DEFENSA DE URBINA POR EL PENSADOR MEXICANO. •»*.'« ! t *» t\" *I * SOBRE EL PAPEL TITULADO . I i , . .J •. . . • i « s ■ > < ' « POR LA PATRIA V SUS DERECHOS^ SE HA DE HABLAR CON LIBERTAD. &c. MEXICO; 1824. Imprenta de D. Mariano Ontiferos.ADVERTENCIA. I dia de este jfffrr 5a¿m yo si había es* pañoles de jueces de hecho: al tiempo de la defen- sa me lo hicieron entender, y concluida protesté istár á lo favorable y apelar de lo adverso. Mi parte salió bien porque LXios quiso, pues hubo una larga y muy altercada resistencia para absolver- lo: m fue mucho habiendo españoles, quietes por ningún titulo debían insacularse para esta clase de juicios, pues por hombres de bim que sean son españoles, juzgan un papel de estos como partes agraviadas y es preciso que fallen contra el au- tor* Serta, pues, muy justo que la ley los se* parase de estos juris, ya porque no hacen falta sobrando tantos otros, como porque ser jueces y partes á un mismo tiempo no se La visto ni en ArgéL 9 ■' < ■ 'Es muy ingrato á la Patria el que preeviendotu pró- xin a ruina, enmudece y la espone á ser victima de la iotr ga, apatía, falsa confianza, o otros vicios civiles que son muy comunes en laa revoluciones de los pueblos. Convencido de esta verdad el ciudadano Teles- foro José de Urblna, y asegurado de que la salud de ta Patria es la suprema ley, escribió su papel titulado: Por la Patria y sus derechos libres debemos hablar, manos si acaso rigieren laj layes del Alcorán. Virtió- sus ideas según su talento, conforme la» concibió, y laa esplico como pudo: mal y por mal camino, como suelo decirse; pero con el corazón mas limpio y con las mas rectas in- tencione», que siempre ha dirigido á la felicidad de su Patria. ¡Ojalá y cuantos escritores hacen sudar las pren- sas en América, poseyeran el patriotismo y buena fé do Urbina'. Sí, señores: ese desgraciado i-nfelíz que ten*!* á, la vista como reo, dos veces, agoviado con el pe,o de la miseria, y de la edad, es en hombre de bien á to- das, lucesr el amor á su Patria es en éi una pasión fu- riosa. Jamás conoce el miedo, todo lo ar-roftra y na- da k intimida cuando juaga vulnerados sus derechos. Desde los principios de nuestra gloriosa lucha se decidid á> sostenerla con las armas, no por interés del pillage, ni por el apetito de honores como algu- nos, sino únicamente por el amor á su Patria; y asi es que sirvió constantemente en la campaña, y espuso re* pet idas ocasiones su existencia en la clase de un simple aventurero, sin sueldo alguno, mendigando su snbsisten- cia, y sufriendo los rigores do Marte, sin mas interés, conato ni deseo sjno ver á su Patria libre del dominio español. Estas vütudes no comunes y que se deben cla- *a: siíkar como heroicas le merecieron del primer Confía- so nacional el título de bueno y zeloso patriota, y que se le asignaran doce reales diarios por ti tiempo de su vi da, lo que »e verificó mientras lo permitieron la» ■ "r- cunstuncial;; y estas mt>n>'as virtudes son \¡s que V. SS. cjeb<-o iefícr preser.res al tiempo de la sentencia, advir- tiendo que mi cliente es unlueno y zeloso patriutui que sus servicios están acreditados por los generales y ge- fes con quienes los hizo: que la misma Junta de pre- mios lOs ha cah6carío de meritorios: que con todo esto T) - se le han premiado: que yace simado en la miseria; que no tiene talentos superiores ni principios ningunos de literatura; pero en cambio posee un patriotismo refina* do que ¡lo enloquece y lo hace producir sin discreción cuanto le viene á la cabeza, con ral que crea que es lo que conviene al beneficio general de su nación. ¿Y á este hombre de bien, á este viejo infeliz, á este zeloso defensor de la Patria serfn V. SS. capaces de condenar, reduciéndolo á una larga prisión en