I Este liumiide monumento poético m ...... m Jk T. A MRMIRl A DE l** HIJA (*) I)EPOSfT\ **> el cornon de sus amigos, m (*) Falleció en la cuidad de Salta;—á loa nueve meses completos de su edad y en ta hora prima del dia 25 de Diciembre de 1857.. lüI'RfNTA DEL (JoMEKCIO.i i * 3 De )a esfera brillante ■ Vino, me "I' moBtr6me el cielo. S Abrió sus alas...-y moB>1 9 : * ...... ••• -5 ....................____ al ——— & 1 ARMONIA FÍ'NEBRE. SKst araaran* aro sos V. (£3 íiitn atxl ittflfi/'llu/ Por mi pensamiento en duelo Te miro lenta cruzar, Gual blanca nube en el cielo, Como una vela en el mar. Sicut nubes... quasi naves.. .velut umbra. JOB. Prenda la mai querida de mi alma; Mi Luisita, mi ánjel, mi tesoro; En tus helados pies mi ardiente lloro Has llevado á la eterna oscuridad.' Ay/ ahora mis lágrimas son hielo: Hielo mortal que el corazón conjela; Mi corazón siu tí ya nada anhela; Ya no habrá para él felicidad!4 — De este mundo que se ama y que se teme, De esta vida fugaz donde se llora Rayaba apenas para tí la aurora, Y para mi contigo el sumo bien. Dentro el cáliz ya roto de mis dias Cuánta esperanza con tu ser, bien mió, Sentí caer, cual plácido rocío Que et alba trae del celeste Edén! Los rutilantes astros á mis ojos Abrillantaban mas el ancho espacio, Era de luz espléndido palacio En su grande escenario la creación; Los cuadros todos de mi alegre infancia, Cuanto soñó mi juventud ardiente, Todo á tu aspecto renació en mi mente, Blanca flor, que dió á luz mi corazón. Ay! de mis años en la mustia tarde, Ambiente, luz, y perfumadas brisas, Debieron ser tus inocentes risas; Tu voz un himno que invocara á Diosr Tras tu anjélico acento yo aguardaba, Cuando del tiempo me asaltase el hielo, Que se elevara mi oración al cielo, Cual va un suspiro del incienso en pos. ¿Y dónde estás ahora. Alma del alma mia? Dónde tu voz sonora Modula esa armonía Que brinde tregua á mi dolor tenaz?— Cruzaste entre mis nieblas Cual ráudo meteoro!!— Mas hondas las tinieblas 5 — Del porvenir que lloro Son, por que el hado me ocultó tu faz! ■bfib asíame ti ob silr.o ¿a obc II Cuando todos decían. Que del mió tu rostro era el trasunto; El placer y el dolor al mismo punto Mis entrenas de padre conmovían. Tuve placer profundo Por que tu alma también como la mia, Sensible, tierna y amorosa un día Yba mi gloria á ser en este mundo: Tuve dolor intenso, Que cual en mí tal vez, honda tristeza Pudo hacer de tu seno de pureza Un depósito de lágrimas inmenso; La virtud eu su huella Cosecha ay! solo sinsabor y llanto, Y en tu frente, Luisita, el signo santo Brillaba de virtud como uaa estrella.— ¿Te amedrentó el destino, Y á tu alma el mundo pareció tan triste, Que nuevas alas al Señor pediste Pata encumbrarte a su pensil divino?—Y allí estás!...y yo en dónde?.... Sobre el desierto de la tierra muda? Libando el cáliz de la amarga duda Que entre sus pliegues mi dolor esconde?.. Mas...qué armónico sonido, Que el oído Trasmite al alma perpleja, Mudo mi laúd de duelo Por unos instantes deja;— Y el consuelo Difunde en todo mi ser?— Qué voces rompen el velo- 1 »e mi espíritu sombrío? Son los ánjeles del cielo Que la entrada Festejan del ánjel mió En esa feliz morada Con cánticos de placer?.... De la orilla del lago de la vida, Dó me columpio eual tronchada palma, Te grito con mi voz despavorida "¡Cuanta amargura, ó Dios, hay en mi alma"!! Y el mísero lamento Torna otra vez al labio que te nombra. Señor, que guardas bajo eterna sombra Esa flor que dió miel al pensamiento. III Afbo jazmin, que al desplegar su vuelo Un ánjel por el cielo, Sobre la tierra para mí arrojó; i Pronto la muerte marchitarte quiso! Y tu anjelica esencia al Paraíso Como un ¡a;! se exhaló. ¿Era que Dios tal vez, en esa hora, Celebrando la aurora En que brilló la luz allá en Belén, Notó tu ausencia en el celeste coro, Y -ay! te llamara, sin oír mi lloro, Al seno deJ Edén?