LA CONSTITUCION EN TRIUNFO. CARTA A UN ESCRUPULOSO. * ' Át querido amigo? j con -que la teligien se va a acabará ¿Coa <]"e de católicos, apostólicos, romanes quei sernos, gt acias á Dios, tics vamos á convertir en fracmasones,' materialistas y que sé yo que Tos diabólicos sectarios? Extrañas y teitibies nuevas son ciei lamen- te las que vd, me comunica: con todo, yo las hubieia leído coa lndit'eiencia/ y aun cen despiecio, si se conteníala con deciime que. la Constitución iba á ser la caHisa de tan inespeiada metsmóii'oais; ■peío como añade que lo oyó decir en una reja de monjas á t-ujetos de caiscter, suplicándome al mismo tiempo le diga mi paiecer «H u" amato tan grave para calmar la tinTácÍBH de su espíritu, que que- do no menos aíÜgtdo ion el suceso que las inocentes religiosas, voy ¿ complacer á vd. contestando á si¡ spreciable, y procurando disipar-si» dudas como Dios me ayude: que si me ayudara', cerno á todos los l'ie se proponen un buen fin. Sin conocer, mas que de virta, ¿ esos sujetos que tanto la han escandalizado, me atrevo á aseguraile, que ó sen unos ignoi antes, ¿ no han pencado bien lo que dicen, ( que es lii mas pirbabie ) o son de la clase de aquellos Inpóciitaí, refnados, muy hallados coa '1 despotismo, queso co'or de teligi- n trsba'an incesantemente ea la ruma de niie-ira libertad, imputando al soberano Confieso de Cor- le», autor de la Constitución, las mas atroces calumnias, como es la de que se coniponia de muchos hereges, y que asi, lo que; de— ¡terminaba no podra ir de acuerdo con miestia ley divina; pero yo que se muy Lien que este ardid es ya viejo, poique estoy acos- tumbrado á vet que eias gentes paia todo se escudan con la teli- £iou, no les hago aprecio: y me ateneo mas á lo que, como tes- t'gc de vista que fué de las opeiacirnes del Congreso, y nada sospe- choso para que le prestemos entera te, nos dice el *r. Alcocer, pío- testándonos, que en aquel'a asamblea no conoció' un diputado que fuese hetege. Si, amigo, no les f-ago caso, aunque me duelo si de «lúe nos ataquen con e-as armas; poique >e toda la lüeiza que tif- ien cuando se combate con ellas á un pueblo lehgioso. Peto en- tremos en mateiia, y recorramos brevemente la historia o'e las Cot- íes, desde fines del año de 18 tO que fué cuando se congrega ron, exí— n»inando la conducta de los repiesemantes al sancionar las leyes fun- damentales idel Código constitucional. .No bien se halló junto aquel soberano Congreso, en cuyo2 seno había t nnamerables individuos del ctero secular, y entre ello* vanos obispos, cuantío sancionaron la sabia ley de la libertad de im- prenta paTa que lodo Español pudiese escribir libiamente, y {*• consecuencia, combatir to lo ¡o que se estableciese en contra de '» religión cri»tiaaa» Dispusieron al mismo tiempo, que sus deühe- raciones fuesen pública», pudiendo asistir á ellas, como de fect» asistían, todas las clases del Estado. Hicieron mas: pues conocien- do, qu« no sola en la Isla y en el inmediato puerta Je Cádiz &** bria Españoles ilutados que pudiesen alumbrarlos con sus escrito*» y deseando que toda la Nación quedase satisfecha de su* deübe- raciones, mandaron imprimir el Diario de Cortes que contiene to- do cuanto ti hablo y determiné en el Congreso: y he aquí la con- ducta de los Diputadas exp.ie»ia á los ojos de casi treinta millones de Españoles católicos, apostólicos, romanos que no se hubieran des- cuidado en alzar la voz y empuñar las armas, si las^ Cortes hu- biesen tocado en lo mas mínimo á a santa religión de sus padres. Xi'ega el tiempo de formarse la Constitución; y sin embargo de que este era un objeto importantísimo y muy ejecutivo, no vot eso se apresuran, sino que no:rb:ari á aquellos que mas se habían se- ñalado por sus conocimientos, previnie'ndoles tuviesen í la vi.->t* cuanto por medio de ¡a libeitad de impienta, que es el órgano d* la opinión, pública, se habla d;cho sobre la materia. Concluida I* obra, se presenta al Cr-ngyeso, rjaaíioie á cada ' diputado un ejem- plar para q le la pudiese examinar, ya en *u gabinete, ya con- sultando £t los sabios con toda la e.