LA RELIJION PERIODICO DE LOS INTERESES MORALES Y RELIJIOSOS A DO V/«------- 11 \DA SKRIEi \£ i.m ni.<. \ ■> BU l \OS- A I RES. I ni|)i < lila tío MAYO, Chille la Oefcnsu numero 73. 18 5 7.LIS liOIUS SKISItS DE 8\JOVEN, POR GCirabitcibaiOí patr Crujen ta be citoa EL TKADVCTOB A SI S LECTORES. Lna feliz casualidad.—y digo una casualidad, poiíjuo las obras de «-sta clase no salen á luz pre- cedidas tle pomposos anuncios, conser\ando aun en esto el espirita de humildad que las lia dictado, hizo caer en nwia manos las Boma sé/'aaa il> uiijó— rt n. libro cuyo bello lenguaje, cuya moral purísi- ma, cuyo sencillo é ingenioso plan, me iiis]>iraroii al momento un ll ISisislilllll «leseo de publicarle en castellano. Habiéndole leído varias veces con la mas escrupulosa atención, no hallf en él una sola frase amUgqa, una sola milliaSS «pie no estuviese on un todo conforme con lo «pie enseria y reco- mienda la Iglesia; y como al mismo tiempo e-las frases y estas máximas se presentan en esta ohrita bajo un aspecto sumamente halagüeño y seductor, despojadas «le la se«piedad «pie perjudica, hasta el punto d«: hacerlos estériles, a tantos buenos trata— «los «!«• moral, «-reí «pie baria un serv icio a los jow- nes que hablan mi lengua, poniendo a su a!can«-«- un tan rmo y sabroso íiiaiianlial de sana doetrin i. Ks crita por un mundano, esta ohrita se dirige a mun- danos, y por 1«> lauto Ies habla, digámoslo así, en su h-ugua: nada Itay a«[u( «]<■ tupie I rigorismo claus- tral, nada «le aquella aspowza asceti«-a que paivce «pic«piisioran convertir al mundo en una gran car- tuja, y «pie presentando como demasiado arduo } espinoso el «'timplimiento «le loa deberes cristianos, solo inspiran desaliento y hastio: «?1 objeto tl«- csie libro, por el contrario, <-s mostrar que el cumpli- mienl«> de esos tleberes <>s no solo compatible con el d«' los sociales, sino aun \«>n«'s. asad asta librito, ceded a la suave persua- sión «pie respiran sus bien pensadas paginas, y sentir«'is allanarse baj«» vuestros pies la semla «lela vida, y la serenidad morara en lIMtUO BonSOSj y adréis mas felices porque aeréis smjom LAS HORAS SÉRIAS ' .. Ileilevion. Jamás tal vez fué la n-llcxion l.in rara y tan nc- cesarin j untanu'nf e «:omo en oltlia, > las causasqim liaccu «pie sea tan rara, son TT1' ■ las«|ue lui- «!cn «pie sea tan necesaria. El hombre. saea«lo,di- gámoslo asi,«le su «-entro por to«lo lo bien está reducido á ver «pie se lo arrebatan loshombrcs 6 las circunstancias en metlio «le las cuales vive. Por.hnule quiera «pie pasa deja algo de su sustancia, sin poder nunca acopiar ni atesorar. La esperien- cia. esa gran ciencia «le la vida que hace redundar en beneficio del porvenir aun las fallas «le hipasa- «lo y que no» enseña á servirnos de lo i. hombres y de las cosas;--la «-spericncia es «lilicibsima en el «lia BOXque vivimos «h'inasuuloaprisa. y portpie pa- san por delante de nuestros ojos demasiados obje- tos para que tengamos tiempo «! estamos; prcci-^ulos á irgastando por me- ntir lo poco «pie adquirisnoa, sedo con mucha dili— cultaií podría moa sacar provecho «le nuestras t>b— serv acionev-;, aun chulo caso que tuviésemos tiempo pan observar. Pensamos, miramos, amamos, vi- vimos á galope; s«>lo p«nlenios hacer una ligera se- na! con la cabezaá loshombrcs á quienes hallamos en nuestro camino, para manifestarles nuestra sim- patía, bien asi cuino navegantes Ojale se ct'Jun es el mar, y que escasamente tienen tiempo par* **• conoce rae. I"n iwli iinniiniwm pi ipflim m>1i C¡t-■2 L \S IIOl! \S SERIAS tiia como en una nube, y solo vemos objetos con- fusos, sin forma ni color. En otro tiempo el hombre recorría, siguiendo un ' cierto orden, lostliferentes grados de la vida. La I vida interior, la vida defamilia y la vicia publicase sucedían con una regularidad constante, y Se cum- ju-iisaban mutuamente, de modo que ni estaba de- | maguido tiempo solo consigo mlwilll. ni daaMiaM tiempo ausente de su c;isa; pero la meditación, el amor y la acción derramaban MaN sus dias el en- canto de una grata variedad, y ocupaban sucesiva- mente sus instantes. l.as medita» lon. s (lelamen- te no eran secas y áridas, porque las refrescaban los mas dulces afectos del corazón; y la serena feli- cidad doméstica no embotaba la voluntad, porque la acción la ejercitaba continuamente. En el dia no sucede asi: el hombre pucitecscasame ntc pasar algunos momentos conmigo mismo, porque apenas tpiiere abstraerse en serias reflexiones, el mundo, con sus supuestos deberes y sus facticias formas es- teriores. viene á llamara la puerta «le su corazón, y a llevarle no sé adonde. Si para sustraerse a las distracciones que le si- tian, quiere vivir lejos del mundo y renunciar al comercio de los hombres, hállase abandonado a si mismo, aislado, privado de las fuerzas «pie r«>cib¡- inos asociándonos a nuestros hermanos, y <>spu«'s— to sin defensa á los peligros del aislamiento, por- «pn- ya no hay, comoen otros tiempos, de atpiellas asociaciones alejan del mundo sin separar «ti- los hombres, «pie concentran la vida sin aislarla, y qu«> hacen redundar el apartamiento en beneficio de l.t caridad. La familia no existe ya para un joven. No sien- do ya la principal ocupación de los p.nlrcs dar á tus hijos una crianza sólida y cristiana, siuoafanar- sc por conservar ó auiiumtar susbiciies da fortuna, ponen desde muy temprano a sus hijos en manos de mcr<-enarios «pie deben instruirlos, y muchas v«'ces el rostro de sus padres Capara ellos como una rara aparición en su vida. Todo tiende á debilitar el alma, esparramándola sobi e «'s preciso aparen ta aber. y sobro «vida una «le las «enaltes n<» puede hacer «•l«'iitcnd¡¡i!¡«'iiioi)ias«uio resbalar ligeramente, porqHte si quisiera profun di— zar alguna de ellas, no le quedarla lien popara ateta— /Sxawíisi d«*r á las otras. En esta barabúnda y <-n esta anar- quía «le la instrucción, no sab«- «'I nifSo ni lo que aprende ni lo «pichare. Luego entra en la societlad.cuyo mov i miento c«jin- !>•• ¡a en brev«! lo <|u«-«-mpi'zó la «.■ducacion. Esco- sa «pie ihspira muí involuntaria y profumla compa- sión a la naturaleza humana el j»eusar basta «jué punto ha sabitlo la sociedad «lar ¡i sus usos mas irra— Clónales, ásus vanulades y ásus miseriasunn impor- tancia soberana. Su poilerlo. «'> mas bien t>ud«.*spo- tismo sobre susesclavos.es uno «le los «los enigmas mas inosplii-ablcs para un hombre «pie gusta darse razón de las cosas. Demasiado cierto <;s que lia sabiilo apo«lcrarse «leí hombre todo entero, hacer- se el negocio capital de su vi«la,establecei ni:a niul- tHnd «le leyes arbitrarias «pie muda ú merced «le su antojo, y á las que to«los se someten con inconce— biMe docilidad. En una «''poca en que se recusan toilos los títulos y todoslos dcrechoa, <-s a«l mi rabie tpie á natiea- nicnto. ¿Qué s«>rá «!<■ ti, ;ob jóvenl saca«lo «ie til centro en todos sentidos por las i-ícin-ias, el mundo y los neg«>ciosV ¿Oui'- sera «leí pri mili \ o vigor «le tu carác- ter y «le la energía <1«; tu rshmMf Solo la r«'lt<>— xión puede snlvar de una ruina universal tu inte— licencia, M corazón y tu vi«la. Si no te abstraes alguna vez en ti mismo. para inedi lar sobre la vani- dad «l«> los placeres A «pi<> elmundo condena tus «lias, acabarán por absol verte y aniiiui larte: si no pro- curas de cuando en cuando anudar <>l hilo «le tus pens.imumUis «pie tantas «listiac«-i«>ncs vienen á «•orlar á ca«la ínstame, le pelderaB «leí todo, y te s«-rás mas «leconoci«lo á ti misino «pie el animal que no tiirne la conciencia de sus instintos ni «le sus actos. lWflexionar «rs atraer há«-in si y con vertí r (I ) á su alma to«l«>s esos «lestellos «le la inteligencia qu«- se habían «Iisemiiind«> por fuera y «pie vagueaban en to«las direccion«'S; «-s darse nn«> cuenta á si propio «le sus arciones, y asegurarse «le sus mas Intimos pensamientos y «le sus mas se«-retos iiistint«>s; es paWM un mom«-iito en la senda «!«• la ví«la, para v«*r «■! camino «pie se lia amlado y «-1 cgtM «pieda aun por andar; ea consultar el tieinpo paaado «.-n ti) Kara tox Ite uKa ya. y e» lástima, unta voy im mi genuino aaiitirin rulvnr, d»rii«ir i .v/»i < t-rUf ) ttn la unuuiaa aquí. Lli» i.) ■a uaú Kr. l.uiu de UMM ¿ A. «ló cbj<"to «pie me he propuesto en este librilo: «le vosotros. ; oh jí>vene>! depende ha«*érmcle conse- guir. Le he titulado ÍU0 J/ora.i m rtiis r/r mi j,n tu porque í'ii vuestra vida no se puede contar masque por horas «'1 tiempo para «h-posilar en él la semilla «le una buena obra <"> «le una resolución generosa. Muchas vec«»s el lectores mas inte ligcn- te «pie el autor, y sui-le suceder «pie en uua palabra en qu«? esteapf-iiasbabia hecho alio, descubre aipjcl < i-.sque par«"C«'ii dichas espresameutra. Est«- libro es obra de uu hombre aeXB vive como vosotros en <;1 bullicio «iel mun«lo. y «pie «lesea hacer útil para los «lemas el conocimiento de los hombres y de las cosas «pie na a«l«piirí«lo. II La misión de la juvciitiul. ;Cuán santa y bella «-s la misión del j«")ven: [CSUM alta es su di|z,uidad: V él, ¡cuan fuerte, cuan po- «leroso. t-uán rico es! fuci le ron to«la la i-spcrien- < ia «pie le han l«-ga«l«> los sit;ll UOCTeñir. El anciano s<- dobla y gime bajo la pra- >«■ cai ga «l«; sus «-stérilea tanMMWi cuyo pi'.so y cu- vo íuunero le abruman. El alma «U-l niñ«>, si«-m- pr«- ti iidula hácia el porv«-nir. si«-mpr«- en ebullición bajo el luciio «le los mas i ik'oiiIi .kIos «l«-scos y de las esperanzas mas diversas, se dispersa y se vola- tiliza á causa de su poca consi'-irticia; —pero en el j«')ven, l«>s recuerdos conservan lotlavla su frescura, y lasesperanzas han adquirido ya vigor: lo pasado y lo venidero se locan aun tan de cerca que pueden aaaaa la mano, y suministrar al presentí* uua base «m que se apoye y un t«4_riiiino que l«; atraiga. To- do rn cierto modo «*s el pres«Mit<- para él: no titme mas >|ue v«>lv«;rla cabeza para asir lo pasa«lo; no tiene mas que alargar un poco la mano para coger las mas hermosas esperauzas. Tiene en si bastan- es vi«la para animar lodo lo «pie toca, y v<- delante de sí bastante tiempo para poder ensanchar su<= proy«íctos. y estciidersus di-seos sin Ir apelar en la losa «leí sepulcro. Jóvenes, reconoced vuestra dignidad y la santa importancia «le los tlcberes «pie os impone. El por- venir s«"rá lo que seáis nosotros: las naciones serán lo «jue vosotros queráis «pie sean. Sucetleis A una generación «pie no valia lo «|ue valéis vosotros, á una genera«-.ioii cega«la por la corrupción, «lescca- «la por la impiedad, y «pie n«> tuvo fuerza mas «jue para «lestruir. El sifdo paralo os ha legaflo ruinas: á vosotros os to«-a aprovechar «le ellas lo que puede entrar cu la nueva con-lruccinii de la socie«la«l, y arscinlia- razar el suelo «le t«>«los los inútiles escotnliros «pie !«■ ali stan: entouecs podr«'is. arquitectos, inteligen- tes, erigir el nuevo edilicio sobre aquella inmutable y eterna base qu<-los hombres pueden tal v«-z con- mover por algunos inslaiiles, pero «pi«> jánias to«los sus esfuerzos lograrán derribar; sobre aque- lla base que «lestle tiempo inmemorial h;i servido de cimienms .i los mas |xh1i'i os imperios, y ha sus- tentado todas sus glorias y t«»«las sus grandezas: en fin, sobre la vcrrladera Iglesia «te Jesucristo. ¡Oh vosotros qne halléis nacido «mi este siglo, j«V- ven todavía, ¿«jué habéis hallado en «lerre«l«>r vues- tro? ¿«pié- habéis hallado mas «pie un caos en «ju- tas i«l«-as inaseiii'ontradns yacían ri-vueltas unas con otras; Ñique lo cierto y lo falso, «•! bten y el mal. « staban iiK'í.cbulos cu una estrada confusión? Kn rerdads el eaptrata «l«* Dios dominaba e^t«- abismo desde su altura, é im-ubab.i bajosusalas los gér- menes que «•ontenia: ya se ha hecho la luz. Ya sr- lian dividido las aguas sii|>«-riores y las aguas iute- ! rior«-s: lo qu«> porsu naturaleza ti«m!i -eos y nuestras esperanzas. Lajuventud . i i-tiana de este sigioos la qua retie- ne Juntamente las eanloslunua de la colera divina, y las «leí desprecio humano. Porque en efecto, s¡ sa- limos ile este círculo y «ploremos poner el pié en el terreno UUUde sa agiten los ¡nteróses d«. pai t¡«lo y «le «hui-ro-rilo hall.iremos priisauncnfos 111 /quino-y miserables «lóseos que rastrean por el auelü sin pu- llo r nunca elevarse. Sido hallaremos «•! egoísmo esa* a«aa ásperas eohviecíoiios v su «losoruada se«l «le lti. ro; la injusticia en su-. pérfido* ardiih s. su hábil doble-. -ti dureza eu «pie ningún CUOqne baeU DE t"N JOVEN. 6 mella, y que jamás ablandarán el infortunio f> la miseria de los «lemas; corazones que no sa"l>en amar, almas «pie no conocen la ciencia «lol dolor ni el arle snbli me «lol sacrificio: ojos «pie 110 anbeu llorar, ma- nos qUe tío saben «lar. lábios «pie no saben hablar con Dios: hombros prendados «lo sí mismos, «pie so aman y se festejan con indecible ch-licia, y quo, se- gún la robusta ospri'sion dél Profeta, fmn rr*m-/tn tcitrr ¿HM OJO* rlMMsatsa en ta rU*'*U, y no mirar mas quo A ella. Pero tú, ohjf'iven, ten los tuyos alzados al rielo. A lin «le «pie no i'i'sc enteramente el piadoso y sanio comercio «pie Cristobarestablecido cutre el cielo y la tierra, y «jue no seialfiiainpa la conversación <'e los hombres con bis Angeles. Cree, ama, haz oración y buenas obras. Notratos«lo persuadirlo, pOT efecto de una falsa y p«-ligrosa humihlad. «pie a cañan de tu Juventud tus nc'ilniits son poco*impesv Uuaées, antes bien mira como seguro que th-iion mas piso j valor «pie la «le Inshomln i allí mas edad que tú. La'S'acciones «lo estos son frutos maduros «pie se desprenden del Arbol porq*este no puede soste— DerloS: las luyas son gérmenes «pie brotan ó llores que se abren. Aquellas pertenecen ;« lo pasudo, las tujas al porvenir, y <•! porvenir llega, y lo pasa do ya no existe 6 se «>stá vendo. I sa privación que te impones, «-se sacrificio que bateen al deber, esa hora que consagras ala medita— «•ion la oración, ese peligro de «pie huyes, esa li- mosna que «las, ese buen pensamiento que osen- «-has, osa inspira«-ion,«lo la gracia a que obedeces, va tal Te» á di lili mili 11 en tu vida toda una série ile pen- samientos, de deseos <*» de acciones semejantes. \ to «*< tad. el bien como el mal fAcilmentc ocha raices, y una sola «-hispa «lo a«pi«d fuego div ino qoe Cristo vlUo a uf ae i non a la tierra, hasta para eúoendfcr en un .-«lina juvenil, si prende en ella. «'1 «leseo y el latir díl lilcm Cada acción |iu«-il«; Ilegal- á ser en fi lllpllni Iplll dll una «■ostumbro: tus acciones smi causas, las «le los viejo- son ofo«-tos. ! ■ 1111 error oecr qu«- la edad da w.litiil ul : la voluntad 110 se ad«piiero y no se conserva sino <-on ol ejercicio y la CUaUBUttbre «!«■! sacrilieio y «l«r la abnegación. El «pie en su JuvesttUd 110 se ha aeostumhrado á querer contra su voluntad, la ha— liara calla vez mas Hoja á medida «|ue irá creciendo en a SOS. No hay un s»-r mas impotente parad bien qne nn viejo que ha empezado desde tempra- no li hacer el ma!. S¡u«> tienes aquella fnaria > aquel vigor que «la una larga costumbre del bien. puedes adquirirla, porq" no tienes una voluntad en- durecida en el mal. y volviendo tu alma dol lado «leí cielo. pu«>«les todavía impregnarla de gracia y de luz. EresSaaslibre porque eres mas ji'vven. y COU esa libertad «pie Dios toba «lado y a la «pie su gracia nunca cosa «le ayudar, no hay cosa que no pueda hacerle, no hay nada que no se pueda llevar á cabo. Cree esto,^ ubraen consecuencia. 111. I'.l placel'. ;.