(' H> ) al fln «os descargaron.—Cinco mese» de prisión, de grillos y terror'en' el Hervidero" 'no pudieron arrancarle una sola voz de lisonja al tirano, «V de guerra á Uiumion pura'ron- lo?» europeos le grangi <> la pérdida de dos buques que ransporluhan á esta plajea los dos tercios o distinguir á los qne mandan sobre pueblos destinados ú ocupar una posición <■!<■% ail.» -entre las u¡u iones que se llaman grandes porque supieron conquistar su independen- cia y defender sus libertades con sacrificios de todo género. I*a justicia a-í lo pide y el honor del pais asi tal Ke.se podrá vindicarse de una ofensa que será muí pequeña con relación á mi individuo, pero grande y sin medida ptn las autoridades de que ema- il u y el pueblo heroico en quien refluye.. Iluenos Aires, mayo °0 de 1S20. T-as personas que gusten reconocer los documentos originales que instruyen la impugnación precedente podrán ocurrir al cuartel de l^olicia, segundo cuerpo en un cuarto sucio sobre la derecha como entramos, donde serán recibidos y partirán de todas las consideraciones qur so han dispensado al autor, y de que es mitiii.il tenga el pú- blico una idea inui justa según el oficioso a\iso del Mcnsagero Argentino iiúm. Si*. * 4 IMPRENTA ARGENTINA. m i% F SJEJVORJSS: Graneles eventos han llenado el periodo de vuestro receso. Al reuni- ros, conforme á nuestra ley y costumbre, encontráis la realidad de cuanto esperabais con inquietud en el ano último. El ejército libertador del Perú ha disuelto todos los materiales del poder español aglomerados en el corazón de los Andes, y ha disipado hasta sus ilusiones. Ea independencia del continente americano es lioy una evi- nr ucia. El acto por el cual la Gran Bretaña acaba de reconocerla es otro suceso memorable, porque importa el triunfo de los principios que fundan la legitimidad de nuestros derechos contra la fastuosa alianza de la vieja aristocracia europea. Finalmente, las Provincias del Rio de la Pla- ta se han mostrado reunidas en cuerpo de nación. El congreso general, bien advertido de la situación de cada una de ellas, ha abierto una marcha digna, sancionando la ley fundamental, que os será luego presentada. En ella veréis, señores, brillar el mismo espíritu conque dictasteis la ley de 13 de noviembre de 1824. Ea experiencia vá demostrando que ella es la mas propia para garantir una unión que no debe ser prevenida, sino confirma- da por las leyes. El gobierno ha provisto del tesoro de la provincia á lo^ gastos de la defensa y organización nacional, en la forma que os será presentada. El es- pera que merecerá en esto vuestra aprobación, porque es conforme á vues- tros mas decididos sentimientos. Pero, habría deseado evitar la necesidad de aceptar el encargo provisorio del poder ejecutivo nacional, para no espo- m rse al peligro de alimentar prevenciones, que no puede curar sino el tiempo y una civilización progresiva. El congreso nacional se apresura- rá sin duda á quitar este protesto de inquietud, y la provincia se limitará entonces á dar ejemplos saludables de consagración generosa á la causa na- cional, y de atención constante á la mejora de sus instituciones. Estas atraen ya de todas partes hombres y capitales. Ea prosperi- dad creciente de nuestro comercio, la actividad de nuestra industria, y el bienestar general de la población laboriosa harán amar cada dia mas los principios de gobierno que nos rigen; siendo de esperar que ellos intro-duzean hasta en las clases menos favorecidas del pueblo aquel buen sen- tido, ó sea instinto, de libertad y orden, que desconcierta y burla las ma- quinaciones de los ambiciosos. La ignorancia del pueblo ha sido siempre el gran fondo de sus recursos. Para combatirla vosotros decretasteis el establecimiento de un numero considerable de escuelas primarias en la ciu- dad y campaña. El se ha completado; pero el estado y progresos de las que fueron confiadas al cuidado de la Sociedad de Beneficencia lia colma- do todas las esperanzas, y servirá de modelo y de estímulo. Los colegios han recibido algunas mejoras en este año. Se ha procurado reprimir cuidadosamente el espíritu de insubordinación, que propagan siempre lo* ejemplos v el, descuido en un largo periodo de revolución y desorden. Una juventu» t desacostumbrada á todo sentimiento de respeto formaría hombres incapaces de ser