SERMON PREDICADO Por el Canónigo Pinero AKoa-^LK En la toma de hábito de su prima la señorita Da. Cimodocea Piñero, en el Monasterio de Catalinas de Buenos «Sires, El di» 18 Je Abril del presente arto 18«1. BUENOS AIRES. IMPRENTA DEL ORDEN, VICTORIA 144. BU est Films tneus düectud ; ipsum audile. Este es mi /lijo apiado; oídlo. S. Lucas c. 5. *> 39. ¿.si í'.j "¿.".•'■•J'.'dcí íü'íJJiíoa .. .. v c/ii Jamas, prima carísima en Jesucristo, os podría dirijir la palabra ni con mayor satisfacción, ni con mas santo gozo, que lo que lo hago hoy día, en este momento de los mas solemnes y dichosos de vues- tra vida. Vuestra elección y las circunstancias en qüe la habéis hecho producen en mi alma una ale- gría que apenas me es-dado esplicar. Vuestra elec- ción, porque con ella dais testimonio que ois frac- ticamente al gran maestro de la humanidad, y oyen- dolo,, es conquistáis un nombre inmortal en el cata- logo de los predestinados. Las circunstancias en que la habéis hecho, por que, apesar de las ideas sensualistas que hoy propagan con tanto empeño los corifeos de la doctrina pagana, de los goces pu- ramente materiales, y despreciando los sarcasmosde sus sectarios, que es sin duda el número mayor, os gloriáis de ser anatema por el Señor. Y no solo por esto es mi gozo en Dios, sino tam- bién porque abrazando el estado á que os ha llama- do el cielo, tendréis ocasión de esperimentar prácti- camente que es una calumnia de la impiedad del siglo, el supuesto descontento y la vida ociosa que atribuye á las vírgenes, que en el claustro se con- sagran al divino esposo. Tan luego como fijéis vu- estra planta en ese paraíso de la tierra, no veréis, prima mia, sino una alegría santa en todas sus feli- ces moradoras y una continua ocupación en las practicas del espíritu. Veréis que ellas son los infati- gables obreros de las cosas celestiales, orando sin cesar al Fadre de las misericordias, no solo por sí, sino también por los pueblos, mientras que la in- mensa mayoría de sus habitantes apenas se acuer- da si tiene alma y si hay otra porvenir mas aüi del sepulcro, ni otros negocios que los de la vida mate- rial.» Veréis, pues, que ellos son los grandes traba- jadores de lo mas esencial para la criatura racional, y que los mundanos son Jos grandes haraganes que lo pasan revolcándose en el cieno de lo material y terreno, sin ni siquiera levantar los ojosa* lo espiritual y divino. Veréis asi misma que ellas están puestas por la Providencia como pava vjnlver por la digni- dad del hombre, degradado con tanto materialismo, — 5 — mostrando con su vida practica en la delicadeza de su sexo, la perfección de que es capaz la imagen de la Div.inidati, cuando es dirigida según la economia de sus designios. Veréis en fin, que los que en nombre de la libertad y del progreso combaten las instituciones religiosas, no son sino los mayores ti- ranos del corazón y los retrógrados del espíritu, atacando las corporaciones mas liberales y progie- sistas, que solo tratan de hacer marchar al hombre hasta elevarlo á Dios, y de ampliar sin límites su libertad para el bien, en el orden sobrenatural. ¡Religión santa, er los transportes de mi júbilo no puedo por menos que felicitaros por vuestro nue- vo triunfo en una de las épocas en que mas os hos- tiliza el espíritu de impiedad! Aun no se han cumplido cuatro meses que un sacerdote anunciaba en este mismo sagrado sitio, la espontanea ofrenda de una virgen, y apenas hace poco mas de tres á que otro ungido del Señor os felicitaba también por v la de otra, y ya tenéis esta, que acaso sea precurso- ra de algunas mas, que se muevan á seguir sus hue- llas. ¡ ¿Esposas de Jesucristo, castas Vestales del cristia- nismo, encargadas de alimentar en el corazón de las poblaciones católicas el fuego santo del espíritu de una Religión de mortificación y de humildad alegraos también en el Señor! Aquí tenéis otra— 6 — prosélita mas, ganada con la predicación de vues- tro ejemplo. Emula de vuestra misión, Cimodocea, que, desde este dia de su . místico bautismo,, toma el nombre de Maria Ana de Jesús, viene á ocupar una plaza entre vosotras, para ayudaros á conti- nuar alimentando ese fuego puro, inmortal, que por mas esfuerzos que haga el infierno, nunca conse- guirá estinguir. ¡Madre y hermanos de mi afortunada prima, vu- estra piedad me hace contemplar el santo jubilo, de que; estará poseido vuestro corazón cu este dia. Mil religiosas felicitaciones! ¡Oh, si las cenizas de los muertos fuesen capaces' de emoción! Sin duda, prima mia carísima, que las de vuestro piadoso pa- dre se reanimaran hoy, para estrecharos en estos momentos, en que habéis cambiado las mundanas galas por el humilde trage de las esposas de Jesu- cristo! Pcxj su alma se regocijará en la patria de los justos. Si, en esa patria inmortal, por que su mu- erte fué preciosa en la presencia de Señor. Mas deseando que mi gozo no sea enteramente estéril, sino de algún fruto para vos, me propongo con este discurso confirmaros en vuestra vocación y vindicar al mismo tiempo el estado santo que abra- záis de las calumnias de los sensualistas. Con ieété fin voy á mostraros lo que es la vida refíjioaa para el hombre respecto del tiempo y del porvenir^ Para mayor claridad y para fijar mejor las Liea*> dividiré y trataré esta proposición separadamente' en las dos partes que ella comprende. . La vida religiosa es para el hombre, respecto del tiempo, su perfección llevada á su última expresión: í.- parte. La vida religiosa es para el hombre, respecto del porvenir, la garantía segura de una feliz inmortali- dad : 2. rt parte. Me parece que una ligera refleccion sobre la su- blime filosofía de la vida religiosa, será lo bastante para hacerla amar y para vindicarla de los munda- nos que osan atacarla. Maria, virgen madre, esposa inmaculada del Es- píritu Santo, modelo acabado de todas las perfec- ciones de la vida religiosa, alcanzadme que yo pueda tratar provechosamente la materia que me he propuesto. Jlve~Maria Sea. \— s — 12 tu iíiG'j V I)tsljllJ»¿'J lO\i.íSl : |Bl p« . ■ toi ; rt<| r>;-'.» jiflír rJ •■ ;:í- .•/£¡nví - rJi-j ieH|> <üi.-u:^ ?o*. ecí iio iii:V. o&. IM fiófOO-;:.. • l i ,óqiífr«J PRIMERA PARTE. i ■i : obr al -Ai tei- £11! Fijad bien vuestra atención. He dicho, prima carísima en Jesucristo, que, á fin de confirmaros en vuestra eleccion,y para vindicar de la mordacidad de los mundanos el santo estado que habéis preferido, me propongo probar en la primara parte de mi dis- curso que la vida religiosa es para el hombre, res- pecto del tiempo, su perfección llevada á su última expresión. Como todos los seres existentes tienen una mi- sión que desempeñar, según la voluntad del Cria- dor, asi también todos tienen su perfección pecu- liar, según la esencia de su naturaleza y conforme á los fines de su creación. Los seres puramente materiales la tienen en sus calidades intrínsecas, %¿ ya de blandura, ya de dureza, ya de ductibilidad, - «Mi ■MUMH ya de tirantez, ya de elasticidad, según los fines para que el hombre los quiere utilizar. Los seres; luminosos y los animados la tienen con mayor ra- zón, según su deafanidad y según su organización y propiedades esenciales en beneficio de la criatura racional. ¡Que de obras admirables no han escrito los astrónomos, los botánicos y los naturalistas, sobre las perfecciones y propiedades de los astro.