E¿ INDIO CONSTITUCIONAL. OOOO--eo» legraos, Indios de la América Septentrional, lle- naos de regocijo al ver concluidas las espantosas revo- luciones de la península, restablecido el augusto Con- greso nacional, y jurado por segunda vez el Código de nuestra lejislacion. ¡Suceso venturoso por el que si to- dos los habirantes de uno y otro emisferio deben dar- se gratulatorios plácemes, ningunos lo harán con tanta tazón como vosotros, que fuisteis los mas oprimidos por la mano cruel del despotismo. El mundo todo se ha enternecido al ver el lastimoso cuadro que le presen- taron las dolorcsas circunstancias en que os puso una bárbara opresión. El Arbitro del universo colocó vuestra patria bajo las influencias de un benigno cielo, para que os produjera abundantes ftutos, y preciosos metales; pe- ro de nada os sirven esas riquezas: la tiranía las ar- rancó de vuestras manos, os dejó sepultados en la in- digencia , agoviados con el peso de las contribuciones, con las manos atadas para que no cultivaseis los cam- pos cuanto podía la industria, ayudada con la fertili- dad del terreno, y casi solo permitió que sembraseis lo •jecesario para conservar una vida miserable, que aun deseaba oprimir. Juzgad, Indios desventurados, juzgad "e vuestros antepasados, por los monumentos que os Suedan, y decidme si en las artes, ó en las ciencias habéis adelantado mas que ellos. Buscad los establecí • lientos públicos que tenéis para instruiros en algunade las cosas que interesan para la felicidad de una na- ción, y numerádmelos: pero ¡ay, que en muchas par- tes no tenéis ni una pequeña escuela, en la que os en- señen los rudimentos de la religión para que fuisteis conquistados! Nacéis sin que vuestros padres tengan mas que una grosera jerga, en que envolver vuesttas delicadas ca/riey apenas acertáis á fijar vuestros, pies en el sue- lo, apenas prorumpen vuestros labios en algunas mal formadas palabras, aun no habéis recibido alguna edu- cación, y ya es preciso que los mismos que os dieron el ser os pongan en algún pequeño trabajo para que les ayudéis á conservar vuestra existencia. Cuando lla- gáis á una edad adulta regáis cuotidianamente la tier- ra con el sudor de vuestro rostro para que fructifique á un avariento hacendado, que soló os da, un jornal tan miseiable , que apenas alcanza para vuestro manteni- miento; y después que los días de vuestra vida son to* dos de amargura y de dolor, los acabáis sin tener mas. que un petate en que recostaros, sin el socono de la» medianas, y teniendo delante una familia, que en su¡ vergonzosa desnudez está indicando las desgiadas que se le esperan. ¡Esta,es vuestra suerte, Indios infelices! La tita- nia os ha eSucadái en las tiaieblas de la. ignorancia pa- ra ocultaros lo deplorable de vuestra situación; os ha. despojado de los derechos que os concedió la natura- leza; os unció al formidable carro del despotismo; y aun quiso degradases del ser hombres, con tanto cmr peño, que un Remano Pontífice se vió necesitado á declarar que erais racionales. ¡Amargas lágrimas se des- prenden de mis ojos al recordar opresión tan inaudita!, Qué, ¿vosotras no sois formados de la misma masa qu« el reato de los demás hombres? ¡Infelices! El despo* i.... ■ . íC'*-ktismo de vuestros opresores no quedó satisfecho coa trataros peor que á U.s brutos; deseaba despojaros del entendimiento, de esa potencia la mas noble de todas las que os dió el .Autor de la naturaleza. En vano la bondad de nuestros reyes ha es« pedido en favor vuestro repetidos decretos; pues la arbitrariedad ha sahido inutilizarlos, cerraros las puer- tas á todo empleo de alguna distinción, y ha conse- guido que el nombre de Indio se viera como de opro- btio y de ignominia. Ketlexionad y conoceréis que lo que os digo no es mas que un bosquejo de vuestro misereóle estado : confesaréis que hasta la época pre- sente parece que solo habíais nacido para servir, ca« llar y obedecer. Vuestros mayores, mas infelices que voseaos, nacieron y acabaron su vida agoviados con el peso, del ominoso yugo que llevaban: pero ha ve- nido el tiempo de la justicia, comenzó á rayar la au- roia de vuettra ieucidud, se han caido las cadenas que os opriman, y habéis pasado á ser libres ciudadanos. La Constitución de la Monarquía Esp;.