11/ l Siill 1 lili C ufc. 3>T X>,X DATO LA PRESIDENCIA DTE LA REPUBLICA AMPLIA DOS. POR S AMIGOSv, m\ ¿rit- móos BIOGRÁFICOS* DEL . I. MIWW DE HOíi v k C A-IsTEIDiLTO A LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA PUBLICADOS EN I88O AMPLIADOS POR UNO DE SUS AMIGOS BUEXOS AIRES IMPRENTA ^ E8TÉREOTIPf A ttF. P. BOFI'RT V C» Calle Tuctiman 23 *188<5II RASGOS BIOGRAFICOS IJEI. Dr. D. BERNARDO DE IRIGOYEN CAMIIDAKJ PARA LA PRESIDENCIA N LA REPIBLICA El Dr. Bernardo de Irigoyen nació en Buenos Aires el 18 de Diciembre de 1822. Hizo sus estudio* en la Universidad de esta Ciudad y recibió el grado de Doctor en 1843, a los veinte años de edad. Mantuvo estrecha amistad con los hombres mas distinguidos de su época. Escalada, ligarte, Gorostiaga, Saenz Peña, Raw- son, Elizaldn, Pinedo, Alvear, Lanús, Bosch, Cuenca y demás caballeros do su tiempo fueron sus ^íntimos amigos, y merece hacerse notar que apesar de los trastornos que el país ha esperi- mentado, y que Vían dividido á los ciudadanos, el Dr. Irigoyen conserva inalterables vínculos que lo ligaron desde la infancia á aquellas personas. En 1843 practicaba en la Academia de Jurisprudencia, desem- peñando el cargo de Pro-secretario en ella, cuando fué sorprendido con el nombra miento de Oficial de la Legación Argentina acre- ditada cerca del Gobierno de Chile y que llevaba por principal encargo promover la cuestión del Estrecho de Magallanes. Este nombramiento contrarió sus inclinaciones profesionales y sus afecciones de familia y presentó su renuncia pero no le fué ad- mitida. Pasó á Chile, relacionándose en aquella sociedad con la mayor parto de los emigrados argentinos, residentes en Santiago y en Valparaíso. Sirvióles en cuanto quisieron ocuparlo . Fué intermediario para la correspondencia de muchos de ellos con sus familias y amigos, difícil en aquella época. Mereció el aprecio y la consi- deración de L&marcfc, Gregorio Gómez, Zapiola, Gallardo, Cal- zadilla, Ilollemberg, Zapata, Arguello, ISecochea, Villafañe, Posse, y otros residentes en aquella República y se retiró de ella, dejando entre los chilenos y argentinos, honorables recuerdos, y amigos sinceros que le acreditan hasta el presente, aprecio y consideración ; entre los primeros señalaremos á Lastarria, Bar- ros Arana, Astaburaga, González, Bello, Tocornal, Rodrigues y otros tan respetables corno estos.Retirada en 1846 la Legación Argentina, el Oficial de ella recibió orden de detenerse en Mendoza para hacer entrega del archivo al nuevo Ministro nombrado, D. Miguel Otero. El despacho del señor Otero no so realizó, y el doctor Irigoyon permanecióen Mendoza hasta fines do 1850. Durante su residencia en aquella Provincia, observó una con- ducta respetuosa y comedida con todos. Unitarios, federales, emigrados y no emigrados, fueron amigos suyos, porque á todos consideraba y atendía. Por causas diversas, se encontró mas estrechado con el circulo que se bailaba fuera del Gobierno y cuyos principales hombres eran en aquel tiempo, Don Tomás Godoy Cruz, Don Juan Rosas, Don Juan Calle, los Molina, Don Nicolás Villanueva y el Corona Don Rufino Ortega, muerto mas tarde en la batalla de Pavón. La casa del Doctor Irigoyon fué centro de todos los partidos: jamás admitió compensaci. n ni demostración alguna, por los ser- vicios (pie prestó á las autoridades y á los particulares. Jamás ne- gó un servicio, si pudo prestarlo, cualquiera que fuera ol color político y la situación del que se lo pedia. En 1818 estalló una revolución encabezada por el Sargento Ma- yor Rodríguez, chileno y Comandante General de la frontera do San Rafael. Era aquel un caudillo arbitrario, ignorante, y desdo la muerte, de Aldao,ejercía una preponderancia absoluta en Mendoza. Acos- tumbrado á imponer su voluntad, rodeado de hombres audaces y atrabiliarios; alentado por la fuerza de que dispon-a, pues, el Fuer- te de San Rafael era asilo de aventureros y criminales, no podía tolerar la acción del Gobierno, ni de las autoridades judiciales. Sin razón ni motivo alguno, lanzóse inopinadamente á la rebelión, marchando sobre la ciudad de Me idoza, con 1500 hombres de ca- ballería, 300 de infantería y los indios sometidos que estaban bajo sus órdenes. En dos dias Rodríguez estuvo á cinco leguas de Mendoza, ocu- pando ol Departamento de Lujan. La ciudad se fortificó. El Gobernador Malloa organizó precipita- damente 2000 milicianos, y en medio de aquella perturbación, el Dr. Irigoyen se puso al servicio del Gohiereo legal, y tomó una parte activa, en la defensa de la ciudad, que quedó entregada á los ciudadanos. Restablecida la tranquilidad, Don Tomás Godoy Cruz, Don Juan Rosas. Don Genaro S ígura, Don Nicolás Villanueva, Don Juan Calle y otros opositores al Gobierno, indicaron el nombre del Doc- tor Irigoyen como candidato para la Gobernación de la Provincia. En ese tiempo, tuvo lugar una revolución en San Luis que fué sofocada por el Regimiento de Auxiliares de los Andes al mando del Coronel Iseas. Resultó comprometido como autor de ella, el Ministro de Gobíer- node Mendoza Coronel D. Juan C. Moyano que fué sometido á un Tribunal Militar. El Doctor Irigoyen amigo intimo de Movano tomóásu cargo protejerlo en aquella difícil situación, cualesquiera que fuesen las responsabilidades que esto le impusiese, y procedió asi, con la cooperación del Coronel Ortega, hasta obtener la sol- tura de Moyano y su traslación a Chile. Estos trabajos y las indicaciones á que nos hemos referido, res- pecto de la Gobernación, desagradaron á algunos amigos del Go- bierno y poco meses después, el Doctor Irigoyen recibió autoriza- ción para venir á Buenos Aires como antes lo"había solicitado. Al retirarse de Mendoza fué honrado con demostraciones de amistad por todos los ciudadanos. Conserva los testimonios mas estimables de esas simpatías y hoy mismo á los 35 años deauseji- cia, el nombre de Irigoyen es recordado en aquella provincia, es- pontáneamente y con aprecio por los que le conocieron y por los que han venido después. El Ministro de Chile señor Balmaceda, al saludarlo enestaciu- dad le dirigió estas palabra*. ( Deseaba conocer al Doctor Irigoyon: desde que lleguéá Men- doza, he oido on todas las casas de aquella Provincia pronunciar su nombro con predilección,» Las autoridades de Mendoza hicieron al Dr. Irigoyen, al sepa- rarse do aquella Provincia, declaraciones altamente honrosas, re- cordando los servicios prestados y la intachable delicadeza de su conducta. De San Juan y San Luis recibió demostraciones análogas: entre estas, el Dr. Guillermo Rawson le dirigió la siguiente carta que el Dr. Irigoyen ha conservado con la estimación debida, y la re producimos por la representación del ciudadano que la suscribe: San Juan, Mayo 28 de 1850. Si-ñor Dr. D. Bernardo de Irigoyen. Mi muy querido amigo: Por la última carta de Vd. fecha 13 del corriente, he sabido que Be prepara para volver á Buenos Aires por órden de aquel Gobier- no. Apesar de que yo habia previsto este acontecimiento, no ha dejado do sorprenderme, porque no lo esperaba tan próximo. No sé, querido compañero, si debo felicitarlo por la realización de este su tenaz deseo, porque va a abrazar á SU digno amante padre, áso» antiguos amigos; porque vá á subir quizá un grado mas por la escala do su carrera: pero lo cierto es que el pueblo de Mendoza y el nuestro, pierden con su traslación un amigo sincero y eficaz—Los que como yo hemos estudiado con ojo solicito la marcha do V'd. desde que se estableció en Mendoza, podeniosjuz-gar de cuánta importancia ha sido ese hecho, ycuán benéfica ha sido constantemente su amistosa influencia en el bienestar general y particular do los habitantes de aquel pueblo. Merece Vd. amigo las mas fervientes bendiciones por su lealtad constante y gene- rosa. Y si yo pienso en los consuelos infinitos que su vecindad me ha proporcionado tantas veces, y en la confianza bienhechora que su cariño ha sabido inspirarme, con cuánta razón no debo deplorar su separación.—Debo d'.'cirJe ahora con toda mi franqueza y efusión, que es Vd. para mi corazón adhesivo uno de esos amigos en cuya fe y respeto me he gozado—Vd. por su afectuoso interés por mi, y sus amables atenciones, se ha hecho dueño de mis mas ardientes simpatías, mientras que las bellas prendas sociales ¿intelectuales que lo adornan, han arrastrado todo mi respeto. Independiente como soy por carácter y principios, debe pensar Vd. que misesprt siones son profundamente sinceras. Adiós pues, mi amadísimo compañero.—Lleve Vd. un viaje feliz, y que se cumplan todos sus votos, que no serán mas apo- sionados, que los que hace por la felicidad do Vd. su amigo y com- pañero. Guh.i.krmoRawson . Los ciudadanos de Mendoza por su parte le entregaron también al partir un álbum en que consignaron los sentimientos de aprecio y consideración que le profesaban. «Admita el Dr. Itigoyen, dijeron, nuestros fervientes votos por su ventura y prosperidad. «Acepte las afecciones ínt imas que con la mas pura efusión le consagramos. «Reciba este solemne y sencillo homenaje que le tributa la gratitud de un pueblo que lo estima.» Luis Molina, cura Rector Jorge/Corvalan, José B. Rodríguez, José Alvino Zapata, Ignacio Garcia, Eugenio Corvalan, Luis Maldonado, Juan de Rosas, Amador Tablas, Francisco Mayorga, Liborio Molina, Melitou Arroyo, José Manuel Figueroa, Sebastian Aberastain, Rogaciano Narvaja, Antonio Aberastain, Bar nardo Corvalan, José (Jamis y Roig, León Correas, Abelardo Ortiz, Fe- derico Maza, Juan de la Cruz Videla, Euscbio Blanco, Nicolás Soto Mayor, Santos Fuiíes, Juan Pascual Suarez, Juan A. Maza, Nicolás Lerpa, Six.to González, Juan B. Godoy, Angel Ricardos, Nieomedes García, Domingo l'alma, Francisco P. Barrera, Nicolás Santander, Manuel G. deFoiite, Julián Aberastain, José Balleste- ros, Victoriano Yeva, Euoi Ortiz, Francisco Yerena, Silvestre Moyano, Francisco S. Torres, Pedro Nolasco Ortiz, Pericles Ortiz, David Ortiz, Meliton Gómez, José Fernandez Blanco, Angel Re- migio Ortiz, Adriano Gómez, Cruz Suarez, Guillermo de Reina, Ignacio Fermin RoJriguez, José Maria Hoyos, Felipe Zorraiado, Ciro Steghan, Saturnino Ferreira, Manuel Silvestre Videla, Genaro Santander, Ignacio M. Palacio, Ventura de Segura, Manuel Segura, Fray Francisco Javier, González Peña, Manuel Calle, Fray José DoloresFerreira, José Vicente Zapata, José M. de Rei- na, Pedro Nolasco Videla, Ramón Garcia, Diego Navarro, Santos Dávila, Manuel C :rra Fabre, José Santos Gom«z, Jul'a Serpa, Cruz Serpa, Santiago Puebla, José R. Ponce, Angel M. Molina, José A. Acias, José Francisco Pacheco, Ezequiel Garcia, José Correa Palacio, por los importantes servicios que ha prestado y podra prestará esta Provincia, el Sr. Dr. D. Bernardo de Irigoyen en el periodo de su Legación constituyéndose altamente aprecia- ble en la sociedad, se suscribe su obsecuente amigo:—Nicolás B. Corvalan, Vicente Galigniano, Benito Molina, Juan de la Rosa Correa, Agustín Aguirre,Tomas Villanueva, Gerónimo Villanue- va, Emilio Villanueva, Benito González Marcó, Carlos González, Domingo Bombal, Podrí? Bornbal, Ramón S. Godoy. Benito Godoy Benito González, José Zapata, Ilermógenes Recuero, José M. Vi- dela, José Candia, Aquilino Ramirez, Medardo Román, Gregorio Godoy, Pedro P. Segura, Martiniano Godoy. Pedro V. Ortiz, Juan Ignacio Garcia, Roque J. Rodríguez, Fray Faustino Santi- bañez, José Alberto de Ozami, José Manuel Gallardo, Fray Ra- món Marin, Presidente Manuel Rivas, Fray Tiburcio Castillos, Vicario, Juan de Dios Correas, Fray Buena Ventura Ponce, Fray José M. Molina, Fray Antonio Aragón, Casiano Cuervo, Fray Da- niel Baez, Santiago Baldos, Fray Rainaldo Pacheco, Tomas Astor Fray Pacifico Antequeda, Juan Abdon Guiraldes, Fray José A. Navarrete, Francisco de Paula Cuervo, Jesús M. Mayoga, Felipe Pescada, José Antonia Aicardo, Juan B. Sosa, Horacio Miranda, Manuel do Ahumada, José Antonio Sosa y Tomas Puvero, Santia- go Garay. En los nombres anteriores ostuvo representada toda la sociedad de Mendoza. Diez años mas tardo, el Dr. Irigoyen prestaba desde Buenos Aires, nuevos servicios á Mendoza. Al llegar la noticia del terre- moto que destruyó aquella ciudad, promovió activamente suscri- cíones populares, y con el concurso de sus amigos, reunió sumas de importancia, que se distribuyeron entre los desgraciados que sobrevivieron á aquella catástrofe.—Y las primeras salas del hos- pital que se levantó, fueron construidos con los dineros enviados por el Dr. Irigoyen y sus amigos. En 1885, al visitar aquella Provincia, con motivo do la inaugu- ración del Ferro-Carril, á cuyaobra contribuyó activamente comoMinistro del Interior, recibió de la Legislatura uua medalla de honor que le fué entregada en cumplimiento de una ley. Los ciudadanos sin distinción de opiniones ni de coloros políticos, resolvieron hacerle también una manifestación de adhesión y le entregaron un álbum, con seiscientas firmas, y que tiene la si- guiente dedicación: «Los vecinos de Mendoza que suscriben saludan con todo su res- peto y estimación al eminente hombre de Estado Dr. D. Bernardo de Irigoyén,—y tienen el honor de felicitarle por los revelantes serviciosque ha prestado á su país ofreciéndole esta manifestación modesta de las simpatías sinceras que le profesa todo el pueblo mendoctnol» SigniPcativa coincidencia. Al ausentarse en 1S50, Mendosa lo saluda y demuestra la alta estimación en que lo tiene. Y al visi- tarla nuevamente, después de corridos treinta y cinco años, la recibe con idénticas demostraciones. Es el sentimiento expóntáneo de los pueblos firmes siempre, en favor del patriotismo y de la honradez. El De. Irigoyén llegó á Buenos Aires a fines de 1850, y fué recibido por sus antiguos amigos, sin distinción da colores ni de opiniones. A mediados de 1851, fué encargado de reunir documentos justi- ficativos de los derechos de la República al Estrecho de Magalla- nes, y de otros asuntos correspondientes al Departamento de Re- laciones Exteriores, habiendo recibido en ciertos casos, instruc- ciones para conferenciar con el Dr. D. Dalmacio Velez Sarsfield, comisionado por el Gobierno para el estudio de algunas cuestiones internacionales. Fué una de ellas la relativa á las relaciones de la Santa Sede con los Gobiernos Americanos, con motivo de la que, el Dr. Velez, redactó la Memoria de Derecho Canónico, que mas tarde publicó. Fué otra la del Estrecho de Magallanes, en que el Dr. Velez, hizo el estudio que lleva su nombre. Y la última, referente al nombramiento de VícaricsCapitulares y de Obispos. El Dr. Jrigoyen fué comisionado también, en el año que per- maneció en Buenos Aires, para el arreglo de una reclamación ex- Irangera,' por un millón de pesos fuertes, de los herederos del ciudadano Norte-Americano Mr. Halsey, presentada por la Lega- ción de los Estados-Unidos y procedente de perjuicios que se de- cía recibieron durante la guerra de la Independencia. Hizo un estudio detenido de aquella reclamación. Discutió con el Ministro Americano Mr. ílarris las cuestiones do Derecho Internacional que se promovían por el Representante de los Estados-Unidos, y arribó a una transacción por la que, el reclamo presentado por mas de un millón de fuertes, quedó redu- cido á ciento veinte mil pesos, pagaderos en diez anualidades y sin intereses. Derrocado el gobierno de Rosas, el Dr. Irigoyén. entregó al Ministro de Hacienda, Dr. D. Francisco de las Carreras; el es- pediente a que se ha hecho referencia y el onvenio que le puso término. El Dr. Carreras se instruyó de aquel negocio importante, recibió del Dr. Irigoyén en dos conferencias, las esplieaciones necesarias, y al terminar, lo felicitó por el arreglo que había celebrado, en términos tan ventajosos para Jos intereses del país. Después de la batalla de Caseros el Dr. Irigoyén permaneció en su casa, recorriendo tranquilo las calles de esta ciudad. Ni una queja, ni una reclamación se pronunció entonces ni has- ta ahora contra él. Nadie ha venido á pedirle cuenta de la vida de un deudo, ni á reclamar devoluciones. No ha venido persona alguna á enrostrar- le, haberle dirigido una ofensa, pero ni siquiera tratádole con de- satención. No se ha levantado una voz para decir que hizo un negocio con los gobiernos, que sacó ventajas ó provechos de su posición, que abusó en sentido alguno de las desgracias del pais. Cuando Rosas subió al Gobierno en 1829, el Dr. Irigoyén tenia 7 años. Cuando aquel entró por segunda vez al mando, en 1835, Irigoyén tenia doce años; y cuando salió de Buenos Aires para Chile tenia veinte años y no habia desempeñado empleo alguno. Lo que hizo en Mendoza queda bosquejado, y lo que hizo en Bue- nos Aires ha estado á la vista de todos. Derrocada la Dictadura, el General Urquiza resolvió iniciar la organización de la República. Temía que las conmociones y los cambios violentos en el interior lanzaran al pais en la anarquía, impidiendo por algunos años .-u organización. Preocupado por estos recelos, resolvió enviar un Comisionado cerca de los Gobiernos del Interior, encargado de explicar sus pro- pósitos políticos sobre la organización, y de concertar algunas medidas previas, á la convocatoria del Congreso Constituyente. El General Urquiza Confió aquella Comisión al Doctor Irigoyén, expidiéndole la siguiente Credencial. /:/ Gobernador y Capitán General de la Provincia de /intre-fíion, General en Gefe del Grande Ejército aliado, Brigadier General D. Justo J. de Urquiza. Por el presente, confiero los masámplíos poderes al Dr. D. Ber- nardo de Irigoyén, para que pase á las Provincias del Interior de la Confederación Argentina, y en representación mía, y como mi Comisionado, convenga con los Exmos. Gobiernos de todas ellas y con cada uno en particular, en adoptar todas las medidas y re- soluciones que sean necesarias para la conservación del orden in-— 10 — terior de dichas Provincias, que garantan la estabilidad de sus legítimos Gobiernos y que puedan acelerar el venturoso dia en que la Nación Argentina se organice libremente bajo el sistema representativo Federal porque los pueblos han combatido: para lo que lleva dicho Comisionado, las mas amplias instrucciones y en esta virtud pueden los Exmos. Gobiernos a quienes presentase este despacho, dar entera fé y crédito A cuanto él de mi parte dijesé. Dado en mi Cuartel General de Palermo de San Benito, A veinte y ocho dias del mes de Febrero del año mil ochocientos cincuenta y dos, sellado con el gran sello de mi despacho general, y r efren- dado por mi Secretario. v (Hay un sello). Justo J. de Urquiza. Angel Elias. El Dr. Irigoyen desempeñó cumplidamente aquella comisión, y su conducta fué aprobada en los términos que constan del siguien- te documento: Palermo de Sun Benito, Abril 20 de 1852. Sr. Dr. Bernardo Irigoyen. Hoy he recibido su carta particular del 30 de Mar/o, y las comu- nicaciones núm. 8, 9 y 10de la misma fecha. Todas ellas me han llenado de satisfacción, al ver'la predispo- sición en que se encuentran esos Gobiernos para segundar la grande obra de la organización y constitución de la República; y me es satisfactorio reconocer el noble interés con que Vd. ha pro- pendido, en la misión que le confié, para conseguir tan preciosos bienes. Debo contraerme A manifestar á Vd. mi reconocimiento, por los seiviciosque ha prestado en la comisión importante y delicada que yo confié A su honradez y patriotismo. Soy de Vd. suaffmo. amigo y S. S. Justo J. df. Urquiza. El Gobcrnatlor y Capitán General de la Provincia efe Entre-fíios y Director Provisorio de l i Confederación Argentina. Palermo de San Benito, Junio 22 de 18r>2. Al Dr. D. Bernardo de I/ igoyen . He recibido su comunicación, en que me ofrece la espresion dé su gratitud por la elevada misión qu.; le confié. — 11 — Antes de ahora, ya he manifestado A vd. mi aprobación A todos sus procedimiento >s oficiales, reconociendo el patriotismo con que vd. na desempeñado la misión que confié ásu conocida capacidad; y hoy nuevamente me es satisfactorio hacer A vd. igual manifes- tación, asegurAndole que los servicios que ha prestado, son y se- rAn debidamente apreciados por todos los argentinos que desean que á una época de agitación y de sangre, suceda otra de reconci- liación y de paz, y que suceda también al desquicio y anterior anar- quía de los pueblos, la organización A que yo me he consagrado decididamente. Dios guarde A vd. muchos años. Justo J. Urquiza. Terminada esta comisión, el Dr. Irigoyen llegó A esta ciudad, en los dias en que tuvo lugar la disolución de la I egislatura (Ju- nio de 1882). Un mes mas tarde, fué nombrado Vocal del Consejo de Estado que estableció el Director Provisorio de la Confederación. Compo- nían aquella Asamblea, los señores Carril, Pico, Barros Pazos, General Guido, Anchorena, Gorostiaga y otrós ciudadanos rci- petables. El Dr. Irigoyen tomó parte activa en todos los trabajos del Con- sejo y en sus importantes deliberaciones. Entre estas, contribuyó con decisión A las siguientes resolucio- nes, propuestas por el Consejo de Estado y adoptadas por ol Di- rector Provisorio. «Queda proscripta en toda la República la pena de muerte por delitos políticos.» «Quedan en todo su vigor y fuerza las leyes que sancionan la abolición de la pena de confiscación general de bienes por cual- quiera clase de delitos.» Al aproximarse la reunión del Congreso Constituyente, sus amigos le ofrecieron una diputación, que declinó, para terminar su carrera profesional. El General Urquiza le ofreció también con empeño la Secretaria del Congreso, pero la declinó por las mismas razones. Sobrevino la revolución de Setiembre y tres meses mas tarde, la del 1" de Diciembre, encabezada por el General Lagos. El Dr. Irigoyen no tomó parte en aquellos sucesos y pasó A Montevideo, donde residió alguu tiempo. Se mantuvo separado de la vida pública desde 1853. Rebatió privadamente todo proyecto de perturbaciones armadas, sostenien- do que la unión nacional debia operarse bajo la influencia del tiempo y de la paz. De 1853 A 185(3, se dedicó A diferentes negocios comerciales; Carecía de capital, pero le sobraba crédito. El respetable y acaudalado comerciante inglés D. Eduardo Lumb, tenia antigua amistad con el Dr. Irigoyen. Realizó con este una sociedad, para el establecimiento de negocios de campo y adquisi- ción de tierras en Buenos Aires y en la Provincia do Santa-Fé.