ilootro paqueteen la cual de prevenía á aquel—que no dejase de recoger rmmibo del sobredicho pequeño fardo, el cual habia sido entregado, a/ mozo de cá- mara JLorenso, por no estar rl capitán, abordo. Estos pormenores fueron llevados, ai conocimiento del superior gobierno 'le la República por vía de V. E. en mi nota de 14 de abril, con la copia autorizada de aquellas cartas, diciendo—que los originales y los sellos los presentaría á V. !•: si tenia la bondad de designarme «.lia y liora; pero como V. E. en respuesta, que me transmitió con fecha 7 de mayo, después de manifestar—"que babia si- "do mui sensible a! gobierno que se me "hubiese querido comprometer, y que "le era mui lisongero que yo hubiese "logrado desvanecer tan activamente "las consecuencias desagradables que •'podían ocasionarme—termina—y por "lo que hace al esclarecim iento del de- "lito, el gobierno no puede lomar pro "videncias sobre una obra que es conocí "Jámente de una intriga oculta." Calle y esperó como espero aun que el tiempo descubra losauí:oro3 de aquella vil trama. En aquella misma entrevisea con S. E. el Gobernador-Delegado, se observó que el la- ore de las cartas era igual al de la supuesta caja de medallas ; y luí también informado de que roto el sobrescrito de es!.i, apareció con otros papeles, una carta, de aquella so- ciedad , en la que se decía que por mi con- ducto recibiría el .Sr, Gobernador liosas, unas medallas. Manifesté entonces, que ha- ría dos'meses poro mas ó menos, que la cita- da sociedad de Anticuarios habia enviado dos voluminosas cartas , bajo do un sobres- crito, dirigido ú. mí (el cual líog-ó á mis ma- nos un poco roto), uno para el Dr. Bañeras Íf otra para el ¿>r. Se.^untla, las cuales se as habia enviado ; y que a escepcion de es- ¡as dos cartas ninguna mas había recibido, y mucho menos las medallas á que se aludía : el Sr. Gobernador-Delegado, mandó pedir los su'-rescritos de estas dos cartas . y no tuve duda en asegurar, que eran los mismos que habia recibido y mandado : manifestó- me también el sobrescrito de otra carta, se- mejante ai de aquellas y que ha!.¡a oído en- viada de aquí, por D. G. A. Po adasal St- D. Paulino Gari, como lo comprobaba la firma de este, en el mismo se rescrito, y co- nocí cjue los sellos y este sobrescrito, eran ¡os de la referida sociedad, é iguales á los de aquellas dos cartas. He aquí Exn.o. Sr. Ministro, la trunca y ve- rídica exposición de e>:anto conmigo pasó ; y debo afirmar míe durante aquella conferen- cia, no se nombró 6 S. E. el Sr. Presidente I). Fructuoso Kívera. I>espues fueron Mamados, y examinados los capitanes de los citados pa- quetes, el mozo de cámara. ) algunos pasa- geivs qno fueron do aqu), en aquella a»ca- sion, en el mencionado paquete ItosA. ilo dicho >frepito, que el único fin con que fot á Buenos-Aires con tanta precipitación y reserva, v provisto tan sola mente de mi sello y do dos libros de ltr«istro, no fuéoiro » e! de justificar plenamente, que yo no ora el au- tor de semejantes cartas, y q* era estrañoá in- trigas tan viles como infames. liste procedi- miento mió, franco y leal, y que ha sido apro- bado por ini Gobierno, es el nie.ior testimonio de que yo no era capaz, corno Y". E. lo reco- nocí?, de calumniar a persona alguno, y mu- cho menos a S. E. ol Sr. Presidente de la Re- pública, iv ol Gobierno, cerca del cuál esto* acreditado. Soí por principios y carácter, enemigo de intrigas, y de viles calumniadores, guarde co- mo mo toca la mas perfecta neutralidad en to- das los cuestiones políticas : deseo la paz en- tre las naciones ; respeto las leyes de estos y y sus gobiernos asi como las opiniones de to- dos; y cuido solamente de desempeñar del mejor modo que puedo, los deberes hieren les a mi cargo. Ksta es Sr. Ministro, mi bien co- nocida profesión do té política, y quien pien- sa y obra asi, por cierto no es capaz de co- meter acciones impropias del nombre de bien. Tengo ol honor de saludar á V. E. rciteran- doTó mis sinceros respetos, y las protestas de mi mayor consideración. Dios guarde & V. E.