DISCURSO — SOBRE |>)¡^ f& EX MHm OBJETO XMEX GOXTEDBLXTO. MÉXICO: 1820. E* la oficina de D. jf»¡J# Bautista de Arizpe.ILUSTRE Y NACIONAL ACADEMIA. Omnium príronm, rem ad multitudinem.... Ejficacissimam Dtorum metum injiciendum ratus esU Tito Liviolib. í. cap. i, n vano gastaría yo el tiempo para manifestar á esta res- a°'e Corporación los recelos y temores que me ocupan en desempeño del presente discurso que sobre la Religión, . 'mep objeto del gobierno, ha tenido a bien encomendar á mi suficiencia; porque estando este ilustre Cuerpo á quien ten- ^. c' honor de pertenecer, bien penetrado de la cortedad de '* luces, lo limitado de mis talentos, y por decirlo de una 2 de la pequeña esfera de mis alcances no me resta otra 8a que implorar humilde la benignidad que lo caracteriza, w clUe en semejantes ocasiones siempre ha acostumbrado di». 8j nsar en favor de sus miembros: dichoso yo mil veces si eon- 8° que disimulando mis defectos solo descubra on estas mal "certadas expresiones la obediencia debida á Jos justos pie* Ptos de mis superiores. I Por un efecto consiguiente á los fines que el Autor de Naturaleza se propuso en la creación de la especie b li- tio 1* 'ia dispuesto su Providencia que en todos y cada uno ^ '°s hombres esté impresa. la luz de su rostro, ó la idea v. su existencia y divinidad como decia el Real profeta l)a- ra * es que entre todas las naciones ya cultas, ya er- Oo ^ salvages lian descubierto Jos mas exactos observai te e? Ua pripeiuio de Religión ó nociones acerca de la exis- lj nt'a de up Ser supremo y primera causa á la cual estén su- ^.'"Miadas todas las depi£s y á quien los mismos gentiles su- Cus°s 'everencian» porque conao refiere el Principe de la elo- <¡jJnC'a romana, ¿qué nación hay taja bárbara que no sepa la ji« stencia de Diio/s au^ue ignore quien es este? Y en otra (.¡ .te» ¿quién hay tan insensato que cuando levanta los ojos al o© se persuada por un íntimo testimonio de su alma la s^Pcia de Dio** verdad que le pareció al orador demostra-da, porque juzgó imposible que el hombre dotado de razen 1 discurso en vista do la multitud y diversidad de seres <]ue pueblan el firmamento no viniera en conocimiento de U** suprema inteligencia, y conforme á estos sentimientos asegu' ra el apóstol de las gentes que por Jas criaturas visibles *e concibe de algún modo la divinidad invisible? Estas semillas de divinidad ó culto las echó D'°3 primera mente cuando formó al primero de loa hombres á 9ta imagen y semejanza, adornado de una alma racional, dcst'- nado para que domine á todas las criaturas de la tierra, 1 para que al fin se una a su Dios por una felicidad sin téf mino: este hombre colocado por su Criador en una clase in diata á los ángeles se figura por Ilobes y demás filósofos m&* terialistas como bruto á quien solo el pasto mueve y á qui?11 solo el palo aterra; nunca seguramente se ha pintado la llU' inanidad tan abatida como en el siglo en que estos filósofos Ia analizaron para manifestarla en su origen: so complacen co" ponderar y escudriñar los principios de su animalidad. 1* idea del Dios que les dió el ser, el presentimiento de u" fin mas excelente que el del bruto, la sensación de virtud y de inmortalidad que se observan aun en los mas pequeño3 jovencilos, el eficaz impulso que obliga al hombre dirigir vista al cielo, buscar alli su basa y su primer padre, estos i"' natos movimientos de espiritualidad y religión no se adviC' ten por la filosofía falaz: la Religión quieren que solamcUtt5 sea en el hombre electo de su educación y de las primer*5 impresiones adquiridas en la infancia, ¿y para qué? para pr°' bar que el boinbre no es naturalmente religioso y para c011' tluir que arreglando aquella la política, y siendo esta cte* to de la sociedad, la Religión debo variar á proporción ^ las instituciones políticas, salvándose cada cual en el ciiH" que le