LOS DESPOTAS QUISIERAN IMPEDIR LA LIBERAD DE ESCRIBIR, f, £.3 P * ensaba dar este papel al público en clase de comu- !i. ado, a-,i como van puestos al pie los dos que le Siguen, por darle mas publicidad para con los ausentes; pero me retraje completamente por la conducta de algún señor edictor del periódico Aguila, pues después de haber reci- bido dichos comunicados, ofrecido insertarlos cuando hubie- se lugar y pasados mas de veinte días, se me devolvió el Uno y. tuve que récojef el otro, porque se me manifestó, fjue era necesario reformarlos por incluir alguna personalidad ó sandeces. Yo creo que si hubieran contenido alguna cosa relativa de espedicion á la isla de Cuba, algo contra los editores del So), ó personalidades contra el Sr. Atamán, no hubiera habido tanto escrúpulo. He aqui una calificación ó censura nueva, adicional á la libertad de imprenta, reduci- da' al arbitrio, no de un jurado, sino de un solo hombre en ipiien las mas veces suele haber parcialidad y á quien le de- ben estar sujetos al remitir escritos sus pensamientos todos los que tengan la desgracia de suplicar su inserción en es- te periódico. Ya se vé! el Sr. mió quiere quedar bien con todos, aunque no sea él responsable de cualquier falta que Se cometa infringiendo el reglamento de imprenta, pues se tir- ina la responsabilidad. ¿Cuando tendremos un periódico im- parcial en México? Mas por fortuna no faltaron al autor de este papel y del segundo comunicado veinte pesos, para Usar de uno de los mejores objetos de la libertad de im- prenta, haciendo público los defectos ó abusos en que incur- ren ciertas personas que están sujetas á la opinión y á la critica en sus operaciones, cuando se manifiestan poco afec- tas, bien á los patriotas, d bien al sistema liberal, ó han iu- frinjido las leyes. Hallándose en receso el soberano congreso del estado de Oajaca, y no pudiendo por lo mismo vindicarse de las fre- cuentes calumnias con que viles impostores han querido mancillar su acrisolado honor y poner en duda y vacilación la constante rectitud de sus operaciones, en obsequio de la2. justicia y por el honor de aquella legislatura, voy á dar al- guna idea al público por medio de este impreso, de los me- dios viles y rateros con que encubiertos enemigos bandado lugar A presunciones violentas, juicios temerarios y acusacio- nes de proyectos desorganizadores, que con demasiado senti- miento hemos tenido que oir y sufrir en esta ciudad en los corrillos ó concurrencias de sociedad, los que tenemos el ho- nor de ser naturales de aquel pais. Todo verdadero amante de la patria se interesa en el bien y prosperidad de ella sin omitir diligencia alguna, ni dejar de hacer sacrificios por indagar si los elementos que la deben constituir feliz, se aumentan diariamente: y asi como resulta demasiada satisfacción cuando se averigua que en medio de una paz con bases sólidas se trabajan por los poderes, leyes sábias que con su ejecución la conducen gra- dualmente a su mayor felicidad y engrandecimiento; asi es demasiado sensible y doloroso siquiera imaginarse una re- trogradaron, un desorden, una infracción de leyes y un mo- tivo que tienda á la desobediencia y anarquía. Y si esto acontece cuando se trata de la pátria común, ¿cual será el in- terés que debe tomar todo ciudadano cuando esta alternati- va puede ser aplicada al estado á que pertenece y donde vió la primera luz? En este caso se hallan mis conciudada- nos y yo, hace algún tiempo, oyendo acusar á verdaderos- patriotas de aquel estado, de inquietos y revolucionarios, dan- do por hechas conspiraciones imaginarias contra los españo- les y suponiendo cierta disposición en aquella legislatura para convenir en ellas, sobre lo cual no han faltado pre- guntas Huellas, espresiones anfibológicas, é indagaciones de sus opiniones y conducta; todo lo que me daba un motivo de desconsuelo, poique preveía los males que podían sobre- venir á mi pais y á la pátria, siempre que fuese cierto lo que se decía. Mas al mismo tiempo vivía satisfecho de todo lo contrarío y de la falsedad de semejantes calumnias y vo- ces sueltas. Cuando me hallaba convencido de que algún orí- gen debian tener semejantes habliñas, tuve la fortuna de sa- ber, que los enemigos de nuestra independencia y sistema, eran la causa de semejantes presunciones y de que se hallara pa- deciendo, no solo el honor y reputación de los patriotas, sino el de una soberana legislatura. Si Sr. público: no fal- taron hombres audaces y malignos que sorprendieron al su- premo gobierno con su hipocrecia, haciéndole creer como positivos los hechos referidos, fundándose en una representa-3. cion que se dirigió al congreso de aquel estado firmada por Uua porción de verdaderos patriotas que, aunque ella en sí contenia peticiones que tendían á indicar medios para la pros- peridad, ilustración, seguridad y riqueza de aquellos mis con- ciudadanos, se supuso contener cosas enteramente