EL GENERAL IBS" GEFB EL GENERAL EJV GEFfí Ln Patria había levantado la voz implorando el auxilio de aua hijoa contra un poder que la oprimí*» la despedazaba, la escarnecía.' acudieron ello*,- me colocaron á au frente; combatimos por la Nación y triunfamos para ella. El momento del triun- fo era el principio de una gran crisis: tal es el orden de las cosas: circunstancias es- peciales de dentro y fuera del paia le daban ademas un carácter sobremanera peli- groso.- concebí entonces que había un solo camino para salvar la Patria, y juro que la he salvado al menos de aquel conflicto: si otros semejantes llegasen á amagarla la Providencia protegerá, como ahora, la causa de la civilización. . La lucha encarnizada y larga dió suelta á las paaione»; conmovió los funda- mentos del urden social y produjo la necesidad de un poder vigoroso y concentra- do, capaz de comprimir las demasías consiguientes á un vencimiento por la fuerza; de sofocar tedos los odios; de nivelar todas las aspiraciones; de suplir, en una pala- bra, la acción y el prestigio de las Leyes aniquiladas por el gran sacudimiento. La seguridad y garantías para los vencidos; el honor de la moderación para los vencedores ; el interés supremo de preparar la consolidación del orden público cerrando para siempre el abismo de las revoluciones; un grande, acto de disciplina, la subordinación de Isa individualidades, todo reclamaba el uso pronto y enérgico de semejante poder. En tan solemne coyuntura la República me viú adoptar sin la me- nor trepidación ese medio único de salud. Hablé entonces con la lealtad y franqueza que la gravedad del caso demanda- ba: mi solemne declaración del 11 de Noviembre puso en manos del Pueblo la expo- sición abierta de mis principios, el programa de mis intenciones y el título para de- mandarme el cumplimiento de mis promesas. El compromiso que entonces contrage me impone ahora la necesidad de diri. girmc de nuevo á la Nación para darle cuenta del uso que hictj de ese poder siera-legales y no rema medios pacíficos de hacer oír sus quej«6 y respetar bus derechos. Nuestra organización política estaba, pues, desquiciada : no existían loa po- deres públicos ni aquella armonía por consiguiente que furnia la basa, la esencia y e i vigor de nuestra Constitución ; lo único real era un ejército de ciudadanos y yo á su cabeza encargado de recomponer lo que habia sido desquiciado. El camino mas seguro, el único conforme á la voluntad nacional era ocurrir directamente á la fuen- te de la soberanía ,- poner la gran causa en manos del Pueblo mismo, pedirle su fa- llo y someterse á él después de haber dado un grande ejemplo y llenado las exijen- cias vítales que no daban espera. Y esto fué lo que hice por un Decreto en que convoqué las Asambleas pri- marias para ratificar las elecciones de 1836 ó renovarlas si eran viciosas. El Pueblo ha espresado su voluntad ; ha dado los materiales y los medios de reorganizar ; ha establecido reglas ; y todos, yo el primero, debemos someternos; lias Actas de las Asambleas primarias son el índice de nuestras obligaciones,'—yo Jas coloco con orgullo en manos de los Representantes del Pueblo, como el fruto principal, como el resultado mas extenso, y mas fecundo de la medida á que libré mi faina y mi destino. Ahí están los deseos de la Nación, sancionado el gran movimiento que me cupo la gloria de encabezar, abierto el camino á la organización, á la estabilidad de nuestras instituciones y al cumplimiento feliz de mi arriesgado empeño. La República va á entrar de nuevo en la marcha Constitucional que garantí por mi declaración sin que por eso deje de reconocer el deber de emplear mí espa- da, mi influencia, mi vida, en sostener y hacer respetar las autoridades creadas por la Nación mientras conserve el puesto que ella me dié. Pero, forzoso es decirlo, porque nada debo ocnltar en este momento solemne^- aun me faltaba que hacer ,- aun habia de adoptar otras medidas para perfeccionar mi grande obra. Empero, las armas de la República marchan á asegurar su inde- pendencia y sus fueros, hoy amenazados como su primer soldado debo ser el pn. mero que en defensa de sus derechos baga lucir mi sable