V REFLEXION ES DE UN VERDADERO ESPAÑOL SOBRE EL MANIFIESTO DE LA JUNTA DE SEVILLA DE TRES DE ESTE MES, QUE TRATA ACERCA DE LA ORGANIZACION DEL PODER SUPREMO DE LA NACION. X-^A. urgencia é interés de la materia no me permiten parar 'a atención en todas las qüestiones que propone el citado manifies- to , va porque no todas merecen tal nombre, y ya porque la na- ción «n general está de acuerdo en que no hay necesidad , y qu* no es tiempo de hablar de la succesion del rey no, que es la prjn mera qüesíion de que trata el manifiesto. Tampoco hay quien se detenga en la segunda qüestion , á saber : 6Í conviene , y si es necesario del todo crear un gobierno supremo que reúna la au - toridad soberana de todas las provincias Ínterin sea restituid? al trono nuestro Rey y Sejjgpjff. JEernando vil. No hay duda que conviene , y que es absolilutrnente necesario , y ¿areto, ticia.de Fernando iriun fe en «1 rey no mismo del despotismo -y que libre su inocencia , y' acaso el mundo todo , del monstruo enemigo del genero humano , se nos restituya á nuestro legitifn¿> Soberanp, ó á lo menos mientras que el Consejo supremo de ret geacia jqzga oportuna £> necesaria la convocación .de .Id? W>Vt|u>]6 que los legítimos representante» tas pidan, par* !a: quites en esta ocasión podría darse voto a las capitales de la* provincia» que no le tienen. Lo que sí me ha llamado la atención, y ha excitado mi pa- triotismo para tomar la pluma, mientras que otras mas felices ilustran, si es necesario , la justicia de mi pensamiento , y lo que interesa a la Patria y al Rey , es la qüestion practica que por último propone el manifiesto de Sevilla, y la que nos acerca mas al establecimiento de la regencia. ¿Quién , se dice , crea este gobierno civil supremo ? La na- ción , no las Juntas provinciales ; porque estas no tendrán por justo que la mayor parte del reyno , por lo mismo que no ha po- dido formar juntas hasta ahora , y que no tenían las tropas de linca, del Rey en sus recintos para contener y echar á los vánda- los, sino sobre sus pueblos mas de cien mil bayonetas enemigas, sean despojadas del derecho de contribuir á elección tan gravey y" que ha de decidir de la suerte de toda la nación. Esta la hace, Ír muy pronto , y muy fácilmente , si las provincias continúan, o que no dudo en su patriotismo, y si los beneméritos individuos' de las juntas provinciales no tienen pretensiones ambiciosas , y en que se descubra, por mas velos con que quieran ocultarse, que no han trabajado solo por la felicidad de su Patria , por su Rey, y por su Religión, sino que al mismo tiempo han alimen- tado algunas miras menos puras, aunque por otra parte, y par» después sean muy justas. No nos paremos ahora en la conducta del Consejo de Castíllla, poco sabida en las provincias , ni en sus grandes facultades, que no pueden desconocerse sin descubrir una ignorancia culpable, ni ponerse en disputa sin temeridad , y sin exponer á la nación a «na anarquía lastimosa, que evitarán todos como buenos espa- ñoles, y amigos verdaderos de su Rey. No trato de su apología. No habrá tenido el valor de prestar treinta gargantas inútilmen- te á las espadas de los tiranos, que las tenían poco suspendidas sobre ellas , antes que subscribir á ciertas formulas con que iban engañando la ferocidad de los monstruos , por contener las fu- nestas consecuencias que amenazaban á la capital del reyno, a tan grande pueblo, y á la Real familia. Pero bien sé que no es la conducta del Consejo la que se ha pintado en los papeles de las provincias, escritos mas con el zelo acendrado del patriotis- 9 mo , y del sentimiento al ver los resultados dé Madrid , que con la exactitud de los por menores de las gloriosas resistencias del Consejo, y de su ilustre Decano, en circunstancias tan peligrosas y críticas