LIGERAS REFLECCIONES SOBRE UNA DE LAS PRINCIPALES CAUSAS DE LA MISERIA. PUBLICA. Hace trece años que consiguió México su anhelada ¡in- dependencia, prometiéndose ser feliz, y el aumonto de su agricultura, comercio y artes, y de dia en dia se han seca- do estas fuentes, sin las cuales ninguua nación puede cesis* tir: la miseria de los particulares es casi general; la de la ma- yoría de los pueblos espantosa, y por último, el gobierno no cuenta con lo preciso para cubrir sus inmensas atenciones; y en la administración del Sr. Furias las quejas de los emplea- dos por la absoluta falta de sus pagas, se oían por todos los ángulos de la república; de ahí es que se pretendió por el congreso de la unión que Jos bienes de manos muertas debian restaurar el crédito de la nación y formar los fondos del lla- mado público. En México no se han conocido ni conocen tales titanos muertas: los cofres de las santas iglesias Catedrales han sido unos verdaderos bancos de habió, abiertos desde la mas re- mota antigüedad al labrador, al minero, al comerciante, que bajo las seguridades necesarias y por el moderado rédito de Un cinco por ciento anual, han subministrado y subministran gruesas cantidades para fomento de las empresas de los re- feridos; y estas riquezas, cual rios- caudalosos y benéficos ,se han repartido y reparten por todo nuestro territorio, embelle-> ciendo los campos, hermoseando las ciudades, vigorizando al comercio, y dando á todo movimiento y vida, Pero- nuestros in-, sensatos y plagiarios reformadores nada edifican, pretendenfi destruir cuanto buena ecsiste, y que esos caudales pasen Je la» llamadas manos muertas á las suyas, demasiado vivas, para disiparlos en cuatro dias en el juego, la embriaguez y el rao- retricio. Por otra parte, en el acceso de su locura niegan la propiedad de esos bienes á la Iglesia con razoues fútiles y que solo alucinan á hombres incautos, sin moralidad ni ins- trucción; pero los sensatos saben que aquella los ha adquiri- do por donaciones, cesiones ú otros títulos respetados por la* leyes de todas las naciones católicas, que tienq sobre ellos «n dominio justísimo, y en una palabra, que verdaderamente no ha sido ni es mas de una administradora con todas las car- gas de este nombre, y ninguna do sus utilidades. Si leyeran sin prevención y de buena fe la obra titulada: Derechos del Hom- bre de Spedalieri, saldrían de sus errores, pues este docto es- critor trata la materia con maestría y profundidad, esfuerza los argumentos de los novadores, los reduce á polvo, y en fin nada deja que desear: el Sr. Arechedcrreta la tradujo, y sobran ejemplares en esta capital. La consolidación, 6 conquitacion establecida por el infer- nal Godoy á sugestiones del ministro Soler, nos causó mil ma- les; y siendo el decreto que la organizó bastante descabella- do, como qua anulaba todos los contratos, le escode la ley que meditaban nuestros atolondrados economistas. La dicha originó una .alarma general, se sorvió inmensos capitales, cu« yos réditos nunca so han cobrado, y preparó !a emancipa- ción del tirano gobierno ospañol, y nuestra ley, ó asalto ge- neral de todas las propiedades, ¿no habría cansado la ruina- completa de todos los ramos que constituyen la riqueza pú- blica'! Sin duda, como tampoco la hay en que el Esctno. Sr- Presidente con. su oportuna venida, impidió que se siguiera- discutiendo; beneficio entre otros que ecsije el reconociinien-- to de todos los dueños de caudales piadosos. Las eseaceses del erario provienen de muchas causas» siendo, las principales: 1.a EJ St. íturbide para captarse la aura popular, des- tiuyó el sencillo sistema de hacienda de la- administración es- pañola,, y no le substituyó ninguno. i. B La federación no está montada del mismo modo que- ra, de los Estados-Unidos del Norte, y ha creado legiones de empleados inútiles y gravosos en la capital y er» todos los. est- ""os. Vi - El. prústamo- estraagero con que se pudieron fomen- tar- varios ramos de prosperidad, fué dilapidado pos el Sr,,' títeva, y, se. futí al. sepulcro sin dar cuanta.. ■ -¡3 4. " El ramo de tabacos acabó, y su libertad en vez de bienes no produce sino males» 5. 55 La suma embriaguez y ociosidad de nuestro pueblo, mantiene á innumerables familias en la inmoralidad y la mi- seria. 