OBSERVACIONES K L ESCRITAS Y PUBLICADAS EN LONDRES Á PRINCIPIOS DE OCTUBRE DE 1820, ÓSEA ES TALO POL ÍTICO DE LA LIBERTAD EN EUROPA. SACADO DE LA COLECCION DE DOCUMENTOS QUE HAN SERVIDO \ ? %* * * A LA HISTORIA DEL PROCESO BE LA REINA DE INGLATERRA. i BARCELONA: fiN LA IMPRENTA NACIONAL DE LA VIUDA ROCA, CALLE DE LA LIBKETERÍA , AÑO l8ül.Ovaciones escritas y publicadas en Londres á prin- cipios de Octubre de 1820. En otros tiempos mas tenebrosos que el presente, W vez hubiera sido posible envolver la inocencia en las apariencias del crimen: tal vez hubiera sido fácil sa- crificar la reina al capricho de sus enemigos irrecon- ciliables : el mundo atónito de los pasados siglos hu- biera creído justa la substanciación mas ilegal que se hi- Zo nunca : y todos los protectores de los abusos inicuos del poder y de la tiranía , dominando sin oposición ni contraresto, hubieran aplaudido al ver caer la cabeza de esta victima bajo la cuchilla de la ley : pero en otros 'lempos el género humano se hallaba postrado bajo el °'ninoso yugo de gobiernos arbitrarios. Un monarca es- cudado en un consejo privado, ó en un parlamento cor- 'onipido, por su omnímoda y omnipotente voluntad, a'r- bitro de la vida, hasta de su misma esposa calumniada, "o habría podido resistirse al torrente infestado de lison- jas que hubieran alhagado sus pasiones, y una estúpida Muchedumbre, vil esclava de déspotas coronados , y de Monstruos opresores armados de sus sacrilegos privile- gios usurpados , hubieran levantado al cielo sus manos cargadas de cadenas para darle gracias de haber dado tanto poder á los reyes sobre sus pueblos embrutecidos. Hoy es imposible , y me atrevo á decir que estas injus- ticias atroces, no se volverán á ver jamas. Asi es como se ha perpetuado hasta el siglo pasado2 en todo lo que se ha llamado la culta Europa , esa estólida admiración de los pueblos á los abusos y i los actos mas horrendos del poder, menos en Inglaterra. La Gran Bretaña es el primero de los pueblos moder* nos que tuvo la virtud de sacudir el yugo que tanto se habia fortalecido en la edad media. La reforma fué fecun- da en resultados felices en favor de las libertades públicas. Las libertades de la iglesia anglicana produgeron en polí- tica este bien: á la sombra de esta reforma, aunque ella produjo crimines (y que secta, ni partido no los ha cometi- do?), se elevaron esos luminares que han llenado el mundo de sus luces....El severo Blacston, Addison y Hume pro- fundos, Newton descubridor de las leves eternas de la natu- raleza, Miiton, Shakespeare &c. &c: vosotros lodos sacas- teis á la especie humana de las tinieblas que mantenían sin acción la razón del hombre, y abristeis estas anchurosas sendas que conducen á la verdad, y en donde el mundo no se descaminará mas. Vuestras antorchas iluminaron la Eu- ropa : el hombre comenzó á sentir que era un indivi- duo de la especie, y no un servil esclavo sujeto á la dureza é injusticia de un amo brutal y desapiadado: conoció sus propias fuerzas, estudió sus derechos y en- caminándose á revindicarlos todos , derribó el idolo der- ruido del poder que solo estribaba en los frágiles cimien- tos de la superstición engañadora, y del fanatismo im- postor. Desde entonces se examinaron todas las injusticias notorias, el pueblo aprendió á reclamarlas , y á procla- mar corno un principio la resistencia á la opresión.6 No pretendo presentar aquí !a historia de los esfuerzos Por la libertad que han hecho todos los pueblos mo- dernos, no hablare' de la Suiza ni de Venecia, ni de la Holanda: me limitaré á contemplar esta otra época brillan- te i mas asombrosa de todas, y mas cercana de nosotros en que los hombres comenzaron á sentir esa sed de líber- tad y d¿ justicia que ya no es posible apagar como ante* con el terror de los suplicios y los sollozos de las víctimas. Esta época tuvo su origen en la opresión con que nosotros, ,ngleses, perpetuábamos nuestras cadenas en las colonias del norte de América, ofreciendo al mundo el contraste ttas raro que podia existir. Un pueblo libre y orgulloso en "tedio del océano, dominando sobre una tierra de esclavos en el norte de esa América, tinta en sangre por la co- dicia europea! Alli se levantó ese grito formidable de li- bertad, y de independencia de la madre patria, que no pu- dimos comprimir, ni con las débiles armas de la política, oí con la fuerza de las bayonetas: tal fué el resultado de las multiplicadas injusticias del gobierno inglés, con sus co- lonias : al fin tuvimos que ceder por la fuerza de las cosas, y hoy aquellos estados de la federación anglo americana, con una constitución aun mas libre que la nuestra se van robusteciendo á nuestro pesar al punto de ser nuestros rivales marítimos, creadores de nuevas in- venciones fabriles y agrícolas, asilo hospitalario de las víc- timas del despotismo europeo, sede y residencia de la indus- tria que huye espantada de la opresión del continente anti- guo, y va á buscar el ayre libre, donde sin trabas pueda Aplayarse y prosperar.