,, fiwrfereWfM, era jpp^, ,^rltys la,I(fy, y ,quc ".fWiííVWÍ!^ iPW^ido PPiHeptó, ¡.gí^ Un iMifkiiiWihM6^ o,: r-.¡í -ofoup om-nl/ i ¡-) i;m i notsüM *>fti r - -*¡T> bfijTjWil r>l ioq »ul , :xf<5fr <>ítnimi"l-> f»b - in'iil ?«.^oIiuii;[ii3 solí->ifpc%ífo '»u¡i no*) c:n;íj -BtJea «oí o oiñv.i i •-h.uTi. , ^vm ;■>]■: • >) / frír.ri ir.n>i>i/l ¿-ol , nrAr/ifioi wf (ÍWp «n fon / .«ffftúlq»* feVI n7'»wf» , ?roJ*ir;il obtíl ui'.iip -iiip , .'.i .y h éM*tt* '»!> 6fl¡b#i ()r,ji*.• . t 'ii;j ü n•> | , / . ■■>.->\v,)n>nt M><»\m >it"> -?/) ' 0)«Ú I lifl OÍÍIhl t M¡ »lí'»i"! • . / ,(\ÍU\ 'jj> ¡il) <í'>-n>lrJK W)( | Vi'><.:.'<,-> .*, MD filfilj ,>J»H> -luifilj / i>br.?I;iUeo i:;! «!..••«."> ÜrfAu «UYiigoua ¿: MIÉ '«lljjv <[ «»> .•,•»:>' «>lnsnt> '»!J>> / ,o!:tlf er.I Mil ao MtttJ ;>ifj> m«í>LI«i ' .1 .V "•'¡5.'' i «i ' v/Tyi.íii "xiffiPlpw0 'K"i *'M T - H PRONUNCIADA POR EL DOCTOR SOBRE LA * ** VICTORIA DE AYACÜGHO. RESUMEN SUCINTO DE LA VIDA DEL BUENOS AIRES: REIMPR£SO «H LA IMPREMÍ DE BALLET,.noT»oa ja r¡ri / ■n'^-.'.i -ofi aa aiíioí :>iv O H J / J A Y / 7 a J3a ¿a i / aj .Tj^i.'.n aa av.3jiiv!i /.a .:a oeílik.!.".» " .¿.181 ARENGA, PRONUNCIADA POR EL DOCTOR EN LA CASA DI SU MORADA, DONDE SE REUNIERON LOS PATRIOTAS PARA DAR PRINCIPIO A SU PÚBLICO REGOCIJO POR LA IBIS &H&(&1S®3¡9té¿&7L3ñá ■ ¿ u< / ii'n /mi Ji*a «■ ,xomk% 5 ■ • : t ;ior> ARENGA, id &b eabutiiv «td no:» >Up fcf^ »• i Hombres magnánimos, cuya lengua es- cogió el cielo para que pronunciase por la primera vez entre nosotros el santo nombré de la LIKÉRTAD,lyvosotros ciu- dadanos virtuosos, en cuyos pechos reso- nó el éco sonoro de esta voz, á vosotros es justamente á quiénes correspondé tribu- tar este noble homenagé al hombre singu- lar (el gran Bolívar) qué acaba de sobre- ponerse á todos los encomios de los mor- tales. A las almas generosas es á. quienes, toca honrarse mutuamente- Aquel valor heroico con que desaliasteis el año 10 á la ilación qué se llamaba señora de dos mun- dos, aquel temple de constancia que siem- 6re habéis manifestado en los caminos en»n/n y t* humu)n .nljui r>3 aú'sqav) su oHíibod oup .crióla oa &0*ílOíKW 9b 3g!X9 Olí r.fí*«>!>oih f: ¡alta 9b \ i fehrob tsnu MBob 9*000091 ¿>r;l bttí'úmñ *»•.;] vulil «I orno) orn .oloíil ci- sopftoi •»/ ?unj Hse nbu»b «nfnfíf 9up eon «i u;y92j.' ate wm>H»ncrri .>u'úftbr.i)üír) ¿ehúfon a . '>jih>dGí9 ula«rí ottTortfn* obtiütiii n%om obcfüsvnl otnomotit.'iri-i'tüii'f'i; satitlq «I >b (Mi oí»p f#in&d mnj ojr » « (aXvaiMbJ i.\ i -ifni éosbq íiflí wáí íónorf b»b i.*r»ni;> >•.: asín éoa f»d >L / un/.^'iA íi*»m»j> í; v .- n b i .•?oítii»b aoubii EL EDITOR AL PUBLICO. La lectura de los grandes principios no es tan provechosa como la de las grandes acciones. Los hechos son los que prue- ban, y cuando son ejecutados por alguno que nos pertenece, nos vemos arrastrados del atractivo de su ejemplo. Movido de estas consideraciones, es que me he apre- surado á que se reimprima un ejemplar de la vida del General Sucre, impresa en Li- ma después de la victoria de A vacucho. Un americano, como él, no la leerá para satisfacer una vana curiosidad, sino para conformar su vida á todo lo que hay de mas laudable y digno de un ciudadano. Como la virtud crece y se fortifica por el horror del vicio, el que le profesa el General Su- cre llevará la nuestra á su perfección. Ve- remos por fin, que aunque la victoria de Ayacucho es una de las mas gloriosas que presentará la historia, él se aplaude menos de este honor, que del placer de haber quebrado el último eslabón de la infame cadena peninsular, y deque la patria que- de tranquila al abrigo del patriotismo, que ella inspira. G. F..oouaiw ja ¿lonaa ja ar*bn»¡t» *rÍ «ib ¿i'ormr> aaoftaavoiq tutí «9 -sunj ouj» >o! tioc eoffynl huvl .