bajo las ondulaciones de' estandarte sagrado que vá á flamear de nuevo en loa campos de batalla ; grave im. prudencia seria en esta situación inevitable dejar espuesto mi magno compromiso á los azares y vicisitudes de la guerra á que va a esponorse mi persona: preciso es res- tablecer completamente el orden constitucional, que proporcione un Gobierno Na- cional y fuerte, y ú (tan grande objeto tributo el no pequeao sacrificio de lo que aun hobia de hacer: pienso, sin embargo, haber hecho lo bastante para justificar mi gran declaración: entiendo haber removido muchos y los principales obstáculos quo se oponían al libre ejercicio do los poderes constitucionales y haber abierto el camino á un orden permanente y sólido, á la estabilidad por que combaten tanto tiempo hace les nuevos Estados Americanos, y sin la cual, no hay que dudarlo, no alcanzarán la. elevada catrgoriá A que están llamadas las Repúblicas Americanas, Hnir„ Jan medjilap que en consecuencia de mi declaración he >!. que .'espeluza á nuestros hermanos de la otra orilla del PUta, ataca incesantemente nuestra independencia y escandaliza al continente con unas aspiraciones sin ejemplo. — Lo» motivos do esta guerra, ta objeto, su término, los medios conque la República la emprende, laa alianzas quo para ella ha contraído, están desembueltas en el Manifiesto de su declaración, y á el por consiguiente me refiero: estoy seguro, en conciencia, que su lectura, tiara pal. pitar á todo corazón Uruguayo; y tengo confianza en que el Dios de loa Ejército» protejerá las arma» de la República y las banderas de la Libertad. Al pasar, pues, á otras manos la investidura con que dirigía lo» alto» nego- cios, para ocupar mi puesto como soldado, me siento arrastrado á recomendar á mié conciudadanos algunos puntos que considero fundaméntale» para su futuro bienes- tar: y confio en que mi» consejos no soráa desatendido»: — No ea ana gran capaci- dad, no previsión política, no presunción de estadista lo que me di título á que a» consideren mis recomendaciones; pero acaso puede dármelo el estudio practico que la» circunstancias me han obligado á hacer on una carrera de 20 años, de la» virtu- des de los vicios, de ios Hábitos, reca-aos y necesidades da nuestra Patria. — Este- estudio que ha formado una habitual ocupación do vida, mi amór por este suelo- do mi nacimiento y de mi» recuerdos, mi vehemente doseo por eu pVo.perídad rae dan derecho a comunicar & mis hérmarios lo que la experiencia rae lia ensenado. La Nación acaba de manifestar abiertamente la necesidad de reformar el Có- digo Constitucional; y sus Representante» deben emprender esta espinosa tarea: — mucha meditación, mucho conocimiento del país y do sus necesidades son indispen- sables para ¿1 acierto-porque no se trata de reformas accidentales sino de aquella» que sean capaces de dar á la orgonizacion política de la República, la firmeza y estabilidad do que carece y de que tanto necesita. La revolución americana no fué aolo el producto do la tiranía colonial, ella envolvía un gran pensamiento; ella e?a también una grande necesidad, un paso ine- vitable emanado de la Ley del progreso que domina a la humanidad;;— soatituir un régimen nuevo al régimen antiguo: derribar un cetro para levantar un pueble.- sus- traerse ál dominio de la voluntad de uno para establecer el dominio de la razón do •>Jdo?. , reí-» - noiau» Acción é inteligencia, brazo y cabeza debían realizar el alto fin do eaé alza- miento inmortal del Pueblo Americano- La espada hizo su deber: un trono y otro trono se hundió al golpe do nueetrás lanzas, y fueron llamados á legislar lo» que ha- bían sabido vencer. íjotu , ,F.fj,™ 3C« «<, i a. La tiranía del sistema antiguo en que no ae veía ni se imaginaba otra acción que la del poder Ejecutivo, formó naturalmente en lo» Pucbloa que sacudieron su yugo un sentimiento y una conciencia hostiles á eso poder, y loa inclinó a depositar—OJ— exclusivamente su confianza en laa asambleas representativas- Bien sea este senti- miento de origen virtuoso, sunque irreflecelvo; bien otros menos nobles. 