f 24 ) tesoro por loque respecta a dicha emisión ospresa que en su th-be rata smlnla to- da Ta cantidad mandada emitir; p< ro desde «p:e en los libros de 1;i contaduría, general ests, sentada ta introducción cu el tesoro de toda la emisión do billetes, y aun cuando no lo estubiese, desde que el contador declarase haberse recibido en el tesoro, ningún cargo de retención puedo detlucirse contra roí. Y esto ea tan legal, y practico, que la responsabilidad del tewnw ío ha sido mi «dijeto ofender si persona alguna en esta esposicion, sí solo procurar con denuedo mi «!■ fcnsa. Desde el principio procuré hácr uso de la moderación, y tan noble idea no ha si do* perdida «le vista. Harto sensible me es se me haya precisado si hablar en público sobre un asunto tan deshonorante y odioso. Ojalá no tenga que volver a hablar msts de él. Buenos-Aires, Novicm- -bre 13 de 18S 2 HONORABLES CIUDADANOS CUERPO LEGISLATIVO SIE-MPUE fué un dia do consuelo para los pueblos que se alimentan con el influjo benéfico del sistema repi «sentat i vo, aquel en que sus F-egisladores aparecen en el augusto recinto «le la lev, asistidos con la elevación del saber y la esperieneia ú mejorar la condición de las sociedades contribuyendo a que se arraigue y florezca el germen ele las libertades constitucionales a la sombra del noble ejercicio de su delicada misión. Mas esta sensación no es tan conspicua en el placer que siente el P. E. al llenar el deber de felicitarcos en este momento, si contempláis que participando la Repúbli- ca déla misma fatalidad que ha entorpecido el reposo de las asociaciones ameri- canas, ella sigue todavía envuelta en la lucha en que la corrupción y la barbarie parecen haber desafiado á la civilización y la libertad para sofocarlas en sus des- varios ó para que los pueblos levanten erguidos el caduceo «le la ley, desde que en su favor trabajan unidas las luces del siglo con los derechos innatos de la>s sociedades, y la justicia terrible déla opinión con el silencioso murmullo de los oprimidos. VI separaoos de este recinto vosotros dejasteis amagada la tranquilidad del Estado y al P. E. empleando todos Jos recursos que le deparaba la justicia tle su causa y el Vuo pronunciado de la mayoría de la nación para prevenir las nuevas provo- caciones dé la anarquía que organizaba su poder, garantida en ese desgraciado éI ! inconcevible asilo que con tantos alhagos le presentaban las convulsiones doméa ticas de las posesiones vecinas del Imperio, á la vez, que alzando vuestra en. r , ca voz para imprimir en el animo do los pueblos la convicción de sus deberes i |a vista de los prócsimos peligros, el Gobierno enc ontraba en vuestra ilustrada coo- peración y en la que á porfía le ofrecían las mejores clases de la socidad, la esp ranza de ver en breve restablecidos los goces de esa independencia que i cuesta conservar ilesa. JNo bastaron las reiteradas y enérgicas reclauiaoiooes que el Ejecutivo hizo llegar al gabinete de la Regencia, para que los anarquistus prófugos de su patria deja- ran de permanecer armados, reunidos y tolerados por sus delegados en las fronte■ ras. Inerme la autoridad del Imperio á la distancia. d%I teatro de los suct- cuando traicionada ó mal obedecida, sus gefes cambiaban de divisa ó se moal han tan flébiles en la defensa de su causa, como impotentes en el cumplimiei de sus ordenes, el Ejecutino vió con pesar en el carácter de tales ctreunstanej el signo precursor de los nuevos males que iban á gravitar sobre la liepúbi considerando lo infructuoso de las disposiciones que en apoyo de aquella eosigen- eia, justificada por todos los principios del derecho y la razón, espidió del modo mas terminante y satisfactorio la eorte «leí Janeiro. í>esobedecida y oprimido el gefe de la provincia del Rio-Grande, el caudillo se vio amparado por todos loa que se consicji raban preponderantes en el partido de la revolución, perdiendo esl «lesde entonces el equilibrio en que se había mantenido á medida que aquel gana- ba una influencia reconocida en los negocios de la misma crisis, que empleada cs- clusivamente en el camino de sus aspiraciones, pudo mantener y dilatar la ina- pugnidad de sus manejos, hasta imponer respeto á sus incautos colaboradores f cobrarse una independencia