que nabinn de rnorír por rila lejos ile sn patria , vivirán en «as ho- gares defendióndo la amable liljertatl que ik> supieron conservar sin padr, felices presagios de iiuesirjs victorias. ¿ Quién os parece que abatió la altiva soberbia de Oodoy ? ¿ Quién ha comunicado a la Kspaña con mas rapidez , que se extiende la llama por ti monte , el santo fuego en que se mira arder? ¿ Quien nos ha d ido una cosecha abuuitantisiiiiar ¿ Quén finalmente ha sostenido hasta ahora nuestra dulce y amable libertad? Solo el Dios que protege a) inocente para que le sirva de instrumento de su ira contra los malvados. Sí , hijos amados de mi coras ta , vosotros que tenéis pies ágiles y brazos robustos llevareis á los c* bíos; en este crítico momento, quando el joven Mo- narca y la nación toda recibí an cada di a nuevas prue- bas de amistad, y de la llegada del que se llamaba* su caro y fiel aliado el Emperador de' los Francesa* y Rey de Italia, y mientras que sus tropas encontra- ban en España una hospitalidad que no merecían, su hipócrita y ambiciosa política, inventando mil trama*, embrollos y embustes, frustra su viage á esta Corte, que nunca habia pensado hacer, por una cobardía vergonzosa, y con violación de todos los tratados, é insultando lo mas sagrado de las leyes, arranca toda la real familia de España, que con numerosas escol- ias de su exército es conducida como prisionera á Fayona, baxo Jas lisonjeras y fementidas palabras de amor y felicidad, y recibiendo el joven Monarca, por medio del General Savari, todas las seguridades posi- bles de Jos sinceros sentimientos del Emperador y Rey de dar un íntimo abrazo á su hermano y caro aliado Eernando, y de estrechar mas y mas los intereses mu- tuos de las dos naciones, hasta el estremo de asegu- rarle que respondía con su cabeza de las sanas i Men- ciones de su amo. ¿ Y qual fué el resultado, hallán- dose ya en Bayona todas las personas reales, sin que se permitiese entrar en aquella Ciudad ni un solo Guar- dia de Jos que iban acompañado y custodiando á S. M. ti nuevo Rey? ¡ Ah ! qué horror! qué crimen! qué nombre tan perjuro y desleal! qué espíritu tan baxo y ratero 1 L«a Jengua no se atreve á proferido. Destronar con mano sacrilega y criminal á Carlos IV. y á Fer- nando Vil., obligar á los demás Borboaes, amenazán- doles con la muerte á que renunciasen sus derechos al trono: tender su real manto pira apadrinar al mayor monstruo que vomitó Extremadura, cómplice de sus atroces delitos: ceñirse Ja corona de Jas Españas, que acababa de robar iniqua y vergonzosamente á su legi- tima heredero: renunciarla luego en favor de fu her* mano Josef para hacernos felices con el presente djr un i príncipe generoso y lleno de virtudes, quando nadie" ignoraba que habia tenido que huir de Ñapóles, odia- do de sus vasallos, y tener la osadía de autorizar de- lante de toda la Europa tamaños desórdenes por me-' dio de escritos sediciosos é impíos, infamando públi«a j descaradamente la opinión de sus hermanos y ami- gos Carlos IV y Maria Luisa, hasta el estremo de llamarlos Reyes haraganes, y á todo buen español ó buen patriota sedicioso y rebelde; imputar al virtuo- so Fernando Vil. el delito atroz de haber atentado contra la corona y vida de su padre; asegurar que no tenia mas derechos á la corona que los que Je habia transmitido su madre, y declarar á todos los Barbones débiles, fatuos é ignorantes, y da consi- guiente indignos de reynar, suponiendo que Carlos IV. Jo habia sido, que es Jo mismo que decir, que por-' que Nerón fué cruel, y lo es el mismo Bonaparte, deben serlo todos sus hermanos, y lo fué toda la raza de Jos Césares: por último cometer tales atenta- dos, inauditos aun en Jos anales de la guerra, mien- tras que su cuñado Murat se complacía en ver correr la sangre inocente de los españoles, derramada impu- nemente el dia 2 de Mayo próximo pasado ; Ah, día de luto y de horror, no puedo traerte á Ja memoria tía verter lágrimas de dolor y de compasión por la pérdida de mis hermanos y conciudadanos! Mientras el mismo Murat saqueaba en Madrid los fondos pú- blicos, y robaba las riquezas y preciosidades de nuestros placios, gabinetes y laboratorios, mientras sus pérfi- do* Generales aconsejaban la insurrección, á fin de «]ue *us tropas se cebasen en el pilJage y Ja rapiña, y luego talasen, incendiasen, se arrojasen á cometer* toda suerte de excesos para infundir en