\y del ióvon que se «leja seducir por el halago «lol deleite, y cuya alma vuela en pos del placer, romo revolotea la mariposa «mi lomod«* la luz cuyo brillo la atrae! En él «lejará sus alas, «lespm'S «le lo cual, no pndiendo ya volar ni posarse sobre aquellos hermosos y santos pensamientos «pie llo- i i'i en en los sitios donde Dios mora x-on sus im- pides, rastreara como el gusano,arrastrándose tar- damente sobre los pensamientos y las esperanzas de la tierra. E3 ))lacer llama á la puerta del corazón, pirro nunca entra «mi él: arma gran ruido y confusión en derredor del alma, cujas avenidas l«- son ac— cesibles; pero nunca penetra en «■! íntimo santua- rio, donde se refugian aquellas puras y santas so- tislacciones que no desgan a la águila espina del i .'iiiorilimieiiio. j donde se efectúan, lejos de las miradas de los hombres, á la vista de Dios y de sus ápgelns, loa inrfahlnn misterios «le La felicidad. Csta es la causa porque el corazón esta mas vacio v mas hambriento después del goce de l«>«pie lo es- taba antea de «'■!. ¿Cómo podría el placer llenarle y hartnrfe? ¿1.1 hosubre n«» sa sustenta sino «le lo que Introduce «en su seo para asinsilnrselo, y ja- mas, haga lo «pie haga, podrá dar entrada al pla- cer en su corazón, porque este Mliesils .dimoiitos oseaos groseros, acostumbrado como In «-stá á nu- urirse de Dios, de su w rdad] «le su amor. Los sentidos son los óiganos del placer: «•! alma es el da la ahjgria y la felicidad. KI placer agita v di i¡ ir i: - si ululos. y se esfuerza por atraer á ellos »•! atina, donde |e «-siá ved.ulo entrar: SO liav espe« •<• «le sirducciones ui ««« artifteioa «pieda «le la flor «pie se nos ha ajado entre los dedos mas l\eréis «le todos lados buscando «•! r«-p«>so, y no le hallareis jamas: vuestro pobre co- razón, herido y manando saliere, no sabrá donde pOSarae, y vosotros misinos os admirareis de «pie un ¡¡upe tan breve haya podido dejaros tan largos dolores, y de que un placer tan fugitivo pueda sor CMAí de tan tenaces amarguras. Y si n«> probáis «■sos tormentos. \ali- el desasosiego «le un corazón que hacha y se afana por fute—ir la iiltima chispa de vida «I1»' le «¡ueíla, «pi<> «-1 tri-lo reposo «le la tumba. \ ademas, decidme: ¿no habéis pensado nunca «•iián insigne r-nhardia es ea <■! hombre leader WpllfSae—e • u alma en «■! poce como en un le- cho, dejarla allí «lonnitar en el olvido dios como el cuadrúpedo qu«' no tiene intoligimcia? El fia Per es lo que distingue lll hombre del animal: el pri- mero ol>edece á un deber, el segundo cede á un atractivo ó busca un goce, y siempre que en vues- tras acciones os d«'jais arrastrar por el halago do un ptaoejr «ju»? os scíluce, renunciáis á Mieslra «lig- nidad de criatura inteligente, abdicáis la corona de gloria con qac ha ceñido l>ios vuestras sienes, y os confundís en cierto modo con la turba de los animales cuyos ojos están lijos en la tierra. Dcsgraciaílauiente el halago d<" los placeres «h^s- e.u ria todos los días muchos almas «pie llevaban en su seno «>1 germen d<- las mas preciosas vil tu" d«?s y de las mas nobles prendas. El placer quita á la voluntad toda su enerjia. A la inlclijcncia todo su vigor y su claridad, al corazón su frescura y su gracia, al carácter su constancia y su Virilidad; hace á los sentimientos lánguidos y perezosos, y en breve miau todai las facultailes á una deses- petrada apa.Ha y á una Irremediable impotencia. lié a«pil lo «pie vuestra raz«>n sérianiniie con- sultada os dirá acerca «l«d placer:- M aquí ahora 1«> «pieos dirá la f«'-, si la interrogáis con un sínco- ro deseo de «pje os responda la verdad. Ella os dirá que el desenfrenado amor al placer aniquila la retlencion «le .Tesuoristo. y es como una amarga bofa «le su pasión, de su cruz y «le su muerte. Coged, digámoslo asi. la vida del líedeulor, su doctrina, sus preceptos, sus consej«>s, sus h«v clios y sus palabras; esprimbllos en lodos sentidos, y no sacareis «le «dios otra cosa mas que el MMirlfl oi«>. la abnegación y la caridad. Pasar la \ida. como lo haeen desgraciadamente lautos hombres, en la se«l «le los placeres do la tierra y «-n un desor- denado apego á las delicias sensuales, es jugar «m cierto modo al pi<» de la cruz «le Cristo; es bailar sobre su sepultura; es acusar al Kvangtdio tle fa- lacia, y desgarrar una á una s is inspiradas pa jinas. DE l!N JOVKN-. Ks ademas un error, ó mas bien, una insensatez creer que se pueden bailar verdaderos goces bus- cándolos en el olvido de Dios. ¡No necesito mas prueba tl«! ello que esa perpetua agitación, ese inú- til anhelo conque vuelan los apasionados al mun- do del placer «m placer, ese cansancio y ese «les- faWrriuu'intn «}u«' se apoderan de ellos, cuantío al < abo do largos rodeos se ven mas distante- toda- vía del termino de I«> «pie estaban al principio, ese aumento «le deseos que el goce irrita «'» despierta en vez de satisfacerlos ó acallarlos, esa indigencia de talento, esa penuria de sensibilidad que aumenta á nmdida <¡ue se conceden nuevos goces. El cora- zón «pie se apacienta «le placeres, nunca dice: llanta. Siente el hastio, pero no la hartura, é im- peliilopor no s<"- qué fatal obcecamiento, busca una distracción á sus tristes fastidios en las cosas mis- mas que loshau causado, semejante á aquellos en- fermos á quienes «levora el ardor de la fiebre, y cuya se«l aumenta a nie«li«la «pie mas beben. Y es por«pie Dios nos ha hecho para él, y de tal suerte ha c«mformad«» nuestro corazón al deslino que quería darle, que se agita y se inquieta como ne- cesariamente, hasta «pie ha alcanzado el fin qu«- te atrae y le arrastra. flg ata lujad á esos pobres esclavos su alma ese afeite y ese barniz engaitadores que a cada instíñite renuevan, para ostentar íi los ojos «leí mundo la apariencia del c«>nteuto. y d«-s- cubrireis en ella las manchas «leí vicio y la imlele- 1 le huella «le los pesares tle «pie es origen. Voso- tros no sabéis, ¡oh Jóvcncal y no podéis compren- der todavía hasta que punto se venga Dios «le los «¡ue le abandonan, y «;«>mo llena «le dolores «1 alma que esta vacia «le 4b ¡Oh! no les en\ i«lieis esas suntuosas comitlas en «pie ahogan su tilma, esas espléndidas fiestas «3» que parece que quieren apurar de un trago la copa «le los placeres, porque no sabéis á «pie precio tienen luego que pagar los breves momentos de embriaguez que han pasa«Io en ellas. Sb-mprií «pie veáis 5 un hombre darse mucha prisa á gozar, podéis «-star seguros «!<• «pie ti«-ne j ea su alma alloma profunda herida ó ulgtin fati- I goso tMio de que procura distraerse. Cuando le veis empeñarse en cierto modo en olvidar su vida. esta«l seguros '«le que tiene algún doloros«> pensa- miento 6 algún amargo recuerdo «pie olvidar. S> s<- afana por poderse i sí propio tle vista, es porque esta mal consigo mismo, y porque lien»- necesidad tle salir dé su propio corazón, «-orno s ile un preso «le su-calabozo para tomar un poco de aire, y dar treguas á la desazón «pie le aqueja. No son los felices sino los aburridos los que van íi pedir al mundo «-ensílelos y olvido: no los «pie están re- pleten, sino los que «»slán vacíos, son los «pu* van á abrir su alma bajo esos embriagantes rau dales que el mundo vierte á su rededor. I.os des- graciados y los abúrralos liaren como <•! enf«?rino, buscan di>-trac<-ioiies, ilusiones y oh ido. p«ir«pie l< es insoportable al hombre bailarse p«»rpétua- inente ea presencia nifpiieto reiiiortlímieiito. lt«'c«>r«la«l las verdaderas alegrías «pío habéis dis- frutado, y veréis «pie. lejos do impulsaros fuera de vos«>tros mismos, os proilucian un efecto entera- mente contrario. Sentíais la nccesi«la«l tle estar s«dos. para gozar en sibmcio de toda la BtHcMád que iuiitidaba vuestra alma; evitabais las importu- nas miradas de los estrados, y no queríais por K' stígos de las puras ah'grias «pie s«' alzaban en vuestra alma mas que á aquellos que podían com- prenderlas y «liv idii las. Pero cuando el pecado ha tlopositado en «;l fondo de «BM.aU■ conciencia un dolor 6 un renior«liiiii'-nto, en el instanti» mismo habéis sentido un no se qu«5 «pie os ahuyentaba, fuera de vosotros mismos y os echaba, como 5 la ventura, sobre to«lo lo «pie distrae y disipa. l'.n- t'.iK-es necesitabais el mundo con svis se«lu« ci«»iies. sus placeres, sus pompas, sus vanidades y sus fiestas. !\o teniendo ya <-l corazón en la mano, escapabasoos a cada ¡lisiante para correr como un furioso en pos «le aquellas orillantes miserias que el mundo hace relucir a los ojos tle aquellos a qui«-- iies quiertv engañar. Vpenas bastaban entorn es torios a«piotlos halagos para atraeros fuera de vues- tro corazón. y desembarazaros do la triste compa- ñía de aquellos fastidios cpie os devoraban \ de aquellos reinordimiciilos «pie os roian. El HatIIhijo dei mundo no eshueno sin«) jiara los «pie llenen jdgo «pie olvidar; es insoportable paca los «pie llevan <•!■ su alma algunas «l«- aquellas san- tas al«-grias «pie «pii-aéranins salmrear peri>éliia-I.\S HORAS SER1 VS un ntc. y de las que lomemos apartarnos por un solo instante, «le miedo do que se desvanezcan ose atenúen: esta es la razón porque el mundo y sus placeres inspiran tanto hastio a las almas que so daña Dios. 1.a piedad los da una plenitud tal de contentamiento y de felilieidad que ya no puedo contener mas;-una alegría mas baria reliosar anc mi tti>• tun/ifiiii'fíí otra fMirtt: Aquellas gl andes y santas abrirías que caen del cielo «-ii el aln a.,unas \ límpidas como la rúente id* donde manan, «!estruy«»u para ateetpre el Elisio «lo esos pla«M< l facticios, que semejantes a aguas estancadas y cenagosas, n«i pueden ni apagar la s< «1, ni purificar «•! <-«>razon, y que antes por el contrario lo manchan j le corrompen. \ ntail á Dios, y el mundo os parecí ra insípido; practicad la virtud, liacefl «>1 bien, y tollas esas miserias a «pie da el mundo tanta importancia, perderán en breve toda su atractivo para vosotros, portpic s«»l«> las inreticencias vacias y los rorazo- nes acotados van a nutrirse do esos restos di- folí- cida«l «pie el momio arroja con desden íi sus escla- vos y fi sus iiicmligiis. .IV. l/i felicidad. Todos «piieren ser fe litros, todos van en pos do la fclmulad bou in«-aiisab!c anhelo, pero pocos la buscan donde esta en realidad. Di«is nos lia «la- tí»! <•! invencible ib .en de la felicidad como un medio «le atraernos hacia sí, y nosotros, insensa- tos, nos servimos «l«r ese «leseo para alejarnos «le nuestro lin. ¿Portpié nos admiramos, siendo esto así, «pie baya entre nosotros tan potos felice»? ,\n hay en la tierra mas ipu- «lesgracia y aflicción. por res«pie han buscado su feli— c¡«la«l fuera «le Dios, no hay uno stilo «pie no baya ésclamado con a«pioll«>s insensatos«!«• habla <■! Capítulo V «le la Sabiduría: '-Nos hemos lint III riado lejos «1«- las sentías «le la ver«la«l, y la luz i!o la Justicia no ha brillado para nosotros, y el sol do la Inteligencia no se ha alzado sobre nuestras cabe- zas. Nos liemos despeada en la sonda «le la ¡ni— quietad y como un biupic «pie se desliza sobre las olas, y tpi<> no «leja en pos «le sí niii .'tiii vestigio «l«' su paso." Da arrepentimiento tardío y con frecuencia inútil, amargos d<-scuguíms. into— lándMea remordimientos.--tal es la amarga cose- cha «le los «pie han semlirailo sus os¡x-raitzas en los soleos «le la iniipiidad. | Ah! ¡nos liemos engañado' «•ste «-S el canto «le triunfo «pie termina la alogr«- y disipada villa «le los «pío han depositado losafectos I v los (!os«>«is «le su corazón en <•! mundo vsusvani— dados. I.a felicidad osla en Dios: empieza a«pií M la tierra por la practica «i<- las rfrtarto que iaspíra mi i amor, y se completa «-«i una vida mejor «-ou la \ ¡— síon «ln «pie se ha creído, y con el go- ce logra la felicidad trabajando para la salvación, y lio pue- de lograrse «!<> otro modo, ponpic todas las otras senda» nos abjan «le nuestro lin: —Dios no seria nuestro lin si pudiéramos bailar fuer» de él el d«>s— canso y la felicidad. 1 .«is libros sagrados pros«»n— lana w res la salvación como cosa difícil y olías v<>- ces. por el contrario, llaman suave y lev.» al yugo del Señor. Y sin embargo, a pesar «le Ja aparente oposición de estas sentencias, natía li«>nen «le con— tra«lic¡ori«j en s hom- bros para seguir las pisadas «le Cristo; pero una ve* acostumbraila a a«piella carga, no le pesa mas de lo «pie pesa al sohla-marcha contra el enemigo. Ka el trance déla salvación, como ea unios los demás, solo los prin- cipios son diüi iles: lo que o\ij<» del hombre ánimo y esfuerzos <:S menos la acción «pje ejecuta «pie la volunt.nl «pie manda. Para el «pie quiere. to«lo es fácil. 1'na m>z lanzado un cuerpo mo\il. inuéve- s«- aomó por sí misino. obedccierulo al primer em- puje , la fuerza tb- proyección estílenla voluntad; con «día puede lan- zar su arriiiii adatada ajótete* y su acción ira «h'iiil adonde «;l bis cielos cuesta violencia; poro Vos que sirven al Señor no tardan ea probar y *er cuan dulce es para los que le aaaaa. t'.onsultail á los «jue han ^pasado del servicio dal mundo al «le Dios, y os «lir.ín «pie mucho inn- nosáriinii les es prarliear la \ irtutl «pie lesera vivir en el bábítotlel pecado, y que son menos lo «pie lo «Tan «l«\¡ñndosearrastror por ellas. Y si énlx-is sido ai- gima vez sus es«;lavos. diHlil adknl al fomlo aaoaraala para arrostrar todos les //«>. para devorar en silencio todos los «lesaire-s. para ocultar á los otros tollas las huinillac¡ou(?s ;» «pu- reserva su vida el i|ue la consagra al servici»* tle los hombros? KI r«-iiiti «b? la sensualidad ¿no cuesta violeneia? KI abna or- dimíento que roe su gérmeii 6 un tedio «pie marchi- ta su fl«ir. Apenas ha ea tirado en su corazón un culpable amor cuando los cuidados, las ¡mpiietudes tpii' a!or- montaii,!:;- vanas esperan/as «pie fatigan, las dudas y las iiie«'|-t¡r«-s qui-abalen y rinden, penetran atropelladamente con él. TadOS los dolores so r«?u— nen en aquella alma conlaiiiinada, como vemos h iasav.-s «h; rapiña it á establecer su mansión en una ruina desierta. A3!i toib» es lemorcs y angustian; allí ll'iaplcrs un lafierDO inuib-rablo. del «pie son perpetuo p.'ibulo «b'sconlianzas siempre renacii-ntes, celos qu«- aada puede satisfacer, reiu'jriliniientos «pie es imposible sofocar, porque no siempn- empieza el infierno en la otra vida, y mechas veces hny dcsd«?esta llauuvy <:rugir«le«lientos. -Inven, no titnbt « s en buscar ta felicidad; pero búscala en su verda«lera fiiento. Sigue ese rayo tle luz «pie cae fiel cielo sohre tu corazón, «lesportaiulo todos sus líeseos y todas sus esperanzas y sube con él basta el foco «le t!ond«« emaua. No bu»- qaeata Ifellt-ldaded tus sentido!. pavejae no «;sta allí: i en ellos en efecto lia colorailo Dios la «leí bratp, p«'- ro la nuestra la ha roloeailo mas ariiba. Dios ha ¡n- I diñado la cafcCM > la mirada «l«d animal hacia la títrr- i ra, á fin tic «pie siempre la tenga a la vista, y pro-io I. VS IIOH \S SICHI \S penda hacia ella contó por un movimiento involun- tarín; pero ha levantado nuestro rostro y nuestras miradas hacia el cielo, porque cíes la luz de nues- tros ojos y la vida de nuestra faz. Nuestro bu está arriba: por eso miramos al ciclo: arriba '• ¡.'.ii nuestros deseos: arriba nuestros penSarnien- to**: arriba nuestras esperanzas. Kstodijo el Señor por boca de Jeremías ••Cielos, pasmaos; puertas del cielo, desolaos, poi que mi pueblo ha obrado males: me ha abandonado, a mí que soy el manantial de las aguas vivas, y se ha abierto cisternas sin 1 olido, y que; no pueden contener las aguas que corren por ellas. '•¿Nopscslo lo que hacemos lodos los días? Depo- sitamos nuestros deseos y nuestras esperanzas, mi- eslras alegrías y nuestra felicidad en cisternas que un pueden contenerlos, y lodavía nos admiramos •le ver que se nos escapen y desaparezcan. Noscon- dcnauios voluntariamente al suplicio de las hijas de Dauao. ¡y todavía nos quejamos de la inutilidad de nuestros esfuerzos y de. la falacia de nuestras espe- ranzas! V J a volliiitutl. Dios quiso que el hombre fuera libre y para eso led¡6 una facultad soberana en sus acciones, y á la cual el misino nosdice «pie profesa el mayor respeto. Dios ha querido en efecto que su omnipotencia in- finita se detenga en ci-rto modo ante la voluntad hu- mana, 6 á lo menos que espere para entrar en ella a que se le abi a la puerta. Para hacer de nosotros lo que quiere, se sujeta hasiacierto puntúa hacer lo que nosotros queremos: para trasformaruos en él, parece que su gracia se trasforma en nosotros ; se ajusta <■ las disposiciones de nuestro carácter, toma el sabor de las cosas que mas nos gustan, se hace ur- diente é impetuosa con las almas llenas de fuego y de pasión, suave y serena con los corazones tier- nos, enérgica y austera con las voluutades tenaces. <„> tiétlasc á la puerta de nuestra alma sin cpie la cau- sen nuestros desdenes ni nuestra ínula .ultimad; llama hasta que le franqueen la éntrenla, como uos ¡o dice el mismo Dios encías palabrassir medio del «l«»l>er y del sacrificio. <;s la salvación para la voluntad. Ea roslunilirc de obrar por capriclm © por arrebato, y de no hacer mas libertino», que se apoderarán «!«• ella, y ia harán hacer tocio lo que quieran. Si no tienes voluntad, la gracia, sin la cual nada pue«li;s en «•! órrf«Mi de la salvación, no tendrá ef«-cto solin; tí. por«|u<- en la voluntad es donde ella «ipera BOOM en el único instrumento «le qu«; sirve. Sin la voluntad ¿"I"' harás en «-ste mundo de corrupción, de miseria y «l«« vanidad «pie le rodea? ¿Oué harás cu medio ile las Cídadas «pie le cercan, de las HaMMMMfJM te sitian y de los enemigos «pie por tóelos Indo-, te amenazan? . Oué harás en presencia d«* esos lih«-r- tinos «pie s<; burlarán de tí, «le eMM impíos qu«; procurarán hacer titubear tu Té ron sus argumen- tos y mas aun ron sus malos ejemplos? ¿de acpiellas mug«;res «jue t«-n«lerán á tu vista sus alractivos y sus encantos, romo r«- los malos, tan compacta, tan bien disciplinada, y «pie parece haber conqois- tado la sociedad entera. Sin voluntad serás débil; cederás por seducción. 6 por resp«>»o humano 6 i por x«;rffiteiiza á los ataques dirigidos contra tí, y en breve bajarás á la coiulicion de aquellos «lesdi- cliados que. incapaces«h> qiu;r«;r, están á mer«-ed del primero «pie «pii«;rc por ellos, y son, sin advertirlo, el instrumento de los mas baj«is amaños, y A voc«rs de I.'.......ni. mas viles y criminales. VI. l^as pasiones. Toda la fuerza moral «le las pomtooeá consiste en la voluntad. Si <;sta es buena, y si salte regirhis bien i no hay virtud «pie no pueda adquirir, n«t hay sacrili- ! cios que lio pueda llevar á cabo, no hay fin que no I pueila alcanzar, no hay obstáVulos «pie no soj* capaz de vencer. Pero «;1 aitt; «le dirijir las pasiones «;s difícil; uo hay potro mas raprirlioso en sus arran- ques, mas inconstante «m su humor, mas pronto ., desbocarse, mas receloso y espantadizo qin- laspa- siones. Desdi'el momento <-n «pie ya uo^lrnt«-ii eldominiode la voluntad, al pumo las vemo-. bra- mar d«; impaciencia, y si consiguen romper el freno que las molesta, na«li«; pOOde prever «loiub; so «!«•- tendrá su insensata carrera. Para ttien dirigirlas. «;s preciso tener siempre la espuela en el pie v la brilla en la mano: ponpici. \s noi; \s skiu \s cuanto bou Impetuosas ruando tienen que seirnii aquellas rápidas pendientes que se- inelinnn li.ici.i los sitios mas Iwijos «le nuestra iiíitiiral<-za. tanto SOII rebeldes y testarudas rilando hay que subir a«juellas asrai*parlas montanas «leí «lober, todas erizadas d<- tropiezos, domli.