AL INDIO CONSTITUCIONAL, un ciudadano espaííox intimo suyo. K . mado amigo: las repetidas prueban de estimación y aprecio que me lias dado desdj el momento que te conecí hasta -hoy, y el muy alto concepto que te formado de tu mucha instrucción por el conti- guo trato; ambas son circunstancias que poderosa- mente me deciden y obligan á usar de la confian- za que ellas mismas inspiran, para atreverme á con- sultar tris dudas á ¡u instrucción y acreditado jui- cio. En esta inteligencia, creo que no remarás lóet toi carta con paciencia, y contestarla con prontitud. Tu por dicha entregado en tu retiro á la con- templación' de la naturaleza, disfrutas de una tran- quilidad inalterable en el espíritu, que forma ia di- Cha verdadera del carácter del hombre; no suires co- do yo los sobresaltos y vicisitudes que padezco en medio del bullicio de esta Corte, en la que eí tro- pel tumultuario de opiniones diversas, y la desorde- nada multitud de inexactas ideas, forman la mascón» %sa BabOonia, de ella proceden un cúmulo de da* das, y dg ,e,ías7 una confusión inexplicable. Los días que yo juzgaba que serian mas tran- quilos, mas claros y serenos, son ios mas turbulen- tos, obscuros y borrascosos. La ilustración, la paz y la ..uniformidad de la opinión común, debieran ser los deliciosos frutos de este sabio sistema que Por dicha n°s rige; pero con qué dolor se está experinientHn* £o lo contrario. La l&sjrtad de imprenta,"esc fiel distintivo que2 caracteriza á las naciones libres, ilustradas y cult*|> es por nuestra desgracia entré nosotros el odioso truniento de las riñas privadas: el fomento del odi0 y los partidos: el canal pestilente por donde se di- fúndelas eses asquerosas de la maledicencia y se* viiismo; y el flujo inagotable de ideas antipolíticas, de teorías falsas y de disparates garrafales; porque e» comparación de los folletos que salen de esta clase-» son de ningún momento los papeles buenos y sus*1 iarxiales. Ya cuento cinco meses, y mas, de no hacer otf*. cosa, por la mayor parte, que leer papeles públicos y puedo asegurarte con toda ingenuidad, que en eS~ to d¿l saber, cada dia voy á peor, y que mi ciencia es- ta en razón inversa de la lectura: mientras leo ma 4e entrar en pa"alelo y escribir Como todos; pero es ta* mi desgracia, que ahora que mas que nunca soy inc** paz de di currir, aun dentro de mi mismo, me ha dad" la locura por meterme á ilustrador ó escritor público» jque chuscada! Ello es sin duda enorme desatino, Vo* ro que hemos d¿ hac-r, sobre que ño puedo venC" por mas que quiero el malvado apetito de ver mis Uiarrachos estampados de molde, antes me anima mas t&* dos los dias d ver iariuniñíables queeseritrarr coa*05 fo. ¡Ohl ahora sime parece que cige gpjJVf el títu- lo retumbante, faceto ó romancesco que le Laya de ; poner á mi primer papel. ¡Válgame Lios! que retin- tín tan suave y agradable se me queda en los rijos, das dulce ciertamente que, lo era en los infiernos el sonido armonioso de lali a de Orfeo; pero ya el en- tusiasmo me saca de sentido y me hace delirar, comen- «'ando por lo que ha de serlo último. Ya mis ideas fanáticas y el deseo de gozar la ¿nica libertad que me es poible, cual es la de impri- fttir, pues no sé que por ahora pueda yo tener otra, rae ha desviado del todo del asunto que te iba á con- sultar, y ya te habrás cansado, con razón, de tantas di presiones fastidiosas; pero tú eres mi amigo y es fuerza que toleres mis sandeces, puesto que las ha de tolerar el público de México como lo hace con «tros, á pesar de que tiene menos razón que tu para sufrirlas. Está, pues, reducida mi consulta á solo pregun- tarte ¿que asunto elegiré para escribir, puesto que esto ha de ser salga tuerto ó derecho, á pesar del de- monio, porque ya estoy resuelto y decidido á no admi- tir consejo, lo cual te advierto para que no vayas á «mplear inútilmente el tiempo y la paciencia en pcr- eaciones, que yo no he de escuchar ni he de seguir? Tratar de religión, no puede ser; porque aunque Casi casi la