MANIFESTACION QUE IMCE A LOS PUEBLOS DE JALISCO , íí<-'y^e 0 (7 — * "i . sobre los males que han sufrido en la anterior tiránica y despótica administración. J ALISCIENSES: os habéis empeñado en romper las duras cadenas con que una facción inmoral y corrompida hasta el estremo, no me- nos que atrevida é insolente os habia uncido al carro funesto de la mas cruel tiranín, de la mas vergonzosa servidumbre: os esforzasteis para despedazar el ominoso yugo que doblega- ra vuestras cervices á los caprichos y á las pasiones de unos hombres que levantándose del cieno y saliendo de las tinieblas en que los te- nían sumergidos sus vicios y su ignorancia in- vadieran asaltando los puestos mas distinguidos, los empleos mas honoríficos debidos únicamen- te al mérito y á la virtud: sufristeis por mu- cho tiempo los insultos de la demagogia que predicando la libertad, os esclavizara: que in- vocando la constitución hollara con planta osa- da sus páginas respetables: que tomando en sus inmundos labios la santa y divina religión, se esforzara por destruirla y sepultarla en el2. olvido: que prometiendo la ilustración, espar- ciera por todas partes las deu.sas nubes del error: que asegurando las propiedades, robase á su placer cuanto necesitara para mantener el desorden; y que garantizando á las personas, por un acto del despotismo mas infame, per- siguiera ;í los ciudadanos honrados, los sepa- rara de sus hogares, los arrancara del seno de sus familias y los hiciera buscar asilo en otros pueblos mas hermanos ¡ab! la historia de nues- tras desgracias la leerin nuestros descendien- tes pintada con caracteres do horror y de es- panto. Jaliscienses: ¿qué mal no habéis es- perimentado? ¿qué desgracias no habéis sufri- do? recorred la época que acaba de pasar, ha- ced memoria de los acontecimientos que voso- tros mismos habéis visto, y reflecsionad sobre el estado que tenían las cosas públicas: unos hombres sin honor, sin conciencia, sin religión: unos hombres que mas deben considerarse como vandidos: unos hombres que emularan el carác- ter de las fieras, salieron de las logias tene- brosas, de esos talleres de inmundicia y de impiedad, para sentarse en las sdlas del Go- bierno, del Congreso, del Ayuntamiento y de los tribunales inferiores, en donde desplegaron toda la perversidad de sus ideas y derramaron la hiél do su corazón corrompido para hacer infelices y desgraciados á todos los pueblos: obstruyeron todas las fuentes de la riqueza pú- blica, paralizaron el comercio y arruinaron to- das las artes ¡cuantos artesanos que antes bus- í»->hnn el pan á merced de sus nPanes,, los ver3. mos reducidos á la mendicidad! ¡cuantas fa- milias hemos visto arrumadas! ¡cuantas perso- nas prostituidas! ¡cuantas reducidas, á susten- tarse con sus lágrimas! Los barrios de csía capital donde se trabajaba dia y noche en las mantas, rebozos &c. se hallan en el mas pro- fundo silencio, los talleres han sido consumi- dos por el tiempo, y aun el torno que daba de comer á las viudas infelices, está roido por la polilla: las rentas públicas desorganizarías, convertidas en patrimonio de los adminis!i-ado- res y destinadas á sostener una multitud de empleos inútiles: nunca produjeron un solo bien para el pueblo: aduanas, e.-rtancos de tabaco, casa de moneda, diezmos, contribución de mi- licia cívica, préstamos &c, nada bastaba para saciar la avaricia y fomentar los vicios de unos cuantos, al mismo tiempo que el pueblo gemia en la miseria, y los mismos capitalistas qui- taban de sita giros sumas de consideración para prestarlas forzosamente á los que deseaban con vivas ansias perpetuar el desorden ¡qué desgra- cia! las cajas del Estado deberían esiar rebo- zando en dinero, y no se ha encontrado ni aun lo necesario para las primeras atenciones del Gobierno, todos los caudales se disiparon y..... el tiempo dirá cual fué el destino que tuvie- ron ¿pero que se podia esperar de unos hom- bres cuyo móvil fué siempre el interés, al que sacrificaron su honor, su reputación y su con- ciencia? cuando asaltaron los puestos de que han sido lanzados, todos supimos lo que eran, todos conocíamos sus principios y todos tem- blábamos al ver la patria en manos tan impu-4. pas: los hombres sabios, los honrados y virtuo- sos ciudadanos ¿no fueron el objeto de la