*:, de las plantas y de los animales, ora se les consi- dere en si mismos, ora con relación al universo, ora con respecto al hombre, para cuya utilidad han sido criados! Y si todas estas criaturas, destinadas por Dios al servicio del hombre, tienen sus perfecciones pecu- liares, tan exelentes, que, al contemplarlas estu- diándolas en cada una de ellas, arrebatan nuestra admiración, ¿cual no ?erá la perfección del rey de la naturaleza, para quien todo existe y á quien ha sido dado el dominio absoluto de todas esas cria- turas tan perfectas: Dominarninipiscibas maris, et volatilibus caeli, et universis animantibus quoe mo- ventur super terramí (1). ¡Cuanto no pudiera de- cir de la perfección del hombre si lo considerase por la parte material! Mas como la materia no es lo que principalmente constituyo la esencia de su _s_ [lj Geneaii, c 1. v. 28.— 10 ser, tampoco sus perfecciones son las que especial- mente nos lo dan á conocer. El hombre fué criado á imagen y semejanza de la Divinidad: espiritual como Dios, eterno en duración como Dios, trino en potencias y uno eji la sustan- cia espiritual como Dios, trino en perdonas y uno en la esencia: Faciamus hominem ad imaginem et similitudinem nostram. (2) He aquí la perfección esencial de la criatura racional por lo que hace á la naturaleza de su ser. Pero esta perfección no era suya propia, por cuanto no provenia de si mismo, sino que le habia sido dada gratuitamente por el Criador. Su perfección propia pues, consistía en uniformar sus operaciones con la excelencia de su naturaleza, en proceder como un ser racional, in- teligente ; mostrándose grato á su bienhechor, amándolo, -sirviéndolo, guardando sus preceptos» marchando hácia su fin, á la posesión de su Dios' de cuyas manos habia salido y á cuyos brazos de- bía de volver, para vivir eternamente en el seno de su bondad. 4 ¿Mas que sucedió? que el hombre, como dice «I Profeta, desentendiéndose de la condición de su no- bleza, se degradó por el amor de las cosas sensibles, hasta asimilarse en gran parte con los irracionales mas abyectos: Et homo, cvm in honoreessetfnoti ft] GeneiU, e. 1. v. 28. — 11 — lntellt xit: comparatxts est Jttmentis incipientibus, et similis factúa estiüis. (3) Entonces, en la plenititud de los tiempos, después de mil figuras y misteriosas alegorías, y después de mil vaticinios y profecías, centenares de años antes de su cumplimiento, fué necesario que el mismo Dios en su segunda perso- na descendiese de los cielos á la tierra entre innu- merables portentos y se humanase en las entrañas de una virgen, para hacer volver en si al hombre degradado, recordándole la grandeza de su origen y lo sublime de su fin. En una palabra, para en- caminarlo, para salvarlo. El mismo, no solo con la palabra, sino también con el ejemplo, quiso mos- trarle el sendero por donde debía dirijir sus pasos, á fin de que se elevase á su propia altura, ágla perfec- „ cion que éxigia la excelencia de su ser; compro- bando su doble predicación con innumerables pro- digios que obraba, dando vista á los ciegos, habla á los mudos, oído á los sordos, ajilidad á los paralí- ticos, libertad á los posesos, juicio á los lunáticos, salud á los enfermos y aun vida á los muertos. Y como si todo esto no fuese bastante, y como para autorizar todavía mas la misión del* Verbo, hasta el eterno Padre, en un momento solemne, en presencia de ilustres testigos, que habían de trasmitir i todas las generaciones sus palabras, hizo sentir su voz, [3j Salmo 48, r. 13.