ENTIERRO DE HUESOS DEL t ¿-4.. DESPOTISMO. o C rao quiera que á las naturalezas y entes de humores cor- ruptos y pestilentes, el aire puro y sano les es sumamente no- civo; así al excmo. é illmo. señor Despotismo, luego que Je dió el aire saludable de la sabia Constitución, que anun- ciaba nuestra libertad y le suprimía sus tiranías , de la gran pesadumbre cayó en un lelaigo que espichó: diósele se- pultura entre los musulmanes; pero no apeteciéndolo ni estos, se trató por sus apasionados el trasladar sus huesos ala isla de Barba de palo, que es mas allá de los infierno», den- de es presidente Judas 9 y socios varios potentados, donde es- peran á sus demás compañero* los señores arbitrarios y dés- potas: el convite decía del tenor siguiente: „lcs duque», al- caldes de fortalezas, vireyes, magistrados, comandantes de armas, corregidores, subdelegados, tenientes de justicia, y todos los que obtenian cargo de injusticia (pues los justos c íntegros no pueden convidar) como adoloridos de la muerte de nuestro protector y favorito el sr. despotismo, suplicamos ai. los ciudadanos constitucionales le perdonen los daños y per- juicios que por su causa hc-mos hecho, y nos acompañen á dejar sus hue«o.s á la pne'ta eje Baiba de palo, casa de la inmoralidad é injusticia, &c. fecha. Dispúsose el entierro de la .manera síguierte: por de* Jante iban las furias infernales cpn unas teas abrazadoras en señal del fuego que este maldito mete en el cciazon de losmortales: seguíanle los grandes sectarios Nerón, rDioclesiano¿ Maximino &c. y luego todos los satélites, comandantes per- versos, déspotas y sanguinario*, pues los buenos se divertían con esta escena: tras estos iban aquellos srs. togados, que á «u arbitrio obraban la justicia, y no arreglados á las leyes; y los buenos ministros se reian de estos estafermos: criaban á cada mal togado multitud de escribanos, de aquellos digo, que' torciendo por el oro su legalidad eran las sanguijuelas del Jistado. Iban muy confusos algunos abogadillos de aque- llos medio revoltow que enredaban ambas partes, al cliente y á su contrario, y el que mas le largaba ese era e! preferido: estos lloraban sin levantar los ojos: caminaban muy despacio, multitud de guijeros, 2apateros, estafadores, fulleros y juga- dores, que antes no habian sido nada, y en el tiempo efe la rebelión, á fuerza de felonías, intrigas y asesinatos, y de ro- bos aun de las rentas de los claustros, hizo este sr. que fueran lo que no pensarían ser, y quisieron entronizarse en los cuer- nos de la luna sin atender que eramos iguales- estos iban muy confusos pues á ellos mas que á nadie les hacia falta el difunto. Seguía la orque.'ta y capilla compuesta de aque- llas damas presumidas, altivas, orgullo«3S, que ó por que tie- nen cu3tro tlacos, ó por ser títulos, ó esposas de estos, ó tal vez::".: que se yo. Otras por su talle, chiste, &c. eran las ma* altivas y soberbias con sus semejantes, pareciendoles tenían una alma distinta. Aqui iba el cadáver y cuatro escritores, en quien h adulación ha reinado, lo llevan sobre sus hombros, cual pobres de la candar!, comisionando al pobre autor de „Ia Invitación á los escritores, y el Tele?cópio empañado'* aquel que puso un alfabeto en su papel, y llamó el insensato octavas á los sonetos: á este por falra de fuerzas, por su cre- cida edad, lo echaron tras del cadáver á cargar la tapa del atahud; pero ni aun con ella podía, tres veces iba * dar en tierra: tras del cadáver marchaba una grande escolta, de aque- llos buenos soldados que. le hacian, y le hacen guerra á estadifunto, pues dieron en que lo hablan de perseguir hasta el sepulcro: comandaba la compañía „el Genio de la libertad": seguían marchando „las teas de las zorras de Sansón": "Manos besan hombres": "las Verdades amargan": „et Hombre libre entre bayonetas" :„otro Liberal á los bajos es- critores": y cerraba „el Liberal á los bajos escritores" todo este fúnebre aparato. Luego que llegaron ala i¡-la, salió el presidente Judas, Caifas y Herodes: hicieron la entrega del cadáver y lo metieron en el mas profundo abismo; sui sequaces se quedaron haciéndole compañía esperando su re- surrección; pero la escolta de los sabios escritores arriba di- chos, sellaron su sepulcro y dicen que mientras tengan plu- mas no lo dejarán resucitar, á pesar que parece medio brujo: pusiéronle el siguiente EPITAFIO. Aquí yace aquel que pudo todo el mundo perturbar, aquel que supo violar de la igualdad el santo nudo: El despotismo sañudo, aquel mostruo sin igual; aquel que hizo tanto mal y derruyó todo el bien: j el y todos sus sectarios malditos sean siempre. Amen. /. M D. G. Puebla octubre 31 de 1820; Oficina de D. Pedro de la Rosa, Medio real.