REPRESENTACION DIRIGIDA ^^(^* AL SOBERANO CONGRESO POR VARIOS EMPLEADOS DE LA REPUBLICA, NATIVOS DE LA MEXICO. IMPRESA POR TOMAS CRIBE Y ALCALDE, Puente del Correo Mayor núm. 6./ SEÑOR. Los que suscriben, á su nombre, y al de los demás ausen» tes de esta capital, que se verán al calce, todos nativos de la Isla de Cuba, y recidentes y empleados en esta Repúbli- ca, ante el Soberano Congreso respetuosamente esponen: que no habiendo nacido en el territorio megicano, ni en ninguna de las posesiones Hispano-americanas, que hoy son naciones independientes, el artículo 11 del proyecto de ley que ha tenido á bien formar y presentar, la comisión respectiva sobre reorganización de la república en 24 de setiembre prócsimo pasado, les comprende enteramente, y les quita de algún modo el derecho, que, romo ciudadanos megicanos, tienen á ser colocados en los departamentos, ó donde el Gobierno lo estime por mas conveniente; y han visto tal pretensión con tanto mayor sentimiento, cuanto que los nías de los que representan, unidos en opiniones é intereses con los naturales de esta república, han derra- mado su sangre en el campo del honor, y no han omitido esfuerzo alguno de los necesarios para conseguir la inde- pendencia de esta preciosa parte del nuevo mundo, como al fin se logró; y todos, todos han servido con empeño y fidelidad á la Nación, según podrian acreditarlo, si así se requiriera, y conforme se demuestra evidentemente por los destinos que ocupan, y por la confianza que siempre han merecido. Este premio, debido á sus notorios servicios y ú la deli—4 cadeza con que en todos tiempos se han conducido, de nada serviría, si se aprobase en todas sus partes el artícu- lo precitado, pues cuasi convertiría en estrangeros á unos individuos nacidos en América, y que por principios reli- giosos y políticos, por idioma, por costumbres, y por un sin número de otras circunstancias, están unidos á los mejica- nos, y las leyes los han considerado, hasta la fecha, como hijos dtl pais, con algunas muy pequeñas escepciones. Si la Isla de Cuba aun no se ha hecho independiente, no ha sido por falta de voluntad, ni de trabajos de los que na- cieron en ella, sino porque se les han presentado obstácu- los insuperables que vencer, no siendo los menores, entre ellos, las convulsiones ocurridas en la de Santo Domingo á fines del siglo pasado y principios del presente; la vecin- dad de ambos territorios, el número inmenso de africanos y de descendientes suyos, que están allí reducidos á la esclavi- tud; ej considerable de tropas peninsulares que ha mante- nido en ella el gobierno español, y la política con que ha que- rido tratar á sus habitantes, á fin de que la tiranía ó el des- potismo, no sirviese de pretesto para romper los vínculos que unen á esa rica y fecunda parte del mundo de Colon con el antiguo. Sin embargo, como la ilustración hace no pocos anos, que se introdujo en aquel pais privilegiado; como el ejemplo de los Estados-Unidos del Norte, y la misma opinión de los cubanos los ecsitaba á separarse para siempre de la España; desde fines del siglo que pasó, y muy particularmente cuando comenzaba el que cursa, se hi< ieron algunas tentativas de consideración que desgracia- damente no solo fueron infructuosas, sino perjudiciales á sus autores, y motivaron el que, en algunos anos, no se acome- tiese de nuevo la misma empresa. En el presidio de Ceutay en el Arsenal de Cádiz, fueron sacrificadas algunas de las primeras víctimas de la independencia de Cuba, mucho antes de la coronación de Fernando Vil. El ano de 821 se emprendió de nuevo la obra con tezon, y aunque todo se descubrió por la imprudencia de alguno de los comprometidos, los cubanos no desmayaron, ni se alucinaron por la política, dulzura y lenidad con que se les trató por los gobernantes españoles. Supieron oportuna- mente que la nación mas poderosa de la América, y las que eran de primer orden en Europa, se oponian .1 la eman- cipación de su patria, conocieron que, sin un número de tropas regladas y aguerridas, no les seria fácil contener á los africanos, que ya principiaban á ser halagados por el gobierno español, y aun armados, para que se opusiesen á los blancos naturales de la Isla, y con tal motivo salie- ron en busca de los ausilios que les eran indispensables, los cuales no encontraron entre sus hermanos del continente. A los gobiernos de Colombia y el Perú se enviaron co- misionados con ese sagrado objeto, y se vió á los cubanos desembarcar en la Guaira; atravesar los desiertos que hay desde Caracas á Bogotá, y los que se pasan desde esa ciu- dad á la de Quito; trasladarse á Lima y á Junin para dar cuenta de su envidiable encargo al [lustre Libertador Bo- lívar; ir á dar el aucsilio que les fué posible, cu las bri- llantes jornadas de Ayacucho y Negramuerte, porque se les aseguró que, del resultado de esas acciones, dependía el que marchasen las tropas aliadas á la Isla de Cuba. La contingencia fatal de que los españoles ocupasen toda- vía la fortaleza del Callao; las ocurrencias de Venezuela; la contienda habida entre colombianos y peruanos, y última- mente las muertes sentidas é inesperadas del Washington de6 Colombia y del bizarro gran mariscal