en que no ha estado ninguna de las provincias , ni al- guno de los xefi-s civiles de la nación , sin mas espada que ln lengua que sostenía la santa verdad , ni mas defensa que la de- licada toga, delante del bárbaro é insolente Murat , y de sits in- decentes, \ ero feroces satélites. ¿Preguntarles a ellos mismos por la conducta del Sr. D. Arias Mon, y del Consejo en general ? Mas suspended un poco vuestro juicio, esperad y veréis con au- tenticidad que si en vuestro concepto no ha sido el Consejo un Cuerpo de Catones, en aquellos lances en que solo han peligrado sus cabezas, ha merecido mucho de la patria. Es muy fácil equivocarse sobre la opinión de los hombres en tales crisis. Sevi- lla misma nos ha dado una.prueba bien clara de quan suscepti- bles somos de equivocación quando se trata de las virtudes mo- rales y políticas de un sugeto. Uno de los individuos de la Jun-> ta, y aun de los nombrados en comisión para venir á Madrid, si fuese cierta la voz que aqui ha con ido es , ó ha sido hasta ahora, el que fuo intimo amigo del abominable Godoy , y toda la na- ción sabe que á tal amistad debe el puesto que ocupa en Sevilla, y por Consecuencia sentarse en la Junta de patriotas ; cosa que ha llenado de admiración , por lo menos, á todo Madrid. Quiere esto decir, que sin embargo de su antigua, pestífera amistad, él habrá dado pruehas tales á Sevilla y á los Sres. de la Junta, qué no han encontrado motivos para desconfiar de su patriotis- mo ; y que la opinión de Madrid en el día en quanto á dicho Señor por falta de datos próximos y exSctos, es equivocada. ¿ Por qué no puede suceder lo mismo respecto de la opinión que las provincias han formado del Consejo, y de otros cuerpos de Madrid? No lo digo por temor ni porque en mi ha va nada que disimular, pues que me he sabido conservar puro a costa de compromisos y peligros. Mas volviendo al asunto que mas interesa, si hay una elec- ción/que hacer, que no puede menos di reunir los votos de la nación entera, indicadla, y veréis que es ociosa la pregunta y la qüestion acerca del poder que ha de crear el supremo Consejo de regencia. Indicad los sugetos que tienen justamente la opinión publica, por su carácter, su sabiduría, su providad, «u.instruc. icion , y practica en%el gobierno, adquirida en los puestos que dig- namente han ocupado cerca de los Reyes; y veréis que el Consejo, las ciudades de voto en cortes , las provincias , y en fin la nación cutera los elige , aprobando la indicación generosa, imparci.il y patriótica , y colmando de bendiciones á quantos podéis y debéis tener parte en la elección. Pronunciad los dignos nombres de Floridablanca, Saavedra y Jovellanos, y la elección está hecha, v tan conforme á la voluntad general de la nación , que si fuera posible formar en pocos dias una asamblea en que votasen todos los individuos de la nación, acaso seria tan prodigiosa como uná- nime la conformidad. Los dos primeros son Presidentes de dos de las supremas Juntas, sobre Iris demás titulos y circunstancias que les adornan, y ei tercero en vez de esa qualidad , tiene la de haber acrisolado por el padecer de tantos años un carácter severo y justo, habiendo triunfado entre las prisiones y los horrores, del poder del iniquo y abominable Godoy ; y ha despreciado , desde Jadraque, donde se halla a quince leguas de Madrid , las ofertas y llamamientos qiw; ¡le hicieron , y el Ministerio que le dieron los infames ministros dé Josef, que tan vilmente han vendido á la pa- tria. ( Qué teadtia» que decir de tal elección Sevilla, Valencia,. Murcia y Asturias? «¡ Qtiál no dsveria ser su regocijo al ver á los. tres hombrea grandes que 4ian producido , colona tos en la Supre- ma Autoridad ^ra «ri picar del todo los últimos restos de su ¡vida en la gloriosa e&irfiesa de saUar la patria , v á lo menos echar los cimientos sólidos de la felicidad de la nació.»