ENSAYO SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA, POR EL CIUDADANO VICENTES ROCAPUERTE. MÉXICO. IMPRENTA DE M. K1VERA, A CARGO DE TOMAS URIBB, Calle cerrada de Jesús núm. 1. 1S31._I2¿'- 21 Je jimio empieza el Invierno en muchas par- ces del continente americano: ese mismo dia principia el verano en Europa: las estaciones llevan en algunas de testas regiones del Nuevo-Mundo un orden inverso al que se observa en el antiguo: esta diferencia que se nota en la parte física ¿no podría estenderse á la moral? Observemos lo que ha pasado mas allá de las columnas de Hércules, y lo que está sucediendo entre nosotro". El renacimiento de las ciencias y de las artes en Italia produjo ese espíritu de investigación, de duda y de aná- lisis, que aplicado por ios alemanes á descubrir los abu- sos de la curia romana, dio origen á la libertad de con- ciencia, que condujo á la libertad política. Nosotros hemos seguido un rumbo opuesto. Hemos establecido la libertad política, la que envuelve en sus consecuen- cias la tolerancia religiosa, y así por diversos caminos que los europeos llegaremos al mismo vesultado de ci- vilización. El sistema federal que hemos adoptado con- tribuye á emancipar el entendimiento de las trabas que le ha puesto una gótica educación, generaliza las ideas de independencia mental y conduce á observar, auxi- liar y despejar la verdad de los errores que la rodean; todo se enlaza y se une en el siglo actual, que merece justamente el nombre de siglo positivo; todo se discute en nuestros congresos y senados; todo conduce á ilus- trar los hechos, á reformar los abusos y á mejorar núes- Ira existencia social. De ese modo la razan. Uumaua4 se va desarrollando lentamente por los progresos de la civilización, la que pugna constantemente con la su» persticion y el despotismo: la una corrompe al hombre sustituyendo el error á la verdad, el otro lo degrada agoviáudolo bajo el peso de las cadenas y de las des- gracias; y así como son correlativas las ideas de fana- tismo y de tiranía, lo son igualmente las de liberalismo y de tolerancia religiosa. Después de haber sacudido el yugo de tos españoles hemos cesado de ser esclavos, y fio hemos aprendido aun á ser libres ni podemos serlo pin virtudes y buenas costumbres: á este gran objeto se ¡dirigen mis conatos. Considero la tolerancia religiosa como el medio mas eficaz de llegar á tan importante resultado: bien sé que un gran número de mis compa- triotas muy ilustres por su virtud y saber, y en cuyos pe- chón arde como en el mió el mas puro patriotismo, no creen que la opinión pública esté bastantemente for- mada, ni las luces suficientemente generalizadas para promover este punto y presentar al sublime cristiauis- n»o con todo el brillo de su divina tolerancia. Solo un esceso de timidez, que raya en indiferencia por la mo- ral pública, puede aconsejar el silencio sobre la cues, tion vital de la libertad de cultos. Siendo el principio de tolerancia una consecuencia forzosa de nuestro sis- tema de libertad política, consecuencia que no es dado ú nadie impedir y contrariar, pues nace de la misma naturaleza de las instituciones, ¿no dicta la prudencia prepararnos poco á poco á esta inevitable mudanza! Si después de diez años de independencia y de ensayo^ políticos de libertad no nos hallamos en estado de en- trar en el examen de la tolerancia religiosa, ¿para cuan- do dejaremos la resolución de este importantísimo pro* blemai Discútase esta materia coa la calma u,ue reguío»o re su importancia, con el espíritu de verdad, de bene» volencia y de caridad que exige el misino cristianismo, y pronto desaparecerán las fa.itasmas que nos asustan. Hace veinte años me pronuncié por él sistema de in- dependencia: mis parientes, mis amigos me trataban de visionario, y me sostenían que era imposible viera en mis dias la ejecución de tamaña empresa: el tiempo ha manifestado la falsedad de sus profecías; y así como lia triunfado «1 principio de la independencia, así triun- fan igualmente el de la tolerancia religiosa. Sembremos a*hora para recoger dentro de cuarenta á cincuenta años los frutos de virtud y moralidad que ella debe produ- cir: el tiempo hará lo demá3, irá perfeccionando la ins- trucción pública, disipando las tinieblas del error, acla- rando la verdad y proclamando el siguiente axioma: „Que la libertad política, la libertad religiosa y la liber- tad mercantil son los tres elementos de la moderna ci- vilización, y forman la base de la columna que sostie- „ne al Genio de la gloria nacional, bajo cuyos auspicios «gozan lo.-; pueblos de paz, virtud, industria, comercio »,y prosperidad." Bien sé anc¡a fue «orno la Inglaterra ua funesto teatro26 de facciones religiosas: después de los horrores de la Ban Bartolomé, de la liga de los diez y seis, de los ase- «¡natos de Henrique III por el fanático dominico Jacobo Clemente, y de la muerte del grande Henrique IV, que fue víctima del puñal de la superstición que le clavó Ra- vaillac, la Francia tuvo que ceder al torrente de las luces y que proclamar la tolerancia de cultos, la que ae sostuvo con algunas variaciones hasta la época de la revolución, á pesar de la revocación del edicto de Nantes y de las mezquinas ideas de Luis'XIV. A la restaura- ción de los Borbones Luis XVIII la estableció en ía carta constitucional como ley fundamental del reino, Jo que ha contribuido mucho al desarrollo de la industria y progre- sos del comercio, porque en Francia, como en los demás países de Europa, los protestantes son mas activos, mas industriosos y mas ricos que los católicos. En Sui2a es en donde mas se nota esta diferencia. Su población es de 1.800.000 habitantes, y está divi- dida en 22 cantones, 9 católicos, 5 reformados y íímez- clados. Las ciudades de Berna, Bale, Neufchatel, Gi- nebra y San Gal! son las mas ricas y poderosas de to- da la confederación helvética, y son precisamente habi- tadas por protestantes. En los cantones mezclados se distingue un pueblo protestante de un católico por e* tjrden y aseo que se observa en el primero y el des- cuido é incuria que se ve en el segundo. Lo que hay de muy estraordinario es, que no existen odios, enemis- tades, furor de partidos, intrigas ni peligros de revolu- ciones, que todos viven en paz y mutuamente se respe- tan en sus opiniones. El cantón de Thurgovia acaba de dar un admirable ejemplo de tolerancia. En el pueblo de Romansjorn, situado á orillas del lago de Constan- cia, los católicos y protestantes calvinistas no tienen/' 2t mas que una Iglesia; ambos han contribuido á reformar- la, y ambos han costeado las campanas. Los católicos en obsequio de los protestantes han puesto una gran; cortina en la nave de la iglesia, y ellos cubren el altar mayor mientras que los otros rezan sus oficios: también han levantado « espensas suyas un pulpito para que me- jor desempeñe sus funciones el ministro calvinista: los protestantes han correspondido á esta fineza constru-! yendo á los católicos una hermosa sacristía. Este tem-' pío ofrece todos los domingos el grato espectáculo de i la tolerancia, de la concordia y verdadera caridad cris-' tiana. En Lausana los católicos ocupan una de las iglesias desde las siete hasta las nueve de la mañana, de las Hueve á las once los alemanes luteranos y de las once para adelante los anglicano^. Estos son hechos indis- putables, que prueban victoriosamente el triunfo de la tolerancia evangélica, y desvanecen los infundados te- mores de disputas y revoluciones que tanto han pronos- ticado y no cesan de pronosticar los adversarios de la libertad de cultos. El evangelio es la ciencia de la ca- ridad; y así las varias y diversas sectas cristianas libres ' de toda opresión giran en perfecta armonía sobre el cen-' tro comu n de la revelación y sagradas escrituras, como loa diferentes planetas giran admirablemente en el cie- lo al rededor del sol. La fuerza de la caridad produce en las sociedades modernas un equilibrio moral bastan- te parecido al que se observa en el cielo, y es efecto de Ia tuerza de atracción. La tolerancia religiosa lejos de romper estrecha los vínculos de fraternidad que deben umr á los hombres criados para amarse, respetarse y servirse mutuamente: de aquí proviene que las naciones cultas que siguen, coa mayoi exactitud el testo liteiai2$ del evangelio, so^^raas unidas, las mas obedientes £ las leyes y las mas ricas. Es natural que los protestan- tes sean generalmente mas ricos que los católieos, pues: trabajan mas, cultivan mas su inteligencia por medio de la Biblia y del Evangelio, en donde encuentran que el princi- pio de la sabiduría es el temor de Dios; qHe tienen buen entendimiento todos los que se ejercitan en él; que el hombre que encuentra la sabiduría en el sendero de la tirtud es bienaventurado, rico en prudencia y todas sus sendas son de paz. Guiados por estos principios obsej. Tan estrictamente e] mandamiento que dice: Acuérdate de santificar el dia sábado: seis dias trabajarás y harás todas tus haciendas; mas el séptimo «lia sábado es del Señor tu Dios: no harás obra ninguna en él, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu sier- ro, ni tu sierva, ni tu besíia, ni el estrangero que está dentro de tus puertas; porque en seis dias hizo el Señor el cielo, y la tierra, y todo lo que hay en el!osj y reposó en el séptimo dia: por esto bendijo el Señor- el dia sábado, y lo santificó. En estas palabras está esplicado el sistema físico y tnoral del hombre: seis dias trabajarás y harás todas tus haciendas, es decir, ejercitarás tus fuerzas para sus un- tar tu cuerno, sosteucr tu fam ilia y hacerte feliz con el sudor de tu nonte; mas el séptimo dia es del Señor tu Dios, es decir, estarás en continua comunicación coa. tu criador, ejercitarás tu inteligencia con la meditación de la palabra divina: mientras el cuerpo descansa e| alma trabaja á su perfección y salvación: de este modo el cuerpo adquiere por el reposo nuevo vigor para con- *inuar en sus trabajos, y el entendimiento mayor fuerza para dirigirse á la eternidad como el término de sus es- peranzas,y principio de permanente felicidad. La rigo-29 ¡rosa ^observancia del domingo es de mas alta importa», cia moral y política de lo que parece á primera vista. En Inglaterra, en Holanda y en varias partes de Alema. »ia siguen con el mayor rigor el precepto de Dios en es- te punto ¡El domingo no so hace riada, todo trabajé eesa, el giro se interrumpe, las tiendas están cerradas; los mercados quedan abiertos el sábado hasta las doce de la noche, á fin de que todos se provean de lo que ne- cesiten para el otro dia, que está enteramente consagra, do á cumplir con el tenor de estas palabras: „No harás obra ninguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija &c. &c. &C.