que se nuera de hambre, solo por no entender su espíri- tu, sino ateniéndose a la acusación del risral, quKn si lo hubiera conocido y tratado ciertamente no hubiera formado su denuncia? Es imposible. Para juzgar de ros escritos de Urbina es menester conocerlo y tratarlo. Hasta aqui, señores, solo he manifestado quien es Ur- bina, cuales sus méritos, cuanto su patriotismo y el candor conque lo manifiesta. Pasemos ya á defender su impreso» Dice el fiscal que ataca directamente la terce- ra garantía. A esta acusación siempre se dirá que la tercera garantía no consiste en que los españoles ob- tengan los empleos civiles ni militares en todos tiem- pos con preferencia á los americanos, pues: es menes- ter esplicar esto con algún espacio para entenderlo, porque esta es una de las paradas que desea Urbiaa que se le aclaren..1* Muy bien se que la independencia ni rompió ni do romper los lazos fraternales que nos unen con los añoles por las relaciónesele sangre, idioma, religión, s y costumbres; y que si como republicanos debemos tolerantes con todo el mundo, cerno agradecidos é Hui- dos debemos serlo aun mas con los españoles por las enes dichas; pero también advierto, que después que América se emancipó y se casó con su libertad, des- es que se gobierna por sí y salió de la patria po- tad de España, está obligada por toda justicia á ce- tr en los mejores puestos á sus hijos antes que á sus rmanos, y estos hijos pueden solicitar tal preferencia su madre, sin romper la unión con sus hermanos di- os. Si la cuestión se pone en tal punto de vista, co- debe ponerse, sale por necesaria consecuencia que mi rte ni directa ni indirectamente ha atacado la tercera rantía. Dice el fiscal que Urbina supone, que no so- se desprecia la opinión general, sino que se procu- contrariar. A este cargo se puede satisfacer pregun- do al mismo señor riscal: ¿es ó nó la opinión ge- ral ó de la mayoría de la Nación, que esto se debe tender por general, que los españoles sean saparados los empleos civiles y militares, mientras la España reconozca nuestra independencia? ¿se ha pedido esto r medio de las prensas? ¿se ha solicitado lo mismo r algunos señores Diputados en el Salón de Córtes? hizo una representación para lo propio por la oficia- ad de granaderos de caballería y otra por los Pí- os de México? ¿tuvo otra causa el pronunciamiento Cucrnavaca? ¿reconocieron otro origen en esta ca- ta! lo» sucesos de los dias 23, 24 y 25 de enero o imo pasado? Pues si todo esto es cierto, ¿qué mas necesúa pira conocer que la opinión es general? y lo és, pregunto; ¿está satisfecha esa opinioti? No: lue- está contrariada; y entonces ¿cual es el cargo que4 le resulta á Urbioa por haber dicho una cosa que t dos ve¡) ? Para desvanecer los demás cargos que de denuncia fiscal resultan contra mi cliente, es preciso a vertir que están aglomerados y separados de los i gares que ocupan en su impreso. Es cierto que df que la libertad de escribir la van desrruyendo; pe esto ¿lo prueba ó nú? El indica los ataques que ba r bicido lo libertad de imprenta en nuestros días, y mo tiles, señala la prohibición del voceo de los hnpr se s, la obligación de anunciarlos en papel sellado, terrorismo infundido á los impresores con las exaccio numerarias exigidas á Paredes, administrador de la c sa de Ontiveros; y por ultimo, la persecución de los critores. ¿Es esto falso 6 verdadero? Todos lo not todos lo dicen, aunque no todos lo imprimen. Un ñor Diputado ha dicho publicamente por las prenda» siguiente: » el espíritu y genio perseguidor de la i » prenta se ha fijado cual astro de mal agüero so h nuestra atmosfera." El mismo señor dijo: *r que [ 99 Francisco Molinos del Campo (son sus palabras). 