CORRESPONDENCIA POLÍTICA ENTRE DOS SEÑORITAS. JPepa mia: solo la frecuencia de tus cartas mi- tiga en mi corazón el sentimiento de tu ausen- cia; mira que cumplas tu palabra en cuanto á volver pronto, como yo y todos los nuestros de- seamos. Nuestra tertulia sigue como la dejaste, y todos los que la forman, tan contentos y tan interesados por tí como siempre, y yo entien- do que mas de uno te habrá escrito, según las preguntas que me haces en tu última, pues yo no te he dado en las mias ocasión para ellas. Participas vivamente de las sensaciones mismas que afectan raí alma en todo lo que tie- ne relación á nuestra patria, y por esto tienes \m título para que yo te conteste, y yo una obli- gación gratísima de hacerlo, aunque seamos las primeras en tocar por escrito puntos de políti- ca y tengamos que sufrir la crítica de a (mellos que aun quisieran ver á las mexicanas ocupa- das solamente en parir y mal criar á nuestros hijos, para que fueran fieles servidores de Fer- nando VII. No, Pepa mia, la independencia y libertad de nuestra patria tamb en se ha hecho y establecido para las mexicanas, y ya podemos casarnos con licencia de nuestros padres con otros que no sean los cajeros de nuestras casas, y además tomar en los asuntos públicos aque-2. lia parte que es debida para poder educar útil- mente á nuestros hijos, que al íin tienen que servir por sí á nuestra cara patria, de suerte que aunque no aspiremos á que nos retraten en el salón de la Legislatura de México como lo ha hecho con una francesa monarquista y de- fensora eterna de los reyes Borbones, nos con- tentaremos con saber qué tenemos parte y po- demos influir en los negocios de nuestra patria. Entro, pues, a contestar tus preguntas. La pri- mera, se contralle á que te diga como piensan las personas que honran á nuestra tertulia sobre la oposición tenaz que ha hecho la Legislatura de México á que se declare á esa capital asien- to ordinario de los Poderes Supremos de la Re- pública. En efecto este punto ha sido materia de nuestras conversaciones mas de una noche, y co- mo por el carácter inalterable de madre gran- de, concurren personas de todas clases y toda» se expresan con franca y santa libertad, he te- nido ocasión de oir á lodos, y me limitaré á ex- presarte la opinión de los que tú crees tienen un patriotismo sólido é ilustrado. Tu amigo M. fue el primero que promovió esta materia, y des- pués de expresar con modestia el contenido de la representación que dicen hizo la Legislatura al Congreso general, dijo que le parecía contra- ria á la Constitución que acaba de jurar la mis- ma Legislatura; y por eso injusta y ademas con- traria también al bien de México y de toda la Nación. Del mismo parecer fueron el R. P. Fr. M. nuestro General P. el Coronel E. el Lic. L.3. y por las razones que expusieron estos, todos ad- hirieron á su juicio, hasta madre, Petrita y yo. No es posible reducir á una carta cuanto se ha hablado en esta materia, y asi solo te indicaré las razones que me ocurran, que creo sean so- bradas para satisfacer á tu primera pregunta, y para estimularte á que me digas tu juicio con la sinceridad que te digo el mió. Tu amigo M. para fundar su opinión fijó las siguientes cues- tiones. Primera. ¿El Congreso general tiene fa- cultad para señalar el lugar que ha de servir de asiento á los Poderes Supremos de la Na- ción? Segunda. ¿Hay necesidad de que ejerza esa facultad hoy dia? Tercera. ¿Es útil y conve- niente á México el ser hoy declarada ciudad fe- deral y asiento ordinario de los Supremos Po- deres de la Nación, ó al contrario les trae gran- des males tal declaración? La primera de estas cuestiones la resolvió con la lectura de la facul- tad 28 del art. 50 de la Constitución, que por si no le tengas á mano, te voy á copiar en lo Conducente, dice así: „Art. 50. Las facultades esclusivas del Congreso general son las siguien- tes. 28. Elegir un lugar que sirva de residen- cia á los Supremos Poderes de la Federación, y