acomode: tal fue el plan propuesto por los filosofo*' pero la Religión cristiana desmiente á estos insensatos, p»fá ella les maniliesta de bulto que no es fruto de las meditaci0' nes humanas, porque ciertamente si estos hombres sin cntr tiü» Ion hombres reunidos en sociedad ó gobierno, puesto que este cuerpo no es mas de la suma de los individuos que la Mas yo no pretendo señores, en este rato mostrar que ín todo gobierno su objeto primario es la Religión atendien- á la constitución física ó moral del hombre, sino con reía- l,,'n á la unidad ü orden social del mismo gobierno, ó mas *j^&Gi lo que pretendo probar es que solo manteniéndose la *" l'gion del Estado ó gobierno puede conservarse el mismo K'diicrno y de consiguiente que faltando aquella también fal« ta»á este. Que el gobierno á mas de la Religión tiene otros ob- jetos á .que atender y que coadyuvan á su estabilidad como »on |)„r ejemplo la educación, policía, leyes, justicia y otros 68 un aserto innegable; pero lo es igualmente que estas co- quinas dej edificio social irian por tierra y por consiguiente , mismo tdi&tfio si no asentasen sobre la base de la Keli» la cual es el vinculo de las leyes; porque el imperio de H justicia únicamente mide á los actos externos legilimam.cn* aprobados, mas no se extiende á los ocultos é internos, tie- *e jurisdicción sobre los cuerpos un sobre los ánimos y por tanto no lemeria la malicia el castigo cada y cuando se ?j«l'eitase ocultamente, sino que antes bien conseguiría sus ^teñios, dejando frusti atlas las lejes, no teniendo otra ley in- asible que le estuviese amenazando internamente;.¿e tal suer- 6 8e ha creído necesario este temor que algunos juzgaron *ftr la Religión una invención de la política, porque si fal- !as,> ese temor ¿quién estaría contento con su suerte? ¿Qué . habría en los contratos? ¿Qué integridad en las negó- ^••onies? ¿-Qué fidelidad en los cargos? ¿Y qué .seguridad en *8 vidas? ¡Ah! las disposiciones y medidas de los míseros tales, nunca pueden prevenir ni im.pedir la extensión casi Jámila de la malicia humana. Presto cun los viejos se tur- j.a,»a el orden de la sociedad fallando, el fin princij al de su fe. tillad que consiste cu la virtud, y aquel fundamento de laReligión que «Ir Rende al magistrado si no entendiesen l°#9 ciudadanos que existe otro supremo tribunal sobre las mas I'* geras imaginaciones y aun leves pensamientos que castig* i con penas eternas y premia con birnes inmortales. Si no ba/ ! Religión el pueblo se dividirá en opiniones, la diversidad segu* el Espíritu Divino no puede ser anegada, tampoco lo ser* j quien fuere embarcado en ella; y por lo mismo si quicr* conservarse seguro y mantener sus estados quietos y tranq"1' los debe, ser zeloso en cuidar de la pureaa y observancia ^° la Religión. A esta prueba derivada del régimen social creo del»cf aiuidir otra sacada de las mismas historias, por las que con*" ta la exactitud que todas las naciones han tenido de cuidsr de sus respectivas religiones á la par de sns gobiernos, 99 por otro motivo sin duda sino porque erecta* que á las inllucfl* eias de aquellas se debían !,n duraciones de. estos. Kerodo'* nos habla de la Religión de Egipto uno de I09 pueblos n»a* antiguos: aquellas memorables pirámides que fatigan los tieu1* pos probablemente fueron edilioios consagrados á la su per** ticion, de que puede ser eongetura fundada que reposen e* la principal de ellas las cenizas de sus mas ilustres campe0' nes. Plutarco refiere esta inscripción grabada en un «untuO' so templo de aquel pais para exigir délos entrantes la m*V yor fe y respeto.