SUCESOS i>t:t •5» UTO OE I»& PICATA, CONSIDERADOS COI li ■ V \ t I O * A LOS Y A LA k Ser .7T7 W¿. 11 primo de' nostri doveri si é Tamore dclla vcritá e la fedc in essa. Silvio Pellico. Dov. degl. üqmini. MONTEVIDEO. IMPRENTA DEL NACIONAL. 1943.La censura que hace este escrito de la conducta de lo* Ajentcs Estranjcros en el Rio de la Plata, no comprende á los que representaron á la Francia en la cuestión con Rosas, desde 1838 hasta 1840. Esos Ajentes, ilustrados, probos y leales, instruyeron con verdad á su Gobierno de lo que eran Rosas y su sistema : pero el carácter de beligerantes,'que entonces re- vestían, daba naturalmente motivo para desconfiar de sus in- formes. Merece también honrosa ecepcion el Sr. Griffiths, Cón- sul ingles en Buenos Ayres: pero la presencia de un Ministro residente en aquella Capital ha neutralizado, tal vez, el efecto que sus ipformes habrían podido tener, ROSAS Y SU SISTEJIA-LOS UílMis KXTBAIWKBO».- EL COnSi OI>OHO I'l ílVIS—I». n 1 \ I I I. ORIBE- I I. BIIITIKII PACKKT V IA GAZETA MKH- UMIL 1(1 I X OS AYRES. Un grave cargo pesará siempre sobre la mayor parte de los Agentes, que, de doce años acá, han representado á las naciones extranjeras en el Rio de la Plata. Puede haber entre ellos quienes se burlen hoy de esa responsabilidad en que su honor, su capacidad y sus sentimientos se encuentran compro- metidos ; porque muchos de ellos participan de las pasiones enjendradas por la ardiente lucha que nos devora. Puede ser también que algunos de los Gobiernos extranjeros no compren- dan, todavía hoy, la conducta impróvida ó culpable de sus re- presentantes ; porque, sin mas órgano que estos mismos, para conocer nuestros paises, naturalmente reciben informes viciados de viciados espíritus. Pero el silencio de las pasiones ha de venir por fin ; la voz de la verdad ha de penetrar pura en loa gabinetes ; y en- tonces han de reconocer todos, representantes y representados, lajusticiay gravedad de aquel cargo.—Nos vamos á esplicar. Doce años hace que Rosas arrojó decididamente la ma- cara para establecer en la Rejion del Rio de la Plata un sistema de Gobierno, cuyos fundamentos son la ignorancia y la mentira; cuyos medios han sido constantemente la corrupción, el ultraje, las espoliacíones y la muerte, y cuyo fin es el aniquilamiento perdurable de todo jórmen de moral, de civilización y de pro- greso, para imperar sin freno en esta Rejion.como su tipo, Fran- cia en el Paraguay. Los elogios de sus asalariados y parásitos, la palabrería sin sentido con que han pretendido disfrazar sus enormidades, á ningún hombre de probidad ni de juicio pudieron nunca aluci— nar. Los hechos ahogaban las palabras, 1- S - Todo establecimiento literario y científico, toda casa de misericordia, dejó de ser costeada por el Gobierno: cerrados permanecen los primeros, hace muchos años, y la caridad par- ticular sostiene l;«s segundas. El retrato de Rosas recibido en las puertas de los Templos por sacerdotes en sobrepelliz.fué cien veces llevado, entre cánticos é incienso, y colocado al lado mismo del Tabernáculo. La entrada á los Templos, la comunión de la Iglesia, ha sido negada á los que se clasifican de unitarios : su exterminio se ha predicado desde lo alto de los pulpitos, como virtud evangélica, como obligación de cristiano. Las confisca- ciones en masa y la venta, á vilísimo precio, de las haciendas confiscadas, se han publicado oficialmente por la imprenta. Las crecidas fortunas en que de pronto aparecieron hombres ayer pobres y aun proletarios, y la indigencia repentina de fa- milias poco úntes opulentas y de conducta, denuncian paten- temente la corrupción y la violenta mutación de la propie- dad. Cabezas de ciudadanos inermes y muy notables, se han paseado colgadas en carros, ó se han expuesto al público en las carnicerías : algo mas; se ha discutido oficialmente con un Al- mirante Francés, investido de alto carácter diplomático, si una de esas cabezas, asi cortada, era francesa ó española. La de Zelarayan, traida desde los campos del Sur, ha estado en ex- posición en la sala de Rosas, en presencia de su familia ; y Lucio Mancilla, cuñado de este, condecorado con el grado de Jeneral, ha insultado al Sr. Mandeville, plenipotenciario de la Inglaterra, mostrándole las orejas saladas del Coronel Borda, remitidas por 1). Manuel Oribe desde Tucuman. Los Representantes de naciones civilizadas y cristianas han presenciado estos hechos : no pueden atreverse ú negarlos. Esos hechos revelaban, con espantosa elocuencia, un sistema de , perversidad y de crimen, que palabras ningunas podían coho- nestar. Aquellos Agentes han visto esc sistema en toda su de- formidad ; han comprendido acabadamente toda su tendencia; han sentido horror en el corazón, cuando la idea ha podido ocurrirles á Ja cabeza de que semejante regla de gobierno pu- diera establecerse en sus países. Y han callado,sin embargo: y han prestado acatamiento y respeto al fundador, al sostenedor, al representante enramado del execrado sistema!! Ninguna prensa europea, ni de la libre América del Norte, ha transmitido al mundo una sola denuncia de atentados tamaños, apoyada en la autoridad respetable de un Agente acreditado. Muy lejos de eso, las voces que algunos de ellos han alzado, fueron siempre en abono del hombre y del sistema. Sir Wodbine Parish, primer culpable de ese delito, extravio la opinión y el sentimiento de su Gobierno y de su na- ción, con un libro, tanto mas peligroso, cuanto que las muchas - 3 - falsedades que envuelve, en lo que dice y en lo que calla, apare- cen cubiertas con un estilo moderado, y con cierto varniz de imparcialidad y de candor (1). El Almirante Mackau, tes- tigo presencial de las matanzas de Octubre de 1840, no tuvo empacho en defender ardientemente, ante el pueblo francés, al hombre que le arrojó al rostro, mientras con él negociaba, la cabeza de Varangot: y Juan Henrique Mandeville, Plenipo- tenciario británico, autoriza, si no dirijo, las publicaciones sema- nales del British Pachet, empresa de un ingles, que, en lengua inglesa, ultraja á todos sus compatriotas, porque pidieron al jefe de las armas de su Reina la protección que el derecho de jentes no puede darles, bajo el arbitrario réjimen de caudillos que ningún derecho reconocen ; al paso que publica, apoya y alaba, la ya juzgada Circular de I. ° de Abril, en que Oribe condena los extranjeros residentes en Montevideo á la confis- cación y á la muerte. Eso han hecho, siempre que alzaron su voz los Agentes estrangeros. La Europa tiene que confesar, con vergüenza, que al cabo de veinte años (2) que sostiene, en los Nuevos Es- tados Americanos, Agentes consulares y diplomáticos, ningún servicio, ninguna utiltidad real, ha derivado de esos Agentes, ni para la política de los Gabinetes, ni para la producción, la in- dustria, ó el comercio de los paises que los sostienen. Sin comprender porque jamas se tomaron el trabajo de estudiarlas—las causas de la anarquía y de los desórdenes que presenciaban, establecieron en principio que es imposible go- bernar estos paises, sino por un despotismo de fierro, al que de- coraron con el nombre de Gobiernos Fuertes: su ceguedad pri- mero y sus compromisos después, los empujaron á apoyar el imperio de los déspotas, á dar crédito al horrible sistema de (1) Buenos Ayres and thc Provinccsof the Rio de la Plata, by Sir Woodbíne Parish. London, 1838.—Este libro ha tenido alguna voga en Inglaterra: no la merece. Encierra no pecos hechos falsos, y falsas esplicaciones de hechos ciertos. Es, á mas, un libro de partido, en que el autor ha cuidado,con culpable esmero, de callar los nombres de las personas que hicieron todo lo que él mismo reconoce bueno, noble, adelantado y civilizador : al paso que repite á cada momento, entre altos elogios, el nombre de Rosas y sus /techos. Esperamos poder publicar alguna vez, para la Inglaterra, una detenida impugnación de este libro. Ahora nos ceñiremos á tomar solamente algunos ejemplos de él. (2) La primera Potencia Europea que reconocióla indepen- dencia de los Nuevos Estados fué la Inglaterra, que lo hizo en 1823.