— Anjel de mi sendero solitario! El santo aniversario De la venida aquí del Redentor, Marca la aurora, para mi ¡ay/ sombría, Que presidió tu lánguida agonía, Y mi eterno dolor!—— Porqué se abrió el abismo De la espantosa muerte Y me cubrió con sombras De lóbrego capuz...? Porqué, gran Dios, hiciste Que fuera así mi suerte, Y el dia de tu gloria Quedase yo sin luz..?— 8 — La flor de mis consuelos Tan bella fué,—que ausente Menos solemne fuera El célico festín!... Señor....¿y no mirabas Las nieblas que en mi frente Dejaba al marchitarse Mi aDjélico jazmín?— Señor!—tú me has quitado El sol de la esperanza; Y un lóbrego, insondable Abismo tengo al pié: — En mi alma solo encuentro Vacio, dó no alcanza £u horas de amargura A penetrar la Fé! Y sed de fé cristiana devora el pecho mió:— Para las grandes penas no hay bálsamo mejor:— La fé con que navegue mi esquife el hondo rio Que lleta á los mortales a otro vivir, Señor!" .smogs abiu^o¿I ni :.'ibt¿9iq su La fé que diga á mi alma, que no en materia inerte Por siempre se anonada lo que en la tierra fué. Que el lirio que ahora lloro segado por la muerte A ver en tus pensiles un día volveré..... íaitlmOr ilOD OI^CMÍO 3m i Señor! de mi quebranto la mísera plegaria Cual grito de los náufragos provoque tu piedad! De hoy mas en este mundo mi senda es solitaria^ Sin mi hija nada veo, sino la eternidad!... i¡zma¿ ocfl> 113 i t fif 9*t uiv»! ¡soJ oxbaup oíoS— 10 — Te vi dormida; y absorbí tu aliento; Célicas dichas saboreando mi alma Con ese aliento, de inocencia aroma, Brisa del alba. Al contemplarte, manantial de vida, Correr dormido en tu feliz mañana. Dormir guardando tu raudal sonoro A mi esperanza. Del seno mió la oración bendita Se alzaba en himnos de fervientes gracias; Y abiertos viera sobre mí los cielos ¿ Si dispertabas. Tu risa entonces como acento májico, Antiguas penas que la mente guarda Trocaba al punto para mí en risueños Besos del aura. Mi pensamiento paternal leia En tu amorosa celestial mirada La fé, la dicha, la esperanza y todo Cuanto anhelara... Y hora, por siempre, ó Dios, tan bellos ojos Cerró la mano de la muerte horrenda; Y aquí en la tierra, de mi dulce prenda Solo quedan los lívidos despojos?— Seco está el manantial; muerta mi lumbre Sueño sin fin sepulta mi esperanza; Y mi vista mortal, Señor, no alcanza A ver al ánjel que ascendió á tu cumbre. Oh! Luisita, uii amor, luz de mi vida; Vuelve, despierta del letal profundo; Dichas hay en el mundo, Tu padre aqui á gozarlas te convida* Blanca flor de mi valle solitario; Tu aroma de virtud falta á mi aliento'.— A mi doliente acento Rompe el nudo fatal de tu sudario.... Qué soy sin tí?—torrente sin raudales, Mar dó no cruzan ya blancos bajeles, Planta sin raíz, sin hojas, sin claveles. Que abandonan las auras matinales: Ave á quien falta el maternal arrullo. Arbol que el rayo derribó en la hondura. Voz sin un eco, arrmo sin murmullo. Sombra errante tn inmensa sepultura?. Lloras por mi en el cielo? Moras al ver mi llanto? Y una amorosa gota Que de tus ojo* brota,— 12 — En mi laúd de duelo Anjel, apaga el lastimero canto?..! Náufrago en soledad, ya á nadie espero En la orrilla del lago de la vida!? Miro la inmensidad: no hay un sendero Para ir en pos de la ilusión perdida!—* Un instante del canto lastimero 1.a nota en el laúd quede adormida; Y aduérmase el dolor del pecho mió Cual entre hielos se ador mese un rio... Y tú, mi compañera, que en la almohada ¿negada en tu llanto, aquí j'emias. Como aquella Raquel desventurada. Que el lúgubre Profeta Jeremías Oró en Rama llorando; como llora Madre que pierde lo que mas adora. Perdona, si embargado Y en delirio cruel mi pensamiento Ha podido un momento Olvidar que tú estabas d mi lado:-— Q-ue aquí también tenia Yo, que miraba el porvenir desierto. Otra planta en mi huerto. Una flor mas de la existencia mia. Salta, 31 d» Diciembrt d» 1857. B. B