ejercer en su distrito las atribuciones del Poder Legislativo de un Estado." Mas apenas acabo tu amigo de leer esta parte de la Constitución, cuando el Lic. Rompedor se le fue (reservado) á las barbas con su natural fogosidad, diciendo- le que ese artículo no probaba nada porque hablaba del futuro Congreso y no del actuahque solo debía ocuparse de dar las leyes que la misma Constitución decia que diera, y fue- ran conducentes á poner en planta la Consti- tución. Tu amigo le contestó con calma y so- lidez haciéndole ver que todos los diputados del actual Congreso Constituyente tenian pode- res sin limitación alguna para hacer todas las leyes que creyeran conducentes á la felicidad de los pue- blos, como consta de sus poderes, y que en conse- cuencia podían todo aquello que fuera conducente para consolidar la Constitución y ponerla en ejecu- ción á la letra, y mucho mas en aquellos puntos pre- vios á la instalación del primer Congreso Constitu- cional, que debe abrirsus sesiones el 1 de Enero próximo, de cuya naturaleza era el punto en cues- tión: añadió además que no se podia dudar de la fa- cultad del actual Congreso sobre decidir este punto, porque expresamente se reservó su decisión en el art. 1 del decreto de convocatoria del Con- greso, próximo dado en 13 de Julio ultimo en que expresamente se dijo: que los senadores y diputados se reunirían en el lugar que se de- signaría por una ley: que esta misma reserva había hechose en la Constitución cuyo art. 67, dice á la letra: „El Congreso general se reu- nirá todos los años el dia 1 de Enero en el lu- gar que se designará por una ley," deduciendo de todo que por ser la decisión una, medida previa á la reunión del Congreso para el 1 de Enero, sin la cual no se reunirán los diputa- dos y senadorer, pues no se les ha señalado él punto de reunión y por estar así dispuesto en5. la facultad 28 del art. 50 de la Constitución, en el 67 de la misma y en el 1 del decreto de convocatoria de 13 de Julio, era una temeridad inaudita negar tal poder al actual Congreso. Fr. M. que observó tanto calor en el Lic. Rompedor tomó parte con oportunidad y dijo á este: Sr. Lic. la Constitución en la fa- cultad 28 del art. 50 y en el 67 esta termi- nante, y lo está el artículo del decreto de convo- catoria, y era necesario que en la Constitución hubiera lo contrario, esto es, en lugar de decisio- nes tan expresas y una reserva tan terminante a favor del actual Congreso, una prohibición positiva que se hubiera puesto asimismo para no obrar en ese punto, pues puede todo lo que la Constitución no le prohiba expresamente: to- do lo demás es atacar la Constitución, es que- rer arbitrariamente deprimir al Congreso y dar lugar á disenciones de que solo sacarán prove- cho los enemigos de la patria. No he oido de- cir,^ continuó Fr. M., que la Legislatura de Mé- xico se ha descomedido enormemente contra el Congreso general, que por sus tareas, y particu- larmente por haber vencido los obstáculos que se han puesto para constituirnos, ha tenido la gloria de darnos una Constitución, merece justa- mente hoy dia el aprecio de toda la Nación. En la sesión pública del 21, de dicha Legislatura, se leyó su representación para dirigirla al Sobera- no Congreso, y aseguran que en ella dicen: „que dirán verdades amargas cuqles corresponden al carácter de hombres libres, y que si el6. Estado al nombrarlos no los pudo obligar á vencer; pero sí a la resistencia hasta morir en la demanda, que en el seno mismo del Congreso general, no faltan quienes intriguen para que México sea ciudad federal, que dicha Le- gislatura protesta que sin embargo de haber re- flexionado con detención y madurez el motivo y objeto de semejante proposición no habia po- dido hallarlo." Iba á seguir su relación literal Fr. M. cuando nuestro tertuliano que tú y yo en lo privado llamamos tio Capmani, le inter- rumpió diciendo: ¿como, como está esa fráse P.? La Legislatura reflexionó el motivo y el ob- jeto, lo demás