bur- la y del desprecio de la facción dominante? bastaba ser hombre de bien para estar dester- rado de los empleos honoríficos y sepultado en el olvido ¡á cuantos vimos perseguidos, ultra- jados y deshonrados por no hallarse alistados en el infame rito de York! ¡á cuantos arroja- dos de los destinos públicos por su justicia y probidad! ¡á cuantos.....! pero otra cosa debe llamar nuestra atención. La administración de justicia: los tribu- nales superiores sin leyes para obrar, los infe- riores entregados á la venalidad y prostituidos hasta el estremo de nada hacerse sino por el dinero ¡cuantos ladrones, cuantos asesinos pues- tos en libertad! ¡cuantos divorcios sin causa justa y legal! ¡cuantos autorizados para no pa- gar á sus acreedores! ¡cuantos atropellamien- tos á los hombres de bien! ¡cuantos desprecios al fuero eclesiástico y militar! ¡cuantas veces se juzgó á los hombres por sus opiniones y nó por la justicia que les favorecía! Si el asun- to que se ventilaba era de iglesia, de comuui- dad, ó de alguno que no profesaba las mac- himas destructoras de la facción, por lo regu- lar se decidía en contra, aun cuando las leyes evidentemente estuvieran á su favor: clamaba la justicia ultrajada y muchas veces vendida; mas no se escuchaban sus voces, y el sonido magestuoso de sus palabras no se dejaba per- cibir con el ruido funesto de la pasión y del fanatismo político que había llegado al estremo. La libertad de imprenta, ese coloso ter-5. ' rible que los pueblos han levantado contra la tiranía, llegó á destruirse en Jalisco: tembló el Gobierno sultánico á vista de sus maldades, se horrorizó con sus crímenes y eligió utía junta de censura para revisar los escritos: la constitu- ción federal, la del Estado fueron atropelladas con semejante providencia y el tirano se com- placía creyéndose seguro con el silencio de los escritores: temió que se publicasen sus infamias y que el pueblo irritado lo arrojase de una si- lla que había profanado: temia que se pusiese en ''claro la opresión en que tenia al Estado: temia que se combatiesen sus rnacsimas inicuas y temia perderlo todo tan luego como los ciu- dadanos hicieran un esfuerzo para recobrar sus derechos usurpados: este ataque á la libertad será remarcable en los fastos de la historia, y será siempre un testimonio inequívoco del mal proceder de un déspota qno lo ejecutó La confianza pública ¡ah! fué asaltada la correspondencia, se abrieron las cartas, so revelaron los secretos de las familias y se qui- tó la libertad para comunicarse unos con otros los parientes y los amigos: se asecharon las con- versaciones privadas, se entabló la vil delación y se aumentaron las persecuciones: llegarnos al duro caso de no poder hablar y de ocultar nues- tra opinión sin permitir (pie la articulasen nues- tros labios: acaso los sultanes de Constantíno- pla no han llegado hasta este punto, y en las naciones mas oprimidas se ha conservado me- jor y se ha tenido por sagrada la correspon- dencia. La milicia cívica: se mandaron alistar to-e. dos los ciudadanos no bastando íl cierta cla- se mandar su nombre, sino que se ecsigió la presencia de su persona: se asignó una contri- bución arbitraria para mantenerla: se repetian levas, y se llevaban con la fuerza á los qne no tenían tiempo para esconderse: todos andaban asorados, todos procuraban ocultarse y muchos huyeron: los infelices que se mantenían con los frutos de consumo dejaron muchas veces de co- mer y el público se resintió con la falta de vi- veres ¿y todo esto para qué? para mantener- se en sus puestos los mismos que ocasionaban tantos daños, para sacrificar una multitud de infelices que no sabían ni lo que peleaban y para que los libertasen de los perseguidores del crimen: si, ¡ilustres gefes y oficiales! la facción que vosotros justamente perseguís, qui- so oponerse á vuestra heroica resolución com- prometiendo las vidas de una multitud de gen- tes á quienes engañaba y alarmaba contra vues- tras espadas invencibles: los facciosos que nó se paran en medios para conseguir sus torpes fines pusieron en acción la calumnia y la men- tira para mantener el desorden: arengaban á su tropa pintándoos con los mas negros colores y asi consiguieron evitar algún tanto la deserción quo sufrían y entusiasmar á unos pocos que