mayor parte solo la «aben de memoria por el í. Ripalda, y mas son los católicos por rutina que $or principios y por convencimiento, con todo y o tengo mil motivos para excusarme de esto, aunque todos los hombres á la hora de la muerte nos halle- mos con que fuimos cristianos por costumbre y con \u$ aunque seguimos 1» verdadera religión, mas í'ufcpor Contingencia. ¿Preguntarás sin duda con asortt* bro qué razón pueda hab^r para que yo no tíate c"e una ciencia ¿jos mas que todas'juntas Ííitefi&* «aber' Y yo responderé que porque no me expon?0 íí blasfemar, y mas val 2 callar, sabiendo que el ob- jeto del que escribe deSe ser ilustrar no confuí'" cir, y esto podrá hacerlo un sabio teólogo no ufl >go farragosa: á mas d; esto nuestra Consiituci^ en el ani-julo 37 1 no;'permite publicar libremente las ideas políticas ñolas tóbales, para cuya' imp^" i ion- se, ha de pedir liceiíciti al ordinario, y eso »° 'qr L-royo ;i-m i ni prirair libremente aunque sean desa- liños, por ulíi no escribiendo me dirás que efcrt- l>a de materias política;, do reformas y abu'^"' gobierno:' eso no» sr. mto« ?Por qué: per nSül'-fá**' ñes: e; la primera entre otra<¡, que no quiero, e^3 es muy suficiente; pero hay ot'ns, y »en; que a»11"* que la ley prevenga que uno de lo-objetos de h3* cer libre la i noventa es para erníere íaí'áftw^r lii dad: y los abusos de los que no^ gobiernan, con tecí^» caro amigo, Jas verdades auiargán, y á ninguno le gusta que 1; saquen á plaza sus defectos; auttclu'5 sí que publiquen su; vi'túd-s, por roas que no ^ ten«-a, veso ¿o lie de hacer yo, !p«rqKie? «tey1 f1"^" .íng'-nua y aborrezco de mi»r*e }a. vil- aduldfciOn £ la ILcnja: ctra es, porqtie el decir éstos delecto**5 toi mfe perjudica y á ninguno aprovecha; porque no h'iy qua cansarse, al qué tiene la tuerza lo irritan estas cosa% y al fin ha de querer hacer ver que á pe- ^ar de los que le imoortunan con sus reconvencio- nes puede hacer io que quien, y lo ha de hacer sola- mente por eso, y antes bien si quería enmendar sus defectos, luego que se los digan dejará de qurrer-» lo, porque se hace muy duro al que está Jtecho á nwndar á su arbitrio tener que some'erse á obedecer el grito de un cualesquiera sábdilo que reclana orgulloso ano/ado en las leyes; e to en verdad es justo y necesario, pero á todos aquellos que no han estado acostumbrados á eso les será á mi entender, aunque no debia serio, muy duro y vergonzoso. Si los cue nos gobiernan tuvieren algunos defectos y de Veras quisieren enmendarlos, no será necesario Pa^A c o que yo se los presente, porque no han de ignorar lo que son infracciones si entienden bien las leyes y si qu ieren cumplirlas; pero si no cuieren, eje va» *io es tatieatáé eu reclamadlas, porqne se obstinaran *¡n. sosíanerse. Si á todo esto se añade que á mi naja 0>e iamorta «p lo particular que los que nos go- biernan hagan cuanto qui ieren con tal que no me tornen en un *>elo ¿quien me man di mererme á pe- dagogo por det'ender la> leyes sin pro/echo? Y si fio ¿qué con-i/uen taiUKtBios como sed aman diana- Cíente ñor los «apeles públicos abusos é infraccio- nes? Yo no se: pero veo que nada se ha alterado de Cuanto ellos dieen, que todo está lo mi mo, de lo que infiero necesariaTif-nte una de esta^ dos cosas: ó que hav infracciones de la Constitución, y hace mal el eobierno en e*te ciso de no castigar luego á tan- tos impostares que lo desacreditan, ó que aunque sif$ haya, ílo quieren ó no pueden corregirlas f entonces ¿que remedio? ¿Que me importa decir que la junta pTOvifi*- cial que acabó, nació, comió ^dutoiá, y acabóse la feiste** jW. ¿Qué la actual, aun se ignora en el público 1c qutí ha hecho, aunque yo sé muy bien en lo p'ivad^ que ha trabajado mucho? ¿Qué me interesa ¿ m* que nuestro ayuntamiento haya hasta hoy descui- dado de crear escuelas públicas pora ln educación oV- liucftra juventud, que es el pronostico cnico é in-* falible de lo que será el hombre en la vida social» Siendo evidente que las primeras impresiones que re- cibe