99 voluntariamente prohibió el voceo aun de los pa 9> de autores conocidos...... halló el gran medio de a 99 car la libertad de imprenta con impunidad, y al 9> habría recurrido el conde del Vcnadito y su ante 99 sor Ver.égas, sin dar el escandaloso golpe de pr « birla con un decreto/' Urbína advierte que el se Iturbide no tuvo valor para darle semejantes at q aun cuando los impresos le minaban la opinión á t prisa, y ve que nuestro gobierno paternal hace lo no hizo el que se ha llamado tirano. Urbina sabe, hasta para tener una casera diversión entre gente ce*te se necesita pedir licencia al gobierno, y s¡ kay multas: no ignora que al ciudadano José Agu se multó en cíen pesos no ha muchos dias, porque di ó un bayle a la legación inglesa, obsequio muyUtico y digno de la aprobación de los sensatos. El fu leido el oficio conminatorio del señor Gefe político, im- preso en Guadalajara; y también ha leido en otro impre- so de México que D. Antonio ó el despotismo es el mismo, sio mas diferencia sino que ahora trae un ayu- da de cámara que se llama Peor que antes. El, en fin, ha visto tantas cosas que aturdido, pregunta no afirma: ¿esta acaso es libertad? ¿este es el bien que disfrutamos? ¿de opresores á opresores? ¿no está peor la diferencia con ver que lo son los nuestros? ¿por fin en que ley vi* vimos? ¿rige aquí el Alcorán? Esto es preguntar no afir- mar; y hasta ahora sabemos que quien pregunta no yer- ra: solo que á mi parte le toque la desgracia de que el juri lo condene por patriota, sencillo y preguntón. Urbina con ia ingenuidad de su buena re dice: n todo ei órden está perdido: todo se vuelve terror y m confusión: ni aun en el Santuario de las leyes se en- » cuentra equella moderación y decoro correspondiente: n allí se oyen improperios y personalidades contra co- r jos y tuertos y qué se yo; y si la. votación no sale n al paladar de algunos representantes van tomando el n portante los resentidos, y ya no hay discusión por no n quedar el número competente/' E«tas son las pala- bras de Urbina: pero el fiscal, no seria por malicia sino por inadvertencia, interpreta y comenta criminal- mente las palabras de Urbina de este modo: dice, «que » mi parte supone perdido enteramente el órden en to- »• das las autoridades, atribuyendo á vicios del Soberano n Congreso el acaloramiento de algún señor Diputado/' Esta es uní manifiesta equivocación del fiscal de libertad de imprenta; porque ni con yuntas de bue- yes puede arrastrarse la consecuencia que saca de lo que Urbina escribió. El fiscal se desentiende del mo- tivo que tuvo mi parte para asentar su proposición. Esta es que no se encontraba ni cr> el Congreso la debi- da moderación, y lo funda en que allí calumnió y aa-6 1 irió con personalidades un Diputado á dos ciudada- nos, y a mayor abundamiento, cita el reciente ejemplar de q e por no hiber sido la votación al gusto de los menos, esto?, siendo casi la mitad, se levantaron y se fatiere a; por lo que, no habiendo quedado el suficien- te número d¿ diputados para formar Congreso se le- vantó 1¿ sesión* El hecho fué público, aquí se invir- tió el órdtn, como se invierte en tantas ocasiones cua tas es necesario reclamarlo á campanazos; y el de- cirlo, truncando lo esencial ¿se ha de atribuir como cri- men á mi parte? Urbina dice, y prueba, que aun en el Santuario de las leyes suele faltar el orden, y cita los hechos; pero no atribuye esta falta á vicios del Congreso, co- mo sin temor de Dios dice el riscal. El Congreso no es un individuo, ni su valimiento está en muchos, sino en la mayoría, y á esta respeta mi parte llamándola Santuario de las leyes; pero levantar testimonios es muy fácil. Faltó y muy faltó el órden en el Congreso, cuando el señor Bustamante á mí y al Payo del Rosa- rio nos injurió con las ridiculas personalidades