GUERRA DÉ RELIGION ANUNCIADA POR EL R. OBISPO Y CABILDO DE OAJACA, * En la contestación que dieron al dictámen de las co- misione* sobre las instrucciones al enviado á Roma. J^Lcaba de llegar 4 mis manos nn cuaderno titulado: ,,Contes- tación del obispo y cabildo de Oajaca al oficio del exmu. señor ministro de justicia y negocios eclesiásticos, fecha -19 de marzo de 826, con que á nombre del exmo- eeñor presidente de la federación les remitió el dictamen de los señores de las comisiones unidas de re- laciones y eclesiástica de 28 de febrero del mismo año, sobre ins- trucciones al enviado á Roma cerca de S. S. la suprema cabeza de la iglesia. * * Con demasiada admiración y escándalo leí este insultante pa- pel, en el que no sé lo que sobreabunda, si el error, ó el mas or- gulloso desacato á las autoridades. No es mi intención hacer de él una crítica rigorosa, lo prime- ro porque e* muy largo, consta de 55 páginas, y creo que en ca- da página ha/ 55 equivocaciones groseras: lo segund), porque ya están estas victoriosamente desvanecidas por los filósofos mo- dernos (y no herege¿); y lo tercero, porque los sabios comisiona- dos y otros muchos se encargarán de analizarlo, y la imr/Ugnacioti saldrá con el brillo que mi tosca pluma y pequeños talentos no pueden darle. Sin embargo haré unas ligeras apuntaciones sobre el cuaderno, para que su lectura no sorprenda á los incautos. , Todo el empeño del R. obispo y cabildo es centralizar la cristiandad, y • -peei¡ilmente esta América, sujetándola al papa en lo espiritual y emporal. Para esto adula al obispo de Roma hasta mas no poder, no solamente . defendiendo su primado de orden y jurisdr-cion que nadie le niega, sino queriendo probar que el gobierno de la iglesia es monárquico (le faltó decir, des- pótico absoluto). Aunque Jesucristo claramente dijo ,.que su reino no „era de este mundo, y que si lo fuera, sus ministros saldrían á ,,estorbar que fuese entregado á sus enemigosaunque el mismo maestro Jesús reconoció las autoridades civiles y á Pilatos le con- fesó el poder judicial que tenia sobre él, y aunque san Pablo cla- ramente dice que toda alma, hasta los presbíteros y los profetas de- ben estar sujetos á las potestades de la tierra, el R. obispo y su cabildo no quieren entrar por ese aro. El reino de tritio, dicen2. con muchagarbo, ei .is aquella petición: advenía' regnum tuum; venga á nos el tu reino. Si su reino está en el mundo, y nosotros vivimos en el ¿á qué fin pedirle que nos lo dé cuando ya nos lo tiene dado? Pero como cuando escriben las pasiones se estrellan con la verdad, no es mucho que el P. obispo y sus canónigos, después de haber asentado que el reino de Jesucristo está en este mundo en la pág. 6, en la 33 se desmientan sin sentirlo. Kn esta dicen: ,,A ,,sus discípulos les habló Jesucristo mucho de su reino, en tenni- ,,nos que los hijos ambiciosos del Zebedeo, juzgando que era de ,,este mundo, y que prometía ventajas populares, echaron de em- ,,peíío á su madre para que Ies solicitase los puestos mas altos ,,del reino.** He aquí á los hijos del Zebedeo engañados como los canónigos de Oajaca, creyendo que el reino de Cristo era de este mundo, y he aqui á los canónigos confesando su error igual al de los hijos del Zebedeo, y creyendo que prometía ventajas populares. En esto no iban muy fuera de camino. Si yo creyera que el reino de Jesucristo estaba en este mundo, creería que estaba solamente entre los ¡••toas, cardenales, obispos, canónigos, generales de órde- nes religiosas, provinciales gordos y clérigos ricos, porque estos sí que disfrutan las ventajas temporaleé, los puestos altos y las su- premas sillas á que aspiraban los hijos del Zebedeo. Pero trabajan en vano el R. obispo y los canónigos de Oaja- ca en querernos persuadir este error ni menos que el gobierno de la iglesia, sea monárquico: él tiene y siempre tuvo todo el carác- ter dtí representativo democrático. Ni san Pedro mismo con todo su prima-!