«90049913 OílHJjl,. í, j 8O(mÜ099(9. U(1*>. oL(JÁIj'> f ,!T,;I eobaile&iu eoai9V >-o¡i , jomvjniq 4kmi •>:•;» 9b O&ftoM .oifjün"!'* UB »b .oWtrMttfp b»b -9Kp: 9<í 90L9Up i3 f«^»ii>i:>6T>bir.K)r> Mto9 . oí^3t:hjrfj;» iíí» ufriuíini-n 9H 90jp4 o!)kiüí -Ll ai BB^K^mC.vñ—! IfiivnsO Idfc j bi / iíí .oif-iU'ir.ff- 9Íí r.L> .'.•t /';/7Í ,9l> ^íují(: b |m "ülfiq ín » )! «i OI! .13 OíltO> ,qi!,f..;>nríi};f: < 1 t.f 1 -i. «j omí* .br.bisoflt/r» Rojiv bou *s9:j«i-iied r:n<|> ib Olip ol ob'ii . üt I7.| --.n ; . ■ t OdBoO .Oftfibfibfiii iiit '»b . , •»* f.,?,tji.í 1< . I (9 HM e-.ihififrl.9S .X 'r.ir-rj buhif.fil -U"! [8191190 19 fi«'»'l 1! -;ífj> i .<.,-,,/ ÍdI. -97 .¡i(¿r>'> )li-»fj M i* «ItaMía BÍ llftV9ÍI •j!» Sfioiarf «I Mtpáva ?»iip ,ntl ir.-j *bni9-: 9Up MjKMItiis -Kfli UN '>b f.nti (,'A-Hrtü-*/. •00901 •AHit.U\i¡ 9« léfAnq|aífÍ^Ü fM|(l989TC| I9 obciddOp -C»iip í-ñ ;.;•{ <>¡ 9ffe9b f -líiif 1 -íiJií¡-n| OOoImI9 9i>P .'«nirüoiiifi'j 1 jb i'jji-rdc Ja oJitipaftiJ «»b DE LA VIDA DEL GENERAL SUCRE.I .1 r-f-i—* ■----... | ta i cuy /a aa ;iít > jh jah;j /: a o n V1IDA DS SUCRE. •' l i*b (gatead í-i i'" i.;.., - rufob-j >oí t;3 .ioÍíív im ioq v ..ib El General Antonio J prin- cipió sus estudios de Matemáticas, para se- Sfuir la carrera de.ingenieros. 'Empezada a revolución,, ae dedicóiá esta arma, y mos- tró desde los primeros días una api icaeion .y una inteíiget>eia que lo hicieron sobresa- lir entre bus compañeros. Mi>y pronto em- pezó la guerra, y desde luego el general Sucre, salió á campaña. Sirvió á las ór- denes del general Miranda CDn d¡&t incion, en los afios 11 y 12. Cuando loe generales .Marino, Pi;>r, Bermudesr Váleles, empren- dieron la reconquista de su patria, en el 'año de 13, por la parte oriental, el joven -Sacre los acompañó á una empresa la mas atrevida y temeraria. Apenas un puñado14 de ralienles, que no pasaban de ciento, in- tentaron ylograron la libertad de tres pro- vincias. Sucre siempre se distinguía por su infatigable actividad, por su inteligen- cia, y por su valor. En los célebres cam- pos de Maturin y Curaaná, se encontraba, de ordinario, al lado de los más audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando ejércitos contrarios con tres ó cuatro com-, pañías de voluntarios, que componían to- da^ nuestras fuerzas. La Grecia rio ofre- ce prodigios mayores. Quinientos paisa- nos armados, mandados por el intrépido Piar, destrozaron ocho mil españoles en tres com pales en campo raso. El general ■ Sucre era uno de. los, que se distinguían en medio de estos héroes. 03 El general Sucre sirvió al E. M. G. del -ejército de Oriente, desde el año de 14 hasta el de 17, siempre con aquel celo, ta- lento, y conocimientos que lo han distin- guido tentó: El era el alma del ejército en que servia. El metodizaba todo, mas, con una modestia : con esai gracia con que i hermosea cuanta cuanto ojéenla. En -me- dio de las combustiones .que necesaria- Id mente nacen de la guerra, y de la revoló* cion, el general Sucre se hallaba frecuen- temente de mediador* de consejo, de guia, sin perder nunca de vista la buena causa y al buen camino; El era el azote del des- orden, y, sin embargo, el amigo de todos. ¡ Su adhesión al Libertador, y al gobier- no, lo ponían á menudo en posiciones di- fíciles, cuando los partidos domésticos en- cendían los espíritus. El general Sucre quedaba en la tempestad, semejante á una roca combatida por las olas, clavando los ojos en la patria, en la justicia, y sin per- der, no obstante, el aprecio