LIBERTAD DEL COMERCIO POR EL Exmo. Sr. D. GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS. .*>«¿te. 'as dos cartas que se dan al público sen produ- cidas de un genio, cuyo amor ardiente á la patria, cu- ya ilustración y virtudes, le hicieron objeto de la ad- miración, y aprecio de sus buenos y sábios conciuda- danos y aun de los estrangeros, al propio tiempo que blanco de la persecución, y eterna enemistad de los tiranos: él arrastró por algunos años las delincuen- tes cadenas con que quiso recompensar el despotis- mo sus méritos y obcurecer las luces que preten- dió siempre comunicar al país en que tuvo su preciosa cuna: con los primeros crepúsculos de la libertad es- pañola dejó este héroe las prisiones: sus acciones y sus talentos lo inmortalizaron: las Cortes en la vez pasada hicieron justicia á sus servicios colocando su memorable nombre en láminas de bronce entre los beneméritos de la pátria, vivió siempre digno de este epíteto glorioso, y murió en nuestros dias sin desde- cir de cuanto pudo grangearle el renombre de gran sa- bio y gran patriota. El Exmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Joveüa* nos es el autor de las dos cartas que se reimprimen sobre comercio: en ellas maneja el ridiculo con igual destreza que en otras de sus bellísimas producciones, el estilo sublime, grave y elevado: casi en el mismomomento de publicarse fueron recojidas: una curiosi- dad y el amor á este celebre español, gloria y honor de su nación conservó el ejemplar que se reestampa, único acaso que existe en esta América: en breves clausulas, y con estilo alegórico persuade energicá- mente la justicia y conveniencia de la libertad mer- cantil: para su verdadera cabal inteligencia se han puesto la clave en nota de los nombres de los luga- res, cuerpos y sugetos á quienes dirijió su sátira: se cree en fin hacer un obsequio útil al público, propor- cionándole aun cuando no sea mas que para unirla á las obras de su autor ésta que se había querido con- fundir en el olvido. CARTA DE UN VECINO DE FONCARRAL (a) á un abogado de Madrid, sobre el libre comer- cio de los huevos. iQuid rides 1 mutato nomine de te Fábula narratur. Muy señor mió y de mi mayor estimación: vmd estrañará mi atrevimiento y llaneza, pero la gran fama, que tiene en toda esta tierra y la gravedad del asunto, serán mi disculpa: además, yo no soy hombre que pretenda me iirvan de valde, y siempre que vmd. me favorezca, procuraré acreditar mi agradecimiento. Ha de saber vmd. señor mió, que yo ¿oy un hidalgo de este pueblo, á quien por buen ó mal nom* bre llaman el Ricote: (b) tengo varios tratos y grange- ri.i?, pero la principal ha sido siempre la de hue» (a) España, ( b ) CadiK3- Vos, moscateles, nabos y demás hortalizas: cuyo con- sumo, como todos saben, es tan grande en Madrid (c). Habrá cosa de sesenta y ocho anos, poco mas ó menos, que mi padre, (d) hombre muy sagaz y ad- venido, apoyado por e! escribano, (e) que era trabieso como él solo, y andaba siempre á la cuarta pregunta, consiguió un auto de los alcaldes, (f) por el cual se mandó á todos los vecinos, que vendiesen á mí padre y sus sucesores los huevos, nabos y demás frutos del término, para que este por sí ó sus comisionados los llevase esclusivamente á Madrid. La cosa no dejó da tener sus contradicciones en el ayuntamiento: unos gra- duaron la idea de bestial y desatinada; otros gritaban contra la injusticia: y el tio Machón, (g) que á la sa- zón se hallaba de regidor, hartó á mi buen padre de desvergüenzas. Pero este probó también las ventajas que resultarían al común de que todos los géneros fue- sen por una sola dirección para evitar los perjuicios que se hacían los fancarraleros (h) unos á otros; citó tantos ejemplos de los que se habían perdido en el trato; ofreció tales servicios; y en fin habló y dijo tan- to, que se salieron con la suya él y el escribano á pe- sar de los que seguían el partido de la