? (t¥ qué diría la Es- paña toda al vtsr «MÍ elección que haria justicia á los tres Ministros que fueron tifáticamente arrojados durnu puestos, porquehicieron fíente á los progresos del afutrdiaXxodoy . ¡nrevie ido sin du la los mates que en el fita ha-causado a la «spaña? ¿ Y qué médicos ma» á propósito para curarlos que a>piéllos mismos que tan al prin- cipio conocieron la enfermedad y sus sintonías , y los reaieiios que había que oponerla? No os"esto.decir , que si en. U nación hay ó en las Juntas de las provincias se hubiese m vstra,io aiguo talento rafo -k grarfds, y abaran hímbr-ede tal ins.trucnion que mere-zc*. sentarse al lado ée *kw -tres citados Señores, y que pué* da influir en el bien público, no sea también «kgido. liso ]to- dián saberlo v d«cirlo mejorías mismas Juntas , ó sus Síes. P.-e-» «¡d*ntes , porque yo bien sé que hay hombres einiue.iüjs en los mas ok»cuffa*-y*rt*n»4o* triucouc*, pero como 4u> -uü .tip .pú-blic^ 5 •u opinión, no es la misma la confianza de la ración: ni y 9 trato de agraviar á los demás grandes hombres que positivamente hay en España : ni quiero que su obscuridad nos robe el bien que pueden proporcionamos; antes me parece que debe añadir-' se a los dichos el Sr. D. Pedro Cevaüos, ya benemérito de nuestro Fernando vil, y mas benemérito de la nación desde que ha ido á Bayona, jornada tan gloriosa para dicho Señor ; y asi- mismo son públicos y bien notorios los méritos, el.zelo y patrio- tismo de los RIt. Obispos de Santander y de Orense, y del Sr. Valdés, quienes igualmente, ó alguno de ellos, pudiera compre- henderse en la elección. También debe haber en la Junta suprema1 de regencia para los asuntos militares un general de marina y otro de tierre. Un Alava ó un Escaño, que ocupan los primeros lugares en la marina y en el Consejo que sr; llamaba Almirantazgo, y un Castaños 6 un Cuesta, tomando el que quedare el mando como Generalísimo de las armas españolas. Vé aquí formado el Consejo de regencia tan prudentemente y tan pronto, que nos sacaba desde luego de los grandes apuros en que se encuentra la España, y en que parece se hallan embarazadas las Juntas, quarido yo creía que estaban de acuerdo en que nada hay mas acertado , expédito ni favorable á la nación, que nombrar á los sugetos que dexo indicados; tomándome este arbitrio solo con' el fin de ver si se puede» allanar las dificultades, que acaso opo- nen el honor y miramiento de los mismos que deben 6er elegidos; porque á veces todos conocen lo que debe hacerse, y no se hace porque no hay uno que venciendo, dificultades y etiquetas lo hace por sí, ó lleva de la mano á quien puede o debe ha-, cerlo. La presidencia en el Eminentísimo Cardenal Arzobispo de Toledo me parece que evitaba toda etiqueta, y que no produ- cía recelo ninguno paralo sucesivo délos que, puesta en otra, persona, deberían precaverse (¿ualquiera que sea el elegido para Presidente, debería serlo con la condición precisa de que ni & empleo, ni á decreto alguno se dé , ni tenga curso ni observan- cia sin acompañara-la firma del Presidente la de los tres Señores mas antiguos del Consejo de regencia. Todas las Reales cédulas v • .revenciones deberían ser encabezadas de este ú otro modo equivalente: D. Fernán:! > . por la arada de Dios y la voluntad dü sus reyiws y señoríos bien manifestada, Bey , fcc., y en su6 Real nombre el Presidente y Consejo de la regencia general del ret/no , 8$c. i En que lugar deberá residir ? Esta es otra de las dificulta- des y qüestiones propuestas en el citado manifiesto de la Junta de Sevilla ; bien que me parece , que no se habria detenido en" esto su prudencia y desinterés, si a la fecha de dicho mani- fiesto hubiera sabido la salida precipitada que