<> se creyó superior á los apóstoles ni estos inferiores á el. San Pedro nunca usó de unos títulos que indicaran una autoridad absoluta sobre sus compañeros, antes se llamaba siervo y apóstol de Jesucrxs'o, y presbítero como los presbíteros- Cuando se trató de nombrar un nuevo apóstol en lugar de Judas, no lo nombró el santo, sino que solo recomendó la necesidad de su elección, dejando en plena liber- tad para ella á la iglesia pequeña de aquel tiempo, la que en efecto determinó se sortearan Matías y Barsabás, y toco la suerte al primero. El mismo san Pedro en unión de todos los apostóles congregó la iglesia, y le propuso en nombi e de estos que escogieran siete va- rones, á quienes se encargara el servicio de la mesa. La proposición fue aprobtda por los rieles, y eligieron los sugetos que tuvieron á bien. En las cuestiones que en los primeros dias de la iglesia se sus- citaron entre los cristianos, lejos de resolverlas por si san Pedro, 4 fuer de monarca, congregó á los apóstoles, y a los presbíteros (asi como el presidente de la república puede congregar los diputados y »t cenadores para sesiones estraordinarias), los que discutieron las mate rías, resolvieron lo conveniente por mayoría de votos y se sancionó la ley, Juntos los apóstoles y presbíteros para tratar de la controver- sia suscitada sobre la circuncisión de los gentiles, san Pedro abrió dictamen: siguió Santiago, y después de una detenida discusión, se decidió la asamblea por la negativa. San Pedro no comunicó est; resolución á las demás iglesias como gefe absoluto, sino que lo hi- zo unido á los apóstoles y presbíteros, y estos y no él nombraron los conductores, y decian en su carta: fía paree*do al Espirito Santo y á nosotros, y no ha parecido al Espíritu Santo y á Pedro. San Pablo que tenia bastante conocimiento asi del primado de san Pedro como de las facultades de los demás apóstoles, al instruir las iglesias de Siria y Capadocia, les mandó obedecer los reglamen- tos de los apóstoles y presbíteros, sin hacer mención de loa de san Pedro. El mismo persuadido de la plenitud é independencia de su autoridad, cuando agregó á sus trabajos á Timoteo, lo hizo circun- cidar por respeto de los judíos de Derbe y Listra, sin tomarle pa- recer á san Pedro. Estos hechos y muchos mas que pudieran citarse manifiestan que el gobierno de la iglesia jamás fue monárquico hasta que la ambición de los papas y la servil humillación de los obispos le die- ron á aquel un carácter de amo, señor y soberano de todos tilos, con cuyo engreimiento llegaron á creerse señores de todos los re- yes de la tierra; pero es menester que tengan muy presente el P. obispo y cabildo de üajaca que esos tiempos tenebrosos ya pasaron, y que á Roma le es muy necesario pura no perderlo todo, conten- tarse con su soberanía espiritual, é irla pasando á merced de ella como pueda, aunque no sea con la abundancia que antes. Muchos siglos sostuvierou los obispos su autoridad igual á la del papa, aun reconocida su primacía. „E1 arzobispo de Granada, Guerrero, sostuvo decididamente en Tiento, que el obispado era uno solo como, la iglesia; de modo que todos y cada uno de los obis- pos obtienen in Polidum sus partes. El de Roma y demás, decía este sabio prelado, somos hijos legítimos de un padre, que es Cris- to , y de una madre, que es la iglesia: en la cual y de la cual somos ministros y no señores, no habiendo en ella mas señor que su esposo. Y como los hermanos no reciben el ser unos de otros, sino del padre común, en la de Cristo no reconocemos los obispos la institu- ción pastoral á nuestro het muño mayor el papa; sino al que es tan padre suyo como nuestro." (1) La comisión muy oportunamente trae al caso la repulsa que el papa S.Gregorio hizoá Juan el ayunador, patriare» de Constantinopla, por haberse apropiado el vano y soberbio titulo de Obispo universal^ sin que valgan nada al obispo y cabildo de üajaca las arbitrarias inter- pretaciones que quieren dar á las palabras del Santo. Ellas son muy terminantes y no dejan duda de que el Santo no solo resistió es- te titulo en Juan patriarca, sino en los mismos papas. ,,No sabes, decia al patriarca, que el concilio de Constantinopla dio nombre de [l] faiav. hist, del tone. 1:0. 