sueltas i medio salvajes en las estancias, a condición de devolver las vacas i los i terneros, cuando ya estuviesen estos grandes i la leche de las vacas escasease. El propietario que nada perdía en ello, pues él no saca pro- ducto ninguno de la leche, se prestaba sin difi- cultad al convenio , seguro de que sus vacas ga~ I narian en ser amansadas con el movimiento diario I de venir al redil para ser ordeñadas. La familia I alemana establecía su lechería en el terreno mis- ] mo del propietario, i la leche de doscientas vacas i sacada diariamente durante cuatro o cinco años, I cambiando las vacas ya agotadas por otras recien I paridas, i convertida la leche en mantequilla i I quesos, venia a producir al fin sumas de ochen- ta i cien mil francos, ganados sin mas capital que i el trabajo de una familia i la economía de cinco— 14 — años. Esta industria que han esplotado en Buenos-Aires veinte o treinta familias alemanas, pueden esplotarla hoi cien mil familias, sin necesidad de otros medios que los indicados. Toda aquella inmensa provincia de Buenos- Aires está cubierta de vacadas, i desde que haya allí un número suficiente de familias ale- manas esta industria puede tomar formas colo- sales, i uniendo el trabajo personal i los capita- les formarse fábricas de quesos que no solo provean al consumo interior sino que creen un nuevo artículo de esportacion para los merca- dos europeos. En Francia, con un número reducidísimo de vacas, se han montado grande* estableci- mientos para la fabricación de quesos, que producen enormes sumas a los propietarios, haciendo venir suizos i alemanes intelijentes en la fabricación de los quesos i demás preparacio- nes de la leche. Hai todavía otra industria reservada para los alemanes, i es la cria de carneros merinos, que en Buenos-Aires abundan ya i que mejor cuida- dos por personas intelijentes en esta faena, mui conocida en Alemania, puede tomar una estension prodijiosa. Los carneros merinos como se sabe requieren prolijos cuidados; i no solo una familia alemana sino varias hallarían ocu- pación i provecho en cada estancia en los milla- res de ellos que se encuentra en la provincia — 15 — Esto es tanto mas seguro, cuanto que es ya ' costumbre establecida en el pais dar a los que cuidan las ovejas una parte de los productos; de manera que una familia honrada i laboriosa ¡ puede a la vuelta de tres años hallarse propie- E taria dedos mil carneros merinos i por tanto en estado de comprar terrenos i trabajar de su pro- ] pia cuenta. Todas estas ocupaciones, sin contar con las que las ciudades ofrecen, bastarían para dar seguro establecimiento en diez años a dos mi- llones de alemanes en las campañas deBuenos- Aires solamente; pues que como se sabe el te- rritorio de la Provincia de Buenos-Aires es ma- yor que el de la Francia. Los propietarios de estancias rodeados de una población industriosa, con grandes establecimientos para la esplotacion de todos los productos de los ganados; con pas- tores de carneros merinos, intelijentes i cuidado- sos ; con hermosos jardines i huertos de árboles, plantados para provecho común por sus colonos, edificarian mansiones dignas de ser la morada de hombres civilizados, mientras que hoi, alejándo- se un poco de la ciudad no se encuentran sino ca- bañas miserables, por falta de brazos, i sobre to- do por la escasez de aquellas comodidades que j proporciona la agricultura, cuando se combina j con un trabajo intelijente, i el espectáculo de una ; familia laboriosa, honrada, ocupada en aprove- char las ventajas que de suyo ofrece aquella natu-— 16 — raleza privilejiada, i se desperdician hoi por incu- ria, incapacidad e ignorancia délos habitantes. I todos estos bienes están ahí, a un paso de la Alemania, en un clima delicioso, en un pais de costumbres hospitalarias para el estranjero, i bien dispuesto en favor de la población alema- na, cuyas virtudes i amor al trabajo aprecia jus- tamente. Muchos propietarios de Buenos-Aires empiezan a llevar familias europeas a sus estan- cias i no son pocos los que han hecho costear alemanes creadores de carneros merinos para confiarles sus rebaños. La provincia de Entre Rios corre paralela a la de Buenos-Aires al Este, separada de aque- lla por el Paraná. Esta provincia, como se ve en la carta, toma su nombre de la circunstancia de estar colocada con la de Corrientes, entre grandes i caudalosos rios navegables; a saber el Uruguai al Este; el Paraguai al Norte, el Pa- raná al Oeste i el Rio de la Plata al Sud. Basta echar una mirada sobre el mapa para conven- cerse que esta provincia por su situación jeo- gráfica está destinada a ser uno de los puntos mas ricos i poblados del universo. Sin esfuerzo ninguno del arte humano, está naturalmente rodeada por todas partes de canales navega- bles. El Paraguai lo es hasta mas de cuatro- cientas leguas para arriba; otro tanto puede de- cirse del Paraná, i el Uruguai admite embar- caciones mayores hasta la catarata del Salto, — 17 — que está 140 leguas mas arriba de su desagüe o confluencia con el Rio de la Plata. Este úl- timo rio por otra parte es el receptáculo jeneral al que de casi un semicírculo de quinientas a ochocientas leguas de radio vienen a reunir sus aguas cien rios navegables que descienden desde el corazón de la América atravesando todos los climas, i por tanto dispuestos por la mano de la Providencia para servir de conductores a las producciones mas ricas i variadas del co- mercio. El majestuoso Paraná se subdivide en cien brazos, cuya dirección no ha sido aun marcada en el mapa, pero que casi todos son navega- bles formando una canalización natural mas completa i numerosa en ramificaciones que la de la misma Holanda. Las islas que median entre ellos están cubiertas de naranjales i duraznos, de cuyas flores en la primavera vienen cubier- tas las aguas; arrastrando en el otoño las na- ranjas i duraznos que por millones se despren- den de los árboles. Los patrones de lancha acuden a estas islas, a cargar de frutas sus embarcaciones, para proveer de ellas los mercados de las ciudades vecinas, i los carboneros cortan a discreción los árboles para hacer de ellos leña i carbón. En algunas partes las lanchas i schooners pasan por debajo de la bóveda de verdura que for- man los árboles de las islas que se aproximan 4— 18 — dejando en medio un canal, que asemejaría a una calle de Venecia i que es tanto mas profun- do cuanto es mas angosto, presentando puntos de vista deliciosos i encantadores. En las partes bajas que bañan las creces del rio, que son periódicas como las del Nilo, se crian las n6trias, cuyos cueros de un valor excesivo por la finura del pelo, se venden en Europa co- mo cueros de castor; produciendo esta sola pele- tería un grande articulo de esportacion. El pais comprendido entre el Paraná i el Uru- guai es jeneralmente llano, aunque a ambos la- dos i a lo largo de la provincia córran lomadas que lo asemejan en su aspecto físico a las partes mas bellas de la Francia. Por el centro descien- de el Gualeguai, que reúne en su corriente los millares de arroyuelos i riachos (petites riviéres) que de las lomadas de Oriente i Occidente des- cienden como si la mano del hombre los hubie- se distribuido de distancia en distancia a fin de que todo el terreno pueda ser fertilizado, i reu- niéndolos todos en un cauce central, que lleve las aguas inútiles a vaciarse en el depósito co- imm de todas las aguas de una sección de una parte de Sud-América. Este terreno feracísimo, cubierto de bosques en unas partes, de prade- rías en otras i de pastos esquísitos en todas, no ha sido hasta hoi cultivado por los habitantes, que se contentan con el producto del pastoreo de al- gunos millares de cabezas de ganado, el cual — 19 — j no demanda trabajo alguno. Solo una ciudad ! existe en este pais, que es la Bajada del Paraná, i algunos villorrios pobres i miserables. Los te- rrenos, sin otro destino hasta hoi que el de criar ganado, no tienen valor ninguno, i las com- pras se hacen por leguas o de un punto a otro del pais, tomando por límites de las propiedades un rio, un arroyo, una loma, u otro accidente del suelo que nunca ha sido medido. Esta localidad tan desierta hoi está destina- da sin embagro a ser un foco de riqueza desde el momento en que el arado abra las entrañas de la tierra, i la agricultura para la que ha sido tan ricamente dotado por la naturaleza, suceda al pastoreo a que hoi se consagra. Cada arroyo délos centenares que alimentan el Gualeguai, que corre por el centro, puede prestar en sus orillas espacioso local para cuatro o cinco vi- llas rodeadas de sembradíos de trigo, cebada, maiz i demás cereales, con todas las otras pro- ducciones agrícolas de los climas templados del mediodía de Europa, i las poblaciones que se formen a orillas del Paraná i del Uruguai, cose- charlas ventajas que dejará en su pasaje el co- mercio que por los rios se haga para el interior de América, el Paraguai, Bolivia, las provin- cias interiores del Brasil i las poblaciones que por todas partes surjirán a medida que aquellas inmensas rejiones sean ocupadas i esplotadas por el hombre. Esta es una de las inestimables ven-— 20 — tajas que su posición jeográrica promete a la provincia de Entre-Rios. Siguiendo el Paraná arriba, se encuentran a uno i otro lado las ciu- dades de San Nicolás de los Arroyos, el Ro- sario, Santa Fé, Corrientes i la Asuinpcion del Paraguai, cuyo comercio se hace por este rio. En esta última parte de América se produce el algodón, el tabaco mas esquísito, i el té de América o la yerba mate, i hoi se hacen esploraciones repetidas por el gobierno de Boli- via para hacer descender los frutos tropicales de aquel paisporlos rios Bermejo i Pilcomayo, que desaguan en el Paraguai. Poblado el Entre-Rios i Corrientes que está mas al Norte, de agricultores alemanes, el as- pecto del pais cambiará en pocos años, presen- tando campiñas florecientes, villas i ciudades hermosas donde ahora no hai sino terrenos incul- tos, bosques inútiles, i ganados que pacen las yerbas que crecen sin el trabajo intelijente del hombre. Los buques del Brasil, que no produce cerea- les por el excesivo calor que reina en la mayor parte de sus latitudes i que hoi se provee de harinas de Norte América , acudirán a los puer- tos del Entre Rios, a cargar todas ias produccio- nes que la industria europea habrá hecho na- cer. Contribuyendo mas a favorecer el rápido desenvolvimiento de la agricultura la facilidad de los trasportes que proporciona la canalización — 21 — natural del pais, los cuales por mui lentos i dis- pendiosos suelen ser un obstáculo sério para la esportacion de los productos en otros puntos de América; mas cuando las producciones sean tan valiosas como lo permite Ja inmensa estension de pais que puede cultivarse, los productos agrí- colas del Entre-Rios rivalizarán en los merca- dos del mundo con los del Norte de la América. Ultimamente allí como en la Provincia de Buenos-Aires, los colonos alemanes gozarán Ja ventaja, mui estimable siempie para los emi- grados', de estar en comunicación directa con su patria, por medio de los muchos buques liambur- gueses, i de otros puertos alemanes que traen las mercaderías que alimentan el comercio del Rio de la Plata, sin que el transporte de los colonos cueste mas hasta allí que lo que cuesta hasta Montevideo o Buenos-Aires, en donde existen muchas casas de comercio alemanas, las cuales pueden para favorecer a sus compa- triotas i ganar enormes sumas de dinero al mis- mo tiempo, obtener del gobierno arjentino con- cesiones de terrenos vahlíos, o comprarlos a vil precio de los particulares que los poseen, para venderlos en seguida en lotes proporcionados a las fuerzas i recursos de las familias de pobla- dores. Por la lijera descripción que de las provincias de Buenos-Aires i Entre-Rios precede, fácil- mente se concibe que las ventajas que en ellas— 22 — encontrarán lo*alemanes, i la vasta estension de Jos terrenos cultivables, bastarán sin salir de estos límites para dar colocación ventajosa du- rante diez años consecutivos, a toda la emigra- ción alemana, aunque fuera anualmente de do- ble número de individuos de lo que ahora se compone. Este es ademas el orden natural que siguen en todas partes las emigraciones. Los pri- meros emigrantes se establecen en las ciudades de la costa, para entregarse a las artes manuales que ofrecen provecho; en seguida invaden las campañas vecinas para labrar las tierras i ha- cerlas productivas; pero siempre conservándose a corta distancia de los puertos de mar, como si no se resolviesen, internándose en el pais, a decir adiós para siempre a la patria que ios vió nacer; hasta que últimamente estas costas esplotadas, pobladas i cultivadas, i no ofreciendo ya como al principio ventajas seguras ni colocación inme- diata a los pobladores, cual sucede ya en Norte- América, los nuevos colonos penetran en el inte- rior de las tierras en busca de terrenos vírjenes para establecerse, i formar las primeras pobla- ciones que mas tarde han de convertirse en pro- vincias florecientes cubiertas de ciudades opu- lentas i campiñas cultivadas. Este es el órden que ha seguido la población en los Estados-U- nidos i en Tejas, en Montevideo, en la América del Norte, i en la América del Sud. Hace solo diez años que algunos canarios lle- — 23 — garon a Montevideo, ciudad vecina del Entre- Rios, buscando terrenos de labor para esta- blecerse ; algunos italianos se presentaron des- pués; los franceses del Bearn i los bascos empezaron a llegar mas tarde. En 1838, la emi- gración reunida en Montevideo era tan consi- derable que no habiendo casas para tanta po- blación , una estension de terreno contigua a la ciudad fué dividida en calles, i cuatro años bas- taron para que se levantase a continuación una nueva ciudad que es dos veces mas grande que la antigua. Un solo empresario de edificios tenia a su cargo el trabajo de trescientas casas a un tiempo. Los canarios llegando cada dia en ma- yor número se estendieron en la campaña ve- cina ala ciudad, i se consagraron a labrar la tierra que ha producido desde entonces cereales i toda clase de productos que ántes no se esplo- taban en la provincia: los jenoveses se dedica- ron a la horticultura; los demás italianos al ser- vicio de las lanchas del puerto i la navegación de los ríos i las costas, i los bascos franceses o españoles a cantear piedras, cargar i descargar en los puertos, servir a los albañiles i en toda clase de trabajo: el resto de los europeos hacia el comercio por mayor i menor, o se dedicaban a las artes; i últimamente las mujeres servían en casas de los vecinos, en clase de domésticas , no- drizas, amas de llave, etc.; ganando todos ellos sumas de dinero que en sus paises respectivos no— 24 — habrían osado imajinar siquiera. La población estranjera continúa aumentándose de dia en dia en Montevideo, i de allí ha pasado a Buenos- Aires, donde encuentra mayores ventajas si cabe que en Montevideo. El medio de introducir emigrados es mui sen- cillo. La casa de Lavalloll ha hecho en esta es- peculación utilidades enormes. Un armador ha- cia conocer en Galicia de España su intención de trasportar colonos en América, lo que bas- taba para reunir en un momento millares de soli- citantes. Llegados a Buenos-Aires, la casa em- presaria, vende en el mercado su acción sobre cada individuo, i entre 2500 que esta sola casa de Lavalloll ha introducido, no ha sucedido una vez sufrir demora alguna en la venta. El colono se obliga a servir durante un año al patrón que pague por él el valor de su pasaje. Este pasaje ha sido estimado en Buenos-Aires a 75 pesos fuertes por persona pagado al contado, i 100 al término de un año, sin que nunca haya tenido lugar este segundo jenero de contrato. Un buque lleva por lo jeneral 300 pasajeros, los que ena- jenados a 75 pesos cada uno, producen una su- ma de 22,500 pesos. Los armadores alemanes pueden calcular, sobre este dato , las utilidades que les producida el trasporte de emigrantes a aquellos paises. Desgraciadamente la población alemana ha sido mui reducida a causa de que en el Norte de — 25 — Europa el pueblo ignora casi siempre , que pai- ses tan ricos existan en el mundo, preocupados en la idea de transportarse a Norte América, cuyas ventajas han oido ponderar desde su in- fancia, i que hoi disminuyen de un modo rui- noso para los emigrantes. Para correjir este error, necesito hacer cono- cer el resto de la República Arjentina, aunque esté, por las razones que arriba dejo espuestas, bien convencido de que por algún tiempo los pobladores alemanes i de otras naciones que acudan a sus costas no se alejarán del Rio de la Plata, retenidos allí por las ventajas, por lar- go tiempo inagotables, que les ofrecerá el esta- blecerse en las campañas de Buenos-Aires, o en los terrenos no cultivados de Entre-Rios i del Uruguai. Interior del País. De Buenos-Aires hácia al Norte, a distancia de unas cien leguas , se encuentra la hermosa provincia de Córdova, que es, después de Bue- nos-Aires, la mas rica i poblada del interior. Tiene llanuras inmensas cubiertas de pastos na- turales para la cria de ganados, i aun a la parte del Sur posee grandes estensiones que ni de gana- dos están poblados, no obstante la abundancia de pastos que en ella crecen espontáneamente. En esta provincia hai una gran cadena de montañas 5— 2(3 — que dá orijen a muchos ríos, los cuales, a falta de nombre, son conocidos por denominaciones numéricas , como el Rio Tercero , el Rio Cuar- to, el Rio Quinto. Todos estos, como el Prime- ro, i el rio Segundo, que nacen en otra provincia inmediata, cruzan llanuras fértiles i espaciosas que no tienen todavia un palmo de terreno la- brado. Las producciones de esta provincia son como las de Buenos-Aires, cueros, i lanas en prodijiosa cantidad. La cria de carneros merinos ofrecería ocupa- ción incesante a millares de pobladores, inde- pendientemente de los otros ramos de industria apenas esplotados i a los que el pais se presta maravillosamente. El transporte de las mercan- cías se hace por medio de enormes carretas que tiradas por bueyes atraviesan hasta Buenos- Aires la no interrumpida llanura. El rio Tercero, que es el mas caudaloso de todos, desagua en el Paraná por la provincia de Santa Fé ; pu- diendo convertirse a poca costa en un canal navegable para llegar al Paraná. La ngri- cultura en Córdova, esplotada por labradores intelijentes, daria nacimiento a una ciudad en cada punto en donde haya una corriente de agua, i esto sucede en una gran porción de la provincia. La provincia de Santa Fé, que limita al Oeste con la de Córdova, situada a orillas del Paraná, es igualmente aventajada por su situación a ori- — 27 — Has de un gran rio, i rodeada por otros dos que, ' aunque infinitamente menores que el Paraná, Jl son mayores que el Sena, i no ofrecen obstáculo alguno para la navegación interior. De Buenos-Aires al Oeste, i atravesando to- do el pais hasta llegar a las faldas de la cordillera de los Andes, se encuentran las dos ciudades de Mendoza i de San Juan, que deben su riqueza ala feracidad del su?lo, que es allí prodijiosa. IMendoza i San Juan, a diferencia de las otras provincias de aquel Estado, son pueblos esclusi- vamente agricultores, no entrando en sus ocupa- ciones la cria de ganado sino en una reducida proporción. Cultivan los habitantes Ja viña i todos los cereales que rinden ciento por uno, i en los terrenos nuevos ciento cuarenta i a veces mas. En estos terrenos, ocurre una cosa, que a los Europeos parecerá asombrosa i a muchos increí- ble. Después de desmontar i arreglar un terreno vírjen, los labradores lo riegan, aran i siembran de trigo, teniendo cuidado de echar muí despa- rramada la semilla, a fin de que con el estraordi- nario crecimiento no se sufoque la planta i se con- vierta en paja. Después de la cosecha, que este primer año rinde por lo jeneral ciento cuarenta por uno , el terreno se cierra hasta la época acos- tumbrada de reirar los terrenos para sembrar de nuevo para el siguiente año. Regado el terre- no , de los granos i espigas que han quedado des- parramados en el suelo al tiempo de la cosecha— 28 — i sin arar, ni sembrar de nuevo, nace una nueva mies, que produce ciento por uno; la misma ope- ración se repite el tercer año, i sin sembrar de nuevo se cosecha cincuenta por uno, hasta que al cuarto año el trigo nace tan tupido, que no rinde cosecha de consideración. Mientras que se han estado haciendo estas cosechas, la se- milla de alfalfa (luzerne) que se derrama mez- clada con el trigo, ha producido plantas que se fortifican i reproducen de manera que al cuar- to año el terreno que sirvió de sembrado de trigo es ya un prado artificial que continúa dando sin ararlo ni removerlo alfalfa por cincuenta años consecutivos. Ved aquí, como se aprovecha la alfalfa pa- ra alimentar los animales. Riégase abundante- mente el terreno cubierto de ella , i se la deja crecer hasta que toda ella florece i principia a asemillar, presentando a la vista una alfombra morada. Cuando la planta está bien sazonada, se echan a pacer en ella ciento o doscientos bue- yes que se proponen engordar para proveer de carnes el mercado. Los animales rumiantes, careciendo de dien- tes en la mandíbula inferior, cortan solo las estreinidades floridas de la alfalfa, de manera, que cuando todo el prado artificial ha sido des- florado por los bueyes, se les pasa a otro prado florido, para que repitan la misma operación, i asi de prado en prado cortando solamente la — 29 — flor de la planta para alimentarse, pasan ocho 1 meses i a veces un año, hasta que lustrosos e hinchados de gordura, apunto de no poder mo- verse, se les lleva al matadero. En estos prados desflorados se sueltan en seguida caballos que ! talan las partes mas sólidas de la alfalfa, pues crece con tanta lozania que sus tallos son du- ros i leñosos; últimamente cuando no quedan sino los tronquillos , los caballos son pasados a otros prados i en su lugar vienen las ovejas que recojen las hojillas que crecen entre los tallos. I Los ganados que pacen en los prados artificia- les, dejan un poderoso abono, i a esto se debe sin trabajo, el que se mantenga la feracidad de la tierra. En estos países donde los caballos se cuentan a millares, la idea de pesebres i establos parece absurda, i el segarlos forrajes para ali- mentarlos dispendioso e impracticable. La trilla de los ceieales se ejecuta por medio de caballos del modo mas animado i pintoresco. En un estremo del terreno en que el trigo está en gabillas, se construye con estacas altas un parapeto circular, en cuyo centro se amontona todo el trigo déla cosecha. Cuando la trilla co- mienza, se baja una parte del trigo al espacio que media entre el parapeto i el montón cen- tral. Entonces se hace penetrar una recua de caballos i yeguas que a veces no bajan de dos- cientas, i haciéndolas circular en torno del montón, estimulándolas con gritos i latigazos de— 30 — los jinetes que van atrás, los hacen correr sobro el trigo, hasta que han sido descompuestas las| espigas, i el tallo picado por las uñas de los caballos en paja menuda. Esta operación dura dos o tres dias, terminándose por una fiesta campestre a la que son admitidos todos los que!^ han ayudado a la trilla, i cuantos por placer o en- tretenimiento han concurrido. El valor de los terrenos nuevos en Mendoza i San Juan, es de cinco francos la estension de 120 metros cuadrados, a veces veinte cuando eslán en la inmediación de las ciudades; pero cuando es preciso abrir un canal para regar- los, solo vale un franco aquella estension, i a ve- ces se compran dos mil o cuatro mil cuadras cua- dradas por medio franco cada una. A esta facilidad de adquirir tierras i de labrar- las se debe que centenares de labradores que con buena conducta i economía se han puesto a desmontar tierras nuevas, concluyan en pocos a- ños con poseer una ferme de un octavo de legua cuadrada, cubierta de prados artificiales, sementeras de trigo , maiz i árboles frutales que introducen la abundancia i el bienestar en el seno de la familia. Yo he presenciado los progresos i en ciertos respectos dirijido las operaciones de uno de estos labradores, que en cuatro años, de pobre trabajador asalariado vino a serfer- mier. Queriendo este hombre dedicarse a la labranza i no poseyendo terrenos ni medios — 31 — de adquirirlos, se concertó con un fermier rico, para labrarle terrenos nuevos, a condición de entregarle cada porción de terreno que cul- tivase hecha prado artificial a los cuatro años de haberla abierto. El primer año cosechó una inmensa cantidad de trigo; el segundo abrió nuevo terreno, e hizo dos cosechas, una del segundo año del primer terreno sembrado, i la otra del que habia abierto aquel mismo año; el tercero recojió tres de los terrenos que tenia en labor, pues ya se ha dicho que los trigos sembrados en terreno vírjen se cosechan dos i tres años consecutivos. Este buen labrador al fin de cuatro años, vino a buscarme para que le comprara un octavo de legua de terreno que valia cinco mil francos, que pagó al contado con el dinero que ya habia guardado., poseyendo ademas, no solo los aperos de labranza i yuntas de bueyes necesarios, sino doscientas ovejas i una cria de caballos. Después de terminado su con- trato con el propietario dueño del terreno que habia cultivado hasta entonces, pasó al que habia comprado, que es hoi una bella propie- dad. Este hombre virtuoso tuvo el valor de dedicar las noches a aprender a leer i escribir para hallarse en estado de pagar sus jornaleros. Debo prevenir que en aquellos países la cul- tura del trigo se hace en grandes porciones, i que nuestros hombres del campo se asombrarían— 32 — de saber que en Francia , por ejemplo, las viñas están mezcladas con el trigo; i que una semen- tera de cereales no abraza mas estension a veces que la de una faja de cien metros de largo i cuatro 0 cinco de anclio. En América, aunque la agri- cultura no esté tan perfeccionada como en Eu- ropa, las siembras se hacen en escala mui creci- da, i no es raro ver una estension de un cuarto de legua sembrado de trigo de una sola vez i per- teneciente a un solo propietario. La subsistencia por tanto en las provincias de Mendoza i San Juan es facilísima , i llena de to- dos los goces que una agricultura variada pro- porciona. A mas de los cereales i granos, i la viña que se cultiva en grande estension, los árboles frutales son tan abundantes, que aunque sean sus frutos de los mas esquisitos del mundo, casino tienen precio. Los duraznos, i los primeros higos que dan las higueras se dan a todo el que los so- licita, pues los propietarios no sabrían que hacer- se con la excesiva cantidad que los árboles pro- ducen : 100 libras de raisins secos, valen de ocho a diez francos; i las nueces, peras, manzanas, naranjas i limones , los higos i la mayor parte de los frutos europeos son de tan esquisito sabor 1 tamaño tan estraordinario, que no sentaría mal a aquellos países compararlos con la tierra d( promisión. Por aquellas provincias pasan dos rios cau- dalosos aunque no navegables, que después de — &i — haber prestado parte de sus aguas a las inmensas culturas que en torno de las ciudades se estien- den por algunas leguas, van a perderse en una cadena de lagunas que ocupan una estension de mas de cincuenta leguas. De allí salen en un solo rio navegable , que después de correr otras cincuenta leguas, se pierde en un nuevo lago llamado el Bebedero, donde se resumen las aguas. Por ambas provincias también atraviesan caminos que de Buenos-Aires conducen a Chi- le, cruzando por tierra esta parte de la América hasta dar con el Océano Pacífico. Al Sud de Mendoza corren varios rios, entre ellos el Tunuyan, el Latuel i el Diamante, que riegan fértilísimas comarcas, despobladas hasta hoi, no obstante que están bien guardadas por los fuertes del Sud de todo ataque de parte de los indios. No me empeñaré en hacer la descripción de cada provincia de aquel inmenso estado, bas- tándome indicar los razgos principales que dis- tinguen unas partes de otras del territorio. Así lo dicho de Entre-Ríos conviene perfectamen- te a Corrientes i Santa Fé; lo de Córdova a San- tiago i San Luis, lo de San Juan mas o ménos a Calaniarca i la Rioja. Este mismo lujo de vejetucion, la misma riqueza de producciones reina en toda la vasta estension de país comprendido en las provin- (i— 34 — cias de Salta i Jujui, que forman el límite del Estado por el Norte. La agricultura es escasa todavía, dando suficiente riqueza a los habitan- tes los ganados que se alimentan con los pas- tos esquisitos de que Ja tierra está cubierta. La temperatura, sin ser tropical ni mui ardiente por estar modificada por la proximidad de los Andes, es sin embargo insuficientemente alta, para permitir el cultivo de la caña de azúcar, el algodón, el tabaco i demás producciones que necesitan para su perfección que no hayan in- viernos rigorosos. Despoblados. Para completar este lijero opúsculo, i solo con el objeto de mostrar cuán inmenso es el campo de esplotacion que se abrirá a la emigra- ción europea, desde que empiece a dirijirse a aquellas afortunadas comarcas, voi a indicar los países que no están ocupados por la pobla- ción cristiana , pero que lo serán desde que los colonos abunden, i puedan organizarse vastas compañías para protejer i fomentar la población. Desde Buenos-Aires i Mendoza en el interior, se estienden al Sud por mas de quinientas le- guas, rejiones, que llegan hasta el Estrecho de Magallanes, i por las cuales vagan algunas tri- bus salvajes. No pasará mucho tiempo sin que el Gobierno de la República Arjentina esta- — 35 — blezca una línea de pequeños fuertes que colo- cados de distancia en distancia desde la orilla del Atlántico hasta las faldas de los Andes, fije para siempre una frontera asegurando para la cultura una inmensa estension de pais. Se pres- tan a esta idea dos grandes rios navegables desde sus fuentes en la cordillera de los Andes , hasta su embocadura que está a unas doscien- tas leguas al sur de Buenos-Aires. Llámanse, estos rios el Negro i el Colorado, i este último corriendo paralelamente al otro, encierra una vasta i ancha estension de terreno , entre estas dos vias de comunicación. Hácia el lado del Norte de Santa Fé i Santia- go, i al naciente de Tucuman i Salta, se estien- de una comarca, que por su inmensa i aun no bien conocida estension, lleva el nombre del Gran Chaco. Este es un pais tan grande como la Alemania, enteramente cubierto de vejetacion lujosa, i que apenas ha sido visitado por^ algunos viajeros que se han atrevido a penetrar en él. En el año 1842 quinientos correntinos reunidos, partiendo desde Tucuman, lo cruzaron en 20 dias; i no obstante que esta multitud de hom- bres no traia provisiones; pues huian de sus enemigos después de haber sufrido una derrota, llegaron los quinientos a Corrientes sin haber perdido un solo hombre; manteniéndose en el tránsito con las frutas silvestres, los cuadrúpe- dos , los pescados de los rios i las aves que— íkj — cazaban con sus armas de fuego. Cuando la corriente de emigrados se dirija hácia las már- jenes del Plata en suficiente número, no solo para llenar las partes ya pobladas, sino para emprender colonizaciones lejanas, entonces no digo provincias sino naciones han de elevarse en las que hasta hoi son apellidada soledades del Gran Chaco. 1 no es este un suceso mui lejano: soledades eran ahora 20 años los terrenos que en Norte-América están al Oeste de los mon- tes Rocallosos (Hockey mountains), i hoi son estados populosos i ricos; soledades eran las ináijenes del Mississipi, i gracias a Io^ emi- grantes de todas las naciones hoi rebosan de habitantes. La población en el Rio de la Plata seguirá con preferencia la márjer de los rios nave- gables. El Paraná, que conduce hasta el Para- gnai, servirá de conductor a los emigrantes, primero para internarse en el pais, i para tras- portar después a los puertos los productos que cosecharán en los terrenos feraces que sin cos- to alguno abrirán a la cultura. Por el Gran Chaco pasan, a mas de esto, dos grandes rio¡? navegables, cuyas fuentes están en Bolivia, ' cuyo gobierno hace hoi dia todos los esfuerzos imajinables para atraer población a la inmensa i débilmente poblada estension de aquella Re- pública. La población que suba hasta Bolivia ha de — 37 — ascender naturalmente por los rios Bermejo i Pilcomayo, que hoi se trata de navegar. El interés de aquella repúb'ica está en abrirse una via de comunicación hácia el Rio de la Plata para esportar las ricas produccio- nes en que abunda; pero que carecen de valor por la dificultad de hacerlas llegar a los puertos de mar. Para lograr este resultado por el Rio de la Plata, el gobierno de Bolivia necesita fomentar la población a orillas del Pilcomayo, a fin de que la navegación mercante encuentre la seguridad i recursos sin los cuales no puede efectuarse, atravesando distancias de centena- res de leguas. La imajinacion se pierde al contemplar cuánta población necesitan aquellos países, cuántas ciudades florecientes han de alzarse donde ahora solo crecen malezas, i cuántas familias que viven hoi en Europa en la mas profunda miseria serian allí venturosas i nadarían en la abundancia con la mitad del trabajo que hoi emplean para no morirse de hambre. Pero como lo he dicho ántes, no son estas empresas lejanas las que primero deben llamar la atención de los emigrantes alemanes. Una vez que se haya iniciado este movi- miento de emigración alemana a la América del Sud, vastas compañías con capitales pue- den encargarse del trasporte de los colonos i de adquirir territorios para establecerlas.— 38 — JEntónces todo podrá emprenderse a Ja vez, i las colonias, siguiendo el curso de los rios u otras direcciones que la conveniencia dicte, i apoyándose unas en otras, avanzar hasta el corazón de la América, llevando la civiliza- ción, la agricultura i la industria a los países que cubren hoi bosques inútiles. La América del Sud podrá entonces rivalizaren poder i riqueza con la del Norte, i grandes estados productores establecerán la balanza entre las dos razas prin- cipales que pueblan la América. Gotinga, mayo 5 de 1847. D. F. Sarmiento. NOTAS por ü Dr. WawaüQ. Una relación interesante de las circunstancias que para el desenvolvimiento de la República Boliviana hacen condi- ción precisa abrir una via de comucicacion al tráves de los paises del Rio de la Plata para el Océano Atlántico, se en- cuentra en un folleto del Cónsul Boliviano en Chile dirijido al Ministro de Relaciones Esteriores de Bolivia, impreso en 1845 en Valparaíso bajo el título—"Nota din ¡ida a S. E. el Señor Don Tomas Frias, Ministro de R.E. de Bo- livia, por Felis Frias, Cónsul de la misma República en Chile."—Como esta NOTA contribuye mucho al conoci- miento de la situación jeográfica de Bolivia, cuyas desven- tajas causan a esta República conflictos interminables con su hermana la del Perú, i como al mismo tiempo demues- tra que en lo sucesivo los Estados del Rio de la Plata constituirán en si otros tantos mercados de aquella parte importante del interior de la América, no estaría fuera de lugar, elestracto siguiente de dicha NOTA, que presenta ademas un cuadro verdadero de las relaciones físicas e in- dustriales de la República Boliviana, enteramente descono- cida hasta ahora entre nosotros.— 40 — Las dificultades mas graves, dice el autor, que se oponen al desarrollo de la República de Bolivia, provienen principalmente de la viciosa demarcación de límites trazada por la mano victoriosa de Bolivar. I ciertamente es de deplorar, que ese jenio no hubiera previsto que la nación que fundaba, sin bastante frente al Pacífico, i sin comuni- cación con el Atlántico, quedaba reducida a una situación llena de embarazos para los progresos de su comercio i de su industria. Basta en efecto echar una ojeada sobre el ma- pa de la América meridional para advertir, que de todos los estados que la componen, ninguno se baila peor^colocado que la República de Bolivia, si consideramos la parte de territorio a que sus autoridades estienden su dominio i las vias actuales de su comercio. El asiento principal del pueblo Boliviano se encuentra entre los desiertos, que lo separan del Pacífico, i los que, habitados por tribus indíjenas independientes, lo dividen del rio Paraguay, el Beni, el Mamoré, el Pilcomayo i Berme- jo, afluentes del Amazonas o del Plata. Antes de la época de la actual administración de Bolivia, la atención de los hombres que sentían la necesidad de salir de una posición tan desventajosa, se habia dirijido ácia el poniente, con el doble objeto de hacer de Cobija un puerto capaz de satisfa- cer todas las exijencias de la República, o de conseguir una parte de territorio peruano sobre la costa del Pací- fico, en el caso de ser imposible superar los obstáculos que impiden convertir a Cobija en un mercado, donde pudie- ran fijarse las casas de comercio europeo. La esperiencia ha demostrado dos hechos. La imposi- bilidad de vencerá la naturaleza, que ha negado a la costa boliviana los recursos indispensables para alimentar po- blaciones regulares ; i la de obtener por medios pacíficos cesiones de territorio peruano. Pero aun suponiendo posibles esos dos hechos, es bien — 41 — fácil demostrar que ellos no remediarían las necesidades reales de la República. Un puerto no tiene importancia sino en cuanto él sirve tanto de depósito a los efectos estranjeros que una socie- dad consume, como a la fácil esportacion de sus produc- tos. En ningún caso Cobija disfrutaría de esas ventajas, por bailarse situado a 170 leguas de Potosí, el pueblo mas inmediato de los que trafican por esa via. Entre las ciuda- des principales de Bolivia i e! puerto de Cobija no solo se encuentran los Andes, como un obstáculo a su comu- nicación, sino un vasto desierto de asombrosa esterilidad. ¿Qué podría prometerse Bolivia de su puerto, desde que hai que atravesar tan largas distancias , desnudas comple- tamente de recursos naturales i sobre terrenos que no res- ponden a la industria del hombre ? Las clases consumi- doras se hallarán siempre notablemente perjudicadas, miéntras sea ese el camino de las importaciones estran- jeras, i estas no penetren en medios mas cómodos i eco- nómicos de trasporte que los lomos de llamas i de burros. La adquisición del puerto de Arica, supuesto el caso de ser realizable, tampoco satisfaría otras necesidades que las del solo departamento de la Paz, nada a pro- pósito por su posición al pié de la cordillera i sobre las fronteras del norte para servir de mercado a los otros pun- tos de la República. Resulta lójicamente de las consideracionos anteriores, que Bolivia debe apartar su vista del Pacífico, pues no es este mar de donde ha de venir su porvenir comercial. Ese porvenir ha de nacer por el oriente. El sabio naturalista D. Tadeo Haenke, en el luminoso informe dado en Cochabamba en 1799 al gobernador de esa provincia, demostró del modo mas convincente para el Perú la conveniencia de abondonar el camino retrógrado, por valerme de su feliz espresion , que conduce al Pacífi- 7— 42 — co por la Cordillera, i de preferir los conductos naturales, que dan fácil salida a las producciones de ese pais por los rios que llevan sus aguas al Amazonas, fertilizando de una manera prodijiosa los terrenos que atraviesan. La emancipación de las colonias americanas, puestas hoi en relación con el comercio de todos los pueblos del universo, i la existencia independiente que resultó para Bolivia de la victoria de Ayacucho, han multiplicado el valor de los argumentos en que Haenke apoyaba sus opi- niones , tanto mas cuanto que desprovista Bolivia de puer- tos en el Pacífico , debe preferir la via del Oriente no solo como la mejor, sino como la única. Voi a esponer lo mas brevemente que me sea posible, los bienes que esperan a ese pais de dar su espalda al Pacífico para encaminarse hácia las fértiles rejiones del naciente. Topográficamente considerada, Bolivia tiene cerca de 300 leguas de latitud en el centro, con igualo mayor frente sobre sus fronteras del naciente, mientras que su límite sobre el Pacífico no alcanza a la tercera parte de esta estension. Del lado del poniente, Bolivia tropieza en el departamento de Potosí con el desierto, i en los de Oruro i la Paz con los Andes peruanos; mientras que de esos mismos i de todos los otros puntos de la Repúbli- ca se puede marchar directamente al naciente i al norte, por terrenos que pierden gradualmente su aspereza i este- rilidad , hasta convertirse en los lugares pingües de Mojos , Chiquitos, Santa-Cruz i el Chaco, limitados todos por rios navegables. Podemos, pues, considerar a Bolivia dividida en tres rejiones.—La 1." es la rejion occidental, que tiene al N. el Pacífico i en el centro el inmenso desierto atravesado por la cordillera de los Andes, incapaz de cultivo, i que lle- ga basta el departamento de Potosí. Esta rejion es llama- da en la división política de Bolivia el Distrito litoral, tiene por límites en la costa el Loa al norte i el Paposo al sud.—La rejion central se estiende desde Tarija bástalas fronteras del norte sobre los desiertos comprendidos en- tre el Amazonas i el Madera, i abraza los departamentos de Tarija, Potosí Chuquisaca, Cochabamba, Oruro i la Paz.—La 3.a rejion es la Oriental, que comprende los de- partamentos del Beni, Santa-Cruz i el Chaco Boliviano. La rejion occidental es sin duda la uicmios valiosa i pol- lo mismo la menos habitada. El punto mas poblado de to- da ella es el de Atacama , que apenas cuenta mil habitan- tes, siendo la población de Cobija de poco mas de la mi- tad. Estos lugares son tan escasos de agua, que se en- cuentran en ellos travesías hasta de treinta leguas. Las minas de cobre i el Imano han dado hoi a las costas de Bolivia alguna importancia, pero son completamente áridos los terrenos de ambos lados de los Andes; así es que la población se halla diseminada en esta dilatada re- jion en pequeñas familias, que habitan los puntos lla- mados Postas, i a los que es preciso traer de largas dis- tancias el alimento de los viajeros i el forraje para los animales. Desde que esa rejion por su sequedad no basta alimentar las primeras necesidades del hombre, mucho menos susceptible es de abrigar ningún jénero de indus- tria agrícola. La rejion del centro sirve de asiento a la mayor parte de la población] boliviana. El dep artamento de la Paz produce la coca, este pan de la clase indíjena que forma las masas de Bolivia: los otros departamentos de Tarijo, Potosí, Cochabamba, Chuquisaca i Oruro, aunque pro- vistos de todos los productos destinados a satisfacer las necesidades físicas del hombre, i que abundan en sus valles, no han sido sin embargo tan favorecidos por la naturaleza que puedan sostener Ja iudustria agrícola,— 44 — verdadera industria americana. Exceptuando la cascarilla de la Paz, no tengo noticia de que en los demás depar- tamentos prospere ninguna otra industria a mas de la minera. Tío se ocultarán a hombre alguno de estado los nume- rosos inconvenientes de la dedicación esclusiva de un pais a la esplotacion de minas. Me bastará solo observar que esa industria, hija predilecta de las preocupaciones colo- niales, solo puede ser practicada por una clase privile- jiada de la sociedad con utilidad incierta, i cuyo resultado suele amenudo arruinar grandes capitales o levantar for- tunas colosales, que no son las que mas se avienen con los intereses jenerales de las repúblicas americanas. La consideración mas poderosa contra la consagración esclu- siva a la minería , es que ella está fuera del alcance de la clase menesterosa, que en América, como en todas par- tes, es siempre la mas numerosa. Las minas enriquecen a los individuos, pero no a los pueblos. De ningún modo es mi opinión que la industria minera deba ser desatendida. Ella ha sido hasta hoi la principal fuente del comercio de Bolivia, que cesaría desde el mo- mento en que los metales preciosos dejaran de ser el re- torno de las introducciones europeas. Pero sabemos que por medio'de esa industria apenas alcanza el pais a pagar los efectos que consume, i que en ese negocio está única- mente interesada la clase poseedora de capitales, mientras que actualmente Bolivia carece de la agricultura, cuando solo ella puede presentar ocupación lucrativa al trabajo de las masas de la República, que apenas adquieren hoi a costa de la vida mas laboriosa su mezquino alimento diario. Un gobierno animado de miras paternales debe empeñarse decididamente en proporcionar a la raza indí- jena, sujeta a tan miserable condición, el bienestar ma- terial, de que es susceptible un pueblo dueño de dilatada* — 45 — i fértilísimas tierras. Solo emancipando gradualmente de Irt pobreza a los pueblos ¡i menéanos, pueden penetrar eir ellos los principios i las costumbres que la civilización ha sancionado, i que tan distantes están hoi en Bolivia, como en las otras repúblicas hispano-americanas, de ser I una realidad. El porvenir de la República Aijentina asoma en el orien- sjte: en esa porción de territorio que se estiende desde el Beni hasta la Asunción, cuya parte septentrional está re- gada por rios caudalosos i navegables que llevan sus aguas al Amazonas, cuyo centro alcanza hasta el gran rio Paraguai, i cuya estremidad sud llega hasta la márjen iz- quierda del Pilcotnayo. No haijénero de industria que no pueda cultivarse con provecho en esa rejion, que puede llamarse sin exajera- , eion el Paraguai de Bolivia. El célebre naturalista M. D'Orbigny llamaba a Mojos la tierra de promisión, sor- prendido por su portentosa fertilidad, su vejetacion orijinal i robusta, i la hermosura de sus bosques. "Las provincias orientales al meridiano de Potosí, en la República de Bolivia, dice Arenales en su importante obra sobre el Cha^ eo,son incomparablemente mas ricas i privilejiadas en todos los objetos de producción natural (con poca excep- ción de los minerales) que las del lado opuesto: i aun mucho mas que las Provincias Arjentinas.'' Prescindiendo de la mucha riqueza que pioinete a Bo» livia el cultivo de la coca, la caña, el café, el cacao, el al* godon, la morera, etc., i los rios, que pasean sus aguas so* bre camas de oro, como lo observó el mismo Mr. D'Or- bigny recorriendo el año 32 esos lugares, V. G. sabe cuan a propósito son ellos por sus pastos i aguas permanentes para la cria de ganados, que de todos los ramos de in«- dustria americana, es el que mayores i mas seguras uti- lidades ofrece, i que ha dado a Buenos-Aires i Montevideo— 46 — la gran importancia mercantil de que gozan. V. G. sabe que algunos animales vacunos llevados por los Jesuítas del Paraguai a Mojos se han multiplicado tan prodijiosa. mente, que las llanuras de esa provincia están cubiertas de ganados que se venden a ínfimo precio, i de que solo se hace uso para el consumo de la misma provincia i la de Santa Cruz. Todas las circunstancias locales anuncian como se ve, el desarrollo mas rápido a la industria agrícola en la rejion oriental de Bolivia. Aun suponiendo que la central tuviera producciones que esportar, el solo inconveniente del tras- porte por la rejion occidental, aumentando considera- blemente el valor de sus frutos, mataria en su jérmen el movimiento de la agricultura, que jamas podria suministrar por esa via las materias primeras a la industria europea, sino a precios exhorbitantes. Todo lo contrario sucede en la rejion oriental. La faz montañosa de Bolivia desapa- rece allí. En ella nacen i se crian fácilmente las bestias de carga, i nada seria por otra parte mas factible en esos lugares, que la apertura de caminos carriles para los que abundan sus bosques en madera de construcción. Pienso ademas que no solo los departamentos del Beni 1 Santa-Cruz de la Sierra pueden comunicarse directa- mente con los rios tributarios del Amazonas i el Paraguai, sino que todos los de la rejion central llegarían cómoda- mente a los canales naturales que rodean la del Este. Los departamentos del Beni, la Paz i Santa-Cruz están en re- lación inmediata con el Beni, el Mamoré i los demás rios tributarios del Madera (I). La provincia de Chiquitos en el departamento de Santa-Cruz tiene ademas elJaurúi los otros brazos orijinarios del Paraguai. Cochabamba por su posición central entre la Paz i Santa-Cruz podria va- (1) Véase la nota A, al fin del capítulo. — 47 — lerse de las vias de ámbos departamentos para comunicar- se con los rios, que cruzan en opuestas direcciones las provincias de Mojos i de Chiquitos. Los departamentos de Chuquisaca i Tarija tienen sus fronteras orientales sobre el gran Chaco. El gran Chaco es digno ciertamente de su nombre; es, dice un distinguido escritor de estos paises, la joya mas preciosa de cuantas forman la brillante corona de la América española. Los conquistadores de nuestro continente, tantas veces calumniados por la cólera irrefle- xiva de los que lo emancij aron del yugo colonial, estuvie- ron siempre dominados por la pasión ardiente i tenaz de investigar los misterios de estas rejiones admirables. Los libros impresos i manuscritos inéditos sobre viajes i espe- diciones al Chaco, de que un solo autor da noticia, lle- gan a ciento; mientras que en treinta i cinco años de nues- tra vida independiente, solo ha tenido lugar un viaje en el Bermejo, dos esploraciones en el Pilcomayo ordenadas por el gobierno de esa República, i otras dos espedicio- nes, sin objeto económico ni científico producidas por la guerra civil de la República Arjentina. El Chaco en toda su estension de 11 grados de latitud austral desde el 19.° hasta el 30.°, i seis de lonjitud en su parte mas ancha, es una gran faja de territorio limitada al oriente por el Paraguai i el Paraná, que pueden recibir en sus aguas buques de alto borde, i atravesada diagonal- mente por tres rios de los cuales se sabe con certeza ser el del centro el Bermejo, navegable. Los terrenos com- prendidos entre las provincias de Chiquitos al N., el Pa- raguai al E. i el Pilcomayo al S. forman el Chaco Boli- viano (1). (1) Los Arjentinos consideran la línea divisoria entre Bolivia i las provincias del Plata de nmi diverso modo que el mencionado anterior- mente; es decir, la sitúan un poco al Norte del 19.° de latitud i pa-— 4G — la gran importancia mercantil de que gozan. V. G. sabe que algunos animales vacunos llevados por los Jesuítas delParaguai a Mojos se han multiplicado tan prodijiosa. mente, que las llanuras de esa provincia están cubiertas de ganados que se venden a ínfimo precio, i de que solo se hace uso para el consumo de la misma provincia i la de Santa Cruz. Todas las circunstancias locales anuncian como se ve, el desarrollo mas rápido a la industria agrícola en la rejion oriental de Bolivia. Aun suponiendo que la central tuviera producciones que esportar, el solo inconveniente del tras- porte por la rejion occidental, aumentando considera- blemente el valor de sus frutos, mataría en su jérmen el movimiento de la agricultura, que jamas podria suministrar por esa via las materias primeras a la industria europea, sino a precios exhoihitantes. Todo lo contrario sucede en la rejion oriental. La faz montañosa de Bolivia desapa- rece allí. En ella nacen i se crian fácilmente las bestias de carga, i nada seria por otra parte mas factible en esos lugares, que la apertura de caminos carriles para los que abundan sus bosques en madera de construcción. Pienso ademas que no solo los departamentos del Beui i Santa-Cruz de la Sierra pueden comunicarse directa- mente con los rios tributarios del Amazonas i el Paraguai, sino que todos los de la rejion central llegarían cómoda- mente a los canales naturales que rodean la del Este. Los departamentos del Beni, la Paz i Santa-Cruz están en re- lación inmediata con el Beni, el Mamoré i los demás rio; tributarios del Madera (I). La provincia de Chiquitos en el departamento de Santa-Cruz tiene ademas el Jaurú i los otros brazos orijinarios del Paraguai. Cochabamba por su posición central entre la Paz i Santa-Cruz podria va- (1) Véase la nota A, al fin del capítulo. — 47 — lerse de las vías de ámbos departamentos para comunicar- se con los rios, que cruzan en opuestas direcciones las provincias de Mojos i de Chiquitos. Los departamentos de Cliuquisaca i Tanja tienen sus fronteras orientales sobre el gran Chaco. El gran Chaco es digno ciertamente de su nombre; es, dice un distinguido escritor de estos países, la joya mas preciosa de cuantas forman la brillante corona de la América española. Los conquistadores de nuestro continente, tantas veces calumniados por la cólera irrefle- xiva de los que lo emancij aron del yugo colonial, estuvie- ron siempre dominados por la pasión ardiente i tenaz de investigar los misterios de estas rejiones admirables. Los libros impresos i manuscritos inéditos sobre viajes i espe- diciones al Chaco, de que un solo autor da noticia, lle- gan a ciento; miéntras que en treinta i cinco años de nues- tra vida independiente, solo ha tenido lugar un viaje en el Bermejo, dos esploraciones en el Pilcomayo ordenadas por el gobierno de esa República, i otras dos espedicio- nes, sin objeto económico ni científico producidas por la guerra civil de la República Arjentina. El Chaco en toda su estension de 11 grados de latitud austral desde el 19.° hasta el 30.°, i seis de lonjitud en su parte mas ancha, es una gran faja de territorio limitada al oriente por el Paraguai i el Paraná, que pueden recibir en sus aguas buques de alto borde, i atravesada diagonal- mente por tres rios de los cuales se sabe con certeza ser el del centro el Bermejo, navegable. Los terrenos com- prendidos entre las provincias de Chiquitos al N., el Pa- raguai al E. i el Pilcomayo al S. forman el Chaco Boli- viano (1). (1) Los Arientinos consideran la linea divisoria entre Bolivia i las provincias del Plata de mui diverso modo que el mencionado anterior- mente ; es decir, la sitúan un poco al Norte del 19.° de latitud i pa-— 48 — El Chaco es un pais cubierto de bosques, en los que se encuentran muchos i variados árboles frutales i en ellos aves preciosas; el suelo está sembrado de la vejetacion mas florida i lozana, i regado abundantemente por la- gunas i arroyos numerosos. Prescindiendo de los infinitos informes que existen sobre la asombrosa fertilidad de ese territorio, bastaria para demostrar el crecido número de tribus salvajes que lo habitan, alimentándose de la caza i la pesca. La guerra civil de la República Arjentina ha presentado no ha mucho un hecho que basta citar para dar idea de la sólida riqueza de ese suelo. A fines del año 41 una división de mas de 400 hom- bres huyendo de la persecución del ejército, que habia batido aquel a que ellos pertenecieron, penetraron en el Chacao con el designio de dirijirse a Corrientes, cruzan- do terrenos desconocidos i sin la menor idea del itinerario de su viaje. Todos ellos llegaron montados a la márjen de- recha del Paraná, que atravesaron en frente a la capital de aquella provincia arjentina. El diario redactado por uno de los jefes de esa división, aunque incompleto, hace ver cuan fundado es el crédito de que goza el Chaco, como uno de los paises mas ricamente dotados por la naturaleza. releía a este; por cuya división corresponde cinco mil leguas cua- dradas menos a la República Boliviana que el territorio que ella pretende tener en el Chaco. Como esta frontera cae en un terreno enteramente desconocido, seria inútil detenerse en la cuestión de: ¿cuál de las dos Repúblicas está en sti derecho? La cuestión de fron- teras traerá sin duda algún dia disputas entre ámbas repúblicas, quf, como todos los nuevos estados Hispano-Americanos, son tan zeloso* de entender los limites de sus territorios como neglijentes en esplotar el pais que poseen con seguridad i en tomar posesión verdadera de él por medio de la agricultura.