NUESTROS MALES SEGUNDA PARTE. GUADAL A JARA. OFICINA DEL C. MANUEL «RAMBILA. Caite tegunda del Seminario núm. 7. 18J4.To be or not to be, that is íhe question. Se trata, ¡cuestión fuerte! Si seremos de vida, ó si de muerte. HS^R acogimiento que se ha dado á otro folleto del mismo Jtulo U{! ueva ¿stGi (jei qUe no bastó una edición, el empe- W> que vimos en distintas partes por reimprimirlo, y las ma- ^'festa^ones que se nos han hecho aún por personas que no e"emos el honor de conocer, nos dán á esperar que no serán *'solutamente perdidos nuestros trabajos; y una sola semilla *l,)e germine, los corona en mas de lo que ellos valen. Es- y la distancia en que vemos al giro de la administración Publica, y al que reclaman los intereses nacionales, son razo. llea rnas que suficientes para ponernos otra y otras veces la P'Utna en las manos, no para interesar con cosas nuevas, si- jj° Fara insistir en la necesidad de relacionar aquellos, hasta aeer prácticas en los gobernantes presentes y futuros, las ver- anes qUe todos reconocen. Nunquam satis dicitur, quod nun- Warn S0(¿s ¿lifciiu,-. En efecto, después de haber enunciado as causas que mediata ó ¡inmediatamente han concurrido á Producir la falsa posición en que se halla la República, na- 11 Queda que decir de nuevo, y solo tenemos el dolor de ver Afirmadas nuestras ideas, con la lamentable circunstancia de l^e cuando se escapa la feliz coyuntura de cimentar para en aelante el órden y la libertad de una manera estable, ve- ttl0s á la mediocridad aparecer con sus mismas faltas, con las '"'sraas que alli le hemos citado, con su misma ceguedad in- corregible, cometiendo en distinto género los mismos errores 'Ue c°metió, prendiendo á los que se llamaban liberales, amon- tando los gérmenes que nos traigan su vuelta, y obstinán- 0Se en desaprovechar las lecciones que tan repetida y tan4. costosamente le ha metido la experiencia por"los ojos. Ha- blando de toda la República, citaremos con frecuencia al Es- tado de Jalisco, por jue es el ejemplo que tenemos á la vis- ta, porque á él debemos de preferencia consagrar nuestros afanes, aspirando á la gloria de pagarle, mejor que nadie de sus hijos, nuestro contingente de amor y patriotismo. Una de las consecuencias ordinarias de las continuas turbaciones polí- ticas, y en ellas, del empeño nue se succede con los partidos de hacharlo todo á perder, es el desaliento de los que ven in- fructuosos sus esfuerzos, es el ¿qué me importa? de todos aque- llos á quienes importa mucho. Parece tener razón el que se aisla á salvar su individuo, cansado de ver que sus tareas, en vez de enderezar la cosa pública, no producen resultados mas nue para él, y estos no son otros que enemigos y per- secuciones. Pero esa oscuridad es imposible en tiempo de convulsiones; ni ¿como resistirse al impulso poderoso que nos arrastra á amar nuestra patria y á la gloria de sacrificarse por ella? ¡Qué dulce es y que magia tiene este solo nom- bre de patria! ¡Este nombre que recuerda los lugares en don- de se pa«aron los primeros años, en donde se sintieron las pri- meras emociones, en donde se gozaron los placeres ino- centes de la infancia, cuya memoria no se borrará nunca y antes bien ella será la que deje algunos encantos en el resto de la vida! E'te lenguage parecerá afectado á los que no han sentido alternativamente en la casa agena el or- gullo y la vergüenza de ser mejicano; á los que después de unos cuantos años de verse lejos de su pais, no han sido de- vorados de impaciencia por volver á él, de aquella impacien- cia oue hace contar los dias, las horas y los instantes que pre- ceden inmediatamente á esta vuelta; de aquella impaciencia por la que de buena gana se descontaría de la ecsistencia que nos está destinada, el tiempo que se debe impender en regresar. Parecerá afectado al que no siente su pecho latir toa sobresalto al entrar en el valle del lugar oue lo vio na- cer: que todavia en el anhelo de hallnr^e á la sombra de lo' educios que va se divisan, no puede resistirse al impulso de parar* un momento la velocidad de su carrera, per cortar una flor cualquiera, del campo que atraviesa, pero que no Labia visto en mucho tiempo, y cuyo olor trae consigo relacionados pantos v tan deliciosos recuerdos. Mas al llegar ¿como dejar de sentir su corazón oprimido al encontrarse viciado, retrogra-dado, desfigurado, inconocible aquel Jalisco que era nuestro orK»llo hace once años, aquel Jalisco que salvó á la nación en 182S? ¿como dejar de sentirse humillado al decirse i si j>usmo „nii pai8 pudiera ya tener muchos de los adelantos de Ja civilización y déla libertad?" Estos sentimientos son Uflar blen los que no-* obligan á escribir. No somos nosotros mismos lo que tenemos por objeto en este trabajo, como para brillar en una obra de literatura, Pues que entonces no hablaríamos mas que, de lo que era y de lo que es hoy este Estado: este papel no llevaría el tí? j 0 Wft.tiejja, y nos propondremos por modelo al autor de >>-*randeza y decadencia de los Romanos;" al revez, como Mentores en política, sacrificamos la corrección i la oportu- n,dad, y embiamos á la justa censura de aquellos que nos enva- necieran con su aprobación, un trabajo que no puede menos e resentirse de la premura con que lo reclaman unos mo- •^ntos, en que se ván á elegir representantes á un congre- Sn» cuya reunión deseamos y tememes á la vez. Nos espo- semos á la inutilidad de nuestras tareas, á la persecución de 0s que no quieren consejos ni sufren observaciones, y, lo que es peor para nosotros, á la falta de filosofía de algunos ami- 6°s que estimamos. Si algunos se encuentran retratados en ^"a pincelada, ó se reconocen los responsables de una providen- de que nos quejemos, no nos aborrezcan, cuando Ies que- a espedito el medio de su justificación; nadie la eipera ni ctfe tanto en ella como nosotros. No podemos ser felicei m'*Mras no lo sea nuestra patria, de cuya suerte no nos es P°s¡ble desligar la propia nuestra; asi es que nuestra pluma n° se cansará de correr, en tanto que haya un error que ad- ^ertir, ó Un bien que promover. Por mas empeño que se hava tenido para ello, no perdemos todavía la esperanza de 1Ue güila cavet lapidem. Vamos á ver si esto puede ser »acion. Ninguna como la mejicana ha podido serlo con mas fa- rdad y sin la mancha de las disenciones. Sea influencia nuestro bello cielo y de la atmósfera que nos rodea, sea ^ hábito de una obediencia pasiva por tres cientos años, no ?.ay un pueblo mas conducible y menos turbulento que el me- ••'cano. Se le ha calumniado cuando se ha dicho lo contrario, 3^ tanto, que á su carácter dulce y solo & él, debemos no haber tenido entre nosotros una época como la de 1793 en Fran-6. cia. Cualquiera otro en la desmoralización que debía pro- ducirse por vcite años de malos ejemplos y disolución, ha- bría renovado aquellos horrores y se habría familiarizado con los crímenes mas atrozes, con tanta mas probabilidad, cuan- to que no ha sido detraído por una guerra exterior. Los fran- ceses que ignoran ó que para criticamos, afectan olvidar su historia muy reciente, en vano buscarán en la nuestra pobla- ciones enteras asesinadas en masa, la de una ciudad convo- cada en una calle para metrallarla, promesas de perdón a U>a escapados de la primera descarga para que se pusiesen en pie y descargar de nuevo: no verán en la nuestra, miliares de in centes de ambos secsos, atados por los dedos pulgares y ahogados en los ríos, añadiendo á la crueldad el insuito de llamarlos, matrimonios republicanos: en ninguna parte han vis- to levantada una guillotina peimaueiite por espacio de diez y 0(h'> meses, y á cuya hacha insaciable no bastan t>0, ao y 10U víctimas por dia. No, el¿clima de Méjico no prouucs monstruos: su suelo no tendrá la deshonra de alimentar ca- níbales que en otros mas civilizados han sido el descrédito ue la . specie humana. En varias vei es su conducta ha hedió justicia á sus sentimientos. A mediados del año pasado, al gobierno y congreso de la unión, amenazados de la revolución de Arista, les ocurrió en los mezquinos alcances Ue la que llamaban su política, convocar al pueblo de Méjico para ^ue asaltase las casas de los españoles, las saquease y asesinase á sus dueños; el pueblo se conmovió en efecto, pero fué de horror á tales providencias, y para aprontarse á cuidar de la seguridad de los que se le mandaba degollar. En la misma revolución de la Acordada fué necesario que se le conduje- se de la mano al robo del parían; y fuera de aquel sitio que se le había prometido como botín legítimamente ganado á suí enemi"os, no atacó la ia*a de ningún particular, hallándose entregado á su sola voluntad, como no lo hizo en cuatro días * antes que nadie pedia impedírselo. Al año siguiente en otra revolución, bastó solo el gobernador del distrito rodeando el mismo parian para salvarlo, 'l udo el que ha mandado, ha te- nido un grande apoyo en la fuerza moral de su sola inves- tidura: todo el que ha entrado al poder, ha debido contar con el hábito de obedecer y con la presunción en su favor. In- creíble sería, si no lo hubiésemos vi to, que un puiVdo de hom- bres desacreditados, inepto.-., invasores, los que mas provoca-t. r\ han la indignación, se hubiesen hecho obedecer en distintas épo- cas, é indistintamente en casi todos los Estados de la Ktpú- l'üca, por largos meses, y en la última, por mas de un año. Todos los que han caído del poder, se lo deben á si mis- mos, unos por pie no han sabido conducirse cuando han sido atacados, y todos por pie en su administración se han empe- ñado en dar preterios á los que espían sus faltas y que apo. yados en el descontento público, se sublevan en nombre de la libertad para hacer desocupar el puesto que apetecen. Comparando los males que nos han hecho la maldad y *a ignorancia á titulo de autoridades, con los que nos habría causado la indignación de un pueblo amotinado, no sabemos s' felicitarnos del carácter del nuestro, ó entristecernos de au- gurar hombres nacidos para la servidumbre. Lo que sabemos P°sitivamente es, que no tienen perdón aquellos individuos que n"nca faltan en el seno de las naciones mas pacificas, que ó Por temperamento ó por una ambición que los devora, y que de nada tiene menos que de noble, parece que han tomado ■ tarea, corromper este pueblo y tenerlo en continua agita- do1», hoy porque sí, y mañana porque nó. Ellos conocen •'en la nación, con quien se las tienen y para conmoverla se han formado una táctica, que por mas audazmente embuste- Ja que ella sea, no deja de alhagar á quien ama el reposo, y 'a libertad. Por eso en este pueblo, que proclamamos de cos- tumbres tan dulces, y pacificas, se han sucedido tan rápida- mente las conmociones, llegándose á hacer tan generales en todo el país. Todos los revolucionarios comienzan siempre por asus- tar á la nación con la nación misma. Todos dicen que to- ^an las armas para evitar la revolución que la amenaza, aún cuando no la amenaze ninguna, y aun cuando ésta nación. Wa de estarse tranquila mientras no se la venga á revolver. ■*si se es el colmo Uei despotismo militar, y la tumba de la:•. 8. ■ constitución. Nosotros queremos hacer al general Santa-Anna el obsequio de creer, que si hubiese tenido delante de los ojos el cuadro de los resultados de su levantamiento de IS32,se habría estremecido de hur.or y no lo habría intentado. Su conducta nos presta motivos para esta presunc.on. Primero, él no ha amado nunca á los demagogos, con cuyo vestido se disfrazó entonces para emprenderlo; hoy llegado á su térmi- no, ha dado con el pie á los imbéciles que lo creyeron y que pa- ra apoyarlo le prestaron el hombro: en seguida, él llama h^y en «u denedor y proclama como únicos capaces de regir la co- sa pública, á los mismos que tan atrozmente denunció en aquel entonces como enemigos de ella. Su fé es tau fume en esta parte, que habiendo reconocido y dejado fuucionar por largos dos meses un tribunal notoriamente nulo, no se resuel- ye á disolverlo hasta que asi se lo ecsige la suerte de O. Lucas Alamán, cuya inocencia es el primero en proclamar de los crímenes que él mismo le imputaba. No, nada de lo que be dijo fué motivo ni objeto para su revolución de en- tonces. Al proclamarse en Veracruz, no se sabia que simul- táneamente se estaba anunciando desde Kuropa. Kn la secreta- ría de relaciones debe ecsistir una nota del consulado de bur- deos de 2 de enero de 183;!, en que se hace una reseua del estado que tenían al principio de aquel año las naciones todas del viejo mundo, y se predecía para el nuevo, la revolución que se verificaba en aquel instante. Por oirá parte, cada turbulencia abre las puertas de otrai cada cambio hace nacer nuevos interese», cada arjitj* ¡un en ¿raa- de, despierta una multitud de ambiciones subalternas, las cuales saben que los torbellinos políticos son como los ad aire, que levantan á lo a.to, lo que en un orden regular, se arrastra por los suelos. Hé aquí porqué es lacil y muy concebible que haya revoluciones en un puebio pacilico, y que el nuestro, sin estos accidentes, ha debido estar mas que ninguno otro, esento de ellas. Digo sin estos accidentes, por que acabada la guerra de independencia, no ha habido por- qué derramar una sola gota más de sangre entre nosotros. To- dos aquellos bienes de que nos privaba la sugecion á una metrópoli estrangera, y á que aspirábamos al sacudirla, los hemos podido lograr sin sacudimientos, y ¡quién duda que catorce aííos de esta nueva- ecsistencia habrían bastado para cambiar la faz del país, para llamar la atención del orbe en-9. a consecuencia, que se pudiese llamar, necesaria de su nue- *» ecsistencia, mas bien diremos que si para nuestra U«sgra- oia no hubiésemos tenido en el seno un muy pequeño núme- r° de víboras, que no llegan á seis, la misma naturaleza de 148 cosas, es decir, la facilidad que ha habido de g02ai sin 'eaistencia de todos los grados de libertad, el carácter nacio- y el órden glorioso y admirable con que se hizo la in- dependencia, habrían impedido las guerras civiles. Luego que *e di<5 la acta constitutiva, que la nación se dió una ley fun- damental, conteniendo ella misma los medios de reformar sai 2./ 10. defectos, que en fin no se tenia ya natía que temer m que pedir, el que esto escribe se felicitaba hace diez años, al ver, asegurada una quietud inalterable y un porvenir todo de in- cremento y de felicidad. ¿ Como habia de entrar en su pre- visión todo lo que después ha concurrido para degenerar las cuestiones políticas, en partidos por personas.? Aunque tuviese los ojos puestos sobre los que pudieran marchitar su gloria con pretensiones fundadas en ella, no ecsistía ya el único que podia decir, lo que Bolívar al congreso de Colombia „un hora-, bre como y<5 es peligroso en una república", y respecto de los otros, debía uno fiarse en lo que creen todos los políti-, ' eos, á su cabeza Voltaire: que en las repúblicas, la ambición de los unos neutraliza la de los otros, por la igualdad y aún superioridad de títulos que un ambicioso debe ver en