- 4 - facultades extraordinarias, procurándole las simpatías de los Gobiernos Europeos ; y cuando la acción corrosiva de ese sis- tema irresponsable y brutal ha aniquilado el comercio, ha hecho desaparecerla riqueza, ha diezmado las poblaciones consumi- doras; entonces, aun entonces, los Agentes estrangeros han enga- ñado á sus gobiernos y á sus compatriotas, con esplicaciones falsas de aquellos resultados, que empezaban á llamar la aten- ción, hiriendo los intereses de los centros manufactureros de la Europa. Esta aserción requiere pruebas. Sin buscarlas porque realmente no lo merece—en lo que el Almirante Makau hizo publicar por su Edecán, Page, en la Revue des deux Mondes, ni en lo que él mismo dijo después, en la Tribuna de Jos Pares, pa- ra justificar el tratado que le valió un asiento en esa Cámara, las tomaremos especialmente del libro de Sir Woodbine Parish. Y le preferimos, no solo por ser la publicación mas seria y autorizada que se ha hecho hasta ahora, por agentes diplomá- ticos, sobre el Rio de la Plata, sino también por ser escrito por un ingles, y para la Inglaterra, cuyo comercio es el mas extenso y valioso en esta Región. Hacemos hablar al mismo Parish : según él, las importa- ciones inglesas (2) en el Rio de la Plata, representado su valor en libras esterlinas, y estimado en cada série de años el término medio anual (average)siguieron esta escala. Desde 1822 á 1825 £ 909,330 por año Desde 1829 á 1837 " 643,291 idem Diferencia.... £ 266,039 cada año Sir Woodbine Parish llama á los cuatro años del primer período, años de paz ; y fueron, en efecto, los de la mayor pros- peridad de Buenos Ayres, los de su auje político, mercantil y aun literario, bajo Gobiernos que establecieron el sistema re- presentativo, que declararon la tolerancia religiosa, que funda- ren Bancos y escuelas públicas, que consolidaron la deuda je- ncral del pais, y crearon para pagarla el crédito público. Pero ninguna clasificación da el Sr. Parish á los nueve años que componen el segundo período ; como si hubiese temi- do declarar al mundo que esos años de mengua y de atraso son, todos ellos, pertenecientes al gobierno dictatorial é irresponsa- ble de Rosas. El resultado incuestionable es que, durante Ios- años de la dictadura, las importaciones fueron casi un tercio mé- (2) Las de los otros países siguieron naturalmente la misma proporción. -5 - nos que en los años de los gobiernos de orden y de civilización. Pero Parish ha cuidado con esmero de ocultar el motivo de esta diferencia y de no decir alpueblo ingles cual era el sistema de gobierno en Buenos Ayres, eu cada uno de los dos períodos que compara. ¿ Y de qué podia servir á los fabricantes y produc- tores de la Inglaterra el conocimiento del hecho, si se les dejaba ignorar las causas que lo producían ? Presenta Parish mas adelante otro estado comparativo de las introducciones en nuestro Rio, de tejidos de algodón, de lino, de lana y de seda, en los términos siguientes: De 1822 á 25 De 1834 á 37 Término medio Término medio anual en yardas. anual en yardas. Algodones. 10.811,762 18,151,764 Linos. 996,467 1,176,941 Lanas. 139,037 100,183 Sedas. 16,612 15,047 El autor llama la atención sobre el aumento casi doble de los tejidos de algodón; sin conocer, ó cuidando de ocultar, que esa es uua prueba elocuentísima del empobrecimiento de Buenos Ayres ; pues aumenta la introducción de los tejidos que consume principalmente la gente pobre; al paso que las lanas y las sedas, consumo de las familias acomodadas, disminuyeron no poco en los años de la dictadura de Rosas. Este hecho es mas notable todavía, si se advierte que, en el último de los perío- dos comparados, la población de Buenos Ayres habia disminui- do inmensamente ; de modo, que el mayor consumo de algodo- nes por una población menor muestra claramente el atraso y pobreza de la población que quedaba. Otra verdad nos revela el libro del diplomático ingles, que oprime el pensamiento y el corazón, y tal vez por eso se contenta también con expresarla por el frió lenguaje de los gua- rismos. Hablamos del consumo de armas y municiones de guer- ra. En 1830, cuando Rosas subia apénas al poder, y no habia aun desplegado su sistema de exterminio, el valor de las armas introducidas de Inglaterra fué de Libras Esterlinas. 158 £ Est. En 1831 443 En 1832 345 En 1834 subió á 3035 En 1835 6388 i-6- Así, mientras se disminuían, bajo el sistema mortífero de Rosas, los consumos que revelan la riqueza y el gusto civili- zado de los pueblos, se aumentaba prodigiosamente el de los instrumentos de destrucción y de muerte, que el protejido de Sir Woodbino Parish sembraba por toda la República,para diez- mar las poblaciones. Ni una observación, ni una palabra sola, ha merecido al autor este hecho de horrible elocuencia, y tal vez ni le hubiera mencionado, á no figurar las armas y municiones en un estado general de artículos introducidos. Y no se diga que él no podía descender en su libro á tantos pormenores ; pues algo mas importaba al Gobierno y ála Nación inglesa, á la humanidad entera, el conocimiento de aquel hecho, que la no- ticia, prolijamente referida por Parish, de la industria que las hormigas empleaban para comerle en su casa el azúcar y los dulces, por muchas precauciones que tomase (I). Pero llega el autor diplomático á un punto, en que nin- gún perdón, escusa ninguna, puede merecer. Reconoce que miéntras Montevideo estuvo en manos de los portugueses y brasileros, su comercio era extremadamente insignificante (pág. 350): que ese comercio creció rápidamente después de la Inde- pendencia de la Banda Oriental, y que " Montevideo ha venido " á ser una especie de emporio, para la provisión de las Provin- " cias Argentinas ; á tal punto, que las importaciones de jénc- " ros han llegado en 1836, á 3,500,000 de pesos fuertes,miéntras " las exportaciones subieron casi á igual suma, y constituyen " hoy una porción importante de los retornos, en el balance ge- " neral del comercio con el Rio de la Pista. " " El monto de las importaciones —añade Parish—ha dis- " minuidoen Buenos—Ayres en proporción. " Ahí están presentados en contraste los dos mercados del Rio de la Plata ; ahí está declarada por un Agente público de la Inglaterra, y en el irresistible lenguaje de la estadística oficial, la gran decadencia del comercio de Buenos Ayres, desde 1829, y el aumento prodigioso que el de Montevideo recibió en el mis- mo período. Pero Sir Wodbine Parish, obligado á esplicar este inte- resante fenómeno á los productores y fabricantes de su pais, les dá por toda razón de él la Independencia de la Banda Oriental, y la baja de los derechos de introducción en Montevideo : ra- zón no solo pobre y deficiente, sinó falsa en su esencia misma ; porque los derechos en Montevideo eran tan altos como en Bue- nos Ayres. Pero ni una palabra dice sobre el modo como es- tán gobernados los dos países, cuyo comercio compara ; calla (I) Cap. XII, pág. 213. -7- estudiosamente que esa decadencia del comercio de Buenos Ayres empieza al mismo tiempo que el Gobierno irresponsabl y sangriento de Rosas, continuando con él: miéntras los pro- gresos de Montevideo nacieron y continuaron con el sistema constitucionál, responsable, ilimitadamente libre y franco, que gobierna el pais, desde su Independencia, Esto ha callado Parish ; esto, que era lo único que tenia obligación de hacer saber al Pueblo y al Gobierno ingles, para que, conociendo la causa verdadera que iba cerrando el mercado de Buenos Ayres á la industria y á las producciones británicas, se hubiese aplicado el remedio, ántes que el mal llegase, como ha llegado, á su colmo, Basta de ejemplos.—Lo que ha hecho Parish, en su libro, hicieron jeneralmente los Agentes extrangeros que, en diversas épocas, residieron en el Rio de la Plata. Y aun por eso, sus Gobiernos y sus paises han vivido en completa ignorancia de lo que realmente es el diabólico sistema de este personage nuevo, que viene á ocupar, en el siglo J 9, el primer puesto entre los Tiranos, cuyas biografías componen el martirolojio de los Pue- blos. Los clamores de sus víctimas, la apelación, que, veces di- versas, han hecho á los Poderes civilizados y cristianos, han carecido de autoridad, y se han tomado por la espresion embus- tera del odio de partido, porque con ellos hacian contraste libros como el de Sir Woodbine Parish, ó cuando ménos el silencio aprobador de los Agentes extrangeros. Esta es una verdad amarguísima, que han sentido y palpado, cuantos han referido las enormidades de Rosas, fuera del teatro en que las comete. Siempre se les ha desmentido, con el argumento de que ningún Agente extrangero residiría al lado de semejante Gobierno, ni dejaría de denunciar tamaños atentados. Y en efecto, no los denunciaron jamas. Han visto los hechos, han comprendido bien el sistema, le han condenado con horror: pero sobrecojidos ó fascinados, á la vista del hombre que los horrorizaba, uno solo no se cuenta, que se haya atrevido, ántes de ahora, á proclamar altamente, en presencia dul crimi- nal, una verdad que todos sentían, que al mundo interesaba mu- cho conocer, y que ellos debieron revelar, en alto y muy enérji- co tono. Lo debieron, por honor y por obligación de sus puestos. Causas fáciles de comprender hacen de los Estados Sud-Ame- ricanos, paises de emigración, destinados á poblarse y enrique- cerse, como los de la América Setentrional, por la concurren- cia de brazos y capitales europeos ; al paso que son vastísimos mercados para dar salida á las "producciones de la industria ul- tramarina, y para enviar á las fábricas extrangeras las materias primitivas que ellas elaboran. De ahí la inmensa diferenciaen-8 - la naturaleza de las relaciones políticas y diplomáticas de los Estados europeos, entre sí, y las de esos mismos Estados con los de la América que fué Española. La emigración y el comercio forman la base de estas últimas, sin que puedan ventilarse con nosotros cuestiones de equilibrio, de influencia política, de com- petencia comercial ó fabril, de rivalidad en los jéneros colonia- les, que son el objeto de las primeras. Pero la emigración y el comercio traen necesariamente la acumulación de crecido número de personas y de capitales extrangeros, cuya conservación