libertad. Los efectos han correspondido lindamente á lo que se esperaba; pues aunque es cierto que los hueveros se han descarriado en gran parte, y los mas se iban en derechura á Madrid para huir de la mano nada blanda (c ) América. ( d ) El consulado. ( e ) Ministro de Indias. ( f) Consejo de Indias. ( g ) El Duque de Alva. ( h ) Los españoles. O4 de mi padre, y que muchos hortelanos abandonaron sus huertas, se logró ei principal intento} pues con dismi- nuir la hortaliza, se vendía mejor lo poco que iba; y el huevero que temía ser interceptado en nuestro termino, y prefería lo mas seguro, soltaba la carga; y finalmen- te si no se ganaba poco en mucho, se ganaba mucho en poco,, que para nuestros intereses era lo mismo. Iba soplando el viento tan favorable, que pue- do asegurar á vmd. en confianza, que toda la sustan- c i del pueblo vino á parar á mi casa: y el gran cui- dtdo que mi padre tenia de estar bien con los escri- bióos, que sucesivamente manejaron el ayuntamiento, y tal cual demostración de generosidad que hacia cuan- d j le tocaba ser mayordomo de las ánimas y otras her- mandades, (que casi siempre lo fue) todo esto traia em- bobadas á las gentes, y le iba asegurando la posesión de su nueva finca, Los Foncarraleros nada tienen de lerdos; pe- ro son muy apegados á la costumbre: aborrecen la no- vedad; y al paso que andaba el tiempo, iban muñén- dose los que habían conocido otro modo de tratar, y los mas estaban ya por aquel que hallaron establecido. Pero el diablo, que no duerme, trajo á esta villa, cosa de treinta años há, un hidalgo hijo del pueblo que había sido soldado en las guerras de Italia: hicieronle inme- diatamente alcalde, ( i) y el hombre que era benigno, y c >n lo mucho que había visto y oído por esos pai- se , traia no se que ¡deas, se persuadió á que la po- breza de Foncarral podria nacer de esto que él llama- ba tiranía, Intentó quitarla; pero el escribano y ayun- ta miento, que estaban de nuestra parte, enredaron tan- to, que el alcalde por no inquietar y disgustar á las ( ¡) Sr. D. Cádos III.5 gentes, cedió de su propósito, y solo msndó que-», a que no se hiciese novedad para el consumo de Ma- drid, se permitiese el trato libre con el Pardo Cru- martin(k) y otros pueblos inmediatos. Aunque fue poco el perjuicio resl que se nos siguió por el pronto; como viese mi padre que los vecinos comenzaban á alear con esto, y lo que es peor, á discurrir y combinar, siendo hombre de mi- ras muy largas y conociendo que no pararían aquí los proyectos del alcalde, se apesadumbró y murió malamente de allí á pocos dias. Estando ya en las últimas boqueadas me llamó y me dijo: » Estas no- » vedades me matan, hijo mió, porque temo la co- » la que han de traer; no obstante procura tú ga- » nar al alcalde, mantenerte bien con los escribanos, » y sobre todo en cualquier apuro manéjate por Ce- » rote, (1) que tiene mucha mano, no es ingrato al » pan que ha comido, y consérvale siempre la par- j' te que tiene en las ganancias para que puedas con- » tar con él cuando las urgencias lo pidan." En- tre este y otros consejos espiró; y yo q^icJé muy desconsolado, como se puede discurrir de un hijo que pierde tan buen padre. Seguí sus documentos y me estreché mas con Cerote; porque conocí la gran cuenta que me traia. Este tal Cerote ( que no se llama así de nombre de pila, sino Francisco de Cerros) era medio pariente de un cura montañez (m ) que tuvimos, el cual le hizo monaguillo, queriendo que tirase por la iglesia; pero el muchacho que desde el vientre de su ma- ( k ) Las [s!as. ( 1 ) D. Francisco Montes. ( ra ) £1 Padre Ralago, jesuíta.dre tuvo uu horror invencible á la gramática, no quiso estudiarla por mas diligencias que Con él se hicieron, y se contentó con saber leer y escri- bir de pasmo. Mi padre, que veía los garavatt.s que hacia en casa del cura, se le aficionó sobre manera, le trajo á la suya y le fue enviando á Madrid con la