s Breve impugnación de la sentencia de destierro j/ muerte civil pronunciada por el Gobierno Supremo de la República Argentina contra el Dr. 1). fyucas */. Obes. 'Iodo destierro pronunciado pi r pretendidos niotiz-os tte srdud pública, es un crimen contra ta misma salud ptitttica i/tic no consiste uno en el respeto de. las lej/es, cu la olitrrviinetri de tus J'óititulas, y en sostener ta* gmrunttat. Curnii dv l'olilicu Constitu. ¡onul tmn. H." pagi I H'J. A MIS COMPATRIOTAS. Et papel que ofrezco ni público no trozaría de esta honra si á cada hombro )e fuera perniitido proceder en toda* circunstancian según Jos í¡.••<•.-• de su corazón. Ningún hombre que conoce el mundo puede hallar tni placar en hablar de si minino para vindicarse, y de los otro.* para reprocharles una injusticia: pero yo he tenido lu mala, suerte de verme estrechado á callar con ignomi;i, d defenderme con rigor, v en la alternativa de este lance m> procurado la elección no podía ser dudosa. jVli defensa, con todo, ea mu\ sucinto, y no podia ser otra comí, no dirigiéndose tanto á manifestar cual ha sido mi conducta patriótica en Jas diversas crisis de la revolueion, como á descubrir los vicios nías prominentes de una sentencia proferid:* B¡n ningún i espelo á las fórmulas que d; -pues de veinte años parecían el único premio de los afanes, de la sanare, y suspiro?, que nos cuesta la independencia. Desempeñando este objeto, yo he dicho algo para desvanecer las sospechas con que una malicia refinada pretende obscurecer el mérito do mi regreso á la Provincia Oriental pin entre los riesgos de una retirada en presencia del enemiga, pero vo no había comprendido que sobre este punto fuese preciso decir algo nías, sino que para sospechar do mí, que nunca fui ni comensal, ni tertulio, ni proveedor, ni agente del -fiaron da lengona, ni soldado, ni gefe en sus tropas; era preciso repeler á todos los que habiendo gozado de estos títulos y otros aun mas honoríficos lian fugado después ó conseguido salir de IVIonte\ideo para unirse á las tropas de la l>rovincia Oriental y hacer la guerra á su enemigo. Que yo fugué burlando la vigilancia del gobierno imperial y haciendo un sacrificio de mi sosiego, de mis conveniencias y de mil esperanzas que no se renuncian fácil- mente? por los ambiciosos. Que fugué en el momento que al emperador del lirasil le con- venía mas fascinar á la diplomacia estrangera y al vulgo de sus vasallos con la presencia de BU diputado de la Provincia Oriental gestionando cerca de su persona ó haciendo parte d-.' la asamblea legislativa. Que fugué porque consideré era de mi deber una vez pro- nunciado el voto de mis conciudadano» por la reincorporación á las Provincias Argen- tinas. Que fugué porque habiendo dicho el general La val leja ,, venid los emigrados por opiniones.... venido los que en cualquier modo servís al enemigo" no entendí que esto fuese para hospedarme en un cuarto muy sucio de la Policía. No era ne-c * 1 cfi**ñ*> jtrobmAo oon ios donmentoi que acompañan mi discurso, y con otros qoe quodua en reserva. "Si importase tanrtp «xmve*icer a maliciosas osccpticos, el mejor de los partidos sería presentar una lista de las personas respetables que habiendo auxiliado mi fuga, y h<> torneado un interi-s «n la causa del Brasil serian los mejores testigo* de una verdad bastante conocida al P. E. Provisorio de las Provincias, al Sr. General Lavalhjü y al pueblo todo de Montevideo, que por mía parte vé en su puerto detenido el bergantín Hope y procesado su capitán Jonh Roberts ; mientras por otra el enemigo se apodera de mis fincas, las convierte en cuarteles, insulta mí familia y se anticipa á pronosticar mi prisión en esta como un golpe fraguado por