positiva q$M le abría las puertas del territorio nacional para reanimaren él el fuego mal apagado do las discordias civiles, que no pu- dieron sofocarlo, ni los efectos de su espatriaciou, ni las lecciones del escarmiento y la clemencia. Estos actos, hicieron conocer al Gobierno que una nuevo invasión seria la conse- cuencia de ellos; y que era ya i indispensable elevar el Ejército á un pie do fuerza respetable que por si sola inspirase á los rebeldes y sus aliados la temeridad de sus asechanzas. El primer cuerpo de observación que debia operar activamente, y á cuj a cabeza se encontraba el ilustre magistrado de la República que al sentimiento "de los peli- gros que la «.«echaban no trepidó en participar con vuestra adquiesciencia de las fatigas de una rigurosa campaña, esperaba a la facción al frente de los puesii >s que élla mantenía en la linea de las fronteras, apoyado de otras fuerzas que esta- cionadas en previcion en puntos convenientes debían servir de reserva ó cooperar á su vez, cuando lo exijiesen las operaciones de una lucha, que rechazando las apli- caciones de los principios mas esenciales de una guerra regular, presenta, como todas las del misino origen, resultados repentinos que sorprenden los cálculos de lamas consumada experiencia, como las reflexiones del espíritu mas versado en el estudio, de sus accidentes y visicitudes La jornada del V ueutujá vin-> a con- firmar desgraciadamente este principio, y á exaltar de un modo saludable el pa- triotismo de los pueblos, hasta infundirles el cunveiiciuiieulo deque la inminencia de las desgracias que les deparaba esa contienda fratricida no les dejaba otra dis- yuntiva que la de soportar con la adyecta resignación de los vencidos todos los horrores de ra depredación y la luis^j^p^ó el de conjurarlos cou un esfuerzo pro- mi > —3—' porcionado á la indignación quo debía inspirarles la presencia «le un bando deci- dido á sostener un crimen por la reproducion de otros muchos. Numerosos ciuda- danos abandonando sus hosíares y familias corrieron á engrosar las filas del ejér- cito, conducidos por los veteranos de la independencia «pie fueron siempre el or- gullo de la patria, y animados por el zelo y exemplar actividad de todas las au- toridades civiles y mi litares del territorio que segundaron ron infa t igable constan- cia las disposiciones del Ejecutivo, que nada pudo ni debió economizar en tan aciagos momentos para robustecer el denuedo de los defensores de la ley, y opo- ner á la confianza del triunfo que acompañaba, la marcha «irgullosade los conjura- dos, un poder tan compacto como lo era el voto pronunciado de las masas, y el convencimiento de que los pueblos tienen también derecho» que defender, y espe- ranzas que conservar. Fué entonces que vió con placer el Ejecutivo que el Gobierno de una nación libre no puede sostenerse sino por el sentimiento que inspira el carácter do su naciona- lidad, y la persuasión general de que todos sus actos conducen al bien de la aso- ciación, haciendo nacer entre élla y los que la gobiernan ese espijit u «le noble emulación que dsi á las costumbres el efecto y la autoridad de bis leyes, único recurso capaz de reprimir las convulsiones que acechan ;\ su existencia. Sin recur- rir á metlios extraordinarios ni violentos, el Ejecutivo pudo extender su acción iiasta donde no alcanza jamas ni el poder por la ley ni la autoridad mas positiva, por que contra el desalecto de lo* pueblos no existe ningún medio de administración capase de conciliar la obediencia con la estabilidad de ese mismo poder. Si aquella jornada no correspondió á las esperanzas que se habían concebido, pocos días después, la de las márgenes del Yi, en donde la libertsid recibió en holo- causto el mas caro de los tributos con que la patria puede compensarle sus bene- ficios, salvó por segunda ya» 4 'a República. Mas la naturaleza déla posición que eligió el gefe de los rebeldes, las localidades del puis en general, la composición de su fuerza misma, unido todo al interés de no dividirse para conciliar su propia conservación, facilité/ ¿» aquel la ventaja de poder reunir en seguida una parte integrante de la fuerza dispersa, con la cual se diseminó por los Departamentos centrales que le presentaban