de lia- mar nos al uno cojo y al otro tuerto, calumniándome atrozmente con el apodo de sedicioso cuando no habia escriro un papel; pero una cosa es decir que faltó el ó den e.i el Congreso, órden que todos los días lo re- claman con la campanilla, y otra cosa es atribuir el des- orden de uno ó de muchos á todo el Congreso en ge- neral; y esto es lo que no ha dicho Urbina. Señores: el denunciar impresos y calificarlos de sediciosos, subversivos y alarmantes es mas fácil que hacer buñuelos. En el mundo entero no se ha escrito ni se escribirá cosa alguna que yo no sea capaz de acusar como subersivo, sedicioso, alarmante, herético, ó lo que me diere la gana. Sí: el Credo, esa cartilla de los cristianos, esa protestación de fe que reconoce-7 nos cono santa é infalible, jo revestido del espíritu y lógica denunciante, lo acusaría de subversivo, herético, sedicioso y alarmante. ¿Se admiran V. SS l pues no hay de qué. Oigan como, y que cosa tan fácil es denunciar un impreso. La religión del estado me manda creer que' el que vá á los infiernos se condena. Esto es de fé. Ahora bien: el Credo dice que Jesucristo fue á los in- fiernos, luego se condenó: - si se condtnó no fué Dio«; y si no fué Dios, nuestra religión es falsa. Todo esto sale del Credo, y esto es trastornar la religión del es- tado: de consiguiente es subversivo, sedicioso. &c. &c. en primer gra^o. Tan fácil asi es acriminar un escrito cuando se quiere. Por otra parte: el fiscal con la mayor acrimonia inculpa á Urbina de que injuria a I-s autoridades y atribuye vicios al Soberano Congreso, no haciendo tal cosa; y al mismo tiempo dora el desorden del señor Bjstamante, sin advertir que aun cuando ir r cliente hu- biera tenido algún deslía en lo que escribió, es discul- pable por sus ningunas luces, literatura ni representa- ción: circunstancias que tiene el diputado, y que las mismas lo hacen mas delincuente ante la ley ; sin em- bargo, esta gravísima falta del señor Bustamante se lla- ma en boca del fiscal, acaloramiento^ y el decir Ur*- bina esa fsha se acusa como snbversion y como in- juria. Ya se vé, el señor Bustamante es un Diputado á Cortes, y Urbina es un pobre infeliz, y es bien sa- bido que Cuando el pobre se emborracha y el rico en su compañía, la del pobre es borrachera, la del rico es alegría» La coplita es vulgar pero adecuada.t Ei fiscal asienta que mi parte vierte especies erosivas á. las supremas auroridades: yo bien quisiera goe nunca hubiera advertida en ninguna de ellas co- sa que le hubiera chocado; pero los que gobiernan son hombres, y es imposible, por lo mismo, que sean per- fectos. Es, pues, de necesidad que los ciudadanos les adviertan sus descuidos y lea critiquen sus.faltas; pa- ra esio se ha concedido el don precioso de la impren- ta, i» En un sistema, da gobierno popular y libre, lie* •» nen todos y cada uno de los indis i dúos que lo com» u ponen un derecho sagrado ¿ imprescriptible para fis-» •* calizar y criticar las acciones públicas de sus funcio» n narios; y con este objeto se proteje tanto U libertad >» de imprenta, cerno garantía la mas fuerte de sus 11» n berta des y derechos de los pueblos, así como &e« n oo terrible para los hombres públicos: critique en *> hora buena el pueblo la, conducta de sus rnandari- n nes, can tal que lo baga con. verdad y decoro, uni- t» eos requisitos qne se ie exigen..... E\ pueblo nunca f* se engaña en esta clase, de iuicios y siempre baca n justicia, mptjvo porque la opinión publica hace teni- tu bjlar á los hombres en los gobiernos liberales. ,Oja - ts lá que nuestros conciudadano* hagan el uso justo »» que dehea hacer, de la imprpntat el solo bastaría 9i para mantener ep su deber á todos los funciona? ios, 9» y paia. hacernos gozar do la vesdadera