banasta; y aunque su traza es harto mezquina y ridicula, como aparentaba compostura y formalidad, se alzó en poco tiempo con los mejores parroquia- nos; y sobre todo, aunque no hemos sabido nunca como el se ingeniaba, lo cierto es que ninguno ha sido tan d. rho en burlar las puertas de Madrid, y entrar y salir por ellas sin pagar un cuarto. A mi padre se le iban los ojos trás de este mozo: le tra- taba como á hijo: le tíió parte en las utilidades: le casó; y fiEiáJmeote no paró hasta haberle hecho pa- gador de daños de casa, Con este empleo se hizo el amo del lugar: socorría á unos y á otros, y aun- que ñu tra de lo suyo, las gentes se lo agradecían del mismo modo: era albacea y testamentario de cuan* tos morían* y con tal celo, que habiendo uno (que por m s señas fue gran ladrón) (n) desheredado á los suyos para hacer una nueva hermita, riñó con ellos tan agriamente, como pudiera el mismo difun- to. Si se trataba d^ algún empeño, el hombre no descansaba, y aunque servia á los otros, nunca per- día de vista sus aumentos, y hasta ahora li gan á cuarenta y siete sobrinos ó parientes los que tiene acomodados en este lugar, Madrid y sus inmedia- ciones, ¿Pero qué mucho? si al veile el primerito en todas las funciones de iglesia, rezar el rosario, y darse golpes en el pecho con un fervor que edifica: { n ) Cevallos.7- al verle todos los días de fiesta salir de misa rrv> yor, sacar ochavitos, besarlos y repartirlos á desistir para siempre de su proyecto, á no habernos faltado de repente el escribano. Aquí, señor, empiezan los trabajos, y puedo decir con verdad, que desde esta épo:a no ha ha- bido dia sin ellos. Cerote y yo hicimos cuanto fue dable para poner escribano á nuestro gusto, pero no hubo forma de reducir al alcalde: se determinó pos uno de quien tenia buenas noticias, y que era con- migo capital nuestro. Empezó el hombre por con- firmar al alcalde en su antiguo pensamiento á fa- vor de la libertad de trato; pero como en la rea- lidad, aunque era muy honrado, tenia la cabeza po- co firme, fue poniéndolo por obra ctel modo mas apropósito para desacreditarse. Mandó que todos pu~ d esen comprar huevos, nabos, verduras &c. pero n) quiso que todos pudiesen vender: mandó que solam nte doce vecinos (o) tuviesen facultad de lle- var á Madrid los frutos, señalando el número de jumentos que debían cargar: los sujetó á dar un me- morial al ayuntamiento, y pedir una guia: fijó las horas en que debían salir y volver, para evitar, se - ( o ) Los doce puertoi?8 gun decia, que los géneros se echasen á perder con el sol y las aguas: á las tales providencias añadió mu- chos guardas y muchos derechos para mantenerlos: finalmente ha hecho de muy buena fe tales despro- pósitos, que nunca nunca nuestra causa ha tenido me- jor apariencia; y los mas del lugar, mal hallados con el nuevo reglamento, son de parecer que se vuelva á lo de mi padre. Con todo los doce aun resisten: hay entre ellos quien dice que se permita ir á Madrid á cuantos quie- ran: que se bajen los derechos para atraer los hueve- ros á Foncarral, ( p) y quitarles la gana de correr el riesgo de irse allá en derechura: que no haya ni tal memorial, ni tal guia del ayuntamiento, y sí solo los guardas precisos para cobrar los derechos, que nadie defraudará cuando sean cortos; y que sobre todo los dejen ir y volver á cualquiera hora que les parezca, pues nadie cuida ni entiende mejor de su mercancía que el propio dueño. El escribano (q) alborotador ha muerto, el que ha entrado en su lugar hombre honradísimo, jui- cioso y desea lo mejor, y quiere oir ambos partidos, y enterarse: yo fio mucho de las mañas de Cerote, y esepro que no dejará piedra por mover; pero como hablando en puridad, el no es hombre de gran ca- letre, por si se trata de ir con razones, pido á vmd. se sirva hacerme un papel bien fundado, y que dé golpe, con el cual acabemos de una vez estos enre- dos, y las cosas vuelvan á arreglarse