sus relaciono* en aquella provincia. Pero el G-obierno Supremo de la República, procediendo ú capturarme antes de oírme y á condenarme antes de esclarecer mi crimen, me ha quitado la ocasión no solo de ilustrarlo sobre este punto sino de darle á conocer (con el secreto debido> quien promovió allí este proyecto................y píamente se opina que lisongro con el suceso al Visconde de la laguna para que el Oobierno y el pueblo supiese a suerte (vu lo dije> no me ha permitido tirar ni las primevas líneas de este plan inofensivo, pero me consuela muc ho haber hecho todo lo posible para con-eg»rirlo, V no haber hecho nada que pudiese excitar mis enemigos á dispararme un tiro de muerte, ruando rae entregaba en sus manos runfiado en el respeto que debemos todos á las leyes, y al Oobierno que nos dispensan una protección benéfica.—Prisión en la Policía ¿23 del «jes de Mayo año 1G de la libertad—V. Xjucas «/. O bes. Obligado á aparecer en el tribunal de V. E. no tanto para substraherme al des- doro de una pena inmerecida como para dar una idea «le mi conducta política, en la ocupación de la provincia Oriental por las armas de Portugal, y el Hrasil, yo siento no poder desempeñar este penoso deber, que me imponen a] honor y el patriot¡sino, -in esponer á la contemplación de los propios y los «straños ese cumulo de flaqueza^ con que unas veces los gobiernos, y otras los partiré'ares, parece que intentaron conver- tir la historia de la revolución en un teatro de intrigas, de atentados, y bajezas las mas propias para condenar un pueblo ¡í la execración de su misma posteridad. Lo siento, Kxcmo. Sr., y lo deploro porque >nozco que en r-ite tr/nc ro de vin- dicaciones cuanto avanza el ofendido, otro tanto pierde el país a que pertenece: v per- diendo el país no pude haber verdadero lucro para sus hijos.... ¿ Pero q ue otro arbitrio me ha dejado la calumnia, ó la venganza, ruando para ultrajar mi nombre, ha tenido la imprudencia de llamar á juicio todos los habitantes de una provincia, reprocharles su infortunio, del infortunio hacer un delito, y de este delito estralier lo mas feo para excitar contra mí el odio de los que mandan y el desprecio de los que obedecen ? El si- lencio:: : el disimulo :: : el t iempo . . . . Yo lo sé. Esta seria la conducta délos Aristules en Atenas; pero yo estoy en ríñenos Aires donde el ostrasci-íuio infama, y la moderación es una virtud que no puede ejercitarse sin e\ riesgo de parecer mas uu esclavo que duerme sobre su propia ignominia, que un republicano sacrificado á la severidad tic sus principios. Hablar es preciso, porque es necesario defenderse : pero yo lo han1 de modo que nadie desconozca toda la violencia que sufre mi pluma, al estampar verdades que ella misma ha procurado ocultar á los ojos de una potencia interesadu en destruir y desconceptuar io> encantos de la libertad con el prestigio de sus abusos. Se me acusa (mal he dicho, que V. E. no puede ser nunca el acusador y el gefe de la República. ) Se me arguye de haber servido con zelo al emperador del Ilrasil y concurrido para envolver el pais en las calamidades de una guerra dispendiosa : y sobro la certeza de este crimen que se cree probado con la publicidad de las liorna- que me dispensó aquel soberano; "V. E. se ha dignado mandar ,,que durante la guerra con el Rrasil permanezca bajo la fianza de diez uiil pesos en el recinto de la capital suspenso de los derechos de ciudadano y sujeto al deparlamento «le policía"! ¡ Pero como, Excmo. señ«jr, la mano justiciera de V. E. ha p*»di«lo anticipáis.' con este fallo á levantar un proceso contra una población entera «le 40 mil habitantes que han servido al Ilrasil, y disfrutado de sas honras «'■ beneiieios ? C'onm el g«;nio penetrante de V. E. ha convenido en erigir, bajo los doróles de la presidencia, un tri- bunal no conocido en las ley*?s del pais, para clasificar á los hombres que hayan concur- rido mas ó menos á la «¡uerra dt"l dia. ¡ Como castigarlos ! Como perseguirlos ! \ mar- cados con el sello de la ¡giioruiniu entregarlos á la execración «le todas las provincias ! ! ! Las calamidades de Montevideo como, Excmo. señor, pueden h«>y recordarse ! Su origen, sus causas, sus agentes, como pueden inquirirse? Lo que en este asuntóse sabe es imposible sujetarlo á la severidad de un juicio; y lo que se ignora vale mas que no se sepa nunca, porque su investigación no puede Mt útil ni á Montevideo que parece haber convenido en olvidarlo tocio, ni á lu república que no debe ser tan escrupu- losa en castigar los estravios pasados, como en prevenir dUenciones para lo futuro. SinC 4 3 embargo cuando la política comandase otra cosa, en un caso tan inesperado como se quiere que sea mi regreso á la Provincia Oriental ú otro semejante ; siempre seria pre- ciso establecer una formal distinción entre las personas que concibieron el suhlimr pro- i/cctn de entregar aquel pueblo al cuchillo de una potencia estrangera para sofocar el germen de la federación predicado por Artigas::: entre los que á este (in dieron no- ticias, planos, c informes estadísticos A la corte del Janeiro, j*los que pálidos especta- dores de est-.v «agrada intriga se sometieron gimiendo á la fuerza de un destino terrible, pero inevitable. Estos aunque hayan tomado una parte activa en la noble causa de la inde- pendencia de Sud América, no serán confundidos con aquellos que por aspiraciones desmedida*, «'• por una fuerte propensión al despotismo, ó por ese carácter feroz ¿in- tratable que produce el orgullo de mandar sin méritos ni virtudes; fueron tic paso e:i pas». y de medida en medida provocando la guerra civil, y poniendo á lo| pueblos en la necesidad de apelar al brazo de lo< forajidos para escapar al rigor de la ti- ranía : porque los primeros aunque cómplices de una insiirgencia conforme al voto de toda la América, de sus males, y resultas inmediatas, no pueden llamarse autores de aquellos rstravios que pudieron evitarse solo con resignarse á concederá cada pro- vincia lo que Equina negaba á su conjunto : ó lo que es mas claro : ron abandonar la idea de que rotas las cadenas de una dominación que tiene en su apoyo la religión, el tiempo y las habitudes es muí fácil forjar otras iguales en el yunque del terror «i las fraguas de la perfidia. Kstos, Ermo. Sr., y los que con igual designio ya pensaron hacer de Bue- no; Aires un trono para la Sra. 13a. Carlota Joaquina de Bbrbon i ya en proclamar un Inca, ya en imitar á 31unk, ya en fiarnos un Duque son de cierto, y sin ningún género de duda, los primeros autores fie las calamidades que actualmente sufre Mon- tevideo sometido á una dominación estrangera; pero no son tan criminales todavía como aquellos, q«ie establecida aquella dominación, corrieron en grupos á ofrecer sus armas teñólas en sangra de orientafe*, para lle\ar las quinas de Portugal hasta Corrientes, y el Entre-Ríos ; hasta lineaos Aires y Citóle. Con ellos solo pueden compararse los otros que habiendo sufrida una proscrip- ción ínstincada por el voto de toda la república no dudaron pedir un asilo al vencedor de Montevideo, V Con vertí dea en comensales, en consejero-, en amigos y hasta en aliados de su política, 1" vendieron los secretos de nuestro-» archivos, le prestaron las relaciones mas [atinjas v ligados, en fin, con juramentos recíprocos partieron de Montevideo en 890 resueltos á descargar el último golpe sobre esta capital infeliz; y por entre