- ¡i cadn paso oticiii-n— traH mi nbottácolo ios tiene eii«-endi por arrebato: la no- clon «leí deiier se borra poro A poco; solo se conocen de la virtiul los poces «pie proporci<»na. y se ignoran los sacrilicios «pie det>e costar;-se llega basta el punto «le confundirla con a«pi«'l COntciitan,iento y aquella paz interior qM ios y rt supln-in. l'Arniase uno con ella como una sensualidad espiri tual. tanto mas p«-Iigrosa cuanto mas dilicil es «le reconocer, escon- «liila y rebozada como lo está en los mas profundos recodos del amor propioy déla «.anidad. Por ajtaé las pasiones «pie nos han sitio dadas pa- ra alúdanlos a salirde nosotros mismos y pan fa- cilitarnos el sacrificio y la abnegación, desarrollan el egoísmo des«le el momento en «pie las separamos «le su lin. Kstc miserable \ icio mancilla nimsiras • mas bellas acciones y los sentimientos mas genero- I sos en apariencia: el corazón es victima «le las mas falaces ilusiones, y la vida gira en un circulo eunii- nuo «lo frautles y hábiles; cre- emos amar á los otros, y no hacemos mas «pie amar .'i nosotros misinos; creemos buscar la gloria de Dios, y no buscamos cu todo mas «pte la nuestra propia. l as pasiones, «-liando csráit sometidas a la voluii- ta«l. acercan en cierto modo al alma los kMUm y los órganos del cuerpo.- Apenas un santo y eleva- do pensamieiilo lia iluminado la inteligencia, I'js i sentidos Be dilatan bajo los rayos de su luz; apenas la voluntad lia tomado una «I.'terminación, los ór- ganos dóciles y ol>ec!ieules s<- ofr«-een como por si mismos á <-jeculai-la; apenas el corazón ha palpita- do baj<_> «'I divino indujo de la placía, la carne mis- ma pal,>it'i «le deseo y di- esperan/, i, Ksto es 1«> que hacia decir a David: M ¿ corles e:, donde principa inien te pue- de verse cuan inmenso recurso son mira el bien unas pasiones «lóenles y sometidas íi la gracia. talando, por el c.«intrario, «loiuiiian la voloiitm!, los sentidos se exaltan sin medida; el cuerpo, que es como el sitio tloutle obran, adquiere funesto predominio snln-e <•! alma; no es eiiK'intes la carne DE UN JOVEN. la que sul>c al espíritu; el espíritu entorpecido «-s el que baja a la carne, arrastrado por su propio peso. Kl principio de la acción y la eneigia «pit- ia produce están en los sentidos; el alma rs pasiva, v la voluntad subyugada no sabe ya mantener eu ór - «len las poteiu-ias «leí cuerpo que se lian sonn-tido á su autoridad suprema. ¿Por «pié umios en <-l dia las inteligencias tan poco elevadas, los caracterc-s tan débiles, las voluntades tan impotentes y los cuerpos tan enervados? ¿Por «pie vemos tantas co- sas pequeñas i tantas grandes miserias, tanto ser- vilismo ata las almas y tanta corrupción eu los cora- zones? ¿Porqué? porqué la voluntad n«> empiula ya «d cetro en el hombre, y porque el gobierno del ■ñauado está abandonado al inconstante vaivén de las pasiones. Vil l.a «luda. I.a «luda es una puerta por la cual se puede ó llegar a la verdail <"> salir de ella. Para el que está cu el error, es el primer paso hacia la verilad. pajüra el «pie posee la vnla l es una pendiente que cominee á insondables abismos. I.a dudaos un desierto por el cual lleva Dios á veces á la tierra prometida de la verdad á los «pu- lían vivido largo lienqio sosegados «'• impasibles ,-n el error ó en la iudlfiti Tía Kn este desi«-rt<» no hay una fuente «lomle pue«la el corazón apagar su sed y refrescarse, no hay una planta en la que pile-' da el alma ansiosa de verdad satisl"a« or el hambre «pie la devora, no hay un árbol á cuya sombra pue- da el hombre ostonder y reparar un poco sus tlo- s«>os y sus cansadas esperanzas. Alli, como en a«piellos piélagos «!«■ arena cuyas «das revuelve el viento sin cesar, el suelo se hunde y huye bajo los pies, mientras que la inteligencia anhelosa y este- lulada se deshace en vanos esfuerzos bajo los de- vorantes ardores de un cielo inhospitalario. lin eterno horror habita en aqin-llos sitios Si estás en ellos, apresúrate á abandonarlos; sou á veces un lugar tle tránsito y de pruebas, pero jamás uua mansión ni un punto de tlescanso. No le de— ;es deslumhrar por las falsas claridades de la ti 11 tía. porque son menos una luz que alumbra «pie un fue- go que deseca y consume. Kl error es como el satélite de la vcrtlad; loma déosla la luz «juoespide J scdiicí' ron la vague«lad de sus reíhíjos los débi- les y dolientes ojos tle los pobres hijos tle Adán. ftm todo error hay siempre algún resto ó algiui rellejo de una verdad: nunca, no sieiulo así. po- dría cautivar nuestro entendimiento y señorearse de nuestros pensamientos^ pero en la luz qnc roba ú la vcrtlad no hay quietud, ni orden, ni fije- za. I nas veces aparece ralbante, otras se oculta y d lo- caprichos tic nuestro corazón, y tora perpetuamente eu turno d«? la v«'i — ! t. id. sin poder jamás pararse eu su vagarosa carre- ra, s«'m«'jaiitios mió! sin poder alcanzaros; no saber ni qué somos, ni de dónde venimos, ni adonde vamos; ignorar igualmente nuestro principio y nuestro fin; estar cara a cara con todas las cuestiones mas impor- tantes en el mismo estad»» y en la misma posición que un niño, ó mas bien saber menos cosas y estar menos seguros de nuestro porvenir que un niño a quien su catecismo ensena a lo menos lo que mas le importa al hombre saber; revolvernos y agitar- nos en la vanidad de nuestros pensamientos sin poder nunca llenar su vacío; estar continuamente humillados por el convencimiento de nuestra im— |»otencia. y vernos reducidos á envidiar la suerte ile aquellos hombres sencillos y dóciles a quienes la fé hadado mas sabiduría venia 'era que la que pueden dar todas las in\instigaciones y todos los esfuerzos del entendimiento;--¿no es esto, decid- me, ¡oh jóvenes! construirnos un infierno en nues- tro propio corazón? V aun en el inlierno. a lo menos, no se duda. Los demonios tiemblan, pero creen: el que iluda, tiembla y no cree. Joven, si quieres salir del desfiladero en que la «luda tiene metidos tus pensamientos x tus espe- ranzas, no olvhlos «pie la fé«>s un acto «leí hombre todo etilero.un acto al «pie eoncurren todas las po- tencias y todas las facultades «leí alma, y que per- tenece igualmente ala inteligencia ya la voluntad, portpie la vr;rdad que «»s su objeto es juntamente fu«'iva y luz. Es al mismo tiempo un acto «le oho- diencia y «le libertad, por el cual «;1 hombre s«í so- mete á Dios, y se «leclara independiente «le todos los demás hombres. I.a fé, «lando a los pensamientos una pauta, y un freno al entemliutiento, lo s vínculos. I«í emancipa «le todo yugo, lo lib«»rta de todas las preocupaciones, y lo preserva de aijucl humillante dominio «leí que es muy diticil escapar cuando no se esta dominado por Dios y por su eterna ver«la«l. Kl qnc rehusa creer en la palabra de Dios, cree en la palabra «leí hombre. No hay término me- dio entre el yugo de Dios y el hoiobre, eulre la fi- que eleva la intf:IÍR«mcia y fortifica la voluntad, y las opiniones humanas, cuyo flujo y reflujo tienen á los pensamientos en una agitación «-ontimia; entre la doctrina «le Jesucristo y los vanos sistemas «lelos filósofos; entre la iglesia, que dilata «'1 corazón pol- la caridad, y las sectas ó las escuelas que lo estre- chan por la intolerancia y el orgullo. 1.a fé es en el hombre el acto mas profundo y mas grandede la conciencia. Kl hombre, cuantío cree, ejerce un acto «le soh«;rania, pues que suple «ron el poder de su voluntad, «pie fortifica la gracia, á lo que falta a su inteligencia, dando cri'-dito á cosas que no comprende, y conservando su libertad «mi presem-ia «le Dios, y aun bajo la impresión de su gracia omnipotente; por que entre la sabiduría y la fé media f.i diferencia «pie tú «piieras. Somos «'sc.lavos ile l«j«pie sabemos ó tl«" lo «pie ama- mos; no somos dueños mas «pie «le lo que cri emos 6 de lo «pie queremos. uno. Kl error. Otando la fé de la Iglesia regia las inteligencia» y formaba en cierto modo la conciencia de los pue- blos cristianos, el error y la verdad estallan sepa- rados por un abismo, y era fácil distinguirlos. No había entonces mas «pie católicos y liereges, y los «pie «pierian permanecer fieles á la doctrina «le Je- sucristo, sabían donde hallarla y conocían á los hombres de quienes era menester desconfiar. Ca- tín cual se daba francamente p«ir lo que era;-to- davía no conocía el inundo esa tercera clase tan nu- merosa en el dia, á la que pertenecen todos esos hombres «pie no están ni en la Iglesia ni fuera de la Iglesia, ni con Dios ni contra Dios, y que solo es- tán ata s/misinos y s«>lo son para sí mismos. Esos hombres conservan el nombre que h-s han dado siu curarse de la idea que significa. En el fondo no son ni católicos, pues que no creen <»n la verdad por ob«;«liencia, ni aun heredes, puesque no eligen fuera «le la iglesia una secta á «pié ate- nerse, y sí solo incré«hilos, pues «pie no creen mas «pie en si mismos, «'» mas bien indiferentes, pues ni aun dan imp«»rtancia ú las doctrinas iju«: ellos pro- pios se han formado, y están prontos ú abandonar- las á la primera duda «pie viene á sacudí su base. V tal punto han litigado las cosas, que pronto no podrá la Iglesia saber quiénes son sus hijos y quié- nes sus enemigos, a quiénes «lebe auiar y bendecir; y «le quiénes debe desconfiarse. Ksos hombres están difundidos por todas partes, y en todas han introducido el desasosiego, el U \S SK.Hl \S esa atmósfera en que vives, y en la que fluctúan en perpetuo movimiento nubes tan vagasen su carre- ra CMM indecisas en sus forma»? Todo será peli- gros para tí, y las cosa» mejoressfiiin precisamen- te las m.esr.onliu de esos libros que. bajo lascngañosas apariencias do una justa imparciali- dad, esconden é insinúan en el ánimo do los (pie los leen una fria indiferencia. Desconfía fie esos bombres que.para baeor pasar sus erróneas opinio- nes, las mezclan con verdades iin-miii stables, y no asestan á la iglesia sus tiros sino después dobaberla, en cierto modo, revestido de toda su «doria: em- piezan por exaltar los beneficios que lin derramado sobre el inundo, todo lo que lia liedlo por el desar- rollo de las instituciones mas preciosas para la buuianidad,---y luego, ruando ya han hablado de ella en término»capaces de persuadir á los demás •pie la aman y leson líeles, destín ..en ó desminu veri astutamente todos Jos elogios que le han prodigado, con artificiosas restricciones ó con juicios cu\a in- justicia y falsedad no saltan á la vista, tan hábiles son en traerlos de lejos por una pendiente casi in - sensible, yon preparar a CÜW los ánimos con una Sanesj > mesurada gradación. lín la historia, sobre todo, es donde les gusta injerir el error, poque sostenido en cierto modo por loshcohoK, no puedo monos de penetrar en los ánimos que quieren seducir. Hn aqi:el terreno están tanto mas á sus anchas, cuanto pueden mas fácilmente dispensarse «le formular sus juicios. > dejar á los qu-e los loen ó los escuchan, el cuidado do sacar las consecuencias á que querían condu- cirlos de los hechos «pie les sirven «le premisas. l)e este, modo éstaa mucho mas 9egur0s.de conseguir sus culpables intentos, porque losjóvenos, de cuya confianza y credulidad abusan, se aficionan tanto mas a las opiniones erróneas, de que están llenos sus libros, cuanto inas las toman por el fruto de M propias meditaciones. Mas se deseotiliarian de ellas, si los fueran dictadas como los fallos de un juez, ó como las decisiones do un maestro;— si se las dieran ya fwiMiadas, como á niños que, no pudiendo todavíajuzgnr por si misinos, están obli- gados á admitir á ciegas los juicios que les dan. Su 1 orgullo y la altiva inde-ioiideiieia de su ánimo l is salvarían de las celadas que les lieudeii: pero ¿como desconfiar de losjuieios que uno mismo parecí- ha- 1 ber formado? ¿Cómo no apegarse 5 opiniones que uno cree haber «degido libremente? Hay en la enseñanza de la historia un modo de elegir, do proparar de distribuir, y de presentar los hechos, que facilita singularmente la propagación del error. Allí es donde, mas que en parte algu- na, es fácil mezclarlo con la verdad en tan hábiles propon-iones, que sea imposible distinguirlos, y hacer de esta suerte de la segunda una garantía del primero. No hay hecho que 110 haya sido conta- do de dív ersos modos y considerado bajo diferen- tes punios do vista: 110 hay ninguno que uo haya si- do desnaturalizado por la ignorancia, ó por la ma- la fe, ó que 110 haya sido atribuido á motivos y ¿1 causas opuestas. Hay con corta diferencia, en punto á los hechos, la misma divergencia de opi- niones y «lo juicios que en punto á las ideas, do lo cual fácilmente podemos convencornos por la di- versidad «le pareceres «pie advertimos en el día so- bre los faüecbos que pasan á nuestra vista, y ya po- demos prever «!<• antemano los apuros «lo losjhisto— r i a«lo ros «piequieran de aqui á uno ó dos siglos for- mar su opinión sobre Itis sucesos de «pie somos tes- tigos, y balitar una chispa «Je luz para guiarse en ese incidiéronte caofl «1c juicios y de preocupaciones «pie oscurecen los hechos mas soncilhis y mas im- portantes. Sin duda no podía sor el mal tan grande cuando ara menos considerable el número «le l«js donde secoartéestea las fuentesde la historia. y que no tii-non tiempo para comparar y juzgar los testimonios sobro que se apoya la relación de los hechos que loen, admiten con i-iega conlianza la «pie ll ■ pulpl Wlail, y descansan sobre la sabiduría y la buena fé del autor que mas los agrafía; y mu- chas veces las dolos que los han scudocido en s primeros sepa- raban de él su naturaleza ht1u1.111.~1 ó nuestra propia I «limitad. Sin embargo, para repararla injuria que hacen á la humanidad derribándola fiel divino pedestal ■Obre que está alzada, y para v«>lverle en cierto modo el Dios «pie le barí quitado* han discurrido otro moflo «lo unión entre nosotros vél; han, por decirlo así. Sacada «le quicio la encarnación del Verbo, yon Vea «le admitirla como efectuada real- mente una vez en Cristo, pn licrcii a«lmitii la « orno18 I.A.S MORAS SERIAS desarrollámlosi- sif-tnpr<-. sin cforMiarsi' completa— m<-iito, Nucn la naturaleza toda '-mora, ya <-n la hu- manidad milaini |||r, cuya historia se convierto «le este modo en lina leofnnla continua, sin dejarse Arredrar )>or las absurdas consecuencias de Míe Impío fatalismo «pie osa proctaasar ensato mnnffes— lacioiirs «le Dios osos ¡groseros ci ron-s y «-sos SO- Halitosos rrfiiiciics de «pie esta Henil la historia, y «pie lan desgraciado testimonio dan de la flaqueza de nuestra intoligonsia y de la perversidad denues- tra voluntad. Su f;'i«-il y (le\il>le sistema los «lisp«-nsa de totlo Juicio sobre el valor de las ideas i*» «lo los hi'«dios. I.o «pie os debe ser; lo it/ios /it/sos projiíns se lum /ilUniOttO i a ct inundo. Em esto se eonoec el espíritu t'e Dios.- todo f.-tpi'eilu que eon/iesn. t/ue Jesnerito riño en rurne es de J)iss. 1' totlo tSjrfr-rrtf JWf ttjrtirff ti Jcáiiz, no es de Dios, (a) Dividen á .lesns los que s«-paraii su naturaleza divina de su naturaleza humana en la encarnación. 6 su gracia de nuestra voluntad en el cumplimiento «leí bien que liáronlos, ó su espíritu déla Iglesia en el progreso de hi historia. Si sois cristianos de es- píritu y de corazón, «latí gracias á Dios, porque en esa choque «le las opiniones y nen bata—a Batata» j lo y fuerza para dotarse hasta Dios, preciso es tam— i bien «pie rastreen soljre la tierra, y que se siisn-iiton en «-iert«> modo «le las migajas que so caen «le la nie- sa de sus maestros y señores. A uisolros por vues- tra parle, no os es lícito tener mas señor «pie Dios ni mas maestros «pío los «pie «'iiseílan «mí su nombre: todos los oVUSnaSl «•ualesipiiora «pie sean su sabidu- ria ó su talento, no tiem-u derei-lio A vuestra r«.n- lianza sino en cuanto ratSW sometidos íi la Iglesia y si se declaran iiidep«Midientes «le su lev. d de un modo admirable .'i «-sos falsos «loctores en las si- tmií-iites palabras: "Esos hombres blasfeman «!«• loque ignoran, y se corrompen por las cosas «pie conocen iiaturalmeute. como los brutos sin inteli- gencia. S«>n nubessin agua que l«)s vienuis iin|ie- leii a todos lados; son olas sos hombres, cuva única ocupación parece sor <-n «docto agitarse en las ti- nieblas. Pero vosotros, jóvenes. gOSSrdáes de ase- mejaros !• aquellos discípulo* «le«piienos habla otro apóstol: -()ue no pticihm sostener la santa «loc- Irina. y «pío s<> buscan ma«'Stros con arr«'glo íi sus caprichos, cuyos oídos están como trabajados por DE l N JQ> I.N. una continua comezón, y «píese apartan «lo la v«-r- dad para at«?u«ler a las fábulas. IX lil Sacrrilolo. Hay en la tierra unos hombres a quienes Dios ha elegido, y en cuyas manos ha «lepositatlo totlo su po«lorío. no el poder de su justicia que castiga ó reprime, sino el poder «le su inisoricorilia y de su amor «pie recomrilia. portloiia yabsu«dv«:. l'araron- sáararselas irr<-vticabl«'moi leproliarion O «lo gloria. Para «■ncnlonarlos «;omo cautivos por me- tilo «le la nhtiogaci'Mi y la i Sjlidaal al srlos. y ?i la familia «pie podría disminuir la espanstoii «!