«- 12 — diciendo: Este es mi Hijo amado; oídlo. Cual si dijera, él es la sabiduría, increada, incapaz de en- gasarse ni engañar, escuchadlo; él es la santidad por excelencia, que no puede sino inspirar el bien y la virtud, seguidlo; él es la verdad misma que dá vida á las celestes inteligencias, abrasadlo; él es Ja luz purísima,-que todo lo ilumina en los cielos y en la tierra, acoged lo. Sin embargo carísima prima mia, ni todos lo es- cucharon, ni todos lo siguieron, ni todos lo abraza- ron, ni todos lo acogieron: Et luxin tenebris lucet, et tenebrai eam non comprehenderxmt.... Et mun- dus eum non cagnovit. Jn propia venit, et su i eum non receperunt (A) Pero tampoco faltaron quienes, aunqueraros, lo oyesen, tales como sus discípulos y principalmente los Apostóles, que por seguirlo, abandonaron todo y renunciaron á todo, hasta á si mismos; de suerte que pudieron decirle: Ecce nos reliquimus omnia, et secuti sumus te: quid ergo erit nobis; (5) Ved uai quo todo lo hemos dejado, y que te habernos seguido: cual sera nuestro premio. He aqui el principio de la vida relijiosa, que mas tarde se organizó, según las exigencias de los tiem- pos por los que, imitadores de los Apostóles, se propusieron seguir al Hijo amado, escuchando"no [4.1 Evangelio de San Juan, c. 1. t. 10 y 11. | 5.J Mnteo, c. 16 r.i7. » — 13 ^ solo sus preceptos, sino hasta sus consejos, retirados completamente del mundo y renunciando aun á los-lícitos placeres por el voto dé castidad; á las riquezas, aiin á las bien habidas, por" él de pobre- za, y á la voluntad propia, aun i la no prohibida por el de obediencia. Trinidad subirme' del cora- zón cristiano, que eleva al Kbmbre en esta vida hasta la última expresión de te perfección huma- na, por encerrarse en sns tres términos todo lo mas grande de las relaciones de la criatura racional para con Dios, para consigo misma y para con los se- mejantes; relaciones esenciales í la imagen de la Divinidad, crtyo ejercicio, llevado hasta su apogeo constituye lo mas perfecto de sw vida mora*. Decía qtté Ids< tres -votos esenciales de- la vida religiosa encierran tttdo lo toas grande de las relaciones del hombre para con Dios, para con- sigo misrtlo y para con stlá semejantes. Para con Dios, porque crfn-este triple sacrificio le hade la oblación mas completa do todo su ser, con- sagrándole de la" manera rtías solemne y perpe- tua, sin recorvas ni división alguna, su inteligencia, su corazón y su cuerpo. Para" consigo mismo, por- que con este triple holocausto viene á depurarse tan perfectamente, que, émulo de los mismos Angéles, se propone ya no "pensar sino en Dios, no amar sino á Dios, no aspirar sino á Dios, no gozarse sino— M — en Dios, no vivir sino para Dios; en una palabra, deificarse, en cuanto es posible, aun revestido de la mortalidad. Para con sus semejantes, por que des- nudo absolutamente de si mismo y entregado ente- ramente á Dios, no puede sino observar con la ma- yor perfección el precepto de la caridad con sus hermanos, amándolos en Dios, por Dios y según Dios; amor puro, ardiente, heroico, que le hará dar la vida por ellos, presentada la ocasión: Majorem hac dUectionem nano habet, ut animam suampo- nat quis pro amicis suis (6) Esto solo, carísima en el Señor, seria lo bastante para probar que la vida religiosa es para el hombre, respecto del tiempo, su perfección llevada á su últi- ma expresión. No obstante, desenvolveré todavía mas este mismo pensamiento, para haceros palpa- ble mi idea. ¿Que es pues la vida religiosa? Es oír al Hijo amado del eterno Padre. ¿Que es oir á este divino Hijo consubstañcial al Padre? Es seguir su doctri- na, es decir, la doctrina mas perfecta, la