como antes. Vmd. cuente que si lo consigo le premiaré con doble part-? en la dependencia; porque no se me ( p ) Los estrangeros. ( q ) Marqués de Sonosa.f II W 9' . oculta que las marañas y hipocresías al cabo se des- cubren, y que aquel qus sabe á las claras pmbar y persuadir la razón á los hombres de seso, vale por cuatro Cerotes, que solo tienen partido entre las tías y los tontos. CARTA AL VECINO DE FOTS!CARRAL SOBRE el comercio de los huevos, diferente, ¿si en la subs- tancia como en- el modo, de la que le escribió po- cos dias ha el Patán de CarabancbeU Señor ricote y muy señor mió: habiendo oido cacarear la carta que vmd. escribió á su amigo el letrado de Madrid, sobre el libre comercio de los huevos, tuve qne practicar las mas esquisitas diligen- cias para adquirir un ejemplar, á causa de haber desaparecido, en un santiamén cuantos se espusie- ron á la venta pública. Lógrelo al cabo, á favor de un sugeto que afianzando el concepto de hombre noticioso en la letura de muchos papelones, que no hay mas razón para tolerarlos que el entretenimien- to que dan á las prensas, es el primero á comprar casi todos los que salen á luz; y sin embargo de que por lo mismo gasto el tiempo con alguna eco- nomía, conociendo también lo mucho que vale, con- fieso que picado de la maldita curiosidad me pu- se inmediatamente á leer su cacareada carta de vmd. persuadido á la verdad de que bajo el disfraz del libre comercio de huevos, aclarase vmd. la materia de que trata con reflexiones y esperiencias hereda- das de su sagaz y advertido padre (voces ún cas con que honra á los mayores tratándolos en lo de- mas con tanta injusticia como irriverencia.) Nada 2ló- menos hallé de lo qne pencaba; y dije para mi ca. pote evto es propiamente cacarear y no poner baevo- Ko apruebo la alegoría de su estilo de vmd. antes bien la tengo por indecorosa á los altos per- sonajes á que se refiere. No obstante, me he de- terminado á seguirla, bajo esta debida protesta, pa- ra que no se haga mas notorio el atrevimiento- Muy pobre y superficial es el informe que hace vmd. á su abogado, para que pueda estender un papel de razones de tanto peso que inclinen el ánimo del alcalde, á mandar que el comercio de los huevos vuelva á arreglarse como antes, Esta de- liberación exige pulso y madurez, y mas noticias y combinaciones de las que á vmd. le parece; de otro m Jo se aventura el acierto solicitado tantas veces. El mucho trato que tuve con varios sugetos que con- dujeron huevos á Madrid me ha proporcionado al- gunas noticias de la serie y alteraciones de este ne- gocio; y aunque vmd. por su conocida petulancia o es acreedor á que ningún Foncarralero honrado e retraiga de echar por esos cerros para que aca- be de estrellarse, voy á comunicárselas gratis & íituore, pero en obsequio de lo que debo á mi patria. Al asunto: vmd. fija en el año de 20. del presente siglo (desde el cual hasta ahora han pa- sado los 68 que señala) el auto de los alcaldes, que adjudicó á su padre esejusivamente el trafico de los huevos, nabos y demás hortalizas con Madrid, dan * do á entender que aquella fue la época fatal de la supresión de la libertad que tenÍ3n todos los Fon- carraleros para hacerlo, y la falta de esta libertad el motivo de la decadencia de sus casas y grange- rks. Amigo, vmd. parece forastero en el país. Acá-II. so cree, porque pocos anos antes disposo el alcalde (padre del actual) que desde su casa de vmd se girase el negocio de que estamos hablando ¿ qué fuá nueva esta providencia? No señor. Eche vmd, los ojos atrás y verá que á corto tiempo de haber- se descubierto en Foncarral el comercio de los huevos, moscateles, nabos y demás hortalizas pa- ra sacar á los madrileños sus metales, se ha in- corporado en un vecino de su casa de vmd. por decreto de aquel famoso alcalde, que hizo tanto ruí- do en los contornos, hijo del tio Felipe, y de la tía Juana, nada menos quede 15 de Enero de 