* Y en efecto, nada hacen sino rogar á Dios: no es per. mitido a nadie cantar, bailar ni tocar algún instrumen. to; todo el dia lo pasan en la iglesia ó en el seno de la familia. A las diea del dia los protestantes se dirigen el templo, á las doce y media ó la una salen, van á sus ca- sas, á las tres comen, á las cinco ó seis de la tarde vuel- ven á la iglesia, rezan y cantan himnos hasta las sie- te ó las ocho: después se pasean, vuelven á sus hoga- res, toman te, acarician á sus hijos, y en dulces colo- quios con sus mugeres pasan el resto del dia: asi cum- plen con el precepto del Sabat y se disponen á traba- jar el lunes con mayor energía, después de haber dado, como Dios manda, descanso al cuerpo y ejercicio al alma. ¿Qué suced > entre nosotros? El domingo se pasa e» oir una misa rezada, muchas veces la de un regimiento que dura quince minutos: las evoluciones y la música Atraen de toda reflexión seria en lugar de escitarla: cumplido de este modo ligero y profano el precepto del domingo, se emplea el resto del dia en visitas, con- vites, paseos, toros, gallos, zaraos, teatros, juegos y to- illa clase de disipóse». Referiré lo que be visto e»80 México el 25 de abril de este año. Fui á la Catedral íí oir la misa de diez y media: algunos de los que asistie- ron conmigo á la iglesia fueron después en derechura á 4a plaza de los toros, los que estaban anunciados para las once de la mañana. ¡Qué acto tan anticristiano, pa- sar de un templo á una plaza de toros: del asilo de la virtud á un lucrar de prostitución: del santuario de la «aridad al sansriento espectáculo de ver á un hombre pugnar contra una fiera y esponer su vida para divertir á unos entes mas degradados en ese momento que el mis- ino toro condenado á muerte para saciar la crueldad de «us bárbaros espectadores! ¡Y se podrán llamar cristia- nos los que obran en tan perfecta contradicción con el espíritu de paz, de mansedumbre y de benevolencia del mismo cristianismo? Decídalo la imparcial razón. Des- pués de acabada la corrida de toros unos fueron á los gallos, otros al paseo de la Viga, muchos se embarcaron en las canoas que van á Santa Anita, y de cristianos se convirtieron en sectarios de Baco, cantaron, bailaron, «e coronaron de guirnaldas de flores, se entregaron á los vicios y se imposibilitaron para continuar en su trabajo el inmediato lunes. . En este caso, ¿quién ha cumplido mejor con el de- ber de cristiano y con el precepto del domingo, el me- xicano, ó el inglésl El uno se ha entregado al desorden, á la disipación; ha debilitado las fuerzas de su cuerpo, embrutecido su alma é inutilizádose para trabajar el lu- nes: el otro ha ejercitado su entendimiento, ha dado des- eaaso al cuerpo y ha vuelto á su tarea con mayor ener- gía. Como estas escenas de disipación mas ó menos va- riadas se repiten con corta diferencia en todos los pai- 9vs católicos, resulta que los jornaleros pierden dos diaa de la Buiuuia, descansan el Junes de la fatiga del dia&n-31 tenor: agregúese n cato los dias de fiesta, y 9e verá qu* la masa total de la población que existe en los paises ca- tólicos pierde un tiempo muy precioso, que los protes-» tantos saben aprovechar. Com¡ aremos dos naciones de Europa de igual pobla- ción, como por ejemplo, la Pi usiay la España, que tie- nen ambas diez millones de habitantes: la una es casi toda protestante y posee un terreno bastante ingrato, j Ja otra es católica y situada en el suelo mas variado y mas fecundo que se pueda desear: ambas son igualmen- te despóticas, pues no tienen constitución, con la dife- rencia de que el despotismo del gabinete de Berlin es- tá mitigado por la tolerancia, por las luces y por el espí- ritu de civilización, y el de la corte de Madrid remacha- do por la barbarie y por la intolerante superstición. ¿Cuál.de las dos naciones es mas rica, mas poderosa y ejerce hoy mayor influjo en la balanza política! La Prusia. ¡Y por qué 1 Porque sus habitantes pierden la mitad menos de tiempo que los de España; porque tra- bajando mas deben necesariamente ser mas ricos. Su- pongamos que en ambos paises solo se cuenten dos mi- llones de trabajadores y que gañán 2 reales de jornal; la suma total de los valores producidos será de 5003) pesos por cada dia de trabajo: es así que los prusiano» trabajan á lo menos 50 dias mas que los españoles en el término de un año por no tener fiestas ni desperdi* ciar los lunes, de donde resulta que ganarán 25 millo- lies de pesos mas que los españoles; en 10 años habrán acumulado 250 millones de pesos: agregúense los intere- ses, y se vfiT¿ qUé ventajas de riqueza tiene un pais pro- testante sobre un católico. En la exactitud de esto» co- tejos se ve el enlace de la moral con la política y cuátt importante es para un gobierno dar al resorte moral Ift62 fnayor elasticidad y energía posible, á fin de convertirlo *n activo instrumento de producción. De lo espuesto resulta, que las grandes naciones de Europa, como la Inglaterra, la Fiancia, la Rusia, ad- miten la tolerancia de cultos y la consideran como ba- te de civilización y de prosperidad pública: que los pai- tes protestantes son en general mas ricos que los cató- licos: que, en fin, la riqueza de los pueblos está en ra- zón compuesta de su población, sus ventajas físicas y marítimas combinadas con la libertad política y religio- sa. La Inglaterra y la Holanda, que son las naciones de Europa que hasta aquí han aplicado mejor estos prin- cipios, son relativamente las mas ricas y opulentas, al paso que la España, el Portugal y la Italia, que son las que mas se han desviarlo de ellos, son las mas pobres, las mas esclavas y las mas degradadas. Estos son hechos que nadie puede revocar en duda, y que los patriotas ¡lustrados de América no deben perder un instante de vista. Para mejor ilustrar la materia y dar á conocer la importancia de la libertad de cultos, hágase la compa- ración del estado moral de los pueblos que la han adop- tado y de los que la han rechazado: ecsamínense sus respectivas cárceles, sus escuelas, sus hospicios y ca- sas de beneficencia, y se verá entonces la gran diferen- cia que hay entre unos y otros. Compárense, por ejem- plo, los establecimientos de caridad de Inglaterra, Ho- landa y Suiza con los de España, Portugal y Ñapóles, y éh presencia de estos datos concluiremos, que la tole- rancia es preferible á la intolerancia: que el cristianis* jño cuando está bien aplicado á la libertad y á la inte- ligencia del hombre por medio de los sanios Evange. lias y de la Biblia, no solamente lo hace mas rico, sino mas virtuoso, mas instruido y mas caritativo; lo guia, »33 bu felicidad en este mundo y lo conduce á u na eterna bienaventuranza. Estos son los efectos que produce la tolerancia religiosa en la Europa civilizada, la que acaba de dar una prueba convincente de su decisión por la li- bertad de cultos. En las conferencias de Londres dó 4 de febrero de este año, relativas á la elección del rey de Grecia y á la elevación del príncipe Leopoldo d© Sajonia Cobourg al trono griego, los ministros pleni- potenciarios de las tres grandes naciones aliadas, la Rusia, la Francia y la Inglaterra, han convenido, que para evitar en el nuevo estado de Grecia que se va & formar las desavenencias y males que resultarían de las diferencias de religión y privilegios anexos 6 cierta: creencia, todos los subditos del mismo estado gozarán de los mismos derechos, inmunidades, honores y em- pleos, sin atender á sus opiniones religiosas, civiles ó po- líticas; es decir, se ba declarado de un modo formal la' perfecta tolerancia de cultos: poco á poco va separán- dose la religión del estado é imitando el ejemplo de los Estados-Unidos. En toda la Europa los judíos han esta- do privados de sus derechos políticos y escluidos de to- da participación en los asuntos gubernativo?. Napoleón fue el primero á reconocer tamaña injusticia y á conce- derles el goce de todas las ventajas anexas al ciudada- no que ha nacido en un pais, que paga contribuciones*, que sostiene el estado y que por él derrama su sangre como sus demás compatriotas los católicos y protestan- tes. La Inglaterra ha abierto, en fin, los ojos: va refor- mando la intolerancia de sus clérigos: después de haber quitado las trabas que habia puesto á los disidente* P*" ra entrar en d parlamento y haber abolido cl| tesUaet: después de haber emancipado á los católicos de Irlan- da,'está tratado e0 el diado esteuder esta liberalidadS4 «le ideas hasta los mismos judíos. El dia 3 de mayo del año de 1830 Mr. Graiit ha hecho la moción en la cá- mara de los comunes de conceder á los hijos de Moi- sés nacidos en la Gran-Bretaña y subditos de S. M. B. todos los privilegios de que gozan los demás ingleses, y de que han estado y eítán privados per sus opinioncB religiosas. Cuando las naciones antiguas de Europa están tra- bajando en hacer desaparecer los vestigios de la gótica superstición, que nosotros hemos heredado de España, y en separar la religión del estado, ¿será posible que loe nuevos estados de América estén tan atrasados en lu- ees y tan ciegos en e3te punto que no quieran admitir siquiera la tolerancia religiosa mal establecida, como lo ha estado en Inglaterra y demás partes de la Europa? Yo no lo creo. Discútase esta cuestión con la calma, con la moderación y con el benévolo espíritu del cristianis- mo, y pronto triunfará la verdad de los errores que has- ta aquí la h iU circundado. Recorramos las naciones de América que han manifestado la sabiduría de adoptar el principio de tolerancia religiosa. En punto de instituciones y de progreso» en la ci- vilización los Estados-Unidos del Norte ocupan el pri- mer rango en los fastos de la historia moderna: ellos has sido los primeros á proclamar en favor de la moral pú- blica la independencia de la religión del gobierno, y de este feliz ensayo han sacado incalculables ventajas. En ningún pais hay mas espíritu de religión, de órden y de obediencia á las leyes: en ninguno está la libertad indi, vidual ma* bien protegida ni la propiedad mejor asegu- rada. No hay pueblo en toda la república que no tenga flu iglesia, su imprenta y su dispensary, especie de boti- ca sostenida por suscriciou para distribuir remedios á log ¿obres que I93 aecesitau.45 ' 's No hay tampoco parte del globo en donde «1 clere •esté mas respetado y viva con mas decoro y comodidad. Por lo mismo que no hay religión de estado y que el sentimiento moral inherente al corazón del hombre ea Un a'imperiosa necesidad que e9 indispensable satisfacer, cada uno busca según su conciencia un guia que le in- dique el sendero del Evangelio y le dirija en el cami- no del cielo. Todos los que creen en la revelación, que piensan y sienten del mismo modo, se reúnen y forman una congregación, la que se hace cargo de sostener á un ministro con su correspondiente dignidad. En New- York, por ejemplo, hay cinco iglesias católicas: supo- niendo un número de diez mil católicos, apostólicos, ro- manos y contribuyendo cada uno con 4 pesos al año, juntarán 40© pesos: con esta cantidad pueden dar á ca- da párroco ó emplear en el servicio de cada iglesia 43) pesos, que hacen 205) pesos, sobrándoles otros 209 pe- sos para las rentas del obispo, fábrica y demás gastos del culto. Los luteranos, los anglicanos, los anabaptistas, los metodistas hacen otro tanto,,y el resultado final es, que cada secta tiene sus sacerdotes bien pagados y son hombres ejemplares, porque del momento que no cum- plen con sus deberes ó no poseen las virtudes y talen» tos de eu estado, les privan de sus rentas y tienen que buscar otra ocupación. En los países que tienen religión de estado, como Inglaterra y España, hay una desigual- dad chocante en el clero, como lo comprueba el esta- do siguiente, Arzobispo de Canterbury.....,41.100 £ Arzobispo de York...........34.000, Obispo de Durham...^.......61.700. De LgndrW ■ .............10.W0. ■ " • • iDe Lichtfield................12.590. De San Ásaf................ 7.00o. DeBathy Wells............. 7.330. De Cheg'ter.................. 4.700. De Chichester............... 6.770. DeEly...;......;..........21.349. DeLyncoln................. 8.280. De Norwich................. 8.379. De Oxford.................. 3.500. De Itochester..;............. 5.400. De Salisbury................14.420. De Cloyne.................. 