—Vasto campo para cuestiones de frontera hallarán ademas ambos paises en la vaguedad con que están demar- cados los limites de las que fueron provincias del imperio colonial de la España, limites a veces equivocados cuando no completamen- te oscuros o ignorados sobre todo en aquellos de sus puntos que atraviesan rejiones desconocidas, i que no obstante son la única norma para guiarse en contiendas de ese jénero. Editor. — 49 — Los dos departamentos de Chuquisaca i Tarija, que como he dicho, se tocan por el naciente con el Chaco, po- drán pretender a una rápida prosperidad material el dia que estiendan hácia esa rejion su población i sus fronteras. Basta echar una ojeada sobre la carta de Bolivia para notar que la capital de la República se halla situada a menor distancia jeográfica del fuerte de Coimbra colocado en la misma latitud sobre el Paraguai, que del puerto de Cobija en el Pacífico (1), con la notable diferencia en favor de la via del Chaco, de ser el camino que conduce a la costa lleno de tropiezos por la fragosidad de las sendas sobre cerros i montañas de difícil acceso, miéntras que a poca distancia de la capital al Este, en el punto en que se hallaba situada la Colonia militar del coronel Lafayette, empieza ya la sección oriental, rica de aguas, de campos pastosos i de bosques con maderas de todo jénero. El camino , pues , que mas o ménos tarde tendrá Chu- quisaca que recorrer para llegar por la derecha de la fron- tera de Chiquitos a Coimbra, posesión brasilera en terre- no usurpado a Bolivia, será preferible, por mil razones, a la travesía penosísima que la separa del Pacífico. El departamento de Tarija está destinado a participar de las ventajas del de Chuquisaca i aun de mayores por su proximidad al Pilcomayo, que aun supuesta la imposi- bilidad de su fácil navegación, será siempre un atractivo poderoso para las poblaciones bolivianas que se funden en el Chaco (2). (1) D. Pedro de Angelis en la pajina -21 de sus notas a la Historia Arjentina de Guzman, tomo 1.° de su colección, señala la distancia de 250 leguas entre Chuquisaca i la Asunción. Siendo la latitud de esta última ciudad siete grados al Sud de la primera, es claro que la distancia en línea recta a Coimbra debe ser mucho menor. Chu- quisaca dista 200 leguas del puerto de Cobija.—Editor. (2) La provincia de Tarija perteneciente anteriormente al Virrei- nato de Buenos-Aires i usurpada después por Bolivia, es pretendida naturalmente por los arjentmos que sin duda tratarán de hacer va-— .)0 — El celo infatigable con que el Gobierno de Bolivia ha perseverado en la esploracion de ese rio, a pesar de haber- se malogrado las dos primeras tentativas emprendidas so- bre él, i que solo han cesado en presencia de inconve- nientes por ahora insuperables, honra ciertamente la eleva- ción de sus miras. A pesar de los informes dados por los dos últimos esploradores de ese rio, yo considero allanables los obstáculos que la naturaleza opone a su navegación , si se recurre sobre todo a los auxilios del arte. Sin embargo, i aunque la arquitectura naval construye buques demui poco calado, cuales convendría para surcar rios como ese de escaso caudal, yo he pensado que la nave- gación de ese canal es ahora i será en adelante de una im- portancia subalterna, i ciertamente que vale poco el uso de un afluente de un rio considerable para quien tiene la po- sibilidad de servirse del cauce principal. Puesto que la márjen derecha del Paraguai es boliviana desde la altura de la Asunción hasta su orijen, nada es a mis ojos, mas razonable, que buscar el contacto de ese gran rio, capaz de recibir fragatas sobre sus aguas, en vez del de uno de sus tributarios, del que no se tiene mas tradición que la de haber sido surcado por pequeños botes un siglo atrás (1). El Chacóes, pues, no solo por su vírjen fecundidad sino por estar colocado sobre el rio mas importante de Bolivia, ler sus pretensiones, CB&adtl Bolivia deduzca de la posesión de Ta- nja un derecho «obre 'a parte inedia del Cínico lítelo que esta partí' reciba alguna Importancia por !■ colonización , o por la apertura do la navegación del Pilcomayo.—Euitor. (1) El Pilcomayo ba sido esplorado cuatro veces en el siglo pasado, por ai P. Patino, el P. Castañares, Cúsales i Azaro, eomose ve en el tomo 6.° de la Colección de Documentos históricos de Angelis. lie propongo componer mas tarde un trabajo especial sobre ese rio, com- parando los informes de aquellos exploradores con los del jeneral Ma- gariíins i Van Hivel, enviados a reconocerle por el Gobierno de esa Repúbl'cr (a). (o) Sobre las espiraciones antiguas del Pileomavo véase ul fin la agregación 3.— Eui roit. — 51 — larejion que, a mi juicio, debe llamar preferentemente la atención ilustrada del gobierno boliviano. Tanto el Pilcomayo como los rios que, cruzando las pro- vincias de Mojos i Cbiquitos, forman el Madera, parecen incapaces de soportar otro comercio que el de un pequeño cabotaje; mientras que el Paraguai podría ofrecer al comer- ciante europeo i a su marina sobre su ribera occidental puer- tos de tanta importancia como la Asunción en la ribera opuesta. Es de notar ademas que colocada Bolivia en posesión del uso de sus rios del norte, tendría que atravesar vastos i desiertos terrenos antes de llegar a la boca del Madera en el Amazonas; cuando por el contrario sus estableci- mientos sobre el Paraguai no la separarían sino por el an- cho del rio de la república del mismo nombre. En la Jeografia goza esta república de unalejítima cele- bridad, debida a las grandes obras de los Jesuítas, a las bellezas naturales de su suelo, estudiado científicamente por los sabios que lo lian visitado, i últimamente al sombrío despotismo del dictador Francia. Emancipado felizmente del pesado yugo, con que ese hombre funesto lo habia desligado de la civilización i el comercio universal, el Pa- raguai se levanta hoi convidando a la industria europea a concurrir a sus mercados; i los gobiernos de los princi- pales puntos del globo han enviado sus ajenies a saludar la aparición en la escena del mundo de la nueva i florecien- te república. Los vínculos llamados a estrechar las relaciones políticas i comerciales del Paraguai i Bolivia son indisolubles, por- que han sido formados por la naturaleza. V. G. sabe que ese gobierno acojió con el mas vivo regocijo las protestas sinceras de los cónsules del Paraguai, invitándolo a esta- blecer amigables relaciones, i a la apertura de un caminó por el Chaco que comunicará directamente a los dos pai-— m — ses; i sabe también que el primer Congreso Boliviano, después de la elevación al mando de S. E. el jeneral Ba- llivian, se prestó inmediatamente al reconocimiento de la independencia de aquella república justamente solicitado. Se ve, pues, qua los indios Mojos, Chiquitos i Chiri- guanos, que componen la gran mayoría de la población indíjena déla i ejión oriental de Bolivia, por la docilidad de su índole, sus costumbres excesivamente hospitalarias i sus hábitos laboriosos, son de todos los de esa república los que mas fácilmente se acomodarían al espíritu de la raza anglo-sajona que es la destinada a cubrir i enriquecer esos preciosos terrenos.—Los indios de Mojos se han he- cho sobre todo célebres por su decidida inclinación a los trabajos industriales (1). El decreto último del gobierno de Bolivia, fijando la tarifa de los productos de esa pro- vincia, da de ello una prueba incontestable. Aunque algu- nos opinan que el trabajo de los Mojos ha disminuido a consecuencia de la disposición gubernativa que los eman- cipó de la dura servidumhre a que estaban sometidos an- tes del año 1842 (2); esa medida, hija de sentimientos (1) Se debe observar aquí, que los Hispano-Americanos mas impor- tantes i patriotas, como por ejemplo el autor de la nota que estracta- mos i el autor de la anterior memoria sobre las provincias del Rio de la Plata, están conformes en la convicción que las Repúblicas Hispano-Américanas no pueden por su propia población Española, ni por inmigrados de la raza Romana, llegara un desarrollo natural, sino que necesitan para esto la ayuda de emigrantes del Norte de la Europa, i principalmente de las tribus jermánicas. Sí, hai hombres en aquellos países, conocedores profundos de ellos i animados de patriotismo, que viven en la persuasión de que la población de la raza Española en Sud-Aniérica no basta por si sola a poblar el pais i que la raza jer- mánica tarde o temprano llegaría a la posesión de los países que forma- ban ántes el imperio Colonial Hispano-Americano, aumentándose gra- dualmente por inmigración. Yo no tengo completamente esta opinión, pero encuentro en ella una confirmación importante de las opiniones que he comunicado en la obra sobre Inmigración Alemana a los países del Rio de la Plata; nota 15, f. 100. (2) Decreto dado en Cochabambn el 6 de agosto de 1842. E.E. — 53 — de alta filantropía, honrará siempre la política benéfica de la administración boliviana, que tiene siempre en vista que las necesidades morales de un pueblo no deben jamas sacrificarse a sus intereses económicos. La población indíjena de larejion oriental es sin embar- go mui insuficiente para atender al cultivo de su dilatado territorio. M. d'Orbigny en sus curiosos estudios sobre las provincias de Mojos i Chiquitos, favorecido por la coo- peración asidua de sus autoridades, pudo formar un cua- dro estadístico tan completo de ellas, como los que pre- sentan los pueblos mas civilizados. Se observa en ese cuadro que los Chiquitos, indios cazadores i agricultores, son 19,235, i habitan una estension de 7,509 leguas cua- dradas; i los Mojos, que ademas de la caza i la agricultura se dedican a la pesca i la industria, cuentan una población de 27,247, diseminados en un territorio de 8,125 leguas cuadradas. Resulta de estos datos que hai en la provincia de Chiquitos dos habitantes por cada legua cuadrada i en la de Mojos tres. A la primera inspección de estos hechos salta ala vista la necesidad del aumento de población en esos lugares para el fomento de su agricultura i su comercio. Considerando la relación en que se encuentran en Francia i en Inglaterra la población con el pais habitado, vemos que la primera tiene 2000 habitantes por legua cuadrada i la segunda cerca de 4,200; i podemos deducir que las solas provincias de Mojos i Chiquitos en Bolivia, atendida la fertilidad i la estension de su suelo, podrían alimentar una población déla mitad de la Francia i diez i siete veces mayor que la actual de toda la República de Bolivia. Yo sé bien, señor Ministro, que la América meridional no está destinada a crecer en la época actual en propor- ciones colosales como la del norte. Pero sin embargo es cierto que los gobiernos de las repúblicas de Hispano»— o4 — America merecerían la maldición de sus compatriotas i de la posteridad, si por no hallarse en aptitud de acome- ter empresas jigantescas, desatienden las que los intereses mas vitales de su pais los convidan a intentar. En el momento en que escribo estos renglones, recibo con placer la noticia de haber contratado el cónsul de Bo- livia en Inglaterra una colonia irlandesa, i los buques de vapor i demás medios necesarios para conducirla por el Beni o Mojos o por el Paraguai a la provincia de Chiquitos. No ha mucho que otro ájente boliviano en Francia nego- ció también un tratado de colonización para los mismos lugares con la sociedad Belga, que envia colonos a Santa Catalina en el Brasil. Estos hechos prueban, Sr. Ministro, la posibilidad de introducir población europea en la ricas comarcas de la América meridional, i siempre he creido que ajentes intelijentes i celosos alcanzarían resultados tan sa- tisfactorios como los que acabo de citar. La América española empieza a llamar la atención de los que reducidos a la situación mas lastimosa por falta de ocupación para sus brazos en el viejo continente, se ven forzados a abandonarlo. Esta dirección dé los europeos ha- cia las rejiones de nuestro hemisferio, proviene primera- mente, de que los progresos maravillosos de los Estados- Unidos del norte empiezan a producir muchos de los in- convenientes de la vida europea para las clases meneste- rosas, i también del crédito que la naturaleza meridional de la América debe a las investigaciones de sabios renombra- dos en Europa. Ni han influido poco en la celebridad con- temporánea de estos paises las reñidas contiendas civiles del Plata, donde tantos i tan graves intereses estranjero» se han visto comprometidos. Así hemos visto en los últimos años crecer a Montevideo, antes del sitio que hoi sufre, de una manera no ménos sorprendente que la de los punto» de Norte-América nras favorecidos por la inmigración. — 50 — Varios viajeros conocedores de la jeolojía americana han demostrado la posibilidad de construir un canal que reúna esos dos poderosos rios, a los que tan propiamente ha lla- mado últimamente mares internos el Times de Londres, i que presentarían entonces una via navegable de mas de mil quinientas leguas (1). La realización de este proyecto, cuyos resultados serian colosales, no aparece tan costosa, desde que se considera la poca altura del punto destinado a la reunión, i la distancia que el canal conductor debe- ría atravesar, i que no pasaría de 400 metros. La comuni- cación de los dos primeros ríos de la América que colo- caría al vasto imperio del Brasil en una posición insular, cambiaría la faz de la jeografía de Bolivia, como cambiará la de los pueblos de la costa occidental del Pacífico la apertura del Itsmode Panamá. Practicado este magnífico proyecto quedarían unidos los tresinmensos cursos de agua (1) El rio mas impórtente de Mojos, es el rio Itenes Guapore, co- mo se llama jeneralmente en portugués en los mapas antiguos, reci- biendo en sí todas las aguas de la provincia brasilera de Mato-Groso, conduciéndolas por medio del rio Mumore al Madera, el mayor de lo? rios tributarios del Amazonas. Uno de los rios tributarios mas ¡irrilja del Gunpore, el Ibabo, está tan cerca de las fuentes del Jaurú, «pie desemboca en el Paraguai', formando por medio de este rio una comunicación con la parte meridional con el Océano Atlántico, que fl Istmo, terreno llano entre los dos rios que en aquel lugar son navegables para buques de trasporte, no tiene mas anchura que 2,400 brazas (según las noticias de un mapa manuscrito Brasilero, que H señor d'Orbigny menciona en sus frasrinentos de un viaje al centro •lela América Meridional, 1840, púj. 578). Por consiguiente, se en- cuentra nquí uno de los postajes mas célebres del mundo, que comu- nicaría dos sistemas de rios, cuyas desembocaduras distan unu de otra CMM 36° de latitud, formando por el interior de toda la America del ^"(1 una calle continua de 1,5UO leguas de largo, si se constriñese un caiiül de algunos miles de pies de largo, que ofrecería mui poca difi-» cuitad en el terreno del istmo. El mismo mapa mencionado anterior- mente, indica que en el año 1772 el Gobernador portugués Luis Pinto de Sonza hizo conducir de las aguas del rio Amazonas, un bote con seis remos por via de dicho portaje a las aguas del rio de la Pinta. Consúltese Carta de la América Meridional relativa a la na- vegación del Amazonas i del Plata perteneciente a la obra del señor d'Orbigny.-. — 56 — de la América del Sud, el Orinoco, el Amazonas i el Plata; pues es sabido que un canal natural junta las aguas de los dos primeros. De este modo nuestro continente veria sus costas bañadas por los dos mayores mares del universo, i su centro desde la boca del Orinoco hasta la del Plata por un canal, en el que es imposible pronosticar los pro- gresos que alcanzarían los triunfos de la industria favore- cida por el vapor, glorioso vencedor moderno de las co- rrientes i de los vientos. La imajinacion se pasma, Señor Ministro, al contem- plar los portentosos destinos a que debe aspirar la Amé- rica meridional, a medida que vaya desapareciendo la in- ferioridad de sus recursos actuales, i que los hombres que la presiden abdiquen las pasiones estériles, que jene- ralmente los preocupan , para lanzarse en la senda de re- formas de alto i positivo interés. Desde luego es fácil preveer las ventajas reales que Bolivia debe obtener situándose sobre el márjen del Pa- raguai. Precisamente se hallaría entonces en inmediato contacto con las dos partes de sus fronteras mas pobladas por los estados vecinos, es decir, con la República del Paraguai i la Arjentina. Ambas son aliadas naturales de Bolivia, mas que por sus circunstancias políticas, por las de su topografía i su comercio, cuyas exijencias son siem- pre imperiosas i permanentes. V. G. sabe que los terrenos comprendidos entre el Ama- zonas i las fronteras septentrionales de esa República , son desiertos, sobre los que llama en este momento la aten- ción del Perú el celo filantrópico del P. Plaza, benemé- rito relijioso, que ha vivido largos años consagrado a la conversión de las tribus del Ucayale. V. G. habrá adver- tido también que por la parte del N. E., en que Bolivia se encuentra separada del Brasil por el límite artificial fi- jado por el tratado de 1777 entre España i Portugal, — 57 — desde la boca del Jauría, como dije antes, bástala del Sa- i-aré, afluente del Guaporé,la población del Brasil es mui escasa; i que los establecimientos de su industria no se aproximan hácia ese lado de Bolivia, por el temor de per- der los esclavos que la sirven, i en beneficio de los cuales las leyes de la República han declarado inviolable el terri- torio boliviano. Bastaría comparar la fisonomía local del territorio de la República Boliviana i de la Arjentina para deducir de la diversidad de sus productos la necesidad de ligarlas ínti- mamente por los lazos benéficos del comercio. Bolivia carece de bestias de carga, que por el aspecto montañoso de su suelo son i serán por largo tiempo me- dios indispensables de trasporte; i en ningún pueblo ame- ricano abundan tanto como en las Provincias Arjentinas los recursos naturales precisos para el pastoreo. Bolivia, cuyo gran ramo de industria es la minería, está destinada a abastecer con sus metales las necesidades del comercio arjentino. Pero la mas importante ventaja para esa re- pública de su unión comercial con la Arjentina, es la de presentar un camino mas corto i cómodo que el actual, a las importaciones europeas i a las esportaciones de sus frutos para los pueblos trasatlánticos. Las Repúblicas Americanas, sin otras industrias que la agrícola i minera, no pueden satisfacer sus mútuas necesidades por el cam- bio de sus productos; pero deben hacer todo lo posible a fin de allanar las dificultades con que pudiera tropezar el comerciante estranjero para internar sus efectos a los puntos en que han de ser consumidos, i para la fácil sa- lida de las materias que recibe en retorno de sus interna- ciones. La República Arjentina ganará inmensamente con ser la via del comercio de Bolivia, sea que este pais abra sus puertos en el Paraguai al comercio europeo, o sea que í)— 58 — busque sus mercados en las provincias arjeutinas del nor- te, destiuadas a adquirir una rápida prosperidad, desde que la navegación del Bermejo las libre de sus costosos i difíciles trasportes terrestres. La distancia que separa a Potosí de Jujui, provincia arjentina limítrofe de Bolivia, es una cuarta parte menos que la de Potosí a Cobija; i es de notar sobre todo, que la primera distancia atraviesa los terrenos mas estériles de esa República, mientras que abunda por el contrario todo lo preciso para conducir mercaderías por la via segunda, en la que el territorio ar- gentino es susceptible de caminos carriles. Me parece inú- til entrar en mayores detalles para probar que los efectos de las fábricas europeas pueden llegar a la márjen boli- viana del Paraguai o al norte de la República Arjentina por el Bermejo (1) con mayores facilidades i por puertos dé Europa por la larga via del Cabo de Hornos hasta Valparaíso, que es hoi el mercado de Bolivia. Un gobierno ilustrado i conocedor de los verdaderos intereses del pais, no podrá prescindir en el estado arjen- tino de adoptar relativamente a Bolivia una política de atracción hacia los canales, que comunican a esa Repú- blica con el Plata. El comercio no transita por ningún pais sin favorecerlo; esta sencilla máxima económica debería ser la regla de conducta de las autoridades arjentinas. Ellas no deben ol- vidar que convertidos sus rios en caminos de otros paises, serán notablemente beneficiados por ellos. Verdad es que no faltan hombres preocupados por los errores co- loniales, i dominados por los principios desacreditados en (1) Hablando de este rio, dice D. Pedro Anjelis: "Colocado en el centro de un vasto territorio, con un caudal de agua suficiente , el Bermejo se presenta como el mas indicado para sacar de la nulidad al Chaco, i de su aislamiento a las provincias interiores del ltio de la Plata i del Perú, cuyos ricos productos reclaman imperiosamente comunicaciones mas fáciles con los demás estados." — 59 _ eldia de los sistemas restrictivos, que opinan, cediendo a las sujestiones de un egoísmo mal entendido, en contra del libre uso de los rios americanos. Pero esta es una pre- tensión insostenible que ha de ceder al fin a los intereses que perjudica. Sin detenerme en la incapacidad de la America Española para servirse de sus canales por la taita de población, de riqueza i de vocación marítima, hai consideraciones de la mayor gravedad en qué apoyar el derecho a la libre navegación de los rios en favor de los pueblos atravesados por ellos. No puede negarse que es una ofensa directa a la soberanía de un pais, el que un estado prevalido de su posición ventajosa a la puerta de un rio, intente cerrarlo a los que desean penetrar por él a los paises independientes colocados en el interior de sus inárjenes. Es un corolario de la soberanía de un pueblo la libertad o el uso común del camino que conduce a él. Tal es el principio internacional, que rije a los pueblos civili- zados, en los que solo se concede el derecho de monopo- lizar un canal, cuando él no recorre paises estraños. Este principio ha de triunfar en la América del Sud, cubierta por inmensos rios que bañan diferentes estados. La Eu- ropa salvará las barreras puestas por la ignorancia o por intereses egoistas, que le estorban llegar con su comercio, su población i sus costumbres, a los pueblos mediterrá- neos, que la necesitan i la llaman. Ademas, el interés mismo de los poseedores de la boca de los rios ha de decidirlos a tan razonable concesión. Kilos están llamados por las ventajas de su posición jeo- gmfica,a convertirse en mercado de los estados ribere- ños interiores. Refiriéndome al Plata, por ejemplo, es bien claro que las ciudades de Buenos-Aires i de Montevi- deo serán los mercados de depósito de los efectos desti- nados al Paraguai o Bolivia. Un buque de vela después de dos meses de navegación, que ha necesitado para— 60 — llegar al Plata, no empleará mucho menos tiempo en re- montar el Paraná i Paraguai luchando con las corrientes i los vientos contrarios, ni habría flete que bastara a in- demnizar los perjuicios de tan largo viaje, tanto mayores cuanto que los buques que desembarcan sus mercaderías en las dos capitales del Plata, tienen en el acto artículos de retorno que esportar, gracias a la abundancia de ma- terias primeras que ellos proporcionan (1). De modo que sin recurrir a medidas prohibitivas ni hos- tiles a la libre navegación, los dos puertos reportarían bienes considerables de abrir sus canales al comercio euro- peo, para que por medio de compañías de vapor, único medio que puede utilizar nuestros rios, lleguen sus ma- nufacturas a ambas riberas del Paraguai. Algunos hacen valer en oposición a la libertad de los rios , el temor del contrabando, que suponen inundaría las provincias Arjentinas de ambos lados del Paraná. Pero solo hombres de corta vista pueden ver en este riesgo una dificultad insuperable-. Muchos medios habría de evi- tarla, siendo el mas razonable, a mi juicio, el indicado por un juez competente en materias económicas, que opina seria de fácil ejecución un sistema que consultara los inte reses de los varios estados con derecho a la navegación flu- vial , dictando disposiciones semejantes o análogas alas que sirven de base a la liga de Aduanas Alemanas; i que consistiría en colocar en un puerto del Plata, por ejemplo, las aduanas del Paraguai i de Bolivia, cuyos empleados (1) Montevideo i Buenos-Aires obtendrían ventajas superiores a las que lian dado a Valparaíso en el Pacífico su preponderancia mer- cantil, por la simple razón de que en dos semanas hace un buque el viaje de Valparaíso al Callao, mientras que para subir desde el Plata hasta la Asunción, es preciso mas tiempo, que para llegar de los puertos de Europa al Plata, sin contar las dificultades de todo jenero para el que remonta rios que solo pueden ser navegados por nombres muí prácticos, de resulta de los tropiezos, desconocidos cu «1 mnr, que ellos presentan, i — M — cobrarían a la entrada del rio los derechos de los efectos destinados a ambos países. De este modo sencillo desa- parecería el aliciente del contrabando, i por medio de la intervención de sus autoridades locales, el gobierno del puerto de depósito evitaría ser defraudado del cobro délos derechos de tránsito que quisiera imponer. Un arreglo semejante pudiera combinar las exijencias de Bolivia i la República Arjentina, países a los que la identidad de oríjen, de recuerdos, de relijion, de idioma, de hábitos, i mas que todo, sus intereses materiales llaman a vivir en íntima i fraternal armonía. No encuentro palabras bastantes, señor Ministro, para elojiar semejante tendencia en el jefe de una república americana. Después del cambio brusco, que la revolución produjo en los estados que la España dominaba, las preo- cupaciones coloniales fueron sostituidas por otras no mé- nos nocivas, hijas de principios de un exajerado liberalismo i de los sentimientos fogosos que enjendra un entusiasmo inesperto e irreflexivo. La América Española ha sido teatro de las mas estériles pasiones políticas, que alejándose de las necesidades reales de la sociedad, para ponerse esclu- sivamente al servicio de causas individuales i mezquinas, han deslustrado las glorías adquiridas a tanta costa en la lucha de la independencia, desacreditando al mismo tiem- po el réjimen democrático que hemos adoptado, i que ha sido tan frecuentemente abatido por los excesos del des- potismo o de una licenciosa anarquía. No ignoro que este estravío de la revolución ha resul- tado de la falta de preparación en estas sociedades para adaptar a sus costumbres una civilización mas avanzada ; pero también es cierto, que las influencias personales, verdaderos soberanos mientras dura la incapacidad de un pueblo para comprender sus intereses i administrarlos, han abusado lastimosamente de su posición i de su prestijio.— 00 — ín|usto por domas sería dirijir un reproche semejante al jefe actual del pueblo boliviano. Desde los primeros dias de su elevación al poder, le hemos visto apartar su corazón i su inteligencia de los pequeños i pobres intereses de partido para contraerse únicamente a los intereses gra- ves i permanentes del pais. Él ha comprendido que la industria es el gran elemento de civilización i de progreso en los estados meridionales de la América; i que el trabajo, i la riqueza que es su consecuencia, ha de levantar gra- dualmente a nuestros pueblos a la altura de sus institu- ciones republicanas." Hasta aquí nuestro autor, a quien cualquiera que no sea enteramente indiferente por las relaciones de la América del Sud, habrá oido con ínteres , al fin de su Nota reco- mienda con palabras enérjicas al Gobierno Boliviano fije su atención en el examen científico e histórico del pais, re- firiéndose al honor i a las ventajas que han producido a dichos países, obras como las de D. Pedro de Anjelis so- bre los del rio de la Plata; de Baralt i Diaz i del coronel Codazzi sobre Venezuela, i la del Sr. Gai sobre Chile. Tanto por el interés de la ciencia en jeneral, cuanto por el de aquellos países en particular, debemos convenir comple- tamente con la opinión del Autor, i si como puede suce- der, tuviese él noticia de estas palabras, deseamos que encuentre en ella nuestra súplica de dar pronto a la im- préntalas importantes obras sobre Bolivia que ofrece ala conclusión de su Nota. NOTA A. EL RIO DE LA MADERA. El Madera es el mas importante de los ríos tributario; del Amazonas, que indudablemente llegará clia en que — (¡3 — 3ca una considerable via para el tráfico de una gran par- te del interior de la América, por ser navegables sus aguas hasta cerca de su oríjen en el corazón de la América del Sud. Pocas noticias exactas hemos tenido hasta ahora so- bre el curso i demás referente a este rio, i por lo tanto me será permitido insertar una Memoria de un alemán sóbrelas proporciones jeográficas de aquellos lugares visi- tados por él mismo, i aunque ha escrito a fines del siglo pasado, merece todavía hoi ser jeneralmente conocida, tan- to por la reputación de su autor, cuanto para noticia de aquella parte tan ignorada de la América del Sud. Este escrito es una "Memoria sobre los ríos navegables que Huyen al Marañon, procedentes de las cordilleras del Perú i Bolivia," por el botánico alemán Tadeo Haenke, a quien se refiere el señor Frias repetidas veces, i cuyos manuscri- tos han servido también al señor Humboldt para la descrip- ción de las rejiones montañosas de una parte del Alto Perú (véase su viaje. V. páj. 409). Por orden de la Cor- te de Madrid, había Haenke acompañado a Malespina en su espedicion al rededor del mundo. Viajó después por el Perú, i allí se estableció en la ciudad de Cocha- bamba, donde escribió la Memoria indicada por los años 1799, dirijida al gobernador de la Provincia D. Francisco de Viedma. Debemos agradecer la publicación de este escrito al Teniente Coronel de artillería D. José Arena- les, que lo agregó a su importante obra sobre el Gran Chaco, publicada en/Buenos-Aires en 1333, i a la cual volveremos después. Desemboca el famoso rio de la Madera en el meri- diano 60» 30', d ice Haenke, a la latitud de cerca de 3o 30' S.: lleva el nombre de la Madera de los muchos troncos i arboles que arrastra consigo en tiempo de sus inundacio- nes desde Noviembre hasta Abril: sus manantiales des- cienden del dilatado seno que forma la cordillera de los— (Í4 — Andes desde los altos de Pelechuco, Sorata, la Paz, hasta lo mas interior de los dominios españoles , que son Mojos, Chiquitos i la cordillera de indios Chiriguanos. Por motivo de la gran estension que ocupan sus ver- tientes , por la seguridad de la navegación en sus ramos principales, por su mayor inmediación al mar del norte, i por la comunicación que ofrece mucho mas cómoda que los otros con el rio de las Amazonas i con los esta- blecimientos portugueses, así de aquel rio hasta su de- sembocadura a la mar como de los mas avanzados inme- diatos a las colonias españolas, me detendré algo mas en su descripción. La cordillera interior o la de los Andes, que desde Quito con corta diferencia sigue el rumbo de N. O. a S. E., ántes de llegar a los confines de la provincia de la Paz en los 16° de latitud austral, forma primero una in- curvacion o un seno considerable : i de él, variando su rumbo antiguo, tuerce ahora mas al este, apartándose de este modo de la costa, i penetrando desde este punto mas a lo interior o al centro del continente. Esta varia- ción causa el efecto de producir en corta distancia el pun- to o la línea notable que determina la dirección i el curso de las aguas a ámbos lados, quiero decir al N. i al S. a los dos comunes desaguaderos de todo el continente, el rio de las Amazonas i el de la Plata.—Esta línea impor- tante cae algo mas adelante de los 18° de latitud austral, i aparta las aguas de uno i otro lado, según la declividad i la caida que presentan las serranías al N. o al S., i el rio de las Amazonas recibe ahora por la internación mayor de la cordillera hácia el este, no solamente sus aguas del poniente, sino también del sur, i aun una gran parte de ellas del mismo este. Los ramos principales que forman el rio déla Madera son el rio Beni, el Mamoró i el Iténes: los tres navegables tlesde mili poca distancia de su oríjen. — 60 — De los tres es el rio Beni el brazo mas oeste, i se forma de un sinnúmero de ríos mui considerables, los cuales co- mo se juntan en mui poca distancia uno del otro, forman en breve un cuerpo mui crecido i respetable : todos bajan de los altos de la cordillera i su ámbito se estiende desde Pelechuco, Suches, Sorata, Challana, Songo, la Paz, Suri, hasta la misma provincia de Cochabamba. El mas distante al oeste es el rio Tuche : a este siguen el de Aten, de Mapiri o Sorata, el del célebre mineral de oro de Ti- puani, de Challana, de Coroico, los cuales van en un cuerpo : en otro con el nombre del de Chulumani se reú- nen el de Tamampaya, de Solacama, el de la Paz, de Suri, Cañamiña, i el mas al este de todos el rio Cotacajes. He tenido la fortuna de reconocer el oríjen de todos ellos en mis continuados viajes, i el año de 1794 el dia 22 de Setiembre, me embarqué en el rio de Tipuani bajando de él al Beni, conducido por indios, hasta las misiones de Apolobamba i Mojos al pueblo de Reyes cerca de Isia- mas i Tumupasa. Esta navegación no duró arriba de cua- tro dias por la rapidez de su corriente, miéntras que lleva su curso dentro de las mismas quebradas de la cordillera, que aquí baja a considerable distancia. Tiene varios pasos malos, pero la destreza de los indios en el manejo de las balzas aparta todo peligro para el navegante. Mas abajo del pueblo de Reyes recibe todavía del lado del poniente varios otros rios como el Tequeje, el Masisi, o de Cavi- nas, i otros : desde su unión con el Mamoré en cerca de 10° latitud austral, pierden ámbos su nombre, i de esta unión resulta el rio de la Madera. Su curso en la llanura es suave, igual i majestuoso, i sin peligro ya alguno: forma islas de considerable tamaño, i su anchor en varias partes excede un cuarto de legua: abunda con asombro de toda especie de pescados, i varios anfibios, pero parti- cularmente cocodrilos o caimanes : ámbos bordos están 10— go — poblados de arboleda espesa i sumamente elevada : una multitud de naciones bárbaras viven en ellos, las cuales empiezan a ser visitadas de los misioneros de Apolobam- ba, i son los Cavinas, Pacaguaras, Bubnes, Torroma- ñas, Nabas i Tobatinaguas del lado occidental, i del oriental los Bulepas i muchas otras. Seria sumamente fá- cil de comunicar el Beni con el Mamoré mediante el rio Yacuma, cuyo nacimiento esta en los contornos de Re- yes, i que atraviesa de este pueblo del poniente al oriente las llanuras dilatadas entre ámbos, i que junto al pueblo de Santa-Ana desagua en el Mamoré. La declividad del terreno es tan insensible i casi anivelada al horizonte de la mar, que en distancia de mas de 60 leguas no llegará a veinte pies. El segundo, o ramo intermedio, es el Mamoré: np-es inferior en nada al Beni : divide el terreno dilatado de las misiones de Mojos en dos considerables trozos , bajando del sur al norte casi en medio de ellas. El rio Chaparé, que en un cuerpo reúne los rios Paracti, San-Mateo, Coni, Chimoré , Saeta i Matani: desciende de la cordi- llera i montañas habitadas de la nación Yuracarés, in- mediatas a la ciudad de Cochabamba. El rio Grande, que divide la provincia de Cochabamba de la de los Charcas, es otro brazo en que desaguan los rios de la serranía inmediata a la ciudad de Santa-Cruz, i desde la unión de ámbos en la latitud austral de 16°, recibe propiamen- te el nombre de Mamoré. Los Mojos navegan en él con- tra la corriente con los frutos i otras producciones indus- triales de su pais, mas de cien leguas desde el pueblo de la Exaltación hasta las inmediaciones de Santa-Cruz. El mismo año de 1794 por Octubre i Noviembre, he conti- nuado mis investigaciones desde el rio Beni al de Yacu- ma, siguiendo después mi navegación en el Mamoré i rio Grande hasta el puerto de Forés, cercano a Santa-Cruz — 07 — El ramo tercero, o el mas oriental, es el rio Iténes : su nacimiento es de las serranías bajas de lo mas interior del Brasil, del cual hasta el dia han traslucido mui pocas noticias por los portugueses sus dueños: corre del este al poniente: sus aguas son mas transparentes i claras que las del Beni i Mamoré, i aun subiendo alguna dis- tancia mayor en él, se hallan piedras, que en los terre- nos bajos del Beni i Mamoré, son tan preciosas como los diamantes : el caudal de sus aguas es menor que en los dos antecedentes : pasa inmediato al fuerte del prín- cipe de Beira, uno de los puestos mas avanzados de la nación portuguesa, situado en la latitud de poco mas o mé- nos de 12° austral i en el meridiano de 66" 30' al occidente de Paris : se une con el Mamoré casi en la misma latitud, pero un medio grado mas al poniente de dicho fuerte. Estos son los tres ramos principales del célebre rio de la Madera, el mas propio de todos los referidos para una comunicación con la España por el lado del mar Atlán- tico i para la salida de los frutos de todos los países situa- dos al lado oriental de la cordillera de los Andes. Causa dolor al ver que los habitantes de las mas pingües i fér- tiles posesiones españolas de este continente, situadas en esta parte , tengan que valerse con inmensos trabajos de un camino rotrógrado hácia los establecimientos de la costa, para la extracción de sus frutos, bregando con to- dos los elementos en la subida tan penosa contra la cor- riente de los rios, que al acercarse a la cordillera a cada paso adquieren mas furia i rapidez, i en el paso de la misma cordillera, tan funesta para los infelices indios, que acostumbrados al temple deleitoso de sus paises i sin otro abrigo que una lijera camiseta, sufren en esta helada rejion de la atmósfera todas las calamidades i la intem- perie de una Siberia i Kamschatka : cuando por otra par- te, siguiendo el rumbo al este, i entregando sus bajeles— 68 — a la corriente favorable de los rios, sin otro trabajo que una sencilla dirección de ellos, se acercarían millares de leguas a la metrópoli. Condamine dice en su viaje, que se debe mirar la cordillera como un estorbo que iguala a mil leguas de un viaje por mar. A excepción de los terrenos de Guayaquil, situado al lado del poniente de la cordillera, son las montañas de los Andes i las llanuras orientales los únicos países que producen los frutos mas nobles de esta América. Todo el oro i el mas superior que se conoce es un producto esclu- sivo de ellas, i me atrevo a asegurar, que no hai rio ni quebrada alguna en la inmensa estension de ellas, que no esté provisto de este metal, bien que la suerte recom- pensa en una parte mas que en la otra los trabajos de su extracción, de mayor o menor profundidad. El cacao de Apolobamba, de Mojos, de Yuracarés i de todos los bosques que de ellos continúan hasta las orillas del Marañon, excede en bondad muchas veces al de Gua- yaquil. Las mas excelentes especies de quina o cascarilla se crian esclusivamente en este lado de la cordillera de los Andes. ¿Qué diré del algodón, de bosques enteros de añil, del bálsamo de Copaiba, de la zarzaparrilla, raiz de la China, de la resina elástica, de labainilla mas fragante que con prodigalidad produce la naturaleza en estos ter- renos? Los espesos i empinados bosques de las orillas de todos estos rios encierran maderas de singular fortaleza, hermosura i de todos los colores, no solamente útiles para la construcción de casas, sino para navios de alto bordo. Varias de ellas destilan resinas mui fragantes i gomas me- dicinales : cójese también en ellas una especie particular de corteza llamada así de clavo, en su exterior parecida a la canela, aunque mucho mas gruesa i mas obscura por la edad de los árboles, que aquella de la India oriental, pero del gusto i del olor del clavo. — 09 — La comunicación del Perú por este lado del rio de las Amazonas i del mar Atlántico seria el arbitrio mas pode- roso para adelantar la civilización de los indios de estos países, medíante el tráfico con sus frutos i el trato con otras jentes, de que hasta ahora carecen : las misiones tomarían nuevo vigor, i se irían conquistando nuevas na- ciones, i con ellas dilatadas provincias incógnitas hasta el dia. Si por este camino bajasen las producciones del Perú, i si la España tuviera arbitrios para formar algún establecimiento o puerto en una de las bocas del rio de las Amazonas, ¡cuantas ventajas no lograría la navega- ción con el ahorro de inmensas distancias!—¡Qué dife- rencia de un viaje de España a la boca de este rio, que se hace en poco mas o menos de un mes, a otro por el Cabo de Hornos a Lima, o aun hasta Guayaquil! Lo menos se ahorrarían cerca de tres mil leguas ida i vuelta. Los indios son excelentes marineros en la navegación para los rios: manejan con destreza, ajilidad i pocos hom- bres unas lanchas i unas canoas de 50 a 60 pies de lar- go, i de mucha capacidad i buque: son incansables en es- te ejercicio, aunque dure muchos meses: no necesitan llevar provisiones de víveres, porque en todas partes la abundancia de pescado, de antas, venados, monos i otros animales, que con la flecha matan, los provee de to- do lo necesario para su mantención : ademas haí un sin- número de trutos silvestres i raices, de que de tiempo en tiempo hacen sus acopios. Toda la dificultad para realizar este proyecto consiste en la oposición tenaz de la nación portuguesa, tan celosa de sus intereses; pero en las actuales circunstancias del in- mediato ajuste definitivo de paces, se pudieran allana1' estas dificultades, i mas con el poderoso influjo de la Francia, para que entre ambas naciones estuviera común la navegación del rio de las Amazonas i del de la Madera,— 70 — teniendo ambas naciones mutuos intereses en los países situados a sus bordos, i estando repartido entre ambas todo el trozo inmenso del continente. No llevo otros de- signios en la propuesta de este proyecto, sino el deseo i el celo con que aspiro a contribuir cuanto permitan mis fuerzas al bien i a la felicidad de la nación española, cuya jenerosidad me ha procurado los medios de visitar estos remotos países i a invertir en su utilidad los mis- mos conocimientos que ha adquirido en unos largos i penosos viajes de ellos.— El fuerte Nova-Coimbra, construido por los Portu- gueses después de la celebración de los preliminarios del tratado de fronteras en el año 1777 en la ribera derecha del Paraguai, domina la navegación de este rio, i está si- tuado tanto según ese tratado (Art. IX) como también por el que las cortes de Lisboa i Madrid celebraron en el año de 1750 sobre las fronteras desús posesiones. (Colon, Viajes en Asia i América (Art. VI), en territorio anterior- mente español, i actualmente Boliviano. El artículo VI del tratado de 175Ü, como el artículo IX del de 1777, que por intrigas de, la Corte Portuguesa nunca se ratifi- có, determinan, conformes, por frontera entre el Brasil i el Perú la corriente del Paraguai, que toma en la esta- ción seca, desde el punto donde el rio Jaurú se une con él, hasta donde el Corrientes desemboca en él(P. de An- jelio, Colección. T. IX. Tratado firmado en Madrid a 13 de Enero de 1750, paj. 4 i Trat. preliminar de límites concluido en San Lorenzo a 11 de Octubre de 1777, paj. 7). El rio.Corrientes servia de rio fronterizo entre el estado del Paraguai i el Brasil; pero en el año de 1784 cuando se mandó a D. Feliz de Azara como comisario español para la determinación exacta de las fronteras en aquellos lugares, ya no se sabia cuál era el rio que se entendía bajo este nombre. Azara mismo tomó el Paraguai o M«- — 71 — nici por él (Véase su mui interesante correspondencia oficial e inédita sobre la demarcación de límites entre el Paraguai i el Brasil en el T. IV de la colección, núm. 27, páj. 17). También demostraron los españoles a fines del siglo pasado el proceder ilegal de la construcción del fuerte de Coimbra (Informe del Virrei don Nicolás de Arredondo a su sucesor don Pedro Meló de Portugal i Villena, sobre el estado de la cuestión de límites entre las cortes de España i Portugal en 1795.—Colee. T. IV. N. 26 p. 11 i Azara, t. 1., p. 19); pero los Portugueses, mas activos que los Españoles, que siempre pensaban ante todo en el trabajo de sus minas, i al mismo tiem- po mas astutos que ellos, constantemente se han aprove- chado , a pesar de todas las protestaciones de los Espa- ñoles, de la incertidumbre de fronteras entre los territo- rios Portugueses i Españoles para estender las suyas i establecerse en sus grandes rios monopolizando el tráfico de ellos, miéntras que los Españoles las mas veces se retiraban de las fronteras de su territorio a causa de las contiendas sobre límites. De este modo quedó también el fuerte fronterizo de Coimbra hasta el dia de hoi en la ribera derecha Española del Paraguai, i difícil será para los Bolivianos, ponerse en posesión perpetua del terreno que les corresponde por derecho i de la libre navegación del Paraguai Alto, aunque actualmente el fuerte de Co- imbra, como todos los demás fuertes fronterizos Brasi- leros en aquellos lugares, no tienen mas guarnición que algunas docenas de soldados, que viven en la ultima mi- seria. Véase d'Orbigny, viajes, tom. 30., p. 112, donde se llama la atención también sobre la importancia del co- mercio del rio en aquellos lugares.NOTA 3. EL GRAN-CHACO. El territorio denominado Gran-Chaco comprende una superficie de mas o ménos 10,000 leguas jeográficas cua- dradas, en el interior de la América del Sud, casi tan des- conocido de los jeógrafos como los territorios mas inaccesi- bles de la Africa Central. Sin embargo, dos rios atraviesan estepais cuya navegación está probada por la esperiencia; i uno de ellos parece destinado a formar algún dia una via importante de navegación. Un infortunio particular habia impedido la publicación de noticias de viajeros hasta los tiempos mas modernos, i por este motivo, cuando en el año 1825 en los Estados Arjentinos se dirijia la atención sobre aquellos países formándose en Buenos-Aires una asociación para la esploracion de la abertura de una co- municación fluvial entre esta ciudad i los distritos ricos del Alto-Perú, fué preciso emprender un verdadero viaje descubridor, para convencerse principalmente de la posi- bilidad de hallarla al través de aquella rejion. El fundador de esta asociación, don Pablo Soria, de Jujui, emprendió por sí mismo el examen de la cuestión, i construyó para este fin una embarcación chata de 52 pies de largo en su quilla, 16 pies de ancho en el medio i 3 i l pies de alto con 22 pulgadas de hondura, todo por medida de París, embarcándose en él el 15 de junio de 1826, a inmediacio- nes de Oran, provincia de Salta, en ei rio Bermejo o rio Grande; i en realidad, sin aplicar mas fuerzas que aquellas que se necesitan para tener el buque a mitad del rio, en 75 dias entró en el Paraguay, sin haber esperimentado en el tránsito ningún otro obstáculo, que un ensayo débil de parte de los indios, armados con arcos i flechas, para in- — 73 — quietarle al pasar por sus territorios. Pero desgraciada- mente fué Soria con sus compañeros prendido por el Dr. Francia, después de haber entrado en el Paraguay, despo- jándole de todos sus papeles; i puesto en libertad solo des- pués de una prisión de cinco años, el resultado de esta espedicion interesante se redujo esclusivamente a la mera certidumbre de poder navegar el rio Bermejo (Arenales, noticias sobre el Gran-Chaco, p. 245. Sir W. Parish, 182. J. A. King, Twenty-Jour years in the Argentine Republic, etc., London 1846, p. 331). Desde entonces este territorio ha sido únicamente visitado de tiempo en tiempo por al- gunos aventureros fujitivos, huyendo del enemigo en los cambios de la guerra civil de las provincias inmediatas. A estos pertenece también el autor mismo de la obra in- significante publicada en el año pasado. "Veinticuatro años en la República Arjentina;" sin embargo, no ha- biendo dado todas estas incursiones ningún conocimiento exacto sobre aquella tierra incógnita, debe interesar tanto mas a cualquiera persona que no sea enteramente indife- rente sobre datos jeográficos, que serán de consecuen- cias incalculables para el desarrollo de inmensos territo- rios , saber que últimamente por publicaciones de viaje- ros anteriores sobre aquel pais, este ha salido de la oscuri- dad que lo encubría, haciendo renacer las esperanzas ala abertura inmediata de una via acuática entre el centro de la América del Sud i el rio de la Plata. Debemos estas nuevas ilustraciones sobre el Gran-Chaco a dos escritores que en jeneral han adquirido grandes méritos en la Jeo- grafía de Sud América. Ellos son: El Coronel de Artille- ria don José Arenales i el señor don Pedro de Anjelis, editor científico de la gran importante colección de obras > documentos relativos a la historia antigua i moderna de las provincias del Rio de la Plata, que se publicó en los años 1836 i 37 en seis tomos «n folio en Buenos-Aires 11— 74 — en la Imprenta del Estado. Arenales ha dedicado un libro separado al examen del Gran-Chaco. Esta obra apareció en Buenos-Aires en el afio de 1833 bajo el título de: "Noticias históricas i descriptivas sobre el gran pais de Chaco i Rio Bermejo; con observaciones relativas a un plan de Navegación i Colonización que se propone." Tam- bién ha publicado Anjelis en la 4.a i 6.» parte de su colec- ción varias relaciones de viajes en el Gran-Chaco, i entre ellas también una todavía no impresa, de Azara (1), ilus- trada por varias adiciones interesantes del mismo editor Como estas obras no son accesibles para muchas perso- nas en Europa, creo llenar así el objeto de esta obra, como corresponder al interés de los jeográfos de Alema- nia, dando un compendio de las relaciones jeográficas que poseemos actualmente sobre esta parte importante de la América del Sud. Yo tengo que referirme a mui pocas otras fuentes a mas de las ya mencionadas, pues loque podíamos averiguar en otras obras sobre nuestro objeto, es (con excepción de lo que d'Orbigny dice sobre la parte del Norte del Chaco i de lo cual hablaremos después mui poco importante, i aquello que comunican las noti- cias jeográficas modernas sobre la América del Sud, esta escrito sin capacidad, i probablemente sin conocimiento de la única obra antigua i fundada sobre el Chaco. Estal es la "Descripción jeográfica dei terreno, rios, árboles I jj animales de las dilatadísimas provincias del Gran-Chacol Gualamba," escrita por el Jesuíta Padre Fr. Pedro Lo-I zano, publicada por el Rector del colejio Máximo en Cór-I dova del Tucuman dada a luz en el año de 1733 en Cór-I dova. Esta obra da algunas ilustraciones etnográficas im-l portantes sobre el Chaco, i su principal interés consiste! (1) La obra de Azara la tradujo D. Bernardino Rivadavia (estaba! en francés) i ha dado de ella dos ediciones el Comercio del PlatoiM Montevideo en su Biblioteca del Plata. I — 75 — en las noticias circunstanciadas de los repetidos ensayos antiguos que los Jesuítas emprendieron principalmente en el Paraguai, para civilizar a los Indios de aquel territorio, ¡ensayos que costaron la vida a muchos misioneros, sin que por esto se hubiese difundido el cristianismo mas que I en las inmediaciones de las misiones del Paraguai \ Chi- quitos, mm Por el Gran-Chaco o Chaco Gualamba entienden los españoles un territorio al lado izquierdo del Paraguay i Paraná hasta 66° L. O. de Paris, que se estiende entre I 30.°i 19.° L. S. con una superficie de 10,000 leguas jeo- j gráficas. Por lo que respecta al nombre de este territorio, » podremos creer talvez al Padre Lozano, que Chaco o mas bien Chacú sea una palabra del Quichua (1) que signifi- ca junta i con la cual los indios del Chaco denominan también sus casas comunes (2), i que la hayan tomado los españoles para señalar la comunidad de las tribus indíje- nas de todo el territorio, después de haber sabido ellos por los Indios, que existia un gran número (Chacú) de di- I íerentes tribus de indios, que se habian refujiado allá, por temor a los Españoles, cuando estos últimos destruye- ron el reino de los Incas en el Perú, del que los indios ;ran tributarios. Chaco Gualamba es probablemente sinó- (1) El Quichua es el idioma de los In , is, el dialecto mas perfeccio- Udo de los idiomas indíjenas de una gran parte de la América del Sud, que los Jesuitas elijieron por estilo de escribir, introduciéndolo como idioma común en todas sus misiones Sud-Americanas, pura unir así las i oferentes tribus indíjenas que estaban separadas entre ellos por sus 'lilerentes dialectos rigorosos, i formar de todos una sola nación. El ¡irte de escribir el idioma quichua se ha perdido cou la espulsion de W Jesuítas de sus misiones Sud-Americanas, con gran perjuicio de las HUmmistruciones del Perú, Bol i via i otros estados Sud-Americanos, ;» los cuales la mayor parte de la población se compone todavía de muios sin mezcla, a quienes no se les puede comunicar los decretos Oobierno sino verbulinente por medio de los jefes subalternos que muchas veces los falsifican , por no hallarse bajo ninguna inspección Hpenor, i entre los pobres indios el despotismo mas atroz. (•) Viajes de d'Orliiyny, tomo 2.. pój. 381. Lozano, páj l.— 76 — jtimode Gran-Chaco, significando el Oran-Chaco estenso. Según d'Orbigny (tom. 1 páj. 185) significa Chaco un huer- to para indicar con este nombre la fertilidad de aquel ter- ritorio. A mi me parece lo mas probable, que el nombre Chacú signifique Distrito para la caza; pues Chacú signi- ficó en tiempos de los Incas del Perú no solamente las cazas de Vicuña que se celebraban cada cuatro años en todo el reino, sino también los distritos separados en que estaba dividido el territorio, con el objeto de estas cazas comunes (1). Solamente la parte del Norte de este ter- ritorio, que es la provincia Boliviana de Chiquitos, nunca ha sido ocupada por los españoles. Esta sección del Norte colinda al E. con las lagunas estensas de Xarrayes en la frontera del Brasil; al N. con las alturas que dan su orí- jen a los rios Itenes i Guaporé; al O. con los estensos pan- tanos que forma el Parapiti entre los grados 20 i 17 L. S., i en el S. con la frontera política hasta ahora incierta de los Estados del Rio de la Plata. Nosotros hemos reci- bido recientemente noticias mui interesantes dadas por el viajero célebre M. Alcide d'Orbigny, que nos'servirán mu- cho para formar una idea cabal de las relaciones orográ- ficas del Chaco. Para enterarse bien en jeneral de aquella parte de la América del Sud que vamos a observar ahora, se debe tener presente, que los Andes toman entre los grados 16 a 18 L. S. un ancho estraordinario con ramificaciones subalternas que se estienden hacia el Este. Por cuyo motivo se acerca, en aquella latitud, el territorio monta- ñoso conexo a los Andes, hasta una distancia comparati- vamente corta, a los ramos mas al O. del grupo separado en el E. de la America del Sud, es decir, el del Brasil, un (1) S. A. de Zarate, Historia del descubrimiento del Perú. El In« Garcilazo de la Vega, Comentarios reales que tratan del orijen de u> Incas, etc. P; J. Madr. 1723. p. 179. D'Orbigny, Viqj : t. 2, p. 381 — 77 — sistema de serranías en cuyas pendientes del Sud se for- man muchos rios abundantes de aguas, que conducen a Rio de la Plata, sin exajeracion las nueve décimas par- tes de sus aguas. Del mismo modo que en la rejion com- prendida entre los grados de latitud mencionados el sis- tema de serranías del Brasil se acerca mas a los Andes, asi también se han acercado mas los establecimientos Por- tugueses i Españoles, que salieron en dirección opuesta de las costas del Brasil en el Mar Atlántico, i del Perú en las costas del Mar Pacífico; de suerte que vinieron a encontrarse a mediados del siglo pasado; i puede atri- buirse a la circunstancia, de importancia práctica, de la cuestión de frontera entre los territorios de América del Sud, el que se recibiesen en la segunda parte del siglo pasado algunos conocimientos jenerales de esta tierra tan lejana pero tan importante por su aspecto jeográfico. Principalmente el viaje del Capitán de marina don Félix de Azara (publicado por Walckenaer en el año de 1809), uno de los miembros de la comisión Española para de- terminar las fronteras entre el Brasil i el Paraguai,i las notas manuscritas del botánico Alemán Haenke aprove- chadas por el señor de Humboldt, en Lima, son los datos que nos han servido para fijar la división de aguas, for- mada no poruña cordillera, sino por una cadena de pe- queñas colinas que divide el sistema de los rios Plata i Marañon,i en la cual se unen las llanuras del último con las pampas de Buenos-Aires. Pero aun después de las no- ticias mencionadas quedó el distrito inmenso entre Santa- Cruz de la Sierra en Bolivia i Mato-Groso en el Brasil, como uno de los mas desconocidos en la América del Sud ( Viaje de A. de Humboldt, tom. V. part. 408). Es pre- ciso que nos detengamos aqui un momento en las noticias que comunica el señor d'Orbigny sobre aquellos países atravesados por él, del Oeste al Este en el año 1832,— 78 — principalmente porque las observaciones del señor d'Or- bigny confirman en parte las ideas formadas por las noti- cias antiguas sobre la naturaleza de aquella división de aguas i en parte las modifican. El espacio del centro de la América del Sud compren- dido entre las alturas al Oeste del Brasil i los promonto- rios del Este de los Andes de Cochabamha, donde se for- ma la línea de división de aguas entre las afluencias del Rio de la Plata i las del Amazonas por una elevación insignificante del llano (que se puede considerar como un sistema de montañas no desenvuelto, i que parece des- tinado a unir las alturas aisladas del Brasil con la cadena de los. Andes de Cochabamba (1), está ocupado por la provincia Boliviana de Chiquitos. Esta provincia espacio- sa, cuyos habitantes fueron distribuidos en tiempo de los jesuítas, durante un espacio de 50 años, en diez grandes pueblos o misiones para una vida civilizada e industrial; pero que retrocedieron otra vez a su oscuridad anterior desde la espulsion de aquella Orden, abraza según d'Orbi- gny (2) entre 14.