705. Vi LOS MEBELVES SOBRE SU MONSTRUOSA CONSTITUCION POR K í ' \l 'Miro.' T).' José Julio García de Torres, rector dos reces flj j„ -■-" real universidad literaria de México y cura juex eclesiástico actual de Smacantepec tn este arxolispado.ti < i e h <- 1707. ADFE R TENCIA. Muchos ■ al leer este popd dirán qw nv pluma ha sido conducida por la vil aduhcion; pero me' tt fifi f'esewocid's este Cguage de la ttstinja, que preferiré mil veces uva vida obscura a Ur> puesto elevado, que tenga por e m ento tan rivn y bajeo Pr*neipio. Ni adulo, ni ¿isongeo al gobierno ni anadie. Nada Mero, y nada prettndo por este mtdio. El Dios del cielo y de ^ tierra me es testigo de que conformándose los sentimientos de fti corazón con las expresiones de mí labio, he formad* ■ este es ctyt* en la firme persuasión, de que cuanto asiento en , viunt.....M per dulces sermones...... seducunt corda .innocenW*' f Vestra enim obeáisntia in omnem lopum divúlgala .«st. Hermanos: yo .os ruego; que tengáis cuidado-de apaí13^* •de aquellos que os hacen guerra ensenándoos una doctrina fi0" tratia á Ja que , habéis aprendido. Ellos no sirven á Cristo - ñor nuestro; antes bien por medio de palabras seductoras y sengeras pervierten los corazones de los sencillos. Tened Pre' senté, que vuestra obediencia es el carácter que os distinguí , por el cual sois conocidos en todo el orbe. San J?ablo en su carta á los román»», Cap. 16.705». y -Entre todos loé caracteres que distinguen á los españoles y t»r¡ s?kreponen al resto de las demás naciones, es sin duda el P lncipalisjrao |a firme adhesión i la religión santa de Jesu- isto y el inviolable y constantísimo amor á sus reyes. Por Huella arrostran todos los peligros,, sus pechos son otros tan* tes •tt>ttr°8 de bronce en que se estrellan y encuentran resis- cia el error y el engaño , porque mamdndo y nutriéndose o los dogmas del catolicismo echa este raices tari profundas {. 8*Js corazones, que á pesar de - que muchas veces sean víc- j.la» desgraciadas de su5 apetitos, su fe! y Su religión van con 8e°s i descansar hasta las lobregueces del'sepulcro.' En vano ce ,en,Peñó ,|a Francia en vomitar sus pestilentes errores y ha. _. r'°s llegar hasta la corte'misma;'y las mas populosas provin- Olas Á n-------j---- r t—----■ r»"»»»»- k*8 de España;; porque aunque pueda gloriarse de que tal vez er° sus tiros en algunos, 6 incautos ó libertinos españoles, la °n> la masa comuft de la nación ha 'mantenido sü fe tan sa- na la 1 ^UFa como ^a rec,hió de sus padres: y aunque también Atnérica ha percibido los áliíoá infectos de aquella hidra ve* t0^?8a» principalmente en los días aciagos ea que al tribunal san- Ue lg pe se |e suspendió el exercicio de su autoridad, y han lQ °«ado'en nuestros oido», 6 las' mas execrables blasfemias, ó nías groseros errores, partos' propios de unos poco» impíos l'e se esconden entre nosotros; mas la América , constante en * Principio* de religión con que la nutrieron sus católicos con- ' 'dadores, se gloría -de ser hija obediente de la Iglesia, y per- |9En!eTe/ hasta el último aliento en la fe Con que el Omnipotente v,sitó misericordiosamente hace Casi tres siglos. c Por el amor y fidelidad de los españoles á sus reyes, sin ^ Quitar mas que al sigKt 19 él nos presenta el cuadro mas ^ffioso eircjue se nos pinta muy al vivo este carácter honrado c *c'»' Los habitantes de Vitoria coitando les tirantes' dcl coche (|ue viajaba su joven rey, cornrt para impedir una cautividad ^.presagiaban: los madrileños; desgraciadas, pero triunfadoras líirriís, sacrificadas por la tiranía: la energía de toda la nación, 6'3 jx-sar de hallarse moribunda, viendo sobré su cabeza la vi- r&doía cuchilla de u:i usurpador," ocupadas sus fortalezas, inerme710, y s¡ñ defensa, se levanta en masa para defender los intereses de su rey fajado! »Jm violencia en fin con que el leun déVEspa- fw fC.p.ync tu"¿)ú;, "y -d,i,'iJ'. un* jeVpajitoso rugido 'hace caer de las m .