un nuevo alimento á su rabia para reponer los que- brantos sufridos en el Vi, y para demostrar también, que sí allí la fortuna no le fué propicia, tampoco ella le privaba de la esperanza de volver á buscarla alguna vez Adoptando el sistema de prolongar las hostilidades con el propósito de evadirá to- do evento un encuentro decisivo el caudillo encontraba en las ventajas de la ini- ciativa la certidumbre de alcanzar por este modo la impunidad de sus correrías, y la de obligar al ejército nacional á fatigar concentrado sus medios de movilidad ó á buscar una feliz contingencia en la adopción de un plan de persecuciones parciales. Fué así, y al esfuerzo do una rápida maniobra que pudo aparecer repentinamente sobre el pueblo de Paisandú, donde se hallaba acantonado el tercer cuerpo del ejército, sosteniendo bizarramente, continuas hostilidades con algunos grupos que desde el principio de; la invasión se ocupaban «ie su asedio. AHI desarrolló el gefe de la revolución cuantos recursos pudo sugerirle la desespe- 1 ración y el terror para quebrantar la constancia con. . {ior el número «le nacimientos, y á los que le comunica en sentido opuesto, la toru idad de los fallecidos „• lo que si se agregan los datos q i< poseen los ar«:hivos pú- blicos sobre el número de individuos que afluyen anualim ute, «fesde el exterior y el «le los que salen del pais en igual períotlo. ellos obtendrán un completo cono cimiento, del movimiento general, de la población del Estado. l*ero la anarquía que por toilas partes deja vestigios «le c>t g ación y «lestrucciou. ha venido á paralizar el cumplimiento del decreto que estaoh « ia estos trabajos y los relativos á la estadística médica, tan fecundos en medidas de biguiene de una importancia incuestionable. Los trabajos públicos en general, han continuado lentamente y en proporción délos recursos que dejaban disponibles las preferentes atenciones «le la guerra. En es- te orden, la fabrica de varios templos ha adelantado visiblemente, y consagrádosc á los objectos del eulto, l«>s subsidios «pie ha si«lo posible dedicarle. Las obras policiales de la Capital, han hecho progresos notables, bajo la direcci. ti de un plan sistemado y uniforme, que so desarrolla de un modo progresivo, sobre la base do qu«j una ci ndud esencial mente mercantil reclama sin economías, la faciü d»d de sus coman icaviones, mayormente, cuando los capitales tienden á con ver- tirse en las construí ciones civiles y de ailorno, que tanto la han hermoseado en «ste último perúnto a medida «píese aleja su seguridad en las combinaciones de! comercjii, y que las oscilaciones de la confianza pública contienen el inovimien . to vivificador de su prosperidad. Ii*. Policia de los departamentos, hu lidiado con plausible constancia contra lo** —9 — abusos que emanan de la educación y las costumbres, mejorando la eOndicjon policial de los pueblos y defendiendo las garantías sociales hasta donde lo han permitido los tumultos de la anarquía. Combatiendo contra ella, los delegados políticos del P. E. han llenado del modo mas plausible su difícil y arriesgada mi- sión, manifestándose auxiliares infatigables en la ejecución de todas sus disposi- ciones En el zelo y defensa de sus respectivas jurisdicciones y también en el campo de batalla algunos" hun sido mártires de su lealtad y su denuedo, sellando con su sangre su adhesión á la ley y á sus deberes. Tales « iiuladanos son tan dignos de la gratitud «le la patria como deben ser duraderos los recuerdos de sus servicios é infortunios. Trasladando el Ejecutivo vuestra atención Alas relat iones políticas de la República con lt>s poderes estranjeros, lees satisfactorio an unciar«»s, que nada hay en ellas, que no justifique td sistema uniforme mantenido con moderación y dulzura, pero no ciertamente sin dignidad y carácter, para conservar la amistad tjuo felizmente ha existido con todos ellos. E>iliciles y trascendentales han »ido, ú la verdad, las discusiones diplomáticas, entretenidas en el último periodo con varios gabinetes amigos para «lefinir intereses ó esplicar sucesos que importaban no poco á la bue- na inteligencia común : pero siendo ella un objeto de la mas alta importancia para los Gobiernos <}ue trabajan porta prosperidad de sus