— 12 — Hizo otros negocios en sociedad con el mis-no Mr, I.umb y con Mr. Armstrong, y en esas especulaciones adquirió los principa'es in- tereses que hoy tiene y que han permanecido descuidados y desa- tendidos en los últimos diez anos, en que se consagró exclusiva- mente al servicio del país. Después de 1857 se dedicó al ejercicio de su profesión. Aunque desligado de toda conexión con el partido que se hallaba en el poder, formó un estudio acreditadísimo, por su clientela y por la importancia délos negocios que patrocinaba. Fué en aquella época el abogado de una parte principal del co- mercio nacional y extranjero, y tuvo la dirección de los asuntos mas importantes, ya por las graves cuestiones que envolvían, ya por las sumas que representaban. Muchos de sus escritos, informas y t rabajos científicos han sido publicados. Otros se registran en La Revista de Legislación. Como abogado ha merecido la confianza general y le hemos oído estas palabras, que dan idea de su carácter: «En veinte años de vida profesional activa, defendiendo pleitos en que se interpo- nían intereses valiosos, y á veces pasiones políticas, no he recibi- do ni he dirigido una palabra injuriosa, no he tenido incidente algunoestrepitoso, ni me he empeñado jamás con Juez ni funcio- nario alguno en favor de las causas que he defendido.» Es notable la defensa que hizo en una causa en que se trataba de la confiscación de unos armamentos dirijidos al Paraguay, y dé seis cargamentos de yerba, salidos de aquella República, des- pués de la declaración de guerra en 18<>o, y que se decía eran pro- piedad de aquel Gobierno. Interponíanse en aquel asunto, difíciles cuestiones de Derecho Internacional; y el Dr. Irigoyen las dilucidó con notable ilustra- ción. La primera se relacionaba con la propiedad de los armamentos y de la yerba. La segunda sobre la interdicción producida por el estado de guerra. La tercera sobre la diversidad délos principios que rigen el apre- samiento marítimo y el terrestre. Y la cuarta, sobre la inviolabilidad, en tierra, de la propiedad enemiga. Estas cuestiones fueron tratadas con pleno conocimiento de los hechos y del derecho. La especialidad de aquella causa nos induce á trascribir algunos párrafos de la defensa: El Dr Irigoyen empezó su informe ante la Corte Nacional en los términos siguientes: — 13 — «Exmo Señor: «Los tiempos d i guerra, esclamaba un eminente jurisconsulto francés en la Academia de París, son malos tiempos para esta- blecer los principios de justicia y de moderación, que deben reinar en las relaciones do los pueblos. Los intereses están en lucha, las pasiones se agitan. Y la lección que resulta de! estudio do estas conflagraciones, es mas bien la de los ejemplos á evitar quo la de. los ejemplos á seguir.» «Por práctico que sea el sentido de estas palabras, generalmente hablando, no las pronunciaré yo, en el mas alto tribunal de mi Patria. Los tiempos de guerra diré por el contrario, no serán un obstáculo al triunfo de la razón en esta Corto. Ellos no impe- dirán que se establezcan los precedentes de moderación y de jus- ticia que deben consolidar el órden y la prosperidad de la \acion. Y animado intimamente por e-^ta convicción, queme lisonjea como Abogado, que me honra como Argentino, desempeñaré el último deber que me impone1 esta defensa.» Entrando al fondo de la cuestión, dijo en una parte de su in- forme: «El señor Procurador General ha aceptado resueltamente la teoria del Juzgado de Sección, respecto de la interdicción que pro- duce el estado de guerra, y ha invocado para demostrarla la* auto- ridad de Wheaton. Yo no he negado, (pie la interdicción es común mente resultado de la guerra: en mi primer escrito hice ya una manifestación bien franca de mi pensamiento: «Es ciertamente, « dije, poco común, que se conserven relaciones de comercio entr» « los habitantes de dos naciones que han tomado las armas para « decidir sus controversias. Pero como los beligerantes pueden « dar al ejercicio de sus derechos, la mas ó menos estension s Gobiernos ai hacer las « declaraciones ó los llamamientos de guerra, cuidan de notificar « A sus subditos, y A los neutrales, las limitaciones á que por eso « estado quedan subordinados. » «Si esto es exacto, lo es también que la civilización moderna, condena todus aquellas medidas, que sin ser esenciales al éxito de la causa que los beligerantes defienden, producen la perturbación de las relaciones comerciales, la exasperación de los ánimos, y la ruina de los pueblos. «La guerra, ha dicho una de las irías altas inteligencias del siglo, no autoriza á perturbar las relaciones paci- ficas y comerciales, porque ella, introduciendo la enemistad entro los Estados, no la introduce entre los individuos que los compo- nen.» «Sien tiempo de guerra el comercio cesa entre los ciuda- danos de las naciones beligerantes, no es porque el derecho ds gentes verdaderamente lo exija, sinó porque las malas inclinacio- nes de la naturaleza humana, se desarrollan bajo la influencia del ardor guerrero.»— 14 — «Esta es la sana doctrina de que el señor Procurador prescinde; peroquo la República ha consagrado, estipulando en sus tratados con Estados-Unidos, Francia, Inglaterra y el Brasil, la libertad del comercio y de los rios interiores, aún en las épocas de guerra. Esa es la sana doctrina que inspiró recientemente á la Prusia. una declaración, garantiendo que los buques de sus enemigos serian respetados siempre que no condujecen contrabando de guerra, declaración que fue aceptada por el Austria y la Italia, entre el aplauso universal, y entre los votos de la prensa americana y eu- ropea, porque ese principio prevalezca en lo sucesivo en todas las guerras marítimas. >> «Esa es, señor, la sana doctrina, repito, adoptada por la civili- zación moderna; y el señor Fiscal lo ha comprobado, recordando la declaración del Gobierno Inglés, citada en el párrafo 03 de la ex- presión de agravios, durante la guerra de Crimea, declaración por la que permitió «á los buques mercantes de. la Rusia entrar « en los puertos de S. M. B., descargar sus cargamentos, salir sin « ser molestados, y continuar su viaje a cualquier puerto que no « estuviese bloqueado. » «El señor Procurador ha creído destruir la fuerza de ese ante- cedente contemporáneo, observando que fué una concesión del Gobierno Británico, á las exíjencias del comercio. Yo acepto gustoso la esplicacion; porque ella confirma mis argumentos, acreditando que el comercio con sus grandes ramificaciones, con sus telégrafos, vapores, ferro-carriles, y con todas sus benéficas consecuencias, es un objeto de preferente atención para todos los Gobiernos; y el alto interés que ha venido á modificarlas máximas crueles de épocas que pasaron, para honra de la humanidad.» Y el Dr. Irigoyen terminó su informe con estas levantadas pa- labras: «Creo firmemente que defiendo una causa justa, y los verda- deros intereses de mi patria. No consisten estos por fortuna en el producido de ochocientos tercios do verba. Consisten en man- tener en alto sus leyes, sus compromisos públicos, sus declara- ciones solemnes, en favor de la libertad del comercio; y las gene- rosas promesas constitucionales, que le han dado tanto crédito en el mundo. Consisten en poner en evidencia, que la República suaviza las calamidades y los males de la guerra, preservando de sus fuegos, los grandes intereses de la industria y el comercio. Asi lo ha comprendido el Gobierno Argentino en sus resoluciones prácticas, en sus declaraciones diplomáticas, en sus decretos adminie» rativos. Se sublevan contra esa política generosa, los que en esta causa, piden la confiscación. Pero esa política ilustrada y aquellos grandes intereses, comprometidos por la sentencia apelada, se salvarán, en este Tribunal, al que están confiadas las esperanzas del país, la defensa de todas las garantías, y el amparo de los derechos privados. Dígnese V. E. revocar la sentencia apelada, para que de este modo quede en evidencia, que en la República — 15 — v, Argentina, el estruendo de las armas no perturba el triunfo do la Razón, ni el imperio de la Justicia.» En 18G0, el Dr. Irigoyen fué elegido Convencional y formó parto de la Asamblea convocada en la Provincia de Buenos Aires, para examinar la Constitución Nacional y proponer Jas enmiendas aconsejadas por las conveniencias é intereses del país. Reincorporada la Provincia de Buenos Aires á la Confedera- ción, el Presidente Derqui, quiso saber si aceptaria uno de los Ministerios Nacionales. El Dr. Irigoyen agradeció aquella insi- nuación, manifestando los inconvenientes que le ¡rnpedian ad- mitirla. En 180G ejercia la Presidencia de la República el Dr. Márcos Paz, y el Dr. Ugarte el Ministerio de Relaciones Exteriores: ambos eran amigos del Dr. Irigoyen. Este fué visitado por el Ministro de Relaciones Exteriores, quien le manifestó que deseaba saber si aceptaria una Legación á Chile, pues el Gobierno se in- clinaba á despacharla. El Dr. Irigoyen, declinó aquella insinuación por diversas con- sideraciones que espuso. Sin embargo, aceptó el cargo de Vocal de la Junta del Crédito Público Nacional recientemente organizada y prestó sus servicios en aquella época de labor para ese Departamento. En 1869, el Senado de la Provincia lo presentó al Poder Ejecu- tivo para el puesto de Fiscal del Superior Tribunal de Justicia, y fué en efecto nombrado por él, comunicándole esta resolución en los siguientes términos: Ministerio de Gobierno: Humos Aires, Agosto 14 de \860. Al ciudadano Dr. D. Bernardo de Irigoyen. Tengo el honor de dirigirme á Vd. acompañándole en copia autorizada el Decreto que con fecha do hoy ha expedido el Go- bierno nombrándolo para desempeñar el puesto de Fiscal del Superior Tribunal de Justicia. Al hacer á Vd. esta comunicación cumplo el encargo que he recibido del Sr. Gobernador de manifes-— 16 — (arle que espera de su patriotismo la aceptación del puesto que se le ofrece, en el cual puede prestar tan importantes servicios 4 la Administración de Justicia. Mees grato saludar al Sr. Dr. Irigoyen con mis sentimientos de verdadera consideración. Antonio E. Mala ver. El Dr. Irigoyen, agradeció el honor que se le dispensaba, pero rehusó su aceptación por inconvenientes que tenia para separarse de la dirección de su estudio y de los negocios comerciales que tenia a su cargo. La enfermedad de uno de los vocales de la Corte Suprema, puso al Dr. Irigoyen en el caso de rpsolver la cuestión constitu- cional que se presentó por primera vez ante aquel Tribunal, acer- ca del derecho de demandar á las Provincias. Dividióse la opinión de los vocales de la Corte. Los Dres. Carril y Gorostiaga sostenían que las Provincias no podían ser citadas ante la Corte. Los Dres. Carreras y Barros Pa/.os, opi- naban en sentido contrario. El Dr. Irigoyen resultó designado para dirimir la divergencia y fácilmente dióse cuenta del impor- tante rol que la suerte le asignaba. Se comprenda todo el interés que despertó aquella discusión sostenida por jurisconsultos tan ilustrados y respetables. El acuerdo se prolongó algunos dias y el Dr. Irigoyen resolvió la discordia, opinando con los Dres. Carreras y Barros Pazos, que las Provincias demandadas, estaban obligadas á comparecer ante Ja Corte, fundó estensamente su voto. El Dr. D. Marcelino Ugarte, cuya ilustración'todos han cono- cido, impugno en un bridanteestudio, las opmioneadel Dr. Irigoyen y éste contestó con otro escrito, no menos notable. Aquella discusión es digna de los abogados que la sostuvieron. Hicieron trabajos históricos y constitucionales, que han servido algunas veces, á los que trataron cuestiones análogas. El Dr. Ugarte sostuvo que el sistema de gobierno adoptado es el de una federación análoga á la de los Estados Unidos y que debíamos empeñarnos en aceptar todas las prescripciones que rigen en aquella República. El Dr. Irigoyen sostuvo en oposición que no hay identidad entre el orijen de la Union Americana y el de la Confederación Argen- tina; que no la hay en sus condiciones pasadas y presentes y en una parto de su estudio se espresó en los términos siguientes: Sostiene el Dr. Ugarte que el sistema de Gobierno que hemos adoptado es el de una federación como la que prevalece en los Estados Unidos y «cree quí aceptar todas las prescripciones que rigen en aquella República, es loque nos conviene y debemos empeñarnos en hacer». Y disintiendo en este punto de su juicio, pensamos que no hay identidad entre el orijen de la Union Americana y el de la Fede- ración Argentina. Que no la hay en sus condiciones pasadas ni presentes; y que es poco prudente la pretensión de importar en esta República las mas avanzadas doctrinas de la Jurisprudencia Americana, y los principios espaciales que reglan el movimiento social y político de aquel pueblo excepcional, que partiendo de un origen diverso, recorre d >sde el siglo pasado, el camino en que la República Argentina empieza recientemente á marchar.» «De este modo, surjen entre nosotros disidencias que no es per- mitido llamar de forma, porque afectan ciertamente disposiciones fundamentales.» «En esta contradicción, recorriéndolos antecedentes históricos y los anales parlamentarios de la República con la precisión po- sible, esperamos demostrar que la Federación «absoluta» no ha sido la idea del pal*. Sostendremos que un sistema administra- tivo templado, un sistema de hábiles transacciones, entre las Provincias y la Nación, en que todos sacrifiquen parte de sus pretensiones; lee unos mostrándose satisfechos Q9Q ménos de lo que pretenden: los otro- confi>rniándose en ceder mas de lo que anhelan conservar, es lo único qua puede salvar el Orden y los altos intereses de osta República agitada desde su origen por grandes turbulencias internas y expuestaá las tentativas ó ambi- cionas extrañas.» •Recordamos qu ? el mismo Coronel J)o regó, ese ardiente campeón ríe la Independencia, de la Democracia y del Sistema Fed -ral. lejos de reclamar qu 9 este fu »ra amplio ó absoluto, indica enel Congreso del año 26 «que podía adoptarse indudablemeiste una federación concentrada» (1;. V sin la mas leve intención de sobreponer nuestras opiniones, procuraremos mostrar ,quo Jas doctrinas de los federales que no «turnen miedo» de una disolu- ción, pu'etten ser tan peligrosas romo lo fueron las de los unita- rios que por no ceder en parte, las que sostenían y por mostrarse inflexibles en materias que se prestan á infinitas concesiones, perdieron totalmente la idea por eyua realización pugnaron con vigor y comprometieron profundamente la paz de la Nación». Elevado el Sr. Sarmiento á la Presidencia de la-,República, fue nombrado e! Dr. Irigoyen Procurador del TesÓro_Nacional. Baenoa Aires, AgOf.ro 2 de 1870. Sr. Dr. D. Bernardo de frígoytn. Tengo el honor de remitir adjunta rópía, del Decreto expedido por él Presidente de la República, nombrando 4 V. paro desem- peñar el cargo de Procurador del Tesoro Nacional. Al comunicar- le este nombramiento, abrigo la esperanza de que V. querrá (1) Sesión Octubre 2 de 1*20.— 18 — prestar al pais, el concurso de su inteligencia, y obligar la consi- deración de este Gobierno, aceptando el empleo que se le confiere. Saluda á V. con toda consideradion y estima. J. B. Gorostiaga. Irigoyen aceptó aquel honroso cargo, y lo desempeñó hasta que fué suprimido por las necesidades del Erario, como se verá por la siguiente comunicación : Buenos Aires, Mayo 15 do 1871. Sr. Dr. D. Tier nardo de Ir ¡y oyen. Las difíciles circunstancias porquo atraviesa el Tesoro Nacio- nal, han obligado al Gobierno a reducir su presupuesto general do gastos, suprimiendo desde el primero del corriente mes, todos aquellos empleos que no fueran indispensables para su marcha administrativa. Teniendo el Presidente de la República cerca de si consejeros letrados, ha creidoque el empleode Procurador del Tesoro, tan dig- namente desempeñado por V., debia ser incluido entre los supri- midos. Al comunicar á V. esta supresión, el Presidente de la República me ha encargado especialmente, manifieste a V. que lamenta ha- berse visto en la necesidad de privarse de su ilustrado consejo, y agradezcaá V.a nombre del Gobierno, los importantes ser\icios aue con tanta inteligencia V. ha prestado en el cargo de Procura- or del Tesoro. Me es grato aprovechar de esta ocasión, para saludar á V. y ofrocerle las seguridades do mi mayor estima. Luis L. Domínguez. Ocho años después, el Sr. Sarmiento recordaba en el Senado de la Nación el nombramiento del Dr. Irigoyen en los términos siguientes: «Siguiendo su curso el asunto cayó en manos del Fiscal del Te- Boro, el Dr. D. Bernardo de Irigoyon. El Gobierno llamó un abo- gado tan competente como ese, para ponerlo de Fiscal del Tesoro, A fin de guardarse contra estos ataques que recibía diariamente de los intereses particulares, empeñados en hacer servir el tratado de España paraesplotarlo y sacar cantidades de dinero que no sede- bian pagar. Era preciso quj hombres de ese peso, estuviesen allí pora informar y rechazar los defectos, las deficiencias y la fal- ta de derecho de las partes. » (Palabra*del General Sarmiento en el Senado Nacional, Sesión del 14 de Julio de 1877). — 19 — En la Administración del Sr. Sarmiento fué también favorecido re'Sof ^ Vice-Presi^* ^ la Exposición* Nació- En 1870 fué elegido Diputado á la Legislatura de la Provincia; y el mismo año, Vice-Presidente del Crédito Público. En la Legislatura tomó parte en las cuestiones debatidas «n aquellos años. De acuerdo con los Dres. Goyena, Basavilbaso y Marcó, pre- sentaron un proyecto, suprimiendo la pena de muerto, y el Dr. Trigoyen entró con ilustración en aquel debate, mostrándose con- secuente con las ideas sostenidas en,1852 por el Consejo de Esta- do, de que formó parte. El discurso pronunciado por el Dr. Irigoyen en la sesión del 1" de Agosto, fué notable bajo lodos aspectos, como puede verse en el extracto del diario de la Cámara: es sensible que las sesiones de aquel año, no se hayan publicado integras, pues lo habríamos reproducido con agrado. En 1871 tomó parte principal en la sanción de la Ley que dispuso la remoción de los saladeros, situados sobra el Riachuelo de Barracas. Fué aquel debate, uno de los mas apasionados de aquella época, no ¿olo por las cuestiones de derecho constitucional y administra- tivo que se interpusieron, sino también por los valiosísimos intere- ses comprometidos, y por la influencia que tenían los propietarios de aquellos establecimientos. La discusión se prolongó durante cinco sesiones, tomando parte los principales oradores de aquella Legislatura. Los Dres. Montes do. Oca (M. A.) Elizalde, los Ministros Mala- ver y Agote, sostuvieron la permanencia do los saladeros, some- tiéndolos á una prolija reglamentación. El Dr. Irigoyen llevaba la discusión en sentido contrario, uni- do á los Dres. Larrosa, Marcó del Pont (Augusto) y Carlos A. Paz. La esposicion del Dr. Irigoyen fué estensa y esforzada y aque- lla discusión terminó, sancionándose la remoción de los saladeros por diez y ocho votos contra diez y siete. Un voto resolvió una de las cuestiones mas graves que se han presentado en los últimos años, fiara la ciudad de Buenos Aires, y los hechos ha n venido á justificar las opiniones de los que, sobreponiéndose á influencias y trabajos poderosos y activos, decretaron la remoción de aquellos establecimientos insalubres pero amparados por lob intereses y el tiempo.