—Montevideo tO du En¡;- ro So 1842. Exmo. Sr. T>. Francisco Antonino Vidal, Ministro y Secretario de Estado de»ta Repúbli - ca Oriental del Uruguay. LíOAAÍD» I)E SOTJZA I.EITTK ACEVKDO. /¿r4e>- AI»IJ1WES ItfOOJRAFICOS r> Eij Ate*. €mcn*>f1¿ -S vi> r Pikrkk. El, CKRRITO—CHA CÁBUCO—CUBAPALIGU.E—CERRO í) 1:1 G AVILAN—CARAMP A M G I' J.—ARAI CO— CANCHA RA V Vl>A —M A VVf"—Jt"NCAL (O MARTIN ' VRCIA) .'.3. - n.DEDICATORIA . Sr. fiEJÍERAL IX JUAN A. MARTINEZ. M«y Ni*, mió í Si es cobardía, indigna de un corazón independiente, per- seguir y ultrajar al heróe en su infortunio, no es menos bajo y de- gradante el ensalzarlo, cubrirlo de alabanzas ; y convertirse lue- go en ciego adulador de su grandeza y poderío. Pero, elojiar el mérito, ser imparcial y sincero apreciador de las virtudes de los heróes, respetar su retiro, y levantar la voz para publicar sus ac- ciones heroicas : es una misión bien j ene rosa; es la misión de un hombre libre. Una casualidad afortunada me hizo poseedor, por algún, tiempo, dealgunos documentos relativos á la vida militar de V. S. Su lectura me llenó de entusiasmo, decidiéndome á hacer de ellos una licita usurpación, con el honroso fin de publicarlos. Si yo no hubiese tenido antecedentes para juzgar de la es- tremada moderación de V. S. tal vez me hubiera animado á con- sultarle sobre el modo y la forma de tal publicación ; pero, he que- rido mas bien cargar con la responsabilidad de ella, que exponer— ú que su delicadeza la hubiera inutilizado. Por otra parte ; obras tan personales como esta, perderían la me/'or parte de su. mérito si fuesen dirijidas por el heróe mismo que las orijina. La fortuna, Señor, que momentáneamente ha detenido á V. S. en las ultimas gradas de su templo, no ha podido impedirle el haber penetrado al de la gloria ; y en el retiro silencioso en que los acontecimientos le han colocado, puede V. S. lisonjearse, cierta- mente, de pertenecer á la mejor porción de los Heróes de nuestra Patria. Bajo d~e estos conceptos; y satis fecho, hasta cierto punto, de que la posición de V. S. justifica la sanidad de mis intenciones, emprendo esta publicación biográfica, protestando que ; si bien soy uno de los buenos amigos de V. S., mi corazón se halla limpio de todos los atributos del adulador. Quiera V. S. Señor General, aceptar en silencio esta débil prueba de la admiración que le profesa. Un verdadero amigo.3 — I. I.a America Española vivia sometida, á su pesar, á la tutela de una madrastra decrepita y tirana.—Contaba ya tres siglos de ig- nominia y habia concebido el designio de romper sus cadenas. La indita Buenos—Aires, sufría bajo el rejimen brutal y tira- no del Virey Cisneros—La «.Reconquista y el glorioso rechazo de la invasión Inglesa, le habían dado ocasión de valorar sus fuerzas. Sin embargo; era menester disimular y esperar el momento fabo- rabie. En este estado; una serie dilatada de triunfos para la Francia habia desconcertado todoslos planes de defensa proyectados por la España. Era sonada la hora.....y la inmortal Revolución de 1810 puso un termino cierto á aquellos males. Una juventud ardorosa y eminentemente patriótica derrocó con su aliento aquel coloso formidable, sostituyendole con un go- bierno patrio. El General D. Juan Apóstol Martínez, entonces joven de 19 años, fué uno de los primeros en correr al llamamiento de la pa- tria, con el fusil revolucionario. Datan de aquí los señalados é importantes servicios que el General Martínez, ha prestado á la causa de la libertad y de los pueblos Una revolución atrevida y ejecutada con tan feliz acierto, parecía destinada á producir las mayores ventajas. Pero en el libro del destino se hallaba escrito, que nuestra Libertad se compraría con raudales de sangre generosa. Una, dos, cien batallas; sacrificios sin fin; y el porvenir hermoso déla joven nación debía siempre huir á . nuestros ojos. n. El enemigo en tanto, amenazaba y era preciso disponerse á combatirlo. Buenos—Aires habia dado el grito y colocada al frente de la Revolución habia provocado contra si el encono de un enemi- go altanero é implacable. El tal conflicto la heroica juventud corrió solicita a empuñar una espada. El General D. Juan A. Martínez, perteneciente á los hyos ma- yores de una distinguida familia entró al servicio militar en la cla- se de Alferes de artillería en Febrero de 1811. El grito