LINTERNA MAGICA DE LA CONSTITUCION. Carta á los Amantes de la Patria. lVJ.Uy señores mios: sin embargo de haberme pro- puesto no distraer la patriótica ocupación de los que emplean sus luces en la ilustración del pueblo por medio de sublimes discursos, un acaecimiento que se dedica todo á tan loable fin, me obliga á que- brantar el propósito para manifestar la narración del suceso siguiente. Una de estas noches que me hallaba en mi casa, entretenido con la lectura de algunas reflexio- nes, hechas por varios españoles amantes de su pá- tria, con respecto á las causas que motivaron la su- ma decadencia en que yacía nuestra España, ad- vertí que llamaban á la puerta del aposento en que estaba: corrí presuroso á ver quien era, y en- contré ser un italiano que con semblante angus- tiado y tono plañidor me dijo: ,,/V mió carísimo pa- dre lasciome nel suo testamento qúesta picciola casse- ta^ che k una maraviglia, é che \sfortunato jol per non intenderla non bo trovato fin bora chi la voglia comprare." (i) Yo mas bien compasivo que curioso en (i) „Mi carísimo padre me dejó en su testamento esta pe*(2) tener muebles inservibles, y de ninguna utilidad, le compré la alhaja que vino á ofrecerme, por lo que hecha ya su venta se despidió muy contento, y yo pa- se á examinar mi compra, que era un cajón de me- dia vara en cuadro, con un letrero encima que de- cia »Constitutioní S Mago Lantern? (i) En uno de los frentes tenia un tubo de metal con dos lentes: en la parte interior habia un espejo ustorio, una lamparilla con aceite y mecha, y una lente un po- co desviada del tubo. En una cajita multitud de pinturas en cristal delgado numerados, y un papel escrito en ingles que contenia la esplicacion de to- do: luego que por este me enteré de la colocación de los cristales y del manejo de la linterna, pasé al reconocimiento de la parte óptica, y colocando el cristal número primero que contenía un rotulo que decia "espejo claro de la verdad" acomodándolo con- forme á la indicación del papel, encendí la lampa- rilla, apagué las demás luces de mi cuarto, y dtsde- luego comencé á leer un letrero en la pared de enfrente que manifestaba la »espos¡cion que hace un honrado español." No pudo menos de sorprehen- dürme un suceso tan admirable, por lo que movido de la curiosidad hice que el cristal continuase su curso en la linterna, y yo lo efectué leyendo la siguiente esposicion. «Aunque habia hecho el animo de no manifes- tar al público cosa alguna de mis discursos en la época presente, fundado en que otras plumas mane- queña cajita, que es una maravilla, y que j6 desgraciado'de mí! por no entenderla no he encontrado hasta ahora quien la quiera comprar." (i) «Linterna mágica de la Constitución."(3) jadas con mas tino, Acierto, instrucción y talento superior á lo escaso de mis luces, producirían las suficientes materias, no solo á la ilustración pública de la nación, sino que dejando aparte entretenerse en gastar tiempo, papel y reposo, en apologías y glosas, como en dicterios y personalidades, que no siendo por ahora de primera necesidad al estado de las Españas, y sí le es á esta tratar indispensa- ble y próntamente de su fomento, y de poner los medios mas adecuados para adquirir tal objeto; veo con harto pesar mió, que hasta la presente no se ha hecho mención alguna de este particular tan inte- resante, en ninguno de los infinitos papeles que en esta ciudad de tan esclarecidos talentos se han dado al público: y siendo un punto del mayor interés que nos debe llamar toda la atención, me obliga el amor á la patria indicar alguna cosa en la parte que le es posible á mi corto alcance, por si fuese de alguna utilidad á mi naciun, cuyo interés es lo único que me incita á esta esposision y bajo la cual diré: que á pesar de una decadencia tan grande, como por nuestra desgracia vemos el estado actual en que se hallan ios dominios de España, la f ha de re- cursos para atender á remediar su estenuacion, y hacerla renacer á su antiguo esplendor, librándola de sucumbir á mayores desgracias; hallo con todo no ser inaccesible el remedio, como cada individuo de por sí y todos unidos contribuyamos al logro de vivificar una nación, que por muchos siglos ha si- do el objeto de admiración de todas las cuatro par- tes del globo, tanto en riquezas como en industria, leyes, artes, milicias, comercio y navegación, que para detallar por partes cada cosa de por sí y probar de tal modo, aunque con facilidad, el aserto de la f(4) proposición, seria necesario ocupar un volumen gran- dioso, que no es admisible en un documento dirigi- do tan solamente á una breve esposicion: y así es que