MANIFESTACION DE LOS FRAC-MASONES, DEDICADA PARA SU CONVERSION 1 ■ . . 1 AL PENSADOR MEXICANO. i .. j ■ • . ■. . i u u » ~ ■ < ■ '• -'¡ ■ • ■ ■ ■ - • ' • ; • • i JL>os editora* de E. F. P respondiendo á ana pregunta que les hizo un A. P. le contestaron lo siguiente.= És de presu- mir no sin fundamento, que la pregunta del anterior comunica* do (sobre los frac-masones) sea muy parecida en lo cap- cioso á las de los fariseos á Jesucristo cuando le salieron coa que si era licito pagar el tributo al César; y otras dudas se- mejantes. No trataban de instruirse, y desensañarse; sino de desacreditar al Salvador, de sacarle alguna doctrina que lo desconceptuara entre los del pueblo, y de confundirle con sus mismos principios. Los editores de E. F. (habrá dicho* quiza al A. P.) á vtsta del afectado deseo que se les manifiesta de que den al público una idea cabal de la secta frac-masón a, de su exis- tencia, de sus máximas, de sus ritos y ceremonias, van á verse en el empeño de producir sandeces, alegar quimeras con que los rediculizarán las gentes sensatas, y les ilustrados quedarán gloriosos y triunfantes. No señor, no será así. Asegúreme* sin temor de ser confundidos que se dá tal secta. Decimos que desde muchos •ños atrás, hasta nuestros dias, ha habido y hay. asociaciones» cayo objeto ha sido y es, destruir la Iglesia aboliendo sus an- tiguas instituciones, y trastornar los gobiernos y los imperios, todo con el fin (di:en) de redimir de la esclavitud á la mí- sera humanidad, desterrar el cruel despotismo que la oprime, restituirla sus antiguos primordiales derechos, librarla del fana- tismo eclesiástico, y comunicarle la verdadera luz, tanto en 1° político como en lo espiritual y religioso.Es evktent* tpa cst ufesjrd; ¿poca be habidp en Fran- cia variedad7 de junta» conocidas con ¿4- nombre 4* clubs, y sos individuos de jacobinos: que en España desde el 7 ó 9 de Mar20 del año fia ¿o pe felparon .otras con el tí tulo dx reu- niones, patriptlcasi (1) ¿yie. an Jngiatérra as permiten por ej fobierno tales reuniones, y en fin que" en todos los pueblos lj. res cada ciudadano tiene derecho para censurar la conducta de los gobernantes y disputar con sus amigos en reuniones do- mésticas sobre cuestiones de política. (2) Si tantas han sido las juntas públicas ¿cuantas serian las secretas? Y si en los dichos países las ha habido ¿cómo han de haber faltado en los otros reynos? (3) Ahora á estas juntas, ¿no les convendrá el nombre de Logias, y i sus miembros el de frac*masones? Dígase sino, ¿que quiere decir frac-masón? Frac-mason en francés, ó Liberi muratori en italiano, significan unos hombre» que se consideran librea ellos mismos, y que son los arquitectos 6 fa- bricantes del grande edificio de la libertad de los pueblos, to- mando la metáfora de loa verdaderos ó propiamente dichos ar- tífices de casas materiales, y. aludiendo i los primeros por quie- nes comenzó este titulo. ¿Y no es cierto que ha habido, y hay no solo á centenares, sino 2 millares tales hombres que se juegan libres por derecho y por naturaleza, y que procu- ran con todo empeño hacer libres á todos los hombres? ¿No es cierto que este es el objeto de sus juntas, denomínense és- tas como se quiera? (1) Véase el periódico eolítico y literario de Madrid, in- titulado el Censor t, 1. num. 1. art. Reuniones patrióticas, (2) El mismo en el propio lugar. (3) En un capel impreso en esta ciudad el año de 20, dice su autor lo siguiente, » Con fecha 20 del corriente Oc- tubre, me escribe un sugetofidedigno, y de alto carácter de la provincia de San Luis Potosí, y me dice; dios pasados se cogió, no muy léjos de la la estancia de Tancasnequi, un gran contrabando, y entre las cosas de él venia un cajón de patentes de frac masones para varios sugetos de este rey- no; cierto moñaco quitó el tal cajón d los guardas, i ignoro su paradero.» A un cierto personage de esta capital se le dio aviso de ésto, y contestó aue dichas patentes no eran para fundar Logias; pues ya tas habia; sino para propa- garlas.lias ti estos frac-masones 6 libres tnuratores no son mas que hombres libres que promueven la liberttad de sus hermanos ¿que tienen entonces de hereges, de sectarios y de pernicio- sos? Nada en verdad si se contubkran dentro de los limites de «na santa y racional libertad, cual es la que se opone al ver- dadero despotismo y tiranía, y la que solicitan las naciones ha- ciéndose independientes unas de otras, (i) Pero ello es que los masones no se contentan con esta libertad: aspiran á la total libertad de religión y de costumbres: á la esencion de todo go- bierno y autoridad: á vivir como ios salvages sin freno en sua pasiones y apetitos: y á querer que todos los hombres vivan de esta suerte. Esta es la divisa característica de los masones con- sumados, 6 trasmasones. Este es su sistema y proyecto. Negar