■;ós ;!(.■; ti,. ¡i.> Id e l'y por tanto tiempo' Vencedora, f ar' ojiando su's garra», d'e/h ji y .jj ios laureles con que habia ce- ni 13, su f c-.>t..-V sacándole p de un tan ii justo opresor'la '. recia Iba á devorar por instantes ¿no s°° upo* u-m-m n}u¿ i;.-d\,¿r .Ij.ts del amor y fidelidad de los espa- ñoles bacia_ s^r rno'i'iarc*? ' f r»fr«*!f»j tfi la^if ¡1 ¿V la A uí-.i ¡Ah! Esta parte opuhuta de la herencia del augisjp Fernando ,\.Vjt'ie á'ünt|Ue separada por el inn>eii'° oc< íijo dir su >ag a-Ja pétsó'na, no lo cuta de su amor, respe»* y sumisión h.v.i;. él, /cuántas pruebas no ha dado de su tfa nu;á y fi ! Id cí! La 0\¿y¿ ifé ¡ve se cubrió si llegar á »«•* ojdoí, la ca'nt'uiíLd déj'su si'fnlpre a ri. ..ble so'befano, ppr el des- consuelo de no poder dtee^mbahiaj la espada y presentar su |'e' cha para vengar tan feo atentado y !a alegría de que se revi^6 después .cuando sabe, qre sos hermanos de la península dése"* ynrivtn. toda su ene svs y gl°r'0' sos para la América los últimos de julio de 1808! Yo no puf£,° rece; daros sjn sentir tierna y dulcemente conmovido mi corazón» En un solo mpfninto, como si estuviesen de acuerdo todos 'oS P' <') os, provincias y ciudades de este vastísimo reyno., se lev»11' ta el clamor de la fidelidad. Uuid< s en un estrecho lazo el ei>r°' peo y ti americano, ei sacerdote y el secular, el noble y el plebe* yo, el rico y el o b-e artesano; todos , te>dos formamos un s°'0 cuerpo y una-sola voz para j urar una fidelidad eterna al desead" F.rnj; do, viéndose rn nucitrófl retro» pintada la alegria mas fe9* tiva, pura y singerju el polvo de nuestras calles y plazas envuelt" en las lag i,in*s de ti mara que derramamos conmovidos con |o* alegres vi,.,-, i nuestro jo yeri rey, serán > tros tantos monume"^1 oue transmitirlos i ja mas larga poiteridadi, acrediten la fide»»- dad mexicana iúüa su príncipe.711, * i¡ . ¿Q -eremos todavía mas testimonios de la adhesión al ca- 'c,8n*o y sumisión á 6us reyes de ambos espanolet? Pnes to- Caer?°slos de nuestros propios enemigos los rebeldes de Améri- • una voz alarmadora que se levantó ea la provincia de Mi. °acan y que á manera -de un fuego que por cualquiera parte *j e pasa va causando estragos, y en pocos momentos asóla y re. ' ÜCe á cenizas cuanto encuentra,, ó como un impetuoso rio que ,c,pita con estrépito sus encrespadas hondas, corrió y se exten- 0 en pocos dias per todos aquellos pueblos, hasta formar un j¡ "eso aunque ridículo exércko de .ignorantes indios y de está» g l s rancheros, que se atrevió á tocar casi los umbrales de la México^ esta voz, digo> no se presentó con otro aspecto que " e' especioso, falso é hipócrita *d¿ que supuesta la ausencia del °narca era preciso conservarle estos preciosos dominios que Jj eHan entregarse á manos extrangeras, y quedaban expuestos ». '.consiguiente á perder la religión única y verdadera que nos fungue. ¡Hipócritas! Vosotros jurasteis de nuevo al monarca «fiando 7°: mil veces estampasteis en vuestros infames penó- se08 qye le reconocíais-por vuestro un¡GO y legítimo soberano: Augusto busto y respetable nombre ha llegado -hasta nosotros «jabado en vuestras monedas con la justa y debida inscripción ücy de España y de las Indias: y jurasteis también mil ve» :s que adorabais al. Dios de vuestros padres, y que siendo hU .