% Este primer ensayo de la resistencia á la opresión efl la última e'poca que bajo el númen de los Washingtons domicilió la libertad política en los Estados Unidos de América , fué el egemplo precursor de esta otra revolu* cion espantosa que hace treinta años amaneció en fran- cia envuelta en sangre y en crímenes, pero que al fin derribó el poder de las injusticias , que ya el hombre perdió el hábito de venerar. En vano los sabios clama* ban por la equidad , cerca de los hombres que en to- dos los países rodeaban , y aun por desgracia rodean los tronos ; en vano les pedían y aun les piden en nombre del Ser Supremo y de la naturaleza, un poco de justicia distributiva en favor del género humano, ilustrado ya en sus derechos indestructibles. Las injusticias deprimian los hombres, y estos re vindicaron estos mismos derechos. La transición fué violenta entre nuestros vecinos: el te- mor de perder los frutos de la revolución , y el necio empeño de aislar el gobierno, y de concentrarlo en los limites de la venganza impotente de una oligarquía feroz, armó los partidos de mútuas venganzas, se proclamó el principio de libertad ó muerte, y los tronos quedaron todos amenazados y despavoridos. Un genio militar se apareció en medio de las di- sensiones públicas. Bonaparte embriagado de gloria, favo- recido de la fortuna en los combates, lidió en medio de la Europa, tomando por pretesto la gloria del género hu- mano , y aprovechando sus triunfos para si solo : aun- que llegó á vencer la Europa, se olvidó muy pronto5 d« que habia sido hijo de la revolución y de la liber- tad. Nacido por desgracia con todos los talentos neee- • sarios para restaurar las cadenas del. despotismo, se sa- J'ó del camino de la equidad , se arrojó á brazos per- didos en la senda de las injusticia!, , y fué decayendo gradualmente del concepto público , de manera que des- pués de haber tenido la suprema habilidad de llevar á nuestros vecinos al colmo de gloria y esplendor á que Jamas llegaron, á fuerza de querer emplear el coloso ^e su prosperidad en sojuzgar los. hombres, y en ata- car la independencia de las naciones y la sagrada in- munidad del hombre , usando de todos los medios pér- fidos de la anterior tiranía , irritó los intereses del si- glo , que no son otros que I03 de la justicia eterna, perdió sus apoyos, se quedó sin los de su nación que 1° habían elevado : en una palabra, perdió todos los Prestigios de gloria , y desde entonces ya no le fué po- sible sostenerse : recibió el castigo que el siglo eminen- temente liberal y justo tiene reservado á las perfidias Políticas, y derrocado del solio que él mismo se habia ganado al principio de su carrera por sus virtudes mi- litares y sus hazañas, tildado de usurpador fué con Asombro del mundo á obscurecerse sonrojado en una de ^8 rocas mas ásperas del océano ! Una de estas perfidias en que el dolo y la doblez de los malvados prepotentes esconden las miras de esa atribicion oculta, tan fecunda en catástrofes y calamida- des públicas, le sugirió la loca empresa de hacerse dueño6 de las Espaífas , no por los caminos de la gloria cuy* base esencial es la franqueza : sublevó los intereses & la nación hispana , comunicó á sus heroicos moradores el sentimiento de la libertad ; la resistencia á la opresión fué proclamada delante de sus formidables falanges: esto animó á la Europa, despertó á sus mismos súbditofc que en medio de tantos triunfos, se veian otra veí convertidos en esclavos silenciosos á la voz, no ya & un monarca dedicado á conservar y respetar las liberta* des públicas , sino de un amo , que con un cetro de hierro en una manoy los rayos de la guerra en otra , se había propuesto consumar la obra del despotismo mas atroz , y la Europa por un círculo vicioso del temo" de los abusos de la libertad , que la habian poco antes amenazado, llegó á verse amagada de los abusos del po* der militar. Si Bonaparte hubiera unido el valor de Alejandro á fo moderación de los Marco Aurelios y de los Wasingtons» si hubiera formado un mismo grupo sagrado de Temisi Marte y Minerva , la Europa entera se hallaría hoy sojuzgada á su invencible brazo , y la Francia habría sido por dilatados siglos nación mas grande y mas fuerte que Roma : pero aquel héroe no supo gozar de su triun* fo: hizo la guerra á los pueblos, á la justicia que hoy forma la conciencia de los hombres, y á la razott cuyo culto se halla en el templo de la sabiduría : su catástrofe debia ser inevitable : en su caída debía dejar debilitada la generosa nación que lo había ensalzado 'ftsi sucedió en efecto, y el afio de 1814 consumó una las memorables mudanzas, que solo estaban previs- tas por los pocos hombres que saben pensar profunda- mente, y que son capaces de entrar en las intrincadas c°mbinaciones de la política superior, y de las vicisit- udes de la fortuna. Entonces se incurrid en un error político que prue- ba hasta qué grado aventura sus operaciones arriesgadas el Vulgo de gentes que presiden hoy á los gobiernos eu- r°p208. Se creyó que derrocado Bonaparte, quedaba con * derrocada la razón , la filosofía y el amor á la li- bertad política de los ilustrados moradores de la culta Europa. El furor por la injusticia se apoderó de todos gobiernos; ¡os ministros de todas las potencias cre- aron que los aliados habíamos conquistado la edad me- d'a : se creyó poder restablecer el feudalismo: se aten-* ,eron dueños del poder absoluto, y un general ingles, de gran nombrad/a, dijo-en París, Fernando con su itt- 9"is¿c¡o» y sus frayhs gobernará pacifica mente las Espa~ lw, y no dará mas cuidados á la Europa. Que prueba tan grande de generosidad dió la pe- nínsula , después de esta gran catástrofe ! Creyó de pron» *° en la solemne promesa que los pérfidos consejeros de Fernando le hicieron dar bajo su firma de que congre- fiaría las cortes para dar á sus vasallos un gobierno li- beral : esperó esta ilustre nación aquella nueva dicha: mas grande, mas noble , y mas llena de dignidad, la Es- Paña, qne esa serie de charlatanes políticos que bajo el hombre de ministros, se sucedían en ella para devorar- *a» ha estado aguardando la enmienda de aquel error, mas e*Peró en vano.