doctrina mas sublime, la doctrina mas admirable que se pue- de imaginar. ¿Y cual es esa doctrina? Oídla en bos- quejo, según los Evangelios, ó mas bien recordadla: El Verbo humanado ha enseñado al hombre con el ejemplo y la palabra, y de ambos modos á la vez. [ÍJ 8. Ju«n, c. i*. W. — 15 — Con el ejemplo, bajando del cielo á la tierra, toman- do nuestra carne, elijiendo una madre pobre, naci- endo en un portal, viviendo en suma escasez, pasando por treinta años la vida mas oscura en el taller de un artesano, estando todo ese tiempo sujeto á su pobre madre y á su pobre padre putativo, car- pintero de profesión: Et erat subditus illis (7). Luego, cuando, para llenar su misión divina de la regeneración de la inteligencia y del corazón huma- no, debió aparecer en público, se presenta en el teatro del mundo sin mas séquito que su pobreza y humildad, y se le vé siempre con la mayor dul- zura entre la gente del pueblo, con los niños, con los pobres, con los ignorantes, con los publícanos y pecadores: Evangelizare pauperibus misit me, sanare contritos corde (8) Y ya que trata de elejii compañeros para el desempeño de su misión, se fija en lo mas despreciable del mundo y en lo mas ab- \ yecto; en hombres sin nacimiento, sin letras, sin pu- lidez ninguna, pobres, rústicos, rudos, infelices pez- cadores, como eran los Apostóles: Et ignobiUa mundi, et contemptibilia elegit Deus, et-ea guce non suntfUt ea guaesunt destrueret (9.) Y, no contento con tanta humildad y con haberse hecho mortal, tti 8. Lucaa, c. 8. ° v. 51. [8| San Mateo; c. 4. y. 28. [9] San Pablo, l.«¿ loa Corintios, c. 1. v. 28.— 16 — prefiere la muerte mas cruel é ignominiosa, cual era la de la cruz, entre dos ladrones, después de su- frir bofetadas, escupidas, escarnios, azotes, espinas, infidelidades, y de haber sido comparado y hasta pospuesto á un público malhechor: Humiliavit se- metipsum, factus obediens usque ad mortetn, tnor- ttm axitem crucis. (10.) De este modo enseñó al hombre con c! ejemplo el gran maestro del linaje humano. Con la palabra le enserio anatematizando el vicio y sancionando la virtud, dirigiendo' el corazón é ilustrando la inteli- gencia hácia lo sobrenatural, sometiendo el cuerpo- al dominio del espíritu, como débe es^arirn-ctiado al servicio da sn señor, subordinando- ío'rerrrpóraf y perecedero á lo eterno é inmc^Vréd*miientrdila*pa- siones á la obediencia dé larazón, ylár&zíort himan* á la razón divina, al yugo sáffto dé ra ft, depurando al hombre dé todo lo que lo materializa' y^embrittece y elevándolo á todo lo qtre lo esr>irituarrza y-#i^fií^ niza, considerándolo en la tierra tan solb comó un viajero, & cual un desterrado que llora tfiti consuelo por sn patria. En una palabra, estableciendo el rei- nado del espíritu sobre la materia, de lo celestial sobre lo terreno, de lo eterno sobre lo temporal. Con la palabra, prima mia, reducia á preceptos y consejos, lo que á practicas con las obras. El'hoitt- ——— [10] San Pablo a loi Filipensei. c. 2. v. 8, — li- bre se había perdido por el sensualismo y la sober- bia, éra precisó que se regeriérasé por la morthlca- slon y la humildád. Esté era el fundamentó de su doctrina, estala base de sus discursos, este el blan- ca de sus operaciones; mortificación y la hu- mildad eran loS dos términos í qrié se dirijia toda sü Vida y su enseñanza toda. Asi es" qué la perfec- ción del hombre está eii: rázon directa de los gra- dos de humildad y de mortificación que1 conquistare S fuerza de luchar contra las pasiones. Por éso pre- guntado por Urt joven dé fbVttina sobré el particular, ié dijo: Si qúlért& se?petyecio, anda, úénáe cuanta tienes y dalo á los pobres; Como qtié nada enso- beíbesé ni afemina* tartfo corrió las riquezas. Mas no siéndo bastante está rénuncia, te agregó, que lo siguiese: et veni, séqueft\rñe (ll), ért Iq queimplí- citamente estaba' lá renHinóla de torio, tidsta ú de si ñiismo, que eS todavía" rrias perfecto, poY criante lav fortificación y hutáirdád qú.