7.500. Según estos datos, los obispos ó clero alto, de Ingla- terra arranca déla agricultura por medio de los diez- mos la enorme suma de 3.708.891 libras esterlinas, que al cambio de 48 peniques, ó de 5 pesos por libra ester- lina, asciende á 18.544.455 pesos. El obispo de Durham goza de una renta de 308.500 pesos mientras que los curas de varías parroquias del principado de Galles, del condado de York y de Northumberland solo tienen 250 6 300 pesos. El arzobispo de Toledo tiene una renta dé 400í> pesos, y muchos curas de Galicia apenas reci- ben 150 pesos alano. No se conoce, pues, en el Norte- América el escándalo de ver á ciertos prelados vivir con insolente lujo, y á los virtuosos párrocos, los mas necc- Baiio9 al culto, casi morirse de hambre; y así la conve- niencia ilustrada del clero y el verdadero espíritu de jus- ticia y de religión están interesados en la libertad do cultos. Hay en Londres una sociedad titulada: thepoor pious clergy para socorrer á los clérigos pobres de la misma iglesia anglicana, que es la dominante, á quienes no alcanza la corta renta de 40 í 50 libras para vivir con el decoro debido á su alto carácter.37 En el Norte-América, en donde no hay religión do estado, no hay ni puede ecsistir semejante sociedad, por- que cada clérigo, de cualquiera secta que sea, desde e! momento que obtiene una parroquia tiene todo lo nece» sario para vivir con desahogo y alternar con los prime» ros individuos de la ciudad. No habiendo religión de estado, no hay diezmos, y por consiguiente prospera la agricultura viéndose Ubre de tan ruinoso gravamen. ■., . . La independencia del clero del estado realza el no- ble origen de la religión y aumenta aquella importan- cia moral que debe ejercer en la sociedad, y está muy bien esplicada en el siguiente rasgo, de un escritor ame- ricano, de Mr. William Ellevy Channing. „La religión cristiana es particularmente importan- te á los pueblos libres, y sin ella es cuestionable ei • „ puede existir la verdadera libertad civil: lo que sabe- mos de positivo es, que en los países en donde no e«- „tá bien estudiada y esplicada no hay igualdad de dere- „chos ni buena administración de justicia. Ella favo- „rece las instituciones libres: primero, porque su espí- ritu está identificado con el de la libertad, que creo „un sentimiento de respeto ácia los intereses y derecho» „de los otros. El cristianismo reconoce la igualdad „esencial del género humano y destruye- con todo su po- „der esos principios de rapiña y de aspirantismo de „nuestra naturaleza que han subyugado los muchos á »los pocos; y tanto por el refinamiento de su influen- «ciacomo por un precepto directo, convierte ácia Dios» „ácia el solo Criador, aquelsupremo homenage, que tan ,,impiamente se ha prodigado á seres iguales a nosotroa „y que solo 86 d¡ferencian por un título 6 por una co- cona. El establece sólidamente los únicos fundamen-as „tOfl de la libertad, que son los principie» de beni «lencia, de justicia y de respeto ácia la naturaleza hu «mana. El espíritu de libertad no es, como la muche- dumbre se imagina, solamente el celo de nuestros de- rechos particulares y nuestra resistencia á dejarnos «oprimir, sino también el respeto de los derechos de los «otros y nuestra oposición á que ningún hombre gran- «de ó pequeño sea perjudicado 6 abatido. Si este es el «verdadero espíritu del cristianismo, ¿qué mayor segu- ndad puede tener la libertad que esa misma Tectitud y «benevolencia de sentimientos esparcida en la masa «de la nación? «La religión favorece además la libertad bajo de otro „respecto. Ella disminuye la necesidad de restriccio- «nes legales, y se substituye en gran manera al uso de «la fuerza en la administración de las leyes. Esto lo «obra haciendo que los hombres sean una ley para 6Í „mismos, y reprimiendo toda disposición (i turbar ó agra- ,,viar la sociedad. Quítese esta pura y restrictiva iniluen- «cia de la religión, y entonces el egoísmo, el robo y la «injusticia se manifestarán con nuevos escesos, y á pro- porción de los peligros que amenazan á la sociedad, el «gobierno deberá ser reforzado para defenderla y au- gmentar los medios de reprimir el desórden y el cri- smen; pero esta fuerza y estos medios pueden conver- tirse, como ya ha sucedido muchas veces, contra la 9,libertad del mismo estado que debían proteger. Dis- «minúyase, pues, el principio religioso, y será necesa- «rio aumentar la fuerza en una sociedad. En los Es- «tados-Unidos el gobierno no necesita del aparato del «poder que se encuentra en otras naciones. No hay «soldados, no hay espías ni reglamentos vejatorios de ^policía; le basta para desempeñar sus útiles objetos89 . „unos pocos empleados civiles y jucéesi desarmados, «obrando con tanto silencio y poniéndose en contacto „tan rara vez con nosotros, que gozamos de sus bene- „ficios acordándonos difícilmente que exista alguna au- toridad. Esta es la perfección de la libertad; pero ¡£ „qué la debemos? Yo respondo que al poder de aque. „llas leyes que la religión graba en nuestros corazones, „que une y concentra la opinión pública contra la in- justicia y la opresión, que derrama un espíritu de igual- dad y de buena voluntad en todas las clases de la co« j.munidad. A6Í la religión es el alma de la libertad, y «ninguna nación bajo de los cielos tiene tanto interés „en ella como nosotros." Estos son los verdaderos principios que convienen & nuestra nueva situación política: nada adelantaremos mientras que la virtud que inspira el generoso cristia» nismo no sea la base de nuestras instituciones, que e9 deber nuestro poner en armonía con las luces del siglo. Pero {cómo uniformar este nuevo sistema con la reli- gión y el espíritu de nuestra época? Este es el probk> ma que se trata de resolver, y yo creo que la libertad de cultos puede contribuir mucho a facilitar su reso- lución. El Brasil proclamó la tolerancia religiosa y la esta- bleció como ley fundamental del imperio. Es muy es- traño ver á los brasileros, que se reputaban mas atra- sados que los mexicanos, peruanos y chilenos, dar un paso tan agigantado en la carrera de la civilización: ellos supieron templar la tendencia imperial al despo- tismo con la tolerancia religiosa y libertad de opiniones, y de cste/oriiter y suaviter en sus instituciones han sa- cado los elementos del órden, de la paz y prosperidad de que han gozado bajo las gloriosas banderas de sü40 independencia. No se diga que deben todas esa» venta- jas al principio monárquico mas arreglado en su ac- ción que el democrático. México tuvo también un ré- gimen imperial y un emperador que pudo cuanto qui" 80 mientras duró su prestigio, pues no estaba ligado por lina constitución, como lo está el del Brasil, y ningún bien hizo á la nación ni pudo sostenerse en el trono ni ¿quiera un ano. En hojor de la verdad es preciso con- fesar, que el emperador D. Pedro, aunque heredero de un trono y educado pura reinar despóticamente, se ha ^anejado con roas sincera generosidad y filantrópica liberalidad que la roayoj parte de nuestros pretendidos héroes de independencia, que se han convertido en e&arlatanes políticos, en opresores y no en libertadores de su patria. Un pais naciente, que no tiene enemigos que temer ni disputas de límites con sus vecinos, pros- perará á la sombra desús leyes, del orden interior, de la moral pública, del trabajo y de la instrucción popu- lar. La pw es lo que mas necesita, y contrariar este primero de los bienes es cometer el mayor crimen y declararse el enemigo de su felicidad. La guerra, á manera de un fuego de artificio, aturde y deslumhra, pero no conduce al establecimiento del orden y de la libertad. ¿No ahogaron Fiiipo y Alejandro la libertad de Atenas! ¡no arruinó César la de Roma? ¿no parali- zó Napoleón la de la revolución francesa. Desengañé- monos: la verdadera grandeza consiste en crear y no en arruinar, en aumentar la felicidad de nuestros semejan- tes y no en destruirlos ó hacerlos gemir bajo el peso que ocasiona la ambición militar. Los conquistadores Bolo dejan, como los volcanes, la triste memoria de su existencia y el triste espectáculo de las ruinas que causa. T9ASl» wupcioacs; los promotores de la paz, losbepe»41 «ctores del género humano, los inmortales cómo Was. hington, son como los rios caudalosos, que mientras mas se alejan dé su origen mas tierrás fertilizan, ma- yores ventajas proporcionan al Comercio, á la industria y prosperidad de los pueblos, y mayor es la fama dé 8U benéfica grandeza. Convencido de estos principios y de las ventajas de la paz, compañera inseparable del comercio y de la rique- za, el emperador del Brasil protege la tolerancia de cul- tos, y ha conseguido formar al rededor del Rlio Janey- ro hermosas colonias estrangeras. Es una delicia, di- cen los viageros, pasearse en las inmediaciones de la capital del Brasil y ver primorosas quintas habitadas por ingleses, franceses y holandeses. La tolerancia de cul« tos ha atraído á ese hermoso suelo una población rica, virtuosa y útil al país, al paso que la intolerancia solo permite venir al nuestro á los que sacrifican á su inte- rés sus opiniones religiosas. Es mas: los buenos se con- vierten en malos, adoptan nuestros vicios de fumar y jugar, y se olvidan de las buenas costumbres de bú tier- ra. Los ingleses, por ejemplo, se van todos los domin- gos á Taeubaya, ¿y 6 qué? á entregarse á disipaciones en que nó pensarían 6Í tuvieran una capilla anglicana y pudieran conservar legítimamente entre nosotros sua usos y prácticas religiosas. Por falta de una capilla y por no saber en que emplear mejor sü tiempo, pasan el domingo en la caza, en bebidas y diversiones: la into- lerancia los va volviendo irreligiosos y haciéndoles ol- vidar insensiblemente todo sentimiento de religión- El resultado final que produce la intolerancia es, que los del pais no adelantan en la carrera de la moralidad, y los estrangetos en general pierdén la poca que habían -traído del seao de bus fainiüas, les impide radicarse en4S el pus y servirlo eon «ub caudales, porque no pueden casarse sin renunciar á sus opiniones religiosas. El Dean de Córdova Dr. Funes, el Dr. José Valentín Gómez, dignidad y tesorero de Buenos-Ayrcs, y D. Julián Segundo de Agüero, cura del Sagrario, fucrou en la república argentina los ilustres abogados de la to- lerancia religiosa. Como el pueblo de Buenos-A yres ha estado en la vanguardia de la civilización de los nue- vos estados independientes, no es estraüo haya admitido Bin la menor oposición el principio de tolerancia que ca- racteriza nuestro siglo: á la sombra de su benéfico in- flujo empezaron á prosperar unas hermosas colonias de robustos alemanes y establecimientos magníficos dé agricultura, como el de M. Parish Robertson, cuando el vandalismo de Lavalle vino á frustrar tan lisonge» ras como fundadas esperanzas de prosperidad. La am- bición militar disfrazada con la heroica máscara de pa- triotismo y de libertad, es un monstruo que las grandes revoluciones engendran inevitablemente: monstruo que devora, revuelve, trasforna y convierte todo en propia substancia: monstruo que ha hecho grandes estragos en Europa y es causa de todas las desgracias de nuestra América. Sin los vencedores de Ituzaingd Buenos-A y- res gozaría de tranquilidad interior. La capital fue aco- metida por los mismos que tanto se distinguieron en la banda oriental: salieron del campo de la victoria para marchitar sus laureles empapanólos en la sangre del general Dorrego, del mismo gefe supremo de quien ha- bían recibido la orden de vencer á los enemigos ó de morir en defensa de la patria. Este horrible atentado de ver á un presidente inmolado al furor de un frené- tico subalterno y de una tropa amotinada, es una nue- va lección para nuestros gobernantes, que debe refre-43 uar en ellos el ardiente deseo que, siempre manifiestas de tener en pie grandes ejércitos, sin considerar que en el estado de inmoralidad en que nos han dejado los es- pañoles es fácil que ellos se volteen contra el mismo gobierno que los ha formado para su defensa, como su- cedió con Dorrego y con las tropa» colombianas que Bolívar dejó en Lima para proteger su favorita consti- tución boliviana &c. &c. A pesar de los grandes males que ha causado en Buenos-A yres el aspirantismo militar, tal es la fuer- za de ilustración de aquel pais, que la civilización, no se ha quedado tan atrás como en otros estados ame» ricanos: el gobierno ha atendido al establecimiento de escuelas, á la mejora de cárceles, á la difusión de las luces: ha disipado muchas preocupaciones políticas y religiosas, ha abolido los diezmos y ha promovido la erección de una capilla para los protestantes, la que existe con el nombre de Capilla Británica de San Juan- Colombia estableció de un modo muy sagaz la tole- rancia religioso: el artículo religión se pasó en blanco en la constitución de Cúcuta, que haríí siempre honor á sus autores, á pesar de haber cuido á impulsos de las intrigas suscitadas por la mas descarada ambición. Co- mo nada se prohibía ni se protegia en punto de religión» y que cada ciudadáno estaba facultado para hacer todo lo que no contrariase las leyes, se halló la tolerancia es- tablecida de hecho y de un modo indirecto que no cho- caba con la supersticiosa ignorancia de la mayoría del vulgo, lo que fue muy aplaudido en Europa por los po- líticos que piensan y siguen con interés el curso de nuestras revoluciones. Desgraciadamente los patriotas mas influyentes de aquel pais, deslumhrados por el bri- llo