libres, que no podrían gobernar, ni ser gober- nados, sino por el terror y la violencia. L» Universidad carecía de cons- tituciones, que dándole una existencia digna de su objeto, ofreciesen una garantía de que los sacrificios hechos para el establecimiento y conser- vación de la enseñanza clásica eran fructuosos. Esta obra está á punto de concluirse. Ea repetición de los crímenes y especialmente el abigeato en la cam- paña han hecho palpar la ineficacia de la* le v es existentes, y los inconve- nientes de la forma actual de proceder. Un proyecto de ley será presen- tado inmediatamente para corregir aquellos males, que no es posible dejar pesar por mas tiempo sobre el pais. Una comisión se ocupa del código mercantil, y sus trabajos os serán presentados en la sesión de este año. Para completar la seguridad de las propiedades rurales, ha sido necesario buscar un medio de fijar bien los límites de cada posesión. sacándolos de la incertidumbre en que . han flotado hasta aqui, sin las seguridades, que solo es capaz de ofrecer la ciencia en este país llano como el mar. La co- misión topográfica, organizada y habilitada de cuanto necesita, lia empren- dido va los trabajos que deben dar por resultado inmediato la fijación de mojones generales, que sirvan de puntos de partida para la* posteriores operaciones, y que preparen la formación de una carta, que será el título en el cual cada uno vea marcados indeleblemente los límites de -us po- sesiones. L.as obras públicas decretadas para la ciudad, se adelantan y perfec- cionan; pero el gobierno cree que un templo y una escuela en cada aldea deben ser los monumentos que la provincia levante á la libertad- Este í3t)\ . t •> W-Atv? " f.liS plan ha empezado á ejecutarse, y vosotros no reusareis votar en cada año alguna suma á tan digno objeto. La educación civil y religiosa formará las costumbres de un pueblo verdaderamente libre: ella hará mas raros los delitos, y menos necesaria la acción constante de la fuerza, para conservar la paz y sostener el orden. Vosotros aprobasteis en el año pasado el plan de edificar gradualmente en la campaña lugares de seguridad, a fin de faci- litar la administración de justicia, y de desterrar las prácticas inhumanas que la necesidad y la miseria habían introducido, para asegurar las perso- nas prevenidas. En este año se han empezado estas obras, á que se agre- gará la c onstruccion de oficinas propias en cada distrito, donde se adminis- tre justicia sin los iconvenientes que ofrécela mansión variable de los jue- ces de paz. Los sacrificios hechos para la organización y reclutamiento del ejér. eito de la provincia no han sido infructuosos. El ha mejorado en numero y disciplina. Los veteranos que cubren la frontera han llenado su deber satisfactoriamente: mas la prudencia exije no solo completar sino aumen- tar su fuerza. La comisión encargada de reformar el cód igo penal militar, adaptándolo á nuestras instituciones y necesidades, presentará en breve sus trabajos á vuestra deliberación. Las rentas de la provincia han ofrecido un aumento considerable con respecto al año anterior, y ellas han bastado á los gastos del servicio ordi- nario y extraordinario. El producto del empréstito realizarlo en Londres se ha transportado á esta plaza con ventaja, y sin causar alteración en el cambio. El gobierno espera que las obras del puerto, á que era destinado principálmente podrán realizarse por sociedades particularcs,y con sus pro- pios capitales, de jando en tal caso libres aquellos fondos para destinarlos á otros objetos: mientras tanto se entretienen productivamente y fomentan nuestra industria. Todos los documentos relativos serán puestos á vuestra consideración oportunamente. Eas maquinas y útiles necesarios para la fabricación de moneda están ya prontos, y un contrato se ha celebrado para montar el establecimiento en todo el año venidero. El ministro de hacienda os presentará las cuentas del año pasado, y el presupuesto de gastos para el servicio ordinario del ano próximo. SEñoitEs: el gobierno os felicita porque volvéis á vuestra honorable tarea bajo auspicios tan dichosos. El necesita mucho de vuestra coo- peración: en la infancia de nuestra existencia, naeional y después de tan larga lucha, la paz tiene también sus peligros, y exije grandes sacrificio.