—Yo soy todo- lo que ha sido es y s*rá: m11' gnn mortal ha levantado jamás el velo que me cubre — 1*°* Babilonios, el primer imperio que se fundó después del vio, al mismo tiempo que levantaron su soberbia capital 9l* bre el Eufrates labraron el templo mas costoso y magn'»1'' eo, una estatua de oro de cuarenta pie» de alto representé bu á Belo, sus sacerdotes eran los arbitros de las leyes la ley misma: Estrabon y Iferodoto cuentan los culto» qUj tributaban á ?a Diosa Venus: los Fenicios prevalidos dc eomcrcio que tuvieron con todo el mundo, llevaron los i"**' los de su pais por todas partes, y ellos ó los Cartaginés*! erigieron en Cádiz el famoso templo de Hércules. Ye*':7- 8&mos á tiempos mas recientes, los primeros sáhios «leí mnn« Jos Griegos nos dirán las festividades que celebraban y ^•timas que generalmente ofrecían á Júpiter, á Ceres y tenias de sus dieses: la Iliada de Homero da ideas grandio- 8a» de la Religión que se profesaba en la Greeia: los his- fiadores hablan de la estructura del templo de Diana en kleso. Numa sucesor de Rómulo erigió altares y temples *,nculando la dignidad de Pontífice á la de Rey, y sin salir io, todos perecen menos Noé y su familia que se í*\ van en el Area por beneficio especial de Dios, y su prim^' ra atención luego que descansan en el monte Arat es sensil'1' lizar su gratitud á su libertador por medio de sacrificios, ^'f el campo donde fue criado el hombre adoró este por Pr* meca vez á su Dios, y sobre un monte le vuelve á adora cuando renació la bu inanidad en Noe: los montes Moría, B*5' tel y Sinai se erigieron en templos en donde adoraron 8 Dios Ábraham, Isae y Jacob. Este mismo Dios después "e mus de treinta siglos mandó á Salomón que le fabricase "a templo figura y pronóstico de los que hoy vemos entre n°' «otro*.* según esta narración es evidente que la Religión u*' ció con el hombre, y es tan antigua como las primeras a»0' ci.iciones, por lo mismo encontrándose esta protejida y es*9' blecida entre todas los pueblos fue sin duda porque la n1'' raron como primer objeto de su gobierno. Ahora bien, si 'a' naciones inventaron religiones falsas para unir los asimos , mantener sus Estados, es necesario convenir en que mejor *e conseguirán tan importantes y loables Unes con la verdader* lieligion, porque aquellas son caducas y perecederas, al P*5° que esta es ürme y eternamente durable. Constantes en estos principios los representantes nuestro augusto Congreso nacional el primer paso que °V ron relativo á la formación del sagrado Cóiligo que nos ge fué invocar solemnemente el santo nombre de Dios, implorar la asistencia del Ser Supremo como autor y '«'fe'1?' lado* de la sociedad por estas palabras... En el nombre Dios Todopoderoso, Padre, lüjo y Espíritu Santo, autor . supremo legislador de la sociedad; siguiendo aquellos resp*j tál)lea senadores enceste público testimonio de Religión c ejemplo de nuestras antiguas Cortes que en su instalar-0 consagraban los primeros elogios á la Religión, así como ta* bien nuestras leyes de partida y nuestra novísima Recopi"1' cion, cuyas primeras páginas abundan de protextas las n»;l^ sumisas y confesiones mas elegantes de nuestra fe, como pl,e, de verse < n el prologo de las mismas partidas y con especia' dad en la ley séptima. l',n seguida los venerables padres de la patria sane' j naron sin discutirse el articulo 12 de la Constitución, eng, *on terminantemente que la "Religión de la Xacion "sp:iño|a> eS y será perpetuamente la católica, apostólica roma» a< uak'a verdadera, qne la nación la proteje por leyes sabias y ni i ' ^ Prohibe el ejercicio de cualquiera otra, en tan pocas j. *bras se ha expresado cuanto una nación quo blasona de cató* f* puede apetecer. Es verdad que la misma declaración te* * .Va hecha la España desde el siglo sexta en el tercer con • 10 Toledano, bajo el reinado de Recaredo, mas la adición P«*esa de que la nación la proteje por leye9 sabias y jua- ha añadido un nuevo timbre sin duda el mas glorioso '°s miembros de aquel augusto Congreso: porque cierta- ente quién sino que haya perdido el seso ó sea un arró- benle presumido sabiendo