é "hdf en afta' abnega- ción, es la mayor que puede darse. Per eso tam-i mfeíi d'ífiji'eridosé en cierta ocasión á lá'mtiftitfxd que lo seguía, le dijo, qiCré' nlhgürfd qué rio déjase por él el padre, la madre, la mujer, los hijos, los hermanos, las hermanas y cuanto poseye, hasta ra propia vida, no podia ser su disípulo. (12;) . - •" • [111 S. Mateo, c. 13. v. 81. [12] S. Mnteo, o. 14. v. 26 y 8?. I— 18 — Así enseñó al hombre con la palabra la Sabiduría increada. Con la palabra y el ejemplo lo enseñó también juntamente. Sinó decidme, ¿quien tan po- bre oomo él? Las raposas tienen cuevas, y las aves del Cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza: Vulpes foveas habent, et volucres coeli nidos: Filius autem hominis non habet ubi caput recline/ [13.] ¿Quien tan obediente como él? Aunque el cáliz de la muerte de cruz y de los sufrimientos que me aguardan sea tan amar- go, no se haga mi voluntad, Padre mió, sino la tuya: Verumtamen non mea voluntas, sed tua fiat. (14) ¿Quien tan santamente desprendido de los vínculos de la carne y sangre como él? Mi madre y mis her- manos son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los Cielos: Quicumque enimfecerit vo- luntatem Patris mei, qui in coelis est; ipse meus % frater, et sóror, et mater est. (15) ¿Quien tan jus- to como él? ¿Quien' de vosotros me argüirá de y pecado? Quis ex vobis arguet me de peccato? [16.] ¿Quien tan humilde y manso como él? Discite á me, guia mitis sum, et humilis cor de. (17) Ved ahí, prima mía, ta doctrina triplemente ense- T1SJ S. Lucaa.c IS.t.68. fH] 8. Lúea», c. 88, v. «ti 1151 8. Maleo, e. 1S, v. 30. | lflj 8. Joan e. 8, v. 44. [17/ S. Mafco, c. 11, v. 23. - 19 - fiada por el Hijo amado del Eterno Padre, á quien todos debemos oir. ¿Puede darse otra tan sublime? Si Dios mismo no la hubiera revelado, podría el hombre ni concebirla? Ahora bien, establecida la perfección y sublimi- dad de la doctrina del Hombre Dios, ¿podrá quien Ja profesa ser considerado de otro modo que en el zenit del progreso espiritual, en la última espresion de la perfecciónt ¿No ha dicho el mismo eterno Verbo que todo aquel que fuese como el maestro se- rá muy perfecto? Perfectus autem omnis erit, si sit sicut magister ejusi [18.] ¿Y no es precisamen- te la semejanza con el gran maestro de la humani- dad lo que en la vida religiosa se pretende? ¿A qué sino á esto aspiráis, prima mia, poniendo vuestra planta en este santuario de la penitencia, de la mor- tificación y de la humildad? ¿Qué otra cosa sino imitar al divino maestro os proponéis dando un adiós eterno á vuestra madre, á vuestros hermanos, á vuestras hermanas, á vuestros parientes, á vues- tros amigos, á vuestras comodidades, á vuestras es- peranzas? ¿No es cierto que al renunciar al mundo, y á vos misma entrando en el claustro, queréis ser casta con Cristo casto, pobre con-Cristo pobre, obe- diente con Cristo obediente, mortificada con Cristo mortificado, humilde con Cristo humilde? f 18J S. Lucas, e. 6, v. 40.