=2 Entretanto la Francia vencida, humillada, y caí* conquistada , sin espíritu público, desde la caida de su monarca de fortuna, no tuvo otro medio de salvación sino asirse de esa carta modelada por las libertades d* Inglaterra: carta sublime, capaz de hacer todavía la en* tera felicidad de uaa nación grande é ilustrada, si ell* no fuera la portada que encubre la política secreta de otras potencias que parece se han reservado el odios*1 -privilegio de querer dirigir la ruina completa de 1°* principios indestructibles que la humanidad ha proclama* do, para desenrollar con el tiempo su verdadero siste* ma de futuras agresiones á fin de llevar á colmo affl' liciones que aun no son bien conocidas, pero que lie* narán otra vez la Europa de escándalo, de calamida* des y de sangrientos desastres. La Francia se acerca otra vez á una.nueva crisis- El sistema de injusticias aprobado por la impericia de los gobiernos actualmente prepotentes, predomina hoy el» el gobierno francés: no se parará ya hasta que violad* su carta completamente, se provoque el vim vi repele* re ¡icet que impulsó su revolución , y que los protectó" res de la oligarquía caigan derrocados en el común abis* mo de males que se prepara. Los antiguos privilegiado*» alentados por los secretos esfuerzos de potencias que a** piran al mando esclusivo del mundo, han llegado á per* suadirse que la Francia se les ha de repartir para qu* sea su patrimonio, y este error los precipita á una w ríe de injusticias, que los pueblos aguantan tal vez ff** 15 ono paets^ pero que al fin se cansan, y ayudados de tas luces, y puestos en él conflicto de la angustia y de ta desesperación, revindican sus derechos y hacen justi- Cla de los que se erigen en señores de las naciones. ka Francia ha perdido las bases de su libertad in- dividual : la inmunidad , este derecho precioso sin el cual e^ hombre no puede vivir tranquilo en la sociedad, es ilusorio: la responsabilidad de los ministros, no se 3 establecido aun, y esta nación que, poco hace, da- ba leyes al mundo, hoy yace casi sin derechos, ni ga- íai»ías; gozó un momento de grandes esperanzas: pero las tayes que hace cuatro afíos arreglaban su representación °3cional, han sido anuladas: la libertad de la prensa Pr°clamada, se halla suspendida, y aun oprimida: las Municipalidad es no han recibido aun la forma popular que ^responde á su instituto natural : sus maires son aun "Obrados por la autoridad saprerna del poder egecuti- *°! los diputados del pueblo son nombrados á Ja som- bfa y bajo las amenazas de los prefectos: el pueblo-se ^remece de estos manejos, no se Je oculta Ja mano es- cogerá que obra estos resultados funestos: desaprueba *k lo íntimo de su corazón, conducta tan pérfida, y tlta silenciosa desaprobación, dia llegará en que Tendrá tornarse en execración pública. Y entonces I J ! El Austria, este gobierno antigua, tan amaestrado *n el arte de forjar cadenas á Jas naciones, con minis- ,tos tan ilustrados en la ciencia del mal, como enemi- í08 de la del bien, se han declarado los opresores ju-IÓ rados, de Jas luces, y los protectores! decididos del de»' potismo. Desconocen toda doctrina que no sea la que sa? drizó" en su Príncipe el docto Maquiabelo: tienen e° horror la humanidad, y siguiendo siempre en su p'3" de tiranía miran con desprecio los conocimientos del sr glo: esté gobierno es el apoyo mas fuerte que tiene" las operaciones secretas de la Santa Alianza: los hombre* generosos y filántropos, los sabios profundos, los borti' bres en fin que saben pensar y sentir en favor de l°s humanos, son pospuestos á los antiguos y ridículos se* ñores, cuyo saber no pasa de tener corrientes sus ge' neálogias y sus multiplicados cuarteles de inmemorial no* bleza, en que fundan todos sus derechos para humilla' los hombres mas útiles en las naciones: pero este go* bierno ignora los progresos que las luces y la guerra última han derramado por toda el Austria como por la Alemania: ignora lo que hoy puede la opinión, contra los abusos del poder. Los pueblos no aguardan mas que una ocasión para hacer justicia de esta obstinación de los gobiernos en deprimir los pueblos, y la Austria mas que ninguna otra nación está espuesta tarde ó temprano i la crisis mas violenta. Son muchas las luces que hay hoy en Alemania en todos géneros de ciencias, y la alta literatura. La Rusia tiene mejor juego en las máximas de la Santa Alianza: tiene también mas moderación presente» y mas ambición futura: de sus inmensos dominios gla- ciales , y despoblados, de sus horribles climas, salieronantes de ahora esas funestas irrupciones que asolaron la Europa hasta las columnas de Hércules : pero las nacio- nes estaban desprevenidas y fueron por decirlo así, pa- gadas á sangra y fuego : las empresas de aquello»;, bárbaros íe consiguieron por que fueron empresas realmente de bárbaros, contra naciones en que la decadencia del pue- blo romano . habia dejado sin ningún vínculo de segu- ndad pública. Hoy tienen que violar la razón antes de Vlolar la. tierra por donde pasen, y la razón no se de- Ía ya violar como en otros tiempos. Los pueblos saben Uoy unirse por intereses comunes. Bien lo conocen los ministros de Alejandro; .bien lo conoce también ese au tócrata de todas las Rusias, y este es. el fundamento del plan que ha- adoptado de contemporizar con el temible Progreso de la civilización europea para arreglar á él *u plan