ñola, dig- no fruto de los ilustrados ingenios que la formaron, y. del sabio Congreso que la sancionó, os ha resta- blecido en la posesión de vuestros derechos. Mudasteis de fortuna: sois libres: desaparesca pues de vuestro sem- blante la melancólica imajen de la servidumbre. Ya no tenéis que avergonzaros del color de vuestra cutis: murió el fanatismo: el premio ya no se reserva á los que enseñando los blasones de su casa solo muestran el mérito de sus antepasados: para entrar en el tem- plo del heroísmo, ya solo necesitáis de adornaros con las virtudes cívicas y morales: ya tenéis desembara- zados los caminos de las ciencias y de las artes: civi- lizad vuestras costumbres: desterrad las supersticiones, coa tjuo se ha desfigurado el cuito de nuestra son-4 ta religión: vuestra cultura ponga un sello en los la bios de los que- sin hacer caso del gobierno que os oprimia , os imputaban á estupidez la inercia en que yacíais : vuestra ilustración llegue á ser una bar rera impenetrable para el despotismo. Ojalá y que os vierais ya en tan feliz estado, y que el Indio des- graciada, que os dirije estas palabras, fuera el único que tuviera la desgracia de confesar su ignorancia. No escuchémos las atrevidas palabras que la ig" norancia y la hipocresía han pronunciado contra núes» tro Código sagrado; pues ese libro inmortal tiene sus principios en la razón, en la unión su fundamento, y en la utilidad pública su fin. Alarmémos, si es nece- sario, en contra de los traidores del Rey y de la Pa- tria. El ilustre y célebre Monarca que ocupa el solió español, quiere y manda: que tengamos gobierno cons- titucional: y ya que nuestra sangre ha corrido repetí- das ocasiones sobre los altares de la opresión; no dude- mos, cuando se necesite, derramarla en los de la liber- tad. Llenémonos de valor: y uniéndonos á los demás ciudadanos, publiquemos á voz en grito, que ya no queremos mas que: 6 muerte, ó gobierno constitucional fielmente ¡observado .en todas sus partes. MJiJICO: 1820. Imprest en la oficina de JD. Alejandro Valdes. \EL INDIO CONSTITUCIONAL A TODOS LOS AMERICANOS. SEGUNDO PAPEL. Hasta cuando, indios españoles y america- nos, hasta cuando se realizaran las esperanzas que hemos tenido de ser felices bajo el gobier- no constitucional? ¿Hastacuando los venturosos días de opulencia y de contento sucederán á los aciagos de miseria y de dolor? ¿Hasta cuan- do dejaremos de parecer estraños en nuestro propio sudo? ¿y hasta cuando:::? Mas ¡ay! que tal vez la dicha que nos prometemos será seme- jante á la ilusión de un visionario, al fruto de una imaginación acalorada, ó como las expre- siones infundadas de un hambre que delira. Pe- ro no, amados compatriotas, lejos de nosotros melancólicas ideas: alentemos nuestros de- seos con la persuacion alhagueña de que nues- tra felicidad depende en gran parte de nosotros inismos; pues ella debe tener por fundfamento la fiel observancia de nuestro Código, y ésta ta unión de todos los habitantes del territorio español. Ayudemos, pues, en cuanto podamos ^ la vasta empresa, del augusto Congreso, no te- friendo todos nosotros más que una sola volun- Id, que incesantemente clame Constitución.2 No dudo que el ya moribundo despotis- mo ha de hacer ios últimos esfuerzos para con- servar su abominable existencia: él pondrá sus emisarios