¡Oh mundanos! ¡que ciegos, que obstinados sois, cuando, estudiando á fondo la filosofía de la vida religiosa, no veis en ella la perfección del hombre- llevada á sn última expresión! ¡Que injustos, que apasionados, que culpables, cuando la hostilizáis, cuando escarnecéis á los que, llamados por Dios, se consagran á ella! Pero temed las venganzas del Se- ñor, por que si quien favorece al justo recibirá el ga- lardón del justo, según la palabra eterna (19); es claro que quien persiguiere al justo, recibirle! cas- tigo del impío. , ¡Oh claustro! ¡soledad encantadora,, en que las brisas da 1» caridad vivifican el corazón; sagrado re- cinto, en que la piedad se asila; jardín ameno en que la virtud florece ; huerto cerrado, en que el ár- bol de la cruz se ostenta ; santuario de la virjinidad, de las riquezas del espíritu y dé la elevación del hombre; deliciosa sombra, en que el mortal descan- sa en el estío de la vida; cristalina-fuente, en que el viajeto de la eternidad apaga la sed- en su peregri- nación, por mas que los malos te denigren, por mas (fue te deshonren, por roas que te amenazen, por mas que te persigan, nunca dejaras de se* amado, respetado, venerado, vindicado y buscado por los justos! ¡Dichosa, prima mia* mil veces afortunada, vos, [19] 8, Mateo, e. 11, v. 41. — 21 — que, escapando del aire corrompido del mundo, vais á respirar el ambiente embalsamado del Edén del alma; que, saliendo del cautiverio de Ejipto, vais á morar en la tierra clásica de la verdadera libertad, en la tierra que mana la leche y la miel de la igual- dad fraterna, donde no existe el mío y tuyo, quedi- vide á los hermanos, que hiela, que encruelece el corazón; vos, que, poniéndoos en salvo de las bor- rascas del siglo, os acojeis al puerto de la paz y de los gozes del espíritu; que, libre de los vínculos de la carne y sangre, os vais á estrechar mas y mas con el celestial esposo, que saciára para siempre vuestra alma sin cansarla nunca; vos, que, huyendo, del bu- llicio de Babilonia, vais á gozar del sosiego de Sion! Pero si la vida religiosa es tan respetable y ad- mirable, por .cuanto es la perfección del hombre llevada en el tiempo á su última expresión, no lo es menos por cuanto es también la garantía segura del Tipismo hombre para el porvenir: materia de la segunda parte •'»•;» orusmur lo .owro ,aai*D w BSflHJoi^toci - ¡.¿ »v . • •» OlUOD t3Ce*.<í'Í..l(I tU* oIl>£ Í9 C,!K'> ,38 Bt> ¡ •'>ó* r>b\ c8tiftóteq%si sobpj :>l> ,¡>.v.ii\vitL iOl ottr.ái • ... .•■•í>rA?-:ipíub lincv .:■ r n:< gíjuum; ío . .' :■ ■ ■ I '{ 30w¡--!.»-í :>b otíaH ,otx;o .o ■■*■■■>- id ', efip; . Huleo, r. 13 r. 23. — 27 — ¡ Oh! prima carísima en el Señor, os doy de nue- vo mil felicitaciones y me congratulo cordialmente • con vos, por haber elejido nn estado tan santo, que os garantiza la glorio como perseveréis! ¡ Con cuanto placer pues, os veo ya en ese sagrado recin- to, despojada de la librea del siglo y adornada con la de Jesucristo, que os ha de dar la de la inmor- talidad! ¡Con cuanta alegría os contemplo en medio de tantas tiernas madres y carñosas herma- nas, que Dios os ha deparado por las que por él habéis renunciado y que nunca os amarán según la carne, sino según el espíritu del Señor! ¡ Qué contento, qué dicha para vos! ¡ Qué consuelo para los vuestros! ¡ Ah! ya me parece que, llena de sauto júbilo, al veros en el seno de ta religiosa fa- milia, á que, por amor de Dios, os habéis inscrito, os oigo esclamar con el Profeta: ¡ Bienaventurados Señor, los que moran en tu casa: su ocupación constante es alabarte y bendecirte por siglos de si- glos (26)! ¡ He preferido ser la postrera en ello, antes que vivir distinguida en las tiendas de ka pecadores (27)! Aquí está mi reposo, en este lu- gar santo moraré para siempre, porque lo he eleji- do para mi habitación ! Hie tequies mea in seecu- lum sceculi: hic habitaba quoniam eiegi eam (2S) "7ÜT Salmo 8> v. 5.