de Ayacucho han si- do, tal vez, las causas principales que han impedido el que se lleve á efecto lo que se habia pretendido y acordado; pero ¿A qué buscar lejos de Mégico lo que 6e ha visto en su pro- pio territorio? Muchos de los mismos cubanos que tanto habian padecido en sus viages, los continuaron hasta esta re- pública, y vinieron á ella en los anos de ochocientos veinti- cinco y veintiséis, con el propio laudable fin ya mencionado, y establecieron una junta en esta capital con el solo de pro- curar la libertad de su patria; la cual tuvo muchas subalter- nas en todos los Estados, y en ella se inscribieron voluntaria y generosamente, los patriotas mas beneméritos, los ciuda- danos mas esclarecidos de esta nación. El congreso general ú quien se representó, tomó en consideración tan interesante negocio; pero por una fatalidad inconcebible, se destruyó el edificio levantado á costa de tantos afanes y sufrimientos, y la parte de los promotores de la independencia de Cuba, que no ha perecido en su larga y penosa peregrinación, vive, poseida de la mas sincera gratitud, entre aquellos de sus her- manos que la han ofrecido una generosa hospitalidad. Los que representan han creido necesario hacer la ligera precedente reseña para que sepan, los que lo ignoraren, que los cubanos respecto á la emancipación de su patria, han te- nido los mismos sentimientos que los demás pueblos de la América que hoy son naciones independientes, y que si con sus notorios esfuerzos no lian conseguido el glorioso fin am- bicionado, ha sido por la infinidad de obstáculos que se les han interpuesto, y por otras muchas circunstancias que, se sabe, no han comciirrido en los pueblos de que se ha hecho referencia. Estos no tenían la tnme isidad de esclavos que hay en Cuba, y los Estados-Unidos dd Norte, y las demás7 potencias de Europa, que se opusieron á la independencia de aquella preciosa Isla, favorecieron con franqueza la de todo el continente Hispano-americano. Los que firman nacieron en la América, y nunca, nunca han desmentido en Mégico, ni en otra parte alguna, los princi- pios de amor al orden y de libertad racional que son el fruto de sus estudios, de su educación ó de su esperíencia: desde que los tienen, se declararon contra la dependencia de Espa- ña, y con su sangre y su comportamiento han demostrado lo convencido que están de la justicia, utilidad y rectitud de aquellos, y también de que no merecen ser tratados como es- trangeros en ningún pueblo de los de la América, que ántes era española, y mucho menos en aquel donde han prestado servicios de consideración. No el deseo de continuar en los empleos que por esos mismos servicios y por la bondad de los megicanos, han ob- tenido, ni la detestable empleo-manía, son los resortes que han movido á los cubanos para representar, sino la honrosa y laudable ambición de que en Mégico se les mire como á hermanos, y como á ciudadanos de la república, porque son lo uno y lo otro, y porque al efecto creen tener en su favor, no solo su manejo como empleados 6 como particulares, sino también todas las leyes que han constituido y hecho perma- nentes las sociedades en la especie humana. Por tan poderosas y legítimas causas, los que hablan, en- carecida y reverentemente piden al Congreso Soberano, se digne no dar su respetable aprobación al artículo 11 del ci- tado proyecto de ley de 24 de setiembre último, y en todo caso, declarar esceptuados á Ioí naturales de la Isla de Cuba que estén actualmente empleados en la república; á los que hayan residido en ella constantemente por espacio de ocho8 años, y tengan alguna profesión ó ejercicio útil, ó el capital que se considere necesario asignar, y á los casados con me- gicana. Al presentar esta esposicion, los que la suscriben opinan, que es hija de la justicia, y en tal concepto con el mayor respeto y eficacia Suplican al Soberano Congreso se sirva tomarla en consi- deración, y acordar en un todo conforme á lo que en ella se ha solicitado; cuya gracia esperan los postulantes de la au- gusta y soberana asamblea á que se dirigen. Mégico y octubre 7 de 1835.—SEÑOK.—General de bri- gada, y director general del cuerpo de artillería, José Anto- nio Mozo.—Intendente efectivo de marina y tesorero gene- ral de la Nación, por mí, y por mi hermano, Comisario gene- ral interino de Oajaca D. Luis Govantes, José Govantes.— General de brigada graduado,Manuel Gual.—General de bri- gada, gefe de escuela de artillería, Pedro Valdés.—Contador mayor de cuentas, Juan Antonio de Unzueta.—Por los gene- rales D. Juan Amador y D. José Joaquín Calvo, y por los coroneles D. Manuel Zéspedes j D. Agustín Peralta, Juan A itonio de Umuetu.—Por el capitán de navio D. Francisco de Paula López, comandante del departamento de marina de Veracruz, José de Elzaurdy.—Por los coroneles D. Joa- quín Rivas Zayas y D. Juan Domínguez, Dr. José Rumon Be- tancourt.—Asesor de ejército Dr. José Ramón Betancourt.— Oficial segundo del cuerpo político de marina, José de El- zaurdy. (1) [1] Existen otros muchos cubanos en esta ciudad, cuyas firmas no se han podido recoger oportunamente; pero tanto ellos como los ausentes, se espera que aprobarán lo hecho por los que hemos firmado.