de los talentos de un hombre singular, perdieron dovista éste gran principio, y como Seydes siguieron el imv jpúlso que les quiso imprimir 6U profeta Libertador. Bo- lívar, dotado de una imaginación poética, de una alma fogosa, susceptible de viva entusiasn^ ardiente en sus deseos, generoso en sus áceiones, posee brillantes cua- lidades, que están eclipsadas por falta de juicio,, de ver- dadera instrucción, dé previsión política y de severidad de costumbres: hasta cierto grado él suple estas faltas con su trato amable, roce de gentes y conocimiento del corazón humano. Él es muy afecto al estudio de la his- toria de Grecia, y de allí pretende sacar los elementos fie la política del Nuevo-mundo: por esa razón ha come- tido tantos errores y padecido grandes aberraciones. Su Carácter pUede decirse es un compuesto ó mezcla del de Alcibiades y del de Filipo padre de Alejándro: tiene él talento, las gracias y la inmoralidad del primero, y la astucia, la sagacidad é hipócrita ambición del segun- do. Después de la batalla de Ayacucho él llegó al cé- nit de 6U gloria. Si después de haber servido de auxi. llar á los peruanos y de haber vencido con ellos á k>s españoles él los hubiera dejado en plena libertad para constituirse: si hubiera regresado á Colombia para so- focar los partidos que su misma ausencia debía causar, y era natural consecuencia de la aristocracia militar que él había formado contra toda regla de prudencia y de política: si hubiera sido fiel al solemne y pomposo ju- ramento que hizo en Trujillo de sostener con su espa- da y las de los libertadores la constitución de Cúcuta: si hubiera sofocado el suceso de Valencia del 27 de abril de 1826, él conservaría el primer rango entre loa héroes dél siglo; mas por una desgracia, funesta á to- da la América, la ambición lo cegó, y la bajeza de sus aduladores precipitó la ruina de su alta y hasta enton-45 ees merecida reputación. El concibió el fantá8tico.pro- yecto de gobernar tres repúblicas, y este error lo con- dujo á otros muchos. El primero de todos fue la for- mación de la nueva república de Bolivia, acto impolíti- co, injusto y contrario á los verdaderos intereses de la América meridional, como el tiempo lo ha manifesta- do. La creación de este estado fue una infracción del principio que Bolívar habia proclamado tantas veces, á saber; que las nuevas naciones conservarían la integri- dad del territorio que tenian antes de su pronuncia- miento de independencia. Para formar la nueva repú- blica de Bolivia fue necesario despojar á Buenos-Ayres de sus provincias del Alto-Perú, y al mismo Perú de sus mejores posesiones. |Y en qué tiempo se hizo esta des- membración! Cuando el Brasil amenazaba con la guer- ra la independencia de Buenof-Ayres: cuando el Perú habia perdido la rica provincia de Guayaquil, que se habia agregado á Colombia por el prestigio y secreto manejo del Libertador: cuando doscientos brasileros acababan de invadir la provincia de Chiquitos, y que á. nombre de D. Pedro insultaron el pabellón y territorio . peruano, en donde estaba mandando el general Bolívar. En lugar de haber vengado este insulto y de haber cal- culado por esta accidental invasión que el Brasil es ya, demasiado grande y opulento para el reposo de sus¡ ve- cinos, que necesita estar flanqueando por grandes na- ciones para contenerlo en sus actuales límites: enjugar de aumentar la fuerza de BuenosrAyres y la del Pe.rá para contrariar y neutralizar la ambición del Brasil y formar una frontera protectora de la misma Coloinm-a: en lugar de crear grandes masas bastante fuertes y res- petables para temerse reciprocamente, de donde hubie- ra resultado. «1 euw&brip político de la Aroérica »eri«.46 dional, se disminuyó el poder de Buenos-Ayrea y el del Perú; se hizo todo lo contrario de lo que dictaba la razón de estado y la verdadera política; ¿y por qué? Por la pueril ambición del general Bolivar de dar su nombre á una nueva república. Este primer error ha causado las grandes calamidades que han afligido des- pués á la América del Sur. No se diga que Buenos-Ay- res y el Perú dejaron á las provincias del Alto-Perú ea libertad de agregarse ó de separarse de sus antiguas ca- pitales; sabemos como se deciden esas cuestiones y cuan fácil es ganar 54 votos, que fueron los que resolvieron este delicadp problema. Si el general Bolivar hubiera ejercido el influjo que tenia para conservar el itatu quo que exigían las circunstaucias é impedir la ridicula erec- ción de un estado sin puertas (escepto el desembarca- dero de Cobija) 61 lo hubiera logrado: si de buena fe se hubiera opuesto á la formación de esta Suiza america- na que aumenta el poder del Brasil, disminuyendo el de Buenos-Ayres y el del Perú, él hubiera hecho un ser- vicio importante á la América. ¿Cuál fue uno de los primeros actos del congreso de Bolivia? Decretar un donativo de un millón de pesos al general Bolivar por los eminentes servicios que les habia hecho, por sus es- fuerzos en cooperar á su independencia, que era deber suyo haber contrariado é impedido como hombre de es- tado, como gefe de Colombia y como amigo aliado y general del Perú. ¿Quién fue el primer gefe de la nueva jepúblical ¿no lo fue el general Sucre1? Esta elección es una prueba del gran poder que allí tenia el general Bolívar, quien desentendiéndose de los verdaderps y generales intereses de la América, y solo atendiendo ü sus miras personales, formó imprudentemente de lo» despojos da Perú y de Buenos-Ayres una colonia co«47 lombiana, tanto mas difícil de proteger y conservar, cuanto quedaba muy distante de los recursos de Bogo* ta. Nacida y bautizada la nueva república "de Bolivia, ó colonia colombiana, fue necesario darle una consti- tución. Este es el fecundo origen' de todas las desgra- cias de Colombia, de la caida de la constitución de Cú- cuta, del establecimiento del absolutismo, de la perse- cución de Padilla, del levantamiento de Ovando en Po- payan, de la revolución de Córdova, de la guerra fra- tricida del Perú, de la separación de Venezuela y de la anarquía militar que amenaza en el dia la disolución de aquella república. No contento Bolívar con el título d» Libertador, quiso también 6er legislador; fraguó una constitución y dió á luz un monstruo horrendo que él quiere y defiende con toda la ternura paternal. Yo atribuyo mas bien á error de cííloulo y á falta de co- nocer la verdadera marcha de nuestro siglo liberal, (que no tiene nada de común ni con los griegos ni con los romanos) que á malas intenciones el obstinado em- peño que ha manifestado en sostener á la boliviana y en estender su mortífero iuflujo al Perú y á Colombia. En el Perú le fue fácil vencer momentáneamente el tor- rente de la opinión pública; luchó contra él, lo sujetó á su voluntad y proclamó en Lima su constitución fa- vorita de Bolivia, que tuvo una existencia tan efímera como debía esperarse de los vicios de su organización. En Colombia, que abunda en ilustres veteranos de la independencia, en campeones de la libertad política y religiosa, bienes inapreciables que habían adquirido á fuerza de sacrificios, hazañas y victorias, no fue tan fácil introducir la boliviana; fue necesario apelar á in- trigas de órden superior, á la diplomacia de Maquiavc- lo y á la astucia de Filipo. & un d< establecer la «ons-48 titucion de Bolivia sobre las ruinas de la de Cúcuta, mandaron desde Lima á Guayaquil, á Panamá, á Car- tagena y á Caracas al sicofante Guzman con poderes en blanco del Libertador para que escitara á los revol- tosos á declararse contra la constitución de Cúcuta ju- rada y hasta entonces bastante bien observada. Pre- cursor de Bolívar, Guzman fue proclamando la boli- viana é introduciendo el espíritu de desorden y anar- quía que había de conducir al malhadado absolutismo y ruina de la república. Guzman desempeñó la traido- ra comisión que llevó, sedujo al sr Mosquera, intenden. te de Guayaquil, quien cometió el atentado de infrin- gir las mismas leyes que babia jurado sostener, echan- do abajo la constitución de Cúcuta y pidiendo por pre- tendida aclamación popular el desatino de la boliviana. Después de la batalla de Ayacucho, cuando el generaj Bolívar se entregaba á la lisongera perspectiva de ser gefe de Bolivia, del Perú y de Colombia, y de unir ese inmenso territorio por el común lazo del código boliviano, él creyó facilitar el éxito de tan grandioso proyecto enviando un ministro plenipotenciario á Rom» y nombrando obispos para Colombia. Como todo am- bicioso apeló al poder espiritual para apoyar el tempo- ral y dió un golpe mortal á la prosperidad colombiana. A imitación de Filipo, que había gobernado la Grecia por medio de la junta amfociónica, Bolívar había ideado y promovido la asamblea de Panamá, la que después se trasladó á Tacubaya. Aunque él no logró realizar sus planes, debió haber sido consecuente con los demás es- tados que habían enviado sus minislros plenipotencia- rios á Panamá, y no haber resuelto nada sin su partici- pación en punto de tanta trascendencia como el arreglo de W relaciones cou Roma, que son generales á t»dae49 ha nuevas naciones. El haber obrado en este caso sh^, consultar á México, al Perú y al Centro-América fue en política una falta inescusable: haber abierto comuni- caciones con Roma sin estar de acuerdo con las demás partes interesadas es haber aislado mezquinamente la política americana, que debe reconcentrarse y unifor- marse, principalmente en la cuestión religiosa; es haber contrariado el mismo objeto de la asamblea de Panamá propuesta por él y para generalizar en el Nuevo-mun- do las verdaderas ideas de libertad, de moralidad y de civilización, las que no pueden existir sin tolerancia religiosa. ¿Qué ha ganado la América en haber cortado con valentía el cable que la tenia amarrada al trono de Ea- paña, si queda aun atada al carro triunfal del rey de Roma? ¿Podemos llamarnos republicanos independien- tes dependiendo de un monarca que reina á orillas del Tiber? ¿Cómo trazar la línea divisoria entre el poder temporal y el espiritual. El sistema que hemos adop- tado ¿no exige muchas reformas en el clero? ¿No cla- ma la agricultura por la abolición de los diezmos y por lás mejoras que en este puntó ha adoptado la Francia, gobernada por reyes no solo cristianos sino cristianísi- mos? ¿Es compatible con el nuevo órden social, con lt moral pública y con la libertad de los pueblos ameri- canos el romanismo como existe en el día1? Roma, ya pagana, ya cristiana, ¿ha dejado nunca de ser la opre- sora del género humano? Roma, ciudad eterna, de in- mortal grandeza, ha poseído siempre y posee sober- bias memorias de su primitivo esplendor, recuerdos de sil prístina gloria estampados en las magestuosas ruinas del Coliseo, del Panteón, de la columna de Trajano, de lós baijta de Tito y de monumentos de orgullo que% épmueyen.el alma, la elevan y la exaltan. Su locali- dad, su flavo Tiber, su precioso clima, su alegre y be- nigna atmósfera convidan al genio á desplegar sub alas y á remontarse á las regiones de las ideas grandio- sas y estraordinarias. Estas causas físicas, unidas á otras morales, inspiraron á los papas y á la corte de Roma el proyecto mas vasto que ha concebido la imaginación humana, el de mandar al mundo entero, no por la fuer- za brutal, sino por la sagacidad, por la fuerza del in- genio, por la feliz aplicación y diestro manejo de los cuatro principales resortes del corazón humano, á sa- ber, el dolor y el placer, el temor y la esperanza. Inútil es analizar el sistema establecido para la pro- pagación de las doctrinas, enumerar los inmensos re- cursos de las gerarquías eclesiásticas, su policía y sus finanzas; basta echar una ojeada sobre el número de co- fradías, de misiones enviadas á climas inhospitalarios, de instituciones religiosas que dependen de la iglesia romana, para llenar el entendimiento de estupor, de sor* presa y de admiración, ¿Qué autoridad civil ha llegado nunca á tan eminente grado de poder, de obediencia y de convicción? La hacienda pontificia está fundada so. bre elementos muy sencillos y su recaudación cuesta muy poco: es proverbio entre los italianos, que nunca faltará dinero al papa mientras no le