todas parre* el terror y el espanto, y hacer por medios tan viles Ja conquista de este hermoso reyno: mientras::: ! Eh, monstruo! tu mismo aspecto ao te causa horror? Cor- so indigno y cruel, hombre vil y cobarde ¿ era tan limitado el recinto de la Francia, que toda su gran-, de extensión no bastase para servir de teatro á las iniquidades de tu corazón depravado? ¿No hallaste en las regiones que has ocupado y oprimido suficientes víc- timas para sacrificar á tu irreligión y crueldad , quando. cierto político asegura que pasan de quince millones de. almas las que han perecido por tu causa? No era bas- tante el haber destronado los Reyes de Ñapóles, Etru- ria y Portugal, haber circunscripto el poder de la Prusia y Alemania, y haberlo intentado con el Em- perador de Rusia ; pero que no pudiste conseguir, por- que tus tropas débiles no son capaces de medir susí fuerzas con las de una nación vigorosa, que quiere defenderse, y en donde no hay que temer ni las fea* intrigas, ni la vil traición, único origen de las-gran- des victorias y batallas que tanto nos has ponderado y encarecido, para que convencidos de que tus exér- citos irresistibles llevan en todas partes el triunfo, do* blasemos la rodilla á tu ambición é injusticia, y te levantásemos estatuas por habernos sacado de la escla- vitud y hecho felices. ¡ Ah! y ¡ qué mal has conocido el carácter de la nación española! Teme, teme su ven- ganza : teme el castigo que te tiene preparado. Tú j tus soldados, infelices prevaricadores que quieren* le- vantar su cabeza soberbia sobre las nubes, experimen- tareis quando ya sea tarde, que quando se embravece el JLeon de España no halla enemigos que no venza. Sí: con la misma, facilidad que esta nación que ..... m Tías vilipendiado, ultrajado y prcíenfado á la Europa en un estado cadavérico ha disipado tu extreito de España, triunfará y acabará con quantos refuerzos envíes de nuevo, si es que tengas donde sacarlos, ni medios pa- ra mantenerlos. Pero j qué digo! esto es poco ó nada para nuestra satisfacción y ardimiento. Hemos de en* trar en Francia, y te hemos de perseguir, hasta que tú y tus tropas errantes y dispersas, no encontréis asilo en ninguna parte. Tus armas flacas no abren co- razones de diamante, ni á los españoles, tan dócile3 como valientes, les espanta ni tu falsa política, ni tus amenazas, tanto mas débiles y despreciables, quan- to mas altaneras, atrevidas é insolentes. Para nada te necesita esta nación noble, generosa, y la primera del mundo. De tu gran código con que has intentado sor- prehender á todos Jos pueblos, lo poco bueno es de nuestra antigua y sabia legislación: la constitución del estado con que pensabas alucinarnos tiene mil nulida- des y errores, y ninguna garantía en favor de la na- ción : nos querías dar un Rey que no tenía mas de- Techo á la corona que tu voluntad, y á quien todos los españoles habían jurado no reconocer, como á otro qualquiera de tu raza: te habías constituido nuestro li- bertador, arrancándonos á nuestro legítimo soberano Fernando VIÍ. que Ja nación toda idolatra, y por quien suspiramos y suspiraremos eternamente hasta ver- lo sentado en el trono de las Españas, en el con- cepto de que á tu lado aparece á nuestros ojos aun mas justo é inocente por el contraste de sus hermosas virtudes con tus iniquidades: por último nos querías regalar con la felicidad y regeneración de estos rey- nos , quando es imposible que haya paz ni tranquilidad en el Universo mientras tu corrupción y tiranía esténre en pie, y cuya felicidad pronto hubiéramos visto coiv vertida en el tósigo amargo de una esclavitud vergon- zosa. ¡Ah insensato! Te parece que no penetramos tul per v ti sos designios de sacrificar la Francia y la Euro- pa, toda , si fuese necesario, para coronar á todo* tus hermanos; de robar á la España sus inmensas ri- quezas, y luego con su gallarda y valerosa juventud provocar Ja guerra en Alemania para acabar con 1% casa de Austria , y conquistar luego el vasto imperio de Rusia, vendiendo al Emperador Alejandro, á quien tienes embobado con la conquista de la India, y con el plan de la división de la Europa en los dos impe- rios de Mediodía y del Norte, por convenir asi á la felicidad del continente, y á fin de hacer vacilar el peder colosal y esclusivo del gabinete de San James. Es preciso que te avergüenzes y confieses que nin- guna nación te ha conocido, ni ha