futuro. Tiene aun que contemplar como su mas fuerte apoyo e8a antigua y temible Polonia , que la ambición de Bo- ^aparte no supo hacer libre é independiente, pero en donde la civilización y el valor obran su efecto y que tarde ó temprano, por su continua tendencia á la li- bertad , sacudirá el yugo , y volverá á figurar en el Hundo por sí sola. Es por cierto, digna de la liber- ad ; y llena de virtudes y de militares generosos y de- nodados no perderá la ocasión de vengar la usurpación pasada entre las naciones que se la repartieron; no ol- vida tampoco la operación del Congreso de Viena, en que la Santa Alianza egecutorid en ella la práctica de susi8 máximas secretas 5 sabe que se la ha dado una constitución* pero sabe también, que esta constitución es la prenda de su dependencia actuaj, que le hace ilusoria aquella* 2 Como es posible que los Belgas estén tampoco ■ contentos de nosotros? Ellos suspiran todavía por vol* ver á hacer parte de la Francia vencida! ellos parti- ciparon de la libertad que por breves instantes disfrutó esta nación y aunque tuvieran que reclamar agravios ¿s las injusticias políticas de Bonaparte , jamas dejarán ds fraternizarse con los franceses. La Prusia , se halla en el mismo caso que la Es- paña. Ella y la Austria, levantaron su landwer y su Jandsthurm, es decir sus fuerzas nacionales para derri- bar el poder colosal del caudillo coronado de la Fran- cia que los oprimía: pero con la condición espresa que derribado aquel coloso, habían de quedar revindicados sus derechos, y habían de ser libres: el gobierno de Prusia les prometió bajo su honor y la palabra reai que les daría una constitución liberal; y \ lo que son hoy las palabras que los pérfidos ministros hacen dar á los incautos reyes 1 El gobierno de Prus>ia hace todos los días semblante de ocuparse de este grave negocio , y lo que realmente hace es eludirlo. La landwer y la landsthurm , cumplieron por su parte el pacto : pero lo* reyes no se hallan obligados i nada: su poder dimana de Dios, y á él solo deben cuenta de los perjurios y de los enormes crímenes de sus ministros. Este es el lenguage común en todos los gobiernos despóticos en*19 tre quienes los reyes son todo, y ios pueblos nada. Algunas constituciones se han dado en la Alemania. Wurthemberg tiene la suya, y Ja Baviera ha dado otra á sus pueblos : hago mención de ellas porque son las 9»ue mas han costado á estos paises. de obtener:;, hago * sus monarcas ilustrados la justicia de creer que' están de buena fée con sus pueblos, pero j qué dolor! Se ha- llan aun bajo el funesto influjo de las potencias superio- íe* de la Santa Alianza y pues que he tomado la plu- ^a para hablar con la franqueza de hombres libres, ó tfingo que arrojarla con indignación , ó confesar que en sus efectos, estas constituciones, son una asechanza mas Para cegar á los pueblos! Las usurpaciones hechas en Italia de resultas de los invenios sacrilegos de la Santa Alianza , son atentados que apenas hubieran podido pasar en los tiempos de ti- nieblas. Hoy no son tolerables. El Austria ha compra- do en sus compensaciones lo que los monarcas opreso- res deben temer mas: á saber, el odio concentrado de 'os pueblos que ocupan por la fuerza. Milán está tran- quilo : la Lombardia se halla contenta con sus nuevos amos: las autoridades de estos pueblos esclavizados nuc- amente , dirigen todos los correos á Viena, partes de sosiego, y harenga? tegidas de las espresiones mas enér- gicas de aplausos y de elogios á su nuevo y venerado soberano Francisco..... Es hasta donde puede llegar la audacia y la insolencia de gobiernos hipócritas! De- bo decirlo con valor, ya no se engaña así al mundo. El *80 gobierno de! Austria es detestado y aborrecido en Italia eií Venecia y en Lombardia. Sus moradores, poniendo á Dio* por testigo de la justicia de su causa, maldicen á los Austríacos, maldicen su gobierno atroz, maldicen los egér* citos que los oprimen y saquean: maldicen al mismo Francisco, y tienen la Santa Alianza en execración, y no aguardan mas que un momento feliz, en que pue- dan hacer un esfuerzo simultaneo para vengar estos crí- menes de la 'santa política aliada, 6 mas bien conjura- da contra la dicha de los hombres! La patria del Dante del Taso y del Ariosto, la patria de Maquiabelo y de Filan- gieri, no será largo tiempo esclava. Un suceso casual, un accidente fortuito bastará tarde 6 temprano para der- ribar este nuevo é intempestivo despotismo con que se han desacreditado los gobiernos influentes de la Eu- ropa , y todo quedará infaliblemente destrozado. La car- rera de los cadahalsos suele ser santificada y gloriosa pa- ra los pueblos que quieren ser libres: toda secta ha te- nido sus mártires; porqué no ha de tenerlos también, no una secta, sino la santa causa de los derechos del hombre en sociedad! Un acaecimiento casual basta para promover la acción de los hombres libres, y este mo- mento acaso ha llegado ya. La España que ha tenido hasta ahora la desgracia de no ser conocida de nadie: la España que escritores de gran mérito contaban como un departamento del Afri- ca en grado de civiliaacion: la España en cuyo suelo se ha hecho el ensayo mas duro y mas completo del31 *troa sistema de opresión y esclavitud escrita en las se- cretas páginas de la Santa Alianza: la España citada Por modelo entre los oligarcas impíos que intentan hoy gobernar el mundo con cadenas, por haber vuelto á los 'errores de la inquisición y al ridículo influjo de unos bailes: la España ha pronunciado un grito de liber- tad en el último estremo de su territorio. Los oligar- cas apenas lo oyeron ; lo creyeron un acto de demen- Cla de algunos míseros sublevados ; y mientras que,ellos* c°i su acostumbrada impericia se preparaban á mezclar la sangre de estos hombres libres que llamaban subleva- os , con la preciosa de los Porliers y de los Lascys: ta España oyó este grito y sus provincias todas ló íepitieron á los dos meses poco mas de levantado. La kla de León , teatro de este grito heroico y atrevido, l°s nombres de Riego y de Quiioga , y el dia' i.