falte una pluma y tres dedos para escribir Agítese el temor, aliéntese 1% Esperanza, y de estos dos manantiales brotarán suave y plácidamente inmensos raudales de riqueza. £1 nacimiento, el matrimonio, la muerte, la pompa del culto, todo entra en la esfera del clero, quien en- cadenando los sentidos del hombre, cautiva su razón» cscudriíia su alma y penetra hasta las entretelas del co« WM>a. Los corfesumarioa del magnífico templo de Sao, «i Pedro, en donde hay sacerdotes que confiesan en todos los idiomas de la tierra, parecen manifestar que Roma, ' arbitra del orbe, conoce los secretos del mundo, y qué la cátedra de San Pedro, si puedo espresarmé asi, es el centro de la policía universal del globo. Dueños de la opinión pública por medio de la confesión, poseedores de la terrible arma de la excomnnion, ayudados por lo9 tribunales de la inquisición, sostenido» por la Francia, la España, el Portugal, Nápoles y gran parte de la Ita- lia, los pontífices romanos se declararon los primeros soberanos del mundo, y sueñan aun ser los jueces com* petentes de las naciones. ¿Consentiremos que estiendaa á nuestro hemisferio ya independiente esas estravagan- tés pretensiones? ¿Habrá en cada nueva república de América dos autoridades, una civil residente en esta parte de los mares, y otra espiritual en el centro de la Italia? ¿A unos gobiernos se les concederá el derecho de patronato, y á otros no? Estas son cuestiones dema- siado delicadas y muy superiores á mis cortos alcances para que yo pretenda resolverlas, pero que son de la nías alta trascendencia, y que hubierran arredrado al político menos reflexivo; mas la ambición es tan ciega como el amor; solo considera la consecución del objeto sin detenerse en los medios, aunque los reprúebe la razón y la prudencia. La misma revolución, habiendo ' desorganizado en Colombia los elementos de supersti»' cion, habiendo disminuido los frailes, casi acabado con los obispos y canónigos, habiendo insensiblemente acos- tumbrado al pueblo á nuevas reformas y á un nuevo órden de cosas, habia allanado las grandes dificultades que todo clero opone siempre al establecimiento dé la libertad y triunfo de la tolerancia. La sana política^ «consejaba en aquellas circunstancias dejar al' tiempo,52 § Ja instrucción pública, á la difusión de las luces, la de- cisión final de la cuestión de Roma, que envuelve los intereses vitales de todo el continente. Si faltaban cu- ras, fácil era haber mandado á Nueva-Orleans, Balti- more 6 Nueva-York á los que hubieran querido orde- narse, como se ha ejecutado en otras partes en estos úl- timos años, y así se hubiera provisto la iglesia de pas- tores que habrían á lo menos adquirido en su viage el espíritu de tolerancia que recomienda el Evangelio y está muy bien establecido en el Norte-América. Menos gravoso hubiera sido al estado este arbitrio que la dota- ción de los nuevos obispos y canónigos. Los 'párrocos son los únicos ministros indispensables para satisfacer las necesidades espirituales del pueblo, y á este único objeto, como promovedor de las buenas costumbres, debió haberse ceñido la solicitud del Libertador presi- dente. Con la revocación de la sabia ley de Colombia que fijaba 6 20 años en lugar de 12 y de 14 de edad Ja profesión monacal: con el fatal ejemplo de haber elevado á la silla episcopal de Caracas al fogoso señor Méndez, quien-en un rapto de superstición y de fana- tismo ultramontano dió en pleno senado y . en pública sesión una bofetada á un digno represensante de la na- ción y compañero suyo: con la renovación de los anti- guo» abusos que existían en los conventos de monjas y de frailes, se han malogrado, en gran parte los benefi» cios de la independencia. El pretendido Libertador, que fia libertado á los colombianos del yugo español, los ha sujetado por capricho ó por ambición á la coyunda ro« mana, sin preveer que mientras no se emancipen del»; dominación usurpada por la curia, restableciendo la ob- servancia de sus antiguos cánones, nada ban hecho coa e«taUecer la libertad,, porque tiene» debajo de sus pie»...53 •una mina que en la hora menos pensada reventar volará el edificio. Tal es la opinión del sabio y virtuoso D. Joaquin Villanueva, y en la qtie convienen todos Tos cristianos ilustrados. ¡Prohibir las obras de Jeremías Bentham en la tierra de los libertadores es un atentado •contra la civilización y la prueba mas evidente del pa- go retrogradado que ha dado Colombia! Los obispos han sostenido y apoyado las miras ambiciosas de Bolí- var, se han convertido en auxiliares de su absolutismo y se han encargado de atajarlos progresos de las luces y de 1» instrucción pública para facilitar la perpetuidad) del mando, Pero tanto ellos como su patrón Bolívar so han equivocado en sus cálculos: la ilustración colom- biana triunfará de los poderosos obstáculos que le prer senta la nueva unión del altar al alfange dictatorial: ella sabrá combatirlos, separarlos f asignar á cada uno el rango aislado en el orden social. La misión de Guzmart y el nombramiento de obispos fueron los medios de que se valió la ambición para derribar la constitución de Cúcuta, y abolir con ella el principio de tolerancia religiosa. De esta ceguedad dfcl general Bolívar, ó fal- ta de tino gubernativo, ha resultado la pérdida de su prestigio y gloria, ha descendido del alto rango de fama que ocupaba después di; la batalla de Ayacucho y se "ha puesto al nivel de esos felices aventureros, hijos de Ja guerra y de la fortuna, de que tanto abunda la hís- ria moderna, y sobre todo, la de la revolución de Fran- cia. ¡Pretender compararlo al héroe de los héroes del patriotismo, al inmortal entre los inmortales benefacto- res del género humano, al grande Washington, es pre- tender comparar un pigmeo á un gigante, el rutilante *ol de la libertad al invisible planeta Marte! Chile es uno de los países mas favorecidos del cielo-'04 .abunda en hona»!"*' instruidos y de talentos cultivados; pero desgraciadamente están tocados de la empleoma- nía, como verdaderos descendientes de españoles. El aspirantismo de algunos diputados contrarió en la con- vención del año de 22 las patrióticas intenciones de cuatro eclesiásticos que votaron á favor de la toleran- cia religiosa- No se estableció entonces por la oposi- ción que encontró en las estrechas miras de algunos ambiciosos que se valieron del resorte de la religión pa- ra engañar al pueblo y conducirlo á sus fines interesa- dos por el sendero de interminables revoluciones. Sepa- rar la religión del estado es quitar á la ambición (bajo cualquiera forma que se presente) su mas firmejapoyo; es destruir uno de los mas fuertes elementos de revolu- ción entre los infinitos que germinan en el seno de las nuevas repúblicas. La falta de instrucción y virtud es la que pierde á los nuevos estados; y mientras las ge- neraciones venideras no se eduquen en mejores escue- las que las que hemos tenido hasta aquí; mientras no se gcneraüce en el pueblo el amor al trabajo, al orden, al cultivo de las ciencias exactas é industriales, no hay es- peranzas de que las nuevas naciones gocen de paz y tran- quilidad; siempre serán víctimas ya de la ambición mili- tar, ya de la clerical, y frecuentemente de la unión de ambas. El espírrtu de anarquía, efecto de nuestra igno- rancia y mala educación, está entretejido en las fibras de nuestra organización política; es un mal horrendo, pero inevitable; mal que solo puede curar el tiempo ayu. dado de constantes y vigorosos esfuerzos en promover y dar un rápido impulso á la instrucción pública. El ais. hmiento de Chile, separado del Perú por el desierto do Aiacamcs, de la república argentina por la cordillera J ^el resv» deJ mundo por el Cabo de Hornos» ha «id»55 muy favorable al establecimiento de le paz interior, puea estando Ubre de todo riesgo de una invasión española*, pudo haber disminuido su ejército, haberse entregado al cultivo de sus fértiles tierras y dado impulso á sa co- mercio marítimo. Con todos los elementos que posee de grandeza y prosperidad ¿qué ha adelantado? Eche, mos un velo sobre esa triste historia, que con poca di- ferencia se ha repetido en todas las demás repúblicas. Consolémonos al ver que en el estado de atraso en que nos hallamos los males hubieran podido haber sido aun mayores, y que nuestro continente en medio de tan fu» tiestas revoluciones no ha producido monstruos sangui- narios como Robespierre, Marat, Couthon &c. Siempre hará honor á los gefes de Chile la conducta que obser* varón con el vicario apostólico el sr. Muzzi, quien tu¿ vo el arrojo de proponer oficialmente al ministro de re- laciones la abolición de la libertad de imprenta: ellos, se manejaron con la enérgica dignidad de hombres ilus» trados que conocen la línea de demarcación entre loa intereses espirituales y temporales. Este hecho nos prue- ba que Roma es enemiga de la imprenta, y que ni ofre- cer entrar en relaciones con los nuevos estados, su pri* mera pretensión es abolir la libertad de la prensa para que sucumban con ella las demás libertades públicas. Timeo dañaos et dona ferentes. El congreso de Chile discutió en el año de 24 la abo- lición de los diezmos: se suspendió la ejecución de es- ta ley por falta de fondos en el erario, quien ha segui- do percibiendo basca ahora las rentas decimales. En el año de 25 el gobierno estrañó del territorio de la república al ¡lustrísimo sr. obispo D. Santiago Rodrí- guez, y publicó nna esposicion de los motivos que le ha.* Kan compelido ú tomar semejante providencia. Estodocumento oficia! rpuede ser muy útil á los demás esr 'ta l >s que se hallen en semejante caso, y se recomienda "por la m oderacion con que está escrito y por la fuerza de los arjanintos qie presenta para probarla justicia del estrañm Jato. Trios los boiaires ilustrados de Chi- le han hecho y están haciendo constantes esfuerzos pa- ra establecer en su pais la libertad de cultos: en un dia- rio publicado en Santiago con el título de Liberal se ha- llan trozos muy elocuentes sobre esta interesante cues- tión: yo no puedo resistir al placer de transcribir aquí un discurso de Mirabeau, que citan los editores del Li- beral de Chile con fecha 11 de setiembre de 1824. • Jlfr. de Mirabeau en la asamblea nacional. „Yo no vengo á predicarla tolerancia: la libertad mas ilimitada en materia de religión es á mi ver un derecho ian sagrado, que si quisiera espresarse por la palabra lo- lerancia, esto mismo me parecería tiránico; pues la exis- tencia de tina autoridad que tuviese el poder de tolerar» átaearia la libertad de pensar, y en el hecho mismo que ella dijese que toleraba suponía que podía también no tolerar.... Se nos dice que el culto es un objeto de policía es. terior, y que de consiguiente pertenece á la sociedad el arreglarlo, permitiendo uno y prohibiendo otro. Yo pregunto á los que sostienen que el culto es un objeto de policía, si ellos hablan como católicos ó como legisladores. Si ellos proponen este argumento como católicos, ellos convienen en que el culto es un objeto de regla- ir ento, y que es una cosa puramente civil; mas si es •una cosa civil, es una institución humapa: si esuna.ins- lítucioa humajia, ella es falible y los hombres pueden57 ,¡mudarla: de donde se siguiria conforme á ellos, qq» e! culto católico no es de institución divina, y entonces di- ría yo que ellos no eran católicos. Si ellos proponen el argumento como legisladores y como hombres de estado, yo podré entonces hablarles como á hombres de estado, y desde luego le* diré que no es verdad que el culto sea una cosa de policía, aun- que Nerón y Domiciano lo hayan dicho para prohibir «1 culto de los cristianos. El culto consiste en oraciones, en himnos, en discursos y en diversos actos de adoración dados.