y progreso exijen, como condi- ción primera é imprescindible, la paz pública, la inviolable se- guridad de las personas y de las propiedades ; y una racional libertad de trabajo y de comercio. La Europa tiene derecho de exijir esas condiciones de los Gobiernos Americanos; pero tiene también obligación de protejer en los Nuevos Estados, por el apoyo de su influencia civilizadora, á los Gobiernos que apa- recen promoviendo la civilización, y la mejora de estos paises. Ese es, y no las amenazas ni la fuerza mal aplicada, el único me- dio justo, moral, y seguramente eficaz, de protejer la población que envían á la América. Y, sin embargo, lo contrario ha sucedido hasta hoy. Los Gobiernos europeos han exijido de Jos de nuestros Estados Ameri canos que guarden, para con los extrangeros, las condiciones de paz, de respeto á la propiedad y á las personas; al mismo tiem- po que han apoyado, con toda su influencia y su poder, á Go- biernos, cuyo sistema es la guerra habitual, el quebrantamiento, á mano armada, de todo principio de civilización, la irrefrenada voluntad individual, en vez de la autoridad establecida de la ley; y que proclaman comu1 Principio Americano el odio al ex- trangero, y la pretensión de someterle á la misma regla discre- cional á que sujetan á sus nacionales. (I) (I) Esta superclieria del Principio Americano en ningún punto de América ha hallado acogida,sinó en el Imperio del Bra- sil. En él, sin embargo, es donde menos debiera hallarla ; poi- que, de todos los Estados Americanos, el Brasiles el único que tie- ne con la Europa conexiones de familia y de sistema político ; y el que mas afianzado tiene un réjimen constitucional y libre,fun- dado sobre el principio del orden legal; principio diametralmentc opuesto al de Isls facultades extraordinarias, sin las que Rosas declaró oficialmente que no podia gobernar. Mil veces se ha pre- guntado en el Brasil—por la imprenta y en la tribuna—¿Cual es el Principio Americano que Rosas proclama? ¿En que consiste? ¿ Qué elementos le constituye ? ¿ A qué fin se dirije ? Nadie ha constestado jamas una sola de estes preguntas : todos repiten la - O - ¿ Y á quien culpar de tan monstruosas aberraciones en la política y en la conducta de los Gabinetes europeos, sinó á sus Representantes en estos remotos paises ? ¿ Es presumible que llosas y su sistema hubiesen merecido, por tan largo tiempo, el apoyo, el respeto, la tolerancia de Gobiernos prepotentes de la Europa, si la voz de sus Agentes en Buenos Ayres, hubiese con- firmado oficialmente las horribles verdades que todos, ménos ellos, proclamaban ? ¿ Puede creerse que Gobiernos, cuyos sub- ditos afluyen copiosamente á estas Ilejiones, cuyo comercio demanda sin cesar consumidores y mercados ricos, habrian to- lerado en silencio un sistema que les cierra uno de los mas venta- josos, si sus Agentes les hubieran dicho : '• La proscripción y el patíbulo han diezmado la poblacion,1 ántes consumidora, de Buenos Ayres : las confiscaciones han empobrecido á la que no emigró: los locos gastos de una guerra civil injustificable, y de dos guerras extrangeras, provocadas intencionalmcnte por Ro- sas, han aniquilado el valor del medio circulante : la deuda inte- rior que, en 1827, no llegaba á 13 millones y medio de pesos, subió, IO años después, á muy cerca de treinta y seis millones (1): la guerra ocupa todos los brazos que ántes preparaban, reu- nían, conducían y entregaban al europeo, los productos del pais; el extranjero vive tan fuera de la protección de la ley como el nacional, porque ninguna ley puede protejer donde la voluntad del que manda está oficialmente declarada por ley única :—este sistema ( prestad atención, porque lo merece ) este sistema dura hace catorce años; cada dia se anuncia que ya se van á re- cojer sus frutos de paz y de orden, y cada dia se aleja mas su término: porque cada violencia, cada confiscación, cada carni* palabra sin ver que no tiene sentido; que es un embuste consagra- do. El Principio Americano de Rosas está declarado en los dis- cursos de sus Diputados, cuando se ocuparon en el negocio de la jYIediacion Anglo-Francesa—el odio al europeo, solo porque no es americano: el instinto salvaje de perseguir al hombre civi- lizado. Y el Brasil se equivoca mas que nadie en sus simjjatias por Rosas. Intereses del momento, y aun esos mal comprendidos, le ciegan sobre el porvenir, le hacen desconocer compromisos que pactó, y separarse de sus alíalos naturales. Pero poco vivirá quien no vea los desengaños del Imperio. (I) Vide Sir Woodbine Parish, pág. 384 á 386. Lo* fondos públicos, que representan la deuda interior consolidada, ascen- dían á 13,360,000 pesos, en Setiembre de 1827.*—y á principios de 1837 llegaban á 35,917,166 pesos. Aumento en 10 años—■ 22,557,160. 2- lo- cería, aumenta los odios y el deseo de la venganza: poned tér- mino á este sistema, vosotros los que podéis hacerlo? ¡ Oh ! no puede dudarse :—los Gabinetes europeos ha- brían atajado, tiempo hace, ese despeñado torrente de barbarie, si aquel lenguaje les hubiesen hablado sus Representantes. Prueba luciente de esta verdad es la decisión, última y tardía- mente adoptada por la Inglaterra y la Francia, de empeñarse en poner término á esta guerra de esterminio y de oprobio. Las enormidades del sistema han crecido á punto de no poderse ya ocultar en parte alguna del mundo civilizado : los intereses individuales, heridos de muerte, han hallado eco en todos los mercados, en todos los centros que producen y fabrican ; y los Gabinetes han visto, por fin, que era verdad lo que s us Agen- tes les pintaban como embustes del odio de partido. Por eso se decidieron al empeño de terminar esta lucha. ¿ Y cual es, aun entonces, la conducta de los Agentes que representan en Buenos Ayres aquellos dos Gabinetes ? Ahí están, para juzgarla, sus propios actos oficiales: ellos son los que hablan .• que se guarden bien de decirnos que faltamos a la verdad. Ofrecen á Rosas la unida mediación de las dos primeras Potencias de la Europa. El tenia derecho de no aceptarla ; y pudo hacerlo sin ofensa, con decencia y con decoro. Pero eso habría sido imitar á los Gobiernos civilizados : era necesario no desmentir la barbarie del sistema; Rosas rechazó la media- ción, por medio de la nota de 18 de Octubre de 1842 ; docu- mento único en los anales de la diplomacia, redactado en ese estilo de indecente frenesí, en que habla Rosas á los corifeos de su Mazorca ; documento, en el que uno de los Gobiernos ú quie- nes se ofrece la mediación, y que los mediadores reconocen como constituido, legal y amigo, es tratado por el otro con todos los dicterios y apodos soeces, que componen el diccionario del po- pulacho de Rueños Ayres ; documento que todo diplomático, por respeto á sí mismo, debió rechazar como un ultraje grosero ; y que, sin embargo, fué admitido sin observación alguna, y pu- blicado luego oficialmente por Rosas, como monumento de su mas insolente desvergüenza, y de la mas humilde tolerancia de los diplomáticos que le admitieron. Ese insulto era poco : Rosas quería que su repulsa de la mediación fuese acompañada también del desprecio y de la amenaza : así era mas conforme al sistema. Pasó su corres- pondencia con los mediadores á la reunión de hombres perdidos que llama Representantes de la Provincia ; los que naturalmen- te aprobaron su conducta, y le acordaron un voto de gracias. Mientras esos Representantes vomitaban dicterios y amenazas contra los extrangeros, en discursos que Rosas tuvo -11 - cuidado de publicar oficialmente, el populacho de Buenos ai- res, capitaneado por la Policía, y con la música militar de los cuetpos de linea, recorría las calles de Buenos aires, dando gri- tos de muerte á los extrangeros, y á los amigos de Rivera, ame- nazando á aquellos, y pasando intencionalmente por las casas de los Ministros ?ncdiudores. (I) Que era Rosas quien ordenaba y dirijia esos insultos, esas amenazas—fórmula común de los Gobiernos de asonada y de crimen—era un hecho para todos evidente ; pero lo recono- cieron y lo declararon los mismos Plenipotenciarios mediado- res. El Sr. Mandeville, quejándose, por medio de su nota de 18 de Noviembre, dijo : que las reuniones de gentes que perpetra- ban aquellos hechos, "iban acompañadas de empleados civiles y " militares:—que, si esos actos hubiesen procedido solo del po- " pulacho de la ciudad, no habría importunado al Gobierno so- " bre este asunto : pero fueron permitidos á presencia de emplea- " dos del Gobierno, cuyo deber es refrenar y reprimir esas de- " mostraciones populares de feroz venganza contra inocentes cx- " trangeros.''