-»El espíritu de anarquía disfrazado de mil maneras puede corromper nues- tras instituciones; y la aristocracia nacida en la misma revolución aprove- chará todo para desacreditarlas. Nuestra posición en esta grande época hace de una inmensa trascendencia los ejemplos que deis en el ejercicio de vuestras funciones. Es preciso demostrar que las instituciones liberales no solo son las mas propias para hacer felices y prósperos á los pueblos, sino que ellas elevan sus ánimos y les inspiran una enerjía tremenda é irre- sistible, cuando llega el momento de vengar el honor nacional. fíucnos Aires 19 de mayo de 1825. Juan Gregorio de las Heras. JWanuef José García»Manifiesto sobre las proposiciones que el gobierno ha presentado á la sanción de la H. J. sobre el congreso general, y objetos á que deben contraer- se los diputados para él, eayistentes en Górdova. Un magistrado que ocupa el primer puesto de una república, no debe contentarse con el testimonio de su propia conciencia, cuando tratu de dar ni público sus deliberaciones. Amante de su buena opinión, tanto como de la patria misma, vive persuadido, que su crédito es un bien, que solo á ésta le pertenece ; y que traicionaría sus derechos, despreciando la censura pú- blica, y derramando el contagio de una mala reputación. Siempre zeloso, ^¡'•mpre circunspecto tiene presente, que el primer objeto de sus cuidados es el bien público ; el segundo, el honor debido á la santidad de su ministe- rio. Penetrado de estos conceptos, y temiendo las vacilaciones de vuestro espíritu, es, cíTidadanos, que he ressotó comunicaros, no solo los artículos «leí proyecto presentado á la honorable junta provincial, sino también lo-» fundamentos en que se apoyan. No ignoráis, ciudaJanos, que pasado en apariencia aquel torbellino, ron que se ha hecho memorable en nuestros fastos el año veinte del siglo, fue el primer cuidado de esta provincia, invitar á las domas para la reunión do un nuevo congreso, que borrase la memoria de ese año de seducción, de ca- lamidades y de crímenes. Entre los medios de que debia valerse, entraba el de la formación de una constitución, que fuese el resultado «le la voluntad posjtiva de todas ellas. No sin agravio de los que concibieron este pensa- miento . podrá dudarse de sus sanas y rectas ¡atenciones. Contemplando Iti patria en anarquía, parecia un deber irresistible buscarle un centro co- mún , y reedificar el edificio que acababa de derrivar el crimen. Sinein- barwo, no es la primera vez que los mas laudables proyectos vienen á ser inútiles, y acaso peligrosos, por haberlos anticipado al momento favorable fie su ejecución. JEs preciso tener muy presente la máxima, que para to- das las enfermedades políticas de un estado , la primera ciencia es saber prevenir; la segunda saber esperar. Ved aquí, ciudadanos, lo que pare- ciéiidome que se escapa á la penetración de sus autores, y creyendo q»»"» ponor barn-ras insuficientes al desorden era en substancia prolongarlo, ino apresuré á corregir con las notas en que interesé toda la seria meditación de la honorable junta. Yo me lisongéo que encontrareis en sus artículos la suma de lo que ha podido dictar una prudencia consumada, y una sábia previsión de los sucesos por venir. Como los artículos del plan presentado tienen su tendencia á que la reunión de diputados en Córdova no revista por ahora otro carácter que el de una convención nacional , la cuestión mas espinosa que provoca nuestro examen es averiguar si en las circunstancias actuales es de presumir, sin equivocación , esa trabazón íntima , que debe haber entre la existencia de un congreso, y la aptitud del estado para recibir con docilidad su» deci- siones. Si asentamos el principio, que el deseo de hacer el bien, sin seguridad de que aproveche , nada influye en la felicidad de una república, su peso mismo debe inclinarla decisión al partido negativo. Es muy cierto que no hay recompensa mas digna de las fatigas de un congreso, como la dulce y sublime satisfacción de saber que el edificio que levanta se consolidará pa- ra siempre sobre los cimientos que le ha abierto; pero ¿donde está ese principio que debe garantir, al de que se trata, en esta idea consoladora? Si alguna vez la ilusión pudo lisongoarse de que habia ocupado cou fir- meza el trono do la verdad , fue sin duda en el momento en que coronó el n 4