6. s El comercio libre con los estrangeros no está siste- mado sobre bases de utilidad recíproca, y nos arruina de dia en dia. Cada uno de estos artículos debia ser tratado por nues- tros escritores jiúblicos con detenimiento y rctleccion, en vea de escribir diarias» fastidiosas é insubstanciales declamaciones, que no sirven mas »ibk quu todos quedaran couleutos, resultaron ¡u.iuiiua que-,6 josos. Las arcas estaban vacias, y para cubrir las necesida- des del momento, fué necesario recurrir á préstamos siempre odiosos, y que por la dureza con que se ecsigieron, ecsaspe- raron íi los grandes propietarios que comenzaron á emigrar, llevándose cuantiosos caudales. No siendo bastantes tan efí- meros recursos, se estableció el papel moneda, el cuarenta por ciento sobre casas, y últimamente con escándalo del inun- do y desprecio de la moral y del honor, se echó mano de una conducta de millor) y medio de pesos, que pagados sus derechos caminaba á Veracruz. Todos estos desaciertos uni- dos al modo precipitado y bochornoso con que le ciñeron la corona hombres de ningún cálculo político, pero llenos de ambición y que ansiaban por saludarlo emperador de Aná- huac, para dividirse la presa y pavonearse con ridiculas in- signias, hicieron odiosa tan despótica é insensata dominación, y por un movimiento simultáneo de la nación, á que dió apoyo el glorioso pronunciamiento hecho por el general San- ta Anna en Veracruz el 2 de Diciembre de 1822, vino aba- jo el fantástico imperio, ya socabado por sus mismos soste- nedores, y fué lanzado á Italia el ¡Sr. Iturbide por el con- greso llamado Constituyente, demasiado ocupado en las osci- laciones que agitaban á la pátria para que pudiera constituir- la y sistemar la hacienda, como han pretendido hombres ma- liciosos 6 ignorantes, A poco de restablecido el espresado congreso que ha- bió, sido disuelto por las bayonetas, sin mas crimen qne opo- nerse con heroicidad á los asaltos del poder, tuvo que vol- ver á disolverse por sí mismo, porque las provincias manifes- taron desconfianzas, aunque sin probarlas, y declarándose convocante, fué instalado el constitucional, que bastante hizo en conservar la paz interior en estremo amenazada, y dar una constitución, que aunque imperfecta, como zurcida de re- tazos de la Gálico-Gaditana y de la Anglo-Americana, ha- bría producido mil bienes, si los partidos en su insensato fu- ror no hubieran hecho ilusorias 9US mas importantes deter- minaciones. Los congresos subsecuentes en nada menos han pensa- do que en promover la felicidad pública y abrir las fuentes de la riqueza. Afectados del virus revolucionario, han dado leyes bárbaras, impolíticas y crueles, como la de proscrip- ción del Sr. Iturbide, que lo condujo al sepulcro y cubrió de ignominia á sus autores; la de 27 de Setiembre de 1823, que fué una espada de dos filos en manos de yorkinos jr escoceses, quitándoles la vida á innumerables mexicanos; y la6 de espulsion general de españoles, que privó á la pátria de catorce ó diez y seis mil padres de familia morigerados, la- boriosos y pacíficos; de muchos patricios que corrieron la suerte de los desgraciados á quienes debieron la ecsistencia, y de setenta á ochenta millones de pesos, fruto de I03 su- dores de largos años, que vigorizaban la agricultura, comer- cio é industria, y desaparecieron para siempre, dejando á la nación hecha un cadáver, y vivificando 4 las estrangeras. lis- ta es una de la mas grandes heridas que uha recibido, y aun- que han regresado algunos españoles, el numerario que lle- varon se quedó en Enropa y perdió hasta ¡la figura, pues los estrangeros 'conocen perfectamente sus intereses, y de sus países no sale una migaja de lo que les hace falta, sino de lo superfluo y que 'para nada necesitan. Si alguno de nuestros referidos congresos se hubiera dedicado con empeño á sistemar la hacienda y fomentar los ramos que habían hecho la opulencia de México, es seguro que nuestra marcha política habría sido verdaderamente ma- gestuosa; frase brillante y pomposa, pero vacía de significa- do; pues la mayoría del pueblo desea ver las monedas en sus manos, y no en las bolsas de los mandarines. Tampoco habría habido necesidad de recurrir á 'préstamos estrangeros, siempre ruinosos, y que ponen á las naciones en compromi- sos inevitables, 6 en tutelas poco decorosas; como