las llamas de un incendio que debia estenderse hasta el centro fie las provincias entregadas al furor del anarquismo, abrir un camino pin estorbos al descenso de las tropas españolas que dominaban entonces desdo Lima hasta JUJni. lié aquí los n»l*adea, hé aquí los impíos, cuyos nombres consignados ya en la historia de los últimos siete año«, mantendrán eternamente un lugar Rlui distante fiel de aquellos que ni provocaron la invasión fie Montcvideo con su escesos. ni la afirmaron con sus intrigas, ni la prolongaron y tal vez van á perpetuarla con sus venganzas, con su* delirios, ron su orgullo, y su constancia en preferir las máximas de un jabonismo depu- rado á las sanas inspiraciones fie una política ilustrada por la razón y la esperiencia. ¡Sin embargo, vo no diré que á estos hombres afortunados se les forme un pro- ceso para graduar el mal que hicieron á ".Montevideo, á Unenos -Vires y á toda la Amé- rica : «'i que sin proceso se les prive de su libertad ! ó sin audiencia se les confine, se le humillo y reduzca á vivir estrañosen el propio pueblo que los vió nacer! !N o lo diré, ni tal hiciera \o si ls desgracia me pusiera en necesidad de juzgará mis ri\ales. Ea venganza solo es un placer para los Dioses de Homero: pero, que mis rivales vivan como ciudadanos v á mi se me arranque este derecho el mas dulce de todos los derechos! Que impuren ellos y vo no tenga un asilo en ini patria! Que ellos \ean en las arcas del gobierno asegurado el premio de aquellas empresas, y que yo sufra un destierro, lejos de mi casa, de mi esposa, de iui« amigos y de mis bienes!........ ¡ Cuales son mis servicios al Brasil, ni que males cansaron ellos A la provincia Oriental para merecer tanta pena? Será haber ido A Janeiro, por una sorpresa del vis- conde de la I..aguna. cuando me creia destinado á conducir, y presentar en Lisboa las actas del congreso cisplatino ? Pero aqiii no hubo mas Crimen, ni mas servicio que abandonar las comodidades de la vida privada, y las ventajas de un estudio acreditado en toda la provincia, para hacer un viage íí Europa y promover la educación de mis hi- jos; compañeros después fiel trastorno que sufrieron mis planes é interese-.. ¿ O será haber cu Janeiro promovido la emane i pac ion fiel Brasil y dudo á esto movimiento una dirección coincidente en lo posible cOn la de todos los Estados de la. America meridional? Pero aqui no hubo mas que fortuna en janaf reputación para subyugar el ánimo de un pueblo estraño, para1 predicarle un sistema contrario á sus ha- bitudes, ó prevenciones, y honor muy gratule en haber por este medio privado á Portu- gal do todos los recursos que le deparaban sus colonias para mantener la rouqui ta de Monte video» Si ú la sombra de este movimiento so suscitaron después otros en aquella plaza V yo en vez de auxiliarlos hice un esfuervo para reprimirlos; > «le esto se me acusa. ¿Por qué no será juzgado primero el gobierno que negando sus auxilios al cabildo re- presentante de IHí?."}, declara positivamente i/iir- tío <•»", los españo- les y portugueses. ... Ufostrttm horrrntlitin ! El génio de la patria se levantó contra tu cuna, y no fue poca dicha que pudiera acabarte, cuantío apenas comenzabas á tener fuer- zas para convertir las garras contra el pueblo heroico, pero sin amigos, :, quien sin rubor culpabas porque note asistía .... Vol vamos -al asunto. Restaurado Montevideo, y destruida ó disuelta la temible división de volun- tarios reales, cuyas bayonetas ya no hallaban resistencia ni en las calamidades de un paia decierta ; es bien notorio que yo pedí á la corte el permiso de retirarme á Europa en vez de continuar ejerciendo los poderes de una prov incia que contemplaba ( lo dije asi