LA TIRANIA DEL PARAGUAY, A LA FAZ DE SUS CONTEMPORANEOS. EDUARDO A. HOPKINS. BUENOS AYRES. Imprenta Argentina do El Nacional, calle Santa Rosa 87. 185R.Desde los acontecimientos entre el escritor de estas pajinas y Carlos Antonio López del Paraguay, casi dos años han ido aumentando la edad del mundo, y jun- to con ella el número de los crímenes y de los actos bár- baros del tirano. En aquella época la prensa sonaba por muchos meses en pró y en contra en conformidad, ó con sus principios ó con sus intereses, pero se hizo en mucha parte el eco del Semanario, único periódico que habia entonces en el Paraguay, y que era escrito por ese gefe mismo que hace gemir bajo su mano de hierro á todo un pueblo. Hombres que pertenecen á aquel' tirano, se ocupaban también en ilustrar las columnas de varios periódicos con sus sábios comentarios sobre aquellos sucesos, es- merándose con laudable celo en sobrepujar á su amo en las calidades características de su sistema gubernativo. Aunque presentes durante dos meses enteros en el Paraguay mismo, cuando la furia del déspota estaba en su colmo, y luego mas tarde en esta ciudad, cuando se repetían aquellos denuestos por dias y dias, jamás hemos salido de nuestro profundo silencio, para defender nues- tros actos tan gravemente falsificados. Nos persuadia á ello nuestra conciencia, y el saber que los ataques de los malvados son una recomendación y una prueba positiva de que el atacado es un hombre de bien. Esta habia sido ya nuestra conducta hacia Rosas—el verdadero prototipo de López—cuando en 1846 intentó insultarnos en sus periódicos. De consiguiente, este escrito no es la defensa de un carácter que no ha sido herido, pero si el daguerreotipo de un despotismo sin igual en los anales históricos, por su estravagante originalidad; y al mismo tiempo unaII prueba de que es una necedad política el admitir á esc hombre á tratar con las naciones constituidas, puesto que á nadie tiene fé, y tanto vale que haya tratados, como nú; siendo la fuerza la única razón que pueda traer- le al buen camino. Y mientras se tarda en emplear esta, él aprovecha las demoras para robar y empobrecer mas y mas á su patria, de cuyo seno, por desgracia del pueblo paragua- yo, han salido dos de los mas estraviados tiranos. Asi el comercio del mundo civilizado ve frustrarse las espe- ranzas concebidas, y años preciosos andan perdidos para el adelanto de nuestra belfa América. López en su salvage satisfacción de lanzar injurias contra un hombre materialmente indefenso, ha olvidado que la voz del que se ha querido ofender vale mas que la suya. Nos hemos complacido siempre en la idea de poner de manifiesto sin reticencias su sistema de tiranía, no deci- mos de gobierno, porque el sentido moderno de esta pa- labra, da la idea de algo virtuoso, valiente y patriótico, aun en medio de mucho despotismo. Ese día ha lle- gado. Cuando un tirano se halla en el auge de su poder, po- co 6 nada puede contra él una sola voz que se levante : pero cuando sus vicios é inepcias comienzan á hacerlo descender, y el precipicio que él mismo se ha abierto, clama inexorablemente su presa, creemos que es del deber de todo cristiano el asistir al holocausto. Nuestra intención había sido la de escribir una prolija biografía de aquel hombre; pero nuestro tiempo entera- mente dedicado á tareas de distinto género, no nos ha consentido contraernos á tan agradable trabajo : en el que habrían figurado muchos hechos anteriores á los acontecimientos que forman el contenido de este folleto, como también las inauditas barbaries practicadas en da- ño de la espedicion científica americana, y de los ex-co- lonos franceses. Lo que por ahora ofrecemos no son sino estrados de una correspondencia á un amigo en los listados Unidos, ni escrita en los momentos en que tenían lugar las cosas que en ella se leerán. Una residencia de vez en cuando de nueve años en el país, y muchos viajes al interior del mismo, nos habían puesto en el caso de conocer bien á López, á su familia y al Paraguay. Y si por medio de esta publicación, las naciones llegasen á saber que con López no puede tra- tarse como se trata con los hombres civilizados, ó si él se sintiese obligado á cambiar de conducta — que no es de esperar—6 bien en la necesidad de dejar el