pueblos, la prudencia V el interés nacional tpiiereu con preferencia la adopción de procederes honora- bles para no comprometerla por la simple aprehensión de un peligro lejano, ó pol- la tendencia mas ó menos amigable de las reciprocidades, toda vez que no se ha- llen de por medio los peligios del honor- Tales han sido los principios que haa guiado la conducta tlel Ejecutivo en esta linea. El Brasil agitado por ej espíritu «le insurrecion que desde 1034, empezó á cundir en sus dominios, y poseedor mas tarde de les elementos que habían fomentado la «le la Kepúbiica, formando reunidos un verdadero caos que amagaba mantener las hostilidades «le una continua insurrección en ambos territorios, creyó encontrar, no sin ra/.on. el remedio á los pcli<;roscomiine8en la proposición de un tratado dealian- za ofensiva y defensiva que haciendo callar las serias y prolongadas discusiones sus- citadas desde entonces sobre el ejercicio reciproco de la neutral idad, con virtiera A esta en una intervención armada, para trarautír con igualdad de sacrificios, cual- quiera que fuese la diversidad de circunstancias, el rí'gimen político ds uno y otro Estado. Mas aun cuando el Gobierno reconociese que sin arreglos preee«len- tes dos países limítrofes en la violencia de tales acontecimientos no pueden pres- cindir por su evidente interés de determinar la línea que divide la estension del derecho de asilo, de la que limita la facultad de recurrir á medidos preservativas cuando este se torna peligroso á su coman seguridarl. no por eso «lesconoció que la provisión «ie tales estipulaciones y de otras n que había si«lo invitado serian tan accesorias como insusistentes en tanto no quedasen ligadas ú la estabilidad de un tratado que resolviese .ante todo las cuestiones imlecisas del tlominio territorial, única base «le que dependería la discusión de todos sus arreglos internacionales El Ejecutivo hacía conocer á la Regencia la justicia y la oportunidad de las ecep. ciones interpuestas para terminar la negociación de tantos intereses reelegados indefinidamente cuando á la sazón volvían con nuevo vigor á renovarse las con mociones internas y se disponían los poderes antesbelítrerunles á entrar en el ajus- te de bis cuestiones difiuitivas que se dejaron pendientes en la convención preli- minar de lo¿8. La resolución pronuncióla de un modo inequívoco de que ese pacto—lo— trataría también de intereses escltisivamente propios á la República y la invita cíon hecha por el Gobierno del Imperio, para que ella ejerciese su intervención mi él, decidieron al Ejecutivo á constituir una misión residente en la corte del Jaaeyro para que desplegara sus poderes llegado el caso y diera vado á esos in» portante» arreglos Estos negocios uo ofrecen todavía materia para mayores observaciones, sino es las que nacen de la particular armonía con que siguen cultivándose las relacionen existentes entre los dos Gobiernos. Las que se sostienen eon el de Rueños Ayres, el tínico de los gabinetes a quien e^- necesario referirnos cuando se trata de la República Argentina, son las que deben existir entre pueblos que se acuerdan del origen común de donde emanan. Teme- rosa la Confederación de peligros mas remotos, pero no menos ciertos, si los suce sos de la rebelión pudieran alguna vez mantener su fatal preponderancia en nuestro suelo, ha hecho uso del derecho que segurame nte goza cada Estado d« estar á la mira de lo que pueda reclamar su propia defensa y decidir la cuestión de sús mismos peligros. Obrando en consonancia con este principio, élla ha pue> to en estado de defensa sus fronteras y vigilado las aguas del Uruguay, cooperan do de un modo pronunciado y con servicios verdaderamente muy recomendables. Con las naciones europeas han continuado nuestras inteligencia de un modo inal- terable. El comercio de la República con ellas es acogido de la manera m -.s ami- gable, sin otras ecepciones que las que puedan establecer nuestras relaciones po liticas con las que deseamos tratar en la clase de las mas favorecidas. La Inglaterra, en su calidad de un gran poder comercial y marítimo, no ha deseado ninguna otra condición que la de una igualdad perfecta con las naciones que pu< den hallarse en aquel caso. Inundada sobreesté