■ INFORME CONSEJO DIRECTIVO sé3 A LA SOCIEDAD FILA.WROPICA. -un ■ ta BVEMCM AIRKS JMPHBNTA AUCKNMNA. 1834. mZ3 •tí 'ÍESSeñores de la Sociedad Filantrópica: El Consejo Directivo tiene la honra de saludaros en la primera reunión pu- blica que prescribe el articulo séptimo del Reglamento. El Consejo simpatizan- do con vuestros sentimientos, se habria complacido en presentaros un cuadro sa- tisfactorio de sus trabajos en beneficio de la humanidad. Mas en el bosquejo fiel que os vá á manifestar, hallareis sin duda, que no fia sido indi ferentc al infor- tunio, que ha encontrado y vencido gravísimas dificultades, que no ha omitido sa- crificio alguno por corresponder a vuestra confianza, y por llenar sus mas ar- dientes deseos. La Sociedad Filantrópica reinstalada por Superior decreto de 20 de Noviem- bre de 1833, dió principio á sus tareas el 8 de Enero del presente año. Desde es- te dia, el Consejo Directivo 4 quien por el artículo nueve del Reglamento, está confiada la administración, y las medidas de egeeuciou do cuanto disponga la So- ciedad, contrajo su atención al Hospital General de Hombres, y á la Cárcel pú- blica. Estol dos establecimientos, **-^-\->itos de las miserias humana-*, sobre los cuales el hombre desprendido de las ideas del lujo, de la fortuna, de la-í grandezas y de la vanidad, se siente naturalmente conducido á fijar su atención, han sido el ob- jeto de los asiduos trabajos del Consejo Directivo. El se ha tocado de las des- gracias de nuestros semejantes, y ha considerado detenidamente tan melancólico espectáculo. El Hospital General, señores, era un objeto de dolor y espanto. Su organi- zación viciosa, y su reglamento sin cumplimiento alguno. Eos desgraciados en- fermos sin la menor comodidad por el estado ruinoso del edificio. Los dementes man bien en una Cárcel que en un Hospicio. Los crónicos amontonados en dos pequeños aposentos, sin ventilación y casi obscuros. Los distinguidos y los ofi- ciales, en corredores bajos, estrechos y sin aseo. La ropa inservible, y malísima- inente cuidada. La botica en el mayor abandono. La despensa y cocina en el peo* estado para los enfermos. Un crecido número de empleados, y un gasto enorme al Erario para mantener un nionto.n de ruinas. Esta era Ja situación del Hospital cuando lo recibió el Con-ejo Directivo, agregando el disgusto de hallar-(«) lo sin contabilidad, y en la precisión de solicitar conocimientos para emprender tina urgente y necesaria reforma. El Hospital, señores, no tiene rentas determinadas. Mas el Superior Go- bierno lleno de celo por la humanidad afligida, ha proporcionado cuantos auxi- lios se le han pedido, y sin hesitación alguna, ha manifestado la mas decidida acquiescencia á las solicitudes del Consejo, que en este momento le ofrece el mas sincero homenage de su gratitud. Ahora, señores, vais á ser instruidos de »us tra- bajos. El primer cuidado del Consejo Directivo, ha sido establecer el orden y la. economía, dos grandes manantiales de los mas felices resultados. Nombró Comi- sioues de los señores socios que administrasen los establecimientos públicos de su cargo, y consultando que este servicio fuese lo menos gravoso posible á los seno res que deben rendirlo, teniendo en vista que la renovación íntegra de las comi- siones, podría producir inconvenientes de grave consecuencia, acordó fijarles el término de tres meses, con la calidad de que uno al menos de sus miembros «cria siempre reelecto, para instruir en la marcha administrativa, k sus nuevos colegas, allanar tos obstáculos que es indispensable encontrar, y evitar que los estableci- mientos se resientan de variaciones notables. Todo ha correspondido á sus es- peranzas, y el desempeño de las coinisionta, ta» leeomicnda k la consideración es- pecial de todos los hombres que se interesen por Ja líThnanidadL La ruina total en que habían caido dos de las -nejores salas, y el mal estado de las otras habitaciones del Hospital, hizo indiff isable trasladar todos los enfermos del Ejército, al estinguido convento de Betlemitas. Allí se formó un Hospital mi- litar. Uno de nuestros socios fué encargado de su administración, y su buen desem- peño mereció la aprobación del Superior Gobierno y la gratitud de los enfermos. Refaccionadas las enfermería» de este establecimiento por los Señores de la C -- misión, y convertidas en salas habitaciones casi inútiles, hoy se hallan reunidos aquellos desgraciados, y felizmente disfrutan los mismos benéficos cuidados. En el conjunto espantoso de ruina, de miseria y desaseo que ofrecía el