muchas veces) sacrificada á la política de un déspota septuagenario > á la codicia de un hombre sin virtudes para sentir la ignominia de su patria. Pero la corte en vez de concederme lo que no tenia unitivos para negarme, me mando positivamente que regresase á Montevideo, que tomase mi asiento en la cámara «le apelaciones, y ejer- ciendo las funciones fie fiscal á un tiempo : propusiese arbitrios para contener los excesos fiel vis-conde, del cabildo de la intendencia y de todas las autoridades sometida- al i a II ujo de sus larguezas. l:na comisión tan arriesgada yo pude mirarla como un esrollo levantado á mi patriotismo por la destrez;a de un ministerio enzelado, poro sin pararme á examinarlo yo partí de Janeiro en abril ile 8'21; llegue á Montevideo, y por primara prueba del amoi- que UM> hablan graugoado mis servicios en el corazón de los jefes imperiales, sufr í el bien notorio desaire de ser recibido en un día y en el otro despojado de lo mismo que parecía una merced incontestable del soberano. 2< • > Se Be repuso» ea verdad, pero tiwhin Lo es que en el ejercicio de las funcio- nes anexa* al titulo de fiscal nada hize 9U0 ao fiiese uu beneficio directo á la provincia en general y particularmente al gremio de Hacendados. Vo suspendí la franca cia^cuu- Cton ilc tierra--, en favor de loa militares, que- servia para ganar amigos el vise onde y ene- migos ú la patria. Vo propuse el reglumea^o do montes: promoví La policía de cunv- paña: ataqué los monopolios ciburios, (lenteció los desordenes del tesoro, pregoné la corrupción de los tribunales, clame en voz hiui alta, contra la aparente iudoleucúi tlt 1 gobierno, que dejando impunes los criaifiies, no hacia mas que mantener la provin- cia en aquel estado de inseguridad y sobresalto de que su feroz política se prometía conseguir la emigración de lo» nativos y .el establecimiento de sus opresores en todos low puntos de la ca m pa ñ a.. Asi cuando llegó el momento de proponer un cenador y elegir un diputado á la llimhlfl legislativa del Brasil no hul>o un hombre solo que me negase su vulo: aun cuando para extraviarlo es evidente que se derramaron agentes, dinero y promesas desde Sandú á Muldonado. El v is-conde tenia UB interés en ;ilejai tue de la corta, lo tenia el sindico, lo tenían sus partidarios: pero los pueblossoa incontrastables cuando UBUMa guiados por la luz de sus propios ojos, y despreciando las ofertas á par que las amena- zas ; por segunda vez me honraron con una elección que en ere lea se llamará debida á la influencia de las uutorídudes mientras hayan orientales para desmentirlo. .Mi permanencia, con todo, en el Brasil no habría sido larga bi hubiere estado ei« mi el obtener un pasaporte para retirarme á Europa, como lo solicité en agosto, eu setiembre y diciembre del año .anterior. Pero el miui.stro alarmado con los informes del v is-eojide v resentido de mi constante y no esperada oposición á tomar parte eu los planes do la giterru del día: la corte inquieta por mi silencio en los debutes de su derecho á la ocupación de Montevideo: la corte prevenida de mi sentir en lo tocante al cougreso cifc- platino, á su legalidad y deliberaciones: la corle \ ¡vaincnte herida de mi relruhiiuiento « liando la presencia del diputado oriental poesía hacerse pasar á los ojos de la multitud por un argumento de la voluntaria unión de aquel pueblo con el imperio: la corle del Itio Janeiro, que puedo alcanzar adonde llegaría cualquiera gabinete- solo con leer mis notas de 11 de octubre do tsl>:> ; 10 y 27 de enero de M4. L,a corte, en lin. so resolvió ú detenerme mas bien en una prisión honesta que concederme la libertad do volverá la provincia dispues de tocar en Europa. Su