sus. competidores; aquellos publicistas no conocieron la república mejicana. Por último ¿cuanto ha de durar en ella este no- viciado de disensiones, por el que han pasado todos los pue- blos ? ¿no bastan primero once, y hoy todavía no bastan veía- te y cuatro años de haber seguido el ejemplo? ó ¿hemos de estar sempiternamente en ellas, supliendo siempre con esta escusa los bienes de que nos privamos por nuestro poco jui- cio? El autor del „Ensayo tabre la historia de las revela- ciones de Méjico, queriendo en el Censor de Veracruz en- noblecer la de 1832, decia que era la guerra de los princi- pios contra los privilegios. El tal escritor podia ser creído donde ni él ni nuestras cosas son conocidas; pero entre no- sotros es una audacia, que como una arma de rutina se usa en toda revolución injusta y que no tiene mas objeto que la elevación de los que la promueven; así és que el solo desenla- ce que tuvo aquella, y que hacía su único objeto, fué la pre- sidencia de la república, el gobierno del Estado de Méjico las docenas de bandas de todos colores, y para la nación el retroceso en todos los ramos. Estos puestos eran los pnnei- 'pios\ los bienes que nos arrebataron con la paz y la libertad, cu- ya pérdida lloramos todavía y lloraremos sabe Dios hasta cuan- do, eran los privilegios. Es una vergüenza que aquel escritor haya querido aceptar el ridículo de los que repiten aristocracia y clases privilegiadas en este pais. Al comparar lo que asi se llama en otros, y lo que se tiene por tal en el nuestro, no se puede dejar de alzar los hombros de compasión á tan» 'S atrcvimient0 y tanta ignorancia. Los nobles en Inglaterra ^«cncn dividido entre sí todo el suelo de la isla con el nombre jjonCon^a(^os; algunos, que no son pocos, disfrutan rentas de toí* •tóiñf Pesos> 80 nan negado á varias concesiones á las clases cim CtUrera ' comercial, hasta no querer ni admitir en la i_ ara ^e 'os comunes la representación, que conforme el H fmento de la población, demandaban algunas ciudades, dond**'* 86 <^es^e''a un noble de habitar en una calle com ° Se ven(*a una vara de listón. Las rentas eclesiásticas, P estas de diezmos, de obvenciones, emolumentos diocesanos, suman anualmente cuarenta y cinco millones de pesos. En •étM A • ant'6uos nobles tenían á menos tratar con las cla- riale"1 'osas> poseían la mayor parte de los fundos territo- El e3i' ^a^'an monopolizado hasta los empleos mas subalternos, en 1° ° 6Ta ^ue"° de una mitad del terreno; él solo hacía cía «S ^stados Generales un tercer estado. En España, la , ¿'"cacion de los habitantes abatía de tal manera á los j. abajadores, y trababa de tal modo la producción, que Fe- loT Se v'° en 'a neces'dad de declarar nobles á todos que se dedicasen á la agricultura. El clero posee aun lo 3> y mejor que tienen el campo, y las ciudades: solo de p C austrados, hay el número de 88.364, cuya mantención ú¿- üuctiva absuerve veinte millones de pesos por año. Cuan- se dice clero, no se entienda que todos sus miebros son igual- rito ricos; en él sucede lo que en esas naciones, que la ^' "lentia está amontonada en pocas nanos, y la muchedum- te perece. Hay en eso tal desproporción que en Hungría» \ r ejemplo, no gana un ministro para comer, y él arzobispo e Gran disfruta una renta de S00 mil pesos: lo mismo que pa- J* entre nosotros. Mas el espíritu de cuerpo aparte, y sus privi" cgios, juntos con los de la nobleza, son los puiipos que hace tol'cho tiempo han estenuado la Italia, el Portugal, y otron pai- fics^ Compárese lo dicho, con la población de las Ameritas Es- junólas. No habia ni ha habido mas clasificación cu eilas, que _a de los hijos del suelo llamados criollos, y los de la inetrópo* "i aun la altivez, con que estos veían á aquellos, nunca ilegá ^ 'a de los ingleses en la India, que se desdeñan de alternar en público, con los naturales del país, y envían sus muge- á parir á Inglatera ó al mar, por no tenui hijos de la co- tonía. Desde el momento que hubo gobierno nacional, acabá i*1 una consecuencia necesaria esa clasificación entre noso-12. tros, y ya de hedió, ya por leyes posteriores, dejaron los espi- góles de ser, como eran por solo su na-¡miento, la primera cías* de la población. Nuestra porción nobiliaria no pasaba de una ve- intena de condes, y marqueses, con mas influencia en la socie- dad por sus cuadales, que por sustituios, pero no de aquehV que podía entrabar el nuevo régimen ni hacer peso alguno en cualquier estremo de la población, pues que aun la supresión de sus insignificantes títulos, se hizo sin ruido, y' sin oposicioi.- Con esepcion de uno 6 dos de entre ellos, su rose con las de-' más gentes, su manera de vivir, su trato, &c. era el común, y aun su educación, por no ser especial ni esmerada, era mas bien, inferior á la de una familia regular. Como esta nobleza no habia tomado su fuente en hombres que ilustraron su descen- dencia con acciones brillantes, cuyo solo nombre recuerda las épocas gloriosas de una nación y que por lo mismo es una pro- piedad de su historia, sino que era comprada con los productos de una hacienda ó de una mina en bonanza, los titulares, para hablar netamente la verdad, eran, por la mayor parte, lo que liabia de mas común, y ordinario. Nuestro alto clero, aunque contase, con obispos de á 100 mil pesos de renta, y con ca- nónigos de á 10, y 12, ni aquellos pasaban de cinco ó seis, ni estos se podían llamar de una clase elevada, mas que res- pecto del resto del clero, que los primeros miraban como su plebe. Mas su influencia en el régimen político, era á poco mas 6 menos nula. Gobiernos que el apoyaba, con todas sus fuerzas, han venido abajo; y se han levantado y sostenido otros contra sus intereses, y su poder. Este clero no podia oponer sino una resistencia vencible á las reformas racionales. Ese escritor, de quien hablábamos, dio la iniciativa en las le- yes que levantaban la coacción civil para el cumplimiento de los votos monásticos, y pago de diezmos; y estas leyes pa- saron en la multitud, y fueron espresamente aceptadas por el clero. Fué menester que aquellas leyes se estendieran des- pués k despojos directos, á inversión de principios sociales, ... invasiones ú todas las clases, á depredaciones y desbanda- rnientos frenéticos, para que este clero, en la pequenez de su poder, aprovechase nuestro zelo por la religión y la indigna- ción general, para mezclaT su causa en la común, haciéndola la principal, y queriendo cosechar esclusivamente los fruto* de una reacción, que fué mas principalmente la obra de la13. P'opiedHd, de la seguridad, de la libertad, y de todos los &t- íechog atacados. Si ha habido y hay verdadera clasificación en los "¡'hitantes de este pais, que se pueda llamar aristocracia, Cs la de la raza española, es la de esos que repiten tan ri- diculamente el nombre de aristocracia, sobre ¡la raza indígena, rara esta no ha habido independencia, ni los pretendidos de- mócratas le han alargado, no ya una mano de iguales, mas j11 de unos protectores que con leyes filantrópicas y sabias 6 abran el camino al mejoramiento de su triste condición. Providencias aisladas y parciales para que á los indios del distrito federal, se repartan las tierras de S. Juan y Santia- £°> ó se les ecsima de los derechos municipales, parecen mas bien una ostentación de caridad, que un plan combinado pa- *a sacarlos del estado en que se hallan, hasta hacerlos ca- paces de la participación igual de todos los derechos. Ellos C(>ntinuan allí y en todas partes, siendo vejados por las ga- belas de aduana, y las de sus supersticiones, acerca de las que lo se ha tratado todavía de ilustrarles. Aunque el produc- to do todas ellas, sea para el erario una miseria, para ellos er> detal importa tanto como mantenerlos en la imposibilidad de abrigarse 6 de comer un pedazo de pan. Víctimas de la barbarie de sus conquistadores, lo siguen siendo de sus com- patriotas, y bajo los liberales, como bajo los españoles, pare- ce ser el patrimomonio de esta infelicísima porción de me- jicanos, el hambre y la desnudez, los vicios, la ignorancia y 'a abyección mas degradante. No hago la observación de ha- ber sido ellos los pobladores de estas regiones cuando las to- baron los españoles, porque de aquí sacan estos un argu- mento contra la soberanía de sus hijos en ellas. El ga- cetero de Madrid y los políticos que valen tanto como el. confunden groseramente el derecho de patria con el de propie- dad, y son tan pequeños en su discurrir, que creen que el mundo no ha sido ni podido ser de otro modo que como ellos lo encontraron. Su argumento prueba tanto, como qüi las razas europeas son un Juan-sin-tierra, ó una Judea en .:: te sin patria reconocida. No son indios los que no descien- den de los indios, ni son ingleses, ni son españoles, ni por- ^«geses, los que no nacen en Portugal, ni en España, ni en 'nglaterra. Los indios que hallaron en Anáhuac los espoi'iú- iré fueron sus primeros pobladores, y por aquella regla.14. ni Napoleón fué francés, ni los franceses tienen derecho en 19 ííalia, ni los rusos en la Escitia, ni los españoles en la Ibe- ria &c. &c. Lo que hay de positivo, es que todos los nacidos1 en un suelo, tienen caeieris paribus, igual acción al goze de ios derechos civiles y politices, sin mas diferencia que la que haya establecido la naturaleza en la capacidad intelectual de 4as castas por su respectiva organización. Quien creyera des- pués de esto que la última legislatura del estado de Méjico en la tarifa de peages ¡clasifica los indios entre los jumen- tos! ¡Y es á estos demócratas á quienes se puede oir en pa. ciencia hablar de derechos del hombre y quejarse de aristo- cracia? Abstracción hecha de las diferencias que ecsistieron en la independencia de los Estados-Unidos del Norte, la vida social y política de las Américas españolas, ha podido, como en aquellos, ser fácil y pacífica. Sus necesidades mas ur- gentes para sacudir el yugo de la metrópoli, eran: una recta y suficiente administración de justicia, una libertad absoluta, tal cual Dios la ha dado í los hombres, para buscar su subsisten, gia, esto es, sin el monopolio para el comercio de los privi- legiados nacidos en la península, y 6¡n las prohibiciones de cultivar tales y tales productos, la puerta abierta á todas las inteligencias y merecimientos para el participio igual de to- dos los empleos públicos. Todo esto se ha podido y de- bido lograr muy fácilmente. La revolución que debia obrar- se en nuestras costumbres, el desprendimiento de prevencio- nes añejas y de todos los demás resabios nuestros y de nues- tros padres, debian ser corolarios de aquellos bienes goza- dos en paz, y no por los ataques que para solo estre- llarse y hacer mas retrogadar, se ha intentado últimamen- te. Las formas que se conocen de gobierno, no sou mas que medios para alcanzar y conservar acuellas ventajas que los fiombres buscan en sociedad. Nosotros creemos y debemos Creer que, atendidas las distancias de nuestro basto territo- rio, teniendo la espericncia de la verdad política, de que cuanto mas lejos del centro, tanto mas se relaja la acción protectora del gobierno, tanto mas crece el despotismo su- balterno, y tanto mas se dificulta el consuelo del oprimidq, y hallándonos por otra parte amenazados de perder la inde- pendencia acabada de adquirir, ninguna otra forma ocurría mas suficientemente á todos estos objetos, que la federal.15. El que esto escribe, es el primero que la proclamó en la dación, y sus primeros inmediatos resultados, no dieron motivo taas que para darse los parabienes, los que buscaban de buena una patria libre y floreciente. Hubo en el congreso cons- tituyente muchos mejicanos que comprendieron esta cuestión, V que habrían sido capaces de dirijirla; se engañaron solo en eteer & todos tan bien intencionados como ellos. Mas al des- cender a las porciones de la república para ennoblecerlas, no se encontró mas que miseria, y al desarrollarse el sistema fe- deral, parece que no se tuvo de él otra idea en todas par- tes) que de una vendimia de prebendas. Hombres que ea 'Un órden regular de cosas, no habrían tenido otro paradero *lue una horca, ó con quienes no alternaría por su ordina- *'^z la familia mas humilde, subieron á los primeros puestos, girando en ellos, mas bien una dignidad, que un teatro que ,0s daba mas á conocer, y figurándose cada uno en su ínsu- *a barataría, el succesor de Fernando VII lo menos. Mada- m Stael decia de Henrique IV que su carácter valía una institución; tales gobernadores ha habido en S. Luis, en Mi- c°oacan y otros estados, que nosotros podemoi decir, que cualquiera de ellos vale el descrédito del mejor sistema. ¿ Qué Cü'pa tiene este si los gobiernos se han establecido en favor s.uyo J no en el de los pueblos, i En efecto, como la minería, Unico ramo que ha prosperado, debe esta su prosperidad a la 'ntroduccion de capitales ingleses, se puede sentar con ver- que ni uno solo de los que hacen la riqueza de las na- ciones, ha debido el mas pequeño impulso á los gobernan- tes liberales. El comercio se ha aumentado, pero no recípro- t°> sino de provisión; y aunque se haya logrado con solo esto e' destierro de la desnudez con el abatimiento de los precios3 eta tiempo de que se hubiese ensanchado en efectos esportables. ^ agricultura en el suelo mas fértil conocido, no ha mere- ndó un canal, un solo puente, ni aun la reparación de un Camino. Sus frutos, reducidos á un rutinero, y mezquino nú- mero de variedades, alimentan localmente al que los cosecha, y l?