Jfc // Num. 2. a LA CARRETA. Í-I Jiemo» presenciado lew habitantes de esta populen ciudad un ejem- plar terrible, que ha causado en nuestro» ánimos aquella dolorosft «eniaeion que se experimenta en estos sérios acto» en que la justicia «Entiendo» de sus mas poderosos atributo», desearga el peso de su indignación sobre los miserables delincuentes, á quienes por «riminale» que hayan sido no le» podemos rehomr cuando los vemos en el cita- do de humillación lo» «entimienfo» de misericordia» A las nueve de la mañana fué entrando por el camino de Ve- racruz un esouadron de dragones mandado» por el sr. D. Libérate» ■Anti-servil resguardando un reo de muy graves delitos según se dijo; pero que nadie podía ver porque la caja de la carreta en que ve- nia metido se había tapado tan bien y fuertemente, que parecía mas bien una jaula destinada á contener alguna bestia feroz y dañina. De- trás de dicha «arreta seguía un «oehe en que venia el padre Chi- eharróa con otros personases. La comitiva toda atravesó la ciudad sin detenerse en ella, y tatamente alguno» ordenanza» se desprendieron para comunicar órdenes á los agentes que la oommon de Cayo-puto tiene en este suelo» luego se notó que solioitaban vario» muebles, adi- vinándose por ello que el objeto de la venida del sr. D. Liberato era cierta ejecución de justicia en el eoseomate. Todos nes alborota- nio» y dirijimos acia este puntos encontramos la tropa formando cua- dro ; ácia un extremo de él, llamó nuestra atención un pulpito que te habií hecho »cbr» una mesa: cuando todo estuvo en «ilencio, man- dó el sr. D. Liberato que fe manifestase el reo. \ Cual sería nuestra admiración al ver un fraile con esposas, grillo» y todo enredado de cadenas! Lo» espectadores venerando su carácter comenzaban á indig- narse contra los ejecutores; pero observándolo el dicho sr. Coman- dante, suplíaó que se aquietaren, pues no pedían meno» de aprobar la jmtificacion de lo» «uperiore» que habían pronunciado aquella ser> tancia ; que »upíesen de una vez que el reverendo aprisionado er* «1 insigne frai Leopardo, de| cuyo» delitos enorme» tendrían desde lue- go noticia; pero /para mas satisfacerle» mandó que un escribano leye-es li Carta de la isla de Caj/o pitra el Cargador de Jar catioan al oir esta lectura que á todoi escandalizó, exclamó la multitud: nm«- ra , muera f'rai Leopardo. En seguida subió el padre Chicharrón al rúl^ito desde donda pronunció el siguiente bteve discurso. Et tribur Anticyriit caput intanabíle nunquam .... Horat. Arte poética . Cuheza tan rematada, tan necia y dura. Mejor es aplattarU ; nadie la cura. A la vista tenéis, liberales 'oyeites 'mió*, un'testimonio conetu» yeníe del ineon'rastabie poder que adquieren las preocupaciones so- bre las cab-zas de el añ-> mai m-jmorable ds nuíftia historia. Uu puebio esparcido en la* cu-itro patt'íi del mundi, y compuesto de veinticinco millone» de viyieate», á una sola vox te levantó magestuosamenre contra el impe» fío odiosa de la preoíupacion, y lo redujo at eittdb de derrota eti q;ie niñea se vió. ¿ Pero pensáis, tenores , qu; ese déspota arrojado jai* «ietn^r» de su trona ana na intenta recobraría, ni se oeupa ta3 el qoiméiico designio de volveros ¿ uncir á «j carro? ¡ AhJ eso se- ría no conocer el íanatUn.o y terca índole de los esclavos secuacei de la preocupación. Aun se encuentnn gigantes temerarios que } re- fenden escalar el cielo: toparditc jamas se le dio un tapaboca porque dfeia la mala palabra . Puse de asco a la madre misma