«• su «-aríi!a«l. \un no conti'iilo «-«m esto, ha «pu'i itlo d«-su-uir. en «•¡«rrto modo, en «-litis ln parte mas grosera «le su ser, y someter «le tal asodo el cuerpo al alma, «pie no podios»; sor para «rila un obstáculo. Dojandol«-s su naturaleza «le hombres. por«pi<- aqtu-llos a «piie- Btes deben amar y salvar son hombres, ha «pieritlo hacer do eUoa otros tantos Singóles y poner cutre su carne y su espíritu un abismo que no puoihm salvar sino a costa tl«; un espantoso sacril«-gire dominarlas sino para arrebatárselas al vicio y dársídasa Dios? ¿I.os hombres irreligiosos podran propagar libremente sus principios «leslrnclor«-s y sus peligrosas máxi- mas, y el sacerdote no ha «Iíí poder solicitar el triunfo de las máximas da la Iglesia y de la verdad <|tm Jesu-cristo ha revelado al nuindo? ¿L«oa li- bertinos podran c«>rroinper una ciudad antera con a| contagio do sus malos ej«-mplos, y tender ro«les 'i la inocencia «lelas almas «pu-t'risto ha rescatado con su san«{r«-. y los ministros de la redención d<* Cristo no hau de poder neutralizar el pernicioso indujo d«r sus em-migos, y arrancar io la Influencia que le «la su augusto ministerio, «'i si quiere SAI «irse <1<- «51 para un lin puramente temporal, acúsesele, lo mi-rece, pues se hace el hombro «ltd mundo, en vez «le ser el hombre «lo Dios. Poro si procura hacer reinar a Cristo <-ii— tre los hombres, someter las inteligenejaS al h«)u— roso yugo tío la té, y las voluntades a la ley de Dios y á la d«> la Iglesia, precian esalabarlo y glorificar— lo, porque hace una obra buena, iilil, sania y glo- riosa. El reino «le Dios no os s el sacerdocio «leí de- monio y «leí infierno. De el ensañan esos errores y esas mentiras qus ha querido dejarles las drhilii.ades «1or el orgullo sobre los otros hombrías, y para que traten con iudulg< os admiréis «le hallar entre ellos hombres in— fieles al espirita «le su vocación: (a islo no tenia mar. que doce apóstoles, y entre estos doce hubo un traidor. Cnanto) mas sonto y augusto es «■! ministerio de los sacoiilotc<. tanto mas culpado í-s «•1 «p la sociedad escaparía, no «liré á las recoiixem-ioues, sino al desprecio, si el adió f la SSslornlnnri■ la observasen c«>u una im— atecaMe rlgillllM la. y un \elieinente desro «l<; hallar «pie tibiar v morder en «-Ha romo sucede ¡i los mi- nistros «le JeSUCris&O, á ipiienes el mundo persigue eon su odio v su cólera, ponqué sabe «pie son sus mas mortales enemigos'.' X. «Kl Confesor. ¿Has sondeada alguna ves el sentido «le esta pa- labra: confesor? ¿Has escuchadoalguna \<>z t«id<> l«> «pie dice esta palabra? ¿Has admirado el pOtte río tlel espíritu cristiano sobre la forma «leí leu— guaje, y el maravilloso modo con «pie las doblega y las dilata apenas entra en eliasT ¿Has estudiado ta significación «le este magniíico solecismo: confe- sarse? Los que hablaban la lengua latina cu tiem- po «le Cicerón ¿hubieran podido pensar . pero un amigo divino. <"> mas bien, es el mismo Jesucristo que se bace en su persomi el conlitlente y <■! amigo «le todos los cristianos. La confesión es la amistad elevada al estado tle Saeiaiuenlo. y tan acerrada al cielo, «pie nada puede conoOiirse mas inmediato a el «mí l-i esosia rodillas. s<; acusan, y salen de allí mu- chas >U(iW JlIBlIfll ailOfl. siempre consolados. Allí, entre el p«>nilent<' y el confesor se dicen SOSUS «pie no «piorria uno d«;cir á su padre ni á su madre, «pie ocultaría á su hermano ó su amigo, y «pie quisiera «.cuitarse á sí mismo, si posible fuera. ¿ Quíimi es. pues, ese hombre á quien así abri- mos nuestro corazón, y anle «piicn leemos «mi alta voz el libro «le nuestra x ¡«la? ¿lis por ventura un amigo á tpiien conocemos y amamos hace mucho tiempo. «!<■ cuya discre«-iou nos boOSOS asegurado, á tpiien lmmos buscado OOa largos afanes antes de hallarle, « orno so busca una cosa rara y preciosa? ¿O es á lsiá impuesta de amarte y «le con- sagrarse á tu bien, quila algt» al valor dtfl los des- velos que te prodiga. 1>n toilas las círcunstam-ias «I.- la vida, nunca lo es tanto como «m la juv«'iitu«I. pi)i (|»é en- | toncos el corazón que no esta ocupado por algun noble y santo afecto, fácilmente se llena s; esta es acaso la época de la vida en «pie el hombre tiene menos. Hasta hay muchos para quienes nn amigo seria un estorbo, y que huyen de la amistad como de un freno ipte detendría ftu ím- petu, y como de una cadena que esclavizaría sus pasiones. Media entre los cantaradas y los amibos esta di fe- ! rencia. «pie los primeros roban el tiempo y «pie los segundos le dan. Se tienen enmaradas para gozar A para no hacer nada; se tienen amigos para ¡ser vir- tuoso y obrar. Aquellos participan de las cosas a que no se «la importancia, los placeres, el tiempo y á veces el dinero: con estos repartimos lo mus ínti- mo y lo mas'precioso para nosotros; nuestras ale- grías, nuestros secretos y nuestros dolores. La amistad concentra la v ida, y así es como le co- munica tanta faena. La costumbre de repartir el corazón entre muchas cosas O personas, distribu- yéndole 2i cada una una pequeña parte «le él, es fu- nesta p.'ira el carácter, y casi sieinjire es indicio «'«' un alma poco profunda y de una voluntad débil. Elihombre disipa Sin provecho para si ni paira los dtrosese precioso perfumetpie Dios ha depositado en el fondo de sn ser para «pie embalsame toda su \i«la; su corazón se halla pronto seco y vacio, y no le queda mas que aquella cantidad de amor quene- c así ta para amarse á sf propio. Una de las mayores ventajas lie la amislad es «»n- ! seflaral hombre a no necesitar de la sociedad y de esos vanos placeres á qu«» s«r prei:ip¡t:«i« las iiil< !¡- g«-ucias vacias y las almas indigentes. ¿0»*é Babia de irá buscar en la sociedad el que posee un amigo? ¿ ¡Qnd esel placer para quien goza «le la felicidad V La so«-i«*dad es «»l bien «pie baec que la vi«la d«- un jóv«;n no tiene aquella regularidad ni aquella consta u< i.« «¡ue conslituy«-n su faena* es que carece ile «dijelo determinado «pie hi solicite y la atraiga; lo «pie hace que su corazón se disperse y s«" agote «mi esla ■ivnrsi—1, es «pie no <-stá contenido «rn un prolun do y anchuroso afecto. Kl corazón d«r las .jóvenes se derrama «rn esos ligeros ó culpablesamores «pie. careciendo de anchara y de profumlidad, dejan que rebosen t'i vaguen á la rentara lodos sus afec- tos. CMmc fe una bien sentida y podernos amistad • y do se perderá en aquella vagaesa qoe !<■ «lesgasta y le agota. El niño «pie la muger lleva en su seno, la pre- serva de las enfermedades contagiosas s«- en- isaaa ra «-uam«> la redeai nal misino saada «-i al- ma «pie lleva e«i si aa alte pensamiento ó ea san- to afecto, fiirilmnale se sustraerá «hrl contagio del vicio y de los malos ejemplos. Es p'oso para un jo-vea dejar ayunar a su corazón; «mi el hambre que le devora, se precipitara sobre el primer oh- jeio «pie encuentrea sus ojos, y s<- licuará, pera n<* se nutrirá c«m él. La amislad es el aui'ulolo 6 al ]»e-eevalívo mas nonti rn, coniza lotlas las eelerine- dadea que alacaa con preferencia el corazón «1«? los jóvenes. Kl s<> exhala «leí sTaill aV, Davi«l «lespites de la nnfrrle de su «pierido imMSM 7';/ wai i f< >i>r trtjs/wsartf tio/oi-, Jotiotiis, /irmmuo luto, el rMMMJ Ot ff¡> tte /ns priitriprs, MSOS ansas té //tu- tes bsaenaAantetf de un#i im imuffeit*. Corno ttma idiii madre ¡i un hijo íntico, asi te onajet tjft t/o. Ten un amigo, si quieres conservarte virtuoso; I pero escogí : entre mil si quieres que su amistad te s«-a provechosa. Sea su virtud apacible, ama- ble é indulgente, para «|ue te la haga amar A ti. para que no te d«"sali«'iitc si tienes la «lesgracia a piadoso, y «pie no bus«pie mas «pie á Diíjs en al carino qne la procese, parqna «-asi siempre «;I que no busca á Dios se busca á si propio y nada hace mas desiiiteresatlo el coraion «pie la piedad, por- que des ti'aya en él hasta las raices del egoísmo. Cuando bayas hallado un amigo como el que te junto, no le abandones; p«,rd«'}nultr muchas cosas; ningún hombre enaste mundo es perfecto, y es una insensalez slrer eofaersa para reanimar en su se- no las MtbnOS «•entellas d«d impuro fu«-go «pie en él han fomentado, y «pie llaman en auxilio de su ajada24 LAS HORAS SERIAS hermosura l.i triste esperi«-ncia que han adquirido ■ en «'I arte de corromper las almas y de pervertir las conciencias. Dotadas de aquel instinto del \icio que da la costumbre, adivinaran tus llaquo/.as. y nohieu habrán puesto la mano sobre tu corazón, cuando canocerhn todas sus krMhM y puestos mal guardados, por los que insinuaran sus perni- ciosas adulaciones y sus pérlidos halagos. Para cada uno de tus defectos prepararán un elogio y tejerán una corona, y los estragos «pie- liarán en H alma para enervarla y quitarle la fuer/.;! «le resis- tirlas, serán mas terribles en sus MtBMCaaMlM que el ultimo golpe que consumará su ruina. Esas muge res sin virtud ni pudor, cuyos cora- zones han endurecido y como osiliraiio el egoís- mo y la vanidad, necesitan hombres enfriados y ajados como ellas. Todos sus esfuerzos tienden á producir en aquellos a quienes quieren engañar los mismos efecto* que lia producido en ollas la cos- tumbre del vicio. Y« no les queda vida mas «pie en los sentidos: l,i de la inteligencia y la voluntad ha buido ele ellas hace mucho tiempo. Todas las facultades y todas las potencias de su alma batí pa- sado a los sentidos: todo su ser está allí; lo restan- te no vive ya mas que como aquellos miembros paralizados «pie todavía están unidos al tronco, pero ¡ue ya no reciben de él ninguna influencia. Para crear á su semejanza al hombre á quien quie- ren seducir, se esforzarán para arrancarle el alma inmortal que Dios !e ha dado, por trocar su na- turaleza, por convertirla en cierto modo < i) un sesto sentido mas delicado, mas accesible á las sensaciones del placer y de la concupiscencia que los otros cinco, y por trashumarla en carne a fin de que no se eleve en él lucha alguna, y de que ningún obstáculo se oponga á sus intentos. ¡Ay del joven que cae en manos de una de e^it^ mugeres! Esas mugeres son mil veces mas peli- grosas que las que venden su cuerpo por dinero, listas corrompen el corazón y ajan los sentidos: aquellas destruyen la inteligencia y la voluntad, y exaltan de un modo espantoso la voz de la ca rae. ¿«,)uiéii puede comprender todos los estragos «pie producen estas mugeres en el alma «le un jo- ven? Ue frió cálculo dirige lodos sus pasos y preside á lodos sus planes: ellas sitian un cora- zón puro y honrado como sitia un general una for- taleza bien guarnecida y difícil «le tomar. Para j ellas este es un negocio «le táctica en «-I «pie • in- poñan su vanidad, pero en «?1 qu<> ningún interés toma su corazón. Sus miradas, sus ademanes y sus palabras, todo esta calcit!a«lo «!«• antemano, y e-.i> desgraciadas están siempre tan sobre s/ y son tan dueñas «!«• sí mismas, que jamás un momeólo de olvido eompronmtc sus proyectos ni revela una planta trasportada á un clima mas frío, perdieiulo aquel calor «pie «la una juventud jubdosa y arreglada. Pronto el eg«»ismn s«> apodera «!<• <'■!: tanto s«; ama, y tanto s<» ha encogido su corazón que ya no poe«Io hallar cabida en él para aquellos nobles afectos y a«picllos sentimientos generoso • que exaltan <•! alma «le un joven: la patria. la fami- lia. n«> existen ya para él. I.as mas santas auiista- uien no ha \ist<» errar «-«mío espectro* evocados de sus tumbas algunos «!«■ esos casUrve— ros cuya mirada está ost¡nguida, euya boca <-slá vacia de sonrisa, cuyas fa«'< iones marchitas no pueden ya animarse ba jo un rayo «le alegría y «le felicidad, cuyo corazón privado de savia no puede DE CS JOVEN. So prfxbicir ningún gérnn ii, cuyos miembros parali- zados no se prestan sino con gran trabajo a los movimientos mas sencillos, y cuyo cuerpo to«lo entero parece como agoviado bajo el peso medida «pje «lismínuye la fuerza para satisface) los. Imán— «l«> la llama de la viíla está apagada en la inteligen- cia, «-nía voluntad, en el corazón y en los sentidos; i iinndn ni pecado pereeeproeeripte juntamente del alma y «leí eneran ron el poder «le querer y «le obrar, se rí'fugta «'ii la memoria, en la imaginación, y allí se le vé <;ohar"tufo. ahumar como una lámpara pró- xima á apagarse, y oseureeer id espíritu con suidas imágenes y culpables reminiscencias. De n,o«lo que a«piellos dseSUeaadO* no tienen siquier., el con- suelo de «pu? les sea la salvación mas fácil, cuando una decrepitud prematura l«>s be hecho COaSO im— posible «•' pecedew d«»se«-ie de necesidad de pecar «pje es- tá impuesta por la costumbre, y «pie h> hace pagar les ofensas de su juventml COKS las «pie Comete pa- sa«la esta? ¿Hay natía mas terrible «pte esos cas- tigos sin espiacion, esos dolores sin mérito, esa involuntaria mortificación del corazón y «le los sentidos rpi<- «piita «pie á lo menos podemos ««star reunidos y reconciliados con éd; nos «li<-«> lo «pie éramos y lo «pie somos, y nos enseña «le este modo ron IM ra V tilosa concisión toda la historia de I.i humanidad. ¿Hay por ventura alguna lilosofla mascón.piola «pie la que se eurierra cu las doctri- nas conlnspri- meros y los segundos, y oaat «■'« lin to«la la verdad de su «U>ctl ina. Sede ta USlldaii de sus preceptos y toda la cordura de sus consejo* s<- reflejan gracio- samente <-n las IKIH monist dll su culto y en sus au- gustas Solemnidades. Hay entre estos diversos elementos una armonía tal, «pie es fácil ver «pie to- llos ellos son las varias formas «le uu solo y misino pensamiento, ene si- «lirigf- á todas las potencias «leí alma para subyugarla to«la entera; que habla á la inteligencia en la «loetrina, al corazón en la mo- ral, á la voluntad y aun al mismo cuerpo en la «lis- ciplina.á la imaginación y á bis ojos, «pie son «io- nio su órgano esterior, en el eultJOf «pie somol»? el espíritu por la fé, el corazón por la Caridad* la vo- luntad por la obediencia, la imaginación y l«»s ojo* por la admiración, el cuerpo y los sentidos por la paciencia. Aun danto que la religión cristiana no hubiera sido revelada por Dios, siempre si-ria «-I sistema de lilosofía mejor enlazado en to«la s sus partes, el mas eosepteto «-n su c«>iijunto, y el poema mas rico y mas sublimo. Solo «-n «.'lia s«> halla el nudo «le to- «las lasdificultades «pie han embarazado á los filó - sofos. y la sohiciíin <1<- los enigmas que mas han ejercitado la «-uriosidad «le su mente, ClIlISMlllf III á la tilosotia acerca de Dit>s, «leí boit bre. tic laLAS BOU \S SKRI \S naturaleza, y no nos dará mas que- respuestas du- - «losas, inciertas ó contradictorias. Sobre rada una de las verdades que interesan mas vivaine?iie la ■«erte del liomHre en esta \ ¡ primero «pie atribuir su origen íi la voluntad li- bre de! hombre, quepodiendo elegir entre el bien y el mal.se decidió por este, preferirá establecer su causa en Dios ó en una necesidad independiente «le él. y pOC lo tanto mas fuerte «pie él; ó bien, para salir «!«• apuros mas fácilmente y para zafar- se «le todas las objeciones «pie prOYOOS una res- puesta evasiva, ó Insuficiente, negar;» el mal, y no se avergonzará «le atribuir a una ilusión . los «pie niegan la ri-de-iwioii del hombro por ,1«-su «•s libre con respecto íi Dios, y «pie las determina- ciones de su voluntad le son impuestas por una vo- luntad superior, ¿no son cabalmente los «pie invo- can pan él en <-l orden social una iii«lepoii«lon<-¡n, salvago que- baria imposible toda SOCledsd, si pu- diese algún «lia llegar á establecerse sentidamente en algún pais ? l,os que han repelido la aulori«la«l de la Iglesia, acusándola de «ptorer subyugar y comprimir lo» espíritus con un humillante é intolerable yugo, ¿no son los mismos «pie han atribuido al poder secu- lar! so poderío exorbitante «pie. exaltando el or- gullo «le aquellos en cuyas manos Dios los había puesto, los impulsó hacia caminos tan cstraftos? Porque, por efecto <1«: un admirable designio «le la Providencia, de los enemigos de la autoridad de la Iglesia «'S «le «piienes han venido totlas esa-, lamen— tablea doctrinas cuja aplicac ión ha producido por doquiera una reacción tan terrible y provocatlo "tan culpables oseesos. La mente del hombre no ><' separa de la verdad mas «pie para caer en el er- ror, cj je «:s como su remedo: la verdad «:s como una montaña á cuyo pié SO abre un abi smo donde: caen precipitados to«los bis «pie se apartan «!«• sus senderos. Fácil me seria pasar revista a to«l«>s 1<ís «lr>gmas y á lodos los preceptos de la Iglesia, y mostrar «pu- lió se renuncia á estos y á aquellos mas «pie para admitir oíros mas difíciles y mas duros; eU sus preocupaciones, lan tiránico cu sus usos; «pie no se renuncia á la humildad mas que para caer en la humillación; que no se «lose— «•ha la penitencia mas «pie para someterse a ansie — ridadecs mil veces mas penosas que lasquéis Igh-sia ha aconseja«lo y permiti«Io;pero cualquiera puede suplir lo «pío me veo obligado á c iliar, y admll SI la «loctrina «le la Iglesia, tanto «-oniparaiulo su sen- e-illa y majestuosa b«'lleza eOU la deformidad tl«: los errorefquese le han sustituido, como «-ontemplán- »!o!a 011 si misma. Ve'-aso cuánta gloria y honor para el hombre cuánta luz para su espíritu, cuánta fuerza para SS voluntad, cuánta alegría para su corazón y i-uánta puesto para su alma emanan «le esos dogmas «pu- lían floréenlo en «lerreelor «l«rl «le la encu nación. pCtt&n grande parece «d homhr«? «ui Cristo, mtquieu la naturaleza humana ha sitio «■¡evada hasta la per— souielad divina! ¡Cuánto haacrecentado su valor ta redent-ion, «lesele que fijáS rusentado ceui la san- gro «leí h«>mbro-Di«)s: {qué peso y «pié dimensión no adquiere su penas miento uniéndose por la fé al |ll lisaüdl lito «le los -siglos! ;Kn cuan augnste) y solemne acto se conviene su oración, unida á la oración de Di«»s que participa «le? su naturaleza! • Como los menores actos i ngl sil «lecen y se hacen Importantes por la virtml que re- portan «le su unión con los del Sa!