°cos son los puntos aun en el interior del país, donde recorran una distancia de mas de veinte leguas, por que su valor no cubre los costos de la traslación. La admiuistracion que Prestó una protección directa á esta industria, y á la manu. ^•cturera, fué hechada abajo por los liberales. En ninguno de log atados, se ha hecho en diez años un censo: no se sabe á púa.16. to' fijo que número, y que clase de habitantes tiene: no se ha tratado ni aun por aprocaimacion de averiguar, cual es su ter- reno, que diversas temperaturas tiene ya por las latitudes, ya por las circunstancias topográficas, cuales son sus calidades ter- rosas, y ácia que parte son las minerales, á cual las salitrosa» í cual las laborables, cuales, y cuantos los frutos que puede» rendir, por qué medios procurar la población, y salubridad de *us tierras calientes: cuantas, y de que clase son las necesi- dades de los habitantes; cuales de estas son socorribles dentro de casa, y cuales han menester el ausilio estraño; por consi- guiente, qué especie de relaciones ecsisten, y pueden en ade- lante estrechar mas los vínculos que ligan í los unos con los otros. Todas estas cosas no son amenidades caprichosas de la pluma del que escribe, ni son tampoco un empeño de buscar cargos que hacer; son las bases de la ecsistencia posible de cualquiera porción del género humano, en todo punto donde se la suponga para vivir en sosiedad. Es verdad que los go- biernos no deben ser empresarios, proposición que es verr dadera hasta cierto punto', y que su principal caratter es el de removedores de los obstáculos, dejando el camino libre a1 desarrollo del interés individual; mas es claro que se necesita» conocer los inconvenientes para obviar á ellos. Pongamos por ejemplo el comercio, para dár una idea de la importancia de lo que se acaba de decir. Es un principio reconocido entre los economistas, y una verdad demostrada por la historia de las naciones, que suprimir una aduana, rebajar una tarifa, no solo es mejorar la condición pecuniaria del que vende, y del que compra, no solo es facilitar los cambios, sino activar la impor- tación recíproca de las costumbres y de las ideas, es marchar con un paso tanto mas firme, y seguro cuanto es menos es- trepitoso que el de las invasiones, y propaganda;, ácia la amalgamación de las diversas castas de la especie humana, á la nivelación de la luz moral, que como la física, pi-nttra por (oda3 partes donde no se la opone una barrera opaca, á ]a dulzura de la sociedad, al conocimiento de los idiomas, á la perfección de los artefactos, y de todas las induslriis; en fin í otra multitud de bienes que no se alcanzarían, en siglos ente- ros de incomunicación é intolerancia; porque las naciones son lo mismo que los individuos que la componen: mientras mas tráfico tengan entre sí, mas sin trabajo aprovechará una la in- vención que ocurrió primero á las demás. El adelantamientoIT *»tt en razón directa de la libertad, y de la civilización. En Rancia, en Inglaterra, en donde quiera que se admite al born- ee de todos los cultos, y con menos derechos de introducción, todo es movimiento, todo es vida, todo prosperidad, y si no se tiene toda la que se debiera en esas naciones que marchan á 1» cabeza de la civilización, es precisamente por su servil adhe- sión á un sistema antigüo de aduanas en que no ha podiao peñe- rar todavía la demostración, porque sus gobiernos no piensan mas que en ]0 que han menester pro hie el nunc. La economía Ps el mejor amigo de la política, y la política es el peor ene- ^'go de la economía. En la tierra clásica del hombre, en los Estados-Unidos, es imposible seguir el desarrollo en todo Señero de todos los ramos, desde los primeros años de su ec- Slstencia. Apenas cuentan de ella un medio siglo y ya dan este año el ejemplo nunca visto de una nación sin deuda. lado de estos pueblos ¿qué son los españoles con su sís- enla de intolerancia, de prohibiciones, de recargados derechos, y de todo lo que nos enseñaron, y de cuya rutina no que- l«mos nosotros salir? ¿qué son.? Los indios de la Europa. no son capaces los legisladores de calcular los inmen- Sos bienes que hacen á sus naciones y á todo el género hu- mano, ton cada real que rebajan de derechos en una adua- '1a> con cada traba la mas ligera que quitan al comercio. Se "an dedicado tan poco3 de los nuestros á su propia instruc- l'°n que creo diríamos mejor: no saben nuestros legisladores y gobernantes los bienes inmensos que harían á la nación, V las lágrimas y descrédito que le ahorrarían con cada me- hora que se diesen al estudio. Si hubiesen cuidado si- luiera de saber cómo viven, y de que se ocupan los demás hombres en el resto del mundo, no tendríamos la vergüenza ^e ser testigos en nuestro congreso general, de hechos que so- '° son creíbles porque los hemos visto y solo concebibles supues- ta una supina ignorancia. El año de 26 se prorrogaron las sesiones ordinarias por los treinta días mas, para que faculta la g0n«tituc¡on, y ¿para qué? para declarar dia de fiesta el de • Felipe de Jesús. ¡Este fué todo el fruto de treinta dias sesiones.! En otra vez un proyecto de camino de Vera- tuz á Guanajuato, para el que había ya reunidos algunos mi- ones de pesos de casas inglesas y mejicanas, fué desechado, Porque unos señores eclesiásticos de Puebla, dijeron que, eso ■ 818. se queman los amigos de los españoles para facilitarles í* conducción de sus cañones. Otro proyecto de un canal de Méjico á Tampico, cuya primera obvia utilidad, sería la do derramar en el Panuco las aguas de Tcscoco, tampoco fu" tomado en consideración, porque otros señores diputados ob- servaron que se perjudicaba á los arrieros. Quisiéramos bor- rar estas páginas de nuestra historia, ó poder cubrirnos la ca- ta, como Bruto en la ejecución de sus hijos traidores. Go- bernar es un arte, como cualquiera otro, cuyas reglas no se pueden saber si no se han aprendido. En su ejecución pue- de aparecer un genio creador, y de ello hemos tenido ejem- plos ilustres los americanos; mas no por eso deja de tener es- ta árte, mácsimas, y principios recibidos, que son en si mismos susceptibles de mejoramiento, con el progreso de las luces. Su ignorancia ó la adopción de otros faltos, es una de las causas de nuestras desgracias. Uno de los que nos han sido mas fu- nestos, como lo es y será para todo gobierno que lo abraze, es el de que en política, todo medio es bueno con tal que conduzca al fin propuesto. Dias há, que la ilustración ha dester- rado esta macsima perniciosa, depravada, y falsa: no quedan hoy mas que los tiranos, las facciones, que es lo mismo, y loi políticos de docena, creyendo que hay una moral para el hom- bre privado, y otra para el público, una en política, y otra en so- ciedad. Los gobiernos liberales, cuya institución, es el bien común, están convencidos por la esperiencia de la estrecha re- lación que hay entre la propia conveniencia, y la justicia Apenas comenzaron en Jalisco á fungir de tales nues- tros legisladores en 1823, dirijieron sus tiros y toda su aten- ción á los canónigos, queriendo remedar á los liberales que en otras partes se quejaban de las clases privilegiadas, y paro- diar en gobierno y en obstáculos, lo que no se nos podía apli- car con seriedad. No éra la institución bajo las relaciones de inconveniencia con el libre ejercicio de la pote.tad civil, con el fomento de la producción agrícola, ó con el derecho de la meritoria clase de curas, y ministros, lo que tomaran en con- • sideración, sino las personas del cabildo, en la mayor parte, las mas respetables, y benéficas; era el clero todo, era el culto, que quisieron abatir hasta el polvo, aunque disfrutásemos eJJ. la república, y principalmente en Jalisco la ventaja de tener un clero, de Ioj mas morigerados de los países católicos. Es- ta animadversión á la totalidad no es estraña donde *us eos-t 19- mbrea la han hecho desmerecer la consideración pública, f^ue pueblo no se indignará al ver un padre general de sui°rnCÍa' PSSar Una cirtular 'A tü¡ento de su terreno, se convencerán de la necesidad que lay de estudiar para gobernar, de que es indispensable cul- par la planta para que Ú& frutó; y los que lo hicieron por *aa'icia) no merecen ninguna consideración. La libertad lo» *csecra mas que la justicia, cuanto que prestaron armas para lúe con el nombre de esta se haga odiosa, y se retarde el rei- nado de aquella, no pudiendo ecsistir la una sin la otra. No hay una ley de la última' legid úura ni de su vicaria20. la diputación permanente, que no haya «ido de cricunstancias, provocada por motivos particulares, y estos, los mas innobles. Aquel lugar se habia convertido en una bolsa de comercio, cuyo cambio se hacia de la justicia y el pudor, por el des- caro y la venalidad. Un abogado patrocinaba un pleito de- sesperado, cuyo fallo le debía ser adverso en los tribunales; remedio fácil: proposición en el congreso, para espulsar al juez por aristócrata, para inhibirle el conocimiento de aquel negocio, 6 para no pararse en frioleras y decidir el litigio por medio de una ley. Como á poco mas ó menos, todos los miembros tenian interés en diversos asuntos, ese abogado ó ese amigo del abogado, estaba seguro de obtener el voto da sus colegas, porque en su mano estaba rehusarles el suyo á iu vez. El padre del diputado, ó el diputado mismo, gi- raba en cierto artículo de agricultura ó de comercio: propo- sición en «1 congreso para ecsimir ese artículo de los impues- tos á que están sujetos los de todos los demás ciudadanos del estado. Si hay alguno que, aunque con el estilo de la chan- za, murmure 6 heche en cara una conducta tan poco delica- da, no hay mas que responder en el mismo y sin embarazar- se, que es necesario sacar todo el jugo posible al oficio de diputado. Si repetidas sentencias pasadas en autoridad de co- sa juzgada después de largos años os defienden el goze de los bienes que codiciáis, no hay mas que ganar por cuales- quiera medios, que todos son buenos, algunos diputados, y ellos por una ley os pondrán en posesión, aun cuando vues- tro alegato tea el mas ridículo, y el que mas pugne con la instituciones mismas bajo que se vive. ;Se quiere que se sepa quien es cada uno en este irónico sistema popular y que el clarín de las guardias, supliendo el de la fama, dé en el es- tertor una importancia que no se puede sacar de sí mismo. ? Pues proposición en el cnngreso para que no se dispensen los honores cuando su honorabilidad, ó su soberanía, ó su ma- gestad vayan por la calle, 6 pasen de una parte á otra de •sus habitaciones, aunque solo sea para dignarse socorrer sus necesidades animales; ¡qué miseria.! ¿Qué dijera de estos re- publicanos el presidente de una república, que á la vez que envia escuadras á las primeras potencias de Europa y Asia para hacerse pagar lo que se le debe, sale á abrir la puer- ta' de su casa, si su criado no está en ella? Respecto de providencias generales para sostener su21. Partido ¿qué juicio formarse de la capacidad de uno» estadis- tas que decretan para el estado un ejército de 60 mil hom- bres, los cuales se han de poner en estado de batirse en el término de dos mese:»? Esos políticos no saben ni lo que pasa en sus dias. El único adversario que encontraba la m*gia de Napoleón en Francia, era la conscripción, y el Húmero de combatientes que pedia el año de 14 á una na- ci«n de mas de 30 millones de habitantes, no eesedía del que el congreso de Jalisco pide á un estado de medio mi- llón. Por decirlo en una palabra, esto no tiene sentido co- mun> y mas bien parece que se estaba, como los niños, ju- gando 4 gobiernitos. Acerca de la ley de espulsion nada tenemos que de- Clr de nuevo sobre lo que dijimos en nuestra primera parte Cori ocasión de la que diá el llamado congreso general. L» pacioso es que todavía se nos quieren disculpar con que ta- es medidas se las arrancaba la salvación del estado, lo que n°s recuerda una terrible observación de un hombre de la toas baja clase. Todos tienen noticia de una compañía de "hendíanos que se propagó en Francia en tiempo de la res- oración. Uno de los que se ocupaban en este indigno ofi- cio> y que para entrarse á las haciendas y las casas i ejer- zo, profesaba ostensiblemente el de mendigo, preguntaba «na vez al que le pagaba ¿qué diablos de objeto tenia aquella devastadora empresa..'—Cállate imbécil, le decia el pagador: tu rio entiendes de eso; es para salvar la Francia —El mo- do de salvarla ¿es quemarla? respondió el mendigo: est-ee pour ia>auver, qu> on la brúW! ¿Es para salvar i la república, lUe se destierran sus hijos y pobladores á millares, y se des- Poja á los que se ván como á los que se quedan de todo te °.ue tienen, que se derrama el terror y la amargura en to~ ^as las familias? Es para salvarla que se hace todo lo con" ltario de lo que hacen todas las naciones para que sus indi- viduos se enriquezcan, vivan tranquilos, libres y felices? Es Para salvarla que se sistema en ¿lia el odio á todo lo que es Política, el miedo de habitarla si se tiene algo, y que se la dcs- l'"a á sér talados sus campos, y sus paredes desnudas por los descamisados que se queden, á reserva de seguir ellos devo- rándose entre sí.? Un volumen entero no bastaría para hactr el comen' '•uiu de la célebre ley llamada de manos muertas, que poi22. cualquier aspecto que se la mire, lo decimos sin escepcioJV "lio ofrece mas quo escándalo, hace tomarse la cabeza de aturdimiento, á la vista de tanto estravio, de tal trastorno de ideas, coronado con un artículo último, monumento de tan poca delicadeza. Desde luego declaramos que cuanto dijimos en nuestra primera parte, sobre que los estados se habían ol- vidado para el pago de la deuda nacional, de obligaciones que les impone la acta constitutiva, y su condición de partes in- tegrantes de un todo, y que en este asunto habían tocado á monte-parnaso, es el estado de Jalisco que tuvimos presente. Como si los individuos que lo habitan no hubiesen de pa- gar, como cada hijo de vecino lo que debe la nación, sus re- presentantes se desentendieron completamente de eso, y no quisieron aliviarles la carga con ese recurso. El principio, san- to en su origen, de embiar á la circulación una sangre estan- cada, de aumentar los propietarios entre la gente pobre, pe- ro honrada y laboriosa, y de servirse de riquezas propias, fué envilecido y convertido an objeto de odio para todo hom- bre de bien. Esta cuestión, como todas las que trataron tan ineptos legisladores, se puso de tal condición que dificilmeutu se volverá á tocar, cuando urgentemente lo reclama el im- pulso al trabajo. Justo y muy justo lia sido y es, obligar á las manos muertas á vender fundos estancados, y perjudicia- les en su estado actual; pero inicua y muy inicua es la cla- sificación que se hizo de manos muertas, y mucho mas lo fué obligar á todos los poseedores que se llamaron asi, á perder sus propiedades, y á despojarse de lo que tenia un valor po- sitivo y cuantioso. Reducir á la mendicidad á ricos propieta- rios, arrebatar por la fuerza el pan á los que lo comen, no de fundaciones antiguas, si no de dinero propio suyo, llevado á un establecimiento con sus propias manos, tender una red á loa candorosos denunciantes para posesionarse de lo que ellos mismos no creían poder pertenecerles, y que cualquiera que fuese el sesgo que tomasen las cosas políticas, no habían de trasmitir á sus hijos, dar una lección pública de inmoralidad, familiarizar la novelera juventud á jugarse con lo ageno, y con lo que hay de mas sagrado y no sacar de tanto desper- dicio un solo provecho directo ni indirecto para ei estado, es- ta es la ley de manos muertas en Jalisco. Decimos esto con tanta esactitud, cuanto que al mismo tiempo que se sacaba» ú la rebatiña pública las fincas mas valiosas rústicas y urba-23. ^as, el gobierno por una parte, y el congreso por otra, no de- jaban descansar al vecino, arrancándole con clnombre de prés- tamos forzosos, y cuya fé valia tanto como la de los salteado- res do caminos, en un dia los dos mil pesos, en el siguiente '°s tres mil, al otro, el caballo ó los quince pesos; y el pre- sidio de Mezcala al que no completaba su cuota aunque no tuviese con que completar el diario de sus hijos. ¡ Qué ec- "stencia! No descendemos á detalles, [jorque sobrarán lecto- res qUe recuerden y publiquen á voz en cuello, todos los que ocurrieron en la aplicación de estas leyes, tanto de parte de los agentes en gefe, y subalternos, como de algunos particu- Jares qUe contaban para cebarse en infelices, con el favor de aquellos, y con un corazón malvado. Familias que