enmedio de nosotros, y sin embargo de. que la Constitución manda que la única re- ligión que se admita en todo el Estado sea la católica, apostólica, romana, y que toma las me- didas mas eficaces para contener la arbitrarie- dad y hacer se cumplan las leyes; sin embargo, vuelvo á decir, los ministros del despotismo se cubrirán con la engañosa máscara de la hipo» cresía y osarán decir que el sistema constitucio- nal mina los sagrados cimientos del altar y abre un anchuroso camino para el mas funesto libertinage. Sobre tan falsos principios han de >girar todos sus discursos: estad prevenidos para no dejaros engañar por unos malvados que mo- verán todos los resortes que les sugiera su mali- cia, para abusar de la ignorancia de los unos, de la sencillez de los otros y de la docilidad de todos. Si nos dividimos, amados compatriotas, indecibles nnles se nos esperan: para probarlo podtia poneros á la vista la historia de todas las naciones, y veríais que cuando se apoderó de sus individuos el espíritu de la discordia, ellas mismas se precipitaron al sepulcr oque sefueroflfabricando con sus disensiones; pero solo quie- ro presentaros un testimonio, que si es el mas doloroso para nosotros, es también el mas ca- paz de haceros impresión. Poned si nó vuestros ojos en la espantosa insurrección de nuestros dias, y al instante se os presentará nuestra des- graciada pátria bañada con la sangre de sus hi- jos; apenas se hallará lugar en donde no estén sepultados los huesos de nuestros hermanos, Po- blaciones que conocimos, ya solamente existen en nuestra memoria: todos los campos han sido hostilizados: casi no hay familia que no se haya visto en la necesidad de pagar el doloroso tri- buto de sus lágrimas á alguna desgraciada vic- tima de la guerra: innumerables personas que en el tiempo de la paz vivían en el seno de la abundancia están ahora sepultadas en la mas lastimosa necesidad: por todas partes resuenan lúgubres gemidos de viudas miserables, de don- cellas y niños desamparados, y por decirlo en breve, si recorremos toda la dilatada extensión de nuestro continente, no hallarémos en donde fijar nuestras plantas mas que sobre las dolo» o- sas huellas de la desolación, de la miseria y del terror. Os hablo sobre una materia, en la que me bastan las sencillas reflexiones que acabo de ha-cer, para que vengáis en conocimiento de cuan- to hay que decir, pues una funesta experiencia os ha dado á conocer cuan temibles son los azarosos frutos de la guerra, los que se multi- plicaran sin duda siempre que se aumente aque- lla. Asi ha de ser, amados compatriotas, si se suscitan nuevos disturbios entre nosotros y aun mucho mas de lo que nos parece, será lo que tengamos que sufrir: porque después de perse- guirnos con nuestras propias ruanos., con ellas mismas le levantaremos sobre nuestras ruinas el soberbio trono del despotismo: él reasumirá las riendas del gobierno y entonces::: ¡áy de noso- tros:;:! tornarán á caer sobre nuestras cabezas los males anteriores, el yugo que se nos impon- ga será desmedido, las cadenas innumerables, y quedarémos imposibilitados de salir de un es- tado tan lastimoso. Si queremos librarnos de tan funestas des- gracias: si queremos gozar de las riquezas de nuestra patria y que no vuelvan á ser presa Je la avaricia, no haya diversos modos de pensar entre nosotros: publiquemos á una voz que to- dos admiii¡; o^ esa preciosa Carta que acaba de arrancárnosle las manos del despotismo minis- terial Si ahora que podemos salvar á nuestra pátria, a nuestros hijos y á nosotros mismos nos lo hacemos; cuando nuestros áfescetwlientéa ha- gan memoria de nosotros, justamente maldeci- rán nuestro proceder y tendrán á grandísima desventura el haber tenido unos progenitores, cuyos nombres solo podran tener un lugar