sería no saber castellano: se di- jeron los dos otras cien cosas y la cuestión po- lítica se iba volviendo académica ó gramatical, cuando madre tomo interés y rogó al P. Fr. M. siguiese la relación. Este reposándose continuo diciendo: que en la representación de la Le- gislatura se decia además: que la experincia de México y de los Estados-Unidos demuestra evi- dentemente que es compatible la existencia de los Poderes Supremos y de los del Estado en un mismo lugar, que la Legislatura de México no reconoce en la asamblea actual ni en la or- dinaria de I03 Estados, facultad para dictarla, (la providencia en cuestión) que el Congreso ge- neral obrará con la ligereza é impremeditación si por la palabra lugar de la facultad 28 en- tiende otra cosa que un terreno, debiendo con- venir en que la palabra lugar de que se usa allí no significa otra cosa que un terreno, y que7. ta facultad de elegirlo para fundar la ciudad federal, es la que en el pasaje citado se decla- ra á la asamblea ordinaria de los estados, „que en su sentido juró la Constitución, y • que si hubiera sospechado que no era esta la. inteli- gencia de la palabra lugar, hubiera pedido ex- plicación del art. 50, y en el caso de (pie ella le hubiera sido contraria se habría resistido desde entonces á entrar en una sociedad Leomina en que lodo lo iba á perder:" que debia tenerse también presente „que la Constitución declara el ejercicio de semejante facultad al Congrego or- dinario de los Estados, que esta gran ciudad que tan injustamente es el blanco de los tiros de la envidia y del rencor, queda reducida á la esclavitud mas vil, sus habitantes estarán sujetos servilmente á los caprichos del hombre mas despreciado de los Estados, que serán tra- tados con el orgullo que produce la superioridad del señor sobre su siervo." Madre medio conmo- vida interrumpió al R. P. Fr. M. diciendole que no creia que la Legislatura dijera estas cosas tan graves como falsas y que además le pare- cía que por ahora no se tocase la segunda y ter- cera cuestión, pues merecía cada una lugar á parte. Tu amigo M. sostuvo el modo de pensar de madre, lisonjeándola con recordarle los tiem- pos de Callejas y compañía, en que no tenía- mos libertad para conversaciones tan francas, y pidió permiso para hacer algunas observaciones sobre lo que habia relacionado con tanta exac- titud el R. P. Fr. M. y obtenida con placer de8. todos dijo. Yo solo tenia idea de la representa- ción de la Legislatura por relación de un ami- go que solo me impuso en el fondo de la cues- tión, lo que me bastó para formar mi opinión sobre ella, pero ahora que el P. Fr. M. nos re- lata á» la letra los términos en que está conce- bida, estoy espantado de oír que una reunión tan distinguida como la Legislatura de México se haya expresado en términos que sobre ser in- sultantes al Congreso general y por lo mismo a todos los Estados son degradantes á la misma y sofo á propósito para acreditar que la vilis y tós pasiones han ocupado el lugar de la razón. jl)e donde han sacado esos señores que al ca- rácter de hombres libres cornesponde decir ver- dades amargas, y mas cuando se habla con la autordiad mas alta de la tierra? Verdades cla- ra':, verdades sólidas, verdades desnudas mani- festadas sin cobardía, pero con decoro, sin adu- lación, pero con decencia, sin acrimonia, pero con firmeza, son las que corresponden al ca- rácter de hombres libres y no las amargas, que mas bien suponen exaltación de pasiones que razón y justicia. Esos señores se han figurado estar ya en un campo de batalla y que media Nación se pone bajo sus banderas para pelear contra las resoluciones que aun no ha tomado el Soberano Congreso cuando dicen, que si su Estado no los obligó á vencer, pero sí á Ja re- sistencia hasta morir en la demanda. ¡Hasta don- de lleva á los mejores hombres la exaltación de pasiones! Pues no hay nada, ni necesidad de9. insistencia que le sería inútil y sensible, ni quien quiera ponerse bajo su