°—21.° L. S. i 58.°—56.° L. O. de Pa- rís, un territorio de 18,750 leguas cuadradas colindando al Este con el rio Paraguay i las posesiones Brasileras de la provincia de Cuyabá o Matto-Groso; al Norte, según el tratado de fronteras de 1750 i 1777 por una línea que principia desde la unión del río Jaurú con el Paraguay pasando por la ciudad Villa-Bella de Matto-Grosso hasta la desembocadura del rio Beldé en el rio Barbados; al Nord- este separan montes impenetrables o pantanos inhabita- bles, esta provincia de la de Mojos; al Oeste sirve la cor- riente del Rio-Grande de frontera, contra la provincia de Santa-Cruz de la Sierra; al Sud se estienden los distritos (1) Observaciones de la naturaleza de A. de Huniboldt, t. l.° f 68. ('2) Su viuje, tomo 3, p. 26. — 70 — inhabitados del Gran-Chaco, que hasta ahora son inde- pendientes de todos los demás estados. Asi está rodeada esta provincia de Chiquitos por todos lados de rios o pantanos, en cuyo centro se eleva aisladamente un sis- tema de serranías bajas, que toman su dirección de N. N. O. a S. S. E. Estas serranias denominadas por d'Or- bio, siendo él con dos clérigos mas los únicos que se pronunciaron por la continuación de ella hasta el mismo Paraguay (diario de Matorras, pajina 1 i 25). En las diferentes escursiones que Arias hacia casi ente- ramente a su costa i riesgo en el territorio del Chaco, obtu- vo mayor confianza con sus habitantes, de suerte que pudo fundar hasta el año 1780, para la preparación de unaempre- sa principal, una línea de establecimientos en el camino del Tucuman al Bermejo , a la que se reunió rápidamente una población indíjena de mas de dos mil almas, acostumbrán- dose a una vida social "viviendo en pueblo i comunidad bajo cruz i campana" según dicen los documentos relativos a esto. En combinación con estas empresas hacian tam- bién repetidos viajes dos clérigos, los PP. Antonio Lapa i José Bernardo de Lena, misioneros de las reducciones del Salado , de los cuales uno habia acompañado ya a Ma- torras , i ámbos penetraron hasta el corazón del Chaco para visitar las reducciones fundadas durante la espedicion de Matorras , i para formar misiones nuevas i preparar los Indios paralas grandes empresas que los españoles inten- taban desde el Tucuman. En aquel tiempo (1780) empren- dió también un vecino de Salta, el coronel don Juan Adrián Fernandes Cornejo, de su costa i cuenta una espedicion al Chaco, para probar la navegación del Bermejo. Esta espedicion , que tenia que luchar con una gran oposición departe de la compañía demisiones en Salta, no con-siguió su objeto , por haber necesitado Cornejo, según dice su diario (Colección de Anjelis tomo VI, núm. 59), a causa de la escasez de aguas causada por falta de las lluvias perió- dicas, desde su embarque en el rio Ledesma (rio tributario del rio grande de Jujui, primer afluente del Bermejo) co- mo 75 dias , para navegar 58 leguas, viéndose en conse- cuencia de esto obligado abandonar su viaje, antes de lle- gar al Bermejo; mientras que el mismo Cornejo, 10 años después, atravesó en 55 dias la distancia de 407 leguas des- de el punto de unión del rio de Ceuta con el rio de Tarija has- tala embocadura del Bermejo en'el Paraguay. I lo que Cor- nejo no consiguió, i lo que todo el poder de los españo- les durante su larga dominación en el nuevo mundo no habia podido verificar, efectuólo el mismo año un pobre misionero sin plata i sin apoyo militar. El franciscano Pa- dre Morillo, que tenia en la espedicion de Cornejo el em- pleo de capellán, emprendió , cuando Cornejo se resolvió a renunciar a la navegación del Bermejo , seguir el viaje eu una canoa liviana i frájil, "Considerando, dice Morillo en su diario, que yo habia sido mandado en el año 1771 a costa del erario real, de Europa a esta América , en la intención de ser empleado , para convertir los infieles, yo ex lege, hallándome sin estar agregado a ningún monas- terio , me resolví por estos motivos a hacer el viaje i se- guir la navegación principiada con la intención de cono- cer a los Indios i descubrir si el rio Bermejo fuese navega- ble; por qué, después de haber encontrado las naciones que viven en sus orillas, se podian dirijir para allá otros misioneros apostólicos , para cultivar la rica cosecha de la viña del Señor, i por causa de otras ventajas mas que podia derivar en su consecuencia en provecho del Rei, nuestro amo (Diario de Morillo, Anjelis, páj. 8)." Acompañado de dos marineros, uno por su voluntad, i el otro recibiendo el sueldo de 80 pesos, con un Europeo i su sirviente indíje- — 89 — na se embarca Morillo después de haber examinado el rio de Tarija, i haber dado noticias de esto a Cornejo que se habia quedado atrás ; i con un fin desconocido , ¡ pene- trando en un pais estraño, habitado por salvajes , este monje ha conseguido no obstante la fama de haber na- vegado ántes que nadie todo el rio Bermejo hasta su desembocadura en el Paraguay, i haber probado el prime- ro la posibilidad de ser navegado. El 16 de Noviembre de 1780 salió del rio de Jujui al rio Bermejo o Colorado, i el 1.° de Diciembre llegó a los establecimientos de la Cangayé (Congayé en el mapa de las provincias del rio de la Plata de Arrowsmith), punto hasta donde habia alcanzado Matorras. Allí encontró al gobernador del Tucuman don Francisco Gavino de Arias, el cual, ocupado de una gran espedicion emprendida por el gobierno al Chaco , habia avanzado hasta allá por tie- rra con una marcha de 66 dias, i demorádose en aquel punto, tanto para concluir la construcción de una Iglesia para la nueva misión , cuanto para restablecerse de una enfermedad grave, que le habia atacado en el camino. (Colección de Anjelis, T. VI. Diario de Arias, p. 46 i discurso preliminar a este diario, p. IV). Arias se resolvió con 18 de sus compañeros (entre ellos también el Archi- diácono de la Catedral de Córdova Dr. don Lorenzo Sua- rez de Santillana, que ya habia acompañado a Matorras i a muchas otras espediciones al Chaco para hacer saber a los Indios el Evanjelio, i que permaneció muchos años después entre ellos como Superior i Visitador jeneral de todas las reducciones, dedicándose enteramente a la obra de la misión, por cuyo motivo se procuró el nombre de apóstol del Chaco), acompañar al Padre Morillo en su largo viaje. Después de haberse demorado Morillo hasta la conclusión de la Iglesia, i haber dicho la misa de con- sagración , se embarcó otra vez con sus compañeros de 13— 90 — viaje el 9 de Febrero de 1781. Arias habia hecho construir para esta navegación un pcqueíío bote que, unido i liga- do al de Morillo formaban ambos una balsa, i en esta bal- sa llegaron los navegantes el 16 del mismo mes al Para- guai; i el 20 de Febrero de 1781 llegó la primera espedicion por agua de Tucuman a Corrientes. Sentimos que el poco espacio no nos permita entrar en una relación de esta espe- dicion sobre la cual nosotros poseemos el diario de Mo- rillo i de Arias (en la Colección de Anjelis T. VI. N. 60 i N. 66). Los dos escritos son de mucha importancia, tanto para el conocimiento del Chaco como principalmente tam- bién para el del Bermejo. Mas importante todavía a este respecto es el diario so- bre la segunda espedicion, que el Coronel Cornejo (de cuya primera empresa malograda ya hemos hecho men- ción), hizo por medio del Chaco en el año 1790. Para este segundo viaje de descubrimiento en el Bermejo se em- barcó Cornejo en la desembocadura del rio Ceuta, el cual desemboca cerca de Oran en la provincia de Salta en el rio de Tarija o Bermejo, el 27 de Junio 1790, acompa- ñado de dos hijos, que habian sido sus compañeros de viaje, en clase de oficiales en su primera espedicion , i del mayor don Lorenzo Doncel, un intérprete i 26 soldados veteranos. El 29 de Julio alcanzó a las Juntas, es decir, al punto en donde el verdadero Bermejo se forma por la unión del rio grande de Jujui con la parte superior del Bermejo o Tarija, i el 20 de Agosto entró por la emboca- dura del Bermejo en el rio Paraguai. El diario de su viaje i las relaciones que Cornejo mandó al Supremo Gobierno de Buenos-Aires los dos publicados en el estracto de Arena- les en sus noticias sobre el Chaco, páj. 203-236 i después impreso completamente en la Colección de Anjelis T. V. N. 33, contienen lo mas importante que sabemos hasta ahora sobre la corriente del Bermejo> calidad de sus aguas — 91 — navegables, sobre el estado físico de sus playas i sobre Jos Indios que habitan sus orillas; por cuyo motivo nos- otros nos hemos de referir principalmente a estas fuentes en la siguiente inspección jeográfica de esta parte del Chaco. El feliz éxito de esta espedicion demuestra , que a fines del siglo pasado la parte del Sud del Chaco era mui tran- sitable , i esto confirman también los viajes, que se em- prendieron después de la espedicion de Cornejo untes de fines del siglo pasado. Así, regresó el compañero de Cor- nejo, el mayor Doncel de Corrientes a Salta por tierra, ha- ciendo el viaje acompañado, con Indios aliados, por medio uel Chaco, sin encontrar obstáculo ninguno. Estas cir- cunstancias favorables causaron de nuevo un entusiasmo grande en las provincias inmediatas al Chaco, por la na- vegación de este territorio importante; grandes planes se formaron, pero faltaba el hombre para ponerlos en planta, faltando de parte del Supremo Gobierno la enerjía que convidase para la ejecución de estos grandes planes. (Véase Anjelis, Colección T. V. Informes de don Feliz de Azara sobre varios proyectos de Colonizar el Chaco; Proyecto de Colonización del Chaco por don Antonio Garcia de Salinde.) Todo lo que se adelantó, fué que se fundó por parte de Sáltala ciudad de Oran , como guar- dia avanzada para nuevas empresas sobre el Chaco, i que por parte del Paraguay se ordenó un nuevo viaje de exploración, para abrir al fin una via directa de comuni- cación entre Corrientes i las ciudades del Tucuman. La ejecución de este viaje fué encargada al coronel D. José Espinóla, el cual también empezó el viaje en el año de 1794 i desde el Paraguay penetró al Chaco siguiendo el Bermejo por 25 dias hasta Sun Fernando del Rio del Valle, fuerte fronterizo de la provincia de Salta; dirijiéndo- M a Salta i Jujui a una conferencia con Cornejo i regre-— 92 — sando inmediatamente por tierra en derechura por el terri- torio del Chaco a Corrientes, en busca de un camino mas directo, que el que se hacia siguiendo el Bermejo. (Véase su itinerario, Arenales p. 2, 3, 9). Pero no obstante todas estas empresas coronadas con buen éxito, se frustró toda- vía la verdadera abertura de una vía de comunicación por el Chaco i la colonización de este, por la flojedad délas autoridades del Supremo Gobierno i por la mala elección de los medios de ejecución. Los méritos que tenia Cor- nejo por el descubrimiento del Chaco quedaron ignorados i sus noticias importantes sobre el Bermejo, que entregó al Gobierno en Buenos-Aires se pudrieron en los archivos, de donde los sacó recien a luz D. Pedro de Anjelis en el año 1836. (Véase su discurso preliminar a la espedicion de Cornejo.) A fines del siglo pasado se enfrió enteramen- te el celo por el descubrimiento del Chaco, i recien en el año 1810, cuando la revolución despertó otra vez estos países i se hizo sentir entre las diferentes partes de la América Española la necesidad de un comercio activo, se hizo ver nuevamente el plan para abrir un camino por me- dio de este territorio estenso que separa las provincias del Plata, de las posesiones Españolas del interior; pero en aquella época faltaban todos los medios para verificar un proyecto de esta naturaleza. Desde entonces se habló mu- cho de este proyecto en los países del Plata, pero recién en el año 1826 se dió un verdadero paso para ponerlo en ejecución, cuando D. Pablo Soria, encargado por la sociedad del Bermejo, formada en Buenos-Aires en el año 1824 de 16 vecinos de aquella ciudad i de la de Salta, por acciones, emprendió de nuevo la esploracion del Bermejo. Ya hemos anteriormente comunicado el éxito de esta em- presa, i solo agregaremos que Arenales le echa en cara a Soria, como a toda la sociedad en jeneral, i al parecer no sin fundamento, poca circunspección para la ejecución — 93 — de dicha espedicion, i hace responsable en parte al pri- mero del mal éxito de ella (Noticias sobre el Chaco p. 244). Posteriormente al viaje de Soria han sido publicados los documentos sobre las espediciones al Chacho, después de haberse perdido en aquellos países todas las noticias ¡hasta las tradiciones, vagas e inciertas. De esos docu- mentos hemos sacado nuestras narraciones, i se debe su- poner que en los países del Plata, luego que estos se le- vanten del caos político en que están hundidos, se renue- ven los antiguos planes sobre el Gran-Chaco. Pero hai nue temer, que actualmente la ejecución de ellos sea mu- cho mas difícil que en los últimos tiempos de la domina- ción Española, pues durante la prolongada guerra civil en la República Arjentina, los indios del Chaco, que estaban en buena armonía con los españoles a fines del siglo pasado, han perdido toda relación con la población civili- zada de los países inmediatos. Las colonias] i misiones, fundadas durante la espedicion de Matorras en el Chaco, han desaparecido enteramente. Los indios, que estaban en paz con los españoles i detenidos por las guarniciones de los fuertes fronterizos a distancia de las colonias Espa- ñolas, se han sublevado, en parte por causa de los mis- mos Arjentinos,—que se han servido de su socorro en el combate contra sus mismos conciudadanos;—los salvajes han vuelto a formarse en tribus de ladrones, derramándose de tiempo en tiempo sobre las provincias vecinas arjenti- nas, amenazando a sus ciudades i poblaciones; peligro que la república solamente ha podido evadir por medio de un llamamiento jeneral de sus fuerzas. Que actualmente los indios del Chaco harían una resistencia mui diferente a las incursiones de la civilización en su territorio, de la que habrían hecho ántes, lo demuestra el éxito desgraciado que ha tenido la última espedicion, hecha en el año 1844 por el Gobierno Boliviano para la esploracion del Pilco-— 94 — mayo. No podemos menos que dar el estracto siguiente de las noticias sobre dicha empresa. Por él se verá, como i de qué modo los republicanos de hoi ponen en ejecu- ción sus esploraciones. Nosotros tomamos este estracto de la traducción del informe oficial comunicado en el boletín de la Sociedad de jeografía, de Octubre de 1845, que dio el Coronel de Corbeta Ban-Nivel, encargado de la esptoracion del Pilcomayo, dirijido desde Villa-Rodrigo fecha 3 de Noviembre 1844 al Gobierno Boliviano, i que fué impreso en el Restaurador de Bolivia en Noviem- bre 1844, número 26. "El 30 de Setiembre me hice a la vela desde la Colonia Villa-Rodrigo con una flotilla compuesta de 3 ñangadas i 8 piraguas; pero viéndonos demorados por estas nos resolvimos a dejarlas atrás con una parte délos víveres, después de haber repartido de nuestras provisiones cuanto era posible en las ñangadas. Tomada esta medida seguimos la navegación hasta el 5 de Octubre, sin mas dificultades que aquellas produci- das por los bajos. Las manifestaciones hostiles de las numerosas tribus de Indios de las inmediaciones de Caballocipoli me hicieron tomar, de acuerdo con el mayor Ga fino Hacha, que mandaba nuestra pequeña tropa, la medida de detener a bordo en clase de rehenes, pero de un modo oculto, a las principales cabezas de los Indios Guirey, Matacos, Dumai i Tobas. A la salida de Ca- ballocipoli tuvimos alguna esperanza del buen éxito de nuestra cspedicion, habiendo alcanzado un canal con 4 a 5 pies de agua el cual seguimos hasta el 10 de Noviem- bre. El 11, a las 2 de la mañana, fuimos atacados al punto de desembarque por 10,000 indios mas o ménos que nos atropellaron con violencia, pero nosotros los obligamos a la retirada después de haber muerto un gran número. Nosotros quedamos toda la noche en aquel punto, i al — 95 — dia siguiente fuimos atacados durante nuestra navegación por las flechas de mas de 16,000 (!?.) Indios que cubrían las riberas. Cuatro de nuestros hombres fueron heridos i uno peligrosamente. Como a las 2 de la tarde obser- vamos que el rio se dividía en dos brazos i nosotros tomamos el de la derecha, por parecemos el agua mas profunda; pero este nos condujo pronto a una angos- tura, en la que nos vimos a medida que avanzábamos siempre perseguidos i atacados por los Indios hasta que llegamos a una llanura inmensa, donde el Pilcomayo se divide en mas de 60 brazos, que se podrían comparar a zanjones de molinos. Teniendo yo la instrucción de seguir mi esploracion del río hasta donde fuese navega- ble, me resolví a reunir todos sus brazos en un solo canal, i cavando la arena con nuestras manos i atajando el agua con yerbas i greda (¡considérese qué tarea bajo un ataque permanente de 16 mil Indios! ) acertamos al fin a improvisar un canal bastante ancho, que seguimos hasta llegar a un lago de mas de 25 leguas de circun- ferencia. Lo hice examinar por guerrillas despachadas a la derecha i a la izquierda de sus orillas para descu- brir una salida de él. Dirijidos por la corriente, que yo encontré, entramos en medio de un bosque, cuyos árbo- les daban sombra a las riberas, i a través de los cuales nos vimos obligados a abrir camino con nuestras ha- chas. Mientras esto se verificaba despaché una pequeña partida, para averiguar si mas adelante seguia la corriente su camino sin obstáculos. Mis jentes volvieron muí pronto con la noticia que el Pilcomayo se perdia en un arenal inmenso. Para cerciorarme yo mismo de este hecho, subí a un árbol elevado, desde cuya altura me convencí .de la ver- dad de la noticia recibida; pero al mismo tiempo observé a mi derecha una corriente de agua, que parecía tomaba— 9G — una buena dirección. Bajó inmediatamente i diríjime con 15 hombres a este rio pequeño; pero también se perdia en un bosque impenetrable. Regresando inmediatamente, tuve un consejo con mis oficiales i de acuerdo con ellos resolví que nos condujese el indio Yumay, quien nos aseguraba que tres dias de viaje bastarían para alcanzar al Paraguay. Nosotros nos determinamos entonces a hacer el viaje a pié, cada cual armado con una escopeta i pro- visto de una bolsa de charqui i arroz. El resto de los víveres que no se podia conducir i el bagaje de los ofi- ciales fueron puestos a bordo de la Bella Carolina, la cual incendiamos para que los indios no se sirviesen de ella, para seguirnos e inquietarnos en nuestra marcha. Después de haber tomado estas medidas nos pusimos en marcha al dia siguiente después de haber hecho un viaje de 189 leguas de navegación. Nos vimos mui pronto en la necesidad de fusilar a nuestro compañero herido por- que no podia seguir adelante. Al mediodía nos condujo el indio Yumay maliciosamente a un pantano, en el cua' nos enterramos hasta la cintura. El estaba sin duda convenido con los indíjenas; pues inmediatamente salieron como ocho mil indios de los bosques inmediatos que nos circularon para combatirnos. Felizmente nos salvaron de completa ruina seis de los nuestros, que habían salido del pantano a un terreno mas sólido. Concluido este ataque seguimos nuestra marcha, observando nosotros, que el indio Yumay se entendía por ciertas señas con el enemigo i trataba conducirnos de nuevo a otro pantano; pero el ma- yor Hacha hizo entrar en una emboscada a cuatro caza- dores i la maniobra surtió buen efecto, pues uno de los ca- ciques del enemigo cayó en nuestro poder, el cual se en- tregó inmediatamente al Gisey, para que lo matase.— El dia siguiente, a las diez, nos acercamos otra vez a la orilla del rio. El corre en este lugar como doce leguas — 97 — de distancia de su antiguo lecho, que nosotros recono- cíamos por los indicios de nuestro baqueano. El Pilco- mayo no debe haber salido mucho tiempo atrás de este canal que sigue en línea recta a los pantanos, en que noso- tros hubimos de perder la vida. Seguimos nuestra mar- cha nueve dias i nueve noches sin interrupción, i casi sin ningún descanso, siguiendo siempre el rio, cuyas riberas son mui escarpadas ; contamos 13 cataratas, conforme dice Patiño en sus noticias. El Pilcomayo se pierde en- tonces en otros pantano?, que, según la observación, desde un árbol alto al cual conseguí subir, se estiende en laguna inmensa de ochenta leguas de circunferencia, Nos vimos en la necesidad de concluir con nuestro ba- queano. Este indio pérfido había cansado nuestra pacien- cia; lo tendimos en el suelo, i al décimo huascazo confesó que no conocía el Paraguay, que la laguna en cuya ribera nos hallábamos, tenia una estension tan grande, que ne- cesitaríamos lo menos ocho dias para pasarla. Esta si- tuación crítica, el mal estado de nuestras armas, la falta de municiones, la escasez de víveres, acompañada de la enemistad de las tribus indíjenas, que nos persiguian dia i noche, nos determinaron a regresar, lo que se hizo in- mediatamente. Durante los primeros cuatro dias de nuestro regreso vivimos solamente con yerbas del campo, hasta que la Providencia nos condujo a las tolderías de los in- dios, adonde encontramos pescados tostados en abundan- cia que devoramos como unos tigres hambrientos. Al dia siguiente nos prestó Dios visiblemente su auxilio, pues el agua del rio creció rápidamente, i como la velocidad de la corriente obligó a los pescadores a abrigarse en las riberas, pescamos de estos sin mucha dificultad un gran número. En fin, señor Ministro, me seria imposible referir todo 'o que hemos sufrido. Me limito por ahora, a decir a U. S; que nuestra pequeña partida ha llegado anoche (el 2 de 14— 98 — Noviembre 1844) a esta colonia de Villar-Rodrigo comple- tamente desnuda; todos nuestros soldados apoyándose en bastones, para poder sostenerse parados, tan débiles i aniquilados están por los acontecimientos del Chaco, adonde tenian que pelear, a pesar del hambre, sed i mil trabajos, cont«-a doce naciones bárbaras, es decir, los To- bas, los Matacos, los Notemos, los Choróles, los Guiséis, los Tapietés, los Calacales, los Petus, los Opas, los Octeyas, los Nosotes i los Tobas de la gran laguna, etc." Habremos de confesar, que este informe lleva en su frente se- ñas inequívocas de la verosimilitud, circunspección, deter- minación i capacidad del jefe de esta espedicion!! En realidad no estrafiaríamos que toda la historia fuese una pura invención, una fábula. Qué impresión tan distinta deja este informe oficial de un coronel de corbeta, a la que se esperimenta leyendo el diario del jesuíta Padre Patino, que subió en el año 1721 el Pilcomayo desde su desembo- caduia como 378 leguas para arriba! En él nos detendre- mos un momento. Este viaje fué causado primeramente por el empeño de los jesuitas, en descubrir una comunica- ción mas fácil entre sus misiones en el Paraguay, Corrien- tes i Chiquitos que aquella que les ofrecia hasta entonces el camino subiendo el Paraguay, pasando las lagunas de Xasayes. (Véase Arenales, páj. 13. Anjelis, Proemio al diario de Cornejo, páj. VII.) En el año 1719 habian descubierto los habitantes del Tucuman en sus escursiones anuales al Chaco un rio que ellos tomaron por la corriente superior del Pilcomayo, cuya desembocadura en el Para- guay se conocía desde mucho tiempo. El gobernador de Tucuman de aquella época D. Estevan Urízar de Arepa- cochaga, que conocía el intento de los jesuitas, no tardó en comunicarles dicho descubrimiento i entonces se for- mó el plan de una espedicion combinada, según la cual debia entrar en el Chaco, desde el Tucuman, una partida — ro- dé milicianos con el jesuíta Antonio Montija,i desde Chi- quitos los misioneros Felipe Suarez i Sebastian San-Mar- tín para encontrarse en el Pilcomayo con una tercera espedicion que debia seguir desde el Para^uai río arriba. (Véase Lozano, páj. 481. Pedro de Anjelis, discurso preli- minar al diario de Matorras, páj. III). La ejecución de este plan principió en el año de 1721; pero como las es- pediciones que salieron desde Tucuman i Chiquitos, no pudieron llegar hasta el Pilcomayo, la que salió del Paraguay por el Pilcomayo es la única que merece ser mencionada en la historia de aquellos descubrimientos. Los jesuitas del Paraguay armaron para este viaje en Asunción un barco capaz de conducir 1750 quintales, i llevaron también dos botes. En estas embarcaciones iban 71 personas, es decir, el Padre Gabriel Patino (jefe del convoi, redactor del diario, que publicó primeramente Arenales en su estracto, páj. 1528) , los otros jesuitas, un oficial en clase de voluntario , seis españoles i sesenta in- dios Guaranis de las misiones de los jesuitas. El dia 14 de agosto 1721, salió esta espedicion, que se hacia esclusivamente a costa délos jesuitas de la Asunción, i el 19 entró en Araqua'í, desembocadura del Pilcomayo, la mas inmediata a la ciudad de la Asunción (Anjelis para el Diario de Cornejo páj. 5), i siguió su navegación rio arriba hasta el 1.° de diciembre, en que a la fecha del diario se suspende , sin indicar si se suspendió el viaje i porqué i de qué modo regresaba la espedicion a la Asun- ción. Según las distancias indicadas en el diario habia la es- pedicion adelantado en el Pilcomayo 378 leguas desde el 19 de Agosto hasta el Io. de Diciembre, i calculando solamente dos terceras partes por la distancia recta desde el Paraguay, debió haber alcanzado hasta las inmediaciones de las sierrras de Charcas i Tanja , i esto parece real-— 100 — mente confirmado por diferentes indicaciones i entre otras por la mención del encuentro con la nación de los Chi- riguanos , que habitan la jurisdicción de Chuquisaca. De todos modos manifiesta este diario , que también trae no- ticias seguidas sobre la profundidad i calidad del agua, cobre la dirección de la navegación por el compás i datos prolijos sobre la naturaleza del pais en las márjenes del rio, de todo lo cual ni una palabra se dice en los infor- mes del coronel de Corveta Van-Nivel,—que el Pilcoma- yo no se pierde en los arenales , como el último pretende haber visto desde la altura de un árbol en un monte es- peso. Lo mismo se confirma en un viaje ulterior, que hizo el jesuíta Castañares en el año 1744 con el mismo intento que la espedicion de Patino , ejecutado por él mismo i del cual trajo un bosquejo del Pilcomayo, que se halla, como el que Patino habia formado en su viaje, en poder del celebre editor de la Colección repetidas veces citada por nosotros. Estos dos bosquejos también han servido a D. P. de Anjelis, para señalar mas exactamente la corriente del Pilcomayo, i principalmente para rectificar un error de Az?.ra, el cual dá a este rio, en el tercer mapa de su viaje en Arnéricaidel Sud, solamente una desem- bocadura, mientras que hai dos, i ámbas se unen en e[ Paraguai en el Sud de !a Asunción, hallándose aquella mas al Norte, según Patiño como nueve leguas de la Asun- ción, denominada rio Araqua: (Araquai, una palabra de la lengua Guaraní, que significa rio del saber, por ser pre- ciso conocerlo bien ,• cuando uno navegando en él no quie- re perderse en sus muchas vueltas i lagunas) ; mientras que el brazo mas al Sud , por donde entró Castañares lleva el nombre del Pilcomayo hasta su desembocadura. (Pilcomayo es una palabra del idioma Quichua compuesta de Pilco , nombre roporciona el trasporte por tierra, cuya carestía es el gran impedimento al desarrollo natural de su industria. Daremos aquí un lugar a este cál- culo , para que sea evidente , de cuánta importancia sería — 107 — la abertura de los rios para aquella parte de América i qué reacción importante tendría ella al mismo tiempo so- bre el comercio con la Europa. "Una tropa de carretas se compone jeneralmente de 20 a 30 de estos carros de dos ruedas que hacen el viaje en- tre Buenos-Aires i Salta. Este tráfico es casi esclusiva- mente un ramo de industria de las provincias de Tucu- nian i Santiago del Estero, adonde se costruyen dichas carretas i adonde se proporcionan también los capata- ces, peones i bueyes mansos precisos para su conducción. Los dueños de estas tropas de carretas están relacionados unos con otros i fletan sus tropas bajo ciertas condicio- nes i a precios convenidos. En tiempos antiguos cargaba una carreta el peso de 180 arrobas (4500 libras españolas); poco a poco se ha disminuido este peso i actualmente no cargan mas que 150 arrobas. Por consiguiente, conduce una tropa de 43 carretas un cargamento que equivale al peso de 8 3 toneladas.—El flete por cada carretada de Buenos-Aires hasta Salta importa como 260 pesos, es de- cir, todo el flete de las 43 carretas 11,180 pesos o 138 pe- sos 5 ¿ real por tonelada.—El flete por agua de Buenos- Aires a la Asunción (40 leguas mas distante que la desem- bocadura del Bermejo), importaba ántes, es decir, cuando la prohibición de navegar el rio no habia sido decretada por el Dr. Francia, desde cuya época no han existido precios de fletes arreglados, por no haber sido franqueada aquella via desde mucho tiempo i aun hasta el dia de hoi para un tráfico arreglado, dos hasta tres reales por arroba; i sin duda se podria calcularse actualmente por la gran con- currencia, cuando se abriese el rio i el tráfico no estuviese impedido incesantemente por la guerra del interior, que el tiete no pasaría de dos reales por arroba. El flete desde la desembocadura del Bermejo hasta las Juntas de Salta, se podria calcular en menos todavía, pero que sean cuatro— 108 — reales por arroba por todo el flete desde Buenos-Aires, hasta las Juntas. En este caso importaria el trasporte de todo el cargamento de las 43 carretas 3,225 pesos o 40 pe- sos por tonelada.Esta proporción presenta una ventaja con- tra el trasporte por tierra de 7955 pesos, o por tonelada 98 pesos 5 reales, de donde resulta que el trasporte por agua no importaria sino poco mas de la cuarta parte del traspor- te por tierra." No nos hallamos en el caso de garantizar la exactitud de este resultado de cálculo pero estamos con- vencidos, que los costos del.transporte por agua en este ca- so, no subirían a la mitad de los costos del transporte por tierra, por'ser preciso hacer el último por caminos muchas veces intransitables i con medios de transporte tan incom- pletos. Mucho mas ventajosa todavía seria dicha via fluvial para las provincias inmediatas de Bolivia, por no poseer dichas provincias para su comunicación con la costa, como las provincias arjentinas del N. O. para Buenos-Aires, un camino transitable con carretas, sino solamente caminos escabrosos de serranías i teniendo qu pasar un desierto sin agua para llegar a sus puerto de esportacion, a lo que se agrega que dichos puertos están situados en el mar Pacífico, costa de América opuesta a la Europa, mien- tras que Buenos-Aires está situado en el mar Atlántico, camino recto para la Europa. La gran importancia de la abertura de una comunica- ción por agua entre el mar Atlántico i los países del interior del Sud-América, que acabamos de referir, i el gran interés que ofrece a este respecto el rio Bermejo del Gran-Chaco, nos escusarán, de haber dedicado tan- ta atención a este rio. Lo demás digno de conocer sobre el Gran-Chaco podemos reunirlo en pocas palabras-. Dividiendo el gran territorio del Chaco por las relacio- nes físicas de su superficie con respecto a su colonización, en sus subdivisiones, i tomando los grandes rios que 1" — 10!) — atraviesan por fronteras , se divide el Chaco en tres seccio- nes. La del Norte, la del centro i la del Sud. La del Norte limitada en el sud por el Pilcomayo, como también la mayor parte de la sección central, encerrada por el Pil- comayo i el Bermejo, nos interesan aquí menos, por ser llanuras profundas, situadas en la zona tropical, que por razón del clima no se califican como a propósito para el establecimiento de colonias agrícolas, principal objeto de nuestras averiguaciones sobre emigración i colonización alemana. Por cuya razón nos contentamos con observar sobre esta parte del Chaco, que también es la menos co- nocida porque el Chaco al Norte del Pilcomayo parece ocupado principalmente por selvas primitivas, que se introducen desde la provincia de Chiquitos alternando Inicia el Pilcomayo con grandes lagunas i arenales. De espediciones a esta parte del Chaco se citan solamente al- gunas incursiones por los primeros conquistadores i al- gunos viajes de misioneros jesuitas de la primera mitad del siglo pasado, quedando todos sin consecuencias tanto para la colonización de aquel distrito, cuanto para la civi- lización de sus habitantes, hallando la muerte la mayor parte de los misioneros, que se atrevieron a introducirse hasta allá (Véase Lozano i los mapas correspondientes; el mapa de nuestro ejemplar contiene varias agregaciones por escrito de la segunda mitad del siglo pasado, que se- ñalan varios puntos de aquel distrito, en la parte inme- diata al Paraguai adonde los misioneros perdieron su vida en el desempeño de su proselitismo). Los conquistadores deljFerti parecen haberse introducido mas en la parte del Ueste de aquella sección, que sus descendientes. Ellos encontraron en las riberas de la parte superior del Pilco- "layo, Ja nación de los Chiriguános con vestijios de una cultura antigua; pero estos habían sabido conservarse "^pendientes del yugo de los Incas del Perú. Tampoco— 110 — consiguieron los españoles subyugarlos, pero parece'que mantuvieron con ellos muchas relaciones en los prime- ros siglos después de la conquista. Entonces estaban reu- nidos los Chiriguanos en domicilios permanentes en las llanuras de la parte superior del Pilcomayo; cultivaban los terrenos i se dice que traían tejidos i cueros curtidos, dándoles un color magnífico i durable, para cambalachar con los españoles. Que en tiempos antiguos se habia es- parcido la cultura hasta el interior de aquel pais por los españoles del Perú, lo testifican también las ruinas de edificios de arquitectura europea i las plantaciones de árboles i plantas españolas, que se encontraron en al- gunas incursiones, que se emprendieron después, desde Tarija i Santa-Cruz para aquellas rejiones. Hoi dia 110 se sabe nada de cierto sobre el estado de aquella tribu, que tenia en tiempos antiguos en las riberas del Pilcoma- yo los pueblos de Caiza, Chimeo i Guacacangri, por donde pasaba el camino de Chuquizaca a la Asunción mencionado anteriormente por nosotros, i que después se perdió enteramente (Véase Arenales, páj. 29, P. de An- jelis II., Indice, páj. XX).—No mucho mas conocido que la parte septentrional del Chaco nos es, con excepción de una parte angosta a lo largo del Bermejo, la sección cen- tral ; aunque esta parte del Chaco está nombrada por el apellido de un español que la atravezó i fundó en ella una ciudad denominada Llanos del Manso. El capitán An- drés del Manso fué comisionado a mediados del siglo XVI, por el virrei del Perú el marquez de Cañete , a la provin- cia de Santa-Cruz de la Sierra, con objeto de formar allí establecimientos. Impedido de efectuar esto por la opo- sición del gobierno de la Plata, que reclamó aquella pro- vincia como perteneciente a su jurisdicción, penetró Man- so mas hácia el Este del Chaco , fundando allí, en el pai' délos Chiriguános, con sus soldados, una ciudad ; pero — 111 — luego después fué asesinado con todos sus compañeros por los Indios (Lozano, páj. 1. P. de Anjelis, Historia Arjentina de Ruiz Diaz de Guzman, páj. 120—123). Los llanos del Manso consisten como parece, en su parte principal en campos estensos interceptados de cuando en cuando i principalmente en la inmediación de los rios, por montañas primitivas, que son inundadas en tiempo de las corrientes, quedando visibles solamente las partes mas elevadas del pais , presentándose como islas cubiertas de montes. La parte del Chaco, que llama aquí nuestra atención principalmente, es la sección meridional, encerrada por los ríos Bermejo, Paraná i Salado. Los distritos de esta lla- nura inmensa se dividen con referencia a su capacidad para el cultivo en dos clases: en la que está situada a la inmediación de los rios i al alcance de sus inundaciones periódicas, i en la que está distante de los rios i fuera del límite de las inundaciones. La estension de las cam- pañas de la primera clase es muí grande, principalmente al lado de la corriente del Bermejo, el cual en el tiempo de las inundaciones, i principalmente de la Esquina Grande, para abajo cubre terrenos estensos, derramando sus aguas en algunos lugares hasta distancia de 40 leguas de su le- cho. En medio de los territorios espuestos^a las inundacio- nes de los grandes rios fronterizos de la zona anegable, hai también algunos terrenos que nunca se cubren de agua, i que en tiempo de las inundaciones, se presentan en forma de islas. Estas elevaciones del terreno se en- cuentran tanto en las cercanías del Bermejo como en las del Paraná i del Salado, i al mismo tiempo se encuen- tran inmediato a dichos rios, pero principalmente al Bermejo, grandes lagunas, que todo el año conservan el agua fresca, saludable i clara. Toda la zona anegable es sumamente fértil, por razón de que el suelo se cu-— 112 — ore con limo depositado por el agua, el cual es mui pro- vechoso a la vejetacion de los árboles silvestres, que cubren con abundancia i en mucha variedad de clases todo aquel terreno, variando de cuando en cuando con pastales, i ba- jos que aun en el tiempo de la seca quedan pantanosos i cubiertos con yerbas i arbustos que encierran en partes las riveras de los rios (Véase sobre el junco o caña, que sir- ve a los indios para flechas, i que a veces se encuentra tan gruesa, que los Jesuítas se servian de ella retovada en cuero en lugar de cañones, viajes tle Azara, traducidos por Lindau, Leipzig. 1810, tomo 1.° 82. Arenales 129). Como se presentan casi en todas las partes de aquella zona las elevaciones bajas (que se podían comparar con las mesas de los llanos de Venezuela, véanse Repúblicas de la América del Sud 1.° páj. 80), elevados sobre el nivel délas inundaciones periódicas, se califica en realidad a- quel territorio útil por esta razón i sin mas preparativos para el establecimiento de colonias agrícolas. Las conve- niencias mas favorables para ellas se encontrarán sin duda en aquellos terrenos de dicha zona que están situados en las riberas del Paraná; por razón de que confluyen a este rio del interior del Chaco una multitud de riachuelos i arroyos que constituyen las campañas circunvecinas eu los distritos mas fértiles i mas hermosos de aquella parte de la América del Sud (Véase el diario de una espedicion desde Santa-Fé hasta San-Fernando en el lado derecho del Paraná, publicado por P. de Anjelis en la introducción al diario de Matorras. Colección T. VI. N. 58, p. XI). El Bermejo abajo de la Esquina Grande, donde se juntan con él los rios Caimán, del Valle i Dorado que bajan de la sier- ra de la Cumbre en Salta, no recibe rio ni arroyo alguno mas, de la sección meridional del Chaco, como igualmen- te este no contribuye con ningún agua corriente de impor- tancia al rio Salado, el cual cierra su frontera hacia el Sud- — 113 — Oeste. Esta circunstancia prueba que las llanuras del Cha* co, que se inclinan muí poco, en jeneral hacia el Sud-Es- te, van declinando mas al Este en Jas inmediaciones del Paraguay i del Paraná, circunstancia que seria de mucha Importancia jara la navegación del Pilcomayo i del Ber- mejo por razón de que en tal ca«o se Íes podría procurar h e»tos rios en sus corrientes tortuosas Una dirección mas recta i reducir rus aguas a un canal mas determinado. Muí diferente déla zona que acabamos de referir son los territorios centrales de esta sección del Chaco, que no están al alcance de las inundaciones periódicas de los gran' d s rios. Estos se parecen en jeneral a las pampas de las provincias" arjentiuus inmediatas, pero mucho ménos fa- vorecidos.Situados en una zona a que ya no alcanzan las lluvias tropicales periódicas, i al mismo tiempo escasean- do las lluvias irregulares de las latitudes medias, sufren secas ca-¡ permanentes, que los hacen en parte enteramen- te estériles. Es po-.ible que en aquellos distritos del inte- rior se pudiese con el tiempo fecundar el suelo, por medio de agua conducida de depósitos inmediatos para un riego artificial. Pero aun con ayuda de tales riegos artificiales, sin los cuales se puede cultivar la tierra en las provincias fértiles de la República Arjentína, según se ha dicho an- teriormente, se podrá solamente labrar una parte pequeña de aquel territorio; es decir, solamente las estremidades de dichos terrenos, porque el centro de aquella sección del Chaco carece según parece enteramente de aguas corrien- tes i de lluvias , i ademas solo en esas orillas se encuen- tran, en aquella zona central, montañas i pastales para ln crianza como en las pampas del Sud. Los terrenos son, pues, en las partes distantes del agua, en esta sección, estériles, presentando llanos arenosos que producen «ola- mente la escasa vejetacion de cardos de los desiertos de América, preñados en partes de salitre i que producen en 16— 114 — abundancia esas plantas salobres, que en otras portes de aquellas llanuras ara entrar en civilización de la América del Sud. Viven principalmente de la caza, de la pezca i de frutos que le» dan los arbolea silvestres; pero también hai algunas tri- bus que cultivan el suelo i particularmente el maiz. En partes son los indios «lei Chaco mui buenos jinetes, pero sin criar ellos misinos muchos caballos, pues en mi mayor número los roban a las provincias Ai-¡entinas inmediatas, principalmenre al Paraguay i Corrientes, para cuyo fifi pa- san nadando los ríos, í es particular que los indios del Chuco, aunque son nadadores excelentes i viven en un territorio inundado muchas veces enteramente, nunca se hayan ocupado de la navegación, mientras que los in- dios vecinos del Paraguay ya en tiempo del descubri- miento de aquellos países, constiuian canoas i valsas na- vegando en ellas con mucha destreza los rios. Según mu- chas averiguaciones hechas por los jesuítas, se podía cal- cular el número de todos los indios del Chaco, a mediados del siglo pasado en 150 mil individuos poco mas o menos (véanse los documentos que se refieren a esto de Arenales, p. 84—98), si bien es cierto que entonces ya en tiempo de los primeros descubrimientos de aquellos países habían disminuido considerablemente. Cierto es que en la actuali- dad toda la población del Chaco ya no alcanza al número indicado; difícil seria calcular su número. Arenales cree que actualmente en la sección meridional del Chaco no vivirán mas de30 a 40 mil indios, unidos los cuales podrú n — 117 — mover diez mil guerreros. Su número está disminuyendo mucho tiempo há. Las causas de la diminución sucesiva de la población indíjena en aquel vasto terreno son: el sistema adoptado por los españoles para esplotarlos; la guerra de las tribus, los estragos ocasionados por las virue- las, i últimamente una costumbre que violando las leyes de la naturaleza detiene el incremento de la población : cada mujer solo cria un solo hijo. Por esta causa la población considerable de los Guaicusos, que tanto brilló en la his- toria antigua del Chaco por su valentía, se concluyó ente- ramente (Véase sobre esto d'Orbijrny, Viaje I. 308, Are- nales, 108 . Azara II, 99). Por reducidos que sean los in- dios del Chaco, ellos son no obstante poseedores esclusivos de su territorio. "Ninguna de las provincias inmediatas, dice el afamado viajero d'Orbigny, (el cual nos lia dado interesantes pormenores sobre los indios del Chuco que ocupan la campaña fronteriza a la de Corrientes en la in- mediación del Paraná, viaje l."290), tiene hasta ahora ni una sola posesión en aquel territorio. ¿Cuánto se prolonga- rá la duración de su posesión? Yo conozco mui bien las numerosas dificultades que es indispensable vencer, para conseguir poblar aquellos distritos o para abrir a lo méuos por medio de ellos una vía, sea terrestre o acuática, que los ponga en contacto con los centros civilizados del uni- verso ; esas dificultades solamente se vencerán cuando la paz haya garantido i desenvuelto algún tanto la industria del hombre; cosa de que en su situación presente distan mucho: la barbarie los rodea, la descentralización normal los asedia. Para obtener este resultado se necesita ante todo de una poderosa unidad, condición por ahora inasequible en las provincias unidas del Plata, donde cada Estado se en- cuentra trabajado por un gobierno despótico i salvaje en abierta hostilidad con los vecinos, de consiguiente entera-— 118 — mente inca pnces de combinarse para constituir un solo estado, el cual podría ser por sus producciones i situación uno de los mas poderosos i florecientes del mundo. Por efecto de ese aislamiento anárquico-, de la falta de contac- to, de relaciones, de vías que aproximen los intereses, la civilización batida por Ja barbarie apenas salva dentro de ms ciudades ; posesiones antes ocupadas por los europeos hoi están en poder de los indíjenas, i otras iminentemente amenazadas. Esto se ve diariamente en la desgraciada República Arjentina; i hasta tal punto ha llegado a conse- cuencia de la gneira civil el poder destructor de los indí- jenas que han destruido las fortificaciones levantadas para ci»ntenerlos, i embarazado a veces las relaciones con Chile. Consecuencia inevitable de la desunión i anarquía. Hechos previstos por (T. 1, p, 313), un observador distinguido desde la época en que Rosas principió a tener un influjo predominante sobre los asuntos públicos de aquel país. I cómo se han basado j conducido desde entonces las re- laciones políticas por aquel hombre extraordinario?—para manifestar esto debemos echar una ojeada jeneraí sobre las circunstancias sociales de la República Arjentina. E.E. ■ .'>wp 'i I I-. t . '- JgJI Kl sb OÍI ¿tlti í r'Vl'Üvi *fYl*tlt***\ ut ' llf 'v it' fíffr»«l rfn tfttiCsn Wif Una ojeada sobre la situación política de la República Ar- jentina con relacion a la Emigración Alemana. u¡\s~Ái\ 'iíi: ijí ji j iioi'jiiii.rirt v¡i jio >ttp í.Ii ¡;».'»i» ; oi.fínon !•:>»> La publicación de la disertación anterior, referente a las grandes ventajas que ofrecen a la emigración alemana los paise* del Rio de la Plata ponen al autor en la obligación de justificarse con los alemanes por las indicaciones for- muladas con la mira dé dirijir la vista de sus paisanos sobre aquellos países, cuyo terrible trastorno político es co- nocido por todos, porque ¿quién habrá que no haya oido — 110 — en los últimos afios al menos de voz en cuando la esposiYion del sistema que Rosas intenta consolidar ]>or medio del tenor? Para cumplir con el deber que nos hemos impuesto procuraremos suministrar a los lectores ilustraciones mas profundas sobre las relaciones sociales de la República Arjentina sobre el porvenir con que bl inda a la Emigración Alemana; marchando así de los hechos presentes a los que habrán de desenvolverse después. Conocemos bien las dificultades que es forzoso vencer pnra reunir i compendiar en un cuadro fácilmente inteli- jible aquel caos de relaciones sociales i políticas. Proble- ma es ese cuya solución está reservada a una pluma mas diestra que la nuestra por medio de averiguaciones pro- fundas del desarrollo histórico de dichas relacione». Si nos resolvemos no obstante a publicar el ensayo siguiente, es con la esperanza de que tal vez pueda contribuir, aunque incompletamente para hacer conocer en Europa el estado interior de las Repúblicas Hispano-Americanas, especial- mente con relación a la Emigración Alemana, sobre cuyo punto acaso sean demasiado favorables las opiniones que abrigamos. Sinembargo, nuestra manera de ver sobre la Emigra- ción'Alemana en el Plata, no arranca de observaciones parciales de las ventajas, ni de que nos sea descoiw>cido por impremeditación el lado sombrío de aquellos países, sino que ella es el resultado de un estudio verdadero de las relaciones físicas i sociales de aquellos 'países. Conta- mos también con que podremos convencer al lector impar- cial, por las observaciones siguientes', de que no tenemos interés personal, en la dirección que tome en lo futuro la Emigración Alemana, pero al mismo tiempo no nos ocul- tamos, que—en consideración de la variada impureza de motivos, que han servido hasta ahora para la recomen- dación de unos i otros países como blanco de Emigración— 12») — Alemana,—algunos no comprenderán cómo Se" pueden lanzar tantas palabras sin un Hti egoísta, por una causa a primera vista tan poco p¡ártica, i por lo mismo estamos resueltos a sufrir de este Indo la acusación dé Habernos vendido a Rosas (1), como igualmente contradecir a un editor alemán dé Gacetas nuestro despacho publicado en el Jumisde Habret 1846, cuaderno 20—22 sobre un proyecto esti avagante de colonización Alemana, por el descubri- miento que hizo el editor de aquel artículo de que era su autor un profesor de G>>ttinga, i como tal naturalmente colocado al servicio ingles, i obligado a escribir contra los intereses nacionales en favor de colonias i espedicíonea Alemanas. Felizmente son para nosotros tales juicios de- masiado indiferentes, para podernos privar por miedo, de publicar aquello con que podamos contribuir para favore* cer con arreglo a nuestra conciencia la Emigración i la Colonización alemana , asuntos en que somos guiados por el interés nacional. Nos seria grato que un juez competente en esta materia importante contradijera con razones nues- tras opiniones i que, rectificándolas i completándolas, diere las bases para una dirección arreglada de la Emigración Alemana Nuestras Gacetas han publicado hace poco, la impor- tante noticia de que habia dado Lord Howden a Sir To- mas Herbret la orden de levantar el bloqueo en las dos riberas del Rio de la Plata, i el Journal des Debáis obser- vaba al tiempo de trusmitii la noticia: que esto quería decir cioni-jiiot ou oun ob ,V»J«'»inyi» Bonocjuvi^ddo Ral ioq , W (1) Tal es el horror que en Alemania inspira el sistema de gobierno de Ho un, que los escriture» al hablar en favor de la República Arjen- tina, como punto conveniente j aro emigrar, tienen que justifican* de la pureza de los motivos que a ello los inducen. Durante nuestra re- sidencia en Ootinga, nos ocupamos seriamente de desvanecer «■ preocupación de los ánimos, sosteniendo que aun en el caso de triunfa definitivamente Rosas, creíamos que el pois seria ventajoso para I* euro]ieos, como punto de emigración. — 121 — tanto como haber dejado a los dos partidos, que están peleando en la Banda Oriental, la libertad de concluir sus querellas entre ellos mismos. Tal es el carácter de los sucesos del Plata, aunque pa- rezca a los verdaderos filántropos demasiado dolorosa la solución, solución que por otra parte nadie debia esperar desde que ingleses i franceses habían asumido una respon- sabilidad moral tan efectiva. Tanto mas debe sorprender a todos el resultado negativo de esas entabladas hace muchos años i apoyadas por expediciones costosas cuanto que conocen la situación especial de los Estados del Plata, el carácter i los recursos de Rosas. Tomando en cuenta esos antecedentes i cuidando de no dar al olvido que las dos potencias marítimas mas 'poderosas del mundo no se co- ligarán por motivos fútiles durante un largo lapso de tiempo para dar de mano a la empresa común cediendo delante de obstáculos pequeños después de haberse com- prometido a la faz del mundo e invertido considerables sumas de dinero. Tomando en consideración la noticia sobre que discurri- mos, nos hemos hecho dos preguntas cuya respuesta nos parece de ínteres común.—Las do» preguntas son: 1.° ¿Cuáles serian los intereses que impelían a la Inglaterra i a la Francia para hacer esfuerzos tan tenaces, como los que esas dos naciones hicieron durante cuatro años en el ltio de la Plata? 2.