y el amor de los que combatía. ¡> Después de la batalla de Boyará, el gé- neral Sucre Alé nombrado gefe de E. M. G. Libertador, cuyo destino desempeño con su asombrosa actividad» En esta capaci- dad,,asociado al .general Briceño, y coro- nel Pehez, negoció el armisticio y regula- rizacion de la guerra con el general Mo- - rillo el año de 1820. Este tratado es dig- no del alma del general Sucre : la benig- nidad, la clemencia,!el géhio de la benefi- cencia Jo dictaroa: él será eterno cornejal■t •Uña beilo monumento 4Íe^fa piedad «pli- ^gXMla ó Ha ¿uérra : él será eterno eomo él hombre del vencedor de Ayatneho. ' ' / Luego fué destinado, desde fiógótfi, & mandar -i* división de' trapas, que' el go- bierno de< Colombia puso á sus órdenes, -para aúíiHar é Guayaquil que se habia insurreccionado• contra «4 gobierno eapa- fiol. Allí Sucre desplegó su genio conci- liador, cortez, activo, audaz: I ' > r, rDoa derrotas eonsecu tivas pusíeron ih Guayaquil a Hado del abismo. Todo es- taba pendido en aquetta época: nadie en- eraba salud, sino en un prodigio de la uena suerte. Pero el general Sucre se ha liaba - en Guayaquil, f bastaba Su pre- sencia para hacerlo todo. Él pueblo de- seaba librarse de la esclavitud : el gerto- ral Sucre, puefc, dirigió este noble deseo con aeierto y con gloria. !' Triunfe enI¥•*- -guachi, y libró asi á Guayaquil. Después uu nuevo ejército se presentó en las puer- tas de esta misma ciudad, Vencedor y fuer- - te. El general Sucre lo.conjuró, lo recba<- zó sin combatirlo. Su política logró lo que aus armas no habrían alcanzado. La des - 17 treza del general Sucre obtuvo un armis- ticio del general español, que en realidad era una victoria. Gran parte de la bata- lla de Pichincha, se debe á esta hábil ne- gociación ; porque sin ella, aquella céle- bre jornada no habría tenido lugar. T.c- do habría sucumbido, entonces, no tenien- do á su disposición el general Sucre, me- dios de resistencia. . El general Sucre lormó, en fin, un ejér- cito respetable, durante aquel armisticio, con las tropas que levantó en el país,.las que recibió del gobierno de Colombia, y con la división del general Santa Cruz,- que obtuvo del Protector del Perú, por re- sultado de su incansable perseverancia en solicitar por todas partes enemigos, á los españoles poseedores de Quito. , , La campana que terminó la guerra del Sur de Colombia, fué dirigida y mandada en persona por el general Sucre; en ella mostró sus talentos y virtudes militares; superó dificultades que parecían invenci- bles : la naturaleza le ofrecía obstáculos, privaciones y penas durísimas: mas á to- do sabia remediar su génio fecundo. La28 batalla de Pichincha consumó la obra de su celo, de su sagacidad y de su valor. En- tonces fué nombrado, en premio de sus servicios, general de división, é Intenden- te del Departamento de Quito. Aquellos pueblos veían en él á su Libertador, su ami- go: se mostraban mas satisfechos del gefe que les era destinado, que de la libertad misma que recibían de sus manos. El bien dura poco, bien pronto lo perdieron. La pertinaz ciudad de Pastó se subleva poco después de la capitulación que les concedió el Libertador, con una generosi- dad sin ejemplo en ka guerra. La de Aya- cucho que acabamos de ver Con asombro, no le era comparable. Sin embargo, este pueblo ingrato y pérfido, obligó al general Sucre á marchar contra él, á la cabeza de algunos batallones y escuadrones de la guardia Colombiana. Los abismos, los torrentes, los escarpados precipicios de Pasto, fueron franqueados por los invenci- bles de Colombia. El general Sucre los guiaba, y Pasto fué nuevamente