tenían fin- ada su ecsistencia en casas que habitaban con cómodo ar- rendamiento, después de un gran número de años, erán lan- zadas á la calle y entregadas á la miseria, por un pillo al- tanero á quien nada había costado el adquirirla, y que con- tando con la disposición de alcaldes tan prostituidos como él, 11(> le pagaba ni lo que la pertenecía, ecsistente en la casa. Fun- dos y edificios de 40 mil pesos de valor, se remataron en 3 6 4; y estos quedaron al reconocer. Yo mando que v. ven- °a lo que tiene, y lo venda por lo que le den por ello, y aunque le prometan y no le dén, yo protegeré al que se resista a pagar á v.; lo mando porque lo quiero, y lo quiero por- 'lie tengo la fuerza. Si es este el sistema federal, maldito '''sea una y mil veces y maldito aquel que nos esponga ¡i su- frir oíros federalistas semejantes. Para colmo de insulto al sentido común, se manda por otra ley aceptar á los que fue- ren cívicos el descuento de sus sueldos. Escándalo fué para todo hombre la anomalía en el estado libre de Jalisco, de cívico3 permanentes, ó cívicos á sueldo, que ¡es lo mismo. ¡ Qué >dea de esta institución.! Tales legisladores merecían bien el freno del presidio que ellos mismos creyeron necesario impo- nerse en el último artículo de su ley. Esto se llama tenerla conciencia de lo que se vale. El artículo segundo es el conjunto de todas las injus- ticias, de todos los derechos atacados. Los primeros que lo fueron en esa absoluta, son los de la nación. Ella, y nadie «tro, es la dueña de aquellos bienes de fundación piadosa, Cuyo objeto se alteró, ó cesó, ó pasaron á poseedores que no Wn yá de la voluntad del testador, de quiea no quedan ha-24. rederos forzosos. Sobre estos no tienen autoridad los esta- dos, sobre ellos cuenta en parte la nación para amortizar sTi deuda, y esta distinción se lia debido hacer de los demás bie- nes de manos muertas. Respecto de estos otros, la autoridad pública podrá obligar al poseedor á sacarlos á la circulaeion, mas no podrá obligarle á despojarse con pérdida, y en térmi- nos contra su voluntad, ó á que tome dos por lo que vale diez, porque este es un robo tanto mas cobarde y criminal, cuanto que se comete por la autoridad instituida para velar por la propiedad. Esto es tan notoriamente nulo, que no lo salva la decisión del congreso: primero, porque el de Jalisco no representaba en esta parte la voluntad ni los intereses del es- tado: segundo, que la justicia intrínseca, de las cosas no se al- tera porque se mezcle en ella la mayor autoridad de la tier- ra. Si fuese posible qae todos los habitantes de Jalisco qui- sieran que se me quitase lo que es mió, querrían una injus- ticia, que de mis primeros derechos sociales, ó civiles, no me puede despojar legalmente ni la misma nación. Los que creen que esta ley fué el colmo de las torpe- zas, no han tomado en sus manos el presupuesto de gastos comunes del año de 183S. Este nombre de comunes que se dá á los gastos, hace infelicísima la suerte de los jaliscienses. Ellos solo saben que para los gastos comunes de un año, tie- nen que desembolsar mas de 600 mil pesos, y parece que es- tá en el interés de sus visires que no sepan de donde han de salir, porque en este soi-disant presupuesto, no se calculan las entradas comunes de las fuentes del erario. No se nos di- ce cuantas ni de que clase son ó han de ser las contribucio- nes: cuales sus rendimiento», que relación guardan entre sí y con sus trabajos productivos, las directas ó indirectas. &c. Por hacienda pública se entiende en todas partes, el produ- cido de los predios rústicos pertenecientes el estado, ó admi- nistrados por él, ó dados en arrendamiento ó en enfiteusis: la» fincas urbanas, y todo lo que es dominios nacionales. Eli to- das las naciones se ha tratado de ensanchar estos, para que eso menos tengan que contribuir los ciudadanos, y los jalis- cienses debemoí tener la gloria de haber dado pátria al ma» sabio politico y economista que ha tenido la América, que creyó haber resuelto el problema de hacer á un estado opu- lento, sin que sus subditos contribuyan con un solo media *eal. El grande y filosófico pensamiento del dr. Maldonadq,*o es tan paradojal como se lo suponen muchos, que no 'OH capaces de comprenderlo. Antes de las guerras y el lujo W los gobiernos, que los ha puesto en el pie de gasto que tie- *en desde fines del siglo pasado, este ramo daba la décima, la octava y hasta la quinta parte de las entradas en las naciones Europa. En segundo lugar, se colocan los monopolios del •fiobierno, tales como el tabaco en Jalisco, en cuyo estableci- miento han desbarrado mucho los liberales españoles y amé- ranos, como tendremos en otra parte ocasión de demostrar- lo" el servicio de los correos, los sellos &c. &c. En último lugar son las contribuciones, yá sobre los capitales, ya sobre *1 consumo anual, ó lo avanzado por un vendedor, que es lo las distingue en directas ó indirectas. Esto, se me dirá» luiere decir tanto, como ecsijir un sistema de hacienda, cosa ^ue no se ha hecho ni en el gobierno general. Esto tiene va- fias respuestas: la primera, que la misma inculpación hago al 'gobierno g-eneral: segunda, que su ejemplo no autoriza para 'Hitarlo en lo que es contra nuestra conciencia y obliga- ron; por último, que es mas fácil la estadística, y por esta ^ sistema de hacienda, en un estado como dos, que en Uno como cuarenta, porque ella es la suma de las unidades y la comparación de los datos sencillos que vienen de las es; ^emidades; por consiguiente es necesario comenzar por esta», La verdadera solución es, que esto demanda estudio, y e« lr»a8 fa£ii 5¡n tomarse ese trabajo recetar seiscientos y tantos ""'l pe«os á los jaliscienses, que investigar de donde han de 'alir. En todo el congreso no hay un diputado que sepa el capital en jiro que representa una contribución de seiscientos *»¡1 pesos: no hay uno que sepa cuanto rale Jalisco por sus tierras, sus casas, sus artes y comercio. Pero ¿qué importa? por esta ignorancia se incurre luego en el inconvenien- te de que esa suma se quede en los guarismos del papel» Y no entre en las cajas del tesoro, queda el espediente fácil de asaltar al vecino en su casa, con la intimación muy libe- *>1 de largar lo (pie tiene, ó disponerse para marchar en cucr'- contribuyente, es un robo. Solo para la milicia cívica figu- ran 190 mil pesos. Pues ¿qué especie de milicia cívica es esa, que cuesta tanto á un estado de medio millón de almas; ¿en qué proporción está su costo con las rentas, y el número de sus individuos con el de los habitantes? ¡ Una milicia ciudadana á sueldo en su propia casa! La constitución y las leyes ge- nerales previenen que cuando sean sacadas de su domicilio las de los estados por la federación, en caso de una invasión es- trangera, ó que las ocupe en otros, serán indemnizadas por 1» hacienda federal; pero en ninguna parte se ha dicho, ni se podía decir que los estados la pagasen en su propia casa. Es- to sería un contrasentido tan absurdo, que alteraría la institu- ción en sus fundamentos. No hay que decirnos que eran cir- cunstancias cstraordin^rias, que esa milicia estaba sobre las ar- mas para defender nuestras libertades, porque ante todo; el pre- supuesto dice en sa encabezamiento que se trata de gastos co- munes: además, se manda por una ley recibir un abono á los cívicos en pago de las fincas de manos muertas; con que ó no se tenía por accidental ese sueldo, ó era una superchería para pro- teger el cogerse lo ageno: por último ¿cuales son, y quieu. atacaba esas libertades? Mis libertades no se interesan en que gobierne Ju n ó Pedro; ellas precisamente consisten en un go- bierno protector y barato, en que no se me reagrave la maldi- ción de comer del Budor de mi frente, quitándome lo poco que gana, para un ejército permanente á sueldo, para un ejér- cito cívico á sueldo, para un ejército civil i sueldo, para un «j':rcito legislativo á sueldo. Que todas esas legiones, sobr* todo, la última, que no tienen mas [trabajo que ocurrir mensalmente con sus recibos á la tesorería, desciendan de sus sillas, y vengan por un solo dia al lado del estudioso médico, del afanoso abogado, del activo viandante, del incansable tejedor, del infeliz y tostado labrador, y allí aprenderán lo que se lla- man libertades públicas. No les hacemos la injusticia de sa-27. Poner que les quedasen ganas de ir á recetar esas sangnaí. medio do esa profusión que equivale á. un propósito sis-. temado de arruinar á los jaliscienses, como si se viviese sobre Ul> país enemigo, aparece un rasgo de beneficencia, ¿quien, '<* creyera:? la traslación de peces del mar á la laguna de. Chápala. El lector que no lo haya visto, esperará una gran su-, m» destinada á este objeto: parturient montes: ¡400 pesos! Con los poces que se trasportasen por esta cantidad, y su cria, •»o dejaríamos en la primera cuaresma de renunciar los pnvi- fegios de la bula del padre Artaza. En el ramo judicial, in- dispensable sin duda, pero que nos cuc3ta G6.1S0 pesos, es decir, cl cuadruplo de lo que costaba hace doce años, con una *fea doble de jurisdicción, era regular se nos hiciese saber la di- ferencia de sus trabajos y do sus resultados. Con la felici- dad que so nos ha procurado en todo este tiempo de una ec- Slstencia soberana, libre 6 independiente, era de esperarse, que, eomo en los pueblos civilizados, cl incremento de las rique- 2as> de la población y de los giros, hubiese multiplicado los c°ntratos y las transacciones, y por consiguiente, impreso, una '"ayor actividad a los tribunales. ¿Cuantas y que sumas han httt«o ios de Jalisco volver á la bolsa de los acreedores ha- ciendo efectivo el «uní» cuique, desde que cuestan esas sumas al estado? ¿Que mejoramiento ha producido la corrección? ^ íquc estado guardan hoy respectivamente á once años atrás, !03 crímenes contra las personas y contra las cosas ?—Esto no . importa á v. señor estado de Jalisco: conténtese v. con sus '''ulos, y con saber que ha pagado el tiempo que lleva do pararse con ellos, solo para la gente del foro, los alfileres jje 727.980 ps. sin contar lo que se gasta en cárteles, sus fa- bricaciones, sus reparaciones, sus empleados y mantención de P'esos, cosa que no hay necesidad de espresar en el presupuesto. Veamos en fin, en recompensa de qué se les pide á °3 jaliscienses C00 mil pesos. No pudieudo vivir sino en so- se consuela por la imprenta y á espensas del íec de su sucia composición, de la inferioridad en que ser CQbarcT6, ^1 anónimo por la imprenta, es el recurso de su Pona f' ^leno de pretensiones, sin haberse tomado jamas la cjUc . atatlosa del estudio, y sin haber dado una pequeña pro» conte°t ^6 n'nSun genero, el miserable aprovecha el único das d ° *e i"6'*3 » au nulidad, mordiendo lo que en to- Cion- »6S nonra una ecsistencia, y es un título á la considera- re m .ec°Use lo M« unworlhy, there 's no greater insult as jüria ^' encabezado de algunos de estos escritos es una in- otr» '^. e\ acento maligno con que los anuncia el vendedor, es c„ 'nJur'a; ¿y esta infamia se tolera todavía públicamente tros I1Uet>lo que se dice culto? Asi se ha logrado entre noso- Porta COílVertú- en detestable, una de las libertades mas im- "*ró i ^ temible en las familias, la invención que rege- dles mundo. Mas yo aconsejo á los que hayan sido, <í jj * v'ctirnas de estos escritores, adopten la conducta de Cll JseaSU(lo, y las palabras de su memoria publicada en Quito qUe ~3, "El improperio, decia, y la calumnia son las armas 8u c J^Plean los que no saben combatir, sino desacreditando Yo j . er> y revelando los misterios vergonzosos de su alma, clave ^° * m's enem'Sos on posesión de sus recursos." La el0 e,^e este articulo creo quedará perfectamente cerrada con rn¡ó . r'^alo de que bajo el reinado de los liberales ¡se supri- es Una llnPrenta! ó se estableció una censura prévia, que todo lla , °- Se rasgó osadamente el pacto, se conculcaron todas pro . ^es y se degradó al pueblo arrebatándole un derecho tan ij6 ». 6uyo, como el de pensar. Es regla muy etpedita la lincesa 'u'a'3el0 "8¡ n0 quieres que tus subditos vean lo que t'Ho ' 8a.íales los °j°3" i Parece que en todo es nuestro dei- 1 oscilar siempre en los estrenaos.? be , Los primeros signos por donde un viagero se perci7 "'cae' ^rat'0 de civilización de un pueblo, son las cdtfltí- ta[)|e1?n?s recíprocas de las personas y de las cosas, y los es- ir^ c,míentos públicos de beneficencia. Ya hemos hecho una qu6 aci0'» acerca del estado de los caminos de la república, *ePar ° SOl° no 86 ^an trata^° de abrir, mag ni siquiera so 11 'os ya abiertos, cuyo aspecto previene desde luego32. contra ella, porque parece que manos de bárbaros ha" •nido placer en asolar lo bueno que habla. £1 atraso c°0' «iguiene en la industria, es tanto roas necesario, cuanto qt" et trasporte de un objeto, en una distancia de 80 leguaS> cuesta 13 veces mas que una de rail. Esto es lo .q* •sucede de Francia á Veracruz y de allí á Méjico, I11* es una diferencia muy desproporcionada, aun teniendo <>B consideración la baratura de la vía marítima sobre la de tierra. Promete riquezas tantas y tan prontas, cualquw" •negociación que tenga por objeto ocurrir á las necesidad** •públicas de este país, que á pesar de tantas leyes destructor** de toda seguridad, á pesar de haberse empeñado las facción6' en desterrar los ricos y las fortunas, aun restan capitales, quP «olo aguardan una cualquiera probabilidad de orden, P*1' salir á la circulación é invertirse en esos objetos. Ya teneoio* ■la esperiencia en el vuelo que tomó este espíritu de empfej* con solo dos años de paz y la puntualidad en los créditos, la administración de los señores Alamán y Mangino, 4 ™ que, cualesquiera que hayan sido sus faltas, si las hubo, »fl se puede, sin injusticia negar, que ha sido la mas nación» de toda3, la que mas ha visto por el bien público en todo* los ramos. En las turbaciones políticas, el empresario tiene grandes riesgos que correr: el uno, es que los revolutjj? nários, hombres y gobiernos, no respetan nada, y sacrifi' can á la patria misma por hacer triunfar su causa: ni '°' fondos adelantados para un negocio, ni las utilidades que nación debe reportar de él, ni cosa alguna hay sagrada paf* ellos. En nuestra primera parte hemos insinuado lo que la By cion ha perdido en todo lo relativo al banco de avio, por 1* revolución de 1832 y por el gobierno de 1833.