18. cap. 14.4 obispo universal al papa, y nadie lo usó, porque no pareciese ovo M atribuía i ti todo el obispado, quitándoselo á tus hermano*.** En una palabra: en el concilio de Trento, tratando de concederle al papa el título de obispo universal que tan literalmente le da el obis- po de Oajaca, (o impugnaron loa obispos españoles con tanta valen- tía, que la cuña misma se vió precisada á suspender la discusión. ,,Todo lo que tenemos, decia Voemediano obispo de Cuadix, lo te- nemos de derecho divino, y aunque no fuésemos confirmados por e. pontífice romano, no por eso dejamos de ser obispos." (2) Es pues inconcuso, y solo el obispo y cabildo de Oajaca pue- den ignorar, que el papa es un obispo como los demás, sin que es- ta igualdad se oponga á su primado 6 preferencia: y asi como el presidente de la república, por serlo no es mas ciudadano que los demás ni menos nuestro amo rey ó señor; asi el papa por ser ge- fe ó cabeza de la iglesia, no es mas obispo que sus compañeros, ni menos su príncipe, como quiere el obispo de Antequera; sino pre- sidente de la iglesia, como dice san Agustín. En los primeros siglos los obispos sostuvieron su dignidad y los papas no se atrevieron á disputársela. La ignorancia y el desenfre- no de las pasiones en los siglos medios, facilitaron á los papas el éxito de su pretendida empresa de dominar á los obispos; íy cómo no lo conseguirían, cuando dominaban á los reyes? Claro es que los obispos llegaron á considerarse vasallos y esclavos de lus papas, en cuyo abatido y servilísimo concepto permanecen hasta el dia, como lo prueba la fórmula del juramento que hacen, en el que prometen ser auxiliadores de los papas, no revelar sus secretos &c. y por último, lo llaman su Seftor. Según estos juramentos ya se ve que no es mucho que el obis- po de Oajaca ni cualquiera otro adule al papa hasta haeerlo supe- rior 4 Dios, pretendiendo que los reyes y pueblos deben estarle su- jetos aun en las cosas temporales, pues saben bien que en imbu- yéndoles estas ideas no estarán vacíos los cofres de san Pedro y ellos cumplirán perfectamente su juramento. La lástima es que ya pasaron aquellos siglos tenebrosos: ya los reyes, los gobiernos y los pueblos conocen sus derechos y no se los dejan arrebatar impune- mente, y por mas que los obispos juren ser traidores á los gobier- nos en defensa de su señor el papa, estos sabrán precaverse de ellos, escarmentándolos de modo que no puedan cumplir su juramento. Hemos visto aunque de paso una que otra equivocación (por no llamarle error), de las muchas en que abunda la contestación oaja- queña. 1.a Que el reino de Jesucristo está en este mundo. 2.a Que el gobierno de la iglesia es monárqxúco, y 3.a que el papa es obispo universal y principe de los obispos. Con lo que basta para conocer el fondo de sabiduría que brilla en todo el cuaderno. Pasemos aho- [2] Léase sobre esto /u preciosa obrita moderna titularla: Ensa- yos sobre las libertades de la iglesia espauola en ambos mundos, impresa en Jjundret el año pasado, cuya lectura recomemlamos al R. obispo de Oajaca y su cab'ldo, y en ella verán rebatidos no tolo los so- fismas de tu contentación, tino los que les parecieron argumentos. •- vVI i manifestar el orgullo y la desatención con que está escrito, et motivo y las consecuencias que se preñaran si el gobierno conti- núa, 4 roer de disimulado 6 de cobarde, sufriendo los insultos pú- blicos de la parte corrompida del clero alto, insultos que no se con- traen 4 las autoridades que hoy son y mañana no, sino á toda la nación, ridiculizando y haciendo odiosa la forma de gobierno que tiene establecida; insultos que tiran ú entorpecer las leyes ulteriores y que ya preparan el camino á su desobediencia; y últimamente, insultos de tal na'uraleza, que si el gobierno no los refrena con