de Libertad voló rápidamente por todo el Continen- te americano, y una guerra desoladora se emprendió entre opreso- res y oprimidos. El General D. José Artigas con un pequeño ejercito habia enar- bolado el pendón revolucionario en la Provincia Oriental y su> arro-_ 4 _ cante osadía llenaba de inquietudes al gobernador de ella 1). N Vigodet. Buenos—Aires quiso ocurrir inmediatamente á completar el triunfo de los denodados Orientales ; y una división desús mejore» tropas partió inmediatamente á reforzar las filas del General Artigas. Nuestro joven Alférez perteneció á esta división que pisó la campaña Oriental en 811. £1 Alférez Martínez dió las primeras señales de su arrojo en la memorable batalla del Cerritu en 31 de Diciembre de 812. Los anales de nuestra historia ofrecerán quiza pocos días mas gloriosos que aquel, en que una parte del ejercito patriota despeda- zó al enemigo fuerte de 2O0O hombres. (1) Puesto el sitio á Montevideo por las armas patriotas, el alférez aMrtinez continuó dando pruebas de un valor señalado. "La artillería de nuestro ejercito era de corto calibre; así e* que tenia que colocarse bajo las formidables baterías enemigas pa- ra poder aprovechar sus tiros. El alférez Martínez, que pertenecía a esta arma, se distinguió en una de esas ocasiones. Se le había con- fiado un obús colocado en la quinta de las "Albacas" y bajo un /tteg-o espantoso del enemigo el joven alférez arrojó heroicamente dentro de la plaza 31 granadas Siguiendo la campaña, el alférez Martínez concurrió al sitio en 81 3 y IV, bástala rendición y toma de la Plaza, época en que fué ascendido á Teniente. III. Ir Entre tanto la Revolución luchaba fuertemente contra su» sus adversarios en el altoPerú-y la ínclita Buenos-Aires quiso ilevi allí su pabellón Libertador. Se levantó pues el renombrado "Ejercito deLos—andes" y el teniente Martínez fué destinado ^Meguir la campaña á las ordene* del General San Martin—en el añoae 1815. El ejercito se hallaba en la provincia de Cuyo (Mendoza) y el teniente Martínez fué ascendi- do á Capitán en el acto mismo de ser incorporado. Destinada la División Libertadora de Chile, el capitán Martí- nez tuvo la gloria de contarse en ella y de combatir dignamente en lá gran "batalla de Chacabuco—el 12 de Febrerode 18Í7. (2) Luego, en seguida, fué destinado al Sur de Chile, é hizo la guerra en la provincia de Penco. El 10 de abril del mismo año el capitán Martínez se distin- guió bizarramente en el ataque de Curapaligile, 9 leguas de la ciu- da d de laconcepcion. En f» de Mayo del mismo se halló también en la batalla del Cero del Giui/an, á inmediaciones de la misma ciudad de Concep- ción. En 28 del mismo mes y año ocurió la jornada del Rio Caramparigué. Destinado esta vez á protejer el paso del ejército ; el capitán Martínez dió la mas reelevante prueba de su valentía y arrojo, pa- sando á nado con su compañía, y rindiendo la guarnición enemiga que posecionada de la otra orilla de aquel Rio, habría hecho muy di- fícil y quizá imposible el pasage de nuestro ejército.— (3) El capitán Martinez concurrió con su espada a la toma de Arauco, y al asalto y ataque déla gran fortaleza de " Talca imano " ; ataque malogrado para los patriotas ; pero que, si bien justifica la formidable resistencia de los asaltados no hace menos honor al arro- jo y brabura de nuestros soldados. Dos gloriosas batallas esperaban á aquel ejército valiente; la ele " Cancha-rayada " que debilitó el poder español y la heroica jornada de " Maipií " Cinco días antes de esta batalla, una órden especial destinó al capitán Martinez, h colocarse con su compañía, á retaguardia del enemigo, con amplias facultades para estilizarlo, por cuantos mo- dos le fueran imaginables. El capitán Martinez llenó su comisión del modo mas atrevi- do y rigoroso, preparando con sus infatigables cscaramusas el buen éxito de aquella señalada victoria. (4) En la batalla de Maipú, el capitán Martínez con las fuerzas que tenía ya reunidas persiguió activamente al enemigo, tomándo- le sobre 4Í)0 prisioneros, entre ellos mas de 30 oficiales y gefes, es- capándosele por un acaso, la gloria de haber aprisionado al mismo General Osorio que escoltado tan solo por unos 40 