burlado tus intrigas, tú ambición y tu poder como la España. Tus insignes é impertérritos generales, que yo llamaré sin faltar á Ja augusta verdad asesinos y ladrones militares que se desdeñaban de peJear con quadrillas de rebeldes y se- diciosos, pues así trataban á Jos buenos españoles, han sido arrollados y vencidos,, obligados á una fuga ver- gonzosa , y otros muertos, heridos ó prisioneros. Digan- Jo Vcdel, Lefevre, Frere, Bessiers, Moncey, y el taa decantado Dupont, y quantcs han intentado invadir j ocupar nuestras provincias. Solo han entrado en pueblos inermes é indefensos, ó que han sido entregados por traición ó por sorpresa, como Madrid, Cuenca, Se- govia, Valladolid, Santander y otros muchos que lue^ go han. sido saqueados é incendiados en pago de su do- cílidid, y so el color de castigar á ciertos culpados, después de haber sido provocados por los mismos fran- 11 ceses, y puestos en la necesidad de vendar su honor, la violación de los tratados y la de su territorio. ¡Que delitos habia cometido la desgraciada ciudad de Cuen- ca, sino el de haber recibido la división del maris- cal Moncey con una hospitalidad generosa y propia del carácter español, para que el ladrón é incendiario Co- llincourd fuese á aquella ciudad desde Madrid, de in- tento y de acuerelo con el cruel y pérfido Savari , á quien acaso convienen aun con mas propiedad aquellos atributos solo con el objeto de saquearla, como se ve- rificó desde la choza mas infeliz hasta la Iglesia Ca- tedral, pasando á cuchillo al pobre anciano que ape- nas podia sostener el bastón con la trémula y débil mano, al niño inocente, y al impedido que yacia pos- trado en el lecho del dolor y de la angustia, obligan- do á toda la población á refugiarse en los montes y en Jas cutvas, procurando hallar entre Jas fieras de los desiertos el asilo que en vano buscaría entre los de su especie misma! ¡ qué delitos habia cometido Rioseco, y mas de doscientos pueblos de Castilla que han su- frido la misma suerte! La desolación y el horror , ro- bos sacrilegos y reprobados en todo sistéma de guer- ra, libertaeles de una tropa disoluta y desenfrenada, fu- ror, ira, incendios, tales son los funestos desastres que han experimentado todos los pueblos de España que han tenido la desgracia de caer en manos de esos ene- migos de la religión y déla sociedad. Por último, ¿á qué mas puede llegar su ferocidad y barbarie, que al atentado horrendo y execrable de llevar los niños en la punta de las bayonetas como en triunfo? ¡ Ah! La posteridad no se convencerá fácilmente de semejante con- ducta. Pero la nación española, que en nada ha dege- nerado de su antiguo valor y patriotismo, y que esfl hoy la misma que fue en tiempo de los Hunos, Wan- dalos, Godos , Sarracenos y Romanos , ha sabido to- marse una venganza justa y cristiana. A los soldados del gran Napoleón, grande por sus calamidades, los hemos tenido de rodillas delante de nosotros, buscan- do en un pais extraño la quietud y el consuelo: les hemos visto derramar lágrimas de compasión, que nos hemos apresurado á enjugar: les hemos oido publicar imperiosamente sus intrigas é iniquidades: por último, liemos visto despojarse de sus uniformes , y hacerlos mil pedazos, afrentándose de servir á semejante mons- truo : hemos reportado tantas victorias como batallas, y Jas célebres y decantadas de Marengo, Austerliz , Frei- land y Jena deben borrarse ya de los fastos de la his- toria , comparadas con las de Aragón, Valencia y An- dalucía. Mas de 8o9 franceses han perecido en estos tres Reynos en menos de dos meses, quando los pue- blos apenas habían tenido tiempo para organizarse, y, hallándose quasi sin pertrechos y municiones de guer- ra han sido sorprehendidos y atacados. Pero todo se ha vencido, y nada ha sido capaz de detener el valor de los españoles: de una nación á quien los obstáculos avivan, encienden, inflaman: de una nación, por úl- timo, que adquiere nueva firmeza en derredor del ries- go mas inminente. Intrépidos y valerosos los Españo- les arremeten contra el exército impenetrable é irresis- tible del enemigo: rompen sus filas, las ponen en des- orden, las destruyen, las ahuyentan y triunfan. El honor de la lucha queda para nuestras armas; y de un exér- cito de 2oo9 franceses que entró en España coló se conservan los débiles y miserables despojos, que huyen arredrados y confundidos de nuestra