á Dios por hombres, que se reúnen en común; y es del todo ab- surdo decir que un inspector de policía tiene derecho para componer los Oremus ó las Letanías. Lo que pertenece á la policía es impedir que nadie turbe el orden y tranquilidad pública; y ved aquí poi- qué ella vela en las calles, en las plazas, al rodedor de los templos y de las casas; pero ella no se mete á ar- reglar ó dirigir lo que se hace allí adentro: todo su po- der consiste en impedir que lo que se haga allí dentro lio dañe á los conciudadanos. Yo encuentro, pues, muy absurdo el pretender que para prevenir el desorden que pudiese ocasionarse de vuestras acciones sea preciso prohibiros vuestras mismas acciones: seguramente que esto es muy fá- cil; pero permítaseme dudar el que haya autoridad al- guna que tenga derecho para ello. N03 es permitido á todos formar tertulias, reuniones y sociedades de toda especie: el cuidado de la policía es impedir que estas reuniones no turben el órden públi- co; pero no puede ocurrirse que para que ellas no tur-, ben el órden público sea preciso prohibirlas absoluta-? fteate.58 f ueatro deber eí, pues, velar que ningún culto, ni aun el vuestro mismo, pueda turbar el orden público: voso* tros no podéis pasar de ahí. Be os habla sin cesar de un culto dominante. ¡Dominante, señores! Yo no puedo entender esta pa- labra, y necesito que se me defina ¿Quiere decir acaso un culto opresor? Pero vosotros habéis desterrado del todo esta palabra, y hombres que han asegurado ya los derechos de la libertad no demandarán nunca el de la opresión. ¿Es acaso el culto del gobierno? Pero el go- bierno no tiene derecho sobre las conciencias ni para arreglar las opiniones individuales. jO, en fin, quiere decirse por culto dominante el del mayor númerol Mas •1 culto es una opinión: tal ó tal culto es resultado de tal ó tal opinión; y las opiniones no son precisamente «1 resultado del mayor 6 menor número de votos; á ca. da uno pevtenece su pensamiento; él es independiente y vosotros no podéis obligarle. Y en efecto, ¿por qué ha habido siempre diversas re" ligionesl Porque siempre han habido diversas opiniones. Y la diversidad de opiniones resulta siempre de la di» Tersidad de talentos y espíritu, lo que no puede impe- dirse ni tampoco ser atacado. De donde se sigue, que el libre ejercicio de cualesquiera culto es un derecho que pertenece á cada uno. Luego debe respetarse su dere- cho Luego debe respetarse su culto. En fin, una opinión que fuese la del mayor número no por eso debería dominar. Esta es una palabra tirá-' nica, que debe ser desterrada del todo de nuestra legis- lación, porque sí vosotros la aplicáis en un caso, po- dréis también aplicarlá en todos los demás, y entonces tendréis un culto dominnnte, una filosofía dominante y sistema» dominantes. Nada debe dominar sino golo laju*»59 íiáa; no hay nada dominante sino el derecho" de cafo uno; todo lo demás debe estar sometido á esto. Y es evlw dente que el derecho de cada uno es hacer todo aqudl» que no dañe á oíro." El Perú ha presentado el raro espectáculo de ver (i nn clérigo anciano y virtuoso defender la causa de la tolerancia religiosa y considerarla como la base de la moral pública y verdadero apoyo de la prosperidad na? cional. El canónigo D. Toribio Rodríguez, rector del colegio de San Carlos, tan distinguido por su sabidu- ría como por su piedad, y á cuyo, celo y patriotismo debe el Perú la ilustración de sus mas dignos hijos, fue diputado en el congreso de Lima en-el ano de 1822. Allí peroró con toda la elocuencia de la virtud í\ favor de la libertad de cultos: bizo.yer el absurdo de copiar en el Nuevo-mundo el artículo de intolerancia de la constitución española, y concluyó aconsejando á sus conciudadanos que admitieran libremente todas las sec- tas cristianas, y que á lo menos se limitaran á declarar que la religión dominante del Perú seria la del Divino Salvador. Felices fueran en el día los nuevos estados de América si hubieran producido un número suficiente de varones tan ilustres por sus talentos, luces y virtudes cristianas como el Dr. D. Toribio Rodriguez. La mayor parte de las desgracias de Centro-Amé- rica y de las desavenencias del estado del Salvador con «1 de Guatemala provienen de la ambición de un cléri- go que á viva fuerza quiso ser obispo. No se concibe cómo un patriota de tanto mérito y luces como el sr, Dr. Delgado ha podido sacrificar los intereses de su patria á sus miras personales; pero este es un hecha que nadie puede revocar cu duda y que nos conduce 4¿tíOJTotoorttla doctrina que he espuestó sobre'la sepaW"- xion de los negocios espirituales de los temporales, y «leí ningún influjo que debe ejercer el clero en la polí- tica: mientras msnos ingerencia tenga en las delibera- ciones públicas, tanto mejor caminará todo gobierno en «1 sendero de las luces y de la civilización. El partido que se ha apoderado del mando en los Estados-Unidos «dó 8¡a efecto e«te graridioBo y benéfico proyecto,'Si los legisladores de México, que tanto se distinguie- ron por su sabiduría en el congreso constituyente, hu- bieran imitado el ejemplo del Brasil, de Buenos-Ayrea y de Colombia: si hubieran establecido directa ó indi- rectamente el principio de tolerancia religiosa, ¡qué ser- vicio tan importante hubieran hecho! No faltaron sin embargo diputados que lo reclamaran, y en esta oca- sión pronunció el sr. D. Juan de Dios Cañedo un dis- curso que hará eterno honor á la ilustración jálisciense.' Mucho influjo tuvieron en la decisión fie esta cuestión los clérigos que habia en el congreso, lo que subminis- tra una nueva prueba de lo perjudicial que son en el ejercicio de los negocios públicos, y cuan importante es aislarlos en sus iglesias y dejarlos ejercer su imperio espiritual sin mezcla de lo temporal, (como sucede en el Norte-América) pero rodeados de respeto, de como- didades y de los profundos sentimientos de veneración que exige la alta dignidad de su ministerio. Ellos supu- sieron que los mexicanos estaban mas atrasados en lu- ces y civilización que los brasileros, argentinos y colom- bianos, y que no estaban aun proparados para, admitir Ja tolerancia religiosa, y en esto se equivocaron, hacien- do notable injuria á la ilustración y docilidad del pue- blo anahuacense. El que haya viajado en Bueilos-Ay-. fes, Colombia, Perú, Chile y Centro-América, habrá observado que todos los americanos somos hijos de unos mismos padres, todos hemos recibido la misma educa- ción, profesamos la misma religión, hablamos el mismo idioma, tenemos los mismos usos y costumbres, estamos plagados de los mismos vicios y adornados de las mis- mas cualidades, en fin, somos en todo y por todo ver» daderos hermanos. Existiendo tal identidad de circuns- taacias, ¿cómo en unos países se ha proclamado la lo*66 Jerancia religiosa y en otros no? Esta diferencia no ha provenido de la ilustración, que es poco mas ó menos igual en todos, sino de la casualidad de haber tenido en los varios congresos mayor ó menor número de cléri- gos 6 de ambiciosos aspirantes al supremo poder, que ban considerado la religión como el mas útil y seguro instrumento para la ejecución de sus egoísticos planes* ¿Cómo los brasileros, reputado» por los mas atrasados» han establecido la tolerancia] ¿Y por eso han dejado de ser católico» apostólicos romanos? ¿No existen los judíos en Roma? ¿No tienen en Liorna una soberbia y rica sinagoga? ¿No profesan públicamente su culto en la supersticiosa Italia? ¿En qué nos fundamos, pues, para prohibir ¿ los protestantes, que son tan cristianos como nosotros, de levantar templos en el territorio de la república para adorar al mismo Dios, rezando mismo Credo que nosotros, repitiendo el mismo Padre nuestro, leyendo los mismos Santos Evangelios y te- niendo la misma fe en la divinidad de Nuestro Senoc Jesucristo? ¿Enla esclava Italia habrá tolerancia de culo tos para los judíos y protestantes, y no la habrá en la tierra de la libertad, en la independiente república de. México? Lo que se tolera en las márgenes del Tíber ¿no podrá tolerarse á orillas del lago de Chalco? ¿No repugna á la razón semejante anomalía? Con detrU mentó de las colonias y de los intereses nacionales ¿tendremos el necio orgullo de querer ser aun mas ca« tólicos apostólicos romanos que los mismos romanos, ios brasileros y nuestros hermanos de JBuenos-Ayres j de Colombia? ¡Ah! mas bien imitemos el noble ejem« pío de tolerancia que nos han dado; elevémonos á la al» tura de la libertad política que hemos proclamado, rc^ B&vmoa los obstáculos que ee opone» á un buen sU-b'7 tema de colonización, y permitamos á los escoceses^ suizos y alemanes que levanten los templos que gus- ten. El apodo de protestantes no nos debe asustar des* de que hemos protestado públicamente contra los abu- sos del poder temporal del papa, desde que nuestro» clérigos y cabildos eclesiásticos no se conformaron y protestaron contra la célebre encíclica de León XII, en la que nos íxortaba á que volviésemos al ignomi- nioso yugo del déspota Fernando VII Todos conoci- mos en este caso el impolítico abuso del poder tempo- ral de la corte de Roma: demasiado ilustrados sobre nuestros imprescriptibles derechos de libertad para de- jarnos seducir por las insidiosas miras de su Santidad, iios burlamos justamente de los Imprudentes consejo» de esclavitud que nos daba, y protestamos contra aquel esceso de autoridad temporal como los ingleses, suizo» y alemanes protestaron contra las demasías espiritual les de la curia romana. Convertidos, pues, por la encí- clica de León Xll en prorestantes políticos, no tenes- mos ya escifta para prohibir á los protestantes escoce- ses é ingleses el ejercicio de su culto, y para impedir- les que vengan á colonizar el estado de Tejas y Cali- fornias: lo que mas nos interesa es que sean robustos:, laboriosos y que traigan muchos capitales de 3U0 á 400 ps. En estas coloniast de alemanes y anglo-mexicanos, 6 mas bien planteles de trabajadores activos, inteligen- tes y sumisos á la autoridad local, debe la república li¡. brar sus futuras esperanzas de verdadera y positiva pros- peridad. Facilitar los medios de una buena colonización e» arrancar nuevas riquezas á la tierra, es generalizar el bienestar, proteger la agricultura y fomentar la di- visión de la propiedad, objeto importantísimo que nun- ca debe perder de vista la sabiduría del gobierno. Los68 propietarios pequeños, pero bien acomodados, sostie- nen millones de familias, pagan la mayor parte de las contribuciones y constituyen la fuerza activa del'esta- do. Mejorar su suerte enseñándoles el arte de multi- plicar los productos de la tierra, perfeccionar los méto- dos agrícolas, esparcir entre ellos la moral evangélica, atender á la educación de sus bijos, reformar sus cos- tumbres aumentando &us conveniencias y haciéndolos mas ricos, es preparar á la patria un incremento de poder y fuerza, es ponerla en el recto camino de la civilización, del poder y de la grandeza. Estos son los beneficios que podrían resultar á la agricultura de un buen sistema de colonias estrangeras, ti que exige im- periosamente el establecimiento de la libertad de cultos. Los ingleses, suizos, alemanes y holandeses llevan á todas partes á donde la suerte los conduce un espíritu de órden, de aseo y de economía que es admirable y digno de imitación. Para probar hasta donde llevan el talento de economía, me ceñiré al único ejemplar de la construcción de casas. Antes de empeear una fábri- ca determinan el número de años que ha de durar, cal- culan la resistencia de los materiales que han de em. plear, y raciocinan del modo siguiente: „Quiero cons- truir una casa que ha de durar 400 años; ha de ser por consiguiente de cal y canto, de la mejor piedra y de los materiales mas fuertes, y me costará 209 ps. Esta mis- ma casa con iguales comodidades, de igual tamaño y construida de ladrillos y materiales menos costosos me duraría Cü años ó la séptima parte del tiempo de la otra, y me costaría la mitad menos. En una casa de menos duración gasto 109 ps. y me quedan los otros 103 ps„ que puestos á réditos en mejoras rurales ó en fondos públicos bien acreditados, me rinden 5 por 100 al auq-69 Supondré el 3 por 100 á fin de hacer el cálculo por lo¡ bajo. Al cabo de 60 años mi capital-de 103 ps. al 8 por 100 me dará un producto de 58.920 ps. Si tengo que volver á edificar mi casa, solo gastaré 109 ps., quedándome un beneficio de 48.920 ps. Si l0g i09 ps, me .hubieran rendido un 5 por 100 al año, yo habría economizado 86.780 ps., y me hubiera enriquecido con solo la acumulación de los inteseses de los IOS ps. eco. nominados en la