que haya habido tales hombres, que los baya en la actualidad, y que tampoco haya habido juntas en que se hayan tramado esos desatinos, es el último exceso de la necedad, ó de la ma- lignidad y desvergüenza. Los horrores de que los jacobinos lle- naron i ta Francia, y cuyo ligero bosquejo ha hecho un es- critor liberal^ (i) son pruebas concluyen tes de esta verdad. A tal exceso de ceguedad ó de malicia llegan cuantos sostienen que no hay frac-mason¿s, ó que si los hay no sba perversos ni perjudiciales. Mas esta es una nueva prueba de km realidad de su existencia. Los que patrocinan alguna secta, ja- mas admiten que haya tal secta, ni que sus secuaces sean he- reges. Los partidarios del jansenismo dicen ser un fantasma, un sueño, 6 imputación maligna de sus contrarios. A los jasenistas los califican de verdaderos católicos, y defensores de la santa doctrina: desalían á que se les diga cual es el error ó la herej- ía que enseñan. Si se les señalan las cinco proposiciones de ansenio, aseguran no hallarse estas en ra que no se abomine ni persiga. Por lo mismo que se procu- ra desvanecer los fundamento» que convencen la realidad de la masonería, se debe concluir que hay frac-masones. Estos son los interesados en disipar el mal concepto que de ellos y de su secta se ha formado el público. Al que ninguna relación man- tiene con ellos, ni aprueba sus máximas, nada le lastima de cuanto malo se dice de ellos, y da crédito á los documentos auténticos de su existencia y perversidad. Hay sugetos piadosos y discretos que miran como fá- bula, ó como increíble mucho de lo que se cuenta de los frac- masones. Mas esto lo que prueba es que hay hombres que se engañan: que por lo mismo que son piadosos no se atreven á juzgar quepa en otros tanta malignidad, ni las extravagancias ?r ridiculeces de que ellos están ágenos. Simplicidad co- umbma por cierto pero perniciosa: pues de hay forman loa malignos, argumentos á su favor, y los menos instruidos se conforman conel dictamen de tales sugetos que respetan co- mo sabios. En efecto es alucinación suponer propio de un espíritu ilustrado y de crítica, no creer que los muratores practiquen los ritos y ceremonias que de ellos se refieren, ni el juramento ter- rible, y el inviolable secreto á que se obligan. Todo verda- deramente ilustrado sabe por lo mismo, que el corazón huma- no cuando se ha abandonado á sus pasiones, es susceptible de los mayores desaciertos y locuras por repugnante* que sean á la razón: que esta llega á entorpecerse en el hombre, de modo que ni se nace percibir la fealdad del vicio, ni las contradic-» ciones en que incurre, y que si se las advierte suele ser tanta su malicia y su desentendimiento del dictamen de la razón, que hace gala de parecer perverso y embuidor kde las gentes. £1ftnatismo, It superstición, la extravagancia, la redientes signen i los hombres de todas clases, estados y profesiones. Si entre los hijos de la luz, los cristianos tienen cabida estos desórdenes ¿qué será en los que han sofocado todo sentimiento dé religión y de racionalidad? Obligados los frac-masones en los tiempés pasados á ocultarse, y propagar secretamente sus máximas, á causa de la persecución de los monarcas, era precito y natu- ra) que se va ieran del mas poderoso arbitrio que se conoce para guardar el secreto, cual es el juramento (aunque no lo creyeran ni lo tuvieran por medio eñcaz) y procuraran encu- brir sus malvados designios con los misteriosos velos de prác- ticas supersticiosas, de geroglificos, de cifras, y otras especies raras. Esta conducta observan cuantos meditan algún pro- yecto que quieren reservar de la perspicacia y conocimiento de los que pueden estorvarlo y causarles algún daño. Por eso i la presente, que han conseguido su intento, que han acaba- do con sus enemigos los monarcas, y tienen la fuerza en sos manos, se presentan á cara descubierta, se reúnen públicamen- te, manifiestan á todos sus ideas sin necesidad de tantos miste- rios y ceremonias como anteriormente usaban. Continuarán usán- dolas; mas no será como medios para el !¡n que ya han obte- nido, sino para otros, y por un efecto de fanatismo habitual. Es también efecto de orgullo y de arrogante temeridad despreciar los documentos y pruebas mas evidentes de la ma- sonería, de su calidad y circunstancias, solo por no parecer vul- gares y preocupados, por espíritu de novedad y de íinpulari- dad. Éste es el que anima á muchos que en el dia se ricn de cuanto se ha escrito sobre frac-masones. Con este ñipar de letra de molde, que Barruel por ejemplo, ha producido en el vulgo de los literatos de Europa, los mismos efectos que el padre Bolaños en los países de tierra á dentro, con su portentosa Vi* da de Ja muerte, piensan haber formado la mas completa im- pugnación de su obra. ¡Que vergüenza, que hombres que pa- san por tan