PRIMERA PREGUNTA AL PENSADOR1 MEJICANO SOBRE PASAPORTES Y CABALLOS. i^h ) Señor Pensador : Hallándome yo pnoche recostado fumanr do un puro en el canapé de mi cuarto, después de haber leí- do infinidad de papeles y eos mi cabeza trastornada por las innumerables ideas que contienen estos, se me ocurrió hacerle i vd. una pregunta: elia á la verdad parece majader»; pero no obstante, como ha llegado el caso de manifestar cada uno sus pensamientos sean tuertos ó derechos, vendan í tiempo d no vengan, no dudé un punto en hacerlo, pues como he visto tn tus 'apreciables obras que siempre ha manifestado un acendrado amor á la patria y el interés mas grande en defen- der los derechos del ciudadano y la Constitución de la Mo- narquía, yo que no entiendo palotada de ninguna de estas cosas sino el pau pan y el vino vino, me pareció muy pru- dente el preguntar á vd. un asunto (a* mi corto entender) muy importante que hace mucho tiempo que traigo barajan- do en mí desbaratada cabeza y es el caso. Hace dias que se publicó en esta capital felizmente nues- tra amada Constitución, por la que tanto hemos suspirado; y siendo una de las leyes fundamentales de ella la libertad del ciudadano, quiero preguntar á vd. ¡ por qué razón no se han extinguido ya esos pasaportes y esas licencias de caballos, siendo incompatible con las Isyes que hemos jurado guardar y defender y pon la libertad política de cada individuo* Aseguro á vd. que bastantes malos raros me han dado los maldito* pasaportes (ni siquiera quiero acordarme) en nue- ve meses que por mi desgracia estuve obligado á expenderlos. {Creerá vd., Señor Pensador, que muchas noches me levanta- ban de la cama á las dos de la madrugada para pedirme pa- saportes? Pues no le parezca á vd. ponderación, esta es la realidad; y efectivamente tenían razón estos infelices: yo en tu pellejo no hubiera dispertado á un triste Teniente que erayo entonces de Justicia, sino al sursum corda; porque, amiga.- mío, diez pesos no juegan ni son moco de pabo; ademas que está el tiempo muy malo para andar con tales chanzas. Llegó el caso de decirme los indios muy afligidos que mas que- rían encontrarse con un duende 6 una bruja que con los pa- saporteros de la Garita, pues cuando no llevaban el pasa- porte se quedaban sus pobres sabanitas arrestadas para secóla sin fin; y no era esto lo peor, sino que si por desgracia le tocaba á uno ir con quien no tenia pasaporte, si llevaba uno dinero aunque presentara una resma de estos pagaba á fuerza por el compañero que no lo llevaba. jNó le parece á vd., Sr. Pensador, bonito modo de.....? Esto voy á probarlo con el ejemplar siguiente: se ofreció en un curato no muy lejos de esta capital.que al Párroco se le concluyeran los santos óleos y se vió precisado í mandar por ellos á esta catedral porque «o carecieran los fieles de este auxilio cristiano: el fiscal á quien ma'-dó al efecto era muy caballero y no quiso llevar las ár*foras ni el farol qlie debe acompañarlo según rito, sino que llamó i un sacristán para que lo condujese: hemos de advertir que el cura hat»4 ~dado al fiscal veinte-pesos para que 1¿ comprara algunos encargos: marcharon nuestros dos viager-os y encuéntrame al llegar á los fariseos de la Garita que mi buen sacristán no llevaba pasaporte, se acerca el mu- sulmán-á pedírselo, y como si estuviera el infeliz indio delan- te del tri'uvnal de Poncio, Pilatos, responde temblando como fin azogado, no lo traigo: aqui fue Troya; mas le hubiera va- lido el decir al pobre que era luterano, fracmazon ó cal- vinista que semejante palabra; arremeten los fariseos como furiosos i los dos, y he aqui que encuentran en la bolsa del fiscal