opor- tunidad y enerria, ellos tendrán el verificativo que ya predicen el obispo y cabildo de Üajaca. No ts cierta mente el z«lo de la religión de Jesucristo el que infundió al reverendo obispo y cabildo de Uaj tea la animosidad con- que escribieron su incitante contestación al ministro. No, no es la religión por la que toman tanto empeño. Una de las obligaciones de Tos obispos es impugnar los libros heréticos, y por cierto que no hemos visto impugnado ninguno de tantos que corren en nuestros días. Ya quisiera yo que el obispo y cabildo dichos impugnasen ya no las obras de Y'oWaire, ni las de Volney, ni las de Dupms ni otras metafísicas y voluminosas sino aquellas que parecen novenas por su tamaño; por ejemplo: las pregunta* de /apata. ¿A que no las impugnan? Va se ve: esto nada les importa; peto trátese de re- formas en punto á las tenidas* que llaman con desvergüenza las ren'u» de la iglesia (3): piénsese en abolir ó siquiera aneglar los diezmos [.ara que no se arruinen, bajo el pie en que están los la- bradores: trátese «Je destinarlos á su objeto, dotando con ellon í los curas para que los cristianos dejen de comprai les los sacramen- tos: quiéranse supi imir las plazas canonicales como gravosas e in- útil e»: consúltese sobre quitar á los obispos esas cuanuosan y escan- dalosas reatas de ochenta, ciento y mas mil pesos anuales, que no las conocieron ui los apóstoles juntos, ni ningún papa de los pri- meros siglos: pieu.-ese en esterminar para siempre esos comercios simoniacos de mortajas, medallas, listones, están» pitas, meca ti tos y tierra, pues hasta de la tierra hecha panecitos sacan dinero los frai- les y loa clérigos, manteuiendo á los simples en la superstición mas estúpida, escandalizando á los que no son simples y dando que reir 4 los que no pertenecen á la comunión romana: quiéranse quitar esotras estafas que llaman cofradías, con las que sacrifican á los tontos, y por uuo que entierran ya se han embolsado los medios de innumerablezonzos los mas de los cuales no logran ninguna gracia, ó porque mueren en lugar distinto de donde se asentaron, ó porque no pagaron algunos meses el cornadillo, ó por otros pre- testos que por lo común nunca faltan para no pagar: dígase, en fin, como üite el art. 5." del dictamen de la comisión: que el congre- so gtnej-td se ha reservado arreglar y fijar los rentas eclesiásticas» (á) Las rentas de la iglesia* ó por mejor decir de sus ministros, no son los productos del fraude, de la supersti ción ni de la simonía, sino las l uíosnos volun ari is de, ios Jides, cuyo sobrante deben lo» obispos partir con los pobres.|8«tito Dios y la Virgen! Aquí es ella: aquí se desatan como pan- to de medias el señor obispo y su cabildo. Dicen .,que esta pro- posición es janseniana, luterana* calvinista; que jamás se ha deja- do escuchar en medio d« la iglesia verdadera de Jesucristo." Se dice que se ha hablado mucho contra esto, (con motivo del art. 7. "de la constitución de Jalisco) por aquel cabildo, por este metropolitano y por los obispos y cabildos de las iglesias mexicanas. Es decir: que todos los cabildos y obispos de América se oponen á la facultad 12 deJ congreso general, y que han pensado en desobedecer esta ley. Agregase que diciendo el obispo y cabildo dé Oajaca que eg herética, ya prepara la sedición, previniendo contra ella la opinión del pueblo; y esto lo hace con tal desvergüenza que casi amenaza al gobierno si se lleva á efecto la ley. „En efecto (dice este padre obispo con su cabildo) si queremos no ser independientes (4), si queremos perder todo lo ganado**** si queremos despreciar lo que disfrutamos ••■no hay mas que introducir entre nosotros el espíritu reformador y protestante. Entonces la na- ción toda se disgusta, el pueblo católico se irrita, y el sacerdocio indefectiblemente se sostiene, la guerra civil es fija y los pueblos to- dos de México, aun cuando se Ies hagan presentes las convenien- cias de política, prescindirán de toda* ellas por su felicidad eterna, j