que lo'parió, y partc;éndt,le peco aplicable le? dicterios de jaecbina, fracmafena, &c . que siempre tiene preparados para contestar al raciccinio nías con- cluye-nte, iba á ferrar un garrete para crrvei cerla á su usanza, cinrdo entró su padrino y puso en prz al irfartito. Pregunte1: ¿per qvlé se reñia tan ferczmrnt- ? leopardo crnteMÓ, que porque ru ma- dre quería que «e desaproVtchaienlastxcelentesdifposkior.es cen que4 se sentía pan ler ministro ejecutor; y aquella expuso que aspiraba á qui tu hija f'u>¡e eclesiástico. Pues yo, repu o el padrino, terminaré esta diiéioacia propoaiendo ua temperamento que a los dos dt.be aco- modar, pues cada uao logra «u designio! mita, Leopardo, hazte eclesiajtiqo y procura ser inquisidor. Separáronso coatentos madre é hijo, y desde, aquel punto todas las nuras de é¿te se dirigieron al santo oficio. Na »e ha pidido averiguar por mas diligencias que te lian hecho si el joven Leopardo estudió, ó nó estudo; por su boea y por su estilo está l'u^ra de duda que la dialéatisa la aprendió en la* ob;as de (-¡alvino , aquel entusiasta reformador, que para probar que no orí declamador le instaba í su adversario el argumento diciéa- dolé: Tu eiüurAti es uftu pestilente zahúrda de puercos: ¿ me en- tiendes, permí ¿ m,e entiendes, fonética1- i me entiendes, bien gran bestia7. Hs aquí los pri noro os modelos que se proputo nuestro Ler>- p¿rio; y ya v«i¡ , teñurei, ea e>ta carta ti ha tenido habilidad para imitarlos. Por no se qué conveniencias del estómago quiso seguir nuestro héroe la vida moaártica . Ello es cierto que jimás los conventos tuvie- ran fraile nws misantrópUo., ni mas engullidor de empanadas, torti- llas ds huevo» y arroz con lechs; pero no por esto creáis que él hst faltado a mi ordinariis penitencias, pues eran tales las fuerzas di- gestivas d» su vientre, que á la m«dia hora de haber devorado una; empanada del volumen de un maletón . y el fruto de suatro perales muy cosecheros, decía el reverendo que desfallecía por efecto d* absti- nencia No, en esto el buen Leopardo no parecía cuadrúpedo» tina ttipdo'e ú otro género de ave de rapiña. ' No se sabe que haya leído otra cosa en fu vida , sino á los in- quindorei Páramo » EymerÁc , y a los historiadores ds la santa que- ría! circunstanciada y latamente describían los autos de fe: cuando lle- j2ibi Leopardo al puuto capital de las quemaíones, te penetraba de la suwe u-.icion, dcjabi el libro y se arrodillaba pidiéndole'al sr« rexicie3;n ds nuero lo* alegres dias de- su Iglesia. Un buen anío do fe, d-cía , que valia ma» q*e todo? los concilios, y un ni ntóa J • combatible era mis útil que las apologías de los santos p\í.'«í. El ouyor b*r¡b¡avi- (asi la lUauban.) fox* tes»eeasi»n de atormentar tafites cuerpbs, perturbar tantas alma* y llenar de infamia innumerables familias. Fr. Leopardo no tenia idea» ninguna* de la igualdad civil, an- tes bien ciertas circunstancias prevenían demasiado »u espíritu par* que jamás pudiese concebirlas. Acostumbrado a ver que coa empana- da grandes, medianas, pequeñas, ínfima», y que con escapularios mas ó r-enos adornados d; liíton y Lentejuela, se medían exictamente en los dias festivos las classs de habitante» distinguidos, y que con un pastel de cierta magnitud, ó eon cierto número de ellos cuando »on de ua propio tamañ», se la señala á cada perion» el pussto que ocupa en la «ofckclad, acostumbrado digo á esta metódica distribución, le pare- cía imposible que las leyes pudiesen confundirlo todo y