|Me la Iglesia respetabais sus dogmas, sus tradiccionts, su disci- su santuario y sus ministros, y á caso por esto habéis lo. ,a°o pervertir á tantos incautos que han seguido vuestras b3n- tist porque sabéis muy bien que no sacaríais partido de los fQ °'icos y fieles españoles de ambos emisférios,;que todo lo ar« stl*an cuando se toca ó á su Dios ó. á su Rey. ,c íero ya se les cayó, ó amados compatriotas, la máscara j¡r* que se cubrían. So capa de fidelidad creyeron hacerse cada ^ Das fuertes, y llevar al cabo sus designios, persuadidos acaso jy °4ue jamás volvería á su trono el monarca español, como si t¡ '°s y su augusta Madre hubiesen de cerrar los oidos por mas I^P0 al clamor fuerte, sincero y religioso de ambos espaíio- Tj" Dtclaradose han contra la Iglesia y contra su monarca. fla constitución que solo pudo formarse en aquellos cerebros712. c3. de-! ir liites: los decretos para j >rar su observancia: el nuevo le¡>dano inn gobierno de los fieles; y todo el cura do de 11 cuius vackibJci de que constan aquella y estos, son otras tas luminosa* pruebas de su irreligiosidad y de s i traición "¡{ De sel irreligiosidad, porque no puede dars? mayor dds manos de los sacerdotes, y levantáis las vuestras para ar- icarlos del seno de sus familias, y lo que es peor de enmedio e 'os pueb'os encomendados a su cuidado: los conducís de lu- "ar en lugar, é ensensibles á sus lágrimas y clamores, los fcfli« ifcteria el rtbaño confiado á su vigilancia queda llorando su Sí, su horfandad. Porque ¿qué importa que substituyan r r° en su lugar? A mas del enorme atentado de usurpar la ju- & p<> lo menos cuando estén hahilitados para lo demás, no, no p^ presenciar vuestros matrimonios. Desengañaos en fin.y vivid persuadidos, de que las simas de los rebeld.es, y las que ya estampan en su ff'ose¿e desatinada consttt jeion, so:i op testas á la disciplina santísi n3 la Iglesia, y atacan ya á la religión. ¿Y podréis abrir vues* corason, ó fi.les y obedientes hijos de América, á estas ma*' m i3 corrom¡)edora,s, cuando sois hijos á- ta España anti)?"9' \ por consiguiente vuestro principa' distintivo es el amor á *"'tS* tra.religión y á vuestro rey, ataeido también por los rebe¡de<>' Si, desde el principio hm sirlor traido es al rey. P°fC*el si se alarmaron para conservarle e-tos d ¡mimos; ¿r.omi es ql,e objetó pincit>aí des % r>. iñis f >é txlo lo que pert necia a l0-*'¡, mos de su real hacienda? ¿por qué tanto encono contra los nistradores de eUa? ¿ >or q ié agitar los rec moi del real ¿Fue acaso para amontonar un grueso caudal que p^ucf eI>715. ^nos del monarca cuando volviese á su trono¿ para que dispo." "j'^do de él pudiese subvenir á las necesidades de la nación, j^bilitada con una tan gloriosa, pero destructora guerra? Y cuan. 0 Sc emprendió con el objeto de rescatar al amable Fernando, .fa* Pues sabed, h jos espurios de ía América, que esta os ha» .4 k nia j cruda, como que tocáis muy de cerca á su soberano poneros á sus pies y proscribiros para quitar él negro bor- ?n °,ue habiis echado sobre la fidelidad americana, con unos he» ft°s y máximas diametralmenre opuesta > á la moral de Jesucristo. ^ Si: después de tantos siglos, y después de hiber adopta. jto'Españí-desde su fundación el gobierno monárquico, no resi- ni puede residir la soberanía en el pueblo. Fernando 7o es ^nico y legítimo soberano de ambas Españas: él entró en PQ»es¡un del trono de sus padres, coa la misma plenitud de au-torídad con que le poseyeron sus ilustres progenitores: él rey"' trtxc los espáfmies por Diia potestad q-ie hi depositado en su* el Rtv de los Reyes: él es representante de aquel Supr*' (•híjj Spbérafíó: él esti colocado Wobre su pueblo, como David láraéli quféA atenta contra su persona, atenta contra Dios:*1 c¡» £> quien debemos los respetos mas profundo» interior y c*w' 'rior tóente: txtt ñor mente, tributándole una obediencia ciega y • - • • j- ..