puesto que ocupa; no nos pesaría el haber amado por tantos años el Pa- raguay, paraíso del mundo; á la par con sus habitantes simples y hospitalarios, pero sumidos en la miseria, víc- timas de la codicia y de la barbarie de sus tiranos. Buenos Aires, Julio 15 de 1856. E. A. llopkínw.Asunción, Agosto 22 de 1854. Al saberse la* noticias de los preparativos que se hacían con- tra Rosas en 1851, salí de este pais por tercera vez, dirijién- dome á Francia é Inglaterra á fin de obtener conocimientos sobre las esperanzas y porvenir de la inmigración europea en el Plata. Pasé de allí á Nueva-York, con el objeto de formar una sociedad ó* compañia para navegar estos ríos con buques de vapor. Después de sufrir durante doce meses todas las alternativas de esperanzas, que son los primeros inevitables resultados de una empresa nueva, como lo era la mia, tuve la buena fortuna de formar una sociedad de caballeros que depositaron en mí ■u confianza y su dinero á fin de que yo llevase adelante mis planes.........____..____.___..........___...____..... Después que, contra mis deseos, hubieron pregonado los pe- riódicos la próxima llegada á estas aguas de nuestro primer va- por, este resulto perdido para nosotros, y condenado en su primer viaje al esterior. Fué de esta suerte destruido nuestro prestigio en gran parte, entre estas gentes ignorantes, á quie- nes puede únicamente convencerse por sus sentidos: habiéndome visto obligado á luchar contra preocupaciones de todas clases, sosteniendo d* defendiendo la compañia contra las probabilida- des mismas, por medio de mi crédito individual, hasta que lle- gase la época en que ella pudiese en nuestro pais, recobrarse de un tan grave contraste para su nueva empresa. liémonos, establecido entretanto, aquí, comprando bienes raices en la ciudad para una fábrica de cigarros, como también en San Antonio, doce millas al sud de esta, para establecer nuestra maquinaria. Funciona allí actualmente un molino de aserrar; arándose y plantándose un gran terreno por medio de útiles de labranza americanos, con el solo objeto de enseñar á— 2 — aquellas, gentes para cuyo adelanto ae vera mas tarde que el principal obstáculo es el Gobierno. Algunos decretos publicados á favor de los estranjeros, y otros, concediendo derechos ó privilegios de patentes á los in- troductores de máquinas estranjeras, que hace mucho tiempo están en manos de V.; como también algunas promesas que constantemente me hizo el Presidente López, me hicieron pres- tar fe en su gobierno, induciendo á mis compatriotas a que em- pleasen sus bienes en este pais. Bien conocía yo su carácter arbitrario, y juzgaba que el pueblo no era adecuado para go- bernarse a sí mismo. Al mismo tiempo no me pareció bien ofender sus delicadas susceptibilidades por medio de publicacio- nes sobre sus costumbres, maneras y gobierno, y me limité por lo mismo á la historia política y natural del Paraguay, y á la descripción de sus ventajas geográficas para el vapor, &a. Parecíame que lo mejor ante todo era el establecerme aquí, empeñándome en ganarme un constante favor, y en caso de mal éxito, estar en aptitud de pedir con frente erguida esa pro- tección á las empresas é industrias Americanas, que nuestro gobierno jamás ha dejado de conceder á todos los que son acre- edores á ella. A mi vuelta aquí tuve un brillante recibimiento; pero no había trascurrido mucho tiempo desde que nos establecimos, cuando me apercibí de que aunque el Presidente .López habia obtenido el reconocimiento de su pais, y su navegación hasta el Océano, y celebrado tratados, y querelládose con los Brasileros, durante mi ausencia, estaba muy distante de cambiar su sistema de acuerdo con aquellos sucesos. Tuve que solicitar de él el goce de todos los derechos que son permitidos en Rusia, y aunque siempre me los acordó, hízolo siempre bajo el aspecto de favo- res; y percibiréis que estos se me han echado en rostro después, en su correspondencia oficial, y ahora se me han retirado. Asombrábale nuestra energia americana, y principio á per- mitir que se nos insultase. Verificóse esto, primero, con mo- tivo de un baile público que le fué dado por Paraguayos, y del que se escluyó é todos los Americanos; no obstante que cuando los estrangeros le dieron un baile el dia de su