- los beduino» no hubieran hecho mas. En el presupuesto de Jalisco heni"* visto ya partidas de 100 rail pesos, que se lomaren de vario' fondos por órdenes superiores. El otro mal, es la insubsisten- oia de las administraciones y la facultad con que se desco- nocen los contratos otorgados por un gobierno predeceso., ^ mo si estos cambiaran con las personas que los administran; i bastante feliz es aquel, á quien siquiera le reconocen su deu- da y lo envian á morir al crédito público. Tenemos noticiad3 un individuo, que tratando de hacer provechosos para su pa- tria, los conocimientos que ha tratado de adquirir en otras pa*' *Se'ha^^"^0 hacer la contrata de caminos del estado, y en solo6 a"3°~lueg0 que se instruyó de lo que ha pasado, siote iroh6816 a"°' <ÍUe aun no lo concluimos> >' ya Nevamos- r«públic Ctnac^0res' Ij,a falsa posición en que esto pone á la .vas tmb' b temor' nunca mas fundado que ahora, de nué- gado s ac!0nes> prolongaría todavia ppr mucho tiempo este hae¡enc|gmKsa^vagc en que se hallan las comunicaciones, que subsisten *Ut'r los Precios a todo, dificulta mas los medios de les son ^la' y estimula & buscarla por otros mas fáciles, cua-, Rl r^J l. 03 l°s que se cubren con el manto de la patria. ssociaci0 ^Ue ^° encuentro á este mal, es el espíritu de, inspitjj. J, <ílle *os gobiernos de los estados, pueden y deben y 8e i. a 8113 moradores. Por este medio se acometen hoy "°8- P t an a' caD0' empresas superiores & las de los roma- den j . re nosotros, tiene además otras ventajas que no pue- a'e las ^e Pesarse> Por cualquier gobernante que no scj para todo: siendo moderadas las acciones, en- proQu ?n ^a sociedad un mayor número de individuos: los del D c°S ^e 'a empresa serán un ausilio á la subsi>tenc¡a Co,>8¡d fe' ^ue autltlue corto al principio, será mas y mas *Ccioi/: Por ü'tmi0> cuanto mayor sea el número de los den tasi tanto lo es también el de los interesados en el ór- c°íitaK tanto mas se disminuirán las revoluciones, las cuales, inig0s 4" desde entonces con esos prosélitos menos y esos ene- est0y ^l98. Permítaseme hacer despertar el interés de lo que dÍ8tatl(Tlc'endo, con un ejemplo. De Manchester á Liverpool, por ej a de doce leguas, se ha construido un camino de fierro, do )a se recorre esta distancia en hora y media, llevan- tatgal Agencias de 3 á 400 pasageros, precedidos de carros metl. ,0s lon animales en gran cantidad y de todos tamaños, Has eíía9 de todas clases con pesos tan enormes, que ape- i'0i1st ,cte'ble, y todo tirado por una máquina locomotriz. Para metlt Ulr y nivelar este camino, se ha cavado, subterranea- alg,,6 'a ciudad de Liverpool, se han revanado y perforado te^jj s montañas, se ha cegado, endurecido y calzado un ter- qU(¡ Cer*agoso de tres leguas, se han construido 01 puentes, tos esanan los acueductos romanos &c. &c; pues bien, es- ¿jIj e°st°s han salido todos de una asociación.; y después d¿ Va etiBe fe'ntegrado esta del desembolso, los accionistas tienen dia de hoy una utilidad anual de 7 p. § Los re- 5. ' ''.34 snltados para el país ton: que hace 7 aílos, no esplotaba * carbón de tierra, mas que el necesario para su consumo, boy provee toda la Escocia, la Francia, el Egipto y parte de 1" Américag; apenas 30 fraguas había en Glasgow; hoy pasa» de 200: la ciudad de Manchester, casi no tenia un oficio; hoj tiene mas de 30 mil oficios. Esto es lo mas de bulto; y ¿qu^6 V& á calcular las ramificaciones á que abre la puerta un pulso cualquiera que se dá á la industria, sabiéndose que to- do está relacionado en este mundo? Un solo camino de es'* clase (para el que hay una propuesta pendiente) de Méjic0 á Veracuz, bastaría para cambiar la faz de la república eB do» años. Si nosotros no podemos emprender obras de est» naturaleza ¿qué dificultad había para una asociación que t"' Viese por objeto la construcción de un camino regular de L3- gos á S. Blas, cuya distancia de 140 leguas se pudiese & correr en tres 6 cuatro dias en coches comunes? 150 hay París á Burdeos, que sin mucho correr se andan en 56 hor*V rara reglamentar y poner en obra esta negociación, n° se ha menester un gran talento en un gobernador; basta un» voluntad firme de ampararla. No sabemos el resultado vi(lad servic¡0 Je 109 correos. Yo se muy bien que la 'a de lo °n 'a. COrresPondencia epistolar, es el resultado de Í0s uue t 11CS°C10S mercantiles, y que atendido el estado de 0lras na t°S' n° SC Puede s'n ridiculo ecsigir la que hay en Correos Y° 110 1''do que todos los dias entreB Y sal£al»- rrie parf ÍJUe s* rePartan las cartas á domicilio, cosa que no ^ Para r' "?Ue ten^r'a dificultades ni produciría para la renta 'amentar Plll)nco Pocas utilidades; pero no se puede dejar do Vici0 en C'Ue a' ca^° d° 14 a,~los ^e libertad, se halle este ser- de Jj£:¡ e^ mismo estado que bajo el gobierno colonial: que d¡as por a ^eracruz pueda un particular ir y volver en seis 4Ue e„ diligencia, y para la respuesta de una carta tenga distan,.• far ^os semanas: que de Guadalajara á Morelia, tantCs % ^c menos de 100 leguas, tarde un correo ¡20 y sa, ias* que en Jalisco sea la administración Un vieio- volver Ulla comunicación circular del gobierno tenga quet ititct C!e 'a cabezera do un departamento, á un punte» de an, 0 ^w ya habia recorrido con tres, cuatro y cinco días ha Co e*'oridad. Este ramo de la administración pública no se autiq^J . rado nunca como una de las fuentes del erario; y rj''ndo Slempre le ha producido alguna cosa, se ha cuidado mas t(ic)o ei ''Ue tubra sus gasto*, ó proporcione acelerar y mejorar en «i«itan Seiv'cio. Ningún paiitcular puede ir i ver ¡*im nai y si- de rn«.eanien,e » todos los si cetos con quienes tiene necesidad cada ^ 'u(-»rse, ni costear un mensagero para cada uno y para esettc¡» ^Ct'0, De aquí la institución de los correos., tuya *o n ' C( mo es claro, estriba toda en el respeto-á lo q¿e °rganiz Pclte,'£Ce- i-n este ramo, sobre todo otio de la' gefe jaci0ri social, se vé mas patentemente que ti primer Son |, 6 Una nación, como el último de los empleado., 1.0 qne . s lúe sus criados, á quienes ella paga un sueldo para "lilis. Van u l°dcs los individuos que la componen, lili* í'a* tnensaenv'a entre las manos de um.s empleados y de uno» ñor ^Cros desconocidos, un secreto de que depende su ho» * SU f Ua4 . *yrtiina¿ su vida y la de sn= hijos, y hace de ellos soljfg confianza, porque sabe qtle nada hay mas sagrado •rio a ''cttJi y 1ue solo el hoin'ire que no se estima á li mis- go_' p Capaz de vender la que fiace de .él su propio enemi- sta ^ Punto á qué ha llegado la arbitrariedad de los gobier- ,as absolutos en momento s. tan difíciles como los de un sido ó de suspender las comunicaciones] ó no permi- ,lt¡<>> ha36 tír que se hagan en cartas cenadas. ¿Qué dirámos despu^ de esto de la conducta de los liberales en la república » jicana, que en su inmundo diario de Veracruz titulado el v _^ sor, no tenían empacho de publicar casi todos los dias del de 32, cartas particulares, ó haciendo las mas necias é insu interpretaciones de las palabras mas inocentes, ó mofándose soez algazara de las espresiones de la intimidad, y todo * en un artículo del diario, destinado solo á este objeto, y "*}^ el rubro de \Corretpondencia atrapada1. Cuantas veces tuvi* ron los mejicanos residentes en Europa que esconderse eu casas, por no oir observaciones á toda clase de gentes ace* dé esta conducta! ¿Qué diremos de un gobierno liberal 4 _ llevó en Guadalajara sus manos audaces hasta lo mas do de los ciudadanos, á quienes envileció y degradó mas de ^ que lo ha sido el hombre en ninguna parte del mundo, c£,í el nombre de vasallo? Estaba reservado á los liberales »1reS' tablecimieato de la inquisición: de una inquisición mil vec^ 0ias déspota é insoportable que la de los españoles. Aq«e* perseguía á los reos que se le delataban de haber hecho y ' haber dicho: aquella tendía redes a la fé privada de la a"1"" tad, estendía el espionage, y cebaba su crueldad en el i'1'"' tés del tirano que adulaba, ó en el propio suyo; la in'l"1* sicion de los liberales en Guadalajara después de haber hecl"' todo esto, hizo todavía mas que esto; ella inquiría, buscaba Io9 supuestos crímenes y á este fin tuvo la audacia de atentaI además á la fé pública: no respetó su propia dignidad, ni lo 1'" han respetado los mas grandes tiranos. Sun los que se llama11 liberales, los que en Guadalajara dieron órden para que l** ciudadanos abriesen y manifestasen sus cartas á los emplea" dos en la oficina de correos, los cuales tenían la facultad d* retener aquellas cuyo contenido por cualquier título debía »et denunciado; y como ai se tratase de una cosa muy senciÜ' y no de una violación horrorosa de todos los derechos * 1* vez, no se hizo saber por bando ni por ninguno de los m*' dios legales, sino por una prevención comunicada creo 1U* verbalmente á los ejecutores, en cuyo cumplimiento hubo tale* de las incidencias ó indecencias que sería largo referir. ¡Co"10 no hubo un jalisciense con la bastante dignidad de hoiw^1' libre para partir en dos mitades la cabeza del insolente 4ue primero hizo la intimación de abrir una carta ? En esa cad*' ca Europa, aun en la parte que realmente está encorbada W37. ere" ttran'ta> como n°s decía, aquí uno de nuestros políticos, ciña (1U< n0 haDría quedado piedra sobre piedra, ni de la ofi- tural' Palacio de lo» reyes, con un solo caso de esta na- febata'rt ' 1>apel V°T otra Parte> el de un 6oüieIno a«r *ar si | ° de laS manos Ia» cattas á los particulares, para bus. Sobie'n CünsPiraciones contra él! Honor y ecsecracion á tal *ido salj'a el muy bien que la opinión por su par- el est° ^e estendía mas allá do las murallas de que se rodeó; Uo e 1 ° tecinto 1ue ellas encerraban, estaba indicando que que *03 intereses del estado ni aun los de la capital, lo (}e ¿j6 a' defendían, sino solo al poder y á los que vivian ■ '¡dad' '^U^ nomDre» do revolución, que confian su segu- ía n-, *n unas trincheras de tierra, y no saben que la cóle- uca es mas poderosa que las trompetas de Jericó! r fué que en Jalisco, como en los demás puntos de se l "^""ea, esa facción cuya fuerza era facticia en cuanto Wh leudado con el santo nombre de libertad, fué des- ea,^8 00,1 la facilidad que lo es la tormenta, al trueno del (l)i(s Mas también tenemos que lamentar que en Jalisco c*« ri^Ue ín n'ngUBa olra Parte, hayan faltado hombres capa- es e eriseñorear la revolución y de impedir que se la Lí- atelo ^e^e,"!rar hasta el punto en que aparece hoy. Esa re. g4r ' (lue, como hemos dicho, no podía dejar de tener lu- ü„ ' P°r4le nunca se profanan impunemente los derechos de Vuejy ,°» en e»te estado parece lo fué de un partido, que 4 e * la escena á administrar esclusivamenté sus intereses, su ¡J5 . ar de todas las maneras posibles la perpetuidad de etl ja J0' y a obrar como si la nación fuese lo de rueño» S'ti bestión. Nosotros no entramos en el ecsamen de la le- P°rqu constitucional de la elección del gobierno actual, fofroa es notorio que no podía haber constitucionalidad ni Cade 8 dona-° se estaba batiendo en brecha á la anarquía desen- go ^ aua- Emancipar al estado del reinado ya demasiado lar- qüe ]Qesta' era 1° ma» urgente y principal. Un solo hombre 'u v i hubiese becho, habría indisputablemente representado Mamó jntad Sencral; no es este el vicio de la junta que :e »U CQ <*e notables. Aunque las notabilidades que entraron en fué s!"aP°81cion, lo sean por principios muy diversos, su mayoría p'oced dut*a de lo mas respetable de la capital. Ella debió teSetv er a Poner en manos seguras el timón del estado, ¿ W legitimar después por él mismo, su procediraientoj/ 38. pero ni son tan escasos en Guadalajara los ciudadanos nota- bles por sus luces y hombria-de-bien, ni los pocos que coi"' pusieron la junta, tenían poder de nadie para dar facultades; omnímodas. Teniendo el honor de conocer íntimamente á al- gunos de sus miembros, presumimos que por este acto no en- tendieron otra cosa, sino que el gobierno creado entonces es- taba facultado omnímodamente para asegurar el triunfo de 1* libertad, y del orden contra los esfuerzos que para frustra^0: hiciese la tiranía que se acabaoa de derrocar; mas de ninglin modo para que se ejerciesen estas facultades en los térrniu"3' que se ha hecho después, no pudiéndose apoyar ni en la ne- cesidad, ni en la voluntad presunta del estado. Conocidas son sin duda las rectas intenciones y las cualidades de la persO' na escogida, entre las que no es la menos, la de no habers* servido de su poder físico y de sus facultades omnímodas par*, vengarse en los que se sirvieron de ellas para perseguirle en- carnizadamento. Por lo mismo que es tanto de nuestra ap'0" bacion el gobernador nombrado, sentimos que no sea él, el gobernador, y que desconociendo la naturaleza de la revolu- ción que lo creó, se haya puesto tan en manos de una sol» clase del pueblo, que se crea bu poder ejecutivo, y se olvide de las demás. 81 primero y mal grave error del partido quB 10 agovia con sus ecsigencias, estampado en tono de acsiom* en un impreso y que sabe Dios adonde nos conduciría, si es- tuviera en otras manos el poder, es el de que el gobierno del 11 de agosto, no debé su origen á constitución ni á ley algu- na, sino al plan de Cnernavaca; por consiguiente no está obli- gado & su observancia. Se e ¡uivocan mueh'i y muy torpemente esos señores; porque en tanto la nación se apresuró á abrazar el plan de Cuernavaca, en cuanto las autoridades de la unión y do los estados, legítimas unas, apócrifas otras, habían sal' vado todo freno y barrera, habían querido sistemar el des- potismo, se habían ellas mismas dispensado de la observancia do la constitución. T.a nación no quiso herbar abajo un reina- da de capricho, para substituirle otro reinado de capr cho, ni ' puede mirar'bien en Pedro, lo que miraba mal en Juan. Sj no se comprende este raciocinio, ese absurdo horroroso est* desmentido con el testo mismo del acta de ese dia. Kn la parte e'spositLva se dice esnresa'.nente que se trata de volver deveraf al gobierno constitución! que solo ecsislía nominal mente, y eO el art. 3. °. del acuerdo, dicen, los mismos que declaran la*'el ~ta^°S Cn,n",,<>dap, ijue el individuo que se nombre para 'cVe« v-e n°' $e' '"'r'á'e en 1° posible en su ejercicio, á las "íament^"""' Mi,s ^ este crra 1ue es en todas partes un go- 4it, ^ ^"tltó mas caprichosa y arbitraria es la prevención del »¡uJa aj (5el mism0 decreto para que se pueda elegir gente afo de ja Congreso del estado, porque esa es contra artículo espreso ñor _0£nstltueion. El conocimiento personal que tenemos del «e- t"0t¡vaderna(l0r'. y la circunstancia de estar motivado y tan maj filario ini° C' art'cul#> 1108 naee ver cas> Cün l°s ojos, que es una IHe j0i resaifla la que lo ha redactado. La primera razón dé 0 en Jalisco hay esta esclusion, es inconducente; porque40. . no se pretende que se obedezca en los demás estados, y que no la haya en ellos, es un atraso: la segunda, de 1 ella coarta la libertad de los pueblos, es ridicula. Esto se p rece á lo de Iturvide cuando los soldados retiraban á *oS. ¿. peros que le salían al paso á ponérsele de rodillas: n^*,, los, decia, que son libres." La última, de que ella es op ^ ta á la voluntad nacional, no nos consta; hasta ahora no . mos visto una representación, un impreso, una sola minl. tacion que lo diga: decir que la particular del estado se lia estampada en el art 4.