le ha sa- cedido á la mexicana, sin embargo de sobrarle elementos pa- ra subsistir por sí sola, y hacer respetar su pabellón. El gobierno del primer presidente Victoria, debió ser el mas feliz y glorioso para México, si este Sr. hubiera mar- chado por el sendero demarcado por las leyes; pero teme- roso de la influencia de los Iturbidistas, derrotados pero no vencidos, y que' ciertamente no eran insignificantes; le ocur- rió el pensamiento mas funesto, y pretendió contraponerlos á los escoceses (que por poco tiempo se hicieron arbitros de la suerte de la nación), afectando á los principios, no pro- teger á unos ni á otros. En tan azarosas circunstancias, lle- ga Mr. Poinsset de enviado de los Estados Unidos del Nor- te; y á una rápida mirada, conoce que es el tiempo mas oportuno para sembrar la cizaña, dividir á la nación, hacer- la retrogradar en su pacífica carrera, y mantenerla estaciona- ria y sin progreso, recelando que con el tiempo sea una ri- val poderosa de su limítrofe. Los Iturbidistas, 'que aunque im- ponentes, necesitaban un apoyo, lo encuentran en este mi- nistro astuto é intrigante; corren á bandadas á inscribirse en Ü rito de York, y no contentos con triunfar completamente7 de loa escoceses, apoderarse de todos los puestos, saciar'* su hambre de sueldos y honores, y decidir da los destinos do la pátria, la cubren de sangre, horror y luto en la asonada de la Acordada, gérmen funesto de todas las ulteriores disen- ciones. He dicho y repito, que el gobierno del Sr. Victoria debió ser el mas lisongero para México, y no me retracto. Sancionada la Constitución el 4 de Octubre de 1824, con ella en la mano debió tener á raya á los partidos, conservar la dignidad de su puesto y el honor de su nombre, y no dar el mas leve apoyo á ninguno. Mas desgraciadamente no fué así: Esteva pasó de chocolatero de Veracruz al ministerio de Hacienda; y Pedraza de coronel improvisado al de Guer- ra: ambos se hicieron una guerra sorda pero cierta: uno era gran Maestre de la logia Yorquina, y otro estaba inscrito, se- gún su propia confesión, en la Escocesa: el uno destruyó el erario, y el otro el ejército: ambos caminaban á su fin; pe- ro Zavala, que pensaba mas durmiendo que los dos despier- tos, se quedó riendo de ellos, y abusando de su gran ta- lento (aunque acaso justamente temeroso del Sr. Pedraza, cuyo idolo es la venganza) hundió a la nación en un abis- mo de males, como director de la asonada de la Acordada; siendo lo mas lamentable, que el dinero efectivo que recibió Esteva del préstamo contratado por su antecesor Arrillaga con los comerciantes de Lóndres, desapareció en su» infieles manos; pues bajó al sepulcro abrumado de delitos, y sin dar cuentas de su administración. Atravesando un lago de sangre subió el general Guer- rero á la presidencia, que indisputablemente debió obtener el Sr. Pedraza, que reunió la mayoría de los votos de lo» estados; y aunque renunció y se espatrió voluntariamente, en obsequio de la paz, pasos que eternamente le harán ho- nor: la cámara de diputados de 1829, debió ser justa, im- parcial y circunspecta, y no haber sancionado la usurpación del general Guerrero; cuyo efímero gobierno fué bastante per- judicial á la nación; ya por su crasa ignorancia; ya porque su ministerio era heterogéneo, y dejó marchar los negocios á la buena ventura. En fines del año de 1829, resonó en Jalapa'la dulce voz de Constitución y Leyes; pero los fautores de este plan, fue- ron los primeros que descaradamente las hollaron, pues en vez de poner al Sr. Pedraza en la silla que legalmente ob- tuvo, colocaron al general Bust amante, á quien por una sin- gular anomalía titularon vice-Préndente. Est« hombre de bueo8 corazón, pero escasísimo do recursos mentales, se echó cié- gañiente en manos de un ministerio, que indisputablemente fué cruel,; inmoral y codicioso, por lo que empezó á hjicer- cc odioso desde los principios: no supo disimular el vehe- mente conato de destruir la federación: tiñó de sangre la república: negó al Sr, Pedraza la entrada en su patria con punible arbitrariedad: sacrificó al general Guerrero, puesto en sus manos de un modo vil, infame y proditorio: enngcnó completamente la opinión; y en fin, no tuvo generosidad pa- ra ceder oportunamente el poder, de que justamente lo pre- tendió despojar