santo, los Ame- ricanos fueron preeminentes en sus suscriciones. Publico en se- guida un grosero ataque contra Mr. Graham, que durante diez años habia sido Cónsul Americano en Buenos Aires, caracte- rizado por las mas insultantes injurias personales, tendentes á degradar su carácter público y privado, y la nación que repre- senta. El movimiento que hizo en seguida en esta senda de difamaciones fué aun mas desaforado y violento. Y muchos años residente muy respetable en Buenos Aires, vino á este pais de viuge en el JVafcriciích, á fin de recorrer el pais con el objeto de comprar terrenos, y establecer una plan- tación de algodón. Este caballero acompaño ú Mr. Graham en su visita ni Paraguay en 1846. A su llegada fué citado ante el Ministro de Estado, el cual le hizo esperar dos horas, y después de haber sido groseramente insultado, se le ordenó perentoriamente que firmase un decreto del Presidente López, declarando que Mr. Graliam, con quien el dicho. - ........no habia tenido ninguna relación ofi- cial, era un embustero. Exijiósele también que declarase o. denunciase las familias Paraguayas, que dieron á Mr. Graliam algunos informes, para de esta suerte ser entregadas á la ven- ganza del Presidente. Negóse--á estos actos de- gradantes, y se retiró del pais. Pocos dina después de esto un Mr.--(Italiano bajo la protección Americana) escribió una carta al Presidente reclamando la devolución ó el pago de un escelente rifle que su socio--(alemán na- turalizado) nntes de su partida del Paraguay para los Estados Unidos, habia vendido y dado á prueba á D. Venancio, hijo del presidente, y que no se hallaba en aquella sazón en la ciudad. El Sr--fué llamado á presencia del Presidente Ló- pez, tratado del modo mas violento, y su carta fue hecha pe- dazos y pisoteada por el Presidente López, siendo el mismo llamado embustero, y en seguida despedido. En el entretanto, todas estas publicaciones y actos que eran asunto de hablillas en toda la ciudad, dieron rienda suelta en las clases mas bajas, á constantes gritos y otros graves insul- tos hácia los Americanos, de los que dan fiel relato las deposi- ciones ó declaraciones. Finalmente, el Teniente Moore, co- mandante del vapor de los Estados Unidos Waicricirh, duran- te ia ausencia del Teniente Pago en el rio Bermejo, tuvo que sufrir parte del ultrago siguiente. Salia de la Agencia General de la "Compañía de Navegación Americana," como á las 10 de la noche, en compañía de un ciudadano Americano que ha- bia venido de pasage desde Buenos Aires ú bordo del Water- witch. La noche era de luna, bien clara, y se dirigían á sus alojamientos. Un individuo que se ocultaba en una portada próxima al sitio los siguió como dos cuadras, y en seguida incli- nóse al suelo, tomó una gran piedra, y tirándoles con elia hirió al compañero del Teniente Moore, causándole una contusión en su persona que conservó algunos dias. Perseguido por ellos fué severamente castigado por los misinos. El agraviante era 2paraguayo, y no se encontró otra persona en la calle. No ohs- tante esto, Mr. Moore se dirijió á ver al juez de Paz, y hablo con él inmediatamente después de la ocurrencia, pasando á su casa por dos veces al dia siguiente, con el objeto en ambos ca- sos de hacer d prestar su declaración, lo que le fué negado de noche, no encontrándosele después al dia siguiente. Durante este tiempo se tomaron arteramente declaraciones de algunos Paraguayos á fin de hacer aparecer á los Americanos como los agraviantes. Hasta el presente, el Presidente no ha dado ninguna satisfacción ú las enérgicas reclamaciones del Te- niente Moore. En ninguno do estos incidentes se apelo á ini intervención oficial, ni tampoco se presentaron ante mí ningunas reclamacio- nes. A haber esto sucedido al principio, es probable que ellas habrían cesado, é impedido d prevenido la desagradable posición en que nos encontramos ahora. El Waterwitch salid del puerto, y aun no ha vuelto hasta la fecha. Observará V. que hasta este momento yo estaba per- sonalmente en gran favor con el Presidente López. Conocía este mis opiniones sobre la materia, y que yo no dejaría de cum- plir con mis deberes oficiales en el caso de ser requerido. También solicité de él varias veces en privado que hiciese po- ner término á tales