dis- tinguido en los anales de la indolencia y del egoísmo:ayudemos á levantar el grandioso edi- ficio del gobierno constitucional, obrando todos de una misma manera, y entonces si, las gene- raciones futuras incesantemente nos llenaran de bendiciones y aun envidiarán lasuerte que he- mos tenido de ser los primeros.que cooperamos á las prosperidades nacionales. iia, pues, amados conciudadanos, aprove- chémonos de unos días, que si sabemosusar bien de ellos, lijarán la mas gloriosa época de nues- tra historia: llegado esel tiempo en que debemos olvidar las innumerables injurias recibidas., en» lazar nuestros brazos con los de Jos europeos constitucionales y caminar unidos por la houo- ¿ííica senda que nos prescribe la ley; pero al tftismo tiempo moderemos esa docilidad exce- siba, que solo nos ha servido para hacer colo- sal el poder del despotismo: funesta experiencia •üos ha enseñado que nuestra vergonzosa pusi- lanimidad es la que dió lugar al engrandeci- miento de los tiranos Visires que hemos tent-6 do i la cabeza de nuestras ciudades y de núes» pr tros pueblos, si no queremos volver á arrastrar á j las ignominiosas cadenas de nuestra esclavitud: mi en circunstancias nos hallamos en las que Cons- titución, unión y valor pueden afianzar par¿ vej siempre nuestra libertad: hagamos respetar la vic soberanía del pueblo americano: imitemos á les li11 ilustres españoles Riego, Arco Agüero y Qoi" Re roga, entonces será feliz nuestra patria y ceñí* de remos nuestras sienes como ellos con una coro • el j na de laurel incorruptible. ¡Ojalá y que nuestra* se j armas estuvieran guardadas y que no resonar^ gac en nuestro continente el estrepitoso estallido de »nsi los cañones, sino para anunciar en festivas sal* Un< vas las determinaciones del augusto Congreso; ino pero, ciudadanos, viven algunos déspotas efl tire medio de nosotros, y es preciso que estemos aot< prevenidos para alarmarnos en el caso de que quieran impedir el establecimiento i nuestro santo Código: la Religión, el Rey y la razo0 están clamando en contra de los anticonstitucíC nales y el no oponernos al proceder deesostrai' dores pudieodo, es hacernos cómplices de sus delitos Si deseamos ver el fruto de nuestra pre' ciosa carta, es preciso que cada uno de n°' sotros esté dispuesto á presentare cuando se" necesario, como los valientes soldados quedes' *eg, tres hall Vez enn S 5ino7 preciando riesgos, apresuradamente han ccrrido á salvar á su patria de las manos de sus ene- migos Si por nuestra desgracia nos llegáremos á ver en circunstancias tan fatales, jamas nos ol- videmos de que hemosjurado guardar la Ccns* lituc'ion, defender la patria y á un desgraciado Rey que desde su juventud ha sido el juguete de ministros intrigantes. Si para que fructifique d pieeioso árbol de la libertad, es necesario que se plante sobre nuestras cenizas y que sea re- gado con nuestra propia sangre, no dudemos un instante sobre cual partido debamos abrazar: Uiuicmos á Lacy y á Portier; y hagámonos co- tilo ellos dignos del glorioso renombre de már- tires de la patria, y aun resolvámonos á quedar 35 untes extinguidos todos por el fatal golpe de una ie Segur, que volver á consentir sobre nosotros ó sobre nuestros hijos el pesado yugo que pol- ares siglos nos ha tenido agoviados. Compatriotas, la ocasión de ser felices se halla en nuestras manos, si la dejamos pasar tal Js vez no volverá. Llenémonos, pues, de un santo V Entusiasmo y seamos á todo trance constitucio- & piales, porque si el despotismo vuelve a triun- 0 far, no solo serán mayores nuestras desgracias, sino que se perpetuarán en nuestros inculpados a e '5'8 descendientes y al mundo todo serviremos de \t lisión por las cómicas escenas que representamos con nuestras continuas variaciones de gobierno:- fijémonos en el