1529. bajo la prohibición de que los demás vecinos no pudiesen venderlos á otro; estableciéndose desde me ■ diados de la misma centuria que las cargas fuesen en recuas, para evitar que los salteadores (que en aquellos tiempos había muchos) las robasen, y que se dirigiesen á distintas puertas á fin de que con mas comodidad se pudiesen surtir los barrios de Ma- drid. ¡ Qué de millones no sacaron los Foncarra • leros por espacio de doscientos años que duró este sstema! i Ojalá se hubieran dedicado entre tanto á criar mas gallinas, y estender sus huertas y plan- tíos para precaver que excediendo mucho el consu- mo á los productos de su termino, acudiesen les fo- rasteros atraídos de las públicas utilidades á llenar con sus efectos las banastas y esportones de su ve- cino de vmd. aprovechándose de la desidia de los naturales, que abandonando sus hogares y hacien- das, por transportarlos á Madrid, se fueron que- dando allí con menoscabo de la propia población. Esta ha sido, amigo, la causa radical de la decadencia de ese pueblo, á medida que se han fo o12. mentado los estraños con los grandes tesoros que nos estrajeron. Actualmente vé vmd. que apenas hay huevos en ese lugar para su gasto ordinario, y que cuantos se envian á Madrid, aunque se acopien ahí, son de otras tierras, excepto algunas porciones de moscatel y nabos: por lo cual los huevos y su pro- ducío pasan por mano de vmd. como por un ca- nal de Sujo y reflujo; no siendo esto lo peor, sino que algunos de süS dueños por evadirse de pagar las contribuciones establecidas CP. sus puertas de vmd. y asegurar mayores ganancias, se han aventuraúu á introducir fraudulentamente sus huevos por los por* tillos y murallas de Madrid con buen suceso gene- ralmente, ó por la soledad del parage, ó por la co« dicia y perfidia de los guardas y cabos de ronda. Aunque parece me he separado del asunto por manifestar á vmd. el motivo del descaecimien- to de este pueblo hasta principio del corriente siglo, vuelvo á continuarlo. Hallando, pues, el padre de nuestro actual alcalde á su ingreso al gobierno, que su antecesor habia mandado por un auto del año de 1680 que el comercio de huevos, moscateles, na- bos, &c. con Madrid, se hiciese en caballerías ma- yores: que las que no pudiesen entrar en casa del vecino pur la angostura del tránsito y embarazos de la puerta, cargasen en la de vmd.; y que ya por lo mismo todo se despachaba desde ella, á causa de haber acomodado á los traginantes esta providen- cia, que conducia igualmente para facilitar al ayun- tamiento otros transportes que podian ofrecerse: dis- puso en el año de ifx? que dicha contratación, que como queda referido estaba arraigada desde el de 1520 en casa del vecino, se trasladase enteramente*3- á la de vmd. continuando en recuas y determina- dos viages. Los excesivos impuestos que entonces se exi- gían, así de las cavalgadnras, como de los huevos, subiendo el de los moscateles desde veinte y cinco á cuarenta por ciento, perjudicaban tanto la indus- tria y agricultura de los Foncarraleros, como favo- recían la de los estraños; aumentando estos por la misma razón sus introducciones clandestinas Cono- cido el daño, pensó el prudentísimo alcalde en reme- diarlo, moderando los derechos después de repeti- das juiciosas conferencias entre los mas espéreos del ayuntamiento, según el auto de 68 anos ha, por el cual empieza vmd. su carta; de cuyos constan- tes antecedentes inferirán cuantos lean ésta la equi- vocación con que vmd. procede en la suya, pues ni se suprimió la libertad del comercio de huevos pa- ra depositarlo en su casa, ni tuvo principio en ella con esclusion de las demás; sino que aquel regla- mento se dirigió á proporcionar ventajas recíprocas entre ese pueblo, Madrid y los emolumentos del pro- pio alcalde. Aunque vmd. asegura, que mientras subsis- tió este proyecto soplaba el viento tan favorable^ que toda la sustancia del pueblo fue á parar