contrarias, reducidas á pedir la espulsion de los españoles residentes en aquel pais con secuestro de una parte de sus bienes, lo que había tomado en consideración aquel congreso. He aqui una acusación la mas atroz y calumniosa, increíble para todo aquel que conoce los ilustres patriotas que componen aquella corporación, y sabe la conducta po- lítica y sujeción á las bases y leyes generales con que ha marchado en todas sus deliberaciones hasta la fecha. No obs- tante, fué reclamado el gobernador de aquel estado, y este lo hizo al congreso pidiéndole cuenta de su manejo en este asunto; y aunque el paso no fué muy conveniente, porque aun no se habia publicado ley alguna sobre el particular, quiso por satisfacer al supremo gobierno y á la nación en- tera, prescindir de una negativa absoluta ó un silencio en el delicado negocio que se trataba, dando con esto las pruebas nías grandes y convincentes de su buena disposición y ar- monía ácia la suprema autoridad, indemnizándose al mis- mo tiempo de una invectiva tan criminal como anarquista. Satisfizo completamente de la falsedad con que se le habia calumniado, ecsibiendo copia de la representación, para que se viera cuan distinto era el contenido y lo distante que ha- bría estado de tomar en consideración un proyecto con que se infringía abiertamente una base de las leyes generales, con- tentándose únicamente con pedir el castigo de tan infames detractores, cuyo criminal intento bien se deja conocer que no ha tendido ni tiende á otra cosa que á introducir la divi- sión entre las autoridades y poderes generales y particuleres de la federación. Yo estoy en la firme inteligencia de que si no hubiese acontecido semejante suceso en los últimos dias en quedebia entraren receso aquella legislatura, habría insisti- do en pedir la debida satisfacción contra sus acusadores: satis- facción que creo necesaria, porque de esto ha dimanado to- do lo que se ha presumido y dicho contra el honor de los habitantes del estado de Oajaca. No dudo que el supremo gobierno, penetrado de la justicia que asiste al congreso y patriotas de aquel estado, sabrá aplicar el condigno castigo á semejantes calumniadores, porque se ha herido en la parte mas noble, que es el honor de un cuerpo soberano que ha-#. ce consistir su ecsistencia política en la opinión. Y si atacaf en esta parte á un particular está prohibido, ¡con cuanta ma- yor razón lo deberá estar cuando va de por medio el buen nombre y reputación de la soberanía de un estado? Yo creo que es indispensable el ejemplar castigo de los que ministran semejantes informes al gobierno, porque su impunidad los estimulará á forjar nuevas y mas atroces ca- lumnias contra los verdaderos patriotas á quienes ellos lla- man ceiliciosos, díscolos, anarquistas y revolucionarios, porque descubren sus arterías, saben desenvolver sus ocultas tramas, y con pecho constante procuran destruirlas, como que solo se dirijen á esclavisarnos, paralizando la marcha magestuosa de la república por medio del desorden y de la anarquía. A estos enemigos astutos no se les oculta que todo el bien que se retarda es un mal efectivo que sufre la nación, y por lo mismo todos sus conatos y desvelos se dirigen á frustrar nues- tras instituciones, hacerlas ridiculas y á introducir entre nos- otros la desunión, que tanto les interesa para llevar al ca- bo sus tortuosos planes. Conviene por tanto, que los patrio- tas trabajemos con denodado valor, empeño y constancia en darle vuelo al sistema, para que gustando los pueblos del suavísimo néctar de la libertad, la sepan apreciar y soste- ner. Todos los ciudadanos de un estado están igualmente interesados en que presida en él la equidad. El buen ciu- dadano es aquel que dentro de su esfera contribuye de bue- na fe" al ínteres general, porque reconoce que el interés per- sonal no puede separarse de aquel sin perjuicio y daño de sí propio. Y si como dice un autor moderno: no hay un hom- bre solo que siendo racional no deba temblar al ver opri- mido por la violencia al ínfimo de sus conciudadanos: ¿qué deberemos decir cuando vemos calumniado un congreso so- berano, y burlarse de la justicia y de las leyes al criminal impostor, convidando y alentando con su ejemplo á los mal- vados para nilevas maquinaciones contra la patria? ¿Qué es- peranza le queda á un simple ciudad ano de ser atendido en justicia, si una soberana legislatura queda ultrajada y su ho- nor en vacilación? ¿Habrán de promover los patriotas una guerra intestina y desoladora para vengarse con sus manos de los enemigos de la causa pública? Los cuerpos mas poderosos, si la discordia los divide, solo pueden opo- ner una débil barrera á la tiranía que corre sin de- tenerse al logro de sus fines. Si para llenar este objeto se va- len los díscolos de las medidas mas rateras y vergonzosas, doI 5- ja calumnia, delación y sorpresa, trabajemos incesantemente patriotas en mantener el orden, tranquilidad y unión