—Los mismos conceptos, en otras palabras, expresó el Conde De-Lurde, en nota de igual fecha. No era ménos notorio que las amenazas y los denuestos se dirijian especialmente á los Ministros mediadores. Lomos- traba el hecho de que la Policía dirijia al populacho á que pa- sase por las casas de las Legaciones, y los Ministros mismos lo reconocieron así. El señor Mandeville decía en su nota: " se vociferaron gritos de muerte á los extrangeros y á los amigos de Rivera, en cuya clase las Potencias Mediadoras, corno ami- gas de ambas Partes, deben incluirse. Era, pues, de una evidencia oficialmente reconocida, que la oficiosidad, siempre honrosa y humana, con que la Inglaterra y la Francia habían ofrecido su mediación, para atajar el raudal de sangre que ahoga estos míseros pueblos, fué recibida por Rosas como una hostilidad, y correspondida con groseros in- sultos y amenazas altaneras á los Ministros encargados de esa mediación, y á los súbditos de las naciones que la ofrecían. ¿ Qué revelación mas elocuente podría buscarse de lo que es el sistema de Rosas ? ¿ Qué circunstancia mas justificada para poner respeto á ese caudillo insolente, y enseñarle á tratar con hombres y pueblos civilizados ? (I) Todos estos hechos constan en las notas de los Sres. Man- deville y De-Lurde, de 18 de Noviembre de 1842, publicadas ofi- cialmente en la. Gaceta Mercantil de 15 de Diciembre.—En ella se encuentran también todos tos documentos de esa vergonzosa negociación.- 12 - Pero no: los Agentes ingles y francés se contentaron con dirigir al Ministro de Rosas una petición, para que no se repitieran aquellas indignas escenas; y aun para eso, cuidaron ambos de expresar su confianza en la alta posición é integridad de Rosas, y en las francas y benévolas cspUcaciones que de él ha- bían recibido en otras circunstancias. En Montevideo, donde la libertad de escribir es una verdad constitucional, uno de aquellos mismos Agentes se ha- bía quejado antes de artículos publicados en el Nacional contra la política francesa, y el Gobierno tuvo la culpable condescen- dencia de retirar al Diario su protección y su apoyo por un pú- blico decreto. En Buenos Ayres, donde nadie se mueve sin la voluntad del Dictador, empleados civiles y militares capitanean la hez del populacho, y van á insultar y á amenazar, en las puertas mismas de sus casas, á los Plenipotenciarios de Francia y de Inglaterra; y ni una reclamación contra esos empleados, ni una petición de que se castigase su crimen, ni una satisfacción. siquiera de palabra, aparece pedida por los altos personages, que custodian en el Plata el honor de dos grandes naciones. Algo mas : reconocen oficialmente que los insultos a los amigos de Rivera eran insultos a ellos mismos, que, como media- dores, eran amigos de aquel Magistrado; y reciben, sin em- bargo, la indecente nota de 18 de Octubre, en que Rivera y sus amigos son tratados por Rosas con dicterios propios solamente de conversaciones de taberna ! ! Llegó poco tiempo después la desastrosa batalla del Arro- yo Grande: el riesgo que Montevideo corría era evidente : el deber oficial de los dos Agentes pudo mas que sus simpatías, y pasaron la famosa nota de 16 de Diciembre, anunciando á Ro- sas que los Gobiernos Francés é Ingles querían que terminase la guerra ; exijiéndole una cesación de hostilidades inmediata, y que sus tropas no saliesen de su territorio. A ambas requisi- ciones contestó Rosas pasando el Uruguay, y acometiendo á Montevideo. Los autores de aquella nota callaron, y muy lejos de oponer, desde entonces, el mínimo obstáculo á las operacio- nes del Dictador, cuidaron con esmero, si no con abierto empe- ño, de no cruzarlas en lo mínimo ; bajoel protesto de una neu- tralidad imposible, indecorosa, y patentemente contraria á la intimación de 16 de Diciembre. En esas circunstancias fué cuando se presentó en el Rio de la Plata el único Agente público que, hasta hoy, aparece ha- ciendo una honrosa ecepcion á la conducta que en los demás censuramos. El Comodoro Purvis,sin llamamiento alguno del Sr. Mandeville—porque ni av iso oficial le dió este de su nota del IG de Diciembre, que podia hacer necesario el empleo de la fuerza— - 13 - comprendió que en el Rio de la Plata habia intereses británicos que protejer, honor británico que sostener, exijencias de civilza- cion y de humanidad que llenar, y se dirijió expontáneamente del Rio de Janeiro á Montevideo. El Comodoro Purvis era completamente extrangero á la lucha y á los sucesos todos del Rio de Plata. Residiendo habitual- mente el Janeiro, donde hoy es moda ensalzar á Rosas, si alguna simpatía podia tener, era por el Gobierno á quien oia elogiar. Pero llega á Montevideo, ve las cosas por sí mismo, las examina con fría imparcialidad; y su razón, su conciencia, sus sentimien- tos y su honor, todo se reúne para condenar el sistema de un ti- rano, que, en su juicio, amenaza aniquilar para siempre, en esta vasta y riquísima Rcjion del Rio de la Plata, todos los elemen- tos de orden, de tranquilidad y de riqueza, capaces de atraerla á los extrangeros de todo el mundo. Sin otra guia que la verdad, un juicio recto y un cora- zón sano, el Comodoro Purvis, comprendió fácilmente la ten- dencia del sistema de Rosas; comprendió el motivo y el fin poi- que el Gobierno de su Reina resolvía poner término á esta lu- cha: pero no comprendió, y creemos que jamas comprenderá, la lógica diplomática de los autores déla nota del 16 de Diciem- bre, que, después de haber declarado en ella que la Ing'aterra y la Francia habian resuelto no ser neutrales, pretenden que de- ben observar una estricta neutralidad. En el conflicto de tan patente contradicción, el Comodoro Purvis tomó el sensato partido de atenerse ú los actos oficiales, mas bien que á las indicaciones privadas del Ministro de la Reina en Buenos Ayres. Estas solo expresaban las ideas del individuo; miéntras que aquellos manifestaban las resoluciones del Gobierno británico. Tomando por punto de partida el acto oficial de 16 de Diciembre, el Comodoro Purvis anunció, en 17 de Febrero,al General Brown, Comandante de la flotilla de Buenos Ayres, que, siendo súbdito británico, se abstuviese de tomar parte en esta guerra, por ser su participación en ella contraria á un acto del Parlamento Británico. Este paso nada mas era que una consecuencia natural del acto oficial de 16 de Diciembre. Sin embargo, si hemos de creer á datos muy graves, el Ministro de la Reina en Buenos Ayres, miró aquel paso con indignación y escándalo ; y el Bri- tish Pachet, órgano y defensor del Ministro, lo mismo que la Gaceta Mercantil, le censuran en descomedido y acerbísimo lenguage. Todos los argumentos, empero, conque el periódico in- gles de Rosas, pretende probar que el Comodoro aplicó mal el acto del Parlamento, y le dió un efecto retroactivo, vienen por tierra con solo leer las primeras palabras de la nota del Jefebritánico á Brown, y con aplicarles una sola reflexión. El Mi- nistro de la Reina, único órgano suyo acreditado en Buenos Ay- res, acababa de declarar oficialmente que la voluntad de su Soberana era que la guerra cesase, y que Rosas no hostilizara. El Comodoro dijo entonces :—pues que tal es la voluntad y el interés manifestados de la Reina, todo subdito ingles que tome parte en esta guerra, obra contra la voluntad y el interés de su Soberana; é intimó á Brown, subdito ingles, que no tomase parte ; expresando terminante y claramente que el motivo de la prohibición era la declaración de la Reina por medio de su Ministro. Ese es el tenor, ese el sentido único de la nota del Comodoro ; y para negarle la exactitud de la aplicación de la ley inglesa, es necesario negar que existia la declaración de la vo- luntad de la Reina, hecha el 16 de Diciembre: y esta no puede negarse, por desgracia del " British Packet " y de sus patronos. Ni Guise, ni Cochrane, ni ninguno, de los gefes de ma- rina ingleses, que cita el periódico de Rosas, ni el General Brown mismo, se encontraron jamas en el caso en que se ludia hoy el último: ninguno de ellos se encontró sirviendo contra lo» intereses, manifestados oficialmente, del Gobierno Británico: á ninguno, por consiguiente, ha podido aplicarse el acta del Par- lamento, Y preguntamos aquí—no al British Vacket, por que tu Editor ha abdicado en Rosas su facultad de pensar y de res- ponder—preguntarnos al mismo General Brown : si mañana llegasen órdenes de Inglaterra para hacer efectiva su interven- ción armada en la cuestión del Plata, y se rompiesen hostilida- des abiertas entre los pabellones argentino é ingles, ¿ serviría el General Brown bajo el primero contra el segundo ? Si—lo que no creemos francamente, por honor del viejo marino—sir- viese él de este modo, ¿ no podría un gefe ingles tratarle como á pirata ? No dudamos que Brown mismo nos contestaría que no serviría contra la patria de su nacimiento, y que se haría reo del último castigo, si lo hiciera. La Gaceta misma asi lo reco- ce implícitamente. Pues bien : las hostilidades no están rotas, y por eso el Comodoro Purvis no ha procedido de hecho contra el Jeneral Brown: pero la voluntad y el interés del Gobierno ingles, de que esta guerra termine, están declarados; y por eso el Como- doro ha notificado á Brown lo que la ley inglesa previene, para que no sirva contra los deseos y los intereses de su Soberana. Si hay erren—que otra cosa no puede imputársele—en el paso del Comodoro, la basa del error es el acto oficial de 10 tle Diciembre. Declaró también el Comodoro, según afirma el British. Packet y la Gaceta Mercantil, que no permitiría hostilidades de -is- la escuadra de Brown contra la ciudad de Montevideo, porque, encerrando ésta inmensas propiedades y muchos súbditos bri- tánicos, á