— 28 — , A Dios pues, madre carísima! A Dios herma- nas y hermanos queridos I ¡ A .Dios parientes y amigos mios! ¡Para siempre á Dios! No lio reís mi ausencia, consolaos como yo me alegro en nuestro amado,Jesús. ¡Cuando mas dichosa que siendo eternamente de éJ ! Yo no me acojo á este asilo de la perfección, sino para perfeccionar el grande amor que os profeso, perfeccionándome á mi misma. Mis plegarias serán continuas y fer- vientes por vosotros en esta casa de oración. Solo, os pido que no perturbéis mi espíritu ui con vuestras prosperidades ni con vuestras adversidades: dejadme vivir en Dios, y morir en Dios, para que me logréis mejor en el tiempo y la eternidad. Yo por mi parte también os doy un religioso a Dios, querida prima eu el Señor. Pero eu vnestras oraciones nunca me olvidéis; yo á mi vez os recor- daré siempre en mis sacrificios. Sobre todo os ruego, como pido encarecidamente á todas vues- tras compañeras y á todos los verdaderps católicos, que oréis sin intermisión por nuestro actual PonfU fice, como en otro: tiempo la naciente Iglesia por San Pedro en las cadenas, j Ah! ¡ cual será el do- lor de nuestro'común, Padre al ver las impiedades y sacrilegios, que por doquiera cometen los funes- tos revolucionarios, que en nombre de la libero»?, tratan de acabar con la fé y las costumbres! Pox- — 29 — que habéis de saber, prima mia, y todos los qne me escucháis, que, según las últimas noticias de la des- graciada Italia, los impíos revolucionarios, tan elo- jiados por nuestros periodistas, ya no contentos con despojar á la Iglesia de sus bienes, con violar su disciplina, con proscribir las ordenes religiesas, con encarcelar 6 desterrar á los Obispos, con hacer cor- rer la sangre de muchos sacerdotes, con eliminar la enseñanza cristiana, con llamar al Padre universal de los fieles, Vicario de Satanás, vampiro- que por siglos ha chupado con sus impuros lábiosla sangre de la Italia (29), rtt con provocar á las tropas á eirtermi nar por el fierro y el Juego las rejiones infestadas con su baba inmunda (30); ya no eouteiftos, digo* con tamañas' impiedades y sacrilegios, han pasado hasta á escarnecer á la madre de Dios, fusilando en seguida publicamente su sagrada estatua en medio de las calles, y gritando á voz en cuello ¿ lo creretis ? parece imposible, pero ello es cierto,gritando los Pia- monteses: / Jibajo la hostia (31)! Orad pues, prima mia, y oremos todos continua- mente por el Vicario de Jesucristo, por la cabeza (39) Asi, testualmente lo ka llamado en una proclama el General Pinelíi. (30; También palabras del mismo General en la misma proclama. (81) Esto ha sucedido en Scurcula, pueblo de los Abruzop, mu puede verse en la comunicación de Roma fecha 9 de Febrerooodel presente nfio 1661, publicada por "Le Monde de París" el 18 del mía- me mes y uño. La proclama de Pinelli se encuentia igualmente en este periódico, el 14 de febrero.— 30 — de la Iglesia, uuestro amado padre Pió IX, para que el Señor lo conserve, para que lo consuele, para que lo salve de sus enemigos y vuelva en fin la paz á su santa esposa, nuestra inmaculada madre, la católica Iglesia. Ya pues, hermana María Ana de Jesús, no quie- ro demorar por mas tiempo vuestros goces inefa- bles con el divino esposo, levantaos, entrad cuanto antes en el océano inmenso de la vida religiosa, des- plegad las velas del fervor que os anima, sur- cad sus mansas aguas de dones espirituales y volad hacia Dios, impelida por el soplo favorable de la gracia,el cual os. conduzca felizmente al dichoso puerto de la eterna Sion, eu donde moran los que por el Señor han dejado para siempre todo. Amen. na so. »; ol¡ tn¡éb:cr¡Di\'y.y::t;\