que tiene sobre sí todo el peso de «js leyes y autoridad de una nación la mas religiosa, se reverá ¿ atacar este artículo fundamental de nuestra creen- , ¡Infeliz! él se haría no solamente reo de lesa magestad di- j/1*» sino también de la humana, puesto que la protección ^'■dida de nuestro gobierno á la Religión cristiana, les ha crecido á nuestros Rcyos el sobre nombre do católicos, quien atentase seria reo de alta traición. En efecto, no hay legislación que mas venere la Reli- k'°n» la iglesia Romana, la autoridad de los Papas y observan- de |03 sagrados Cánones, como la Española. La ley prime - título 26 partida séptima hablando de los herege3 dice: }. 11 aquellos que se desacuerdan de aquella fe verdadera que Lt ° *sia de liorna manda tener. La segunda del mismo título di- , : los hereges pueden ser acusados de cada uno del pueblo, de- Jlte de los obispos ó de los vicarios que tienen sus lugares, y 08 débenlos examinar en los artículos de la fe ó los sacra- ei¿os, é si fallasen que yerran en ellos, 6 en alguna de las rosas que la iglesia Romana tiene ó debe creer guur~ }iar> entonces debe pugnar de los convertir, ó si por venlu- ^ no se quisiesen quitar de su porfía, débenles juzgar por ereges ó darles después á los jueces seglares. En vista de stas y otras innumerables leyes, nadie podrá dejar de convenir 0t> cuanta razón nuestros sabios diputados dijeron que la *e>on la proteje por leyes sabias y justas. Pero muy poco ó nada serviría esta declaración si la i^ion se contentara eon cuidar solamente de la Religión ^ respecto a las personas, aun quiere mas, á saber que en te Pr^op«° español no se ejercite ninguna otra, son palabras a ,',»inantes; y prohibe el ejerticio de cualquiera otra: sien- 0 Pues- ley de estado la que proscribe la multiplicidad deio. religiones, se encarga particularmente por la ley segunda' titulo primero, libro primero de la Recopilación, se caatiguC severamente á los que no hicieren pública demostración ^ reverencia al sacramento, aunque sean moros ó judio8, Aqui señores, era ocasión de manifestarlas solidísimas y juS' tas razones que ha tenido siempre presentes nuestro gobierW para no admitir la diversidad de cultos y tolerancia rclig10' sa, pero habiéndose tratado esta materia tantas veces |'°r aábi: s de primer orden con la dignidad que corresponde* 1 no pudiendn por otra parte comprehenderse en los estreeli"* limites du un grosero y rudo discurso, me abstengo de in- formar su apología, debiéndonos contentar con obedecer su* disposiciones: me ceñiré por tanto á acabar de demostrar que la Kcligion católica es el primer objeto del gobierno eS" pañol y la principal atención del Estado.- basta señores, daf una rápida ojeada sobre nuestro sábio Código para palpaf esta verdad, porque apenas ha dado nociones de quién es I* Nación Española, y qué provincias comprehende como un pi'e' liminar y antecedente indispensable para saber á qué socic* dad se dictan y deben aplicarse las leyes quo en adelante »fj sancionen, cuando en capitulo y articulo separado y piefc* icnte á todos los demás se establece qué Religión deben pr°* Cesar los españoles. ¿No manifiesta esto claramente que la Re" Hgion fué lo que primeramente llamó la atención de nue8' líos diputados? Si señores, pero como si no fuera bastante tan solemne declaración aun no están satisfechos y quiere11 que nuestra Carta fundamental sea un monumento eterno de su religiosidad, asi es que si no en todos en los mas de 1°* empítutos de la Constitución hallaron oportunidad para habUf de la Religión ya con ocasión de la formula do los jul'1' roen los y celebración de misas de Espíritu Santo en toda? las elecciones, ya con la de encabezamiento- de ordenes * nombre del Rey, y ya finalmente en el decreto que la cien*4 donde prescriben y especifican el batimiento de gracias q»jC al tiempo de su publicación deben tributarse al supremo Ju<->2 y eterno Legislador. Mas aunque estas declaraciones, son efecto de la reí»' giosidad de la nación, y proferidas en obsequio de la Ke^ gion, el gobierno es quien reporta gran parle de su utilidad» al paso que cumple con el deber mas sagrado, deber qud tiene por resultado inmediato é infalible la paz de los pu<3' blos y la felicidad de lo« subditos. Asi se expresa el aut°r de las Constituciones Apostólicas://os cunonts vobis cofi*""'t'l II. 