eruditos no peleen con otras armas qne las de las verduleras! Lea V. S. A. P. cen ánimo despreocupado é im- parcial á ese abate Barruel y su companero Hervas, y tendrá V. toda la ilustración y desengaño que nos pide sobre la ma- teria. Allí verá V. cerno los frac masones no son unos duen- des que naJie ha visto, ni sus Logias tan ocultas que no se ha dado el caso de que se descubra alguna, como V. falsa* mente supone.6 Pero lo que toas debe convencer á no católico (i) es la condenación que de esta secta ha hecho la Silla apostólica en dos distintas ocasiones, ana el de 1738 por la santidad de Clemente XII. Otra el de 1751 por la de Benedicto XIV. £n ambas constituciones se prohiben las juntas de los mu rato- res como sospechosos de heregia, y se da por asentado que las babia, y se propagaban por .ese tiempo. En la constitución de Clemente, dice este Papa, que por el rumor público le cons- taba haber tales juntas o asociaciones, y lo que en ellas se prac- ticaba. £1 rumor público es lo mismo que pública voz y fa- ma. Luego las especies que se decían de los frac-masones constaban de pública vos y fama. V lo que consta de pública voz y fama ¿no se tiene por cierto, no se le da té y crédito aun en juicio, no es este uno de los fundamentos de la fé humana? A mas de esto el Pontífice no dice que solo sabia de tales juntas por el público rumor, lino por otros conductos también, cuales serian las denuncia &c. Ésto quieren decir sus palabras: vel ipso rumore publico uuntiante nobis innoiuir. En la segunda constitución se confirman y se renuevan por el sapientísimo Benedicto XIV., todas las prohibiciones y penas de la anterior, y se asegura con mas claridad la exis- tencia de los masones. Dice Benedicto en el número 3 de so bola, que uno de los motivos que lo obligaron á expedirle, file saber que algunos esparcían en el vulgo que la pena de excomunión fulminada por su predecesor ya no tenia fuerza ni vigor por no haberla renovado. ¿A que fin, preguntamos, se esparcía esa voz si no había, á quienes comprendiera la exco- munión? Vamos adelante. En el número 5 se queja el Papa de tan maligna interpretación, y hace ver que jamas fue de este sentir; pues á los que verdaderamente arrepentidos y con- fesados, llegaban á pedir la absolución de la excomunión en que habían incurrido por no obedecer la constitución de so antecesor, tanto antes del jubileo como en tiempo de él, la concedió él mismo muchas veces; y dió facultad á los peni- tenciarios para concederla, cuidando i mas de eso, de que los (1) El Pensador mexicano* parece que no lo es, pues ha escrito contra esta conaií nación, y sus autores los soberanos Pontífices, vicarios de Jesucristo; y habiendo sido declarado excomulgado vitando, se asegura, que sigue terco y pertinal en sus errores. ¡Infeliz1. Reguemos d Dtos por él»jaeces y tribunales competentes procedieran contra los infrac- tores de la dicha constitución como se verificó varias veces. De estas espresiones se infiere lo primero, que muchos frac-ma- tones se arrepintieron de serlo, confesaron su tulpa, y se re- conciliaron con la Iglesia. Lo seguudo, que muchos frac-ma- lones fueron aprehendidos, y castigados por los tribunales com- petentes: lo tercero, que muchos mas scriau los que ni se ar- repintieron ni cayeron en manos de los jueces, (i) Con razón dice Caracciolo en la vida de este Pontí- fice que su constitución no se dirigió á cesas vagas, como le acusaron los bellos espíritus: pues tos masones toman el santo nombre de Dios envano cuando hacen su juramento, y abusan de las palabras de la Biblia al tiempo de su ingreso. Pero no tiene razón en decir que esta era la única ceremonia que les servia de misterio, y que el Papa no los tenia por peligrosos en ningún estado. Señal de que no leyó su bula, ó no la me- ditó. El mismo juicio formamos del Ilimó. Feijoo, cuando di- ce en su carta 16 del tomo 4. que los santísimos Clemente y Benedicto no alegan pruebas positivas y legales de los erro- res atribuidos á los muratores, sino solo el rumor público que habia contra ellos, y la esperiencia de lo perjudiciales que son los convénticulos secretos á la república, y á la salud de las almas. Si este sabio escritor viviera ahora ya babria retractado so opinión. Por lo que llevamos espnesto podrá V. S. A. venir en eonocimiento de quienes son frac-masones, y quienes no, va- ya V. pillando los que pueda, que en eso hará un gran ser- vicio á la religión y á la patria; y preséntelos al Sr. lilmó. como Inquisidor nato, ó en su defecto á su Provisor para que te castiguen como es debido. f. v. y. (1) Agréguese d las dos condenación/* anteriores la del inmortal Pto VI. el año de 1791 en la persona de José Balsamo alias conde de Caliostro famoso frac-masont y fun- dador de la masonería egipciaca. Imprenta Imperial de D. Alejandro Valdes, año de 1811