eu la niñez, esas son las que forman su carác- ler y arreglan su coi.ducta hasta el sepulcro, y cTJG de aqui resulte que nuestra Capital esté apes'ada de jóvenes viciosos que sean en su virilidad, si ya son desde ahora, perdularios eremos, juradores, bor- rachos, fornica*ios, y por fin,, salteadores y asesino** Ello es indispensable que acostumbrados solo, á la holgar aneria, aborrezcan de muerte t odo lo que es tr*4 bajo, y que uníieudc luego los ímpetus ardientes y car* nales de una fogosa juventud, y hallando** sin el noque imponen la moral y el honor, deseen satisface* sus apetitos, adquiriendo el dinero necesario á su' torpes proyectos, sin trabajar en nada. De aqui esque se ven precisados á dedicarse al juego; que alii lo pier- den todo i.jos de ganar algo, y cue ", perosj.no consiguen, como es lo regu- lar, adquirir el dinero por e&te inicuo medio, al ins- tante resuelven asaltar i todo el que lo tenge, f «enojarlo de qos intereses á todo transe, y W7 ' aquí Tin ladrón piwfeso^ t£i2 atenta á cada paso £ la seguridad individual y- á toda propiedad; pero si aun de éste modo no su ítf facilita hacer«« de dinero &in ser visto ó sentido ¡infeliz ciudadano 1 3fa no solo tus bienes están expuestos siempre á mil peligros, sino tu vida misma; ella sirva de obs- táculo al criminal intento.de un perverso, y mien- tras tú tranquilo y descuidado te entregas al des* canso en los brazos del sueño, el infaa.e homicida proyecta en el silencio de la noche tu desgraciada muerte, y afila entre sus sombras el agudo puñal que al siguiente momento romperá con furor des- apiadado tus paternas entrañas, y privará á tu e;— posa y tiernos hijos no solo del consuelo de su que- rido padre, sino de la esperanza d¿ sostener su mísera existencia con los bienes robados que ahora van á tervir al asesino aleve de pábulo á sus vicios y ce premio á su crimen. Si son las jovenciias entregadas al ocio por falta de principios; ya de esas se supo- ne que las inclinaciones á las modas, al adorno y al lujo les son insuperables, y que por esto mismo han de ftpuxar los medios y recursos que estén á sus alcan- ces para lograr tenerlas, aunque su nacimiento hu- tttilde y «a infelicidad exijan lo contrario, y ¿cerno Conseguirlas? rAh, pluguiera al Dics eterno que no tuera para estas su adqui ieion por un medio tan obvio, como agTadabfe y fácil! ¿Pues la prostitución rara qué sirve? ¿Carecen de pasiones por ventura? ¡ Abor- recen acaso el comercio lucro-o cm nuestros s'i.uepn— tes? ¿No sacrifican á estos á su gusto, ¿ su argullo 7 pasiones" haciendo de ins- hombres mas libres, los roa*; viles esclavos? ¿No BfenfígBca acaso de sus ado- ítórtre$s no jfclo Ir. produios adquiridos i costa é*8 . jjfjj ""Mes fafijas, angus: i¡ts y trabajos, y tal ve* 'Ye. dc.itcs, *iao sacrjiicar la i-alud y la vida i::inundas avas' ;1 ues qué co-a mas ?rat»V. ¡J y segura para qvi.n es un monstruo ds S cue no respeta leyes ni religión alguna 8 no las conoce? j -t cij; c"as, no hay que hablar; porqne en esta Tvdtk ia ios mas sabios nos dicen con razcn que to- do io i?no»"a:r.os, desde hablar el idioma castellano1 cvta e- una verdad per lo común, pues para di¿* que 4aben ror principios y reglas este arte necesa^» hay niil que i?noran hasta la posibilidad que hay ^e aprüu'.erlo. El conocer los hombres su ignrrancia / sus yerros, es un midió seguro-de la enmkrdV» n;a- e\ creer que se sabe lo que se ignom, es indfci3 inia'iSle de no tener remedio: el mal no se aborrece cuando no se conree cmio tal. De aqui viene qo .ven- tajas; pero aun no es tieupo de eso,v ísita que *e c tabletean fábricas nacionales en las cr.e nues- tra industria nos- pueda ' abastecer ce género.-, bas- tantes y de buena Calidad rara - qu^ no busque- mos los extrangeros con per¿wiqi¡> y . devfajlco - iyre-u descansar y darte aliento, para que en acidante cuches lo que resta decir á tu constante arnig* que respeta tus luces y talento, á proporción qu^ te ama. J. V. G. .JDictenb» 13 de 20, y 1.° & la época 2 *