quienes debia protección, sufrirían considerable- mente de aquellas hostilidades; á esto llaman ambos periódi- cos romper la neutralidad. En primer lugar, un mes ántesque el Comodoro Purvis hubiese llegado al Rio de la Plata, se habia hecho á Brown aque- lla intimación, por los Comandantes de estación francés é ingles, de orden de los Ministros en Buenos Ayres. Toda la pobla- ción de Montevideo recuerda bien que, cuando llegó aquí la noticia de la intimación del 16 de Diciembre, se manifestó á Brown aquella prohibición ; y él contestó que, por entonces, no venía á hostilizar la ciudad. No fué, pues, el Comodoro Purvis quien estableció primero esa prohibición. Existia cuan- do el llegó ; y existía únicamente como consecuencia del acto ofi- cial de 16 de Diciembre. ¿ Porqué mirarla ahora como una no- vedad introducida por el gefe naval británico? ¿Hay en eso buena fé ? En segundo lugar, la flotilla de Buenos Ayres es man- dada por un ingles : muchos de sus comandantes de buque son ingleses ; inglese» forman la mayor parte de sus tripulaciones efectivas ; y el gefe de las fuerzas inglesas tenia, por ese solo motivo, obligación para con su Gobierno de impedir que una flotilla así compuesta hiciese hostilidades que comprometerian gravemente vidas y propiedades inglesas. En tercer lugar, los que hacen ese cargo de violación de neutralidad, olvidan que el Ministro de Inglaterra habia decla- rado oficialmente el I6de Diciembre que su Gobierno no quería permanecer neutral: que estaba resuelto á poner término á la lucha, y que exijia la inmediata cesación de hostilidades. Ese acto oficial era la única basa legítima y segura de la conducta del Comodoro ; y, conforme á ella, es evidente que no rompía él una neutralidad que el Ministro hnbia declarado que su Gobier- no no quería conservar ; y que impedía una de las hostilidades que el Ministro exijía que cesasen. Esa conducta, á los ojos de todo hombre realmente imparcial, es conforme á la verdad y á la lójica de la probidad y del buen juicio, aunque no lo sea á la he- chiza lójica de los diplomáticos. La repulsa del bloqueo parcial, intentado por Rosas, es otro de los actos que los partidarios del Dictador censuran en el Comodoro, y uno de los mas justificados en este Jefe. Prescindimos ahora—porque no las conocemos á fon- do—de las otras razones en que él se fundase para oponerse á aquella inútil hostilidad ; y nos fijamos siempre en la primera de todas, en la que ninguna tergiversación admite ; en el acto oficial de. 16 de Diciembre. ¡ Pues qué! El Jefe de las fuerzas-10 - inglesas, después de ver aquella intimación oficial, ¿ podria consentir que una escuadra mandada y tripulada, en su mayor parte, por ingleses, cortase los víveres de una plaza donde cen- tenares de ingleses tienen su residencia y sus negocios ? ¿ Y lo consentiría, siendo una evidencia que aquella hostilidad, limi- tada á prohibir los víveres frescos, en nada empeoraba la condi- ción militar de una-plaza, abundantemente provista de toda otra clase de víveres ? No podemos dejar este punto del bloqueo, sin traer á juicio, ante la opinión de cuantos lean este papel, la conducta délos Ministros ingles y francés en Buenos Ayres ; y confia- mos que serán condenados con mas razón que el Comodoro británico. Rosas habia prohibido, el 19 de Marzo, la introducción de víveres frescos en Montevideo, y encomendado el cumplimiento de esta resolución al comandante de sus fuerzas navales. Los Ple- nipotenciarios ingles y francés presentaron entóneos un Memo- rándum á Rosas, proponiéndole que aquella prohibición no se apli- case á los buques mercantes que viniesen de ultramar, * contal " que los Cónsules y Comandantes de estación en Montevídeo,em- " pleasen todos los medios que estuviesen en su poder, para im- " pedir que los buques mercantes de sus respectivas naciones, " se ocupasen en el tráfico costanero de traer víveres y armas " á esta plaza." No se creería esta extraordinaria novedad, desconocida en el derecho de gentes, si no se viera vaciada en la nota oficial del Ministro de liosas al gefe de sus fuerzas de mar, fecha 29 de Marzo, en laque expresamente cita el memorándum de los Ple- nipotenciarios. Estos señores, que predican neutralidad estricta, propo- nen u Rosas que su bloqueo, ó prohibición de viveres, no se haga por la escuadrilla de Buenos Aires, á la que expresamente se prohibe estorbar la entrada á los buques mercantes que pudieran traer víveres ; sinó por los cónsules y comandantes de estación neutrales, á quienes se confia el cuidado de impedir, por todos sus medios, la introducción, en buques de sus respectivos paises, de los artículos per llosas prohibidos ! Los Plenipotenciarios de Inglaterra y de Francia, han inventado este nuevo sistema de bloqueo, en favor precisamente de Rosas, que los insulta, que los amenaza de muerte, que des- precia con escarnio las exigencias de sus Gobiernos. Alivian á la esouadra de Buenos Aires del trabajo y del cuidado de impedir los víveres : quitan al Gobierno de Monte- video los medios de proteier las espediciones destinadas á rom- per el bloqueo ; porque, impedido el trafico de víveres por los neutrales, es claro que contra estos no podria el Gobierno hacer -il- las hostilidades que baria contra las fuerzas de Rosas, para pro- tejer á los que procurasen burlar su vijilancia. Esa ha sido la conducta de los Ministros que firmaron la nota de 16 de Diciem- bre, de los que proclaman neutralidad. Su memorándum se funda en el deseo de evitar á los neutrales los inconvenientes de la visita del bloqueador. Pero, si el bloqueo era legal, los neutrales debían someterse á sus in- convenientes todos: si no lo era, los Plenipotenciarios estaban obligados á rechazarle de plano. Pero reconocer ese bloqueo, y querer evitarse sus perjuicios, ejecutándole por medio de los neutrales, era hacer al Gobierno de Montevideo una hostilidad mil veces mas injustificable, que la que se supone haber hecho á Rosas el Comodoro Purvis conno reconocer aquella prohibición. Rosas no puede decir verdad, ni cuando habla, ni cuan- do calla. Es la basa de su sistema. Así la Gaceta y el British Packct, que tantas columnas han llenado para censurar los actos del Comodoro Purvis, han tenido especial cuidado en no recor- dar, para nada, la nota del Ministro Mandeville, de 16 de Di- ciembre [11. Esc documento oficial es el punto de partida, es la basa, es fa defensa, es la justificación de la conducta del Jefe británico: separar esta conducta de aquel acto, es acusar el efecto, ocultando la causa; es proceder con falsedad; procurar el engaño, no el convencimiento. Pero aquellos dos periodis- tas y Rosas, de quien son órgano sumiso, se equivocan po- bremente, cuando creen á todos tan ciegos, que no conozcan la superchería.—Puede ser que al Sr. Mandeville le pese hoy haber establecido, en esta cuestión, el gravísimo anteceden- te de IG de Diciembre, pero él le estableció, invocando expresa- mente las órdenes de su Gobierno: adopte, pues, sus naturales consecuencias, y soporte la responsabilidad que á él solo toca. Pero la conducta del Comodoro Purvis apareció bien pronto justificada por un hecho, que ciertamente no quedará sin resultados, y en el que los Gobiernos civilizados de todo el mundo tendrán una nueva prueba de lo'que es ese sistema fe- roz, que aun hay quien tiene la impudencia de defender públi- camente. Hablamos de la Circular de I. ° de Abril; y vamos á considerarla únicamente con relación á los Ajente s públicos y al Comodoro británico. Oribe, invocando, con pueril ridiculez, el título de Pre- sidente Legal de esta República, declara á aquellos funcionarios cjue no reconocerá el carácter de cstrangeros á los súbditos de (l) Estaba esto escrittt, antes que el British Packct escribiese sobre la nota colectiva de los Ministros /ranee é ingles. Pero el modo como la ha considerado, hace que no varte el argumento que en ¿u silencio habíamos fundado. 3-18 - -.iras naciónos.que hayan influido en favor del Gobierno de Montevideo, ó tomado parte con él; y les anuncia, en el lengua- je de sangre, y de taberna, que caracteriza los documentos de llosas, (juc tratará á aquellos estrangeros como enemigos, en sus personas y en sus bienes.