pre- tendieron oponerse á la opinión nacional que fa- vorecía nuestras armas. Las propiedades fueron atacadas: todos los bienes de comunidades, obras pías y ma- yorazgos fueron usurpados á consecuencia de un decreto de la legislatura: se pusieron en pú- blica hasta contra la voluntad de sus dueños:7. se valuaron al arbitrio de los que cooperaban al robo, se vendieron en menos de la mitad de su justo precio: se remataron quebrantando las leyes de la materia: se entregaron á hom- bres que no tenian por lo común con que res- ponder del capital que reconocían ni de sus ré- ditos, y en fin cuanto se hizo para ejecutar el decreto sobre manos muertas no fué otra co- sa que un robo escandaloso: los particulares á quienes se impusieron prestamos y no pudie- ron ecsibirlos se les embargaron sus bienes y tuvieron que sufrir mas descalabros que si hu- bieran sido sorprendidos por una cuadrilla de vandoleros. La enseñanza pública se ha visto en el útimo abandono. El instituto del Estado no ha producido sino gastos enormes, y solo ha servido para desmoralizar la juventud quitán- dola todo freno y sembrando en élia mácsinias de impiedad é irreligión ¡Cuantas lágrimas han derramado los padres de familia por los estra- vios de sus hijos! ¡cuantos se han visto pre- cisados á impedir que sus niños sigan la carre- ra de las letras, temiendo justamente su pros- titución! ¡Jóvenes! por los males que habéis sufrido culpad á las autoridades que ni supie- ron erigir uua casa de estudios, ni supieron cultivarla. Los cuidados paternales de un prelado respetable habian edificado la casa de miseri- cordia. En ella se hicieron gastos de cuantía para proporcionar educación y asilo á los ni- ños huérfanos y menesterosos: cada dia ade- lantaba mas, sus progresos Humaron la aten*10. donde salieron para cubrir de luto á la pátria: nuevo gobernador, nuevos gefee políticos, nue- vos ayuntamientos, nuevos adminislradores de rentas, nuevos empleados de toda clase, han succedido á los antiguos de quien nadie tenia confianza: todos ahora son hombres de bien y todos son ciudadanos honrados que han llega- do al puesto que ocupan no por intrigas, ni por espíritu de partido, ni por otro de aque- llos motivos viles y vergonzosos que colocaron al vicio en el lugar debido ;i la virtud. El Gobierno obrando en consonancia de las leyes justas y con el dictamen de un Con- sejo compuesto de ecselentes y muy recomen- dables ciudadanos, se consagrará todo á pro- curar por cuantos medios alcance la felicidad de un pueblo gen< roso que lo ha favorecido con una confianza ilimitada. El supremo tri- bunal de justicia activará las causas y espe- diíará los asuntos de su resorte El Ayunta- miento, los tribunales inferiores, los empleados en rentas connucidos por principios justos y racionales, se entregarán ú las funciones que prescriben bis leyes*. ' Brillará la justicia con todo su esplendor, ño^habrá ya tiranía ni opre- sión: los ciudadanas á la sombra benéfica de 1 as leyes gozarán de la dulce paz y tranqui- lidad, ¡desgraciado de aquel que quiera per- turbarla El Gobierno desplegará contra él toda su energía y hará entender que respetan- do al hombro virtuoso sabe perseguir al cri- n inal. No fallarán esfuerzos quo hacer á la facción abatida, pero serán inútiles: el Gobier- no cuenta con vuestra decisión, ¡oh dudada-11. nos jaliseienses! en favor de los pueblos: cnen* ta con las armas ú cuya vista ha caído preci- pitado el coloso, y cuenta con todos los recur- sos de la justicia para escarmentar á los ti- ranos. Las atenciones que actualmente ocupan al gobierno no le permiten estenderse mas en esta manifestación: oportunamente se publica- rán los documentos que harán conocer al pue- blo la conducta de sus anteriores gobernantes, los proyectos inicuos del congreso del Estado, la torpeza de los tribunales inferiores en la administración de justicia y el despilfarro de la hacienda pública: es tiempo de revelar los secretos que ocultó la tiranía: todo lo sabréis tciudadanos jaliscienses! y os llenareis de gozo al veros libres de tanto mal y del dominio de unos monstruos que se regocijaron en nuestras desgracias VIVA LA RELIGION. VIVA EL ORDEN VIVA LA PAZ. Guadalajara Agosto 19 de 1834. GUADALAJARA 1834. Imprenta del Supremo Gobierno á cargo di D. Nicolás España,