° ¿Cuál fué la naturaleza de las dificultades con que tuvieron que luchar cuando se han visto en la necesidad de confesar su impotencia para arreglarlos asuntos del Plata? Haremos un ensayo para contestar estas dos preguntas, con la esperanza de hacer comprensible, como las re- laciones de la República Arjentina tan desligadas de to- do ínteres actual con la Alemania al parecer i su ludia coa la Gran Bretaña i la Francia tienen también para no-— 122 — sotros los alemanés un interés político práctico que fies es común. Con respecto a la primera pregunta , habria muchos que jüzgariatt responderla acertadamente, suponiendo que la Inglaterra Se injería en los asuntos del llio dé la Plata con Ja mira de adquirir influjo político en aquéllos estados débiles, o tal vez interesado en aprovechar la oportunidad del arreglo de las querellas entre Buenos-Aires i Montevi- deo para hacer Conquistas. La mayor parte de lds patriotas alemanes que en todas partes creen divisar las intrigas de la pérfida Albion se darán por" mu! satisfechos con esa esplicaeion. Pero lds qile de esa manera discurren Olvidan que se- mejante propósito es del todo imposible obrando de corf- cierto la Inglaterra i la Francia, pues es seguro que ninguno de esos estados asentiría a la dominación del otro; por lo cual i con el fin de tranquilizar el espíritu nacional dé los Estados del Plata, la Inglaterra i la Francia han hecho sobre esa materia las declaraciones mas esplícitas que pareee posible fomentar i los Estados-Uftidos de América les han notificado que se creen ert el deber de garantir la inseguridad del territorio Sudamericano* Declaraciones son esas de cuya sinceridad solamente puede dudar la ignorancia de nuestros políticos r las ilustraciones brillantes i elocuentes que nos suministró verbalmente. El bosquejo siguiente que sacamos de las obras de este hom- bre, el cual para adquirir un conocimiento profundo en las relaciones europeas, ha visitado recientemente la Fran- cia, la España, la Italia, la Alemania i la Ingluterra, se halla en la obra publicada en Santiago de Chile en e| año 1845 : "Civilización i barbarie—Vida de D /•* — 133 — Facundo Quintan, i aspecto físico, cust timbres i hábitos de la República Ai jeiilitia, \\or D. Domingo F. Sarmiento» miembro de la Universidad de Chile, i director de la Es- cuela Normal," que contiene a mas de una biografía per- fecta de Juan Facundo Quiroga, jele afamado de los Cau- chos i que ha hecho un papel tan importante en la Re- publica Aijentina, descripciones animadas sobre el as- pecto físico i costumbres de aquellos países, (pie se pueden comparar con lo mas hermoso que Cooper ha escrito so- bre Norte-América, i que por entero quisiéramos que se tiadujese a nuestro idioma. " El mal que aqueja a la República Arjentina es la os- tensión. Al norte, confundiéndose con el Chaco, un espeso bosque cubre con su impenetrable ramaje estensiones que llamaríamos inauditas, si en formas colosales hubiese nada inaudito en toda la estension de Ja América. Al centro ¡ i en una zona paralela, se disputan largo tiempo el terreno, la Pampa i la Selva: domina en partes el bos- que, se degrada en matorrales enfermizos i espinosos, preséntase de nuevo la selva a merced de algún rio que la favorece, hasta que al fin al sud triunfa la Pampa, i ostenta su lisa i belluda frente, infinita, sin límite cono- cido, sin accidente notable: es la imájen del mar en la tierra; la tierra como en el mapa; la tierra aguardando todavía que se la mande producir las pl rritas i toda dase desunientes. Pudiera señalarse, como un razgo notable de la fisonomía de este pais, la aglomeración de ríos navegables que al Este se dan cita de todos los rumbos del horizonte, para reunirse en el Plata, i presentar dig- namente su estupendo tributo al Océano, que lo recibe e|i sus flancos, no sin muestras visibles de turbación ¡ de respeto. Pero estos inmensos canales escavados por ■» solicita mano de la naturaleza, no introducen cambio ""iguno en las costumbres nacionales. El hijo de los— 134 — aventureros españoles que colonizaron el pais detesta la navegación, i se considera como aprisionado en los estre- chos limites del b<>te o de la lancha. Cuando un gran rio le ataja el paso, se desnuda tranquilamente, apresta su caballo i lo endilga nadando a algún islote que se divisa a lo lejos ; arribado a él, descansan caballo i caballero, i de islote en islote se completa al fin la travesía. De este modo, el favor mas grande que la Providencia depara a un pueblo, el gaucho arjentino lo desdeña, viendo en él mas bien un obstáculo opuesto a sus movimientos, que el medio mas poderoso de facilitarlos". "Con excepción de ciertas ondulaciones del terreno, que se elevan en ciertos puntos a las denominadas sierras, como aquellas de Córdova i de San Luis, es el tipo jene- ral i determinado de los campos Aijentinos, la llanura monótona i sin interrupción. "Esta estension de las llanuras imprime por otra parte a la vida del interior cierta tintura asiática que no deja de ser bien pronunciada. Muchas veces al ver salir la luna tranquila i resplandeciente por entre las yerbas de la tierra, la he saludado maquinalraente con estas palabras de Vol- ney en su descripción délas Ruinas: " La pleine lune a rOrient stlevait sur un fond bleuátre, aux plaines rivet de VEuphrate." I en efecto, hai algo en las soledades ar- jentinas que trae a la memoria las soledades asiáticas; al- guna analojía encuentra el espíritu entre la Pampa i las llanuras que median entre el Tigris i el Eufrates; algún parentezco en la tropa de carretas solitaria que cruza nuestras soledades para llegar al ñn de una marcha de meses, a Buenos-Aires, i la caravana de camellos que se dirije hacia Bagdad o Smirna. Nuestras carretas viajeras son una especie de escuadra de pequeños bajeles, cuya jente tiene costumbres, idioma i vestido peculiares que la distinguen de los otros habitantes, como el marinóse 135 ■** distingue de los hombres de tierra. Es el capataz un Cau- dillo» como en Asia el jefe de la caravana: necesitare para este destino una voluntad de hierro, un carácter arrojado hasta la temeridad > para contener la audacia i turbulencia de Jos rlibusteros de tierra que ha de gober- nar i dominar él solo en el desamparo del desierto. A la menor señal de insubordinación , el capatax entubóla su chicote de fierro, i descarga sobre el insolente golpes que causan contusiones i heridas: si Ja resistencia se prolonga, untes de apelar a las pistolas, cuyo auxilio por lo jehertd desdeña, salta del caballo con el formidable cuchillo en mano, i reVindica bien pronto sU autoridad por la supe- rior destreza con qüe sabe manejarlo» El que muere en estas ejecuciones del capataz no deja derecho a ningún reclamo, considerándose lejítima la autoridad que lo ha asesinadot Así es como en la vida arjehtina empieza a establecerse por estas peculiaridades el predominio de la fuerza bru- tal, la preponderancia del mas fuerte^ la autoridad sin límites i sin responsabilidad de los que mandan, la jus- ticia administrada sin formas i sin debute. La tropa de carretas lleva ademas armamento, un fusil o dos por car- reta, i a veces un cañoncito jiratorio en la que va a la delantera. Si los bárbaros la asaltan , forma un círculo atando unas carretas con otras, i casi siempre resisten victoriosamente a la cod icia de los salvajes ávidos de san- gre i de pillaje. La árrea de muías cae con frecuencia in- defensa en manos de estos beduinos americanos, i rara vez los troperos escapan de ser degollados. En estos lar- gos viajes, el proletario arjentino adquiere el hábito de vivir lejos de la sociedad i de luchar individualmente con la naturaleza, endurecido en las privaciones, i sin contar con otros recursos que su capacidad i maña personal para precaverse de todos los riesgos que le cercan de continuo.El pueblo qlin habita estas estensas comarcas se Coni- MM de átm razas diversas, que mezclándose fonnan medios-tintes imperceptibles, españoles e indíjeims. En las campañas de Córd«»va ¡.San-Luis predomina la raza española pura, i es común encontrar en los campos, pas- toreando ovejas, muchachas tan blancas, tan rosadas ¡ hermosas, como querrían serlo las elegantes de una ca- pital. En Santingo del-Estero el grueso de la población campesina habla aun la Qtttchua, que revela su oríjen indio. En Corrientes los campesinos usan un dialecto es- pañol mu i gracioso. "Dame , jeneral, un chiripá," decían n Lavalle sus soldados» En la campaña de Buenos-Aires se reconoce todavía el soldado andaluz; i en la ciudad predominan los apellidos estranjeros. La rana negra, casi estilita ya (excepto en Buenos-Aires), ha dejado sus zan- bos i mulatos, habitantes de las ciudades, eslabón que li«-a al hombre civilizado con el palurdo, raza inclinada a la civilización , dotada de talento i de los mas bellos ins- tintos de progreso* Por lo demás, de la fusión de estas tres familias ha resultado nn todo homojéneo , que se distingue por su amor a la ociosidad e incapacidad industrial. Mucho debe haber contribuido a producir este resultado desgra- ciado la incorporación de indijenas que hizo la coloniza- ción. Las razas americanas viven en la ociosidad, i se muestran incapaces, aun ¡«»r medio de la compulsión, para dedicarse a un ti abajo duio i seguido. Esto sujirió la idea de introducir negros en América, que tan fatales resul- tados ha producido. Pero no se ha mostrado mejor dotada de acción la raza española cuando se ha visto en los desiertos americanos abandonada a sus propios instintos. Lo mas particular se presenta en la vida de esta población en los llanos. En aquellos llanos vastos vive desparramada una población ambulante, una raza indomitable, que. ee — 137 — ha formado por la mezcla de los españoles con los indi- jenas, dotada con la completa incapacidad de la población para toda ocupación útil i arreglada. La vida del pastor se presenta como un fenómeno natural. En estas circuns- tancias no hai ningún ataque al suelo por el trabajo ninguna subyugación de la corriente de los rios para el ser- vicio de una industria o del comercio, el cual no existe: lo poco que produce el suelo Voluntariamente, basta para la subsistencia, en combinación con la carne de una res pi- llada con el laeo. Pero esta existencia pastoril se presenta aquí todavía bajo condiciones mui particulares. La tribu árabe, que vaga por las sociedades asiáticas, vive reunida bajo el mando de un anciano de la tribu o un jefe guerrero; la sociedad existe, aunque no esté fija en un punto deter- minado de la tierra; las creencias reüjiosas, las tradicio- nes inmemoriales, la invariabilidad de las costumbres, el respeto a los ancianos, forman reunidos un código de le- yes, de usos i de prácticas de gobierno, que mantiene la moral tal como la comprenden, el orden i la asociación de la tribu. En las llanuras arjentinas no existe la tribu nómade : el pastor posee el suelo con títulos de propiedad, está fijo en un punto que le pertenece; pero para ocuparlo, ha sido necesario disolver la asociación i derramar las familias so- bre una inmensa superficie. Imajinaos una estension de dos mil leguas cuadradas, cubierta toda de población, pero colocadas las habitaciones a cuatro leguas de dis- tancia unas de otras, a ocho a veces, a dos las mas cer- canas. El desenvolvimiento de la propiedad moviliaria no es imposible, los goces del lujo no son del todo incom- patibles con este aislamiento: puede levantar la fortuna "ni soberbio edificio en el desierto; pero el estímulo fal- ta,el ejemplo desaparece, la necesidad de manifestarse— 138 — con dignidad, que se siente en las ciudades, no .«e lince sentir allí en el aislamiento i la soledad. Las pr¡racione* indispensables justifican la pereza natural, i la frugalidad en los gozes trae en seguida todas las esterioridade» de l,¡ barbarie. La sociedad ha desaparecido completamente; queda solo la familia feudal, aislada, reconcentrada; i no habiendo sociedad reunida, toda clase de gobierno se hace imposible : la municipalidad no existe, la policía no puede ejercerse, i la justicia ciril no tiene medios de u|. canzar a los delincuentes. Ignoro si el mundo moder- no presenta un jénero de asociación tan monstruoso como este. Es, en fin, algo parecido a la feudalidad de la edad- media, en que los barones residían en el campo, i desde allí hostilizaban las ciudades i asolaban las campañas; pero aquí faltan el barón i el castillo feudal. Si el poder se levanta en el campo, es momentáneamente, ea demn. crático;nise hereda, ni puede conserrarse por falta de montañas i posiciones fuertes. De aquí resulta que aun la tribu salraje de la Pampa está organizada mejor que nues- tras campañas para el desarrollo moral. Lo que el gaucho prefiere ántes de todo , es ?a indepen- dencia individual en su sentido absoluto, la independen' cia capaz de someterse por momentos, pero que no tarda en levantarse inmediatamente con su pasión desenfrenada. Dueño del desierto, se complace el gaucho en su territorio rasto, estéril ; parece celoso de que traten de arrancarle de esta arena de su dominio. Pasa en ella su vida i la atra- viesa, sin poblarla realmente , sin fundar una colonia que tenga por objeto comunidad de intereses.Por este mo- tivo la impotencia de la civilización contra esta población ambulante i desparramada, contra la barbarie, e* normal. ¿Se les debe reformar por la instrucción comunicándole ideas sociales? ¿I adonde establecer lu escuela al alcance —139— de los hijos que están diseminados en distancias de diez leguas en todas direcciones? Del mismo modo súfrela relijion las consecuencias de la disolución de la sociedad. La torre de la iglesia no tiene el poder que en otros paises, ella no domina su mundo pequeño, ella no llama diaria- mente su población fiel, que encuentra en el culto común su vínculo mas fuerte. Allá está, el pastor sin rebaño, i la iglesia solitaria. Algunos gauchos se detienen en ella, tal vez, si está a su paso, quizá sin bajarse del caballo. El pulpito no tiene auditorio i aun el cura mismo huye de de la capilla abandonada, o se desnaturaliza en la ociosi- dad i la soledad; el vicio, la brutalidad normal penetran en su celda i cambian su superioridad en un medio para (procurarse partido, para seguir sus planes de ambición, i concluye , al fin, con transformarse en un jefe de parti- do. Lo que ha quedado de relijion en las campañas pasto- riles, está reducido a la relijion natural. El cristianismo existe, como el idioma español, que se propaga en cla- se de tradición , pero corrompido mezclado con la supers- tición mas grosera , sin enseñanza, sin culto i sin conven- cimientos. Lo poco que ha quedado de usos relijiosos está desfigurado. Cuando pasan por estos desiertos co- merciantes de las ciudades lejanas, Ies suplican que bau- ticen las criaturas, i no es raro que a la llegada de un clérigo se presenten jóvenes a recibir el baustimo aman- eando un caballo simarron, acción, a su modo de ver, nada menos importante, que el bautismo. Este es en realidad el estado en que vive el gaucho. El no tiene nada que le moralice, él vive a la ventura como Dios quiere. Los trabajos de la agricultura i de la indus- tria, que exijen un cierto desarrollo social, son descono- cidos para él. A él le importa sobre todo, acomodarse a lu naturaleza libre que le rodea. El gaucho es maestro en lodos los ejercicios físicos, que exijen fuerza i destreza.--— — 140 — De muchacho, ya se ejercita en perseguir a los toros, en pe- lear con ellos, i en pillarlos con el lazo; estando ya creci- do, es su tarea amansar potros, i en esto la muerte es el castigo menor que le espera, desde que le abandone por un momento la fuerza i el valor. Con la primera juven- tud viene la completa independencia i la ociosidad.—An- tes de todo, arreglar su caballo es la ocupación predilecta del Gaucho. El hace de él un instrumento diestro, lo aman- sa i lo arregla para todos sus objetos i caprichos i conclu- ye siendo uno con él. Apenas despierta por la mañana, su primer pensamiento es su caballo; monta en él i atra- viesa distancias enormes. Sírvese de él para ejecutarlas empresas mas arriesgadas, saltando cercos i abismos, a toda carrera , corriendo contra una muralla i haciéndolo pasar al tiempo del encuentro, hasta que parándose raje con las manos la superficie de la muralla.—"Es preciso ver a estos gauchos, para comprender los caractéres indoma- bles i atrevidos, que produce el combate del hombre ais- lado con la naturaleza, del ser racional con el animal; es preciso haber visto aquellas caras rodeadas de barbas, aquellas facciones, orgullosas i serias como las del árabe asiático, para hacerse una idea del desprecio profundo que les causa el aspecto del hombre establecido en ciuda- des, el cual puede haber leido muchos libros, pero sin em- bargo no entiende de voltear un toro i darle la muerte; el cual no sabe , a pié i sin auxilio de ninguna clase apode- rarse de un caballo en un campo llano , el cual nunca ha encontrado a un tigre, recibiéndolo con el puñal en una mano i con el poncho envuelto en la otra, para echár- selo en la boca atravesándole al mismo tiempo el corazón. ¿Qué nos pueden hacer los europeos?—esclamo el jeneral Mancilla en la Cámara de representantes durante el blo- queo francés—ellos que no pueden galopar una noche en- tera? I el numeroso auditorio plebeyo recibió las palabras — 141 — del orador con estruendos aplausos."—El odio que tie- nen contra el hombre civilizado es íncstinguible, i su repugnancia a nuestro traje, nuestras costumbres i ma- neras invencible. De tal masa están formados los soldados ni ¡entino-», i fácil es imajinarse cuánto atrevimiento i perseverancia en la guerra forman costumbres de esta naturaleza ; a lo que hai que agregar que están acostumbrados desde su infancia a matar el ganado de un modo cruel, que los acos- tumbra a derramar sangre i les endurece el corazón a los clamores de las víctimas. Por esto se puede juzgar fácilmente del carácter del ■partido americano en los paises del Plata, cuyos elemen- tos naturales están formados de esta raza de gauchos. Una vez principiado el combate político, pronto debía desarrollar esta población un poder terrible en una guerra civil, en la cual se encontraba la ciudad con la campaña, la sociedad cívica organizada, con la arbitrariedad ilimi- tada del individuo rústico, i en realidad lo es el gaucho que actualmente gobierna en la República Arjentina. Es cierto que pelean allá los dos partidos políticos piincipa- les, bajo nombres que podían hacer creer a los euro- peos que la lucha era en el suelo común del Estado moder- no, solamente para la realización de esta o la otra forma del gobierno democrático. Uro de los partidos que se debe denominar el partido nacional o americano lleva la divisa "Viva la federación."—El otro partido pelea bajo el estandarte de la Union. Los dos están entusiasmados por la República, la soberanía libre e ilimitada del pue- blo i la única diferencia en su parecer consiste en que los unitarios luchan por fortificar el poder central , miéntras f|ue los federales ven la felicidad del pais en la indepen- dencia absoluta de cada una de las trece provincias de la República. Estos dos nombres de partido se formaron en— 142 — el uño (le 1829, cuando lu mejor clase de los arjentinos se había convencido de que Isi anarquía, que entonces había conducido el Estado al borde del precipicio, se debía atri- buir a la falta de una liga verdadei ¡miente política entre todas las provincias de la República. Pero contra esta opinión se levanta la contradicción del espíritu nacional, cpie veia en cualquiera unión legal o social una amenaza a su libertad ilimitada de arbitrariedad. Pero ya entonces no era posible demarcar exactamente el significado políti- co de los dos nombres, por el simple motivo que ninguno de los dos partidos comprendía claramente su objeto polí- tico, i no liabia ningún hombre en el país, que hubiera sabido levantar la convicción naciente de él a una idea clara, estimulando al mismo tiempo los verdaderos amigos de la patria a la realización de lo claramente compren- dido. En la entonces nuevamente encendida guerra civil se enredaron mas i mas todas las ideas políticas, i desde el principio del gobierno de tenor de Rosas existen sola- mente los nombres de unitarios i federales, para indicar los opositores o partidarios de Rosas. Pero en realidad es aquel combate de federales contra unitarios siempre mas determinantemente un combate de la América contra la Europa, es decir, de la barbarie contra la civilización ;i a pesar de la distancia adquiere esta guerra civil en los países del Plata también una importancia grande aun para las naciones que no tienen un interés material inme- diato, como los ingleses i franceses, por un gran número de sus súbditos. Fácil es comprender que una interven- ción europea en tal combate, como la de estas dos na- ciones, sería ineficaz sabiendo que Rosas, que debiaser humillado primeramente para restablecer la paz, es el en- tero i verdadero representante del americanismo, es de- cir, de aquel partido de los paises del Plata verdadera- mente popular como el de los gauchos. —143 — Contra tal poder la diplomacia europea i aun la tácti- ca en la guerra como se ha probado en el Plata es comple- jamente inútil, recibiendo su completa representación en la personalidad de un hombre como Rosas (|ue en realidad es un hombre extraordinario, un jenio. Rosas entiende completamente su situación, i por esto es invencib'e, mientras exista el espíritu del gaucho, personificado en él. Para demostrar esto, tenemos que dirijir por un mo- mento la atención de nuestros lectores a los acontecimien- tos i relaciones que condujeron a Rosas al poder i al sis- tema merced al cual este hombre se ha podido mantener incesantemente durante 13 años en un puesto en que nin- guno de sus predecesores supo sostenerse por tanto tiempo. D.Juan Manuel Ro«as , Ilustre Hestunrador de las le- yes, Héroe del desierto , Defensor heroico de lu Indepen- dencia Americana, Gobernador i Capitán Jeneral de la Provincia de Buenos-Aires , pertenece por oríjen i edu- cación enteramente al partido nacional del pais, cuya ca- beza él logró ser. Nacido en una estancia de su padre P. León Ortiz de Rosas, que fué capitán en el servicio español, pasó su juventud en el campo en las circuns- tancias descritas anteriormente, pero recibiendo una edu- cación mejor de lo acostumbrado desde que un estaneieio rico e instruido, D.Manuel V. de Maza (1) se interesó por el joven huérfano que mostró mucha disposición, naciéndolo educar e instruir, como un hijo, con los suyos. (1) Este hombre fué asesinado cuando era presidente de la Sala de Representantes en Buenos-Aires, en la misma casa de las sesio- nes, por haber munit'estado alguna intención de oposición contra las arbitrariedades de liosas, a quien él mismo levantó al poder; i según se dice jeneralmente en Buenos-Aires fué muerto, por orden de Rosas, por algunos miembros disfrazados de la sociedad denominad» mazor- S*¡ i luego después fue fusilado también sin sentencia el liijo de D. "«miel, D. Ramón de Man, educado con Rosas, por haberle acusado de partidario en un complot. V< ase ln terrible pintura de aquellos acon- tecimiento» del eoronel King. "Twcntyfouryears inthe Aiyentine Jie- J'ublic. páff. 4ü¿ i 408.— 144 — A esta enseñanza debe Rosas lo que posee de educación europea i que debe aplicar con destreza principalmente en sus negociaciones diplomáticas con los europeos, a quienes podria tal vez superaren de^'eza, finura i arte dialéctico, como lo indica entre otras la colección de "Do- cumentos referentes a los asuntos del Plata , publicada por el gobierno de Buenos-Aires (de la cual tenemos actual- mente dos libios en cuarto a la vista); Colección de Docu- mentos Oficiales sobre la misión de los ministros de S. M, Británica i S. M. el rei de los franceses cerca del gobier- no de Buenos-Aires, encargado de las Relaciones Este- riores de la Confederación Arjentina." No por distinción en servicios del Estado atrajo Rosas la atención pública sino como jefe rico i de prestijio de un partido de gauchos, reunidos i atraídos al rededor de ai, por su maestría en todo lo que respecta el gaucho : tomó parte en la guerra civil, primeramente en el año de 1828 plegándose al lado de los denominados federales, uniéndose con ello*, no por convicción política, pues ni él ni su partido tenia tal con- vicción, sino por ódio contra el paitido de las ciudades, anti partido arjentino de los doctores i abogados como él mismo decia. Dotado de una grande enerjía de carácter, i maestro en el arte de ocultar su ambición personal i su anhelo de dominar bajo la máscara del mas ferviente patriotismo, creció su partido rápidamente, i cuando en el año de 1828 la República, exhausta por una larga guerra con el Bra- sil, sobre la independencia del Uruguai, i por la anarquía interior, parecía enteramente arruinada, cuando cada cual sentía, que solamente el restablecimiento del orden cueste lo que cueste, podria salvar el pais de una ruina comple- ta; entonces aun aquellos que aborrecían el partido de Ro- sas, volvían sus ojos hacia él, único que era capaz de mane- jar en aquella tormenta el timón del Estado. Hasta entún- — 145 — ees Rosas había vivido casi siempre en sus estancias i se- gún la apariencia distante de los asuntos del Gobierno. Oigamos el cuadro que de este hombre nos hacia d'Or- bigny, que visitaba a Rosas en sus estancias en aquella ('•poca, febrero 1828, en su viaje científico; nos vemos introducidos en la situación particular que ocupaba en- tonces este hombre, i tiene, como juicio de un imparcial, tanto mas valor porque nos muestra a Rosas en el tiem- po en que no se habia levantado todavía a aquel puesto eminente, en el cual él se presenta, según el juicio de los diferentes partidos, como un dios o como un diablo. UD. Juan Manuel Rosas, afamado en toda la Repúbli- ca Arjentina por el influjo que él ejerce sobre la pobla- ción de las campañas, i por la parte activa que él ha to- mado en las desavenencias domésticas, es un rico propie- tario, que no solamente administra personalmente sus propias estancias, sino también las de varios otros habitan- tes ricos de la ciudad. Así está él a la cabeza de tres a cuatrocientos hombres adictos , i no se necesita mas para trastornar la República. "Pero este poder no es todavía tan peligroso como el dominio estraordinario que él ha sabido adquirir sobre el espíritu de los gauchos ; un dominio que debe en parto al influjo en los establecimientos dirijidos por él, pero principalmente a una conducta sistemática ¡ perfectamen- te bien calculada, i a la debilidad de los gobiernos que efc seguían uno en pos de otro, ¡ que han buscado un apoyo en su autoridad, en lugar de aniquilarla desde un principio. A Rosas no le falta una cierta educación, él es- cribe con facilidad, i está dotado como jeneralmente los criollos de mucha penetración de injénio. Dedicándose por inclinación i cálculo a la vida campestre i a sus ocupa- ciones, ha hecho délas últimas el objeto de un estudio Principal i se ha hecho célebre entre todos los criadores 20— 14(3 — de ganado, por su destreza a caballo, por el arrojo con que se entrega a todos aquellos ejercicios peligrosos en que ellos fundan su orgullo, i que les garantizan su su- perioridad, Siempre en el vestido nacional, alimentándo- se como sus gauchos, acompañándolo siempre i muchas veces tomando parte en sus trabajos, ha querido todavía aumentar para sí las incomodidades de la vida que pasa aquella jente, imponiéndoselas privaciones nías fuerte?, En sus viajes nunca hace uso de una cama , ni aun de po- sada, él duerme en el patio envuelto en su poncho. "El primero que madruga, hace un mérito de despreciar el sueño, el hambre, el frió, la lluvia i los rayos del sol. .Tentes prudentes se ríen de esta ostentación de insensi- bilidad, pero la gran masa de jentes del campo, cautiva- da por su afabilidad, lo admiran, elevan su emulación noble hasta el cielo, i hablan de él con entusiasmo. Igual- mente llevan todas las empresas de Rosas un carácter de Grandeza: dotado de un cálculo de administración admi- rabie, el arreglo en sus estancias es completo, i podría servir de muestra. Lo que merece principalmente aprecio en su administración, es, que él, no contento con la in- mensa entrada que producen sus ganados (debía tener entonces 300,000 cabezas), se dedica también con esmero a la agricultura, i se calcula que él solo hace tantas siembras, como todos los demás habitantes del Sur jun- tos, i ademas hace grandes plantaciones de árboles. Por lo demás es su Estado (pues con razón se puede dar este nombre a sus inmensas posesiones) el asilo de todos los malhechores, que están seguros de encontrar allí un abrigo seguro contra toda persecución, supuesto que se conforman con trabajar, sujetándose a la rigorosa disciplina, que ejerce su amo sobre todos sus subditos. En recompensa cuida Rosas mucho de ellos, los paga bien, i procura que sean bien alimentados, siendo inexorable con- — 147 — Ira los descuidos mns pequeños, que se cometen en sus territorios, haciendo justicia en persona, aplicando penas fuertes, sin excepción de la pena de muerte, según dicen, i sus vecinos han esperimentado mas de una vez cuan peligroso es ofenderle. Acostumbrado a gobernar despó- ticamente sus inmensas posesiones, embriagado de las adu- laciones permanentes, tanto de los gauchos que le rodean, cuanto de un gran número de habitantes de la ciudad, que ponen en él su esperanza; poderoso, en fin, por la populari- dad i por la devoción fanática con que están adictos a él los gauchos, Rosas se ha constituido sucesivamente en apoyo interesado o en censurador amargo de los diferentes gobiernos que se han sucedido durante muchos años, i a despecho de su simulación prudente, fácil es conocer que se esfuerza a levantarse hasta ser el Jefe Supremo del Estado. (Voyages clans V Amírique meridional, tomo 1.°, páj. 619). Del mismo modo pinta a este hombre el natura- lista ingles Cha. Darwin, que le encontró cinco años des- pués de la conclusión de su primer período de gobierno, en sus estancias, i que contaba entre otras anécdotas de la popularidad del Jeneral, que un asesino prendido i preguntada por el motivo de la muerte contestó : "El ha- bló con desprecio del jeneral Rosas i yo le maté," fué puesto en libertad. {Viaje histórico natural de S. E, d'Or- bigmj traducido en alemán de Dieffeubach, tom. paj. 87, véase páj. 83 i Gl). El tiempo de Rosas habia llegado. En noviembre de 18.28 volvieron las tropas de la campaña contra el Brasil (concluida por la paz celebrada en Montevideo el día 7 de octubre ] 828 reconociendo la independencia de la Re- publica Oriental del Uruguay), después de dos años de "usencia, volvieron, decíamos, a Buenos-Aires en el estado mas miserable, careciendo de su sueldo atrasado de mu- ''hos meses. En la noche del 30 de noviembre al primero de— 148 — diciembre sabe el gobernador don Manuel DorregO que el ejército está preparando un ataque ; manda llamar al jenera 1 Lavalle que mandaba todas las tropas. Este con- testa que él inmediatamente obligaría al gobierno a aban- donar un puesto que no merecía. En contestación abando- na Dorrego clandestinamente la ciudad, i el primero de di- ciembre se encuentra Buenos-Aires sin gobierno por una revolución que liabia sucedido sin combate. Lavalle nombra al jeneral Brown de gobernador provisorio, i la misma no- che de aquel dia dominaba otra voz en la ciudad, el partido de los unitarios liabia triunfado, i a él pertenecía la gran mayoría en las ciudades. Pero este era también el último triunfo de este partido. El partido de la campaña, siempre de oposición contra los pueblos se organiza bajo Rosas i Dorrego, i pronto comienza el combate mas encarnizado. Lavalle, con sus tropas ejercitadas, es al principio ven- cedor en muchas escaramuzas, i consigue aun por una sor- presa feliz apoderarse del gobernador Dorrego. El concede a este solamente dos horas, i le manda fusilar sin examen ni fallo, creyendo concluir de este modo la guerra civ il, i manda una proclama al gobierno provisorio diciendo sola- mente : "Hoi se acaba de fusilar por mi órden al coronel Dorrego." Pero la muerte del gobernador no concluyó el partido de los gauchos, que ahora bajo el mando de Rosas querían vengar este asesinato político. Largo tiempo estu- vo indeterminada la victoria entre estos dos partidos. Ro- sas al fin , conociendo la debilidad de su partido contra los soldados veteranos de Lavalle, sabe incitar a este a un con- venio para concluir el derrame de sangre. Se le conceden a él i su partido condiciones mui honoríficas, i el cómbale cesa por un momento. Mas cuando Rosas con los suyos hubo entrado en la ciudad cambia su lenguaje, sus gauchos son mas insolentes cada dia, i luego Lavalle, i todos losje- lés unitarios se deben considerar per mui felices en podei — 143 — ligrar a la Banda Oriental, para escapar de este modo a los cuchillos de los furiosos gauchos. El combate entre los dos partidos, limitado al principio a los alrededores de la ciudad, se estiende rápidamente sobre toda la provincia i todo el país. En el interior asóla Quiroga, en nombre de llosas i délos federales, los pueblos . n donde los imita* líos se oponían todavía. Buenos-Aires r< eibe a Rosas i sus bordas que ataban de volver del combate con honores reales, el pueblo desata los caballos del jeneral de campa- ña i le tira en triunfo por las calles, proclamándole el sal- vador de Iu patria. La ciudad, asustada, se abandona al destino. La Cámara de Representantes nombra a Rosas el dia 8 de diciembre 1829 Gobernador i Capitán Jeneral de la Provincia, i las mujeres coronan al nuevo aoliernador al tiempo de salir de la Sala de Sesiones: la ciudad está iluminada, bandas de músicas militares andan por la ciu- dad, acompañadas por la plebe exaltada, i el grito univer- sal era:—¡Mueran los Unitarios! El 18 del mismo mes, votó la Cámara de Representan- tes "en recompensa del benemérito ciudadano D. Juan Manuel Rosas i sus compañeros de campaña para la sofo- cación del motín militar escandaloso del J.° de diciembre de 1828," una leí, declarando, todas las publicaciones im- presas desde el 1.° de diciembre 1828, con términos en alguna manera calumniosos o injuriosos contraías perso- nas del anterior gobernador Dorrego, o del coronel Ro- sas, o contra los gobernadores de las provincias i los pa- triotas respetables quehabian servido a la causa del órden, por libelos infames i deshonrosos para las costumbres i el decoro público, fijando ademas lo siguiente : "La Sala aprueba en todo i sobre lodo la conducta política i militar del ciudadano Rosas como Comandante Jeneral de Cam- paña desde el 1.° de diciembre 1828, hasta el 8 de diciem- bre 1829 en cuyo dia él se hizo cargo del gobierno. Lo— TóO — declara por el "Restaurador de las leyes e instituciones de la provincia de Buenos-Aires." Se le concederá el ran- go de Brigadier Jencral de esta Provincia i la lejislatura se encarga de hacer que se le reconozca en este carácter por toda la República. El será decorado con una espada i una medalla de oro adornada con los símbolos delalei,la justicia i del valor; la medalla será guarnecida de un lado con brillantes, i tendrá una corona de laurel i ramo de olivo como emblema de la gratitud, con las palabras :— Buenos-Aires, al Restaurador de las Leyes; al reres tendrá el busto de cimiento con útiles de agricultura i tro- feos de guerra, con el mote :—"Cultivó su campo i de- fendióla patria :r—Todos los oficiales que, desde la salida del Restaurador parala provincia de Santa-Fé, o duran- te su pepíííanencia en ella, hayan servido bajo sus ór- denes , en aquella o esta provincia, deben llevar una meda- lla con las. armas de la Provincia i la divisa : "Defendió las leyes e instituciones de Buenos-Aires/' de oro para los ofi- ciales principales, de plata para los demás. ( Véase (VOrbigny, viaje 1 499 116 i 318.—Rodaig Colon 1840,1 839 393 ff. Wuig, IX páj. 229 ff.—Rasgos de la vida pu- blica de <& E. el señor Brigadier Jenerul D. Juan Ma- nuel Rosas, etc. trasmitidos a la posteridad por decreto de la Honorable Sala de Representantes de la Provin- cia de Buenos-Aires 1842, páj. 1 f. ). Con mano de fierro tomó Rosas las riendas del gobier- no para obligar al pueblo indómito bajo la leí, a reco- nocer que el respeto ante las leyes es la primera obli- gación del ciudadano. Este era su primer esmero ; pero para conseguirlo se sobrepuso él mismo a la lei. "Mueran los unitarios'* era la divisa de su gobierno, i él la lia cumplido fielmente. El motivo, o mas bien, la ocasión para hacer efectivo este sistema de horror en toda su conse- cuencia, diólo mas tarde un motin militar bajo la dirección - \5l - de ün coronel R¡eo> con quien se habían comprometido un gran número de propietarios del Sur. La sublevación fracasó, i todos los partidarios, de quienes podían ic'iar mano fueron, no se puede decir conducidos al cadalso, sino degollados, pues en Buenos-Aires los acusados políticos se matan casi siempre clandestinamente en la soledad de la noche en el patio de las prisiones, por el cuchillo de un oaucho. Desde entonces se clasificaron por unitarios todos aquellos que en lo mas mínimo se opusieran contra el sistema dominante, i contra estos salvajes unitarios se di- íijió luego un proceso de esterminio de un modo tan hor- roroso como no lo ha conocido hasta ahora la historia, i todo en nombre de la libertad republicana, del ilustre Restaurador de las leyes. I vergüenza es confesarlo, que este sistema de Rosas se aprobaba por conveniente, i se mostraba que tal proceder correspondía a la escala del sentimiento de derecho en que se hallaba el arjentino nacional—pues por primera vez desde la emancipación de la República Arjentina i después de haber seguido Rosas por tres años su sistema con firmeza, dominaba efecti- vamente la tranquilidad política en todo el territorio de la República, por la primera vez gobernaba en toda la República una autoridad triunfante sobre la anarquía i espíritu de partido. En las provincias del Oeste, en don- de el partido unitario era fuerte i dominante cuando Ro- sas llegó al mando, fué también vencido por la fuerza bru- tal del partido gaucho, i principalmente por el jefe terrible el gaucho Quiroga (el cual cayó por la mano de un ase- sino, luego después de haber concluido con su misión) i con la fuga del jeneral Paz, como cabeza de los unitarios en quien tocios los opositores de Rosas fundaron su espe- ranza, se perdía la causa de los unitarios en el interior. En Buenos-Aires mismo nadie se atrevía ya a quejarse, aun palabras se castigaban con la muerte, i el club de la — 152 — mazorca (o la Sociedad Popular Restauradora eoiriu id llama el partido del gobierno) tenia cuidado que ningún unitario secreto en Buenos-Aires quedase Oculto para lio- sas.—De este modo Rosas se hallaba capaz fen el año 1832, después de haber dcptiesto el mando, no obstante Jas súplicas de la cámara, de emplear todas las fuerzas del pais contra los indios salvajes, que soberbios por la debilidad de los estados aniquilados por la guerra civií> habian sido por largo tiempo el espanto de los habitantes del interior i habian interceptado como dueños de tas pampas el camino real para Chile, amenazando ruina com- pleta al dominio de los blancos en su propio pais. Se comprenderá solamente la miseria i el peligro qué entonces traían los indios al pais, si se conoce el modo terrible de conducir la guerra, i no se puede apreciar bastante el gran servicio que Roí as entonces hacia a su patiia, cuando él, con una fuerza militar, desconocida hasta entonces en aquellos territorios se echó sobre las hordas salvajes, avan- zando contra el Sur hasta el Colorado i Negro, limpiando todo aquel territorio de indios, matando a miles, i salvando del cautiverio mas de 1500 mujeres e hijos cristianos, que ellos habian robado poco a poco en sus invasiones. Mas poderoso que nunca vuelve Rosas el salvador de la patria de esta campaña en el año 1833 (de la cual se cuentan crueldades terribles i cou las que Rosas se proponía conservar los gauchos adictos a él a costa de las tropas regulares del gobierno ) a Buenos-Aires con tan fieles adictos, que como 61 embriagado de su triunfo, tenian en sus manos la suerte de la ciudad, en donde habian estalla- do nuevamente desórdenes como en toda la República. Co- nociendo su debilidad contra estas hordas brutas , Buenos- Aires trata de ganarlas con sumisión. La ciudad recibe al Restauarador de las leyes con mas que honores reales. B gobierno provincial le regala la isla Choelechel con pose- sión hereditaria, agregándole mas tarde el regalo de 60 le- guas cuadradas en terrenos del Estado, i de nuevo le nom- bran gobernador. El gaucholadino rehusa esta dignidad con mucha modestia, tomando solamente el título de Coman- dante jeneral de campaña, que el pais le había dado por sus triunfos en las pampas i en reconocimiento de su mando sobre los habitantes de ellas. Todavía no había llegado su tiempo: el pais estaba toda- vía demasiado tranquilo, i su planerainejecutablepor el mo- mento. El regresó con los suyos al interior a sus estan- cias, entonces ya de la estension de un principado, viviendo como un gaucho entre sus iguales, pero teniendo secreta- mente en sus manos los hilos de todas las intrigas i su- cesos de la capital. No mucho tenia que esperar para que lo llamasen otra vez. Ya el 30 de junio 1834 nombra la Cámara de Representantes de Buenos-Aires a Rosas nue- vamente, de Gobernador i Capitán jeneral. Rosas se es- cusa a admitir el nombramiento, dando las gracias respe- tuosamente, i aquí tenemos que entrar algo en las negocia- ciones entre él i la Cámara de Representantes, ántes de admitir la dirección del gobierno, por abrírestossucesos una vista mas profunda del estado político déla República i de la situación de Rosas. Citamos las comunicaciones que se refieren a esta de la páj. 144 de la obra titulada : Jtazgos de la vida pública de S. E. el jeneral D. Juan Manuel de Rosas, etc., que se imprimió según resolución de la Cáma- ra de Representantes del 4 de noviembre de 1841 en la imprenta del Estado; i para asegurar a la posteridad la no- ción de los honores i distinciones que concedió la Cámara de Representantes al jeneral Rosas. Esta obra forma en realidad una edición interesante para la historia de Bue- nos-Aires, dando una prueba de hasta donde se puede humi- llar una nación caida en anarquía por el abuso de la libertad, pues difícilmente se encontraría una pieza igual del modo 21de idolatrar a Rosas en nombre de una nación que adoraba ía libertad. Según lu introducción histórica a los documen- tos de donde comunicaremos algunos estrado?, Rosas re. husa como hemos dicho el nombramiento, desde que el gobierno del pais se ha cambiado en un problema crítico, por el influjo poderoso que ha obtenido en el interior del pais la inmoralidad de sus enemigos que estremece la moral del pais en sus fundamentos mas vitales, cuya diso- lución no es dada a una capacidad común, i que exije es- fuerzos i sacrificios, que no se halla capaz de llevar. Aseguró que él había tenido el honor de haberse opuesto, en circunstancias mui difíciles en el alto empleo al cual se le llamaba otra vez, a los grandes peligros que entonces amenazaban al pais, pero cuando todos los buenos ai jentinos no eran tan corrompidos como ahora. Ademas estaba arruinada su salud robusta por los servicios estre- mados dedicados incesantemente durante cinco años a la patria, i que necesitaba un descanso; i últimamente se debía considerar qué grado de insolencia seria i qué im- presión haría , si él ocupase en lo presente la silla del gobier- no, él, contra quien los enemigos de toda moral opuestos al bienestar común, habían levantado tantas sospechas, durante su ausencia en una campaña penosa , sufriendo para el bien común toda clase de incomodidades, pri- vaciones i peligros (Renuncia del ilustre Restaurador de las leyes.—San Pedro, julio 4 de 1834, año 25 de la liber- tad 19 de la independencia, 11 Páj. 41 i 51). Una resolu- ción de la Cámara de Representantes del 6 de julio no ad- mite esta renuncia de Rosas, le manda una diputación de su seno repitiéndole de viva voz la resolución de los Re- presentantes, esplicando los motivos fuertes, en que esta fundada su determinación (Resolución de la Honorable Sala sobre la renuncia anterior, Buenos-Aires, Julio 6" de 1834, II. páj. 52 53). Pero Rosas se escusa por la — 155 — secunda vez a admitir el nombramiento, aunque al mismo tiempo no hallaba palabras, para esplicar a los SS. Re- presentantes su gratitud i su respeto, por las demostra- ciones singulares i honrosas de que le hallaban acreedor, i principalmente por los pensamientos elevados i suma- mente lisonjeros que le habia espresado la comisión en nombre déla Cámara; sin embargo, "el infrascrito, si- gúela contestación" después de haber tomado en profunda consideración los motivos, que le presenta la honorable diputación, para convencerle de la bien calculada i urjento necesidad de Ja resolución de la honorable Cámara, no ha podido cambiar su convicción una vez pronunciada, que ti bienestar común del pa¡6 i su propio honor le pro- hiben , ocupar el destino alto i delicado a que lo han llamido los SS. Diputados, i desde que seria una traición a su propia conciencia, aun poniendo injustamente a un lado el respeto debido al gobierno, el honor del pais i su buena reputación necesaria para cualquier otro servicio útil, suplica nuevamente a los SS. Representantes de respetar su escusa, de aceptar prometiendo solemnemente que él nunca rehusaría cualquier sacrificio que él creyese útil i provechoso para la seguridad del pais i del bienestar de sus conciudadanos (Segunda renuncia del ilustre Res- taurador, etc. San José de Flores, julio 9 de 1841. 11. páj. 38 i 35). Otra resolocion de la cámara del 10 de julio rechaza nuevamente la renuncia i repite la suplica para que acepte el gobierno, diciendo, quesea cual fuere el peso de los mo- tivos en que estriba la segunda escusa, sin embargo, nada es capaz de resistir al poder invencible de las e.vijencias publicas del bienestar de la patria i al eco común de la provincia, que proclaman terminantemente a V. E. como jefe, destinado a determinar su suerte i su porvenir por su perseverancia—En esta intelijencia el gobierno, como ór-— 156 — gano de ta voluntad jeneral de acuerdo ha resuelto, no admitir la segunda escusa de V. E. i ha nombrado la mis- ma comisión, para comunicar de palabra a V.E. esta re- solución i exijir de V. E. en nombre de la Cámara la admi- sión del encargo, como primer, i mayor sacrificio ofrecido jenerosamente en las notas de V. E.; i espera que V.E acompañe la comisión a la ciudad, para prestar el jura- mento acostumbrado, el dia determinado del 15 del corrien- te mes a tas dos de la tarde (Resolución de ta honorable Sala, etc. Buenos-Aires, julio 30 de 1834, etc. 1.1. páj- 55—57). Pero aun esta segunda diputación recibió la mis- ma negativa. Por tercera vez a rehusa el mui suplicado ad- mitir la dignidad ofrecida, agregando a los motivos anterio- res: "El infrascrito no teme sacrificios, él teme i con razones evidentes, él teme no poder cumplir las esperanzas man- tenidas, teme mostrarse inútil para ta defensa del or- den i la seguridad i tranquilidad de su patria, i siendo una máxima eternamente probada que cada hombre después de haber considerado con esmero la obligación que carga sobre él en ciertos casos, está obligado a seguir el dicta- men de la voz de su sana conciencia, no hai lei ni poder que le absuelvan de esta obligación, i ménos le obligan a quebrantarlas. Por consiguiente, el infrascrito, des- pués de haber oido todas tas razones en pro i en contra en esta causa, si se mostrase sordo a la voz de su conciencia i de su honor, mostrándose condescendiente,—con despre- cio de las doctrinas adquiridas porta esperiencia durante el período largo de su dirección en los asuntos públicos, al voto sincero i mui plausible por la declaración de la mayoría del pueblo (aunque no siempre mui indubitable) —cometería en cierto modo una traición a su patria, come- tiendo esta acción con el convencimiento seguro en que está de hacerle un gran mal en lugar de un beneficio.— Ni un momento vacilaría el infrascrito de admitir el alto — 157 — destino a qué lo llaman, si pudiese descubrir solamente alguna posibilidad de poder satisfacer las obligaciones i de- beres que se le exijen. "El ha demostrado a los SS. Representantes el aspecto terrible del caos que presenta el pais, haciéndoles pre- sente, que su vista débil no es capaz de descubrir ni medios ni elementos para dar por lo pronto a aquel caoa una forma regular, por causa déla diferencia de opiniones i del ímpetu de los intereses particul ires i de las preten- siones personales, criadas por la desmoralización de nues- tros enemigos interiores, i por el gran poder que ellos han adquirido sobre todos nosotros, anulando el respeto de tas leyes i destruyendo todos los apoyos del poder del gobierno. También hizo presente que aun poseyendo todos los talentos necesarios para el arreglo i la dirección del go- bierno, sin embargo, su débil salud no resistiría los es- fuerzos i trabajos, no obstante ta ayuda que le prestarían los SS. Representantes i todos los buenos ciudadanos,— Tomando sobre sí en estas circunstancias aquellas obliga- ciones i deberes, convencido por su propia conciencia de no ser capaz de cumplirlos, no es un sacrificio hecho al bien del pais, sino mas bien una traición i un cumplimiento de los deseos de los enemigos del pais, que no tienen mayor aspiración quelade ver al infrascrito hacerse cargo del gobier- no en estas circunstancias terribles, logrando así la ruina del respeto i de ta confianza del infrascrito." (Tercera Renun- cia del Ilustre Restaurador, etc..—Julio 13 de 1834 L c páj. 58 i 63.) Pero aun asi no se contenta 1a Cámara de Representan- tes; de nuevo conjuran al inexorable que retire su contes- tación negativa, ofreciendo, noel sacrificio de laadmision de la dignidad ofrecida, sino lo que es mucho mas, el sacrifi- cio noble i grandioso de sus propios argumentos, desple- gados por él con toda ta fuerza de una superioridad inven-— 158 — cible (Comunicación al Comandante Jeneralde Campaña, Brigadier D. Juan Manuel de Rosas. Buenos-Aires, julio 24 de 1837 11, páj. 63, 65). Por esto se puede ver, cuan desesperada debe de haber sido entonces la situación del pais, desde que todos pusie- ron su última esperanza en un solo hombre tan inflexible. Pues la Cámara de Representantes tenia razón, era la voz del pueblo, del partido nacional que le pedia por gober- nador. I este hombre permaneció inflexible. Por la cuarta vez se negó a la solicitud délos Representantes, cuyo pre- sidente era su maestro D. Manuel Vicente de Maza, i óigase en qué palabras: "El infrascrito admite absolutamente, que la gran mayo- ría de sus conciudadanos desee que ¿1 ocúpela silla del gobierno; pero por seguro i honroso que sea este deseo, él nunca podrá tomar la naturaleza de una sanción popular, primero porque el asunto actual nunca se ha considerado ni se considerará como una materia de una lei coactiva, i luego porque aquel deseo puramente nacido de la adhesión al infrascrito,— que tiene su oríjen en el alto reconocimiento público que han encontrado sus ser- vicios al pais—no se puede considerar como el voto decisivo de la opinión pública, pareciendo solamente en abstracto, sin haberse dignado examinar con cuidado, si de este modo se conseguirá en realidad el principal ob- jeto propuesto. En realidad no tiene nada de particular que la mayoiia de la nación desee que se encargue el gobierno a un ciudadano de sentimientos nobles i de la confianza pú- blica, cuya conducta inspira confianza a todos los ciudada- nos. Pero esto no da derecho a la suposición, de considerar obligado a aceptar, a aquel, que no se crea con bastantes fuerzas físicas i suficiente capacidad, para cumplir todos los deberes, que exijen de él las circunstancias críticas en que se halla la provincia. Tampoco permite creer, que se le — 159 — pudiera obligar a cargar con una responsabilidad tan enorme que se le podia obligar por fuerza de admitir tal ¡ tal encargo, a pesar de su convicción, de que todos los medios están gastados para obrar con la rapidez que exije el peso de los males que están amenazando al pais.— Por todos estos motivos i aquellos indicados por el in- frascrito en su anterior renuncia, suplica a los Honorables Representantes que se convenzan por último que su re- solución de no sentarse, en tales circunstancias, en la silla presidencial, es irrevocable, dignándose por consiguiente admitir esta cuarta renuncia, hecha en debida forma, reci- biendo al mismo tiempo la seguridad del mui humilde respeto, etc. (Cuarta renuncia, San José de Flores, julio 28 de 1834 11 páj. 65 68) Después de esta declaración áspera la Cámara de Representantes se ve obligada a ad- mitir la renuncia, lo hace con la espresion del sentimiento i concluye su resolución como sigue : "La Cámara admite el principio de la debilidad en la autoridad del poder del gobierno, i también que esto seria un obstáculo para el bienestar común, i está resuelta a quitarlo por medios eficaces, para hacer fuerte i respeta- ble la autoridad lejttima. "Haciendo la Cámara esta agregación es, en Iaesperanza, que aunque desistiendo actualmente la Provincia de la felicidad del cumplimiento de su ardiente deseo, que el ilustre Restaurador de las Leyes se haga cargo de la dirección de los asuntos públicos, alguna vez vendrá el dia, en que vendrán a gozar todos los buenos patriotas las bendiciones de la fortificación estable de. su suerte vacilante." (Resolución, etc., Buenos-Aires, agosto 9 de 1837 II páj. 69 71.) Pero Rosas quería humillar aun mas todavía al gobier- no, para que le ofreciesen sinexij¡rlo o indicarlo, aquello que él principalmente apetecía, es decir, el poder supremo— 160 — ¡limitado, elevado sobre toda lei. Apenas habían fi. nalmente consentido los representantes en su renuncia del gobierno por cuatro veces, cuando envió también su dimisión como miembro déla Cámara de Represen- tantes, a la cual había sido nombrado por la capital en abril del mismo año, después de haber hecho presente repetidas veces que su fortuna, consistiendo principal- mente en tierras, había sufrido sumamente, por sus ser- vicios prestados incesantemente al pais durante cinco años; que era por consiguiente su deber indispensable, dedicarse por ahora enteramente a la administración de sus estancias. Él escusaba la presentación tardía de su solicitud de dimi- sión de empleos del Estado, aloque sehabia resuelto inme- diatamente después de haber recibido la noticia de su elec- ción para representante, con las exijencias notorias de sus servicios públicos en la campaña, que lo detuvieron tam- bién para venirse a la ciudad. (Primera renuncia del ilustre Restaurador de las leyes, del cargo de Represen- tante.—Nota por la cual se previene al ilustre Restaurador no haber sido admitida la renuncia anterior.—Segunda renuncia del ilustre Restaurador.—Nota por la cual se pre- viene al ilustre Restaurador, haber sido admitida la re- nuncia, art. II. páj. 73-75.) Pero no contento con esto, Rosas se presenta también con la exijencia de desligarlo también de su empleo como Comandante Jeneral de Cara- paña, por verse impedido, por el mal estado de su salud, i el deber sagrado para con su familia de dedicarse al arre- glo de sus negocios arruinados i otras consideraciones domésticas, de cumplir con las funciones de la Coman- dancia indicada, por lo que sufriría el bien del Estado, etc., (Renuncia del ilustre Restaurador de las leyes, del em- pleo de Comandante Jeneral de Campaña, Alto Redondo (1) Este lugar de donde fueron datadas varias notas de Posas, po- — 101 — agosto 14 de 1834, II. páj. 79-80).—Pero parece no lo intentaba tan seriamente con esta dimisión, al menos no insiste él mas en esto, desde que el ministro de guerra D. Tomas Guido le habia contestado el 20 de a- goíto, cjue el gobierno no se podia resolver a dar una reso- lución definitiva sobre esta solicitud, desde que la salida del suplicante del empleo, que habia desempeñado lar- gos años con el objeto del restablecimiento i fortificación del órden en la provincia, cuyo ejercicio le alijeraria en adelante el gobierno, por todos los medios que estuviesen a su alcance, pondria al gobierno en'contradiccion con los intereses mas importantes, que él está obligado a protejer. (Contestación del ministro de la Guerra al Brigadier Je- neral D.Juan Manuel de Rosas, II. páj. 81-82). Tara- bien es mui fácil comprender que Rosas no habrá pensa- do seriamente en dejar un empleo que le daba en realidad el influjo mayor en el pais, pues como Comandante Jene- ral de Campaña, Rosas encabezaba también el partido na- cional mas poderoso, no de Ja población de las ciuda- des, sino délos gauchos, cuyo jefe era él en realidad, des- de mucho tiempo habia, i como tal el mas poderoso en el pais. Rosas podia haberse tomado entonces i a ¡cada momento el poder absoluto, pero a él, Restaurador de las leyes e instituciones, le importaba aparecer como el hombre que Jas observaba mas rigorosamente. No hace ningunas condiciones para la admisión del poder, ni pide poderes estraordinarios, tan deseados por el; motivos de moderación, dudasen la insuficiencia de nía en la mayor confusión a la Sala de Representantes, pues no hai ■ * provincia de Buenos-Aires un paraje que lleve este nombre. Con l'l wmpo se supo que el Alto Redondo era el mirador de la propia casa ™j Hosas donde tenia su escritorio dentro de la ciudad misma. Un l'iecan de Rosas era el intermediario entn;. la Sala de Representantes, 1 'iquel lugar misterioso e ignorado, desde donde Rosas databa sus 'iotas oficiales. , ** • 25— 16-2 — sus fuerzas físicas i morales, lo privan de hacerse cargo de los negocios del gobierno en circunstancias tan difí- ciles, pintándolas cada vez con los colores mas negros, para indicar en cierto modo que él no puede gobernar con las jeyes existentes. Él conserva su poder bastante bien, para no calcular, que mas tarde o mas temprano tendrían que suplicarle que admitiese el poder absoluto—i no se habia equivocado. Nueve meses después de su última escusa de admitir el poder ejecutivo—desde que babia vivido en apariencia retirado enteramente de los asuntos públicos, dedicándose esclusivamente a las ocupaciones de un estanciero—publica la Cámara de Representantes con su Presidente encargado provisionalmente de poder ejecutivo, la lei siguiente, i como la única capaz de enfrenar nuevamente la anarquía. Buenos-Aires, a 7 de marzo de 1835, año 26 de la li- bertad i 20 de la independencia. Art. L° El Brigadier Jeneral D. Juan Manuel de Ro- sas está nombrado Gobernador i Capitán Jeneral de la provincia. Art. 2.