— 20 — En 1872 fué elegido Senador por la ciudad de Buenos Aires, y poco después nombrado Vire-Presidente del Senado. Colaboró en los proyectos de leyes mas importantes que se tra- traron y estuvo ligado á los circuios mas inteligentes y liberales de ambas Cámaras. Convocada la Convención reformadora de la Constitución. ''1 Dr. Irigoyen fué elegido para formar parte de ella. \ Designósele para integrar la Comisión redactora del sistema Municipal. Tomó parte en debates agitados-: estuvo por ja repre- sentación de las minorías, por la limitación de las atribuciones del Poder Ejecutivo, por la responsabilidad de los funcionarios pú- blicos, y por otras reformas de trascendental importancia. Entre estas, sostuvo la abolición del servicio de fronteras por la Guardia Nacional, pronunciando tres discursos magistrales, que levantáronla opinión de la Convención. El último de ellos fué de- cisivo, y dirigido á contestar al Dr. Rawson que habia pronun- ciado uno, digno de su reputación. Triunfaron las opiniones sos- tenidas por el Dr. Irigoyen y otros convencionales. Y uno de los principales diarios de esta capital, dió cuenta de aquella sesión, en ios términos siguientes: «El Dr. Rawson sostenía también que los diversos proyectos en discusión eran inconstitucionales, porque conforme con la Consti- tución do la Nación, que era la ley suprema, la Convención no podia tratar esta materia, que era pura y esencialmente nacional y que correspondía al Congreso únicamente.» El Dr. Irigoyen habló en seguida. « Pocas veces, este señor Convencional, en quien todo el mundo ve uno de los mas distinguidos miembros de la Convención, ha ha- blado con tanto calor, con tanto brillo, con tanta elocuencia como en esta noche.» «Necesitabacontrarestar la palabra armoniosa, elegante, persua- siva y profunda del mas notable, en nuestra opinión, de los oradores que se sientan en la Convención el Dr. Rawson, le era preciso cauti- vársela atención de los que le escuchaban, haciendo que se bor- rara de sus espíritus la poderosa impresión que habia dejado en ellos el ¿CO simpático, la claridad del raciocinio y la belleza de estilo de su contendor; buscaba el triunfo de su idea sobre tas ideas que sostenía el Sr. Rawson y alentado por la convicción profunda que habia encarnado en su espíritu, de que defendía un principio justo, una sana doctrina, infundió á su palabra toda la fuerza de persuacion, toda la elocuencia de que era capaz, y dejando que su alma se encendiera en el fuego santo del patriotismo, hizo brotar de sus labios un torrente de elocuencia, iluminado por la luz de los recuerdos de nuestras pasadas glorias, que enardecían su m uto, y le inspiraban pensamientos y cuadros bellísimos que él trazaba con ardiente y entusiasta palabra.» «El Dr. Irigoyen sostenía sus ideas espresadas ya en las ante- — 21 — riores sesiones: la constitucionalidr t¿ ¿el pr0yecto que declaraba no se hiciera en adelante el serv lC¡0 ordinario de fronteras por Guardias Nacionales, sino por t ,0)daclos alistados a espensas del tC9orode la Provincia. » El Dr. Irigoyen tomó taunV ,en parte principal en la agitada cues- tión religiosa, que ocupó vari dg s ,s¡onos a la Convención. Defendió el articulo que impone al E< ¿tado la obligación de cooperar al sosten del Culto Católico, pronas c¡ar,do otro discurso notable, que se ha reproducido últimamente en algunos diarios de esta Capital y del Interior. En 1873 fué elegido Diputado al Congreso Nacional, tomando también parte er , \os debates que agitaron aquella Legislatura y especialmente' ;n las discusiones sobre Crédito Público y sóbrela Ley Electoral . Al tomar parte en el debate del voto público ó secreto, empezó su discurso con las siguientes palabras: «El mi<,Hnbro informante de la mayoría do la comisión iniciaba esta discusión preguntando ¿qué debemos al voto público? y se con- testaba 'ios abusos, las falsificaciones. » «Me ha sorprendido la pregunta, y m as la contestación. ¿Que debemos al voto público? Respondo, todo lo que tenemos. Le debemos la primera Asamblea que impulsó la grandiosa revolu- ción, por la que recuperó la América su independencia. v Esa junta fué constituida por el voto público, pronunciado en la Plaza de la Victoria, y fué proclamado por el Cabildo de esta Capi- tal, desde los balcones de su Sala Capitular. » «Y aún que no fuera mas que esta reminisencia, deberíamos reflexionar mucho ántos de renunciar al voto público, porque los pueblos no deben abdicar fácilmente las leyes practica? V recuerdos Ultimamente ligados á las épocas gloriosas de su historia. « Pero no solamente aquella asamblea se ha-coiistituido en esa .forma. » <• La que en Tueumari proclamó la independencia y las que pos- teriormente sancionaron las Constituciones, fustradas por las dis- cordias civiles; las asambJeas que han sancionado esas leyes que levantaron nuestro crédito en el exterior; las Asambleas que des- Iiues de la batallado Caceros remaron las Provincias dispersas y as estrecharon, para que vivieran unidas, ala sombra de la Cons- titución que nos rige, todas fueron ci.~'nsu tu idas por el voto público.» «Yo creo que los miembros de esta Cá mará, y los argentinos todos, sin divisiones de partido, que desa narecen ante los grandes hechos de la Historia, veneramos esas Asa mbleas como espresion gsnúina del sentimiento público y de la opinioi.' nacional. » Después de estas palabras, el Dr. Irigoyen , "ntro al fondo de la uestion pronunciando dos discursos notables P31' 3U *°n rfo Y corma. f _— 22 — 0, En la administración del señor Castro fué también nombrado Vocal del Consejo de Instrucción Pública, cargo que desempeñó dos años con asiduidad. En el movimiento electoral de 1874, formó en las filas del partido autonomista, acompañando al doctor AIsina con quien estuvo liga- do por vínculos de amistad y de política. El Dr. Albina depositó en el Dr. Irigoyen una confianza absoluta, y amachó siempre sus opiniones con especial consideración, aunque no fueran en casos determinados, conformes con las que él tenia. En aquel año, la Legislatura de la Provincia debia elegir un Se- nador al Congreso Nacional y la opinión estaba dividida entre el Dr. Irigoyen y el Dr. Rocha. El Dr. AIsina tenia muchos ami- gos en la Legislatura y fué consultado por ellos; antes de dar opi- nión, quiso hablaral Dr. Irigoyon. Este le manifestó que agradecía & los que estaban inclinados en favor do su nombre, pero que de- seaba prescindieran de él, pues convenia quo la votación no so dividiese. Elevado el Dr. Avellaneda á la Presidencia de la República y al organizar el primer Ministerio, ofreció al Dr. Irigoyen la cartera de Relaciones Exteriores, que él declinó, agradeciendo el honor que se le dispensaba. Pocos dias después el Presidente le ofreció con empeño una Le- gación á Rio Janeiro, que fué rehusada también con estimación, y en Octubre de aquel año, 187-4, el Dr. Irigoyen, dejó de actuaren la política, á causa de infortunios domésticos, retirándose por al- gún tiempo á las Provincias del Litoral, donde fué considerado y favorecido por los hombres de todas las nacionalidades y de todos Jos partidos. Al instalarse el Congreso de 1875, fué nombrado Presidente do la Cámara de Diputados de la Nación por unanimidad de votos. Cuatro meses después, fué llamado por segunda vez al Depar- tamento de Relaciones Exteriores. Pesaban en esos momentos sobre el país graves complicaciones internacionales. Esta consi- deración, la que le inspiraba el Presidente, la interposición del Dr. AIsina. y de otros amigos, decidieron su aceptación, separán- dose el Dr. Irigoyen del acreditado estudio que dirijia, para acom- pañar al Gobierno en los sinsabores y agitaciones de aquellos dias. Bq ese año fué nombrado también Vocal del Consejo creado por el gobierno de la Provincia, para el estudio y resolución de las cuostiones económicas que afectaban al país. Ignórase generalmente la situación de las Relaciones Exteriores, en la época en que el Dr. Irigoyen entró á dirigirlas: él ha guar- dado reserva, aún cuando su silencio ocultara la importancia do sus servicios. Después de los tratados celebrados por el Gobierno del Brasil con el de la República del Paraguay; después de la protesta quo formuló el Gobierno Argentino contra aquel acto, y de la notado Abril 26, el Gobierno Imperial mantenía la ocupación militar del Paraguay, con peligro para la paz de estos países. La misión del Dr. Tejedor en 1875, sirvió do prelesto al Ga- binete Imperial para crear nuevas complicaciones. Retiróse la Legación Argentina: el tratado celebrado con el Mi- nistro del Paraguay D. Jaime Sosa, fué rechazado por su Gobierno. El Gobierno Imperial, creyendo probable la guerra con esta Ropú- blica, aumentaba sus armamentos marítimos y terrestres, ofre- ciendo enormes primas á los constructores de encorazados y do cañoneras, si anticipaban la entrega de los buques contratados. Al mismo tiempo tratábase de suscitarnos otras complicaciones internacionales, y con este propósito se habia promovido una ne- gociación con los Gobiernos de Francia, Inglaterra, Estados-Uni- dos é Italia para exigir al de esta República, la suspensión do los armamentos en Martin García y la neutralización de esta Isla. La ocupación militar brasilera se reforzaba en el Paraguay, au- mentando sus armamentos en Matto-Groso y otros puntos estra- tégicos. La diplomacia estrangera que se levantaba de este modo contra la República, mfluia también en los consejos del Gobierno do Montevideo, y éste hacia difíciles las relaciones de ambos países, inclinándolas á un rompimiento. Servíale do protesto la protección, que decia, encontraba en este país, la revolución que estallara contra aquel Gobierno. Reclamaciones, protestas, proyectos de combinaciones y alian- zas entre el Brasil, Paraguay, Chile y Estado Oriental, todo esto estaba en movimiento, al recibirse el doctor Irigoyen de la cartera de Relaciones Exteriores. Por el lado do Chile las relaciones estaban próximas á un rom- pimiento Aquel Gobierno habia renovado sus protestas anteriores: la discusión tenia un carácter amenazante; y el Ministro Blest Gana había marchado al Janeiro con el propósito do promover una alianza entre Chile y el Imperio, aun que creemos que procedía sin instrucciones espiieitas de su Gobierno. A oste cuadro do dificultades, agregábanse las agitaciones in- ternas, la crisis económica que reducía la situación del Erario Na- cional á condiciones angustiosas, y los constantes anuncios do nuevas perturbaciones políticas. No entraremos á osplicar la marcha seguida por el Dr. Irigo- yen, de acuerdo con las instrucciones del Presidente para disipar aquella borrasca, que amenazaba por todos lados á la República. Pero si no entramos detenidamente en esa exposición haremos-„'4 — conocer, al menos, los resultados obtenidos por el Ministro de Relaciones Exteriores: Fué necesaria mucha discreción y perseverancia para modifi- car la política Paraguaya, hasta emanciparla de la influencia del Brasil y predisponerla en favor de una solución amistosa y definitiva. Una vez obtenida esa modifí "ación, en sentido favorable á la paz, exijian alguno* miembros del Gabinete, se tratase inmodia- mente con aquel Gobierno, prescindiendo del Brasil, que se decia, pondría obstáculos insuperables en el curso de las negociaciones.—El Dr. Irigoyen rebatió esas opiniones, y no nceptó la marcha que se proponía.—A su juicio, era indispensa- ble asociar al Brasil, para que revelase la política de paz ó de guerra que so proponia seguir en sus relaciones con estas Re- públicas. Allanar, decia, las dificultades con el Paraguay ; celebrar los tratados de paz y limites, y dejar pendientes las displicencias con el Brasil, y separado á éste de las negociaciones, es hacer mas profundas é insalvables las dificultades. Si nuestro principal propósito, agregaba el Dr. Irigoyen, es restituir su Independencia al Paraguay, alejando los ejércitos Brasileros, acampados en la Capital debamos invitar al Gobier- no del Imperio á la neg<>ciacion, para que acepte ó rechaza el alejamiento de sus cuerpos militares, timados en la Asunción. Estas opiniones prevalecieron y el Ministro de Relaciones Ex- teriores fué autorizado para proceder en la forma que propuso. Sin hacer concesión alguna, sin haber empleado en su corres- pondencia uiia palabra que desdijera la dignidad del Gobierno, quedaron allanadas las dificultades suscitadas por el Brasil, con protesto de la misión desempeñada por el Dr. Tejedor. El Go- bierno Brasilero dió por terminado aquel incidente. La exijencia del Brasil y del Paraguay, para qu^ cualquiera negociación tuviera lugar en Rio Janeiro, no fué atendida por el Ministro Irigoyen: y ias negociaciones de Febrero de 1876 se abrieron en esta ciudad, viniendo espesamente á ellas dos Mi- nistros plenipotenciarios, uno del Paraguay, y otr-u del Brasil, cuyo Gobierno aceptó sin dificultad, la invitación que se le diri- giera para concurrir á las negociaciones. 1.a ocupación militar del Paraguay por el ejército Brasilero, que amagaba la paz de estos países, quedó retirada, en cumplimien- to de los tratados celebrados por el Dr. Irigoyen, y las tropas imperiales salieron de la Asunción, contra el pronóstico de mu- chos, que creían que la ocupación se convertiría en conquista. — 25 — CelebrAronso los tratados definitivos de paz, limites con el Pa- raguay, recuperando esta República los extensos y ricos territo- rios de Misiones y del Chaco hasta el rio Pilcomayo; y fué en- tregada ni fallo arbitrario del Presidente de los listados Unidos, la cuestión sobre el territorio comprendido entre el Rio Verde y la margen orienta! de Pilcomayo. La isla del Cerrito, que constituye por su situación una im- portante posición estratégica, volvió al dominio de esta Repú- blica, sin haber admitido el Dr. Irigoyen condición alguna que limitase el ejercicio de nuestra soberanía en aquella isla. Redactados los tratados, y próximo el momento de fil marlos, el Ministro del Brasil, oxijió una declaración ¡imitativa de nu ;s- tros derechos en la citada isla. El Dr. Irigoyen la resistió, y entrando vigorosamente en la discusión de este punto, revindicó para la República la citada isla, sin condición alguna que amen- guase nuestra soberanía. No es posible reproducir, por ser demasiado estensos, los cin- co protocolos en que se consignaron los debates que precedie- ron á los tratados definitivos de paz, límites y comerc:o. Pero trascribimos al menos, en I i relativo en la Isla del Cerri- to, la esposicion del Ministro Irigoyen, por que la repulamos honrosa para el Pais y para el negociador argentino. «El Señor Ministro Argentino espuso que, debiendo ocuparse en esta conferencia de la indicación hecha por el señor Minis- tro del Brasil, pera que se consignara una estipulación por la ue, no pudiese ser fortificada la Isla del Cernió y Villa Occi- ental. daria su contestación con la lealtad que correspondía y que había prevalecido en toda esta negociación y en todos los señores Ministros.» «Que le sena agradable poder aceptar la indicación del señor Ministro del Brasil, pero que se oponían á esto inconvenientes invencibles.» «Que antes de entrar á esta conferencia, había tenido una conversación detenida con S. E. sobre este punto, y que esto le permitía ser breve en la exposición de sus ideas.» «Que _el señor Ministro del Brasil hahia manifestado ser el fundamento escancia] de su indicación, el anhelo de consolidar y garantir la libre navegación de los rios. Que partiendo de este punto, creia estar en aptitud de presentar esplicaciones y re- cuerdos que dejaban atendidos los deseos de S. E., aun prescin- diendo, como pensaba hacerlo, de observaciones poderosas.» «Que la indicación del señor Ministro Brasilero comprendía dos puntos: t* Isla del Cerrito, 2a Villa Occidental Que el primero, la Isla, estaba reconocida por el Paraguay como perteneciente á la República Argentina, no habiéndose hecho jamás cuestión sobre esto punto, como constaba de los protoloeos y documen- tos diplomáticos publicados desde 1870 adelante.» «Que la Isla no iba á reincorporarse á la República Argentina por la victoria ni por cesión del Paraguay.» «Que bastaba examinar la situación de ella para convencerse— 26 — de que es una accesión del territorio Argentino, pues se halla al Sud del Bermejo en la corriente del Rio Paraná, mas abajo de su confluencia con el Rio Paraguay frente á.Corrientes, en un punto en que el dominio de la República Argentina es esclu- sivo, pues solo un frente de la Isla, el mas reducido, daba al Rio Paraguay. Que los otros dos frentes, que eran mucho mas estensos, daban el uno á la Provincia de Corrientes y el otro al Chaco, en la parte que jamás habia pretendido el Paraguay, ni aun en las épocas en que su Gobierno, aprovechando circuns- tancias extraordinarias, estendió inconsideradamente sus pre- tenciones. Agregó para complementar esta demostración, que el Canal del Atajo que separa la isla del territorio firme Argen- tino, era estrecho y de difícil navegación, puesto que su profun- didad es cada dia menor, según lo demostraba el sondaje, pro- lijamente tomado en 1872 por el capitán de fragata de la ma- rina imperial I). Ricardo da Acuña, siendo probable que con el tiempo quedaría ligada la isla al territorio firme Argentino. Que asi, DO habiendo existido nunca la menor duda sobre la pro- piedad de la isla del Cerrito, el Gobierno Argentino no podia aceptar una indicación que, contra la recta intención de S. E. el señor Ministro del Brasil era limitativa de la soberanía Nacio- nal en el punto designado, siendo además inconveniente, inne- cesaria é ineficaz. «Inconveniente por razones que omitía mientras no fuera ne- cesaria su espo-icion, pues deseaba no resonara una palabra tibia ó recelosa en estas conferencias que llevanhasta estemomento el sello de la cordialidad y de la mas perfecta inteligencia.— Innecesaria porque en cuanto á la libre navegación de los rios, no cree el Gobierno Argentino que necesita ofrecer segurida- des ni garantías, ni que se le puedan pedir con razón. La República Argentina dijo S. E., proclamó espontánea- mente, hace "!o años la libre navegación. Consignó ese prin- cipio en su Constitución política y lo ha establecido en los tratados que celebró con el Brasil, Francia, Inglaterra, Estados- Unidos y demás potencias cuyas banderas están llamadas á reportar las ventajas de esa navegación. En los veinte y tres años que han transcurrido desde que se proclamó la libre navegación, han ocurrido graves perturba- ciones internas;—ha tenido lugar la dilatada guerra con el Pa- raguay, sin que la libre navegación haya esperimentado la mas leve limitación ni el mas lijero peligro.—Por el contrario nuestra legislación y nuestras practicas en favor de la libertad de comercio, han estado á la altura de los principios mas liberales del siglo.—Que en los tratados que hoy mismo celebra esta República con el Paraguay confirma todas esas declaraciones. Estos hechos, estos antecedentes, agregó su S. E., demuestran todo el respeto que la República presta al principio de la libre navegación y no cree por tanto que el Paraguay ni Estado al- Suno podría con justicia pedirle nuevas prendas de la lealtad de sus isposíciones á ese respecto. — 27- — Que habia dicho también que juzgaba ineficaz la condición y 3ue lo mostraba la topografía de estos países, siendo además istante déla cordialidad que prevalecía entre todos los Gobiernos representados, entrar en el camino do las precauciones, pues unas indicaciones darian lugar á otras, y se concluiría por pro- ducir una situación recelosa, que todos debíamos alejar y con- denar. Que el conjunto de estas declaraciones respondía ámplia- mente, al deseo inusitado por el señor Ministro del Brasil : — pues el Gobi-rno Argentino que proclamó la libre navegación, no tenia la intención de valerse de los dos puntos remotos, que se han mencionado, para impedirla, contrariando el principio pro- clamado por él como fecundo para la prosperidad de estos Paí- ses. Que la libertad de los rios, la libertad del comorcio descan- saban felizmente en bases mucho mas sólidas que las que po- dían ofrecer localidades alejadas.—Que descansaban en el honor de esta Nación y en el de las que con ella la han estipulado ; en la fidelidad que todos deben á sus pactos y en la perfecta armo- nía que estaban llamados ¡i cultivar el Brasil, las Repúblicas del Plata y el Paraguay, favorecidos con todos los elem >ntos necesarios para prosperar bajo la influencia de la intimidad á que las ha destinado la Providencia. Que se complacía en ha- cer estas declaraciones, confiando 6n que ellas S6rian aceptadas por el señor Ministro del Brasil como suficientes para escusar al Plenipotenciario Argentino, de admitir una insinuación que como ha dicho, creo limitativa de la Soberanía Nacional. S. E. el señor Ministro del Brasil significó el deseo de escu- char la opinión del señor Ministro del Paraguay. S. E. el se- ñor Machaín manifestó que estaba conforme con las opinioues espuestas por el señor Plenipotenciario Argentino y que se adhe- ría completamente á ellas. S. E. el señor d'Andrade espuso entonces que, al hacer su indicación no fuera su ánimo, ni lo era tampoco el de su Go- bierno, formular una limitación de la Soberanía Argentina, y que la habia hecho únicamente por ser la libre navegación do los ríos un compromiso de la Alianza y haberse convenido en negociaciones anteriores tratar de este punto. Terminó S. E. diciendo que había escuchado con atención las esplic.aciones del señor Plenipotenciario Argentino y la confimaeion que hacia de las declaraciones anteriores de su Gobierno en favor de la na- vegación do los rios y las aceptaba seguro de que ellas, siendo diríjalas en respuesta á su insinuación, eran ámplias garantías para la libertad fluvial. Terminados los puntos que debían discutirse, S. E. el Minis tro Argentino felicitó a sus honorables cólegas por el resulta - do altamente honroso y satisfactorio para todos los Gobiernos interesados, que tenia la presente negociación, esperando que ella consolidaría la armonía y perfecta amistad qui existen entre el Brasil, las Repúblicas del Plata y el Paraguay. Agrá— 28 — gó que cumplíale agradecer nuevamente á S. E. el señor Mi- nistro del Brasil, la inteligente y amistosa cooperación que, en nombre del ilustrado Gobierno Imperial, había prestado al mejor éxito do estos ajustes destinados a consolidar la paz y la confianza en esta parte de la América. SS. EE. los señores Ministros del Brasil y del Paraguay retribuyeron á S. E. las felicitaciones que les dirigía, asocian- do todos sus sinceros votos por la perpetua cordialidad y sin- cera amistad do los pueblos y gobiernos que representaban. Firmados y publicados los tratados del 3 de Febrero, disipá- ronse los peligros contra la paz del Brasil, de las Repúblicas del Plata y Paraguay. Y aquellas negociaciones conducidas con toda prudencia de acuerdo con las instrucciones del Presi- dente, fueron saludadas en el Parlamento y por la prensa del Brasil con las siguientes palabras: «LOS TRATADOS CtOiÉBRADOS KN BUENOS Al MES SON UN GRAN « TRIUNFO PARA LA JUSTICIA INTERNACIONAL, UN ACONTECIMIENTO « DE LA MAYOR IMPORTANCIA PARA EL DESENVOLVIMIENTO Y PARA « EL PROGRESO DE ESTA PARTE DEL CONTINENTE AMERICANO.» Entre nosotros, el Dr. Irigoyen propendió a que no se preco- nizase el mérito de ellos. El dia en que los tratados del 3 de Febrero eran entrega- dos á la publicidad, ej¡ Dr. Irigoyen llamaba á los redactores de los principales diarios de esta ciudad para pedirles fueran moderados al señalar las ventajas de aquellos arreglos. Había obtenido una solución diplomática ventajosa para su país ; pero no queria lastimar la susceptibilidad del Paraguay ni la del Imperio. El pais hizo sin embargo justicia á su patriotismo y á la prudencia que acreditara para preparar y terminar las nego- ciaciones que llevan su nombre. Y el Presidente de la República en el Mensaje de apertura del Congreso Nacional, pronunció estas palabras: «Antes de cerrar esta materia necesito cumplir un deber de justicia dejando consignados en este documento los nombres de los plenipotenciarios que en representación de sus respec- voossidctÍ3-» si le encontrase fácil colocación, tratándose de dos naciones, cuyos títulos derivan de otras, que lijaron anterior- mente sus limites por tratados internacionales claros y precisos. » «Considero que el uti possidetis es perfectamente invocado en- tre los Estados Sud-americanos que dependieron de una sola so- beranía y que tienen fronteras