\a«lor! ;<)né pree-io «la su Pasión á nuestros padecimientos, y su muerte- á la nuestra! Desde c-l momento en «pie consideramos al hom- bre bajo el punto «le vista de la fé. modo en r la gracia es real y verdadera, ¿Has examinado alguna ve-zcuán inmenso valor «la á todos nucstios alectos la enseflanaa s vin«-iilos que han nasi- t «lo nuestra alma á las »1«- nueatrus pad re s Aj de- mies— I tros amigos, no MUSllan»rptOS cuando llega la muer- te, y los senliinieiitos mas «híleos para «d ceirazem ! lie san— slun sello do ininoi islidsd qim a< hm Ii nts I aingnlarnaente su (nersa desde esta vida. pu«-s sabe— ; inos epio poetemos continuar amánele) después «le | su miu-rle» á los«pte amábamos en vida, y epie- nue s- tro amor puede: serlas mas i'ilil J mas «lule-e- «le-spiies epie- han «tejado asía tierra «pie cuando la habita- ban todSM ia. ¿lias estudiado alguna vez. las admirables solu- ciones «pie nos da la Iglesia sobra lo- masprofumlos misterios «le la naturaleza, en su doclritia sobre los sacra iciilos. en as liturgia, en sus htindirioilflS y en sus exorcismos? ¿Qué son <-n comparación «le loque ella nos «lie-e: tan SOIUTIIIS m II te sobre- esto en sus oraciones. totl«>s le>s ensayos «le osplicneíones (ciliados por tos filósofos y los sabios? lie aepif le> «pie es la religión «-ri-üi.iiia:-—el «pie Uniere ir hasta e-I folíele) «le su doctrina y «le su cubo, lo halla allí todo, poesía, arte, ciencia y filosofía; al paso que IOSqsBa nocoiisi«leranmas«piesu superficie, nada ven SM IOS lo-.oros que encierra. XIV i:i sentimiento i-«-llgioso. Para !«>s pue-bh>s. ¡gualine-nle que para los hom- bres «pie se han estrav iado en las sentías «led error, el entorno á la verdad empissa ele un mo«l<> casi insemsibh". Ve 11 se prime-ro algunos h«>mbros á epiieues e-I geuie) ele su coraion, mas aun que el ele- su iuteügemcia, eleva sobre: bis demás, y epie-. «les- «l«- la« alturas dónele «-stán subidos, ve en loula— lianza lo «pie toelaviaestá para b»s domas envuelto e-11 oscuridad y «-.«mío escoiidido de tras de una nu- be. Kn aquellos hombres «pie marchan al básate de su «'-poca, y CUrsa alma aspira las espe-ranzas «1<» lo futuro, st: personifica el instinto «le le» «pie debe auOeSMrr, y la has «pie: «lehe mas larde iluminar a miníelo, áspide sabré ellos sus primeros rerie-j«>s, y colora «>ti cierto m«>«k> sus pciisamicnlos COSI las Uataadei porvenir. Cuantío aparecen esos pr«-— tliisllasabas, el masado se- asombra, v no l«>s com- prende, porque no vi- mas «pie lo «pie se va, y olios ven lo «pie llega; pero sin embargo los admira, noeque presiente en ellos los primeros rosplaiulo- res «le- un nuevo «lia. y porras »<■ prepara a renacer y i vivir, y el mismo Dios se dispone á derramar sobre el mundo l«>s rainlah-s «le su misericordia y «le su amor. Eos que han entrado en la vida con aatesigto han podido ver las primeras séllales «!«• la renovación que toilavia se está prr parando. Loa per apta acca no han faltado. V su frente brillo aquel ilustre pro feta «pie jugaba c«»n las cnestinnos mas profuntlas como juega un niño con llores, «pie conversalia en sus escritos como se conversa con un amigo, y «pu- ños ha «lejado. bajo la forma «¡e simples «mviiversa- ciones, y bajo el titulo .-.!abras. que por espat io de quin- ce años tuvo en ebullición bajío ios ardores ffte su genio a todos los corazones ealólieos; «pie profetizo durante todo aquel tiempo la renovación cristiana «pie: s<; esperaba; pero «pie en el momeólo en «pie añorante no la re«-oiio«-ió. y exhaló aquel lamenta- ble grito consternó a la Iglesia y heló d- espan- to todos los corazones. ¡ Vy«Io mí si ase be encalla- do! fíl mimbre «le <-se hombre «lidie sicnipi e sernas caro. Nadie I«» pronuncie con amargura ni aoU «ulio, antes bien salan «le la hora de lodos los cris- tianos como envuelto en oraciones y embalsamado de lágrimas y «le raridad F.l sentimiento religioso es á la fé v á la religión lotpiecsft tendíante y abrasadora luz del medio- «lia esa incierta claridad del crepósculo «pie parece luchar cuntí'a las tinieblas de tenoche; Todav ía no tenemos el «lia de la fe. pero tenOMOS su aurora: la 1 religión rio reina todavía como soberana sobre to- das las inteligencias; pero casi todo lo «pío es jóven. casi todo lo «pie pertenece al porvenir y á la espe- ran/a, esta. trabaja«lo por un vago instinto religio- so «pie. seguido hasta el lin. conduce Infalrtl'tT""'- leii la fé. Ea impiedad deslerradn «le la juventuil y perseguida por «I s pechos se dilatan para atraerla, y poco a poco penetrarán basta las partes nías ínlimas «lo la so— eiedatl. A vosotros, ;«>h jóvenes.* os toca fomentar ese movimiento hacia el bien. No conviene «pie os «piedeis como ent lavatlos «ni los errores y en las preocupaciones de' siglo pasado, y que os confun- dáis con esas ruinas «pie lia legado A vuestro si- glo. Caminad por la «esperanza y 0qne lapa la boca bla impieda«l en Itis países «•alólicos «'\aspcra á la heregía en Alemania y en Inglatctlá. Kl protestantismo, ese error inven- tado para el uso de los tiranos, y para consagrar enn el soHO de la religión las injusticias y sobre toílo las usurpaciones «le loe príncipes «pie «odi- ciaban los bi«'iies de la Iglesia, el protestaníisuio ve disminuir por días su predominio en Inglaterra. Ea sgrandes riquezas abando- na á sus malos instintos, «pie la historia «leí protes- tantismo en Inglalslei I a, obligado á reconocer por sus héroes, sus fundadores y sus santos á un re] y una reina «pie hubiera figurado bien en el trono «le Tiberio y «le CaWgwla, y que no hubiera roto la horrible uniformidad «pie en aquella época • • .tablee.ia el crimen entre todos los tásales. iNo es menos triste, ni menos miserable su his- teria en .Francia, cuya división habían «lispuesto sus gef«;s en una multitud «le feudos ó de pequeños principados, que hubieran gobernado a su antojo, y «pie habría reducido á la Francia al estado «1 y el pueblo salv a ron entonces ;'i la Francia «le la desgracia y «le la humillación «pie le preparaban los protestantes. Las ór«lenes re- ligiosas sobre HtiVt brillaron por su arrojo y suce- lo. y «íl pueblo obligó al rey á abrazar su fé, resta— bleciemlo así el honor d«? los pueblos cristianos, mancillado por la ajuistasla de a«piellas naciones «legeiieratlas «pie. s«nn«'jaiitos á vil«-s rebaños, si- guiendo ciegamente las pisadas de su am«», minia- ban y volvían a mudar de fé según el capricho «le bis príncipes «pn; las gfibernaban. I.os putddos «pu- s ha apropiado: todos quieren s«-r juec»-s, iia«lie consiente en ser juzgado; y «l<; tres siglos á esla parte la historia «le los pur»— blos de Europa fluctúa enire el «lespoli-nio y la enarqufa, entre una sumisión servil y orgullosos r«d>eliones. sin poder BJauFSe en un lado ni en otro, portpic apenas s«r inclinan a la derecha, una violeu- ta reac<-ion la ci'lia al punto á la izquierda. Bal est«> perpetuo vaivén «le los sucesos, «le los intere— | ses y de las ¡«leas, nada hay «'Stable. nada puede echar raices, y estamos com«> a«piello« enfermos «pie patlecen vellidos, «pie creeti «juc todo gira á su redetl«»r en unn rápida «■ incesante rotación. Si quirres, jínrn! apreciar bien la distancia que separa la verdad católi< a de los errores pro— tisiaiites. sigue á los apóstoles ele la Iglesia, ya los «1«? Iass«'ctas «pie sehan separado «le ella «mi los paí- ses infieles donile el celo il«: unos \ d<- otros está cara a cara, y comprenderás «pie M poiler «le predi- car la t"é solo perlctiiíc»' ;'« los ministros «le la Iglesia, pues no hav mas predicaciones «»ficaces que las que se hacen en su iiomlne. has misiones pro- I testantes son estériles, porque cuando no las iris— | piran el interés ó el aliciente d«d lucro, son hijas del orgullo ó «leí espíritu de partido: las misiones; «-atólicas, por el contrario, proItMM* siempre frn— tos abundantes, portpie <•! «-elo de los api'tstole- . dirigido p«>r la v«-r«lad«'ra f«'. va siempre .-icompaftn- s dan muchas yeces ademas su sangre y su muerte, perpeluamlo «le <■>la suerte en la Iglesia aquella tradición <1«; sa- crificios y «le martirio «pie empezó en el Calvario con la Pasión «le .Tesu-Ci it«i. El nuevo inundo parece haber si«lo r«-parti«lo MM los misioimros de la Iglesia y los de las sírclas protestantes, como para darnos un medio mas fá- cil «le juzgar los principios por la comparar ion tlo los resultados. La iglesia ha tomado para si el me- diodía: las sectas protestantes se han aptnicr.ido del norte |Q<|< ha suceilulo? En el norte, la raza indígena ha desaparecido, «lestruiila por la guerra «le esK'i-minio «pi<> le han hecho los protestantes, y mas aun por los licores espirituosos <;on SMM la han «■iiveiieua«lo sistemé.tuamciitc: lui'go, para reem- plazar las tribus indias arrancadas de su su«-lo. los protestantes han trasportarlo á él esclavos negros cazados como brutos «>n las costas «le Africa, ya quienes se afanan por corromper > «-mbruteoer, pa- ra «pie no sientan las miserias desu comlicion. En «il mediodia, a pesar «le las \ iolencias «|ue acompa- ñaron la conquista de h>s espartóles, las «los razas, la diies. y qu«: es imposible conven ir á un foco común; sin arte, y si solo con una seca y estéril imitación «!«■! «pie va «'vistia. y aOH «•! o«lio á lo bello lle\a«lo hasta el delirio, pues en el siglo x\ts«- á l«js protestan- te^ renovar las escenas «l«? vandalismo «juo señala — r«m las eoiupiistas «le los bárbaros antes «!«• la e«lad media, y «lestruir los templos ó las imágenes quo la piedad católica habia multiplicado tan prodigiosa- mente en Europa;--lié acpií bajo «pié eara<-l"i es se nos pr«>senta la reforma. La aridez, la inipoten- eia. la muerte, al vacío, la nada, tal es «-I patrimo- nio contra ella. iJna vez declarado «.'I hombre in- eapaM dtlJiradllCir un acto libre, era preciso, para ser consecuente, negar Uta obras buenas y mc-rito- rtaa Por eso los prolestann-s hau ciiscíiallas la feücidail «le los el«»gi«los, no tendría iie«-e^ierpeiuairieiite. bastándole «pie esta retlencioii si: hubiese cumplido una vez. Por lo tanto, los pro- téstanos han negado el sacrificio «leí altar, y ea) la Eucaristía, «pi<; es su resultado, no han visto mas «pío un recuertUi ineficaz «le la Pl sion del He— «lentor. l'nn v«-z abolido el sar-rilicio, no habia y.i ne«-esi«latl d«> altares; por eso los derribaron. Destruidos los altares, no habia >a necesiílad de sacer«lo«-io; negáronle pues. Destruido el sacer- docio y iisi«l<>raron, pues, el culto romo una Mulatlfai, y acabaron con él. Ademas, estando el liomlire. <:on respecto á Oíos, menos en el estado de una persona «pie en «'I de una cosa, pues !«• negaban la libertad, la a« «-i«>n de t'risto debia ejercerse sulire «'•! como s<; coiu^be que se ejercerla Sobre una «-osa que no piu-tle obrar por s\. ni por COnsi guie tea opom-r ninguiia ri'sisteiicia. t'.on arr«-g!o ft «-suis ¡«leas, los pro- testantes han enseñado «pie los méritos de Cristo se aplican al liomlire /->■>/• iai/)MM eu ••¡«•rio modo. Le cubri-n. pero no le llenan; !«• rfxlean como un ve-lulo, peí o no le animan como un principio de vida: topan sus pecados, pero no los borran real— asente. La PasAnai «leí BiíIi ulMi i ti un h«*«dio «pie pas.ó y «pie no se \uelv«- á reproducir; pero del «pie el lioinliie pnedesacar fruto ti'ayéinlosele á la me- moria por meilio «le un intenso recuerdo. Visante como todo aquí apai«-« e muerto, vacio y estéril; toné tienen «le rafraéitt esas formas extravagantes y a veces grotes-I..VS HORAS SERIAS cas bajo las cuales se produce la piedad deesas in- finitas sectas «pie el espíritu de orgullo propaga perpetuamente en el protestantismo, y que ya lo tienen reducido a 11 •. mundo de átomos sin cohe- sión, que se repelen mutuamente como impulsa- dos por un movimiento fatal? ¿Qué tiene de estrnño «'I inmenso número de es- tas sectas? ¿No lleva en sí todo protestante lo necesario para fundar una doctrina y una Iglesia? ¿No es él mismo su propio papa? ¿No se le ha atribuido a él la infalibilidad cpie se ha negado a la Iglesia, enseñándole que el Espíritu santo le asiste y le dirige en la interpretación del testo de la Es— critura. y que no puede engañarse sobre el verda- dero sentido de las paltfefM

c contiene? No es posible considerar sin profundo dolor la desastrosa inlluencia «pie ha ejercido el protestan- tismo sobre la historia y sobre la sociedad; al ver que lia hecho retroceder la historia a los tiempos del paganismo, cuya tiránica é impía política lia renovado, y que ha hecho casi imposible la socie- dad, alterando su principio, y rompiendo el víncu- lo que unía sus partes entre sí. V en elido, ¿cómo seria posible construir un estado fuerte y vi- goroso sin un pensamiento común que dirija a to- dos sus miembros, y sin un amor común que baga tender todas sus acciones it un solo fin? V ahora bien, ¿liábanse por ventura este pensamiento co- mún y este común amor como no sea en la fé y en la caridad? Pespucs ele haber destruido la socie- dad religiosa que es por su naturaleza la liase, el tipo y el principio tic todas las demás. ¿se pue- de todav ia pensar sériamentc en construir con so- lide/ un estado? \«> reconocéis, oh jóvenes! los efectos del pro- testantismo en esa incredulidad de que están tra- bajadas en el dia todas las condiciones de la vida, y .pie hace inciertas todas las relaciones? l>e todas panes ha dcsaparei ido la fé; ven electo, ¿cómo se ha de creer en el hombre, cuando ya no se quiere cree» cu Oíos ni en la Iglesia, y si solamente cu si propio, la conlianza ha al I "■ todas las almas: una dcsconlianza universal tiene á todos los hom- bres en perpetuo desasosiego. El hijo no < i i e \ a en su padre* ni el hermano en su hermano, ni el marido en su muger, ni el amigo en su amigo:- los pueblos no creen ya en los re\es. ni los revo- en los pueblos. MI egoísmo devora la sociedad \ amenaza aniquilarla hasta sus ciaiientos nadie ama mas que su persona, su bienestar, y lo que puede proporcionársele ó aumentarle. Ea sed insaciable del oro abrasa todas las almas y deseca hasta la fuente «le los mas nobles sentimientos y de los mas puros afectos: hé a<|ul adonde nos ha Iranio el pro- testantismo aplicado a la historia y á la sociedad! Se ha empezado por protestar contra la Iglesia; hoy se protesta contra todo, escepto contra uno mismo. Se ha empezado por derribar la sociedad religiosa; hoy el hacha invade ya la sociedad de la familia, cuya coustitucion se trata de destruir por medio del divorcio ó de tina comunidad «pie asimi- laría al hombro con el bruto. Si volvéis la vista á la doctrina de la Iglesia ca- tólica, en vez del vacio y de la muerte «pie hacen del protestantismo «-orno un vasto desierto inhabi- table para la inteligencia y para el corazón, halla- reis una admirable plenitud de sentido y de vida, y una hilacion tan perfecta que no se desmiente un solo instante. El carácter esencial del protestan- tismo es la ausencia de Cristo:--para los protes- tantes, Cristo no ha resucitado; desde «pie murió yace en su sepultura, y se acuerdan de él como de una persona querida. Estíi ausente de los sacra- mentos y de los templos, ausente de la Iglesia, cuya infalibilidad han negado; ausente del corazón del hombre en las operaciones de la gracia, pues que los méritos de Cristo le son aplicados por de fuera ylc env uelven como un sudario. El carácter distintivo «le la doctrina cat«'>lica, por el contrario, es la presencia real «l<- Cristo, t Cristo está «-n realidad pr«rseiile en nuestros t«-m- plos por medio de la Eucaristía, en la Iglesia por la asistencia perpetua da su espíritu, en la volun- tad humana por su gracia, «pie es como un princi- pio da su sustancia, yque se derrama en nuestros corazones. Está presentí- en los santos, que son bis mas nobles miembros «le su ciierpo místico; «•stá preeeate en la naturaleza misma por las ben- diciones de la Iglesia «pu> la puriticaa y la hacen instrumento y como vehículo de la gracia. i'ara nosotros. Cristo ha resucitatlo \er«la«l«'ram«'iite; está vivo en medio de nosotros: lo tenemos todo entero. Timemos su cuerpo y su espíritu; su cuerpo sobre el altar, su espíritu en su doctrina, al paso «pie los protíístantes no tienen de id masque una imagen confusa v O»recuerdo estéril. I>E UN JOVEN. XVI El tr.