DISCURSO DEL SESOB GOBERNADOR MITRE AL JURAR LA CONSTITUCION NACIONAL El 21 de Octubre de 1860 COMPOSICION POETICA DBL SEÑOR DON JOSÉ MARMOL Beeitada ra el mis..... dlat 13 UENOS AIRES Imprenta Argentina del vm iovvi,, Bolívar 41 DISCURSO DEL SEÑOR GOBERNADOR MITRE AL JURAR LA CONSTITUCION NACIONAL, El Sí 1 de Octubre de I86©. ConcilldadailOs: Al levantar vuestras manos al cielo, en ademan de poner á Dios por testigo del solemne juramento que va- mos á prestar, bendigamos a la Divina Providencia que nos ha permitido alcanzar las luces de esto dia! El será memorable en los anales argentinos, y vinculará un recuerdo mas á este recinto sagra- do, sobre cuyo polvo histórico han quedado estampadas las huellas profundas de veinte generaciones que nos han precedido. A vuestros pies, sobre vuestras cabezas, hasta donde alcance vuestra vista interrogando el horizonte, están las señales indelebles y los monumentos permanentes, que marcando el punto de partida, nos recuerdan los trabajos del pasado, enseñándonos la ruta miste- riosa del porvenir. Mirad hácia el Oriente: ahí tenéis el magestuoso Rio de la Plata, que ha dado su nombre á la patria de los argentinos: sus ondas están serenas y murmuran blandamente, como en el dia en que arribaron á estas playas las primeras naves europeas, que nos traían la civilización. Elevad vuestra vista hácia lo alto, y cr.níemp'areis el mismo firmamento azul engalanado de blancas nubes, que dió sus colores á la bandera naeional, y que eso mismo sol üuminó con uno de sus rayos.Aun podréis pcrcobir al través del arco triunfal que tenéis á vuestra frente, el recinto de los primeros baluartes que trizó la espada victoriosa del fundador de estu ciudad, y que después han sido testigos de las primeras hazañas mí itares do este pueblo. Allí, bajo las plantas de un pueblo libre, está la piedra funda- mental de la ciudai de Buenos Aires, quo tres siglos no han podido conmover. Esa soberbia Catedral que veis con su magnifica columnata, ocupa el mismo sitio donde se alzó la primera cruz para adorar el verdadero Dios, legislador supremo del universo bajo cuyos auspicios nos hemos constituido. Aquella es la tribuna augusta, desdo lo alto de la cual nuestros padres proclamaron la soberanía del pueblo, el 25 de Mayo de 1810, hace hoy cincuenta años. Esc, es el noble y sencillo monumento, ;i que sirven do esplén- dida corona las luces perennes del Sol do Mayo, que trae ¿i la me- moria de los presentes y transmitirá á los venideros, otro juramento no menos sublimo que ol que vamos ;í prestar, y que pronunciaron nuestros padres cuando confiaron la nave de la República á las ondas ajitada3 de la democracia, encomendando á sus hijos que la llcvase.-i á puerto de salvamento. Hoy rjeien, después de medio siglo de afanes y do luchas, de lágrimas y de sangre, vamos á cumplir el testamento de nuestros padres, ejecutando su última voluntad en el hecho de constituir la nacionalidad argentina bajo el impelió de los principios. Hoy rejien, después de tantos dias de prueba y de conflicto, podemos de^ir con júbilo en ei alma y con el corazón rebozando de esperanzas: Esta es la Constitución de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, cuya independencia fué proclamada en Tucuman hace cuarenta y cuatro años, el 9 de Julio de 181G; —Esta es la Cons.itucion de la República Argentina, cuyo voto futí formulado hace treinta y cuatro años por el Congreso unitario de 18>5; Esta es también la Constitucioudel Congreso Federal de Santa Fé, ccn?. pleinentada y perfeccionada por la revolución de Setiembre en que Buenos Aires revlndicó sus derechos- y como tal, esta es la Constitución definitiva, verdadero símbolo de la unión perpetua de los hijos do la gran familia argentina, dispersados por la tempestad, r que al fin vuelven ;í encontrarse en este lugar en dias mas serenos para abrazarse como hermanos bajo el amparo de unaley común. Conciudadanos: Yo os invito á jurarla en el nombre de Dios y de la Patria, en presencia de estos grandes recuerdos de la historia, con conocimiento perfecto de las altas lecciones de la espe- riencia y á las sombras de esta vieja y despedazada bandera del inmortal ejército de los Andes, que ha paseado triunfante medio inundo, protejiendo la libertad da tres repúblicas. Puedo invitaros con plena conciencia á que prestéis el jura- mente cívico que o* voy á demandar. Esta Constitución, satisface vuestras legitimas esperanzas hacia la libertad y hacia el bien: ella es la espresion de vuestra soberana voluntad, porque es la obra de vuestros representantes libremente elejidos: es el resultado de las fatigas de vuestros guerreros y de las meditaciones de vuestros altos pensadores, verbo encarnado en nosotros: es la palabra viva de vuestros profetas y de vuestros mártires políticos. Si en este momento, esos mártires y esos profetas pudieran hablaros como yo con lábios de sangre y de carne, ellos os dirian, inflama dos de santo patriotismo: Jurad, jurad con religioso respeto, c