° del pronunciamiento de esta caP^ tul, perdónenos el señor redactor, es un mal artificio. En «1 ' declara haber sido de la desaprobación del pueblo los decretos esta legislatura y los de las anteriores, dados en perjuicio de 1 derechos, eclesiásticos y militares. ¿Es uno de ellos, el ser * putados? Hacer parte de los cuerpos legislativos de la repu blica mejicana ¡es también inmunidad, apoyada en el c° Á de Graciano ó en el Fuero-juzgo? Además, que allí se bab ^ de decretos y no de constituciones; ese soberano pueblo 1 se reunió ese dia, sería en efecto un soberano muy inconsC_ cuente, si para volver al orden constitucional que solo nalmente ecsistía, comenzase por hacer nominales las bas constitucionales y las de «u soberanía. No hay que alegar11"5 el resultado de las elecciones, que será un concilio lateranea se en vez de legislatura, para probarnos la voluntad del eít*- do, porque por un lado los artículos 14 y 20 de la con»0' catoria escluyen despóticamente de votar á muchos que tie nen ese derecho, dejando á un solo hombre en cada mesni la terrible facultad de calificar si el que se acerca tiene ó 0° en su favor la opinión pública; asi ha sucedido, aplicar e art. 4.° del plan de Cuernavaca, á individuos que lo proel»' marón, como enemigos y víctimas de los anarquistas, pero que al sacristán repartidor de voletas, no le acomodaba que tasen. Este solo vicio, en donde abundan tantos, bastará p»' ra temer que dude de su propia validez el congreso que sB reúna el 20 de noviembre. Por otra parte sabemos que el> una sesión de la junta de notables, que se convocó ai *0.c y ante diem, se tuvo la frescura de proponer una lista de"1' putados, y comunicarla por circular á los departamentos, ,>P° que, se dijo, los pueblos ya no quieren congresos, y solo l*8 haremos entrar por ahí, haciéndoles saber de antemano, l°s qué los han de componer." No se entienda por lo dicho. qu6^t¡aiUma n«a prevención desfavorable respecto de los eele- Piesto°S'' 'est'mon'DS de todo género hemos dado y estamos dis- tad VS * dar * algunos, del grado en que apreciamos su amis- tosas Sü3 talentos; revindicamos solamente la legalidad de 1m ft0 s^ 1Ucremos que sacudida la arbitrariedad de una facción, senté °tra 'a ^ue *a substituya, sino que el gobierno se pre- eri ja COn toda la dignidad de la nación y con la ley siempre •nente maB°' suPet'or a intereses esclusivos: siendo esencial-, gobietnsecu'ar la naturaleza de los asuntos que 6e versan en los nistroj v' ^ esencialmente espiritual la vocación de los mi- tetit f i ■ .a''ar, gustamos por su propio interés, de que trac- *6cUen • fa*)r*- Gustamos de la igualdad y de la con- iílnMt . Ia' es decir, que aquellos que son tan celosos de sus ni en a¿e* y que no nos din un asiento en sus concilios hiben *Us ^bildos, lo sean también de las leyes que les pro- cllos j °'ar3e en los intereses mundanos. La influencia en libtJ e Ulí cuerpo que pretende ser privilegiado, los desequi- '¡ástic"1 Perjluc'° de los pueblos; así es que el partido ecle- Itlta- *'er>de hoy nada menos, que á una monarquía abso- kfaX^ü quiere que para reformar el sistema se Hame a. iorm^j St'n 'turvide, y no admite elecciones ni aun con las ré- genos C'!le se han indicado en nuestra primera parte. A al- hecho S°nores °iue n09 han hablado del proyecto, no hemos cll0s °tra observación mas que la de preguntarles, si quieren AnnaCtlCar8arse de Írselo á proponer al sr. general Santa— ga, ñ*T . seguida él ha dado í la cosa pública un tal se's- fío jj e P°r su cuenta no pararíamos hasta llegar á un estÁ- §q%\ a' 'le 1808, y todo por unos pasos que parecen dá- de'ijj f'uos ó por gentes que no han visto la instabilidad tas Cosa8 humanas reinar por escelencia en las cosas mejicanas. PareCge^or'nas Que se esperan en nuestra ulterior ecsistenciUj e rél'^e su8er'au mas 1ue nunca la juiciosa política yuQ¡ l Uc'rse el gobierno provisorio á mantenerlo todo in tlalu y c'u¡,jratanJo solamente de conservar el órden y la libertad, sior, an^° de que no se estraviase la opinión en la discu- ÍVfb • ol n)ismo debía provocar entre los escritores públicos. c°mo si el teatro que apareció la mañana del 12 de el Cstad°' *"'J 4 los privilegios en sus entierros y á olres mur lieteg as£°s de la munificencia real y pontificia.!!!? Los bi- dé nj6? 1Ue se convidó en esta ciudad para la inauguración tos,, eil 'ca'' fuero» concebidos en términos injuriosos. ¡ Insul<- ttientg jU ^^te! Apelo i los señores doctores, verdadera» de u i oc'os, si era de una tal corporación, dar esta lección es(ag an'dad ó de mansedumbre evangélica. Sentimos haces en h Ovaciones; pero nuestros amigos no verán que hay tod0 u*stra censura otra cosa, que referir las que ha hecho taueh mundo y han hecho ellos mismos, y que sentimos lngar , "^Sj que en el nuevo orden de cosas, se haya dado lüefie ?^as" ^s porque hemos contribuido en nuestra pe- Ho3 , 2 ,a ese triunfo, es porque tomos partidarios snyos, que 3ar]c t8tlniamos de que se le desnoblézca, y se trabaje en ale- de i 8Us amigos, que lo son, todos los de la civilización y 1 "bertad. e.n ja ^as medidas de seguridad pública, sobre que no se ande SQilas Ca^° después de ciertas horas de la noche, sino las per- SErv¡H^Ua uo sean sospechosas, nombres vagos de que se ha teUri- 0 s'empre la arbitrariedad, sobre que se disuelvan las ,cetl 1^.,les que pasen de cierto número de individuos &c. pare- aba! '.Cta^;ls en la policía de las facciones que ha hechado de u- a indignación nacional; por mejor decir, son los signos iial , gobierno espantadizo, que en cada palabra vé una se- ,t¡t ' 6 '"teligencia, en cada corrillo, una conjuración, y se asus» q\,¡j¡ 100 °1 caballo de Alejandro, de su propia sombra. Tran- reUü?ese e« señor gobernador, y no tema los hombres y la* i¿t¡n- *a con cuyas murmuraciones ó amenazas se 1c quiera *gitati ' S0U *03 tl0Z0S ae 'a Vlu01a tronchada, que aun ae44. Aunque sea una incidencia demasiado en detal, no P°,* demos dejar de hablar, de la orden para que en tiempo de», pareo de S. Pedro no andubiese nadie en el camino deíp al público, de la vindicá- bale 6 Presos) ni del castigo de un atentado de esta na-i é£fjÜa~J que Parece se ha visto como una incidencia de poca y por ^a,Jem03 el principio de donde dimanan estos errores, petS0n eso nuestras observaciones no llevan el aire de una Slc'(lo H°^end'da, Sln<> solo de quien quiere que su gobierno de 8U j¡® .una revolución nacional, tenga todo el sentimiento teres n '"'"dad Y no sea marcado por ninguno de los carac- bi '° M un gobierno de [facción. Nosotros disting-uimoa de que'6-1 *° flue debe ser el actual, de lo que han sido aquellos sido la em°3 hablado antes. Por esto, cualesquiera que. hayan e* anio' .!n^racciones del presente, ellas no tienen por objeto qu% • .""''amiento del adversario, el «ual con las iniquidades- anarqu-°' se desnudó de todo derecho de quejarse. Si lo» ^'enej ' fuesen hoy perseguidos en sus personas y en sus cuerita'narían mas que abonar un algo & su muy recargada les dije da tendrían que responder a sus perseguidores cuantíe dad ¿sSeB-"*^T030tros por temor real 6 fingido por vuestra seguri- 8araut- Cel)asteis en mi amargura: quebrantasteis toda especie da- los q„gas> a Pretesto de necesidad y bien común: vosotros sois las COn "a°eis sentado los principios; sufrid á vuestro turna de ¡nSe!eciíencias-—i Como en efecto oír en paciencia quejarse Partes? ,'dad individual, al que sistemó el terror por todas de quje tolerar hoy el dulce nombre de familia en boca 8ecret0s • ° l1erm'tió que una esposa moribunda instruyese de de 8üs ''^portantes y diese el último ósculo de amor al padre ^Uevo • J°3 que dejaba entre cadenas? ¿Como no ver un f^riag msu'to en la palabra de humanidad, invocada por una» 'a&zj' *lUe en gente desordenada y rendida hicieron una ma- '>ec'ácuit0Z' * h°rrorizaron á una ciudad entera con el es- k.'ados i° de unos agonizantes arrastrados por las calles, ago- 5¡H Co e 8Us dicterios y dejados después morir sin ausilio j, *í|Ca» P^'on? No, yo con principios de eterna justicia, debo ^üentj Parcialidad y los partidos donde quiera que los en- Ublecet Per°' n° pUed° sin ofender esa justicia, dejar de es- deccj. *íaa diferencia muy remarcable. Bien se puede pa- ^°luc¡otlUivocacion acerca de la naturaleza de la última re- "MtQ»} J de la crisis actual: bien se pueden desperdiciar c,)tnete{aJ1Clas favorables, estraviarlas, hecharlas k perder, y torpezas que se resientan de falta de conocimientos46. y de genio; mas queda todavía una inmensa distancia enftf un gobierno que se equivoca y un gobierno hostil. Hoy P01 una condescendencia, injusta sin duda, con una clase que tiene á vanidad no aprender ni querer aprender, y per unos cal' culos, que serán muy fallidos, se despoja del derecho de vo* tar á los ciudadanos; pero antes, sin que nadie lo ecsigiese_> se les despojaba del derecho de comer y del derecho de nabi' tar. Después de eesprimir la substancia al objeto de pasioní odiosas, se le arrancaba de los brazos de sus hijos, y carg* do de años, de enfermedades y de merecimientos, se le 1*^. •zaba lejos de su país: á los que se refugiaban lanzado' Otra parte se cerraban las puertas del asilo: se tronchaba 'a' manos del desgraciado que en medio de las aguas, esperad* salrarse llegando á asirse de los bordes de la barquilla. P'r cerse en hacer el mal en razón de mal, no es un defecó' si»o un crimen. Hoy no se sabrá gobernar, no se comp*eI1' derá el bien que hay posibilidad de hacer, pero no hay aq"e^s crueldad, aquel furor, aquella sed de perseguir que necesaf*' mente habia de provocar el descontento publico, y hacer pre' ferir cualquiera otra cosa, í una ecsistencia tan infeliz. ^ esta disposición general se han querido aprovechar ciertas g^0' tes, para hacemos volver mas atrás del punto de donde c^ menzamos á partir. Hé aquí el fundamento de mis reflecs'"' nes que dirijo á las que no tienen mas partido que el de ley y los principios. Aquellas invasiones trajeron estas retí"' gradaciones; estas retrogradaciones, nos traerán aquellas ¡nv*' siones. No se nos vengan ahora nuestros políticos de docen*' con que por estos sacudimientos han pasado todas los puebl*' y que con los serviles no daremos jamás un paso; yo 8? cesará de felicitar á la nación de haber salido del poder " los liberales, bajo el cual no podia ir á otro término que * que llevaron á Buenos—Ayres y Colombia: el despotismo,'.* miseria y la disolución. En el interés de la libertad, prefier° mil veces el estado actual, así retrógado tomo es al parecer' Nadie de los interesados en ese retroceso, es bastante poderos" para impedir sus progresos y su triunfo. Se puede por u' momento parar y aun hacer retroceder el arroyuelo; pero e se engrosará y el que se quiera oponer, será, sin contener'"»' envuelto en el torrente. Yo no digo que el vulgo de la g«^ie anarquista, y de la que aspira á los privilegios, se de8enga"e' ni se corrija, porque es incorregible, y, como estamos viendo e47 esp '.tror<'s> no «aldrán jamás de su vulg; r.dad pero el volverá á '«omb1me,!tar lj (eáuodud de ga confianza", y lo fallido de gus qUu . nicl^no'- Los individuo) ílu.-trados quj las pertenecen, eañar^Qea buena intención, y que están equivocados, sb desen- 8¡stettian ^e que es impóstale mantener por mucho tiempo un VocarV dese;luiuoriü> y Que intentarlo, na es mas de pro- bistor■ urD.ios y empeorar de condición. Sin ocurrir á mas larse ^UC 4 la nuestra> estamos mirando todog los dias, bur- ilarse ^ esPeranzas de los que han tragado el ansuelo de cyi0 jQen '0s protestos de las revoluciones, y quedar en ridí- Se bu ' ?Ue en el alago de sus intereses no vieron que solo scaba un punto de apoyo. Üisoln ^Ue en ^asa-Mata, se levantaron indignados de la eran , otí del congreso, y contra el impeno de lturvide, Con 10 S m'S[nos que lo coronaron y le importunaban antes La ' °frecimientos da lanzar los diputados á sablazos, bubo ^e ese conSreso era tan nacional, que no bien se qne ,teuriido, fué disuelto por la nación, mas definitivamente 'San Alazos. La federación que se combatió de todas las su j.gtas Fotibles por algunas personas, es hoy el estandarte de Hi0 D Pp'ítica. La primera elección en el segundo cuadrien- 'idad '8I(*eric'ali que una facción anuló osadamente, fué reva- 3onas a' ea'30 del periodo por la misma facción. Las per- de i83qUo se dijeron el blanco y el motivo de li revolución ban a Son 'os íue se H*man hoy, por lo* que las detesta- c'Pitart6r' ^n ^n 'as refürlnasJ raal conducidas han pre- Cios ? 'a última reacción, se harán á su tiempo por la na- la na'n.13ma> c°n Ia dignidad y el acierto que hace gus cosa* bte vl°n' Cualquiera que sea el partido que tome su nom- troórs ? *?e caer sin remedio: el que se interesa en las re- pta aac'ones, como el que provoca las invasiones, gerán siera- Heo can°3 en sus triunfo» y gu aparecimiemto instanta- ijUe í0rn° pl de los fuegos fatuos. No hay de duradero, mas íecer ♦ Prmc'P'0,¡ Y >1 cabo de tanto* embates, ha de apa- betta(1 atlle 0 temprano la santa, la verdadera, la hermosa li- c6n ej^rande y seguro ha sido el paso que se la ha hecho Asi Octub u't'mo manifiesto del gefe de la nación, fecha 15 de loa . e" Después de una declaración tan enérgica, no esperen Cif c''.emigos de la libertad, que se la pueda de nuevo sofo- ' 1 *Us falsos amigos, que se ha de buscar por otro* m*-48. . . dios su restablecimiento. Refórmense 6 reconstruyanse) sin of»' truir, las cinco bases del art. 171 de lá constitución de 1M. tan oportuna y tan sabiamente invocadas por un ilustre gu*r' «ero, que ha sabido acertar en su política con el medio mas segu- ro de salvación para él y para el país. . Hemos hablado ya de la libertad de imprenta, liberta0 tan importante como la independencia, pues que sin ella, no eaJ' dríamos jamás del estado semisalvage y semiculto en que vi'*" inos bajo el yugo europeo. liemos indicado los principios, q^8' en nuestro juicio, deben servir para reglamentar su ejercicio, ? í de que sirva á su objeto, y no se permitan producciones q°e . desacrediten. La división de poderes, está prescrita en la coi»*1" lucion; mas no está asegurada. Esta es la obra que queda pfl» tiacer. No nos gloriamos de haber dado el mejor espediente «0 las reformas constitucionales que pusimos por apéndice á niieS" tía primera parte; escitamos solamente la discusión. Indicí' «ios allí también el que nos parecía á propósito acerca de 1B base de religión, para conciliar el que no se hagan preve"^ ciones sobre materias qus no son susceptibles de ellas, ante bien muy agenas de un legislador, y que nuestro congreso iiaga de historiador como los reformadores de la Carta ^ los franceses en 1830. Respecto de sistema federal, repub'1' Cano, representativo, no tenemos nada que añadir á las o** «ervaciones que hemos hecho antes y ahora. Cada vez est** mos mas convencidos de que en nuestro vasto territorio y e)1 ostado de civilización, no hay otro posible para nosotros, k» grande obra de nuestros reformadores en el futuro congres0 «onsiste, en poner á los turbulentos federalistas en la dicho** imposibilidad de destruirlo otra vez; porque es necesario t*" ner presente que ellos son, y no los que ellos llaman aristó" tratas y centralistas, los que lo han destruido. Ellos son 1°* que se sublevaron contra la elección de 1828; ellos son W que no votaron en 1882: ellos son I03 que se volvieron 4 8U" blevar contra la elección hecha el 1.