6 mas hipó- critas para abrir mas puertas á las aspiraciones individuales; bien, en fin, esos con- trastes tan comunes en las grandes transiciones de la vida de los Pueblos, como de Ja vida de los hombres, todos aparecieron mirando con recelo el Poder Ejecutivo, te- miendo sus avances, y se creyó sin duda, que el medio Onico de evitarlos era rodear ■u acción de trabas, cercarle de pequeñas influencias que debilitasen la suya, que la hicieran contrapeso: reducir lo mas posible la esfera de su acción, estender ilimita- damente las atribuciones del poder Legislativo, y prodigar la multiplicación de cor» poraciones populares. Preocupados con esta idea y sin advertir que cada país tiene sus especialida- des, apa modos de ser individual, que no tienen tipo ninguno estrafio, porque son su. yoa, particular y ««elusivamente suyos, improvisamos y sancionamos lo que Pueblos ■asonados en la carrera que ibamoj á ensayar habían fundado sobre el cimiento de luces, costumbres y tradiciones de que no participábamos. Ningún error, sin embargo, puede ser mas pernicioso.- el Poder Ejecutivo en- cargado por la naturaleza de nuestros Gobiernos de la administración inmediata de Jos negocios públicos, de la seguridad interior y defensa exterior del Estado, nece- sita una acción vigorosa y concentrada, singularmente en paiaes donde el hábito de la deaobediencia ha llegado a confundirae con el eapíritu de Libertad y don- de la aptitud para la Administración no es común: necesita una influencia superior, capaz de subordinar todas tas influencias parciales, de disciplinar y poner á raja las aspiraciones que ellas fomenten: un poder que esté en armonía con la misión que es llamado á desempeñar, y una extensión de facultades bastanto para imprimir un mo- vimiento regular á la máquina administrativa, en estos paiaes nuevos en la carrera de la Libertad. El desconocimiento ó el deaprecio de esta verdad es la fuente principal de nuestros frecuentes trastornos.- la menor conspiración de laa influencias subalternas coloca al Poder Ejecutivo en una ansiedad peligrosa.- abandona sus puestos y sus de. be res por falta de acción para sostenerlos, ó si quiere conservarlos y llenar entera mente sus funciones tiene que atrepellar las trabas constitucionales, saltar sus bar- beras y hacerse el intérprete del lengusge indefinido y vago en que nuestra consti- tución se expresa respecto de sus atribuciones en los casos do conflicto público. — De manera que, la Ley á fuerza de tímida, indecisa, y desconfiada, provoca su violación y alguna vez la hace necesaria. A fuerza de cercar al Ejecutivo se le co- loca en alternativas en que siempre debe caer como víctima ó el mismo Ejecutivo ó la Ley que embaraza, unas veces la acción para obrar el bien, y que otras protejo en su obscuridad la que quiere hacer el mal. No es menos funesto el otro error en la parte administrativa.- sin la suficien- te educación, sin las costumbres necesarias para formar un buen sistema municipal —V— las corporaciones de esta c lase que hasta ahora tenemos ó no desempeñan servició alguno de utilidad, o solo- sirven para entorpecer la acción administrativa del Go- bierno. _Por eso considero necesario fijar sobre esos punto* ls mas seria atención- acomodarse á la capacidad del pueblo: dejarle ta parte que por ahora le es posible desempeñar con provecho suyo, habilitándolo en este ejercicio para otros mas im- portantes que en lo futuro deben caherle; robustecer entre tanto la acción del Ejecu- tivo, dar un ensanche racional y conveniente á sus facultades, confiarle en la parte administrativa todo lo que pueda desempeñar, sin perjuicio de las trabas indispensa- bles para evitar los abusos de la autoridad, seria la obra mas digna y mas tí til del cuerpo encargado de reformar nuestra Constitución. Hasta ahora hemos necesitado apoysr en ls fuerza material las garantías cons- titucionales ; pero ni ese apoyo es el mas conveniente, ni puede adoptarse sino mien- tras sea urgentemente necesario porque está librado a las intenciones personales del que dispone de la fuerza :—el sosten verdadero y só lido de la Constitución y de laa Leyes ha de buscarse en las costumbres y en ls mor a) del Pueblo ; y estas do ae cul. tivan, no se forman sinó por medió de lá educación que