° Toda la suma del poder publico de la provin- cia se delega, en la persona del Brigadier Jeneral D. Juan Manuel de Rosas, sin mas restricciones que las siguiente?; 1. ° De cuidar, protejer i defender la relijion católica, apostólica Romana. 2. ° Defender la causa nacional de la Federación pro- clamada unánimemente por toda la población de la Re- pública. . Art. 3.° El desempeño de este poder estraordinario debe durar por todo el tiempo que el mismo gobierno lo crea por conveniente. Arti 4*° Esta resolución se debe comunicar al men- cionado Brigadier Jeneral, etc., para que comparezca en persona el dia miércoles del 11 del corriente, alas 11 del — 168 — dia, en la Sala para tomar posesión del poder depositado en él, prestando el juramento, del modo que mas con- venga al bienestar de esta provincia i a toda la República. Esta lei se le comunica en la misma fecha a Rosas por una nota de la junta de Representantes, en la cual se dice «'la crisis pesada, que hace sufrir a la República, amena* zando de devorar también a Buenos-Aires, nos ha obli- gado a tomar medidas, que, aprobadas por nuestros co- mitentes, prometen un éxito seguro, desde el momento en que V. E. se declare dispuesto a salvar la patria, según su mas ardiente deseo- (Oficio de remisión de la lei an- terior, etc. páj. 85 II. 86).—Pero Rosas todavia no ad- mite. Primeramente solicita en una súplica de San José de Flores con fecha 10 de Marzo, un término de 12 días para resolverse, para no caer por medio de su resolución en un error, que tal vez llenaría la medidade lasinesplicables desgracias de la desdichada patria. (Nota del ilustre Res- taurador, etc II. páj. 27). Este término se le concede vo- luntariamente en una contestación de la Sala de Repre- sentantes, en la cual se dice entre otras cosas. "Cuando los Diputados de la provincia creian responder a su res- ponsabilidad i al voto de sus comitentes, dando en vista del peligro amenazante, al Brigadier Jeneral D. Juan Manuel de Rosas la suma del poder público, han consi- derado al mismo tiempo que este en verdad estraordinario abandonó del poder para Un pueblo idólatra de la libertad es el único medio de asegurar los asuntos políticos en la crisis tempestuosa en que ellos han entrado en conse- cuencia de acontecimientos tan terribles como lamenta- bles. Ellos reconocen en el Brigadier Jeneral D. Juan Manuel de Rosas aquel poder apoyado sobre la confianza de sus comitentes, i han querido solamente dar el carácter de legalidad a aquello, que de por sí ya era consumado por la naturaleza de las circunstancias, al mismo tiempo— 1(34 — están convencidos, que este acto se calificará algún dia menos como una medida aconsejada por las circunstan- cias, que mas bien como una resolución que ha sido el principio de la tranquilidad social del pais." Debia creerse, que Rosas no podia desear mas. Pero aun se podia humillar mas a un pueblo idólatra déla libertad como se dice arriba; i desearíamos saber cómo nuestros ra- dicales, esplicarian este fenómeno en una República de la ilimitada soberanía del pueblo, sin sacrificar al mismo mas tiempo su adhesión por una constitución que consagre ú nicamente la soberanía popular. I cómo se demues- tra Rosas en estas circunstancias? No queremos juzgar definitivamente sise puede esplicar su conducta de en- tonces por un desprecio profundo de la soberanía del pue- blo, Un desprecio que se proponía humillarla ignominiosa- mente, o si se puede esplicar por una hipótesis psicológi- ca, por la cual aun el mas atrevido se asusta i trepida de recojer, si se le pone de repente a sus pies, la suma de todo aquello que él apetecía. Confesamos que nos sorprende la resolución, con que Rosas procedía entonces i debemos mirar como un hom- bre estraordinario al que se atrevía a emprender como él, al que probaba su poder como él.—Rosas deja tras- currir casi la mitad del término pedido para considerar' entonces escribe de nuevo a la Cámara de Representan- tes, no para poner fin a la incertidumbre de ella sino para suplicarla que considere nuevamente la lei del 7 de marzo. En esta nota con fecha de San José de Flores habla este hombre osado, después de pintar el estado político del pais con ios colores mas terribles, haciendo ni pueblo cargos que difícilmente un déspota asiático esplicaria mas enéti- camente, burlándose públicamente del pueblo idólatra de su libertad por su humillación, del modo siguiente: Es imposible que desconozcan los señores representan- — 165 — tes en este estado de cosas, cuán sumamente débil es el poder que ellos conceden al infrascrito i cuán espuesto está a ser anulado en los momentos mas críticos de su carrera. Por este motivo es menester, para poder obrar en la actual situación dificultosa de la provincia, con utilidad i provecho, que no solamente se pronun- cie la opinión pública en su favor, tan en alta voz i tan claramente como sea posible, sino que aparezca también esta declaración con tal autenticidad que nunca se pudiera elevar una duda en contra.—En esta intelijencia suplica el infrascripto, dispuesto como está a no ahorrar ningún sa- crificio que él crea útil i provechoso para la seguridad del pais i el bienestar de sus conciudadanos, a los señores Re- presentantes, para poder deliberar sobre la admisión o re- nuncia del puesto elevado i de la confianza estraordinaria que se le ha dispensado, que consideren en sala plena este asunto importante i delicado, i concediendo el medio que les pareciese el mas conveniente, para que todos i cada un ha- bitante de la ciudad de cualquiera clase i circunstancias, dé categóricamente su voto, i de tal manera que por esto se pueda probar en todo tiempo i en todas cir- cunstancias la libre voluntad de la opinión jeneral. (Nota del ¡lustre Restaurador de las leyes, pidiendo que se recon • sidere la lei del 7 de marzo, 1, c. páj. 91—95.) También a esto se determina la Sala de Represntantes i habiéndole comunicado a Rosas con fecha 1.° de abril, que en las lis- tas recojidas con este objeto en cada parroquia de la ciu- dad por medio de los jueces de barrio, con asistencia de dos ciudadanos, del alcalde, etc, entre nueve mil setecien- tos i veinte individuos, solo cuatro habían votado contra la lei del 7 de marzo, admite Rosas al fin los poderes estraordinarios del gobierno. (Las actas referentes a esto están comunicadas entre otros lugares, páj. 96 a 103.) En- tonces las demás provincias no quedan atrás de la capital;— 166 — sus comunicaciones, en que espresan al nuevo gobernador sus pensamientos del mismo modo como la capital, llenan las fojas 103 a 156 de la misma colección indicada de actas públicas ; pero nuestros lectores nos dispensarán, si concluimos con esto nuestros estractos de este manifiesto repugnante de degradaciones viles de un pueblo idólatra de su libertad. Casi trece años han trascurrido desde entonces i Rosas ocupa todavia el mismo puesto en la República Arjen- tina. Repetidas veces durante este tiempo, ha presentado su renuncia, pero por las demostraciones de los Repre- sentantes i del denominado pueblo, repetidas del mismo modo, se ha determinado siempre, que siga de nuevo en el poder para el bien de la patria. Esta farsa se repitió regularmente cada cinco años a la conclusión de un período denominado constitucional, i siempre con el mismo éxito. Ya puede comprenderse qué probabilidades habría en tales circunstancias para la rea- lización de las instituciones republicanas en la Repúbli- ca Arjentina! La actividad de la sala de Representantes en Buenos-Aires durante el gobierno de Rosas no ha pro- ducido mas que agotarse en adulaciones i honores en ob- sequio de su amo: asi por ejemplo nombra en el afio 1840 al gran Rosas, en la Recolección de la Sala., del 14 de Diciembre de 18401. páj. 177, i en recompensa de la celebración dél tratado del 29 de octubre 1840 con el rei de los Franceses, Gran Mariscal con el carácter de Excelencia i con un sueldo de 6000 pesos, i 1000 pesos de gratificación i 50 pesos sueldo mensual para el ayudante del gran mariscal ( Honores acordados por la H. Sala al Ilustre Restaurador de las Leyes 1. páj. 169.) Pero Rosas rehusa admitir este honor definitivamente no obstante las repetidas instancias para que lo admita, desde que la Providencia divina, hnbin asistido i alum brado sus débiles - 107 — esfuerzos, sus conocimientos i su carrera, hasta obtener )a aprobación preciosa de los Honorables Representantes i de los amigos de la libertad, que para él era esta satisfacción mayor, el mayor premio que podia apetecer su corazón agradecido.—La lealtad al juramento sagrado por la in- dependencia nacional i los principios de la verdadera li- bertad en los dos mundos, sea en si la gratificación mas completa, etc. (Nota del f. Restaurador de las leyes, su- plicando que se le exima de aceptar el título de gran mariscal. Buenos-Aires, Diciembre 2 de 1840, año 30 de la libertad, 25 de la independencia i 11 de la confede- ración arjentina, 61. páj. 172-175), cuya conclusión debe- mos comunicar, para mostrar el tono de hablar entre go- bernador i Cámara, i como se miraba allá entónces la ce- lebración del tratado con la Francia. Dice: ¿i qué podia haber conseguido el infrascrito sin vuestra ayuda ilustrada, vuestra enerjía, reproducción inmortal del juramento sagra- do por la Independencia nacional, sin los recursos que V. II. inspirada por un patriotismo heroico, activo? Vues- tra es esta fama tan grande i tan elevada (del tratado cele- brado con Francia). Vuestro es este laurel tan resplande- ciente en los anales de la confederación! Sea permitido al infrascrito, recordar un período de su mensaje de 1839.— El gobierno se dirijia a las luces i al patriotismo ardien- te, de V. H. pedia socorros, i estimulado por un senti- miento enérjico del honor i do la libertad, los concedieron proporcionados a la altura délas exijencias.—V. H. hadado un impulso a la causa sagrada de la nación. ¡Honorables Representantes! Vosotros habéis coronado la obra : Voso- tros habéis elevado las esperanzas de la patria a la mayor altura!" Luego después el 18 de Diciembre de 1834 decreta la Cámara para el título del ¡lustre Restaurador la agre- gación : Héroe del Desierto, defensor heroico de la inde* pendencia americana coi) el carácter de "Kxcelenriá" de-— ie& — terminando que desde entonces cada comunicación ofi- cial a Rosas, principie: "Dios guárdela vida preciosa de VE. muchos años," i que se llame en adelanto el mes de octubre ("mes de Rosas.") (Decreto de la Honora- ble Sala que confiere al Restaurador de las leyes el dicta- do Héroe, etc. 11. páj. 192.) Naturalmente Rosas al prin- cipio rehusó también admitir tales honores nuevos, pero admitiéndolos después a instancias repetidas. (Renuncia del Ilustre Restaurador, Buenos-Aires a 16 del mes de 9» américa (Jd^io), etc. 11. páj. 202. El día 23 del mes de Rosas, 1841, entrega la comisión de peticiones de la cá- mara un proyecto de lei, según el cual el dia de Rosas (30 de mayo) se declara, por petición de 1809 firmas de los habitantes de la ciudad i sus inmediaciones, un dia de fiesta, 11. páj. 211 215) i todo esto dá solamente todavía una idea débil de la idolatría abominable que se observa en Buenos-Aires con' este ilustreVestaurador de las leyes, en deshonra de la nación envilecida por él, en deshonra de las instituciones republicanas de cuyas formas se reviste incesantemente esta mentira. No intentamos escribir una historia del gobierno de lio- nas , de lo cual no somos capaces tampoco, porque , aun- que en posesión de un gran número de escritos e informes publicados en la República Arjentina i Montevideo, nos faltan, sin embargo, verdaderos datos para tal empresa, pues tan desfiguradas son las noticias que dan los dos partidos belijerantes, el de Rosas i el otro de los Unitarios concentrado actualmente en Montevideo/que el mismo hecho contado de los dos lados, queda desconocido. Solo en una cosa convienen los jt-fes i oradores de ios dos parti- dos en informes i presentaciones, que es en la falsedad in- trínseca de su sustancia i manejo. Nosotros los europeos podemos formarnos, gracias a Dios, solamente con muclia dificultad una idea de los enredos políticos i de la dejene- — 169 — radon del espíritu público inseparable de ellos, que domi- na en aquellos países sud-americanos. Para comprender esto, es preciso, tener presente, que aquellos paises en principio del siglo presente, cuando sacudieron el domi- nio de una metrópoli profundamente decaída, habían que- dado atrás por algunos siglos, en su formación política de las demás naciones , con quienes querían ponerse a la par por medio de su revolución. Entonces se juntó en aque- llos paises a causa del desatino i la ceguedad de algunos frenéticos, el modelo deslindado i liberal de las constitu- ciones norte-americanas , con la materia tosca de ignoran- cia colonial, i pereza criolla, i de esta mezcla desnatui aliza- da se ha formado una especie horrorosa de sabiduría bas- tarda política, de por sí estéril e incapaz de todo desarro- llo. Desgraciadamente es la vanidad criolla tan grande que sobrepasa toda creencia, i que el primer paso para me- jorar el estado de aquellos paises, no puede ser otro, que confesar la verdad que no están maduros para las institu- ciones liberales republicanas, que ellos introdujeron de Norte-América o Francia, i que tienen que aprender ántes de todo, a obedecer a las leyes ántes de ser capaces de dictarlas. Todavía aun, después de las esperiencias horrorosas de un cuarto de siglo, durante cuya época las formas republicanas sehan aplicado solamente para criar i protejer al despotis- mo furioso de algunos individuos, todavia no seles ocurre a los mas instruidos de aquellos países—no contando al- gunas excepciones gloriosas—Reflexionar, jsi la desgra- cia política del país no tenga su verdadero motivo en la incongruencia completa de la formación nacional i en las instituciones políticas introducidas del exterior. Al contra- no, ellos se consuelan con la ilusión que su desgracia momentánea pende, en que Sud-América no haya cum- plido todavia enteramente su alta misión política, es decir, 23— 170 — la misión de realizar completamente la idea de la libertad humana, mas cumplida i pura todavia que lo qne se ha ve- rificado en los Estados-Unidos del Norte en donde el ciu- dadano en sus ideas reljiosasi políticas tiene sus preocupa- ciones históricas.— Del amor propio de estos hombres, dotados muchas veces de grande capacidad i con una fantasía sumamente activa se puede formar solamente una idea, considerando que ellos sacan toda su sabiduría política, i elijiosa i científica de las obras de los modernos escritores franceses de la dirección mas estravagante, Saben ellos de memoria, su Voltaire, su Michelet, su Blanc, su Eujenio Sue, mientras que les es totalmen- te desconocida, la antigua literatura Española la pro- ducción espiritual de aquella nación, a que ellos pertene- cen, si sobre todo quieren merecer el nombre de una na- ción. Las consecuencias mas inmediatas de esto son una arro- gancia enorme de percepciones de la manera mas abstrac- ta, que no se puede alcanzar desde que naturalmente está combinada con la incapacidad absoluta de comprender un desarrollo histórico, i con falta total de]toda mirada retros- pectiva. Asi forman estas poblaciones de las colonias His- pano-America ñas la oposición mas estrema con las nacio- nes Europeas "con la herencia de una sabiduría de estado sin igual," i cuyo estado mas avanzado en Norte-América, ellos se figuran poder copiar. Agregando a esto la ignorancia mas terrible de las gran- des masas en las Repúblicas sud-americanas que ni son raza blanca pura, que todavia no están en relación al mun- do ni en la escala que España ocupaba en el siglo XVII, i cuya vida relijiosa está envenenada ya por el ejemplo de los libertinos civilizados o por la hipocrecia de un clero, hundido desde mucho tiempo en la pereza e ignorancia i golpeado fuertemente por la revolución,—A«i se compren* — 171 — como Rosas podía alcanzara tanto poder en los paises Ar- jentinos, como podia lograr ser el hombre mas popular del pais,i hoi el hombre mas grande de las actuales Repúblicas Hispano-Americanas. Pues Rosas ha entendido, que ántes de él no ha conseguido nadie en la República Arjentina pisar la serpiente de la anarquía; pero desgraciadamente ha vencido no por el respeto benigno de las leyes, sino por la fuerza bruta], destructora del despotismo, i esto es lo que nos hace temer por el porvenir de este país, cuyo es- tado actual, en comparación con el anterior, se puede llamar feliz. La guerra civil está sofocada hace tiempo, i el partido opuesto al gobierno actual, el partido de los unitarios completamente estínguido en el pais; el combate que todavia está durando con este partido, en Montevideo, tiene enteramente el carácter de una guerra esterior; él no inquieta la tranquilidad del pais, el cual ha principiado en realidad miéntras tanto a restablecerse. Poco tiempo to- davía i Rosas triunfará también en Montevideo; toda la sabiduría diplomática de los gabinetes ingleses, france- ses no podrá privar esta victoria del americanismo. Principalmente debe fijarse la vista en este estado pre- sente i en el porvenir mas próximo del pais, si se le quiere considerar como blanco para Emigración alemana, i en tal caso tenemos que confesar que el estado actual de la Re- pública Arjentina, no tiene nada de mui desanimante, es de- cir, para aquellos emigrantes que están resueltos a probar su suerte en el estranjero. Solamente en estos nos fijamos siempre, i aquí debemos repetir otra vez, que no tenemos en lo mas distante la in- tención de recomendar a ninguna persona el emigrar, sino "olaniente en la convicción de que la época esté cerca en que se dé dirección sistemática a Ja Emigración Alemana como una cosa nacional.— 17S — Si no contribuye mucho para jeneralizar los puntos de vista i orientar mejor la cuestión de colonización, lo dicho en Emigración Alemana i Colonización, introducción, páj. IV; VII, añadiremos que actualmente hai tranquilidad ¡ orden en las provincias arjentinas; la industria, crianza i agricultura, se aumentan; pero a consecuencia de la guerra civil tan larga, las fuerzas del trabajo son demasiado caras i enteramente insuficientes para la necesidad actual. En ta- les circunstancias se recibirían voluntariamente emigrantes i familias aisladas', i resueltas a ejercer alguna de las in- dustrias propuestas por el señor Sarmiento, i podrían con- tar con un feliz éxito en sus trabajos. No mezclándose en asuntos políticos en su nueva patria para lo cual no tiene ni motivo ni deber, ningún emigrante será incomodado de al- guna manera : aumentándose el número de estos i concen- trándose en ciertos puntos,'de suerte que atrajesen la aten- ción de los partidos, ellos estarían luego en aptitud de pro- tejer sus propiedades i sus personas, suponiendo siempre quesean hombres enérjicos, pues los que no, mas bien no debían emigrar. Ocurre preguntar ¿ si se puede aconsejar actualmente, organizar una emigración en masa a los paí- ses del Plata? Para tal emigración sistemática se requiere primeramente el auxilio del gobierno arjentino, i según to- da probabilidad no seria imposible conseguir esto de Rosas, desde que un gobierno alemán o una compañía alemana res- petable que necesariamente debe estar instruida en las re- laciones de aquellos países, se empeñase en ello. Para con- testar a la pregunta de si esto seria convídente, debemos echar en primer lugar una mirada sobre el desarrollo pró- ximo de las relaciones arjentinas mas probable. Supuesto que Rosas viviese todavía algunos años, se verá él obliga- do, después de haber vencido el resto de oposición que se ha sostenido hasta ahora en la Banda oriental i en Corrientes, i principalmente con el apoyo estranjero, a pensar en la or* — 173 — ganizacion del pais. El pode«' estraordinario del gobierno tomará una forma mas suave, las exijencias del tesoro del Estado, a que proveían hasta ahora, en la mayor parte los bienes confiscados de unitarios señalados, emisiones de papel moneda en la apariencia justificada por las exi- jencias de la guerra i empréstitos forzosos, harán necesa- ria la protección del comercio i de la industria. Para con- seguir esto se necesita indispensablemente de emigración de Europa i la planteacion de colonias agrícolas alemanas pobladas con alemanes pacíficos, laboriosos, estraños a to- das las facciones políticas, no encontrará al menos en el actual sistema de gobierno ninguna oposición. Por fuerte que sea nuestra reprobación contra él, tenemos que con- fesar también que su odio contra lo estraño, como tal como contra todos los esfuerzos científicos útiles al pais, no es por mucho tan grande como sus enemigos lo hacen creer. Prueba de esto son entre otras, las publicaciones por órden i a costa del gobierno, de colecciones de obras i documentos, repetidas veces nombradas en esta obrita, relativas a la historia antigua i moderna de las provincias del Rio de la Plata, ilustradas con notas i disertaciones por Pedro de Anjelis (Buenos Aires, imprenta del Estado 1836 i 37 6 t. fol.) también el empeño del gobierno de justificarse por la publicación de sus actos i escritos oficia- les en idioma ingles i francés, para con los estranjeros; la tolerancia del culto protestante que posee en Buenos- Aires cuatro iglesias, una para la comunidad inglesa, una para la escocesa otra para los metodistas episcopales nor- te americanos, i otra construyéndose todavía para la comu- nidad alemana, que hasta'ahora celebra su culto divino en la iglesia americana, (véase Th« present position of affairs in the river of the Píate, etc., páj. 36.) Todo dependería entonces de obtener del gobierno la sanción de una lei, que arreglase la inmigración, prote-174 — jiendo la persona; la propiedad de los colonos i su culto, para atraer en corto tiempo tal masa de colonos alema- nes/ reaniéndolos en ciertos puntos i organizándolos asi en un núcleo de esencia jermánica, para que ellos estuviesen en aptitud de defenderse así mismos en caso de nuevas re- voluciones políticas en el pais, i conseguido esto, no cabe duda que el desarrollo tendría lugar, eomo lo hemos in- dicado en nuestra Emigración alemana, páj. 101. Concedemos gustosamente que todo esto tiene sus difi- cultades, pero al mismo tiempo creemos imposible conse- guir sin riesgo, valor¿ i sacrificio tales colonias alemanas en que se conserve el elemento'nacional. En Tejas i en los Estados-Unidos en jeneral, nunca se conseguirá esto. Tam- poco debemos ocultarnos, que el riesgo de tal colonización se aumentaría mucho mas todavía si el gobierno de Rosas concluyese luego que aquella hubiese principiado. Tenemos la convicción de qüe entonces los países del Plata serian nue- vamente la pi esa de la anarquía. Esto es lo que mas afli- je en la historia del gobierno de Rosas, haber consegui- do la pacificación del pais, principalmente por medios inmorales, por la suspensión de las leyes, i no por la fuerza de las leyes i las bendiciones de la justicia. Rosas se llama i lo llaman Restaurador de las leyes e institucio- nes, i la mentira que se pronuncia en esto, tendrá por con- secuencia que cori la desaparición de Rosas, caerá todo lo que éi haya hecho para tranquilizar el pais, como con la muerte dé Francia, del Paráguai, todas sus instituciones se perdieron. Los arjentinos no se.han humillado hablando en el senti- do cristiano de la palabra para estinguir la anarquía* sé han abajado para nombrar un déspota para humillarlos por la adulación de su vanidad, por el engaño de que ellos eian uu pueblo idolatra de la libertad. Mientras que no cese esta presunción del orgullo criollo, volverán oirá vez siempre a Ib — 173 — anarquía i el despotismo, ellos arruinarán i estinguirán la raza española en aquellos paises, si esta no llega a abando- nar su ilusión de ser ya una nación libre, republicana, so- berana, si no admite leyes, formas de gobierno que ella entienda i que sean la verdadera eepresion de su desarrollo social. Pero, hai en realidad hasta ahora poca probabi- lidad de lograrlo; admirable es, que esos paises, a- clonde todavía, treinta años hace el criollo se quitaba el sombrero cuando se nombraba el nombre de Femado VII destronado por los franceses, que actualmente se aborrezca todo lo que recuerda formas gubernativas monárquicas ; ¡isíaun hasta ahora, nunca se ha nombrado oficialmente en Buenos-Aires el nombre de Dictador mientras que Rosas en realidad lo es. Convencidos como lo estamos, de que una serie corta de años de colonización de alemanes i siguiendo un plan de- terminado, i dirijida a aquellos distritos de los paises del Plata principalmente propios para colonias agrícolas, seria bastante para formar allá un núcleo de población alemana, bastante fuerte para protejerse por sí misma, prosperar i tener un influjo benévolo sobre el desarrolllo material i político de toda la República, nos creíamos obli* gados por el interés, que habia encontrado nuestra pe- queña publicación sobre Emigración Alemana i Coloniza- don, a presentar esta continuación dedicada principal- mente a la observación de los paises del Plata. Bastante satisfechos si conseguimos con esto nuestro único proposito que es completar el material preciso para resolver nuestra cuestión importante de emigración, limitamos por ahora todas nuestras proposiciones a este respseto, sobre aquello que hemos dicho ya en la pequeña publicación indicada, Pllj- 102 111. Que no se domorej no han pasado todavía "uo i medio que podíamos recomendar todavía a California para blanco de la colonización alemana i actualmente este— 170 — hernioso distrito, que tendrá algún dia el dominio so- bre el Pacífico, ya está absorvido por la raza anglo-Ame- ricana i asi perdido para colonias con carácter alemán predominante—i cuántos centenares de emigrautes alema- nes han caido durante este año i medio víctimas de la es- peculación infame de estraños vendedores de carne hu- mana! Fin. eioíifi iot| eornai aundiiiaO a ni/ni MiOHTO DB.—1651 IXrKBVTA DE JULIO BELI> I OA. ABJIR0P0OS I¡tmm les respondió: yo manicatamente he bahhv mundo; yo siempre lio enseñado en la Sinagoga i en I ]>!•.. adonde concurren todos ; i no be hablado en OCull Cuando esto hubo dicho,, uno de los Ministros que iti tllí,di m -o'o un derecho, es una obligación estrecha de enalqoi que abriga una idea el publicarla, i darla a luz para 11 común. La verdad por entero pertenece a todos. Aqnello i -abéis i es útil i digno de que todos lo sepan, no podéis ocult lo en conciencia. Hablar es bueno, escribir es mejor; perol de hai como publicar por la prensa. {Pablo Luis Cmtrier} JJ i y I"* te \\ CAPITAL H m ESTADOS (ONFEDERADOS DEL RIO DE LA PLATA. [Olí M LAS DIFICULTADES QUE F.MBABAZAS LA PA- . : \CroN- PERMANENTE DFX RIO DE LA PLATA, POR MEDIO SI LA CONVOCACION DE UN CONGRESO, I LA CRRA- DS UNA CAPITAL EN LA ISLA DE MARTIN GAHCIA, DI CUYA TOSESION (HOI EN' PODER DE LA FRANCIA) D .DEN LA LIBRE NAVEGACION DE LOS 'RIOS, I CA [J DEPBNUENCIA, DESARROLLO Y LIBERTAD DEL PARA* OFAT, EL URUGUAY I LAS PROVINCIAS A KO ENTINAS DEL LITORAL. IMPRENTA DE JULIO BELIN I Ca.INTRODUCCION. ¿Cuántos años dura la guerra que desoía las márjenes del Plata? ¿Cuánta sangre i cuántos millones ha costado ya i cuántos ha de costar aun? ¿Quiénes derraman esa sangre, i cuya es la fortuna que se malgasta? ¿Quién tiene interés en la prolongación de la guerra? ¿Por qué se pelea ¡ entre quiénes? ¿Quién, en fin, puede preveerel desenlace de tantas complicaciones? ¿No hai me- dio al alcance del hombre para conciliar los di- versos intereses que se chocan? El presente opúsculo ha sido escrito con la mente de sujerir, por el estudio de los antece- dentes de la lucha, la jeografia del país, i las ins- tituciones arjentinas, un medio de pacificación que a la vez ponga término a los males presen- tes» i ciegue en su fuente la causa de nuevas 1complicaciones, dejando definitivamente consti- tuidos aquellos paises. Este escrito se dirije a los Gobiernos confede- rados de las Provincias arjentinas, al jefe de las fuerzas que sitian a Montevideo i al ájente de la Francia, que sostiene la defensa de la plaza cre- yendo interesada la suerte de sus nacionales en el desenlace de la lucha. Todos estos i el go- bierno del Paraguay son personajes obligados de aquel sangriento drama. Los pueblos arjen tinos i orientales, bajo la presión del azote déla guerra, i los poderes absolutos e irresponsables con que han armado a sus gobiernos para po- nerlos a la altura de las dificultades con que lu chan, los pueblos deciamos, no tienen un carác- ter activo en los sucesos. Sufren, pagan i espe- ran. Ningún sentimiento de hostilidad abrigan estas pájinas, que tienen por base el derecho es- crito que resulta de los tratados, convenciones i pactos celebrados entre los gobiernos federales de la República o Confederación arjentina. La* medidas que proponemos son a mas de lejítinias i perfectamente legales, conformes al derecho fe- deral que sirve de base a todos los poderes actua- les de la Confederación. Tienen su apoyo en el interés de todos los actores en la lucha, se fundan en la constitución jeográfica del pais, i lo que apenas podria esperarse, dejan a cada uno en el puesto que ocupa, a los pueblos libres sin sub- versión, la guerra concluida sin derrota, i el por- venir asegurado sin nuevos sacrificios. Terminar la guerra, constituir al país, acabar con las animosidades, conciliar intereses de su- yo diverjentes, conservar las autoridades actua- les, echar las bases del desarrollo de la riqueza, i dar a cada provincia i a cada estado compro- metido lo que le pertenece ¿no son por ventura demasiados bienes para tratar con lijereza el medio que se propone para obtenerlos? La Francia está en primera línea entre los es- tados comprometidos en esta cuestión. Sus ren- tas sostienen a Montevideo, sus armas ocupan a Martin García. Su decisión, pues, ejerce una ine- vitable influencia en los destinos próximos i fu- turos de la lucha; pero la dignidad de nación tan grande mezclada por accidente en cuestio- nes de chiquillos, le impone el deber de dar una solución a la altura de su poder i de la posición que ocupa entre las naciones civilizadas. La cuestión del Rio de la Plata es para la Europa entera, de un interés permanente.—-La emigra- ción europea empieza a aglomerarse en aquellas playas; i las complicaciones que su presencia ha hecho nacer en Montevideo se reproducirán en— 4 — adelante con mas enerjía, en razón del aumento creciente de la emigración. Hoi hai cien mil eu- ropeos en el Rio de la Plata; dentro de cinco años habrá un millón. Los pueblos, como los hombres, se atraen i se buscan por afinidades de relijion, de costum- bres, de clima, de idiomas i de todo lo que cons- tituye el tinte especial de una civilización. Pre- domina en el Rio de la Plata la emigración francesa, española, italiana; esto es, predomina la emigración católica romana, meridional de la Europa, a los climas i paises católicos, rom» nos, meridionales del nuevo mundo. La Francia es la nación que por su influjo, su poder i sus instituciones representa en la tierra la civiliza- ción católica i artística del Medio-dia. La Fran- cia ha hecho bien de quedarse hasta el desen- lace en el punto que su posición le asigna en el Rio de la Plata, punto adonde propenden instintivamente los pueblos meridionales de En ropa a reproducir su civilización, sus institucio- nes i sus artes. La Inglaterra, el protestantismo, la industria sajona, han encontrado en la Amé- rica del Norte, un pueblo digno de representar- los en los destinos futuros del mundo. ¿Hai en la América del Sud terreno preparado, p»ra igual reproducción de la civilización católica! — 5 — Piénselo bien la Francia! Piénselo bien M. Lepredour! Estamos ya cansados en América de esperar que los grandes de la tierra dejen de obrar cual pigmeos. Después de la Francia, quienes mas pueden hacer por la realización de la pacífica idea que emitimos, son los Gobiernos federales o indepen- dientes del litoral de los rios que forman el Pla- ta. La cuestión es de vida o de muerte para ellos. Martin García vuelto a poder del Gobierno de Buenos-Ai res i un vapor de guerra paseándose por las aguas del Paraná, el silencio, la sumi- sión reinarán en ambas orillas. Adiós arreglo de la navegación de los rios tantas veces soli- citado por los gobiernos federales de Santa Fé, Corrientes i Entre-Rios, i otras tantas mañosa- mente diferido a la decisión de un Congreso, que se ha puesto el mayor arte para hacerlo ol- vidar; adiós federación , adiós igualdad entre las Provincias! El Gobierno de Buenos-Aires tendrá bajo su pié a los pueblos del interior por la aduana del puerto único, como el carcelero a los presos, por la puerta que custodia. Martin García es el cerrojo echado a la entrada de los nos. Ai! délos que quedan dentro, si el gobier- no de una Provincia logra atarse la llave al cin- to ! Allí están los destinos futuros del Rio de laPlata. El interior al Oeste de la Pampa se mue- re de muerte natural; está lejos, mni léjos de la costa, donde el comercio europeo enriquece cin- dades", puebla desiertos, crea poder, desenvuel- ve civilización i agranda ciudades. Toda la vida va a transportarse a los rios nave- gables, que son las arterias de los estados, que llevan a todas partes i difunden a su alrededor movimiento, producción, artefactos; que impro- visan en pocos años pueblos, ciudades, riquezas, naves, armas, ideas. Si hai alguien, empero, a quien le interese mantener por algunos años mas en el seno de la nada este porvenir asignado 3 las provincias litorales, mui visoño andaría silo dejase nacer. El Gobernador de Entre-Rios ha sido unitario i es hoi sincero federal. Su nombre es la gloria mas alta de la Confederación : Jefe de un ejército que siempre lia vencido, goberna- dor de una provincia donde la prensa se ha ele- vado, donde el Estado lia organizado la instruc- ción primaria, las provincias de la Confedera- ción, i los arjentinos, separados de la familia común, ¿volverán en vano sus ojos a ese lado, esperando que de allí salga la palabra Congre- so, que puede allanar tantas dificultades? Pero en la historia como en Ja vida, hai minutos él que dependen los mas grandes acontecimiento!1. _ 7 — La Francia entregará la isla de Martin García al Encargado délas Relaciones Esteriores; nada mas justo. Y después? Después, la historia olvi- dará que era gobernador del Entre-Rios, un cierto jeneral que dió batallas i murió de nuli- dad, oscuro, i oscurecido por la posición de su pobre provincia. Nosotros hemos debido indicarlo todo, apuntar los medios i señalar el fin. Entran entre los pri- meros los hombres que deben i pueden poner- los en ejercicio, sin faltar a su deber, sin salir de los límites del derecho natural i escrito. No se rompe bruscamente con los antecedentes, como no se improvisan hombres. El jeneral Ur- quiza es el segundo jefe espectable de la Con- federación Arjentina ; él la ha hecho triunfar de sus enemigos por las armas. A él como Gober- nador de Entre-Rios, le interesa vivamente la cuestión de que vamos a ocuparnos. ¿Será él el único hombre que habiendo sabido elevarse por su enerjia i talento, llegado a cierta altura, no ha alcanzado a medir el nuevo horizonte someti- do a sus miradas, ni comprender que cada si- tuación tiene sus deberes, que cada escalón de la vida conduce a otro mas alio? La historia, por desgracia, está llena de ejemplos, i de esta pasta está amasada la jeneralidad de los hombres.— 8 — Por lo que a nosotros respecta, hemos cuín- plido con el deber, acaso por la última vez, que nos impone la sangre arjentina que corre por nuestras venas. Si no hemos servido con nuestras ideas a lapátriacomún, nuestro deseo de conse- guirlo es vehemente por lo menos. CAPITULO I. ORIJEW I CONDICIONES Del Encargo de las Relaciones Estertores hecha al Go- bierno de Buenos Aires por las Provincias de la República Arjentina. En todos los asuntos que dividen la opinión de los hombres, si han de evitarse estravios de- plorables, conviene ántes de entrar en discusión, fijar el sentido e importancia que seda a las pa- labras ; sucediendo con esto no pocas veces en- contrarse que estaban de acuerdo en el fondo, los que un momento ántes no podian entenderse. Esta práctica aconsejada por la prudencia en asuntos ordinarios, debe ser escrupulosamente aplicada a la discusión de la mas grave cuestión que haya hasta hoi llamado la atención de la América, cual es la que se debate actualmente por las armas i la diplomacia, con la sangre i la fortuna de los pueblos del Rio de la Plata. Monte- video, el Paraguay, la navegación de los rios, el 2— 10 — .Encargado de las Relaciones Esteriores, ningún nombre de estos pasará por nuestra pluma sin que hayamos consultado sus antecedentes, com- pulsado la historia i dádoles su verdadera im- portanc¡a,de manera que si no logran universal aceptación las consecuencias que habremos de deducir délos hechos que vamos a estudiar, los principios i las causas de que emanan, quedarán por lo ménos fuera de controversia, para servir de base a otras conclusiones contrarias emanadas dejuicio mas-recto que el nuestro. Por otra par- te, es nuestro ánimo decidido poner en este exá- men la mas severa imparcialidad, a fin de alejar toda prevención de espíritu, aun de parte de aquellos que ménos dispuestos se sientan a par- ticipar de nuestras opiniones. Como el actor mas conspicuo de la larga i rui- dosa cuestión del Plata, es el Encargado de las Relaciones Esteriores de la Confederación Ar- jentina, hemos debido ántes de todo, averiguar de dónde emanó este cargo, su objeto i funcio- nes, sin lo cual nos espondriamos a estraviarnos en la apreciación de los hechos, por no conocer la importancia i el carácter de los personajes a quienes está encomendada su dirección. Durante los primeros años de la lucha de la Independencia, como las Provincias Unidas no estaban reconocidas por las naciones estrau- jeras, nuestras relaciones esteriores eran insig- nificantes i poco ostensibles. La Presidencia de D. Bernardino Rivadavia atrajo a Buenos-Ai- — II — res lo* Ajentes caracterizados de algunas na- ciones europeas, entre ellas la Inglaterra que acreditó cerca de ella un ájente de rango supe- rior, como a potencia solo inferior en jerarquía a tres o cuatro grandes gabinetes europeos. Con la disolución del Congreso i la renuncia del Presidente de la República, la nación que- daba en estado de acefalia, no habiendo una autoridad emanada de la voluntad i elección de las diversas provincias que la constituyen, cerca de la cual los ajentes diplomáticos pudiesen re- presentar a sus respectivos gobiernos. De aquí vino la necesidad, mientras la República se constituía, de encargar a alguno de los gobiernos el mantenimiento de las Relaciones Esteriores. El coronel Dorrego, entonces 'Gobernador de Buenos-Aires, solicitó este encargo de los gobier- nos de las Provincias, los cuales lo concedieron ya directamente, ya por delegados, ya, en fin, por leisancionada por las legislaturas. Del contexto e liilacion de los diversos artículos de aquellas con- venciones, se deduce fácilmente el objeto i con- diciones con que se hacia el encargo de las Relaciones Esteriores al Gobierno de Buenos Aires que lo solicitaba, el cual no era otro que parara los inconvenientes del momento, mientras se reunía un cuerpo deliberante, fuese Congreso o Convención preliminar, a lo cual debia pro- cederse inmediatamente, anticipándose el Go- bierno de Buenos-Aires, hasta señalar en dichas estipulaciones el lugar que creia adecuado parala próxima reunión del Congreso. En la Con- vención celebrada por D. Manuel Moreno a nombre del Gobierno de Buenos-Aires con el de Córdova, se acordó por el artículo Vilque, "los gobiernos de Buenos-Aires i de Córdova convenían en invitar por sí, con prévio acuerdo del de Santa Fé , a las demás provincias de la República a la reunión de un Congreso nacio- nal para organizaría i constituirla. ..." i por el art. VIII se estipula que "Ínterin se instala consti- tucionalmente el Gobierno .leñera 1 de la Repú- blica, el de la Provincia de Córdova autoriza por su parte al de Buenos-Aires para dirijir las Re- laciones Esteriores, i se compromete a solicitar la autorización de los Gobiernos con quienes no esté en disidencia (1)." El art. XV de la Convención celebrada entre Santa Fé i Buenos-Aires, por el enviado adhocD. Tomas Guido, dice : "Los Gobiernos de Buenos- Aires i Santa Fé convienen en invitar a las de- más Provincias de la República a la Convención i reunión de un Congreso Nacional para organi- zaría i constituirla."' Por el art. XVI, "el Gobier- no de Santa Fé autoriza al de Buenos-Aires para dirijir las Relaciones Esteriores con los Estados europeos i americanos i se compromete a recabar el accésit de la Provincias de Corrientes i Entre- Rios (2)." (1) 21 de setiembre de 1829. (2) Convención firmada en Buenos-Aires el 18 de octubre « 1827 entre Tomas Guido i Domingo Cullen, i ratificada por el jt'm" ral Viamont i D. Estanislao López. — ta — Por el tratado celebrado el 4 de enero de lH.'il entre Buenos-Ai res, Santa Fé i Entre-Rios, i ra- tificado p<>r el Jeneral Balcarce en Buenos Ai- res en 10 de enero, las partes contratantes esti- pularon : "Invitar a todas las demás Provincias de la República a reunirse en Federación con las tres litorales, i a que por medio de un Con- greso Jeneral federativo se arregle la adminis- tración jeneral del pais bajo el sistema federal, su comercio interior i esterior, su navegación, el co- bro i distribución de las rentas jenerales, consul- tando del mejor modo posible la seguridad i engrandecimiento de la República, su crédito interior i esterior, i la soberanía i libertad de cada una de las Provincias." Pero donde mas aparente se hace esta condi- ción de la próxima e inmediata reunión de un Congreso Jeneral, es en la nota que pasó al Go- bierno de San Juan, D. Juan de la Cruz Vargas, instruyéndole del objeto de la misión que le ha- bía confiado cerca de él el Coronel Dorrego, Gobernador entónces de Buenos-Aires , quien lo acreditó en decreto de I." de setiembre de 1827. "En la naturaleza misma délas cosas, dice el señor Vargas (3), está el que la República conoz- ca un centro de unidad miéntras no se constitu- ye, i que la persona en quien delegaren las au- toridades provinciales, pueda espedirse desde (3) Rejistro oficial de la Provincia de San Juan, Libro 2. ° nú" «■«o 24. páj. 1 noviembre de 1827.— 14 — lliego cu los dos ramos de la guerra i relaciono, estran jeras; al arbitrio de las autoridades provin. cíales les es dado la elección de la persona que, nacional j>ero provisoriamente se encargue de es- tos ramos hasta la reunión de un cuerpo nacional deliberante. I si una vez puede tener la jactancia el que suscribe, de abrir opinión sobre la perso- na que es indicada, se atreverá a señalar la del Exmo. Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Porque en primer lugar tiene a la visita el mando del ejército que se halla en campaña (el del Brasil), la escuadra nacional, o por mejor decir, los restos de uno i otro : en segundo, por lo que hace a Relaciones Esteriores, allí existen los Ministros o Ajenies diplomáticos de las po- tencias que tienen relaciones de amistad con nuestra República : en tercero, porque así se han pronunciado algunas Provincias, entre ellas novísimamente la de Mendoza por su leide 30de setiembre que acaba de pasar; i finalmente por que se encuentra una garantía en su persona (Dorrego) contra el peligro de una "usurpación abusiva" del mando, por cuanto ha dado una prueba nada equivoca, en favor de la autoridad de los pueblos, poniéndose al nivel de ellos, según se espresa en su circular, i lo ha marcado con los primeros pasos de su gobierno, i según finalmen- te lo ha comprobado eficaz e impertérritamente ala cabeza de la oposición que derrocó (con influjo i esfuerzo de las Provincias) aquellas au- toridades que abusaron de la sinceridad i con- fianza de los pueblos (4). Las provincias podrán libremente designarle las bases que quieran bajo del supuesto de que si el Gobierno de Buenos Aires se presta a encargarse de los enunciados ramos, solo será en fuerza de su patriotismo i por rendir un servicio importante a la causa pú- blica, pues sin disputa se halla en mejor propor- ción i aptitud que los demás Gobiernos para prestarla." " En seguida de esto, i por no continuar en la acefalía en que nos observamos, debemos no perder momento, en concurrir a la formación de un cuerpo deliberante, sea Congreso, o Con- vención preliminar a él, debiendo asegurar el que suscribe que seria preferente la decisión por una Convención desde luego, mas bien que por un Congreso constituyente, en razón de que pudiéndose reunir con mas brevedad la Conven- ción que el Congreso, aquella le dará a este bases fijas sobre que pueda espedirse con mas acierto, en puntos determinados i fijos, evitando tsá las oscilaciones, los errores, i si se quiere los estravios o aberraciones que se han observado en los precedentes, cuanto porque al parecer se pronuncian las mas de las provincias, pudiendo asegurar el que habla, estar por ella las otras dos tan hermanablemente unidas a la de San Juan, en que primero abrió su misión (5). (4) Alude al Gobierno de Rivadavia i al Congreso de 1826, que de- cían a Buenos-Aires capital de la República bajo d sistema unitario, ra) Mendoza i San Luis.— 16 — "1 como al decidirse esta provincia por la reu- nión de ese cuerpo deliberante, ya sea Conven- ción o Congreso, parece regular señalarle el lu- gar, siendo aconsejado el que suscribe indicar el de San Lorenzo o el de Santa Fé, ha podido ha- cer inclinar a las dos provincias en que ha tocado por el punto de San Lorenzo." "Seria un abundar si el enviado que habla se detuviese en persuadir a S. E. el señor Goberna- dor, a la Lejislatura de la Provincia, i a toda ella, que la disposición de la de Buenos Aires es la de no separarse un punto de la voluntad i opi- nión jeneral, nivelando su conducta con la de to- da la República, respetando relijiosamente loque se sancionare por mayoría de los pueblos que la integran, i que está pronta a dar todas las prue- bas de franqueza i confraternidad que se crean necesarias para convencer que en sus consejos no entran ideas interesadas ni mezquinas, i que el bien jeneral, el honor i la dignidad de la Repú- blica es el punto céntrico a que se dirijirán todos sus esfuerzos, siendo de ello una prueba dada el haberse puesto a la par de todas las provincias, tratándolas de igual a igual, asi como el digno jefe que la preside tiene adoptada la misma marcha con respecto a los Exmos. Gobiernos de toda la nación, cuya conducta se manifiesta sin asomos de reserva en el lenguaje de la mencionada circu- lar de 20 de agosto". . . . En virtud de esta declaración de principios he- — 1/ — cha de una manera tan solemne por el Enviado de Buenos Aires, la Junta Provincial de San Juan declaró en sesión del 20 de octubre del mis- mo año lo que sigue : "Art. 1.° La Provincia de San Juan autoriza al Gobernador i Capitán Jeneral de la Provincia de Buenos Aires para los negocios de guerra i relaciones estranjeras hasta la reunión del Con- «reso Nacional. "Art. 2.° La provincia de San Juan autoriza igualmente al Gobernador de Buenos Aires pa- ra formar amistad, alianza ofensiva i defensiva con todas las Repúblicas del Continente Ameri- cano, i recabar la cooperacion-a la guerra contra el emperador del Brasil, etc." I como si la junta de representantes de aque- lla provincia temiere que el encargo de las rela- ciones esteriores que hacia al Gobierno de Bue- nos Aires, alejase la reunión próxima del Con- greso, que debia ponerle término, en la misma se- sión en que concedía el encargo provisorio, icón la misma fecha, sancionó con fuerza de lei lo fjue sigue : "Art. Io La Provincia de San Juan declara que no es su voluntad que la nación subsista incons- tituida. "2." En su virtud se decide por la formación de una Convención o Congreso Jeneral que reorga- nice la nación, i la constituya bajo de un go- bierno representativo, republicano federal. "3' La Constitución que dé a la República el 3— 18 — Congreso Jeneral será revisada i sancionada p* la Provincia." El encargo provisorio de las Relaciones Es- tenores, de tal manera depende del arbitrio de los gobiernos de las provincias, que cada vez que en Buenos Aires habia cambio de Goberna- dor, se ha renovado con las mismas condicio- nes con que fué otorgado la primera vez. Por la lei de la Sala de Representantes de la Provincia de San Juan, de 8 de agosto de 1836, se sancio- nó lo que sigue : "Art. Io. La provincia de San Juan renueva la lei de 20 de octubre de 1827, autorizando al Exmo. Sr. Gobernador de Bue- nos Aires D. Juan Manuel de Rosas, para enten- der en los asuntos nacionales de guerra i Relacio- nes Esteriores, hasta que se dé la Constitución qun ha de rejir la República, i para formar alianza ofensiva i defensiva con las demás repúblicas americanas (6)." A continuación de esta lei está reproducido el tratado cuadrilátero, i la de 1833, que conutituyó a San Juan parte integrante de la liga, con la intención manifiesta de recordar al encargado, que en virtud del pacto federal vijen- te, se reservaba el derecho de revocar tal encar- go, invitar a la reunión del Congreso i todos los derechos que emanan de dicho tratado, que en su art. I (7), declara en "su vigor i fuerza los tra- (6) Rejistro oficial déla Provincia deS. Juan, 1836,núm l.°líb-U ( 7) San Juan, febrero 26 de 1833 — La Honorable Sala de Be- presentantes de la Provincia, en uso de la soberanía ordinaria que in- viste, ha acordado con valor i fuerza de lei lo siguiente—Art. •* — 19 — tadofl anteriores celebrados entre los mismos go- biernos ." Asi tenemos pues, en esta providen- cia, mientras fué rejida constitucionalmente, 1.° loá motivos, espíritu i límites del encargo, en la nota del enviado Vargas que motivó la lei de 20 de octubre concediendo al Gobierno de Bue- nos Aires el encargo provisorio mientras se con- voca el Congreso prometido. 2.° Una lei *de la misma fecha, mostrando la mente de la Lejisla- tura de no conceder tal encargo sino hasta la in- mediata convocación. 3.° Renovación del encar- go en la persona del señor Rosas, por lei de 1836, mientras se reúne el Congreso, i 4.° Reproduc- ción a continuación del tratado cuadrilátero i de su aceptación, para hacer coestar los derechos del Gobierno déla Provincia a invitar a Congre- so i a retirar el encargo. Tal es el derecho público escrito que rije no so- lo el encargo de las Relaciones esteriores, sino también la iniciativa en la convocación del Con- greso Nacional. El tratado cuadrilátero celebrado entre las Provincias del litoral de Tos ritos, en 25 de ene- ro de 1822, corroborado por el tratado de 4 Provincia da San Juan se une a la liga de las Provincias litorales, i K compromete del modo mas solemne al cumplimiento de los artí- culos (jne comprende el tratado definitivo de alianza ofensiva i defen- siva do 4 de enero de 1831 ; celebrado en Santa Fe. Art. 2.» El Poder Ejecutivo de la Provincia hará saber oficialmente esta resolu- ción a todas las Provincias hermanas confederadas, contestando de es- te modo a todas las comunicaciones de sus dignos gobiernos a este Nsptrto. Rrjistro Oficial de la Provincia de San Juan. Núm. 4— -jo — de enero de 1031, a que han adherido todas ¡as provincias confederadas, establece como una de las funciones de la Comisión que ha de represen- tar permanentemente en Santa Fe a cada una de las partes contratantes,— "Invitar a todas las de- mas de la República, cuando estén en plena li- bertad i tranquilidad, a que por medio de un Con- greso federativo se arregle la administración del pais bajo el sistema federal, su comercio interiori esterior, su navegación, el cobro i distribución de las rentas jenerales, i el pago de la deuda de la Re- pública" El estatuto provisorio que se dióla provincia de Entre-Rios, en el mismo año 1822 en que firmó el tratado cuadrilátero, da testimonio de este espíritu de dependencia de la convoca- ción del Congreso Jeneral de las provincia?. '•La provincia de Entre-Rios, en el de la Plata, se declara i constituye, con la calidad de por aho- ra, i hasta la sanción i últimas declaraciones de un Congreso Jeneral de todas, sobre la forma de go- bierno, en un formal estado, i gobierno repre- sentativo, independiente, bajo las leyes que por estatutos se establecen." II. "Ella es una parte integrante de las Pro- vincias Unidas del Rio de la Plata, i forma con todas una sola nación, que se reconocerá bajo aquel dictado, u otro que acuerde el Congreso Jeneral, a cuyas deliberaciones se sujeta desde ahora, i promete estar i pasar por ellas sin contra- dicción , asi en esto como en todo lo demás que te corresponde." — 2\ — La guerra civil que desoló la república des- de 1829 hasta 1842, estorbó la realización de este voto unánime i sostenido por todos los pue- blos en todas las épocas i en todas las circunstan- cias. Habría sido de temer, sin duda, que una vez autorizado cualquiera de los gobiernos provisio- nabnente confederados a ejercer parte de las atribuciones del poder ejecutivo nacional, opu- siese resistencias, demoras i obstáculos, con es- te o el otro pretesto plausible, para retardarla convocación del Congreso ; pues que ejerciendo provisoriamente el poder nacional, el ínteres per- sonal del gobernante asi autorizado lo induciría a conservarlo todo el tiempo que fuese posible. Pe- ro contra esta usurpación, por desgracia no sin ejemplo en la historia de los pueblos, ha quedado siempre vijente el tenor literal del tratado cuadri- látero, i el derecho primitivo de los pueblos i de ■his gobiernos que les permite hacer cesar lo que es provisorio, i pedir el cumplimiento de la condi- ción, en virtud de la cual se estipuló la parte del convenio ya cumplido. Los gobiernos confederados no pueden, legíti- mamente, prescindir de laconvocacion de un Con- greso, ni estipular ellos de una manera irrevoca- ble, por la sencilla razón de que no puede sin monstruosidad chocante simularse un congreso de gobernadores para constitu ¡r una nación, por- que seria seguro que estipularían acuerdos en su propio beneficio i conservación. El congreso tie- "e por base constitutiva la elección de Diputa-donad Itoc, elejidos por el pueblo a quien van a constituir. Resulta, pues, déla nota pasada al Gobierno de San Juan por el comisionado de Dorrego, Go- bernador de Buenos Aires, i en cuya virtud se le encargó a él, i después a sus sucesores, lajes- tion de las relaciones esteriores. 