insultos. Como se verá, tal cosa estaba muy lejos de su voluntad............................... En medio de un estado de negocios como el que he descrito, el mas violento de todos los insultos se infirió á mi hermano en los momentos en que acompañaba é —desde nuestro establecimiento en San Antonio hasta su casa en el pueblo. .. ....................Para lo demás de este asunto os refe- riré mejor á las adjuntas copias y traducciones de la correspon- dencia. Os envío la última nota que me dirigid el Secretario d Ministro Falcon, la misma original, porque no tengo tiempo para traducirla. Es demasiado pueril para prestarle ninguna atención, escepto para que os dé una idea de algunos de los principios legales bajo los cuales vivimos aquí. No tiene ningu- na importancia respecto del caso en cuestión, y al mismo tiem- po es casi enteramente falsa desde el principio hasta el fin. Pero V. observará que yo dirijí una queja personal al Presidente López en términos del todo respetuosos, antes de escribir una línea. Me contesto presentára mi demanda por escrito ante su Ministro. Con todos los antecedentes hacia mí que he inten- tado describir, no pude menos que recurrir á un lenguage di- plomático, pero enérjico; pues era el primer caso en que so presentaba tal demanda ante este Gobierno. Invoqué con tal motivo la ley internacional. Yo estaba resuelto á obtener una satisfacción pública. La obtuve, pero bajo el disfraz de insul- tos personales, á los que se dio publicidad, lo que merecía tam- bién un desagravio, y que habían sido forjados todos por el Presidente López para que correspondiesen al caso, y para ocultar de sus paisanos ol incontrastable hecho de que él casti- gaba públicamente, y publicaba el dicho castigo del soldado Silvero, por reclamación de un estrangero; y lo peor de todo, por agravio hecho á un estrangero......................... Por el decreto adjunto del Presidente López, percibirá V. que él me ordena vender una parte del terreno de la "Compa- ñía de Navegación Americana" en San Antonio, en el perento- rio término do tres dias desde su fecha. Me he rehusado á esto, y han pasado los tres dias sin que él nos haya molestado. Son falsas todas las razones en que se funda ese decreto. Mas adelante verá V. la asombrosa ostensión del despotismo de este hombre* yquees imposible que cualquiera pueda dirijir aun los asuntos privados de su familia, sin que los mismos sir- vientes que están ásu sueldo senn al mismo tiempo espías de sus actos. Por consiguiente,asi es el hecho de que yo he estado en quieta posesión de esta compra, con el documento en mi poder, otorgado por su escribano; de cuya compra, y sus términos y con- diciones, he hablado con el Presidente mas de veinte veces, ha- biendo él mismo ordenado que los galpones que él mismo había hecho construir en terreno particular sin pedir permiso ásus propietarios, me fuesen entregados por el término de dos años: lo que debiera ser una prueba concluyente en mi favor En el decreto, cuya copia recibí muy tarde para poderlo con- testar, veréis espresadas al tnárjen mis objeciones. Entraré ahora en la descripción, en que incluiré al Presiden- te, y el carácter de su gobierno. Nada hay comparable con el estado de cosaa existente en el Paraguay. Todo lo monopoliza el Estado. Su poderío 63 sin limitación: es absoluto é ¡limitado. Se hace sentir en los de- talles mas pueriles de la vida ordinaria, como también en los asuntos mas importantes de la política. La voluntad del gefe es la suprema ley. Por consiguiente, todo está subordinado á su buena d mala disposición d humor, y aunque hasta el presente, López no se ha entregado á actos sanguinarios, como el Dr. Francia, ha principiado alabando aquel tirano en las columnas de su periódico; y su administración ha sido mas fatal y mas contraria al progreso y civilización del pueblo Paraguayo, qaeaun la de su mismo predecesor. Poniendo en práctica las máximas de Maquiavelo, que parece ser el único escritor po- lítico que jamás haya leido, continúa la.obra de desmoralización comenzada por los Jesuítas. El juego, el libertinaje y el robo son tolerados, d mas bien, debiera decirse fomentados por el patrocinio de las autoridades locales. .Los Jueces de Paz en muchos distritos son los primeros en abrir sus casas