—La consonancia de esta amena- za feroz con la conducta exterminadora de las fuerzas que manda Oribe, el tono del documento, lo indefinido del delito que intenta castigar, lo arbitrario de la clasificación de los su- puestos delincuentes, y lo horrible de la pena, sublevó contra el abominable cartel la uniforme opinión de todas las clases de la población deMontevideo. El que lo niegue, niega á sabiendas una verdad reconocida. Los amigos mismos de Oribe clasifi- caron la circular de torpe imprudencia, y el Sr. Ministro Man- deville la llamó documento injustificable (unwarrantable). Ese papel algún deber imponía á los Ajentes públicos, á quienes era dirigido. No pretendemos que todos le tuteasen como, fuera de aquí, le han de mirar ¡«tos-como un delirio de la fiebre de sangre que devora á los tiranos: pero pretendemos, sí, que Ajentes acreditados cerca del Gobierno de Montevideo, y que, por el hecho de estarlo, le reconocen como legítimo; que Agentes cuyos soberanos celebran tratados con este gobierno no consintieran, en silencio, que un individuo particular les es- cribiera, de oficio, llamando á ese mismo Gobierno cerca del cual residen infame, rebelde y salvaje. Ellos debieron manifes- tar, de algún modo público, y cuando menos, que no prestaban acquiescencia á aquel paso, porque, desde que el Gobierno sabia que habían recibido esa comunicación de su enemigo, tenia dc- recha ú saber cómo la consideraban los Agentes que á su lado residen. Entre ellos, el Cónsul de Francia, tenia un deber espe- cial ; porque Oribe se dirijia á él, invocando un carácter, que el Gobierno francés habia declarado oficialmente, por órgano del Conde De Lurde, que no podía reconocer en Oribe. Pero ni el Cónsul francés, ni otro Agente extrangero, á excepción de los ingleses, opusieron el mínimo obstáculo á la Circular : todos callaron en presencia de la frenética amenaza : todos sancionaron tácitamente el insólito atentado. Solo el Cónsul Jcneral Interino de la Gran Bretaña, y el Comodoro que manda sus fuerzas en este Rio, sintie- ron toda la injusticia, toda la violencia del ultrage, todo el crimen de lesa humanidad, que la Circular envuelve : solo ellos comprendiere-I) *que el honor de sus puestos, la seguri dad de sus compatriotas, las esplícitas declaraciones de su Gobierno, y el respeto debido al de la República; todo concurría á imponerles el deber de marcar con sello de noble reprobación aquel acto de osadía y do sangre ¡ y de sijir positivamente su pública retractación. -10 - Eso hicieron ; y eso ha sido aquí, y ha de ser mas «n todo el mundo culto, timbre de honor para estos dos funcionarios, dignos de representar á un pueblo libre. La «onducta del Comodoro Purvis, con motivo de la Circular de Oribe, es el punto que mas directamente le liga al prin- cipal objeto de este opúsculo ; porque forma un contrasto único, y muy honroso, con la que, de doce años acá, cstáit observando los Agentes extrangeros, respecto del sistema de Rosas. El Marino británico, llamado á oponerse á la arrojada pretcnsión que la Circular encierra, es el primero que abiertamente, en presencia de Rosas, de su Teniente y de sus fuerzas, ha clasificado, de oficio, y bajo su firma, el sistema de aquel tirano, como el interés de la especie hu- mana exije que se clasifique : es el primero que ha tenido la firmeza de declarar ante el mundo una verdad, que todos los demás Agentes públicos han sentido lo mismo que él, pero que ninguno se habia atrevido á declarar solemnemente. Sí: ningún hombre de honor puede desconocer que la violencia manifestada en la Circular de Oribe, la crueldad de la amenaza que encierra, y el lenguage en que está redactada, " deshonrarían aun á los pequeños Estados berberiscos :" nin- guno puede ignorar que las penas e tiremos que fulmina y lo indefinible del delito á que las aplica " no se apoyan en princi- " pió ninguno de justicia, ni en el derecho de un beligerante " legal;" y todos sienten que ese furor de confiscar y de matar " es un comprobante de ese espíritu de atrocidad y de sevicia, " con que se ha hecho esta guerra, y que atrajo sobre ella la " reprobación de todo el mundo.'4 Todos lo conocen, lo saben, lo sienten: pero todos han abdicado en el solo Comodoro Purvis la energía y el honor de declarar esa verdad, y el Comodoro Purvis ha aceptado con orgullo la alta posición que todos le abandonaron. Los parásitos de Rosas han sentido el golpe de muerte, que esta elevada declaración de la verdad daba al sistema de la mentira y del delito; y se han desencadenado contra ella en la Gaceta y el British Packct. Ellos pretenden que el Comodoro Purvis no era compe- tente para juzgar á cerca del carácter que Oribe se atribuye de Presidente Legal, y ese cargo solo prueba el criterio y la buena fe de los abogados de Rosas. El Ministro de la Reina en Bue- nos Ayres, habia declarado expresamente al Dictador, que la Inglaterra no reconocía la pretensión de Oribe al Gobierno de la República. Ese mismo Ministro acababa de celebrar un U atado con el Gobierno Oriental, que ratificó personalmente el Jeneral Rivera, en su carácter de Presidente de la República, y después de estos actos, ¿puede negarse al Comodoro Purvis elderecho de rechazar en Oribe el carácter 'que su Soberana Je rechaza? ¿ O podia él reconocer dos Presidentes de la Repú- blica ? Sobre todo ; que Oribe es un Pretendiente, apoyado por armas extrangeras, no es una opinión, es un hecho : y nadie carece de competencia para declarar los hechos. Añaden los escritores de Rosas que el Comodoro, can un poco de reflexión, se habría abstenido de echar en rostro á Oribe la atrocidad con que hacia la guerra, porque los sucesos del otro lado del Indo están muy recientes, y servirán para volverle el argumento.—Los ingleses aquí y en su país, y el Gobierno de la Inglaterra, apreciarán el carácter de un ingles, que imprime este argumento, en lengua inglesa : á nosotros no nos toca, por fortuna, esa tarea ; pero nos toca declarar que el argumento del British Packet importa una positiva confesión de las atrocidades de que se acusa á Rosas y sus Tenientes ; y que el crimen que se cometiese en el Afghanistan jamas escusaria los que se come- ten aquí, ni sellaría los labios de un hombre de honor, para declararlos. Por lo demás, que la Gaceta y el British Packet no se tomen el trabajo de defender el sistema horrible de su Patrón : aquí tenemos á Oribe á las puertas de Montevideo, encargado de desmentir con sus hechos á los que intenten defenderle con palabras. No hace aun quince dias que sus tropas rindieron ocho prisioneros, del cuerpo de Voluntarios Franceses, los que en el acto fueron decapitados, llevándose los sicarios las cabezas ; y en esta misma semana igual escena se repitió con otros pri- sioneros. Esto pasa á la vista de millares de extrangeros, que habitan en Montevideo, y que ven los troncos mutilados de los prisioneros que hace Oribe: ¿ que argumentos de la Gaceta y del British Packet probarán que eso es mentira ? La Gaceta, para juzgar al Comodoro Purvis, ha escrito un inmenso artículo, indijesta y ridicula producción de alguno de esos carcomidos letrados, cuya ciencia consiste en rejistrar vo- lúmenes, sin leer mas que los párrafos que hilvanan. Se com- pilan en él hasta el fastidio, las doctrinas que saben los estudian- tes, para probar lo que es neutralidad, y los derechos de los beligerantes, según la ley de las naciones. No caeremos en Ja ridiculez de contestarle ; pero haremos si, para los hombres sensatos, una observación general, que viene á nuestro propósito. Rosas invoca en su apoyo los principios del derecho de gpntes, quiere que las naciones neutrales le reconozcan toda la libertad de acción que corresponde á un beligerante : al paso que él ningún principio reconoce, ningún derecho admite por freno de su conducta, tala los países donde hace la guerra, degüella los prisioneros que toma, aun aquellos á quienes pro- - 31 - mete la vida, en capitulaciones formales (1) ; y proclama en todos sus documentos el exterminio de sus enemigos. Pregun- tamos aqui: el beligerante que obra de ese modo, que se coloca á sí mismo fuera del derecho de las gentes, ¿ puede invocar en su favor las disposiciones y principios de que solo se amparan los que, á su vez, las respetan ? No: mil veces no ; y, pues se citan publicistas, diremos por nuestra parte ; que todos los que llevan ese nombre alzan enérgicamente la voz contra los tiranos, azotes de la humanidad, que gobiernan como gobierna Rosas ; que todos los declaran fuera de la protección del derecho de las naciones, y todos autorizan el exterminio, por cualquier medio, de semejantes enemigos del género humano. Este solo es el lugar que Rosas ocupa respecto al derecho de gentes; y él y sus parásitos, ántes de invocar en su favor los principios de aquella ley universal, tienen que probar que no son reos de los enormes atentados que les privan de su pro- tección. Volviendo á la circular de Oribe, el Comodoro Británico, obligado á protejer contra ella á sus nacionales, que se lo pedían, exijió perentoriamente que fuese retirada, y que se garantiesen las vidas y propiedades inglesas.—Oribe es discípulo de Rosas ; es sectario del sistema: solo es altivo y feroz con el débil, solo derrama la sangre del que no se defiende : pero, si encuen- tra enerjía y firmeza, se dobla humildemente, y aparenta ceder, hasta que pueda vengarse. El retiró sumisamente la circular,y prometió tratará las personas y propiedades británicas conforme al derec/io de gentes. No sabemos como ha considerado el Comodoro Purvis esa últi- ma respuesta de Oribe ; pero el British Packet y principalmente la Gaceta de Buenos Ayres se han encargado de demostrarle que Rosas, de quien depende Oribe,muy lejos de tener la circular por retirada, sostienen que los súbditos británicos residentes en Montevideo están ya incursos en las penas que ella fulmina. De todos modos, el hecho es que Oribe no ha dado, ni puede dar, garantías al Comodoro Purvis, ni á nadie, bien sea como hombre privado, bien en su carácter público. Sus hechos demuestran esta verdad. Oribe, revestido realmente del carácter de Presidente de la República, renunció ante la Asamblea General aquella dignidad, por medio de su nota de 23 de Octubre de 1838—El fundamento que alegó para ese acto fué " hallarse convencido " de que su permanencia en el mando era el único obstáculo para " volver á la República la tranquilidad de que tanto necesitaba." Añadió que obraba así, por exijirlo *• el sosiego del pais y la 0) El coronel Acha, decapitado después de una capitulación.