° del Pásente año de 1820 , son cosas que pertenecen al do- minio de la Historia. Las sagradas tablas de la ley des» Pedazadas en mayo de 1814, se hallaron de repente unidas y presentadas á la fas de la Europa en i.° de enero de 1820. Aquí comienza una nueva época, tal vez de rege- neración universal. Al principio no hubo quien hiciera caso de aquel movimiento provocado por el loco empe- go de querer forzar á hombres humanos á ir á tras- pasar los mares y á convertirse en tigres para despe- dazar á sus mismos hermanos en el nuevo mundo: so- ^» los pechos enardecidos por la conquista de la santatu y justa libertad, suspiraban, en el silencio á que aun lós reducía un despotismo moribundo , por aquel felice dia en que los tiranos aterrados á su vez, cediesen c°" bardemente el terreno á los esforzados y generosos boffl* bres que habían de hacer esta preciosa conquista, egército espedicionario de la Isla de León, no sabe 1° que es constitución , se decia; esta es obra de faccio- sos : es menester esteiminarlos.....Que ilusión 1 El sol' dado, el simple soldado, sin saber lo que es consti* tucion, sabe lo que es justicia, no puede escaparse ■ la preponderante fuerza de la ilustración del siglo, y de la opinión general que predomina á pesar de todos los oligarcas y de todos los déspotas: el soldado espa* fíol sabia lo que era justicia: conocia el derecho que todo hombre tiene en la sociedad de repeler la injusti- cia que sufría indignamente: los que le acaudillaban eran ilustrados , el era amante de la equidad, y se alis- tó paTa reclamarla, y esto basta para consumar la li- bertad de las naciones, cuando los que las gobiernan tienen el funesto placer de comprimir los ánimos hastá el máximum dado por la naturaleza para no sufrir mas; Monarcas, esta es una verdad demostrada: no habéis querido creerla : gracias á vuestros necios cortesanos, y á vuestra obstinada incredulidad, es la que compromete vuestros solios!!! Tal fué en efecto el compromiso en que pusieron á Fernando sus pérfidos consejeros, que hasta el último momento, lo engañaron, y lo hubieran sumido en un=3 abismo espantoso , si el pueblo español mas prudente de W que podia creerse, no hubiera quebrantado con una mano su horrible cetro de hierro, y si con otra no le hubiera levantado á un trono constitucional, que gana- ba en honor y dignidad lo que perdía en despotismo. Desde el 7 de marzo de este año, Fernando puede c°ntarse por verdadero rey del pueblo mas grande en Moderación y justicia que hubo jamas. La posteridad se Enternecerá al ver una nación generosa y ofendida abrir l°s brazos á su monarca que inicuos consejeros habían procurado presentar como un monstruo; salvarlo con el dogma de la inviolabilidad, y colocado en su trono por Primera vez, admitirlo á reinar, esperando siempre que « hará en su nueva posición la felicidad de un pueblo digno de ser comparado á los mas humanos y heroicos del mundo. Esta acción, no la había presentado roda- ba ninguna otra nación en la tierra, Ella pertenece tam- bién al dominio de la magestuosa Historia. El carácter de sabiduría que distingue eminentemen- to á la época actual, es digno de llamar la atención de Ioj, grandes políticos: en materia de gobierno, ya no 8e imitan ios malos egemplos, como en los siglos , ante- riores : son los buenos los que hoy animan á los hom- bres, y el virtuoso alzamiento de las Españas contra su» odiosos opresores, no será perdido para Jas demás Daciones que quieran proponerse quebrantar sus cadenas, ^sta» crisis se bailan provocadas-por los mismos oligar- cas de la Europa, y la Santa Alianza va madurando las24 demás revoluciones. Son pocos !<>s que conocen hasta dón* ¡da paede llegar el rayo partido de España. Los gobier* nos de Europa pudieran aun conjurarlo, pero no q"ie* ren: si se resolviesen á parar el carro lanzado ya de nueva tiranía, si se persuadiese que los hombres noqme" ren servir mas i ambiciosas compensaciones de países y de terrenos ; que la fuerza que tienen en sus bayorie* tas es nula , cuando no la tienen en la opinión ; coo un poco de justicia, con un verdadero amor á los pue* blos que aun se atreven á llamar suyos: con que abaO' donasen su Santa Alianza , para hacer un verdadero pac to social, ó una alianza sincera con la humanidad, con' jurarían todas las revoluciones, el mundo quedaría *fl paz , los cuerpos sociales quedarían satisfechos, los mO' narcas serian felices y egecutoriarian su legitimidad con *1 exercicio de las verdaderas virtudes políticas: pero la des* gracia es que los que se han apoderado de los tronos y gobiernan hoy los príncipes, son incorregibles : un an* tíguo empirismo político los ha hecho caer en delirio* y como lo que ellos progresan en demencia los pueblos lo ganan en razón, la lucha permanece y la paz jd' teríor de los estados es imposible. Cual podra' ser el re** sultado? ni que les queda que ganar en este juego? Vuelvan los ojos repito á Bonaparte y tiemblen, del mo- delo que les presenta. Lo cierto es