dirección hasta morir en la demanda, todo el mundo está tran- quilo, y los mexicanos han dado constantes ejem- plos de buen juicio y de amor al orden y res- peto á las autoridades supremas, y conocen ademas que el pueblo mexicano perdería mucbo de su grandeza y de sus recursos para vivir, si saliera de su seno el Supremo Gobierno, por- que quedaran en él los veinte y un señores de la Legislatura. No morirán en la demanda por- que solo ellos y unos pocos mas cuyos intere- ses son idénticos, hacen de demandantes, y asi que no hagan testamento. Ningún honor resul- ta á los señores de la Legislatura en decir que no faltan en el Congreso quienes intriguen pa- ra que México sea ciudad federal: ellos mismos se ofenderian si yo dijera ahora que en la Le- gislatura hay quienes intriguen porque México no conserve este alto carácter que ha tenido por tantos siglos. jComo ha de querer México dejar de ser capital de la Nación, por venirlo á ser de un solo Estado? Esta es la alternativa fijada en la Constitución, y México que no mi- ra sino su gloria común, no quiere dejar de ser lo que ha sido siempre. El que por un ar- rebato de pasiones no ha perdido el juicio, sa- be que no se convence á los hombres sino por razones, y que los insultos solo entran á falta de estas, y solo sirven para irritar los ánimos, ¿Quiere esto la Legislatura de México? En cuanto al motivo y al objeto con que 210. se hizo la proposición me reservo hablar al to- car la segunda y tercera cuestión que he fija- do, asegurando demostrar que el motivo fue no- ble y legal, que el objeto es el mas glorioso y el mas interesante para México y todos sus cien- to sesenta mil habitantes, por mas que diga la Legislatura; y demostraré también que seria es- ta ciudad y toda la Nación perjudicada, si se blandeara un punto el Congreso general. He oido, continuó nuestro amigo, ponde- rar mucho el argumento que hace la Legisla- tura, tomado de la esperiencia de México y de los Estados-Unidos, pero personas juiciosas me han asegurado que no puede comprehender- se el mal modo con que la Legislatura ha usa- do de este medio de argüir, pues todos su ra- ciocinio es contra sí misma y es ademas fuera de la cuestión. México por mas que se apure la Legislatura, ha sido desde siglos antiquísimos la capital de la Nación mexicana, el asien- to de los antiguos emperadores y el punto de reunión de todas las provincias en sus relacio- nes mas interesantes y generales, y todos los pueblos la han visto como madre común. Esto la ha elevado al grado de opulencia y de gran- deza en que se halla y esto y no otra cosa es lo que acredita la experiencia de México, y es imposible que haya mexicano de buen sentido que quiera degradarla haciéndole bajar del alto rango que ocupa al de asiento de la Legisla- tura de un Estado. Los señores de la Legisla- tura quieren hacer compatible la residencia de11, los Supremos Poderes y la suya en un lugar; pero no consideran que esto es quebrantar direc- tamente la Constitución que en su artículo 50 dice expresamente: que los Poderes Supremos de la Federación ejercerán en el distrito de su residencia las atribuciones del Poder Legislati- vo de un Estado. ¿Como pues quieren que exis- tan en México dos cuerpos legislasivos? La Constitución no se quebrantará impunemente por- que en su observancia consiste nuestra unión ge- neral, y en nuestra unión el vencer á los Bor- bones y borbonistas, y en esto nuestra inde- pendencia, nuestra libertad y nuestra gloria, y la dicha de nuestras futuras generaciones. Al tratar de la segunda cuestión volveré á tocar este punto; veamos que es lo que acredita la experienciade los Estados-Unidos que tanto alegau los señores de la Legisíura de México. Como aque- llos Estados antes de su independencia de In- glaterra eran independientes entre sí, no tenia» una capital común, y al constituirse en federa- ción se hallaron sin este punto de unión gene- neral. Resolvieron hacer una nueva en que re- sidiesen