° de setiembre de e9® año: ellos son los que contra el sistema hicieron otra, tlf** crifa y nula en 1833: ellos son los que hicieron pedazos to' das y cada una de las condiciones del pacto, consigo»" das en los artículos de la constitución, usurpando facultada»» que la nación misma no tenía, confundiendo les poderes, atrf* cando la independencia de. los estados, conculcando los KChÓ» naturales del hombre, y relajando todos los víncul"'deral? 805>cdad. Pero ¡tt puede establecer asi ese sistema fe- Sable . i * CS mas hacedero, supuestas dos verdades írme- los /i Una' 'luc cl ¡"teres es el móvil de- las aciones en que a'68 raciona,es: la otra, que la mejor política es aquella el CQ^ encamina mas á relacionar el interés individual con téítn¡ Un" Si la independencia de los estados se establece en todos*?S no desnivele la unidad que debe haber entre Has ]e °S cill(ladanos de la república, relativamente á aque- jes fl ('"e como 'os diez mandamientos rige» á los hom- tie pote ^os '°s tiempot y de tod«s los lugares, y solo tie- a jas - Oyk¡o ocurrir i las diferentes necesidades locales; si no debC^'S'atUra3 se 'as 3USeta ' su verdadero carácter, que de ar¡l' ser °tro que el de las sociedades que se llamaban daj (je°0* país, con la diferencia de obrar sin necesi- de atac Previa aprobación : si se las quita la posibilidad tales¡ ^r a' particular y de imponer contribuciones aeciden- sut m- levantar préstamos: si se aplica una pena condigna á í¡at ja m"ros, cuando sin escusa legal se reusen á desempe- gU. snS ^unciones que le3 comete la constitución: si se arre- cí ,j *"as y en ]a general, la formación de las leyes, y se ptesc .j* de iniciativa: si por requisito de las constituciones heces¡da! ^ e'ect'on Para ellas, de sugetos que no tengan S' *e sist ^8 '"demnizacion, y que la sirvan consejilmente: rio Sfis erna la autoridad de los gobernadores de manera que Nos; * ni alguaciles del presidente, ni sultanes en sus «s- ^'Can>0g 81 611 nn se reglamenta el derecho electoral, como in- *>er iu du n'je-tra primera parte, pregunto ¿volverán á te- ^eral? ¿ 'os cándalos que han hecho odioso el sistema fe- fe''0rnia8 s'a> se rae dirá, el modo de poner en planta estas Cl'eo jj.' . ^0 no dijo que sea obra muy sencilla, pero no la ni muy difícil; si esta parte no fuese re- '° servi*4la' enlrar'a también en este ecsamen. Un solo pun- ^enteg (j* ejemplo, y de honorable memoria á los constitu- ya de 182,1'• las casas de moneda, son una prueba pric* ii6 'as co'Ue S° P"etle asi"111' á la perfectibilidad posible es0s S3S Yamanas, en el arreglo de un gobierno federal. *S utilidau3italíIecimienlOÍ está perfectamente delincadu lo que J?ci°Q. 2.Úe, los estados, y. lo que deben ceder á h fede- valver J¡ * Pesar de todas estas precauciones habíamos a »as andadas, no creo que fuese mas asequible el 750. fin bajo el centralismo 6 la mornaquía. Quiere decir que no hemos nacido para c! caso: que debemos desesperar de una Or- ganización racional y pacífica: que ó debemos llamar á los es- pañoles para vivir cu paz, ó resignarnos al fatalismo de q'18 las revoluciones son nuestro patrimonio v que por los hispano- americanos se dijo tradidil mundwn diiputalioni eorwn. Convenimos en que liar otras leyes que no siendo cons- titucionr.les, son tan indispensables y fundamentales eomo I» constitución. Tales son las que arreglan la hacienda, el fjét' cito, los negocios eclesiásticos y la administración de justicia; sin estas cosas no se puede vivir, y por mas espinosas que ella* sean, es necesario poner la mano en ellas, si de buena fe *e busca el restablecimiento de la paz, y se procura fundar »n* nación. El arreglo de la primera está tan relacionado con el raro" de la guerra, que es inútil pensar en tener hacienda, ni p»* ni libertad, ni gobierno, ni república, mientras no se corrij» ese caos de dilapidaciones y desorden que se llama ejército; todo esto por la sola razón de lo que dice un proverbio q1115 sucede en una casa donde no hay harina. Lo» gastos anualc3 &e relaciones, comprendidos en ellos, seguridad pública, cuya PaI" tida suma por si sola 141.693 ps., cárceles y hospitales que»'' cieuden á 120.000; museof, jardines, colegios, escuelas, acade- mias &c. &c. son al rededor de COO.000 ps. Los de justici» 1 negocios eclesiásticos, á los que se han agregado los de palad0' importan 224.959 ps. 4. Los gastos de hacienda suman LOSi.** es decir, toda la lista civil no lle^a á 2 millones de pesos- La militar, en estado de paz, sin hallarse en campana y fl1í tener que temer hostilidades de parte de la potencia á qu'e° se tiene declarada la gurrra, asciende á 10.450.151.6, 5. 8in comprender fortiíic.ici jnes ni armamentos, antes bien, u° jc incluyen en esta cuenta ks millones* que paga !a nación intereses por la enorme denda que sin necesidad contrajo P» estos objetos. Solo las pensiones militares cuestan 200.000 p • lo.- retirados mis de medio millón, lo-, oficiales sueltos, 300. ps., de modo que el ministerio de ia ¡fierra solo en la gente fj no e;;tá en servicio absuerve tanto como los otros tres ministC'0 ^ come todos los demás ramos del servicio juntos. ¿S*8 P ¿ de vivir así? No ha habido un ministro que haya entrado'^ la secretaría de hacienda* que no lo reconozca; pero W. ' tienen miesio de hablar siquiera de ello, por los pronültf'51. ^'entos. En nuestra primera parto hemos sentado, i insistí- to0» todavía, en que la nación no reccncce, ni cí:ú i.-^-.ü- da a pagar mas que los grado- ganados ú eipsnsaí de lo* Míemeos, y no de ella misma, es decir, lob fciwttudrt so- llos españoles en la guerra de. independencia, en el tiüd de «tóa, y en la campaña de Tampieo, cu» 1*1 proa-oiiouc* tn la. carrera conforme las leyes; mas da nii.guu modo puede J» debe reconocer los que se han ganado dcslrozind-jiu. ¿Qué? ín° habrá un diputado bastante enérgico y hombre de bien P.ara representar á la nación dignamente; y piojo... r un hcen. ".amiento, un retiro capitalizado ó cualquier otro modo de ali- Vl*da de gastos onerosísimos y de incentivos de revoiou<_-neí, aprovechando el amor de la economía y republicanismo del ge- ' que preside hoy al ejecutivo? En ello ganzúan nue tros va. lentes militares dignos de este nombre y únicos que deben conv r*?*» un cjírcito mejiean.0, merecedor de s-s antiguo.; ge fes y Aumento de nuestras glorias naciom.lea: ellos serían mejor pa- gado, tan en y no se avergonzarían de portar anas divisas, que se prodigado después, á los patriota* que las han ganad© rio revuelto clavando el panal á su patria, ó tal vez hu- ndo. El 0tro vicio, porque no bastará j:;más hacienda al- Ub'r ^lra '° ^Uü se ^araa nuestr0 ej'-reito, es la falta de ton- "'dad en todos los objetos del servicio de la guerra. Sale KtttJ Sft° de nuestros tantos generales á mandar una división que <0 ?0lJ1pone de mil ó dos mi! hombres: pide para moverse tí 0 50 mil pesos; se desentierran las piedras, se levantan prés- 'll0s' so endroga el gobierno para entregarlos; se logra que sal- Jj*' y aun no tiene -üni 15 dias de marcha, o de estarse papan- nioscag en un pueblo, pide otros tantos, sin mas cuenta ni do T ^0 *a distribución de lo recibido, que si hubiese juga- ej lo suyo; repitiéndole este ejemplo á cada rato, y sin que gobierno mismo, se atreva á pedirla, por temor ele que se J,>ar'llnc'e contra él. ¿Habrá tesoro que baste á este desorden? b,e es'a Parte, seríamos injustos si no mencionásemos los nom- |ja de ]os j03 únicos gefes, de quien tenemos noticia qi:e gen íe,ld'do cuentas del dinero distribuido i sus. divisiones; el j,e'- ra' Sauta-Anna en la espedicion de Guanajuato, y el ge- Pilisola en todas sus campañas. l'w otra parte, este aparato militar en el corazón del tie" ^ ea sus principales poblaciones, este participio armado UrU clase de los ciudadanos en las cuestiones políticas,52. hará siempre nugatoria la repúbliea: hará de este nombre un escarnio, un contra-sentido. El aspecto de nuestras ciudades es el mismo de Madrid, y es el mismo hoy, que era en Ya hemos dicho que en todos los Estados-Unidos no «e *e un uniforme: no se vé uno en la ciudad de Londres, capi- tal de una monarquía. ¿Cuando tendremos el gusto en esta irónica república, de ver cesar el estado de sitio en que »os tenía el gobierno español en la primera insurrección, de nio- do que el público sea dueño de sus banquetas, y de paseaf sus calles, sin que le atruenen á todas horas los tambores y cornetas, ni le moleste en cada esquina el inútil y ridícu^ quien vive? Hoy por hoy, estamos peor en este punto, como e» otras, y para vergüenza nuestra, que en 1809. ' En nuestro concepto los asuntos eclesiástico* han sid' <\e los muy fáciles de arreglar entre nosotros, sin necesid* de disenciones, ni esperimentar resistencia, ni cometer las 'n' justicias y torpezas de las cortes españolas, en cuyas hue"*S nos han hecho marchar algunos de los que fueron á ellaS* Todo ha estribado y estriba aun en dos puntos: J.c que 1* potestad civil no se meta en lo que no se ha de meter: 1 i. ° en conciliar las instituciones monásticas con el esp¡ritu del siglo. Que entiendan todas las personas enclaustradas de ambos secsos, que por la legislación civil, son libres para per- manecer asi por el tiempo de su voluntad, y que tend"D un amparo por ella, para romper cuando quieran los víncU' los que por su albedrio quisieron contraer, sin tener que te- mer violencias de parte de la autoridad eclesiástica: que se' pa el agricultor, que nadie por la fuerza lo obligará á "e% contar del rendimiento de sus campos ó de sus crias, sino ^ que la ley le ha impuesto; la cual tiene el carácter do ber ¿1 concurrido para hacerla por si ó por sus representa0* tes. Muchos están por la supresión de los diezmos y de 1° derechos parroquiales, y porque el clero e-té á sueldo & erario público; tal entiendo que fué la intención de los a tores del célebre art. 7. 2 de la co:i-tit .cijn de este estad0' Vro no veo de la misma manera una contribución que otr¿» ni tengo por tal, las obvenciones. Mas en cuanto á 1» -j diezmos, la potestad civil no tisne otra cosa que hacer, ffl que impedir en lugar de ausiliar la fuerza coactiva para c° brarlos. Por lo demás, es la razón misma de acuerdo c^ el interés de los labradores, quién abolirá este impuesto q: üo. taft f'Ue SU noml)re y (lue no 1 eno cn 80 estado ac- 1 Un *ado por donde se justifique, conforme á la misma tef • l)cntateuc<> en que tuvo su origen. Largo sería de que"1 '°S mconven'entes no hay clero mas miserablemente do- 0 que el de Francia. El Arzobispo de París tiene 8 mil 3 s°s: los demás arzobispos 3: los obispos i: ¡os canónigos de c * ,400: hay curas de provincia (entie los cuates está un «ouigo de Méjico) que no tiene» mas de 180 pesos al año. todo, es un renglón de mucha coniidet icion en el presu- mo francés. Prescindiendo de la coesti >n de simonía, en ecsamen no debe entrar la potestad civil, teniendo el VlCl° del culto como una de las necesidades sociales, y vivat, yo no veo de otra manera 1 s obvenciones por adm¡n¡stracion de los sacramentos, qu comj el honorario !ve se paga al médico y al abogai'.o, cuando ejércan su mi. .ttterio. Si esta se pudiera llamar i.m eontribuoon, tendría ('n duda las ventajas de ser igual, causa .a, induecta y equi- j 'Va: con la otra además, de que para su pago pu de y e?e la autoridad pública intervenir, tomo ¡ se ha aumentado un sS p. g y de solo dos obispos que b*" bia hace 00 años, hay ya diez el dia de hoy. En cuanto á las comunidades religiosas, con solo haber- las dado un carácter de V-cneficencia pública, se habría con- sultado á la vez í los vot03 de los que las componen, al es- píritu del evangelio, y al ó.e les que ven con odiosidad uno* cuerpos meros consumidores. ¿Qué cosa mas santa y conformo al verdadero liberalismo, quo ton establecimientos ya do hom- bres ya de mugeres, cuya institución es enseñar al que no sabe, corregir al quo yerra, y curar al enfermo? ¿Quién no Venera esos mondes do S. Bernardo, que establecidos desde el ano de 96Sí en las cimas descarnadas de los Alpes, son o' refugio de los que estraviados, no deben esperar mas que una muerte cierta en medio de aquellas montañas de nieve? En los hospitales comunes, muaren por ejemplo en Viena 1 p. de los enfermos que allí entran: en Turin 1 p. 12: en Ma- drid I p. 9: «n París 1 p. 8. Ahora bien, los hermanos de la caridad de Austria recibieron en 1826, 16.605, enfermos de todas creencias; salieron curados 15.175, es decir 10 p. 11» en Breslau los mismos religiosos asistieron en 13S0, 1140 y curaron 1091, es decir 21 p. 22: las hermanas de Isabel re- cibieron en el mismo año 579, la mayor parte mugeres; íe curaron. 489, esto es 29 p. 30. El año de 31 y el deS2 las kefv manas de candad de París se fueron espontáneamente ú \ ¿,r' •sovia, á mas de 600 leguas, á curar coléricos. A su celo Y. al do los médicos se debió en Francia que esta horrible enfer- medad no doblase el número de sus víctimas; y para citar. ejemplos ma3 de bulto ¿hay un habitante de Guadahjara de- 40 á 50 años de edad que no haya sido testigo ocular de la utilidad de ¡os belemítas y de los juanillos, en cuyos bus-.Pítales competía la abundancia con la buena calidad, tanto cn la asistencia alimenticia! como en la medicinal? La tazo» aesu diferencia hoy es muy paténtenlo» enfermos son un ob- M° de especulación para medico-, boticarios, y OWrtOi cm- l'*ados se ocupan en un hospital común; y cuando la asis- teis; de la humanidad doliente es una vocación para entrar fW»o en un establecimiento piadoso, es do necesidad (ll'e JjUr jesuItadoi sean mejores. Sabemos que del consulado ral \m* SC 'la re«>mcndado con repetición al gobierno gens- «frírf °^ao'pc¡miento cu la república de las henamxis dé la i„¡t¡ cá> instruyéndole detalladamente de lo útil que es esta lal I Qcion> a c°y° elogio no bastan tod?.s las palaoraa imagi- nes CS' ^ ^e 'a buena disposición, ó, por mejer decir, del n;¡S0 la madre abadeza do aquella ciudad, que es una esr ¿a- ' Para pasar íí estas regiones con algunas de sus com- l''onVaS 'Por qué no ,e na tomado cs£e asunto en consideia- Si i ^*ta os una ^e las desgracias de que nos laaicntarnos. CJrj «Una» órdenes de ambos secsos se resisten á lomar un Pu tí'6r ^e beneficencia y son perjudiciales al público, se 4o adoptar el temperamento del rey de Nápoles, que sien- Orb°atólico J' estaQc!o a "i dia de distancia de la capital del ^ católico, ha reglamentado los noviciados en términos que y . 