1/ : que es "del arbitrio de las autoridades provinciales la elección de la persona que nacio- nal pero provisoriamente se encargue de los ra- mos de guerra i relaciones estranjeras hasta k reunión de un cuerpo deliberante : 2. ° Que en virtud de ser el encargo provisorio es revocable por las mismas autoridades provin- ciales. 3. ° Que el Gobierno de Buenos-Aires, al solici- tar por medio de enviados dicho encargo, "ofre- cía en su persona una garantía contra el peligro de una usurpación abusiva del mando" 4. " Que al pedir la autorización, declaraba que no debia perderse momento para la convocación de un Congreso, condición i término de la soli- citud. 5. ° I último, que el tratado cuadrilátero, que es lei vijente de la Confederación, a mas de darla iniciativa de la convocación del Congreso a cada una de las Provincias, establécelas atribuciones que son de la competencia esclusiva del Congre- so , a saber: — Arreglar la administración jeneral del pais ba- jo el sistema federal. — 23 — — Arreglar su comercio interior i esterior. — Su navegación. _ El cobro i distribución de las rentas jenerales. — El pago de la deuda pública. Desde 1827 en que se anunció por el Gobier- no de Buenos-Aires la próxima convocación del Congreso, i en que las provincias declararon ser su voluntad no permanecer inconstituidas; des- de 1831 en que se reservaba cada una la inicia- tiva de la Convocación, hasta 1850 que está pa- ra espirar, la palabra Congreso parece haber sido abolida de nuestro lenguaje político, i lo que se dió como provisorio i de las circunstancias del momento, tomarse por definitivo i normal. Si hai un gobierno a quien el decoro i la digni- dad de su posición le imponen el deber de no opo- ner resistencias a este antiguo i postergado voto de 'a nación, es el de Buenos Aires, por temor de que la historia lo culpe de querer confiscar en provecho del simple gobernador de una pro- vincia las facultades que solo puede ejercer la nación; por temor de que se crea que arrancó dolosamente a la sinceridad de los Gobiernos de las provincias una concesión condicional, re- suelto a no cumplir jamas con la condición es- presa en cuya virtud se hacia la concesión. Ul- timamente el reproche de usurpación de autori- dad, deque daba garantías la persona de Do- rrego, recaería sobre aquel que obteniendo la misma concesión no reconociese lo que Dorrego reconoció para obtenerla, en su circular del 30— 24 — de setiembre, en que (lió una prueba nada equí- voca en favor de la autoridad de los pueblos '\ " pa- ra convencer que en sus consejos no entran mirm mezquinas e interesadas " siendo de ello una prue- ba dada el haberse puesto (Buenos-Aires con la renuncia a la Presidencia) a la par de todas las provincias, tratándolas de igual a igual. Si esta perfecta igualdad existe, el cargo de usurpación no tiene lugar. Dadas estas bases, que convención posterior ninguna puede desvirtuar ni invalidar porque son la lei pública, el derecho nacional natural i escrito del encargo de las Relaciones Esteriores, séanos permitido entrar en el examen de los acontecimientos posteriores i en los resultados obtenidos por el encargado provisorio. Desde luego salta a la vista que desde 1827 en que se hizo la autorización provisoria, han trascurrido, hasta 18-50, veinte i tres años sin que la condi- ción sine qua non de la convocación del indis- pensable Congreso haya tenido lugar; i como en 1850 no se habla ni por incidente de la in- tención de convocarlo, la razón natural induce a creer que en 1860 aun no se hablará de tal ins- titución. ¿El estado actual provisorio, aconseja- do i pedido por el Gobierno de Buenos-Aires, a condición de convocar un Congreso, será la lei definitiva- de la nación? ¿La República se ha es- cojido una capital, sin que se sepa el dia ni h época en que tuvo lugar tal determinación? ¿Las Provincias han renunciado a su derecho no solo — -Jo — (le ser oidas, sino de dar sus órdenes a sus encar- dados, i reunidas en Congreso proveer a las nece- sidades de todas i cada una de ellas? ¿Porqué anomalía monstruosa sucede que una República representativa federal, no tiene Congreso, mien- tras todas las Repúblicas americanas lo tienen, i aun los gobiernos despóticos del Austria i de la Prusia han aceptado u otorgado constituciones que reglan el ejercicio de los poderes, i aseguran la libre espresion de la voluntad de los goberna- dos, representados debidamente en Asambleas j Congresos ? Recomendamos estas consideraciones a todos los ciudadanos federales de la República Ar- jentina. Sobre ellos pesa el cumplimiento de sus propias promesas, sobre ellos la decadencia de la República, su atraso en relación con las otras americanas. El tiempo que pasa agrava la situa- ción, cada dia el mal se hace irremediable i el estado provisorio que subsiste por veinte i tres años, puede subsistir indefinidamente ; i las Pro- vincias quedar en lo sucesivo a merced de los diversos gobernadores de la ciudad de Buenos Aires. La necesidad de la convocación inmediata del Congreso que resulta del estudio del dere- cho, no es ménos imperiosa que la que nace del examen de los hechos actuales. ¿ Cuál es la situa- ción actual de la República ? Nuestras armas si- tian a Montevideo hace ocho años. Semejante duración es casi sin ejemplo en la historia de las 4— 26 — naciones. Nuestro encargado provisorio de las Relaciones Esteriores ha creido comprometida la dignidad nacional en restablecer de viva fuer- za en la autoridad legal de una nación estraña al Jeneral Oribe. Ocho años ha corrido la san- gre arjentina en una guerra exterior ; ocho años hace que la Francia i la Inglaterra han toina- de parte en estas disidencias. Ocho años ha que a causa de ellas la Francia tiene en su poder un punto importante de nuestro territorio ; i ocho años hace a que las rentas de la nación, sus fuerzas,'su enerjia se agotan i aniquilan en pro- secución de aquella empresa. Acaso el dere- cho está de nuestra parte ¿ pero debemos pro- longar para siempre este estado de cosas? ¿No pudiera buscarse un desenlace que dejase bien parado el honor nacional, ahorrándonos para lo sucesivo las calamidades de un estado perma- nente de guerra, i las humillaciones que en las vicisitudes de los acontecimientos humanos, es- tán reservadas, no para el. injusto sino para el dé- bil ? Si somos fuertes ¿ por qué no hemos podi- .doen ocho años ocupar una ciudad despoblada, consumida por las disensiones i la miseria? i si somos fuertes ¿ por qué no emplear nuestras fuer- zas en constituirnos de manera que todas las par- tes constituyentes del estado gocen de las mis- mas ventajas ? ¿Tememos que las potencias estranjeras con- quisten nuestro territorio ? Pero esto es precisa- mente el mal a que nos espondriamos, negando- — 27 — nos a toda transacción i a todo arreglo que no sea someter a los otros poderes contrincantes a hacer lo que nosotros queremos. El único resul- tado claro qne han dado ocho años de luchas, hasta hoi estériles, es que nuestros ejércitos es- tén fuera de los límites de la República, i que la Francia retenga en su poder la Isla de Mar- tin Garcia, que es la llave del pais. Si nuestro honor está comprometido en la lucha, ¿lo está por ventura en reconocer ciegamente como la única conducta buena, aquella que sigue el En- cargado de las Relaciones Esteriores? ¿Amanci- lló su honor la orgullosa Inglaterra, desaproban- do altamente la conducta de sus encargados en los asuntos del Plata, Mandeville, Purvis, Ou- sseley ? Se ha degradado la Francia descono- ciendo los actos de Deftaudis, Gross, de Ma- reuil, Leprédour? ¿ I lo que tan grandes nacio- nes han podido hacer sin mengua para satisfa- cernos de sus buenas intenciones, no podríamos hacer nosotros ante ellas i el mundo para que se viese que no era obstinación ciega, ni terquedad irreflexiva lo que nos impulsa a llevar el man- tenimiento de lo que creemos de nuestro dere- cho, mas allá de los límites que la prudencia i « interés nacional exijen ? Lejos de nosotros la idea de exijir una des- aprobación de la manera cómo se ha desempeña- do el encargo provisorio ue mantener las rela- ciones esteriores, hecho al Gobierno de Bue- nos Aires ; pero nada parece mas natural quelas Provincias que lo encargaron, reunida:» en Congreso, reasuman la comisión, pidan cuta, ta del encargo, oigan por sí mismas las quejas de las otras potencias, den la razón a quien la tenga, i adopten cualquiera temperamento que conduzca a conciliar el honor i la gloria de la Confederación con su progreso i sus intereses destruidos por esta guerra sin fin. Un encarga- do irresponsable corre riesgo de abandonarle en lajestion délos negocios públicos, a los ím- petus de su carácter personal, i dar por cuida- do de los intereses de la nación, celo por su glo- ria, lo que acaso no es mas que terquedad,or- gullo, i falta de habilidad i prudencia. CAPITULO lí. LAS PROVINCIAS UNIDAS Del Rio de la Piala, el Paraguay i la República del Uruguay. Para darnos idea de la'gravedad de los nego- cios que reclaman imperiosamente la convocación de un Congreso Jeneral que ponga término a la lucha que por tantos años ensangrienta las már- jenes del Rio de la Plata, debemos tener en cuen- ta los diversos poderes interesados en su desenla- ce, i los altos intereses que deben ser atendidos. No es solo una cuestión de la Confederación Ar- jentina la que se debate, sino la de las antiguas Provincias Unidas del Rio de la Plata, i a mas otra con la Francia que ha hecho nacer la inje- rencia que sus" nacionales emigrados a América han tomado en los asuntos de Montevideo. Si las provincias que componen hoi la Confederación Arjentina, consultando la paz i esperando desde •Mion próximo desenlace, han podido abando- ■W, sin trabas, la jestion de sus Relaciones Este-_ :)o — riores a su Encargado provisorio, no seria justo exijir a Montevideo i al Paraguai que se sometan a la decisión i a la voluntad de dic ho Encargado, sin que las provincias confederadas traten de bus- car por sí mismas i reunidas en Congreso un me- dio de avenimiento i arreglo. La voz pública atribuye al Encargado de las Relaciones Esteriores el secreto designio de reu- nir el Paraguai i el Uruguai a la Confederación Arjentina. Créese que el jeneral Oribe, sometido al Gobierno de Buenos Aires de diez años a esta parte, obrando con fuerzas Arjentinas, no podría, aunque quisiera en adelante, sustraerse a la in- fluencia del Gobierno de Buenos Aires que lo lia elevado i lo sostiene en sus pretensiones. Cual- quiera que la verdad sea a este respecto, el hecho es que la República del Uruguai ha estado por diez años i permanece complicada en intereses i pasiones de partido con la Confederación Ar- jentina; que su independencia definitiva no ha podido hacerse efectiva en el hecho, estor- bándolo la naturaleza de las cosas, los-hábi- tos comunes a ámbos pueblos, i sus verdaderos intereses. Apreciando en su justo valor los desastres de que ha sido víctima Montevideo, lasinjentes for- tunas destruidas, la campaña asolada i los milla- res de cadáveres que ha costado esta fatal guer- ra, el observador entristecido se pregunta, si en el orden actual de cosas, i con una pacificación que no remedie radicalmente los males, podrán — ai — Montevideo i Buenos Aires, desligados de todo vínculo político, permanecer largos años en paz, sin renovar sus querellas, i envolver el pais en nuevos desastres. ¿Qué es lo que ha sucedido hasta aquí? El Uruguai dividido en partidos, aji- lado por las ambiciones de sus caudillos, no ha podido desprenderse de las Provincias Unidas de que fué segregado. La ambición del jeneral Ri- vera le hizo llamar en su auxilio a los Arjenti- nos que por millares estaban asilados en Monte- video; i el jeneral Oribe, para reponerse de su vencimiento, buscó naturalmente el apoyo del Gobierno de Buenos Aires. Como se vé, i sin ca- racterizar ninguno de estos hechos, la fuerza mis- ma de las cosas atraía al Uruguai en sosten de sus bandos políticos nacionales, las influencias i las fuerzas Arjentinas ; i este hecho se repetirá siem- pre , con iguales consecuencias desastrosas para el Uruguai como para la Confederación Arjenti- na; pues a nadie se oculta que las luchas entre Oribe i Rivera de que procedió la guerra actual, nos cuestan millares de vidas arjentinas, todos los recursos de la nación sacrificados durante diez años al empeño de restablecer a Oribe ; i la pa- ralización de nuestro progreso, por laestenuacion de las provincias i la falta de recursos para em- prender las obras de utilidad pública, que facili- ten el comercio, como apertura de caminos, ca- nales, navegación por vapor, etc. Que si consideramos al Uruguai en completa paz con la actual Confederación Arjentina, losmales que es fácil preveer no son menores que lu> que provienen de la guerra. Montevideo i Buenos Aires situadas a la embocadura del Rio de la Pía- ta, recibiendo cada una de primera mano las mer- caderías europeas, lucharán cada una de por sí por absorverse el comercio del Rio, servir de al- macén de depósito a las mercaderías, de centro del intercambio de productos, i por una ruinosa competencia de favores i ventajas ofrecidas al co- mercio, o promoviendo disturbios en el Estado vecino, trabajarán por arruinarse recíprocamen- te. Hai quienes crean que la prolongación del si- tio de Montevideo por ocho años consecutivos, no obstante la superioridad de las fuerzas sitiadoras i la miseria i la debilidad de los sitiados, tiene en vista arruinar lentamente a Montevideo, en be- neficio de Buenos Aires ; i si este pensamiento es fundado, puede decirse que el resultado lia ido mas allá de lo que una política de destrucción po- día prometerse. Sitiados i sitiadores, Orientales i Arjentinos, amigos i enemigos, nacionales i ex- tranjeros, todos han puesto la mano en la ruina del Estado Uruguayo. Oribe para mantener un numeroso ejército ha diezmado los ganados; sus enemigos han asolado las campañas, la ciudad se ha despoblado sus edificios i plazas públicas han sido vendidos a vil precio, empeñadas sus rentas, destruido su comercio, i un montón de ruinas re- emplazado la pasada prosperidad de Montevideo. Si Oribe penetra en Montevideo, es claro q«e con él penetra la influencia arjentina, en despe- — 33 — cbo de los odios confesados u ocultos que labran a los orientales. ¿Si la influencia arjentina no triunfa, se estará quieto el Encargado délas Re- laciones Exteriores, sin estar tramando secreta- mente nuevas complicaciones al Estado Oriental? La posición del Paraguai con respecto a Bue- nos Aires-no es menos precaria i azarosa. Aque- lla remota porción del antiguo virreinato de Bue- nos Aires tuvo para declararse independiente, que sacrificar su comercio, su civilización i en- tregarse a un tirano sombrío, que excitando el sen- timiento de la independencia i el odio a los Ar- jentinos i a los estranjeros, redujo ala esclavitud Mi espantosa a sus conciudadanos ; porque es la práctica de todos los tiranos, apoyarse en un sen- timiento natural pero irreflexivo de los pueblos, para dominarlos. El nombre del doctor Francia solo recuerda hoi todos los excesos, todas lascruel- dades de un déspota. Muerto el tirano, el Para- guai después de treinta años de degradación i de miseria, se encuentra en los mismos conflictos con las Provincias Arjentinas, i sin haber avanzado un paso en su imposible conato de ser indepen- diente. Colocado aquel territorio en el interior de la América, a la márjen del rio de su nombre, «ene cuatrocientas leguas de rios arjentinos para ponerse en contacto con el comercio europeo. Su "iterposicion en el tránsito de los pueblos arjenti- "os lo hace ademas un obstáculo para el desarro- llo de estos últimos. Salta, Tucuinan i Jujui ten- Jfiun hoi una viu acuática por el rio Bermejo, si— 34 — el doctor Francia no hubiese aprisionado a] be. nemérito Soria, que emprendió con suceso lana- vegacion de aquel rio hasta los confines del Para- guai, donde fué detenido (8). La Confederación Arjentina tiene, pues, un interés real en evitar para lo sucesivo estos tropiezos opuestos a su comercio, como asimismo el Paraguai tiene interés en ligar- se con la Confederación Arjentina para gozar de igual a igual con Buenos Aires de las ventajas del comercio europeo. Esta dependencia de la Confederación es co- mún a la República del Uruguai, cuya arteria principal de comercio interior es el Uruguai mismo con sus tributarios que desembocan arri- ba de la Isla de Martin García, i por tanto queda subordinado como el Paraná, a la lejisla- cion que le imponga el Estado poseedor de aque- lla isla que sirve de fortificación de la entrada de los rios. De todas estas consideraciones resulta que la solución que haya de darse a la cuestión del Pla- ta, no debe en justicia i en previsión de males futuros, entregarse a la dirección de un Encarga- do provisorio, a quien puede cegar su propio in- terés, o el de la provincia confederada queri- je. En esta solución final han de consultarse los intereses de cada una de las Provincias que forman la Confederación Arjentina, los de la Re- pública del Uruguai i los del Paraguai, todas i (8 Véase la Relación del Viaje de Soria. — 35 — rada una interesadas en hacer un arreglo de sus. relaciones comerciales, de la navegación de sus rios i de su independencia recíproca, sin sacrifi- car los intereses de todas las Provincias al interés de una de ellas, ni el de todos los Estados con- trincantes al de uno solo. Este temperamento, a mas de aconsejarlo la estricta justicia, lo reclama el estado actual de la lucha. El Encargado provisoriamente de las Relaciones esteriores, no obstante la enerjia de los medios empleados, no obstante los inmensos recursos que la Confederación ha puesto en sus manos, no obstante el inaudito poder con que ha sido investido, hasta poner las vidas i las fortunas de los ciudadanos a su disposición, no ha po- dido en diez años de guerras desastrosas, de ne- gociaciones diplomáticas mil veces anudadas i rotas otras tantas, terminar estas diferencias. Después de diez años, el Jcncral Oribe, a quien creyó del deber i del interés de la Confederación Arjentina restablecer en el mando, está fuera de Montevideo ; i en estos diez años tan calamitosos para la Confederación i para el estado del Uru- guay nosolo Montevideo no ha sido sometida sino que nuevas complicaciones han surjido. El Pa- raguay permanece como en 1812, sin situación política, i lo que es mil veces peor, una potencia extranjera ocupa a título de rehenes, un punto ■mportante de la República. El pabellón dé la Francia flota sobre las fortalezas de Martin Gar- cía! No maldigamos de la Providencia que dis-— :i6 — pone i dirije los acontecimientos humanos. Do ploremos nuestros propios estravíos, que han concitado contra nosotros tantos intereses i tan- tas pasiones; pero antes de entregarnos al desa- liento, busquemos el medio de conciliar nuestra dignidad nacional con los intereses de los demás, i sacar del mal mismo de que somos víctimas, el remedio que ha de estorbar en lo sucesivo la re- petición de iguales calamidades. Acaso la Provi- dencia ha querido favorecernos, poniendo lími- tes forzosos a nuestros deseos desordenados, i ligando de tal manera intereses diversos, que de la solución que las circunstancias del momeóte exijen, resulte la prosperidad de los estados del Rio de la Plata, i la libertad de los pueblos que los forman. La República del Uruguay, como la Provincia emancipada del Paraguay, repugnan someterse a la antigua dependencia en que antes estuvie- ron de Buenos Aires. Montevideo no tiene sino motivos de desconfianza i de odio contra su rival de comercio i de posición en el Rio de la Plata. El Paraguay i el Uruguay no tienen interés al- guno que las ligue a Buenos Aires, que está fue- ra de sus rutas naturales de comercio. Estos dos estados no tienen ademas ningún motivo de de- ferencia por nuestro encargado de las relaciones esteriores, cuyo nombre, cuya política, cuya vo- luntad, cuyo sistema de gobierno aparece hace quince años, como la espresion legal del nom- bre, de la política, de la voluntad i del sistema — 37 — de gobierno de la Confederación arjentina. El Gobierno de Montevideo, como eljeneral Oribe mismo, como el del Paraguay, se negarían a en- tregar sus destinos en las manos de nuestro en- cargado provisorio de las Relaciones esteriores. La ciudad comerciante de Montevideo resistirá ahora i siempre a someterse a su rival la ciudad comerciante de Buenos Aires. El derecho escrito , por otra parte, de las frac- ciones del antiguo virreynato de Buenos Aires separadas mas tarde, establece perentoriamente esta independencia. En la convención celebrada el 11 de octubre de 1811, éntrelas Juntas gu- bernativas de Buenos Aires i del Paraguay (9), se establece, art. V, que "Por consecuencia de la independencia en que queda esta Provincia del Paraguay de la de Buenos Aires, conforme a lo convenido en la citada contestación oñeial del 28 de agosto último, tampoco la mencionada Exma. Junta pondrá reparo en el cumplimiento i ejecución de las demás deliberaciones tomadas por esta del Paraguay en junta jeneral, confor- me a las declaraciones del presente tratado ; i bajo de estos artículos, deseando ambas partes contratantes, estrechar mas i mas los víncidos i empeños que unen i deben unir ambas Provin- cias, en una federación i alianza indisoluble, se obliga cada una por la suya no solo a conservar (*) Esta convención fué firmada en la Asumpcion del Paraguay por I). Ful jencio Yedros, el Dr. Francia, el Jeneral Belgrano, D. 1 «1ro Juan Caballero ¡ el Dr. D. Vicente Echevarría.— 38 — i cultivar una sincera, solida i perpetua amistad, sino también a auxiliarse mutua i eficazmente con todo jénero de auxilios etc. " No es "menos esplícita en punto de indepen- dencia de Buenos Aires la Convención prelimi- nar de paz entre el Brasil i la República arjen- tina que aseguróla independencia de Montevideo, "tít. V. El Gobierno de la República arjentina concuerda en declarar por su paite la indepen- dencia de Montevideo i en que se constituya en Estado libre o independiente en la forma decla- rada en el artículo antecedente (baja la forma de Gobierno que juzgare conveniente a sus inte- reses, necesidades i recursos)". "Art. X....... Siendo un deber de los dos Gobiernos contratan- tes auxiliar i protejer a la Provincia de Monte- video hasta que ella se constituya completamente, convienen los mismos gobiernos en que, si antes de jurada la constitución de la misma Provincia i cinco años después la tranquilidad i seguridad fuese perturbada dentro de ella por la guerra ci- vil, prestarán a su gobierno legal el auxilio nece- sario para mantenerlo i sostenerlo. Pasado el plazo espresado, cesará toda la protección que por este artículo se promete al gobierno legal de la Provincia de Montevideo ; i la misma que- dará considerada en perfecta i absoluta inde- pendencia." Estas clausulas de la Convención preliminar ajustada, necesitan para su intelijencia i alcance ser comparadas con las de las redacciones di- — 39 — versas que en el curso de la negociación recha- zaron constantemente como inadmisibles los negociadores arjentinos, i entre las cuales se encuentra esta: "Las partes contratantes se obli- gan a abstenerse por sí, de toda injerencia di- recta o indirecta i a estorbar de común acuerdo, con todos sus medios, la injerencia de cualquiera otra potencia europea en la formación de la constitución política y gobierno que los habitan- tes de dicho estado juzguen conveniente esta- blecer. El será rejido por autoridad del propio pais ejercida por sus naturales—será asi mismo declarado incapaz de ser incorporado a otro pais por sumisión, o por federación o de cualquiera otra forma a ningún otro estado europeo o ame- ricano." Rechazado este artículo que imponía límites a la independencia i a las futuras formas de go- bierno que la provincia de Montevideo quisiese darse, según se lo aconsejasen sus intereses, re- sulta demostrado que la república del Uruguay, si asi fuere su voluntad, puede asociarse en fede- ración a otro estado, sin traspasar los límites intereses de los estados del Plata ? PfiwnMltalW igualmente a la ciudad de Montevideo, cuya suerte depende de auxilios estranjeros, <|iie *lf un dia a otro puede por la suerte ser entrega*» — 41 — a la merced de su enemigo, si en lugar de con- tinuar su ruina prolongando su agonía, en lugar de someterse a su rival Buenos Aires, no se en- contraría bien servida formando parte de un grande Estado, cuyas leyes fuesen igualmente equitativas para Buenos Aires, como para Mon- tevideo, poniendo término al estado provisorio de la Confederación Arjentina, que dá existen- cia al poder provisional pero terrible e ilimitado de que está investido el encargado de las rela- ciones esteriores? Nuestro ardiente deseo de ver terminarse una lucha fratricida que tiene escandalizado al mun- do, avergonzada a la América, aniquilada la ri- queza de Estados que debieran ser florecientes, i aherrojada la libertad de los pueblos que mas sacrificios han hecho por dársela, no nos alucina hasta creer que todas las partes interesadas aco- jerian con ardor la solución que ofrecemos a la Mtuacion actual. No! No es asi como obran de ordinario los gobiernos ni los partidos. El grito de las pasiones sufoca casi siempre la voz tem- plada de la razón, i el ínteres personal del ambi- cioso se antepone de ordinario al interés dura- dero de la patria. Proponemos una transacción, randada en la natui'aleza de las cosas i afortu- nadamente Estado alguno de los comprometidos la lucha es dueño de su voluntad en este mo- mento. El jeneral Oribe depende del encargado 'le las Relaciones Exteriores, que lo sostiene. El encargado provisorio depende de los gobiernos 6— 42 — . de las provincias confederadas que le confiaron el poder de representarlas, y pueden retirárselo. El Paraguay está subordinado a la embocadura de Jos rios que le sirven de intermediarios con el comercio europeo. Montevideo depende de los subsidios que la Francia le adelanta para soste- nerse. La Confederación Arjentina, el Paraguay i la república del Uruguay están en fin depen- dientes de la posesión de la isla de Martin Gar- cía, que es la llave del comercio del Uruguay, i el Paraná i por tanto de los intereses de Monte- video, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Entre Rios, el Paraguay i todas las provincias enteras. No hablemos, pues, de derechos imprescrip- tibles; no busquemos en una tenaz i culpable obstinación la solución de las dificultades que nos asedian. Tomemos consejo de las circuns- tancias, i demos a cada uno lo que lejitimamente tiene derecho de exijir, sin perjudicar a los (le- mas. Si la violencia ha de emplearse para com- peler a una transacción, que sea la que imponga la voluntad del mayor numero al menor. Nues- tro derecho escrito así lo establece. El gobierno de Buenos-Aires, al solicitar de las provincias el encargo provisorio de las relaciones esteriores, prometió solemnemente "ponerse al nivel de las provincias" "respetar relijiosamente lo que san- cionase la mayoría de los pueblos que reintegran la república". . . ."por cuanto ha dado pruebas nada equívocas en favor de la autoridad de los — 43 — pueblos (10)'". Loa Estados Unidos de Norte América, tan celosos de sus libertades de estados confederados, sancionaron al organizar la Fede- ración, que si las tres cuartas partes de los Estados reconocían la Constitución, estos compelerían por la fuerza de las armas a los disidentes a con- formarse con ella. Las Provincias Arjentinas reu- nidas en Congreso,iel Paraguai i los di versos parti- dos que luchan en las murallas de Montevideo, pue- den, pues, compeler con sus armas i el auxilio de la Francia a someterse a la decisión del Congreso Jeneral, a cualquier Gobierno que abusando de su fuerza i de suposición, se negase por intereses particulares, suyos o de su provincia, a entrar en un arreglo definitivo de este triste estado de cosas, que ha hecho del Rio de la Plata la fábida del mundo, i un caos de confusión i de desastres. Lejos de nosotros la idea de querer someter a la República del Uruguai, ni al Paraguai a con- diciones que no hayan sido libremente discutidas i aceptadas por ellos. Lejos de nosotros la ruino- sa idea de querer que Montevideo abdique su rango i sus ventajas comerciales en favor de Bue- nos-Aires, su rival de posición, como tampoco que el Paraguai acepte las condiciones que para su libre comercio quieran imponerle las ciudades riberanas de los rios que median entre su terri- torio i el mar. Por esto es que pedimos la reunión ÍW Véase la nota citada del enviado Vargas, en cuya virtad se concedió al gobirrno de Buenos Aires le encargo de las Relaciones «tenores.— 44 — de un Congreso Jeneral, en que todos los intere- ses sean atendidos, i que el pacto de unión i fe. deracion se establezca bajo tales bases, que to- das las partes contratantes encuentren garantías de ser respetadas en sus intereses i libertad poli- tica i comercial. En virtud de estos mismos prin- cipios, el Encargado de las Relaciones Esteriores debe cesar por la convocación inmediata del Con- greso, cuya ausencia se propuso suplir por solo algunos meses. Las grandes ciudades Montevi- deo, Buenos Aires, ni la Asumpcion del Para- gnai pueden servir de centro a las negociaciones, porque ellas son las que han sostenido i alimen- tado entre sí la lucha que por tantos años ha de- vorado la sustancia de los pueblos; i el espíritu de conciliación que debe presidir a este deseado arreglo, como el estudio de los intereses vitales de cada una délas provincias confederadas, aconse- jan que se remuevan desde ahora todos los moti- vos de celos, de irritación, i todos los recuerdos desagradables que puedan obstar a la pronta pa- cificación del Rio de la Plata, i a la organización definitiva de la Confederación. Lo que no es sino una previsión natural con respecto a la influencia de aquellas ciudades se convierte en un hecho, cuando se aplica al En- cargado de las Relaciones Esteriores, quien, cual- quiera que sea el patriotismo que le atribuya- mos, sus antecedentes, su posición, le obligan a seguir fatalmente en adelante la misma línea de conducta que ha seguido en diez años. Por otra — 45 — parte, e l Encargado provisorio, debiendo concluir en su encargo en el momento que se nombre i reúnaun Congreso, su interés personal, cuales- quiera que sus virtudes sean, le inducirá aoponer obstáculos a la cesasion del poder que inviste, pues aunque provisorio, están estenso e ilimitado, como no seria si fuese duradero i regular. En 1833, el jeneral Quiroga exijió la convocación del Congreso, retardada desde 1829 por nuestras di- sensiones ; i no obstante que entonces la Repúbli- ca gozaba de completa paz interior i la opinión fe- deral habia triunfado en el Gobierno de todas las Provincias, el de Bueno*-Aires encontró i espuso razones mas o ménos plausibles para oponerse a ia deseada convocación, con el fin, es preciso no disimulárselo, de perpetuar el Encargo délas Re- laciones Esteriores de que estaba en posesión i de quepodria exonerarlo el Congreso. El voto, pues, del Gobernador de Buenos Aires, contra la in- mediata convocación del Congreso, seria, no nos cansaremos de repetirlo, sospechoso de intentar la usurpación del Poder, contra la cual protestaba el Coronel Dorrego, al solicitar el dicho encargo.CAPITULO III. LA CAPITAL De los Eslados-lnidos del Rio de la Plata. Hai un hecho notable en la historia de la Re- pública i déla Confederación Arjentina, i es que nunca ha reconocido una capital, i que el partido federal se opuso a la constitución unita- ria de 1826, porque Buenos-Aires era designa- do como centro de los poderes políticos que dicha constitución creaba. Los enviados del Coronel Dorrego a las Provincias, inmediatamente des- pués de la disolución del Congreso de 1826, a fin de recabar de los Gobiernos federales el en- cargo provisorio de los ramos de guerra i relacio- nes estranjeras, indicaron a nombre del gobier- no de Buenos-Aires como punto de reunión del próximo Congreso, a San Lorenzo, o Santa Fé, ambos puntos fuera del territorio de Bue- nos-Aires, a fin de no herir las susceptibili- dades de las Provincias; i aunque el Enviado cerca del Gobierno de San Juan se inclinase a hacer preferir a San Lorenzo, la Convención de .._ 47 — Diputados se reunió en Santa Fe, como punto mas independiente de Buenos Aires. El tratado cuadrilátero adicionado que sirve de pacto pro- visorio déla actual Confederación Arjentina, a mas de establecer la obligación de cada Provin- cia contratante, de invitar a Congreso en el mo- mento que la paz interior se restableciese, esti- puló en sus artículos adicionales de 1831 que: "Interin durase el estado de cosas, i mientras no se restablezca la paz publica en todas las Provincias de la República, residirá en la Capi- tal de Santa Fé una Comisión, compuesta de un Diputado por cada una (lelas Provincias litora- les, cuya denominación será Comisión ' Represen- tativa de los Gobiernos délas Provincias litorales de la República Arjentina, cuyos Diputados podrán ser removidos al arbitrio de sus respectivos Go- biernos cuando lo juzgasen conveniente, nom- brando otros inmediatamente en su lugar (11)". Citamos esta cláusula para mostrar cuál fué el pensamiento dominante de los pueblos con respecto al lugar adecuado para la reunión de un Congreso deliberante. Aquellos motivos, aca- so infundados de temor a la influencia demasiado poderosa de Buenos-Aires, tomar» hoi nueva fuer- za de la circunstancia de ser aquella ciudad 'a residencia del Encargado de los Negocios Es- teriores, facultad o con la suma del poder público por lalejislatura provincial ; en virtud de la cual, (Ü) Art. XV del tratado celabrado entre los Exmos. Gobiernos de provincias litorales de Buenos-Aires, Santa Fé i entres-Rios, en ""«a Fe a 4 de Enero de 1831.— 48 — los Diputados al Congreso deliberante quedarían por solo el hecho de estar en la ciudad de Bue- nos-Ai res, bajo el réjimen de dependencia del poder absoluto que inviste el Gobernador de aquella Provincia, i por tanto, privados de toda independencia en la emisión por la prensa i en la tribuna de sus opiniones. Ni se concibe cómo un Congreso que puede residenciar al Encargado de las Relaciones Esteriores sobre el uso que de tal encargo ha hecho en veinte i. tres años, pue- da estar bajo la jurisdicción irresponsable de ese mismo Encargado. Pero la cuestión toma mayor gravedad cuando se considera que van a arre- glarse en este Congreso las diferencias que exis- ten entre las ciudades de Buenos-Aires i Monte- video, i a dar su lejítiina representación no solo a cada una délas Provincias de la Confedera- ción, sino al Paraguay, i tanto los Orientales que siguen las banderas del Jeneral Oribe, como a los Orientales que se defienden dentro de las mu- rallas de Montevideo. Ni seria fuera de propósi- to que los arjentinos que están espatriados en el Brasil, Uruguay, Chile i otros puntos, hiciesen oir su voz, en cuestiones que son de interés je- neral, i que por la naturaleza misma.del asunto tienen por base reconocer los principios federales como única base posible de unión que admiti- rían el Paraguay i Montevideo. El locai para la reunión del Congreso Jene- neralj ha de estar de tal manera situado, con ta- les garantías resguardado, que todas las opiniones — 4!) — se hallen en completa libertad, todos losintere- reses respetados, i todas Jas susceptibilidades puestas a cubierto de cualquier viso de humilla- ción. Si no existiera este lugar privilejiado en el Rio de la Plata, debiera inventarse uno que estuviese al abrigo de toda conexión e influencia de los diversos Estados. Si no hubiese una nación que por su respetabilidad pudiese garantir este terreno neutro, debiera invocarse la protección de alguna de las que han tornado parte en la cuestión del Plata. Afortunadamente el local existe, i es celebre ya en la historia de las co- lonias españolas por la reunión de los Diputados de las coronas de España i Portugal, para tran- sijir por medios de convenios amigables prolon- gadas cuestiones de límites i poner como al pre- sente término a guerras asoladoras. La nación garante de la libertad de las discusiones del Con- greso, posee este punto del territorio, i el medio de hacérselo devolver a la Confederación, seria ponerse en posesión de él el Congreso Jeneral , quedando desde ese momento sometido a su ju- risdicción. Hablamos de la Isla de Martin Gar- cía, situada en la confluencia de los grandes rios 1 cuya posesión interesa igualmente a Buenos- Aires, a Montevideo, al Paraguay, a Santa Fe, Entre Ríos i Corrientes, cuyo comercio está su- bordinado al tránsito bajo las fortalezas de esta Isla. Ocupándola el Congreso, la ocuparán al mismo tiempo todas las Provincias, todas las «udades interesadas, todos los Estados coufe- 7— M — deiados. Ocupada la Isla central por el Congrí so, quedaría garantida la libertad comercial de todos los estados contratantes, sin el peligro (pie boi subsiste de que devuelta a la jurisdic- ción de! Gobierno de Buenos-Aires, la liber- tad comercial de Entre Rios, Corrientes, Sania Fé, el Paraguay i el Uruguay, sea en lo sucesi- vo sometida a las regulaciones que quiera im- ponerles en su propio provecho el Gobierno poseedor de la isla fortificada i dejar coa esto sub- sistentes motivos de conflictos futuros. I siendo una la cuestión principal por no decir la dificultad mas seria que en todos paises i en todos tiempos ha ofrecido la unión de diversos Estados o provincias en una federación, la ciu- dad capital que deje a cada tina de las partes contratantes en toda la libertad a que por este sistema aspiran, todo nuestro estudio dirijido por la mas severa imparcialidad debe consagrar- se a examinar si la Isla de Martin García, colo- cada hoi por las circunstancias fuera de la in- fluencia de los Gobiernos Arjentinos, puede ser- vir de capital permanente de la posible Union, i sí por su colocación jeográfica es el centro administrativo, económico i comercial, forzoso indispensable, para asegurarla reciprocidad de ventajas que los Estados Confederados deben prometerse de su unión. Téngase presente que la Gran Federación de los Estados-Unidos, el modelo de las Repúbli- cas moderna*, i el tipo que tuvieron a la vista |,,s ícek'ialt's de las Provincias Unirlas del Rio déla Plata, tropezaron con la misma dificultad que la República Arjentina encontró desde los principios para constituirse. Como en las márje- nes del Rio déla Plata Buenos-Aires, a orillas del Atlántico Nueva York, era en la época de constituirse los Estados-Unidos, la ciudad mas rica, mas populosa, i por tanto mas influyente de las colonias inglesas emancipadas; pero a causa de esta misma superioridad los demás Es- tridos i las ciudades de Filadelfia, Baltimore, Boston,etc., se negaban tenazmente a aumentar la desproporción de poder e influencia que existia naturalmente entre ellas i Nueva-York, dando a esta última mayor poder haciéndola la residen* cia de los poderes federales. La prudencia de los patriotas norte-americanos halló al fin en la crea- ción de una nueva ciudad , Washington, para que sirviese de capital a la Union, un espediente pa- cífico (jue concíbase las pretensiones opuestas de las diversas ciudades que pudieron entrar en la asociación sin sentirse dependientes las unas délas otras. Nueva-York, Boston, Baltimore, etc., quedaron en posesión de todas sus ventajas deposición, riqueza i comercio, dependiendo so- lo de las leyes jenerales de la improvisada Capi- tal. Martin García llenaría aun mejor que Wa- shington entre nosot ros el importante rol de servir de centro administrativo a la Union. Por su con- dición insular esta independiente de ambas már- jenes del rio ; por su posición jt ográfica esla adua-— 52 — na común a todos los pueblos riberanos entrando desde ahora en mancomunidad de intereses, co- merciales i políticos el Paraguai, Corrientes, Santa Fe, Entre-Rios i la República del Uru- guay; por su situación estratéjica es el baluarte que guarda la entrada de los rios; i puesta bajo la jurisdicción del Gobierno jeneral de la Union, será una barrera insuperable contra todo ama- go de invasión. Las ciudades de Buenos-Aires i Montevideo, rejidas por unas mismas leyes co- merciales, quedan en ambas riberas de la boca del Plata gozando, como no han podido gozar hasta aquf, de las ventajas de su contacto con el comercio europeo, a causa de la rivalidad que abrigan i que las hace propender a engrandecer- se la una con ruina de la otra. Bastarían a nuestro juicio estas ventajas pa- ra decidir en favor de la capitalización de Mar- tin García, aun a aquellos que menos simpa- tías tengan con el sistema federal. Mas ha i otra* consideraciones que deben tenerse presente pa- ra la resolución de este grave asunto, i que trataremos de esponer detalladamente. La ri- queza de las naciones, i por consecuencia su poder, provienen de la facilidad de sus comu- nicaciones interiores, de la multitud de puertos en contacto con el comercio de las otras nacio- nes. La Francia, por ejemplo, en Europa debe su esplendor a las vias de comunicación fluvial que le permiten esportar sus productos con poco recargo de costos de trasporte por el Loire i el — m — Garona al Atlántico, por el Sena al canal de la Mancha, por el Ródano al Mediterráneo, por el Rin al Zuiderze, o mar del norte que la pone en comunicación con el Báltico. Sus numerosos puertos en tres mares distintos la hacen el cen- tro de un vasto comercio, con el Levante i Africa por Marsella, con América por Burdeos i el Havre, por la costa del Rin, con la Alemania, la Holanda i la Beljica. El canal del Langue- doc establece entre el Ródano i el Garona una vía de comunicación interior que facilita por el corazón de la Francia el trasporte de un mar a otro de las mercader ías. La Inglaterra por su for- ma insxilar presenta puertos a todos los mares i en todos los estremo3, facilitando una red de ca- minos de hierro la pronta circulación de los pro- ductos por todos los estremos del Reino Unido. Los Estados-Unidos de Norte-América son la maravilla de la fácil comunicación de todos los estreñios déla Union con al comercio Europeo, i de todos los Estados centrales con las costas por medio de canales, rios, ferro-carriles i caminos. Por el norte la cadena de lagos mas estensa de la tierra, i el San Lorenzo abre el comercio europeo los estados de Illinois, Indiana, Ohio,Pensilvania i Nueva-York; por el Este están en comunicación coneIAItantico,Maine,Hamphire,Massachusetts, Connecticut, Nueva-York, Delaware, N. Jersey, «rnbas Carolinas, Georgia i Florida; por el Sud con el Golfo de Méjico, la Luisiana, Alabama, 'porel Mississipí con el mismo golfo, los estados— 04 — dañados por t i estuario <|iie forman el Mis% ri, el Arkansas, el Ohio, el Illinois i( otros un,, dios rios que miden entre sí diez mil raillfe de navegación; i este prodijioso conjunto de pun- tos de contacto con el comercio esterior ligacb por el mas grande sistema de < anales artificiales i de caminos de hierro que exista en nación al- guna de la tierra. Esta esposicion de todos los Estados i este fácil contacto con el comercio este- rior, sin contar con los nuevos establecimientos de Oregon i California en el Pacífico, hacen de los Estados-Unidos, no solo el Estado mas pode roso del mundo, sino que asegura la libertad e independencia de cada Estado déla Union, res- pecto a los demás Estados unidos. El comerein estranjero acumula en los puntos que frecuenta población i riqueza; i la riqueza i población de una ciudad acumulan poder, recursos, intelijtn cia e influjo, que van mas tarde a obrar sobre los otros pueblos colocados en situaciones niénos aventajadas. Si se consulta el mapa jeográfico de la Repúbli- ca Arjentina, se notará que es casi si ti excepción de pais alguno de la tierra, el mas ruinosamente organizado para la distribución proporcional de la riqueza, el poder i la civilización por todas las provincias confederadas. Al Oeste las escarpada* cordilleras de los Andes embarazan la comuni- cación inmediata con el Pacífico a las provincias de Mendoza, San Juan, la Riqja, Catamarca, S;dt;i, •fujtiy i Ttictiman ; i como si los obstáY» los naturales no fuesen bastantes para estorbar <>| desarrollo de aquellas provincias, el encargado provisorio de las relaciones esteriores, por un de- creto que carece de antecedentes en la historia de los gobiernos, ha puesto obstáculos al comer- do de aquellas provincias con Chile, i a su ya difícil contacto con los mercados estranjero* por esta parte. Al Sud, lejos de estar la actual con- federación arjentina léjos de poder cambiar sus productos con nación alguna civilizada, sufre las devastaciones de los salvajes, quienes gracias ¡muestro abandono, a la pobreza de las provin- cias del i iterior, i a la guerra esterior que nos aniquila, han logrado en estos últimos diez años despoblar una parte de la República, hacer aza- rosa la comunicación con el puerto de Buenos- Aires, i acercar el desierto hasta el rio 3.°. Por el Norte, el Desierto por una parte i las provin- cias Sud de Bolivia, escasas de productos de lu- crativo intercambio, esterilizan los esfuerzos de la industria. Por el Este en fin, el mas envidiable sistema de rios cerrados al comercio estranjero, i < n un ángulo estremo de este inmenso territorio, <|iie mide mas de quinientas leguas de largo i en- tretrescientas ocuatrocientas leguas de ancho, un solo puerto en Buenos-Aires, adonde las merca- derías de las demás provincias han de venir a cambial** forzosamente con las mercaderías eu- ropeas i esto sin el auxilio de canales artificiales, sin el de rios navegables ni ferro-carriles, ni aun cumiaos transitables en que la previsión del— fifi — Gobierno haya puesto alguno de los medios au- xiliares que la intelijencia humana ha hecho vn|. gares aun entre los pueblos mas atrasados de la tierra. Buenos-Aires es el punto de una circunferen- cia adonde converjen de todos los otros estre- ñios las líneas de comunicación, resultando que los puntos mas distantes están, por este solo he- cho, condenados a la ruina inevitable que traerá a la larga la diferencia de precios de producción de las mismas materias causada por el mayor costo de la esportacion. Un solo ejemplo al al- cance de todos hará sensible nuestra idea. El pre- cio de los cueros, producción común a todas las provincias, lo establece en el mercado de Bue- nos-Aires la demanda que de este artículo hai en Europa. Si el precio es de ocho reales en Bue- nos-Aires, qué resulta para las provincias que están obligadas a traer a este punto sus produc- tos? Que los cueros producidos en Córdoba, llevan ya por el flete la pérdida de tres reales, los de San Luis cuatro, los de la Rioja i Tucuman sie- te i aun ocho reales ; de donde resulta que esta producción condena necesariamente a la pobreza i a la nulidad a las provincias del interior según la mayor o menor distancia a que se encuentran del único puerto, sin que la provincia de Buenos- Aires gane un ápice en su prosperidad debida al contacto inmediato del comercio europeo ; pues las pérdidas que esperimentan las provincias en su largo i difícil trasporte, no influyen ni en el precio corriente, ni aumentan los provechos de los productores del mismo artículo en Buenos- Aires. Estas comparaciones pueden hacerse en todos los ramos que ronstituyen la riqueza de la actual Confederación. No es nuestro ánimo inducir a creer que haya en esta disposición de las relaciones comerciales de las provincias con el puerto, intención de ha- cerlas? mal i reducirlas lentamente a la despobla- ción 1 a la miseria, como ya se nota en todos loe ¡; .dos déla República. Esta mala distribu- ción de las ventajas comerciales obrada por la configuración jeográfica del territorio que ocupa la actual confederación, debe remediarla el Con- greso Nacional en cuanto es dado a la previsión i a la voluntad humana, teniendo presente que no es el puerto de Buenos-Aires la via que la na- turaleza ha indicado para la cómoda esportacion de los productos del trabajo de los pueblos del interior. La mas lijera inspección de la carta jeo- gráfica muestra que el Paraguay, Corrientes, Entre-Rios i Santa Fé tienen en los rios que atraviesan su territorio medios fáciles de esporta- cion i de contacto con el comercio europeo. De la mismainspeccionidel viaje deesploraciondelBer- mejo hecha por el benemérito Soria, resulta que Tucuman, Salta i Jujui encontrarían por aquella via acuática esportacion provechosa a sus pro- ductos. La provincia de Córdoba, limítrofe de Santa Fé, encontraría en la canalización del 3.° í en su inmediación al Paraná tina via de espor- 8— ,w _ tacion menos costosa i que puede hacerse <<,. mun a Santiago del Estero i a Catamarca, m, escluyéndose de las ventajas de esta via las pro- vineias de Cuyo, cuyo cajnino carril ha sido desviado al norte por las depredaciones de los salvajes hasta costear las márjenes del Rio hasta el punto en que este busca su unión con el Paraná. El antiguo camino carril de Cuyo a Buenos- Aires se dirijia en línea recta desde San Luis al puerto, pasando por Rio-Quinto, población des- truida durante estos últimos años por los salva- jes, San José del Morro, igualmente despoblada, Julu, Cañada Honda, hasta tocar en el fuerte de Santa Catalina, destruido por los salvajes como las pohlacioues anteriores. De allí seguia hacia el fuerte de las Tunas o Taperas, igual- mente despoblado lioi, hasta tocar con la Punta del Sauce, destruida igualmente. Hasta que al fin por Melincué, la laguna del Bagual, el Per- gaminoi el Fortín de Ai eco, entraba por Lu- jan a Buenos-Aires. Hoi el camino de carreta si- gue desde Arrecifes al norte costeando al Para- ná hasta tocar la Esquina del 3.°, cuya márjen sigue al Oeste hasta la Herradura, o San José, desde donde inclinándose al Sur busca la direc- ción de San Luis. Como se vé, la arteria única del comereio de Cuyo con Buenos-Aires, des- cribe desde San Luis un arco de círculo, cuy» cuerda es el camino antiguo, midiendo mas de treinta leguas la distancia al norte del essáw — 59 — transitable, lo que hace un tercio mas de mar- cha, i por tanto un a-nento de costos, de tiem- po i de flete de los productos, que sin esto tenían va que soportar el trasporte de trescientas leguas. Nuestro objeto al poner de manifiesto estas líneas naturales de comercio, es mostrar cómo la naturaleza misma tiene señalada a Martin Gar- cía como capital de la Federación, ya sea de las actuales provincias a rjen tinas, ya sea la mas completa i necesaria de todos los estados ribera- nos que formaron antes el virreinato, i cuyos intereses políticos i comerciales, como sas rios i sus vias de comunicación se reúnen en Martin García. La creación de un puerto de comercio esterior en Martin García, subministrando las mercaderías europeas a las provincias del inte- rior que pueden aprovechar del contacto o de la proximidad de las vías fluviales, precipitará por aquella parte el desenvolvimiento de la riqueza, i la mayor esportacion de productos, que desde allí seguirán la dirección que los intereses del comercio les señalen, ya sea acumulándose en Buenos-Ai res o Montevideo, ya esportándose dilectamente hácia el esterior. El gobierno de Buenos-Ai res no tiene interés alguno que lo in- duzca a propender a la prosperidad de las pro- vincias del interior. La fuente de su riqueza la encuentra esclusivamente en las producciones de m provincia i en su contacto con el comercio estranjero. Asi es que durante diez años ha visto arrasadas las campanas de Cordera i San Luis— 60 — por los bárbaros, sin tomar medidas para estor- bar la repetición de estas depredaciones. Un go- bierno jeneral emanado de un Congreso de dina- tados de las provincias i reunido en lugar ade- cuado para la libertad de las deliberaciones i en el punto céntrico de sus relaciones comerciales, se ocupará desde luego en facilitar todas las vías de comunicación entre las provincias i los puer- tos que se establezcan, estudiando las necesida- des del pais, como que de ese estudio resultará para las provincias mismas la prosperidad que echan menos i cuya falta ellas solas sienten. Es asombroso, en efecto, él cumulo de tra- bajos, viajes, esploraciones i espediciones que nos ha legado el gobierno español, i los muchos que se han agregado después de la independen- cia. Un tesoro hai sepultado en los archivos del departamento topográfico de Buenos-Aires, in- dependiente de los numerosos trabajos publi- cados por D. Pedro A. de Angelis en su colec- ción de documentos, i el Comercio del Plata en su útil i provechosa biblioteca. El injeniero espa- ñol D. Andrés García, hablando de este rio 3." en su informe al gobierno de Buenos-Aires en 1813, dice: "las provincias de Cuyo i de Córdova, harán sus esportaciones de frutos, na- vegando el rio 3.°, Jujui, Salta i Tucuman hasta la Nueva Oran, enviarán los suyos por el rio Bermejo hasta Corrientes. Tarija i demás pro- vincias de la Sierra podrán hacerlo por el Pü- comayo al Paraguay; i el resto del alto Perú — 61 — ¡Jornia vez allanará el paso del rio de este nom- bre. Por sí se recomiendan -finalmente las nave- gaciones del Uruguay, i frutos de la Provincia de 3íisiones, para su esportacion. Estas grandes obras espera solo un pequeño impulso del gobier- no, para que poniendo en movimiento los resor- tes que deben perfeccionarla, hagan felices a sus habitantes. He dicho un pequeño impulso, porque no hai montes que horadar como en el canal del Languedoc; no hai montañas que trepar, como en el que se trabaja del Sena al Mosa, i de Ve- necia al condado de Niza; i finalmente no hai diques, para contener la violencia de las aguas, como en Holanda; solo son precisos brazos, marineros i actividad en la empresa (12)." ¿Por qué no se ha puesto mano a ninguno de estos trabajos después de la caída del gobierno na- cional , sino porque no teniendo el Encargado pro- visorio de las relaciones esteriores ínteres nin- guno en que Córdova, Salta, Tucuman, etc., mejoren sus vías, i siendo estos demasiado po- bres para emprenderlo por sí mismos y no hai ese gobierno que dé un pequeño impulso a tra- bajas que son vulgares en estados mas peque- ños? El objeto de una Confederación es reunir la fuerza colectiva de la nación al provecho i ventaja de cada uno de los estados asociados, i seria ridículo suponer que haya estados que se reúnan libremente para renunciar a toda espe- (12) Memoria sobre la navegación del Tercero i otros rios que con- ttuyen al Paraná por D. Pedro Andrés García.— 60 — por los bárbaros, sin tomar medidas para estor- bar la repetición de estas depredaciones. Un go- bierno jeneral emanado de un Congreso de dipu- tados de las provincias i reunido en lugar ade- cuado para la libertad de las deliberaciones i en el punto céntrico de sus relaciones comerciales, se ocupará desde luego en facilitar todas las vias de comunicación entre las provincias i los puer- tos que se establezcan, estudiando las necesida- des del pais, como que de ese estudio resultará para las provincias mismas la prosperidad que echan menos i cuya falta ellas solas sienten. Es asombroso, en efecto, él cumulo de tra- bajos, viajes, esploraciones i espediciones que nos ha legado el gobierno español, i los muchos que se han agregado después de la independen- cia. Un tesoro hai sepultado en los archivos del departamento topográfico de Buenos-Aires, in- dependiente de los numerosos trabajos publi- cados por D. Pedro A. de Angelis en su colec- ción de documentos, i el Comercio del Plata en su Util i provechosa biblioteca. El injeniero espa- ñol D. Andrés García, hablando de este rio3." en su informe al gobierno de Buenos-Aires en 1813, dice: "las provincias de Cuyo i de Córdova, harán sus esportaciones de frutos, na- vegando el rio 3.