los vándalos hi- cieron de Madrid con todas las señales de no quedarles esperan- zas de conquistar la España, ni pensamiento de que sus fuerzas puedan otra vez-ocupar la capital. Sin embargo diré alguna cosa sobre dicha qüestion. La solución y respuesta mas natural et, que donde residiría hoy el Rey, y donde debería residir si estuviese en España, allí debe fizarse la regencia que le ha de representar. Aun quaqdo se hubiese retirado á una provincia du- rante la ocupación de la capital por los vándalos franceses, es na- tural y aun necesario, que la fuerza misma del estado de los asun- tos politicos y militares le hubiera restituido ya á Madrid Por lo mismo que han padecido tanto la capital y las Castillas sin po- derse defender : que todo lo han dexado esos malvados en con- fusión y desorden: que era urgente y de la primera atención organizar el gobierno, la policía de Madrid, y los preparativos militares de las Castillas para ayudar y empeñarse en la causa común con las demás provincias, y con sus hermanos, parece que el Rey era mas necesario que nunca en la capital, y que no habria dexado de acudir con su Real presencia á la parte mas débil y perdida de su Monarquía. Sigúese, pues , que el Conse- jo de regencia nunca es mas necesario en la capital que en las circunstancias actuales, prescindiendo de que por ser la corte del Rey corresponde en ella la residencia del Supremo poder de la nación, mientras que por la autoridad legitima y con causas justas y necesarias no se hiciese una novedad, que llevaría con-, sigo tantas otras, y de una transcendencia bien conocida y notoria. Ademas de estas razones hay las principales, que deben prefe- rirse a todas las otras ; á saber, el exigirlo asi el mejor orden y gobierno de la monarquía, y el mejor y mas pronto servicio de la causa pública. Desde Madrid, como colocada en el centro, se comunican las ordenes de la autoridad suprema á todas las, provincias y á los puntos interesantes con mas facilidad y pron- titud que desde qualquiera de ellas. En Madrid hay para este establecimientos que deberían seguir al Consejo de regencia., como necesarios unos á su servicio y dignidad, y como insepa- rables otros de la residencia de la suprema potestad. Las Direc- ciones generales de postas y correos : las Secretarias de estado y del despacho : las Tesorerías y caxas principales, con la mul- titud asombrosa de los papeles precisos para dar curso a los gravísimos negocios pendientes ; y á este tenor otras muchas di- ficultades que se presentan, sin entrar en las prerogativas del Consejo de Castilla , que es el Consejo del Rey¿ y de los Alcal- des de la casa y corte del Rey. Los exércitos cjue van para la frontera dé Francia tendrán mas pronta comunicación con la autoridad suprema , mas á tiempo las órdenes, las noticias y los auxilios desde Madrid, que desde Sevilla, Ciudad-Real y Almagro, y mas que desde qualquiera de las otras provincias meridionales. Por otra parte, la corte en el dia está libre de ser ocupada por los enemigos, porque ni la retirada podrá $er al centro, ni el corto numero de los fui agidos franceses que salieron de ella puede atacar en retirada á ios valientes exércitos que se interponen, ni encontra- rían la capital tan indefensa como la perfidia y la mas horrible de las traiciones se la entregó el dia 23 de marzo. Y quando se quiera precaver todo acontecimiento funesto , aunque remoto, no es dable que los enemigos ocuparan otra vez la capital en tan poco tiempo ¿ como el que necesitarían los individuos del supremo Consejo de regencia y sus familias para salir de Ma- drid, y retirarse á la Maucha y á la Andalucía en caso necesa- rio. Finalmente, la razón de evitar todo motivo de rivalidad y de quexa en las provincias seria bastante causa, á falta de mu- chas