ciñiendome únicamente á dar una corta idea del particular, puedan m;jor otros amantes de la pa- tria estenier mas sus sabios discursos en beneficio de ella. Generalmente sabemos que la España ha sufri- do vicisitudes horrorosas, tanto en guerras como en epidemias, tormentas, descalabros y escaceses, que la han aniquilado y puesto en un estado aun mas de- plorable que el presente, sufocada con guerras de sucesión, perseguido su comercio por los innumera- bles piratas que cubrían los mares (i) sin buques de guerra ni marina para contrarrestarlos, perseguirlos y librarse de tales enemigos del genero humano, y por último dividido el gobierno en bandos y comu- nidades que formaban unas guerras intestinas, en que todo era confusión y desorden: pues en tal es- tado de cosas, y á pesar de tantas oposiciones que eran consiguientes en aquellas criticas circunstan- cias, la España favorecida por el Ser supremo vol- vió á renacer: un reinado sabio y religioso, una junta de ministros llenos de ciencia, leales y fieles á la nación, dieron la paz, la abundancia, las ciencias y un gobierno, tal que se hizo temible á todas las naciones por sus acertadas disposiciones, con que pro- gresando en fuerzas marítimas y terrestres, logró la España recuperar sus pérdidas y estender sus pose- siones, tanto que la luz del sol no se ocultase en sus dominios: y ya que tenemos tal ejemplo ¿por qué no podrémos prometernos que ahora asistiéndonos la voluntad general con mas abundancia de luces é (i) Valladares, Semanario erudito tomo xa.instrucción á la que entonces se poseía, podamos ha» cer aun mas de lo que hicieron aquellos patriotas sa- bios para recuperar lo perdido, y dar á las Españas un nuevo ser con mas ventajas que entonces? Mas para ello es indispensable, que cada español ponga de su parte los medios de sus alcances en cuanto le sea posible: es decir, que contribuyendo cada cual en pagar á la nación los derechos que le cor- respondan por via de comercio, alcabalas, contribu- ción, y demás que le sean señalados por las leyes, se obstruya el egoísmo, el contrabando, y comercio clandestino, tan perjudicial al todo de la nación, y para lo cual cada uno debe ser un vigilante en la observancia, tanto para consigo propio, como para observar la conducta de los demás ciudadanos en esta parte, pues siendo utilidad general, todos esta- mos obligados á ser celadores de la ley, y que se cumpla exactamente con ella sin atender á respetos humanos per consideraciones á empleos, ó adulacio- nes de captar la volu ntad de quien nos pueda pro- porcionar comodidades, ó dádivas, ó por temores á su desagrado, pues nada nos debe arredrar mas que el faltar á los deberes de un buen y riel ciudada- no. Mas ?si esto falta, si se infringen les artículos 7, 8, 13 y 338 de nuestra sabia Constitución, nos po- dremos prometer otra cosa que desgracias, ruinas y anarquía? ¿Si no contribuimos al estado con lo que está ¿¿ñálado en derechos, alcabalas y demás impues- tos, q¡:e son los únicos arbitrios que tiene para atender á mantener tropas, fuerzas marítimas, tri- bunales y demás empleados indispensables, para que defiendan nuestros hogafés y posesiones, guarden niii -tras propiedades, vigilen la tranquilidad pública, y hagan conservar el equilibrio de la recta justicia, 2qué será de nosotros todos? ¿quién podrá vivir con sosiego auu entre su propia familia! ¿quién podrá viajar, y navegar sin ésporier sus intereses, y su pro- pia vida á ser sacrificada con uu todu á Ls manos fieras de ladrones, asesinos y piratas, que aibitros de su iracundia y diabólicos pensamientos, no teniendo quien los p-rsiga, se mantend.áa inpuues á espen- sas del bonrado ciudadano' ¿Y en este desgraciado caso, donde está la verdadera y útil libertad del hombre? de que le sirve á este tener un Código de tan sabias leyes, si no se observa por todos, si no hay individuos que la hagan obseivar y contengan á los malos: resultará que el bueno, el hombre de bien y el buen ciudadano, quedará hecho esclavo del perverso, este con absoluta libertad, y aquel perdi- da la que debia tener, y afligido en medio de su miseria y ruina á que lo ha conducido la falta de justicia; es decir, la falta de individuos que con fuer- za y protección persigan y estirpen á los maíys: desengañémonos que la verdadera y útil libertad del ciudadano consiste en la administración recta y le- gal de la justicia, repartida á todos igualmente, sin diferencia de calidad ó gerarquía: mas para soste- nerla en todas sus partes es indispensable mantente fuerza respetable que la proteja, que es el objeto por que se impusieron los derechos de varios ramos y las