que estas verdades no son deducida* de ningún sistema absurdo: se van comprobando con lí experiencia.2 3.3 El egemplo del esforzado pueblo Español parecido al 'ayo ha'ido ya á fulminar sus golpes contra el despo- tismo, en Ñapóles y en Portugal y lo ha auyentado. El trueno de la España se ha aumentado , amenaza el mun- do i y yo no veo exhorcistas con. habilidad para auyen- tarlo. Si los príncipes de Europa no arrojan pronto la máscara de hipocresía que les han puesto sus ministros; S1 estos no abjuran pronto sus errores políticos; sino transigen con el común de los hombres á quienes tra- tan de encadenar con nuevas y vilipendiosas ataduras; *mo abandonan el delirante empeño de insistir en sus ma- quiabéücas ambiciones, ¿qué mucho será que los pue» Vos tomen la iuiciativa, y que revindiquen sus derechos Como acaban de hacerlo estas tres naciones ? que mu- cho será que dentro de un año, de dos, de veinte, to- do el continente acabe de sacudir sus cadenas á pesar de los que los gobiernan ? Las naciones de Europa no quieren realmente aten- tar hoy contra los solios: conservan á esta grave ma- gistratura un respeto antiguo, de que no se atreven á despojarse. Testigo «fas tablas de la constitución españo- la , cuyo primer principio en la definición de! gobierno consiste en proclamar una monarquía constitucional, y un Honarca inviolable ; principio sublime que aleja los te- mores de las frecuentes catástrofes, á que la multipli- cada mudanza da dinastías, precipita á los hombres; es- tos se hallan generalmente convencidos de que la con- fianza de la paz interior consiste en la distribución y d26 equilibrio de los tres pod eres, á que nosotros ingleses debemos nuestra existencia política y nuestra prosperidad* aunque ya vamos decayendo de ella por la culpa de los que depravan nuestra misma constitución, á fuerza de injusticias, como la que motiva este breve escrito. Entre los príncipes de Europa , no han faltado al- gunos que han anunciado ideas grandes y sentimientos generosos: otros que han cedido á los deseos de sus súb- ditos, y se han conquistado sus corazones con el bene- ficio de la libertad. El elector de Bada , los reyes de Wurtemberg y de Baviera , Luis XVIII de Francia, y los reyes de España, de Portugal y de Ñapóles , n° pueden ser ya mas que monarcas constitucionales. En va- no, viles é indignos aduladores les aconsejarían no serlo. Esto valdría tanto como intentar perderlos. Pero al mismo tiempo existen otros gobiernos, que en público preconizan principios de libertad, y en se- creto tienen adoptadas ma'ximas contrarias, para cuya observancia funesta se han mancomunado. La historia se asombrará sin duda de que los ministros de Inglaterra hayan contribuido á fortalecer en 1814. esta mancomu- nidad execrable; y también se admirará que los de Luis XVIII, se hayan entregado al preponderante influjo de esta misma mancomunidad. Estos diversos elementos de la dirección del poder apoyado en las bayonetas y en el presuntuoso orgullo de los antiguos y caducos privilegios usurpados, por una parte; y por otra en los hermosos principios de la li-feriad ya armada y tan audaz como la misma natura- leza en sus grandes operaciones morales , amenaza a los humanos de una nueva y sangrienta lid, cuyas resultas 8°n incalculables, porque já quien es dado resolver el difícil problema del futuro eslabonamiento y desenlace de los grandes acaecimientos políticos ? Lo cierto es, que los gobiernos, obstinados en hacer frente á las ideas li- berales tienen todas las probabilidades contra sí, y que 81 no se despojan de sus rancias preocupaciones muy pronto, la lucha va á empeñarse, va á ser sangrienta, y la libertad política de las naciones va tal vez á de- jar asegurado su triunfo inmortal y eterno. Ya se nos anuncia un nuevo congreso de soberanos en uno de los puntos de la Austria. Allí se dice han concurrir los emperadores de Austria y de Rusia, y el rey de Prusia : se propone ó por mejor decir se ma- quina una nueva trama para contener el torrente de las modernas revoluciones. La España dicen, será respetada por ahora, mediante á su posición geográfica, y á que su constitución de las cortes del año 1812 fué recono- cida por la Rusia y la Inglaterra. Sin embargo se han pasado notas diplomáticas por el autócrata de todas las Rusias á las legaciones cerca de las demás naciones: en ellas se impugna el dogma tan antiguo como la socie- dad humana de la soberanía del pueblo que la España ha proclamado á la faz del universo, y que han ratificado la misma España, Ñapóles y Portugal en el presente, año. En estos notas se repite la máxima fun- *28 damental de la continuación del sistema de opresión que se aspira á perpetuar en medio de este siglo de grave* acontecimientos , á saber, que los soberanos son los que legítimamente tienen derecho de otorgar ásus pueblos la constitución política que quieran , acomodada á las ne- cesidades del siglo, que es lo mismo que querer soste* ner el funesto principio de que los soberanos son todo y los hombres que forman las naciones, nada. Esta conducta ha inquietado ya á todos los hombre* que piensan, y que anhelan por ser justos, libres y di* chosos. Pero no disimulemos nuestra opinión: esta su- perchería política á nadie engaña ya: todas las naciones saben á que han de atenerse en cuanto á las promesas de los soberanos en la época presente, cuando tienen visires y divanes á su lado : bien han visto los prin- cipios de justicia proclamados en los congresos 'anterio- res, señaladamente en el de