reducida til deber. El general Sucre, bien pronta, faé destinado é» una doble misión «*Utar f 19 diplomática,cerca de este gobierno, cuyo objeto era hallarse al lado del Presidente de la República, para intervenir en la eje- cución de las operaciones de las tropas Colombiana» auxiliares del Perú. Ape- nas llegó á esta capital, que el gobierno del Perú instó repetida y fuertemente pa- ra que tomase el mando del ejército unido: él se denegó á ello, siguiendo su deber y su propia moderación, hasta que la aprox- imación del enemigo con fuerzas muy su- periores, convirtió la acepción del mando, en una honrosa obligación. Todo estaba en desorden : todo iba & sucumbir sin un gefe militar que pusiese en defensa la pla- za del Callao, con las fuerzas que ocupa- ban esta capital. El general Sucre tomó a su pesar el mando. El Congreso que había sido ultrajado por el Presidente Riva-Agüero, depuso á este magistrado luego que entró en eí Ca- llao, y autorizó al general Sucre para que obrase militar y politicamente como gefe supremo. Las circunstancias eran terri- bles, y urgentísimas: no había que vacilar, sino obrar con desieioq. .20 El general Sucre renunció, sin embargo, el mando que le conferia el Congreso, el- que siempre insistia con mayor ardor en él mismo empeño, como que era el único hombre que podía salvarla patria en aquel conflicto tan tremendo. * El Callao encer- raba la caja de pandera, y al mismo tiem- po era un caos. El enemigo estaba á las puertas con fuerzas dobles: la plaza no estaba preparada par* un sitio: los cuer- pos de ejército, que la guarnecían, eran de diferentes.estados, de diferentes parti- dos : el Congreso y el poder ejecutivo lu- chaban de mano armada : todo el mundo manejaba en aquel lugar de confusión, y al parecer el general Sucre era responsable de todo. EU pues, tomó la resolución de defender la plaza, con tal que las autori- dades supremas la evacuasen, come ya se habia determinado de antemano por parte del Congreso y áei poder ejecutivo. Acon- sejó á ambos Cuerpos que se entendiesen y transigiesen sus diferencias en Trujillo, que era el lugar designado para su resi- dencia. El general Sucre tenia órdenes positi- 21 ♦ vas de su gobierno de sostener al del Pe- rú ; pero de abstenerse de intervenir en sus diferencias intestinasesta fué su con- ducta invariable, observando religiosa- mente sus instrucciones. ' Por lo mismo, ambos partidos se quejaban de indiferen- cia, de indolencia, de apatía por parte del general de Colombia, que si habia tomado el mando militar, habia sido con suma re- pugnancia, y solo por complacer á las au- toridades peruanas; pero bien resuelto á no ejercer otro mando, que el estrictamen- te militar. Tal fué su comportamiento en medio de tan difíciles circunstancias. El Perú puede decir, si la verdad dicta estás líneas. Las operaciones de) general Santa Cruz en el alto-Perú habían empezado con buen suceso, y esperanzas probables. El ge- neral Sucre habia recibido órdenes de embarcarse con cuatro mil hombres de las tropas aliadas hacia aquella parte. En efecto dirije su marcha con tres mil Co- lombianos y Chileno?, desembarca en el puerto de Quilca, y toma la ciudad de Arequipa. Abre sjis comunicaciones con22 «I general Santa Cruz que se hallaba en el alto-Perú; & pesar de no recibir de- manda alguna, de dicho general, de auxi- lios, dispone todo para obrar inmediata- mente contra el enemigo coman. Sos tro- pas habían llegado muy estropeadas, co- mo todas las que hacen la misma navega- ción; los caballos y bagages había costa- do una inmensa dificultad obtenerlos ,* las tropas de Chile se