colfetruccion de la casa." Este espíri- tu de economía, ó aplicación de la inteligencia al futuro bienestar, ejerce un benigno influjo en la moralidad del pueblo, y no se deben descuidar los medios de fomen- tarlo: la buena colonización es uno de ellos, y vuelve á reproducir la necesidad de la tolerancia religiosa, sin la cual no hay esperanzas de obtener colonias útiles y bien arregladas. > Este principio de economía, sobre todo en la cons- trucción de casas, es tan conocido en Holanda, Ingla- terra y Suiza, que con bastante frecuencia se oye decir en Londres, que el viento se ha llevado el techo de tal y tal casa, porque estaba acabado ó para acabarse el tér- mino de su duración, el mismo que el arquitecto esti- puló en el contrato que hizo. Los materiales están cal- culados para cierto número de años, y de allí no pasa; se viene abajo el edificio cumplido el término. Este espíritu de economía y de previsión para lo fu- turo ha dado origen á los bancos de ahorro que tantos beneficios han producido en Europa y producirían en- tre nosoti-03. El objeto de estos establecimientos es de escitar entre los pobres hábitos de economía, y de ese modo distraerlos de los vicios y malas compañías: el artesano, por ejemplo, que ha ganado seis pesos en la semana y solo ha gastado tres para mantenerse, le que-dan otros tres que puede ahorrar: si los conserva en lfl casa, está espuesto á la tentación de disiparlos en jue- gos ó bebidas; pero si los pone en un banco de ahor# ro, los libra de todo riesgo. Si continúa economizando tres pesos á la semana, al cabo del año se encontrará con una suma de 156 ps., la que le redituará un inte» rés de 3 á 5 por 100, y al cabo de 10 años habrá acu- mulado insensiblemente un capital que lo pondrá en es. tado de aumentar su giro y de goafcr en su vejez de co- modidades, á las que no podria aspirar sin este pru- dente cálculo de previsión.-—En estos bancos de ahor- ros, que están siempre manejados por los primeros y mas puros patriotas del pais, los artesanos, jornaleros, criados y pobres de todas clases depositan el fruto de sus ahorros desde un real hasta un valor indetermina- do el banco abona el interés de un 3 ó de un 5 por 100 al año: todos los años se arreglan las cuentas el lt° de enero: el interés se agrega al capital depositado, y esta nueva suma sigue aumentándose progresiva- mente. El importe del capital con su respectiva acumulación de intereses está siempre á la disposición de quien hi- zo el depósito, quien puede sacarlo cuando guste, dan- do un previo aviso quince dias antes. Es tan estraordinaria la íntima relación que tiene el aseo con la economía y la instrucción, que Mr. C. Du- pin (de quien he sacado estos datos) ha formado un ma- pa de la instrucción popular de Francia, y ha marca- do los departamentos mas instruidos con rayas blan- cas, y los mas ignorantes con rayas negras. Este mis- mo mapa indica con corta diferencia el estado de aseo ó desaseo de los varios departamentos de Francia. Domlo bay instrucción hay aseo; donde reina la igno-n rancia predomina el desaseo, y está muy en el órden de la .naturaleza que así suceda. El aseo resulta de la atención diaria y constante en colocar en,órden los ob. jetos de nuestro uso, en poner cada cosa en su lugar, en impedir que nada se manche, se rompa ó deteriore con el polvo, la humedad 6 cualquiera causa de des- cuido: es la razón aplicada constantemente al sentí» miento del bienestar físico, al espíritu de orden, de con» servacion, en fin, á la idea de lo futuro..Tales hábitos, tales usos y tales sentimientos solo pueden existir en naciones como la Inglaterra, la Holanda y la Suiza, en donde la inteligencia de las últimas clases del pue- blo está cultivada por una esmerada educación. El aseo es fuente de economía, pues alarga la duración de los objetos y cuida de su conservación, hermosea y espar» ce la simetría y el contento en donde se encuentra. Nada entristece mas que la idea de la destrucción, que despierta el recuerdo de la muerte: por lo mismo nada desagrada mas que el desórden, el abandono y porquería de ujíá casa. Al contrario todo respira vida en los aposentos bien cuidados, barridos y ventilados; el aire qne agita y ondea las blancas cortinas, el brillo de los cristales y espejos, la tersura de Jos muebles, los variados matices de las alfombras, todo alegra la vista é inspira ideas de harmonía, de placer y bienestar. El aseo, fruto precioso de la civilización, puede con- siderarse como el termómetro del órden y de la ins- trucción de un pueblo. El desaseo, compañero inse- parable de la ignorancia, pertenece á los tiempos bár- baros y á los pueblos incultos, trae consigo las epide- mias morales y físicas y cuesta mas que la limpieza; esta conserva y el otro destruye y aniquila todo. El desasco de las casas está regularmente acompañado del7* (ImcuMo en la elección y preparación de los alimentos y bebidas, le donde provienen las enfermedades epi- démicas, que son muy frecuentes en los pueblos bár- baros, y casi desconocidas en los cultos. „Hay tres á cuatro siglos, dice Mr. Dupin, la Francia era bárbara y sucia; pueblos enteros desaparecían y eran víctima» de pestes engendradas por la inmundicia, por la faltü de policía y por la carencia de baños. Entonces eran muy generales las enfermedades del cutis: la lepra era tan común, que había muchos hospitales destinados á cu- rar á los infelices que estaban afligidos de una plaga transmitida por la incuria y desaseo de generaciones ignorantes " Así, pues, debemos alejarde nosotros la ima- gen de esos horribles siglos de inmundicia física y mo- ral, apartar los ojos de aquella época en que los hom- bres eran groseros, inhumanos y bárbaros, cuando es- taban divididos en viles esclavos ó crueles señores: de- bemos repelerlos porque eran siglos pestíferos y enfer- mizos, siglos asquerosos y repugnantes por todos esti- los. En esos tiempos se estableció la inquisición. El fa- natismo amoldó á sus pasiones la caridad cristiana, la que habiéndose disfrazado y transformádose en verdu- go, levantó hogueras, inventó tormentos, quemó judíos, moros y brujas, fomentó los odios, se entregó á la ven- ganza invocando y profanando el nombre del dulcísimo Salvador, y completó, en fin, el cuadro de la degrada- ción h amana, tan inmunda en la parte moral como en la física. Los que hayan observado la ínfima clase de la población de México conocerán que no se pierde el tiempo en recomendar el aseo y en trabajar en esten- der este infalible signo de civilización. He visto coa sumo placer los progresos que hemos hecho desde el »uo de 1821, época en que los esü-angeros empezaron*8 ¿ establecerse «irtre nosotros. Una gran parte del pue, blo que antes andaba casi desnuda, está ahora ves- tida: los caballeros que se afeitaban una ó dos veces »- ]a semana, se afeitan y mudan de camisa todos los dias: las tiendas que estaban tan sucias, están ahora blan- queadas ó pintadas: en las casas principales mudaban los manteles de la mesa una ó dos veces á la semana, y ahora es de moda cambiarlos diariamente. Los criados están mas limpios, las casas mejor puestas, los muebles son mas finos, los coches mas elegantes, los pianos, los libros y las buenas estampas se han generalizado mas; todo indica un desarrollo aunque lento de bienes, tar físico: los oficios de sastres, zapateros, silleros, car- roceros han adelantado bajo los auspicios de la inde- pendencia. Estos progresos de civilización que se no- tan en la capital pueden atribuirsp al comercio, al roce, y trato con ingleses, alemanes y franceses: estiéndase por medio de colonias esta comunicación, y pronto se difundirán estas ventajas y deseos de adelanto en la ma- sa de la nación. Colonias bien formadas de escoceses yalemanes eu el estado de Tejas servirían á neutralizar el influjo que van adquiriendo los vecinos de la Nueva-Orleans que se han establecido en aquel punto: influjo que podría con el tiempo ser perjudicial á la prosperidad mexica- na, y que lejos de aumentar entra en los cálculos de lu política disminuir. Unas colonias bien organizadas éc alemanes y escoceses, situadas entre Loredo y Man- elova sobre las márgenes del rio Bravo del-Norte, *er- virian de núcleo para formar colonias mexicanas, que irian estendiéndose desde el rio Colorado de Tejas has- ta el Sabina, y establecerán una frontera capaz de .con- tener cualquiera ataque parcial que ¡atentaren hacer losH imichos aventureros que se reúnen en Nueva-Orleaní, lugar de refugio y último asilo de los piratas y crimina* fes de todas partes del mundo. El ejemplo de orden, de industria, de economía y de trabajo que los escoce- ses y alemanes nos dañan, se convertiría en una espe- cie de escuela practica de buenas costumbres y de edu- cación popular, que seria muy útil en el estado de atra- co en que nos hallamos: también servirían á protegef Jos límites de la república de la invasión de los bárbaros. A maa de estas ventajas el éxito de una buena coloni- zación compuesta de escoceses y alemanes nos condu- ciría á desterrar la mendicidad de las grandes poblacio- nes y á formar colonias agrícolas de pobres, como se practica en Holanda y en los Paises-Bajos. Este sistema de recoger á los pobres de las grandes ciudades, de reunirlos en masa, de asignarles tierras, de hacerlos trabajar con los fondos que les subministra la caridad, y de formar con ellos colonias agrícolas, es Utto de los arbitrios de que se vale la moderna civiliza- ción para desterrar la mendicidad de una nación, des- cargarla del peso de la miseria, y agotar en »u origen el pestífero manantial de la inmoralidad. El pobre que pide limosna en una ciudad grande, y que por este nuevo plan de colonias pasa de repente del estado de mendigo al de propietario y cultivador, cam- bia insensiblemente de costumbres; poco á poco se va acomodando á sus nuevas circunstancias, va adquirien- do guato por un trabajo que lo sustenta y que reanima sus esperanzas de un porvenir mas feliz; su mismo iu- tftrás le hace renunciar á las bebidas fuertes, á las ma- las compañías, y paulatinamente va adquiriendo hábi- tos de órden, de moralidad y de religión. ' Munidos los pobres en grandes colonias agrícola»»n <« mas fácil encaminarlos al bien y eonegír sus costum» fcres que cuando están diseminados en grandes poblar ciones. Conociendo que la sociedad se ocupa d^ ellogg que los mira con afecto y solicitud, y no con desprecio, su alma recobra su primitiva elasticidad, y ellos empie. ían á sentir la dignidad de hombres. El orgullo de ha- ber arrancado á la tierra sus alimentos y vestidos, de haber adquirido por su trabajo muebles y comodidades que antes no tenian, les inspira el amor de la indepen- dencia, el amor de la virtud y el deseo de ser ciudada- nos útiles á Ja patria. En establecimientos de esta cla- se, en donde la caridad auxilia al pobre sin degradarlo, brilla el triunfo de la moderna civilización, que no ea. Otra cosa mas que la unión del trabajo á la moral, ó la alianza del cristianismo con la libertad. Otro beneficio que resulta de la reunión de pobre» en colonias agrícolas es la distribución mas equitativa y mejor arreglada de los mismos dones de la caridad, los que se reparten en el dia sin método alguno, de ua modo indiscreto y desigual. En las grandes ciudades en donde la mendicidad eft una especie de profesión, los mas atrevidos arrancan con importunidad limosnas que no pueden alcanzar lo» mas necesitados; unos viven con desahogo y otros en la mas horrenda miseria: la impudencia, el vicio y la desvergüenza logran grandes ventajas sobre la virtud desvalida, el pundonor y la modestia. Los malos hacen en algún modo el monopolio de la caridad con perjui- cio da los buenos, y conservando sus hábitos de pereza (a corrupción: no sucede así cuando éstán éefinj colonias. Esas mismas sumas que desem- bote ¡ad pora mantener holgazanes y viciosos s eapitalesj se convierten en medios de1Ü reforma y de felicidad páralos pobres cuando están reu» nidos en una hei mosa campiña. En lugar de dinero re- ciben una casa pequeña, pero aseada, muebles como, dos aunque toscos, instrumentos aratorios, en fin, cuan» to necesitan, obligándose á devolver el importe de