a los vagos cuya pasión es el juego. Frecuentemente ni se arresta á los ladrones, ni se los castiga, no obstante las numerosas quejas de los estrangeros [los hijos del pais no se atreven á quejarse]. De esta suerte, se crea y estiende el sistema gubernamental á fin de aumentar la inmoralidad, y la destrucción general del decoro y honradez, educación y riqueza, en tanto que los ma- trimonios se disminuyen cada día mas. Es imposible tkir una idea de la completa disolución que existe en las costumbres de los habitantes, llevadas al estremo el mas variado. Falta completamente el sentido moral, tan esen- cial á la base de toda sociedad organizada. El clero á cuya cabeza se halla el Obispo Jjopez, hermano del Presidente, se compone enteramente de Paraguayos hijos del pais que nunca lian salido de allí á fui de educarse. Sostienen las doctrinas mas repugnantes, y tienen una vida escandalosa, agraviando cada dia mas la vergüenza pública. Como clase de la sociedad, son un ejemplo de todo lo que es repugnante en el vicio brutal y bajo. He dicho que este triste estado de cosas, que no pudo ser sobrepasado durante el aislamiento del Paraguay, se ha soste- nido y fortalecido sistemáticamente por la política de López. No ha fundado este ningunos establecimientos útiles, ni ningu- na escuela de instrucción digna de tal nombre, y siempre se ha negado á recibir sacerdotes que podrían intentar principios de moralidad y de verdadera religión, cuya completa falta se siente tanto. La agricultura está gravada en estremo, exijíéndose rigoro- samente el décimo ó diezmo de todas las producciones de la tierra, aun de los patos y pollos de los miserables desvalidos. La mayor parte de los habitantes no poseen ningunas tierras, teniendo que pagar un G por ciento por año al Estado, bajo un avalúo estravagante, el que dispone de sus personas y anímalas para las postas del Gobierno, en las obras públicas, y en el acar- reo de mercaderías sin pagarles ninguna indemnización por las pérdidas ocasionadas por su ausencia de sus casas, d por las de sus animales que frecuentemente perecen en el trasporte, á enormes distancias, de grandes cargas. Están obligados al mismo tiempo á proveer á su manutención y á la de sus mismos animales. El desaliento prevalece de esta suerte en la cam- paña; y este pais el mas fértil del mundo, no tendría con que mantener sus habitantes, sino fuera que también en esto se presenta el brazo de la autoridad. El presidente López, según el aspecto de sus asuntos comer- ciales, ordena ú cada hijo del pais que plante tal ó cual número de surcos d hileras de maíz y mandioca, d tabaco de 1854. Se informará V. por esta carta de que el Presidente López al fin ha interrumpido virtualmente nuestro aserradero á vapor en San Antonio, arrancándonos todos nuestros operarios para- guayos. No ha recurrido aun á la fuerza para posesionarse de Jas barracas que hay allí, no obstante que ha publicado el de- creto por el que nos despoja de nuestros terrenos. Presumo que la razón sea el temor de las consecuencias. Sin embargo, él ha hecho lo mismo por distinto camino, jesuíta como de cos- Mimbre, porque sin duda él cree que no será llamado á cuenta>— 21 — por habernos ultrajado con las mentiras que ha publicado, ni por haber destruido mi reputación y representación mercantil, despojándonos en seguida de todos los medios de trabajo. Nos hallamos totalmente ahora sin tener como podernos ocu- par en nada...___......---.......... — ............... Esta mañana se han negado á llevar mis cartas a bordo del buque en que está por embarcarse mi hermano, y con menos- precio del sello que tienen, se les devolvió á la aduana para que se las sellase. También cree sin duda el Presidente López, de que, porque ha casado mi patente, no tengo ya derecho á comunicar con el departamento de Estado en Washington. Hoy lia aparecido otro número de su escandaloso periódico, que mas descarado aun que antes, parece sostener esta mi idea. Como de cos- tumbre, se me apellida embustero, contrabandista, estrangero, descarado, borracho Sea., bajo el simple nombre de Hopkins, no quedándole en fin otra cosa mas que acusarme de asesina- to, robo y estupro, para completar el catálogo de crímenes que tan torpe é infundadamente se me arrostran en las observacio- nes editoriales del Semanario. El cree decididamente en la doctrina de esa secta de que es tnn fiel secuaz, de que la calumnia es una poderosísima arma. Por mas infundada que sea, por mas descarada, algo de ella ha de fijarse: recompensando él de esta suerte una virilidad em- pleada en honrados trabajos para el adelanto de la civilización y de los intereses americanos en esta importantísima parte del nuevo mundo............