hallaban desnudas, y debieron vestirse antes de emprender una campana rigorosa. Sin embargo, todo se ejecutó en pocas semanas. Ya la división del general Sucre había recibido parte del general Santa Cruz, que la llamaba en su auxilio, y algunas horas después de la recepción de este parte estaba en marcha cuando se recibió el triste anuncio de la disolución de la mayor parte de la divi- sión peruana en las inmediaciones del Desaguadero. Por entonces todo cam- biaba de aspecto. Era, pues, indispen- sable mudar de plan. El general Sucre tuvo una entre-vista con el general Santa Cruz en Moquegua ; y allí combinaron sus ulteriores operaciones. La división que 23 mandaba el general Sucre, vino é Pisco, y de allí pasó, por orden del Libertador, á Supe, para oponerse á los planes de Riva- Agüero que obraba de concierto con los Españoles. En estas circunstancias el general Su- cre instó al Libertador, por que le pennir tiese ir á tomar el Valle de Jauja con las tropas de Colombia, para oponerse allí al general Canterac, que venia del Sud« R¡- va-Agüero habia ofrecido cooperar á e6ta maniobra; mas su perfidia pretendía en- gañamos. Su intento era dilatarla hasta que llegasen los españoles sus auxiliares. Tan miserable treta, no podía alucinar al Libertador que la habia previsto con an- ticipación, ó mas bien, que la conocía por documentos interceptados de los traido- res, y de los enemigos. . El general Sucre dio en aquel momento un brillante testimonio de su carácter ge- neroso. Riva-Agüero lo.habia calumnia- do atrozmente; lo suponía autor de los decretos del Congreso; el agente de la ambición del Libertador; el instrumento de su ruina. No obstante esto, Sucre24 ruega encarecida y ardientemente al Li- bertador, para que no lo emplee en la campana contra Riva-Agüero, ni aun co- mo simple soldado ; apenas se pudo con- seguir de él, que siguiese como un espec- tador, y no como un gefe del ejército uni- do ; su resistencia era absoluta. £1 decia que de ningún modo convenia la interven- ción de los auxiliares en aquella lucha, é infinitamente menos la suya propia ; por- que se le suponia enemigo personal de Riva-Agüero, y competidor al mando. El Libertador cedió con infinito sentimiento, según se dijo, á los vehementes clamores del general Sucre. El tomó en persona el mando del ejército, hasta que el general La-Fuente por su noble resolución de ahogar la traición de su gefe, y la guerra civil de su pátria, prendió á Riva-Agüero y sus cómplices. Entonces el general Su- cre volvió á tomar el mando del ejército; lo acantonó en las provincias de Huaylas, dónde se le ordenó; y* allí su economía desplegó todos sus recursos para mante- ner con comodidad y agrado á las i tropas de Colombia. Hasta entonces aquel de- 25 parlamento había producido muy poco,, ó nada ai estado. Sin embargo, el general Sucre establece el orden mas estricto pa- ra la subsistencia del ejército, concillando á la vez, el sacrificio de los pueblos, y dis- minuyendo el dolor de las ecsacciones mi- litares con su inagotable bondad y con su infinita dulzura. Así fué, que el pueblo y el ejercito se encontraron tan bien, cuanto las circunstancias lo permitían. Sucre tuvo orden de hacer un reconoci- miento de la frontera, como lo ejecutó con el esmero que acostumbra, y dictó ade-. mas aquellas providencias preparatorias, que debian servirnos para realizar la próxima campaña. Cuando la traición del Callao, y de Torre-Tagle llamaron los enemigos á Li- ma, el general Sucre recibió órdenes de contrarrestar el complicado sistema de maquinaciones pérfidas, que se extendió en todo el territorio contra la