de las ya dichas, para establecer la regencia en Madrid. Asturias declaró la guerra a la Francia, envió diputados á Lon- dres, levantó exército, y manifestó su acreditado patriotismo. Gal icia también organizó un exército y le envió á ayudar á la causa común, y prescindo ahora de las razones de no haber apro- vechado dichas fuerzas para los importantes fines que todos esperábamos conseguir : esto requiere otros datos y noticias para juzgar , y no es de mi objeto. Valencia ha vencido á los vándalos con una multitud de heroyeas hazañas. Cataluña nos esta dando las pruebas de su patriotismo , venciendo exércitos , y sitiando plazas y fortalezas. Extremadura con sus hazañas en Portugal8 .... ■■•■» quiere borrar hasta de la memoria de los hombres , que allí nació el traidor y alevoso Godoy. Araron llama la atención general, y su gloriosa defensa tendrá atónita á la Europa, y aterrado al vil y perjuro Bonaparte, xefe de los vandidos. Y tú, amado amigo mió, tu glorioso joven Palafox , permite á la amistad con esta ocasión, que ensalce tu heroísmo, tu constan- cia v tu patriotismo. Tú has enseñado á los franceses, que no tolo Bonaparte mandaba cxéreitos y conseguia triunfos á edad tan temprana : les has hecho aprender también que un joven y lozano español sabe vencerle defendiendo una ciudad desprovista v abierta, y vencerle en heroísmo, despreciando con igual fir- meza sus ¡Tomasas que sus amenazas y su poder. Sevilla ha he- cho los grandes é importantísimos servicios á la defensa de las Andalucías y á la causa común que refiere en el manifiesto, y que la nación toda recompensa con el agradecimiento, y con los sentimientos mas enérgicos y expresivos hácia los pa- triotas que tanto bien han hecho y h:m dirigido. Pero ninguna provincia deseará de estar justamente persua- dida de que ha contribuido á la causa común quanto la ha sido posible, y si cabe'cn el patriotismo de todas, no dexaria alguna acaso de sentir que se diese mas valor a. los servicios de otras, y mas preferencia y consideración. No sucede asi res- pecto de Madrid , que por lo mism') que hasta ahora no ha po- dido contribuir á la causa pública sino con la señal de valor y odio hácia los franceses que dió el desventurado y aciago dos de mayo , no dá motivo íi qué se hable d<: preferencia de servicios, sino que todas conocerán q'fte en Madrid se establece la autoridad suprema, porque aqui residía, porque aquí cor- ponde, y aqui conviene mas que en otra parte. Madrid no ha perdido sus derechos ni sus prerogativas por haber sido so- juzgada V oprimida traidorámente por los vándalos , asi como mida han perdido de sus derechos ni debido perder los pue- blos de Castilla, los de la Mancha, ni tampoco los déla An- dalucía mi>ma como B.iilea , Andujar y Córdova. ¿ Qukl es-y será la autoridad del gobierno civil supremo'-? Pa- rece indudable que la misma que Lis leve* fundamrmfále'* de Es- paña dan a 'M !rj',í!i-mu« Soberanos. T,a dé un Réy-'juMivy b" íc- tico, sin salir'de la con^titucimi. 81 ha de re, Wiem.-ir verdade- ramente al R;v,c« necesario que teiga v! poder-de! Rey. I SÍ soosistencta y *ohtino*ci«Wi de las Juntas Supremas de la» provincias que se insinúa en dicho manifiesto , no roe parecer fundada en razón, ni arreglada h las leyes y sistema de gobier- no admitido en la nación. Convengo en que en estas Juntas ha Hesioiao el poder de la roucheídurobre durante la crisis que cau* eó é hizo necesaria y justa su formación ; pero supuesta la Su- prema Autoridad establecida en el Consejo ó Junta de regencia de que se trata, no puede ya residir el poder del pueblo en las Juntas provinciales, porque entonces se formaría, no un gobier- no, sino uo monstruo con muchas cabezas. O el poder que !