-.bajo. El trabajo es necesario al hombre para que su cuerpo viva; es acaso todavía mas necesario A su alma para que no perezca de inanición y ile miseria; pero nunca es mas necesario para el uno y para la otra «pie en la edad en «pie por medio «l«; <'d se pue- den adquirir las fuerzas y los tesoros «pie en lo su- cesivo no habrá ya mas «pie conservar y aumen- tar. En la juventud, el trabajo crea y produce; en la c«la«l madura, desarrolla lo que antes ha pro- ducido; pero «rs inútil a los que nada han ailipiirido en una edad mas tierna, «lid misino modo que los ardieiiu-s « alores jes pasar sin provecho para tí un tiempo cuya pér«li«la es irreparable, Si no quieres hallarte vacio cuantío tengas que I fililí car á los «lemas lo que hayas adipiíriilo, llena aho- ra tu inteligencia y tu corazón, abriéndolos A los fecundos manantiales «pie brotan pcrpétuaiiienle «le la verdad y del bien. El trabajo del cuerpo fortifica y da soltura á los miembros; «d trabajo del espíritu eleva la inteli- gencia y corrobora la voluntad. I.a ociosidad rinde el cuerpo mas tal vez «pie un trabajo inmo- derado, enerva el alma, roba al carácter su vigor, á la mente su penetración, y al corazón su pri- mitiva frescura: dá al cuerpo y al alma una vejez prematura, y los reduce á una completa itnpo- lencia. Poro v\ liomhre, eminentemente activo p«>r naturaleza, no puede permanecer mucho tiem- po «leso«-upado. y la oeinsúiad s«! «lifercucia del trabajo en que el hombre ocioso se ocupa en co- sas frivolas é inútiles, al paso «pie el hombre la- bi>r¡os«> se ocupa séria v utilmente. Hay en la socie«lad una multitud de fruslerías y «le miserias en «jue s«> «,-«d>a con lastimoso ahinco la inteligen- cia «le los hombres ociosos y «pte sirven «le pasto íi su corazón; su alma se llena fácilmente con aquel alimento lijero y sin consistencia, porque es estre- cha, y no puedo á causa de esto contener inas qae poca cosa, y muchas veces dan mas importancia a esas peqnefleees «pie los hombres inteligentes fe las cosas grandes y principales «pie los ocupan: son com«> niños que nunca se desarrollan, y qu«- cada dia necesitan un nuevo juguete que los divierta. Divertirse «'s para «dios MajMtM y trabajar. Si la ociosidad enseña muchos vicios, el trabajo enhena, por el contrario, muchas virtudes. En primer lugar hace al hombre sufrido, constante y formal; inspira In unción * las «-osas buenas y úti- les, eleva el alma sobre las vanidades de lo vida y «la un objeto á su actividad; reprime el «losen— fren«> «le la imaginación, encadenándola á pensa- inientos graves y nobles; previene ó refrena los descarríos «lid corazón, tea i ¿átatele siempre enrer- ra«lo en un «-írculo «le a«:cion determinado; aclara la vista «leí espíritu, aguza los lilos tl«; la voluntad, forzándola á una acción continua; aleja del mun- do y hace menos necesarios sus vanos placeres y su humillante yugo; preserva de la corrupción, y « ierra id corazón «leí hombre á aquellos pnces, que lo ajan y lo degradan. Gran fortuna es no tener tiempo para obrar mal. y nada hay tan precioso para unjt'iven como un trabajo seguiilo. que le ro- ba de tal suerte todos sus instantes, que no l«; que- da ninguno para buscar l«>s groseros placeres de los sentidos. No hay vicio que no enseña la ociosidad. El qu«- no está ocupado piensa en IiaetM- algo malo, y lo hace citándose le presenta la ocasión para ello. La inacción entrega el espíritu al d«?sórden de los pensamientos mas incohi-rentes, y abre el corazón como una plaza publica h los mas culpables deseos. Para distrai'rse del fastidio «pie nunca deja de traer en pos de sí. el hombre va a pedir consuelos y go- ces á lo que no pueile darle mas que penas y re— Hundimientos; conviértese en una carga para sf mismo, y descarga sobre el primer objeto agrada- ble que encuentra el peso «1<* las desazones «pie lo abruman. Rallase indefenso contra los ataques del v icio y contra las seducciones del placen El menor deseo que sopla sobre un corazón debilita- do por la ociosidad basta para vencerle: la menor pasión que le atrae basta para arrastrarle:——sin fuerza contra los hombres y las cosas, acaba inevi- tablemente por ser el esclavo de los unos y «le las otras. | en breve se embota el espíritu, se desco- lora el pensamiento, la i > ; ginacion se enfría, seL \s uoi; vs skui \s ■neroli i ta el corazón, se i'urrva la voluntad y se des- virtúa el carácter: los sentidos se exaltan prodi- giosamente, el hombre intelectual desaparece, y la t i que con mas amargura se quejan «le la torcida dirección en «He se precipitan los sucesos? ¿Hay «pie ir a bus- carlos rn los templos «leí Seimr? ¿Se Jos halla al pie de los altares implorando su misericordia y apartando con sus preces los golpes de su colera? ¿Se It>s halla sohre la brecha, armados de valor y «le p«>rseveraueia defendiendo lf> el odio «pie los persigue; y mientras, los otros trabajan. s«- ponen «le acuerdo y consagran todas sus fuerzas al logro de sus pro- meUM, «-líos, sin curars» re lo pasado «pie se les escapa s d«; los pla- ceres, tlispiTsantlo su villa sin provecho «obre una multitud de fruslerías y de miserias, y perdiendo la alieioii a las cosas útiles é importantes. Asi los «pie nada tienen se «'sfuerzaii por despo- jar a los que poseen, y como estos no liaren nin- gún esfuerzo para conservar lo que es suyo, la so- ch'dad está perpetuamente amenazada «le nuevos trastornos. I.os grandes y los ricos, privados de las virtudes «pie realzan 6 hacen perdonar la gran- «leza y las riquezas, parecen indignos de «'Has; el pueblo se persuade fácilim-nto «le que no tienen derecho para conservar una posición de que no sa- ben sacar partido A que dirigen contra la sociedad en cuyo bonefu-io lea ha sido dada, y de «pie es ha- cer que v uelvan bul cosas al orden, arrancar a l«>s ricos ociosos los bienes que inutilizan ó de «pie abusan, para repartirlos entre los «pie trabajan y los bateen productivos. Seguramente no s«- les ocurriría á los pobres la j idea «le desposeer a los ricos, si estos hiciesen de ' sus riquezas <■! uso que deberían hacer, y si no se considerasen mas que como los limosneros d«? Dios, y los disp«Misa«lores de sus beneficios. Las evoluciones «pie trastornan «r> amenazan á cada ins- tante a la socieílad no serian ni tan numerosas ni tan graves, si los «pie tienen tiempo y m«' «pie temer esas desgra- cias «pie nos consternan cuando las «;sp«»ramos, y «pie nos anonadan cuando las sufrimos. A los jóvenes es. sobre todo, a quienes con viene «•1 trabajo, pues á su edad es cuando «-s mas útil y mas fecundo «mi resulta«los: su ociosidad aliado un obstáculo mas ii los progi-osos «leí bien ecj el porvenir, y ahoga en su g«5rm«'ii las mas dulces y las mas securas esperanzas. Todo s<- remediaría si la juventud inteligente y piadosa comprendiese su poder, y si en vez de descansar en lo presente entre placer«;s, tuviese sin cesar los ojos y los bra- zos estendidos hacia el porvenir que la llama y la atrae, porque las ac«-ionos y la vida de la genera- ción nueva preparan los sucesos que deben venir mas adelante, y <-u el pecho de cada jóveu hay to- cio un inundo «le esperanzas ó «lo desastres. t>E l N .!< >VEN. XVI1. I.os placeres. Kl recreo es útil al hombri-; su espíritu no po- «lria resistir íi una aplicación demasiado sostenida ¡ ni íi un trabajo «l«Miiasia«lo prolongado; es preciso «pie su pensamiento se pare de euaiulo <-n cumulo. para descansar, sobre alguna imásren graciosa «"» sohre algún objeto agradable, sin lo cual no tar«la- j ria en desfallec«>r, rendido por un trabajo inniode- , rallo. Perrj con harta fr«"cuen«-ia «•! hombre, por j efecto «fe una singular ab«-rraei«>u. hace del placer el asunto principal y como la ocupación única de su vida, y no busca en el trabajo mas que una di- versión á la triste uniformidad «le sus «lias. V en efecto! no parece, al ver la vida f pie llevan la ma- yor parte «le los jóvenes, «pie la Pin*ldetacfcn no ha dado ningún obj«>to importante á l«>s deseos y á las esperanzas del hombre, y'que para alcanzar su lin, no tiene «pu- hacer mas «pie gozar d«? lo pre- sente sin mudarse del porvenir? Jfiven. lija, la atencionen nada SM «le tus «lias, V recapa«-.ita siriamente sohre el empleo que has hecho de ellos; verás que has gasta«lo inútilmente la mayor parle del tiempo, y que hay muy pocos instantes cuyo uso pluvias justilicar «le todo punto, no digo ;i los ojos «le la conciencia y de la fe. mas ni aun á los de la razón natural y «leí simple buen juicio, ¿Adonde has i«lo a buscar disi raceiones para tu espíritu y descanso para tu corazón? ¿No te han ocupado los placeres mucho mas santa metí te que el trabajo? ¿N«> has salido «fe los sitios adon- «le ibas a «livertirte mas cansado que cuando acaba- bas de estudiar? ¿No lias hallado mas desazones, mas fatigas y mas angustias en los teatros, en las «•asas de juego ó de placeripie en las bibliotecas O en las iglesias? Y si hiibic'-ramos de enumerar y clasificar las causas de las enfcrmcd.nles «pie han atormentado ó acortado tu vida ¿no r<-sjdtai-ia «pie los placel es de que la has abrumado. han «ton t ribui- doá ese fatal resultado mucho mas «pie! ligeros y va«-¡os. y acaso igualmente culpables y vergonzosos. ¿t¿ué liare* mando asistes en el teatro á alguna plena peligrosa . y «pie no puede tener atractivo mas «pie para aque- lla partí inferior «leí alma que so «'emplace «mi las rcgúiiies ínfimas «le la vida, y no comprende sino l<< , al paso qui- la virtud se pinta con colores que la hacen odiosa ó ridicula. ¿La probitlad. la feli«-i«latl conj igal, la sumisión de los hijos á sus padres, todas las virtudes que garantizan la seguritlad «l«í los estados y el des- canso de las familias, ¿son tan entumios y <>stan tan s«"Vli«lam«Mileostabl«M.-í«las enSJM nosotros «pie se puede sin peligro hacer reirá su cosía á la inuchedunibreV j \ no basta el vilipendio de que se pro«Mira cubrir— la para destruir, en el corazón de l«>s SJUU todavía las estiman, las últimas reliipiias del respeto «pie han «-ensel vado batata «días? I.os ipic mas declaman contra «•! espirita «Je insu- bordinación y de orgullosa indocilidad que hace tan difíciles en el día todas las reJacioues sociales, son muchas veces los qim mas placer reciben en ver representadaseu la escena btsaccioneiqoe icpron— den con inflexible i-igor. O padre llevará á su hijo al teatro para «pie s<- ria allí á costa d<- un pa- «Ire h.ibih lente engallado p«>r su hijo, y para «pie aprenda á sustraerse con la astucia á una vigilan- cia demasiado activa. Kl marido llevara allí a su muger peía que se divierta viiMido representar ba - jo los colorea mas seductores el adulterio y las in- trigas «pie les han preparado. Asi vamos todos, todos sin es«-ep« ion, a reírnos á nuestras propias espensas, de las cosas que mas tememos, y en las «pje nunca «leberiamos pensar sino con mucha seriedad. En unos tiempos en <|uo nadie está contento del puesto qu<» ocupa. <-n que el orgullo y la ambición sacan perpi'iuaiiu-nte «le sus esferas á todos los hombres, y en que los que no pueden alcanzar du- rante su v ida la celebridad que han soñado, pro- curan á lo menos obuuierla por una muerte cstra- ordinaiia, ¿no hay p«>r ventura ningún peligro en apacentar losojos y la imaginación en el espe«-lá- culo de un nattBd4 meramente facticio, en fel «pie todas las cosas aparecen «le distinto modo do como son en realidad, donde <-l amor aparece embalsa-se L \S HORAS SERIAS m.ido con un perfum»- de poesía que no se halla en ¡juegan sobre una enría sn porvenir, su reputación, ninguna parle masque allí, y donde se representa su honor y la felicidad de una familia entera. Nada el suicidio como la acción heroica de un hombro J embota y embrutece tanto la inteligenc ia, nada do- seca y endurece tanto el corazón como la pasión del juego. £>e todas las pasiones, esa es sin contra- dicción la «pie mas ocupa y absorbo todas las fa- cultades del liombi-e. la «pie- croa hábitos mas pro- fundos, necesidades mas imperiosas y empeños mas terribles, Como mantiene aplicadas perpetua- mente al mismo objeto tocias las ideas v todas las esperanzas, produce» Bal aquel a quien domina una especie do enajenación mental y como una conti- nua monomanía. que pretiere dejar voluntariamente la lllllII t no ocuparen ella el puesto que cree tener merecido".' Y esto es cabalmente lo que hace tan peligrosa para los jóvenes y mas aun para las señor¡tas la lectura de esas novelas, cuyo objeto es exaltar «Ies- mesurada mente la scnsibilidatl. torror su rurso. «MrlgKlJole sobre obj«»tos sin realidad, y agotar prematuramente su fuente prodigámlola sin itlWf ■ «lo por cosas «le ningún »alor. í,a literatura os ¡un- tamí'iito causa y ef« cto, principio y muestra de las costumbres y «lo los hábitos de una nación: repro- «lucc romo efectos los bienes 5 los malos deque ell.i « S proilueto. obramlo porreaeeion sobre sus c.iiií:^ para sacar de ellas to«lo lo «pn» «■«niti«,nen. y 110 es (huloso que la liten jra «!<• lo? teatros y do las no- velas entra por muí ..o en el «*sta«lo facticio «lo las rotaciones «pie constitu)«-u la familia ó la sociedad, y en los males de «pie nos quejamos todos l«>s «lias. No se necesitan largos raciocinios para «teinos- traros cuantos p«>ligros pueden ofrec-rros esos bai- les públicos, donde» las Intrigas mas criuiinalos ha- llan un velo propicio «jue las «-ubre, y donde las mismas m ligeros, adjurando la modestia y la timi— «lez naturales a su sexo, pueden, á favor «le los dis- fraces, exbalar sin temor to«la la corrupción que abrigan sus almas. Se^iiramenle que nunca penca- reis siepiiera en justificará vuest ros jiropios ojos esas escandalosas orgias donde bisojos se apac ientan en la vista de l«>s ohj«;tos mas asipierosos, e esos sitios «»s de donde sacan los j«"»\onos mejor criados esos modales ordinarios, esas formas grose- ras. atroces «lolores los breves momentos «le placer qiu» ha- bréis Imseado «mi la satisfacción de VOHestroa ¡rrosc- ros apetito». ¿(}ii'n'-n podría calcular cuanto lian alireviado la vi«la ílel hombro esas enrermedades «pie el libertinage multipiica todos l«»s «lias entre nosotros, y en qué ÍMMM parte» ha contribuido la depra vae-ion s t«»mp«»ramon— tos y de los caracteres «pie es tal «pi«» si el mal I —Hurta teiclavia mucho tiempo. 110 habrá ja hom- bres jóvenes y vigorosos, sino únicamente flacos, niños y viejos débiles, porque el mal <»s tanto mas terrible cuanto 110 s<- limita a aquel á quien casti- ga, antes bien como contamina las fuentes mis- mas «le la vi«la, pasa con ella «leí padre al hijo, de la madre a la hija, infestando de esta suerte gene- Ies, é» una voluntad depravada cuando son ndcpii ridos. Toda la gracia y tod/> el candor que encierra el corazón de un Joven se disipan «»n esos sitios, donde muchas veces litiga al ultimo escalón «l«»I vi- cio antes «le haber pasado por esas fallas en qu<» incurretal vez la fragilidad, y «pie 110 tICIiai en «•! alma la fuonteilol arropentimienlo ni «•! principio del bien. dentemiMiJe formarse en vosotros hábitos «pie mas Peligros no monos numerosos, aunque «le otro j adelante liaran pesar sobre vuestra vida un yugo genero, hallareis en esas epsas «le juego donde resi- 1 intolerable, y que os condenarán á perpetuos com- «leyreina la casualidad, y donde algunos insensatos 1 batesy a remor es «lemasiado estrecha para contener muchas cosas. En efecto, casi siempre la melancolía tiene su origen en el orgullo, y esto es acaso lo mas evidente «pie hay en la naturaleza «le ese mal, en todo lo «lomas tan oscuro ó iiule- finihlc Tollos los «pie 1«» padecen se «picjan de que no tos comprentlon. lo que es un medio mas diestro y mas modesto de dar á entender que son demasiado superiores a la multitud para «pie es- ta los comprenda, y «pie» uven aislaelos porque tienen la desgracia de estar colocados en demasia- da altura. Ouisieran «pie l«>s otros los juzgasen talí»s cuales se juzgan ellos a si mismos, y meter tanto ruido en el mundo como meten en su propio corazón. La tristeza que procede «1«»1 orgullo sopara «le tos hombres é indispone contra ellos. El «pie está ai aculo «le «-sta i lili l aat dad. 110 ana ai de perthmar á los deinas el poco caso que hacen de «SI, y para vengarse de ellos los toma en odio ó en lastima, v desahoga así su orgullo humillado ó su vanidad ajada. V cualquier parte adonde uno vuelva los ojos «•ii el «ha. está seguro «le encontrar algunos arro- gantes insensatos «pie, exagerándose su mérito y sus fuerzas, aspiran á cosas demasiado altas, y lle- van demasiado lejos sus deseos o sus esperanzas. Ileframlados «Ln sus ambiciosos proyectos, y 110 pudiendo conseguir ocupara los «lemas «:on la fama «le sus h«»ch«>s. prolioron acusar a la so«-i«»dad da in- justicia a convenir en q" se han engaflado: por t«>rl«i pasiii.ii antes «jue por r.reertpiesc lian hecho ilu- sión oslimáiuloso 011 mas «le lo «pie valen en efecto. A voces la melancolía provu-no «lo esos «lesen- gaflns prematuros «pie muchas veces inician a un jtivon en los misterios mas tlolorosos de la vida antes «le «pie la experiencia haya fortificado su ra- ráot«»r y corroborado su juicio. Al que en su ju- ventufl se ha visto vilmente abamlonado por un amigo débil é inconstante, ó ILBaffÚVu mas vilmen- te aun por un hombre falso y «lisiinuta«lo, suele serlo muy dilicil á vec-e»s reponerse del abatimiento « n «pie neci sariaiuente «lehen suinegir su alma tan crueles desengaños. Aplicando a, los otros hom- bres á «piienos no conoce ta m«'«li«la que está pro— ois.ulo á aplicar á los «pie le han engañado, confun- dí? á la sociedad cillera en una aversión común. Su juicio sobre los hombres se forma bajo la im- prosiou «pie lia proilucido en él la injusticia de «pie ha sido victima, y para no volver a ser engañado, cree que ya mo lo «piedaotro medio que una descon- fianza universal délos hombres 6 un soberano des- precio hacia ellos. Muchas veces la inelacancoHa no es mas que una forma mas disimulada «leí remordí miento. Es difícil que la alegría ilumine uu alma oscurecida por el peca«l«i, y la tristeza «pie este deja en el co- razón no es entonces mas «pie la sensación del va- cío que ha ocasionado en él. No es ni el arrepen- timiento ;luntad, un desaliento «leí coraron «pie no sabe á «londe volverse para hallar el des- canso, y «pie no 1«- halla por«pie está rodeado da ti- nieblas; é» bien acaso la duda, poniendo a la mente en la incertielumbre sobre lo «pie mas te importa conocer, «leposita en ella un gérmen d«» tristeza38 LAS HOR-VS SKRIAS que el tiempo no haro nías que madurar. No hay manantial mas rico «lo* alearla «pie la ('• • porque establece el alma en ese sosiego y esa seguridad qtit?