indeterminadas ó confusas. Las circunscripciones territoriales, en ese caso fueron dependientes de una jurisdicción común, y se fijaron por actos administrativos 3ue no teniendo carácter permanente, se alteraban por la voluntad el Soberano.» «Pero tratándose de Estados cuyos títulos dirivan de pactos in- ternacionales, en los que se han designado los rios y puntos que — 31 — sirven de división, no me parece posible una estipulación funda- da en el uti possidetis, que solo se acepta cuando, á falta de limi- tes establecidos, se sanciona provisoria ó definitivamente la po- sesión. » r Formuláronse otras proposiciones que fueron discutidas, sin lle- gar a un acuerdo, y el Dr. Irigoyen. animado del interés de que aquellas conferencias dejaran al menos encaminada la cuestión por la vía de las negociaciones pacificas, presentó corno última proposición, la de que ambos Gobiernos nombraran comisarios que verificando un detenido estudio del territorio disputado y de los nos Pepiri-Guazú y San Antonio, presentasen á sus respecti- vos doblemos informes que los habilitaran para la resolución definitiva. - Sometida esa proposición al Barón de Cotegipe, que desempe- ñaba el Ministerio de Relacioné» Exteriores, no le prestó su apro- bación y la negociación quedó suspendida. Diez afíos han corrido. Se ha discutido con detención la cues- tión Misiones. Se han formulado memorias y contra memorias. Se ha mantenido algunas veces, inquieta y alarmada la opinión pública de estas naciones, y se han hecho fuertes erogaciones, respondiendo á esas espectativas peligrosas que constituyen la azarmada; y al término de esos diez años, el Gobierno Imperial a aceptado la proposición que el Ministro Irigoyen hizo en 1870; y sobre esa base, se ha celebrado el último tratado que si no re- suelve la antigua cuestión, encamínala, al menos, por la via de la conciliación y de la paz. El Dr. Irigoyen ha tenido la satisfacción de que ef Gobierno Im- perial en su última nota, propusiese la base, indicada dijo, por el Dr. Irigoyen en 1$76,y\a. de que el Gobierno Argentino, al aceptarla haya recordado en su mensaje al Congreso, el nombre del ex-Ministro que la formuló. El Dr. Irigoyen sostuvo también por la prensa, una discusión directa con el Sr. Barón de Cotegipe, sobre esta misma negocia- ción, mostrando en ella su preparación y competencia, y creemos escusado decir que en aquella controversia, prevaleció el recíproco respeto y la mutua consideración, propias de, dos hombres de Es- tado, que han representado dignamente, las relaciones de sus res- pectivas naciones. En un año de trabajos discretos y firmes, disipáronse todos los peligros acumulados contra la tranquilidad y la paz del Brasil, de las Repúblicas del Plata y del Paraguay; el Dr. Irigoyen, de-- pues de verlos despejados creyó llegado el momento de" poner á la órden del dia, la cuestión chi'ena y dirijió instrucciones á la Le- gación Argentina en Santiago, para que manifestase á aquel Go-— 32 — bierno ser indispensable resolver ya definitivamente las antiguas cuestiones que alejaban las relaciones de ambas Repúblicas, oril- le habia perdido las ilusiones que fundara en la guerra de esta Re- pública con el Brasil y Paraguay, y era posible se resolviera a negociar, abandonando las exhorbitantes pretensiones que des- plegara en 1873. El Dr Irigoven conserva en Chile como hemos dicho ami- gos importantes, algunos de e.los, ocupan altos puestos en ta Ad- ministración. Esta circunstancia, y la discreción con que bizo sentir la necesidad de resolver la cuestión de limites, decidieron al Gobierno Chileno a dirigir una nota, reabriendo la discusión in- terrumpida, y á enviar pocos meses después, al señor do., Diego Barros Arana, en el carácter de Enviado Extraordinario y Minis- tro Plenipotenciario. El sefior Barros Arana es amigo del Dr. Irigoven desde la in- fancia Botado de alta inteligencia, de espíritu recto y de nolahi- lislma ilustración, el señor Barros fué el Ministro mas indicado para llevará termino la solución de las enojosas cuestionas pen- dientes Los hombres sensatos da ambos países, cifraron lisonje- ras esperanzas en la misión de aquel, pero los intransigentes bus- cando impedir las negociaciones, llevaron a cabo el apresamiento de )aJmnnr Amelit, lanzando aquel atentado como un obstáculo, en las corrientes de la paz. La opinión pública mostróse entre nosotros profundamente he- rida por aquella bolencia'inesperada, coya noticia llegaba el mis- mo día en que el señor Barros. Arana, desembarcaba en nuestras p'avas El Ministro de Relaciones Exteriores fué interpelado en la Cámara de Diputados y,la actitud del Gobierno fué difícil, en presencia de la violencia p-rpetrada y por otra parte, de los ante- cedentes del Negociador Chileno, y de sus declaraciones oficiales. El Dr. Irigoyen estableció orno cuestión nrévia á todo arreglo, la reparación del atentado contra la Jeannc Au/rlir; y aceptada por el Ministro Chileno la declaración de. que este, incidente, sena de- corosamente resuelto, antes de suscribir arreglos de otro género, iniciáronse negociaciones para dar solución á las cuestiones pen- dientes. . T . Después de conferencias y de prolongados debates, el Dr. iri- goven arribó á redactar, de acuerdo con el señor Barros, el si- guíente provecto de transacción que el Ministro Chileno elevó a conocimiento de su Gobierno. Este lo desaprobó totalmente. — 33 — Transacción» La linea partiría de ese punto siguiéndolas mayores elevaciones de la cadena de colinas que se estiende hácia el Oeste hasta la al- tura denominada Monte Aymond á 52°10. De este punto se trazará una linea que, coincidiendo con el cir- culo t>2°10'llegue hasta la Cordillera de los Andes. Esta linea será la división entre la República Argentina al Norte y la República Chilena al Sud. División de la Tierra del Fuego Del punto denominado Cabo de Espíritu Santo y en la latitud 52°40' se trazará una linea hácia el Sud que coincida con el me- ridiano (de Greenwich) 68 34' cuya línea se prolongará hasta el Canal Beagle. La Tierra del Fuego, dividida de esta manera, será argentina en su parte oriental, chilena en la parte occidental. Islas Pertenecerá á la República Argentina la [Isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos á ésta, y las demás islas que se hallan sobre el Atlántico, Tierra del Fuego y costas orientales de Patagonia, y permanecerán á Chile, todas las otras islas al Sud del Canal de Beagle, hasta el Cabo de Hornos y lasque se ha- llan al Occidente de la Tierra del Fuego. Después de algun tiempo, reanudáronse las negociaciones, lle- gando el Dr. Irigoyen á celebrar con el señor Barros Arana un proyecto de arbitraje, que fué sometido, como el de transacción, á. la aprobación del Gobierno de Chile. Negó este su aprobación á aquel nuevo tratado, y la discusión fué suspendida y las negociaciones interrumpidas. Pero, si el tratado concertado entre el Dr. Irigoyen y el Sr. Bar- ros no ¡legó á suscribirse, quedaron ya establecidas declaraciones y bases muy importantes para el resultado de nuestras cuestiones con Chile. Ellas pasaron íntegramente, algunos meses después, á formar parte del tratado firmado por los S. S. Barros y Elizalde en Enero de 1878. Trascribimos las importantes estipulaciones consignadas en la discusión que sostuvo el Dr. Irigoyen con el Ministro de Chile, para que sean apreciadas por las personas que estudiaron la cues- tión de limites.— 34 — PRIMERA La República de Chile está dividida de la República Argentina, por la Cordillera de los Andes, corriendo la linea divisoria por so- bre los puntos mas encubrados de ella, pasando por entre los ma- nantiales de las vertientes que desprenden á un lado y al otro. SEGUNDA Estando pendientes reclamaciones deducidas por la República Argentina y reclamaciones deducidas por la República de Chile, sobre el Estrecho de Magallanes, y ciertos territorios en la parte austral de este Continente, y estando estipulado en el artículo 29 del Tratado de 1855 que en caso de no arribar los Gobiernos al completo arreglo de ellas, se someterán al arbitraje de una nación amiga, el Gobierno de la República Argentina, y el de la Repúbli- ca de Chile, declaran que, no habiendo podido arribará un acuer- do en la dilatada discusión que han sostenido desde 1847, ha lle- gado el caso previsto en la última parte del artículo citado. En consecuencia, el Gobierno de la República Argentina y el de la República de Chile, someten al fallo del árbitro, que mas ade- lante se designará, la siguiente cuestión. ¿Cuál era el uti possidetis de 1810 en los territorios que se dis- putan ?—as decir: ¿ los territorios disputados, dependían en 1810 delVireinato de Buenos Aires ó de la Capitania General de Chile? TERCERA Para resolver la cuestión propuesta en el articulo anterior, am- bos Gobiernos confieren el carácterde árbitro juris, á.... El árbitro fallará en este carácter y con sujeción: Io A los actos y documentos emanados del Gobierno de España, de sus autoridades y agentes en América, y á los documentos pro- cedentes de los Gobiernos de Chile y de la República Argentina. 2o Si todos estos documentos no fuesen bastante claros, para resolver por ellos las cuestiones pendientes, el árbitro podrá resol- verlas, aplicando también los principios de derecho internacional. CUARTA El árbitro deberá tener presente para pronunciar su fallo, la siguiente regla de Derecho Público Americano, quilos Gobiernos contrtaantes aceptan y sostienen: Las Repúblicas Americanas han suc^didoal Rey de España en los derechos de posesión y de dominio que el tenia sobre toda la América Española. No hay en esta, territorios que puedan repu- tarse res nullius. QUINTA Mientras el árbitro nombrado resuelve la cuestión que le esté sometida, ambos Gobiernos consecuentes con lo prometido, al ini- ciarse en Santiago la discusión en 1872, se obligan á mantener estrictamente en los territorios comprendidos entre Punta Arena y el Rio Santa Cruz, el statu quo existente en aquella fecha. SEXTA Ambos Gobiernos se obligan igualmente á defender con todos sus recursos, los territorios sujetos al statu quo, contra toda ocu- pación extrangera, celebrando los acuerdos que fueren necesarios para el cumplimiento de esta estipulación. SÉPTIMA Se comprometen por^último, á vijilar esos territorios, sus cos- tas é islas adyacentes, impidiendo, mientras no hagan otra esti- pulación, la esplota :ion de ellos, ó de parte de ellos, por empresas ó por individuos, quedado á cargo del Gobierno Argentino la par- te comprendida entre el Estrecho de Magallanes y el Rio Santa Cruz, y á cargo del Gobierno de Chile, el Estrecho con sus canales interiores é islas adyacentes. Suspendidas las negociaciones en Julio de 1877, por la desa- probación de los dos tratados anteriores y nombrado el Dr. Irigoyen, Ministro del Interior, fué de opinión que no debia darse paso alguno por parte del Gobierno Argentino para reanudarlas, y que debíamos esperar, manteniendo el proyecto recordado como un verdadero ultimátum de la República. En el Ministerio de Relaciones el Dr. Irigoyen sostuvo inte- resantes y difíciles cuestiones, con los Representantes de algu- nos Gobiernos Extranjeros; sus notas revelan la preparación con que desempeñó aquel elevado puesto. Entre las importantes comunicaciones á que nos referimos re- cordamos preferentemente : Las dirijidas en 1875 á la Legación de Chile, contestando las protestas que presentára contra una Ley del Congreso. La que cerró toda discusión con el Encargado de Negocios D. Máximo Lira.— 36 — La discusión sostenida en 1876 con el Ministro Chileno Señor Barros Arana sobre la captura de la «Jeanne Amélie». La sostenida con el Ministro Plenipotenciario de Francia, re- chazando la responsabilidad que aquel Gobierno pretendía arro- jar sobre el Argentino, por la pérdida del espresado buque. Y entre otras discusiones notables, recordaremos también una, en la que el Dr. Irigoyen sostuvo y dejó preponderantes doctrinas de trascendencia para los Estados Sud Americanos. Con motivo de ciertas medidas adoptadas por las autoridades de Santa Fé sobre el «Banco de Londres y Rio de la Plata» en el Rosario, la Legación de Inglaterra inició una reclama- ción diplomática, manifestando quo el procedimiento de las autoridades del Rosario, importaba una gran ofensa contra los subditos de la Gran Bretaña. El Dr. Irigoyen rechazó la reclamación y sostuvo esta buena doctrina—«Las sociedades anónimas no tienen derecho á pro- tección diplomática»—doctrina de la mayor importancia para estas Repúblicas, en las que las sociedades anónimas están lla- madas á estenderse, abarcando grandes empresas é intereses. «El Banco de Lóndres, dijo el Dr. Irigoyen al Ministro de Inglaterra, es ur.a sociedad anónima, es una persona jurídica 3ue solo existe con fines determinados. Las personas jurídicas eben su existencia esclusivamente á la Ley del país que las autoriza, y, por consiguiente, no hay en ellas nacionales ni ex- trangeros; no hay individuos de existencia materia, con dere- cho á protección diplomática. La sociedad anónima es una per- sona moral, enteramente distinta de los individuos que contri- buyeron á organizaría y, aunque sea formada esclusivamente por ciudadanos extrangeros, no tiene derecho á protección diplomá- tica, porgue no son las personas las que se ligan. Asócianse sim- plemente los capitales t>ajo forma anónima, lo que importa, como la palabra lo indica, no haber nombre, nacionalidad, ni respon- sabilidad individual comprometida.» «Siento dijo en otra nota el Dr. Irigoyen al Ministro Inglés, J[ue S. S. discrepe decididamente de la opinión que he mani- estado respecto de las sociedades anónimas, y espero que lle- garemos á concordar sobre este punto, si S.. S. considera que el capital de las sociedades anónimas es constituido por accio- nes, con abstracción completa de las personas, y que tal es su carácter en todas las legislaciones. El hecho de que las accio- nes hayan sido suscritas por individuos de una nacionalidad, es eventual y no puede desnaturalizar la esencia de la Sociedad. Esas acciones se trasfieren y las que hoy están en poder de ingleses, pueden pasar fácilmente á manos de ciudadanos de otra nación. Si, pues, la circunstancia de pertenecer los accio- nistas, á un pais, imprimiese á la Sociedad Anónima el carácter nacional que les asiste, tendríamos una entidad que podría va- — 37 — riar diariamente de nacionalidad y revestir también en algún caso una multiplicidad de nacionalidades, lo que originaria se- rias complicaciones, á la vez que envolvería el desconocimiento délas leyes locales que dan origen á esas Sociedades.» La Legación de Inglaterra no insistió en la discusión quedando asi preponderante aquella doctrina justa y previsora. El Dr. Irigoyen tuvo otra oportunidad de defender brillante- mente el crédito de la Nación y de sus instituciones. El Gobierno Italiano dirigió una circular á las autoridades del Reino, estimu- lándolas á que impidiesen en cuanto les fuera posible, la emigra- ción con destino á esta República. Esa circular contenia juicios desfavorables á la organización y costumbres de nuestro país. El Ministro Irigoyen creyó que debia darse por apercibido de aquel documento y refutarlo enérgicamente. Hizolo asi, dirigién- do al Enviado Extraordinario, Marques de Espinóla, una estensa y fundada reclamación contra las aseveraciones de las autori- dades italianas. En esa reclamación, estudió la liberalidad de nuestras institu- ciones, la cultura de nuestras costumbres, la condición feliz de los extranjeros que habitan el territorio de la República y las li- bertades y garantías de que gozan y que los equiparan á los na- cionales, sin mas diferencia que el ejercicio de aquellos derechos políticos inherentes á la ciudadanía. Aquel notable documento fuá aplaudido por la opinión nacional y por la de los Estados Sud-Americanos, que lo consideraron de interés común para estas Repúblicas. Las complicadas reclamaciones qu¿ tuvieron lugar en aquellos dias entre los Gobiernos Oriental y Argentino, afectaban prin- cipios de Derecho Público, importantes para la paz de estos países. Tratábase del derecho de visita por buques de guerra, en aguas comunes á las dos Repúblicas, ó indeterminadas. Discutíase la detención de buques mercantes, el comercio de armas por los neu- trales, y la responsabilidad que puede imponer á los Gobiernos, la organización en su territorio de expediciones hóstiles á una nación amiga. Estas cuestiones, y otras igualmente graves, fueron discutidas con ilustración y resueltas con arreglo á los principios de la justicia y del derecho internacional moderno. Y al terminar aquellos debates, el Ministro Irigoyen y el Ple- nipotenciario Oriental Sr. Bauzá, estipularon en interés de la paz y buena inteligencia de ambas Repúblicas, las siguientes reglas que sus Gobiernos se obligaron á observar y á hacer cumplir:— 38 — 1» No permitirán, en sus respectivas jurisdicciones, los en- ganches ó enrolamientos de marineros, soldados ó voluntarios, destinados á conmover elórden ó sostener perturbaciones internas en uno ú otro Estado, 2a No permitirán la construcción ó armamento de buques des- tinados á ser empleados contra alguno de los Gobiernos (Oriental ó Argentino), como buques de guerra, cruceros ó trasportes, sea á vela ó á vapor. 3a No permitirán la fabricación ó espedicion de artículos de contrabando de guerra, destinados á ser empleados contra uno ú otro Gobierno. 4a Las espedicíones que se apresten para invadir á algunos de los Estados serán disueltas, y los buques, armas ó municiones destinadas á ellas, serán embargadas y entregadas al juicio legal correspondiente. 5a Los individuos que preparen, diri¡an ó manden las espedi- ciones á que se refiere el artículo anterior, serán puestos á dispo- sición de los Tribunales, para ser juzgados con arreglo á las leyes del país. 6a Los emigrados políticos que conspiren desde el Estado en que se hallen asilados, contra el órdeny Gobierno del otro Estado, serán sometidos igualmente á los Tribunales para ser juzgados como infractores de la neutralidad ó perturbadores de las buenas relaciones internacionales. 7a En casos urgentes los emigrados que conspiren contra el orden de su país, serán internados á treinta leguas de las costas, bastando para adoptar esta medida, la comprobación de hechos ó proyectos agresivos, y sin perjuicio de iniciarse el proce- dimiento prescripto por el artículo anterior. 8a No se permitirá á los emigrados establecer Comités ó Clubs revolucionarios, con el propósito de promover ó alentar revolu- ciones. Tales reuniones serán disueltas. 9a Oportunamente se celebrará un acuerdo respecto de la policía fluvial del Rio Uruguay. 10. Si la legislación interior de alguna de ambas Repúblicas, no fuese bastante para asegurar la ejecución estricta de las reglas anteriores, y para reprimir su violación, el Gobierno de ella queda obligado á obtener, sin demora, la sanción de las disposi- ciones penales que sean necesarias, á fin de asegurar el cum- plimiento délas presentes estipulaciones. Conformes los señores Ministros con lo arriba estipulado, fir- maron el presente protocolo para elevarlo á la aprobación de sus respectivos Gobiernos, y quedando cada uno con su autó- grafo. (L. S.) Bernardo de Irigoyen. (L. S.) Francisco Bauza. — 39 — Tales fueron los principales trabajos del Dr. Irigoyen en el Mi- nisterio de Relaciones Esteriores. Celebró también diversos trata- dos: resolvió otras cuestiones secundarias. Fué firme y celoso en la defensa de los derechos é intereses de la República, usando sin embargo formas prudentes y cultas, que le valieron el aprecio y consideración de todos los Representantes de los Gobiernos Ex- tranjeros, y al separarse del Ministerio recibió de todos ellos, dis- tinguidas muestras de simpatía y respeto. En Mayo de 1876, el Dr. D. Lúeas González que servia el De- partamento de Hacienda de la Nación, presentó su dimisión, y el Dr. Irigoyen, Ministro de Relaciones Exteriores, fué llamado á desempeñar también interinamente el Ministerio vacante. Las dificultades del Erario venian aumentándose desde 1874, á medida que la crisis económica se hacia mas intensa en el país.—Las en- tradas de Aduana disminuían, el crédito del Gobierno Nacional decaía, sus relaciones con el Banco de la Provincia estaban resen- tidas, y para completar estas dificultades, anunciábase el curso forzoso, produciendo, como era natural, una inquietud general. Los tenedores déla deuda interna, los acreedores por expedien- tes en tramitación, y opiniones autorizadas, proponían como me- dida salvadora, la suspensión del servicio de la deuda extranjera; y el Ministro Interino se veia agobiado por las instancias que sé hacian al Gobierno en aqual sentido. Con motivo de la clausura de la oficina de cambio, estalló en aquellos dias una profunda rivalidad entre elBanco Nacional y el de la Provincia. Aquel era acusado de haber contribuido poderosa- mente á la suspensión de ta oficina. Los Directores del Banco Provincial, los Legisladores, los miembros del P. E. y una gran parte de esta sociedad, abrian campaña ardiente contra el Banco Nacional; y el propósito de cerrarlo y liquidarlo, dominaba en tudos los espíritus, y aun en algunos Directores del mismo Banco, ha- ciéndose una cuestión en que se interesaban, hasta las pasiones locales. Derribarel Banco Nacional, era en aquellos días, el anhelo de la mayoría,—la lucha se trabó, favorecida por la masa de deposi- tantes, que corría á retirar sus depósitos, y por los que exigen la conversión desús billetes. El Dr. Irigoyen, en medio de tanta agitación, estableció sus opiniones sobre los dos asuntos indicados de acuerdo con la del Presidente: la deuda extrangera, dijo, debe servirse religiosa- mente, cueste loque cueste.—El crédito de la República debe man- tenerse, por que será el poderoso elemento del porvenir,—y porque de esa perturbación, el país saldrá año mas ó menos, favorecido por la riqueza de su producción.— 40 — El Banco Nacional debe salvarse porque es una necesidad de la República y un medio de impulsar la prosperidad en todas las Pro- vincias.