política multiplicó entonces los medios de coacción indirecta que con tanta destreza saben ejercer en todas partes los que pueden sobie los que no pueden ; y jo sin arbitrios para evadirme habría pasado por el disgusto de ver cada día insul- tada la patria, denegrido hu gobierno, y de todos modos atacada la iiisurgciicia de .Mon- tevideo si no batíase en el «lomu do, en el patriotismo, y la generosidad inglesa dinero, buque, guia y custodia para frustar la v igilancia de una Polícia severa, y tra-dadai mc n 1 Itio do la Piafa apesar de su bloqueo. Hasta entonces mi celo por el servicio del enemigo se redujo á mantener co- municaciones directas con el gobierno de Unenos Aires, con los gefes de la Provin- cia Orí aniel, con los patfiotM de Montevideo, cuyos clamores repetidos á cada paso «le los muchos en que la Provincia ha invocado el auxilio de sus hijos ausentes, ó empleados con el enemigo; concurrieron no poco á persuadirme que mi fuga, .-obre necesaria, podía ser en algún modo útil pura todos los que tal vez por falta de ejem- plos notables temían comprometerse. Kstos servicios, que la calumnia puede denominar como guste : estos ser vicios v susinale--, que la envidia puede inventar hoy sin escrúpulo ; vo pido á V. E. que se poaWaa en paralelo ron los de un cabildo (sea esto solo un ejemplo.) que entregadas la* llaves de Montevideo : unas veces se une con el general enemigo, y le sirve para darle crédito, facilitarle recursos, y uiimentar el iiúmoro de los prosélitos que en todas partes hace el aspecto de las bayonetas. Otras le presta su autoridad para sostenerlo contra la política de diversos gabinetes : otras para seducir y dispersar lo» último"* restos del ejército oriental y dar por acabada la conquUta en el momento mi.mo € * > Miaros) (H<*r llear Hrar) qste fe eotta sVt Jassira a»nadaba retira* wmm tropas fa- tigadas para dar toa alivio á su eraeio eaatssto y á sa s*iesss torio saaiaiisVe» cosv mk pesa de una empresa mal calculada. Que se comparen» repite», mis servicios coa les de aquellos que imploraban ea ¿■•'JO la a-isieneia del K -y de Pu-.-t i«;n!, sü protección y kk de sus armas como el ante- muro atas fuerte contra las prcU m o>h -s de Buenos Ayres y los proyectos del au.tr- quióHio........ O bien, Excmo. Seííor, que se juzgue ¿quien e»s mas digno ds vivir en paz, aunque no tenga empleo : como ciudadano, nuntine no disfrute de una renta. Si aquello» que a>i sirvieron ul Brasil, ó yo que alguna vea no trepidé en ocultar á grave riesgo do mi existencia los mus auténticos testimonios de que la Provincia (según ello-> profería la federa c ion con «1 Brasil á todo pacto coa Uueti'u A y res, que a esta sazón precí-anu ule mantenía un enviado oerci» del Emperador 1). Pedro 1." para persuadir- lo contrario, ó para mostrar que en la cuesliou de Montevideo no se empleuriuji jamas sino ias zttix ¡nn ¡fitas. Pero cualquiera que sea el fallo de este juicio por lo tocante al patriotismo de aquellos que habiendo servido ul Iltasil en puestos y comisiones muy visibles, gozan hov do todo lo que ú mí se me quita, jo preguntaré siempre ; qué derecho tiene el Poder Supremo do la República | ara censurar la conducta de loa orientales en el «ii uipo que sepa rudos del resto de la unión solo constituían una Provincia abandonada primero á sus desgracias y después á la política ambiciosa de un potentado limítrofe. L/eyes retroactiva- serian precisas para sentenciar las cau-us de esto género, V tro seria fácil de-plies de hechas, y decir, bi un ciudadano que habiendo quedado tu Montevideo porque Buenos Ayres le uegéi un asilo solicitado por dos veces, para escapar a. l.i suerte do los vencidos ; teaia nuis derecho á culpar que ser culpado, á quejarse que dar sai isl'ut clone-, á aer elogiado que reprendido i Yo quise en SUi abandonar mi rasa aunque para verificarlo debiese e* ponerme a salir de un subterráneo buscado por mí mismo para substraerme á la barbarie de un delegado que vive en paz todavía para que nadie estnnie la muerte tranquila de los Sy las y Crómeteles !