*fln las dos primeras condiciones de la felici- dad; por el contrario, no liay principio mas fecun- do de tristeza que la duda ó la incredulidad. Por- que en efecto ¿cómo lia de poder reposar el cora- zón en la alearía cuando <-st."i condenado ñ una perpetua fluctuación y á incesantes perplejidades" La duda es el origen do esa profunda tristeza que tiene abatidas y consternadas tantas inteligen- cias, que debilita y enerva las voluntados, que aja y deseca los corazones, y que apenas deja cabida en el alma para osas breves y lijeras alegrías que no hacen mas que cruzar por ella rápidamente co- mo si temiesen li jarse allí. Desde el momento en que la fe es ahuyentada del corazón, se lleva con- sigo (odas las esperanzas que aun podrían regoci- jarla y consolarla, y no deja en él mas que los tor- mén los de la duda y las angustias de la iuoorti- dumbre. El hundiré que no ereo «leja pronto de amar, porque el amor reposa sobre la fé como la flor sobre su tallo. La luz que Dios halda depo- sitado en su corazón, para que con ella iluminase y diese calor á los otros, no hallando salida para exhalarse y comunicarse, se concentra y se vuelve contra A. No es ya una luz benéfica que brilla y calienta, sino un fuego que consume y devora. El amor, que no vive y no se conserva sino difun- diéndose, se corrompe estancándose en lasprofun- didades del alma, y se convierte en egoísmo. En su espantosa soledad el corazón se mancilla y se aho- ga en cieno modo, ¡dirasándose á sí mismo en los arrebatos de un desenfrenado amor propio. Desde que la fé se ha retirado del corazón de la mayor parle de los hombres, la v ida parece haber perdido lodo loquepodia derramar sobre ella al- gún halago, «i alguna dulzura: las relaciones se han hecho menos Intimas, bis afectos menos pro- fundos. Liia invencible desconfianza so ha apode— I rado de todas las almas:--¿cómo, en efecto, se ha de creer en los hombres cuando no so croe en Dios? ¿De qué valor puedo ser la palabra humana cuan- do la palabra d¡\ina no es á nuestros ojos ni una autoridad ui un freno? ¿Qué garantía pueden fiar- nos las promesas y los empeños do aquellos con «julones vivimos, cuando su conciencia no está ||— fiada á Dios por los vínculos del deber y déla reli— I gíon? ,.'»>ué tienen de estrado las discusiones que ' dividen h las familias, la instabilidad de los afectos mas sagrados, la poca seguridad de las relaciones mas naturales, las discordias que amenazan perpé- tuamente e¿ sosiego de la sociedad, cuando se piensa que Dios está ausente «leí espíritu y del COmojl de los hombres? Ea fé es o) principio del amor. E.s preciso creer en la persona á «piien s«> ama, y des«le el momen- to en que no se cree en los hombres, se «h'ja de amarlos:-así vemos qu«* la iiieredulitJad ha «lose cado totlos los corazones y entibiado todas las al- mas: como catla cual no cree mas «pie- en sí mis- ino, rada cual se ama á si mismo esclusivainent*-. To«los los pensamientos, ttiílos los líeseos y todas las esperanzas se concentran únicamente en el bie- nestar y en los goces materiales de la villa. El «li— ñero es cada dia mas «dijeto de toda la aeti\ida«l humana: su movilidad es cabalmente lo que le ha- ce mas precioso y mas deseable. Eo mas común es desíleílarse «le asentar cada cual su caudal so- bre la tierra, ó «le aumentarle con sacrilicios cuyos restiltatlos solo el porvenir puedo v«»r, porque lo que se quiere es mas bien gozar «iel tiempo pr«\sen- te que asegurar «'I \eni en su ««goisino i onio «-n una fortaleza, «"s imposible que haya unión ni confianza entre bis hombres. De «lia ata «lia va siontlo mas imposible la sockslrol. pues ésta no es mas «|ue el movimiento «!«■ los co- razones atraídos mutuamente unos hacia otros, y su unión en un mismo pensamiento y en un amor común. Una indefinible desazón trabaja las inteligencias: casi nadie Gata <"> «juiero estar en su puesto; el orgu- llo, la ambición y la vani«la«l sacan pcrpéi llámente de su esfera á la mayor parle de los hombres, la vi- da se pasa en esfuerzos fatigosos y superfinos, y el «|u«; es bastante feliz para conseguir el objeto ib- sus esperanzas, rara voz lo es bastante para conservar mucho tiempo lo «pie una \ez ha adquirido. Ape- nas ha ■cejada á la cima «le la grandeza i1» «le la opulencia, euaatdo un «-aprieho «le la suerte lo der- riba, y después de haber subido mas arriba de lo que debía solicitar, baja mas «!«■ lo «pie «lebia te- mer, balUuadeee así superior 6 inferior á su posi- ción natural, y no pudiendo A canea de esto disfru- tar «leí descanso ó «le la felicidad a «iue aspiraba. Ese continuo desbarajuste es también por su parle DE EN JOVEN. un fecumlo manantial de Melena y «lo continuo es- cozor, por<|iic todo, en el estado actual «le las co- sas, parece que conspira contra el hombro, y le condena á vanos esfuerzos y á un inútil afán. El contento esta en la serenidad de una buena con- ciencia, y el que la busca «:n otra parte solo halla- ra mentira y acerbos «fi-sengaítos. XIX. «La lilx-i-la«L El hombr«' es libre por mas que para el bien, pero para el mal no puedo nunca ser mas • pie una concesión «> una lolei amia, porque el mal no puede tenor el derecho «lo protluoirse como el bien; pero su«:e«le algunas veces que en el interés del bien y de la verdad se «leja al mal ó ii la menti- ra «U'splogar su ai eiou, porque si so quisiese com- primirla ó rcKMierla, arrastraría consigo his obs- táculos que se le opusieran, y baria re«lun mas terribles, cuan- to por mas tiempo ha petado refrenada su cari-e- ra. La libertad es la facultad r«Ia«lcros esclavos son aquellos cuya voluntad obcecada por algún erroró subyugada por alguna pasión, no puede volterse sino con trabajo hacia el bien que le propone Dios. Los ver«la«leros obstáculos para la libertad residen en nosotros misinos; nuestras trabas son nuestros errores, y nuestros vicios son nuestras cadenas: jamás ninguna ley humana podrá hacer qne un hombre que es esclavo «lojsus pasiones sea vertía— deramente libr<;. En «d dia estas verdades están poco generaliza- das. En v«-z do <-sa libertad positiva, clara, cuyos «dijeto <*s seguro, cuy«»s caminos oslan patentes, so ha imaginado una libertad abstracta en su noción, oscura en su principio, vaga en sus formas, inde- terminada en su objeto, y tan Hoiieral en su deno- minación, que no s«- sabe a qué aplicarla, y «|ue su espresa con uu nombro que se presta ii cuantas sig- nificaciones so le «piieran dar. Antiguamente ese nombre nunca so hallaba solo; siempre iba acom- pañado «le otra palabra «pie espresaba juntamente su naturaleza, su forjiwi y su obji'to, y que le sacaba «le la vaguedad para «larlo un sentido positivo y determinado. En el dia, arrancado violentamente en ci«;rto modo de las oirás voces de la lengua, no es ya en su aislamiento mas que un vano Idolo mullo, una especie d«^ gí-roglifii-o que nadie coin— premie y que nada di< «>, porque dice demasiado, y cuyo sentitio es tan móvil é indeciso «pie nadie le puede determinar. Engaitados por la siguifjcracion demasiado general do esa palabra, muchos se han persuadido á «jue la liberlatl consiste en el tlcro- cbo de decir y hacer cuanto se- les antoja: no hau comprendido que semejante liln*i ia del hombre, con la que consiste en la exención «lo ciertes trabas esteriíj— res qne entorpecen 6 retardan nuestras acciones. La primera es moral, y nunca puede s«»r mas «piH una simple facultad; la segunda es política ó so- cial, y constituye un verdadero poder y un dere- cho real «le un individuo <"> «le una cías»; con res— peeto á la saciedad entera. La primera es inhe- rente á la naturaleza humana, igual en todos los hombres; empieza con el ilesarrollo de la voluntad, y no acaba sino en el momento en que cesa «■! tiom-LAS HORAS SERIAS 4o po |iara nosotros. La segunda es histórica; so ad- quiere por la lucha, se conserva y so desarrolla con la energía y la vigilancia, y se pierde por la negligencia,, la corrupción ó la cobardía. Forma parte de la historia de una nación, de su vida y de su gloria; tiene su líase en lo pasado, y aumenta perpetuamente a medida que nuevos siglos se agregan á los siglos trascurridos. Para cada libertad hay una época a que no pue- de aquella posponerse ni adelantarse sin peligro para una nación; porque para que sea útil es pre- ciso que tenga sus raices en la constitución moral del pueblo que debe hacer feliz, y que? «.'.st«'- en ar- monía con sus leyes y sus costumbres. Debe ser juntamente efecto y causa, obrando por reacción sobre su principio, y dejándose itiodilicar por sus resultados. Si llega autos de tiempo, es un obsta- culo y una traba para un pueblo, que no la com- prende, no la "estima en su justo valor, no da im- j portancia alguna a su adquisición, y se la «leja j arrebatar al menor esfuerzo que hacen para des- I truirla. Si viene demasiado tarde, no halla mas | que corazones cansados de un largo esperar y de— | salomados por una tenaz, resistencia, y con harta frecuencia no produce ninguno de los resultados de que debia sor causa. Igualmente culpados son los que quieren dar a tiu pueblo mas libertad de la que puede soportar, ó le rehusan aquella para que esta ya maduro: unos y otros provocan igualmente por medios opuestos esas revoluciones que trastor- nan el mundo y retardan la obra de la Provi- dencia. La libertad no es nn objeto apetecible por sí mismo, sino un medio cuya bondad 6 perfección consiste en el valor del liu a que debe conducir: solo aquellos que quieren servirse de ella para hacer el bien, tienen el derecho de desearla 6 de pedirla. Aquellos por el contrario, que quieren convertirla en un medio de jneilro para si mismos y de opresión para los domas, no tienen derecho ile reclamarla, ni el «le quejarse cuando se les nie- ga; y los mayores enemigos de la libertad son siem- pre aquellos que exageran su valor y sus beneficios, y que la presentan como el objeto de todos los es- fuerzos «le una nación, y como el término «le llegar i ser tan funesta como lo seria un arma confiad,-) en manos de un homicida 6 «le un lo«-o. La libertad es en efecto un arma coa la que los pueblos deben destruir los obstáculos que s«; oponen al logro «leí bien. y abrír— se un camino hacia el término «pie Dios ha puesto «leíante de ellos; y para que l«-s sea útil, <-s preciso I mal y del error; la pi«len mas bien como un deber que como un «lerecho. menos para ellos que páralos demás y para el bien <1«? la socioflail; solicítanla menos como |ioderquc como sacrili«:io, menos como cosa «pío lisonjea su orgu- llo «pie como un estímulo al bien y una provoca- ción a la virtud. Mientras los otros piden la li- bertad «le ser mas, ellos pidi-n la libertad de ser menos: los primeros «piieren subir y hacerse gran- «les para dominar a los otros; los segundos «piieren bajar y hacerse po«pi<»fios para servir a sus herma- nos. A laxista tenéis esas dos clases «le hombres; abrid los ojos y al punto las distinguiréis. Veréis hombres que pillen la libertad pura sí co- mo un privilegio 6 como á la juventud: pero mi rarian como la mayor «lelas «Ies- gracias que se hiciese «-stensiva esa lilx^rtad í» los ministr«>s de la religión cuyo celo y piedad ti men. Piios nuestras iiee«-si«la«l«-s y le poilimos sus mercedes. Parece, al oírlos, que el hombre nec«-sita acudir en ayuda «lo la inlelig«>ncia «le Dios, y nio conci- liar con la idea «pie se han formado «lo la oración la reeoniendaeion que muchas veces nos ha hecho el mismo Jesu-Crislo «le orar sin cesar, porque no |»lldimii«-u de oírse á sí propios en la oración «pi<: de hacer comprender a Dio* los «lóseos de su corazón , y que la oración no es para ellos con harta frecuencia mas i|uo una es- pecie d«> afeito «leí alma, cuya presunción se com- l'lace «-n la abundancia y el atavío «le las palabras, y «pie se mira con amor en sus propios p«.-nsanii« ii- Kis como en un «.-spejo. I.a recouwiidacion de orar continuamente me par«?ce deinasia«lo esplícita y clara para que potla- moa limitarla y restriñirla interpretándola eu otro | 6 sentido que el natural «le las palabras que la espre- san. La oración continua nada tiene de imposi- ble ni aun de «lilicil; lodo se retinen a enteiiderse bien acerca datan naturaleza. La oración es jus- tamente una elevación y una dirección «leí espíri- tu y del corazón há«-ia Dios; s«; cnnipone «le «los ino \ imientos, de los cuales el uno sica al alma <1e las regiones inferiores, y el otro la exalta hacia su Verdadero objeto, que es Dios. Por consiguiente, siempre que nuestro pensamien- to, nuestra rotnntnd n nneetra acción sube hacia Dios o reposa «>n «-1, ||>1 I BSQl'ui ■< ilHJ. I.a hacemos cuando pensamos «-n los niodios «le glorili«-ar a Dios por nuestra vida, 6 cuando meditamos piadosamente sobre las grandes ver- dades «¡el «-i istiauismo; la hacemos cuando unos- Ira voluntad se arma «lo valerosas resoluciones pa- ra hacer el bien ó evitar el mal; la hacemos cuan- do obramos en Dios y por él; y cuando nuestra ac- cieii. en virtud de la Intención «me la produce O la dirige, va como por si misma A hallar el objeto qne nos hemos propuesto antes de «-mpozarla. De estas tres formas, o mas bien, déoslos tres grados de la oración, el último «>s el mas perfecto, pues que es el complemento y el lin «le los otros dos, «pie serian infructuosos para nosotros si no nos impulsasen a la acción. Nohay un solo instante de nuestra vida en que no «rstomos ocupados en pensar, en «pjorer ó en obrar:—ahora bi«;ii. ya pensamos, ya queramos ó ya obremos, debemos tender hacia Dios, como hácia el obj«-to supremo de nuestra villa. < >bsér- v«-so con este motivo «pie nuestros actos tienen « a- si siempre un doble fin; —uno inmediato, y hacia el cual tienden como instintivamente, y otro co- locado mas arriba, hácia el cual pueden subir, pero debajo «leí cual pueden también quedarse, deteniéndose «oclusivamente en el primero. El íiu inmediato eopresponde a la naturaleza anima] «leí hombre; el lin superior corresponde a su natu- raleza espiritual: el primero nos es común con el bruto, el segundo nos distingue d«í él. Cuando comemos «> bohemos, nos llovamos por objeto sa- Dafaoer una necesidad «le nneetra naturaleza: cuan- do el animal come ó bebe, se propone el mismo obj«;to «pie nosotros, pero lo que no> distingue de él <ís «pie la necesidad 1bjet«> «leí acto animal esta en él acto mismo; <-l objeto «l«-l acto btimano está fuera di- el. El primer acto «-s simpb-: <-n la obra humana lia) dos momentos uno en «pto el hombre se propone el acto, y otro <-n «pie se reposa en el objeto á qu<- le ha llevado su voluntad, d«- donde podemos concluir «piolo «pie constituyo la «lif<-r«-ii- cia entro el hombro y el animal es la oración, 6 la elevación «1<-I espirita ó <1<-I corazón bacía Dios »-n las ¡iccioncs. VA animal vive, el hombre li.iccor.1- eion. y si ñola hace, renuncia a la mas noble pr«>- rogativa «le su naturaleza. Si alguno infiriese «le mis palabras que repi ue- bo «'> si«|uiera que conceptfio inútil la oración oral, se engañaría de medio a me«li«> sobre el sentido la mano «pie lo ha lanzado, podría muy bien creer «pie corre en virtutl de un movi- miento que le es propio, siendo asi que lo «pi«r n v<-r«la«l que hay «-n el móvil co- mo una cierta docilidad «pie lo liacc recibir con obedi«-ncia la fuerza que so l<- comunica. Véase el rolo «pie nos distribuyo «-I IÍI1I|M> señalando las horas; le llamos cnerda por la mañana, y una vez puesto «-n movimiento el ninelle «pie le hace andar, seguirá .-imbuido hasta «pie haya consumido la su- ma de nioviniientos para la HW se ha calculado el muelle. l.o mismo sucede con la oración; estaos Un 11 oriniento «le ascención hacia Oíos, «jue es preciso activar muchas veces, porque el corazón que lleva ó arrastra consigo se entibia pronto ó se para fácilmente. Cuando la pasión le empuja, puede correr mucho mas tiempo sin necesulad de ! «pie lo oscilen, porque favorece sus niovimientos el de«-liv«> «leí camino por el cual se desliza. Bajar es siempre mas fácil; pero «-I subir cuesta esfuerzos tanto mas iuduos cuanto mas escarpada es la subi- da. Ka oración es como un roló al que damos cuer- da de vez <-n cuando hasta que se a «aba la virtud de su muelle. Hay, poee, en la oración un primer movimiento «pie «1« cuerda al rnttVy hace amlar al iiiiu-lh-, y mo- vimientos sul)sigui«-nles «pie no son mas «pie la con- tinuación del primero,—-A en otros términos, hay una oración actual y una ora«-ion habitual. Ka primera es la causa y el motor «le la s«>gunda cjin-, sin <-l frecuente aguijoneo de a«pi«-lla. pronto se pararla como un roló á (píese ha olviiiado «lar cuer- da. I.a «>racion actual debe ser tanto mas frecuen- te cuanto la intención, ose muelle do la volun- tad humana «pie ha puesto en movimiento, s«.- can- sa mas pronto. Muchas causas pueden contribuir á cansarla: cuanto mas dura y rápida es la cuesta «pie tenemos «pie suhir. mas nuestra voluntad esta e.ipuesla a es«>s tl<-s'all«-«-iinionlos de «pie no puede verso Blm sino en tanto «pie la oraci«>n actual vie- ne a «lacle una nueva vida: de modo que, para pres- cribir a cada uno el tiempo qu«- «!<-I>e consagrar a esta csp«-cio d«- oración, os iiienestertoiiiar en cuen- ta I» pereza «le su voluntad, la naturaleza de su carácter, sus hábitos, su posición, <-l mi mero y la importancia de sus deberes, yon lin la cantidad v la fuer/.a «lo los obstáculos que «lelx» encontrar. X\I El I'adr-e nuestro. Si se me pregunta «niales deben serlas calidades de la oración actual, responden con arreglo á las palabras del mismo ,le«u-Cristo, «pie «lehe ser bre- ve, sencilla, é liija de la mas pura confianza. Bre- ve, p«>r«pi«- sin esta «-ircunstancia nos alojaría «le la acción, en voz di si mpi flsrlos I.a erantes! es el medio. p«-ro no ti Un «!