í * VERDADES PELADAS, ''.ti f» . • RENIEGUE QUIEN RENEGARE. 6 segunda parte del impreso titulado: SI EL GOBIERNO SE DESCUIDA, TRABAJOS HAY CON LA LIGA. Fh el dicho papel acabimos de anunciar !<>s ausilios ron que cuerna España para no perder la operanza de reconquistarnos algún dia» Estos ausiiios son estertores é interiores, y los segundos son cien arrume los mas temibles. Al lado de algunos españoles honrados, que so- lo piensan en sostenerse y a sus familias aweri- canas con su comercio y t ab-»j«>, que son y siem- pre han sido pacíficos y virtuosos ciudadanos, y cuyos interés.'S y costumbres estjn identifica- dos con los nuestros; al lado de e*tos, digo, vi- v n otros que ya por razón de sentimientos in- justos, ya por el ahinco de la anticua orgullo- s» dominación, y ya por la esperanza de me • jorar de suerte, se están á la capa, simulan- do maliciosamente mo< h* humildad y af cta a los criollos y á su inlependen ¡a$ peí o al primer desembarque de la liga ú otea espediciooa combinada, se retniráa y alarraifanj cómt* t#i independíenles, apellidándolos traidores, y pro- clamando con los fusiles los pretendidos dere* chut de los usurpadores del truno- de Mee*, suma. Siento decirla, pero es inescusabie. No faltarán tampoco algunos criollos desnaturaliza- dos* que olvidándose de lo que deben i la pa- tria, se levanten contra ella por satisfacer al- gunas rastreras venganzas y ciertos ó preten» didos agravios. Ultimamente, no ialtaran tampoco, co« roo no faltan hoy, algunos eclesiásticos fanáti- cos y borbonistas, que abusando de su instituto y aooyados en la suma ignorancia del vulgo, seduzcan á los p ¡eblo* desde el pulpito^ y qi izá ó sin quiza á las mismas tropa* liberales á £i de que ios unos ae alarmen contra sti patria, y las otra* abandonen- sita bandera* para engro- sar las filas, de nuenros trrtcvncibabtaa esnmi* go*. Lloverán sebre los defensa* es de la líber* tad la> cacomoaiones^ y no se orráa Mamar coa mejores epítetos que con fea da tffaJdts> be- reges y matenes. España sabe muy bien la internar, aun* que infalible ataejama de dMdtr p*ra mandar* y a erecta da poner!» en practica á sur tiempo, es muy natural que tenga entra nasotroe añasgan^ tas en todas las clases del estado,.y no* aeaan ha habido un rompimienro en emeo años de indepmdeucia, habiendo habido siempre los mismos pañi ios y aun mas como los iiurbtdistas y cemralis'as? A los que se pu-dt decir que esta quinad ha reco- n >cido tres principios, £l primero; la natural bondad y docikUd 4c tus americanos. Kl se* gunio; el justo temor de los enemigos del sis* I mi, que siempre reconocen la mayoría a fa- vor de este; y el mercero: en que no se ha ve- líicado un choque convulsivo; pero este cho- que d be verificarse al momento que el esta- líe i > del caaVoo «vise que ha pisado el eoomi- g > meseras playas, y entonces la guerra será la ras cruel y encarnizada que se haya visto, p rque no s¿rá guerra de rey á rey, sino de nación á nación; guerra esteriox é interior; guer- ra de rufop y venganza, y en la que los in- tereses se dividirán coma las opiniones; y guer- ra final mente qoe ni dará lugar á mejor aco- aiodamienia que a mori< ó vencer ¡Válgame Bio6Í ¡que' cuadro tan funesto se me represen* ta en la imaginación cuando advierto los estra- gos mas nrctsariamente ha oe causarnjs tan sangrienta gtferraJ A gran dicha tendrán mu- chos encontré* la muerte, antes s, quedarán esentos de su furor. Todos esperímen- taran ó un castigo cruel, ó un vergonzoso des precio. No caerán parados esta vez. A los crio- llos se les echará en cara el que fueron trai- dores á su misma patria, y á los españoles, que abrazaron el partido del rey á fuerza y 'fingiendo lea'tad, por no perder sus intereses ó destinos, y de este modo pagarán sus buenos oficns, realizándose el común refrancillo deque 'si Ja traición agrada, el traidor enfada. Que estas no son predicciones imagi- narias, sino temores muy fundados, es cosa muy clara y evidente, y si se verifican, núes* tra suma confianza tendrá la culpa España no se alucina con los brillan- tes discursos de nuestros ministros. Muy poco o riada creerá la marcha majestuosa de nues- tro sistema político, tan ponderada en los pe« riódicos. ¿Que majestuosa, dirá, podrá ser la marcha política de una nación que comienza a sacudir el yugo de la opresión y la ignoran- cia en que vivió sumida tres tentos años? ¿Cual será el estado de su pobla* ion después de ha- ber sufrido una