cuadro del Hospital General, sobresalía un local horrendo., que convertido inhumana- mente, en una especie rara de enfermería, con el nombre de la Sala Quinta ; no era mas que una bóveda lúgubre, y mal sana, donde ó los males por lo regular se elemizabau, ó los desgraciados enfermos eran víctimas de su influjo funesto, y era siempre la afrenta, y el oprobio de este suelo, á los ojos del compatriota y del e»- trangero. La Comisión del Hospital ha pasado ya estos infelices, á locales cómodos y afeados, y ha borrado para siempre del establecimiento hasta la puerta que allí conducía, las víctimas. La contabilidad se lleva con la mayor perfección. Los empleados se pagan con exactitud, y los enfermos hoy se hallan alimentados, y asistidos con la mitad monos de los gastos que antes se hacían, viviendo en espantosa miseria. Se ha re- faccionado y mejorado notablemente el edificio, se ha provisto regularmente la ro- pería, y no creáis, Señores, que con gravamen del Estado. La Comisión ha excitado la beneficencia de personas caritativas, que han correspondido á »n celo. Se han pagado deudas que dejó pendientes la administración anterior, y cada dia se dismi- nuyen los gastos, introduciendo mejoras, y proporcionando ventajas de todo gé- nero. La Comisión del Hospital se ocupó inmediatamente de la reforma que creyó necesaria k los objetos de su instituto, y proponiendo al consejo las disposiciones mas acertadas, acreditó dignamente que correspondía con habilidad y con honor á tan delicada confianza. Seria mortificaros, Señores, presentar á vuestra conside- ración un detalle circunstanciado de los disgustos y compromisos que ha sido pre- ciso arrostrar, para llegar al estado en que halláis este respetable asilo de la huma- nidad. JVIas el Consejo se ha propuesto por base fija de su conducta, sobreponerse á todo género de consideraciones, y ser inexorable en favor de los desgraciados. N« pretende aplausos, y hace consistir su gloria en solicitar objetos de caridad pública. La piedad que anima la beneficencia, es su guia, y su estímulo esclusivo. En vista de los trabajo" que se presentaban, la Sociedad creyó conveniente aumentar el número de sus Socios, y las respetables personas que se han incorporado prestan con placer cuantos servicio? se les exigen. Los Sres. Oficiales de las Secre- tarias de Gobierno y de Relaciones Exteriores, se han ofrecido al Consejo para ser- vir en favor de la humanidad. Una de la3 necesidades mas urgentes que se hacia sentir en el Hospital, era Ip de un Reglamento que subsanando los defectos qjue la experiencia había hecho pal- pables, marcase las obligaciones respectivas de todos los empleados, y estableciese el régimen interior que debe observarse en este complicado establecimiento. El Consejo se ocupó de este trabajo, y previa la aprobación del Superior Gobierno, hoy se practica y produce saludables efectos. La Comisión administradora infatigable en el desempeño de sus deberes, y en proporcionar mejora» a la humanidad, manifestó al Consejo el mal estado de la botica. Esta oficina de la primera importancia en un Hospital, se hallaba en el mas espantoso desorden. Ella costaba al tesoro público una. ingente suma, y en nada satisfacía las necesidades de los enfermos. Se notaban Ies abusos mas escan- dalosos. Los remedios eran ineficaces, y se llegó al punto de no hartarse una lan- ceta con que verificar una sangría. El Consejo la ha establecido por cuenta del I ' I | jHospital. Obtuvo del Superior Gobierno un instrumental que estaba guardado. Ha establecido un régimen administrativo, que proporciona la mejor expedición en el servicio, y hoy tiene la satisfacción de anunciaros, que con menos de la tercera parte que antes gastaba el Erario, esta muy regularmente servida. Se le ha dado la decencia y comodidad que necesita. Se le ha provisto de envases nuevos, y de los mejores medicamentos que se han encontrado en el País. El comedor, Señores, destinado* á los empleados de este Establecimiento no solo era un local sucio, y poco decente, sino que carecía de las cosas mas precisas para el servicio, y los manteles eran formados de sábanas que habían servido á loa enfermos. Hoy está provisto de cuanto es preciso, y en él comen todo» los emplea- dos; con esta medida no solo se han reportado ventajas y economías, sino que pu- niéndose todos en contacto, por un orden regularizado aparecen miembros de una. misma familia. El Consejo en medio de la mas segura confianza, testigo del noble celo, y de- cidido empeño de la Comisión administradora, creyó de su