dirán con el apóstol san Pablo: si hominibus placerem, servus Chris- H non essem." Esta amenaza tan anticipada debe abrir los ojos al gobierno rara que también anticipe las precauciones. El obispo y cabildo le dicen: „8i se lleva la ley adelante, nosotros el clero nos sosten- dremos, seduciremos á los pueblos contra vosotros en nombre de ,.la religión; estos como ignorantes, no creerán ni que las refor- ,,mas son á su favor, y entonces la guerra civil será infalible y se •«perderá la independencia y libertad." Tales son las amenazas del obispo y cabildo, que se valen des- de ahora del testo de S. Pablo para alucinar al pueblo, sin acor- darse de que S. Pablo virció esas espresiones en sentido muy con- trario al caso á que quiere aplicarlas el cabildo. Antes S. Pablo siendo obispo y apóstol elegido inmediatamente por Jesucristo tra- bajaba en la conversión de los gentiles, y ademas trabajaba con sus manos para comer,-siéndole tan aborrecible lá holgazanería, que di- jo: Si alguno no quiere trabajar (¡ve no coma. ¿ Qué le pareciera al santo apóstol oir al obispo y cabildo de Oajaca amenazar j»l go- bierno, tratar nuestras leyes de heréticas y pronosticar la guerra, poique temen les cercenen las que llaman reñías de ¡a fgfer'a, co- mo si el pana, los obispos y canónigos fueran la iglesia r ; Y que mas dijera S. Pablo si supiera que lo que tanto defienden sus su- cesores »on unas ecsacciones injustas y cuantiosísimas que les usur- pan á los pueblos por el fatigosísimo trabajo de no hacer nada? El apóstol seguramente se llenaría de un tanto furor y les echa- [4J El obispo I). Isidoro y varios canónigos gachupines, ya se ve que no quieren ser independientes, y si les quitan el inaneque¿ querrán metaos.m en cara ta poca vergüenza en citarlo como padrino de holga- zanes, cuando él se dio en ejemplo de operario infatigable y des- interesado de la vi Ha del Seflor. Se enfurecen el obispo y cabildo contra las reformas que tan- to temen, y dicen: „toda reforma ha sido siempre temible y pe- ,,H$rft4*, a'in cuando se califique de justa y se haga por autoridad ,,c.utilícente-••• No hemos visto todavía una sola en toda la his- toria d. L»s siglos, á quien no le huya seguido la perturbación „y el desorden, la persecución y la muerte." K>te párrafo tan falto de verdad no es sino continuación de la amenaza; pero muchísimas reformas se han visto hechas por las fiotestades civiles á las que no se signie-ton ningunos males, ta- os son entreoirás, las de Ale nania por José 11, las de Francia por Ntpoleon y otras; asi también se harán las nuestras sin mas sangre sino la que se necesite derramar de los obispos y canóni- Kis sediciosos que quieran dividir la opinión, sublevar á los píte- os contra sus autoridades, y semb.ar la discordia y la guerra. Con una poca sangre de esta bendita que se derrame á tiempo, se economizará la de centenares de incautos mexicanos. Ni mas sa- cerdotes son estos que lo fueron los heroicos y virtuosos patriotas Hidalgo, Múrelos, Matamoros, Salto y otros; ni la causa que de- fendía el gobierno español era mas justa que la nuest a ; y asi co- mo aquel halló te ilog »s, sacerdotes y obispos que le dieran dicta- men para que ahorcara clérigos insurgente** apoyados en la escri- tura, concilios y santos padres, asi nosotros hallaremos teólogos y te»tos para ahorcar obispos y canónigos ambiciosos y revoltosos. Coa que no se descuidan y se les vuelva el cristo de espaldas. Confiesan después de todo, „que ciertamente se observan abu- raos y desórdenes en materias de religión y que necesitan refor- ,,'uu; pero i¡ue esta ñola hagan las autoridades civiles ni las po- testades de la tie/ra." Ahora bien, señor obispo: ¿con que no hiy duda en que hay abusos que corregir en materias de religión y muchos mas en materias de dinero? A los seculares no toca hacer estas reformas, según VV, sino á lo« clérigos; y bien ¿por qué no las han hecho? ;y será pendencia el esperar quedas hagau nun- ca, cuando son los primeros