DE LOS TRIUNFOS ESPAÑOLES. IVXucho debe gloriarse la España de ser imitadora de las máximas santas de sus ma- yores: se reproduxéron aquellos dias feli- ces en que los triunfos no ya se sucedían, sino que se acompañaban multiplicados» La antigüedad sabia instruyó á nuestros padres, que el Dios de las batallas manda á la vic- toria en favor de sus verdaderos invocado- res : de este modo fue la nación de los Ca- tólicos destructora de exércitos numerosos, haciéndose demostrable á un talento juicio- so la mano Omnipotente, que obra in visible - y clara en sus efectos. Nunca pueden lison- jearse los franceses de haber visto aun des- de muy lejos algunas de estas señales, que critican tan impíos como atreVidos igno- rantes. Asignen entre sus decantadas victoria* una que no haya comprado la traición, el engaño en sus proclamas, ó la impropor- cionada superioridad en el número de com-batientes: señalen los triunfos, que han sa- cado de los visónos exércitos españoles, que á excepción de algunos veteranos , se hallan en los primeros rudimentos militares. An- dalucía sola ha levantado su nombre sobre el mayor heroísmo. Aragoneses, es indu- bitable vuestra gloria, vosotros habéis bo- llado esas huestes orgullosas, y tres veces i habéis puesto los pies sobre las cervices de los soberbios : convenimos con vosotros en que esa patrona Santísima ha extendido su mano, para honrar la ciudad de sus deli- cias. Valencianos esforzados, ¿quién os pr*. vará de los laureles, que harán, inmortal vuestra fama? Castigasteis animosos los que se acercaban imprudentes á la capital de un reyno poderoso, y que prefiere el honor á la vida. María ha sido la defensora augus- ta que invocasteis, y acudió poderosa á lo$ males de su pueblo. Catalanes intrépidos,, nobles Asturianos, Castellanos oprimidos* Gallegos valerosos, vuestro espíritu guerre- ro , que ha sido el terror de las naciones, y el espanto de la Francia tiene consterna- da y temerosa á esa infame opresora* vues- tras victorias nos honran: nos consuela vues-* tro patriotismo : iodos somos un .pueblo: una Religión nos *une : un mismo juramen- to nos liga á defender con la sangre el ho- nor de Dios y el del Monarca mas amado. Reparad, pues, una emulación placen- tera ofrece Andalucía á los ojos del univer^ so: 20.120 soldados, resto de mayor nú- mero, que habia pagado con la muerte la osa- da temeridad de visitar estas riberas, se ven batidos por nuestras tropas: la disposición de ellas, la pericia de sus Generales, y el fuego nativo del soldado son una escuela, que no han cursado los dominadores de la Europa : acostumbrados á victorear con el engaño, apenas ponen en practica sus artes fraudulentas, hostilizando Bedel! la van- guardia, que espera la capitulación de Du+- pont, acometen los hijos del esfuerzo: rom- pen las filas de los pérfidos detestables: gi- me la tierra, bascosa con la sangre de 3400 franceses: se organiza el exército con nue- va posición ventajosa, y cae desmayada to- da la, confianza de Bonaparte. Ya los Generales, en otro tiempo alti- vos, entregan las armas pavorosos. i'6.jr2£ franceses ceden á la fuerza jr al\valor. No ha escapado uno de los que pisaron el r.!of) z>b í . a\ sut El orgulloso Dupont, A pesar de su fiereza, Ha doblado la cabeza A la Española Nación: Su táctica y prevención Ha fallado en este año, No preveyendo su daño Del terreno que le enseña Que tropezando en LAPEÑA Iba á dar en un CASTAÑO. EN CÁDIZ: Por Don Nicolás Gómez de Requena , Im- presor del Gobierno , Plazuela de las Tablas. Año 1808.