-crupalosidad que demanda uO asunto tan grave. Se disente en seguiüa públicamente aniculo po* articulo^ y después de emplear en estas, discusiones «1 tiempo de siete mese. es cuando se sanciona el Código. jyiieattas esto pasaba en el Congreso \ cual fué Ta conducta de la Ilación, de una Nación que se ha gloriado siempre de lla- marse cato'ica, y que observaba los mas pequen>¡ movimientos d* las. Cotíes í Vd- ha leído mucho» impreso* de aquel tiempo, y eO ninguno habrá visto demostrado que la Constitución fuese contraria al Evangelio. I^o* obispos callaron: y aun la misma Inquisición que no se extinguió, sino de-pu;s con mu:ho de tanciouada aquella, ~f que hscia. declai aciones expedía edictos y fulminaba anatemas aiw* en materias puramente políticas, se estuvo quieta y tranquila. V 2 setá creíble qQe una Nación eníera que ímma uno de los ma* escogidos rebaños de J. C. , viera con indiferencia que se le dio** labau leyes opuesta* a la leligiou? jaerá que sus pastores hu- biesen {uiaidado un silencio delincuente-, n ientras lo desuozaba* lobo», sanguinarios v ct .leles ? j Lo sera en fn, que el tiibunal de la f', cuyo instituto era ctnseivar la pureza de sus dogmas, per- jnarecis^a e¡i una ísaecton que no era en él característica t. Y j O* diremos qpj ese universal sileacfo, esa quietud y tranquilidad eas ^ tiempo lía^íl para c'amsr libremente crnlia la irreligiosidad de «m Código puesto todavía en dilución, firéton las seniles mas iue- ^'Uvoc:.s de su spi ol'scior. i Si, de su aprobación. Aunque el silencio sea una prueba ní- Eüiva, es en el c2t.o tan fuerte, que no necesita de otras reales y positiva*, fríe explícate- Seri mal deducido el consentimiento de iir.a peinen* que calla preguntóla serie tal o tal co-.a, si se le ^a privado de la libertad necesatia pata expiesar su vo'.umad; pero si se le dice: habla: no temas, no se trata de violentarte: 86 trabaja por tu bien: se de-.ea complacerte: " ¿ que' diremos en- tonces i £ 'Ño deberemos iníVrir su anuencia! J?ucs Jiajo de e.te- aspecto se debe comiderar el silencio de los esparoles. Aun hay mas. El silencio sobre una cosa ttivial o indife- rente, no ¿tta. la mejor prueba del aééníoj pero si lo es de los es- panoles en una materia tan impoiiame como la religión, cuya de- cusa los obligaba á despreciar las llamas y el cuchillo: y tan *ejos estaba de selles indiferente, que desde el memorable mayo *k 1SGS, hasta el asiago de 1814 lucharon tenazmente por con- ,ervat!a, oyéndose en los mas nidos combates el uniforme gri- to de !a patria, el Rey y la Religión Y j podrá explicat- * el gran fenómeno, llamemos'e asi, que nos piementa una Na- ilon valiente que por un lado combate y persigue a los enemi— P°s del altar, y por otro sufre pacientemente que esos mismos lo lt|ipongan leyes, y ge erijan arbitros soberanos ele su suerte ? 5 'Una W ación que i «cordata con amargas lagrimas la profanación *k los templos en que veneraba los simúlanos de Atocha y Za- ragoza, y al mismo tiempo miraba con apatía socabar los solidos ci- mientos del templo del Dios vivo? Y ¿qué diremos de los obis- pos, que de los eclesiásticos que condecorados unos y otros con B' disuntivo parrado de cultivadoies de la viña del Señor, excr- *a'i y amonestan á los bravos defensores de la pattia y de la re^2;on, y sin embargo, no soio permiten que brote y crezca la c,za'iia, sino que con en a ocupar sus asientos en el Congreso, y *yudan a plantarla con sus propias manos ? Mientras vd. , amigo, ú esos sres. que tanto le han so- bresaltado, prueban combinar unos extremos tan opuestos, voy a leerle ver que la aprobación universal que meiecio la Consti- l,lc¡on, no solo se funda en razones extrínsecas o negativas, si— que abunla por todas paites de otras positivas y sacadas del mismo fondo de I as cosas- Abra vd. . por su vida, ese libro sen- tólo y admirable que tanto se quiere deprimir, y muéstreme si puede, un solo articulo que diiecia o indirectamente esté en opo- s'cion con los de nuestra católica ciencia: que yo lejos de e'ucorí- ti'arlo, no descubto sino rasgos muy conformes a ella. Se los in- dicare a vd.