guerra cruelísima é intestina do- ce añ^s, y á Irs últimas una peste no m< nos mortal y asoladora? ¿Cual será el opulento es- tado de su hacienda, cuando se halla empe- ñada con la gran Bretaña en una cantidad que no le será fácil satisfacer en muchos años, si es que no cefatrae nuevas deudas? ¿Cual serála seguridad de que se jacta, no contando co- mo no cuerna con ninguna potencia aliada que ía ausilie? y una nación escasa de población, em • pobrecida y empeñada por la guerra, sin alian- zas con las demás potencias, habitada de mil faná- ticos y facciosos, y ademas de esto, adormeci- da en la mas apática confianza ¿podrá fiarse de la marcha magestwsa de sus asuntos políticos? ¡ Ah! también es serena y magestuosa h marcha de un ajusticiado hacia el patíbulo. El va ro- deado de soldados y clérig »s, se trata de que el sol no lo ofenda y de proporcionarle mil con» suelos^ nadie lo agita ni detiene, y no parece si- no que es un monarca triunfante, á qu«en tra* tan de complacer cuantos los rodean. Mases* ta contérr^-acirn desaparece lueg > que 1'ega al suplicio, que es el término fatal de su carrera. Aqui todo es sangre, tragedia, confusión y muer' te: del mismo m«>do terminará la martba ma- gestuosa de la América, luego que cuarenta mil españoles y franceses pisen sus arenosas playas. Así me parece que discurrirán los politices de Es- paña, en vista de nuestra apatía, y mucho peor cuando se informen de todos nuestros preparati- vos para recibirlos, que son ningunos; y tilos creo ques< fj^u- iivos, y suspender lo» que sufra* e*pef** ¿V cuales ton los actinios ejecutivos del dia? lá defenza y seguridad dt Ja pStrp. /á¿ popuii. ¿V tien? esta recurso suficientes para defenderse! Sí los tiene sobrade^ pero no se ha de ocurrir á eJI s a la hora de l >s ba- lazos, pues entonces todo será confusión y dea orden Yo creo que convendriaí l. Organizar el tjérrito veterano, disciplinarlo y ponerlo siquie- ra en el pie de cincuenta mil hombre*, sí mió l(,s mas de escogida caballería, coló* and' los des •« ah'>ri en las inmediaciones de las costas. 2. O: pan,zar del mi¿mo modo las milicias Cívicas, af rándolaS mijitarm me y sujetándoos i ta ordenanza en tiempo de guerra, soc man- dolas de cuenta del comen ¡o y de lo mas at- igrado/pues el soldado que trabaja, dt be comer. 3 Tratar bien al soldado y castigar |a pti- «vera deserción con pena de muerte, p^r* que aquella no se aumente, 4> Hacer qtie los gobernadores de lo* es- tados fortifiquen, foseen y parapeten* nc* a*Jo fas capitales smo loc*° pueblo éntrele, pues no es lo m.smo hacer |a guerra tras de >* para- petos que á campo raso. 5. Establecer en todas partes loa pasapor- te*, luego que el enemigo desembarque* á fin sjt 4|Íílisten > da p iz, y erigiéndose en en lobo carnicero, iruro/luz.a la rebelión en loa pueblo*, inchando. os *l obedecimiento á Fernán» do VHí ó á sus enviados. iq. Cuidif de aliviar las gr.velas y cr Atri- buciones, especial me me a los p< btes; pues loa ricos y corporaciones (que son les que mas tie- nen que perder) son los que d*ben soportar los gastos de la guerra. 11. Que según este principio, luego que el enemigo desembarque, deben minorarse una ter- cia parte los sueldos de los empleados, para que los pueblos adviertan d?sde luego que la guerra no aumentanra sus males. 12. Tener cuidado de que no falte de las ciudades populosas una fuerza respetable de tro- pa entre activa y cívica» asi para que el pue- blo respete las vidas y propiedades de los es*8 trahgeros y españoles mansos, como para que repriman la osadU de los bravos que quieran comprometer nuestra seguridad. Sobre estos arbitrios recaerán muy bien las disposiciones militares en campaña, según que fueren los g fes que dirijan las acciones, y las ocasiones que se presenten, pues la mejor aca- demia del soldado está en el campo de batalla. Preparada nuestra república de este mo- do, yo aseguro que ya España y la liga pen- sarán mu. ho en realizar su empresa; pero si nos sorpren len descuidados, puede perderse en un año lo que ha costado en doce tantos sa- crificios. Que tenemos enemigos que no cesan de maquinar c ontra nosotros es muy cierto, que ignoramos el momei to de su venida, también; por tanto podemos decir á las autoridades. Vi» gilate quia necitisn dUm ñeque boram: estad aler- ta, porque no sabéis el día ni la hora de U te- mida invasión. México la de abril de 182^. El Pensador. MEXICO: 1826. Oficina de U testamentaria de On ti veos.