—El Gobierno Nacional debe prestarle su protección, ar- rostrando la impopularidad de esta resolución. Resueltas así las dos cuestiones con tranquilidad, el Ministro del Interior entró en ellas con el Presidente de la República que tenia las mismas opiniones. Con la actividad que losdias exigían, atendió religiosamente al pago délas letras y vencimientos á cargo del Gobierno. La con- fianza que su palabra inspira en esta sociedad sirvióle para levan- tar recursos por operaciones parciales de crédito, con los Bancos y con los particulares. Remitió a Europa los fondos necesarios para completar el ser- vicio de la deuda en el trimestre de Julio, y después d^ haber sal- vado los dias mas agitados, entregó la cartera al Sr. Riestra, que fué nombrado ministro en propiedad, sin haber dejado de pa- gar durante su interinato, una letra, ni un vencimiento de Te- sorería. Tocóle auxiliar al Banco Nacional, firmando el decreto que autorizaba la suspensión de la conversión. Fué este, el único medio de impedir el estrepitoso derrumbe á que se le preci- pitaba. Ese decreto produjo en aquellos momentos una profunda agita- ción. Los ánimos estaban predispuestos, y se movían contra el Banco Nacional, creyendo que su liquidación era una necesidad de aquella situación extraordinaria. Bajo la influencia de aquellas impresiones, formulóse en la Cámara de DD. de la Nación una acusación contra el Presidente de la República, y contra el Minis- tro Irigoyen, por haber violado decian, la Constitución, en el de- creto que autorizó la suspensión de la conversión. El Gobierno dirijió un mensaje al Congreso dando cuenta de los hechos ocurridos, y tuvieron lugar con ese motivo discusiones ar- dientes, en que el Ministro Irigoyen sostuvo los actos del P. E. y la necesidad de salvar al Banco Nocional, mostrando en aquellos debates, la convicción de que se encontraba animado. El resultado de ellos fué favorable al Gobierno: el decreto que diera lugar á la acusación fué aprobado por el Senado: y los Dipu- tados que suscribieron la acusación creyeron inútil mantenerla, después de la resolución del Senado. El doctor Irigoyen en aquellas discusiones tuvo por contendores á amigos políticos y personales, Rocha, Pellegrini, Cañé, Alcorta, Quintana y otros mas. De este modo, puede decirse, sin peligro de exageración, que en los dias mas críticos porque pasó el pais, a causa de la crisis económica y financiera, el gobierno, con la activa cooperación del Ministro Irigoyen mantuvo el crédito interno y externo, y contri- buyó a salvar al Banco Nacional, que debia prestar mas tarde ser- vicios importantes á la República. — 41 — Aun después de retirarse del Ministerio de Hacienda, prestó ser- vicios al Gobierno en ese Departamento de la Administración. La escases del Erario no permitía atender al servicio de la deuda exterior, en el trimestre de Octubre. Necesitáronse nuevos es- fuerzos para obtener un empréstito del Banco de la Provincia, y era indispensable la autorización déla Legislatura, tocándose in- convenientes y resistencias de todo género para obtenerla, pues las discusiones sobre el Banco Nacional, habían irritado á los opositores. El Dr. Irigoyen fué encargado por el Presidente de esta nego- ciación, y logró terminarla cuarenta y ocho horas antes, del dia en que debía empezar, en Lóndres, el servicio de la deuda.—Le prestaron cooperación, el Presidente del Banco de la Provincia D. Manuel A. Ocampo y la mayor parte de los Directores. Por telegrama fueron enviadas las órdenes de pago, salvándose de este modo el crédito exterior; y decimos salvándose, porque en esos momentos se divulgaba en Europi, que la República Ar- gentina suspendía el pago de su deuda. La importancia de aque- llas resoluciones se ha conocido después, reconociéndose el alto mérito que contrajo en ella, el Presidente Avellaneda. Restaba aun, realizar un fuerte empréstito para cubrir todos los compromisos internos, y el Dr. Irigoyen fué asociado por el Presidente al Ministro de Hacienda, recientemente nombrado, doc- tor Plaza, para los difíciles trabajos de aquella negociación. De este modo, prestó su decidido concurso al señor Riestra y poste- riormente al Dr. Plaza, contribuyendo con el último, á la realiza- ción del contrato de 30 de Setiembre. Estos fueron los principales servicios que el doctor Irigoyen rindió al pais en el Ministerio de Hacienda con que fué recargado, en los dias mas nublados para la Nación. En Octubre de 1877 el Presidente resolvió reorganizar el Gabi- nete, tomando por base la política de conciliación, y designó al Dr. Irigoyen para ocupar el Departamento del Interior. El Presi- dente consideraba conveniente aquel nombramiento, pero dudaba que fuese aceptado. Tenia presente que estando adelantados los trabajos del Dr. Irigoyen en la cuestión con Chile, al grado de de- pender de una sola cláusula la conclusión de los tratados proyecta- dos, entre el Sr. Barros Arana y el Dr. Irigojen, éste habia ma- nifestado algunas veces en el acuerdo, su esperanza de terminar en poco tiempo aquellos arreglos. Privarlo de ese honor, parecía fuerte, y el Presidente llegó á creer que el Doctor Irigoyen prefe- riría continuar en el Ministerio de Relaciones Exteriores, para dar solución a las cuestiones indicadas.— 42 — Interesóse con el Dr. Alsina para que obtuviera Ja aceptación del Dr. Irigoyen y Alsina contestó al Presidente en los siguien- tes términos: «No sería fácil, dijo, que otro ciudadano dejase el Ministerio, abandonando la probabilidad de resolver una gran cuestión inter- nacional. Pero hay en el Dr. Irigoyen desprendimiento j si se le representa la necesidad de que pase al Departamento del Interior, renunciará á las esperanzas que abriga. En efecto, habló al Dr. Irigoyen, manifestándole los deseos del Dr. Avellaneda, y éste llamando al Dr. Irigoyen pidióle aceptase aquel nombramiento. Separóse en consecuencia de las Relaciones Exteriores para recibir la cartera del Interior. El nombramiento le fué comunicado en los términos siguientes: Buenos Aires, Octubre 2 de 1877. Al seño?' Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Don Bernardo de Irigoyen. Tengo la satisfacción de poner en manos de V. E. el decreto ue el señor Presidente ha expedido en esta fecha, por el cual ha esígnadoá V. E. para desempeñar en propiedad el cargo de Mi- nistro de Estado en el Departamento del Interior. El señor Presidente abriga la seguridad de que V. E. aceptará este nombramiento con el patriotismo de que ha dado tantas prue- bas, concurriendo asi á hacer prácticas las ideas elevadas que han guiado la política del Gabinete actual, y á la que V. E. ha con- currido también por su parte. Aprovecho con agrado esta nueva ocasión de reiterará V. E. la seguridad de mi distinguida consideración. V. de la Plaza. Seis meses dirigió este Departamento de acuerdo con el Presi- dente cuyas instrucciones recibía en épocas difíciles por las nece- sidades del Erario, por la debilidad del crédito y por los trastornos déla crisis que empezaba recien á declinar. Asimismo su paso por el Ministerio del Interior, quedó señalado por buenos servicios, y recordaremos algunos de ellos. Sin estrépito, hizo efectiva la ocupación del rio Santa Cruz, dando así un paso avanzado en la cuestión chilena. Envió al Subteniente Moyano con algunos hombres á ocupar aquel punto.—Envió la primera expedición de animales vacunos y lanares para el servicio de aquella localidad, poniendo así la base de una población que anhelaba fomentar.—Estableció la línea de navegación á cargo del Oficial Piedra Buena.—Remitió auxilios para los indios residentes al Sud de Santa Cruz, que acatasen las — 43 — autoridades de esta República, y dejó de ese modo la base de una pequeña colonia, susceptible de desenvolvimiento. Favoreció decididamanta los viages del ciudadano don Francisco P. Moreno á la Patagonia, contribuyendo asi á las primeras ex- Íforaciones científicas que se han hecho después de la época co- onial. Fundó la colonia General Alvear en Entre-Rios, enviando en cuarenta dias mil pobladores alemanes, y allanando todos los in- convenientes que se opusieron para su instalación. Fundó la colonia de Caroya en la provincia de Córdoba, resol- viendo las enojosas cuestiones que se suscitaron, y enviando 800 agricultores, que constituyen actualmente un nuevo centro de po- blación. Dió impulso á las colonias de Santa-Fé, remitiendo á ellas po- bladores y recursos. Ordenó la delineacion y fundación de nuevas colonias en el Cha- co, enviando planteles de población para una de ellas. Dispuso la apertura de un camino entre Villa Mercedes provin- cia de San Luis, y San Rafael, provincia de Mendoza, y la repa- ración de otros en la Provincia de Catamarca, Mendoza y en otras de la República. Resolvió la entrega á la Empresa del Ferro-Carril Central, de los terrenos del Rio Segundo en Córdoba, para la fundación de un pueblo. Ordenó la reconstrucción de los puentes de Rio III, Córdoba y en el Rio de Corrientes. Celebró el contrato para la construcción del Ferro-Carril á Chi- le, salvando al Gobierno el derecho de llevar á cabo la sección mas urgente si el contratista la retardaba. Para contestar á las denuncias que se hicieron, atribuyendo abusos y esplotaciones en la construcción del Ferro-Carril á Tu- cuman, ordenó de acuerdo con el Presidente, que la Contaduría procediese á un nuevo y prolijo examen de todas las cuentas, li- quidaciones y contratos, y que sin consideración á que hubiese re- caído aprobación en las liquidaciones y cuentas parciales, se dedu- jera cualquiera acción ó reclamo que fuese fundado. A fin de esclarecer y correjir los abusos que se decia, tenían lu- gar en la administración del ferro-carril á Tucuman, comisionó al Presidente del Departamento de Ingenieros, D. G. White para que trasladándose á Córdoba, investigase los hechos que tenian lugar, y regularizase la Administración, confiriéndole á este efecto facultades amplias. Reglamentólas provedurias de algunas colonias, ordenó la cons- trucción de almacenes y depósitos en Córdoba, y adoptó una série de medidas tendentes á introducir el órden y la regularidad en todos los ramos que estaban bajo su dirección. Celebró un contrato para las obras de defensa del puerto de Santa-Fé; atendió con actividad las obras y trabajos que fueron necesarios en aquel año, á causa de las grandes inundaciones que tuvieron lugar en el Interior.— 44 — Y contribuyó á resolver favorablemente las peticiones del Co- mercio del Interior sobre rebajas en los fletes de los Ferro-carriles. En cuanto á la política interna, durante su Ministerio fué mo- derada y patriótica. Por medio de consejos y órdenes activas, quedaron sofocadas dos revoluciones que estallaron en San Juan y Mendoza. Desde que entró á formar parte del Gobierno, fué perseverante en buscar soluciones decorosas, para los Gobiernos y para los partidos. En las agitaciones de aquellos dias, en los constantes conatos de revoluciones que tenian lugar en esta ciudad, sostuvo siempre la conveniencia de prevenirlos, sin dar lugar á que llega- se el momento de reprimirlos y dominarlos por las armas.—«Estoy seguro, decia, de los medios que el Gobierno tiene; no dudo un solo momento del resultado, pero es necesario evitar escenas que desacreditarán el país, y que labrarán nuevos abismos éntrelos ciudadanos y entre los partidos.» Desde que entró á formar parte del Gobierno, hasta el dia en que se retiró, mereció la ilimitada confianza del Presidente, con quien mantuvo relaciones leales. Se dijo que la cuestión de Corrientes fué la causa de la separa- ción del doctor Irigoyen del Ministerio. El desacuerdo Ministerial de Abril sobrevino entre el Presidente y los Ministros Elizalde y Gutiérrez, con motivo de algunas reso- lucionss del Ministro Dr. Plaza, Interventor en Corrientes, y es- pecialmente por el nombramiento del Coronel Lagos para Gefe de las fuerzas nacionales en aquella Provincia. El doctor Irigoyen fué ageno á aquellas disidencias, limitándose á sostener los actos del Interventor, que estaban de acuerdo con. las instrucciones del Presidente. Los doctores Elizalde y Gutiérrez presentaron las renuncias de las carteras que servian y el Presidente haciendo en el doctor Iri- goyen una delegación ámplia de confianza, le facultó para propo- ner toda la integración del Ministerio, conferenciando préviamente con los amigos políticos del Gobierno. El Dr. Irigoyen habia manifestado reiteradas veces al Presi- dente estar dispuesto á renunciar, á fin de que la renovación del Gabinete fuera completa. El Presidente rechazó aquella insinuación que le habia sido presentada en diversas ocasiones. Aproximábase la apertura del Congreso y fué necesario ocu- — 45 — parse de la opinión que el P. E. debia manifestar respecto de la situación política de Corrientes. El Presidente creyó que de- bia procedorse á nueva elección de Gobernador, desde que la del Dr. Derqui, habia sido protestada y levantádose en armas contra ella, una parte de la Provincia. El Ministro del Interior tenia una opinión contraria, sostenien- do que los Poderes Nacionales, carecían de facultad para exa- minar las elecciones de carácter provincial y desidir respecto de su validez. La discusión se hizo detenida. El Dr. Irigoyen era, puede decirse, el único Ministro que actuaba en esos momentos. Los de Relaciones Exteriores y Justicia habían renunciado. El de Guerra general Roca, encontrábase convaleciendo de una gra- ve enfermedad y el de Hacienda Dr. Plaza, Interventor Nacio- nal en Corrientes, llegaba de aquella Provincia. No pudiendo concordar en la resolución que debia adoptarse, el doctor Irigoyen creyó que no d jbia continuar en el Ministe- rio y presentó su renuncia. Invitado por el Presidente á nue- vas conferencias persistió en su resolución, desde que aquel mantenía su opinión; y el Presidente aceptó la dimisión : Buenos Aires, Mayo 8 de 1878. Vistos los términos de la anterior renuncia, queda aceptada. Agradézcanse al Dr. Irigoyen los importantes servicios pres- tados en los dos Ministerios que sucesivamente ha desempeña- do, durante la administración presente, con la mayor ilustración y celo, habiendo quedado su nombre ligado á los actos mas importantes de nuestra vida internacional. Manifiéstesele cuan sensible es al Presidente quedar privado de su valioso concurso y de sus consejos. Avellaneda Saturnino M. Laspiur. El Presidente dirigióle varias cartas que acreditan el distin- guido puesto que el Dr. Irigoyen ocupó en el Gobierno y entre ellas la que publicamos á continuación : Presidente de la República Argentina. Mayo 7. Mi querido amigo : Después de mi mensaje, la disidencia de nuestras opiniones es pública:—Acabo de aceptar su renuncia—Lo veré inmediatamen- te. Ojedale lleva esta carta y le hablará en mi nombre. Consérveme su amistad y tiene y tendrá por siempre de cerca ó de léjos mi gratitud mas profunda. Pero nunca ho tenido una conmoción mas profunda, después— 46 — de muchos años como la que esperimento al escribirle estas lineas. Su siempre y verdadero amigo. Nicolás Avellaneda. El Dr. Irigoyen recibió al separarse del Ministerio Nacional reiteradas demostraciones de simpatia. Los Gobiernos de las Provincias, los miembros del Congreso, y los ciudadanos en general, le atestiguaron el aprecio y consideración que inspira- ban los servicios prestados al país. Separado del Gobierno Nacional, fué llamado á presidir el Comité Patriótico organizado para sostener los derechos de la República en la cuestión con Chile.—Declinó aquella distinción, manifestando que ella correspondía al Sr. Frias que tan notables servicios ha prestado al pais, en aquellas cuestiones. Fué en- tonces elejido Vice-Presidente.—En este carácter presidió la gran conferencia que tuvo lugar el 25 de Mayo en el Teatro Colon, y en aquel acto, pronunció une de los discursos que le han dado reputación como orador. En 1879, al aproximarse las elecciones de Senadores y Dipu- tados á la Legislatura de la Provincia, el Dr. Irigoyen fué presentado para Sonador por la ciudad. Con la facilidad que siempre ha tenido, para prescindir de pues- tos públicos, renunció esa candidatura para que fuese ocupada por alguno de sus amigos, á fin de evitar por ese medio dificul- tades que se suscitaban. Elejido Diputado por la 2a sección entró ála Cámara, fué nombra- do Presidente y desempeñó ese puesto dignamente, en medio de los dias agitados y de las borrascosas discusiones que sobre- vinieron. Encargado de representar á la Cámara en la inhumación de los restos de los ilustres Gefes de la Independencia, Suares y Olabarria, pronunció una oración digna de aquellos héroes. Al fallecimiento del Dr. Alsina que desde 1874 venia desig- nado por el partido autonomista como candidato ála Presidencia de la República, algunos hombres notables de ese partido se fi- jaron en el Dr. Irigoyen, y se lo manifestaron—Recibió cartas de ciudadanos respetables del Interior, y en Febrero de 1878 se le consultó para iniciar trabajos en favor de su candidatura. El Dr. Irigoyen de acuerdo con sus amigos en esta ciudad, respondió uniformante á esas insinuaciones, dirigiendo la si- guiente circular que contenia la exposición sincera de su pen- samiento. — 47 — CARTA-CIRCULAR Buenos Aires, Febrero 6 de 1878. Pronto la cuestión electoral vendrá á ocupar nuestra aten- ción y deseo manifestar á Vd. francamente mi pensamiento y el de mis amigos en ella. Trabajaremos libres de toda ambición personal. No hay e.itre nosotros individualidad alguna que quiera subordinar á su eleva- ción la tranquilidad ni los intereses del país. Creernos que cuando se aproxime la época electoral debe convocarse en Cór- doba, en el Rosario ó en esta ciudad, una gran Convención de Delegados del partido político á que pertenecemos y que existe en todas las Provincias déla República; que esta Convención debe designar los candidatos para la Presidencia y que todos debe- mos prestar nuestro apoyo á esta designación, que será expre- sión ingenua de la opinión del gran partido nacional que forma- mos. Firmes en este propósito no haremos trabajos por perso- na determinada. Soy de Vd., etc. Bernardo de Iuigoyen Los amigos del doctor Irigoyen persistieron en levantar su candidatura, pero él declaró que solo deseaba trabajar para que el país designase libre y regularmente el candidato, estando por su parte decidido á sostenerlo, cualquiera que fuese su nombra Consideraba que era necesario contribuir á que el futuro Pre- sidente no tuviese por base el círculo estrecho de los partidos, sino la esfera ámplia de la opinión. Firme en esta idea, continuó presentando á los ciudadanos que mantenían relaciones con él, la idea de la Convención, como el único medio de constituir un Gobierno aceptable para todos los partidos. Algunos ciudadanos autonomistas acordaron en Octubre de 1878 levantar la candidatura del Dr. Tejedor. Comunicaron al Dr. Irigoyen aquel acuerdo, pidiéndole su coo- peración. Él declaró que no podia acompañarlos en la idea de proclamar un candidato, porque tenia la convicción de que de- bían abandonarse las formas seguidas hasta ahora, y procurar ue las candidaturas saliesen de los movimientos espontáneos e la opinión. «No pondré sin embargo, agregó, la mas leve dificultad á lo que se resuelva, pero permaneceré pasivo en la evolución que proyectan.» Y cumpliendo esta declaración, no concurrió á las reuniones del Comité Autonomista, ni escribió una palabra al Interior. Levantada en el Comité Autonomista la candidatura del Dr. Tejedor, y consultados algunos centros de opinión en el Interior,— 48 — respondieron sosteniendo la conveniencia de convocar una Con- vención Nacional, y de sostener á ella el nomhre del Dr. Teje- dor y el de los ciudadanos que fuesen indicados por los diversos círculos de la opinión. Este resultado dió lugar á que los trabajos nacionales del Comité Autonomista fueran suspendidos en Noviembre. Poco después el nombre del General Roca, favorecido por sus condiciones, y por el éxito de sus campañas al desierto empezó á levantarse. Los importantes servicios que él habia prestado al país, dieron consistencia legitima á esa indicación. El Dr. Irigoyen sostuvo, sin embargo, como en el caso del Dr. Tejedor, que la Convención debia llevarse adelante y que el nombre del General Roca debia presentarse á ella, al lado de los demás que indicase la opinión. En Mayo de 1880, y con motivo de las perturbaciones que precedieron á los sucesos de Junio, hubo de producirse un rom- pimiento en las relaciones de los Gobiernos Argentino y Oriental. Anuncióse que un vapor de la Armada Argentina, habia en- trado al Puerto de Montevideo, y posesionádose de un buque mercante, sacándolo después á remolque y conduciéndolo á puerto Argentino. Que la embarcación con tenia un cargamento de municiones comprada por el Gobernador de Buenos Aires. Este hecho produjo viva exitacion en Montevideo y comentado ardien- temente por la prensa, ajitó la opinión. Los Agentes diplomáticos estrajero y especialmente los Minis- trs de Chile y del Brasil magnificaban el ultrje recibido y el Gobierno Oriental, bajo la influencia de aquella atmósfera ar- diente, entabló reclamaciones y demandas exajeradas. El Presidente Avellaneda nombró al Dr. Irigoyen, Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario de la República y le confió el arreglo de aquella cuestión expidiéndosele por únicas instrucciones, el estudio de los hechos y la resolución que considerase justa. El Doctor Irigoyen se trasladó á Montevideo y su presencia bastó para tranquilizar ya la exitacion pública pues inspiraba confianza su conocida rectitud. Estudió el asunto y los hechos, recibiendo los informes ne- cesarios para formar un juicio. Separó completamente de la discusión el punto de si el vapor de la Armada Argentina habia entrado al puerto de Montevideo. No emitió opinión alguna á ese respecto, declinando de exa- minar los documentos y pruebas que el Gobierno Oriental le ofrecía. No creia conveniente que la gravedad del hecho fuera puesta en evidencia en la discusión. Pero reconociendo honradamente que el buque y el cargamento — 49 — no pertenecía al Gobierno Argentino, por compra, ni por cap- tura bélica, ni por titulo ó derecho alguno, estipuló su devolución. Aquel procedimiento pronto y recto, simplificó la cuestión, renunciando el Gobierno Oriental a las exageradas pretensiones ■a que era inducido, por los que anhelaban aumentar nuestras complicaciones. La Asociación Patriótica resolvió honrar la memoria del Almi- rante Peruano Grau, que murió heroicamente en defensa de la Independencia de su Patria, y el Dr. Irigoyen fué designado para presidir aquella manifestación solemne, del sentimiento de estos pueblos.