á su casa; sucedió ¡o contrario, porque desfrutaron de elii cuantos Foncarraleros quisieron; y hubieran sido ma- yores sus ganancias si se aprevecháran de las pro- porciones de su terreno para dar el abasto posible á Madrid. Sin embargo, se han visto muchos, ;jun de I s arraba'es, agregarse a' su casa de vmd , gran- gear caudales grandes, y hacer participes de ellos a sus fámulas con mas provecho que si desde sus14 hogares emprendieran el tráfico: efecto de la facilidad que en ella había para proporcionar las remesas á los consumos, y de que vendiéndose á buenos pre- cios hasta ciertas horas á las puertas de Madrid, se surtían los vecinos; y los revendedores, en la in- teligencia de que hasta otra semana no debían lle- gar mas huevos, despachaban prontamente á sus con- ductores de vmd, para que volviesen á portear otros; corriendo ellos entre tanto las calles y las plazas para salir con beneficio de los restos que habían comprado. Con este órdcn ¡qué millones no salían de Madrid, como se enriquecían sus revendedores, como prosperaba su casa de vrad., cuanto adelan- taban sus satélites, y que tesoros no entraban al. al- caide por. sus derechos 1 El comercio ilícito de los huevos se habia ¡do estingniendo, de modo que ape» ñas retardaba el curso del lejítimo* Permanecían las cosas en la situación referi- da, cuando habiendo fa'tado aquel justo y bonda- doso alcalde, medio hermano del puente, ocupó és- te su lugar empuñando lavara con tanta mayor sa- tisfacción de los Foncarraleros, cuanto era grande el concepto que tenían formado de su generosidad, luces, conocimientos y .esperiencías. Puede ser que de los países- por donde anduvo trajese ideas del co- mercio de los huevos del suyo, que le pareciesen •mas conducentes á hacerlo prosperar, que las que es- taban en observancia; pero ¡o cierto es, que como •halló un escribano de buena conciencia^ circunspec- to, y medi mámente ducho en la materia, por la larga temporada que habia actuado en ' ella, no ha hecho novedad a;guna en su régimen: acaso tenien- do también presente que veinte y des áííó'S antes ha*5S- bia sido su padre del misino dictamen, después de una junta magna de escribanos y' consiliarios coní gregada con el fin de deliberar sobre si convendría alguna variación para que resultasen mayores utili- dades. Ve vmd. aquí amigo, que la causa pública fue la impulsiva del método y coartación del comer- ció de hueves en casa de su vecino de vmd y que el haberse trasladado á la suya y subsistido en ella, provino de la cómoda situación de sus portales y oficinas, y no de la ponderada sagacidad de su pa- dre, apoyo del escribano, ni de las supuestas intri- gas del que vmd. llama Cerote. Llegando aquí no puedo dejar de decir á vmd. que han sonado tan mal á cuantos leyeron su carta, asi este chabacano apodo como las demás es- preciones con que pretende denigrar el crédito del hombre benemérito á quien las aplica, que no se detienen en proferir que semejantes dicterios solo pue- den ser efecto de la infernal envidia de sus virtu- des y talentos. Y á la verdad ¿qué tiene que ver el color blanco ó moreno, la estatura alta ó baja, para que el alma sea grande? ¿ignora vmd. que estas se alojan también en cuerpos pequeños? Si se ha opuesto con la firmeza propia de su noble ca- rácter á los designios de vmd., que acaso no serán los mas interesados en la conveniencia de los Fon- üarrateros, ¿ por qué no rebate las razones en que se fundí, los ejemplares que presenta y los prog- nósticos que hace ? Las ideas del entendimiento no deben pasar á enconos de la voluntad Por otra par- te, si salió de sus hogares honrados á buscar for- tuna, el hecho mismo de haberla conseguido en em- pleo y caudal, califica su instrucción, su integridad,i6. su celo, su buena correspondencia &e. pues de te- jas á bajo, las medras de los hombres dependen de estas y otras buenas prendas. Volviendo á nuestro argumento, dice vmd. que