^ brevemente, ya para no exceder los limites de>4 una carta, ya porque otros, han tocado, «rao yo, la maten»» Eq poces lugares de !a Constitución se habla de religión? perqué su objeto principal es asentar las leyes políticas t'undamen* l^les del estado; peto esos petos equivalen a chanto pudiera ape- tecer el católico mas escrupuloso. En el nombre de Dios to- dopoderoso, Padre, Hijo y Espntu Santo: " tal es. el sublime) sencillo y leligioso piocmij de la Constitución, el que al instan- te nos convida a hacer una reflexión bien importante. Este libro ¿e formo en medio de las bombas enemigas, y con el fin de prO* mover la gloría, la prospendad y el bien de toda la Nación con- siderada política líente, en cuyo supuesto parece que no dcbeiia tiaiíaiseque ariebataíen aquellos objetos toda la atención de los ■£í-Jadore-, pintándose, ante to las coi-as, los enormes abu-.Os que se il an a coitar de raíz, las nueva* leyes que era preciso formal'> y las picauciones y lefotnrias que debian adaptaise en U observan- cia de las antiguas: y no obstante, aquel sabio y telirioso Con- grego que conocía cuan vano-, son Lo> proyectos mas felices de los hom- bres sin la asistencia de Dios, invoca su sacrosanto nombre antes de to- do, e imploia su ayuda dicterio: ,,en el nombre de Dios todopodetoioí Y como puede confesarle ¡a existencia de Dios todopoderoso sin abi azaí la religión ctistiana; puei no hay pueblo alguno, sobre ¡atierra, que n° íeconozea un ser supremo autor de la natuialeza, de ahí es que se aña> de: ,, Faríre, Hijo y Espituu Santo- " palabras que no sí hubie- ran proferido, sino en una a:.amblea católica: palabia-* que envuelven la contestón mas c'ara y termíname del augusto misterio de la Trini- dad; y palabras que cuadraiian muy bien para encabezar tus actas » los padie* de un concilio. No nie detendré' en otres aiticu'os que por incidencia hablan de religión, ya previniendo que ,,se cele'cren mi-as de Espintu San- to" pan» proceder con acierto en las elccctonrs; ya que se cante uh solemne ,,Te De.im, ese cántico adnn ab'e en que prorrumpieron dos santos padres en ocasío.i que a:canx.«ba la Iglesia uno de sus ma- yores titanios; ya, en hn, prescribiendo la formu'a del juramento que deben hacer el Rey, el principe y los diputados, poniendo h» mano sobre los santos evangelios, di deiender y conservar la reli- gión catolka, apo-tolica romana, sin perrrniir otta alguna en el ictno, '' en lo cuál (coro uno ha ob.-eivad» muy bien) se ve re- conocido el deposito de la suprena ve.dad por que juian, y • presentado a la taz del mundo - cono la prenda mas augusta "f ságrala,, como el garante mas ttel de su obligación y ptonesa» Kome detendré', repito, por que es'a llamando toda mi aten- ción el aiticulo 12 qii; expresa ne ne. habla de la Te'.ifiori, cny> temor e-. ¿.-.te: ,, I^a re'.igtoi de la Nación española es y teta perpetuamente la católica, a jo>t->lLa, romana, únicá vetda- "deta. La nació». la* prc:e¿e.- po» leyes stil.ias y justa*,, y ptobf*li 1 • • ¿ ^ "e el ejercicio de cualquíeta otra. a \ Se puede decir mas «n ^u pocas palabras ? j No es digno este articulo de que lo •tta.izemos con la brevedad posible \ ii La relipion de la nación española es la católica, aposto'ica, 'oanana. [Ley sabia, confesión c'ara, y proicsta la mas ío- l'aine para acallar la locuaz y veneno**. mordacidad ¡ Pero í"e i la nación española profesará únicamente por unos cuantos *>as esa religión que acaba de adoptar ? No: ni peinarlo; por- 1"e no solo " es por ahora la que abraza, sino que tam- bién lo " será ,, en lo venidero. Y ¡¡ qne tiempo se sciala pn- ra ese culto? ¿ Será por ventura el de uno, diez, veinte o mas arios i Tami.ocn. I¿a Nación nunca se apartará de VI, lo pióte— "ara }) peipettiamente " por siempre jamas; y sí el mundo du- rara