los Poderes Supremos, y cuando después de años y de gastar muchos millones, estuvo media concluida, se trasladaron á ella. ¿Y qué sucedió? ¿Igual fue el éxito de esta medida? Y ¿qué acredita con relación á ella la experien- cia? Ya responden los mismos señores de la Le- gislatura en su célebre representación. Ellos di- cen que llamados extrangeros, y nacionales á avecindarse en aquella nueva ciudad federal, no *12. hubo quien se diera por entendido de seméjate llamamiento: que la ciudad permenece casi des- poblada: que el Gobierno ó Presidente reside fuera de ella. Esto es lo que resuelto en los Estados-Unidos del Norte por haber aquellos Legisladores escogido para capital un terreno cual quieren entender por lugar en el articulo de la Constitución los señores de la Legislatu- ra mexicana. Por el contrario los legisladores mexicanos aprovechándose de los costosos y malos resultados que dio la experiencia en Wasinthon, debieron y deben huir de una medida cual se tomaria, si se adoptase la in- teligencia que la Legislatura de este Estado ha querido dar á la palahra lugar de la facultad 28: la experiencia pues de los Estados-Unidos que tanto se alega es mas en contra de los (pie la seducen, que no en su favor, esto se ve y se palpa si se advierte que en la repre- sentación se habla bajo de un supuesto vo- luntario y falso, pues suponen cuestionable el punto de la residencia en un mismo lugar de los Poderes Supremos de la federación, y de los de un Estado, cuando ya está decidida ex- presamente esta cuestión en el artículo 50 de la Constitución, en que como he dicho, se esta- bleció, el Congreso general ha de ejercer en el lugar de su residencia y en su distrito las atribuciones del Poder Legislativo de un Esta- do. No hay que extraviar ni eludir la cuestión del dia: está reducida á los términos siguientes. Estando decidido expresamente que el Cóngre-13. so general ejerza en el lugar y distrito de su residencia las atribuciones del Poder Legislati- vo de un Estado, y debiendo señalarse este lu- gar y este distrito ¿conviene á México y á to- da la república el que señale á esta ciudad pa- ra su residencia capital de todo la república y asiento de los Poderes Supremos de toda la Na- ción, saliendo de ella la Legislatura de Méxi- co y Poderes de este solo Estado; o al contra- lio, conviene mas á México que quedándose aqui la Legislatura y Poderes de este solo Es- tado, salgan los Supremos Poderes generales á establcer la capital de toda la Nación en otro lugar? Esta alternativa es de la Constitución que han jurado los señores . de la Legislatura de México y debe cumplirse: escojan los seño- res mexicanos. ¿Y habrá entre ellos quienes quieran privar á México de las grandes co- modidades y riquezas, del esplendor y de la gloria que en todo sentido le vienen con el so- lo hecho de contitnuar en el alto grado que ha ocupado por tantos siglos, siendo siempre ca- pital de todas las provincias mexicanas? ¿Habrá mexicano alguno que quiera que esta ciudad baje de ese alto rango de capital de toda la república á ser solamente capital de este Esta- do, Cortando las relaciones interesantísimas que ha tenido siempre y tiene hoy con todos los Esta- dos, y esto solo porque veinte y un señores de la Legislatura no residan tres ó cuatro meses con su Gobierno representativo en S. Angel, 6 en S. Agustín de las Cuevas, ó en otro de tantos hermosísimos lugares del Estado?14. Madre interrumpió á nuestro amigo di- ciéndole, no Señor, yo no había entendido asi la cuestión que tratan en el Congreso general, y si el caso es como V. ha dicho, no puede dudarse ni aun por las mugeres que por núes* tra educación sabemos tan poco, que á México le tiene mas cuenta el que se quede el Gobier- no Supremo y salga el del Estado. Las mexica- nas solo podríamos alegrarnos por uno simpleza mugeril reducida á que entonces no vendrían tantas mugeres de Provincia que llamamos pa- yas, á introducir cierta rivalidad respecto de