lo» desembolsos antieipados cuando lo hayan adquirido con su trabajo: siguiendo este método todos disfrutan igualmente de los beneficios de la caridad. No están es. puestos tampoco á ninguna contingencia, pues si falta la cosecha ó les sobreviene alguna desgracia intempes. tiva, del mismo fondo de beneficencia se les proporcio- nan medios de vivir y sumas adelantadas para continuar en sus tareas. Si la sociedad no se ocupa en mejorar la 6uerte del pobre, si lo abandona, si corta sus relaciones con sus 8emejantes, si lo priva de sus derechos y de las ventajas de la vida social, ¿qué interés puede tomar este hom- bre aislado en los progresos y.conservacion de esta mis- ma sociedad que lo desatiende y lo mira con una indi, ferencia que toca en el desprecio? Es natural que se desespere, se inhabilite para todo acto de virtud, se con- pidere en guerra abierta con sus semejantes, renuncie á todo sentimiento de honor y vergüenza, se acostum- bre al vicio- y se convierta en vagamundo, picaro y malvado. Las malas instituciones multiplican los críme- nes y las miserias de los pobres, al paso que las buenas las disminuyen por la constante atención y vigilancia que prestan en beneficiar esta interesante parte de la sociedad. La planta nacida en un terreno ingrato ó in- culto se mejora y crece con mayor vigor trasplantada á un suelo feraz y bien cultivado. La existencia de las colonias de mendigos manifiesta esta verdad: allí se ven ~f se* palpan diariamente los progresos «pie hacen en el77 trabajo, en la industria y en las hábitos de órden. Lo» padres labran-los campos, las madres trabajan en sus casas, los niños aprenden á leer ¡en k/s escuelas, los en- fermos encuentran remedios en la botica, todo» tienen un buen médico que los cure y un capellán que los con- suele en sus trabajos y les enseñe el camino del cielo. Las colonias agrícolas lejos de-ser un lugar dó desarrollando su cuerpo, su entendimiento y aa81 tilma, hasta que sus órganos adquieren aquel grado de ■perfección que les ha asignado la naturaleza, y le pro» porcionan el goce de la salud, las ventajas de una ca¿ beza bien organizada, de un co:razon \>jen formado y el convencimiento de que la virtud! es la bas» de toda ver- dadera prosperidad. Esta es la e ducacion que conviene 6 los pueblos, y la que debe proitiover todo buen gobier- no, y á tan importantes objetos tienden las escuelas de niños que se han establecido desde ahora diez años: este es un gran paso dado á favor de la instrucción popular. También son muy útiles las boticas colocadas en varios puntos de la población para distiibuir gratis los medica, mentos á los pobres. Entra también en los planes de beneficencia la erección de hospitales caseros y otra» instituciones que ha introducido el 8ub:úne genio del cristianismo, repartiendo con equidad y aplicando con prudencia los fondos de ía caridad. Si al que está durmiendo en un cuarto obscuro de re- pente le abren la ventana y le despiertan hiriendo sua ojos con la luz del sol, ¿no experimentará una sensación desapacible? ¿Pues qué estraño puede parecer que hom- bres sabios, que nunca han viajado ni salido de México» y que han adquirido una vasta instrucción en los libros1 que aprobaba el santo oficio, se incomoden, se asusten al oír por la primera vez el sonido de la verdad y la roz tremenda del siglo, que les grita: „En favor de la „moral pública y de la misma gloria de la religión se ,,proclama su perfecta independencia del estado y se j.decreta que la libertad de culW3 es 'a base de la pc»M- >,tica moderna."1? Toleremos su enojo: que es tan natura como el deseo que nos anima de servir la causa del ver- dadero cristianismo y de la humanidad. Sin embargo, eomo lo» preocupados y ios que no lo son todos tienes82 ¡gua1 deTecho á «er respetados en bus opiniones, cuales- quiera que sean, no chocando con los sentimientos apro* bados por el honor y la decencia, la prudencia dicta de empezar el ensayo de la tolerancia religiosa en el esta- do de Tejas y territorios de Californias. Como están muy lejos del centro d e la población no habría impe- dimento en conceder á. los ingleses y alemanes que qui- fiieraa colonizar esa parte de la república el privilegio de levantar sus iglesias y de ejercer públicamente tu culto. El gobierno podría vender esas fértiles tierras, y con su producto ir amortizando la deuda estrangera. La venta de tierras ha sido la gran mina que han traba- jado los anglo-americanos, y la que mas ha contribuido á estinguir la deuda nacional. La misma efervescencia de los partidos, que tanto ir- rita los ánimos, no puede tener muy larga duración, y conduce insensiblemente á la indulgencia: después de una violenta agitación y de escenas de horror, como la de la Acordada, los corazones desean paz y tranquili- dad: el tiempo va poco á poco amortiguando los odios. Ips de una y otra facción se van acostumbrando á ver- se y tratarse, de donde nace una especie de tolerancia política. Cada uno sin cambiar de modo de pensar to- lera el de su vecino, y así vemos hoy que viven sin re- ñir unos con otros el borbonísta, el iturbidista, el cen- tralista, el federalista, el guerrerista, el pedracista, el jalapista, el yorkino, el escocés y el novenario. Si el mismo curso de la revolución nos impele á sufrir opi- niones opuestas á las nuestras en materias políticas, que afectan los mas caros y mas inmediatos intereses de nuestro bienestar, ¿qué razón hay para que no tolere- mos á los que no piensan como nosotros en puntos de región» que üq tieaeu couexion alguna coa nuestraexistencia civil1? ¿Por qué impediremos adorar á Dió0t al padre común de los mortales, según sus usos y cos- tumbres, al luterano, al calvinista, al presbiterano, al anglicano, al anabaptista, metodista, cufícaro, unitario, morabe y temblador? Así como toca á los ínimstros del altar predicar la tolerancia política para evitar un cho- que entre los diversos partidos contendientes y promo- ver la paz interior que tanto necesitamos, del mismo mo. do toca á los verdaderos amantes del pais generalizar las ideas sobre tolerancia religiosa para introducir con ella la reforma de las buenas costumbres, e] estableci- miento de eolonias estrangeras, la abolición de la men- dicidad, el aumento de la población, el fomento de la agricultura, el impulso del comercio y los progresos de la industria. El sabio Fleury en su discurso 4.° sobre la historia eclesiástica dice: „Las ceremonias y iodo el curso es- tertor no son mas que la corteza de la religión, pues „solo la virtud es esencial." Pegados á tan respetable testo, atengámonos á la esencia del cristianismo y no á SUS apariencias; seamos tolerantes como su divino au- tor; y lijemos nuestras instituciones sobre la diamanti- na base de la moral evangélica y de la virtud. Solo guiado por los mas puros deseos de ser útil á la gloriosa causa de la independencia, y de fijar la li- bertad política sobre la libertad de cultos, me he deci- dido á publicar este ensayo. Si las opiniones que en- cierra chocan por su nove lad á muchos de mis con- ciudadanos distinguidos por su virtud y saber, les supli- co tengan la bondad de examinarlas con indulgencia, y de considerar que no tengo el mérito de la invención, que no son mías, que pertenecen á la moderna civili- zación y están adoptadas por todos los hombres de £u««4 topa y demá* partes del globo que están al corriente de los negocios públicos, de la marcha de los gobier- nos y progresos de las luces. En apoy° de Ia toleracncia religiosa apelo á la írre. CUsaWe autoridad del sabio y virtuoso arzobispo de Cam- Jjray. Fenelon en su obra titulada: Dirección para 1* conciencia de un rey, trae el siguiente rasgo, que con» viene ,á todos los gobiernos del mundo. „Sobre todo, nunca obliguéis á vuestros subditos á „mudar de religión. Ningún poder humano puede lie. ^,gar á forzar el atrincheramiento impenetrable de la jjljbertad de un coraron. La fuerza jamás puede per- ^suadir á dos hon^bres; ella no hace sino hipócritas* „Cuando los reyes se mezclan en materia de religión, „en lugar de protegerla no hacen mas que esclavizarla. ^Conceded á todos la tolerancia civil, no porque lo waprobeU todo como indiferente, sino sufriendo con >,paciencia todo lo que Dios sufre, y tratando de atraer ,,á los hombres por uña dulce persuasión." ;Feliz me estimaré si este opúsculo contribuyere á .remover los obstáculos que se oponen á la reforma de la moral pública y al verdadero sistema de coloniza- ción, que es del interés público establecer en el estado de Tejas y territorios de las Californias. ¡Quiera el cie- jo propicio á mis votos que se calme el furor de las opi- juiones políticas; que el yorkino y el escocés, el católi- co y el protestante vivan en paz y armonía, se sirvan recíprocamente, se amen, se respeten, y solo rivalicen en mejorar sus costumbres, en desterrar la mendici- dad de las grandes ciudades, en difundir las luces y en ^tender á todas partes los beneficios de la caridad cris, tiana. Si á pesar de las puras y patrióticas intentenciq- tót» ojie han dirigido jai pliuna reprueba este eepiito el85 espíritu del antiguo fanatismo, y el estado de atraso de la opinión pública en esta delicada materia, me queda» tá el consuelo de haber obrado según mi conciencia, y de haber tenido suficiente energía par& esponer ideas que han de triunfar con el transcurso del tiempo, pues están ya sancionadas por la esperiencia de Iob pueblos mas adelantados en civilización, y son las únicas que pueden conducir á la república á bu gloria y prospe- ridad.86 NOTA. . Este ensayo se empezó á trabajar en noviembre d* 1830, y se acabo de ünpiimir a principios del año de 1831- Se suspendió por entonces su total conclusión á causa de las ocupaciones de la imprenta, FE DE ERRATAS. Pág. 45. lin. 13 léase: „fue necesario despojar & Buenos-Ayres de sus provincias del Alto-Perú;" y su- prímase: y al Perú de sus mejores posiciones. Pág. 46 lin. 7 léase: „No se diga que Buenss-Ay- res dejó á las provincias del Alto-Perú en libertad de agregarse ó de separarse de su antigua capital." Id. id. lín. 15 léase: «puerto," en lugar de puertas. Id. id. lín. últíhia léase: „formó de los despojos de Buenos-Ayres una colonia colombiana &c." Pág. 48 lín. 26 en lugar de „amfociónica" lease-- iftnfuciáiiica.87 INDICE. introducción.............•.........\....Pag- 3 Efundo industrial....................,....... 7 Mundo político......................„....... 8 Mundo artístico............................... 10 Mundo religioso.............................. 11 Separación de la religión del estado............... 13 Toda religión dominante es opresora............. 14 Norte-América....................... ....... 15 Rusia ...................................... 19 España, Inglaterra....................-..... 20 Holanda................................... 23 Suecia, Jllemania............................ 24 Suiza..................................... 26 Precepto del domingo.........>................. 28 Comparación de riqueza entre España y Pritsia,m,m 31 Los párrocos están generalmente mejor dotados en los Estados- Unidos del Norte-América ojtu en In- glaterra y demás partes del globo en donde existe una religión dominante.............. *....... 35 Importancia moral que el cristianismo debe ejercer en la sociedad. Discurso de Mr. Elery Chxmng... 37 Brasü..................................... 39 Dean de Córdova. República argentina........... 42 Colombia................................... 43 Chite...................................... 58 Perú, Centro-América........................ 59 intima conexión ie la tolerancia religiosa con el es- tablecimiento de colonias estrangera%............ 60 Espíritu de brden y economía de los ingleses, suizo» y alemanes ............................... 68 ¿¿unco* de ahorro........................ •••• f>#Conexión de la Wtnm\a ton ti ateo y ton la ínstruc cion...............•• .... .••......... 70 política de Múxico con respecto al estado de Tejas.. 73 Colonias agrícolas de pobres.................... 74 Cálculo de nwrtalidad en los países protestantes y en los católicas. .,......'.»...............• • • • 77 Conclusión. ••»..*•»'•'»••........*•»'•*•«••••• &f