el pronunciamiento de 2 de Enero de 1832, hecho en Veracruz por el comandante Vázquez y coronel Landero, y regularizado por el Sr. general Santa Anna. Los infractores de la Constitución de 1 o¿vj conocie* ron sus errores, y tal vez con sinceridad llamaron al Sr. Pe- dráza: se prestó gustoso á sus deseos, como que Je brinda- ban regresar á su patria con honor; invitó al general Busta- mante á un convenio, y celebrado en Zavaleta, tuvo este ¡n- esperto caudillo que ceder; echando á pique la nave y la, tripulación. En seguida de este lamoso convenio, se instalaron el congreso general y los de los estados; ni en el primero, ni en los segundos, tuvieron acogida la prudencia, el juicio y la previsión. Deslumhrados los legisladores con falsas teorías, em- prendieron reformas, no solo inmaturas y peligrosas, sino cier- tamente ilegales; y si el escelentísimo Sr. Presidente no opo- ne un valladar impenetrable á su furor é insensatez, hubie- ran consumado la ruina de la patria; pues la anarquía mal desenfrenada y furiosa, habría eternizado en México todos sus. horrores. Me ha parecido indispensable hacer esta rápida é im- perfecta reseña de nuestras desgracias, porque está íntima- mente enlazada con los errores económicos que se han co- metido; y mal podían esperar la agricultura, el comercio y las artes, providencias bienhechoras, de hombres devorado» por odios personales, y que han hecho á la nación víctima de sus furiosas pasiones. En el gobierno del precitado Victoria, se ajustó un, tratado de comercio con Londres, estipulando que entre am- bas naciones todo sería recíproco: semejante tratado será jus- to, será benéfico, será político; pero en sus bases no hay tal reciprocidad. Las ventajas son todas para la gran Bretaña, y ningunas ó casi imperceptibles para México. Lóndres po- blado, industrioso, y con una marina la primera de Europa;9 precisamente ha de tenerlo bajo su tutela, especialmente cuando le trae manufacturados lienzos ordinarios de algodón, que con tanta abundancia producen sus costas, y han sido y pueden ser ocupación de infinitos brazos: do esta funesta introduc- ción, se ha originado la destrucción completa del estado de Puebla, antes opulento y floreciente; pues solo en la calle de Mesones de su capital, entraban anualmente cuatro millo, nes de pesos, valor de toda clase de tejidos de algodón y la- na; sombreros, sillas raqueras, piezas de hierro y cobro do varias figuras; loza y vidrios: por lo que en esa ciudad, hoy tan pobre y falta de recursos, habia muchos capitalistas, des- de cincuenta hasta quinientos mil pesos: maestros, con quince, treinta y cuarenta mil: ofkiales, con quinientos, mil 6 dos mil; y en fin, la abundancia, el gozo y bien estar, rebosa- ban por todas partes; no bajando su población de setenta y cinco á ochenta mil habitantes (1), por lo que era inmen- so el consumo'de ganados de todas clases y de semillas; pu- diendo asegurar el que esto escribe, que cada año se gasta- ban en la alhondiga y casas de trato de ganado de cerda, por lo menos, ciento sesenta mil cargas de maiz, y que hoy no se consumen ni veinte y cinco mi!. A mas de los muchos telares que habia en la capital, en el pueblo de Santa Anna Chiautempam, distante siete le- guas, tenia D. Tomas Dias Várela, gallego acaudalado y la- borioso, un obraje do lana con principal de trescientos md pesos. En principios de la primera guerra de independencia, fué saqueado horrorosamente, y aunque pudo salvar y meter en Fuobla el valor de ciento sesenta mil, siempre quedó cora, pintamente destruido tan benéfico establecimiento (2); y des- do entonces, las lanas de los estensos territorios de la dicha y\de Tlaxcala, han bajado á una tercia parte de su anti- guo valor, sin que haya sido bastante para que lo recobren, libertarlas de diezmo y alcabala. Recientemente se han establecido máquinas de lana y • [1] Este número le dá D. Mariano Torrente en su esce- lente Geografía Universal, publicada en Madrid en dos tomo» folio, el año de 1829: hoy no tiene la mitad, y sus muchos y hermosos barrios, no presentan mas de soledad y escombros; pe- ro el interior de la ciudad ha mejorado mucho de treinta años á esta porte. [2| El esielciti'isimo é ilustrísimo Sr. Campillo, en el mani- fics/o <¡ae, publicó en 1812, se lamentó con tanta justicia como r