actual y no temamos decir que antes daremos nuestras vidas que dejar de ser ti Jes observantes del juramento que prestamos á la Constitución: esforzemos nuestras voces y publiquemos que no admitimos otras leyes que las de nuestro sábio Código, ni Rey qoe no si- ga el camino del que felizmente nos gobierna: que no permiiirémos en medio de nosotros á ninguno que sea traidor de la religión ó. de la páu-ia: que darémos eternos loores a los aman- tes de nuestra Constitución: que perseguiremos con sangre y fuego á todos sus enemigos, y que si el despotismo vuelve á entronizarse sabremos seguir las gloriosas sendas de Riego, de Quiro- ga y Arco Agüero, y enarbolar como ellos ei estandarte de una santa y justa insurrección" que haga respetar el sagrado Código de nues- tras leyes. Méjico 30 de Julio de 1820. Imprenta de Ontheros ■SEGUNDA PARTE DEL INDIO CONSTITUCIONAL, Ó IDIOMA DE LA SENSIBILIDAD. Ni la obscura ignorancia en que nos sepulraron nuestros opresores, ni el grave peso de las duras cadenas que arrastrábamos, ni la eterna duración de trescientos años de padecer, fueron suficientes á hacer llevadera nuettra infame esclavitud. La escuela de los trabajos entre el abatimiento y las lágrimas, transforma en sensible el corazón mas duro, y vuelve ágil al mas torpe entendimiento: conocíamos nuestros males, sentíamos todo el peso dé ia desgracia; pero nuestros labios no osaban des- plegarse para articular la menor queja, por no irritar con ella la furia de los ministros del des- potisno, aunque muchas veces arrebató el aire con- tra nuestra voluntad algún suspiro, parto del dolor que nos atormentaba interiormente: seguíamos el p;i3o t2rdo de los ágenos bueyes, y el riego de nuestro sudor y nuestras lágrimas fecundaba la tier- ra, cuyos crecidos frutos, aun no apegaban la hi- drópica sfd de Jos avarientos hacendados: y cuan- do volvíamos en la obscuridad de la noche á re* cobrar con el descanso las perdidas fuerzas, rodea- dos (te una familia, cuya desnudez y miseria hería gravemente nuestro pecho, al tornar el alimento es- caso, único fruto de trabajo tan crecido, llorábamos inconsolables á solas la fatalidad de nuestra situa- ción. En aquellos momentos , arrebatada la imaginación, dirijíamos á nuestros tiernos hijos la palabra: veis aquí, les diciamos, el triste resultado de un trabajo inmenso: hambre, desnudez, inco- nioiiiad, miseria.... esta es. la recompensa de. tanpenosas fatigas: y sí alguno de vosotros, por un evento extraordinario, y á costa de indecibles su* dores, llegase á proporcionar para sí, y para su familia un mediano descanzo, una comodidad ra* tera, entonces ¡ah! será el objeto de las acusacio- nes de sus vecinos, el juguete de los hacendados ir mediatos, y el blanco de las persecuciones de un Subdelegado tirano y avariento; pues ¿para que an- heláis con ardor tan vehemente?-¿Os fructifica aca- so vuestro empaño? ¿Logran algún premio vues- tras tareas? No, pues envano os lebantais antes que la luz vivifique los campos; dormid, dormid, y ya que el pan del dolor es vuestro cuotidiano sus- tento, no despertéis, sino cuando hayáis descansa- do. A estas consideraciones, seguia el decaimien- to de animo tan natural, cuando se frustran Jas em- presas, para cuyo fin se han efectuado los medios; pero la astucia de nuestros opresores su- po persuadir á las naciones para desacreditarnos, que este desmayo en nuestras obras, era flojedad, omisión, descuido, y amor al ocio connaturales á les hijos de estas países. No faltaba enmedio de tantas penas una es- peranza, aunque remota, de ver variada nuestra suerte, siendu felices; ó cuando no, menos desgra- ciados algún dia; los sabios decretos, las paterna- les providencias de nuestros reyes la fomentaban; pero la astuta arbitrariedad, y el negro despotis- mo de