morigera y disciplina por la ingerencia gradual y sucesiva del Pueblo en laa gestiones de la administración : la democracia es el Gobierno del Pueblo por sí mismo, y el Pueblo necesita para ejer- cerlo con conciencia, para mantenerlo con orden y dignidad, una razón suficiente, un conocimiento adecuado de sus derechos y dé sus obligaciones ; un sentimiento profundo de laa condiciones de su existencia. Perfeccionar el plan general de la educación del Pueblo, prodigarla-multiplicando sin límites los medios de difundirla , de hacerla descender 6 todas laa clases, de Vencer la indiferencia criminal que la descuida, debe ser una primordial atención de los encargados de preparar el bien, común ,—los resultados de este sistema bien podrán aparecer lentos pero son siempre seguros y de inapreciable valor .-—edúquese el Pueblo ; conozca sus dere- chos r cobre ls habitud de su ejercicio y es cierto que no se loa dejará arrebatar pór un mandón arbitrario :—comprenda sus obligaciones y los frutos que ellas pro- ducen y las Cumplirá sin repugnancia, así se formará [a moral y ras costumbres pú- blicas, y las instituciones recibirán entonces, ls grande e invencible fuerza de la in- cesante y hiibitual custodia de todos los ciudadano?. Otros empeños hay que aunque costo seo en nuestra infancia y de una acción apenas sensible, producen resultados muy imponsntes para la sociabilidad y la ci- vilización .- tal ea el sistema do multiplicar laa comunicaciones, prodigar los medios de aumentarlas no solo para las ideas aino también para loa productos de la tierra de la industris, del comercio : aumentar las postss y correos,-franquear los caminos allanar los obstáculos que nuestros copiosos rioe oponen al tránsito de los hom- bres y de los productos.- todo esto contribuye prodigiosamente á loa progresos de la asociación y de las coatumbres. A cada uno de estos objetos llamo con interés la atención de mía compa-—a— trióla» y de Ioj Representantes del Pueblo.-sua acertadas medidas, es de esperar, qué nos conduzcan gradualmente á la estabilidad, y que con ella so asegure la paz do- méstica y la prosperidad nacional--Yo tengo entera fé en el porvenir. Reátame solo recomendar a la Repúbli ca á este valiente Ejército cuya día. ciplina y virtudes solo pueden ser igualadas por su valor y su constancia .- él con- quistó en una penosa campaili la libertad de aus conciudadanos y marcha abo:a ñ asegurar en otra la Independencia Nacional ; á labar con la sangre de la tiranía, laa manchas con que profanó sus estandartes, y á preparar la natural alianza de loa principios, de la civilización en el continente Americano.—Toca á la Representa- ción Nacional atender en la ausencia de estos bravos á sus necesidades y las de su» familias ; y prepararles para su vuelta triunfante las recompensas que hayan de acompañarles á su glorioso descanso ,- tal vez entonces será tiempo también de reparar la injusticia con que merced á la indiferencia ó ingratitud de un Gefe óTesa- cordado yacen aun en el olvido loa valientes del Rincón y de Misiones. Lleno de esta confianza, después de dejar restablecido en toda su plehitnd e' orden Constitucional cierro el período de mi mando como también el Registro donde he consignado todos mis actos públicos, para que sirvan á mi gloria, ó atesten mi ignominia. Xas resoluciones que comprende han visto ya la luz y son la opresión prácti- ca de mis principios, de mis ideas y deseos por la felicidad y organización de la Ro. pública; con ese carácter y como un legado Nacional, pongo nal Registro en manos de los Representantes del Pueblo. Quo cada uno cumpla con su deber: creo haber lle- nado el mío: — no puedo prometerme menos ds la Representación Nacional. .il *jb ottiL-ü-íJ-c i a j éi ü raga enu vm í*dob .übiu^nii Cuartel General en el Durazno, A 24 de Febrero da 1839. iBJco'nie" cieiob «ot f.n on strp oíi -ukj salí» oiijj aoJoil / «on íinag j i «.jttlmuíbo j hai \ laical n't ¿lénrtol FRUCTUOSO RIVERA. Enrique Martínez. ju nú* Bíiíüll^moo—: -■¿íxnj.oii. iiobnani tiu too ti^iuuo asi y avuiiU u¿44j«ai un. i ass9i1o* ► íauSíó ti y aJammozi ies|dae soijO IBCJ RS 4ÍlsU9« emt.'a s!. faifa toin«iiif>ni al vi> ujíJm