hombres obtuvo la salvación en la fuga. Después de este suceso el capitán Martinez fué •>«»cendido ix Sargento Mayor. (*) IV. Destinada en 820 la Espedicion Libertadora de Lima, el Ma- yor Martinez, se distinguió bizarramente en el desembarco y toma délos puertos de Pisco, y de lea, y se halló luego en la brillante en- trada del ejército en Lima época en que fué ascendido á Tenien- te Coronel. (5) En 823, el Teniente Coronel Martinez ascendió á Coronel, pasando á servir en la Caballería y en marcha sobre los Puertos In- termedios. El país donde se debía hacer la guerra era fragoso y ccrrilla- do, y el General en Gefe del Ejército y lodos los oficiales descidieron fomar una columna de operaciones, compuesta de 500 cazadores de las compañías de preferencia, elijiendo para mandarla al Coronel Martinez. Desde el momento mismo en que el Coronel Martinez se re- cibió de aquella lucidísima columna concluyó de establecer su re-6 I i I i I ! I ll putacion militar trabajando sobre el enemigo con la mayor constan- cia y bizarría. Era el dia 19 de Enero de 823 ; y el enemigo se hallaba pose- cionado con ventaja, de las alturas deTordta. El valiente General Español Don Gerónimo Valdez, mandaba las posesiones enemigas. El Coronel Martínez recibió orden para apoderarse de aquellos altos y emprendió luego su difícil ataque, desbaratando en él al afamado Regimiento " Gerona" y rindiendo una de sus mejores compañías. Este hecho heroico era sin duda alguna digno de mejor suer- te. Pero, al Coronel Martínez, nial mismo General en Gefe lesera dado preveer lo que se hallaba fuera de su calculo. Vencidas las posiciones enemigas,y avanzadas las de la divi- sión Martínez, el General Valdez fué reforzado por el General Can- terac que mandaba en persona una fuerte división de tropas de re- fresco. Se emprendió nuevo ataque en el que el Coronel Martínez y su valiente división, hicieron una resistencia heroica, que rayando en temeridad, habría podido ser aun mucho mas funesta para las armas de la patria. El Coronel Martínez había visto perecer á sus ojos, todos los capitanes de su división ; muchos oficiales subalternos y mas de 200 soldados. El enemigo solo exVjia Iasantiguas posiciones, y fué preciso sacrificar el valor á la conservación de tan heroicos sol- dados. El Coronel Martínez recibió orden para retirarse. (6) Dos dias después de este desastre ocurrió el de " Moquegua" en el que el Coronel Martínez provó, que, pose\ endo el verdadero heroísmo, su alma era mui superior á los contrastes. Durante la retirada del Ejercito y su reembarco en el puerto de Ylo él no cesó de combatir al enemigo y de inutilizar sus esfuerzos para desbaratar la marcha de nuestro ejército. Después de estos acontecimientos, y desorganizado el ejército délos Andes, el Coronel Martínez regresó á Chile desde donde se dirijió á Buenos Aires. (7) Una nueva guerra se abrió entre la República Argentina y el Emperador del Brasil, porque dominaba el país Oriental. El Coronel Martínez tubo ordenes de partir á la Isla de Mar- tin—García con una división de 500 infantes, 4 piezas de á 24, 2 de á 8, volantesy una maquina de insendio. En efecto—el Almirante Brown, daba el combate del "Jun- cal" y el Coronel Martínez cooperaba á su triunfo, luchando por dos dias contra la escuadra del Señor Mariate (compues- ta de 13 velas) á quien impidió el poderse reunir á las otras fuerzas del General Jacinto. Este hecho, de los mas gloriosos que puede ofrecer la carre- i ra militar fué estimado altamente por el Almirante de la Escuadra Nacional y por el mismo Gobierno de la República, que señalando premios para el Coronel Martínez y su destacamento, ordenó fuesen considerados con parte en el producto de las presas tomadas al ene- migo en el Juncal. (8) Después de seis meses de destacamento el Coronel Martínez fué reelevado, y volvió á Buenos Aires. VI. Celebrada las paces con el Gobierno del Brasil, el Ejercito de la República regresó á Buenos Aires y una división al mando del Ge- neral Paz, quedó en Montevideo hasta la evacuación de la Plaza por los enemigos. Tuvo lugar después la rebolucion del 1.