*• muchedumbre ha dado á las respectivas Juntas en la crisis lo pasamos ahora i una cabeza ó no : si lo primero, no reside ya en las Juntas, sitio en la cabeza formada con las porciones de ese poder que allí van kA remitirse- pfra la fuerza del cuerpo» entero de la nación; y si lo segundo, la cabeza no podrá for- marse tino-de ayre, porque nada sólido la damos. Es la perma- nencia de las Juntas una novedad que desconocen las leyes, y que alteran el sistema adoptado en quanto á las autoridades es- tablecidas. Si el Rey estuviese en España, y no se hubiese ace- rado la actual constitución política, ¿podría proponerse tal per- manencia, y menos después de haberse alejado, y aun cesado en las provincias la causa que justificó la formación de las Juntas? Pues si el poder de la Junta ha de ser el poder del Soberano, no deberán existir mas autoridades que las mismas que el So- berano permitiría , las mismas que las-leyes, usos y costumbres del reyno han establecido. No son despreciables a la verdad los objetos indicados en el manifiesto, de atender á la dicha de lo» pueblos por medio de un gobierno justo, y de velar en la con» servacíon y defensa de los derechos de cada uno. Pero el que- rer que eso se verifique por medio de las Juntas, es hacer siem- pre y en todo caso una novedad en la constitución , antes de que llegue el tiempo de que se altere ó modifique, si es nece- sario. Para el buen gobierno conocen la constitución y las leyes- los magistrados inferiores y los tribunales superiores; y para la defensa de los derechos de los pueblos conocen , ademas de los procuradores que los mismos se eligen, los diputados especiales que para los asuntos mas graves é interesantes envían con las instrucciones correspondientes. Eóte es el orden, y tste ea i» 10 que parece que por ahora exigen la unión je las provincia*, el bien general del rey no, y la causa de la nación, y de nuestro amado y desgraciado Fernando: poner quien le represente, y cjcerza su poder supremo en beneficio d ■ todos sus vasallos: se- guir el orden primitivo sin mas novedad : dexar al tiempo, á la experiencia, y á la prudencia las novedades que acaso exigirá en el sistema general la felicidad de la nación, y para un tiempo mas tranquilo en que el mismo Fernando VII contribuya á las felices reformas, si es que antes no fuesen muy necesarias ó muy ur- gentes : he aqui ei plan que yo seguiría. No es decir , que si ocu- pa., algunos puestos hombres ineptos , malvados ó sospechosos con fundamentos a la nación de traidores , ó malos patriota», continúen haciendo tantos males y perjuicios en la administra- ción publica. Estas son nt-formas del día , y tan esenciales, que sin ellas todas las miras, los trabajos y las providencias del Go- bienio Supremo, ó quedarán del todo inútiles, ó no producirán los efe&os á que se dirijan. La execucion fiel y exacta es tan necesaria como la justicia de las ordenes ó decretos que han 0a executarse. Por este solo motivo no me declararía contra la per- manencia de Ids Juntas provinciales , si no conociera que la execucion pierde mucho de su a&ividad y de sus buenos efectos en todo cuerpo . y mas si es numeroso. La nación, las Juntas provinciales, y sus comisionados, da- rán á estas reflexiones la estimación á que las crean acreedoras; y 70 en todo caso quedo tranquilo con haber dicho lo que pienso acerca de las principales qUestiones propuestas en el manifiesto de la Junta de Sevilla , porque estoy bien seguro que ni la am* bicion , ni el orgullo, ni el deseo de lucir, ni otra de esas pe- qut-ñas pasiones ha guiado mi pluma , sino el deseo del bien de mi patria, y la inclinación que por causas particulares tengo á nuestro Soberano Fernando VII , sobre el amor propio de todo buen español. Madrid 19 de Agosto de i8o8.==M. D. Reimpreso en Sueños* Aires, En la Imprenta de Niños Llxpósito$t eñe de 1808,