—Inauguró aquel acto con un brillante discurso que re- produciremos al final de estos apuntes, acordando después la palabra al Dr. D. Aristobulo Del Valle, designado por la Aso- ciación, para pronunciar como lo hizo, un magistral discurso en honor á la memoria del héroe. Continuó en 1880 formando parte de la Legislatura y del partido que acompañó al Gobierno Nacional. En los últimos dias de la lucha presidencial de 1880, un circulo político levantó, en la Provincia de Buenos Aires, la candida- tura del Dr. Irigoyen, oposición á la del Gobernador Tejedor Limitóse el movimiento á la Provincia de Buenos Aires, porque el doctor Irigoyen se opuso a que se iniciaran trabajos en el Interior, donde no creyó conveniente s? dividiera la opinión del partido autonomista, comprometida, en su mayoría, en favor de la candi- datura del General Roca. Aún cuando aquel movimiento de opinión fué importante, por la responsabilidad de las personas que lo dirigieren y por las adhe- siones que tuvo, aún en medio de aquellos dias tempestuosos, la candidatura del Dr. Irigoyen no tuvo éxito en los comicios de Abril, en los que preponderaron únicamente los elementos de poder y de fuerza, puestos al servicio de la candidatura oficial. El General Roca, al recibirse de la Presidencia de la República el 12 de Octubre de 1880, nombró al Dr. Irigoyen, Ministro de Relaciones Exteriores. La inteligencia con que habia desempe- ñado antes ese puesto y la opinión que lo acompaña, decidieron aquel nombramiento. La guerra entre Chile, el Perú y Bolivia constituía un peligro ara la paz y tranquilidad de los Estados Sud-Americanos. Las ostilidades por parte de Chile ultrapasaron los limites trazados por el sentimiento de la humanidad y por los principios del derecho público americano, que aseguran á los Estados, la integridad de sus respectivos territorios. El Ministro de Relaciones Exteriores creyó, como el Presidente de la República, que esta no podia permanecer indiferente ante— 50 — aquellos peligros y se dirigió al Gobierno del Brasil, promoviendo- una interposición amistosa, que evitase la prolongación de la desastrosa guerra del Pacifico, moderara la violencia de las hosti- lidades y garantiera la integridad de las naciones comprometidas. Aquella iniciativa fué aceptada por el Gobierno Imperial, pero en los momentos en que se concertaban las bases de la mediación, tuvo lugar la rendición de Lima, hecho que afirmó la preponderancia de Chile y la solución de aquella contienda. La correspondencia del Ministro de Relaciones Exteriores y las instrucciones espedidas por él, á nuestro Ministro < n Rio Janeiro, son documentos notables, por la seriedad de principios y de vistas que contienen. Las exigencias de los beligerantes, durante la guerra, dieron lugar á cuestiones complicadas. Pretendía Chile que la neutralidad de la República Argentina le imponía el deber de prohibir toda extracción de armas para Bolivia y el Perú.—Los gobiernos de esta República sostenían, á su turno, que la neutralidad importaba conceder á los beligerantes el libre comercio de armas, y se comprende la importancia que en aquellos momentos tenia la cuestión propuesta. El Doctor Irigoyen sostuvo la •política del Gobierno que repre- sentaba, en el terreno de la prudencia y del derecho y, contestando un ilustrado memorándum de la Legación de Bolivia, espuso en una nota de la que trascribimos el párrafo decisivo, la resolución del Gobierno Argentino. « El infrascripto, dijo el Dr. Irigoyen, ha leído atentamente la Esposicion de Principios que S. E. el Dr. Quijarro se ha servido acompañarle, y respeta las opiniones de S. E. y la de los publi- cistas que invoca. Crée sin embargo que las doctrinas sostenidas por la mayoría de los Gobiernos sobre comercio de armas por las neutrales, pueden mirarse hasta el presente como esfuerzos para conciliar de una manera equitativa las necesidades de la guerra con los intereses de la paz, y espera que pronto alcancen un asentimiento general. Pero los debates á qu i ha dado lugar en determinados casos este asunto, muestranque aún no se ha llegado al acuerdo definitivo que reclama los intereses comerciales, fre- cuentemente perjudicados por las operaciones de la guerra y por las exageradas pretensiones de los beligerantes. » « Son exactas las citas con que el Sr. Quijarro hace la argu- mentación desu nota y las exposiciones anexas, y el abajo firmado está de acuerdo con el señor Ministro de Bolivia en la opinión de que el negocio de armas, realizado por particulares, es de carácter privado y no puede comprometer la política de los Gobiernos, siempre que haya sido autorizado en el estado de paz, y se proceda con igualdad respecto de ambos beligerantes. » <( Pero el que firma crée también que, para no incurrir en errores que desvirtúen el principio recordado, es necesario exami- — 51 — nar las circunstancias que acompañan las operaciones que ofrez- can alguna duda ó dificultad. » « Es, en efecto, independiente, de los Gobiernos la acción de los particulares que hacen negocio de armas á títulos de empresas comerciales, sin intención de venir en auxilio de uno ó de otro beligerante, y corriendo voluntariamente los riesgos de la especu- lación en que se envuelven. » « Pero es también admitido que cuando las espediciones de armas son hechas por agentes de los beligerantes y en escala con- siderable, al grado de convertirse en verdaderos auxilios de guerra, los Gobiernos neutrales deben hacer la diligencia que esté en la esfera de sus facultades para impedirlas, á fin de no verse en la necesidad de consentir operaciones iguales al otro beligerante, convirtiendo, por esta tolerancia, su territorio en centro de espe- diciones que pugnarían con una política imparcial. » « Esta distinción no es original; encuéntrase establecida por escritores modernos de reputación, y entre estos, por el ilustrado profesor Blüntschli, á cuyas opiniones S. E. el señor Quijarro y el abajo firmado prestan toda consideración. » « Derívase de lo expuesto una dificultad para hacer declaracio- nes generales, corno la que el señor Ministro de Bolivia solicita, y en las que vendrían á quedar comprendidos casos que, por su distinto carácter, demandan también diversa resolución. » « Las leyes de esta República autorizan el comercio de armas, y los particulares han aprovechado de esa libertad haciendo algu- nas espediciones para Chile y para Bolivia; sin que el Gobierno Argentino haya alcanzado á impedirlo, porque, revistiendo todas las condiciones de negocios privados, habiéndose verificado en escala poco importante y siendo hechas por ambos beligerantes, escapaban á la acción de las autoridades. Pero no puede des- prenderse por declaraciones generales de sus facultades, para impedir espediciones que, saliendo de los limites de negocios esclu- sivamente privados ó mercantiles, y propendiendo á beneficiar á uno de los beligerantes, estarían en desacuerdo con su política neutral en la lucha que desgraciadamente divide tres Repúblicas hermanas. » « El infrascripto aprovecha esta oportunidad para reiterar al señor Ministro de Bolivia las seguridades de su distinguida consi- deración. Bernardo de Irigoyen. » Chile y las Repúblicas aliadas no observaron estas declaraciones, que se hicieron efectivas. Poco tiempo después, recibióse una invitación del Gobierno de Colombia, para que esta República concurriese al Congreso Americano, que debia reunirse en Bogotá, con el objeto de estipu- lar el principio del arbitraje para la resolución de las cuestiones entre los Estados de este Continente.— 52 — El Dr. Irigoyen fué encargado, en aquella oportunidad, de espo- ner en representación del Gobierno Argentino, los principios de derecho público' Americano que tienen la sanción del derecho moderno, y de las tradiciones de estas Naciones. Y conforme con este pensamiento, dirigió al Gobierno de Co- lombia aquella importante nota que fué reproducida con aplauso de todos los Estados Americanos. Los Ministros de Negocios Extranjeros de Inglaterra y Estados-Unidos manifestaron á los Representantes Diplomáticos de esta República el interés con que se habían instruido de aquel documento notable. En la correspondencia que dirigió el Representante de esta Re- pública en Washington, comunicó lo siguiente: « Kn la primera visita que hice á Mr. Blaine en el Departa- mento de Estado, tuve la satisfacción de hacerla conocer los puntos principales de la notabilísima nota de V. E.—Mr. Blaine se mani- festó sumamente interesado en la exposición que hice de los prin- cipios enunciados en la nota de V. E. y al concluir me declaró que hacia los mas sinceros votos p )rque principios tan sanos y tan elevados obtuvieran un resultado práctico, asegurándome ademas, que la actual administración, se proponía muy especialmente estrechar mas y mas las cordiales relaciones que existen entre los Estados-Unidos y el resto de las Naciones Americanas, sin distinguir si son del Norteó son del Sur, y que en la realización de ese propósito haria cuanto en sus manos estuviera para con- tribuir por su parte al mantenimiento de buenas relaciones entre ellas. Ademas, como hiciera conocer la nota de V. E. á varios de mis colegas, me manifestaron lo grato que para ellos seria tener una cópia de documento tan importante, para remitirlo á sus gobier- nos. » El Gobierno Inglés se expresó en los términos siguientes: Departamento de R. E. Setiembre 10 de 1881. Señor Ministro: Tengo el honor de acusar recibo de la cópia del despacho diri- gido el 30 del pasado Diciembre por S. E. el señor de Irigoyen al Ministro de Relaciones Exteriores de los Estados-Unidos de Co- lombia que V. se sirvió comunicarme. En respuesta, tengo el honor de manifestar á Vd. que el gobier- no de S. M. ha examinado este documento interesante, con toda la atención que merece, imponiéndose al mismo tiempo con satisfac- ción al enterarse de su contenido, deque la adopción del principio del arbitraje en las cuestiones internacionales es mirado favora- blemente por el Presidente de la República Argentina. Tengo el honor de suscribirme con mis alta consideración, etc Granville Es copia— Garda. Sr. D. Manuel R. García. — 53 — La estencion de aquella nota no permite su trascripción en tra- bajos reducidos como el presente ; pero queremos presentar algu- nas de las ideas contenidas en aquel documento. Dejamos para las últimas lineas de estos apuntes, la nota de! Gobierno de Colombia y llegamos á una de las páginas mas no- tables, en la vida pública del Dr. Irigoyen, al arreglo déla anti- tigua y complicada cuestión de limites con Chile. No es posible dar en estos artículos idea exacta do esa dilatada controversia, que pusoá estas Repúblicas en el camino de la guerra. Diremos, pues, lo muy indispensable para recordarlos servi- cios que el Dr. Irigoyen prestó en aquella gloriosa negociación. Hemos bosquejado lo que hizo en mil ochocientos setenta y cin- co, y setenta y seis, y la inutilidad de los esfuerzos, en aquella época, para llegará una solución satisfactoria. Interrumpidas las negociaciones entre los señores Barros Arana é Irigoyen, celebróse un nuevo tratado de arbitrage llamado Dr. Elizalde y Barros Arana; que fué desaprobado por Chile. Ocurrió poco después un nuevo conflicto con motivo de la captura de un buque Americano, y las escuadras de una y otra República, marcharon á encontrarse en los mares del Sud;en cuyas aguas pudieron iniciarse los primeros estruendos de una guerra funesta para ambas naciones. Celebróse un cuarto tratado por los Plenipotenciarios Fierro y Sarratea y fué desaprobado por el Congreso Argentino. Acreditado el señor Balmaceda como Ministro de Chile en esta República, celebró con nuestro Ministro de R. E. Dr. Montes de Oca, un quinto tratado statuo quo que fué también rechazado. Proyectóse otro de transacción y de arbitraje limitado, que no fué admitido por elSr. Balmaceda, y por último tentáronse unas declaraciones reciprocas, á las que tampoco pudo arribarse. Habian fracasado, pues, ocho negociaciones dirigidas por los hombres mas notables de ambos Países. Nada habia que esperar, y ni aun que insinuar después de tanto empeño fracasado. Entre tanto noera posible prolongar la cuestión. Ambos países estaban bajo el peso de la paz armada, con todas sus inquietudes y erogaciones. La Patagonia continuaba sola y desamparada por nuestra parte, mientras los Chilenos continuaban internándose á los vallas potreros, de este lado de la cumbre de los Andes. Era preciso concluir pues, aquella cuestión, en el terreno de la paz ó el terreno de la guerra. El Presidente Roca y Ministro Irigoyen es- tuvieron de acuerdo en esta conclusión, y el segundo recibió las instrucciones necesarias para proceder, adoptándose préviamente las medidas necesarias, para que el país estuviera en actitud de responderá todas las eventualidades por graves que fuesen.— 54 — Nada era posible esperar de una nueva discusión. Después de diez años ella estaba agotada, y clausurada desde 1874, por el acuerdo de ambos gobiernos. Imposible era constituir el arbitraje. El gobierno Chileno pretendía que el comprendiera toda la Pa- tagonia fundándose en el tratado de mil ochocientos cincuenta y seis y en la consideración de que estaba convenidoen mil ochocien- tos setenta y cuatro que la materia del arbitraje seria, «El Estre- cho, la Tierra del Fuego, y la Patagonia.» El Presidente de la República y su Ministro estaban á su turno resueltos á no consentir, por razón alguna, en que la Patagonia fuese sometida, sin limitación, alarbitrage. El aplazamiento de la cuestión que algunos apoyaban era peli- groso, pues fuera de las inmensas erogaciones que imponía, ha- bría precipitado estas Repúblicas, en un momento inesperado, al terreno de los hechos y de las armas. El último camino érala guerra, y con venia meditar mucho an- tes de adoptarlo, por los grandes peligros que envuelve para los Pueblos y los Gobiernos. Esta érala situación en 1880. Resuelto el Gobierno á despejarla, y libado el Dr. Irigoyen por antiguas relacionos de amistad con el Sr. Lastarria, Ministro Plenipotenciario de Chile en el E. Oriental y Brasil, aprovechó una visita que éste le hiciera y en laque se trató de la cuestión pendien- te, para manifestarle la resolución en que estaba el Gobierno Ar- gentino, de exigir una contestación del de Chile, á las proposicio- nes que se hicieron en 1879 al Sr. Balmaceda, y que éste ofreció someter al Gabinete de Santiago. Representó en esa oportunidad que no era posible prolongar esa situación y que llegaba el momento de poner término á la cuestión adoptando la política de la paz ó la política de la guerra. Poco tiempo después el Ministro Norte-Americano en Chile, di- rijió una carta á su cólega en esta República, presentando propo- siciones, que A su juicio, podían servir para una nueva negociación Y este fué el punto de partida para las negociaciones abiertas en Febrero de 1881, y qué dieron por resultado el tratado definitivo de limites, firmado el 23 de Octubre del mismo año. La historia de aquella negociación, con las contrariedades y pe- ripecias que la acompañaron, escederia en mucho, á loslímites de estos apuntes. Ello será, probablemente, objeto de una publicación especial. Nos limitaremos por esto hacer notar que para honra de nuestro pais, de su Gobierno y del : Negociador Argentino, Dr. Irigoyen, el tratado celebrado en 188Í, fué el mismo que él habia estipulado — 55 — con el señor Barros Arana, en la administración del Dr. Avellane- da 1876, y que el Gobierno Chileno desaprobó en apuella época. Si alguna modificación se introdujo, fué ella favorable para esta Re- pública. La linea de división estipulada en 1881 tuvo una diferencia in- significante de diez minutos con la estipulada en 1876. En com- pensación estipulóse en 18811a libre navegación del Estrecho, su neutralidad perpétua y el compromiso de no fortificarlo, en toda su estension, hasta el Pacifico, cláusulas que no contenia el trata- do proyectado en 1876. Por el tratado de 1881, quedó completamente libre de discusión, para la República Argentina toda la Patagonia, hasta el grado 52, obteniendo, de este modo, el reconocimiento de nuestros derechos en aquella región y de todo lo que habíamos sostenido, desde que se inició ladiscusion delimites. La transacción se celebró sobre el territorio situadodesde el grado 52 adelante, porque era ésta la parte cuestionada por Chile desde 1848; la que fué reconocida por nuestro Gobierno como litigiosa desde aquel año, y que estaba claramente regida, por el tratado de 1856. Asi lo habia reconocido también la Legación Argentina en 1873. Tomando, pues, como territorio disputado, el que se encuentra al Sud del grado 52, fué dividido entre esta República y la de Chi- le, quedando para nosotros parte de la Tierra del Fuego, la Isla de 'os Estados, y la zona comprendida entre el mencionado grado 52, el Estrecho y las colinas de Monte Aygmont. De este modo, quedó terminada definitivamente aquella cues- tión, de medio siglo, por un acuerdo elevado en el que ambos go- biernos, fieles al sentimiento de sus respectivas Naciones, recono- cieron que debian entregar el Estrecho cuestionado, al dominio de la navegación universal, constituyéndolo como una servidumbre internacional en beneficio del comercio y de la paz Sud-Ameri- cana. El tratado de 1881 fué aprobado por el Congreso Nacional, acep- tado uniformemente por la opinión del pais, y aplaudido por las naciones estrangeras como un nuevo triunfo de la civilización. El Ministro que lo celebró lo presentó al Congreso, haciendo una luminosa exposición que ocupó tres sesiones, y en lasque relacionó aquella grave negociación, con todos sus antecedentes, hasta en sus mas mínimos detalles. Examinando todos los caminos que podrían seguirse, demostró que nada debia esperarse de la discusión; que el aplazamiento complicaría la cuestión, envolviendo graves riesgos para la paz deestos países, Demostró la imposibilidad de constituir el arbitraje y los peligros que el presentaba para esta República. Haciendo un prolijo exámen de los arbitrages Internacionales, es- tudiando las cuestiones americanas y Europeas, sometidas a esos fallos internacionales, demostró qne no era sensato, exponernos á resoluciones poco meditadas y que pudieran arrebatarnos una par- te de la Patagonia, dejando interrumpida la continuidad de nuestra jurisdicción, sobre todas las costas del Atlántico. Y demostró, por último, que si en la transacción celebrada, des- de el grado 52 adelante, prescindía la República, en parte, de su estricto derecho, lo hacia en cambio de reconocimientos y conce- siones, que compensaban aquella resolución. Aun cuando aquellas sesiones fueron secretas, la altura de los discursos pronunciados por el negociador del tratado fueron cono- cidos; y no pudieron mantenerse reservadas las demostraciones que él recibió en la Cámara, de todos los Diputados, sostenedores y opositores al tratado. El Presidente de la República, al comunicarle la conclusión de los tratados, dirigió al doctor Irigoyen una carta, en la que se lee lo siguiente: Mi querido Doctor: A Vd. la palma del triunfo por la habilidad, por el tino y energía que ha demostrado en esta tan larga y espinosa cuestión. Puede estar seguro de que ha hecho un gran servicio á su país. De Vd. affmo. amigo. Juno A. Roca. Octubre 22 de 1881. La prensa de la República mostróse calurosamente en favor de los arreglos celebrados, haciendo justicia al Gobierno y al Dr. Iri- goyen. A este respecto los diarios gubernistas y opositores, todos estuvieron uniformes. La Nación, La República, La Libertad, El Siglo, El Herald, La Prensa, La Nación Española, La Pampa, El Diario, El Correo de la Plata, La Tribuna Nacional, El Standard, Las Provincias, El Operario Italiano, La Patria, El Deutsche la Plata Zeitung, El Demócrata y otros mas, saludaron aquel acto internacional, que restablecía la confianza y la paz en esta parte de América. La prensa americana, se manifestó en el mismo sentido. Y la europea se adhirió á esas manifestaciones por sus principales ór- ganos. «El Correo de Ultramar», «Memorial Diplomático», «Amé- rica de Madrid», «Italia», consideraron estos tratados con Chile, como un documento honroso para la diplomacia moderna. Los Ministros Diplomáticos de las Naciones amigas felicitaron espresivamente al Ministro negociador. Los Gobiernos de las Provincias le hicieron iguales demostra- ciones. Una gran mayoría de los Diputados y Senadores de la Nación consignaron sus nombres en un voto de aprecio que se le dirigió, l mas de seis mil ciudadanos argentinos y estrangeros presentá- ronle un álbum popular con la siguiente declaración : Dedicatoria del Album Popular Los ciudadanos argentinos y estranjeros que suscriben, dedican este Album, como una demostración de aprecio, á S. E. el señor Ministro de Relaciones Exteriores Dr. D. Bernardo de Irigoyen, por los importantes servicios que en su carácter de Ministro Ple- nipotenciario del Gobierno que preside el Exmo. Sr. General D Julio A. Roca, ha prestado á la Nación, en las negociaciones del tratado de límites con Chile, firmado en esta ciudad el 23 de Oc- tubre de 1881. Desean que este acto se conserve en la memoria de todos, por su trascendencia y por su alto significado en la política interna- cional de esta República que entra á estas nuevas vias dirigida por el Exmo. Sr. Presidente. Cumplen también con el deber de recordar los servicios pres- tados por el Sr. Dr. D. Bernardo de Irigoyen, al arreglar las cuestiones con el Imperio del Brasil y la República del Paraguay, firmando los Tratados en Febrero de 1875, que aseguraron la paz y el bienestar de estas naciones. En ambas ocasiones se ha hecho acreedor á la gratitud y á la consideración del país. Interpretando fielmente el sentimiento general, venimos áponer este Album en manos del digno Dr. Irigoyen como un recuerdo del agradecimiento público y como una muestra de nuestro aprecio y de nuestra adhesión personal. COMISION ESPECIAL QUE HA ORGANIZADO Y DIRIGIDO LOS TRABAJOS PARA OFRECER ESTE ÁLBUM Presidente.