principio la negociación del tratado de comercio, navegación y amistad propuesto por su Soberano, élla habría termi nado de un modo reciprocamente ventajoso, si aquella base tan acsequible contó justa, no hubiera traido aparejadas varias otras estipulaciones, que haciendo iluso- rio e! fundamento originaron las reformas intentadas en los protocolos de 1«35 El ministro negociador dé la República en la corte de Madrid entretuvo en Lon- dres algunas conferencias con el principal Secretario de S. AI. en los negocios ex- fr&ngeros para aclarar cualquiera inteligencia equivoca sobre el verdadero espíritu de aquellas, y aproximar la provisión del tratado relajando algunas modificaciones ó moderando otras cuya importancia no era ya vital por haberlas desriarurado las dilaciones mismas de este arreglo, ó porque asi lo exigían otras bien meditadas consideraciones. Renovadas las negociaciones al parecer bajo mejores auspicios porel Plenipotenciario del Rey en las Provincias Argentinas, tubo el Gobierno el pesar de reconocer que sus facultades no eran menos restrictivas que las de su antecesor, presumiendo desde luego que el desenlace de las nuevas discusiones no seria por lo mismo mas satisfactorio que el de las primeras Las terminantes declaraciones que mutuamente se cangearon en este asunto hicieron conocerá las partes contratantes lo infructuoso de sus recíprocas insistencias, y la necesidad de finalizaren este estado la-dilatada é ineficaz correspondencia en que-se habían suscitado. Igual suerte cupo A la Convención propuesta para la abolición del trá- fice*de esclavos, cuya ratificación era inherente de la.del tratado que le acompa- ñaba-, según te declarado por los Ministros de S. M, Ellos han reconocido, sin embargo, que si los intereses de uno y otro pais no han podido concillarse en esta negociación que debía .servir de base á nuestro sistema de política exterior, no por eso son menos dignos de confianza los Gobiernos que llevan la buena fé por guia, sin que les sea necesario las obligaciones de un tratado para contenerse en las que impone la moral, cuando muy injusto sería imputar solamente á la influencia del inferen, la causa de la amistad que cultivan. Pero si es cierto que la reunión de este y del deber forman aquel vuuuilo con un carácter mas estable qne no lo hace este solo titulo, también lo es que la justicia y la gene- rosidad del fuerte pueblo Rritánico no le inclinarán jamas á cifrar la amistad de un pais naciente, que á su mediación debe, en gran parte, la felicidad de su régi- men, sobre otras bases que aquellas que puedan promoverla y grangeaile su sim - patía. Es, finalmente, lisonjero para el Ejecutivo manifestaros que las apreciabies rela- ciones con aquel gabinete serán tan inalterables y bien sostenidas, como son sinceros los sentimientos que Jas vivifican, y leales los buenos oficios que no cesa de prodigarle para afianzarlas en el doble vínculo de la gratitud. En estos títulos, como en los recuentos que dejó el benévolo reinado del finado mo.- narca Guillermo 4. • se gravo la intensidad del pesar que demostraron todas las ciases de la República al recibir la infausta noticia de su separación de esta vida. Y solo pudo mitigarlo la lisonjera seguridad de que bajo los auspicios de su au- gusta sucesora se mantendrían con igual consistencia los lazos de esa misma, amistad. La Francia manteniendo sus relaciones en el sentido mas liberal no ha economiza do demostraciones para acreditar á la República el sincero interés con que avalo- ra la estabilidad de sus instituciones, y el precio de su común amistad. Con el deseo de regularizar aquellas, y dar á ésta la estension de que es susceptible entre pueblos comerciales que pueden y quieren conformarse á las reglas y usos que el consentimiento y el interés común de todas las naciones tienen establecido» cuan- do ellos no agravian ningún principio de conveniencia pública, se ajustó laCon. vención de ltí:i6, que fué sometida á vuestra sanción, llevando todas las formalida- des que son inherentes al ejercicio del derecho que tiene cada nación al tratar de igual á igual. El sensible retardo que han experimentado vuestras delibera- ciones en este asunto, debidas según puede juzgarse á los padecimientos que