° de Disciembre de 1828—..... El Coronel Martínez pronto siempre al llamamiento de la Pa- tria fué el primero en pertenecerá esta rebolucion, porque la creyó justa. El mismo en persona tomó el Parque de artillería, rindió las guardias poniéndose á la cabeza de ellas- Regresado el General Paz á Buenos—Aires marchó con el 2. * cuerpo del Ejército sobre las provincias del interior. El primer cuerpo cargó sobre si el compromiso de completar la Revolución empezada. Ocurrió antonces la batalla de Navarro. El Coronel Martínez, mandaba el 3.° escalón del ejercito. Fué el primero en cargar sobre 4 piezas enemigas valientemente servidas, y tuvo el or- gullo de tomarlas, aunque con el disgusto de haber visto morir he- roicamente á todos los artilleros en sus puestos.—Rompiendo con la misma carga la linea del enemigo, á quien rindió y tomó gran nu- mero de prisioneros. En 16 de Enero del mismo año fué destinado el Coronel Mar- tínez ¿combatir una toldería de salvajes en los campos del Sapallar. Esta operación difícil ciertamente por la calidad del enemigo, fué ejecutada diestramente del modo mas glorioso para el ejercito y el mas fatal para los Indios. El 20 del mismo, atacó á la madrugbda las grandes reunio- nes del Cacique Pinchiloncoy cerca de la laguna de los Patos, to- mándoles todaslas tolderías y gran numero de prisionero, las ca- balladas y el ganado. Sobrevino despuesla campaña sobre la provin- cia de Santa—Feé: el Coronel Martínez mandaba la vanguardia. Des- de entonces, las operaciones de la vanguardia se hicieron con la ma- yor ventaja. El General López, Gobernador de "Santa—Feé invadía en tanto la Provincia de Buenos—Aires, y se hallaba acampado en el puente de Márquez. Se marcho sobre el enemigo y el Coronel Martínez haciendo una marcha en la noche y al aclarar del dia 26 de abril,sorprendió al enemigo, le destruyó y deshizo, tomándole (odas sus caballadas.......... Una convención celebrada puso fin a la guerra. Una es- pantosa tiranía amenazaba caer sobre el suelo argentino, y el Coro- nel Martinez tomando su pasaporte vino á vivirá el país Oriental. (9) Retirado de los negocios públicos se estableció en las Higue- retas y se contrajo á una vida privada. Su conducta como ciuda- dano fué digna del soldado valiente. Sucedieron después varios disturbios políticos en 832 á los cuales fué invitado, pero el Coronel Martinez, fiel á sus propósitos se negó abiertamente. Había prometido ser neutral. VII. El tirano de Buenos-Aires, entre tanto, no satisfecho, con oprimir bárbaramente aquel pueblo infeliz, quiso llevar su mano asoladora sobre la República Oriental. Su influencia sobre el Go- bierno de este pais empezaba ¿sentirse y amagaba turbar el sociego mismo délos emigrados argentinos y derrocar en tierra el edificio de la Constitución Oriental. La República Oriental se desidió á contener al Gobierno por la injerencia del Gobierno de Buenos—Aires, y tuvo para ello que ocurrir álas armas.' El distinguido General D. Fructuoso Rivera fué el elcjido por las masas para encabezar esta Revolución generosa. T.a causa entonces se hizo común para todos los hombres amantes de la Liber- tad—y el Coronel Martinez por un instinto de conservación no pudo resistir incorporándose á las filas del Ejercito Constitucional. Llegado al fin el dia de la heroica batalla de Santa—Ana, el Coronel Martinez, á la cabeza del E. M. cumplió con su deber. Si se consideran justamente los esplendidos resultados de aquella batalla memorable, que reabriendo las puertas del asilo á la emigración argentina, derroco el poder absoluto que ya se había es- tablecido y batió la vanguardia del tirano de Buenos—Aires, se po- dran apreciar dignamente los títulos y consideraciones á que son acre- dores todos los héroes de ese dia. Después de la batalla de Santa-Ana S. E. el Sr. General Ri- vera, decoró al Coronel Martinez con el grado «le General, desti- nándolo á la Comisaria militar y Receptoría de lasHigueritas. El General Martínez se manejó en aquel punto difícil, por entonces, con toda habilidad y circunspección ; tuvo la satisfacción de pacificar algunos puntos, sin recursos para ello, y fué el primer gefe de la República que estableció relaciones con la marina Fran- cesa :—relaciones, oportunamente sancionadas por la aprobación de S. E. el