„a Proviucia Oriental subyugada por el abandono de torios sus convecinos, -y libre por sus profiios i\f'u Cuartel general del Durazno Marzo 4 de 1896.—El Excmo. Señor Capitán ^ General del Ejercito Nacional, me transmite desde su cuartel general de Paisandú, on comunicación del 2o del pasado Febrero, el siguiente oficio— Buenos Ayrea Fe- »» brero 13 de 1826—Habiendo llegado á entender el Excmo. 8r. ¡•residente del Estado que el Dr. D. Lucas Obes ha arribado al cuartel general del Excmo. Sr. 1). Juan Antonio Lavalleja, ha dispuesto que se den por V. S. las órdenes correspondientes á fin de que dicho Obes pase inmediatamente á esta capital á presentar**- á S. K<, haciéndole entender que su persona queda garantida del modo mas seguro y que el „ gobierno lo llama por necesitar de ella--E*a que comunico á V. para su inteligencia n y cumplimiento.—Saluda á V. afectuosamente — ./ur. 13. ,, Lucas J o-.ó Obes." Si (■•!;! n¡ir:intí:>, postoi ior á todos los crímenes que me imputa la sentencia ; se dió para cumplirse ¿por qué no se ha cumplido? y si al contrario solóse dio pava entregarme en manos de mis enemigos entronizados. ¿Qué dirá el BrMll J que dirá, la Provincia Oriental; <|ué dirá Hílenos A y res f El Brasil dirá que en el Oohicrnu Supremo de la lli publica, tiene un brazo poderoso que castiga á. los que d. -ertan lo he sido— Con los españoles un patriota resuelto por cuva mano se arestnron los nrí- moros tiros- al coloso de la dominación metropolitana : >M enjugó el llanto de sus compafriotas proscriptos con su amparo, con su favor, con su dinero, y proscripto después por los españoles, difamado y perseguido como uno de sus mas tenaces enemigos, nunca supo vengarse de ellos cuando las circunstancias pusieron la venganza en el arbitrio de su partido. Con los anarquistas solo he sido un ciudadano incontrastable en sus prin- cipios do amor al órdon, horror á la tiranía, respeto á la moralidad pública y deseo ardiente, pero inútil, de ver restablecidos ios vínculos de la Trníaa Argentina antes que los estraño.s, aprovechándose de nuestras dicensione^, nos descargasen el golpe quo 3(' H> ) al fln «os descargaron.—Cinco mese» de prisión, de grillos y terror'en' el Hervidero" 'no pudieron arrancarle una sola voz de lisonja al tirano, «V de guerra á Uiumion pura'ron- lo?» europeos le grangi <> la pérdida de dos buques que ransporluhan á esta plajea los dos tercios o distinguir á los qne mandan sobre pueblos destinados ú ocupar una posición <■!<■% ail.» -entre las u¡u iones que se llaman grandes porque supieron conquistar su independen- cia y defender sus libertades con sacrificios de todo género. I*a justicia a-í lo pide y el honor del pais asi tal Ke.se podrá vindicarse de una ofensa que será muí pequeña con relación á mi individuo, pero grande y sin medida ptn las autoridades de que ema- il u y el pueblo heroico en quien refluye.. Iluenos Aires, mayo °0 de 1S20. T-as personas que gusten reconocer los documentos originales que instruyen la impugnación precedente podrán ocurrir al cuartel de l^olicia, segundo cuerpo en un cuarto sucio sobre la derecha como entramos, donde serán recibidos y partirán de todas las consideraciones qur so han dispensado al autor, y de que es mitiii.il tenga el pú- blico una idea inui justa según el oficioso a\iso del Mcnsagero Argentino iiúm. Si*. * 4 IMPRENTA ARGENTINA. m i