presencia, erran-, tes y perseguidos por esos caminos con la probabili-.j T3 lidact cTe "que ni uno llegue á la frontera sin que ex- perimente nuestra venganza, tan terrible como- justa, siendo digno de advertir en este lugar que aquel Rey intruso, hijo de la mentira y de la traición, que el dia 25 de Julio intentó proclamar en esta Villa y Cor- te el escándalo, la ambición y la fuerza, huido y es- capado vergonzosamente, se ha visto ya en la necesi- dad de hacer noche en un infeliz y miserable pajar. ¡ Gloria inmortal para la nación! gloria inmortal para los insignes Floridablancas, Saavedras, Palafo- xes , Castaños, Cuestas, Cervellós, Urbinas, y otro» tantos políticos consumados, como generales insignes, cuyos nombres solo son nuestra gloria, y que habien- do librado á la patria del yugo mas vergonzoso, aña- de 1 nuevos timbres al blasón de sus antepasados, ha- cen glorioso su sepulcro, y su memoria siempre grata -y apacible. Amados . compatriotas, gozémonos una y mil ve- ces. Pero supuesto que nuestra satisfacción no puede ser completa hasta que llevando encima de nuestros hombros á nuestro amado Fernando VII. , nuestro pa- dre, Rey y Señor, tengamos la gloria de sentarlo en el trono y ceñirle la diadema, no omitamos medio al- guno para conseguirlo. Avergonzémonos si tenemos ho- nores , haciendas é hijos y no lo empleamos todo en su servicio. Confúndase á nuestra vista el conciudadano tímido, cobarde y criminal. Sean unos mismos nuestros intereses y una misma nuestra voluntad con la del go- bierno. Hagámonos superiores á toda etiqueta, conven- cidos de que quando la patria nos llama para su de- fensa como hijos que le pertenecemos, todos somos igua- les ; y que la verdadera nobleza solo se cifra en la virtud y en el valor. Y resueltos á vencer ó morir,contemos con la protección del cieloque. ha'obrado ya un milagro tan patente entre nosotros, y que de- cidido por Ja justicia de nuestra causa, asegura á nues- tra acendrada lealtad el. gozo de ver cumplidos nues- tros comunes votos por lá Religión, por Fernando VIL y por la patria. Millares de familias arruinadas, y reducidas á sufrir Ja dura ley de Ja necesidad nos dirigen sus lágrimas sinceras y ayes dolorosísimos j Jas dolientes voces de la viuda desamparada, del huérfa- no abandonado, de Ja doncella entregada á los estra- gos de la indigencia, del débil y trémnlo anciano nos llaman por todas partes, y ven en cada uno de noso- tros su libertador, y en nuestra magnanimidad libran la salvación de la patria: por último las almas de las víctimas inocentes del dia a de Mayo que alzan del .hondo del sepulcro un grito atrevido y memorable, y la persecución y las desgracias de nuestro amado Fer» nando VIL claman venganza, venganza. Reimprímase. Dr. Ruiz. 15 * fR ATADO DTFmiTIFO Dm \faz entre la República Francesa, S. M* El Rey Me España y de las Indias, y la República Batava, \de una Parte, T S. M, El Rey del Reyno unido de la Gran Brc? | tafia y de Irlanda, de la otraé El Primer cónsul de la República Francesa en nombre del Pue* lo Francés , y S. M. EÍ Rey del reyno unido de la Gran Breta- ña y de Irlanda, igualmente animados del deseo de terminar lasCa*' lamidades de la guerra , han echado los cimientos de la Paz, medi- ante los artículos Preliminares Firmados en Londres, á 9. de Ven* dimiario año 10. de Oclubre 1801. Y como por el Artículo 15 de dichos Preliminares , se ha arfe* glado „ que se nombrarían de una y otra parte' Plenipotenciarios „ que se juntarían en Amicrw , p-ura arreglar el Tratado definitivo „ juntamente con los aliados de las Pontencias contratantes. »> El Primer Cónsul de la República Francesa en nombre del Pue* blo Francés, ha nombrado el Ciudadano Joseph Bonaparte, Consegero de Esatdo. Y S. M. El Rey del Reyno unido de la Gran Bretaña y déla Irlanda, el Marques de Cornwallis, Caballero de la muy Ilustre Orden de la charretera , Consejero pribado de S. M. General de sus Exércitos. &c. S. M. El Rey de España y de las Indias y el gobierno de la República JBata va han nombrado ipor .sus Plenipotenciarios , es á saber : S. M. Catholica á Don Joseph Nicolás de AZARA, su Consejero de Estado , Caballero , Gran cruz de la órden de Carlos, 111. Embajador extraordinario de S. M. cerca de la República Francesa Y el Gobierno de la República Bata-va , Roger Juan s=r Schim- melpennincK , su Embajador Extraordinario cerca de la República Francesa.