ori- ginaron la irreparable perdida del digno y virtuoso Magistrado que el primero selló con su nombre ese acto único de nuestro ser independiente, ha podido hasta cierto punto comprometer la observancia de las formas internacionales que ten- dríamos derecho á exijir de nuestros iguales si esa dilación no estubiera justifi- cada con las que acompañan los propios procederes del sistema parlamentario. De cualquier modo, el Ejecutivo piensa que sería imposible conciliar ulteriormen- te con tal fundamento la dignidad de los poderes interesados en ese convenio y los usos establecidos por la civilización y la etiqueta. Al recomendaros con la exigencia de estos títulos la preferente atención de este ne- gocio, se persuade que al tomarlo en vuestra consideración os hallareis inclinados á convenir, que asi como los principios que establecen los derechos y las garantías sociales reclaman en su ejercicio actos depositivos que fijen el uso de esas rega- lías, asi los principios abstractos del derecho de las gentes y su aplicación al cultivo de la inteligencia común entre asociaciones políticas, éxijen la provisión de contratos internacionales, que concillando sus recíprocas necesidades é inte- reses, sirvan para difinrr las bases sobre que deben reposar y evitar confusiones y desavenencias que la relajarían sin ellas.— 12— ITomos (rafmlo con la bYancin con sujeción á la única regla con que tralnriaun s coi cualquiera poder extranjero, st'im cuales tu«;ren las consideraoitmes de política 'que «lo. llenamos chapen sarli ta : tales, la absoluta igualdad con el mas favorecido esa gra- vosay «leshonorablc «estipulación. Peros Estados que hayan <1«.' concurrir por iguales c.«invenios; > prescintiendo en la firmeza con que se I«í bun re sistido los negoeindor«-s BSDOjríoanos, particularmente «>1 hábil y prudente ministro de la ltepíibliea, la inijiosibilitlad d<- so meter á sus Gobiernos á las condiciones propuestas, es yá in«lii«lab!e que no se atem- pera á lascirciuistuncias, ni que las modera, tamptwo hasta, el punto de hacerlas c-onci- Dables con el honor y los intereses «le la nación. Entretanto, deseando, S. M. C, corresponder sí la amistosa demostración <]ue hizo esta Re- pública admitiendo en sus aguas el ¡tabelión español, ha «lararo< a, cooa «lerando á los buques ¿racionales como los d«; las demás unciones sus amigas. El gabinete de Turin, valorando fas estensas relaciones que desde mucho tienqj«> < n*ret< nían sus súlxlitos en nuestros puertos* y animado del d*;seo general'fu deohuracjen del re«:uuocimiciitode la República, ratiticando poeteri" mente est«; paso, tan satisfactorio ce.mo amigable, con la eso«-ranza I único poder positi- vo en nes «pie éllos les dejaron. INo menos preferencia han g«>zado las «le los que perecier«m defendiendo la ley y los que quedaron inutilizados por heritlas recibidas, en el pagt> «le las pensiones acordadas por vosotros en las be- néficas leyes «pie sancionasteis para instituirlas. Eos consumos hechos por el ej«'rcito en sus operaciones y los medios «le movilidad loma- dos para su s«'rvi«:io, han sido satisfechos en su mayor part«; con la posible religio- sidad El ha sido provisto con profusión de cuantos artículos de guerra y e«piipos fuer«»n indis- pensables para aumentar su respetabilidad y hacer mas soportables las fatigas del sol- darlo. Natía en suma se ha dejado de hacer «le cuanto el P. E. ba creído conducente para asegurar el «íxito «1«? las operaciones rden interior; pero vuestra penetra«:ion no podrá desconocer «pie toflo ello ha debido ser á espen- sas <1«; innumerables sacrificios y al través s y circunstancias tóelas extraordinarias debían producir, como produjeron disposiciones todas análogas al impulso que reciVfh-s. La necesidad de recurrir una y muchas veces á la reunión de la fuerza pública para 4— 14 — engrosar la defensa de loa puestos amagados y esencialmente para robustecer J:¡, himnas-de operaciones activa*», exijían aprestos y recursos efectivos, sin los cuales ) , aecton de las autoridades y la moral de las masas habrían luchado entro los esfuerzos del patriotismo v la impotencia tic ejercer con suceso la decisión que les animaba. I^a actividad con que se sentían y desaparecían las irrupeiones ó amagos «lo la anarquía, como efecto natural del jénero de hostilidades que en su impotencia le 'or dado adop- tar, reclamaban á su vez, el empleo de medios activos para prevenirlos d Indjd , que aparecieran. 