—Antonino Cambaceres. Vice i°—Serafín Pollini. Vice 2o—Eduardo Casey. Tesorero—Miguel E. Beccar. Sub-Tesorero—Andrés R. Sóffía. Secretarios—Ricardo Eastman, Ramón Lista, Patricio Ham. Vocales:—G. Diehl, Juan ToodjGeorge Cooper, Emilio Bieckert, Demarchi, Parodi y Ca, Marini y C1, Gregorio Torres, Santiago Luro, Juan Cimone, Eduardo W. Murphy, Juan Bautista Corti, Francisco Halbach, Wenceslao Pacheco, José Gregorio Lezama, Jorge Gowland, José M. Velazquez,— 58 — Rivolta y Carbono, Bernardo de Iturraspe, Evaristo Car- riego, Guillermo Tudor, Antonio Tarnassi, Alejo Arocena, E. Bachmann, Benito Casal, Eduardo Mulhall, H. Stein, Augusto S. Coelho, Andrés W. Merea, Felipe Rodríguez, F. de la Barra, David Lewis, S. Duhalde, Basilio Cittadi- ni, Miguel Duggan, Carlos Casares, José Daumas, Carlos A. Davis, Eduardo Amadeo, L. Schnabl, Olegario V. An- drade, Fabre y hnos., J. Castro Arias, Francisco F. Fer- nandez, Belisario J. Montero, Fabio Molina, Nicolás Aña- lejo, Alberto Larsch, Teodoro Rose, Eduardo Munilla, Ambrosio Pió Lezica, Santiago Torres, Germán Steenken, Jacobo Peuser, S. Ostwald, Roberto Almeyda, Domingo Rolleri, Antonio Dordoni. Cecilio Mallo, Antonio Argerich, Mac-Lean y Feely, Zamboni 6 hijos, Fabriciano P. Torres, Agustin Pinedo, Félix Pico, Tomas Armstrong, Enrique Tomkinson, Carlos P. Lumb, J. Diehl, Adrián Prat, San- tiago R. Pilotto, Mallman y O, Mantelsy Pfeiffer, Ernesto Tornquist, Leonardo Pereira, Corli y Riva, José B. Sala, Bossi R. y C», Manuel Acevedo, Santiago Antonio, José H. Arce, Salvador A. López, Tomas Duggan, L. Walls. El comercio, por su parte, se asoció á esas demostraciones pre- sentándole una obra artística que tiene la siguiente. Dedicatoria Buenos Aires, Enero 1° de 1882. Exmo. Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de la República Ar- gentina, Dr. I). Rernardo de Irigoyen. Tenemos el placer de cumplir un gran deber. Felicitamos á V. E. por la feliz terminación del litigio sobre los limites, entre esa República y la de Chile. V. E. ha salvado el honor del país y ha asegurado la libre navegación á través del Estrecho de Ma- gallanes para todas las banderas del mundo. En 1876 el talento de V. E. dirimió el gran conflicto entre la República Argentina, Brasil y Paraguay. En 1881, V. E. ha ter- minado una cuestión de cerca de medio siglo. Rogamos á V. E. quiera aceptar este pequeño obsequio de una parte del comercio, como una prueba del aprecio que V. E. le merece, y de los distinguidos servicios que ha prestado á. la patria. Tenemos el honor de saludar á V. E. con todo respeto. La Comisión Presidente: Wenceslao Pacheco. Vice-Presidente: Samuel B. Hale. Tesorero: M. Forrester. Secretario: L. Trebino Molinari 59 — Vocales: S. E. Unzué, Eduardo Casey, Domingo Parodi, C. St. Sandford, Rod. Heimendalh, Mariano Unzué, C. Bouquet, P. Christophersen, Ernesto Tornquist, Diego de Alvear, Jaime Cibits Buxareo, Banco Nacional, Samuel B. Hale y C*, Cibils hnos, Rossi y Ferrari, Demarchi, Parodi y C*, Arning y Hütz, John P. Boyd y C% Joffre y Fermepin, Zemborain, Martínez y C", Carlos Casares, Thomas Drys- dale y Ca, Enrique Ochoa, G. Lavarello, Fernando Pérez, Andreu C. Bean y Ca, Torcuato de Alvear, Gregorio Leza- ma, Gifford hnos, Lagos Macgregor y Ca, A. Cavalli, Mantels y Pfeiffer, Laulhe y Monsegur, Alemani hnos, Rivolta Carbone y C\ Sociedad del Panteléfono, Lawson y C», Corti Riva y C», Plá Suñol y C, C. F. Bally, Rocha hnos y Ca, Nuevo Banco Ingés, F. Schwarz hno, Bagley y Ca, N. Mihanoviche y Ca, Martínez Hurtado, V. L. Casa- res, Woodgate hnos, A. Manigot y Ca, R. Carlisle y Ca, Christian bommer y Ca, E. Grondona, O. de Martin Donos, Drabble hnos y Ca, Wedekind Fehr y Ca, Lüders y Ca, J. H. Kidd, Lloyd Norte Alemán, J. Mohr Bell y Ce, Luis Logegaray, P. Perissé y Ca, Lochore y Samson, Ferrer y Keller, Dellazoppa y Ca, E. F. Ramos Mejia, N. F. L. Porth y Ca, Runciman y Ca, Ferran y Turdera, Gas Ar- gentino, F. Seeber, E. Diaz Velez, Hotel de la Paz, J. y H. Brun, Mayer y Brugo, E. L. Green, Osborne y Ca, Parry v Ca, Jouve freres, M. Santiago y Ca, A. Devotto y Ca, Bernabé Font, H. K. von Efcken, H. Rathje, Gust. Napp, J. Maupas, A. Marcó del Pont, Marius Descotte, Teófilo Meyer y Ca, H. Crabbtreey Ca, Devotto hnos, Goyenechea, Bilbao y Ca. Griet hnos, «El Mosquito», Viuda del Sr. Ace- val, C. Zuberhühler y Ca, Ramella y Ca, Cárlos Foradori, J. Bernasconi é hijo, F. S. Royres, Apesteguy fréres, Oscar Dillenius, J. Pommes, N. Anchorena, J. Fernandez, M. Ocampo, C. Dickinson yCa, Aitgelt, Claret y Ca, M. Villa- mayor (Marcos Paz], J. J. Murphy (id), Santiago Correa (id), Angel Ramos (id), Pedro Althabe (id), F. Meyer (id), J. F. Solo (id), José González (id), Antonio Danos (id), F. Villamayor (id), Julián Esteban (id), P. Oyhambuiú (id), Luis F. de Cieza (id), W. Paats (id). Y el Dr. Irigoyen vió compensados sus afanes y patrióticos es- fuerzos, contribuyendo á dejar asegurados la paz y los derechos de su pais. «Ojalá», decia un diario en aquellos dias, «que el Dr. Irigoyen encuentre en la conciencia de haber llevado á cabo una gran y noble obra, la mas bella recompensa, pero ojalá también que el pais no olvide loque á él debe.»— 60 — Los hechos han venido después á sellar aquella solemne apro- bación de la opinión pública. Resuelta aquella cuestión, ha podido esta República desenvolver tranquilamente todos los elementos de prosperidad que encierra. Sus territorios del Sud han entrado al dominio de la civilización y del trabajo. El Limay y el Neu- quen sirven de base á una población laboriosa que diariamente se acrecienta. Los rios Santa Cruz y Gallegos, el Cabo de las Vírgenes y la parte Oriental de la Tierra del Fuego, están bajo nuestra activa jurisdicción, que lleva a esos lugares sus autori- dades y bases de población; y en la Isla de los Estados, el lugar mas remoto en la parte Sud de este Continente, flamea la ban- deia nacional, como símbolo de nuestra absoluta soberanía. El Dr. Irigoyen ha tenido esta satisfacción: En 1876. Celebráronse los tratados con el Paraguay, y los acuerdos con el Brasil, sobre las bases propuestas por él, en las conferencias de Febrero. En 1881. Estipulóse el arreglo de limites con Chile, aceptándose las bases que propuso cinco años atrás—en 1876. Y en 1885. Se ha arribado á un tratado con el Gobierno del Brasil, para el reconocimiento del territorio cuestionado, aceptán- dose también, la base propuesta por el Dr. Irigoyen, al Barón Aguiar D'Andrade en 1876. El Dr. Irigoyen debia recibir una satisfacción mas. Dos años después de celebrado el tratado de límites, el Dr. D. Guillermo Rawson, cuya alta personalidad todos conocemos, le dirigía una carta fecha 10 de Setiembre de 1883, entregándole copia de una interesante correspondencia reservada, con distinguidos perso- najes argentinos, procurando inducirlos al mantenimiento de la paz con Chile por medio de una solución que proponía, que, puede decirse, fué la misma á que se arribó en 1861. El Dr. Rawson estimaba estos documentos reservados hasta el punto de presentárselos al Dr. Irigoyen que sostuvo como aquel las ¡deas de la paz con Chile: ideas dijo que «mas tarde Vd. ade- lantó como Ministro de R. Exteriores y que finalmente después de muchos años de dificultades y de peligros tuvo Vd. también en ese mismo carácter político la fortuna y la gloria de consagrar firmando el tratado de paz que nos liga con la República hermana del otro lado de la Cordillera». Resuelta la cuestión Chilena, el Presidente Roca, llamó al Dr. Irigoyen al Departamento del Interior, empezando una série de trabajos de otro órden, importantes también para !a República. Los Ferro-Carriles en construcción, y en explotación, demanda- ron preferentemente la atención del Gobierno. El Ministro impulsó empeñosamente esos trabajos, de acuerdo con instrucciones del Presidente, contribuyendo á regularizar su administración. Muchas y laboriosas fueron las resoluciones y decretos, dicta- dos sobre ese ramo complicado de la administración. Dispúsose quela adquisición de materiales en Europa, se hiciese, — 61 — celebrando, preferentemente contratos, en esta ciudad, y solicitan- do con la anticipación necesaria, propuestas de las principales fá- bricas Europeas. Este sistema dió buenos resultados al Erario, obteniendo en contratos importantes, precios moderados, ahor- rando el pago de comisiones y garantiendo la buena calidad de los materiales adquiridos. Encargóse de otras compras muy valiosas á los Ministros de (a República*, Dr. Garcia en Lóndres y Dr. Domínguez en Estados Unidos, siendo satisfactorio el acierto con que ambos, desempe- ñaron aquellas comisiones. La Provincia de Santiago del Estero, que fué hasta 1883, la que menos participó de las ventajas de la organización y del progreso nacional, vió construir con actividad la linea férrea que debia aproximarla al Litoral y á la Capital de la República y que se en- tregó al servicio público en Octubre de 1884. La prolongación del ferro-carril á Salta y Jujuy, fué también atendida con empeño, venciendo las dificultades que ofrecen aque- llos trabajos, los mas grandes que se han ejecutado en la Nación. El ferro-carril á Chumbicha. destinado á favorecer las Provin- cias de la Rioja y Catamarca, fué construido en su parte princi- pal, durante el Ministerio del Dr. Irigoyen. En diversas conferencias que tuvo con el señor Coghian, repre- sentante de la empresa del ferro-carril á Campana, contribuyó á que esta propusiera la prolongaoion de la línea de Campana al Rosario y del Rosario á Súnchales. Esa linea, quo favorecerá al comercio del Interior, se contrató sobre bases convenientes para la Nación que quedó exonerada de todo compromiso de garantía. Las cuestiones que venían retardando el desenvolvimiento del Central Argentino, y la construcción de una doblo línea, queda- ron resueltas, por un arreglo equitativo y la Empresa devolvió el Tesoro Nacional, las sumas que recibiera por garantías ante- riores. El Ministro Irigoyen, de acuerdo con las instrucciones del Go- bierno, contribuyó á la terminación del Ferro-carril á Mendoza y San Juan, destinado á desenvolver la prosperidad de aquella parte de la República. La Provincia de San Juan, demostró el aprecio en que tenia los trabajos del Dr. Irigoyen acordándole una medalla de oro, con la siguiente inscripción. Presidencia del Teniente General Julio A. Roca año de 1885. Inauguración del Ferro-carril Andino Al Ministro del Interior Dr. Bernardo de Irigoyen El Pueblo de San Juan La Legislatura de Mendoza honró al Dr. Irigoyen en la siguii te sanción: *— 62 — La Honorable Cámara Legislativa. DECRETA : Art. Io El P. E. de la Provincia á nombre del pueblo de Men- doza, pondrá en manos del Exmo. Sr. Presidente de la República una medalla de oro con el siguiente lema: en el anverso « Al Sr. Presidente de la República, Teniente General D. Julio A. Roca»— y en el reverso: «El pueblo de Mendoza agradecido—1865». 5*4M Art. 2o Pondrá también en manos del Sr. Ministro del Interior otra medalla de igual dase con el lema siguiente—en el anverso: «A. S. E. el señor Ministro del Interior, Dr. D. Bernardo de Irigoyen»—y en el reverso: «El Pueblo de Mendoza agradecido —1885» Art. 3o Este gasto se imputará al presente decreto. Art. 4o Comuniqúese al P. E. Mendoza, Sala de Sesiones, Marzo 16 de 1885. T. Benecas. T. Juárez. Ministerio de Gobierno Mendoza, Abril 17 de 1885. Cúmplase, comuniqúese, publíquese y dése al R. O. Ortega. Manuel Bermejo. El Gobierno de Mendoza en cumplimiento de la anterior dirigió la siguiente nota: Gobierno de Mendoza Mendoza, Abril 16 de 1885. Al Exmo. señor Ministro del Interior Dr.B. Bernardo de Irigoyen. Dando cumplimiento á una disposición de la H. A. L. de la Provincia, me hago un honor en poner en manos de V. E. la medalla qne ella acordó al señor Ministro del Interior, simbolizan- do el agradecimiento del pueblo de Mendoza, por la completa ter- minación de la via férrea del Andino, á cuya obra deja V. E. ligado su nombre. Y la Provincia cuando coseche los beneficios de esa obra de trascendencia por sus múltiples resultados ya económicos y so- ciales, recordará siempre con gratitud el nombre del Ministro que con dedicación nunca desmentida, dió cimaá ese agente poderoso de la felicidad de los pueblos, y un lazo mas de fraternidad entre la familia argentina. Reitero al señor Ministro del Interior las seguridades de mi ma- yor consideración y aprecio. Rufino Ortega. Manuel Bermejo. — 63 — Y en consecuencia entregóse al Dr. Irigoyen, la medalla lleva la inscripción acordada. El pueblo de Mendoza presentó también directamente al Dr. Irigoyen el álbum á que antes hicimos referencia, firmado por la mayoría de los ciudadanos que habitan aquella ciudad,- y que tiene la siguiente dedicatoria, transcripta en una de nuestras páginas anteriores. Los vecinos de Mendoza que suscriben saludan con todo res- peto y estimación al eminente hombre de Estado Dr. D. Ber- nardo de Irigoyen y tienen el honor de felicitarle por los RELEVANTES SERVICIOS QUE HA PRESTADO Á SU PAÍS, OFRECIÉNDOLE ESTA MANIFESTACION MODESTA DE LAS SIMPATIAS SINCERAS QUE LE PROFESA TODO EL PUEBLO MENDOCINO. Suscriben mas de seiscientas firmas respetables. En 1882, presentóse en la Cámara de Diputados un proyecto pa- ra la expropiación del Ferro-Carril Central Argentino, v'una ma- yoría estuvo dispuesta á sancionarlo. El Ministro del interior se manifestó en oposición, demostrando en las comisionas, la incon- veniencia de aquella medida. Entre otras razones, opuso la deque, esas expropiaciones enti- biarían el espíritu do las empresas y la atracción de capitales eu- ropeos, necesarios para el desenvolvimiento y prosperidadde nues- tro pais. Estas ideas prevalecieron al fin en las comisiones y el proyecto no fué discutido. En cumplimiento de las leyes sancionadas en 1876, se han re- suelto durante el Ministerio del Dr. Irigoyen, la cuestiones relati- vas á la construcción del F. C. al Pacifico. Presentáronse al Congreso proyectos para el estulio de diversas líneas, de interés general. Io De la Estación Dean Funes á Chilecito. 2o De Chumbicha áTinagosta. 3o De Monte Caseros á Goya. 4o De Villa Orán á. un puerto del Paraná. 5o De Cobos á Orán. Y otras de igual importancia. Organizóse un Departamento Central de Obras Públicas, que proporciona los medios necesarios para fiscalizar la inversión de las sumas destinadas á ellas, y el servicio de las lineas nacionales en esplotacion.— 04 — Ordenosé la publicación de un libro denominado Estado de Valo- res, que proporciona exacto conocimiento del costo que tienen las lineas construidas, de los contratos celebrados, y de las compras realizadas, hasta en sus mínimos detalles. Y de este modo, atendiosé á la esplotacion y prolongación de los Ferro-carriles. Las tierras públicas ocuparon la atención del Gobierno y del Dr. Irigoyen, que resistió decididamente las pretensiones de los que, buscaban hacerse dueños de grandes áreas por sumas insignifi- cantes. Mientras permaneció en el Departamento del Interior, este Mi- nisterio no ha vendido, y menos donado, ni una legua de tierra pública. Muchas son las aversiones y resentimientos, originados por el rechazo de las proposiciones que bajo diversas formas se presentaban; pero fué perseverante en no aceptar enagenaciones directas ó privadas, y ni aun en remate público, realizáronse ven- tas, porque creyó que debia esperar á que terminasen, las ubica- ciones del empréstito, contraído en 1879 para la traslación y segu- ridad de las fronteras. Sometióse al Congreso el proyecto de ley para la enagenacion gradual de las tierras nacionales, limitando la área que anual- mente puede venderse, prescribiendo el remate público, la condi- ción indispensable de población, y el máximun que una persona ó sociedad, puede adquirir. En 1883 dictóse el decreto reglamentario de los arrendamientos de tierras nacionales, estableciendo condiciones equitativas para los arrendatarios y convenientes para el erario y créan lo Inspec- tores de bosques, encargados de la policia y conservación de estos. Redactó el proyecto de Ley presentado por el P. E., y que la opinión pública denominó del Hogar, cuya sanción fué un acto de justicia, en favor de los habitantes de la campaña y un estímulo á la nacionalización di los extranjeros. El Gobierno prestó también preferente atención á los territorios nacionales, proyectando el Dr. Irigoyan y concurriendo á la san- ción de la ley de organización política y administrativa. Es lamas completa y liberal que se conoce en esa materia, y fué recibida con aplauso dentro y fuera del país. El Ministro del Interior fomentó la inmigración extranjera, man- dando preparar tierras para colocarla, medir colonias en lugares convenientes, y hacer conocer en Europa las ventajas que ofrece nuestro país, distribuyendo á este efecto, mapas estadísticos y diversas publicaciones. — 65 — En 1884se repartieron 500,000 folletos y mapas, en diversos idio- mas. Y el resultado de esos trabajos, unidos á la prosperidad de la República, han levantado en 18.S5 á 100.000, el número de inmi- grantes, reducido en 1881 á poco mas de 20,000. Los asilos fueron preparados y estendidos en el litoral, y el Dr. Irigoyen presentó al < ongreso un proyecto que fué sancionado para la edificación de un estenso Hotel que embellecerá la parte Sud de la Capital. En la necesidad detener tierras preparadas para la inmigración, se dispuso la traza de dos colonias sobre el Rio Bermejo, dos en Mision as, dos en el Chaco, cuatro en la Patagonia y dos en la Pam- pa. EHas fueron dotadas de los elementos necesarios y de las au- toridades indispensables, en la primera época de su fundación. De este modo, puede decirse que todas las colonias nacionales han sido fundadas bajo el Ministerio del Dr. Irisoyen en 1877 v 78 ó en 1882 á 1885. J Introdujóronse reformas convenientes en la colonia del Chubut. Dispúsose Ja organización y fomento de poblaciones en Santa- Cruz y Puerto Deseado, enviando los primeros pobladores con los elementos necesarios para su instalación y trabajos en el primer tiempo. Esas colonias y las exitentes fueron organizadas, y reglamen- tadas convenientemente las atribuciones de sus autoridades. Bajo la dirección del Ministerio dividiéronse los desiertos de la República en nueve gobernaciones, reglamentando las atribucio- nes de los empleados y dotándolas de "todo lo necesario para su mejor administración. Tocó al Dr. Irigoyen contratar la prosecución de las obras de Salubridad de la Capital, estudiando y resolvienJo las complicadas cuestiones que se suscitaron durante cuatro a'"¡os. Entre esas re- soluciones, es notable la que adjudicó la ejecución de las obras á los actuales constructores. El detenido estudio que se hizo, exa- minando las propuestas y los puntos complicados que presentaban y que adquirían mayor importancia, por la del asunto mismo, re- salta en aqui-lla resolución. De 1883 á 85 recibieron vigoroso impulso, las Obras del Riachue- lo de Barracas, que han centuplicadoel movimiento de aquel puer- to, al (,ue hoy legan fácilmente buques de ultramar de 18 piés de calado. Púsose empeño para la realización de las obras del Puerto y Mu lie del Rosario, dejando el Dr. Irigoyen á su retiraJa del Mi- nisterio, autorizados por el Congreso, los fondes para realizar aquellas, aprobados los planos y principiados los trabajos.— 60 — El Gobierno impulsó la ejecución de otras obras públicas urgen- tes, vonciendo las resistencias que encontró algunas veces en los Congresos. Está próximo a terminar el suntuoso Hospital de Mu- jeres y en ejecu cion el Palacio do Gobierno, los ensanches dolos Establecimientos de Beneficencia, el Asilo de ¡amarante*, la Casa de Policía, edificios para el servicio de Correos y Telégrafos, en el Rosario, Santa Fó, San Luis y otras Provincias. Tocó también al Ministro Irigoyen acompañar al Presidente en la resolución de la antigua cuestión del puerto de. Buenos Aires, pendiente hace cincuenta años y que dió lugar á discusiones pro- longadas, á dictámenes diversos, ó divergencias inconciliables. El acuerdo de Gobierno redactado por el Ministro Irigoyen para la resolución de ese importante asunto, y el contrato celebrado para la ejecución de la obra, son, ha dicho uno de nuestros mas altos magistrados, «documentos suficientes, para hacer la reputa- ción de un hombre, de E6tado.»