°, Jujui, Salta i Tucuman hasta la Nueva Oran, enviarán los suyos por el rio Bermejo hasta Corrientes. Tarija i demás pro- vincias de la Sierra podrán hacerlo por el Pü- comnyo al Paraguay; i el resto del alto Perú — f;i — alguna vez allanará el paso del rio de este nom- bre. Por sí se recomiendan -finalmente las nave- oacioncs del Uruguay, i frutos de la Provincia de Misiones, para su esportacion. Estas grandes obras espera solo un pequeño impulso del gobier- no, para °iue poniendo en movimiento los resor- tes que deben perfeccionarla, hagan felices a sus habitantes. He dicho un pequeño impulso, porque no hai montes que horadar como en el canal del Languedoc; no hai montañas que trepar, como en el que se trabaja del Sena al Mosa, i de Ve- necia al condado de Niza; i finalmente no hai diques, para contener la violencia de las aguas, como en Holanda; solo son precisos brazos, marineros i actividad en la empresa (12)." ¿Por qué no se ha puesto mano a ninguno de estos trabajos después de la caida del gobierno na- cional, sino porque no teniendo el Encargado pro- visorio de las relaciones esteiiores interés nin- guno en que Córdova, Salta, Tucuman, etc., mejoren sus vias, i siendo estos demasiado po- bres para emprenderlo por sí mismos, no hai ese gobierno que dé un pequeño impulso a tra- bajos que son vulgares en estados mas peque- ños? El objeto de una Confederación es reunir la fuerza colectiva de la nación al provecho í ventaja de cada uno de los estados asociados, i seria ridículo suponer que haya estados que se reúnan libremente para renunciar a toda espe- (12) Memoria sobre la navegación del Tercero i otros rios que con- 'J'«n al Paraná por D. Pedro Andrés García.lanza de progreso i de mejora para si mismos abandonando el poder, la riqueza, la gloria, ¡ todas las ventajas comerciales i políticas a uno solo de los estados i a un solo individuo. Las provincias de Cuyo, es verdad, no están estrechamente ligadas con el nuevo centro co- mercial que Ja capitalización de Martin Garría crearía para todas las demás provincias i los es- tados del Paraguay i del Uruguay ; pero, a mas de que ellas gozarían de la ventaja de dirijirse a Buenos-Aires o Santa Fé en busca de las mercaderías europeas, con el desenvolvimiento de la provincia de Córdova, tan rica en productos, ganarían en medios i facilidades de esportacion. La provincia de Córdova, como centro de la re- pública, requiere toda la solicitud del Congreso, pues que introducidas las mejoras i el progreso hasta su seno, las provincias limítrofes al Oeste, Catamarca, la Rioja i Cuyo, participarían del movimiento. Las provincias de Cuyo, molestadas hoi en sus relaciones comerciales con Chile, por disposiciones tan inconcebibles en su espíritu i ob- jeto, como absurdas en la forma, pudieran con el auxilio del Congreso Nacional aprovechar las facilidades de esportacion que ofrece el sistema de Lagos de Huanacache, i el navegable Des- aguadero, para acortar sus distancias, i dismi- nuir sus costos de trasporte que los colocan en la última escala de los pueblos arjentinos, asal- tados en las pampas por los salvajes, oprimidos por gabelas vejatorias en cuatro o cinco provin- cias del tránsito i de vorados por los costos » •*tt" mido «lo bi MtarmletH del objeto dcMonriwwlo. Artfhvt pnlabiii H1" -'! que diniitiev pinta ! pofít tcraiinm-ioti Je ciudad. Argtrúvoti* ihkw del PI«tH. — «.» — Washington fué creada para servir de capital de |á Union. Americana i su distrito entregado al Congreso. 2. ' Que por su forma peninsular Martin Gar- da se desliga naturalmente de toda influencia de cada una de las provincias que forman la Union. Que cerrando la entrada al Paraná i al Uruguay, las provincias ribereñas de Corrien- tes, Santa Fé, Entre Rios i sus limítrofes como así mismo el Paraguay i la República del Uru- guay unidas en un interés común están interesados t n la independencia de dicha isla de toda otra provincia que pueda ahora o en lo sucesivo, so- meter la navegación interior de los rios alas regu- laciones que su interés particular le aconseje im- poner. 4* Que si han de hacerse estipulaciones entre d Paraguay, el Uruguay con la Confederación actual para garantirse reciprocamente la navega- ción de sus ríos, estas estipulaciones no pueden ser duraderas i firíiiés mientras los tres estados no tengan igualdad dé dominio sobre la isla fuer- te que cierra el tránsito, i esta igualdad supone la asociación i federación de los tres estados en un cuerpo unido por un interés i un centro co«nm. •5.° Que la situación estranjera de Martin García, la hace un baluarte de defensa para los Estados i por tanto está llamada a ser el centro de la Uuion,— 8G — O.» Que la situación jeográfíca de las Pr0. vinciasdela Confederación Arjentina hace do es- ta isla no solo el centro administrativo i comercial sino la aduana jenernl para la percepción délos derechos ele exportación e importación. 7. " Que deja a Buenos-Aireo i a Montevideo en pleno goce de las ventajas comerciales que les asegura su situación a ambos lados de la embo- cadura del Rio, sometidas auna lejislacion co- mún que estorbe en adelante la competencia i rivalidad comercial que las ha arrastrado a pre- tender destruirse mutuamente en las guerras, in- tervenciones i luchas de partido que ambas lian fomentado durante los quince años precedentes. 8. ° Que la población de la isla creará en pocos años un nuevo centro comercial común a las dos ciudades, i por tanto un nuevo elemento de pros- peridad para ellas aumentando el numero de ciudades comerciantes i ricas del Rio de la Plata. 0.° Que no estando en poder de: aoinguno de los estados la isla, i sierido la. posesión ac- tual que de ella tiene la Primcia por via de re- henes, la Francia se prestarían devolverla aun Congreso reunido en ella para terminar la guer- ra, i el Congreso tendría interés de entrar en su inmediata posesión, en nombre de todos los esta- dos interesados. 10.° Que convocado el Congreso, el Encargo de las Relaciones Esteriores hecho provisoriamen- te al gobierno de una délas provincias, deja de Bfr imn nmennr.n constante de usurpación del no (ler nacional, efectuada por la duración i la irres- ponsabilidad del Encargado, i las concesiones que solicita diariamente fie los poderdantes, para rstender su autoridad a punto de someterlos a ellos mismos a su dominio. Militan en favor de la fusión de los tres estados del Plata en un solo cuerpo, el espíritu de la épo- ca i las necesidades de las naciones modernas. La especie humana marcha a reunirse en gran- des grupos, por razas, por lenguas, por civiliza- ciones idénticas i análogas. La Italia desde prin- cipios de este siglo trabaja por reunirse en una sola nación, i las últimas revueltasde la Lombar- día i Venecia han tenido por instigador el espíritu italiano. La Alemania por la Asamblea de Franc- fort o la política de la Prusia o del Austria aspira al mismo fin. Los Estados-Unidos del Norte se agrandan por la creación de nuevos estados i la anexión de los vecinos. Tejas, el Nuevo Méjico i California han cedido ya a esta atracción, i el alto i bajo Canadá continúan cada vez mas atormentados por el deseo de adherirse a un gran centro de Union. Esta propensión a aglomérenle las poblaciones se esplica fácilmente por las necesidades de la época. La ciencia eco- nómica muestra desde el mecanismo de las fá- bricas hasta la administración de los Estados que grandes masas de capitales i brazos soportan con menos gastos el personal que reclaman. Cuando por otra parte brillan en la tierra cuatro o cinco lirondos nociones, los hechos i los hombres de jas- HN - pequeña- posan innpercibidns, valiendo inasgff diputado de la Cámara baja en Inglaterra qm presidente en una república oscura. Las Repúblicas sud-Americanas lian pasado todas mas o menos por la propensión a descom- ponerse en pequeñas fracciones, solicitadas pnr una anárquico e irreflexiva aspiración a una in- dependencia ruinosa, oscura, sin representación en la escala de las naciones. Centro América lm hecho un estado soberano de cada aldea : la anti- tigua Colombia, diósela para tres Repúblicas; las Provincias Cuidas del Rio de la Plata se descompusieron en Bolivia, Paraguay, Uruguay i Confederación Arjentina; i aun ésta última llevó su afán de descomposición hasta constituirse en un caos sin constitución i sin regla conoeid:), de donde ha salido la actual Confederación, en- cabezada en el esterior por un Encargado proviso- rio de las Relaciones Interiores. Los Estados del Plata están llamados, por los vínculos con (pie la naturaleza los ha estrechado entre sí, a formar una sola nación. Su vecindad al Brasil, fuerte de cuatro millones de habitantes, los ponen en una inferioridad de fuerza que solo el valor i los grandes sacrificios pueden suplir. La dignidad i posición futura de la raza española en el Atlántico, exije que se presente ante las na- ciones en un cuerpo de nación que un dia rivalice en poder i en progreso con la raza sajona del norte, ya que el espacio de paisque ocupa en el estuario del Plata o* tan estenso, rico i fnvorerid/? — 8$ — romo el q«»e ocupan los Estado— Cuidos del Nor- te. El mundo está cansado de oir hablar de estas revertas americanas entre ciudades que apenas son algo mas (pie aldeas, entre naciones que no cuentan mas población que un departamento o un condado. Pero para que la Confederación Arjentina pre- tendiese hacerse el centro solicitado de esta con- centración de losestadosquese han|desprendido de ella, era necesario que se mostrase digna de tan honrosas simpatías, que en lugar de llevar la «erra i la desolación a sus vecinos, los eclipsase por el brillo de sus instituciones, por el desarrollo de su riqueza. ¿Quién querrá adherirse a un esta- do rejido por la violencia i el arbitrio irrespon- sable de un mandatario que no tiene aun un título ¡Humánente para ejercer la autoridad suprema! ¡A la sombra de qué constitución sancionada por los pueblos, vendrían a reposarse, el Paraguay envile- cido i anulado por el Dr. Francia, el Uruguay di- lapidado por Ribera o amenazadoporOribedego- bernarlo por derecho de conquista? ¿Buscaríanen esta asociación anónima, acéfala, i sosteni- da solo por la violencia, respeto por las opi- niones, libertad para el pensamiento, igualdad páralos Estados confederados en la distribución délas ventajas déla asociación? Solo la Convo- cación inmediata del Congreso i la promulgación de una constitución que regle las relaciones de es- tado a estado i garantice los derechos i la libertad •le los ciudadanos, puede servir de base a la inevi- 19— no- table reunión do los estados del Plata i con ella a la cesación de las ludias, odios i rivalidades que los aflijón, para dejar que el porvenir inmenso a que están llamadas aquellas comarcas, alcanoe a lasjeneracionesactuales con algunas de susben- (liciones. Si todas estas ventajas i resultados obtenidos sin efusión de sangre, sin trastornos ni cambios peligrosos, no pudieran obtenerse de una vez, bastaría que una sola de ellas fuese inmediata i efectiva para bacer apetecible por lo ménos la in- vención de la capital de los Estados del Plata. Nosotros no pedimos mas a los bombres desapa- sionados i a quienes no estravian pasiones culpa- bles (pie mediten sobre estos puntos i habitúen su espíritu a creer posible lo que es verosímil, a de- sear que sea un becbo lo que en teoría presenta tan bellas formas. ¿Qué obstáculos impedirían que la idea se con- virtiese en becbo práctico, que el deseo se tornase en realidad? ¿No se presta la superficie de Martin García a contener una ciudad? Cómo! Genova, la ciudad de los palacios, no pudo llegar a ser ella sola una de las mas poderosas repúblicas de Italia ? No están sus templos i edificios derra- mados sobre el declive rápido de una montaña, no babiendo en toda la ciudad sino dos calles, a lo largo de la angosta franja de tierra que a fuer- za de arte lian arrebatado a las olas del mar? La célebre Venecia, fundada sobre estacas en el seno de lns lagunas, no fué Apellidada la reina del — 01 — driático, i sus babitantes no tuvieron por largos ,v1o^ (d destino del mundo en sus manos? I sin i^rar ejemplos tan lejos, han impedido las mon- ggasí el marque Valparaíso, que solo contenía na calle hace '20 años, contenga boi cincuenta nil habitantes i sea el centro del comercio del Pa- ífico. La América española se distingue por la su- lerfície desmesurada que ocupan sus ciudades apénas pobladas ; i el hábito de ver diseminarse los edificios de un solo piso en las llanuras, nos predispone a bailar estrecboel espacio en que en Europa están reunidos doscientos mil babitantes. De este despilfarro de terreno viene que nin- guna ciudad española en América pueda ser iluminada por el gas ni servida de agua, porque el costo excesivo de los caños que deben distri- buir uno u otra no encuentran cincuenta babi- tantes en una cuadra. Por otra parte, es un lie- dlo conquistado (pie la grandeza de los pueblos ha estado siempre en proporción de las dificulta- des que lian tenido que vencer. Los climas fríos enjendran bombres industriosos, las costas tem- pestuosas crean marinos osados. Venecia fué li- bre ¡grande por sus lagunas, como Nápoles fué siempre presa de los conquistadores por sus lla- nuras risueñas. Nuestra pampa nos bace indo- lentes, el alimento fácil del pastoreo nos retiene fn la nulidad. Pero Martin García no está en las condiciones w nnncllnH ciudades que la industria bumnnn bnhecho surjiren despecho de la naturaleza, donde quiera que un poderoso interés aglomeraba hom- bres i edificio*. Su cstensiou se presta a todas las aplicaciones apetecibles. El Jeneral Lavalle lii- zo durante su mansión en aquella isla desmontar una porción de terreno, i cultivar en 61 seareales. Nuestro juicio no está habituado a la repenti- na aparición de ciudades populosas. Estamos ha- bituados a verlas morir mas bien de inanición, San Luis, Santa Fé, Rioja! que la tierra que ha recibido en su seno los escombros de vuestros templos de barro os sea propicia! Preséntasenos a laimajinacion invenciblemente chozas de paja, calles informes, aldeanos medio desnudos jior moradores; Solo el espíritu tle los norte-america- nos no se sorprende de encontrar una ciudad po- pulosa iluminada por el gas, donde dos años antes crecían encinas i robles. El mapa de los Estados Unidos envejece en cinco años; en cada nueva sesión del Congreso los Diputados tienen queha- cer lugar al representante de un nuevo estado que pide asiento en el Capitolio, i las ciudades nacen de piedra i de calicanto, se endurecen al sol de un año, i ven aumentar sus habitantes pw millares cada semana. Hai quienes trafican en la crianza e invención de ciudades i tal especula- dorque compró a un dollar el acre de tierras bal- día», las menudea un año después a una guiñen la y a rda. Que Argiropolis sea, i tales son las ventajas de suposición, que ln virilidad completa serácontetn* — LK3 — poruñea de su infancia. Ivi aduana de los estu- pendos ríos que recorriendo medio mundo vienen ¡i reunirse en sus puertos, atraerá allí cien casas ,1c comercio. El Congreso, el Presidente de la l'nion, el tribunal Supremo de Justicia, una ¡¡ede arzobispal, el Departamento Topográfico, la administración de los vapores, la escuela náu- tica, la Universidad, una escuela politécnica, otra de artes i oficios i otra Normal para maes- tros de escuela, el arsenal de luarii a, los asti- lleros, i mil otros establecimientos administra- tivos i preparativos que supone la capital de un estado civilizado servirían de núcleos de pobla- ción suficiente para formar una ciudad. ¡A cuán- tas aplicaciones útiles se ofrece el laberinto de canales e islas que forman la delta del Paraná! ¡Por qué no hemos de abandonarnos a la pers- pectiva de ver los mismos efectos, cuando las causas son mas poderosas ? Queréis puertos es- paciosos, seguros, cómodos? Cread doks como los de Londres en el Támesis, como los de Li- verpool en el Mirra y, que guardan las naves debajo de llave i las cargan con carretas atraca- das a su bordo, ¿Queréis fortificaciones inexpug- nables? Estableced sobre las aguas del rio , sos- tenidas por anclas, baterías flotantes con caño- nes n la Punchaos. Esta es la última palabra de la fortificación marítima; los navios de tres puentes n<> osan acercárseles. ha calidad montañosa del terreno hace de esta circunstancia una ventaja. Los accidente* del— í»4 — terreno rompen la monotonía del paisaje; |us puntos elevados prestan su apoyo alas fortifica- ciones. Una plataforma culminante servirá de base al capitolio arjentiuo, donde habrá (fe reu- nirse el Congreso de la Union. La piedra de las escava ciones de Martin García sirve de pavi- mento a las calles de Buenos-Aires, i no liai gloria sin granito que la perpetúe. Argiropolis (la ciudad del Plata) nacería rica de elementos de construcción duradera; los rios sus tributarios le traerán a sus puertos las maderas de toda la América central. Si queréis saber lo que la in- dustria europea puede hacer en su obsequio , no hai masque ver lo que a dos mil leguas mas le- jos lleva el interés del comercio. Los diarios \m blican recientemente las siguientes noticias de California : •' Por ejemplo, el año pasado fueron remitidos seis hoteles, diez almacenes completos, nueve juegos de bolos, .'372 casas de madera, ó!) de hierro, siete idem portátiles, 2í> casas de hierro galvanizado, un gran almacén de hierro galva- nizado i un número increíble de departamento- de casa tanto de madera como de hierro. Este artículo está calculado en millares. Es estraor- dhtaría la cantidad remitida de materiales de construcción : pasan de cuatro millones los pies de madera, i mas de un millón las ripias i ladrillo- Dirásenos que todos estos son sueños? Ab- sueños en efecto; pero sueños que ennoblecen íil hombre, i que para los pueblos basta que — 86 — tengan i hagan de su realización el objeto de sus aspiraciones para verlos realizados. Sueño, empero, que han realizado todos los pueblos civi- lizados, que se repite por horas en los Estados- Unidos, i que California ha hecho vulgar en un año, sin gobierno, sin otro auxilio que la volun- tad individual contra la naturaleza en despe- cho de las distancias. La civilización armada hoi de los instrumentos de poder que ha puesto en sos manos la ciencia, los lleva consigo donde quiera que penetra. Dése hipotéticamente una ciudad como Venus, saliendo de entre la es- puma de las aguas de un conjunto de rios, i el comercio pondrá de su cuenta en un año todos los accesorios i vehículos que aceleren el movi- miento. Los vapores de remolque saldrán como en la boca del Missisipi al amanecer a caza de naves retardadas por los contrarios vientos. Los mil canales en que el Paraná se deshilacha al hacerse Rio de la Plata serán frecuentados por millares de botes, falúas i lanchas que se ajitan incesantemente en las marinas adyacentes a los puertos. Cuanto punto abordable presentan las costas del Uruguay, el Paraná i ambas már- jenes del Plata, serán otros tantos mercados de provisiones, contándose por minutos las distan- cias que el vapor mide desde la isla a Buenos- Aires, cuyas torres se divisan: dose años ha bas- ado para producir en California estos asombro- sos resultados. "Entre San Francisco i Panamá se empleancomo paquetes regulares los siguientes vapore?; Oregon, Panamá, California, Unicom, Penen? Caí 'olinc, IstAmus, Columbas, Sarah Sands, A'e/r- Orleans. Estos diez vapores de las mayores di- mensiones conocidas, están en contacto con los siguientes en el Atlántico: Crescent Cili/, Em- pire City, Falcon, O/iio, Ceorgia Cherokcc, Pki- ladelphia. AI movimiento activo de la población que imprimen la actividad incesante de estos diez i siete vapores, se agrega la de catorce vajw- res mas que en los rios de California i en las aguas del Pacífico se emplean inmediatamente i son: Señalar, liaIford', Spiljirc, Wcst Po'ml, Piadora, Sea Cali, rPabod, W. ./. Pease, Che- sapeake, Cold Hunler, Nea - World, Wilson, G. Ilanl, Conjidence, (¿olialh. Dos años \\(\ que el teatro de tanta actividad era un yermo, interrumpido de tarde en tarde por pobres i atrasadas poblaciones mejicanas, sin industria i durmiendo dos siglos había sobre montones de oro. Nunca hemos podido echar una mirada dis- traída sobre la carta del Rio de la Plata, sin que los ojos se sientan atraídos irresistiblemente por la sorprendente disposición de el Entre-Uta para convertirse en el p;iis mas rico del universo. No tenemos embarazo de decirlo; la naturaleza no ha creado pedazo de tierra mas privilejíado. El Egipto es estrecho, la Holanda cenagosa, la Francia misma mal regada. Todo el país cru- zado a ki largo por cuchilla montuosa? — 97 — accidentan blandamente el paisaje, i fijando las nubes alimentan las lluvias. En el centro, entre dos de estas eminencias corre el Gualeguay, formado por cuarenta i ocho arroyos, que a derecha e izquierda subdividen el valle o basin, como una red de canales de irrigación. Paralelo al Paraguay corre otra cuchilla de donde se desprenden casi en línea recta mas de ochenta corrientes de agua, que corresponden a una por legua. Otro tanto sucede en el lado opuesto, hácia el Paraná, i todo este estupendo pais, abrazado, envuelto en toda su estension por el Paraná i el Uruguay que lo circundan. Entre-Rios, el dia que haya leyes intelijentes de navegación, será el paraíso terrenal, el centro del poder i de la ri- queza, el conjunto mas compacto de ciudades florecientes. Situada en la embocadura de dos rios que vienen de las zonas tórridas, bajo el clima templado que media entre 34° i 30° de lati- tud, regado a palmos, a dos meses de Europa, ¿por qué no es hoi una nación, en lugar de una pro- vincia pobre i despoblada? Desde luego la falta de leyes de navegación; pero principalmente una mala aplicación de territorio privilejiado. El En- tre-Rios es un pedazo de tierra regado por la na- turaleza con el esmero de un jardín; pero en este jardin pacen hoi rebaños de vacas! La legua cua- drada de terrenos con bosques i arroyos, en el es- tado de naturaleza no puede consagrarse al pas- toreo sino de un cierto número de animales. Como estos animales dan al año un producto fiio, el— 98 — monto del valor de este producto anual es como el interés de un capital que representa el valor del espacio de tierra que el ganado ocupa, i el del ga- nado mismo; de donde resulta que la tierra no puede tener, en razón de sus productos, sino un valor insignificante. Cambiemos la aplicación dada a la tierra; pongamos en lugar de ganado, hombres cultivándola, i hagamos el mismo cóm- puto. La cuadra de terreno, regada por los cen tenares de arroyos, dá una cantidad de pro- ductos, cuyo valor aumenta indefinidamente en proporción del trabajo, i en razón de las facili- dades de esportacion; de donde resulta que la tierra puede tener un valor ilimitado en razón de sus productos. El propietario de una legua de terreno de pastoreo puede, pues, aplicándolo o abandonándolo a la agricultura, obtener los re- sultados que en Montevideo se obtuvieron apli- cando a ciudad el espacio de tierra que yacia inculta fuera de la muralla; i lo que hoi vale cientos de pesos, valdrá en pocos años cientos de millones, con solo desmenuzar en pequeños lotes la propiedad territorial i venderla a coloniza- dores alemanes como los que han poblado en estos diez años últimos las niárjenes del Ohio en los Estados-Unidos. Ahora, el Entre-Rios está rodeado de paises que no producen cerea- les. Se haría el granero de los pueblos desde el Paraguay hasta Martin García, el del Brasil i el de la Inglaterra adonde se esportan de Chile con ventaja los trigos. En Entre-Rios debiera — 99 — prohibirse la cria de ganado, para entregarse sin estorbo a la cria de ciudades, al aumento de la población, i al cultivo esmerado de pedazo de tierra tan lujosamente dotado. La proximidad de un gran centro de comercio, como el que ha de formarse en la capital de los Estados del Pla- ta; la reunión de un Congreso que regle i fo- mente la navegación délos rios ; una constitución que distribuya equitativamente las ventajas co- merciales ; en fin la provisión de un gran movi- miento de buques i de hombres, darían en po- quísimos años al Entre-Rios la alta posición que a sus habitantes depara la Providencia. Martin García seria el granero del Entre-Rios, para satisfacer desde allí la demanda de productos agrícolas hecha por el comercio marítimo para la esportacion i por el consumo de las ciudades circunvecinas. Volviendo a las ventajas que aseguraria a los Estados del Plata la creación en aquella isla de una ciudad capital, apuntaremos una, que para nosotros al menos es de una trascendencia incal- culable. Tal es la influencia que ejercería sobre los hábitos nacionales esta sociedad echada en el agua, si es posible decirlo, i rodeada necesaria- mente de todos los medios de poder que da la ci- vilización. A nadie se ocultan los defectos que nos ha inoculado el jónero de vida llevado en el continente, el rancho, el caballo, el ganado, la falta de utensilios, como la facilidad de suplirlos por medios atrasados. Qué cambio en las ideas— 100 — i en las costumbres! Si en lugar ele caballos fbea necesario botes para pasearse los jóvenes ; si en vez de domar potros el pueblo tuviese allí que someter con el remo olas alborotadas ; si en lugar de paja i tierra para improvisarse una cabaña, se viese obligado a cortar a escuadra el granitoi El pueblo educado en esta escuela seria una pe- pinera de navegantes intrépidos, de industriales laboriosos, de hombres desenvueltos i familiari- zados con todos los usos i medios de acción que hacen a los norte-americanos tan superiores a los pueblos de la américa del Sud. La otra consecuencia seria aun mas inmediata » i no tenemos embarazo en indicarla, i es que pro- porcionaría ocasión de obrar un cambio completo en la política actual de los gobiernos de la Con- federación. La necesidad de triunfar de las resis- tencias, el deseo de dominar las dificultades que se han opuesto hasta aquí a la organización de la República, ha hecho que los gobiernos se ha- yan armado de poderes terribles que hacen ilu- soria toda libertad. Pasado, empero, el peligro queautorizó esta acrecentacion de poder, es casi imposible desmontar aquellas máquinas. £1 go- bernante se ha acostumbrado en diez años de práctica al uso del poder absoluto ; el pueblo a temblar i temer; i la lejislatura provincial que autorizó al Ejecutivo, ha venido a quedar tan sub- yugada e intimidada por su misma criatura que tiembla de solo pensar que en sus manos estaría el hacer cesar las facultades que concedió. — loi — Los hombres que están a la cabeza de los pue- blos i cuya voluntad representan o dominan, tienen un gran cargo que pesa sobre ellos. El partido unitario, cualquiera que sus desaciertos fueren, reunió un Congreso i dió una constitución a los pueblos. Los federales no creyeron consul- tadas en ella los intereses de las provincias, i el Coronel Dorrego, según la declaración oficial de su ájente cerca de las provincias de Cuyo, "pues- to a la cabeza de la oposición derrocó (con es- fuerzo i esfuerzo de las provincias) aquellas autoridades que abusaron de la confianza i sin- ceridad de los pueblos." Derrocadas las autori- dades nacionales "i para no continuar en la ace- faliaen que nos observamos'' anadia el mismo enviado solicitando el provisorio encargo de las Relaciones Esteriores "debemos no perder un mo- mento en concurrir a la formación de un cuerpo deliberante, sea Congreso, o Convención prelimi- nar a él (18)." El Gobierno federal de San Juan, al otorgar el encargo solicitado, declaró por una lei de la lejislatura, "que no era la voluntad de la Provincia el que la nación subsistiese inconstitui- da (10)." Todos los pueblos hicieron iguales decla- raciones. ¿Han cumplido los gobiernos federales tan solemnes promesas, en 23 años trascurri- dos? ¿De quiénes dirá la historia imparcial que abusaron de la confianza i sinceridad de los pue- blos? (18) Rejistro oficial de la Provincia de San Juan ya citada. Rejistro ibid.— 102 — Por otra parte, esos unitarios, proscritos, per- seguidos a muerte, condenados al esterminio por las leyes desangre i de odio, tenían o no derecho de desconocer un sistema provisorio, que habia men- tido a sus promesas, que no era espresion de la na- ción, lejítimamente manifestada en un Congreso prometido? La constitución unitaria fué echada por tierra ¿pusisteis en su lugar la constitución federal para que los unitarios reconociesen la lei a que estaban obligados a someterse? La reunión del Congreso, pues, que así lo habíais prometido i la creación de una capital independiente de toda influencia local, daría por resultado, a mas de dejar satisfecho el voto de la mayoría federal, quitar a los unitarios todo pretesto para desco- nocer el órden existente, pues, que seria la lei común i definitiva de los pueblos. Los unitarios son un mito, un espantajo, de cuya sombra apro- vechan aspiraciones torcidas. ¡Dejemos en paz sus cenizas! Los unitarios ejercieron el poder en 1824, i suponiendo que la jeneralidad de sus miembros tuvieron entonces la edad madura que corresponde a hombres públicos, hoi después de veinte i seis años trascurridos, los que sobrevi- ven al esterminio que ha pesado sobre ellos, han encanecido, i cargados de años, debilitados por los sufrimientos de una vida azarosa, solo piden que se les deje descender en paz a la tumba que los aguarda. CAPITULO VI. DE LAS RELACIONES NATURALES de la Europa con el rio de la Plata, Hemos cuidado íntencíonalmente de apartar del grave exámen que nos ocupa, una de las fa- ces que presenta la cuestión del Rio de la Plata i no la menos influyente, a fin de no complicar las cuestiones i oscurecer la verdad con la mul- titud de tópicos i de detalles. La Francia i la In- glaterra se han presentado sucesivamente duran- te estos últimos diez años pretendiendo a veces haber sido perjudicadas en los intereses de sus nacionales, ya ofreciendo i aun interponiendo su intervención en la lucha de Montevideo con Bue- nos-Aires, ya en fin creyéndose solidarias en la independencia de la República del Uruguay. Los acontecimientos que han tenido lugar en el Rio de la Plata, la prolongación indefinida de las ne- gociaciones, aquel continuo enviar ajenies para desaprobar sus actos en seguida, han dejado de manifiesto que los gobiernos ingles i francés, co-— 104 — mo el Brasil i otras potencias que han tomado parte accidentalmente en el debate, no tienen una idea bien clara de la naturaleza de las cues- tiones que se ajitan en el Rio de la Plata, mar- chando a la ventura, guiadas por las impresio- nes del momento, la opinión personal de este o el otro ministro, i cediendo a la presión de los graves acontecimientos que tienen hoi lugar en Europa. Ni podemos acusar a la Francia i la In- glaterra de injusticia sistemática contra nosotros. La Presse, uno de los diarios mas acreditados de Europa, i el Courrier du Havre en Francia, están hace ocho años convertidos en órganos influyen- tes de la manera de ver del Encargado de las Re- laciones Esteriores de la Confederación Arjen- tina ; de manera que podemos decir que los in- tereses de la Confederación han tenido sus órga- nos oficiales en la prensa europea; i el debate de la Asamblea Nacional en las ruidosas sesio- nes del mes de febrero del presente año, ofre- cieron una mayoría de mas de trescientos dipu- tados que no quería llevar las cosas al estremo, para otros inevitable, de un rompimiento. En In- glaterra ha sucedido otro tanto en la prensa i en el parlamento, encontrando el Encargado de las Relaciones Esteriores, en el Lord Palmerston un ministro enteramente dispuesto en su favor. Asi, pues, debemos deplorar los errores de la opi- nión en Europa, sin atribuir los actos de sus go- biernos hácia nosotros, aun pensamiento fijo de hostilidad i a intención de dañarnos. No es — 10Ó — menor la diverjencin délas opiniones en la Con- federación Arjentina. La generalidad cree, i la prensa i los gobiernos fomentan estas deplora- bles disposiciones, que las potencias europeas pretenden subyugarnos i atacar nuestra inde- pendencia nacional, "hacernos presa del ingrato pérfido estranjero, sometiéndonos a sus brutales caprichos, e infames aspiraciones (20)." La verdad es que esas potencias a quienes un gobierno se atreve a atribuir oficialmente actos o pensamien- tos infames i brutales, han permanecido diez años sin emplear medio ninguno reprobado para lle- var a cabo sus designios, i que veinte veces han consentido en desaprobar los actos de sus envia- dos, destituirlos i retirarlos sin obtener con ello resultado alguno definitivo. ¿Puede la Confede- ración Arjentina lisonjearse de haber una sola vez en los quince años desaprobado como lo han hecho la Francia i la Inglaterra, un acto de su Encargado en las Relaciones Esteriores, desti- tuídolo como la Francia i la Inglaterra lo hicie- ron con Ousley i Deffaudis, i buscado por su parte aquellos medios que sin deshonra puede un pueblo tocar para quitar en sus desavenen- cias con las demás naciones todo motivo de irri- tación innecesaria? ¿Qué diferencia de poder hai entre nuestro Encargado de las Relaciones Es- teriores i un negociador francés? El primero, co- mo su título lo dice, i como los tratados con las (20) Nota oficial de] Exmo, Sr. Gobernador de la Provincia de Santa Fé, inserta en la Gaceta de Buenos-Aires. 14— 106 — provincias lo establecen, es un simple comisio- nado provisorio, cuyos actos para ser definitivos necesitan la aprobación i ratificación de las au- toridades de Jos pueblos que lo constituyeron su Encargado. La Inglaterra lia mostrado por su conducta re- ciente cuan fatigada estaba de sostener una cues- tión interminable, i la Francia después de haber probado todos los medios que la prudencia su- pere, aun no se resuelve sin tentar nuevas nego- ciaciones a romper definidamente con laConfede- racion Arjentina o su representante en las relacio- nes esteriores. Apartemos pues todo espíritu de prevención en el examen de las pretensiones de aquellas potencias, i limitémonos a indagar cuáles son sus verdaderos i permanentes intereses en América i hasta dónde esos intereses pueden con- ciliarse con los nuestros. La Inglaterra ni la Fran- cia pueden abrigar el mas remoto pensamiento de conquista. Una i otra se observan, i la guerra se- ria el primer fruto de una tentativa de este jénero. Los economistas ingleses han demostrado cuan ruinosas son para la metrópoli las colonias, i esta doctrina ha pasado ya a dirijir la política de! ga- binete. El artículo 66 de la Constitución de la República francesa ha prohibido al gobierno fran- cés todaj^uerra de conquista ; i aun antes de pro- mulgada esta Constitución, los ministiosde Luis Felipe declararon solemnemente a la Inglaterra que su ocupación de la Isla de Mnrtin García era provisoria, reconociendo en ella la soberanía de — 107 — la Confederación Arjentina; i a ménos que no temamos que en despecho de declaraciones tan solemnes, la Francia haga lo que se ha hecho con el Encargado de las Relaciones Esteriores tomado provisoriamente miéntras se procedía a la convo- cación de un. Congreso, nada tenemos que temer por esta parte. En cuanto a la libre navegación de los ríos la Francia i la Inglaterra han decla- rado que no tenían derecho a exijirla, i el En- cargado de las Relaciones Esteriores, negán- dose a estipular a este respecto, no ha hecho mas que mantenerse en los límites de sus atri- buciones, pues por la naturaleza de las cosas i el testo literal del tratado adicional al cuadrilátero, que sirve de pacto federal, el arreglo de la nave- gación es de la competencia esclusiva del Con- greso de las Provincias Arjentinas, asi declarado por tratados suscritos por el Gobierno de Bue- nos-Aires ántes i después de que le fuese encar- gada la jestion provisoria de las Relaciones Es- teriores. Esta limitación de las atribuciones del Encargado, se funda en razones de conveniencia que saltan a primera vista. Los Gobiernos fede- rales de Santa Fé, Corrientes i Entre-Rios no habían podido arribar a un arreglo definitivo con el Gobierno de Buenos-Aires, de la navega- ción del Paraná, como consta de cláusula espre- sa de diversos tratados, reservando la resolución de las dificultades al Congreso. Ahora estos mis- mos gobiernos, al encargar al de Buenos-Aires representar la República ante las potencias es-— 108 — tran jeras, proveyeron que el arreglo de la nave- gación de los rios quedaria como antes reservado a la decisión del Congreso, previendo que a pre- testoo con motivo de un tratado con una na- ción estraña, el Gobierno de Buenos-Aires podría aprovecharse de su carácter de Encargado para estatuir cosas que serian en perjuicio de las pro- vincias litorales i en provecho de una idea cul- pable de monopólio en favor de la provincia que presidia. Lo contrario habría sido librar a la de- cisión del Gobierno de una de las partes intere- sadas, la solución misma a que no habia podido arribar en los anteriores tratados. Cuando el En- cargado de las Relaciones Esteriores ha declara- do la clausura de los rios interiores, ha declarado simplemente que no estaba en sus atribuciones hacer cambio ninguno en el estatu quo existente, por ser una facultad reservada al Congreso por el Gobierno de Buenos-Aires i los de las provin- cias litorales. Esclarecidos todos estos puntos capitales, para alejar toda preocupación i toda irritación del es- píritu, examinemos ahora cuáles son los intere- ses de la Francia i de la Inglaterra en la Améri- ca delSud, poniéndonos por un momento de su lado, para no sostituir nuestros intereses a los suyos. Dos grandes móviles traen a la Europa a interesarse en nuestras cuestiones americanas. Desde luego la Europa desea vender en América el mayor número de mercaderías posible, i es- portar la mayor cantidad posible de productos — 109 — americanos. Para conseguir esto, la Inglaterra i la Francia propenderán siempre a obtener trata- dos que les aseguren todas las facilidades de ven- der mucho i comprar mucho, i los medios de pe- netrar por todo el pais con sus mercaderías, re- montar los rios hasta Matogroso si es posible, i si allí encuentra el comercio probabilidad de hacer cambios ventajosos. Esle interés europeo en nues- tro pais, estará completamente de acuerdo con el nuestro, a condición de proveer a la seguridad de nuestro territorio, i al cobro de los derechos de importación i esportacion que las necesidades del Estado haga necesario imponer ; porque tam- bién nuestro interés está en vender la mayor su- ma de productos posible, i comprar la mayor cantidad de artefactos europeos. No es rico el que tiene plata, sino el que produce i sabe gozar del fruto de su trabajo. Nosotros no seremos fabri- cantes sino con el lapso de los siglos, i con la aglomeración de millones de habitantes: nuestro medio sencillo de riqueza está en la esportacion de las materias primeras que la fabricación eu- ropea necesita. Muí contentos estarían los europeos, pues, si la nevegacion de los rios interiores se les abriese bajo las regulaciones que exije la seguridad na- cional i la percepción de los derechos; pero mas contentos quedarían los pueblos del interior que con esta aproximación a sus fronteras de la activi- dad europea i del movimiento mercantil, hallarían medios de enriquecerse, poblarse i civilizarse ni— 110 — mas ni ménos como Buenos-Aires i Montevideo se han poblado i enriquecido rápidamente con la apertura de sus puertos al comercio estranjero. En este punto, pues, nuestro interesescasi el mis- mo que el de las potencias europeas i bastarían algunas leyes inteligentes i previsoras para que se armonizasen del todo. No es, pues,de esta fuen- te de donde pueden emanar las desavenencias de que somos víctimas. Dejamos a un lado estimar lo que en un interés de monopolio comercial pu- dieran pretender Buenos-Aires o Montevideo, i las razones de conveniencia que pueden darse para sostener que el libre acceso acordado a las naves europeas en aquellas dos ciudades, tan fe- cundo en riqueza i poder para ellas, sea funesto a Santa Fé, Entre-Rios i Corrientes. Estos son misterios cuya profundidad no seriamos capaces de sondear. El otro interés de la Europa en América es el desús nacionales, i este es preciso decirlo, es el ménos fácil de manejar: los fardos van adonde los llevan; pero los hombres obran, se mezclan con la sociedad, tienen pasiones, virtudes i vicios, i a veces se salen de los limites que la moral las leyes, las costumbres les imponen. La Europa tiene interés en que sus hombres sean respetados en sus intereses, en su vida i en su libertad ; nada mas justo. Mas no pocas veces la mala intención de sus ajentesdiplomáticosjosinformes apasiona- dos, i debemos decirlo nuestro estado de desorga- nización i de violencia, dan lugar a colisionesi recla- — 111 — mos injustos o exajerados. ¿Cuál es nuestro interés en este caso? ¿Es distinto delinteresdelas naciones europeas? No. Es el mismo. La América está colo- cada en una condición que hace para ella, un ele- nieutodepiosperidad i engrandecimientoelatraer a susenoel mayor número deestranjeros. La colo- nización española dilatándose sobre una inmensa estension de pais, lo dejó casi despoblado. La Confederación Arjentina tiene pais para cien mi- llones de habitantes i no cuenta con un millón de hijos. En nuestra época no es posible esperar el lento progreso de la población natural,'sin con- denarse a la nulidad por siglos enteros. La emi- gración del exceso de población de unas nacio- nes viejas a las nuevas, hace el efecto del vapor aplicado a la industria, centuplicar las fuerzas i producir en un dia el trabajo de un siglo. Así se han engrandecido i poblado los Estados-Unidos, asi hemos de engrandecernos nosotros; i para nosotros el concurso de los europeos es mas ne- cesario que no lo es para los norte-americanos. Descendientes estos de la industriosa, navegante, manufacturera Inglaterra, tienen en sus tradi- ciones nacionales, en su educación i en sus pro- pensiones de razas elementos de desenvolvi- miento, riqueza i civilización que les bastarían sin auxilio estraño. Nosotros necesitamos mez- clarnos a la población de países mas adelantados que el nuestro, para que nos comuniquen sus artes, sus industrias, su actividad i su aptitud al trabajo. El europeo que viene a establecerse en-— 112 — tre nosotros, si hace una gran fortuna, esa for- tuna no existia antes, la ha creado él, la ha aña- dido a la riqueza del pais. La tierra que labra, la casa que construye, el establecimiento que levanta, son adquisiciones i progresos para el pais; i sus medios industriales, aunque él se vaya, quedan en el dominio de los conocimientos adquiridos para nosotros. El medio, pues, de volar, de suplir al tiempo i a la distancia para poblar, enriquecer nuestro pais i hacerlo fuerte contra la Europa, es hacer segura la situación de los estranjeros, atraerlos a nuestro suelo, alla- narles el camino de establecerse i hacerles amar el pais, para que atraigan a su vez a otros con la noticia de' su bienestar i de las ventajas de su posición. Europa en este momento es presa de trastornos que desquician las fortunas, conmue- ven las sociedades, ahuyentan los capitales, i los hombres inquietos por su porvenir tan-nebuloso, suspiran por encontrar un pais adonde trasla- darse i fijar su morada. La habilidad política de un gobierno americano estaña, pues, en mos- trarse no solo dispuesto a recibir esos millones de huéspedes sino en solicitarlos, seducirlos, ofre- cerles ventajas, abrirles medios i caminos de es- tablecerse i fijarse en el pais. Los franceses, ita- lianos, españoles i todos los pueblos del medio dia de Europa son irresistiblemente atraidos a emigrar a la América del Sud, por la analojía de idioma de clima, de relijion i de costumbres, i esta es la causa porque se ve abundar la pobla- — U3 — cion italiana, francesa i española en Buenos* Aires i Montevideo ; esta ce la causa porque ia Francia persiste en injerirse en nuestros asuntos hasta dejar asegurada la posición de sus nacio- nales en número tan crecido, espuestos a las guerras, las devastaciones, las violencias i las persecuciones, de que son víctimas los pueblos del Hio de la Piala liare veinte años. Poique este i no otro es el oríjen de esas intervenciones, bloqueos i pretensiones que mantienen la iucei - tidumbic i la desconfianza. Lo que ha ocirrrido con los estranjeros en Montevideo es un hecho que emana de la naturaleza de las cosas, i que hade repetirse en la América del Sud, si los gobiernos en lugar de provocar las antipatías de esa masa de población que cada dia acrecenta la nuestra, no se pone en armonía con el espíri- tu de la época. Sin duda que teueino? el dere- cho de emplear nuestra independencia en (lego- liarnos los uñosa los otros, en proclamar un par- tido el estermiuio del otro, en hacer pasear la guerra civil de un cstiemo a otro déla Repúbli- ca, en confiscar las propiedades i no reconocer otra lei de gobierno, otro principie de orden ni otra constitución que la voluntad del (pie man- da, revestida del pomposo nombre de faeuhades extraordinarias, de suma del poder público. ¿Quién niega a Buenos-Aires el derecho de sitiar a Montevideo, rest;iblererauloridadcs'destitiiidas, asolar las campañas por ocho años prolongando una guerra de cstciminio! Nadie puede impedir- lo— 114 — nos que en asunto tan grave como el que se propo- ne la Confederación con la lucha Oriental, se in- viertan sesenta millones de pesos fuertes en ocho años por los contendientes, que arruinen cien mi- llones en las devastaciones inevitables déla gue- rra i dejen de crearse mayor suma de valores, por el progreso do la riqueza, detenido por la interrupción de los trabajos i el malestar jene- ral. Que en lugar de canales, caminos, muelles, vapores, telégrafos, tengamos en actividad caño- nes, minas, contraminas, ejércitos i flotas; nada mas lejítimo. Pero al ménos reconozcamos que la población estranjera que viene buscando la paz i la libertad necesarias para hacer progresar su industria, no deben mirar con ojo indiferente el que un ejército venga a sitiar la ciudad que habitan, paralizar el comercio, dispersar la po- blación i destruir en un dia el trabajo de años de actividad i de esfuerzos. El comercio en América lo hacen los europeos en Valparaíso como en Buenos-Aires i Monte- video ; i todas las perturbaciones a que aquellos países están sujetos, los triunfos i reveces de los partidos, las persecuciones i confiscaciones a que están espuestos los ciudadanos arjentinos u orientales, van necesariamente a influir sobre el curso de los negocios, a paralizar el comercio, e interrumpir las relaciones. Hoi se cierra el co- mercio del Paraguai, mañana se interrumpe el de Montevideo, un decreto paraliza el de Chile; una escuadra bloquea a Buenos-Aires, uua pro- vincia se subleva, el papel sube o baja a merced de las oscilaciones de los negocios públicos, i na- die cuenta con el dia de mañana amenazado de una quiebra por causas que salen de los límites de la previsión humana. Para saber cuánto de- be afectar a lo» estranjeros tal jénero de vida i tal teatro para el comercio, basta echar una mirada por los estados que la comandancia del puerto de Buenos-Aires presenta de los efectos introducidos en un dia por mar i las casas a qu io- nes vienen consignados que son a Rodríguez- - .S. líale—Prever Hermanos—O. J. Ha ves i W v Ca.— Rodgers —K. Gowland i Ca.— Lowry — Zuinmerman Frazier i Ca.—Lnvallol e liijos- D. J. Wisser—Bungc, Bornefel i Ca.—Lohmnn — Pérez i Méndez—R. De Chnpeaurougo—Rn- vier i hermanos—Fabre i Heven — Fberhard i Ca.—Constant Dinet—Sumaran i Treserra — Dunoyc i Ca—Sourde—Cnumaitin—Richard — Klik i Ca.— Hernand—Hulmán— Moirand-— Prelig i Ca.—D. E. Uren—üesjon i Hugh — Arrotea—Widekiu i Ca.—Renner i Cn.—Kru- tishiCa.— W. París—Corli Francischcli — Gu- jon—Solanet—Lorien i Ca—Albert i Ca.—Klip- penblack i Ca.— Audiftred—Sean—Freustein — Vanitz i hermanos—De Lachaux—Guerrico — Richard Berthol—Gautier—Houlon—La roche Ducoux Machain— J. m. del Pont Sobre el total de cincuenta i tres « asas de con- signación solo cinco están presididas por nom- bres arjentinos, las demás son europeas. ¿Arrtti»nais Q .Montevideo, perseguís a Jos unitarios! Ll comercio i la industria europeo sienten de recha- zo el golpe, porque cada uno de estos aconteci- mientos va a refluir sobre sus intereses i sus es- peculaciones. ¿Qué estraño es, pues, que las po- tencias estranjeras, con derecho o sin él, pero compelidas a ello por nuestros desórdenes, quie- ran a todo trance que Montevideo no caiga en nuestras manos, creyendo con su intervención atajar la propagación del mal? 1 sobre todo, si queremos ser respetados i ahorrarnos cuestiones ¿por qué no jnincípiaria- moa por donde debiéramos principiar, que es poner orden en nuestras cosas i hacernos respe- tar por el solo hecho de ser dignos de respeto. Veamos un poco. ¿Hai en ía Confederación Arjentina una cons- titución federal, federalíshna que deslinde los poderes de los gobernantes, reconozca los dere- chos de los gobernados i les indique sus obliga- ciones? No, esa constitución no existe. El Con- greso que debe votarla está por convocarse hace veinte i tres años, i lo que es mas deplorable, es (pie las autoridades que deben su existencia a la promesa solemne de convocar un Congreso, guardan sobre este punto un silencio culpable. ¿Quién es el jefe de esta* República sin cabeza, sin lei, sin forma., 0 De la Nueva Kscocia.......... 141 De Polonia.................. 103 De Béljíca................... 11» Del Canadá.................. óf> De Rusía.................... 80 Figuran en este estado otros países por corlo número de emigrados, hasta componer un total de 220,003. Donde esta masa de población se reúne, se devastan campos incultos, se levantan ciudades, se pueblan de naves los rios, se recargan los mer- cados de productos ; porque el europeo trae con- ¡atjyo una parte deja ciencia, de la industria i de — 1JÓ -~ los medios mecánicos de producir de las nacio- nes civilizadas; de donde resulta (pie cuantos mas europeos acudan a un pais, mas se irá pa- reciendo ese pais a la Europa, hasta (pie llegue un dia en que le sea superior en riqueza, en po- blación i en industria, cosa que ya sucede boi en los Estados-Unidos. ¿Han obrado en vista de este resultado nues- tros gobiernos? Nuestra triste hisloria está ahí para responder. Veinte años nos hemos ocupa- do en saber si seríamos federales o unitarios . Pero (pié organización es posible dar a un pais despoblado, a un millón de hombres derrama- dos sobre una ostensión sin límites? I como para ser unitarios o federales era nesesario (pie los unos matasen a los otros, los persiguiesen i es- patriasen, en lugar de poblar el pais, ha dismi- nuido la población ; en lugar de adelantar en saber, se ha tenido cuidado de perseguir a los mas instruidos. Se necesitaba atraer población de otros países para qmt aumentase nuestro nú- mero i riqueza , e introdujese el conocimiento de las artes i de las ciencias que nos faltan, i en veinte años no hemos hecho mas (pie gritar con- tra los cstranjeros, intimidar a los queso dis- pondrían en Europa a venir con sus familias i su industria a establecerse entre nosotros; i como es- tas antipatías orijinan guerras, bloqueos, i que pa- ra resistirlos se necesita dinero r ejércitos, mien- tras nos defendíamos en el Kio de la Plata , los indios salvajes despoblaban con sus depre-daciones el interior, i reducían aun mas que lo que estaba antes la parte ocupada por los cristianos. Así vamos cada día de mal en peor, i con- tinuará el mal en adelante, mientras no orga- nicemos un gobierno nacional que se proponga por objeto único de sus esfuerzos ]»oblar el pais i crear riquezas. Este propósito, seguido con te- son por una serie de años acelerará de uu modo prodijíoso nuestro desenvolvimiento, pero para llevarlo a cabo se requiere otra organización da- da al país, i otro espíritu que el que ha aconseja- do al pais,i dirijido la política de la nación. ¿Qué hacen, por ejemplo, esos enviados, que ganan diez mil pesos anuales en Washington, Janeiro, Lon- dres, París? Arrastrarse ante Gobiernos que no hacen caso de ellos, o contundirse entre la turba de diplomáticos haraganes, dándose aires de grandes señores , i dándose buena vida con nuestras rentas. Estos enviados debiau ser hom- bres laboriosos, ocupados esclusivamente de es- tudiar los medios que aquellas naciones emplean para enriquecerse; de ponerse en contacto con los hombres que por su ciencia, su industria, nos convendría hacer venir a nuestro pais. Nuestras embajadas en Europa debían ser oficinas pú- blicas, para procurarnos i enviarnos millares de emigrantes laboriosos, para seducir hombres eminentes, para predisponer por la prensa la opinión de la Europa en favor de nuestros paí- ses, poco conocidos hasta hoi si no es)por sus guer- -* ¡27 — ras í sus desórdenes. Oficinas de este jénero establecidas en Burdeos, Havre, Cádiz, Jénova, Jíotterdam , Hainburgo, nos enviarían cien mil emigrantes por año, que en uno solo cubrirían de mieses los campos i de ciudades todo el bello territorio del Entre-Ríos. Tenemos un ejército, i las disposiciones guer- reras de los a rj en tinos los hacen aptos para la vida militar. Qué hemos hecho en diez años con nuestro ejército? Acamparlo en el Cerríto de Montevideo para que destruya ganados i mate hombres estraviados, porque, o no hemos podido o no hemos querido tomar la plaza; pero en uno i otro caso no hai gloria ni provecho. I el ejército tiene una grande i larga tarea que desempeñar en- tre nosotros. Cada diez años se hacen entradas a los indios; los indios se retiran al Sud a la apro- ximación de nuestras fuerzas, i en cambio de los cien mil pesos que ha costado la espedicion, nuestros espedicionarios vuelven con algunos centenares de ovejas tomadas a los indios, i algu- nos individuos de chusma por trofeos; concluido lo cual, los'indios reaparecen en nuestras campa- ñas i siguen sus depredaciones. Un gobierno previsor debe obrar de otra manera. Desde Ba- hía Blanca hasta la Cordillera de los Andes, apoyándose en la márjen del río Colorado, debe de diez en diez leguas erijirse un fuerte perma- nente, i dispuesto de modo que sirva de nñcleo auna ciudad. Esto no haría mas que quince n veinte fuertes, los cuales formarían un límite fi-— \'¿H — jjal u la lícpública por t i Sud. Las Iribú* sal) aje» que quedasen cortadas por esta línea de puesto* avanzados, no resistirán largo tiempo a la ame- naza de ser aniquiladas, cojidas entre dos fuer- zas i diezmada-*. Dos vaporcitos echados en el Colorado, telégrafos de brazos elevados so- bre los fuertes para dar desde cada uno de ellos la señal de la alarma a los dos contiguos, son su- licientes medios de mantener la seguridad i las comunicaciones de la frontera. La guarnición de estos puntos se baria con colonos militares, a quienes se distribuiría el terreno adyacente para estancias de ganados, proveyéndolos de anima- les, plantas, etc. La Rusia ba poblado por este sistema sus fronteras asiáticas, i la Francia no se posesionó de la Arjelia sino el dia que acantonó sus ejércitos en el Tell, dejando tras sí las po- blaciones árabes sometidas i arrollando por de- lante a las que resistían a su poder. La pacifica- ción de la frontera no se terminará, aun así, den- tro de cincuenta años; pero establecidos estos puntos de ocupación, al Sud, los caminos deja- rán en breve de ser infestados por los salvajes, i las próvincii.s de Córdova, San Luis i Mendoza avanzarían sus fronteras, su población i y a nados cien leguas al Sud. La fortificación de algunos estrechos desfiladeros por donde pasan la Cordi- Jleia. los indios de Boroa a hacer malones en la sierra de la Ventana, i las de San Luis i Cóido- va, completarían este sistema simple pero efec- tivo de paeílícaeion interna. Al Norte otro ejér- cito, oti'o sistema (te colonias fortificadas, la pú* blacíon, la ganadería, la agricultura cstendi-» das hasta allá para su sosten, continuarían la obra «le Jos españoles bajo un plan intelijente i seguido. Los trabajos de Artíllales, el viaje de Cruz desde Antuco hasta Buenos-Ai res i otras esplotacíones no inénos importantes, están reve- lando lo que debe hacerse, si no se quiere que las poblaciones del interior sean aniquiladas. Eti el estreno sud de la sierra del Alumbren de Santa Bárbara, en la Provincia íle Salta, exis- te el fuerte de San Fernando establecido por el Gobierno español en 1850. Desde allí al sud, hai camino transitado hasta el fuerte i reducción de Miraf lores a orillas del Salado, que viene de San- tiago i continua al poblado por ambas márjenes hasta que cambiando su nombre en Tomé, des- emboca en el Paraná en las puertas déla ciudad Santa Fé. El Salado es el límite de las poblaciones cristianas al oeste de Córdova, poblaciones deteni- das en su crecimiento o arruinadas por los salvajes en estos últimos años. Entre este rio al sud, el Pa- lana al Este, i el Bermejo al norte, inedia una es- tension de pais de mas de cuatro mil seiscientas leguas cuadradas que no ha sido ertm ocupada, i aunque este pais sea inundable en mucha esten- sion, seco en otras, el estado necesita ocuparlo, para arrojar a los bárbaros a la orilla norte del Bermejo, para despejar esta línea de comunica- ción entre Jujui, Salta. Tucnman i Santiago del Estero* con Corrientes, Para una i i Entre Ríos. La 17— 130 — circunstancia ele ser habitado por los indios, mues- tra que la población cristiana puede medrar allí, sin que deba escluirse la presunción de que las inundaciones mismas puedan suministrar alimen- to a la agricultura, como sucede en el Ejipto, que ' anega el Nilo periódicamente todos lósanos (21). Esta colonización militar al Norte i la que he- mos propuesto al sud encerrarian el espacio de pais comprendido éntrelos 23.