-23- ■" consideración de que los sacrificios personales son un holo- *' causto debido á la conveniencia general. „—Después de tan solemne declaración, hecha sobre su honor y bajo su firma, vemos á ese mismo horubre pidiendo, con las armas en la mano, ol mando que renunció; y tan lejos de pensar en que esc sea un obstáculo á la tranquilidad que la República necesita, tan lejos de hacer el sacrificio personal de su ambición en holocausto á la eonve?iiencia general, trac ú su patria ejércitos extrangeros, des- truye sus campos, y tala una ciudad entera, que él no conocía, porque se ha levantado después que salió del pais. Y bien: el hombre que de este modo desmiente lo que «lijo bajo su firma, ante los Representantes de la Nación, ¿me- recerá que se le crea, cuando asegura, en una nota dirigida á un gefe estrangero, que respetará las vidas y propiedades Bri- tánicas? Eso aun es poco. Oribe mandó el ejército que, por órden de Rosas, niveló con el suelo los Pueblos Argentinos. A sus órdenes militaba D. Angel Pacheco, á quien mandó á su- jetar las provincias de Cuyo: Pacheco combatió con.el coronel Acha, que no pudiendo resistir, capituló, estipulando espresa- mente la garantía de su vida t/la de sus soldados. Así consta del parte oficial del gefe que rindió á Acha. Pues bien: ese General Pacheco, el mismo que está aquí frente á Montevideo á las ordenes de Oribe, y que lo estaba entonces, tuvo en su po- der al capitulado Acha.?nasde treinta dias; aJ cabo de los cuales, le cortó la cabeza, y comunicó oficialmente á Rosas este espan- toso atentado. Y bien, decimos otra vez; los que fríamente cortan la cabeza, después de tenerlo prisionero un mes, á un hombre que se rinde, bajo la garantía de su vida, ¿respetarán la simple y ambigua, promesa de tratar á los estrangeros, á quienes de- claran odiar, con arreglo al derecho de jentes?—¡Triste del que en esa seguridad se adormezca! Hace trece años que Rosas, comentando el tratado que celebró con el Jeneral Lavalle, y que violó después en todos sus artículos, proclamó esta máxi- ma—"que con los tigres no hay tratados: se les arman tram- pas, y cuando caen, se les mata" El autor de esta doctrina in- voca en la Gaceta el derecho de gentes!! Ambigua llamamos á la promesa de Oribe; y cualquiera re • conoce que envuelve una evidente capciosidad. El no se obliga ii mas que á tratar á los subditos británicos, conforme al dere- cho de gentes.—Pero Oribe entiende que el derecho de gentes le autoriza para decapiten- sus prisioneros; y acaba de hacerlo con Ocho,precisómefUe estrangeros y dos dias después de firmada aquella garantía. La Gaceta Mercantil, órgano directo de Rosas, tratando de esta materia, acaba de afirmar terminante- mente, que el derecho de las Naciones autoriza aun una guerra - 2S - de esterminio (1); y por consiguiente, Oribe confiscará bienes ingleses, y decapitará también á los que llama culpables, soste- niendo que eso es conforme al derecho de las gentes. Y si no, pregúntese á Oribe, á Rosas, á la Gaceta, al British Packet, si creen faltar al derecho de gentes cuando degüellan sus prisio- neros, y responderán seriamente que nú. ¿Pero á que insistir mas en esta demostración? La Ga- ceta y el British Packet sostienen como legítima, y aun como protectora de los estrangeros, la Circular de Oribe, y pretenden que el Comodoro Purvis, ha abusado de la fuerza, reclamando contra ella. Oribe depende de Rosas; y Rosas, después de la promesa de aquel, y de retirada su circular, persiste en soste- ner la doctrina y las conminaciones de esc documento. ¿Don- de está, pues, la garantía? No sabemos, repetimos, como mirará ese punto el Como- doro Purvis; pero deseamos ardientemente, y aun esperamos, que comprenda bien la capciosa superchería de la respuesta de Oribe; y que ese antecedente sirva para traer un bien que la humanidad pide á gritos. Nos esplicamos. El Comodoro Purvis es el primero que, en presencia de Rosas, ha clasificado como merece el horrible sistema de aquel tirano. Y es también el primero, según se nos ha informado, que ha empezado á promover, en nombre de la humanidad, la regularizacion de esta guerra de esterminio y de escándalo, mientras no llega el momento de hacerla cesar. Ese es otro gravísimo cargo que tienen contra sí los Agentes extrangeros.—En la Grecia, en España, donde quiera que el desbocado furor de mandones sin religión y sin ley, ha derramado fríamente la sangre de los rendidos, y formulado su único derecho de guerra por la bandera negra, y por el toque á degüello, los Gabinetes europeos han intervenido, para contener esc furor. No han llegado, en muchos casos, á exijir que la contienda cese : pero sí que se regularize; que no se asombre al mundo, ni se ofenda al que de lo alto le dirije, con horribes é inútiles carnicerías; que el puñal del asesino no derrame la san- gre que la Providencia rescató del acero del combatiente ; que la guerra, en fin, se sujete a la doctrina y al derecho, que mitigan sus necesarios extragos. Esa intervención ha sido frecuente; y es siempre humana, noble, y necesaria. Pero entre nosotros, en este desventurado Rio de la Plata, la voluntad de un solo hombre derriba cabezas á cente- nares, hace la guerra exterminando las ciudades y los morado- res, fusila en solo una mañana, en el centro de la Capital de Bue- nos-aires, setenta y dos indios pampas, de los que él mismo (|) Gaceta Mercantil de, 3 del corriente Mayo.- 31 - armó ; fusila en solo un dia, en su campamento, veinte y tanto» vecinos principales de Córdoba, que Oribe le mandó desde aquella Provincia, entre ellos cuatros viejos y respetables sacer- dotes ; degüella Jos prisioneros en el campo de batalla ; publica entre los gastos del tesoro nacional, partidas de dinero pagadas á los que cortaron tal ó tal cabeza (1) ; y los Agentes cxtrange- ros, que lo ven, no se mueven á interceder en bien de la huma- nidad, no le exijen, no le piden siquiera, que regularize la guerra ; que conserve el carácter de beligerante ; pero que abdique el de asesino público. Ningún paso han dado hasta hoy en este sentido los Agen- tes cxtrangeros : todos parece que han abandonado también al noble Marino británico el honor de promover esta obra de hu- manidad y cristianismo. Esperamos que en ella persevere con la constancia y la fé que nacen de la conciencia de un deber. No le arredro la frenética gritería de los asalariados de Rosas, ni la indiferencia glacial de los diplomáticos : aquellos amena- zan por cobardía ; no tienen mas energía que la del miedo ; y en cuanto á estos, mucho importa que el mundo vea si hay quien se niega, desde que sea invitado, á concurrir al santo objeto de regularizar una guerra de exterminio. ¡ Oh, si !: que insista el Comodoro Purvis en su noble propósito: que llame en su apoyo á todos los que, en las dos márgenes del Plata, representan á Gobiernos civilizados: los que le sigan participarán del honor y del lustre que refleja la sola tentativa ; miéntrás que el mundo todo marcará con sello que no se borra á los que se nieguen á la santa tarea. Rosas no ha de ceder: ha de insistir en que tiene de- recho para degollar los rendidos; ya lo indica la Gaceta, órgano conocido del Dictador. No importa: es preciso insistir en el bien con mas tenacidad que la de los malos para insistir en el crimen. Eso mismo acelerará la caída del horrible sistema de sangre: eso mismo acabará de mostrar la culpable tolerancia con que le han mirado todos los Agentes que han residido al lado del Dictador. Ahora mismo, en los momentos en que escribimos, acaba de tener lugar un hecho, que debiera haber provocado ya serias reconvenciones de los que firmaron la nota del 16 de (1) En uno de los números de la Gaceta Mercantil del mes de Octubre de 1840, que sentimos no tener á la muño, se halla un estado de gastos, en que figura una partida que dice : " al Juez de Paz de los Quilmcs {creemos) para entregar á los dos hombres que cortaron la cabeza al salvage unitario Galindez........" Esta Gaceta fué presentada al Almirante Mackau, que iba enton- ces á Buenos Ayres. -2« - Diciembre, pero que parece haber pasado sin que le adviertan siquiera. Hablamos de la nueva insurrección de Corrientes. Hace 14 años que Rosas ensaya su sistema contra un puñado, según él, de revoltosos, que, sin embargo, no ha podido vencer en tanto tiempo. Gana el 6 de Diciembre una batalla, que le somete, el 14, toda la provincia de Corrientes, la que mas resistencia le habia hecho. El primer uso que hace de su triunfo es una resolución de los llamados Representantes de la provincia conquistada, invistiendo á su gobernador de poder discrecional y arbitrario para la incesante persecución y abso- luto anonadamiento de los unitarios