___..____.............___..... Setiembre 25 de 1854. Os incluyo los documentos anejos por los que os informareis de que al fin somos completamente anulados, y forzados á sa- lir del Paraguay ...._____....______....____........___ .....______.........El documento marcado A, puede ha- blar por sí mismo. Yo no tenia ninguna copia autorizada de ia nota del Ministro Falcon al gobierno de Washington del 2 del presente, ni sabia su contenido hasta que se publico en el Semanario que se acompaña. Haciéndose cada vez mas audaz á causa de la impunidad, el Presidente López en este documento ha ido mas allá del límite que tan pertinazmente se marcó de solo atacarme á mí, é incluye bajo el nombre de mis asociados, ú todos los amcrica- — 25 — nos residentes ahora en el Paraguay, y que son todos emplea- dos de la Compañía Americana de Navegación. Esto demuestra conclusivamente, que su enemistad es á la Compañia y á sus operaciones enérgicas, supuesto que no hu- biesen otras pruebas desde el principio. Los documentos señalados B y C, son traducciones de una nota y protesta mias, y de una contestación á las mismas del Juez de Paz, enviado para cerrar nuestro estable- cimiento en San Antonio, que el Presidente López digni- fica con el nombre de mi casa de recreo. Las disposicio- nes señaladas D aluden á las escenas finales. Las cuen- tas de esc establecimiento, que pueden comprobarse por las de la Agencia General, han sido selladas legalmente por mí, y depositadas con la de la fábrica de cigarros, en los archivos de este Consulado, para conservarlos en seguridad. Desde la denegación del Juez de Paz Vázquez á comunicar al Presidente López mi protesta,que por supuesto es falsa,como lo es también su denegación á incluir todos nuestros terrenos y bienes en San Antonio, en su inventario, López ha espedido otro decreto apoderándose del resto de los terrenos, vendiendo los animales &.a, en subasta; prendiendo fuego á los cobertizos, y desmontando el aserradero á vapor para traerlo á la ciudad y ponerlo en deposito. Podéis ver estos decretos en el núme- ro del Semanario no dejando do notar su descortes y bárbaro lenguage. El pretesto 6 fundamento de este decreto es. que yo abando- né el resto de los terrenos después que él se había apoderado de una parte de ella, y la única casa que había en ellos en que yo pudiera vivir y guardar nuestros bienes. Es cierto que yo di tales o'rdenes, y por las razones especificadas en mi nota al Juez Vázquez. Al fin ha llegado aquí procedente de Corrientes el vapor Waterwitch, de los Estados Unidos, como unas cinco semanas después de mi primer llamamiento al capitán Page-----..... Un gobierno bárbaro, tal como he intentado describirlo en mi primera carta, y como lo es este, no se detiene en nada de lo que contribuya á degradar á sus enemigos en su persona y bienes. El dia del último arribo del teniente Page á este puerto, y como para mostrar que despreciaba su poder, el Presidente López dictó su último decreto sobre San Antonio, del que ya he hablado como inserto en el número del Semanario. Su Juez de Paz Vázquez me mandó llamar para firmarlo, negándome yo redondamente á ello. Ya había yo firmado la— 2tí — ' notificación de tres d cuatro decretos mas, durante ln ausen- cia del Waterwitch, cuyo lenguaje para conmigo era el mas in- sultante imaginable, con el objeto de poner fuera de toda arte- ria d mala interpretación, mi promesa de que en mi tranquila resistencia yo seria guiado por la mayor prudencia. La noti- ficación se habia escrito ya en la misma página en que estaba la firma de López al pié del decreto, y refrendada por Vázquez, cuando llegué á su oficina. A las 4 y media de la tarde del mismo dia, se me aviso que pasase á la oficina del Ministro. Al aproximarme á ella, me encontré con todos los policianos (soldados con uniformes), la guardia del