aunque antes de la muerte de este sesudo escri- bano, se permitió el libre comercio de los huevos con el Pardo Chamartin &c. fue poco el perjuicio real que resulto á su casa de vmd. de esta franquicia. ¡ Ay amigo, y que atrasado está vmd. de noticias! Ella ha sido el principio de su decadencia, y por consiguiente de la de Foncarral, contra la loable intención de nuestro benéfico alcalde dirigida al fo- mento de aquellos pueblos para que redituasen al ayuntamiento beneficios equivalentes á tas que producían á los forasteros otros inmediatos} pues lejos de cor- responder el suceso á las esperanzas, aprovechándose estos de la cercanía, los llenaron de huevos para que trasladados simulada y cautelosamente á Madrid, sir- viesen á su consumo, por mas frescos y baratos, e n preferencia á los que se conducían de su casa de vmd. los cuales añejándose y poniéndose hueros asi por tener que pasar por mas manos y rejistrps, co- mo por la dilación de la venta, han ocasionado la r lina de varios traginantes y un perjuíco común á los Foncarraleros. Sin embargo, el nuevo escribano, ignorando s ;i duda lis malas consecuencias de este ensayo, ha estendijo el comercio de los huevos, moscateles, na- bos &c. á doce vecinos para que proveyesen á Ma- drid y sus puestos adyacentes, permitiendo que con- dujesen de unas partes á otras los géneros que les acomodase, recargando unos y aliviando otros} pero bajo tales reglas y formalidades que ningún portadorpuede estar seguro de la codicia y sopercheria dé ios exactores de derechos. * No ha sido suyo el proyecto, sino de aíjxu • nos forasteros y de tal cual nacional, que amantes de la novedad decantaron largo tiempo las ventajas de esta para la prosperidad de Foncarrai, arguyen- do con la que proporcionaba á los pueblos estirarlos la misma licencia. A la verdad, asi tomo las leyes de una provincia pueden no ser adaptables á otra por la diferente religión, genio y costumbres de sus ha- bitadores, también los reglamentos mejor concebidos del tráfico interior y esterior, necesitan atemperarle á la constitución y estado de los frutos y grange- rias de cada un3, cuyo maduro exámen tiene muchos puntos de vista desde donde reconocerse. Por otra parte, no estando informados los doce vecinos del nú- mero de individuos de comunidades religiosas que usan por su instituto de alimentos cuadragesimales, ni del gasto ordinario y estraordinario de huevos de las de- mas clases de madrileños, ni menos acordando entre sí los surtimientos y remesas, no les es dable acomodar- los á los consumos, como se hacia por solo la mano de vmd. supliendo entre semana lo que se echaba de ver que escaseaba al principio de ella} de modo, que unos salen de sus huevos con perdida} otros tardan tanto en venderlos, que comen el producto de sus cargas antes que se restituyan ai pueblo, á donde tal vez se ha visto concursárseles hasta las heredades mismas que sufragran á su preciso sustento} su casa de vmd. tomando por mejor partido la inacción, descaece; los traginantes de Foncarrai y Madrid alarmados con tan repetidos chascos, ni venden ni compran, contentándose con ser meros pejnsualistas de la mayor parte de sus 3i8. caudales, y tos revendedores de estos pueblos se em- pobrecen, y sus barrios interiores están desprovistos. Solo p-^spera la fraudulenta introducion de huevos estraños, porque los conducidos á Madrid por medio de los doce vecinos referidos, exceden en gran parte el precio de los que meten los forasteros por sus murallas; y el consumidor se aplica á comprar lo mas barato, aunque prevea algún riesgo en su logro: re- sultando de la falta de circulación en los caminos rec- tos y la abundancia del fraude en los torcidos es el apo- camiento de las rentas del alcalde, tanto que apenas le queda que percibir, descontadas las pensiones del ofi- cio; la pobreza de los foncarraleros; y su transmigra- ción á tados los barrios de Madrid con perpetuo