General Rivera. Una fatalidad ó mala inteligencia hizo carecer al General — 9 — Martinez de los medios de defensa, exponiéndole á sacrificar, triste- inentesu vida y acaso su misma reputación, por contener algunas partidas reboltosas que los alucinados de Montevideo y Paysandú estaban fomentando prevalidos de sus fuerzas marítimas y los auxi- lios que la guarnición de Martin—García les ofrecía constante- mente. Por fin cuando el General Martinez con mas actividad y zelo se consagraba á la pacificación y arreglo de aquel Departamento re- cibió orden de S. E. para marchar sóbrela linea sitiadora de Monte- video y tomar el mando del E. M. de las fuerzas campadas en el Cerrito. (ÍO) El General Martinez, en efecto, se incorporó al ejército, ocu- pándose activamente en el arreglo de las fuerzas, hasta su entrada en Montevideo en 11 de Noviembre de 838. Terminada la guerra interior el General Martinez, fué des- tinado á la Capital. Sucedió entonces la Revolución y la invasión extrangera; se puso el pais en armas y el General Martinez que, se creia con derecho para batallar contra las fuerzas de aquel tirano, y obligado sinembargo á permanecer en la Capital, se sintió agravia- do en su delicadeza y pidió su separación del servicio. (11) Una gran Revolución tuvo lugar en el Sud de Buenos Airis contra el tirano Rosas, enemigo común é invasor del pais Oriental. El General Martinez, escuchó el grito de la patria y fué el primero en correr á aquel teatro glorioso. La fatalidad había estampado allí su mano, y una Revolución tan heroica había sido sofocada con el sacrificio de mil víctimas. El General Martinez habría llegado algunos dias antes y el tirano sangriento no habría sin duda palmeteado sobre los manes generosos de los héroes del Sud. Por fin; no era ya dado el contener el mal; y la clase eleva- da del General Martinez le impedía, por otra parte, tomar mas in- jerencia en el e/ercito rebolucionario que la que era dado emplear ú un ciudadano particular. Regresó pues á Montet ideo, é impulsa- do por sus sentimientos patrióticos y leales, haciendo apostasia de algún recentimiento, se dirijió al Ejército Constitucional, donde f»e, á la verdad bien recibido. Después de 20 dias de permanencia allí, el General Martinez, pundoroso por carácter cometió uua ligeresa ó imprudencia si se quiere, y regresó á esta Capital. VIII Cuando liemos acabado de correr una cadena de sucesos tan gloriosos para la reputación de nuestro héroe;—Cuando le he- mos mirado figurar en todas las campañas donde la Libertad ha— 10 — tremolado su pendón inmortal; cuando, después de cien batallas le vemos cepultado en el corto recinto de la vida privada, legado al silencio su nombre, y sin parte en la inmortal cruzada de' libertad y civilización en que hoi se hallan comprometidos los pueblos, no podemos, sin duda, dejar de lamentar cínceramente los ingratos motivos que hayan podido arrebatarle un puesto en el teatro lucido de la Revolución Nosotros, sin embargo, que abrigando un corrzon patriota estamos libres de toda preocupación personal tenemos la esperanza de que se acerca el dia en que descolgados estos viejos aceros, com- pleten su misión y se presenten álos altares de la Patria.JVOTAS. (1) El General Martínez tiene un escudo por esta jornada de gloria. (2) Tiene también otro escudo por esta heroica batalla. (3) Tiene también otro premio por el Gobierno de Chile, figurando vin escudo, yjcon esta inscripción en el centro—Vencedor en Carampakgué. (4) La orden que destinó al Capitán Martinez á empresa tan arries- gada, fué concebida en los términos siguientes—«Marcha el Capitán D. Juan • < A. Martínez con 50 hombres del Ejercito, y el General en Cele lo faculta « para que pueda hacer todas las reuniones de gente que le sean posibles; «colocándose inmediatamente á retaguardia del enemigo, ostilizandole, y « haciéndole la guerra por cuantos medios le sean imaginables.