y para estrechar la perfecta armonía de principios y procederes federales con todos los pue- blos de la Confederación. El Gobernador, asi autorizado, ful- mina, el20 de Marzo, un horrible decreto de proscripción, de confiscaciones y de muerte contra los vencidos (1). ¿Y cual ha sido el resultado de la continuación de ese bárbaro sistema? Diez dias después de publicado el decreto, el primero do Abril, empezó nueva insurrección en la Provin- cia; el 12 era ya general, y el gobernador que expidió el decre- to, y los representantes que le dieron su poder dictatorial, hu- yeron á ampararse de Rosas. Ese ha sido el resultado: nueva guerra que empieza, nueva necesidad de armamentos, de ruina, de sangre; y esto al cabo de catorce años que se ensaya el siste- ma. Y bien; los Agentes que firmaron la nota de 16 de Di- ciembre, ¿no creen que es tiempo ya de decir: basta? ¿No creen que esa marcha, asi continuada, no tiene fin? ¿ Que, cuanto nías dure, mas feroz ha de ser cada dia? ¿No ven que el Rio de la Plata marcha, por ese camino, al estado en que el Paraguay se encuentra? ¿No comprenden que tienen obligación de evitar esc resultado? ¿No ven que pueblos, que reciben por premio de su sumisión confiscaciones y asesinatos en masa, se han de sublevar mil veces, aun que mil veces los venzan; y han de combatir encarnizadamente y sin término? ¿O pretenden que esos pueblos deben consentir sumisamente que los degüellen, como medio único de congratularse con el exicial Dictador? Casi nos inclinamos á pensarlo así, cuando vemos la mal comprimida indignación con que el British Packet, órgano del Sr. Mandeville, increpa al Comodoro Purvis, por haber impe- dido que Montevideo se encuentre hoy en poder de Oribe; lo que, según el periodista inglés y la Gaceta, habría terminado la guerra, que es lo que desea el Gobierno Británico. No, ciertamente que no (por honor, por interés de la Inglaterra y (1) Ambos documentos están en la Gaceta del 20 de Abril último. 4- se- de la Humanidad) no es ese el medio de terminar esta guerra que los Poderes mediadores desean. La nota del 16 de Di- ciembre desmiente el embustero aserto del del British Packel. El Ministro Mandeville dijo lo contrario de lo que dice ahora el papel, órgano del mismo Ministro. Tan lejos de desear el Gobierno Británico que esta guerra terminase por la sumisión de Montevideo al poder devastador de Roí'as, el Ministro de la Reina, exijió en 10 de Diciembre, que las tropas del Dictador no saliesen de las fronteras Argentinas; es decir, que no tra- jesen á este Montevideo, rico emporio de comercio, centro de civilización y de riqueza, el bárbaro sistema que aniquiló a Buenos aires. Esa fué la intención declarada del Gobierno Británico, y mal se aviene ella con la terminación de la guerra que desearía el British Packet y talvez su reconocido Patrón. El Comodoro Purvis, si hubiese impedido que Montevi- deo cayese en manos de Oribe y Rosas, no habría hecho mas que llenar los deseos menifiestos de su Gobierno, obrar estric- tamente de acuerdo con la intimación del l6de Diciembre. En ella dijo á Rosas el Gobierno ingles: "No invadirás a Montevi- deo"; Un gefe ingles, con medios de impedir que lo invada, habría cumplido, impidiéndolo, aquella oficial intimación de su Gobierno. Pero el Comodoro Purvis no lo ha hecho; y el British Packet\y la Gaceta le hacen en este punto un cargo tan embustero como todos los anteriores. No lo ha hecho; y tal vez el Sr. Mandeville tiene la culpa dé que la fuerza que manda el bizarro Marino no se haya aplidado aquí, como la intimación de Diciembre requería que se aplicase. Ahora nos ceñimos solamente al hecho. Oribe no ha tomado la plaza de Montevideo porque no pudo, ni puede to- marla ; porque le faltan medios para esa empresa, y le sobra miedo para acometerla ?... .Antes que el Comodoro Purvis llegase al Rio de la Plata, estaba abierto el foso y levantado el muro que ciñe á Montevideo ; estaban montados muchos de los cañones que le defienden ; y el dia que Oribe apareció en el Cerrito se hallaban formados en esa línea de fortificación seis mil hombres de infantería. Desde entonces Oribe no hizo la menor tentativa sobre la plaza: provocamos á que se nos designe cuando hizo una demostración siquiera, no ya de atacar, pero ni aun de reconocer nuestra línea. Si ni eso ha hecho, ¿ cómo se atreven á decir que no ha tomado la plaza por causa del Co- modoro Purvis ? ¿Ni cual socorro ha dado este gefe á los quo la defienden! Su carácter es demasiado franco y leal para haberlos dado ocultamente : á quererlos dar, lo habría hecho á la luz del dia, y con la misma enérjica franqueza con que puso marca de fuego sobre la negra circular de Oribe. Este capitán, tímido é inhábil, es quien ha dejado forti- ficar la plaza: su impericia y su irresolución son las que han dado tiempo á que el General ilivera organize en su presencia fuerzas de caballería superiores, á las suyas, que le tiene hoy ahogado ; son las que permitieron desplegar en la plaza esta prodigiosa actividad, que ha improvisado fortificaciones, que ha formado cuerpos veteranos, y organizado numerosas milicias; que ha montado y puesto en batería mas He ciento y veinte piezas de artillería, sacadas de los postes de las calles ; esa actividad, que ha aturdido á Oribe, que ha desconcertado á Rosas y ha quebrantado el poder de los dos. En nada de eso ha intervenido el Comodoro Purvis. Es verdad—y lo reconocemos con sumo placer—es verdad que las medidas por él tomadas, en consecuencia de la nota del Sr. Mandeville de 16 de Diciembre, y en defensa de sus nacionales, han favorecido mucho la causa del Gobierno : así como han fa- vorecido mucho mas á la de Rosas, los memorándum del Sr. Man- deville, su conducta posterior á aquella intimación, su falta de atención álas solicitudes de sus compatriotas, y su incomprensi- ble desacuerdo con el Comodoro Purvis. Pero la influencia favorable de aquellas medidas ni era calculada, ni llevaba por objeto romper indebidamente la neutralidad ; era una conse- cuencia accidental, é inevitable, de las medidas mismas. Algo mas, muchas de ellas solo son imputables al mismo D. Manuel Oribe. ¿ Quien provocó los procedimientos del Comodoro Purv is con motivo de la Circular de I ° de Abril? ¿Quién, sino ese monstruoso documento, injustificable, en opinión del Nr. Mandeville ? Debemos terminar este opúsculo, ya mas largo de lo que imajinamos al empezar. Hemos denunciado en él—con la ver- dad que nuestra conciencia nos dicta—la conducta de los Agen- tes extrangeros, respecto de Rosas y su sistema. Como hemos apoyado nuestras palabras en hechos y en documentos oficiales, esperamos que producirán, donde quiera que se lean, defecto que siempre produce la verdad, aun en aquellos a quienes con ella se maltrata. El efecto, desde que la verdad se conozca, será el de hacer comprender en todo el mundo el sistema antisocial, irre- ligioso, aniquilador de todo principio de orden y de prosperidad, que representa D. Juan Manuel Rosas: atraer sobre este Coloso de crimen la reprobación de todos los hombres honestos y veraces, de todos los Gobiernos civilizados y cristianos : pro- mover contra él una Liga de opinión universal, que le marque como declarado enemigo de Dios y del jénero humano ; que le declare tiránico usurpador de un poder que no es suyo, y le retire las consideraciones y el trato, de que solo son dignos los hombres y los Gobiernos que respetan la ley universal; una Liga de civilización y de humanidad, que rescate esa mísera Capital de Buenos Ayres, esos desolados pueblos Argentinos, de la simasangrienta, que se vá cegando con eabezas humanas ; y que- brante en las manos del público asesino el puñal con que ame- naza y aniquila. Esto esperamos que alcanze el poder de la verdad. No mueve nuestra pluma odio de partido: nadie puede equivo- carse tanto que así lo crea: Rosas no es gefe de un partido; no representa principio alguno político; no se toma siquiera el trabajo de alucinar, haciendo creer que lo representa: su ya gastado estandarte de federación á ninguno engaña.* los que le combatimos no somos un partido, ni lo son tampoco las hordas de populacho que le sostienen: luchamos contra él como contra una calamidad universal: estamos ciertos—cier- to por nuestro reflexivo convencimiento—de que venceremos los soldados con que Rosas nos invadió: pero después de ven- cidos, aun hecha la paz entre los dos Estados, hablaríamos como ho)r hablamos; porque no es la agresión presente lo que combatimos:—es el sistema, es la maldad, el fraude, la sed de destrucción que le constituyen ; y contra ese sistema pedimos que se levante una Cruzada de civilización y de virtud, que aniquile y disperse los elementos de la barbarie, y del crimen. No confiamos, al pedirlo, en la fuerza de nuestras pa- labras; confiamos solo en el alto poder de la vekdad. LES ÉVÉNEMENS ni; RIO Bg LA, PLATA» u.nrs leur kjípport ~b AVKC KM ACWIti 1 H( im.i ks JSintcrvrntiott I^rttnon~»Stit/tttite, Traduil de 1' l ispa » -no] I) primo de' nostri doren si ó V amorr I | dt,|li> veritá. e la fede; in essa. ^ ^ ^ Sltvio Peímco. Doocr. degl Uomhú jraox'i »'. ve 3í»':«>. £iu->riuicrie Cu -Vulíonal.