aban- dono de los nativos; sobre cuyo gravísimo inconve- niente para la conservación del poder del ayuntamien- to tantas precauciones se han tomado de 250. anos á esta parte, aun siendo sin comparación mucho menores las facilidades de verificarse. Mirado el asunto por otro lado, si con las utili- dades de la libertad del tráfico se han alucinado los promotores del proyecto de ampliar el de los huevos á los doce vecinos, es menester que reflexionen que esta franqueza se reduce á que lo que antes cor- ría por una mano diestra y proporcionada por sus circunstancias para el desempeño de un surtimiento abundante y general, hoy se hace por doce, unas man- cas, y otras de cuerpos tan flaqos que no pueden for- mar ni sostener una pequeña carga sin mendigar el auxilio de las casas inmediatas; pues los derechos que se exigen á la salida de ese pueblo y á la entrada de Madrid, y los registros y (formalidades con que se aseguran en una y otra parte, y son mayores y-mas'9- gravosos actualmente que antes; y sino, hágase la cuen- ta según los aranceles del año de 1720. y los pu- biicados desde i??8. en adelante: luego la decanta- da libertad del comercio de huevos es solo aparen- te y de ningún modo transcendental á que los nues- tros puedan mantener la concurrencia con el precio de los ágenos; que era el único medio de aumentar el con- sumo de aquellos y estinguir el de estos, y por con- secuencia de hacer felices á los Foncarraleros. Este, amigo, es un bosquejo del estado de las cosas. El presente alcalde desea sin duda al- guna lo mejor; y consideto superfluo y aun inútil el dictamen que vmd. pide á su jurisconsulto, cuando el actual escribano y regidores con quienes se acom- paña para deliberar sobre el partido mas convenien- te al ayuntamiento, podrán dárselo muy acertado, así por la superioridad de sus luces y conocimien- tos, como por la proporción en que se halian de adquirir las noticias mas exactas y circunstanciadas de todo lo ocurrido en el comercio de huevos de cerca de 300 años á esta parte. Examinando las razones que motivaron el citado auto de 15 de Ene- ro de 1529, las de su permanencia, las cortas va- riaciones hechas en él, y los progresos y decaden- cias del tráfico: comparando unas épocas con otras de veinte y cinco en veinte y cinco anos, las reso- luciones tomadas en todos tiempos para impedir el abasto clandestino polilla del nuestro, cuales han sur- tido rnéjor efecto, las providencias que serán mas adaptables, atendido el sistema y constitución pre- sente, á fomentar la cria de aves domésticas y le- gumbres de ese pueblo para no tener que ocurrir has- ta Francia por huevos, y conferenciando sobre la20 elección de los medios mas oportunos y factibles pa« ra que puedan venderse en Madrid á un precio ca* paz de retraer á los estrangeros del riesgo de me- terlos por alto: resultará del imparcial juicioso es- crutinio y combinación que hagan de estos puntos las reglas que deben adoptarse (bajo aquellas mo- dificaciones que exija la diferente constitución de los tiempos) para que tomando vigor los traginantes pro- porcionándose á los consumos la cantidad de las re- mesas con la posible moderación de derechos, saüén- dose prontamente de ellas, renovándose la actividad de los revendedores en la cómoda y abundante pro- visión de los barrios mas internos de Madrid; flo- rezca el comercio de huevos, moscateles, nabos &c. de Foncarral con recíproco beneficio de ambos lu- gares, recupere el alcalde con medras sus antiguos emolumentos, se acabe la introducción fraudulenta, y no queden yermas las casas de aquellos Foncar- ta'eros, que consternados de la miseria huían de ellas y aumentaban la holgazanería de Madrid, haciéndo- se los mas de ellos miembros inútiles á la sociedad. Plegué á Dios que así sea, y guarde á vmd. muchos años para que se arrepienta de la morda- cidad con que afea sus escritos £ic. -i MEJICO: 1829. IMPRENTA 1>Z ONTIVEROS.