—Cuartel « General en los llanos del Maypú, marzo 31 de 1818—José de San Martin.» Las personas qne hayan conocido al General San Martin, y la oficialidad lu- cida que militaba á sus1 ordenes, serán, solo, capaces de valorar el tamaño de esta señalada distinción, y la intima confianza que debería inspirarle el valor y destreza del joven capitán a quien fiaba un puesto tan peligroso é im- portante. El capitán Martinez correspondió á ella satisfactoriamente y recibió una herida que hizo mas indeleble su bizarría y honor. (*) El capitán Martinez ganó también los, gloriosos cordones de Maypu. (5) Tiene también un escudo por este glorioso acontecimiento //una cruz de honor, como miembro de la Legión que entonces levantó el General San—Martin. (6) No nos parece justo pasar aquí en silencio los nombres generosos de aquellos esclarecidos mártires de la Libertad. Los capitanes Soloaga (de Mendoza); Domínguez (do Montevidso); Ba- Uejo y Montalvo, (de Buenos—Aires), fueron dignos campeones de la causa que defendían. (7) No podemos prescindir, (al hablar de la terminación de esta campaña) de entreabrir un paréntesis para recordar las memorias del Sr. Mil.leu.—Este audaz escritor, hablando de la campaña del Perú, dibujo algunos hechos, muí pocos decorosos, inexactos é injuriantes á la reputación de algunos gefes y oficiales de aquel ejercito. El coronel Martinez parece allí comprometido en sucesos pocos lucidos y con palabras algo descomedidas. A la aparición de aquel panfleto se trató de contestar, pero graves in- convenientes, y el hecho do haber el Sr. General Obrain sostenido el decoro de toda la oficialidad mandando quemar publicamente en la ciudad del Cuzco la obradel Sr. Miller, fué un motivo para que se legase al desprecio. De todos modos el caballero Miller, como historiador ha sido bien po- co afortunado, y como critico ha pagado muy mal la distinción con que le fa- boreció la decorada oficialidad de los Andes. (Otra) Creemos oportuno advertir que el Sr. Miller se incorporó al Ejercito de los Andes, después de la batalla de Maypú, en clase de capitán agregado á la artillería, (8) En efecto, si la victoria del Juncal fué debida al valor y destreza de nuestros marinos, no tuvo menos parte en ella la resistencia heroica delGeneral Martínez y su columna «le SOO hombres que situados en una Isla, en numero de SOO y con solo 7 piezes de cañón, impidieron el paso á 13 buques de la escuadra Imperial, fuertes de 107 cañones y sobre ÍOOO soldados. Este combate duro por dos dias consecutivos, y el almirante Brown, aprovechán- dose de él, batió en detal la escuadra brasilera obteniendo por tanto un triun- fo decisivo. (9) Esta funesta combencion, fecundo orijen de inumerables des- gracias, y por la cual el General I.a valle entregó incautamente á todo su partido, después de desarmado, y comprometió la gloria y esistencia del 2.° cuerpo del Ejercito que á las ordenes del benemérito General Paz triunfaba en las provincias, fue celebrada á despecho del Coronel Martínez. El como 2.° gefe del Ejercito, trabajó pública y privadamente para disuadir al Gene- ral Lavalle de consentir en semejante convención. La esperiencia infalibla del viejo veterano presajiaba sin duda los males desastrosos que ivan á ser su consecuencia. Todo fue en vano...... El Coronel Martínez vió á su pe- sar realizarse el tratado y perdida, por una indiscreción, la causa grande de la libertad y la civilización. Establecido en el pais Oriental el coronel Martínez, se mostró algunas veces, resentido de la conduta militar y política del General Lavalle. Ya se vé ; tenia para ello motivos bien sobrados, y su esperiencia le habla costado cara ! I Algunos corazones estrechos y llenos de mezquinidad supieron inter- pretar bajamente el resentimiento disculpable del coronel Martínez, equivo- cándole con indigna personalidad hacia el General Lavalle. El coronel Martínez no ha podido ser, ni es, enemigo personal del Ge- neral Lavalle—esto no cabe en la nobleza de guerreros valientes.