'jrnus Tns ini\em in lús perseverantes salvi crilis & pacem ha- ■■Mis, iuiii obedientes vero puniemini, & perpelum belum vobis- '!Ul frri'lis penas inobedientie debitas persolventes: con mas cía- ffWfl Papa León í en su epístola á Máximo Antioqueao; ,/nv'i^c pacis tranqniiittís non atiter polerit cnstodiri ntesi su a .[l"ffihiis reveventia in temerata servetuv, y con razón, porque ltéliiflon ¿le qué servirán las leyes mas sabias y providencia» las Í'Pglaifas, se observarán por algún tiempo, no hay duda, ',M'° no serán duraderas, al primer uraenn, al primer raí* °n político y al impulso mas débil, desaparecerán, será j¿Ceff>a la firmeza de los tronos, y el establecimiento de s dominios; ¿y por qué? porque estas obras por mas perfec- ,ls Que quieran suponerse y cuenten con todos los recur- f ? (lc la invención humana aun no están acabadas, Ies 'V'a lo principal á saber el cimiento de la Religión nisi Do. editicaverit... in vnuum liiboraverunt qni edificant eam. .J"s hombres son fecundos en invenciones y proyectos, la laf?¡nacion fuente perenne é inagotable á cada instante pre- «J^fl nuevos planes, reformas y perspectivas las mas halague* I?f *> interesantes, pero si á estas no les sirve de guia la j,engion, ni están apoyadas en la moral santa del evange- |.°» 'nuy lejos de contribuir á los fines para qué se eonei* ^'eron y dictaron al procomún de la sociedad, antes bien \ epararán y acelerarán su ruina. Triste ejemplo de esta ver- a<' presenta Ta historia de todas las naciones, y particular- jjente en nuestros días el pueblo Francés, embriagados la .a-v°i' parte de sus habitantes, con la libertad civil se preci- P'taron sin advertirlo y abrasaron la libertad religiosa, de i'esultó la anarquía; de otra suerte si contentos con justa libertad civil se hubieran igualmente contenido en . libertad de hijos de Dios y do su iglesia, ni hubieran (! '¡do tan enormes males, ni habrían dado al mundo el las- niero, aunque horroroso espectáculo de lo que es capaz una ft l',0í> cuando se. deja arrostrar del ímpetu de sus pasio. Ai8* y forre desbocada sin el freno de la Religión. Volter, nUC i)eiCn,.üert» Diderot, Condorcet y demás sofistas de la impiedad fa s'5'° pasado (dice un célebre escritor) que si ho hubie* ttf1 '^trozado el yugo de los sacerdotes, nunca hubieran ^pido el de los Reyes; y el mismo Volter aconsejaba á 3us H C|PuIos, que, para acabar con los tronos era necesario mi- primeramente la Religión á la sordina, t. Esto supuesto nadie admirará que nuestras leyes anti- as y modernas especialmente los títulos primero y según. Jue*12, do de la Recopilación den á cutender claramente que la ligion es el primer objeto del Gobierno, como se deduce (í'a' rameóte d« so simple lectura en términos que la ley pri»,c' ra de este Código se ocupa toda en prevenir la fe que sí lia de observar: asi es que sin Religión se destruiría «1 vef dadero pacto social por faltar el fundamento primordial ® su convenio, y únicamente en esta falsa hipótesis podrían hombres haber estado mucho tiempo en el estado de bruto* como impíamente dijeron Robos. YolUr y demás sectario8* Resulta, señores, de todo lo dicho por natural conse' cuencia que teniendo una afinidad tan íntima entre si el Ivierno y la Religión sí quiere conservarse el uno debe & primer lugar ver por la prosperidad del otro; de este m°" unida la Religión con el Gobierno por la fe que todos Pr