Viena; y quedaron bien convencidos de que en nombre de estos augustos prín- cipes, la Polonia quedó sometida, la Italia ocupada, re- giones enteras fueron intimadas de pasar como rebaños al dominio de otros amos, y nosotros tranferimos los vir- tuosos moradores de Parga á los furiosos musulmanes, y la Prusia quedó burlada, en las promesas con que con- taba, y en las esperanzas que tenia. Este fué el resultado inmediato de la promulgación pública de aquellos santos principios. ¡ Como hemos de suponer tan necios á los hombres y tan destituidos de memoria que olviden las injusticias recientes , y I0325 perjurios políticos que tienen delante de los ojos ? No: el sistema de opresión y de arbitrariedad no puede sostenerse: la constitución Española se ha hecho 3ra el asilo protector de toda nación que intente ser li- bre: es la áncora de la salvación universal: ella pro- ducirá su efecto en grande : no es hasta ahora mas que ün ensayo. Parece que conociendo esto mismo los principales go- biernos de Europa, procurarán que la Austria ayudada *to la Santa Alianza , intente dirimir la cuestión en Ña- póles, no con razones, no con el don de la palabra, sino con la fuerza de las armas. Apenas se me hace Creible tan insigne demencia ! Ay ! si llega á dispararse un tiro de muerte en es- to terrible y peligrosa contienda! La Europa seria un "uevo teatro de grandes calamidades. Un generoso grito aspira mas que a' existir con leyes constitucionales, 7 tal vez no aguarda mas que una agresión para der- ribar el molesto coloso que la comprime : y si no se apresuran todas las naciones á renovar la verdadera •alian- za entre'los pueblos y sus-soberanos, muchas calamida- des amenazan á sus gobiernos: sed una vez justos, an- tes que se os obligue i que lo seáis. La constitución de España ha dado cuidado á todos los gobiernos arbitrarios: su admiración se ha convertido "en rabia, cuando Nápoles y Portugal han imitado el egemplo de la España : cuidado que esta rabia no se convierta en furor. 1 El pacto sagrado de la Espaíía , hace hoy la ad- miración del orbe civilizado : no hostilicéis su curso en desventaja vuestra: aquel pacto parece ya a' un sol na- ciente : el puede acabar su carrera magestuosa sobre el globo, y derramar torrentes dd hiz y de beneficios so- bre todos los humanos, hasta sobre sus impios detrac- tores. De intento habíamos dejado hacer especial mención de Portugal', para retratar separadamente el influjo que su revolución actual puede tener con el Brasil y con Inglaterra: aqui se halla variado el cuadro. Las causas de la mudanza de su gobierno, son en parte las mismas y en parte distintas -que en España y34 4 Ñapóles. No era el influjo de la Santa Alianza, n» la opresión lejana de la casa de Braganza, los únicos elementos que produgeron en Oporto el grito de libertad. Fuimos nosotros ingleses , los que contribuimos mas que todos á su mudanza de gobierno. Hace años que dis- poníamos de Portugal como si fuera una de nuestras ce lonias de la India ó del Canadá : les permitíamos tener un rey á nuestras órdenes , rodeado de ministros portu- gueses para obedecerlas: Lisboa estaba aun sojuzgada en lo militar á nuestros generales: su comercio era una vasta factoría, en que egerciamos un poder arbitrario* y allí se repetía el raro fenómeno que presentamos en todas partes, de ser orgullosos de nuestras libertades den- tro de nuestra isla , y los amos mas duros fuera de ella. El gobierno portugués no menos cruel que los 'demás gobiernos arbitrarios aumentaba su despotismo con la irrevocable opresión que produce siempre un ministerio distante de los clamores de la parte sana de la nación, que era la que sufría todo el peso de las injusticias, combinadas con nuestro importuno predominio; de modo que podía decirse que Portugal tenia tres tiranía*: la de su gobierno tan arbitrario y absurdo como los demás de Europa : la nuestra que durante mas de un siglo se hacia insoportable á los portugueses por el in- solente influjo que siempre nos ha convenido ostentar '• y la de la Santa Alianza que por el órgano de la diplomacia procuraba alli hacer odiosas las máximas de35 libertad y de razón pública. El egemplo de la España bastó para animarla y promover' su esfuerzo heroico. He dicho mas arriba que este siglo tiene el parti- cular carácter de ser fecundo en imitaciones de lo bueno: las verdades naturales, morales y políticas cunden al ins- tante y se propagan prontamente: solo el despotismo, y el fanatismo van perdiendo ó han perdido enteramenté el funesto privilegio que tuvieron de dar leyes á las na- ciones : ningunas quieren ya imitarlos : han perdido su trono: no hay mas culto que el de la razón : este hace y hará progresos asombrosos en adelante. Irritados los ánimos en Portugal, calcularon fundados en las inspiraciones de la naturaleza y de la opinión del siglo, que no podían ni debían ser los últimos que sacudiesen á un tiempo aquellas tres tiranías que tenían agoviados á sus moradores: una sola voz, con algunos pocos militares y ciudadanos alentados, aprovecharon el momento favorable y bastaron en Oporto, como en la Isla de León, á mudar el gobierno, á despedirnos con mu- cha cortesanía, y á quedar libres. El gabinete inglés, ya hubiera declarado sus notas hostiles contra el nuevo gobierno de Lisboa : porque tan enemigo de los principios de libertad como los demás oligarcas de la Europa, ¿cómo había de consentirlos en una de sus colonias, cuando aqui mismo en Lon- dres se han declarado los enemigos mas implacables de todas