° i 40." de latitud , la Cordillera de los Andes i los rios, a cubierto de invasiones de los salvajes, a fin de que la colo- nización pacífica se estienda a sus anchas i pue- ble tan vasto territorio. A medida que aquellas líneas fuertes se consoliden i pueblen, nuevos ejércitos de colonos militares avanzarían al sud i al norte a formar nuevas fronteras, ocupar i po- blar nuevos países, apoA'ándose al sud en las márjenes del Rio Negro, navegable hasta la Cor- dillera, según la relación de Villarino, i al Norte sobre el Pilcomayo,' navegable en partes, pero siempre una barrera para los salvajes, i una vía para los productos (2:2). Cualquiera que la magnitud de estos trabajos sea, la República Arjentina tiene que llegar al Estrecho de Magallanes al^ sud, i a los estreñios (21) La obra importantísima de Ardíales, nuestro celebre injrnie- ro jcógrafo, sobre el Chaco, subministra datos preciosos sobre esta par- te de lu República. (82) El Gobierno de Chile envió hace 4 meses al Contúndante de Corbeta, Muñoz Camero, a comprobar el rumor mui acreditado de que el Rio Xcgro tenia su orijen en Chile, i podia por tanto ofrecer un" linca de comercio i comunicación entre el Atlántico i el Pacifico. El resultado nocom^poudió a la e*penuuca, la cordillera «c interpone en- tre dos puse*. — tai — de Botaría i Brasil al Norte. Nuestros padres nos han dejado una inmensa herencia desierta, i una inmensa tarea que llenar para desempeñar nues- tro papel de luición i de parte constituyente del mundo. Esta es la obru de siglos, i desde ahora se han de echar bases adecuada! a obra tan es- tensa. .Mas difícil lia sido para las Holandeses po- ner coto al océano; mas grande empresa ha aco- metido la Francia para «ometer a los árabes. .Nuestras cspedicioncillas a los indios para volver con historias i parruelias, son especulaciones ruines determinado. L na vez aseguradas las (rúate- •"«a por el sistema que liemos indicado, el inte- rior de la República debe ser objeto de traba- jos en grande escala. En los Estados-Unidos,- 18j - et GobierUO (te Washington pone en venta todos los años una porción do las tierras federales que lmn sido medidas i deslindadas de ante- mano por los ingenieros. De este modo miran por año en caja dos t ientos mil pesos, i se echan los cimientos a nuevas poblaciones i ca- tados. Correspondería al Departamento topo- gráfico nacional, proceder a la mensura i ena- jenación de las tierras valdias cultivables en diversos puntos de la República , a fin de que los emigrantes que lleguen de Europa , sepan adonde dirijirse, i no se acumulen en las cos- tas por la incertidumbre i el temor de aventu- rarse a ciegas en un pais desconocido. El in- terior debe hacerse viable para la emigración, i una cadena de casas de posta desde Bue- nos-Aires a Mendoza i Tucuman, asegurar el tránsito de los caminantes a pié. En Bolivia, pais que reputamos mas atrasado que el nuestro, el viajero marcha por los desiertos, durmiendo de noche en edificios decentes, construidos per el gobierno. ¿Quién que haya atravesado de Buenos-Aires a San Luis, no recuerda con hor- ror aquellas pocilgas que llevan el nombre de postas i que revelan el atraso de «pie no se ve ejemplo en las llanuras del Asia, donde de tiem- po inmemorial existen caravanserrallos para co- modidad i abrigo de los traficantes.' hai di- ficultades invencibles para la voluntad, ni incon- venientes que no haya remediado la espericncia. Los pozos artesianos, cuya construcción ge bn — 13-°! — simplificado en estos últimos años, aseguran la provisión de agua. Los ganados que se transpor- tan de Buenos-Aires al interior, se desbandan en los campos al menor ruido que los asuste, por falta de apriscos de distancia en distancia, donde ]tasen la noche seguros. Una posta de la pampa debiera ser en realidad una posta para el relevo de diligencias regulares que hagan la travesía periódicamente, una fortaleza, un aprisco para los ganados, una posada para emigrantes, un te- légrafo (de brazos) para trasmitir noticias, i un centro para que en los lugares adecuados se aglomere población. El comercio de Chile i el de Bolivia deben ser fomentados por estos me- dios i otros que están a nuestro alcance. En Ja Pampa, una casa blanca i de regular elevación se divisa de diez leguas a la redonda, i de un minarete se descubren quince leguas, lo bastan- te para ponerse a cubierto de sorpresas de los bárbaros durante el dia. El Departamento topográfico debiera promo- ver un sistema seguido de trabajos de esplotacion en los rios, para asegurarse de los que son nave- gables, i de los que pueden ser canalizados. ¿Qué sabemos hoi del Negro, del Colorado, del Ber- mejo, del Pilcomayo, de los lagos de Guana- cache, el Tercero, i otras vias de trasporte, sino lo que nos han dejado los jesuítas i algunos es- piradores mandados por la corona española? ¿Ni quién puede emprender este cúmulo de tra- pujos sino un gobierno nacional interesado en— 134 — el desarrollo de todas las partes «leí territorio , sin preocupación por favorecer los intereses de una provincia en perjuicio de otra, i CtHl fondo* nacionales cuyo empleo deba hacerse en pro común? Bompland, Parehappe, ÍVOrbigny han vi- sitado las riberas del Plata i enriquecido la ciencia europea con datos preciosísimos, ¿(pa- liemos sacado nosotros del contacto de tan ilus- tres huéspedes? 1 entre nosotros todo está por hacerse en materia de conocer el pais en que vi- vimos i la naturaleza qne nos rodea. Estudios no menos vastos deben comprenderse sobre la constitución jeolójiea de países tan estensos. ¿Quién puede imajinarse las inesploradas rique- zas que esconde en sus entrañas la sierra de Cór- dova, cuyos sitios risueños i vistas pintorescas recuerdan los Alpes de la Suiza? Viajeros eu- ropeos han encontrado en ella siete especies de mármoles i jaspes de una rara beldad ; el hierro abunda; la plata i el oro han sido csplotados, i mil elementos de riqueza están esparcidos por do qnier esperando que la industria venga a aprovecharlos. La Provincia de Córdova, romo centro de la República, debe ser el depósito je- neral de todos los medios de mejora que hayan de ponerse en práctica, para acelerar la pobla- ción, del interior. Córdova reúne las dos grandes vias comerciales de Chile i el Perú ; desde Cór- dova puede canalizarse el Tercero, para ligarlo al Q-rnn sistema de Rios, A Córdova debe ompnjar- 7ca una corriente natural i espontánea.— 136 — lui^tn que desde los puertos lie Europa has- ta las márjenes del Plata pueda verse una línea no interrumpida de embarcaciones. Esto no es imposible ni lejano. A Nueva-York lian llega- do 14000 emigrantes en un solo dia, i en Norte América cada dia se bace mas continjente i pre- caria la condición de los emigrantes. Las tierras valdias están ahora a mas de 400 leguas de las costas i los emigrantes sin auxilio del gobierno, explotados por los especuladores, agotan sus tuer- zas i su enerjia antes de haberse establecido. Es mas posible ahora que la Europa se conmueva por sus cimientos, i son millones los hombres cu- ya posición es desgraciada. ¿Qué habria sido del pais americano que por una buena inspiración de la Providencia se hubiese hallado en aptitud de recojera bordo de sus naves en Europa para hospedarlos en América, los republicanos roma- nos vencidos en Roma, los señores Magyares que se han asilado en Turquía, los sabios franceses perseguidos, los patriotas alemanes pisoteados en Francfort? La libertad, la grandeza i la civiliza- ción délos Estados-Unidos la han fundado para gloria eterna del pensamiento humano, algunos centenares de puritanos proscriptos de Inglater- ra, perseguidos allá como revoltosos i turbulentos, i que reunidos en un pais vírjen afianzaron para siempre la libertad i la igualdad. ¡Cuántos trabajos tiene que emprender aun la bella i favorecida provincia de Buenos-Aires! Sus campañas son críale» latea como han salido — 1:17 de las manos de la naturaleza, sus habitantes ganados mas bien que hombres, i sus produc- ciones hasta lioi tan pingües empiezan a desme- recer en los mercados europeos, por la revolu- ción «pie en la industria ha introducido el uso del hierro, del cobre, del plomo, (pie han reempla- zado al cuero oí los implementos mecánicos. Los almacenes de Buenos-Abes se recaigan de mer- caderías, i el comercio se estaciona por falta de pohlat ion que las consuma. La leña i las maderas ile construcción han de venirle de afuera, porque aun no se ha pensado en cubrir de bosque el terreno, i la agricultura es hasta hoi, bajo el cli- ma mas propicio, materia de jardinería i de pro- visión del mercado, mas bien que asunto de es- portacion. La Babia Blanca pudiera convertirse sobre ambas márjenes del Colorado en un centro de colonización que oslendiendo sus conquistas al Este, i al Noroeste, se pusiese en contacto con la población del sud de la Provincia. La campa- ña habitada de Buenos-Aires daria espacio para la residencia ile dos millones de labradores, sin que para ello fuese necesario disminuir la crianza de ganados. La Francia, no mas grande que aquella Provincia, contiene treinta i seis millo- nes de habitantes, i mayor número de ganados (pie en Buenos-Aires. ¿Cuáles son, sin embargo, los progresos que la industria hace en aquel pais, aun en su estado de barbarie? Según el Mensaje del Gobernador de aquella Provincia resulta que de diez añosa e»ta parte, la wiavor parte de los— 138 — ganados están alzados, nial si vivieron en ti es- tado de naturaleza. La provincia lia pedido a su Gobierno que a trueque de continuar gobernán- dola deje sin despachar los asuntos que no sean de interés nacionnl. Nosotros aplaudimos al he- roísmo de un pueblo que pide a su gobernante que descuide todo lo que a su propia admi- nistración i adelanto interesa , por cuidar de los asuntos de interés nacionnl ; mas nosotros desea- ríamos por el contrario que contrajese a su pro- vincia sus desvelos, dejando al Congreso Nacio- nal la incumbencia de velar por los intereses de todos. Réstanos anticiparnos a la mas vulgar de las objeciones que se oponen a la realización de es- tos sueños', sueños, sin embargo, que se reali- zan boi a nuestra vista, en los Estados-Unidos en California, por los mismos medios que pro- ponemos para nuestro pais. Una comparación. Buenos-Aires es el puerto único de la Confede- ración, la residencia del Encargado de las Re- laciones Esteriores, el Gobernador con la suma del poder público : Buenos-Aires, la poderosa Buenos-Aires, no tiene un muelle que facilite el movimiento de las mercaderías, que ahorre el ridículo espediente de cargar a hombros los' pasajeros, o entrar carretas al rio a recibir las mercaderías. San Francisco en California tiene en solo dos años doce muelles de desembarco, i uno de ellos produce al dia cuarenta mil pesos. Opínese o toda idea de prnorepo entre nosotros — 198 — la falta de dinero para obras al parecer tan colo- sales. Pero suponiendo que a las rentas se les hubiera de «lar lin destino útil en estos últimos doce años, es claro que por los ménos cuarenta millones de pesos hubieran podido emplearse en muelles, caminos, canales, postas, colonias mi- litares i trabajos de esploración i conmensura- ción. Pero no puede restaurarse ya ni el tiempo ni las fortunas perdidas. Hurto hará Buenos-Ai- res, en un siglo, si una bancarrota no pone térmi- no a todo, en amortizar en un siglo los cien mi- llones de moneda ficticia con que ha gravado su porvenir. ¿Valia, Dios mió! la pena de sacrificios tan espantoso.*, de calamidades tan irreparables el empeño de que Oribe o Rivera gobernasen en Montevideo? No desesperemos sin embargo del porvenir. Haya tranquilidad fundada en bases estables, vuelva la autoridad provisoria de la Confedera- ción a su centro lejítimo que es el Congreso, i restableciéndose la tranquilidad i la confian- za, los capitales abundarán. Los tres cuartos de los canales i caminos de hierro de los Estados- Unidos se han ejecutado con capitales ingle- ses. En Europa el dinero no tiene otro ínteres que el tres por ciento i aun el dos ; el capital calcula los riesgos, i no ha i empresa por lejana o problemática a laque un buen ínteres no pro- voque capitales. Cuando se nos vea trabajar, cuando desaparezcan esos Gobiernos volun- tariosos i jcsas eruorras obstinadas, los capita-— 140 — les, los brazos, la industria europea vendrán de suyo a buscar, bajo la salvaguardia de nues- tras leyes, ocupación lucrativa. Dos lineas de poblaciones fuertes al sud i al norte de Ja lío- pública, aumentan de millones el valor de los mi- llares de leguas asegurados entre ellas. He aquí ya un capital adquirido , un sistema de postas, telégrafos, i posadas que atraviese el interior en dos o tres direcciones para que los emigran- tes de todas edades i sexos puedan penetrar a beneficiar tierras valdias, constituye por sí solo valoras de millones; la navegación de los rios promovida, facilitada, ensancbada, importa millones; i la confianza que un Gobierno cons- tituido inspira en los ánimos para aventurarse en empresas que requieren años para su rea- lización, vale millones de millones. No baga - mos depender los acontecimientos públicos, la guerra o la paz, la libertad o la clausura de los rios, el comercio por esta u la otra via, de la voluntad de un bombre ; porque es mui misera- ble la condic ión bumaua, para no extraviarse en la apreciación de los beebos. Que la razón pública presida a todos los actos del gobier- no, como el interés jeneral, tal como lo en- tienden los gobernados i no como lo cree un gobernante, debe ser el objeto i fin de sus ac- tos. Todavía otra objeción. /Cuál será la constitu- ción que baya de darse a la nueva federación o a la actual, si no se logra el fin deseado? Pero - 111 - esta cuestión es mas fácil de resulu-r (pie las» de* mas. La naturaleza del puis, i la colocación re- cíproca de bis provincias indica cuáles deben ser sus relaciones. La volmilad nacional, la violen- cia, los bechos lian dado al estado la furnia fe- deral. Las constituciones no son mas que la pro- clamación de los derechos i obligaciones del bombre en la sociedad. En este punto todas las constituciones del mundo pueden reducirse a una sola. En materia de garantías, seguridad, li- bertad, igualdad, basta declarar vijentcs todas las disposiciones de nuestras constituciones anti- guas, la del año 12, la de 10 i la de 1820. En cuanto al mecanismo federal, no bai otra regla que seguir por abora (pie la constitución de los Estados-Unidos. ¿Quejemos ser federales/ Sén- moslo al menos como lo son los únicos pueblos que tienen esta forma de gobierno. ¿Querríamos, acaso, inventar otra forma federal desconocida basta boi en Ja tierra? lint runos eti un repinen cualquiera que salga de lo arbitrario, de lo pro- visorio, de lo inconstituido, i el tiempo, la tran- quilidad, la experiencia irán señalando los esco- llos, i apuntando el remedio. Todos los pueblos marchan en esta via. El elemento de orden de un pais no es la coerción ni la compresión del gobierno. Son los intereses comprometidos. La despoblación i la falta de industria, prohi- jan las revueltas: poblad i cread intereses. Ha- ced que el comercio penetre por (odas par- les, «pie mi' empresas se inicien, que millones decapitales estén esperando sus productos, i crea- reis un millón de sostenedores del órden : esta- blecido así este órden no es tan absurdo, que ¡os hombres de bien deseen en secreto verlo de- saparecer. Cambiad el rumbo a las ideas, i en lu- gar de aspiraciones de partido, abridles un nue- vo teatro de acción i fomentad nuevas esperan- zas. Las preocupaciones populares pueden ser modificadas i dirijidas. Los romanos habían ma- mado ton la leche la idea de que estaban desti- nados a dominar el mundo, i lo consiguieron. Los franceses hace un siglo que se creen llama- dos a presidir la civilización moderna, i los es- fuerzos de sus sabios parecen justificar estas pretensiones. Infundid a los pueblos del Rio de la Plata que están destinados a ser una grande na- ción, que es arjeutino el hombre que llega a sus playas, que su patria es de todos los hombres de la tierra, que un porvenir próximo va a cambiar su suerte actual, i a merced de estas ideas, esos pueblos marcharán gustosos por la via que se les señale, i doscientos mil emigrantes introduci- dos en el pais i algunos trabajos preparatorios, darán asidero cu pocos años a tan risueñas espe- ranzas. Llamaos los instados i nidos di: i.a amí:- rica del su i), i el sentimiento de la dignidad bu mana i una noble emulación eonspirarún en no hacer un baldón del nombre a que se aserian ¡d*\is grandes. 4 APÉNDICE. Con trilles, aiffmto \¡l t/e JS }(>. /¿.rento. S> . /;/ tfiir suscribí: tiene el kattw de dirijinc al Etem >. se~>r (Gobernador i capitán Jemtrmi de l't Vtotinviu, mammmTi ida le rl Informe une manifiesta vi resultada de ta caminan r/nr se /v confirió accrc t il¡' los laxemos'. (¡obiernon de fas Vrc:inefas /¡/orales; para gne en sn vista te sirva S. /•.'. resolver la trn:; estime conveniente. l'.l i¡nc fivma rnefta rl Exvmo. f.ivbierno a nnien sesürijet se sirva cxkonerarlo de la hanrosa amisión de une tmr S. /.'. se halla en en rifada, por ni ser/., pasible sean ir dcscmiwiié.idoia, par los ¡astas mttim une a S. I'. n > ta pueden s. r dtsctno- riitas. El infrascripta, an es/e mttic >, ticn? vi placer de sjfadar al IC venia, {invierno de"ta i rocincia van su mas rtisfiittfnida i i e.pttti'jsa consideración. tZxemv. Mr, réctm Fi.üHf'. I'..vr•>'.*', Sr. ('"hernaibii i vapitn.n icntntl de isla I'im u>- titi t'ti'ro ÍJiattii-io L'ttbrel,— 145 — INFORME QIE EL IMITADO M LA PMVÍMGU DE (ORlllEMES PANA A SI UOlilERftO. De lodo lo obrado en la cai'ITAI. uk saxta-fk, desde el día 20 hasta el 30 de julio próximo pasado, en la reunión de los de- más de las cuatro provincias litorales, para la celebración di- tos pactos de alianza i reciprocidad de intereses de las Pro- vincias contratantes; habiendo sido nombrado por el Exi mo, (•obierno de Buenos-Aires, el Sr. D. José María Rosas i Pa- trón, por el de Santa-Fé, él Sr. D. Dominyo Callen, i por el de Entrc-Rios, el Sr. D. Diego Miranda. El 20 de julio se hizo la primera reunión, i después de re- conocidos i aprobados los respectivos poderes, se acordó nom- brar una comisión, que redactase el provecto del tratado, que recavó en el -• consumidores. Ivi este sentido la*— 147 — Provincia.* pagan en U Aduana de Buenos-Aires el v.ilor «le los que se consumen; i aun si se quiere, los mní cortos derechos que tienen los frutos del pais a su esportacion. Pero también es un Iieelio que Buenos-Aires paga ta deuda nacional, eon- traída, cu la guerra de la independencia, i en la que úttiina- nicntr se lia tenido con el Brasil. También lo es que mantiene J.i seguridad «lelas costas, i guarda el Rio, ajenies i cumules en países estranjeros, las relaciones estertores . i que responde de los perjuicios causados cu ota guerra a Joa neutrales por los corsarios déla It r.i't'Mi.u a: lo ñamo quede cuantiosas deuda- de honor contraidas durante dicha guerra, i 'le multitud de compromisos en que entró* el gobierno jeneral bajóla influen- cio del C'oxct 11 eso» Como no tengo a la mano algunos documentos para precisar las cantidades, supliré con la memoria inclinándome siempre, i aun demasiado, en favor de lo que se pretende. Desde luego apartaré del cálculo todos los gastos eventtudts, i deudas que aun no están reconocidas, i solo tomaré las siguientes, que son de un deber ejecutivo. Al Banco................ 13,000,000 A fondos públicos.......... 10,000,000 Empréstito de Inglaterra____ 5,000,000 Interesas de id............ <¡<)0,ÍKXI 36,000,000 lin consecuencia las provincias deben repartirse el pago de treinta i seis millones seiscientos mil pesos: los cinco millones seiscientos mil pesos del empréstito de Inglaterra cu metálico, i el resto cu papel. Veamos ahora que es lo que les corres- ponde de los derechos percibidos en Buenos-Aires, p ira llenar tamaño compromiso. En el año de 18*24 en (pie el papel de Banco otaba a la par con el metálico, se introdujo del estertor a la provincia de Buenos-Aires valor do once millones de pe- sos, de los (pie salieron dos para el consumo de todas las otras provincias, Las rentas de aquella en el mismo año, ascen- dieron a dos millones trescientos mil pesos: i calculando que los trescientos mil fueron producido» por las contribuciones directas, quedan reduejdas hv rentas de Aduanas u dos millo- nes. Pertenecen pues a las provincias, segmi sus consumo?, trescientas sesenta i tres mil pesos. La base mas fusta para h i- eer la división de le deuda, es la población; pero aun cuando se.tome cu su lugar la riqueza, después del destrozo que h i afrido, siempre resultan', que a Buenos-Aires nuncu pnedi (ocark mas de la cuarto parte. Eüü supuesto, las Provincia* •• 148 - llenen treseientos ¿asenta i s.-í« mil pesos con porta diferencia, para bacerírente al pago anual de la amortizar-ion, i renta del seis por ciento de tres millones setecientos mil pesos de capital metálico, i cuatrocientos cincuenta mil de intereses vencidos en (a misma moneda: ¡ ademas de veinte ¡ fres millones dos- cientos cincuenta mil pesos a fondos públicos, i al Banco en moneda corriente, que hacen las tres cuartas partes del todo de la deuda reconocida. De modo (pie las rentas que en la Aduana de Buenos-Aires se recolectan por los consumos i esportaeion ile frutos de las demás provincias, apenas bastan para cubrir lo que les corresponde anualmente para pago de los intereses per- tenecientes al empréstito de Inglaterra. Supondré practicada la libertad de derechos, para con- 1 raerme a un caso especial. La provincia de Santa-l'é ábre su Aduana, i a ella vienen directamente los efectos estranjeros. Creo rpie por evitar el contrabando, no seria prudente pasar mas allá de mi quince por ciento de derechos. Yo dejo calcular a los que tienen los datos suficientes cuanto pueden producir: solo haré la observación que por el concurso de algunas pro- vincias del interior a este mercado, tendria que entregarles la cantidad de derechos pertenecientes a sus consumos, por el mismo principio que Buenos-Aires lo hace con las demás. Siguiendo el espíritu de franqueza que me he propuesto, confiado en la de los Sres. Diputados, digo: que en el día se halla establecida en gran parte la libertad de derechos, sin re- tribución ninguna a Buenos-Ai res: muchos comerciantes hacen trasbordos clandestinos en Buenos-Aires, i evaden el pago de lo que les corresponde. Por otra parte el gobierno de Buenos- Aires conociendo la imposihiliaad que tienen las provincias para ayudarlo de otro modo al pago de la deuda, i penetrado de lo importante que es sostener el crédito nacional, nada mas les pide, sino que queden las cosas como están, sin exijirles el dfficit que existe para llenar su inmenso compromiso. Añadiré de paso, (pie toda la deuda espresada ha, sido crea- da, causada o reconocida por autoridades nacionales; i que los gastos impendidos en obras peculiares ¡t l¡i provincia de Buenos- Aires, han sido hechos con mucho menos de lo que importan su- contribuciones directas. Pero hai una observación de un orden superior, que deja re- ducidas a poca cosa las consideraciones qne acabo dé esponer. Si hemos de detenernos algún día al borde del abismo, i dejar de precipitarnos de hado en hado. En fin,, si hemos de formar nación, será como base absolutamente necesaria la formación de un tesoro nacional. ;I se cree posible conseguirlo después de la dispersión de las rentas, que habrán creado necesidades loer.- les, » nnecada gobierno provincial tendrá que atender" Apa:-— 149 — tomón In vista <1<- tan Irísto porvenir, para Ajarla en la protec- ción que >c pide eu favor de nuestra industria. Yo no me propongo entrar en la cuestión teórica, de u se debe adoptar por principio d<- !.i ccouominde nn país, la picúa liberta)) ue foincicio, o el sistema prohibitivo. Pura evitarla, me basta saber! que lodo estrenuo ts vieio-o. J)e lo que si e»to¡ persuadido es de que cuando la jeiienilidud de un país tiene producciones qac emplean con ganancia ¡ sin protección brazos i capitales, las rctriccioucs son un embarazo al comcr- cio extranjero, un motivo de quejas entra las diferentes partos de la Nación, i un obstáculo interminable al desarrollo de la industria natural de cada país. De ningún modo puedo per- suadirme la justicia con que te deben prohibir algunos pro- ductos estranjeros para fomentar otros, que, o no existen to- davía en el pais, o son escasos, o de inferior calidad. Las ne- cesidades de la sociedad son interminables, no se si podré do cír, felices los pueblos que tienen pocas, pero una vez conocidas, lateen parto de la vida; i condenara los hombres a renunciar- las, es hacerles arrastrar una existencia penosa. Ademas deque la prohibieion puesta al principio contra el < slrnnjero, bien pronto había de serla señal de alarma pan una guerra indus- trial entre las mismas Provincias. Santa-Fe no admitiría las maderas, algodou i {tensos de Corrientes, que se introducen ¡ fabrican en su territorio. Corrientes se negaría a recibir los aguardientes de San Juan i Mendoza, i los frutos del Para- guay. Blíenos-Aires también, porque alsud en los campos de Sierra nuevamente adquiridos, i en la costa Patagónica, es ta- lán sus bodegas con el tiempo. Asi mismo los granos de Entre- Ríos, que se producen abundantemente en todo su territorio, lin fin, esta guerra es por su naturaleza interminable hasta quedar la Nación muerta, es decir, sin circulación. Pero supongamos un patriotismo inagotable que no permita nacer ri validades. ; Cuáles son las ganancias que nos quedan de comprarparos los llenaos, los caldos i otros ramos, bien sea por la prohibición absoluta, o por la alza de derechos? Por mí par- te no veo sino pérdidas. La industria casi esclusiva de las pro- vincias de Jiuenos-Aires, Saute Fe i Eutre-Rios, es la ganade- ría; i aun en Corrientes es como la base de las demás. Esta es la que mas les conviene, porque para ella los brazos: son ungían capital,empleando aun los menos útiles. Por otrrt 'pinte, nues- tros campos en la mayor parte oslan dvspo'dudb's",''siendo bara- tos por lo mismo; i como la demanda /pie naeén los estranjeras de CUeiOS i demás que producen los ganados, es siempre cre- ciente, resulta que cuantos hombres i capitales se emplean,ha- cen ana ganancia exorbitante. Es cosa averiguada que la ieue- racion de los ganados >r duplica cada tres años, i este hecho i — iáü — -u utilidad lo o-pliea iodo. Si es preciso confirmarlo todavía ob- sérvase como los individuos de todas profesiones abandonan su antiguo modo de vivir, i se dedican a éste que les produce mas, sin otra protección que la del Cielo, j. entonces¡ por qué a esto* hombres ¡ sus familias se les ha de obligar a comprar caro, i por lo mismo escaso, lo «pie pueden tener barato i abundante, i ti distraer una parte del capital que podian economizar? Me responderán, que es para que contribuyan al bienestar de otros que no estén en posición tan ventajosa. Ante todas cosas se de- ben investigar, si es la mayoría, o la minoría quien gasta mas en esta transar ion Buenos-Aires, Santa-Fe i Eutre-Rios, no tienen producciones que remitir para el consumo de Corrientes ; al menos las que puedan enviarse no merecen por su poco valor entrar en la balanza. San Juan i Mendoza solo esportea en re- torno de aquellos provincias efectos extranjeros. Estoí infor- mado que en el comercio que éstas hacen con las otros del in- ¡nterior el retorno es metálico con muí pocas acepciones. Así pues, aun cuando se pongan en la balanza las zuelas delTu- caman, los tejidos de Córdova , i algunas otras cosas, siempre resultará en esta cuestión comparando los valores, una inmen- sa diferencia eu favor de los pastores. Añadiré a esto que Co- rrientes , San Juan i Mendoza, no podrán en mucho tiempo proveer a la Nación de azúcares i aguardientes, ni en la canti- dad suficiente, ni a precio moderado ; coreciendo como es cier- to, de brazos i capitales en proporción. Los frutos de la Ha- bana i el Brasil son mui baratos, porque en ellos comemos i be- bemos la sangre i las lágrimas de los miserables Africanos. Si a petar de estas consideraciones se resolviesen las Prov in- cias a proveerse por sí mismas de todo aquello que son capaces de producir, ero forzoso que abandonasen roncha porte de la industria que hoi tienen ; i esturión en el caso de un padre de familia, que por no consumir en su casa lo que se hace en la de otros se propusiese fabricar él mismo el pan, los velas, el jo- bon i otros artículos. Este hombre, ornas délos gastos que de- bía hacer empleando mal su dinero, tendría que abandonar el cuidado de su estancia, de su taller, o de cualquiera otro ocu- pación principal. A la prohibición i subida de derechos sobre los efectos del exterior, se sigue naturalmente la disminución del comercio es- lían jero, i lo baja de precio en los cueros i frutos de esporto- eion, i por cosiguiente la ruino del pastoreo en Buenos-Aires, Smiln-Fé, Kntie-Rios, Corrientes, Córdovo , i otras provincias cu vos frutos ya se esportón. Agregúese a esto que en la misma razón disminuirán las rentas Nocionales. Quedando establecido que la prohibición i carestia de los efec- tos, pes;i sobre lo mayor parte de ln población. Se Conoce aprimera vista eu.mtodt /rédito ¡falta .!. opinión pública repor- tarían los Oobiornos que sancionasen las ivs trice iones. A Ir ver- dad : lod Gobiernos no son Instituidos para sacrificar la jenc- cion presente ala futura, sino para hacer gozar aquella toda la felicidad posible i disponer su progreso para lo venhlero. De (•stos mismos principios nace ln imposibilidad de llevar a efecto loque se pretende. El país onJeiieral es abierto por todas parten i l:i espertencia ha acreditado, i enseña bol mismo (pie fuera de la baja d¡- derechos no hai arbitrio para corlar el contrabando. Eu este caso ya veo que se pedirá la prohibición absoluta ; p ■- tampoco esta puede tener lugar. Con tanto interesado en derri- barla, ¿ quienes serian los guardas? I.a autoridad se voria en l i- díenlo a eatdn paso. Con venzámonos qne lo< sufrimientos parciales, que sufre la industria provienen déla posición violenta en que non rpie- dado las Provincias, desde qíte el país ha cambiado de posición por su independencia : i porque no lia habido aun el descanso necesario para abrirse nuevos modos de existí'. Aguardemos un Juez imparcial, pues «pie nosotros no lo somos, i no impida- mos haciendo intereses aparte, la creación de la autoridad .Na- cional, que únicamente puede pronunciar con acierto las mo- dificaciones graduales que la prudencia aconseje en favor de nuestra industria. Entre tanto, comerciemos con todos franca- mente, obedeciendo a la naturaleza que ha dispuesto con su sa- biduría ordinaria, que ningún país tenga todo lo que pueda necesitar un pueblo civilizado para sacar por este medio a las Nacionesdc la penuria i estrechez con qne la historia las retra- ta en su principio.— capia ¡leí oriji nal,— Dikgo m: -M I KA N BA. CONTESTACION, Aunque he leído el mkmohaxditm presentado por p] fie. Diputad» de Buen»**Aire*, con toda la atención que merece la materia sobro qne se versa, i la peisona que enuncia en nqHe- lia pieza SU modo de pensar, debo manifestar con sinceridad, que las razones en que éste se apoya, no han producido el con- vencimiento en mi ánimo. Espondrá con la misma franqueza que lo lia hecho aquel Sr. como el actual arreglo del comercio, daña en mi juicio, a lo- interes de la República : por lo tanto demanda una variación; i concluiré dando las razones queme parece destmveil las que Opone al MEMORANDUM. Hai dos |)imt<»s importantes sobre los que está cimentado el comercio de la República, i son : 1. Ln liliri' concurrencia ¡le toda industrio. •2. ta cselnuion del puerta de Bnenof-Aire*, para el comer- cio ile importación i rspar tai-ion. Considero la libre concurrencia como una fatalidad para la •íaciox. Lo- |»'>eo artículos industriales que. produce nuestro país, no pueden soportar la competencia con la industria estruu- jen». Sobreviene la languidez, i parecen, o son insignificantes. Kulónccs se aumenta el saldo (pie hai contra nosotros en la balanza del comercio estertor. Se destruyen los capitales in- vertidos en estos ramos, i se sigue la miseria. El aumento de nuestros consumos sobre nuestros productos, ¡ la miseria, son, pues, los frutos de la lililí' concurrencia. I.a (M-lu-iva del puerto, es otro mal , raizde infinitos. I.a situación di' Buenos-Aires, es en el estremo del territo- rio de la República. Por ahora me contraeré ti manifestar que considero evidente por sí misma la ventaja dr disminuir las distancias que corren los artículos di' comercio del pais hasta su mercado; asi como son visibles lo- perjuicios que resultan tic colocar ..(piel donde la naturaleza no lo ha puesto. Si la libre concurrencia mata algunos ramos nacientes de industria nacional, i el increado facticio de Buenos-Aires, daña ü la gran mayoría de los pueblos de la República, debe mirarse como indispensable una variación en el actual sistema del co- mercio. Me parece también que ésta debe fundarse en los pun- to' siguientes : 1. I'rofii/tician ¡disoluta ¡le importar ¡¡/¡/unos ariieulos ¡¡lie producé el jatis, i i¡uc se npcdJicarÚH en la Acta ¡¡ve la esta- ble te a. •1. Habilitación ¡le OtTO, U Otra* puertas mas que el ¡le ¡inc- luís- .1 i res. Aquí me contraeré solamente a satisfacer los argumentos que contiene en oposición el memorándum, í siguiendo, to- caremos ántes el vi." artículo qne el 1." Qnizá mi manera de cspliear me habrá dado tugara una gra- ve equivocación. \a preteaila ¡/ue Uncnos-Aires uo eahre de- recho* : lio ilesconozco las aleaciones Xacianafes i¡ue lieae sobre tí: no pida ¡pie estas me desatiendan, (¿asiera, cu sustancia, que todo se determinase de un modo positivo i amistoso ; a saber cuánta licitemos: coa i/uc conlóalos: cuítala paliamos: cnánlo es nuestro dífieit: cuanto mas deliciaos pai/iir : i cu Jiu, '/tu paitemos hacer para pronioecr la prosperidad ile halas las ¡trocíacias de la RKPl1 hi.ica, i/ne sieiapre lina ida en decaden- cia, i i/ue hoi se hallan en el último escalón del iiaii/uilamien- lo i dl> ln naita : ¡le estas Provincias, en favor de cultos intere- ses debemos tender la rista, parque son las nuestras mismos, i >lr cuna suerte no pialemos itcscaleadcros SIN DEJAR DE sr.u •2<»PATRIOTA*, i **" resentimos de las carntemenci*» que na* trae- rá /a consumación de su ruina,quee» también la uuettra. Asi conocerá toda la estcnaion de I..-* distinguidos servicios de Buenos-Airea a la Nación ; se liarán jenerales i comunes las resoluciones sobra cuestiones que'siempre se han tratado mis- ter tatamente, i se destruirá esc principio de inquietud de det- confianza i aun de animadrersion, que tan fatales resultados nos lia dado en otras épocas i que me temo los prepare para lo futuro. Kl memorándum nos presenta un bosquejo de la deuda pú- hlica, i detones de calcular la suma con que las provincias deben contribuir al paso de interese-, etc. deduce, que abierto el puerta de Santa-Fé, sera necesario que las rentas jenerales se dispersen, i se apliquen a necesidades locales. Sin asentir al calculo que contiene el MEMORANDUM, tampoco lo combatiré: abofa no me parece necesario; pero la sola habilitación de Santa-Fé, disminuyendo los gastos de conducción délos artícu- los que importan i esportan las Provincias, les permite pagar mas derechos, i consultar mas su prosperidad. Las rentas no so dispersarán, al menos no es eso lo (pie yo pido, sino que se aplicarán, como ahora, a los gasto* puramente Nacionalet. Prescindo, pues, de todo lo que se ha dicho sobre aquel supues- to errado, i solo me fijare como de paso, por ser demasiado importante, en la afirmación de ser la población la base mas justa para la división de la deuda. No sé si este principio seria 'demostrable ; pero aplicándolo a la República, daría por resul- tado una sociedad de capitales designaíes, de goces desiguales, de ganancias desiguales i de cargas ¡"líales. Esto serta mons- truoso si no me engaño. Creo, pues, que los argumentos del MEMORANDUM, podrán tener fuerza contra la dispersión de las rentas, i no contra la habilitación del puerto de Santa-Fe, U otros, i las razones en que me apoyo para pedirlo, quedan en pié, sin necesitar de apelar a una muí justa, aunque de naturaleza especial, que es el fomento i desarrollo de prosperidad de Santa-Fé; cuyo pri- mer efecto seria asegurar su frontera del norte, i recobrar los bellos campos que hoi ocupan los Indios. Siguiendo el orden del memorándum, pasaremos a recor- rer lijernmente los motivos que se dan para resistir el sistema restrictivo; aunque yo creo necesaria, no éste, sino la absoluta prohibición. Tenemos, se dice, producciones que emplean nuestros brazos i capitales con ganancia, i sin protección : las restricciones son un ambáralo para el comercio esterior, i ninguna utilidad nos traen. Muí bien. Tenemos algunas provincias a que quizá es- to será aplicable: mas, tenemos otras, i son varias, cuyas producciones hace mucho tiempo rjni dejaron de se? lu- crativas: que viven csclusívaiaente «le ellas: que no pueden abandonar su industria sin perder tu capital: que no pueden tampoco, aun con capitales, abrazar otra porque su territorio no Jo permite: mas claro, i nías corto, que han de ser favore- cidas con la prohibición de la industria cstranjera, o htm sfe perecer. Hai otras cuyo territorio es a proposito para producir muchos i distinguidos artículos, que solo algunas de sus parles sou propias para la ganadería, único ejercida nqnetenmamte- re hmitatr, i que habiendo hecho considerables ensayos en dis- tintos ramos, han tenido suceso feliz. Sin embargo, no pueden competir con la industria estranjer», ya por la perfección de la última, ya por los enormes gastos de todo establecimiento nue- vo. ¿I qué luiremos? ¿Condenaremos a los: unos a morir de mi- seria, i sujetaremos a los otros a que cultiven uno solo de los Díñenos ramos de riqueza que poseen.'Jamas, me parece, po- dré comprender cómo las restricciones empleadas en este sen- tido podrán ser un obstáculo a la industria, como dice el MEMORANDUM. La libre concurrencia, si que no la dejará apa- recer, i esto es muí sencillo en mi concepto. Pero su frirán mneka en la privación de aquello» artículos a que están, acosl timbrados ciertos pueblos. Si, sin duda, un corto número de hombres de fortuna padecerán, porque se pri- varán de tomar en su mesa vinos i licores esonisitos. Los pa- garán mas caro también, i «m paladar se ofenderá. Las clases ménos acomodadas, no hallarán mucha diferencia entre los vi- nos i licores que actualmente beben, sino en el precio, i dismi- nuirán su consumo; lo que no creo ser mu i perjudicial. No se pondrán nuestros paisanos ponchos ingleses; no llevarán bolas i lazos hechos en Inglaterra ; no vestiremos la ropa hecha en vstranjeria i demás renglones (pie podemos proporcionar ; pero en cambá) empezará a ser ménos desgraciada la condición de pueblos enteros de ah.ikxti.vos, i no ños perseguirá la idea de la espantosa miseria, i sus consecuencias, a que hoi son conde- nados: i aquí es tiempo de notar, que solamente propongo la prohibición de importar artículos de Comercio que el pais pro- duce, i no los que pueden producir, pero aun no se fabrican, como equivocadamente se entiende en el MEMORANDUM. Por mi parte, no temo la guerra industrial, que se cree debe seguir al establecimiento del sistema restrictivo. No estando mas adelantada la industria en Corrientes que en Santa-Fé, no ganaran nada los eorrentinos en traer a Santa-Fé lienzos, algodones i maderas, de las que SaiUa-Fé produzca, í no las traerán. No habria, por tanto, necesidad de prohibición. Los aguardientes de San Juan i Mendoza, no harán cuenta en Cor- rientes, i buscarán otro mercado. Si B»ieiK>S-AÍres llega a tenertnt li .i!ri/i tenemos proporción para ello.' Es un hecho indudable que l >s ¡ndiridnos da todas profe- siones, abandonan, su antiguo modo de ririr por dedicarse al pastoreo. Mas esto prueba, en mi concepto, precisamente lo contrario de lo que se pretende. La (ganadería en nuestro estado actual, tiene sus riesgos graves, i peligros inminentes: lo na- tural es procurar mas bien un lucro moderado i seguro, (pie uno mui es puesto aunque considerable. Cuando se prefiere este último, es ciertamente porque las profesiones que antes asegu- raban la subsistencia, boi no ofrecen sino quebrantos, i porque no hai en (pié escojer. Tampoco considero mui equitativa la resolución de la cues- tión fipiién es i/iiieu pierde en este sistema prohibí tira? ¿La manaría » minoría! Es mui grande el número de los interesa- dos, i creo poder afirmar, i/ue la República entera lo está pai- la adopción de él. Soltrc todo, es necesario considerar, (pie aun cuando fuera la mayoría (que en mi concepto está mui lejos descrío) la perjudicada, la cuestión se resol vería por la adop- ción del sistema prohibitivo, si se propusiera en estos término-, que son Justos ¿deben imponerse privaciones parciales, i mui gra\es a la mayoría pura no dejar penca a una minoría considera lile, o al contrario.' Puede ser «pie efectivamente bajasen en el primer año el va- lor de lo- cueros, etc. estableciendo prohibiciones. Mas no suce- dería así al segundo, s¡ la demanda de este articule de comer- cio es creciente : por tanto, a costa de un mal momentáneo adquiriríamos el bien de dieniiiiiiir permanentemente la diferen- cia que bai entre nuestros productos, ¡ nuestros consumos, su- poniendo (pie nuestro comercio disminuirá de todos modo», pues metálico, con qne saldábamos antes la diferencia, está acaba*lo. I,as remas Nacionales se rebajarán en proporción; pero au- mentaremos nuestros derechos, asi como se se acaban de au- mentar en Buenos-Aires, a mas de 1(1, ló, i 30, por ciento que antes payaban, sino recuerdo mal. Entonces las renta- su- birán ; i sobre todo, este es un artículo importante del cual considero estemporáneo decir todo lo que pienso. De propósito, no saco ningún argumento de las ventajas fu- turas de la prohibición, porque admito la máxima de míe. los (Gobiernos deben cuidar pront imenle de ta f elicidad de la je- R< ración presente, i preparar la de la venidera. Aunque por otra |>arte me haga fuer/a en favor de la posteridad el recuerdo de (pie l<; ganaremos una considerable deuda , que en gran par- te no leñemos derecho de echar sobre ella, pues, no es efectiva- mente el precio de la independencia. Recapitulando todo, conozco bien (pie habrá dificultades que vencer para obrar en el -cutido que propongo. .Mas estol in- timamente persuadido de (pie los traerá mayores, ¡de una na- turaleza mui grave, retardar la decisión de estos puntos. Mui peligroso seria esperara que, tal vez, se pidiese de otra parte ima resolución tan justa ¡ tan necesaria, i digámoslo tan popu- lar, mucho áiltes lia ahora-, en el interior : adelantándonos a to- marla , n<>< evitaremos contestaciones'ditíciles, i simplificaremos multitud de otras cuestiones. _ Habría podido en el curso de estos apuntes citar cnapovode mis opiniones, la canducta, no de pueblos nacientes come los nuestros, sino de pueblos cuya civilización e industria han 11"- gado a un alto grado de perfección, i que por consiguiente tie- nen menos peligro de establecer una franqueza ilimitada en el comercio, lie preferido ceñirme a lo que dicta simplemente la rasan natural; pero no por eso d( jaré de recordar, qne |n*pu< - !'!.>-• en va riqueza i pod. r admiramos hot, na w> lian elevado a este estado, adoptando en su oríjeu un comerciolihrcí sin tra- bas ; ¡ ni aun ahora que sus manufacturas i fábricas sevemen un pte tan floreciente, menosprecian el mas pequeño medio de aumentar !<•• modo- Je ganar sobes < | extranjero, cu "id" e-!e 'e'jicü'k dv una medida pivhthilivai P..; -apuesto, allí muVi que KM subdito» de iliiít unción enemiga o extranjera, Ha- llen en su morcada la ganancia i el hiero, mientras los produc- tos nacionales tle igual clase reciben un fuerte quebranto, eoaio nos está sucediendo a nosotros. Por último : cuando vo esperaba que por resultado de mis conferencias con el »SV. Diputado por Buen.ee A iré» , como en- cargado al efecto, ine presentase este Sr. el provecto de Ioh artículos que dchiu contener nuestro tratado, tal cual yo lo pro- metí por ni parte, recibí el MEMORANDUM indicado, i a que me ha precisado contestar acompañando el proyecto que había preparado para presentárselo ; el que espero se considere por ios SS. Diputados.—Santa Fé, julio 2ó de, IS'iO. Pedro Ferré. PROYECTO. Deseando los Gobiernos de Rueños Aires, Santa Fé, Entre- Itios i Corrientes, estrechar cada vez mas los vínculos (pie fe- lizmente los uncu, creyendo (pie asi lo piden sus intereses par- ticulares, i los jenerales de la República, ban nombrado a este fin sus respectivos Diputados, a saber: el. Gobierno de. liae- hoh-Aires, al Sr. D. José María Rojas i Patrón: el deSanla Fé, al Sr. D. Domingo Cullen : el de. Entre-Rio» al Sr. J). Diego Miranda ; i el de Corrientes a D. Pedro Ferré, quie- nes después de haber can jeado sus respectivos poderes, i ha- llándose éstos en debida forma; teniendo presente el tratado preliminar celebrado en la ciudad de Santa- Fé el 'Hí de Febre- ro prójimo pasada, éntrelos Gobiernos de dicha provincia i la de Corrientes; teniendo también a la vístala convención preliminar ajustada en Dueños-Aires el Sil del mes de marzo del presente año, entre los gobiernos de esta Provincia , i la de Corrientes ; asi como el tratado celebrado el ¡í del mes de mago en la capital de Futre- llios entre dicha Provincia i la de Corrientes : i con- siderando que la mayor parte de la» Provincias de la Repúbli- ca , lian proclamado del modo mas libre i espontáneo la forma de Gobierno federal; i que siendo los principales objetos del presente tratado de alianza, atender a la seguridad, i rant/ni/i- dad, e integridad del territorio de las ¡irorincias contratantes. i cooperar eficazmente a esfuerzos de toda clase de sacrificios. al engiantleeimirnto i prn\f.ei idad or delito, cualquiera quesea, i a ponerlo a (lisj>osicion del (Gobier- no respectivo (pie lo reclame como tal : entendiéndose (pie el presente artículo solo jenirá con respecto a los que se hagan criminales después de la ratificación i publicación de este tratado. !>. Los ciudadanos de la Ifepúbllea gozarán reciprocamente lu franqueza i sejmridad de entrar i transitar con sus buques i carcas en todos los puerros, Rios i territorios de cada una, ejerciendo en ellos su industria con la misma libertad . justicia i protección (pie los naturales de la Provincia en que residan, ni -e concederá privilejio, <> exceocion a las personas ¡ propie- 'ladcK de éstos que no sea concedido a aquellos.— 101» — (i. Teniendo |»reseiite que algunas Provincias han determi- nado por Ici, que nadie pnedcejercer en eÜHt*lu primera .M ajistru- liiVf i, sino su< hijos respectivamente, se exceptúa (lidio cuso, ¡ otros qtic fuesen establecidos por leve»especiales. 7. deformará tina itrjtreneMlneioH de un Diputado por cadu provincia, Clivo carácter será el de tttprenealtlfini1 th- tmn pri- r-incios alindas del lito de la l'la'u, i residirá vil la ciudad de Sautn-Fó N. Serán atribución! - de 11 Representación de que habla el arííeuloanlcrior : I." Mttcer A» pos i declarar gm rra, 4.* Asombrar tlJeneral del ejército aliada, fOO SC formo» ó en cuso de. guerra. •).* Determinar en igual caso el continjeiite con que cede, una délas Provincias aliadas deban concurrir para la formación ieqni- podel ejercito, i (loqué fondos se Iwn de abonar lo* «¿asios de la gue- rra , según la calidad rlcesta, iotrascircunstaitcias que concurran. 4»* lleglar vi comercio estertor i la itacrijacion tic los rios ¡'araná i Urotfooi. ó.* J'n-pvntler a la orgtiii'Zneio:t jeneral ifr lu Rt pú'tlicn, (iifent/ié.alose con todas los gobiernos tte clin. ti." JJev/itiiir los tu líenlos de comercio, cuna introducción deba ser prohibida. 9. Tendrá a mas de I is atribuciones «pie esitrcsa el artículo precedente, las «pie sucesivamente le concedan los íjolncrnos representados. 10. Los artículos ib? comercio, cava introducción debe ser prohibida, serán aquellos qttü produce i puede proporcionar el territorio de la República. 11. liba Diputados de la Representación podrán ser removi- dos por gns respectivas provincias. 1*.'. 1.1 tiobicriMi ile Bnenos-Aires instruirá a los lientas nV lus provincias de la República, i a l.i Representación, de los j;asto<5 boehosen objetos Nacionales, del monto de los cainhilcs qiM lia manejado de la Nación, i a cuánto asciende la deuda que debo*gravitar sobre todas las Provincias de la República. 13b Los Gobiernos contratantes a nombre de las Provincias «pie presiden, declaran habilitados parad comercio cstranjero a mas del puerto de Buenos-A iros, el déla capital do Sanln-I'é. 1-1. VA tesoro rpie en ambas proi incias se recaude de impues- tos ¡i! comercio cst ra ajero, según el arreglo jeneral qm se re* forme so declara \ u'tov ai. ¡ se col unirá i depositará indcixn- dicnte de losdcrecbo8 pa icnlarcs de cada Provine!::. I«>. Los tíos artículos anteriores tendrán electo hasta que ;c cubra la deuda nackmal. R». Serán ulyctoi! de ¡nver*jon del loiid • nacional. — 160 — 1. * Ocurrir a la detenga del territorio de la República en caso de ser invadido o amenazado por algún poder extranjero. 2. " Conservar la seguridad e integridad de las provincia» aliadas. 3. ° Kl pago de la deuda nacional. 4. ° Pagar los enj jileados puramente nacionales. 5. ° Ocurrir a los gastos mui precisos paru entretener la« te- luciones estcrioies. 17. La administración de) tesoro de que habla el artículo 14 será arreglada por la representación de las provincias ligada». 18. Si se llegare el caso (lo que Dios no permita) de susci- tarse alguna cues'ion entre las provincias confederadas, en tér- mino que amenazare turbarla peí i buena armonía de cpiehoi felizmente gozan, se nombrará un Diputado mas por cada pro- vincia délas ligadas, que se incorporarán con los de la represen- tación, con el único objeto .le dirimir la cuestión, estándose irre- vocablemente al fallo que la representación pronuncie. 19. El tratado que se establezca entre los cuatro gobiernos litorales, durará hasta la organizaeoi?i de mugobiermo jeuortU a quien compote alterar, revalidar, o anular loque en los cua- tro poderes fuere ajustado. Reunidos los cuatro 'Diputados el !¿G después de loidoel MK- mohanimvm, presentó el que suscribe la contestación, i el pro- yecto que antecede ; el cual fué rechazado por el de fíuenot- Aircs, esponiendo razonan, me Si mejor pasarlas al silencio. Mas, los de Snnta-Fé, Entre-Rios i Corrientes, deseoso? de dal- la última prueba Je los nubles sentimientos que animan a sus go- biernos respecto a los de seos de estrechar los vínculos de amis- tad con aquella , convinieron en que se redactasen otros artículos en lugar de los que aparecen en el proyecto dci.de el artículo 1 hasta el 17; par:, t uyo efecto fué comisionado el Sr. Diputado de Santa-Fé, quien el '28 presentó elsiguienle : Art. 7 Se formará una comisión compuesta de un diputado por cada uno de los gobiernos litorales, cuya residencia será en la capital de la provincia de Santa-Fé, i serán sus atribuciones : 1.' Hacerla paz, i declararla guerra. 2/ Mandar levantar el ejército, cuando las circunstancia» lo exijan, i nombrar él jeneral (pie debe mandarlo. 3. " Determinar el continjente de tropas con que cada una •de las provincias aliadas ha de contribuir para la forma» ion del ejército, i de qué fondos se han de abonar los gastos de la guerra según la calidad de ella, i otras circunstancias que concurran. 4. * Invitar a todas las provincias de la República a la con- vocación i reunión de un Congreso Nacional, que la organice i «onstituva, i ante cuyo integerrimo Juíz deducirán Io> pueblos *u«> derechos.— 161 — 8. Amas dolos facultades que empresa el artículo anterior, 'tendrán los comisionados todas aquella* que tengan a bien concederles'm respectivos gobiernos, siendo del resorte de es- tos remover alguno, o algunos de aquellos, cuando lo crean conveniente, con la sola obligación de sostituirlos a la mayor posible brevedad. í). Si desgraciadamente no tuviere'lugar la reunión de un Congreso o Asamblea Nacional, por las circunstancias políti- cas en que puede hallarse el país, o por una larga prosecución de las que hoi existen, convienen en tal caso los gobiernos con- federados, en (pie la misma comisión que se establezca arregle provisoriamente el comercio esferior, i la navegación de loa rios Paraná i Uruguay, promoviendo al misino tiempo ,1a in- dustria territorial, 1 procurando apartar cuanto pueda dañarla. Lcido ti antecedente proyecto, también $e resistiva todos svs artículos el .Sr. Diputada de Uucnos-Aires, diciendo, r/uc en razón de esta/ priva do por sus instrucciones para tratar nade robre, el contenido de ellos, se le permitiese consultar con su gobierno, convinieron en ello los dornas El que suscribe en- tonces les hizo ver que se retiraba a instruir a su gobierno del re- sultado que habían tenido sus conferencias, cuyo pasó lo reali- za por este medio, en Corriente a K> de agosto de 18:í0. Pedro Ferré. 4f w OBKAS DEL MIS3&0 A UTO II. 4 «2* I )3 üknaiiaís dt.- los ¡Métodos de '>.':tnra conocidos i practica- dos en t'iiiK 1842. Memoria leida en la üftíviwiiad de Chile, sobro On. grutía. 1 CiT-?ií«acion i Barbarla ¡ aapoct*.^100» coaum-?».' - hábitos tío lá U: pdblicg Arjeniiua, 1 vo!. 1<^** Apunte.' Biografíeos, Vida 8-»8 X.a conciencia de un nifto, rroduci le La Cron!ta, Fwíodíco amnanal, pi;bl;<% ha*»» 1860—rttt sjtneao vídiímoH. Sud- Am«;r£ea- Periódico ieirmnal,ír NOTICIA BIOGRAFICA DÉ POR Mr. DE Aü'OElvls. BUENOS AIRES. Impronta de la "Revista." 1855*