interesados en que nunca se verifiquen? ÍSe cortará las unas algún gato para no piltar á los ratones, ó se sacará os dientes el coyotetpara no comerse las gallinas? No, jamás; pues jamás los eclesiásticos, estén juntos en concilios o separados, tratarán de tacarse pesos de la bolsa sino de aumentar los que puedan. VV. lo que temen mucho es que las cámaras pieu-eu en re- formas c<»mo pueden y deben, pues entonces no les queda mas ar- bitrio'que obedecer y moderarse; y es ta.ita la colera que les da este pooenir justo, benéfico y necesirio, que llegan á poner á nues- tro gibieruo de peor condición que á Judas aunado dicen: ,,que ^ui* „9.) Jesucristo mas bien entregar a Judas lo que se colee taba de „lrn istia, que no á las potestades del siglo ni á los magistrados de la tierra." Es decir, que conforme al espíritu del cabildo «ajaqueúo, si ahora viviera Judas, mas bien queman que e.-te mauejara los diezmos j la ecouoaua dej. patronato, que nuestros gobierno». ¡Muchas gracias!i Pretenden que se ©turra humildemente 4 Roma para que te re- medien los abusos, aun los que solo toquen 4 la dvtc'pUna estertor; pero seria una doble necedad de los gobiernos que 4 tal abatimien- to se sujetaran, ja porque es necedad pedir lo que es propio, y ya porque este seria el modo mas eficaz de levantar los abusos 4 leyes. El pobre á quien hiciera un agravio un canónigo ó un obis- po, bien podía perdonarlo y sufrirlo, pues que jamás vería la sa- tisfacción del papa ni el castigo de su opresor. Ultimamente: el enojo que tiene el II. obispo y cabildo de Oa- jaca con la temida refurma, lo hizo juzgar m ulísimamente del dic- tamen, de cuya parte esportiva, sin rebozo aseguran que es he- rética» jameniana y escandalosa» con cuya calificación hacen un ho- nor admirable 4 la nación y sus representantes. En la pág. 52, dicen que las doctrinas de los señores de la co- misión solo ■•« hallan en los escritos de Lutero, Cal vino, Vol taire, Q lesnél, Wiclef, Hus, Rouseau, Febronio, y....por poco añaden qua en los de Fierabrás, Florines, Durandarte y Sancho Panza; el asun- to es aturdir al pueblo rudo, y valerse de su ignorancia para mal- quistar ante sus ojo* á sus representantes, calumniándolos con mil mentiras, desopinándolos, y haciendo que el pueblo los tenga por hereges, só la salva guardia de una que otra espresioncilla tan ni- pócnta como lánguida. Pero ya los pueblos conocen quien los en- gaña y quien les apetece y procura su bien; ya advierten (y lo ad- vertirán mejor asi que lo disfruten) la diferencia de reí gion que hay entre un diputado que diga: los curas estando dotados con los diezmos, casarán, bautizarán, confesarán y enterrarán á sus feli- §teses sin llevarles un real por nada. Entonces verán, repito, que iferente cristiano es este del cura que les digat ¿quieres casarte? da tanto: ¿quieres confesarte? suelta tanto: ¿quieres que entierren 4 tu muger? pues paga tanto: ¿no tienes? pues cómete tu muerto. No noscan-emos: todo el empeño que se tiene en desacreditar nuestras instituciones y gobernantes, es por defender los pesos mexi- canos, y lleve el diablo el adarme de celo cristiano que hay en es- tos empeños. El orgullo del obispo y cabildo de Oajaca es tal que a«egura que „el sumo pontífice no puede ni debe transigir con nosotros en ,,punto 4 las ten*das; sin advertir que en resistiéndose el papa 4 justas solicitudes ó qieriendo ecsigir de nosotros mas de lo que le permiten sus atribuciones, también pudeous no transigir con S. S. y perderlo todo la corte de Roma. Lo mas gracioso del se lar obispo y cabildo es lo que dicen 4 la pág. 52: „Por todas estas poderosas razones, el obispo y cabildo del „estado de Oajaca no aprueban el dictámen de las comisiones del se- „nado." Ya se quiere el cabildo erigir en cámara revisora. No está malo. Solo quisiéramos saber ¿por que motivo consultó el sr. presiden- te el dictamen del senado con los interesados en que no tenga efecto? ¿¿ hv bu MEXICO: 1827. Imprenta de A» testamentaría de Ontiveres, ¡ t