contribuciones municipales: y he aquí reasumida to- da la indicación del artículo 13 de nuestra sábia Constitución, y á que debe tenerse presente, como una verdad infalible, que si todos satisfacemos al erario lo que nos corresponde, tendrán las tesore- rías nacionales, no solo lo suficiente para atender á objetos tan inte? esantes, sino igualmente para poder formar una escuadra naval C&paz de hacerse respe- table á todas las naciones estrangeras, que de ello,al paso que las contendrán en sus límites, podrán alguna ocasión sacar la utilidad mutua con nuestra alianza, coma ya hemos visto en .1 próximo siglo pasado, y aun en el presente, á que se debe reflexio- nar que la nación que no tiene fuerzas para conser- varse á sí, y ayudar á otras cuando lo halle opor- tuno, se ve abandonada de las demás; y es una axioma, que las Españas sin fuerzas maiítimas nada podrá adelantar, ni conservar sus posesiones de ul- tramar, ni aun las de la propia península, por mas constituciones que tenga; y de consiguiente sin tal fuerza ó potencia risica, no hay protección de co- mercio, ni alianza ventajosa con ninguna nación, ni resprto de estas á nuestro pavellon, y faltando tal poder es indispensable la ruina de aquel de todas suertes, llevando tras si la agricultura, artes, indus- tria y todos los demás ramos del estado, que siguen siempre en un todo la suerte prospera ó adversa del comercio: prueba evidente de lo referido es el esta- do floreciente á que ha llegado el imperio de Ru- sia, y su engrandecimiento debido á su memorable monarca Pedro Zar el Grande, quien sacó á aquella potencia de la inercia y estupidez en que se hallaba, valiéndose para el efecto, como fundamento princi- pal, de crear una marina, que principiando sobre el débil buque de una falúa, ha llegado al estado de grandeza y respeto con que la miramos todos y la consideran todas las naciones. Por lo tanto y en atención á nuestras circunstancias actuales, compre- hendo que lo primero y mas pronto á que debemos ocurrir y poner en practica desde luego sin pérdida de momento, es y debe ser la construcción de bu- ques de guerra, de que tanto carecemos y de que tanta necesidad tenemos, con especialidad en nues- tras Americas, y con mas urgencia en nuestro seno(*) mejicano: la Península por ahora no le es posible dar disposiciones tan prontas como lo exige la necesidad, pues dedicada toda la atención del monarca y la de la nación á cimentar unas leyes constitucionales que la hagan feliz, y no teniendo aun los fondos indis- pensables para tal objeto, se hace tanto mas necesa- rio que manifestándose pródigos y amantes de su patria los nobles corazones que habitan estos domi- nios, contribuyan con sus posibles, ya sea por gre« mios ó corporaciones de provincias á dar principio á la obra, al ménos para resguardo del seno mejica- no y de las costas de este inmenso y fértilísimo reino, que lo circundan por oriente y occidente unos mares infestados de piratas, impidiendo la segura navegación de los buques de nuestro comercio, y aun privándonos de la correspondencia de ultramar: y por último en las actuales circunstancias de España, le será difícil atender á este ramo tan principal, si la nueva España no se presta de por sí á poner en ejecución el cimiento sobre que debe fundarse la fe- licidad y seguridad de sus posesiones y comercio, cual es una marina respetable. Mas atendiendo á las calamidades que ha sufrido el reino todo y la capi- tal de Méjico, es necesario contentarnos con lo mas preciso y posible para limpiar de enemigos los mares y costas que rodeau este imperio: por lo tanto dos ó tres fragatas de cuarenta cañones, y otros tantos bergantines, destinados siempre á cruzar en el seno y practicar las comisionen que se ofreciesen al comer- cio desde las costas de Campeche y Floridas con las islas de Sotavento, seria lo suficiente, en mi concep- to, para que no apareciese enemigo alguno en es- tos mares, y que el comercio español lograse de una segura tranquilidad, progresando en sus intereses, y fomentándose cada ves¿ mas y mas los ramos de(9) agricultura, industria y demás que le son anexos. El costo total de las tres fragatas y (de los tres bergantines, listos en un todo para salir al mar, as- cenderá, cuando mas, á 65oood peso?, según un prolijo calculo que se puede manifestar aun por me- nor, y en el que se halla incluso desde el clavo mas pequeño basta el útil de mayor cantidad, con todos sus repuestos de campaña: ahora bien, un tan corto donativo, que con mucho no llega á un millón de pesos, y que puede producir tantas ventajas, cual co- nocerá todo ente de razón y política de estado, es