«■ la piedad; si la prolon- gamos escesivamente. c«-sa «lo ser un medio y niii- «ia «lo naturaleza. Debe set sencilla, porque no debemoS) procurar DK UN JOVKN en la oraciou oir nuestros propios pensamientos y complacernos en nosotros misinos, sino agradar á l>i«>s atrayendo sobre nosotros su espíritu. Debí- sor hija «le la mas pura confianza. Nada honra mas á Dios qu«- la confianza «pie le- niMiios en él, pues «pie os juntamente una confesión de nuestra impotencia y un testimonio del poderte soberano y «le la inliuita bondaíl de Dios. Tener confianza en Dios es desesperar «lo nosotros mis— • nos y «-olíamos, en nuestro desamparo, cu los brazos de su misericor«lia; es proclamar sin rebo- zo «pie no podemos ser buenos sin él. y «pie en él solo residen la fuerza «pie salva y la gracia «pie san- tifica. De todas las oraciones, ninguna conozco que reúna estas calidatles en tan alto gratlo como el Pa«lr«- nuestro. Kn su a«lmirablt- br«-v«?«lad reúne nulas las peticiones «pie podemos dirigí r á Dios: ra- il.! una de estas peticiones es una oración comple- ta que encierra un abismo - 'clámente con— tenida en las palabras, que no ali .rbc la atención con una vana re«luii«lancia. Respira ademas la mas tierna confianza, y las palabras con que ero— pieza las exhala con inefable dulzura. l'adce nue<- f>-{>4 en i-stas «los palabras se encierran lodos los misterios «i«> la caridad cristiana: /'adre: hé a«jul el amor á Dios; tiucstro: hé a«pif el amor al próji- mo. Esta oraciou, pidiéndoselo toilo á Dios, es una completa protesta «le nuestra impotencia, por- que lo pedimos todo convencidos de que por noso- tros nada poseemos. j.bjven.' repetid sin cesar esta oración y yo Os ■segure qna después «le naboría repetido mil ve— cea, la hallareis mas hermosa y mas admirable que la primera. Siempre os ensenara cosas nuevas; < oiiUnuamonte tlescubrírá en ella vuestro corazón ■ nuevos tesoros, y á medida que vayáis ahondan- do esa inagotable mina, os admirareis «le ir descu— j briendo nuevos diamautes qut- hasta entouces no I habíais visto, llezatl y obrad; rezad para obrar, y no obréis sin babor rezado. Vpoyatl vuestra ac- ción, como una Hecha, en el arco de la oración; | apuntad bieu al cielo, y cuando vuestro ojo esté ! bien seguro del blanco, «lisparad el tiro, seguro <;<» de lo bollo, bajo cualquier forma en que s«? produzca, cualesquiera «pie sean los sentidos por donde pene- tre en vuestro corazón, sean para vosotros como una plegaría y una aspiración hacia Dios. Admi- rad en lo bello «pie ven vuestros ojos^ó que oyeu vuestros oídos osa hermosura, ese ór«ieu y esa ar- monía cuyo principio es Dios. Dejad á v ucstra alma apagar su setl eu ese manantial, yr«;staurar en él sus fuerzas agoladas, á fin di- tpie puetla lue- go conv ertirse con mas coló hacia las cosas sérias «le la vida, y llenar «-ou nu vigor los austeros «le- I Iieres que esta nos impone. Acostumbraos á gozar de Dios en las criaturas, y no descanséis, como ! unos idólatras, en el culto yol amor d«- lo que no es mas «pie un reflejo «le Dios. Cuidad de «pie el rayo de luz no distraiga vuestra mirada del foco «le donde emanan, antes por el contrario atráigala tafe- óte él con aquella suave fuerza é irresistible «pie ejerce lo bollo sobre las almas que lo contemplan. XXII. I-"o los sncra.ikieiit.os. Sí la oración es el medio de la gracia y «-i canal por donde so derrama en nu«>stras almas, los sacra. ! mentos son la fuente de aquella. Sin «luda habréis I visto mas de una ve/, eu esos cuadros donde los ¡ artistas cristianos «1,[ V- Ml <-n i i mimo un cáliz abierto «lobajo de las lla- gas del Si'flor para recibir <-n «'-I ta «angre; pues ose csM-z «>s la imapon «lo los sncruincnlns, y sobre tn s«> nos pegan do nuestro comercio habitual cou el mundo. Tene- mos en alimeuto y nu.i bebida que puotl«*ii ü cada instante restaurar nuestras fuerzas «pie las fatigas, los a falles y el sispero trabajo «lela vi«la consmncii sin cesar. I\se bailóos el sacramento de la peni- tcneia; ese alinien lo es la Einsiristlsi. No sé como esplicar «pie teniendo a nuestra «lis— posición esas «losfueutes «le gracia tan abundantes, recurramos a ollas con tau poca frecuencia. I tu los primeros siglos, muchos cristianos comulgaban todos l«>s dias. y bien I !■! IIIW IItil nos manilir sti la Iglesia el «leseo «pit; tien«> «le ver a sus hijos arer- ene ."> menudos! lamosa santa, pues los escita en el «toncilio de Ti ("nli) á comulgar siempi■«■ que o\«'ii misa. Si nos manda ]bajo las penas mas gra\«*s cpie lo llagamos una vez cada auo por Pascua.no cpiiorc con este precepto «laníos fe cnliMider «fue r«- todo en \ ucslrsi edad coiis<-rvar sin ella la vida pura o intacta <-ii medio «!<• esa corra)*— I cion «le «/uo está lleno el mundo, que no croo ha- ber iiic-iiost<-r esgracia«lam«-nte el protestantismo, onirarní- i záudose ooiilrsi el misterio de la l-jiicsiristf i. ha 011- j tibiado lastimosamente s mé- rit«>s tl<- Cristo, rebajase la Ku«-arisita hasta no ft r en olla mas «pie una (¡gura de su ou«-rp«! y de su sangre. El jansenismo, eso reflejo tío los errores do Csilviiiu, desgarra aun mas la llaga «pie abrió aquel: dejando subsistir la letra «|o los dogmas «pnr el protestantismo había iiogatbj, atacó su espíritu. v s«- afanó por anular sus consecuencias prá«-ii«as. r«'ios lo hubiese institui- do parsi hombres frágiles > propensos al pecado. Kste error ha e«-ha«lo profuudsis i-ai«-os. mer«-od ! ;'i la fuiiostsi habilidad con «pie lo lian propagado sus i sofísticos partidarios. J>e él proviene essi es«-osi- I vsi II IW id Mique «lesaliontsi al pecador, y I» priva | de las gra«-isis y de la fuerza que dan los sa«rameii- j tos, en <-l momento en que son mas necesarias. porque su uiliinlad es mas endeble y mas frágil. | I.si Kucaristfa no es. como el ci«-lo, una recompen- | sa psira los méritos :id«pi¡ridos. sino un medio de adquirirlos: no os el lin. sino el medio «pie conduce i á «'-I. No da l.-i g loria. sitióla gracia; no ha sido j instituida para los ángeles, sino parsi los hombres. .-Como el pan. cuvsi apariencia conserva. la Kuca- 1 ristia debo sitcI siliniciUo cotidiano «le nuestras I>K UN JOVEN. 45 almas: conviene a toilsvs los estados, en la salud como «-n la <"nfei-me«la«l. en la dehilidatl como en la Iurr7.ii. porqm- cura á los enfermos y forlilii-a á los «lébilos. como conserva la fuerza y la salud á los «pie ya las tienen. Buscad para v in-stra coin-ion«-ia un «lirector cari- tativo é ilustrado que comprenda las miserias y las llatpiczas «leí corazón humano, lleno de caridad, ■ara 110 imliferente ó tibio, «pie sea vuestro amigo. \ que pueda ayudaros con sus consejos y su espe— ciencia. Si halláis uu aMMdoteque reúna estas cali«la«les. <:reo«liiie, 110 tituhii'is un momento en procurar que s«'a vuestro confesor v jtinianiciilir «•! «lirector de viu-stra alma. E9 terreno «pie pisáis «-s muy reshsil.olizo; fácil es caer, y vuestras calilas no deben apuraros. Si os sentís á punto «le per«l«?r el equilibrio, asios fiK'rloim-nti- á la mano «le un amigo «pie pueda lia- ros apoyo y sosten; si coda» levantaos al instante. \ no aguardéis 4 tplo <-l tiempo baya hei ho mas «li— lii iles de curar las heriilsis busteci«lo y eoiiv«M-tí«!o- las ea vicios «pie llegan :\ ser A la larga una según— «la naturaleza, entonces <:1 sirrí-peiitiinionto «?s di- lioil, y el coi-sizon presentsi poras probabili«lad«-s de una entera conversión. I-a frecii«-iitacioii de los sacramentos 110 os imp«-dir:i pe«-ar, jioro iin— pedlrfe «pie el vici«> Ih-gue it sor en vosolnis un há- bito; ponpic 110 Ih-ga si sollo sino «-n el momonto <-n «pie la voluntad se propone, no solo pasar por «•I mal sino |-epos;irse 011 él. y en que lo hae«' cu erec- to, l-'.l repos«> j la ¡ustsdacion en «'I mal, por .■ la piedad. Taí r/iic fin á (a pit rltirí sit piirczn 1/ mi lustrf i't tóm iijnsfU- Dios, »/ del juitlrc. 1 s risilur tí /os /nier— foucis »/ ó /iis riiifliis i-ii /os Irilutlin ioni s. //<<•>/;.>■< /■- t ,irse /turo WH c.ttf sii/lo. I.ee con atención. ;oh jó ven 1 osas palabras d<- Santiago, y nlisin a su <>r— «leu y su sentido. El apóstol pono «-n primera linea k>a «lebeivs para con los otros, como para mostrar- nos qu«- |a piodail consiste en la c;iri«lad y en «-1 ol- vido do si mismo, si tal punto «pie psir«-ee que se resuelvo lo«I;i «'UK'ra á sus ojos SjSJ las obras «le cari — ! dad y de misericordia. .Tainas ha si«lo tan nece- ' saria i-nmn on el dia la aplicación de estas palabras. A medida que vas avanzando en la carrera <1<; tu villa, irás comprendiendo mejoren «pié abismo de ¡ males y de miserias, el vicio, la ignorancia y la pobreza han sumergido a tantos hombres «pie s«m I tus hermanos, y ¡1 quienes Jesucristo^ha amado I tanto como a ti y rescatado como h ti; y no te admiraran la dureza de las palabras que ha 1 «lirigido á los ricos, las maldiciones «pie ha fulmi- nado sobre ellos, y esa inmensa dificultad que en- cuentran para entraren el reino <1<> los eiHos; «li- I fieultad tan «ramio «pie Cristo, á lin «le trampiih- I zar á sus sipóstoh-s á quienes aterraba, hubo de recurrir á la omnipotencia d«; Ilios. c«imo si para salvar á un rico, se no« «-sitase uu esfuerzo de ese poderío infinito al que ua«la es capaz de resistir. Si tiem-s la «lesgracia «lo ser rico, tiembla, por- que para «pie te salvos, nadsi monos so necesita «pie 1111 milagro. Precis<> es que seamos tan duros i y tan d«>sapia«latlos como lo somos, para poder oir sin « slreiiioeernosla cuenta d«í las gran«l«»s miserias que afligen á la humanidad. Si tuviéramos un po- co de f«- y de caridad, 110 poilriamos mirarnos unos á olr«is sin sonrojarnos cada vez que nos dicen que un pobre ha niu«-rto d«- hambre é «le miseria, y sentiríamos osa confusión y esas ansias «pie paihrce i un asesino que teme ser descubierto, y oye hablar del crimen Vpie ha rometido. l-ai<-astillados en nuestra «lura y falsa justicia, condenamos sin ape- lación á los pobres A «piienes Isi miseria inipolea j las revoluciones y a to«lo luiag^ n lastimosa facilidad el egoísmo. la a\aric¡n. el lujo, el orgullo y la vanidad «le los 1 gratules v de los ricos «pie reducen á los pobres ; á la r la Providencia? Y esto mismo, ¿no es ya una revolución? Dios no ve las cosas con los mismos ojos que nosotros: él las ve cuando se hacen; nosotros las vemos cuando ya están hechas. El ve las causas; nosotros no vemos nías que los efectos. Nuestras iniquidades y nuestras injusti- cias establecen el desorden en la sociedad: el mal crece con el tiempo: pero como la superficie está en calina. como los que gozan y oprimen son lias- tante poderosos para sofocar lasquejas delosopri- midos, y como los que sufren no tienen siquiera fuerzas para quejarse y esperar un porvenir mejor, nos acostumbramos á considerar romo regular un estado de cosas que no es á los ojos de I>ios mas que una soberana injusticia. Entro tanto, debajo tío esta superficie, se lia efectuado una resolución, porque nada está en su puesto, ni los hombres, ni las cosa . y DiWMM q«ir nada. D'os la ve: su | mirada, á la que nada se esconde, sigue su tiesa r- j rollo, y prepara su castigo. La hora de la venganza liega; lo que ya estaba hec ho y consumado en el in- terior se manifiesta al estertor: aquella límpida su- perficie que habíamos cuidado do alisar, se raja y estalla con estruendo. El ruido nos despierta, la sacudida nos saca de nuestro lorargo: A ese ruido, á esa sacudida les damos el nombre de revolución, y no vemos que no son otra cosa mas que la apari- ción de lo que ya existia. Ayer el desorción nos agradaba, y le llamábamos orden; hoy nos inco- moda, y le llamamos revolución. ¡Ksla es nuestra justicia! No me admiro de que Dios la compare en las santas Escrituras á un lienzo manchado. XXIV l>e las obras de MlllH ■ Imrrii». Nada podemos hacer mas grato á Oíos ui mas útil para vosotros mismos, oh jóvenes, que socor- rer á los pobres en su miseria y consolarlos en su desgracia. Después del tabernáculo donde; habita, en ninguna parte está Jesucristo tau presente co— I mo cu los que sufren. Honradle en los pobres, en ¡ los enfermos, en los cautivos, en los alligidos. por- que él misino nos asegura que está basta tal punto presente en ellos, que lo que por ellos hacemos, lo hacemos por él. Vuestra piedad no es real y sin- cera sino en cuanlo produce o acrecienta en \ ues- tras almas la caridad para con vuestros hermanos, y la misericordia hacia los pobres. Las obras de misericordia bochas, como debe hacerlas todo cris- tiano, con la monto puesta en Dios, sou tan per- ; feotas, «pie el apóstol Santiago las compara al eul— ! to «pie tributamos al Ser Supremo, y las llama nnu j rt /ir/ioii purtt <■ intntii-iilufUt\-y la Iglesia que di— ¡ rígida poroso tacto sobrenatural que le ha dado el Espíritu santo, sabe tan maravillosamente apreciar las cosas en su justo valor, hace tanta estima tle esas obras, que las considera superiores á todo, aun á aquellas que tienen por objeto honrar á Dios. La iglesia so inclina en cierto modo ante la caridad del cristiano, y hace ceder sus preceptos, aun I aquellos á cuya observación da mas importancia, ante las prescripciones de la caridad y de la mise- ricordia. \l que ama á sus hermanos, y arde en deseos de sacrificarse por ellos, no se atreve á I mandarle nada. Ku su respeto y su admiración á I todo lo que le recuerda el sacrificio de su divino j gofo, se despoja en cierto modo ilc su poder y-de su j autoridad sobre los que sienten el deseo do conti— DE IN JOVEN miarle, y les dice: Amad y haced loque, queráis, l'n pobre sufre; os preciso ir á consolarlo y socor- rerlo: un enfermo desfallece abandonado; es pre- ciso visitarlo y favorecerlo, y si se os opone al pa- so algún precepto de la Iglesia que pueda ser uu obM n ulo á vuestra caridad,ella misma se renovará, btol persuadida de cpie el culto mas perfecto que podemos tributar á Dios es aquel por el cual le honramos en sus pobres. En esta inteligencia, si halláis en el pueblo donde residís una de esas admirables asociaciones que la p¡e,|ad de lajuveulud do nuestros dias ha puesto bajo la protección de nuestro San Vicente (1) y si os es posible formar parto de ella sin desatender los deberes de vuestro estado, no os privéis, yo os ruego, de un tan saludable; medio de mantener en \ o — oíros el espíritu de caridad y de sacrificio, por- que entre loserist¡unos lo que se hace en comuni- dad os juntamente mas agradable á Dios y mas ventajoso para los que lo hacen. La Iglesia tiene cierto placer en espedir como un rellejo de sí mis- ma sobre todas las asociaciones que se forman en su seno y según su espíritu; gusta de mirarse en ollas, como le gusta A uno ver su imagen en un espe- jo: el apartamiento quila siempre á la piedad y á la caridad algo de su valor. Si no podéis gozar de las ventajas que proporciona la comunidad de las buenas obras, haced solos lo que hubierais hecho con otros. Tros cosas hay de que podéis disponer y que po- déis dar á vuestros hermanos: vuestro dinero, vuestro tiempo, y vos mismo; de cada una de estas tres cosas debéis cederles mas 6 menos, segun sus necesidades y vuestras facultades. Si tenéis mucho dinero y poco tiempo, dadles dinero; si por el con Bravio tenéis poco dinero y mucho tiempo, consa- gradlos gran parte del tiempo que tengáis libro. En cuanto á la limosna de vos mismo, siempre po- déis darla.cn cualquiera situación en queos halléis, v sin ella todas las «lernas serán nada, porque de ella reciben las otras su valor. Vuestro espíritu vuestro corazón, vuestro juicio, vuestro saber, l UtHU Mpilh lll Im ó vuestros consejos, son otros ! tantos tesoros do epie podéis sacar algo á cada ins- tante. Pero siempre cuantío deis limosna poned (1) .San Vicniic de Paul. í>e. estos«dniirahlos asociacio- nes puestas bajo la advocación de varios santos, y dccliado* de todas las v irtudes cristianas, bar] uinclias en París y en to- das ta.< principales ciudades de Francia: su objetóos mejorar la condición moral y física del pueblo, ¡ojala tengan pronto «•ii Kspafia v America numerosos imitadores! ■- N. del T. vuestra mira en Dios:, en cada pobre ved y hon- rad á Cristo. Entrad en el humilde asilo donde vive el indigente, como eu un templo donde habita Dios . y acercaos al lecho donde sufre, como si fuera la cruz donde espiro el Redentor del inundo. Jamü podréis ser bastante humildes ni respetuosos con los pobres a quienes dais algo, porque Jesucristo vive en su persona y habla por su boca. Por grande que sea la veneración que les profeséis nunca les pagareis lo mucho que os honran pidién- doos limosna, y si se la dais, como debe hacerlo un cristiano, mucho mas recibís de lo (pío les dais, porque en cambio del vaso de agua que los dais, os dan ellos el cielo. No imitéis á esos hombres quo no son mas que generosos con ios podres, y que creerían desme— recer humillándose delante de ellos. Esos hombres retiran con una mano lo que dan con lu otra, y (piiian á sus limosnas todo su valor por el modo altanero y arrogante con quejlas dan y por lo mucho que se engríen con ellas, mostrando bien de esta suerte quo su objeto noos tanto socorrer la miseria del indigente como satisfacer su propia vanidad. 6 dar pábulo á aquella geuerosidad instintiva que no es casi siempre mas que una impresión que se eleva á veces hasta el sentimiento, pero nunca hasta ta idea. No entréis en la morada del pobre sin descubriros la cabeza, y sin saludarlccou aquel sa- ludo que espresa á la vez el respeto y la caridad. e las obras de tnisericordiEA «EEIJION se publica todos los sábados por entregas de «los pliegos ca- da una. El precio de la suscripción es de vbinte pesos por cuatro entregas en Bue- nos Aires, y un peso fuerte en las provincias de la Confederación y en el Esta- do Oriental. Se reciben suscripciones en esta imprenta calle Defensa ¡\ - «¿73, en la libre- ría de la Victoria calle del Peni W. 20, y en la casa del redactor principal, calle de la Piedad N. 121. A esta ultima casa dirijiran sus reclamaciones las personas que no hayan recibido alguna entrega.