libertad. Ya »x la tenemos pQí derecho; pero las cadenas pesadas que »> llevamos por trescientos años, nos han dejajiq coma v entumecidos para correr por esta senda hermosa y 9> agradable, juegue á Dios, que salgamos,, breve de es- 99 te entumecimiento, y que el pueblo contraiga un tacto v tan delicado que. le lastimen !ia*ta: los «Jgodones, ya 99 que tantos años se. acostumbró á pi$ar, sobre abro» 99 jos. ** Así se ha esplicado no ha ¡nuches dias el Pre* sidente de^ .Copgreso del Estado-libre de Jalisco. ¡Fe* lices los pueblos donde ías primeras autoridades pro».9 tejen un abiertamente la libertad sagrada de la impren- ta! Ya por mi parte tolo diré» que en donde los ma- gistrados obren bien, faltaran ciudadanos que escribao mal* No injurió, pues, Urbina á ninguna de nuestras autoridades, ni menos provoca á la sedición en el pe- riodo que seguramente le .chocó mas al riscal pues lo subrayó. La cláusula en cuestión dice? si las pa- radas no se aclaran y seguimos como vamos, si piensa triunfar de nosotros, el dolo, la intriga^ ó la fuerza, dis- poneos h padecer•, bajo el seguro de que siempre vence- remos. Este per-iodo fue el que mas eco le bizo al fi.-cal, y por el que acusa al papel de sedicioso é in- juiioso en primer grado; pero por fortuna estas pala* bras r »n distantes esrán de inclinar á la sedición, que antes bien son las que exitan al buen órden, y las que prueban mejor el refinado patriotismo de Urbioa, aunque esplicado bruscamente. En el supuesto de que no Tamos muy bien, de que la opinión general está desatendida, la libertad de imprenta atacada, Don Antonio con su ayuda de cámara, y ademas sabiendo que tenemos enemigos in- teriores que con el engaño, la intriga ó la fuerza tra- tan de dividirnos para alguna vez esclavizarnos, invi- vita á sus conciudadanos á la constancia en las virtu- des contrarias' á los vicios que acusa, animándolos con la esperanza de que con ellas vencerán á sus enemi- gos aun después de mil padecimientos. Urbina lo que quiere decir en las palabrcs que escandalizaren al fis- cal es lo que sigue: si el engaño, si la intriga, si la fuerza n otras arterías de nuestros enemigos se emplea- ren con el fin de triunfar de nosotros y de dominar- nos, preparémonos á padecer con la seguridad de que con la constancia, la unión y la virtud los venceremos. Nada presentan estas palabras que huela á se* dicion ó injuria; declaran la guerra á las pasiones de10 nuestros enemigos, no á ninguna de lag autoridades. No: el despotismo, la ambición, el engaño y otros vicios que revolotean sin cesar entre los hombres no son autori- dades d quienes debemos respetar* Urbin.a sin nombrar estas ataca á aquellos, lo que es mas digno de elogio que de acusación, H ¡biendo, pues, suficientemente probado que el ciudadano Telesforo José de Urbina en el impreso de que se trata ni ¿tica la tercera garantía, pues expre- samente dice que ama ü los españoles, que ej daño que les desea caiga sobre él, que en hora buena vi* van con nosotros hasta el fin de sus dias, aunque sin empleos, cuantos hoy existen en América, &c. ni fal- ta al decoro al Soberano Congreso, pues lo llama San- tuario de las leyes y á sus miembros Padres de la Patria, ni exita á la sedición en declarar la guerra á las pasiones, y fínalmtpte ni injuria á ninguna autori- dad, pues oo nombra á aioguna, y las pasiones que nombra no son autoridades que debemos respetar: se si- gue necesariamente que el papel de Urbina no es sub- versivo, sedicioso ni injurioso, como pretende el fiscaj de la imprenta, y por tanto á nombre de mi parte, y de la justicia que es mas, concluyo suplicando á V. SS, se sirvan declararlo absuelto en vista de lo alegado y probado. México y marzo & de 1824. Joaqutr. Fernandez de Lizardit ■