151 resultado de tales previsiones frustró los efectos de la «;«sdic.ia de los revohicionarios sobre el principal depósito del Uruguay, «evitando <|m con recu «lo sm eatensa y rica población mantuvieran una influencia reconocida oa el dilatado territorio que ella domina. Indispensable era para conseguirlo, reunir materiales de guerra, aplicables á la que se denomina «lo puestos, y sostenerla cbn la convinacíoti de *ís tres armas. I 'n cuerpo de infantería, medios de transporte marítimos, la dotación de un tren competente y la provisión de los depósitos que debían responder si las exigen, i ¡as continuos de los cantones parciales, de la pequeña marina y mas que todo del ejér- cito, eran elementos indispenáaUbJcs para combatir con éxito é inspirar la confianza pú- blie¡< Un cOéicurso de circunstancias todas muy part ¡tcular«s, daban á la administración de la IFacieiitla, una importancia mas valorable que en otras époCatt, á medida que aquellas complicaban y paralizaban como nunca todos los elementos de prosperidad, bajo cn- vo influjo ella se alimenta dundo vida á la acción poderosa del crédito, único recurso < u el torrente de una erisis asoladora, que suple las «leíiceneias de los ingresos eventuale-, Cttva-dismtnucipn equivale á In pobreza, en los países que como el nuestro, cifran «1 poder de su tosoro, en las incertidurrtbrCS deeste sistema. Aumentada considerablemente la «leuda pública -on los gastos extraordinarios «le la guerra y alterados «le un modo visible las facultades productivas «le una de las principales cau- sas «le nuestros recursos nacionales, los conflitos do la Hacienda, «-orno las vicisitudes del crédito, fluctuaban en la azarosa incertidumbre de la mas ó menos iluracion «le un órdcn de cosas semejante. Natural era, «pie sus embarazos se robustecieran, á medida que se sintieran las resistencias que necesita - dido atenderse con regularidad álos gastos ordinariosdé la administración, y á los ex- traordinarios «le la guerra, haciéndose, no obstante, un uso prádentc de «día, para, no recargar demasiado el monto de la deuda con los intereses «pie era indispensable acu- mular sobre la ique aubcesivanoenta se contrajera. Se ban sati.-tecbo a«lemas, varios créditos anteriores, «pie nuera posible*posterger,dcade que algunos emanaban en isle ffiaiio que el.EjjeCjUiivo no trepida en.aseguraros, que tu» le hubiera si«lo «litícil anunciaros en ost :i sesión, el n-seatc de la ¡ obstante los embarazos éincert idumbres departa- numtos. donaron en la misma forma para su servicio, provisiones y medios tfo movili- dad, cuya importancia ha contribuido á hacer mas soportables los embarazos de] tesoro, \- «í realzar el mérito de esos oportunos servicios». Si ;i pesar «l«>, es posible esperar qoe la paz pública vuelva á reemplazar la posición incomoda que traba el desarrollo de tantos bienes aglomerados á la sombra de esta ea- peranza, no será aventurado anunciaros «lesdt;ahora, qoe la integridad de nuestros re- cursos nacionales, auxiliados d<* la esperienoíay de la providad d«; sus administradores liará desaparecer los electos de la crisis «pie tanto los ha menoacabado, contando con la cooperación que se promete de vueatrosaber y patriotismo. En los informes part ion lares que os pasarán oportunamente ¡r el órgano de cada uno de «dios, los asuntos á que debéis consagrar algunos momentos da vuestra misión para facilitarle la. marcha subecesiva «le sus difíciles tareas, y satisfacer otras exigencias no menea vitafos de los diversos ramea del servicio público en el órden interior. Grandes son, finalmente, >SS. los bienes que de vosotros puede esperar la nación en una edad tan fecunda en acontecimientos dnsgi ar isdue, ai abrigando en Mientra conciencia el verdadero valor «le los males públicos, os eleváis sobre voaotroa mismos, para esten- der «■! influjo del fuerte ministerio de la ley. hasta donde aoloea capaz de alcanzar el puro sentimiento del amor patrio, y las virtudes dé los varones predilectos de un pue- blo impulsado por el instinto que le distingue, á CO&OCarae