-.i..ntaa! misa, é tnter tur mente, esto es, sin repugnancia de la volu*ta ' espada', quien le obedece., obedece á V1 ' y quien resiste á su potestad resiste á la de Dios: él, y cUfnfa. e>, no en vr.no cine la jttstad resiste á la de Dior, él, y ci nos gobiernan en su augusto nombre, son las legítimas P*1^,;; des á quienes debemos obedecer, no solo por temor, sin» p°r 0 ■ gaiion de conciencia. ( ) Si no habéis llegado al último tef no de vuestra incredulidad, desmentidme. ¿No es Dios e' 9 en fijus santas escritoras os habla en estos té< «tinos? ¿No SO" tas unas verdades que el que osare decir lo conuv.no será "ey ge formal? Pues bitn. Jurasteis, y juramos to lo* á Fernando ^, al subir al trono; [t j iramos del modo nías solemne y e*V ^ fco: le juramos con dcmostraei&nes tan vivas, qi c acaso 1,0^ habido monarca, no ya en Esparta, pero ni en todo el mü^ reconocido con mas entusia h al( grb que limando 7o- ¿" ^ porqué sacudís ahora el yugo dé so obedienci ? ¿Qwián °s ^ relaxado aquel juramento? ¿Quién l¿b) Léase ti cap. 13 de las cartas de S. Pablo á los rof>°tí 717' s * nuestros hermanos, y los hizo arrollar y cor.f ••••> !ir mi Ciiiigog hasta ver volver rib'fe a! t. o so de sus ¡babores' i>\ de- ^ arlo Fernando, vive aun, y ya tiene levantada la cochiila sobre "^tras cabezas, Sí, hj >s de noa y otra España, gnerVeros inmortales "0llor de naestro suelo, cotva 1 áijénto porque' defendéis ooa {■ 'a mas justa del murírló, y peleáis con superioridad de "erías contra unos rebeldes q»e han Vulnerado á Dios y al /' V hin h íllado por consíg nente vuestroi dos principales ca- te » °«1,e 80n' e' ;,rT, );" á 'a rc''S'°ai y 'a rówisidn á vues- ^nico sobtrano. No de^miyeis en tan glo-iona empresa, y t{ . ad en qué v ilvereis cargados de verdes olivas, porque in- rjn"1 Vl,sotro» peleáis en la campaña nosotros los sacerdotes fa Altísimo levantaremos las manos al cielo como Moyse* pa • lo ^'e os concedí la victorb, y animaremos el espíritu de ^ue están confiados á nuestro cuidad"», deciéndoles corno en ^ 0 l'empo la hermosa Judith á so pueblo, cuando lo vió ataca- P°r los enemigos d* Dios, Esperemos, esperemos humildes eftrn consuelo de la •mwpotente mino de nuestro Dios, que T nl^e parece nos olvida, él mitmo, afligiendo á nuestros contra- qf)i\v'>n£ará en eM°s 'I intento de derramar nuestra sangre, y ^ attfá á todos los que se levantaren contra nosotros, haciéndolos lr avergonzados y confusos (o). v¡ Y tú, ó amable ¡soberano, heredero del trono y de las ^'ides de S. Fernando, no, no se contriste tu tierao y pía• 80 corazón al oir que en América queriendo sacudir el f>° de la obediencia que te es debida te han declarado guer- * Porque si te la hacen es un puñado despreciable, que dis- ^ ,.5° por alg'inos pueblos, huye luego que se presentan los •entes soldados que militan baxo tus banderas; pero seis la t"!ea ^e habitantes fieles á tí, están dispuestos á derramar c^ ultima goti de su sangre por sostener tus sagrados de.c. j^08. Api, no solo el perseguido europeo, sino también los Ptrtérritos americanos que componen la mayor parte de tu ercito, pondrán, como hasta aqui, sus leales pechos á las ba. (k) Lib. de Judith. cap. 8. vers. 20.718. las enemigas, y no descansarán hasta orlarse con el laurel ¿e una completa victoria, sin que sea necesario prives de tu ama- ble presencia á los valerosos soldados que tienen la dicha oe sostener mas de cerca los derechos y soberanía de tu sagr"' da persona: porque los católicos y fieles hijos de AmériOi invocando al Dios de los Exércitos, y á la divina Esther Gn»' dílupana, patrona y protectora de este tu reyno, esperan, s*> confiados en la protección del Ser Supremo, poner al pi°.de tu trono á los que te han sido enemigos, grabando esta cripcion. Gloria inmortal al Dios de los españoles y á su d'vl" na Madre: gloria á los religiosos y obedientes americanos; y "ria al deseado y augusto Fernando 7o triunfador de sus eneP"' gos. En la imprenta de D. José Mam de Bcnávente-