'iempre menos que los fallecimientos. Asi sin estrépito *>n resistencia, ha visto ya en algunos año*, cswnguiríe al- *na' órdenes, y refluir sus rentas al esUdo. Lq uniformidad en la legislación común de toda la re- . J|ca es una de las principales necesidades, cuyas consecuen- 8 en todo género no se sabrían calcular. Las mas obvias j .. e'itar la heterogeneidad, ó división en porciones de su» itautes, que no puede inspirar u.i sentimiento bastante fuer- , ™* patriotismo, y sabe Dios hasta donde conduciría el es- *; 'tu (ie localidad que ea lugar de emulaciones en las cíen- la s y las artes, enraizaría tal vez odios iiie>tiiiguib¡es que aca- ¿**fn por dividir a la nación! Además, baríaapi con la federa- °1, lo que otros paisea han lleca | por el medio de los priv ¡le- vos y ,je jas circunstancias histórica», No hay una cosa mas sa- or'n ^tte ,a ^'ompltcaciou ó gerigonza-qne por esta razón em- l a 1* legislación inglesa y españolac en ¡a una el comnwn- el sta'.ut-law, el pewUaMm», y lo» iylaios, y en la ja el fuero de ÜasiiUa, el de dragón, los códigos de fía- "> de Vatcncia, de datuluña . Nadie nos quitará de la cabeza que bastarían estas ré- hu""*8 Para asegura la paz y la libertad, que son el fin de los ^dependencia y de tantos trabajos, como son también car tt"i<^os> Ia condición iine-qua-non, de que entremos en la ñater* ^e 'os pue^08 cultos y de que en poco tiempo apa- qUeezca esta nación floreciente. Para probar la necesidad tro *?nemos de estas reparaciones y creaciones en nues- ^ edificio social, y que de su falta han provenido nuestra» c¡e8^taC'aS y nuestros escesos, nos ha sido indispensable hablar ja ,es'°s: referir las inconsecuencias de los unos y advertir jj: "^previsión de los otros: para aplicar los remedies, se ha comenzar por decir cuales han sido los males, cuales son, ' Cuales pueden ser. No queremos encender de nuevo pasio- 8 que deben vencerse, ni venganzas que deben olvidarse una reconciliación universal. No ha sido nuestro ánimo 'tificar á nadie; muy al contrario, ignoramos los autores de ^unos hechos, y querríamos ignorarlos todos: no hablamos eU ra ellos; es á ellos mismos á quienes hablamos. Es á ta * ^"'e1108 reclamamos los atrazos de todos los ramos, has- "e las artes mecánicas, hasta del tono que se tenía hace • luy pocos años en la sociedad de Guadalajara. Entrar en el ter'or de las familias en esta ciudad, digna de mejor suerte, l'ierc-r sentir su corazón oprimido: por una familia cort . m°d¡dades, se ven 200 pereciendo: no hay espectáculo que nsPrre tanto interés, como el de tantas infelices huérfanas yiudas, que habiendo sido en otro tiempo rodeadas de JnienageS) y mas respe talles cr sus cualidades que por C(i 'ugar que tenian en la sociedad, no les queda hoy otra ^ Sa' que escojer entre las humillaciones ó la miseria ¡ Qu Cii'r*en'r se le espera á una bella porción á quien se ha des- ^ "dado de instruir y de asegurarla, como era muy fácil, una nrosa y descansada subsistencia? Cuando veo esta pobreza ¡j"e aqueja á tanta gente que no pide mas que trabajo, esta .^ccion, este aislamiento, esta mezquindad de intereses, esta *n<>ramia, y, lo que es consiguiente, esa familiaridad con Minutos diarios y crímenes de toda clase, como si no pu- 858. diese ser de otra manera la espe' ie humana, esas muchedum- bres viciosas, asquerosas, abyectas, al mismo tiempo que toda está virgen y pidiendo brazos para manar riqueza, ¿he de dejar de llamar á los autores para ponerles delante de los ojo* la obra de sus manos? ;he de dejar de denunciar esos patrio" tas á quienes no les ocurre otro medio de subsistir que sobre ol erario, á esa gente de holganza, que encuentra muy c°" modo el suyo á espensas de los demás, y á eios gobernan- tes que no se cuidan mas que de pavonearse con esteriori- dades que ofenden, en vez de imponer, al filósofo y al pue' blo; cuya política no tiene mas objeto que mantenerse en el puesto, sacrificando á este fin su propio decoro, alarmando*8 y ofendiéndose de chisuiogrifias y descendiendo hasta mu'" tar mugeres que se ríen de su nulidad.? ¿He de deja* de señalar con el dedo al ridículo, esa opulenta repóblic* desacreditada en el esterior, ese poder débil y vacilante» rodeado de escoltas y tambores, esa falta de costumbre* revuelta con la devoción y ese despotismo en medio de la licencia mas desenfrenada? No; debié-emos perecer, viC* timas del resentimiento y de la ceguedad da los poderosos hombres ó partidos, nosotros no cesaremos de embarazar cuan' to podamos sus demasías ó sus pretensiones. Nadie mas que nosotros se duele y avergüenza de no tomar el pincel ma* que para pintar cuadros desagradables, asi como seremos lo* primeros en amenizarlos y presentarlos alagúenos, cuando ten- gamos 'olores con que hacerlo. Si antes de conseguirlo, 1* persecución nos pone fuera de combate, aceptamos con gusto nuestra suerte; en la gran mayoría de los mejicanos, la gl0" lia será nuestra; la maldición será para nuestros y sus ver- dugos. Es esa gran masa de mejicanos la causa que abra- zamos; nuestro partido es el de lu libertad; y esta libertad no es un nombre vago: por ella entendemos la independen- dencia individua!, la facultad de hacer todo aquello que la ley no nos prohibe, que la ecsistencia de un gobierno no la sienta mas que el malvado, y que cada ciudadano tenga medio* eficaces de resistir á la opresión arbitraria. Dijimos al principio de este escrito que temiamo* tanto cuanto deseábamos la reunión del congreso, y que nu»* ca mas que ahora había probabilidad de nuevas turbación»*- Quiera el cielo que nos engañemos, y que no seamos tan cer- teros profetas, como, hemos^ tenido la desgracia de serlo en otr*59. Vez- Los motivos de nuestro temor son los que hemos es. Puesto en nuestra primera parte sobre la írapcsijili :ud fís.ca J moral de arreglar á la cunsittucion, lo que se dejó du ha- ^f en las épocas prescritas por ella, y lo que se hizo con- a artículos espresos suyos. Esa complicación en qae se en- ^entra á cada pa o el gobierno general, es el res -ltaüo que 11 le anunciamos que debía esperar, y el que se destfc jai a la marcha de la cosa pública, por el giro que dió á cuestión del día. La prueba de esa complicación, son las «enes circuladas dia por dia á toda la república acer a de Je CC10nes> son las inconsecuencias y contradicciones en que e ha incurrido en este punto en todos los estados, los vi- • " «e que adolecen esas elecciones en algunos, y el manities- j. "nsrno que hemos citado del gobierno de la uniun. Si coa s®mPo se hubiese dada una convocatoria, en que, sin nece- Pud-1 de legislar ni de coartar la libertad de los pueblos, se , 'eron haber santado unas bases generales que les sirvie- vn, de norma en la» credenciales de sus representantes, no se „ r!a ahora el gobierno en el conflicto con que le ameneza la ^'gonza de poderes que indistintamente se han dado en to- ^ Partes. Si con una conducta franca y legal hubiese 11a- 0(). 0 á la nación á un congreso estraordinario para el solo ^ Jeto de hacer las reformas á la constitución, conforme las .4ses del art. 171 que invoca ahora en su manifiesto, no se arr|iaría con el esceso de facultades que dése ¡uilibradá y jj.^'ruosaraente aparecerán en el que ha convocado. Si ni 108 con su gran poder nos puede restituir á tiempos que ya *psaron, si de aquí resulta la imposibilidad de reunir otro j. Egreso ordinario conforme la constitución ¿por qué empe- j tSe en lidiar contra el sentido común, contra el voto de nación y contra la evidencia? La primera dificultad con j?"e se encuentra eso congreso el dia de su reunión, es su *" °PÍo carácter. ¿Qué cosa es esa cámara de senadores, y J^'le cosa es esa asamblea que la constitución desconoce, que institución reprueba en los elementos que entraron en su Cc"nposicion? En seguida ¿como puede ese congreso desen- volver el misterio de sus dos naturalezas simultaneas, dando .^ase8 fundamentales nuevas, como constituyente, y ocupan- 0se como constitucional de todo lo que le ha reservado el Abismo? El señor redactor del manifiesto, no haría presumir una60. antigua práctica en ese oficio, ni iu lógica, si fuese dodoTi sacaría airosos á los defensores de la enseñanza de las ülüf Tersidades. Ante todo, califica de maligna la opinión de autoridades actuales, hallarse á merced de las faecione9' estregarse los intereses particulares á toda clase de cscesos, 1 que sé yo cuanta otra cosa, con un estilo de gradación que nos hace recordar un bufo de Moliere, á. quien no Lace rev«' lar un secreto ni el cadalso, ni.....ditz francos de multa, nación en esta vez y en 1S21 ha desmentido de hecho d cumplimiento que le hace ese escritor. Ella porque no sucfl" diera nada de lo que este le receta como una consecuend* necesaria, se ha h echado hoy en los brazos del sr. d. Ant°* nio López de Santa-Ana, como se puso entonces en los de i gr. Iturvide. Una nación se dice que está en estado natur^ cuando no tiene constitución, ó cuando la que tenía, s« deítiü' yó de modo que no pueden las autoridades crearse confort á ella; ni reconocen las que ecsisten esta única fuente d* legitimidad. El gobierno de la unión parece que tiene P°r constitucional el plan de Zavaleta, que destruyó la constit11' cion y que reprobó la nación por medio de un congreso 1*" gítimo. Reconociendo como tal el que acaba de salir, le ce'* ró las puertas á todo él, y le cierra todavía las de una wf 'mará & la composición de cuya mitad le llamaría en ese cas" la constitución; se apoya para esta conducta^ solamente e" los pronunciamientos de los pueblos, y esta aclamación, no '* tiene por bastante para sí mismo. Esta complicación **? "cuestiones es la que nos obscurece el horizonte en la auroí» de ld35. Por lo demás, nosotros vemos con indignación esa cía*' ie detractores maliciosos, que hechándola de políticos, propa* |jHn especies que son las que en justicia se deben llamar m*" liguas. Según ellos, todo el mundo está engañado: la í***ti . 6!- ca fio gira hoy sobre otro eje que el engrandecimiento per- cal del general Santa-Anna: que con ese objeto se están trjgrf"'*ní'0 '0:i esta<*os gefes adictos á su persona, ó por afee» o por comunidad de inte.eses: que todo el enjuague está ya mbiriudo para que el aparezca retirarse con una afectada r<,?- *',a mando, y una multitud le vaya á sacar de su " 'roi á la manera que en 1832, como el único capaz de ■ nerezar los negocios, siendo su autoridad vitalicia ba,. ^'«l'iuiera denominación: que en él la presideucia no ha 0 jamás un fin, sino un medio; y que con tal que no s»I- •\t^6' '10(^er n' "hora ni nunea, pasará por todo &c. &c. Jjjfí'ados! No basta la reputación generalmente sentada» íiri ta 'a notoriedad de los hechos para detener su malig- ^a". La ptíor (je iag desgracias, decía Cicerón, es haber pres- no grandes servicios á la patria. Pero si en esta nación hay .,0tnbre» tan ingratos que piensen asi, ella en su mayoría es- p convencida de que una profesión de fé, tan terminante, ,an franca y tan enérgica como la de 15 de octubre, no es 1 prenda que ha soltado un traidor torpe para su propio «"■Qceso: esta nación ha cerrado los ojos al poner entre las J^ios de su ilustre presidente el depósito sagrado del arf tfJ de la constitución de 1324; su confianza no *erá burladi. *' nombre de Santa-Anna no es solo de la nación mejica- *■ ni de la generación presente;, este nombre se debe ade- J1'*3 al mundo civilizado, y con lustre 6 sin él, pasará á nues- ÍQs hijos para ser bendecido 6 escecrado. A sus hij.'S mismos, *° les toca otra herencia que ese nombre, que llevará con- la gloria ó el menosprecio. Si su marcha política ha podido extraviarse hasta per- petuar el vicio de incompetencia en el cuerpo que nos debe tei'tganizar, este embarazo será allanado por el mismo con- peso, y pasaremos t-dos gustosos por encima de las ftinnu- *9> en cambio de una razonable organización. Los hombre* *scogidos por todas partes para componerlo, bastan por ei so,os Para reanimar la esperanza. Jalisco no aparecerá en él oes- ventajosamente representado: los electores no darán un e»cán- de impenitencia final, obstinándose en la maldad que ^''Putaraos á los anarquistas y que citamos en nuestra pri- mera parte, co nm una de las fuentes mas notoiias y mas ge- nerales de nuestras desgracias: tal es la de no but>car en el ^"elídalo mas que la fé de partido, deseuteniLendose de stt8?. aptitud, por sus conocimientos, su imparcialidad, su buena tt> ta valor cívico, y su amor al trabajo. El elector dirá dtiant* , de Dios y á su conciencia: los individuos que yo he escigi'10 reúnen todos y cada uno, en el concepto público, todas esta* cualidades; yo no me he dejado llevar de esterioridades en- gañosas, ni de ligeros ó injustos «mceptos, para reusar mi al que, en mi concepto desearía el estado todo: yo he medido toda la importancia y trascendencia de la obra que se vá á edi- ficar, y no rne contentaré con enviar á Méjico una procesión de disciplinantes, en lugar de una horda de frenéticos.-' Esto esperan el estado y la nación, contentos con que "0 es tarde el bien como venga: que aunque comenzernos de nuevo en 1835, pero que comenzemos de una mane- ra firme é ilustrada en la carrera de la civilización. Tan- to hemos tardado en este camino, que ya entraron en él 1°' españoles y los portugueses ¿Nos dejarémos pasar por ellos que estaban á la retaguardia, y les darémos la gloria de verlo» ir delante, quedándonos á acompañar á los griegos, de cuyo juicio y organización han llegado á desesperar tus mrjore» amigos? No hay mas que un medio seguro de evitarnos este oprobio, no hay mas que un remedio á nuestros males: sUie* tamos i estar y pasar por la nueva organización que se ba" ga, por defectuosa que sea, si se conservan lai bases del art- 171 de la constitución de 1824. Concurrir todos al restable* •¡miento del imperio de las leyes, porqu» sin leyes no ba/ pátria. Llegue cuanto antes el dia en que nos podamos enor- gullecer de la que nos tocó en suerte. Guadalajara 17 °-' noviembre de 1834. Un mejicano.NOTA. Después de eecñto este papel, ha recibido su autor •ortoí de Madrid, acompañándole copia una nota que con- jec/io 12 de junio último pasó el sr. Martínez de la Ro- ta> ministro de relaciones, en contestación ú otra del En- cado de los Estados-Unidos de 24 de febrero, en que á nombre de su gobierno, invita al de María Cristina al re- c°nocimiento de la independencia de las repúblicas ameri- canas. En Inglaterra partee que se agita con calor esta tl«síton, y es bien estraño que los diarios de Londres sean W«noí liberales en su lenguage, que el gabinete español, «Ungue manifiesten la misma buena disposición. Ya en este folleto n» es posible hacer sobre es/e a*unío las observaciones á que dá lugar; publicaremos por tyarudo estas notas y una memoria que se presentó al go- "ürno ú principios de este año. Pero nos adelantamos á ^^ifestar nusslra fé en la nacionalidad del gobierno ge- n""a', que sabrá dirigir este negocio con iodo el tino que tCiige su delicadeza, y que nos ahorrará lo que sería el c°'wo de nuestro vilipendio, i una humillación con un tierno sin el cual hemos podido ecsistir y á quien supi- "les hechar por tierra sin ausilio de nadie, ó dejar de sa- l°rvn partido ventajoso por susceptibilidades pueriles. ¡ Que •a«>-o para el caudillo que preside los destinos de la re- pública^ si en su tiempo y bajo su acertada política ter- ciasen esta cuestión, hombres capaces de nprestnlar la ^C'Qn en toda su dignidad.'. AVISO. Esta y la primera parle se venden en Guadata- jf.a en 'a tienda de d. Guillermo del Valle, portal da l'-dulgo núm- 9, y de d. Manuel Vallejo, esquina de la¡¡ Ulules de Hidalgo y Mina.