libertad del pais, la gloria del Libertador, y el honor de los Colombianos. El general. Sucre¡ combatió con suceso á todos los adversa- rios de la buena causa; escribió con sus26 manos resmas de papel para impugnar á los enemigos del Perú y de la libertad ; para sostener & los buenos, y para confor- tar & los que empezaban á desfallecer por los prestigios del error triunfante. El ge- neral Sucre escribía á sus amigos, que mas interés había tomado por la causa del Pe- rtí, que por Una que lefuese propia, ó per- teneciese á su familia. Jama» había des- plegado un celo tan infatigable; mas sus servicios no se vieron burlados; ellos lo- graron retener en la causa de la patria á muchos, que la habrían abandonado sin el empeño generoso de Sucre. Este gene- ral tomó al mismo tiempo ásu cargóla di- rección de los preparativos, que produje- ron el efecto maravilloso de llevar el ejér- cito al valle de Jauja, por encima de los Andes, heladas y desiertos. El ejército recibió todos los auxilios necesarios, de- bidos sin duda tanto a los pueblos perua- nos, que los presentaban, como al gefeque los había ordenado tan oportuna y discre- tamente. - El general Sucre después de la acción de Junin se consagré de nuevo á la mejo- 27 ra y alivio del ejército. Los hospitales fueron provistos por él, y los piquetes que venían de alta al ejército, eran auxilia- dos por el mismo general; estos cuidados dieron al ejército dos mil hombres, quo quizá habrían perecido en In miseria sin el esmeró del que consagraba sus desve- los á tan piadoso servicio. Para el gene- ral Sucre todo sacrificio por la humanidad y por la patria parece glorioso. Ninguna atención bondadosa es indigna de su co- , razón; él es el general del soldado. Cuando el Libertador lo dejó encargado de conducir la campana, durante el invier- no que entraba, el general Sucre desple- fó todos los talentos superiores, que lo an conducido á obtener la mas brillante campaña de cuantas forman la gloria de los hijos del nuevo mundo. La marcha del ejército unido desde la provincia de Cota bamba hasta Huamanga, es una ope- ración insigne, comparable quizá á lo mas grande que presenta la historia militar. Nuestro ejército era inferior en mitad al enemigo que poseía infinitas ventajas ma- teriales sobre el nuestro. Nosotros nos28 veíamos forzados á desfilar sobre riscos, gargantas, ríos, cumbres, abismos, siempre en presencia de un ejército enemigo, y siempre superior. Esta corta, pero terri- ble campaña, tiene un mérito que todavía no es bien conocido en su ejecución : ella merece un Cesar que la describa. " La batalla de Avacucho es la cumbe de la gloria americana, y la obra del ge- neral Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. Ma- niobras hábiles y prontas desbarataron en una hora á los vencedores de catorce años, y á un enemigo perfectamente constituido, y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación .-de nuestros enemigos. Aya- cucho semejante á Waterloó, que decidió del destino de la Europa, ha fijado la suer- te de las, naciones americanas. Las gene- raciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla, y contemplar- la mentada en el trono de la libertad, dic- tando é Jos americanos el ejercicio de sus derechos, y-el imperio sagrado de la natu- raleza. !*-,.':• El general Sucre es el padre de Aya- 29 cucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que en- volvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará á Sucre con un pie en el Pichincha, y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac, y contem- plando las cadenas del Perú rotas por su es- pada. (