las virtudes sociales? Pero tienen que meditar so- bre el engrandecimiento que nos amenaza de dos poten-3* cias que aanque momentáneamente tienen ahora el.túnon de los negocios, que antes se destribuian entre Bona- parte y nosotros, están en la espectativa del sistema que prevalecerá en la Europa, para resolver el problema de sus operaciones ulteriores. La casa de Braganza es respetada en Portugal, como la de Borbon en España. No hay motivo plausible para declarar la guerra á pueblos que aman de corazón á sus monarcas, con la única condición de que sean cons* titucionales. Los ministros de Portugal en Rio Janeyro* tan pérfidos y malos como los ministros de todos los de- mas gobiernos absolutos, no pueden acudir á la revindi- cacion de su antiguo mando, porque no pueden dejar ea descubierto sus mismas posesiones en Ame'rica, en don- de la razón publica del siglo ha hecho los mismos pro- gresos que en Europa : ademas de que en aquel nuevo continente, la lucha por la libertad se ha hecho ya casi general, y amenaza al despotismo del Brasil, como al de las demás naciones. Los establecimientos europeos en ambas Indias han sufrido un choque violento en la última época. El egem- plo de los Estados Unidos despertó el amor á la liber- tad y se propagó* por aquel continente, Juego que la España se vió invadida de los egércitos franceses. No quisieron coadyubar á la mas insigne de las usurpa- ciones, y suspiraron por la libertad y la independencia, ea una palabra, no querian ser colonias ni de la moder- na Galia n-i de la Gran Bretaña. A todo evento qui-37 Sieron mas bien gobernarse por si mismas. El primer impulso de libertad fué dado en Caracas, y siguió á las provincias de Buenos ayres. Los vastos reinos de Má- gico y del Perú , se conservaron tranquilos y en espec- tacion: y lo mismo sucedió en las provincias internas de Nueva España hasta las Floridas; porque yo cuento por nada las sublevaciones efímeras en otros puntos de Ame'rica. * AI regreso de Fernando á España, si la constitución promulgada en , Cádiz, no hubiera sido despedazada por ios estúpidos consejos dados á este jóven monarca, ó que ellos no le hubieran estorbado de dar otra á su pueblo ".después de habérsela hecho prometer, acaso las colonias levantadas en favor de la libertad , habrían transigido, *us diferencias con la madre patria: pero no tardaron en Verse burladas, como se vió burlada la península. En- tonces las regiones en donde se había alzado la voz de libertad, ratificaron su independencia de una manera for- midable. El gobierno de Mágico bajo el yugo de los imbéciles ministros de Fernando, se mantuvo sumiso sin embargo, gracias á la posición gráfica en que está situado , y •¿ñas que todo á Ja prudencia de su vírey, cuyos prin- cipios de moderación y de justicia ahuyentaron los gra- ves motivos de queja que tenían que reclamarse en las demás regiones; y ve'ase aqui otra prueba de que los hombres no abrazan el partido de las revoluciones, sino cuando se hallan ostigados y violentados por el despotis- á38 rao. Bolívar fundó la república de Venezuela. Morillo pasó á tomar el mando del egército realista : llevó ins- trucciones atroces , y se encendió esa guerra i muerte de españoles contra españoles, en que casi sin cuartel se despsdazaban los cuerpos de egército como tigres in* saciables de sangre, y tres espediciones de tropas de 1* península enviadas á espensas del afán de sus morado* res nuevamente tiranizados, fueron i perecer á los ri* gores del clima, á los de las enfermedades , y al cu* chillo de los que defendían sus derechos. Buenos ayres concentró el odio á los tiranos, y efl medio de su desesperación abortó esa espedicion de San Martin que amenazó el Perú , y propagó las ideas de libertad hasta las orillas del mar pacífico. Centenares de corsarios armados , salieron lanzado* de varios puertos de América, y tuvieron la osadía da venir á hacer sus presas á las mismas puertas de Cádiz* de la Coruña y de Valencia , con gran detrimento de los restos del comercio marítimo que aun le quedaba ¿ la España exausta y paralizada : mientras que los or- gullosos ministros de Fernando engañaban á su amo, dándole esperanzas de que pronto sugetarian los insur* gentes de América, con una plumada dada en sus mi' nistcrios, y cesaría esta nueva especie de piratería, lo* mares se poblaban mas de buques armados en corso, J acababan con los últimos recursos de su erario, y de las casas particulares que aun conservaban algunos fon- dos, y ios empleaban en especulaciones marítimas.39 Mas las Américas españolas tienen en su seno ele- mentos de destrucción que no se encuentran en Euro- pa : las diferencias de color son alli fecundas en esa es- pecie de embidia, endémica en aquellas regiones, que impide é impidira' por mucho tiempo todavía aquella reunion de donde resulta la unidad de acción 6 de mo- vimiento, tan necesaria para consolidar y robustecer los gobiernos libres. Esta sola circunstancia , que por una parte ha pro- ducido ya alli terribles reacciones , y un estado de ver- utilidad funesto á la propagación de una entera y di- chosa libertad, puede ofrecer hoy á la España libre un rayo de esperanza, para llegar á una memorable tran- sacción social, cuyo pacto quede sentado en las verda- deras bases de la equidad. Ya tienen derecho á ser re- presentadas en las cortes de la madre patria, y cuando la buena fe del gobierno actual de Madrid llegue á ofrecerles la oliva de la paz, cuando se auyenten los lemores de nuevas perfidias, que no son propias sino