nos- otras; pero por lo demás se nos seguirían mil inconvenientes. Ese mil de generales, de oficia- les que vienen y están aqui porque está el Gobierno Supremo, se irian adonde este estu- viera, y nuestras tertulias, y nuestros paseos, y nuestros teatros no estarían tan brillantes ni tan honrados como están con la concurrencia de esos hijos predilectos de la pátria, que por su valor y patriotismo merecen de nosotras toda estima- ción y aprecio, y encontrar en nuestra ciudad el descanso y las comodidades que merecen go- zar después de tan duras fatigas. Esos miles de personas que cargadas de sus riquezas entran to- dos los dias á nuestra ciudad á promover ante las au- toridades generales sus negocios y sus pretensio- nes. ¿No ocupan en su servicio á muchos po- bres mexicanos? ¿no gastan en renta de casas y no consumen todo género de producto de nues- tros artesanos y de nuestros labradores? Pues va- yase á otro lugar el Gobierno general, y las la-15. banderas, los zapateros, los sastres, los comer- ciantes y demás artesanos, y los pobres indios que introducen tanto para el consumo diario ca- rezcan de salida de sus manufacturas y comes- tibles. Todo se iba á trastornar: los extrangeros que tanto gastan en nuestro suelo marcharían en seguimiento del Gobierno, y ya estoy viendo que á pocos meses una tercera parte de las ca- sas estaban cerradas sin alquiler alguno, y den- tro de pocos años esta hermosa ciudad vendría á ser lo que Burgos ó Toledo en España, que fueron ciudades opulentas y brillantes mientras residió en ellas el Gobierno Supremo, y desde que salió de ellas han venido á quedar en gran- des esqueletos. ¿Como ha de compararse el bri- llo y explendor que dará á nuestra ciudad la residencia del Presidente y Vite-Presidente de la república, con los ministerios respectivos, la del Estado mayor general, la de una buena parte del Ejército, la del Senado y Cámara de Dipu- tados con sus respectivas secretarias y oficinas, la de la Corte Suprema de Justicia, la de la Tesorería general y demás oficinas generales de la federación, la de los Ministros plenipotencia- rios y tantos extrangeros y nacionales que vie- nen todos los dias, con el que pueda dar la Le- gislatura del Estado con su Gobierno y tribu- nales particulares, que por todos vendrán á ser cincuenta ó cien personas, y mas cuando estas no se irán tan lejos de México? VV. perdonen mi digresión, dijo Madre, pues á ella me há obligado el amor del suelo16. en que nací y no querría vivir para ver á mi patria despojada de la gloria que siem- pre lia tenido; ni veo mayores niales en que salr ga la Legislatura, ni entiendo por qué se ha to- mado por esta con tanta calor este negocio. Nuestro general con mucho, comedimiento dio las gracias á nombre de todos los militares á Madre, asegurándole que nada les era mas apre- ciable que la estimación que merecían á las me- xicanas, que su memoria sola los hacia bravos en los combates, y su presencia y su trato fle- xibles y amantes del orden, sin el cual no po- dían gozar de los bienes de la paz, y de las delicias domésticas. Nuestro amigo volvió á to- mar el hilo de sus observaciones sobre la repre- sentación de la Legislatura, y dijo: que mien- tras mas la meditaba mas asombro le caucaba, pues eran claras las contradicciones en que in- currían sus autores, porque por una parte la Le- gislatura decia que no reconocía en la Asam- blea actual, ni en la ordinaria de los Entados, facultad para dictar la providencia de que se trata, y después decia: debe también tenerse pre- sente que la Constitución declara el ejercicio de semejante facultad al Congreso ordinario de los Estados, pareciendo cierto que entre estas con- tradicciones se entrevee un fondo obscuro muy propio para promover la insubordinación á los Supremos Poderes, extraviar las opiniones y de- bilitar la unión que debe reinar entre todos los buenos, y que solo aborrecen los enemigos de nuestra independencia y libertad. Para estos son17. propias