deber autorizar á dos de los Señores Socios, para que se personasen al Hospital, lo inspeccionaran pro- lijamente, y aconsejando las mejoras que á su juicio creyesen oportunas, diesen cuenta de sus observaciones. El informe, de que en t¿9 de abril último habéis sido instruidos, correspondió á vuestros deseos. El es un documento honroso para ta Comisión. La cárcel pública, Señores, no ha sido descuidada por e! Consejo Directivo. Este establecimiento por su organización no AÁ Tugar á todas las mejoras que el Con- sejo se había propuesto hacer. Sinembargo, la Comisión encargada es muy digna de vuestro aprecio. Su celo nada deja que apetecer: convertida la capilla en una crugia, habían desaparecido de la cárcel los consuelos y auxilios de nuestra Santa Religión. El empeño de los Señores Comisionados todo lo ha preparado, y sola- mente se espera el nombramiento de un virtuoso Ministro, para el restablecimiento del culto, y para que aquellos desgraciados aprendan á sufrir con paciencia, las ad- versidades y contratiempos de la vida. El Consejo se ocupa de un Reglamento que destierro de la prisión esa funes- ta ociocidad en que permanecen los prisioneros. El ofrece gravísimas dificulta- des, pero la caridad todo lo allana. La cárcel de mugeres ha sido mejorada, y en todo el establecimiento se advierte la mejor Policía, y la comodidad posible. El Consejo ha sido autorizado por el Superior Gobierno para establecer en el extinguido convento de Recoletos, un hospital de crónicos y dementes. Una Comisión especial ha examinado el local, y ha presentado un módico presupuesto. Muí pronto se principiará la obra indispensable, para que esos infortunados se alojen con alguna comodidad. Una Comisión del seno de la Sociedad, se ocupa actualmente de presentar un proyecto de los recursos que se pueden adoptar, para establecer un Hospicio. En el serán acomodados los indigentes, cuyo espectáculo aflige á la humanidad. Es preciso excitar el patriotismo y recordar á los hombres el mas santo de sus debe- res. La mendicidad, señores, es una plaga terrible para la República, y es nece- sario empeñarse decididamente en acabarla, proporcionando á los desgraciados, recursos para una subsistencia honesta. Establecido el Hospicio veréis honrado el trabajo, educada la infancia, respetada la vejez, y curada la enfermedad. La beneficencia nacional, señores, ha de producir estos inmensos bienes. El Consejo Directivo se complacería de que la Sociedad Filantrópica divi- dida en secciones particulares se ocupase de mejorar los establecimientos públicos que naturalmente reclaman su contracción, y que generalizarían sentimientos ge- nerosos y compasivos. El infante abandonado implora el socorro de su patria. El hombre pide trabajo, y el anciano tiene derecho al reposo y al socorro público. No son necesarios grandes sacrificios para realizar tan grata perspectiva. La filantropía es- una planta indígena de nuestro País. La caridad y el carácter gene- roso de sus habitantes, ofrecen las mas dulces esperanzas. Habría sido, Señores, muy satisfactorio al Consejo Directivo presentaros los establecimientos de caridad que están á su cargo en el grado de perfección que ape- tecéis, pero ni el tiempo ni los recursos han correspondido á sus deseos. Sinembargo es consolante advertir, que el es^ritu de beneficencia se difunde por todas las clases de la sociedad. Un Gobierno be fifo, pródigo de consuelos con la humanidad afligida, es un ejemplo eficaz, fecundo en resultados felices. Ahora acercaor, Señores, al lecho de esos desgraciados en cuya casa estáis reu- nidos. Investigad sus necesidades : tranquilizad su espíritu afligido. Ejercitar la caridad con los desvalidos, que no ofrecen la menor recompensa, es el acto mas noble de la vida. Consolando al afligido el hombre se engrandece, y desparra- mando el amor y la caridad, es muy apreciablc el corto periodo de la vida. La tier- ra habitada por seres benéficos, deja de ser un valle de lágrimas, y se convierte en una mansión de delicias ; con la mayor confianza, pues, inspeccionad este estable- cimiento. Nada se oculte á > uestra penetración, en la firme seguridad de que cuanto dispongáis en alivio de la humanidad paciente, el Consejo lo cumplirá exac- tamente, porque su constante anhelo, su mas decidido ínteres consiste en hacer el bien á sus semejantes, borrando para siempre si fuese posible, hasta los vestigios de la miseria, de la aflicción y del dolor. Buenos Airos, julio 9 de 1834. MANUEL H DE AGUIRRE, Presidente. MANVEI. DE IltIGOVEN, ücireturio. ■ ■