—El coronel Martínez ha sido compañero de armas del general Lavalle, y aunque no hu- biera otros motivos de amistad personal bastarían por si aquellos recuerdos que se engendran con los riesgos y glorias de una larga campaña, para garan- tir al Geueral Lavalle contra la falsedad de tan maliciosas interpretaciones. Justo es, a nuestro juicio feonseder al Coronel Martínez, derecho, como a pocos, para mostrarse disidente de la marcha política y militar del General Lavalle. (10) Cuando el General Martinez recrbtó de S. E. el señor General Rivera la honrosa comisión que le destinaba á las Higueritas eareció, cierta- mente de haber sido dotado de una fuerza & sus ordenes con que efectuar la pacificación y defensa de aquel punto. Sinembargo, como el General Medi- na á la cabeza de 300 valientes hubiese sido al mismo tiempo destinado a aquel Departamento, el General Martínez, como era muí natural, contó, con que de esta tropa seria guarnecido en oportunidad. Nada de esto sucedió. El General Martínez se encontró en aquel punto con el débil auxilio de unos cuantos vecinos que pudo convocar al ser- vicio, siempre rodeado de peligros tanto por mar como de tierra. El Gene- ral Martínez conoció claramente la posición fatal en que se hallaba, y lo ma- nifestó por diferentes ocasiones, tanto por cartas particulares, como de ofi- ció. Quería salvar su responsabilidad. Nada pudo obtener, y asi compro- metido se le dejó. La mezquindad, la emulación, ó una mala inteligencia de las sabias medidas de S. E. el General Rivera ocacionaron tal vez aquel abandono pe- ligroso. Sin embargo de todo ; el General Martínez, haciendo esfuerzos ex- traordinarios, y acompañado siempre de su valor v pericia militar se sostuvo por si corriendo el riesgo de perder su existencia, y lo que aun fuera peor, su buena fama y su reputación. Las frecuentes hostilidades que los buques de guerra do Montevideo y Paysandú le hacian constantemente con el cañón y el fusil; las ventajas que á los descontentos ofrecia la guarnición incendiaria que Rosas sostenía en Martin-Garcia, ocasionaron lances temerarios, pero de los que el General Martínez supo salvarse con admirable resolución. El General Martincz, apesar de tan critica posición se manejo digna- mente dispensado al vecindario de Higueritas las mayores consideraciones y benevolencia. Después de haber desempeñado, en dias de conflicto, y peligro, su honrosa comisión, el General Martincz fué relevado por medio de una nota honorífica que S. E. se dignó dirijirle, y que por haber visto la luz en los diarios de esta capital, no reproducimos aquí. (11) La invasión del ejercito de Rosas tomó al General Martínez en la <~apital.—Este estado era demasiado violento para un viejo soldado acos- tumbrado á la pelea y altamente zeloso de su buen nombre militar. Arrebatado pues por su valor, el General Martínez se dirijió al cuar- tel Geueral del Durazno, y se presentó á S. E. el Sr. General Rivera. S . E. le redibió con agrado,asegurándole, sin embargo que "su destino era la capi- tal; y que era allí con el Goqierno con quien debería entenderse."—Vueltoá la Capital, el General Martínez se presentó al Sr. Ministro de la Guerra, dicien- dole, "que su viage al Durazno habia sido infruectuoso, puesto que según las palabras de S. E. su destino era la Capital. El Sr. Mtnistro, replicó; "que en efecto tal era la voluntad de S. E. y que llegaría la oportunidad de colocarla. En este estado, y cuando varios motivos de conflicto amenazaban el sociego de la capital, el Sr. Ministro de la Guerra promovió una reunión de ge fes, á que el General Martínez fue también invitado.—Se propusieron se- gún el caso varios proyectos de defensa, y el redactado por el el Sr. General Martínez, cuya prudencia y veracidad ha venido después á sancionar el tiem- po, fué desairado totalmente.—Diga el hombre imparcial, cual hubiera sido su conducta en igualdad de circunstantancias?..... Lo confesamos francamente; el General Martínez habia sido desairado. Un ejercito estranjero, euvlado por uu despota pisaba el territorio de la Re- publica, y á 15 leguas de la Capital amenazaba conquistarlo para venderlo al salvajismo—y la devastaciou. El General Martínez, entre tanto, destinado A la í apital, se habia ya ofrecido varias veces para ocuparse en su defensa; y habia sido desairado.—Un soldado valiente que jamas se ha manchado sabe &acjiflcar los intereses personales por coneervar su dignidad; y el General ji.artinez pidió su separación del servicio. mFE DE ERRATAS. Pág. linea. dice le'asc. 7.......8. . . . celebrada...........celebradas. 7......y.'i. . . .prisionero......... .prisioneros. 8......35... . Comisaria..........Comandancia.