otras expresiones de la representación, que contienen frases amenazadoras mas allá de lo justo, y falsas y escandalosas en sí mismas, ta- les me han parecido, dijo nuestro amigo, aque- llas de resistirse desde un principio á entrar en Una Sociedad Leonina, y mas las en que supo- Re la Legislatura que esta gran ciudad, blanco de los tiros de la envidia y del rencor, queda* rá reducida á la esclavitud mas vil, y sus habi- tantes estarán sujetos servilmente á los caprichos del hombre mas despreciado de los Estados. No, señores, no hay tal Sociedad Leonina: el Estado de México quedará existente y el mas poderoso de todos, pues le quedan un millón y cien mil habitantes en un terreno vasto y feracísimo, sin mas desmembración que la de dos leguas por ca- da rumbo de México. Jamás México ha sido para los habitantes de fuera de él un blanco de envidia y de rencor: sus habitantes en lo gene- ral son mirados en las provincias como unos ver- daderos hermanos; pero por una fatalidad ane- xa á su opulencia y su grandeza, ha servido siempre de cuna y de asilo á un corto número de enemigos de la pátria, y á este corto número es al que dirigen desde fuera sus tiros el patrio- tismo y la justicia. ¿Y qué razón puede tener la Legislatnra para asegurar que México quedaría reducida á la esclavitud mas vil, y sus habitantes sujetos servilmente á los caprichos del hombre mas des- preciado en los Estados. México constituida en ciudad federal vendría á ser patria común y ma— 3 á18. dre de los Estados, resultando que sus hijos sean tenidos por hijos de todos los Estados: ella seria gobernada por leyes hechas por el Congreso ge- neral residente en su seno y conocedor de sus necesidades: ella tendría por gobernador al mis- nao Presidente de la federación y en su seno las autoridades necesarias para hacerle todo bien y evitarle todo mal. ¿Y qué el Presidente de la federación ni cualquiera otra autoridad que se nombrase legalmente para gobernar inmediata- mente á México, merece ser calificado de ser el hombre mas caprichoso y despreciado de los Es- tados? No conoció la Legislatura la fuerza de estas expresiones: un calor inconcebihle y un ímpetu de pasiones acomuladas pudieron en un momento de deslumbramiento hacerla producirse en estos términos y en otros que muestran tener igual prüneipio y la misma tendencia. No quiero concluir mis observaciones, continuó diciendo nuestro amigos sin hacer al-» gunas sobre el argumento que se forma en la nepresentacion de los sucesos de Colombia. Se pintan con poca exactitud: no se entra en el examen de la situación en que aquel pais se hallaba cuando acontecieron algunos de esos.su- cesos; ni se analizan las causas inmediatas que influyeron ahora doce años para que alli se tras- tornara entonces una federación efímera por la situación política de aquellos países. Pero tén- gase por cierto que jamás ocurrió alli cuestión semejante á la que hoy se ventila en México, ni se dudó en aquel pais cual habia de ser la19. residencia de los Supremos Poderes de la fede- ración; y tengan por absolutamente falso que alli se ve con horror el sistema federativo, y se detesta hasta la palabra federación. Lo que hay de cierto es, que libres mas que nosotros de un poder enemigo en lo interior, se han unido bajo la egide de su apreciable Constitución y no ha- rán variación en ella hasta que llegue el tiempo que ella misma prescribe, y entonces será cuan- do los señores de la Legislatura verán de hecho que no se aborrece alli el sistema federativo, ni se detesta la palabra federación. Dicho esto se despidió nuestro amigo, expresando que á la no- che siguiente hablaríamos sobre las otras cues- tiones. Succesivamente se retiraron los demás, y Madre y yo nos fuimos á preparar la cena. Si el que ha de llevarte esta no se va mañana, la continuaré dándote razón de nuestra conversación siguiente.—A Dios Pepa mia &c. MEXICO: 1824. Imprenta de la Aguila, dirigida por José Ximcm, calle de Medirías número 6.