destruir; aquella escala del orden ger'rquico. Lo mismo deba entenderse de la libertad, pu-n S. P. no tenia nus alcances para comprender si un hombre esta ó no libro , que preguntar si estaba ó no en la cárcel- En esta buena disposición llegó é ensanchar sus conocimientos la his- toria del jacobinismo dsl Abate Barrusl. Supo que los jacobinos» ítacniasones y toda esa familia tenian en su sistema proyectos d* igualdad y lihsrtad, y dedujo atormentando su basta erudición, que a todo el que pronunciara esas palabras sis necesidad do atender á la idea que en ella» sé determina, debia apostrofarle con sa»to desem- barazo: ¡oh jacobino, oh fracmason, oh libertino, oh cafre, oh in- surgente i Ved cuan dulce e» la boca i; este apóstol. Corruptio optimi perima dijo el historiador, que vale tanto como decir: el que de taita resbala hasta diablo no para- Fraile» fraile, ¿cómo te has remangado al extremo de aseverar, qu* la causa de la regeneración de España , que tu llima»: trastorno universal e* una sociedad de hombres perversos titulados fracmatonesl Era pre- ciso, señores, ser energúmeno con pretensiones de oráculo para come» ter fl temerario arrojo d? aplicar bsio 1* palabra de fraile título» tan impios á !0s autores de la Constipación. En el concepto de- este apóstol de la inquisición , el congreso de Cortes es la. Eran lónia de los masones, ó la sociednd madre de los jacobino», Quirona lo mii- tno qae Veish^up, y hasta el mismo Rey no es mu mía el irntrvj- n\ento t a»ivo de los h»'ee>es sofistas, Y si no, escuchad: dice el R. Leopardo, que las sr.cisdadas de imnio» en América »e ll iman cua- car™ , en Italia lib^rimuratori, en Bavma iluminados, en Francia ja- cobinos ó patriota»? :»s y en España, padrenuestro, ¿como se llaman? tOh! eso te lo dejó allá en la capucha; pero por el contesto de to- da íu carta se deja comjreader que en E;p¿Sa se llaman coastitu-6 cionaleJ en contraposición de íot Itieltoiespañoles y humana *er> viles. {Queréis mas? Pues ahora veréis a España comprendida tex- tualmente entre los reyno» dominados por los masones, jaeobhos, iluminados Síc. Pregunta nuestro frattr: j/u iglesia y los principes, como no kan prohibido severamente las logias ? B . Sí lo han he- cho; pero les filósofos introducidos sagazmente en las gavinetes han sabido eludir las leyes eclesiásticas y civiles, y aun servirse dil poder soberano para llevar adelante su obra, com» se ha visto en Francia, Italia, Alemania, Es jaría y Portugal (y, ¿Que tal? Si hubiera alguno que le in tan á que diera pruebas de que efl España loi impíos te han servido del peder teberano para llevar adelante su obra ; oto és para establecer la Constitución, entonce» S. P.se levantaba el mar.guillo y decía: ¿pues qué, ro rre eréis? Soy ministro de Dios: soys un solista, un matón, un_J:: Basta, padre, me rindo ¡> pruebas tan concluyentes. Este veneno infernal de que está animado nuestro Leopardo no pudo estar reprimido por mucho tiempo. Apenas hubo libertad |de imprenta, cuando dió á luz un papel murmurando centra aquella, pero prostituyéndola como tal vez no lo liará un jacobino con tal que tenga buena educación. El papel te titulaba duelo de la inqui- sición vindicado i fué impugnado por ti pensador; jero cerno hay escritos en que no cabe impugnación ninguna , el patrón de la Ca- noa acondicionó al auter en un huacal y lo remitió á Cayo-puto. Nunca se ha visto colono mas revoltofo. Un refractorio que lie va* ba en la cabeza el designio anticuo dé ser inquisidor gen