palacio, y como unos 300 d 400 soldados de los cuarteles próximos, en formación. Entré al salón del Ministro, en el queme encontré con el Ministro Falcon y dos testigos,quienes se pusieron de pié é mi entrada, y dejándome á mí parado, el Sr. Falcon principio ú leerme el mismo decreto de que Vázquez me habia notifica- do á las 11 y media de la mañana. Durante dicha lectura con- tinué de pié, descansando d apoyando una mano sobre la mesa, cuando Falcon me observo que no tenian costumbre de oir los decretos de su supremo gobierno en la postura en que yo me hallaba. No contesté nada, pero levanté mi mano de la mesa. Remarcareis el hecho de que el decreto habia sido copiado de nuevo por el Secretario privado del Presidente, y firmado por López desde por la mañana. Después que Falcon hubo concluido de leer, me pregunto si me consideraba notificado, ú lo que contesté que si. Procedió entonces á escribir la formula acostumbrada, Ja que firmo, y me dio para que yo hiciese lo mismo. Negueme de nuevo perentoria pero sosegadamente á firmarla, y me retiré. He advertido al Comandante Page mi determinación a negarme á cualquiera otra citación de ningún empleado del Gobierno Paraguayo. También he sido groseramente robado por el decreto sobre la compra de nuestros esclavos, que ya estáis informado. JVo pude conseguir ningún documento para mi mas antiguo y apre- ciado esclavo, a quien yo habia poseido durante algunos años, y que habia viajado conmigo por todo este pais, y en mis viajes hasta.las costas del mar,acompañándome siempre a caballo. £1 documento se me habia estraviado en mis frecuentes viajes a los Estados Unidos, y de regreso. Era nacido en la casa del sujeto de quien lo compré. Este caballero habia sido dester- rado pocos días antes de espedirse aquel decreto, á causa de la amistad que me profesaba; por lo que no pude pedirle otro documento, puesto que ella hubiera sido otro tanto que dester- rarlo aun mas lejos, d tenerlo separado mas tiempo de su fa- milia. Compré por consiguiente el papel sellado del valor de dos pesos, en el que la ley dispone que se estienda la compra de esclavos, y declaré y certifiqué en él su compra y su precio. Entretanto, el esclavo fué arrestado, á causa de que declaro su fuerte deseo devolver á mi servicio. Después que él hubo permanecido en prisión durante 26 días, el Colector mando buscar al Sr. Morales para decirle que este documento no era suficiente, y que desde que yo no habia podido presentar otra prueba en el término mencionado de los 26 dias, el esclavo era libre, y que no se me debia pagar por él. El esclavo se halla- ba presente, y en seguida de esto, fué devuelto á la cárcel, en donde aun permanece. Tendréis á bien recordar que cuando yo di el mencionado documento al Colector en persona, me con- testo que luego me haria saber la determinación del Presiden- te. Jamás me informo de tal término arbitrario, del que todos parecen'cstar ignorantes. En cuanto á ia prueba de que era mió, yo lo compré en un tiempo en que este pais estaba blo- queado. Yo fui el primer estrangero esceptuando el Ministro Brasilero, que comprd un esclavo en el Paraguay. Para ha- cer esto, tuve que obtener el permiso especial del mismo Presi- dente. Este esclavo es casi tan bien conocido en el Paraguay, como lo soy yo mismo, y ha recibido tres diferentes pasaportes del mismo Presidente para salir de este pais, dos veces conmi- go, y una con mi hermano. Permitidme que os recomiende esta innoble trampa, como también los párrafos señalados del Semanario. En ellos leeréis el lenguaje torpe de los decre- tos gubernativos, como también la violencia con que somos atacados en nuestra reputación mercantil y privada, y que nuestra casa comercial es una casa de ladrones, y que nuestra empresa es indigna. Dirijense á nosotros estos ataques porque estamos inocentes, y nuestra reputación está demasiado eleva- da para que le sea grata á López.___......_______ En sus observaciones editoriales, y en el informe del Juez de Paz, se menosprecia el valor de nuestros bienes en la esti- mación pública, y nuestros trabajos se esponen al desprecio público, simplemente porque son los primeros de esta clase en el pais, y forman un contraste especial con los de este gobierno monopolizador. Eduardo A. Hopkins