eternamente y estuvieia en manos del congreso, suhrevi- Vli° y diciar leyes a las generaciones futura*, é-^ta seria la u- nica que no permitiría alterar, la única cuyas ínt'tacciones no perdonaría jamas Y £ por qué sr decidirían las Gottes con lauto ardor y t.rmeza por la religión católica ? j por qu» \ Por que conocían, poique estaban imimainente peisuadulas de que *'a la ,, única verdadeia. Se ha visto que muchos gobierno* presenben al pueblo tal o tal culto por razones de pura po 1- ftca: por no cho.ar con la^ s'ipeiiliciones del vulgo: por que es- ta o aquella secta se avienen mejor cpn ta! forma de gobierno; pero las coi re» presciuden de todas estas cou-ider*ciones, y dicen a los Españoles : ,, he aquí !a religión que debéis ohseivaf ahora y siempre. Vuestros padies no coiiocieion otra, y vo-o— «os os hallai» contentos con ella: sin embaígp, ni su antigüedad en el reino, ni el condescender co.n vuestro fcusiq no-, ha m- vido a mandarla obsetvar» sino el intino convencimiento que te- nemos de ser la tínica veidad.-n. Svemo* q:'e ha habida y llay muchos es'ados bien gobernados, sil embargo de- que han desechado, o no lian admitido en toja su extensión la ley . de Jesucristo; y como vuestra prosperidad civil es el fin principal que nos hemos propuesto, podíamos haber permitido en el reí—, no otro cu''o que no fuese el católico: no obstante este es el que piecisamenre o-> prescribimos, por que es el újico verdadero. RfcsOTrus que dc-eanios conservar íntacia su p'.ueza, lo piotege- límo; por leyes sabias y ju»tas, y o, prohibimos severamente, el. ejercicio de cualquiera otro; de suelte que la menot nanspicsion *ii e! particular, sei a castigada con todo el rigor de la ley No O* dejeis alucinar de esos libertino» que se burlan de lo mas san-» rtó y ^ene able; ni deis jamas entTada a las máximas impía» qu* ti- ::aua;!a:utii!í forman el principal méiiio de .mucho* I i broa ce-->, le'btes. Ri'Vti'iis mate ia¿ teu.'.ia luga' aLjipia^ vez .la toleran»-.;*; pé.o e,i mateiiV de íe'ígnn iamas, sino que se aplícala el casti-» £0' ure nUibíe.neate: í Io> lelracianos »V6 Esta es la g-enmna y natural interpretación qrre cualquier «maute de la verdad dará al articulo 12, si Jo examina ton o¡o* imparciales. Y j todavía se pene en cuestión la ieiirioJdad d* nuestro código ? j No le perece a vd. qie ¡os que lo calumnian dan muy pocas ideas, no ja de su saber, que no se necesi- ta mucho para palpar unas verdades de vulto, iiuo d,e sil hombría de bien y de su zelo por 3a caura de Dios, de ua de muchos muy singulares "que no admiten interpretación, y en- tre ellos no puedo menos de indicar uno tan memorable como» io será el nombre del Ilustrisimo si', dr. don Amonio Bci— posa y Jordán, Arzobispo electo de esta Diócesis, quien, entre? ©tros testimonios que dio de su patriotismo, mandó abrir un» medalla í sus expensas, queriendo eternizar coa un monumen- to qu« ■>• reserva pira los sucesos mas faustos de las Naciones, la «poca constitucional d« España. Ahora bien j se podrá decH" «in temeridad que los obispos, el clero, las comunidades religio- sas, en «na palabra, la Iglesia española hubiera uo solo guarda-, do un silencio criminal, sino prodigado aplausos y protestad» que la continuación era favorable al evangelio, si la hubiese ha- llado contraria i «1 en su condecía í J No juzga vd. que en, «se casóse habría aumentado el catílojj d; lo> mírtiies? \ Cre vd» (pie el sr. íiergoia. habría tratado de perpetuar co.uo afortuna-•fe la memoria de una era qne d?bia haberse señalado con «arito y con sangre : Y no se no; cite el ejemplo de tal cual obispo declarado entonces refractario del codito, por que pon- dremos en el otro lado de la balanza la conducta de cerca de cien obispos nacionales, y veremos cual pesa mas. Tío nos cansemos, amigo; la Constitución es tan pareó» "la á la heregia, como el evangelio a! alcoráu de Mahoma. j Oja- 1* esos indignos favoritos, tan enemigos del Rey como de su ■Nación, no nos la hubieran arrancado de las