que Mudablemente harán la felicidad de la patria. Aquella ciu- ad (dice un sábio escritor antiguo) está bien gobernada II la que los que no son oprimidos ni ultrajados aborrecen *. Persiguen tan vigorosamente al que ha cometido una opre- n?" ó ultraje, como la misma persona ofendida y ultrajada, ^'liemos incesantemente porque se practiquen nuestras sá~ 'a aparece el discurso que pronunció el Sr. gobernador el Estado de Oajaea al cerrar las sesiones su primer con- »r<-'so constitucional. Su lectura me fue tan desagradable, Stte quisiera haberla omitido, porque como hijo do aquel va}s he tomado siempre el mayor empeño en sus progresos ^ 'lustracion. Ciertamente habría deseado que el referido Ocurso se hubiese ceñido á lo que debia contener, como WOs de esta clase, reducidos á dar cuenta del estado de las Imitas públicas, su aumento ó atrazo, los progresos de la pStracion y medios para conseguir su adelantamiento, la ecesidad de las leyes convenientes para la mejor y mas r°nta administración de justicia, sin la que no. puede ha- sociedad, y otras varias cosas por este estilo. Pero ¡cuan sensible me ha sido, no menos] que á otros •?'sanos que residimos en esta ciudad, penetrar que esta ve2a, digna de su autor, se reduce muy particularmente á ^ahogar algunos resentimientos sobre determinadas persa- m\ Porque, hablando con el respeto que merece aquel »?nernador: ¿á qué viene, 6 con qué objeto se dice á los le- vadores de aquel congreso que pueden retirarse á desean» ^ de sus tareas, seguros de que vigilarál sobre la conduc- * e hecho problemáticamente sin saberse que partido sea el T teme S. E. ni quienes lo compongan, y que no manifiesta' ese celo tan ardiente y entusiasmo contra los que yo esp^ raba: es decir, contra aquella clase de hombres que P° desgracia residen en el estado y que jamás han perteHe' cido ni partenecen al partido insurgente, contra los e,,e migos declarados de nuestra independencia, contra los <]" maquinan nuestra ruina dia y noche en cierto solar ó fiutff'' contra los serviles, contra los aristócratas, contra los o cualquiera, pero religioso? ¿Qué, se degradará ó aho- rnará S. S. Illma. porque no habia advertido enmendar eHe yerro de su antecesor, y se lo suplica ante la faz de la J^cion un subdito de su grey; y el qué dirán le detiene? se lo permite la vergüencilla? Pues sepa que el gober- ador de esta mitra ya hizo desaparecer la banda y bastón 11 la imágen de los Remedios, que representaba otra gene-8. . rala de españoles. ¿No quiere confesar que se hizo mal? | diga trancan.ente ¿qué inconvenientes hay para quitar cha espada y bastón, apoyando en cierto modo este esca» aaio? Responda, no calle, y diga, si la liturgia, algún co«' cilio ó los cánones le prohiben io que se le pide. Acabaré, Sr. público, para convencer á S. S. Ill"1^ con una comparación, y dejaré al severo tribunal de su op1' nion le haga los cargos si aun continuare sordo á este el»' mor. S. S. tilma, entre nosotros los fieles oajaqueños repre' senta un príncipe de la iglesia, á quien todos respetan y íej nefato: su carácter y dignidad es el mas grande, y como t* hasta sus vestiduras lo distinguen de los demás. PregulW ahora, ¿no se haria muy ridículo, poco respetable, y se rfl' rian á caquino abierto si un dia apareciese en catedral r*' vestido de pontifical, con un espadin en la cinta, ó un sabl con cinturon, su morreon ó sombrero galoneado, y en lug? de báculo un bastón? ¿Qué se dijera de 8. S. Illma? jl^pj] garian bien estas insignias? Serian propias de su dignidad j8e lo permitiría el ceremonial de la iglesia? Pues de » santísima Virgen de la Soledad, vestida de generala, se p"e' de decir algo mas, y la crítica se aumenta, el insulto á sf mansedumbre es claro; y ya no es tan culpante quien lo lij* zo sino quien lo tolera, juzgo que S. S. Illma. no d»1* lugar a que se diga algo mas sobre este asunto, sino qüí convencido mandará persona de respeto para que cuando n*' die lo vea, quite ¿í la santísima Virgen el bastón y espaw cuyo importe, si se vende, podria emplearlo en un buen vestid1! bordado, pues el puño y baina de la daga es de oro, y el d i bastón también, creyendo no seiá necesario si aun de* preciare esta insinuación que el congreso de Oajaca (aunqllt de ruego y encargo) se lo mande por un decretito dim»' nado de la buena policia; y lo mismo puede hacerse co" el patriarca Sr. S. José que está graduado de general: ^ modo que los santos iban sirviendo de instrumento cieg" de las pasiones serviles de los que gobernaban, en térn'1' nos que faltó poco para hacer oficiales efectivos á los sa"' tos S. Antonio, S. Francisco, Sto. Domingo, S. Juan de Di08 &c. y sargentos, cabos y soldados á toda la corte celestial como se hizo con el clero que se llamó mermelada. He cu"1' plido con lo que ofrecí, no dejando la pluma de la man" hasta conseguir remediar este abuso. México julio 8 de 1823' *=A. F. A. México; 1825« Imprenta de la Aguila. í