inicuos agentes de la opresión, h<:ieron siem- pre ilusorias tan benéficas ordénes. Asi corrieron tres siglos, y nuestros mayores, que no heredaron de sus antepasados otras riquezas, transmitieron de gene- ración, en generación hasta nosotros tan lisongera esperanza, tan consoladores deseos. En el memorable año de 12. nos creímos ya li- bres y felices, como nos lo aseguró el voto general de los habitantes de la España y America, en el justo ysapíenn's'mo Código de leyes fundamentales que ju- ramos. En aquellos días de placer y de ventura, embriagados con el dulce néctar de la libertad, tíos olvidamos enteramente de tan Jargo y duro padecer, y entonábamos agradecidos himnos al Eter- 1o Procer, que alzando el t.nible brazo de su ira que agovió nuestras cabezas, con una tierna Sonrisa de sus labios despedazo los redes eslabo- nes de nuestras pesadas cadena*{ pero ¡hay! que es- ta felicidad solo fué un ligero relámpago que ilu- minó la esfera, y desapareció: fué un lisengero sueño, que con imágenes tan gratas y tan raras nos despertó dejándonos sumergidos en mayores males. Así es, que apenas habíamos gozado por muy bre- ves instantes dicha tan seductora, cuando al ma ligno influjo de genios deprabados, cayó de nues- tras manos la felicidad, desapareció la ventura, vobren las consoladoras ideas, y nos hallamos otra vez sugetos á mas terrible cautiverio, á mas fatal es- clavitud. Siguieron seis arios de horrorosa tormenta; mis ya vuelve á rayar la aurora que pronostica la bo- nanza : Fernando juró la Constitución, y huyen precitados los malignos genios de la barbarie y despotismo á las mandones lóbregas del aberno. Ya no sois, ó indios compañeros mios, colono', buey- pedes ó advenedizos; sino ciudadanos españoles, y domésticos de la gran familia: ya serán premiados vuestros afanes, ya veréis el fruto de vuestras fati- gas, ya seréis felices.... pero qué, ¿nos embriaga- remos por segunda vez apurando la sabrosa co« pa del licor liberal? ¡Ay dé raí! Yo percibo los dul- ces ecos de las voces de nuestros hermanos que claman: libertad, libertad^ pero no veo sus próvi- dos efectos... las gevelas existen, el intiguo siste» ma domina, aun dura la opresión.... ¡Que confu- sión es esta!Indios, Americanos todos, Españoles euro- peos: yo veo reproducirse los días aciagos de 1* desventura y del dolor: si ahora que la ley común, qiu á todos hace iguales , proteje y manda lá- d f;asa de nuestros sagrados derechos, • nos dormí' ^ itiüs, y una ominosa y fatal condescendencia entof' pece nuestras acciones, se escapará por segunda \eZ de nuestras manos la ventura, y el cielo jtístamen' te indignado d¿ tan bárbara indolencia, lloverá so* Tri bre nosotros los males y desgracias de que ha que* JCiíst; Hdb libramos, regalándonos el divino Código que'bres i hemos jurado obedecer. Ya en nuestras circunstan* u." tí aspo h jy otro medio prudente: ó eternamente escla? vos, o que se cumpla la Constitución en todas sus ]¡z sot psrtesí Volvamos sobre nuestros intereses, y todos ce tan reunidos y acordes, hagamos que el universo ■ ente* ó *alíU ro perciba nuestros voto*; odiarnos el despotismo» ¿let.C°[| delegamos ¡a opresión; ya no queremos sino liber* ^Uaui t&d d m;erre: muerte ó Constitución, fulmente objetarlo servada en todas sus partes, no en¡ • ia iosc ejecuei tiia, a¡ tms; cepto i Icaria, houibií 2a aru despue í cuan hay n; Verdad sujetad raiinad haiio y »o hay CONCLUYESE CON ESTA • OCTAVA. noio ínfcl z; tu suelo dilatado Que al or'o: todo enriquece* pedia, iso uu gobierno tiránico agobiido üor creí ji;jics y aun mas triste geinia: Pisa l'KRN íiNDO el Grande, el Rey amado, La Corte de la lbéra Monarquía; Ve la Constitución, y su alma pura D.-i yugo nos liberta con su jura. twmü tniíh o$e¡ni ¿i D. Abjamln FM:st,año de 18.30- Cuente Seuipri