> Durante la permanencia del Dr. Irigoyen en el Ministerio del In- terior se han construido ó empezado, otras obras públicas, útiles para el país, y entre ellas mencionaremos las siguientes. El canal de irrigación en la Villa General Roca, que regará de 16 á 20 leguas cuadradas Je tierra. Las obras destinadas á defender la cíapital de San Juan délas crecientes del rio. Las del puerto de Santa Fé. El muelle de Corrientes. El muelle de Santa Fé para el desembarco de inmigrantes. El muelle y puente de San Lorenzo. El muelle en la Concepción del Uruguay. El canal de San Luis, destinado á proveer de agua á la capital de aquella Provincia. Los puentes sobre los rios Desaguadero, Las Vacas, Salí y Gua- leguay. Iliciéronse además los estudios proyectos y presupuestos para otros caminos, canales, puentes y muelles. En 1883 adoptáronse las medidas necesarias para ensayar los pozos artesianos, contratando Ingenieros en Europa y adquirién- dose aparejos para verificar esos trabajos, hasta una profundidad de setecientos metros. El Ministerio del Interior recordó también en sus Memorias anuales al Congreso, la necesidad de crear una Oficina INacional de Estadística General-y presentó un proyecto completo, para Ja formación del censo uacional. — 67 — Dando á la industria minera y al estudio de los minerales, la im- portancia f(ue tiene, sometió al Congreso un proyecto para la crea- ción do una oficina, anexa al Departamento de Ingenieros y desti- nada á estudiar las vetas metalúrgicas, yacimientos minerales, canteras y salitreras que existen on la República. Propuso también el establecimiento en Europa de un Muestrario de nuestros productos. La creación do catorce colonias naciona- les, la supresión del libre porto en la correspondencia epistolar y telegráfica y otras leyes que son indispensables para el órden y desenvolvimiento del país. Las sumas asignadas p >r el Congreso para los diversos servi - cios del Ministerio del Interior fueron administradas con regula- ridad y economía, presentando el siguiente resultado: En 1882 un sobrante de i:í:i,()'.)7 f. En 1883 uno de 329.800 f. Tales fueron los principales servicios, prestados por el Dr. Iri- goyen en el Departamento del Interior. Su nombre ha quedado vinculado á todos los actos de alta administración de este Gobier- no, sean en el Arden interno, sean en el órden internacional. Al regresar de la inauguración del F. C. á Mendoza y San Juan, la cuestión electoral entró en el periodo de SU resolución. El nombre del Dr. Irigoyen, fué levantado-con decisión por la mayoría del partido Autonomista Nacional, y fué proclamado en los últimos dias de Abril, porel Club del Pueblo, compuesto de una gran parte de lajuventud inteligente y noble, que exenta de resentimientos y de ambiciones bastardas, se incorpora á los movimientos libres del país. Proclamado el nombre del Dr. Irigoyen, respondieron á él las mayorías de la opinión, en Santa Fé, Tucuman, Salta, Santiago, Catana rea, Jujuy y la Capital. Generalizadas en la República aquellas manifestaciones de la opinión, él creyó que no era propio permanecer al frente del Mi- nisterio del Interior, y presentó la siguiente renuncia: Ministerio del Interior. fzxmo. Sr. Presidente de la RepúbHcMt Teniente General f). Julio A. Roca. Exmo. señor Presidente: Al aproximarse el periodo electoral en la República, mi nombre aparece indicado por alguna de las frac- ciones en que se divide la opinión. Este hecho rne induce á separarme del Ministerio del Interior, con que V. E. se sirvió honrarme, y que se relaciona estrechamen- te con los movimientos políticos del país. Al presentar á V. E. la renuncia indeclinable de ese elevado— 68 — cargo, cúmpleme agradecerle intimamente la ilimitada confianza con que siempre se ha dignado favorecerme, y ofrecerle los since- ros votos que hago por que la República siga desenvolviendo bajo la administración de V. E. los elementos de orden y de prosperi- dad que encierra. Con estos sentimientos y deseando la felicidad personal de V. E. me honro en saludarlo con mi distinguida consideración. Bernardo de Irigoyen. El Presidente déla República aceptó la dimisión del Dr. Irigoyen en los términos siguientes: Departamento de Relaciones Exteriores. Buenos Aires, Mayo 30 de 1885. Atentas las razones expuestas y la calidad indeclinable de la re- nuncia que interpone el doctor don Bernardo de Irigoyen del cargo de Ministro del Interior, se acepta y dénsele las gracias por los importantes servicios que con dedicación y patriotismo ha pres- tarlo al País. Comuniqúese y dése al R.N. ROCA. ' Francisco J. Ohtiz Ministerio do. Relaciones Exteriores. Buenos Aires, Mayo 30 de 1885. Señor Doctor Don Bernardo (fe Irigoyen. Atentas las razones expuestas y el carácter indeclinable de la renuncia elevada por Vd. del cargo de Ministro del Interior, que tan dignamente ha desempeñado hasta hoy, S. E. el Sr. Presidente de la República ha tenido ábien aceptarla, según se impondrá Vd. por el decreto que en copia adjunto. Al comunicar ú Vd. esta resolución, tengo especial encargo del Sr. Presidente de manifestarle cuan sensible lees su separación de ese puesto que confió a su talento y patriotismo y que Vd. ha servirlo con tanta dedicación y competencia, prestando a! progreso del país servicios de la mayor importancia. Aprovecho esta ocasión para espresarle también el pesar que esperimento al ver separarse del Gabinete de que formo parte á tan ilustrado compañero de tareas y me suscribo de Vd. muy atonto S. S. Francisco .!. Orttz . — í>3 — El General Roca dirigió al Dr. Irigoyen la carta que publicamos y que fué contestada como se verá: Sr. Dr. D. Bernardo de Irigoyen. Mi estimado amigo; Respetando los motivos que vd. espone para presentar su renun- cia, he tenido que aceptarla con ver dadero pesar. Al comunicárselo, cúmpleme manifestarle todo el sentimiento con que lo veo retirarse del Gabinete en que ha sido un asiduo colaborador de mi administración y en que con su inteligencia, con su honorabilidad, con su práctica en los negocios públicos y con su constancia para la labor diaria, tanto ha contribuido á la mar- cha tranquila y próspera del Gobierno. Es este el momento de agradecerle la buena voluntad con que desdo el pr imer instante acudió vd. á mi llamado acompañándome lealmente durante cinco años, asi como los servicios que ha presta- do en el Ministerio del Interior, atendiendo con empeño y compe- tencia las diverjas reparticiones de ese Departamento, y ciando, sobro todo, poderoso desenvolvimiento á las grandes obras públicas que se han realizado últirn imente, y que han llevado Ni acción de la vida y el trabajo á los puntos roas apartados de la República. No debo olvidar tampoco su permanencia en el Ministerio de Relaciones Exteriores, en el que, al par de diversos asuntos im- pértante» r'osueltos con inteligencia y tino, el arreglo le nuestra cuestión de limites con Chile quedará como un legitimo titulo que tendrá vd siempre á la consideración nacional. Asegurándole o,ue en todo momento rne será honroso mantener la sincera amistad que le profeso, me repito su atfmo. servidor. Juno A. Roca. Buenos Aires, Mayo 30 da 1885. Samo. Señor Presidente de la ÑepúMicü, Teniente General D. Julio A. /loca Mi distinguido Sr. Presidente y amigo: Cúmpleme agradecer á V. E. la carta (pie se ha dignado diri- girme al aceptar mi renuncia del puesto de Ministro del Interior. Debo á V. E. desde que se sirvió confiarme el Departamento de Relaciones Exteriores, demostraciones de confianza que recordaré siempre con viva satisfacción. Si los servicios que he podido prestar y los actos de alta admi- nistración en que intervine como Ministro del actual Gobierno, tienen la importancia que V. E. les atribuye, están bien compen- sados con la aprobación que obtuvieron de V. E. de los Honora- mili i ■ ii bles Congresos llamados á juzgarlos y de la opinión del país que Ies fué favorable. Por lo demás, os muy honroso para mí dejar asociado mi nom- bre á este periodo administrativo de evidente progreso para la Nación, yhaber interpretado lealmente en el Interior y en el Ex- tranjero la ilustrada política del Gobierno que V. E. preside. Tengo en mucho aprecio las palabras conque termina su deli- cada carta y me asiste la seguridad de que los vínculos de amistad con que me favorece, labrados en años de cordialidad personal y política, se conservarán íntegros, y vigorizados por rnidistinguida consideración á su persona. Soy de V. E. muy atento servidor yamigo. Bernardo de Trigoyen . Junio 1° de 1885. Un gran número de ciudadanos y extranjeros, reuniéronse para saludar al Dr. Irigoyen el dia en que se separó del Ministerio; fué aquella una importante manifestación del aprecio público y de la con sideración general de esta sociedad. El Comercio, organizó separadamente una demostración de sim- patía presentándole un delicado álbum con la siguiente dedica- toria: Testimonio de simpatía y aprecio ai. Doctor Don Bernardo df. Iriooyen Los que suscriben nacionales y estrangeros, saludan al Sr. Dr. D. Bernardo de. Irigoyen, y le manifiestan por medio de este álbum sus simpatías y agradecimiento por los servicios que ha prestado al país, desde el puesto que acaba de desempañar, fomentándola inmigración contribuyendo á estender los ferro-carriles y telé- grafos, éiniciando toda clase de obras públicas y leyes protectoras que contribuyen á afianzar la paz y las instituciones en el Interior y el crédito en el Exterior; y hacen votos porque sea feliz en su vi- da privada romo pública. < Buenos Aires, Junio 1885. Siguen quinientas firmas de distinguidos ciudadanos nacionales y estrangeros. Entre las manifestaciones de que fué objeto el Doctor Irigoyen, recibió un cuadro artístico en bronce que le fué d-dicado por la So- ciedad de Beneficencia con la siguiente inscripción: La Soí.ifd.mj de Beneficencia de la Capital en su oran dia recuerda agradecida al di!. d. bernardo df. irigoyen la valiosa cooperacion que le ha prestado durante el Ministerio en f.l Departamento del Interior Buenos Aires, Mayo 26 de 1885. 5»". Dr. D. Bernardo de trigoytm. Hacen cincuenta y cinco años que al instalar la Sociedad de Be- neficiencia que actualmente tengo el honorde presidir, su fundador Rivadavia, en el discurso inaugural espresaba entre otros, este pensamiento. «Que colocadas las mujeres fuera del vértigo que arrebataá los hombres y sin aspiraciones ambiciosas, ellas eran las únicas que por su posición podian juzgar con imparcialidad, de los hambres públicos y sus obras, y fijar la opinión general á esto respecto, haciendo justicia al que verdaderamente la merece.» En este dia de gran .satisfacción para la Sociedad porque en él discierne los premios á las virtudes, á la inteligencia y al trabajo, instituidas por su digno fundador le cabe también el placer de ha- cer práctico aquel pensamiento, reconociendo que durante vuestro Ministerio en el Departamento del Interior habéis mirado con inte- rés y contribuido con e;;c.az dedicación al mejor éxito en los traba- jos de nuestra institución. En testimonio de la gratitud con que esta Sociedad recordará tales servicios, os pide aceptar el modesto presento que os ofrece. Emma V. P. de Napp StelvÍM C. de Sata Secretaria El ministro Norte Americano General Osborn presentó también al Dr. Irigoyen en testimonio de amistad un artístico tintero de oro con la siguiente inscripción tan sencillamente republicana en su forma como importante en su significado: Osborn k Irigoyen Tratado Argentino-Chileno Las calidades y servicios del Dr. Irigoyen no han quedado encer- rados en los limites de la República. Es una personalidad cuyos méritos le dan distinguido puesto en los Estados americanos, ha- biendo merecido honrosas demostraciones de Corporaciones Cien- tíficas y de Gobiernos Extranjeros. El Gobierno del Brasil acordóle la Gran Cruz Imperial de. la Orden de la Rosa, comunicándosele aquella distinción en los tér- minos siguientes : Gabinete do Ministro do Imperio /limo. Exmo. Sr. Dr. D. Bernardo de irigoyen. Tendo S. M. ó Imperador, con justo apreco dos elevados méritos de V. Exea; e dos sentimentos de cordialidade que animaoV. Exea, para com ó Brasil conferid) á V. Exea, a Gran Cruz da Imperial Ordem de Rosa peco & V. Exea, que me autoriso á remetter á V. Exea, o respectivo diploma e as insignias econdera- coes da mesma ordem. Felicitando a V. Exea, por esta demostracno de apreso do Go- verno Imperial permitir—me ha declarar que, individualmente, congratulo—me com o factoto, por dar—me opportunidade para agradecerá V. Exea, aconsideraeao e favores que tom esponta- neamenta dispendido para com persoas que me saó caros e tem ahi sido accumuladas de bondades por V. Exea. Farendo votos pe las prosperidades de V. Exea, continúo a ser coma maior eslima c alta veneración de V. Exea. M° Atto. Admirador Francisco Antúnes Maciel. Rio Janeiro 28 Fevereiro 1884. El Gobierno de España, acordó al Dr. Irigoyen el título de Caba- llero de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Don Alfonso xii Rey Constitucional de España. Por cuanto queriendo dar una señalada prueba de mi Real aprecio A vos Don Bernardo de Irigoyen y Bustamante. He teni- do á bien agraciaros por mi decreto de diez y nueve de Abril último con la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, libre de todo gasto por vuestra calidad do extranjero. Por tanto os concedo los honores, distinciones y uso de las insig- nias que os corresponden al tenor de los Estatutos, confiando por las cualidades que os distinguen en que os esmerareis en contribuir al mayor lustre de la Orden. Y de este titulo refrendado por el Secretario de la Orden y firmado por el Gran Canciller se tomara razón en la Contaduría de la misma. Dado en Palacioá 10 de Mayo de mil ochocientos ochenta y tres. Yo EL Rey. Yo don Mariano del Prado, Márquez de Acapulco, Ministro de esta Real Orden lo hice escribir por su mandado. Gran Canciller Mariano Diaz de Chorel— Eugenio Gómez Molinero. Ministerio do Estado. Madrid 19 de Abril 1883. Al Señor Don Bernardo de Irigoyen y JJustaniante. Exmo. Señor: Muy señor mió: Tengo la honra de poner en conocimiento de V. E. que S. M. el Rey, mi augusto Soberano, queriendo dar á V. E. una prueba de Su Real aprecio, se ha dignado concederle por decreto de esta fecha, la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, cuyo título tendré la satisfacción de remitir a V. E. oportunamente. Aprovecho esta ocasión para ofrecer a V. E. las seguridades de mi distinguida consideración. El Marques déla Veo a. En Marzo de 1870 el comercio extranjero ofreció al Dr. Irigoyen una valiosísima pieza de plata con la siguiente inscripción: El comercio extranjero agradecido al doctor don Bernardo de Irigoyi n por sus importantes servicio* prestados en Marzo de 1870. Acompañaba á esta pieza un Album con la misma inscripción y con las firmas de todas las mas importantes casas de comercio extranjeras. La Sociedad Portuguesa acordóle también por unanimidad el Diploma de Socio Protector, y envió una comisión de caballeros de su seno a presentar al Dr. Irigoyen una medalla de oro acom- pañada de una honrosa nota en las que se leen Jas palabras si- guientes................................................... Es bajo estos .sentimientos que la Suciedad ha decidido dedicar una Medallado Oro al Dr. D. Bernardo de Irigoyen como conme- moración del acto de la inauguración del monumento y testimonio degratitud á su socio protector, en quien los portugueses desva- lidos, han encontrado siempre un hombre que los ha amparado y socorrido. » Juan de Amaral. Victorino Silva üeni.v. Climaco dos Heis. Secretario. El Dr. Irigoyen es también: miembro de la Facultad de Dere- cho y Ciencias Sociales. Miembro Honorario de la Academia Internacional de Ciencias Industriales Universales do Madrid. Socio Honorario de la Asociación de Escritores y Artistas espa- ñoles, de Madrid. Socio corresponsal de la Asociación de Periodistas y escritores portugueses, de Lisboa, cuyo diploma Jo fué acordado con una medalla de oro.— 74— Miembro honorario del Instituto Geográfico Argentino y de otras sociedades científicas y sociales. La prensa nacional y extranjera hizo justicia á la contracción y patriotismo demostrado en los diversos Ministerios que tuvo a su cargo. Y La Tribuna Nacional considerada generalmente como órgano del Gobierno y de la política nacional, dedicó al Dr. Irigoyen el articulo que trascribimos: El Dr. Iriuoyen Como lo acredita el decreto que publicamos, ha sido aceptada la renuncia del Dr. D. Bernardo de Irigoyen del cargo de Ministro del Interior. Nos consta que solo la calidad de indeclinable con que esta ele- vada y las razones de rectitud y delicadeza que la motivan, han decidido al señor Presidente á aceptarla. El General Roca habria deseado sinceramente que el Dr. Irigo- yen lo acompañase en las tareas del gobierno hasta el fin de su periodo constitucional. Ha tenido en este distinguido hombre do Estado, un amigo leal, un consejero experto é ilustrado, un funcionario tan inteligente como laborioso. Este conjunto de calidades eminentes, y la ilimitada confianza que el Presidente depositaba en su Ministro y en su amigo, de- muestra el tacto del general Roca en la elección de sus elementos de gobierno. Es fácil comprender pues, lo sensible que es para el general Roca la separación del doctor Irigoyen de la« tareas de la administra- ción : pero si bien se retira el Ministro se conserva con la misma firmeza el amigo político y el amigo privado—con las •vinculaciones del mutuo afecto y del esfuerzo común y poderoso en el servicio de la cau-a pública. Es difícil reemplazar hombres quo reasumen tantas cualidades superiores ; y el Presidente nos ha mostrado su acierto, dando al ministro saliente un sucesor altamente reputado en el país. Conocido el carácter y los principios del Dr. Irigoyen debia es- perarse su renuncia, una vez que su nombre aparecía entre las designaciones de opinión á la candidatura presidencial. La rectitud no le permitía hallar conestable su permanencia en el gobi.-rno, mientras su nombre se pronuncia en los proemios de una elección popular. Ha respondido al decoro y al deber, llevando consigo las consi- deraciones del Presidente de la República, desús colegas en la Administración, de. sus compatriotas ; y, la propia satisfacción de haber dado á su pais la ferviente ofrenda de su labor y de sus talentos. Es realmente satisfactoria en la vida de un hombre público — 75 — poder llevar consigo tan notables ti.ubres, sin un reprocha de su conciencia, de sus amigos y de su país, sino por el contrario la estimación de todo el mundo. Y con efecto, el Dr. Irigoyen es de esos hombres raros de gobie'-no, que reúnen un conjunto de condiciones tan altas y tan últiles, que en todas ocasiones les dejará el lugar mas avanzado en la escena pública. La rectitud intachable para proceder con imparcialidad y de- sembarazo, la ilustración vasta reclamada en la expedición de los negocios; la discreción y la prudencia en los consejos do gobierno, la labor incesante y fervorosa; la palabra pujante y prestigiosa en el parlamento. Hay espíritus muy superiores que se destacan con dote3 admi- rables pero parciales; que tienen su lugar, su oportunidad armó- nica con sus facultades características ; pero es mas estimable la organización que se completa en esferas mas vastas. Y así es que, cuando el Presidente honró al Dr. Irigoyen lleván- dolo al Minist ;rio de Relaciones Esteriores, fue señalado ese período con grandes soluciones para las cuestiones internacionales pen- dientes con la República do Chile y con otros Gobiernos; y cuando se juzgó conveniente que p isara á desempañar el Ministerio del Interior, ha sido el coloborador mas incesante de las ideas econó- micas y administrativas del Presidente y el infatigable y experto defensor parlamentario de las grandes obr&fl iniciadas y realizadas por el Ejecutivo Nacional. Su palabra en las cámaras fué siempre escuchada con respeto y con fe. Sus formas oratorias siempre cultas, sus medios siem- pre dignos, lo granjearon la consideración de sus mismos adver- sarios, que, si no siempre se hallan convencidos, no tienen quo reprocharle ninguna desviación de las consideraciones compatibles con el deba'•? ilustrado, aún en su mas alta temperatura. Con efecto, qued tn en nuostros anales parlamentarios ejemplos hermosos d.el saber y dé la elocuancia del Dr. Irigoyen ; y durada- ras lecciones en graves materias de derecho público administra- tivo y de derecho constitucional. Sus adversarios políticos han confundido á designio la serenidad, las deferencias, generales del Dr. Irigoyen con las flaquezas en la debilidad de los caracteres. . . Es un error. La firmeza no es un dote de manifestaciones esternas ruidosas ó imponentes. No hay tal. Es la prueba constante y firme en la observancia de Io!í principios; y nadie puede tachar al Dr. Irigoyen de haber fla- queado jamás, ni en las situaciones alarmantes y vidriosas ni en el curso sereno de la vida pública. En las épocas en que, n> todo3 defendieron contra preocupacio- nes y resistencias la erección del Banco Nacional, la palabra del Dr. Irigoyen se mostró inquebrantable. Cuando los vértigos de la conciliaTcion confundió en falaces y delesnablcs propósitos á la mayor parte do los hombres do in-— 76 — fluencia, el Dr. Irigoyen no se dejó arrastrar por esos movimien- tos insubsistentes. Cuando el Presidente Avellaneda tomó rumbos que no le fueron propicios en la curstion d> Corrientes, el Dr. Irigoyen dejó su car- tera de Ministro, c uando no pudo hacer prevalecer sus opiniones en el gabinete. No se le ha visto figurando en conciliábulos iniciados de diversos modos a los fines de la política, pero fuera de sus sinceras con- vicciones. De su rectitud en la Administración nadio ha dudado jamás; y se le ha reprochado mas do una vez que no hubiese acordado jamás predilecciones fuera de la justicia. Asi se entiende la firmeza á nuestro juicio; y por eso es que, cuando un hombre de larga vida publicase retira con tanto lustre, nadie puede hacerle un reproche de flaqueza. El respecto público lo acompaña siempre; y nosotros le ofrece- mos el nuestro con el conocimiento de sus grandes condiciones, que no ha economizado jamas en el servicio constante de su país. 1.a Tribuna Nacional. Estos son los antecedentes y principales servicios del ciudadano cuya candidatura para la futura Presidencia de la República, ha levantado el partido autonomista nacional. Su nombre se en- cuentra sostenido por la gran mayoría de ese partido; por un número considerable de ciudadanos honorables que, como hemos dicho, no estuvieron acthamentc enrolados en los anteriores mo- vimientos políticos y poruña gran parte de la juventud intelijente y noble, en la Capital y en las provincias del Interior. Si imperan las instituciones que el país ha conquistado; si la libertad es efectiva en la República; si realmente los pueblos votan en Febrero y Abril, el triunfo de la candidatura Irigoyen, está fuera de discusión. La opinión pública lo acompaña y el país vé en aquel nombre, una prenda de órden constitucional, y del progreso general de la Nación.