manos .' Entonces des— conocería vd- el suelo que pisa, mirando tranformada su esterili- dad en abundancia, aumentada su población, reformadas sus costumbres, y lo que es ma?, el culto religioso purgado de las patiañfis y tabula* que lo desfiguran: pero por desgracia se supo sacar partido de nuestra sumisión y amor al Rey, ha» siéndonos retroceder de la florida senda de la prosperidad, pa- J'a guiarnos por otra llena de agudas y punzantes espinas. Pero aun esta calamidad redundó en honor y p'.oria de la Constitución: porque j se quiere mas tiempo que el cíe seis a~ios para que se hubiesen manifestado sus errores \ \ Que épo- ca mas apiopósito para ello que la pasada, eu que el mc'riro para los .premios y ascensos >e media í proporción del odio al sistema liberal ? j No era natural que los pastores de la Igle- sia, si antes habían sellado sus labios per motivos que r.o e* íacil adivinar, hubieran por fin alzado la voz y desengañado í sus incautos y seducidos rebaños í Y \ quí diremos del silencio del Papa, que no olvidándose de su grey aunque la ve espar- cida en las apaitacias regí mes del nuevo mundo, le dirige un breve en 30, de enero de 1816. exhortándola ¿ que sea fiel al Rey (como lo manda también la Constitución) sin tomar ai esta en boca para nada, corro lo hubiera hecho su Santidad si la hubiera caliiicado de antireligiosa f Amigo, la Constitución es santa y pura, y no teme co- mo vd. ha visto la exactitud de las pruebas. Abrazémosla sin- ceramente, observemos escrupulosamente sus leyes y veta vd. co- mo sus obras lo acreditan. Quiera Dios que lo que he dicho lo deje satisfecho, y capaz de satisfacer á los que la com- baten, Aseguro á vd. que la conducta ele estos me llena de gynaigura y de dolor, pues siendo algunos de ellos eclesiásti- cos puerto; en dignidad, tienen mucho ascendiente sobre la o- pinion pública. Muchoi equivocando el origen de -la* cosas obra- Jan asi, ofendidos de que en este o aquel papel producido por el calor y el entusiasmo no se les haya tratado con el de- coro debido; pero debían reflexionar que e^os no son partos cí« el go!.terna,j; que si éste ha. toai?.'ií> algunas providencias, diri- gidas á Tawnofar ' el nlimero de los reculares, esto no había si-do íino después de conocer que a'si lo exíj»? el bien «-eneta! dé' estado, at que no cteo anrepondi áíi lo? TeU»io->os A si'iyo paf- ticu'ai; y que aun en tale, pro vi .'encías • no se hl&teian1 «N* tcducido con mas suavidad y tiento que el gobiíin". i JNIí extendí en esta tarta mas de lo que pensara; poiqi* aunq-ie el asunto en e! fondo no me da ninrun .cuidado, *»» Jo dan, y bastante, y me sacan fuera de mi los S.,!'or.-> Tc'.e- siásíic s que indmcun ente trabajan en dividiT la opinión» Conozco muy hdtía y té hasta que piado se extiende el respe- to y veneración debida á los mii-isitcs del Santuaro ; peí o \ «*•* tro he de aprabar la conducta de los que desmintiendo aquel sajriado catacter, andan a'armando las conciencias con ^a pecie de que la OtnstituciOM rs opílela a !a leyi del Erante* lio ? Yo lio puedo conettir que sm estremecerse hayan medí- lado bií-n lo que dicen, ni el honores» infuio qué puede tener «fa proposición: pcicue este es el nodo iras adecuado deque •sin pen-arlo nos lleven al piecipicio, haciendo o 'ioso el ea^rado minisfeiio que profesan, y n.inando sin conocerlo el edi- ficio suniit,} de la religión Vd. hace bien en manejarse con prudencia, piesnmtaiido y concitando sus duda-*, sin abrazar ciegamente lo que oye, tolo po que el que lo dice viste el rra?e eclesiástico, y acordándose de que el habito no hace al nionge. Es muy oportuna la re^exion de vd, sobre él abmrdo que se srguiiia de suponer en la Coisti'uciou esa contrariedad con le* principios de la fe; pues efectivamente no puede esto cnncebii— je sin suponer también un cisma actual en la Iglesia de Espá— fia, habiéndola jurado toda la ISacion á la cabeza de- sus paf— 101 es y de su Bey: mas por fortuna no hay rada de e-o. Los españoles sou tan catoücos