muy creíble pueda franquearse en una metrópoli de un imperio cual es la noble ciudad de Méjico, capi- tal de las mayores riquezas del mundo, y cuyos moradores han logrado siempre el heroico y bien merecido epíteto de generosos y amantes á su Rey y Nación. De esta verdad tenemos constantes ejem- plos á la vista, y en nuestros dias de un Señor Con- de de Regla que de su propio peculio, y por sí solo costeó y presentó al Rey un famoso navio de tres puentes, cuyo costo no le importaría mucho menos de 600000 pesos, valor inmediato al importe total de la escuadra del proyecto. (1) Los nobles montañeses avecindados en esta América presentaron al monarca otro navio de linea, costeado en un todo por sí so- los y se le dió el nombre de Santo Toribio de Lie- vana, alias el Montañés, cuya memoria existe y se- rá permanente en navio de la escuadra española. Pues á la vista de estos hechos no hay que dudar (1) Con motivo de haberse construido en el arcenal de la Habana el navio que presentó al Rey el Señor Conde de Regla, á quien se le facilitaron la mayor parte de útiles, repuestos de campaña, y acopio de maderas que habia allí, te debe suponer que el total costo fue mucho meaos que can- tidad próxima á los seiscientos mil pesos.(10) que en tan apuradas circunstancias como las presen- tes, y en las que mas que nunca necesita la Madre Patria de los auxilios de sus hijos que se hallan en este hermoso país, los habitantes que en él disfru- tan de tan benigno clima y abundancia de frutos, no omitirán medio alguno para manifestar que son dignos de una nación que reclama sus esfuerzos, á fin de conseguir su antiguo esplendor, y del renom- bre de generosos, prestándose gustosos á contribuir gratuitamente en cuanto les fuere posible para el bien de su suelo pátrio, y á poner en practica el estado respetable de unas fuerzas marítimas que lim- pien de enemigos los mares de este seno mejicano y guarden sus costas, bien penetrados que de ello re- sultan infinitos beneficios al comercio, agricultura y artes, y sobre todo á la tranquilidad y seguridad pública de todo el reino de nueva España. Por fortuna tenemos á la actualidad por gefe superior político al Excmo. Sr. D. Juan Ruiz de Apodaca, teniente general de la armada nacional y virey de estos dominios, en que ha sido el iris de paz con que el Ser ¡supremo nos ha favorecido, acre* ditado en religión, ciencia y justicia; é! es un per- fecto ofleial general de Marina y recur iendo á S. E. para que con sus luces esclarecidas dirija el pro- puesto proyecto, es infalible se logre el acierto que debemos desear. Si esto se verificase, que heroica gloria resulta- ría para esta América á la faz de toda* las naciones, que espectadoras en el día de la- ocurrencias de las Españas, tienen fija su atención en los medios y re- cursos que toman los españoles para hacer renacer la felicidad, abundancia, tranquilidad, gobierno, po- der y aumento de la suya propia: no cabe duda al- guna que sería uná acción tan sublime y beueuié-3 i») rita, que admirado el orbe entero, alabarían todos etérnamente la generosidad, amor y lealtad de ta» nobles ciudadanos, que á pesar de los sacrificios que han sufrido, y sin embargo de no hallarse en la an- tigua opulencia, no han podido ménos que manifes- tar sus ardientes deseos, contribuyendo en cuanto les ha sido asequible al beneficio de la patria, cuya me- moria quedará grabada en los anales del tiempo, y en los corazones de los entes sensibles y de amor á su patrio suelo. Si así fuese, será para mí la mayor de las glo- rias que puedo desear y deseo en este mundo, como el español mas amante de su nación, que sacrificará gustoso su vida en obsequio de ella el honrado es- pañol L. J. N" Aquí concluyó el cristal su paso en la linterna, y yo quedé tan contento con mi compra, como ab- sorto de haber encontrado en la maquina un discur- so que tanto conviene á la actual situación de nues- tra amada patria: por lo que desentendiéndome del reconocimiento de los restantes cristales, erí los que crto hallar cosas muy esenciales, determiné copiar la antecedente tsposicion para manifestarla al público, como lo hago, con solo el objeto de que los amantes de la patria ayuden con sus conocimientos y posibles á la ilustración de un tan interesante ramo, puesto que en él se cifra la seguiidad del estado, la prospe- ridad y fomento del comercio, y |de los demás que constituyen la felicidad de una nación como la nues- tra, si atendemos á la situación local de la antigua y nueva España. Méjico 24 de agosto de V&2Q.—EI ¿imante de su nación. J. M. S. M. MEJICO: *>8ao. Impreso en la oficina de D. Alejandro Valdés» i